Las Armas Verbales

  • November 2019
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Las armas verbales tienen que ser desmanteladas “Cómo puedes valerte de la comunicación amorosa y eficaz para incrementar la autoestima de tu hijo y reducir tus frustraciones al criarlo”. por H. Norman Wright. Vamos a prohibir las armas verbales nocivas Alaska 1988. El estrecho Príncipe William. El buque Exxon Valdez. Estas palabras nos recuerdan a uno de los peores desastres ambientales mundiales. El gigante buque cisterna derramó once millones de galones de petróleo crudo en el estrecho. Las consecuencias del derrame de petróleo duraron por años.

La contaminación ocurre en nuestras ciudades también. Los materiales tóxicos derramados irresponsablemente en la basura durante años, han ido a la tierra y están regresando a nosotros. Los gases tóxicos se están infiltrando ahora en los hogares construidos sobre esos terrenos contaminados y comunidades enteras han tenido que ser evacuadas por el peligro de la toxicidad. De la misma forma que nuestro mundo tiene problemas con la peligrosa contaminación, la toxicidad y las armas; así pasa en los hogares . Con frecuencia nos envenenamos y nos herimos unos a otros con las palabras que usamos, especialmente a nuestros hijos. Usted puede haber crecido con padres que usaban palabras como armas, y esperaba no hacer lo mismo con sus hijos. Pero probablemente repetirá el patrón de alguna manera; a menos que usted sea la transición para romper los antiguos patrones y desarrollar nuevas normas saludables de comunicación los cuales reflejen la presencia de Jesucristo. ¡Este cambio es posible! Yo le llamo armas nocivas a aquellas palabras crueles, mordaces, amargas, degradantes y condenatorias que usamos para herir a nuestros hijos emocionalmente. Nuestras palabras con frecuencia son lanzadas como proyectiles verbales para atacar el comportamiento del niño, la apariencia, la inteligencia, la aptitud o el valor como persona. Santiago reconoció la naturaleza potencialmente nociva de las palabras que pronunciamos: “Pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así” (3:8-10). Las palabras que hieren y azotan por dentro son como golpes físicos que amoratan y laceran la piel. Por eso es que lo llamamos abuso verbal. Con frecuencia ignoramos el daño que causan nuestras palabras porque no podemos ver las heridas internas. Incluso cuando el asalto verbal se detiene, el daño emocional continúa con el niño en la adultez. El abuso verbal puede ser directo, abierto y obvio. Por ejemplo he escuchado a padres llamar

en público a sus hijos “estúpidos, retrasados o inútiles” He oído reprimendas nocivas de los padres como “tú nunca serás nada” y “¿no puedes hacer nada bien?”. La siguiente lista de expresiones son también formas de abuso verbal directo: “Podrías ir con ellos si no los hubieras dañado” “¿No es el castigo divertido? ¡Pareces estar pasando un buen tiempo! Deberíamos hacer esto más frecuentemente” “Con cada plato que friegues, sólo recuerda qué desagradable sabandija has sido” “Seguro, puedes usar el auto. Las alas de tu hermano están cortadas y no lo necesitará”. “¡No puedo encontrar mi reloj! ¿Lo robaste también?” “¡Entra y prepara la cena! Necesitas practicar. Al paso que vas, tendrás que cocinarle a tu familia cuando te gradúes de la Escuela Superior. ¿Gradúes? ¿Dije gradúes? ¡Qué risa!” “Sí, mamá, tu nieto volvió a sus viejas travesuras. Él nunca aprende. Esta vez se escapó de la escuela y se emborrachó” El antídoto para el que señala faltas ¿Cómo puede usted empezar a cambiar la destrucción de las palabras y acciones criticonas? Aprendiendo a amar a sus hijos incondicionalmente. Hace años me encontré con algunas directivas para el amor incondicional por el doctor Ross Campbell, las cuales me hablaron a mí como padre. Las he compartido con otros padres a través de los años. Quizás ellas le hablen a usted también. “Cuánto deseo poder decir: amo a mis hijos siempre, a pesar de cualquier otra cosa, incluyendo su comportamiento. Pero como todos los padres, no podía hacerlo. Sin embargo yo me doy el mérito de haber tratado de alcanzar el maravilloso objetivo de amarlos incondicionalmente. Yo hago esto para recordarme constantemente a mí mismo que: -Ellos son niños. -Tendrán la tendencia a actuar como niños. -Mucho del comportamiento infantil es desagradable. -Si hago mi parte como padre o madre y los amo a pesar de su comportamiento infantil, estarán capacitados para madurar y dejar sus niñerías. -Si sólo los amo cuando me agradan y se lo comunico sólo durante esos momentos, no se sentirán amados genuinamente. En consecuencia esto les hará inseguros, les dañará su autoestima y realmente les impedirá avanzar hacia un mejor autocontrol y comportamiento más maduro. Por consiguiente, su comportamiento y desarrollo es mi responsabilidad tanto como lo es de ellos. -Si los amo incondicionalmente, se sentirán bien con ellos mismos. -Si sólo los amo cuando cumplen con mis requisitos o expectativas, se sentirán incompetentes. Creerán que es infructuoso hacer lo mejor que puedan porque nunca será suficiente. -Por mi bien como un padre que está haciendo un gran esfuerzo, y por el bien de mis hijos, yo ruego para que mi amor por ellos sea tan incondicional como pueda. El futuro de mis hijos depende de este fundamento. Desarmando nuestro arsenal verbal. Quizás usted se esté preguntando: ¿Cómo cambio mis respuestas abusivas a una comunicación instructiva? -Al pedir ayuda está dando el primer paso. Antes de poder hacer cualquier cambio, tiene que reconocer que necesita cambiar. -El segundo paso es identificar claramente los patrones abusivos que está empleando. -El tercer paso es empezar a integrar la dirección de las Escrituras en su comunicación. Vea Proverbios 10:19; 12:18; 14:29; 17:9; 19:11; 29:20. -Crea en su hijo. Enfoque sus recursos en edificar su autoestima y la confianza en sí mismo.

Ayude a su hijo para que se vea cómo Dios lo ve a él. Sea un busca talentos, ayudando a su hijo a descubrir su singularidad, sus dones y su potencial. Como resultado, puede ver a su hijo responder de la manera que usted desea. Toda comunicación con nuestros hijos, incluyendo la orientación constructiva, debe ser educativa. La comunicación instructiva fomenta una cariñosa y verdadera relación entre padres e hijos. Las palabras instructivas edifican, apoyan, animan y expresan amor. El niño con padres que encuentran defectos se convierte en prisionero de sus propios sentimientos negativos. Pero el que crece en una atmósfera de estímulo tiene libertad para desarrollarse emocionalmente y está abierto para experimentar la gracia de Dios.

Este artículo ha sido tomado del libro: Las palabras de los padres y su asombroso poder por H. Norman Wright ISBN 1560637056 Editorial Unilit

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