Los ladrones de órganos.
Seguro que usted ya ha escuchado esta historia en más de una ocasión. La protagonizó un joven que se encontraba con sus amigos de vacaciones en una conocida localidad turística del levante español. Como todas las noches el muchacho acudió con sus amigos a una discoteca. Pasarlo bien, beber unas copas y, a se posible, ligar con una chica eran sus objetivos. Efectivamente lo consiguió. Incluso la joven a la que había logrado conquistar, una bella norteamericana con rasgos indios, le había sugerido ir a una playa perdida para dar rienda suelta a sus deseos carnales sin que fueran observados. Hasta ahí todo fue relativamente normal. Luego las cosas se torcieron.
Mientras se entregaban el uno al otro el joven español empezó a sentir un extraño sopor. No recordaba nada más. Cuando se despertó ya estaba amaneciendo sobre la costa. Además no se encontraba exactamente en el mismo lugar, sino a unas decenas de metros de donde se entregaban alma y cuerpo a su ligue. Lo primero que pensó es que como consecuencia de las copas de más que había tomado se había desmayado. O incluso que no era capaz de recordar lo que había bebido debido a su estado etílico. Sin embargo, lo que creía era una resaca descubrió una pequeña cicatriz en su espalda. El corte estaba fresco. Acudió a un médico y allí le dijeron que le faltaba un riñón.
La historia narrada de esta forma o muy similar circuló por todo el país en las décadas de los ochenta y especialmente en los noventa. Al parecer lo que había ocurrido es que la joven americana formaba parte de una red de tráfico de órganos que empleaba la técnica de ligar a un joven fuerte y saludable para envenenarlo y dormirlo. Cuando lograba su objetivo los compinches procedían a la operación de extracción del riñón y lo volvían a dejar en el lugar donde había quedado dormido. Su órgano entonces pasaba al mercado negro. Posiblemente todos los que nos escuchan han oído esta historia en más de una ocasión. Pocos la ponen en duda. Quien más quien menos ha oído hablar de tráfico de órganos. Sin embargo muy pocos saben que en realidad no hay ninguna prueba real de que existan redes que operan de esta forma.
Como en todas las leyendas urbanas, en cada país existe una versión distinta del relato. Cambian los protagonistas, el lugar, los métodos pero no el fondo. Rastreando el pasado el origen de la historia parece estar en los Estados Unidos. Allí se publicó por primera vez hace unos 20 años. Fue un relato falso al que se le hizo caso pero que nunca fue real. Posteriormente la leyenda se adaptó a cada país.
Según ese testimonio original los hechos sucedieron en Texas en una fiesta en donde dos jóvenes se conocieron. Ella la invitó a salir de allí. No recuerda nada más. Cuando se despertó estaba en una casa desconocida, desnudo, dentro de una bañera cubierto de hielo, y en su pecho con pintalabios encontró una nota que decía: “Llame al 911, usted morirá”. Hizo caso y llamó al 911 que es el número telefónico de emergencias de Estados Unidos. Al hacerlo la operadora le dijo que saliera de la bañera y es que, al parecer, existía otros casos similares al suyo. Luego la telefonista le pidió
que
mirar
su
espalda
por
si
encontraba algo extraño. Efectivamente así era. A la altura de cada riñón tenia una cicatriz de unos veinte centímetros. Acto seguido una ambulancia fue enviada donde se encontraba. Gracias a la rápida actuación de los servicios de emergencia pudieron salvarle la vida. Al joven le habían robado los dos riñones para ser comercializados en el mercado negro. Solo un riñón artificial le salvó.
Tampoco aquella historia resultó real. Nunca fue confirmada. Al parecer la primera referencia conocida a algo similar se encuentra en una película del año 1978, basada en un guión de un conocido escritor Robin Cook1 y dirigida por Michael Crichton2. En aquel film, un equipo de médicos robaba los órganos de pacientes que 1
2
Robin Cook. Nacido el 4 de mayo de 1940 en Nueva York, Estados Unidos. Es médico y escritor.
Michael Crichton. Escritor y médico estadounidense nacido en Chicago (Illinois) el 23 de octubre de 1942. Tras titularse en medicina en Harvard, empezó su carrera como escritor, guionista y productor de cine. Algunos lo llaman el padre del tecno-thriller.
estaban enfermos. Precisamente la película se titulaba “Coma”3. Podría ser el origen de
estas
leyendas.
Desde
entonces
estas
historias
se
han
transformado
convirtiéndose en parte del folclore popular.
Los únicos casos conocidos de tráfico de órganos se enmarcan dentro de las redes legales y sanitarias. Pero resulta imposible extraer órganos sin mecanismos de control, apoyo medico y tecnológico de ultima generación.
En Méjico a mediados de los noventa la historia del robo de órganos circulo a gran velocidad. A la vez se produjeron desapariciones de jóvenes en el estado de Chiguagua. La prensa asoció sin criterio ambos hechos con ello se construyó aún más la leyenda del robo de órganos. Incluso la comisión nacional de transportes emitió una nota en la que rebajada la tensión explicando que eso relatos no tiene base científica. No sirvió de nada, la leyenda siguió creciendo.
Incluso en 1993 los diputados de la Unión Europea emitieron una directiva en la que se condenaban los robos de órganos mediante estos procesos. Y es que también la clase política fue victima de esta leyenda sin fundamento. Aun hoy no es difícil que en una reunión social alguien comente que ha oído esta historia. Y es que el mito sigue extendiéndose. Pero es sólo un mito sin fundamento. Y si se lo cuentan como advertencia alguna vez, no haga caso. Ni siquiera aunque el quien se lo diga, diga conocer a la victima del secuestro de la banda de ladrones de órganos, o sea un amigo de su entera confianza. Porque es así como se extienden esas leyendas.
3
Coma. Reparto: Michael Douglas, Geneviève Bujold, Richard Widmark, Ed Harris, Elizabeth Ashley, Tom Selleck, Rip Torn, Lois Chiles Productora MGM. Sinopsis: Una pareja de jóvenes médicos internos, Susan Wheeler y Mark Bellows, pasan su período de pruebas en el Boston Memorial Hospital. Casualmente, una joven amiga suya sufre una inesperada reacción a la anestesia. Este hecho le provoca un coma que hace que su cuerpo vegete sin tener conciencia de su estado. La situación lleva a Susan a poner al descubierto una macabra organización que funciona amparada por la eficaz asistencia hospitalaria del centro.