54- LA VIRTUD ___________________________________ Por Martín Soria Virtud es el servidor custodio de la unidad. Todo lo que nos sirve para conseguir el logro de la unidad es virtud. Se dice que no hay virtud sin trabajo, debe ser porque toda virtud sirve y ofrece su potencia al servicio de la completación del acto. ¿Qué tiene que ver la virtud con el arte? Todo. Precisamente es el arte, cuando se comprende como profesión, la actividad que más virtudes manifiesta en su ejercicio. Para conocer la virtud hay que experimentarla. No basta con observarla en otro, esa virtud no vale, hasta que no se realiza en uno. No basta con entender intelectualmente a la virtud, hay que establecerla. Virtud es todo servidor que opera en pro de la consecución del logro que es siempre y para todos válido. Arte es la actividad emocional de crear y de apreciar belleza. Tanto del crear, como del apreciar, se desprenden virtudes. El artista es por excelencia un virtuoso del dominio. En la consecución de cualquier logro intervienen, la intención, el sujeto y el objeto, durante un proceso en tiempo y satisfaciendo unas funciones específicas. Para satisfacer estas funciones, se precisa de unidad con la intención y unidad con el objeto a realizar, durante el proceso completo de su desarrollo. El objeto considerado válido es aquel que satisface al sujeto, para eso ha de estar completo, o ser cumplido, o reconocerlo en el estado en el que esté como suficiente y concordante con la necesidad del sujeto. Para establecer la unidad con la intención se necesita de lealtad y de obediencia completa a la intención. Pero debemos comprobar que la intención a realizar sea válida, para eso existen las virtudes. La prudencia nos permite, no precipitarnos en la elección y optar por la alternativa válida. Pero para saber si es o no es válida, debemos discernir, analizando las prioridades para optar por la optima e inmediata. El discernimiento es otra virtud, así como la paciencia utilizada al discernir. Una vez optada la alternativa válida, se precisa de fe en la factibilidad de su consecución, la posibilidad fáctica de la consecución, genera esperanza en el logro; fe y esperanza son virtudes. La esperanza en el logro de la intención, sea esta cualquiera, produce diligencia para conseguirla. Diligencia proviene del latín di ligio, de unir. La diligencia pretende unir
a la intención con el logro, mediante la unión entre sujeto y objeto. Diligencia es otra virtud. Ser diligente no basta para completar el recorrido entero del proceso de desarrollo de la intención, para eso es necesario de fortaleza, perseverancia y laboriosidad, además de concentración y determinación, todas estas son virtudes al servicio de la unidad. En el proceso encontramos numerosas diferencias con el objeto. Para superar estas diferencias es preciso de templanza. Templanza no es tolerancia. Tolerar es permitir, mientras que ser templado es ser flexible frente a las diferencias pero al mismo tiempo, incambiable en la visión y en el cumplimiento del proceso para conseguirlo. La templanza repetida transforma a la persona en sufrida, sufrido es distinto de sufriente. Sufriente es el que se queja porque sufre con las diferencias, mientras que el sufrido es el que absorbe el sufrimiento sin quejarse. Al darse por el beneficio del objeto intencional se hace uso de caridad, y al entregarse al beneficio del propósito intencional se hace uso de piedad, ambas son virtudes al servicio de la unidad. La fortaleza perseverante en el desarrollo de la consecución del logro, produce resistencia a las dificultades, a las diferencias, a lo opuesto. La resistencia o capacidad de asumir dificultades, también es una virtud. ¿En pro de qué opera el servicio de las virtudes? En pro de la unidad con la intención que se desee lograr. La completación del logro, complace, hace sentir bien. Se entiende como válido aquello completamente satisfecho. Valor es la cualidad que satisface. Satisface lo auténtico, lo confiable, lo completo. Por lo tanto la virtud opera al servicio del valor. Cando la virtud sirve al cumplimiento de lo que es siempre y para todo válido, encuentra en ese acto su verdadera identidad, al ser reconocida la virtud como válida. Pero la virtud no basta para ser auténtico. Para ser auténtico hay que ser autónomo. (auto = “uno”, nomo = “ley”, uno con la ley). Todo lo creado opera en función de la similitud con su Causa Originaria. La Causa Originaria es Absoluta, por lo tanto es ley. Es ley porque es siempre y para todo válido (Logos). Pero también es unidad de las dualidades causa efecto y sujeto objeto. Es decir es unidad padre e hijo y hombre y mujer. La creación adquiere autonomía en el cumplimiento de la unidad causa efecto y sujeto objeto. Todos los seres creados, constituyen su estado de maduración, en el momento en que establecen la unidad entre propósito y cumplimiento, mediante la unidad entre macho y hembra en el caso de los animales; en el caso de las plantas se establecen como maduras cuando se realiza la unidad entre propósito y su cumplimiento, mediante la unidad entre estambre y pistilo; y en el caso de los minerales, se puede decir que se establecen, mediante la unidad entre su propósito y su cumplimiento, por medio de la unidad, entre sus caracteres de positividad y negatividad (catión anión). Toda la creación expresa su maduración en la unidad vertical padre e hijo, intención y consecuencia o propósito y su cumplimiento, y como todos sabemos para establecer esa unidad es necesario, unir anteriormente las diferencias masculinas, con las femeninas de la creación. A esta norma inmanente en la creación se le conoce con el nombre de ley de similitud, puesto que en la unidad vertical entre propósito y consecuencia, se establece la similitud en la tradición con la causa originaria, pero además, se establece la similitud entre las funciones masculinas y femeninas que establecen la unidad. Similitud en este caso, depositada en la necesidad de crear especie. Toda especie por lo tanto, es fruto y consecuencia de la ley de similitud. Similitud que en la fusión completa califica al individuo como autónomo. La virtud opera como servidor custodio, como guardián del proceso funcional de los valores. Valor es la cualidad contenida en el objeto, que satisface la necesidad del sujeto.
Necesidad es algo que debemos entender en la percepción y comprensión del valor. La necesidad es una condición a la cual es imposible sustraerse, es diferente del deseo en tanto que el deseo puede ser relegado, postergado o suprimido. La necesidad no solo es ineludible, además está ligada indivisiblemente con el valor. La necesidad obliga al encuentro con lo que es válido. ¿Qué es válido para el ser humano? Todo aquello que le satisface en el aspecto moral, ético o estético. Y ¿qué sería aquello que le garantiza que su satisfacción es verdadera? La similitud con lo absoluto. ¿Cuáles son los valores Absolutos? Aquellos que no tienen valor superior al ser siempre y para todos válido, por ejemplo: No hay mayor placer que el estado de plenitud. Al sentirse pleno, no se puede admitir nada superior. Ese estado de plenitud es un valor absoluto. Todo lo creado espera su plenitud en la maduración completa. No hay mayor razón que sea más verdad que la Ley. Lo que es ley (no lo que el hombre denomina como ley, sino lo que “es” ley) es siempre y para todos válido y no tiene razón superior, por lo tanto es un valor absoluto. Y no Hay nivel de realización superior a lo completo, a lo maduro, a lo perfecto. Por lo tanto decimos que lo cumplido o lo perfecto es un valor absoluto. Plenitud, autonomía y completación son los valores absolutos paradigmáticos de la conciencia humana original. El pecado original supuso la ignorancia de estos valores y por lo mismo, la ausencia de su realización en la especie humana. Tanto el artista como el hombre en general ha de enfocar su dirección creativa hacia el encuentro con los valores de plenitud, autonomía y responsabilidad. Para hacerse similar a la Conciencia Absoluta Originaria, que lo intencionó para ser auténtico, mediante el logro del establecimiento de estos valores absolutos, en la familia humana.