LA CAJA Caja vacía, llena de nada, te adoro. Sin aire, sin luz, sin nada, te adoro. Viene de tu interior un silencio, silencio que me llama para abrirte. Sacudido estoy y casi con miedo marcho con y sin voluntad ante tí, hacia donde sé estarás escondida. Tienes los tesoros, los secretos, y aún así estás llena de nada, vacía. ¡Maldita cosa podrida!, pero aún así bien cerrada, a todos los ojos vedadas tus imágenes obscenas: nada sale, nada entra. Y yo te adoro, te busco, ansío encontrarte. Todo lo hago para abrirte. Se han desvanecido todos porque el encontrarte es lo único, abrirte es lo único, contemplar tu interior es lo único. Todo se ha fundido en nada a mi alrededor somos tú y yo, una caja y un esclavo. El espacio, el sol, el paraíso el infierno, el purgatorio, los planetas, la muerte, todo hombre, mujer, ángel y demonio, todo dios y toda cosa fueron después de tí. Todo se junta en tu interior, y se funde. Nada escapa, y por siglos alguien marcha sólo para encontrarte.
Y así morirá quien tenga que morir, mataré a quien tenga que matar, y vivirá quien tenga que vivir. Y ese seré yo, porque te adoro. Caja vacía, llena de nada, sin aire, sin luz. Pero sin silencio y sin oscuridad. Yo lo veo todo porque soy, con y sin mi voluntad, ese silencio, esa oscuridad. Y estaré dentro y sabré los secretos, lo que une a la luz con la oscuridad. Y ya adentro, yo mismo cerraré por siglos tu tapa, y me confundiré con la nada, y seré lo mismo que contienes. Seré los gritos y el silencio, el señor de la oscuridad que acaba con la luz. Por fin seré feliz, porque no seré. Mi tapa estará espectante ocultando el universo, y mi sonrisa triunfante. Y llamaré a otros que me sirvan, será mi silencio el que atrape, mi podredumbre lo que encante y nadie podrá resistirse, como tú que no te resistes y marchas hacia las obscenas visiones deslumbrantes. Casi con miedo, marchas. Pero con miedo llegarás y estaré esperando. Me adoro, me adoras.