Tras la gran violación de Derechos Humanos presentada durante el periodo de la Segunda Guerra Mundial, fue necesaria la instauración y realización de una serie de juicios con el fin de castigar todos aquellos actos contra la humanidad. Fue de esta manera, como en 1945, luego de terminada la Guerra, inician en la ciudad de Núremberg, ciudad que incluso se encontraba devastada como consecuencia de los bombardeos; 13 procesos judiciales por medio de un Tribunal Militar Internacional creado y conformado por diferentes miembros de Estados Unidos, Gran Bretaña, la URSS y Francia siendo estos mismos los encargados de llevar a cabo los juicios y tomar las diferentes decisiones con respecto al futuro de los sentenciados. A partir de estos 13 procesos englobados en los juicios fueron sometidos a juicio alrededor de 600 personas de diferentes campos involucrados en la ejecución de los delitos, desde altos mandatarios políticos hasta médicos de profesión. Sin embargo, cabe resaltar la importancia del primer juicio por tratarse del juzgamiento exclusivo a dichos altos mandatarios, de los cuales 24 fueron los líderes nazis procesados. Tras dos meses de este proceso, en Octubre de 1946 fue emitido finalmente el veredicto en el cual se dictaminó la condena a muerte de 12 de los acusados (Goering, Ribbentrop, Keitel, Kaltenbrunner, Rosenberg, Frank, Frick, Streicher, Sauckel, Jodl, Seyss-Inquart y Bormann); por su parte, tres más fueron condenados a cadena perpetua (Hess, Walther Funk y Raeder) y otros cuatro más recibieron sentencias entre 10 a 20 años (Doenitz, Schirach, Speer y Neurath). Así mismo, personajes como Hjalmar Schacht, Franz von Papen, Hans Fritzsche fueron absueltos por motivos de involuntariedad; mientras que Gustav Krupp y Robert Ley no recibieron ningún tipo de condena. Los parámetros con los cuales fueron guiados o soportados estos juicios fueron categorizados en cuatro delitos: conspiración para cometer agresión, el grado de la agresión, crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad. “Lejos de estar destinados a encarcelar a todos los responsables del genocidio nazi, los juicios fueron una enorme puesta en escena donde los vencedores buscaron legitimarse como los nuevos amos del mundo que reivindicaban su derecho a imponer el orden de la postguerra. Sugestivamente, el estatuto de este Tribunal Militar Internacional, introdujo la noción jurídica de “crimen contra la humanidad””1 (Schaller, 2017) Múltiples fueran las justificaciones dadas para la realización de los juicios. Pero sin dada el castigo a crímenes en contra de la humanidad fue la que motivo a la ejecución de dichos procedimientos. Sin embargo, era necesario proporcionar no solo esta razón sino tomar como referentes bases legales y morales existentes. De este modo, se trajo a discusión temas como la presunción de inocencia de la cual “Asesinato, exterminio, esclavitud, deportación y otros actos inhumanos cometidos contra cualquier población civil, antes o durante la guerra; o persecución por razones políticas, raciales o religiosas en ejecución de o en conexión con cualquier crimen dentro de la jurisdicción del Tribunal, ya sea que violen o no las leyes nacionales del país donde son perpetrados” 1
hubo un gran debate pero que finalmente se determinó que las acciones jurídicas debían poner la fuerza del Derecho Internacional al servicio de La Paz y de esta manera se estableció que la nación alemana había incurrido en la violación de tratados de paz, puestos fronterizos y aún más importante la CONVENCIÓN DE GINEBRA Y DE LA HAYA.
La justicia de las masas Lo juicios de Nüremberg deben ser entendidos como un intento de lograr un proceso emblemático a nivel internacional que cierre “por arriba” el proceso que se extendió por abajo a la salida de la guerra, donde amplias masas mostraron sus aspiraciones democráticas. Esto fue clave en aquellos países que experimentaron ascensos de la lucha de clases o procesos revolucionarios a la salida de la guerra como Francia e Italia. En Francia, minoritariamente desde antes de la liberación (cuando era llevada a cabo por distintos grupos de la resistencia en la clandestinidad) pero de manera generalizada después de agosto del año 1944, se desplegó un proceso popular de juzgamiento a los colaboracionistas, conocido como la “depuración”, que expresaba las profundas aspiraciones de las masas a que fueran condenados los cómplices de la ocupación alemana que sostuvieron el régimen colaboracionista de Vichy. Como cuentan Herbert Lottman en su libro La depuración y Enzo Traverso en A sangre y fuego. De la guerra civil europea (1914-1945), allí miles de funcionarios, miembros de grupos paramilitares que perseguían ferozmente a la resistencia, delatores, torturadores y comerciantes enriquecidos gracias a la especulación, fueron juzgados, condenados y ejecutados por tribunales obreros y populares espontáneos que surgían por todas partes buscando imponer justicia. Para contener la radicalización de este proceso que amenazaba con volverse contra el conjunto de la burguesía francesa –cuya mayor parte había sido colaboracionista de los nazis-, De Gaulle promovió el “modelo Nüremberg” de juicios amañados donde fueron juzgados sólo unos pocos cientos mientras miles de genocidas fueron amnistiados en varias oleadas entre 1947 y 1953, y muchos de estos se integraron posteriormente a la función pública durante la Cuarta y la Quinta República. El propio Mariscal Pétain,
presidente del gobierno de Vichy y personaje ampliamente repudiado por las masas francesas, fue dejado en libertad en el año 1951. Lo mismo sucedió en Italia, donde la resistencia partisana ejecutó en el año 1945 entre 10 y 15 mil fascistas miembros de la República de Saló, entre ellos el propio Mussolini, linchado en la plaza Loreto durante la liberación de Milán. Este proceso de justicia popular, enormemente extendido debido a la existencia de una resistencia armada de masas contra la ocupación nazi, fue contenido desde arriba una vez que la burguesía italiana pudo, con ayuda de los aliados y del Partido Comunista –entregado a la política de “unidad nacional” de contención de la revolución-, reconstruir el Estado. De tal manera, como plantea Enzo Traverso, “en nombre de la continuidad del Estado –y gracias a la complicidad de las fuerzas de ocupación aliadas, que percibían cada vez más a la resistencia como una amenaza de subversión social y política- el gobierno italiano impidió toda investigación sobre las grandes empresas que habían apoyado al fascismo y se negó a entregar a los principales responsables de los crímenes perpetrados por el ejército fascista en Yugoslavia, Grecia y Albania.”(2) Muchos de estos criminales fascistas y nazis fueron ayudados por la Iglesia católica, que les facilitó la tarea de fugarse a distintos países sudamericanos a través del llamado “pasillo Vaticano”, es decir la influencia de la diplomacia papal3() que consiguió pasaportes, visados, etc., como relata magistralmente Robert Katz en su libro La batalla de Roma. Los nazis, los aliados, los partisanos y el papa. Esta nefasta tarea de impunidad contó asimismo con el activo protagonismo del Partido Comunista Italiano, cuyo máximo dirigente, Palmiro Togliatti, siendo ministro de Justicia amnistió en el año 1946 a 219.481 genocidas, reduciéndole las condenas a unos 3 mil fascistas acusados de crímenes graves. Y esto, apenas un año después de la expulsión de los nazis a manos de las masas obreras y campesinas que habían conquistado con sus propias fuerzas la liberación de todo el norte italiano. Gracias a estas amnistías, una gran parte de los miembros de la elite dirigente y la burguesía italiana que habían sostenido el fascismo, se reincorporaron a su profesión e incluso a la función pública, reciclándose en el aparato represivo. De hecho, para el año 1960, 62 prefectos sobre un total de 64 habían sido funcionarios de alto rango bajo el régimen fascista.
SI ES UN DELITO QUE LOS NAZIS FUSILARAN A LA GENTE SIN JUICIO JUSTO, NOSOTROS TAMBIÉN SERÍAMOS CULPABLES Truman
Los crímenes de guerra no eran considerados como crímenes
Triunfo sin precedente. Establecer un precedente para que cualquier guerra sin control sea considerada un crimen
Limitarse a cumplir órdenes
No puede ser ignorado pues no se podría perdonar si se repitiera
Abolición del sistema parlamentario
Cómo método de prevención pero no se realizó ningún juicio previo antes de la “condena”
Expulsión de los judios de los cargos públicos
Pena de muerte a quien transfiera a propiedades al extranjero
Todos los daños causados a propiedades judías debían ser pagadas por los mismos judios porque las indemnizaciones eran confiscadas por el Reich
Amenazas de agresion contra Checoslovaquia (Praga)
Es un crimen bajo la convención de La Haya deportar por la fuerza ciudadanos de otros países
Persecución racial
Negar qué ocurrió todo: NO crímenes.