INTRODUCCION Es evidente que el concepto de cuerpo es algo central dentro del campo del psicoanálisis, aunque el concepto era ya pensado por otras ciencias, el psicoanálisis logra una subversión de las definiciones tradicionales que se han hecho sobre él. El cuerpo se nos impone cotidianamente, ya que en él y por él sentimos, deseamos, operamos gozamos y nos expresamos. Desde lo cotidiano al cuerpo se le inscriben diversas representaciones dentro de las cuales solo por destacar algunas, al cuerpo se le entiende como si fuera una sustancia ya que es parte material de un ser, a su vez también se puede representar como un organismo pues de esta forma es percibido desde el ámbito médico, asimismo es mirado como una representación mental o esquema desde la psicología o bien como un esqueleto que le da corpus a una obra dentro de la literatura, pero al fin y al cabo el cuerpo se nos da tan cotidianamente que pareciera que no hay una reflexión sobre él. El cuerpo es un tema que nos guía en la búsqueda de analizar cómo es su inscripción dentro de la discursividad oral y escrita, la difícil relación que presenta esta dialéctica me conlleva a explorar varios puntos de vista que competen a la literatura y la filosofía. De esta forma la escritura constituye cuerpos, siendo lo escrito lo que le permite a un sujeto acceder a la posibilidad fundamental de trascender en la existencia, ya que acontece la oportunidad de poder leer, en lo dicho, la voz. Lo escrito no solo se abreva a efectos de superficie colmada de sonidos, si no en su primera instancia es una superficie de silencios, ya que al escribir el autor es uno con su voz, una voz que plasma por medio de la letra una presencia del significante, el ejercicio de escribir es a mi parecer el hecho de poder saber colocar condiciones donde uno como lector se atreve a tocar el sentido en el punto donde el sin-sentido interrumpe el sentido común de lo escrito. A partir de esta situación cuerpo y realidad forman máquinas, series consecutivas, donde el lenguaje no es otra cosa que una intensidad destinada a poner en relación
ambos extremos, la palabra no debe nombrar, por el contrario la palabra insiste en la representación, el lenguaje es un acto que se insinúa en el cuerpo como un mecanismo más. La literatura nace y hace cuerpo apartir del mito del escritor, no nace de una simple voluntad del poder escribir, sino más bien de poder tratar de comprender aquellos mitos que no pueden ser comprendidos, conllevando a una instancia de creación-separación que moviliza al escritor a exponer de manera singular e impersonal su esbozo literario con ello se potenciabiliza un devenir sobre la interlocución que tendrá con su lector, donde este puede retransmitir bajo su discurso los efectos que produjo el texto. Escribir conlleva a plasmar la representación mítica del escritor, su destino queda sometido a las condiciones de los procesos de identificación que se logre por medio de la palabra, dichas palabras pueden ser soportables o bien catapultando la posibilidad de “tornarse paranoico por cosas que no tolera”, como lo referiría Freud. Las palabras son investidas por afectos, pero como lectores nos detenemos en ciertos fragmentos de la obra literaria que pueden ser duros en un sentido hiriente, nocivos, románticos, sensibles, blues o melancólicos y que de ellos se desprende una resignificación sobre lo que se produjo en la creación literaria. Lacan refiere que la palabra es la que instaura la mentira en la realidad, precisamente porque introduce lo que no es, pero que puede también introducir lo que es, antes de la palabra nada es ni, no es, con ello la dimensión de la palabra se vuelca en la paradoja ya que por qué es y no es, la palabra se introduce cuando el Otro se encarna en otro sujeto, la palabra hace llamados para que el Otro reconozca al sujeto, la palabra se funda en lo que se dice, es la constancia del mensaje, la palabra se encarna en el cuerpo. El psicoanálisis podrá así relacionar que la calidad del cuerpo vivo, es un cuerpo que goza, este goce es lo que opera en una experiencia interior del sujeto, el cuerpo en tanto goza es vivido de otra manera, es por ello que el goce es una función corporal, un proceso espiritual, pero no es pensamiento, sino una función propia del cuerpo, un hablar del cuerpo en el goce.
La famosa frase de que el goce está prohibido al que habla en si permite ubicar la función de mostración que hay en el deseo, en el no-todo, es decir que hace aparecer algo totalmente distinto, que es formulable en tanto es capaz de generar un proceso hacia lo infinito. El goce de la lalengua es denotado en el corpus de la obra de diversos autores entre ellos destacan Schreber, Artaud, Carroll, DH Lawrence, Kafka, Joyce, Becket, Proust, donde su lenguaje pareciera que está ligado a la ruptura, que escamotea las diversas categorías de la gramática, presentando diversas fugas de la materialidad del sentido, corporeizando la literatura. Lo que hace la literatura en la lengua es manifiesto, abre posibilidades de la creación y de la recreación de la lengua, en este sentido Proust refiere que la literatura es una especie de lengua extranjera, que no es otra lengua, ni un habla regional recuperada, si no un devenir-otro de la lengua, una disminución de de esa lengua mayor, un delirio que se impone. En este sentido la literatura es una separación, el principio de realidad funciona como aislando al sujeto de la realidad. La apuesta es tratar de analizar la función de lo escrito como el devenir de un cuerpo, la creación y separación de las diversas ramificaciones que constituirían un cuerpo, ya que el escribir sobre ello pretendo tratar de fragmentar el tabúe sobre si lo escrito no es para ser comprendido.
PROBLEMATIZACION. La escritura transforma la relación con el Otro en la medida en que es un esfuerzo por no solo no desfigurar y discolocar la otredad del Otro, sino de inscribirla en el Otro, sin embargo el modelo de la lengua en el campo de la filosofía es el uso de multiplicidades de signos que se suceden, forman espirales, acumulaciones y choques, desde la lectura de Deleuze la visión de lenguaje-unidad se rompe para ofrecer una compleja maquina semiótica, en este sentido no recompone un cuerpo total, sino hilachas de objetos , de intensidades, donde un signo remite a otro, pero también a otra cadena, así hasta el infinito. Por otro lado en psicoanálisis lo escrito no pertenece al registro del significante, lo escrito pareciera que no sabe de su alcance de transmisión, ya que lo escrito no es para ser comprendido, pero sus efectos de discurso sobre lo escrito apuntala a decirlo todo, matizado por la lógica del no-todo del dicho, por que el dicho plasmado en lo escrito aparece ahí donde hace falta y cuando hace falta, al lector lo atrapa en su realidad en tanto palabra de lo que es escrito, esto que acaba de ser plasmado por el autor, le significa algo, pero es paradójico ya que en tanto como significante, lo escrito no solo no le dice nada y a su vez no quiere decir nada. El significante se articula, la conexión que hay entre dichos significantes da cierta estructura de comercio entre significantes, para Lacan el significante es el fenómeno vocal como signo, entonces la problemática de la incorporación, encorporación parece superflua: del cuerpo no adviniendo más que del significante ahí surge una coproducción simultánea, en el cual el significante se postula, la residencia de ese dicho cuyo saber postula al Otro como lugar, el estatuto del saber implica como tal que, saber, ya hay y en el Otro que debe prenderse. Con ello creo que si el saber es como una dialéctica de separación-creación donde el surgimiento del pensamiento apuntala a la conquista de un saber, tornara y volcara el goce hacia quien refiera esta acción. En esta instancia la verdad obtenida podría tener sentido, pero el sinsentido ha dejado de tener ese sentido tanto del lado del significante como del significado. Es por ello que el dilema se centra del
lado de la literatura ya que en los autores referidos, la practica literaria se esboza para quebrar a la literatura, así como le refirió Kafka que es el escribir es lo más importante sobre la tierra, tan importante como para un loco su lo-cura.
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“EL DEVENIR DE UN CUERPO” SOBRE LOS EFECTOS DE LO ESCRITO EN LA CREACION DE UN CUERPO LITERARIO.
SEGOVIA RUIZ MOISES