Intoxicaciones La intoxicación es el efecto perjudicial que se produce cuando una sustancia tóxica es ingerida, inhalada o entra en contacto con la piel, los ojos o las membranas mucosas como las de la boca, la vagina o el pene. Entre los más de 12 millones de productos químicos conocidos, menos de 3000 causan la mayoría de las intoxicaciones accidentales y deliberadas. Sin embargo, prácticamente toda sustancia ingerida en grandes cantidades puede ser tóxica. Las fuentes más comunes de tóxicos son: los medicamentos, los productos de limpieza, los productos para la agricultura, las plantas, los productos químicos industriales y las sustancias alimenticias. Para que el tratamiento sea eficaz, es fundamental identificar el tóxico y determinar exactamente los peligros que comporta. Existen centros de información en caso de intoxicaciones cuyos números de teléfono suelen aparecer en las guías locales o se pueden conseguir sin dificultad. Estos centros proporcionan información sobre el tratamiento de una intoxicación. La intoxicación puede ser accidental o intencionada en el caso de un asesinato o suicidio. Los niños, en especial los menores de 3 años, son particularmente vulnerables a la intoxicación accidental, al igual que los ancianos (porque se confunden con sus medicamentos), los pacientes hospitalizados (debido a errores de medicación) y los trabajadores industriales (a causa de su exposición a productos químicos tóxicos).
Síntomas Los síntomas de intoxicación dependen del tóxico, de la cantidad ingerida y de ciertas características de la persona que lo toma. Algunos tóxicos no son muy potentes y requieren una prologada exposición o una ingestión reiterada de gran cantidad del mismo para causar problemas. Otros son tan potentes que sólo una gota sobre la piel puede causar una lesión grave. Las características genéticas pueden influir en el hecho de si una determinada sustancia es tóxica o no para una persona en particular. Algunas sustancias, normalmente no tóxicas, sí lo son para algunas personas que tienen un determinado mapa genético. La edad es un factor determinante en cuanto a la cantidad de sustancia que puede ser ingerida antes de que se produzca la intoxicación. Por ejemplo, un niño pequeño puede ingerir mucho más paracetamol que un adulto antes de que le resulte tóxico. Las benzodiacepinas, que son un sedante, pueden resultar tóxicas para un anciano en dosis que un adulto de mediana edad podría consumir sin problema. Los síntomas pueden ser leves pero molestos (como picores, sequedad en la boca, visión borrosa y dolor) o graves (como confusión, coma, ritmos cardíacos anormales, dificultades respiratorias y una fuerte agitación). Algunos tóxicos producen síntomas en cuestión de pocos segundos, mientras que otros lo hacen sólo tras varias horas o incluso días después de su toma. Algunos tóxicos producen pocos síntomas hasta que han dañado irreversiblemente el funcionamiento de órganos vitales tales como el hígado o los riñones. En conclusión, los síntomas de intoxicación son tan numerosos como los tóxicos.
Diagnóstico y tratamiento Después de llamar al centro de información de intoxicaciones, los familiares o los compañeros de trabajo de las víctimas pueden comenzar los primeros auxilios mientras esperan la ayuda de los profesionales. Deberían determinar si la víctima aún respira, tiene latidos cardíacos y, si es necesario, empezar a practicarle una reanimación cardiopulmonar. Debido a que el tratamiento resulta más eficaz cuando se conoce el tóxico, deberían conservarse tanto el vómito de la víctima como los recipientes, para que el médico pueda observarlos o analizarlos. Cuando se desconoce el tóxico, los médicos intentan identificarlo mediante pruebas de laboratorio. Un análisis de sangre puede ser útil, pero el análisis de una muestra de orina lo es todavía más. Los médicos pueden extraer el contenido del estómago aspirándolo a través de una carda y lo envían al laboratorio, donde se analiza e identifica. Cuando una persona ingiere una sustancia tóxica, es necesario provocar el vómito de inmediato, a menos que el tóxico pudiera resultar más perjudicial al ser vomitado, como en el caso de objetos cortantes, productos derivados del petróleo, la lejía y los ácidos. Si la persona está muy mareada, inconsciente o sufre convulsiones, no debería provocarse el vómito porque la víctima podría ahogarse. Para inducir el vómito suele usarse jarabe de ipecacuana; las instrucciones para su administración se encuentran impresas en la etiqueta de la botella. En el caso de no conseguir este producto, se puede usar agua jabonosa.
En el hospital, los médicos utilizan otras técnicas para eliminar las sustancias tóxicas del estómago. Pueden vaciar el estómago colocando una sonda por la boca o la nariz que llegue hasta él para lavarlo con agua (lavado gástrico). También pueden suministrar carbón activado a través de la sonda gástrica o bien hacer que el paciente lo tome por sí mismo. Este compuesto se une a una significativa cantidad de tóxico y evita que se absorba y pase a la sangre. Cualquier persona que haya estado expuesta a un gas tóxico debe necesariamente ser alejada del lugar lo antes posible, preferiblemente hacia el aire libre. El personal de urgencias médicas suele administrar oxígeno a la víctima tan pronto como llega al lugar del suceso. En los casos de derramamiento de sustancias químicas, se les quita inmediatamente toda la ropa contaminada a los afectados, incluyendo los zapatos y los calcetines. Si la piel y los ojos han estado expuestos, deberían lavarse con abundante agua. El personal encargado de rescatar a las víctimas debe tomar todas las precauciones posibles para no contaminarse. Una vez que el tóxico ha sido absorbido por el tracto gastrointestinal, la piel o los pulmones, se distribuye rápidamente por todo el cuerpo. Finalmente, el hígado se encarga de eliminar el carácter tóxico de la mayoría de las sustancias, que también pueden ser excretadas en la orina. Los médicos intentan acelerar este proceso de detoxificación y la eliminación de los venenos, al mismo tiempo que intentan contrarrestar sus efectos tóxicos. Generalmente, se administran líquidos por vía intravenosa para que la víctima esté bien hidratada y pueda mantener la producción de orina. Para incrementar la cantidad de tóxico eliminado a traves de la orina, se pueden agregar ácidos o bases leves a estos líquidos. Los productos químicos que se unen a ciertos tóxicos, particularmente los metales pesados como el plomo, pueden ser administrados por vía intravenosa para ayudar a neutralizar y eliminar el tóxico. Posiblemente sea necesario recurrir a la diálisis para eliminar los tóxicos que no se neutralizan fácilmente o que no desaparecen de la sangre. Si se cuenta con un antídoto, debe ser administrado lo antes posible. Ejemplos de antídotos son los anticuerpos de antidigoxina en el caso de una sobredosis de digoxina y la naloxona para una sobredosis de morfina o heroína. Una intoxicación suele requerir tratamiento adicional, dependiendo de los síntomas y de la sustancia ingerida. Es probable que se necesite un respirador artificial si se produce un paro respiratorio, como puede suceder después de una sobredosis de morfina, heroína o de barbitúricos. El cerebro a menudo se hincha después de una intoxicación con sedantes, monóxido
de carbono, plomo u otros productos químicos que producen una depresión del sistema nervioso. Los medicamentos destinados a reducir la hinchazón son los corticosteroides y el manitol. La intoxicación puede causar insuficiencia renal grave, llegando a ser necesario dializar a la víctima.
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