LA IGUALDAD DE GÉNERO COMO EJE DEL TRABAJO DECENTE La 98ª Conferencia Mundial de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), celebrada en Ginebra (Suiza) del 3 al 19 de junio de 2009, ha abordado como uno de los puntos discusión del Orden del Día “la igualdad de género como eje del trabajo decente”, adoptando un documento de conclusiones que recogen compromisos y propuestas de los gobiernos, las asociaciones empresariales, los sindicatos y de la propia OIT, para enfrentar los retos futuros a nivel mundial, en lo que respecta a la igualdad de oportunidades y de trato entre mujeres y hombres en el ámbito laboral. Más de 20 años han transcurridos desde que se examinó por última vez la cuestión de la igualdad de género como elemento central de discusión en el marco de la OIT.Fue en 1985 cuando se debatió el tema “Igualdad de oportunidades y de trato para los hombres y las mujeres en el empleo”,y si bien es cierto que en las dos últimas décadas se han producido muchos acontecimientos positivos con respecto a la igualdad de género en el mundo, no es menos cierto que muchas cuestiones no se han abordado de manera satisfactoria, y subsisten todavía importantes deficiencias de las que se había dejado constancia en el Informe de 1985. Además, en tiempos de recesión económica y financiera, como el que estamos viviendo, los frágiles avances pueden verse comprometidos. Por ello la OIT (agencia tripartita de la ONU, que convoca a gobiernos, empleadores y trabajadores de todo los países del mundo y cuyo objetivo es promover oportunidades de trabajo decente y productivo para mujeres y hombres, en condiciones de libertad, igualdad, seguridad y dignidad humana), en su Conferencia anual celebrada en la sede de Naciones Unidas en Europa, ha abordado entre otras cuestiones, la igualdad de género como eje fundamental de un trabajo digno, de calidad, estable y con derechos, es decir, como eje del Trabajo Decente. El Informe sometido a Discusión pone de manifiesto la situación mundial en torno a la igualdad por razón de género en el ámbito laboral. El Programa del Trabajo Decente, difundido por la Confederación Sindical Internacional (CSI) a nivel mundial; las tensiones en un mundo globalizado; la maternidad, la infancia y la situación de los padres que trabajan; la empleabilidad de los jóvenes, los derechos de empleo y seguridad social para personas mayores; y las principales orientaciones políticas para las actividades nacionales e internacionales en relación con la igualdad por razón de género son situaciones que se abordan de forma integral en el Informe y dejan constancia de los logros, pero también de los retos pendientes para alcanzar un mundo más justo, equitativo e igualitario. La Discusión ha girado en torno a cuatro puntos de enfoque y al papel de la OIT a la hora de enfrentarlos, esto es: la globalización, la crisis económica, el Programa de Trabajo Decente y la Declaración sobre justicia social de la propia OIT, de 2008. Como resultado final se han adoptado una serie de compromisos, plasmados en un documento de conclusiones de carácter general, que deben ser el eje sobre el que giren las políticas sociales y laborales relacionadas con la igualdad de trato y de oportunidades entre hombres y mujeres de todo el mundo defendidas por la OIT. La Globalización. Se reconoce universalmente que la igualdad entre mujeres y hombres en el mundo del trabajo es un valor fundamental de la OIT y desde su Constitución en 1919, pasando por las normas internacionales del trabajo y la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo de 1978, y las distintas resoluciones de la Conferencia Internacional del Trabajo y decisiones del Consejo de Administración relativas a la igualdad de género, hasta la Declaración de la OIT sobre la justicia social para una globalización equitativa 1
de 2008, un objetivo común es eliminar la discriminación por razón de sexo en el trabajo y promover la igualdad de género. Este marco de actuación ha tenido como resultado que actualmente en todo el mundo se reconozca que la igualdad de género es necesaria para el desarrollo sostenible y para reducir la pobreza de las personas de uno y otro sexo, lo que contribuirá a un mejor nivel de vida para todas las personas. Sin embargo siguen planteándose desafíos importantes. Las mujeres constituyen un grupo diverso con necesidades específicas. La pobreza les afecta de forma muy mayoritaria, persisten disparidades salariales con respecto a los hombres y escasea el trabajo remunerado para ellas sobre todo a tiempo completo. El embarazo y la maternidas son factores de discriminación continua, y se mantiene la segregación horizontal y vertical. Predominan en los empleos a tiempo parcial de modo involuntario, siguen siendo mucho más numerosas en los puestos mal remunerados y están insuficientemente representadas en los cargos ejecutidos , directivos y técnicos; son más susceptibles de sufrir violencia tanto el trabajo como en la vida privada, y el VIH y el SIDA afecta cada vez más a mujeres jóvenes y pobres. Es importante crear las condiciones para la participación activa de los hombres en las responsabilidades familiares para atender la necesidad de conciliar la vida laboral y personal, especialmente en lo que respecta a los cuidados de los hijos y de las personas dependientes. La igualdad de género no es una cuestión de justicia social únicamente, sino que se funda en un enfoque basado en los derechos y la eficiencia económica. Existe además una estrecha vinculación entre tasas de fecundidad, una mejor educación, la elevada participación de las mujeres en la fuerza de trabajo y las políticas de no discriminación destinadas a alcanzar un equilibrio entre las responsabilidades laborales y familiares. Sólo se podrá lograr el trabajo decente cuando existan oportunidades de empleo productivo y de calidad para las mujeres y los hombres. Las medidas destinadas a conciliar el trabajo y la familia no se dirigen únicamente a las mujeres, sino también a los hombres. El permiso de paternidad o las licencias parentales han permitido que los padres que trabajan compartan en mayor medida las responsablidades familiares. Ello ha supuesto una mejora en las tasas de natalidad y en la reducción de los prolongados horarios de trabajo de los hombres. En las sociedades que han puesto en práctica estas fórmulas a través de legislaciones específicas y políticas activas, se está produciendo un cambio de actitud paulatino, tomándose conciencia de la “paternidad” como un valor y una responsabilidad de carácter social. La globalización ha provocado cambios importantes que han influido en la vida de todas las personas sobre todo en aquellos países menos desarrollados, con la incorporación de nuevas tecnologías, creando mayores oportunidades de empleo sobre todo para las mujeres. Pero ello también ha significado un crecimiento importante de la economía informal donde no existe el trabajo decente y donde las mujeres tienen una mayor presencia. La OIT examinara y tendrá en cuenta todas las políticas económicas y financieras internacionales a la luz de la igualdad de género para lograr mayor coherencia entre dichas políticas. La crisis económica actual. Las crisis no deberían utilizarse como excusa para crear desigualdades aún mayores ni para socavar los derechos adquiridos por las mujeres. Debería considerarse que la crisis actual constituye una oportunidad para idear nuevas respuestas de política en materia de igualdad de género. En los planes de recuperación económica deben tenerse en cuenta las consecuencias 2
de la crisis tanto para los hombres como para las mujeres e integrar las preocupaciones de género en todas las medidas. Estas medidas deberían ajustarse a los objetivos a largo plazo del desarrollo económico, social y ambiental sostenible, con inclusión de la igualdad de género. La medidas a medio y largo plazo deberían apuntar a revisar las legislaciones, con inclusión de leyes laborales que permitan mejores oportunidades de conciliación de vida laboral y familiar tanto para hombres como para mujeres, formación de mujeres en esferas de trabajo atípicas, reconversión laboral de mujeres y hombres para empleos que permitan poner fin a la segregación laboral, uso de tecnologías modernas y políticas activas de mercado de trabajo que incluyan acciones positivas a favor de las mujeres, aumento de la inversión gubernamental en servicios públicos y comunitarios. Insistir en la necesidad de un reparto más equilibrado de las responsabilidades en relación con el cuidado de las personas y del hogar familiar, para que las mujeres y las niñas no sigan asumiendo la mayoría de las tareas domésticas. Además, las mujeres deben tener el mismo nivel de participación que los hombres en todos los debates sobre los planes de recuperación económica, ya sea en su diseño o su evaluación. Las industrias de las energías renovables y limpias son nuevos yacimientos de empleo y en ese sentido deberían beneficiarse de iniciativas de educación y formación, y de políticas de mercado de trabajo que favorezcan el desarrollo de las cualificaciones necesarias para acceder a estos empleos, tanto de hombres como de mujeres. El género y el Programa de Trabajo Decente. La igualdad de género debe considerarse una cuestión transversal en el marco de los cuatro objetivos estratégicos del Programa de Trabajo Decente, esto es: (1) el empleo, (2) la protección social, (3) los principios y derechos fundamentales en el trabajo aplicados mediante las normas internacionales del trabajo, entre otros medios, y (4) el diálogo social. Por tanto los esfuerzos encaminados a lograr que la igualdad de género forme parte de la esencia del trabajo decente deberían ser de carácter integral. 1) El crecimiento sostenido, productivo y con un alto coeficiente de empleo es necesario para crear oportunidades de trabajo decente para mujeres y hombres, y en ese sentido, las políticas de empleo que tienen en cuenta el género son un medio decisivo para lograr la reducción de la pobreza y el crecimiento equitativo e incluyente. Los datos demuestran que las medidas relativas a la igualdad se traducen en mejoras de la productividad, estimulan el crecimiento económico y aseguran que los mercados de trabajo funcionen más eficazmente proporcionando trabajo decente. Así pues, abordar la igualdad de género debería ser un elemento central de todos los componentes de la creación de empleo, esto es: El desarrollo de marcos macroeconómicos propicios que tengan en cuenta las discriminaciones por razón de género. Las políticas activas del mercado de trabajo que garanticen el acceso a las oportunidades de empleo de hombres y mujeres por igual, con medidas específicas como cuotas u objetivos temporales por ejemplo; máxima prioridad al desarrollo de las cualificaciones profesionales de hombres y mujeres, y mejora de la empleabilidad para superar la segregación ocupacional tradicional que concentra a las mujeres en ocupaciones con escasa cualificación y peor remuneración, incentivando a los hombres a asumir responsabilidades familiares, adoptando iniciativas para que el concepto de igualdad de remuneración entre hombres y mujeres por “un trabajo de igual valor” se comprenda y se aplique cuando proceda. En ese sentido, las evaluaciones de los 3
puestos de trabajo basadas en criterios objetivos y no discriminatorios, resultan esenciales. También el aprendizaje permanente y las políticas de formación profesional deben ser específicas y accesibles para que tanto hombres como mujeres puedan adaptarse a las exigencias tecnológicas. El fomento de la iniciativa empresarial de la mujer es una forma clave de generar empleo y puede brindar la oportunidad de potenciar social y económicamente a las mujeres, a los hombres y a sus familias. En ese sentido es necesario incentivar el acceso de las mujeres a recursos productivos, incluida la tierra, la tecnología, la información sobre mercados y el crédito para garantizar la viabilidad de sus empresas, junto un refuerzo o despliegue de la inversión pública en infraestructura social, sobre todo en las zonas rurales y en las Zonas Francas Industriales (ZFI). 2) Las mujeres son particularmente vulnerables a la exclusión social. En ese sentido un modelo de Seguridad Social universal y sostenible, que proporcione a los ciudadanos accesos a servicios esenciales tales como una atención de salud de calidad, prestaciones de desempleo, protección de la maternidad con una pensión básica, prestaciones de paternidad y/o parentales, resulta esencial para mejorar la productividad y evitar el desarrollo de la economía informal. También se debe prestar una mayor atención a las necesidades en materia de seguridad y salud en el trabajo, específicas de mujeres y de hombres, entre otras, la salud reproductiva de ambos, por medio de la promoción de políticas y prácticas apropiadas para ellos y ellas; así como la adopción por parte de los Estados, de medidas para promover y favorecer un mayor equilibrio entre el trabajo y la vida familiar tratando de ofrecer más y mejores servicios de calidad para el cuidado de los hijos, hijas y de otras personas a cargo. 3) Para que la igualdad de género se base en un marco internacional sólido que brinde respuestas en el trabajo, es preciso que todos los Estados Miembros ratifiquen, apliquen y supervisen el Convenio sobre igualdad de remuneración, 1951 (nº 100) y el Convenio sobre la discriminación (empleo y ocupación), 1958 (nº 111). También resultaría necesaria la ratificación de otros, tales como el Convenio sobre los trabajadores con responsabilidades familiares, 1981 (nº 156), el Convenio sobre la protección de la maternidad, 2000 (nº 183), el Convenio sobre el trabajo a tiempo parcial, 1944 (nº 175) y el Convenio sobre el trabajo a domicilio, 1996 (nº 177). No obstante, la única ratificación de estos Convenios no resulta suficiente pues si bien muchos países han adoptado una legislación contra la discriminación por razón de género, ninguna sociedad ha alcanzado la igualdad. En ese sentido, la intervención de los interlocutores sociales en la formulación y la revisión de la legislación garantiza que las normas jurídicas reflejen de manera precisa la realidad socioeconómica y las necesidades o inquietudes de las trabajadoras y trabajadores, así como del empresariado. También es necesaria una aplicación y cumplimiento más estricto de los marcos jurídicos a través de las administraciones públicas, la inspección de trabajo y los tribunales laborales, y para ello se necesita mayor formación en igualdad de género para los operadores jurídicos. Además, es necesaria la creación de mecanismos nacionales u otros órganos especializados en igualdad, dotados de recursos suficientes encargados de formular políticas y medidas concretas. 4) El diálogo social y la negociación colectiva constituyen una herramienta de política esencial para promover la igualdad de género en el mundo del trabajo en todos los ámbitos, y para determinar los términos y las condiciones de empleo. Por tanto es necesario crear y fortalecer órganos tripartitos a fin de institucionalizar el diálogo social sobre cuestiones de género, impartir formación en igualdad de género y de remuneración a los negociadores, hombres y mujeres, de las tres partes e incluir un mayor número de negociadoras. 4
El papel de los gobiernos y la función de las organizaciones empresariales, sindicales y de la OIT Los Gobiernos deben afirmar su compromiso con la igualdad de género y demostrar su voluntad política para diseñar marcos y políticas jurídicas con el fin de alcanzar la igualdad entre mujeres y hombres en el mundo del trabajo y en la sociedad. Para ello es necesario: Hacer que la igualdad de género forme parte de las políticas nacionales de desarrollo y de los programas públicos, así como la creación de servicios de cuidados infantiles y de personas a cargo, asequibles y sostenibles. Adoptar legislaciones contra la discriminación y normativas laborales que contemplen las cuestiones de género, prestando especial atención a los colectivos de mujeres más vulnerables. Hacer cumplir las leyes a través de servicios de inspección y tribunales dotados de recursos suficientes, así como a través de políticas macroeconómicas que tengan en cuenta la perspectiva de género, el desarrollo de la iniciativa empresarial y las iniciativas relativas a presupuestos atentas a las consideraciones de género. Formular políticas y crear instituciones nacionales sobre igualdad de género y analizar las repercusiones de los presupuestos desde la perspectiva de género. Garantizar servicios públicos de educación y de salud de buena calidad y asequibles para todas las personas. En su calidad de empleador debe adoptar prácticas de empleo no discriminatorias y garantizar el acceso de niñas y niños a la educación, así como proporcionar formación profesional a los jóvenes de uno u otro sexo. Generar un entorno propicio para el diálogo social en un entorno de libertad y respeto a las partes, velando porque las mujeres estén representadas de manera equitativa en los órganos tripartitos. Ampliar la cobertura de protección social y seguridad social para todas las personas; elaborar indicadores de igualdad de género y recopilar, publicar y difundir de manera periódica los datos desagregados por sexo de tales indicadores, estableciendo sistemas de evaluación para supervisar los progresos en la materia. Establecer asignaciones presupuestarias para poder concretar los Objetivos de Desarrollo del Milenio encaminados a lograr el adelanto y la autonomía de la mujer, en particular el ODM3 sobre igualdad. Las organizaciones sindicales y empresariales han desempeñado y continúan desempeñando un papel fundamental en la implementación de políticas de igualdad en las empresas y en la negociación colectiva, así como en la vigilancia y el control del principio de igualdad y no discriminación por razón de género, en el ámbito laboral. Son absolutamente necesarias como elementos coadyuvantes en el diseño y la elaboración de políticas y estrategias en materia de igualdad de género. La OIT debe configurarse como elemento esencial al poner en práctica la Declaración sobre justicia social para una globalización equitativa de 2008, mejorando su política y su programa de trabajo destinados a promover la igualdad de género como eje del trabajo decente. El 5
enfoque de sus políticas de actuación debería ser integral y en ese sentido debería apoyar con diversas medidas específicas, la formulación de políticas que tengan en cuenta la perspectiva de género en relación con el incremento de los conocimientos y de la capacidad de las trabajadoras y trabajadores; reforzar su implicación y colaboración con los agentes implicados en lo referente al empleo, a la creación de puestos de trabajo y a la protección social de las personas; instar a los interlocutores sociales para incrementar la presencia de mujeres en el diálogo social y en la negociación colectiva; instar a los gobiernos para que ratifiquen y apliquen los diferentes Convenios que tienen en cuenta las desigualdades por razón de género, así como apoyar el fortalecimiento de la inspección de trabajo y de los tribunales laborales que controlan la aplicación de dichos Convenios; y movilizar las alianzas internacionales para promover la igualdad difundiendo las ventajas del diálogo social y la participación de los interlocutores sociales en todo el sistema de Naciones Unidas. Dentro de los parámetros de su programa y presupuesto, la OIT debe velar porque los programas pertinentes de la sede y las oficinas en cada región pongan en práctica las presentes Conclusiones de manera coordinada y eficaz, tomar disposiciones para realizar un seguimiento adecuado de los progresos y presentar al Consejo de Administración los resultados de las medidas adoptadas.
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