Identidad Con Sentido

  • November 2019
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UNA IDENTIDAD CON SENTIDO IDENTIDAD: concepto lógico, muy empleado en filosofía, que designa el carácter de todo aquello que permanece único e idéntico a sí mismo, pese a que tenga diferentes apariencias o pueda ser percibido de distinta forma. La identidad se contrapone, en cierto modo, a la variedad, y siempre supone un rasgo de permanencia e invariabilidad. En la historia de la filosofía, la afirmación de la identidad como uno de los rasgos del verdadero ser ha sido muy utilizada desde Parménides, que ya afirmó el carácter idéntico del ser. Por el contrario, otras posturas filosóficas han afirmado que es precisamente la posibilidad de variación y modificación (es decir, la ausencia de identidad) la que caracteriza el verdadero ser (tal es el caso de Heráclito y de las filosofías que admiten el cambio y el devenir como rasgos esenciales de la realidad). ¿QUIENES SOMOS? Familia Nativa Los orígenes de la familia nativa, del actual territorio colombiano, se vislumbran en el mito y se afianzan en la historia. De Bachué se originan los hombres y de Bochica la protección y la organización social; ellos dictaban las leyes y formas de vivir. (Arango, 1976; Triana, 1984). De allí surge la gran sujeción del súbdito al cacique; las ordenes eran emanadas por él, quien, entre otras cosas, aceptaba el incesto de padres e hijas, lo mismo la poligamia (Rodríguez, 1985, p. 63). Según Hernández (1978), era un tipo de incesto particular a su mismo sistema, pues éste prohibía casarse con miembros de un mismo clan, quedando ciertas formas de incesto salvaguardadas; de hecho los demás tipos de incesto eran cruelmente castigados por la leyes de Nemequene, en términos de clan, porque en términos de medios hermanos y de tíos a sobrinos consanguíneos el sistema lo permitía, pues no había manera de restringirlos (pp. 129-130). Este autor aclara que, la poliginia en los chibchas, se presentaba como un privilegio aristocrático, los más pudientes podían tener un mayor número de mujeres y los más pobres eran reducidos a la monogamia, cuando no, por su estado total de pobreza a ser solteros forzados (p. 135). En cambio la infidelidad de la mujer chibcha era castigada con su propia muerte; o en su debido caso, a petición del ofendido y posibilidades del ofensor, podía ser resarcida la falta por medio del pago de una multa al marido cornudo (pp. 135-137).

De las mujeres chibchas dice Triana que, ofrendaban sus cabellos a los dioses, acendraban su cuerpo a partir de un baño en agua, refiriendo que este elemento jugó siempre un papel importante como método de purificación; por ejemplo, tenían sus hijos a la orilla del río sin ayuda de nadie (pp. 60-62). Refiere Fernández Piedrahíta que la mujer chibcha estaba obligada a querer en primer lugar a su dios, en segundo lugar a su esposo, en tercer lugar a sus hijos y por último a ella misma; además debía tal sumisión a su esposo que si él no la llamaba a compartir su cama ella no podía hacerlo por voluntad propia (Citado por Hernández, p. 129). Vale la pena rescatar varios elementos presentes en la familia y cultura nativa. La diferencia económica, que permitía a unos de sus miembros tener mientras otros debían someterse a la falta, hasta tal punto de quedar célibes por la ausencia de recursos para formalizar una familia. La preeminencia del hombre ante la mujer, que le permitía ciertos comportamientos de diferencia ante la institución familiar, tales como la poliginia. La identificación de familia en términos de clan, donde los parientes por vía materna detentaban el poder y la autoridad de sus miembros hasta el punto de determinar el género que debían asumir y con quien podían tener sus hijos. La sumisión de la mujer a los dictados de sus dioses, su clan y del hombre. La poca o ninguna consideración de respecto por las instituciones familiares nativas de parte de la cultura española que se asienta en sus territorios. Familia Negra La historia del negro en nuestro territorio, tradicionalmente se empieza a contar con los primeros barcos negreros llegados al puerto de Cartagena; ellos -los negros- venían contra su voluntad para cumplir labores duras y necesarias pero despreciadas por el blanco; las cuales habían acabado con el nativo que no estaba acostumbrado a esfuerzos tan grandes. El ingreso de esclavos negros a territorios colombianos se da con la autorización monárquica de 1516 (Rodríguez, 1973, p.27). La situación del negro en estos territorios empezó y por mucho tiempo fue lastimera, la gente de raza negra no tenía libertad de locomoción; el negro que se atreviera a circular en las noches por las rancherías o se fugara era azotado, mutilado o muerto; por ser negros se les negaba el uso de joyas, ropa fina, armas, mucho menos podían montar a cabello, a no ser como parte de su oficio obligado; si un hombre y una mujer querían contraer matrimonio, sólo lo podían hacer con la autorización de su dueño, so pena de pagar su ignominia con la cercenación de sus testículos. Aún en calidad de cimarrón, -negro que asumía su libertad mediante la fuga-, no se podía ser libre y mostrar su cultura, pues siempre encontró quien le impusiera criterios en contra de su propia voluntad (Citada por Umaña, 1997, pp. 46-47). Nos recuerda De Roux, que el europeo siempre adujo su

vocación civilizadora cuando esclavizó al negro; de ello, fácilmente, se entiende que el ¨negro llegó a ser sinónimo de inferior y de inteligencia reducida¨. Señala Jaramillo (1990) que en 30 años (1789-1821), -nótese que ya éramos libres de la corona española- la población esclava en Colombia se duplicó, pasando de 45.000 a 90.000 (pp. 23, 29); en 1850 aún quedaban 20.000 esclavos (p. 40). Según González (1984) para el siglo XVIII, Popayán, Antioquia, Cartagena y Chocó, eran las provincias con mayor población esclava de nuestra actual república (p. 263). Es José Antonio Galán, en su ímpetu revolucionario, el 18 de junio de 1781 quien tras ocupar las propiedades de un acaudalado terrateniente de la zona de Mariquita, libera por primera vez a un grupo de esclavos negros, esto sucede en las Minas de Malpaso (Rodríguez, 1973, p. 70). El desprecio y utilización del negro en las gestas revolucionarias y contrarrevolucionarias de la independencia quedan patentados en la tristemente celebre Noche de los Negros, referida al 22 de julio de 1810; el pueblo enardecido y temeroso, asume que 300 negros venían en su contra a libertar a la destituida administración monárquica. La realidad les demuestra que no eran negros, pero queda el referente de la percepción de los emancipados de que el negro estaba en contra de la independencia. (Tomado del relato histórico del Sabio Caldas en Academia de Historia, 1960). Por su parte Bolívar, en 1819, en su cruzada independentista, manifestaba la necesidad de una igualdad de razas en Colombia y Venezuela, donde los odios raciales y las diferencias sociales eran muy profundas en la sociedad (González, p. 197). Dice González que fue sólo mediante el proyecto de ley, aprobado en 1821 que se dan los primeros pasos para abolir la esclavitud. Con todo y sus fallas, pues se sigue aceptando de forma abierta y soterrada, se logra que los hijos de los esclavos no sean separados de sus padres hasta tanto no sean púberes y adquieran su libertad alcanzado los 18 años de edad (pp. 132-135). Pero aún en ese mismo año, en recompensa a los propietarios de las esclavas, que daban los alimentos a los hijos que nacieran libres, éstos últimos debían permanecer sirviéndoles hasta los 16 años (p. 224). Como quien dice, la esclavitud seguía pero ahora era a término. Sigue comentando González que con la ley del 22 de julio de 1843, aún se permite la venta de esclavos hacia fuera de la Nueva Granada con tal que la venta de esclavos casados se hiciera sin dividir los matrimonios y bajo la condición de que los hijos de tales esclavos, nacidos libres, no se extrajeran contra la voluntad de sus padres (p. 242). “Más bien lo que se permitía con esta estipulación, era la separación de hijos y padres” (p. 224). Es sólo hasta la ley emanada en 1848, que se propicia la unión de la familia del esclavo negro (pp. 279-283). Para González, en 1851, se declara definitivamente la abolición de la esclavitud en Colombia. No obstante señala lacónicamente: “Por lo que se

refiere al esclavo y al liberto colombianos, estos hallaron su redención más que con la ley con el producto de su propio trabajo” (pp. 282-296). Lo cierto es que la esclavitud del negro fue abolida definitivamente, sólo hasta bien entrada la época de la república en 1852 (Jaramillo, p. 41); siendo un proceso lento en la práctica debido, en parte, a las marrullerías de los amos y hacendados blancos criollos El negro no vino a nuestro territorio por voluntad propia como sí lo hizo el español; el negro traído contra su voluntad, a la fuerza y sin ningún consentimiento tuvo negado el derecho a formar una familia hasta bien entrada la independencia (1848); la autoridad de los negros, fueran hijos, padres o hermanos, fueron siempre los dueños o amos, acostumbrados a tratarlos como semovientes más, existentes en sus haciendas. Familia Española Por información que brinda Camilo Torres se sabe que los nativos venidos de España eran una mezcla de cartagineses, romanos, godos, vándalos, suevos, alanos y mauritanos (Academia de Historia, 1960). Esta mezcla de razas fue la que llegó a América y posteriormente fue denominada casta de blancos, o sencillamente blancos. Refiere Aguilera en el prefacio y biografía, en la obra el Carnero, que Rodríguez Freyle señala la existencia de una cédula monárquica, según la cual a las Indias sólo pasaban cristianos viejos, y si eran casados debían traer a sus esposas; no obstante, en su negro humor completa, que todo el mundo pasaba (p. 11). Recordemos que cristiano viejo se le llamaba a todo aquel que pudiese demostrar una larga tradición familiar de acatamiento a los mandatos de la iglesia católica. De igual manera se expresa Umaña (1997): Convencidos de la omnipotencia de su raza, de la superioridad de inteligencia, inferiorizando y subvalorando a los indígenas, desconociendo las dificultades de su medio, del clima, del abastecimiento, el europeo se lanzaba por los mares desconocidos con irresponsable sentido de aventura (p. 35). Dice Rodríguez (1973) que la España cristiana, no solamente trajo al Nuevo Mundo sus instituciones políticas y económicas, sino que transportó también el espíritu feudal, traducido en un desprecio hacia el trabajo manual o de otro tipo. Los conquistadores, de extracción popular en su mayoría, labriegos, vagos, mendigos, vasallos, etc., utilizaban la envestidura de emisarios monárquicos en estas tierras americanas para materializar el anhelo, que por su condición de inferioridad económica, no pudieron satisfacer en su vieja España: ¨imitar el ¨modus vivendi¨ de la vieja nobleza española¨. Su objetivo, centrado en acumular grandes cantidades de tierra, los hacía sentir como señores feudales habitando nuevas comarcas con todo y los honores merecidos (p. 27). Recordemos algunos conceptos propios del mandato cristiano, sacados de la Encíclica Rerum Novarum (1891): el hombre es la cabeza y poder de la familia quien

debe defender y cuidar a los hijos que lo perpetuarán; en la sociedad civil no pueden ser todos iguales, esto se da en todos los aspectos físico, psicológico y económico; por pecadores los hombres deben soportar los sufrimientos, las necesidades eternas y los trabajos; no se puede evitar las clases sociales y, por tal motivo, deben vivir los ricos y los pobres en paz, el pobre pone su fuerza de trabajo y el rico debe tratarlo con piedad, adiestrarlo en la fe cristiana y darle lo que es justo (Tomado de la Voz de la Iglesia, pp. 17-35). Familia Mestiza El proceso de mestizaje fue característico y particular en nuestro actual territorio, dando lugar a la actual familia colombiana. En el presente colombiano son pocos, o ninguno, quienes pueden tener certeza de su pureza de sangre o raza. Desde los comienzos de la conquista la mezcla de razas y culturas es una constante, con diferentes propósitos; pero a la postre, el principal era el elevamiento del estatus económico y social (Jaramillo, citado por Umaña, 1997, p. 44). El supuesto blanco, venido de España, se mezcló con el indio, dando lugar al mestizo; con la llegada de la raza negra, se mezclan el indio y el negro, y el negro y el blanco, dando lugar así al zambo y el mulato. Mestizaje significa cruce entre dos razas, sin embargo, sólo se reconoce como mestizo al producto de la mezcla del blanco y el indio; mula define el cruce entre caballo y asno, siendo mulato la definición que se le da al cruce entre la raza blanca y la raza negra; así también zambo viene del latin strambus que significa vista torcida, y zambo se le dice a la mezcla de la raza india con la raza negra. No debemos olvidar que los primeros humanos que pisaron territorio americano fueron españoles, pues pasaría mucho tiempo y la ayuda de Fray Bartolomé de las Casas para que se le otorgara la calidad de humanos (cristianos) a los indios. Tendrán que pasar muchos años más para que se le reconozca el mismo derecho y estatus al negro. Otro elemento que ayudó al proceso de mestizaje fue el acercamiento forzado entre blancos e indios, producto de las relaciones económicas coloniales. Junto a la mezcla de sangre, también la mezcla de culturas se fue finiquitando; más que la desaparición de una cultura, se presenció el sincretismo entre las culturas nativas y las importadas, venidas de España y África, entre los dominantes y los dominados. La iglesia católica juega un papel preponderante es este proceso de aculturación y sincretismo. Desde la conquista, el nativo politeísta es llevado por los evangelizadores a reconocer un solo dios (Rodríguez, 1973, p. 100); luego son los negros quienes deben renunciar a sus cultos animistas. No obstante, los nuevos rituales y creencias tienen el sello de la unión entre las culturas y sus creencias. Los resultados del buen servicio de la Iglesia a la Corona se percibieron con todo su rigor en la Independencia. Señala Rodríguez (1973) cómo la ignorancia y la falta de información en las zonas rurales hacía difícil la empresa libertadora; allí los indios encomendados, los labriegos libres,

los jornaleros y los negros fueron un obstáculo, que tuvieron que vencer los criollos, pues la lealtad al Rey y a la Iglesia estaba muy arraigada en ellos (p. 105). Nuestros próceres independentistas tenían una visión particular de lo que iría a ser en adelante la familia; una institución donde los hijos se podían tener a granel para beneficio y lucro de la nueva república. En su preludio al grito de independencia de 1810, el Sabio Caldas arenga: ¨Un peso inmenso se ha quitado de nuestros hombros (...); ya no tememos la fecundidad de nuestras esposas; los hijos, este dulce lazo conyugal, no será ya una carga pesada para el padre; será sí una prenda más dada a la Patria, esta patria los alimentará y satisfecha con este tributo, llenará de honores y de bienes a los que le han dado ciudadanos¨ (Academia de Historia). No obstante los padres fueron solícitos en su encargo de traer nuevos ciudadanos al naciente país, sin embargo la patria se olvidó de su parte en el compromiso adquirido. El cambio de gobierno, ocasionado en la independencia, no rompe con los esquemas del dominante y el dominado, y allí la familia colombiana sigue su paso. Así mismo Rodríguez (1973) refiere sucesos, relacionados con la huelga de las bananeras de 1928, donde la familia de los trabajadores sufren el rigor del poder gubernamental: ¨decenas de humildes trabajadores, fueron arbitrariamente encarcelados, la mayor parte de sus líderes reducidos a prisión y sus familias amenazadas y coaccionadas¨ (...) ¨Ni sus familias se salvarían: jóvenes violadas, esposas y madres, ultrajadas en su dignidad¨ (pp. 212, 219). Familia Actual Una semblanza del hombre colombiano de donde vale la pena rescatar ciertas características, para así comprender la familia colombiana, a través de su proceso histórico de mestizaje refiere que el colombiano no tiene el sentido de conquista del anglosajón, ni el ¨sentido épico de la vida¨, en cambio sí es pesimista y melancólico. Su filosofía es trágica y escéptica (p. 37). Para el colombiano, la ciencia no ocupa un lugar importante, no es de gran valor cultural, en cambio sí precia la literatura y, en general, las bellas artes. Debemos apuntar que también sí fervientemente religioso. El colombiano es verbalista por antonomasia, centrado en el uso ¨correcto¨ del lenguaje, en la plástica y en la belleza (p. 28). En un estudio, hecho por el autor a partir del 16PF, la personalidad del hombre y la mujer muestran ciertas particularidades que los hacen diferentes en algunos rasgos. La mujer se muestra más estable y segura en sus propósitos de vida, más sociable y espontánea, dominada por el sentido del deber, responsable y organizada, propensa a dejarse llevar por los sentimientos, soñadora, colaboradora, confiada, preocupada por los demás, con mucha confianza en

sí misma, poco ansiosa, trabajadora en grupo y preocupada por la aceptación social; en cambio el hombre muestra rasgos que lo caracterizan como inestable, despreocupado, racional, realista y práctico, egocéntrico, calculador, independiente, estresado y depresivo (Báez, 2001b). En la actualidad, a pesar del aumento de las vías y medios de comunicación, se siguen presentando costumbres muy particulares a determinadas regiones del país. Como ejemplo tomemos el dato de González, (Citado por Ardila), quien halló que el 42% de los hombres solteros y el 59% de los casados, en Barranquilla, habían tenido relaciones sexuales con animales (p.81). Así, también, del santandereano se dice que es machista, patriarcal, belicoso, y defensor del honor (Serpa, 1989). La ausencia de una identidad étnica y cultural se trasluce en la cotidianidad colombiana, allí es común escuchar peyorativos regionales tales como la pereza del opita, la flojera del costeño, el oportunismo del paisa, la falta de higiene del cachaco, la hipocresía del boyacence, la lascivia de la pereirana, la falta de inteligencia del pastuso, etc. De los análisis hechos por el autor al censo de 1993 se puede colegir que la familia colombiana se mueve en una economía donde son 42 millones sus habitantes, de los cuales por cada 49 hombres se tiene 51 mujer; 69% vive en la ciudad y 31% en el campo; 29% vive en la miseria, 57% viven en la pobreza; el porcentaje restante tiene el capital. De la población empleada dos terceras partes son hombres; al contrario, en los puestos de la administración pública y de servicios el 73% está ocupado por mujeres (Rodríguez, 1992); Según Ramos (1999), 17 de cada 100 colombianos están desempleados y 14 de cada 100 no tiene forma de acceder a la educación; cinco grupos controlan el 80% de los medios de comunicación, cuatro grupos controlan el 92% de los activos financieros, 1.3% de los colombianos posee el 48% de la tierra en el país. En una de las encuestas hechas por el diario El Tiempo (1999), el 72% de los colombianos se declara descontento con la situación de su país y el 65% refiere que tiene demasiadas responsabilidades en su vida para preocuparse de la pobreza de los demás. En su salud física la esperanza de vida para el hombre colombiano es de 70 años mientras para la mujer es de 76 (Televisa, 2000); siendo el cáncer más común en las mujeres, el de cerviz, y en los hombres el gástrico (Revista Muy Interesante). En el consumo de psicoactivos se ha dicho del colombiano que empieza su uso y abuso entre los 12 y los 17 años, siendo mayor el consumo de alcohol, cigarrillo, basuco y cocaína en los hombres; el 82% de la población productiva consume alcohol (Rodríguez, 1992); 3 por cada 200 consumen

alguna sustancia psicotrópica; 21 de 100 consumen tabaco, 1 de 100 consume marihuana (Rodríguez, 1997). Con respecto a la pareja del colombiano, algunas encuestas a nivel nacional sugieren que las mujeres prefieren, en estatura, a los hombres más altos que ellas, mientras los hombres se inclinan a formar pareja con mujeres iguales a ellos; en contextura, la mujeres prefieren el hombre ¨relleno¨ y el hombre la mujer delgada; en color, las mujeres tanto como los hombres prefieren su pareja de piel trigueña; las mujeres y los hombres paisas son los preferidos para conformar una pareja (Cromos y CNN, 1997). Las parejas colombianas se formalizan en un 73% por matrimonio católico y el 23% por unión libre (Zamudio y Rubiano, 1995). Sólo un 20% de las parejas que se separan lo hacen motivadas en las relaciones sexuales; el grado de satisfacción sexual con la pareja va en descenso (Gallup, 1999); el 30% de los hombres y el 39% de las mujeres, que se separaran lo hacen motivados en la infidelidad de su cónyuge (Zamudio y Rubiano). En su actitud ante la sexualidad se notan cambios intrageneracionales y de generación a generación; es así como la cantidad de hombres y mujeres que empieza a tener relaciones sexuales entre los 12 y los 17 años es cada vez mayor, siendo en promedio 78% para el hombre y 27% para la mujer; no obstante, en 1997 el 73% de los colombianos aceptaban las relaciones prematrimoniales y el 1999 sólo el 60% muestra su aceptación. El 73% de los hombres y 13% de las mujeres declaran haber sido infieles; sin embargo, en general, tiende a aumentar el comportamiento infiel en la población colombiana; el 23% de los adultos refieren haber tenido relaciones sexuales con menores de edad; el hombre colombiano tiende a ser más promiscuo que la mujer. Mientras, en promedio, un hombre ha tenido relaciones sexuales con diez mujeres, una mujer sólo ha tenido relaciones con dos hombres; el 62% de los adolescentes hombres declara que se masturba mientras en las mujeres sólo el 13% lo hace (Gallup, 1999). En los años 70, el 95% de los hombres y el 68% de las mujeres declaró haberse masturbado alguna vez en su vida (Alzate, 1982). En complemento Ardila (1988) refiere estudios donde el 97% de los hombres y el 58% de las mujeres colombianas refiere hacer uso de la masturbación (p. 82). Las actividades que predisponen a la mujer para tener relaciones sexuales son el baile, el trago y conversar, al hombre lo predisponen, a este respecto, los mismos acontecimientos pero ubicándose el trago en primer lugar; las mujeres en el acto sexual prefieren al hombre activo, ardiente y lanzado con el pene mediano y los hombres, al respecto, prefieren las mujeres activas, ardientes y lanzadas con los senos medianos; las mujeres tanto como los hombres se sienten desestimulados sexualmente ante los malos olores, el mal aliento y la barriga del compañero; tanto al hombre como a la mujer colombiana los inhibe en su actividad sexual el estrés, el temor al sida y la rutina (Cromos y CNN, 1997). La práctica del sexo oral

está aumentando entre las parejas. En cuatro años pasó del 29% al 35%; la fantasía del hombre colombiano es tener una relación sexual con una persona distinta a su pareja. La fantasía de la mujer colombiana es tener una relación sexual en un lugar inusual. A nivel general el hombre colombiano se diferencia de la mujer por su mayor aceptación de diferentes actividades de tipo sexual. Es más propenso a practicar la homosexualidad, el sadomasoquismo, ver pornografía, utilizar la tecnología en su satisfacción (teléfono, cine, internet), etc., (Gallup, 1999). Señala Ardila que el 19% de los hombres y el 12% de las mujeres reportan haber tenido al menos un contacto homosexual (p. 82). Ya en relación con los hijos, y en su relación familiar, los padres colombianos muestran que su tendencia a aceptar el aborto disminuye. De una aceptación del aborto del 19% en 1997 bajó a un 13% en el año de 1999. El 82% de los colombianos está a favor del uso de anticonceptivos (Gallup, 1999). En 1985, Rico de Alonso (Citada por Londoño, 1993, p. 41) encontró que la familia colombiana se ubicaba en un 65% nuclear y en un 25% extensa. Para 1995, Zamudio y Rubiano muestran que El 57% de los hogares colombianos se conforman por familias nucleares y el 30% por familias extensas; estos datos señalan cómo la familia colombiana va, aceleradamente, en contra de la nuclearización y formalización de pareja para asumir diferentes y otras formas, entre ellas volver a la familia extensa. Sin embargo, para valorar la creencia de la tendencia a la extensión de la familia, se debe tener presente, también, que estas últimas autoras reportan, en promedio, en cada hogar colombiano 4.6 personas. El 56% de los hijos vive con ambos padres, el 34% con la madre solamente, y el 4% con la abuela; los padres que crían solos a sus hijos se distinguen, de los que los crían en pareja, por su menor edad; de una generación a otra el promedio de hijos disminuyó de 3 a 1.5 por familia (Báez, 2001a). En los estudios de Ardila se señala que, en sus pautas de crianza, sólo el 43% de los niños colombianos son amamantados con las frecuencia suficiente por sus respectivas madres (p. 115); mientras sólo la mitad de los padres, el 47%, colabora adecuadamente a la madre en la crianza de ellos (p. 117). Los niveles de violencia que soporta la familia colombiana señalan que por cada 13 hombres que mueren por arma de fuego muere una mujer en igual condición. Para 1996 murieron por esta causa 19407 hombres y 1453 mujeres; por cada 10 hombres que mueren por arma blanca muere una mujer en igual condición. Para 1996 murieron por esta causa 2856 hombres y 265 mujeres: por cada 4 hombres que mueren en accidente de transito muere una mujer en igual condición. Para 1996 murieron por esta causa 3415 hombres y 817 mujeres (DANE, 1999); por cada 4 hombres que se suicidan, se suicida una mujer. Para 1997 se suicidaron 1692 colombianos, los meses del año preferidos por los colombianos para suicidarse son

septiembre y diciembre (Coperías y Chávez); uno de cada cinco hombres le ha pegado, alguna vez, a sus cónyuge. (Profamilia, 1995). Comparadas las estadísticas del año 2000, las tendencias de muerte violenta se mantienen estables. La familia colombiana actual, no obstante los elementos de encuentro señalados, sigue estando marcada por el policlasismo, la pluriétnia y la diversidad cultural, tal y como lo plantea el profesor Umaña Luna. En Colombia no podemos, aún, hablar de una sola familia sino de la diversidad de familias; los medios de comunicación y la globalización, aunque muestran su incidencia al interior de la familia, todavía no logran acentuar la unidad e identificación como una sola institución. En la clínica de la familia colombiana es normal encontrar una mujer gravemente afectada en su emocionalidad debido a la infidelidad de su esposo, tanto como aquella que no le da la mayor importancia al hecho; así mismo se puede encontrar el hombre con clara percepción de la mujer como objeto tanto como un hombre que la valora como su igual, reconociéndole igualdad en sus derechos. Y esto, no necesariamente debido a su grado de educación formal o profesional, ni correlativo con su poder adquisitivo. Con los nuevos espacios, -trabajo asalariado, estudios académicos- la mujer se aleja cada vez más de la casa. El hogar, la casa, el cuidado de los niños, las labores domésticas son espacios que nadie quiere ocupar; los hijos se crían cada vez más alejados de sus padres, pasan menos tiempo juntos y más tiempo con personas extrañas a la familia o con familiares en segundo grado. La mujer ocupa espacios que antes no le eran permitidos, el discurso de género se acentúa, surgen especializaciones universitarias y grupos de trabajo e investigación liderados por ellas, con ánimos de lograr su total emancipación de lo que antes fuera su yugo. El machismo y la falta de reconocimiento a su potencial siguen siendo temas que aún no se agotan en su discurso. El hombre colombiano actual sigue siendo percibido como el victimario y nunca la víctima; sin embargo, el estrés, la hipomanía, la drogadicción y la violencia cobran más hombres que mujeres en su morbilidad y mortalidad. En conclusión, podemos decir que la familia colombiana -o mejor dicho las familias colombianas- pasa por un momento particularmente álgido, caracterizado por la trasmutación de roles y funciones de sus integrantes y valores a su interior. No se tiene claridad sobre la conveniencia de la nuclearización o la extensión, la convivencia en pareja, la separación o el madresolterismo, la dependencia o independencia familiar: Las políticas estatales no son claras con la familia, por un lado coaccionan a los padres para que abandonen el hogar, obligándoles a trabajar para lograr el sustento diario y por el otro, siguen manifestando la defensa de la familia como núcleo fundamental del Estado colombiano.

EL ORIGEN DE UNA VIDA SIN SENTIDO La respuesta al problema de nuestros actos está enraizada profundamente en el hecho de descubrir quien soy, este descubrimiento resuelve el problema de vivir la vida sin propósito y sin visión Para que se inquiete saber de donde viene y hacia donde va. El hombre tiene la facultad de pensar en términos de su propia identidad ¿Quién es usted?, ¿Alguna vez ha pensado acerca e esto?, ¿Cuál es su respuesta? Respondemos en términos de alguna posición en particular que tengamos o esperamos tener. Padres o madres, estudiantes o profesores, jugadores de futbol o agricultores, cuando pensamos acerca de nuestra identidad pueden ser muy frágiles o tenues. Nuestra valía depende de lo que ¿realizamos o lo que somos en esos momentos? Los roles son tan frágiles que nunca nos darán la seguridad de nuestra identidad. Suponga por un momento que usted es un hombre de negocios y que somos el número uno en la empresa, pero un día el negocio se acaba dejando grandes pérdidas; entonces ¿Quiénes somos en estos momentos?, así sucede en nuestras vidas TODOS BUSCAMOS UN SENTIDO PARA VIVIR Imaginemos por un momento una galería de amplios y largos corredores, con millones de marcos sin ningún retrato, completamente vacíos, todo ser humano fue destinado para ser una marco de una obra de arte , inimitable e individual, pero este marco ha permanecido vacío y de una u otra forma el hombre día tras día ha tratado de llenar . Así el individuo vive alrededor de su propia persona , con la esperanza de hallar felicidad y el verdadero sentido de vida.

FORMAS ERRONEAS DE ENCONTRARLE SENTIDO A LA VIDA TENER Limbania: una mujer que tenía una posición social, casa, apartamentos y dos carros además una fabrica de camisas, las cuales exportaba a los EEUU, en los tiempos de la apertura económica se fue a pique las exportaciones y quedó sin un peso para cubrir los compromisos que había adquirido, su sueño de tener se fue al piso, toda su vida cayó. HACER Todas las obras que una persona realiza no generan paz ni libertad en su vida, es más no proveen de sentido de vida. CONOCER Muchos hombres tienen las posibilidades de viajar y lo hacen pero sus vidas siguen inermes ante los problemas y el sufrimiento. PLACER Cuando nos dedicamos a vivir la plenitud de nuestros deseos llegamos a hartarnos de las situaciones o aun peor a adquirir costumbres que atentan contra nuestra integridad física y emocional. SABIDURIA Encontramos hombres que solo desean capacitarse y asi escuchar las voces culturales como “Sea alguien en la vida” VERDADES SOBRE LA IDENTIDAD Cuando una persona no conoce o valora lo que es su identidad vive en varias condiciones VERDAD POSICIONAL Conozco intelectualmente la identidad, mas no la vivo, simplemente de posición me encuentro con solo el conocimiento, mas no de una vivencia, es tener la herencia, pero no poderla disfrutar; las leyes me pueden expresar un poco lo que significa, existe una ley que me puede beneficiar pqro por su desconocimiento no la disfruto para mi vida VERDAD EXPERIMENTAL Todo se hace cierto cuando estamos conscientes en el proceso del diario vivir de quienes somos y cual es el sentido de nuestra vida; la ley muestra su claridad en mi beneficio y entonces exijo la aplicación de esta.

VERDAD ACTUAL La verdad actual me lleva a tener una vivencia y un convencimiento real de lo que soy, no necesito buscar el agrado de nadie, solo determino bajo la concepción real de quien soy, vivir para lo cual fui diseñado y tengo la habilidad para realizarlo Ejemplo del águila entre los pollos CUANDO SE OLVIDA LA IDENTIDAD La identidad se olvida cuando empiezo a vivir como la gente que me rodea, sin esperanza, sin anhelos, sin saber quienes son, dejándome llevar por la sociedad que no sabe para donde va, ni que fin tendrá su vida. EN BUSCA DE UN SENTIDO MÁS PROFUNDO Cuando una persona no sabe quien es y de repente alguien se le acerca y le dice usted tiene facultades para el atletismo, porque no se da la oportunidad y practica, prontamente sería un medallista; el joven empieza a considerarlo y a entrenar, ve videos, lee sobre atletas, se entrena y ve que le va muy bien, entra a el equipo de la universidad y de repente se le acerca la chica que más le ha gustado y le dice toma este pastel, el sabe que le puede hacer daño, pero tiene dos opciones, olvidarse de la identidad que ha adquirido o ceder ante la tentacion de aceptarle a la amiga o simplemente decir ¡soy un atleta y no debo tomarlo! Si no le imprimo sentido a cada acción que realizo fortaleciendo mi identidad, siempre estaré variando en conceptos de otros y no los propios. LA ESENCIA DE LA PERSONALIDAD IDENTIDAD Y SENTIDO Estructura de la Teoterápia El hombre es un ser tridimensional espíritu – alma –cuerpo en una identidad inseparable. Explicar Cuerpo – alma y espíritu

Identidad en el cuerpo: No podemos evadir la genética, nuestros ancestros que grabaron en mi sus característica, quien no acepte a los antepasados no se acepta a si mismo. Identidad en el alma: muchos buscan encontrar una identidad en sus profesiones o el reconocimiento del medio circundante, emocionalmente encuentran identidad en una relación o el disfrute placentero de experiencias de vida , otros en su decisión arrolladora no evalúa como seran los efectos de sus hechos buscando siempre tener esa identidad ante los demás. Identidad en el espíritu: la gran mayoría de los seres humanos no reconocen el diseño de un espíritu que lleva al hombre a encontrarle sentido a la vida, saliendo de la angustia existencial que les acosa Blass Pascal formuló la teoría matemática de la probabilidad (estadísticas), cálculos de la física teórica moderna. ‘principio de Pascal’, que establece que los líquidos transmiten presiones con la misma intensidad en todas las direcciones dijo “En el corazón del hombre existe un vació con la figura de Dios que solo, que no puede ser llenado con ninguna cosa creada, sino por Dios mismo, el creador revelado en Cristo Jesús” San Agustín filósofo dijo “Pues nos hiciste para ti Oh Dios y nuestro corazón andará en desasociego, hasta que descanse en ti” Albert Einstein Mi fe conciste en la humilde adoración de Dios, quien se revela en los más insignificantes detalles de la materia. Mi profunda convicción intuitiva de la existencia de Dios, que se manifiesta en todos los lugares del universo, constituye el fundamento de mi existencia y de mi fe”… “soy judio, cierto, pero la figura radiante de Jesús ha producido en mi una impresión fascinadora… nadie se ha expresado como él. En realidad solo hay un lugar en el mundo donde no vemos ninguna oscuridad. Es la persona de Cristo, en él se ha presentado Dios ante nosotros con la máxima claridad” Nuestro verdadera IDENTIDAD Al se constituidos por un espíritu yn alma y un cuerpo, cada parte de nuestro ser debe cumplir sus funciones adecuadamente, cuando nos

olvidamos del área espiritual llegamos necesariamente a un desajuste que produce en nosotros crisis y desasociego espiritual y moral

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