Julio 22, 1999. Huida mortal Anoche al llegar a casa entre la penumbra que produce la escasa luz que se escapa por las ventanas de las casas de los vecinos vi un veloz bulto que cruzó desde la acera de enfrente hasta nuestro jardín. Poco después también cruzó un perro... siguiendo al bulto. Fui a buscar hacia donde se dirigió el bulto y me llamó la atención algo sin forma en el césped cerca de la base de la bugambilia. Me acerqué a escudriñarlo e identifiqué un gato moribundo. Lo moví y aun estaba flexible y caliente. Al girarlo lo vi desangrarse por una herida que lo recorria a todo lo largo del vientre y las entrañas visibles. Quise averiguar qué pudo haberle sucedido y descubrí que el tallo de la bugambilia está cubierto por espinas grandes y filosas. Entre ellas había parte de la piel ventral del gato. El gato al huir se subió velozmente por el tronco de la bugambilia y encontró el camino lleno de filosas púas que le rasgaron el pecho. En su apresurada carrera no reparó en el daño que se estaba provocando. Lo tomé entre mis manos y le fui cerrando la herida. Claramente percibí que su cuerpo aún se estremecía. Entreabrió sus ojos y al verme, sorpresivamente saltó e inició el vuelo hacia el cielo. Se desvaneció en la oscuridad. Al paso del tiempo no logro determinar si fue sueño o realidad. Manuel Vega Velázquez.