Guia No 35 Evaluacion

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GUÍA No. 35 EVALUACION DE LOS EJERCICIOS ABIERTOS

Al culminar la experiencia espiritual de estos meses, durante los cuales hemos practicado los Ejercicios completos de San Ignacio en forma abierta, nos vendrá bien dedicar algún tiempo a evaluar el período de gracia que hemos vivido y a recoger sus frutos. Practiquemos este último «examen de la oración» que abarca todo el tiempo de los Ejercicios, como algo que forma parte integral de ellos, su momento conclusivo. Lo más conveniente sería dedicar la oración diaria durante la próxima semana a un encuentro coloquial con el Señor, que sería más fructuoso si se compartiera con quien ha sido el acompañante de la experiencia. Momento de acción de gracias porque Dios se ha comunicado tan generosamente con nosotros para «abrazarnos en su amor y alabanza», y proyección hacia el próximo futuro para preguntarnos «lo que debo hacer y padecer por Jesucristo». Pongámonos en la presencia de Dios nuestro Señor, que nos mira y hagamos un memorial de los beneficios recibidos durante el tiempo de los Ejercicios. «Ponderar con mucho afecto cuánto ha hecho Dios nuestro Señor por mí y cuánto me ha dado» (EE 234) y pedir gracia «para que yo, enteramente reconociendo, pueda en todo amar y servir a su divina majestad» (EE 233). Respondamos pausadamente algunas preguntas, escogiendo y deteniéndonos más o menos en ellas, según parezca conveniente para el fin que se pretende y de acuerdo con el espíritu ignaciano del «mucho examinar». Agradezcamos y pidamos perdón según lo que vayamos encontrando en el examen. Y dispongámonos para seguir adelante en el espíritu de la Cuarta Semana. 1. ¿Ha sido el período de los Ejercicios un tiempo de paz y alegría, de generosidad y disponibilidad? ¿Hemos mantenido un deseo sincero de escuchar a Dios y de dejarnos conducir por su Espíritu en la vía del divino servicio? 2. ¿Hemos sido fieles y constantes para dar un tiempo diario a la oración y a los exámenes, siguiendo el ritmo y el método («modo y orden») indicado por San Ignacio a lo largo del proceso de los Ejercicios? 3. ¿Hemos tenido, además, tiempos fuertes, días de desierto, para complementar y profundizar la oración cotidiana? Hemos puesto diligentemente las condiciones y adiciones (cf EE 6)

4. ¿Nos ha servido todo este tiempo para regularizar nuestra vida de oración; para recuperarla o para ordenarla y enriquecerla? 5. ¿Hemos practicado con regularidad el examen de la oración y el examen de conciencia? ¿Les hemos encontrado nuevo sentido como momentos de “oración de discernimiento” para percibir y discernir las diversas mociones causadas en nuestro espíritu y para reconocer la consolación del Espíritu Santo que conduce nuestra vida? 6. ¿Hemos experimentado la cercanía de Dios? ¿Hemos sentido que el mismo Criador y Señor se nos ha comunicado y ha obrado inmediatamente en nosotros, «abrazándonos en su amor y alabanza y disponiéndonos por la vía que mejor podremos servirle adelante» (cf EE 15)? 7. ¿Qué impedimentos hemos puesto a la comunicación y a la acción de Dios en nosotros? ¿Qué cosas han podido obstaculizar que reconociéramos en nuestra vida cotidiana los signos de su cercanía y de su acción? 8. ¿El tiempo de los Ejercicios, por lo general, ha sido de consolación o de desolación? ¿O más bien un «tiempo tranquilo»? (cf EE 177). ¿A qué atribuimos estos posibles estados? ¿Qué tipo especial de mociones podemos reconocer como provenientes del Espíritu Santo? (cf consolación y desolación en las reglas de discreción de espíritus nn. 316 y 317)? ¿Creemos haber observado diligentemente las indicaciones de San Ignacio para proceder en los tiempos de consolación y de desolación? 9. ¿Hemos seguido el proceso con acompañamiento regular de un asesor, testigo de nuestra experiencia, y hemos acudido sinceramente a él para confrontarla? ¿Qué tanto nos ayudó esta relación? ¿Preferimos para adelante hacer los Ejercicios solos o con el acompañamiento de un asesor? 10. ¿Qué participación tuvo la comunidad en los Ejercicios en la vida corriente? ¿Hicimos algún discernimiento y realizamos intercambio y conversación espiritual? ¿Compartimos la experiencia con otros? ¿Qué pudimos nosotros aportar y qué apoyo recibimos del grupo? 11. ¿Tomamos notas o hicimos diario espiritual durante los Ejercicios, para recoger la experiencia de Dios y las constantes de su acción? ¿Fue esto provechoso y convendría conservar tal práctica en adelante? 12. ¿Qué ayuda nos prestaron las Guías para los Ejercicios a lo largo del proceso de oración? ¿Para una mayor comprensión de los Ejercicios, para la tarea del discernimiento, como lectura espiritual? ¿Cómo podríamos seguir utilizándolas, de manera concreta, para la oración diaria, para la lectura espiritual y como instrumento apostólico para ayudar a otros?

13. ¿Ha sido este tiempo una escuela para integrar la oración a la vida, para vivir mejor la espiritualidad de la unión con Dios en la acción? ¿Hemos aprendido a escrutar los signos de los tiempos y a descubrir a Dios presente y actuante en nuestra vida diaria y en la de los demás? 14. ¿Hemos logrado mantener una actitud tranquila, contemplativa, en medio del trajín y de las preocupaciones diarias? 15. ¿Hemos descubierto el valor del tiempo para poder madurar, profundizar y personalizar la experiencia de Dios y consiguientemente para descubrir las “constantes” de la consolación del Espíritu Santo? 16. ¿Los Ejercicios han proporcionado el clima espiritual para un discernimiento real sobre lo que Dios está queriendo de nosotros en este momento de la vida y del trabajo apostólico? ¿Nos hemos familiarizado con las reglas de discreción de espíritus y creemos que pueden servirnos en adelante para nosotros mismos y para ayudar a otras personas? 17. ¿Hicimos elección o reforma de vida? ¿Hemos confirmado y profundizado nuestra opción fundamental y estamos dispuestos a las elecciones particulares que constantemente requiere el deseo de seguir más de cerca a Jesús pobre y humilde? ¿Pudimos formular la elección o reforma de modo tan claro y concreto que nos permita evaluarla periódicamente para que se haga efectiva? 18. ¿Nuestros discernimientos y nuestras elecciones son ordinariamente por el primer tiempo? ¿Por el segundo, de percibir y discernir mociones? ¿Por el tiempo tranquilo, usando de las potencias naturales? (cf EE 175-177). 19. ¿En qué medida nos han ayudado los Ejercicios a asumir la misión de la Compañía hoy, tal como la definen las últimas Congregaciones Generales? ¿Hemos concretado más generosamente la opción preferencial por los pobres con miras a su liberación, y la forma de vivir nuestra responsabilidad con la promoción de la justicia? 20. ¿Hemos aprendido nuevas maneras de orar y descubierto los modos de oración más apropiados? ¿La contemplación ignaciana de ver, oír, mirar, reflectir, nos ha servido para conocer más internamente a Jesús, amarlo más y seguirlo más de cerca? 21. ¿Hemos utilizado la repetición y le hemos reconocido valor para nuestra vida espiritual? ¿Hemos practicado la aplicación de sentidos y la “lectio divina” con buen provecho? ¿Nuestra oración, es más racional o más afectiva? ¿Preferimos la meditación, la contemplación, la lectura divina, la aplicación de sentidos? 22. ¿Qué lugar han tenido La Eucaristía y la Liturgia de las Horas en el proceso de los Ejercicios? ¿Cómo nos puede ayudar la celebración eucarística para confirmar todo lo que hemos experimentado y optado durante los Ejercicios?

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