Gastroenteritis

  • October 2019
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Gastroenteritis Gastroenteritis es el término que se aplica en general a un grupo de trastornos cuya causa son las infecciones y la aparición de síntomas como pérdida de apetito, náuseas, vómitos, diarrea moderada a intensa, retortijones y malestar en el abdomen. Junto con los líquidos corporales se pierden los electrólitos, particularmente el sodio y el potasio. Aunque se trata de un ligero contratiempo en los adultos sanos, un desequilibrio electrolítico puede provocar una deshidratación en las personas muy enfermas y en niños y ancianos.

Causas Las epidemias de diarrea en lactantes, niños y adultos son generalmente causadas por microorganismos presentes en el agua o en los alimentos contaminados habitualmente por heces infectadas. Las infecciones también se pueden transmitir de persona a persona, especialmente si alguien con diarrea no se lava bien las manos tras una evacuación. Las infecciones por un tipo de bacteria llamada Salmonella pueden adquirirse al tocar reptiles, como tortugas o iguanas, y luego llevarse los dedos a la boca. Ciertas bacterias producen toxinas que hacen que las células de la pared intestinal aumenten la secreción de agua y electrólitos. Una de estas toxinas es la responsable de la diarrea acuosa, síntoma del cólera. Otra toxina producida por una bacteria muy común, la Escherichia coli (E. coli), puede causar la diarrea del viajero y algunos brotes de diarrea en los servicios hospitalarios de pediatría. Algunas bacterias, como ciertas variedades de E. coli, Campylobacter, Shigella y Salmonella (incluido el tipo que causa la fiebre tifoidea), invaden el revestimiento mucoso intestinal. Estas bacterias dañan las células subyacentes, provocando ligeras ulceraciones que sangran y condicionan una pérdida considerable de líquido rico en proteínas, electrólitos y agua. Además de las bacterias, ciertos virus, como el Norwalk y el Coxsackie, provocan gastroenteritis. Durante el invierno en las zonas de clima templado, los rotavirus causan la mayoría de los casos de diarrea lo suficientemente graves como para que los lactantes y niños de 2 a 4 años tengan que ser hospitalizados. Además del estómago y del intestino, las infecciones por enterovirus y adenovirus también pueden afectar a los pulmones. Ciertos parásitos intestinales, particularmente la Giardia lamblia, invaden o se adhieren al revestimiento intestinal y causan náuseas, vómitos, diarrea y un estado de malestar general. La enfermedad resultante, llamada giardiasis, es más común en climas fríos. Si la enfermedad se hace persistente (crónica), puede impedir que el organismo absorba nutrientes, que genera un trastorno llamado síndrome de malabsorción. Otro parásito intestinal, denominado Cryptosporidium, provoca diarrea acuosa que a veces se acompaña de retortijones abdominales, náuseas y vómitos. En personas sanas, la enfermedad es generalmente leve, pero en los inmunodeprimidos, la infección puede ser grave o incluso mortal. Tanto la Giardia como el Cryptosporidium se adquieren básicamente al beber agua contaminada. La gastroenteritis puede ser consecuencia de la ingestión de toxinas químicas presentes en los mariscos, en plantas como las setas y las patatas (papas) o en alimentos contaminados. La intolerancia a la lactosa (incapacidad para digerir y absorber el azúcar de la leche) también puede causar gastroenteritis. Los síntomas, que a menudo ocurren tras ingerir leche, son a veces interpretados erróneamente como una alergia a la leche. La ingesta accidental de metales pesados como arsénico, plomo, mercurio o cadmio, con el agua o los alimentos, puede provocar repentinamente náuseas, vómitos y diarrea. Muchos fármacos, incluidos los antibióticos, ocasionalmente provocan retortijones abdominales y diarrea.

Síntomas El tipo y la gravedad de los síntomas dependen del tipo y de la cantidad de la toxina o del microorganismo ingeridos. También varían de acuerdo a la resistencia de la persona a la enfermedad. Los síntomas a menudo comienzan súbitamente (a veces de forma llamativa) con pérdida de apetito, náuseas o vómitos. Pueden presentarse murmullos intestinales audibles, retortijones y diarrea con o sin presencia de sangre y moco. Las asas intestinales pueden dilatarse con el gas y causar dolor. La persona puede tener fiebre, sentirse decaída, sufrir dolores musculares y notar cansancio extremo. Los vómitos intensos y la diarrea pueden conducir a una marcada deshidratación y a una intensa hipotensión (disminución de la presión arterial). Tanto los vómitos excesivos como la diarrea pueden causar una grave pérdida de potasio, que se traduce en bajos valores sanguíneos de éste

(hipopotasemia). También bajan los valores de sodio (hiponatremia), particularmente si la persona repone el volumen perdido bebiendo sólo líquidos que contengan poca sal (como el agua y el té). Todos estos desequilibrios son potencialmente graves.

Diagnóstico El diagnóstico de gastroenteritis es generalmente obvio a partir de la sintomatología, pero no así su causa. En ocasiones, otros miembros de la familia o compañeros de trabajo han estado recientemente enfermos con síntomas similares. Otras veces, la persona puede relacionar la enfermedad con alimentos inadecuadamente cocinados, en mal estado o contaminados, como la mayonesa que ha permanecido mucho tiempo fuera del frigorífico o los mariscos crudos. Los viajes recientes, especialmente a ciertos países, pueden asimismo aportar datos para el diagnóstico. Si los síntomas son intensos o duran más de 48 horas, pueden examinarse muestras de las heces buscando la presencia de glóbulos blancos y de bacterias, virus o parásitos. También puede ayudar a identificar la causa el análisis de los vómitos, los alimentos o la sangre. Si los síntomas persisten más de algunos días, el médico puede tener que examinar el intestino grueso con un colonoscopio (tubo flexible de visualización) para descartar una colitis ulcerosa o una disentería amebiana (amebiasis).

Tratamiento Habitualmente, el único tratamiento necesario para la gastroenteritis es la ingestión de líquidos adecuados. Incluso una persona que esté vomitando debe tomar pequeños sorbos de líquido para corregir la deshidratación, lo que a su vez puede ayudar a que cesen los vómitos. Si éstos se prolongan o el individuo se deshidrata gravemente, puede ser necesario administrar los líquidos por vía intravenosa. Dado que los niños se deshidratan con mayor facilidad, ellos deben recibir líquidos con un balance apropiado de sales y azúcares. Cualquiera de las soluciones de rehidratación disponibles comercialmente es satisfactoria. Sin embargo, no son apropiados para los niños con diarrea los líquidos que generalmente se administran, como las bebidas carbonatadas, el té, las bebidas consumidas por deportistas y los zumos de frutas. Si los vómitos son intensos, el médico puede administrar una inyección o prescribir supositorios. A medida que los síntomas mejoran, el paciente puede añadir gradualmente a la dieta comidas blandas como cereales cocinados, plátanos, arroz, compota de manzana y pan tostado. Si la modificación de la dieta no corta la diarrea después de 12 a 24 horas y si no hay sangre en las heces que indique una infección bacteriana más importante, pueden administrarse fármacos como difenoxilato, loperamida o subsalicilato de bismuto. Como los antibióticos pueden causar diarrea y favorecer el crecimiento de organismos resistentes a los mismos, raramente resulta apropiado su uso, aun en el caso de que una bacteria conocida esté produciendo la gastroenteritis. Sin embargo, los antibióticos se pueden usar cuando los causantes son ciertas bacterias como el Campylobacter, la Shigella y el Vibrio colerae.

Colitis hemorrágica La colitis hemorrágica es un tipo de gastroenteritis en la que cierta variedad de la bacteria Escherichia coli (E. coli) infecta el intestino grueso y produce toxinas que causan una diarrea súbita con sangre y a veces otras graves complicaciones. Una de las variedades más frecuentes de E. coli que causan colitis hemorrágica se llama E. coli O157:H7. Esta variedad se encuentra en los intestinos del ganado vacuno sano. Los brotes se pueden desencadenar al ingerir carne mal cocinada o por beber leche de vaca no pasteurizada. La enfermedad también puede ser transmitida de persona a persona, sobre todo entre niños que usan pañales. La colitis hemorrágica puede ocurrir en personas de todas las edades. Las toxinas de E. coli dañan el revestimiento mucoso del intestino grueso. Si son absorbidas y pasan al flujo sanguíneo, pueden afectar a otros órganos, como el riñón.

Síntomas Los síntomas se caracterizan por la presencia de retortijones abdominales intensos y de comienzo súbito, junto con diarrea acuosa que típicamente se vuelve sanguinolenta en las

primeras 24 horas. La temperatura corporal es generalmente normal o se eleva ligeramente, pero en ocasiones puede alcanzar más de 39 ºC. La diarrea generalmente dura de 1 a 8 días. Alrededor del 5 por ciento de los infectados con E. coli O157:H7 desarrolla el síndrome urémicohemolítico. Los síntomas consisten en anemia, causada por la destrucción de los glóbulos rojos (anemia hemolítica), un bajo recuento de plaquetas (trombocitopenia) e insuficiencia renal súbita. Algunos enfermos también sufren convulsiones, accidentes vasculares cerebrales u otras complicaciones derivadas de lesiones en los nervios o en el cerebro. Estas complicaciones se desarrollan típicamente en la segunda semana de la enfermedad y pueden ser precedidas por un aumento de la temperatura. El síndrome urémico-hemolítico es más probable que ocurra en niños menores de 5 años y en personas de edad avanzada.

Diagnóstico y tratamiento El médico generalmente sospecha una colitis hemorrágica cuando una persona indica haber tenido diarrea con sangre. Para establecer el diagnóstico, se analizan muestras de heces buscando E. coli O157:H7. Estas muestras deben obtenerse dentro de la primera semana o al iniciarse los síntomas. Pueden realizarse otras pruebas, como la colonoscopia (un examen del intestino grueso usando un tubo flexible de visualización), si se sospecha que otras enfermedades puedan estar causando la diarrea sangre. Los aspectos más importantes del tratamiento consisten en ingerir suficiente líquido para reemplazar los que se han perdido y mantener una dieta blanda. Los antibióticos no alivian los síntomas, no eliminan las bacterias, ni previenen las complicaciones. Es probable que las personas que desarrollan complicaciones requieran cuidados intensivos en un hospital, como la diálisis.

Intoxicación alimentaria por estafilococos La intoxicación alimentaria por estafilococos ocurre al ingerir alimentos contaminados por toxinas de ciertas variedades de estafilococos, que son bacterias muy comunes; como resultado se producen vómitos y diarrea. El riesgo de un brote de infección es alto cuando las personas que manipulan alimentos tienen infecciones en la piel y contaminan la comida que se halla a temperatura ambiente, permitiendo así que las bacterias proliferen y produzcan sus toxinas. Los alimentos típicamente susceptibles de contaminación incluyen las natillas, la pastelería de crema, la leche, la carne en conserva y el pescado.

Síntomas y diagnóstico Los síntomas se inician generalmente de forma súbita con intensas náuseas y vómitos, alrededor de 2 a 8 horas después de ingerir los alimentos contaminados. Otros síntomas pueden incluir retortijones abdominales, diarrea y a veces dolor de cabeza y fiebre. La importante pérdida de líquidos y electrólitos puede causar debilidad y presión arterial baja (shock). La sintomatología generalmente dura menos de 12 horas y la recuperación suele ser completa. Ocasionalmente, la contaminación alimentaria resulta mortal, sobre todo en jóvenes, en personas de edad avanzada y en los debilitados por enfermedades crónicas. Habitualmente los síntomas son suficientes para que el médico establezca el diagnóstico. En general, otras personas que consumen los mismos alimentos se ven afectadas de modo similar y el trastorno puede ser atribuido a una sola fuente de contaminación. Para confirmar el diagnóstico, el laboratorio debe identificar el estafilococo en el alimento sospechoso. El estudio al microscopio de las muestras de vómito también puede evidenciar la presencia estafilococos.

Prevención y tratamiento Una cuidadosa preparación de los alimentos puede prevenir la contaminación alimentaria por estafilococos. Cualquiera que tenga una infección estafilocócica en la piel, como forúnculos o impétigo, no debe manipular alimentos para otros hasta que se encuentre libre de la infección. El tratamiento generalmente consiste en beber líquidos adecuados. Cuando los síntomas son graves, el médico puede administrar inyecciones o prescribir supositorios para ayudar a controlar las náuseas. A veces, la pérdida de líquidos es tal que se tienen que reponer por vía intravenosa. La administración rápida de líquidos y electrólitos por vía intravenosa a menudo proporciona una gran mejoría.

Botulismo El botulismo es una contaminación alimentaria poco común y potencialmente mortal, causada por las toxinas producidas por la bacteria Clostridium botulinum. Estas toxinas son el veneno más potente que se conoce y pueden dañar gravemente los nervios y los músculos. Dado que causan lesiones nerviosas, se las conoce como neurotoxinas. La clasificación médica del botulismo depende de factores como su transmisión por los alimentos, si se adquiere a través de una herida o si se trata de botulismo infantil. El botulismo transmitido por los alimentos resulta de la ingesta de carne contaminada y el causado por heridas es consecuencia de una herida infectada. El botulismo infantil, que también se debe a la ingestión de alimentos contaminados, ocurre en lactantes.

Causas La bacteria Clostridium botulinum forma esporas. Como las semillas, las esporas pueden permanecer en estado de latencia durante muchos años y son muy resistentes a la destrucción. En condiciones ideales (presencia de humedad y de nutrientes y ausencia de oxígeno), las esporas comienzan a crecer y a producir una toxina. Algunas toxinas producidas por el Clostridium botulinum son proteínas altamente tóxicas que resisten la destrucción por parte de las enzimas protectoras del intestino. Cuando se ingiere un alimento contaminado, las toxinas penetran en el organismo a través del sistema digestivo, causando el botulismo transmitido por los alimentos. Las conservas caseras son la fuente más frecuente de botulismo, aunque las comerciales han sido responsables de alrededor del 10 por ciento de los brotes. Las fuentes alimentarias más frecuentes son los vegetales, el pescado, las frutas y los condimentos. La carne vacuna, los productos lácteos, el cerdo, las aves y otros alimentos son también responsables ocasionales de botulismo. El botulismo de las heridas ocurre cuando éstas se contaminan con Clostridium botulinum. Dentro de la herida, la bacteria produce una toxina que pasa posteriormente a la sangre, produciendo los síntomas. El botulismo infantil ocurre con mayor frecuencia en lactantes de 2 a 3 meses de edad. A diferencia del botulismo transmitido por los alimentos, el infantil no es causado por la ingestión de toxinas previamente formadas. Resulta de la ingestión de alimentos que contienen esporas, las cuales se desarrollan posteriormente en el intestino del lactante, produciendo las toxinas. En general, la causa es desconocida, pero en algunos casos se ha relacionado con la ingestión de miel. El Clostridium botulinum es común en el medio ambiente y muchos casos pueden resultar de la ingestión de pequeñas cantidades de polvo o tierra.

Síntomas Los síntomas se desarrollan de forma súbita, generalmente al cabo de 18 a 36 horas de haber penetrado las toxinas en el organismo, aunque los síntomas pueden manifestarse al cabo de 4 horas o tardar 8 días en hacerlo. Cuanta más toxina penetra, más pronto se siente enferma la persona. Los casos más graves se presentan en las personas que se sienten enfermas dentro de las primeras 24 horas después de haber ingerido alimentos contaminados. Los primeros síntomas habitualmente incluyen boca seca, visión doble, caída de los párpados e incapacidad para enfocar los objetos cercanos. Las pupilas no se contraen con normalidad cuando se exponen a la luz durante un examen ocular; incluso pueden no contraerse en absoluto. En algunas personas, los primeros síntomas consisten en náuseas, vómitos, retortijones abdominales y diarrea. Otras nunca llegan a desarrollar estos síntomas gastrointestinales, particularmente las personas que padecen el botulismo de las heridas. La persona afectada presenta dificultades para hablar y tragar. Este trastorno de la deglución puede conducir a la aspiración de alimentos y posterior neumonía por aspiración. La musculatura de los brazos y las piernas y los músculos implicados en la respiración se debilitan de forma progresiva a medida que los síntomas van avanzando gradualmente, de arriba abajo. La imposibilidad de los nervios para funcionar adecuadamente afecta a la fuerza muscular, aunque se mantiene la sensibilidad. A pesar de ser una enfermedad tan grave, generalmente no se altera el estado mental. Cerca de dos tercios de los lactantes con botulismo infantil presentan el estreñimiento como el primer síntoma. Después se afectan los nervios, produciendo parálisis musculares que comienzan en la cara y en la cabeza y alcanzan finalmente los brazos, las piernas y los músculos respiratorios. Los nervios de un lado del cuerpo pueden resultar más afectados que los del otro.

Los síntomas que manifiesta el bebé varían desde un letargo moderado y una prolongación del tiempo necesario para alimentarse, hasta una pérdida grave del tono muscular e incapacidad para respirar adecuadamente.

Diagnóstico En el botulismo transmitido por los alimentos, el médico puede establecer el diagnóstico en función del patrón característico de la lesión nerviosa y muscular. Sin embargo, a menudo se confunden los síntomas con los de otras causas más frecuentes de parálisis, como un accidente vascular cerebral. El origen probable en una comida proporciona datos adicionales. El diagnóstico es sencillo cuando el botulismo ocurre en dos o más personas que hayan ingerido los mismos alimentos preparados en el mismo sitio. Se confirma cuando las pruebas de laboratorio detectan la toxina en la sangre del afectado o cuando la bacteria crece en un cultivo de una muestra de heces. La toxina también puede identificarse en el alimento sospechoso. En la mayoría de los casos de botulismo, pero no en todos, la electromiografía (prueba que analiza la actividad eléctrica muscular) pone de manifiesto contracciones musculares anormales tras una estimulación eléctrica. El diagnóstico de botulismo de las heridas se confirma al encontrar las toxinas en la sangre o cuando la bacteria crece en cultivos de una muestra del tejido lesionado. Se confirma el diagnóstico de botulismo infantil tras hallar la bacteria o su toxina en una muestra de las heces del bebé.

Prevención y tratamiento Las esporas son altamente resistentes al calor y pueden soportar la ebullición durante varias horas. Las toxinas, sin embargo, son rápidamente destruidas por el calor, por lo tanto la cocción a 80 ºC durante 30 minutos previene el botulismo transmitido por los alimentos. La cocción de las comidas previa a su ingesta previene casi siempre el botulismo transmitido por los alimentos, pero la inadecuada cocción de los mismos puede causar botulismo si se almacenan después de cocinarlos. La bacteria puede producir algunas toxinas a temperaturas tan bajas como 3 ºC, temperatura corriente de los frigoríficos. Es esencial el envasado adecuado, tanto casero como comercial, y una adecuada cocción de las conservas antes de servirlas. Las conservas que muestren algún signo de encontrarse en mal estado pueden ser mortales y se deben desechar. También deben descartarse inmediatamente las latas que están hinchadas o que gotean. Los lactantes menores de un año de edad no deben tomar miel porque puede contener esporas. Incluso una mínima cantidad de toxina por ingestión, inhalación o absorción a través del ojo o una herida en la piel, puede causar una enfermedad grave. Por lo tanto, cualquier comida que pueda estar contaminada debe manipulase con precaución. La persona debe evitar al máximo el contacto de la comida con la piel y debe lavarse las manos inmediatamente después de haberla manipulado. Una persona que pueda haber contraído botulismo debe acudir inmediatamente al hospital. El tratamiento a menudo no puede esperar los resultados de las pruebas de laboratorio, aunque éstas se realizan de todos modos para confirmar el diagnóstico. Para eliminar del cuerpo cualquier toxina que todavía no se haya absorbido, se puede inducir el vómito, limpiar el estómago mediante un procedimiento denominado lavado gástrico y administrar laxantes para acelerar el tránsito del contenido intestinal. Los problemas respiratorios son el mayor peligro del botulismo. Los signos vitales (pulso, frecuencia respiratoria, presión arterial y temperatura) se evalúan con regularidad. Si surgen complicaciones respiratorias, la persona afectada debe ser trasladada a una unidad de cuidados intensivos y se la puede conectar temporalmente a un respirador artificial. Estos cuidados intensivos han reducido la tasa de fallecimientos por botulismo, que era de un 70 por ciento a principios del siglo xx, a menos del 10 por ciento en la actualidad. También puede ser necesaria la alimentación por vía intravenosa. La antitoxina botulínica no revierte el daño causado, pero puede retrasar o detener un mayor deterioro físico y mental, lo que permite que el cuerpo se vaya recuperando por sí mismo a lo largo de meses. La antitoxina se administra tan pronto como se diagnostica el botulismo. Hay mayores posibilidades de que resulte eficaz si se la administra dentro de las primeras 72 horas tras el inicio de los síntomas. La antitoxina no se recomienda actualmente para el botulismo infantil, ya que su eficacia para este tipo de botulismo todavía está en fase de estudio.

Intoxicación alimentaria por Clostridium perfringens Este tipo de gastroenteritis es causado por la ingesta de alimentos contaminados por una toxina producida por la bacteria Clostridium perfringens. Algunas variedades causan una enfermedad de leve a moderada que mejora sin tratamiento; otras, sin embargo, producen un tipo de gastroenteritis grave y a menudo mortal. Algunas toxinas no son destruidas por la cocción, mientras que otras sí lo son. Generalmente, la carne contaminada es la responsable de los brotes de contaminación alimentaria por Clostridium perfringens.

Síntomas, diagnóstico y tratamiento La gastroenteritis es normalmente leve, aunque puede desarrollarse un cuadro grave con dolor abdominal, distensión por los gases, diarrea intensa, deshidratación y shock. El médico generalmente sospecha el diagnóstico cuando ha tenido lugar un brote local de la enfermedad. El diagnóstico se confirma analizando los alimentos contaminados en busca de Clostridium perfringens. A la persona afectada se le administran líquidos y se le aconseja guardar reposo. En casos graves, puede resultar útil la penicilina. Si la enfermedad destruye parte del intestino delgado, puede que sea necesario intervenir quirúrgicamente para extirpar esa parte.

Diarrea del viajero La diarrea del viajero (también llamada catarro intestinal, gripe intestinal o intestino del turista) es un trastorno caracterizado por deposiciones diarreicas, náuseas y vómitos que afectan con relativa frecuencia a las personas que viajan. Los organismos más proclives a causar la diarrea del viajero son los tipos de Escherichia coli que producen ciertas toxinas y algunos virus como el Norwalk.

Síntomas y diagnóstico Las náuseas, los vómitos, los ruidos intestinales, los retortijones abdominales y la diarrea pueden presentarse combinados y con un grado variable de gravedad. Los vómitos, el dolor de cabeza y los dolores musculares son particularmente frecuentes en las infecciones causadas por el virus Norwalk. En general, los casos son leves y desaparecen sin tratamiento. En raras ocasiones se necesitan pruebas de laboratorio.

Prevención y tratamiento Los viajeros deberían frecuentar restaurantes con una reputación de seguridad y no deberían aceptar comidas o bebidas ofrecidas por vendedores ambulantes. Todos los alimentos deben consumirse cocidos y todas las frutas peladas. Los turistas deberían beber sólo bebidas carbonatadas o las preparadas con agua que haya sido hervida. Incluso los cubitos de hielo deberían proceder de agua previamente hervida. Deberían evitarse las ensaladas con vegetales no cocidos. El subsalicilato de bismuto puede ofrecer cierta protección. El beneficio que ofrecen los antibióticos a modo de prevención es controvertido, pero se pueden recomendar estos fármacos para las personas especialmente propensas a las consecuencias de la diarrea del viajero, como los inmunodeprimidos. El tratamiento incluye beber líquidos abundantes e ingerir una dieta blanda. Los antibióticos no se recomiendan para la diarrea leve, a menos que el afectado presente fiebre o sangre en las heces. Estos fármacos pueden causar daño al eliminar las bacterias que habitan normalmente en las heces, favoreciendo el crecimiento de otras que son resistentes a dichos fármacos.

Intoxicación alimentaria por sustancias químicas La intoxicación alimentaria por sustancias químicas es el resultado de la ingesta de plantas o animales que contienen veneno. La intoxicación por setas (hongos venenosos) puede resultar de la ingesta de cualquiera de las muchas especies existentes. El potencial de intoxicación puede variar dentro de las mismas especies, en diferentes momentos de la época de crecimiento y según cómo se cocinen. En la

intoxicación causada por especies de Inocybe y por algunas especies de Clitocybe, la sustancia peligrosa es la muscarina. Los síntomas, que se inician a los pocos minutos de la ingesta o incluso hasta 2 horas más tarde, pueden consistir en aumento del lagrimeo, salivación, contracción de las pupilas y sudación, así como vómitos, retortijones, diarrea y pérdida del equilibrio; ocasionalmente puede haber confusión, coma y convulsiones. Con el tratamiento apropiado, el enfermo se recupera en 24 horas, aunque el fallecimiento puede producirse en pocas horas. En la intoxicación causada por la ingestión de Amanita phalloides y especies de setas relacionadas, los síntomas se inician entre 6 y 24 horas. Los afectados desarrollan síntomas intestinales similares a los de la intoxicación por muscarina y la lesión renal puede disminuir o abolir el volumen de orina. Es frecuente la ictericia secundaria a la lesión hepática y ésta se desarrolla en 2 o 3 días. A veces, los síntomas desaparecen por sí mismos, pero alrededor de la mitad de los que sufren una intoxicación por Amanita phalloides mueren al cabo de 5 a 8 días. La intoxicación por plantas y arbustos puede resultar de la ingestión de sus hojas y frutos, ya sean salvajes o domésticos. Las raíces o los brotes verdes que crecen bajo el suelo y que contienen solanina pueden producir náuseas leves, vómitos, diarrea y debilidad. Las habas pueden provocar la rotura de los glóbulos rojos en personas genéticamente susceptibles (favismo). La intoxicación por el cornezuelo del centeno se produce al ingerir cereales contaminados por el hongo Claviceps purpurea. Las frutas del árbol de Koenig causan la enfermedad del vómito de Jamaica. La intoxicación por productos de mar puede ser causada por pescados o mariscos. Generalmente, la intoxicación por pescado resulta de una de tres toxinas: ciguatera, tetrodotoxina o histamina. La intoxicación por ciguatera puede ocurrir después de comer cualquiera de las más de 400 especies de pescado de los arrecifes tropicales de Florida, las Antillas o del Pacífico. La toxina es producida por ciertos dinoflagelados (organismos marinos microscópicos que sirven de alimento a los peces, que se acumulan en su carne). Los peces grandes y viejos son más tóxicos que los pequeños y jóvenes. El sabor del pescado no se altera. Los procedimientos de procesado que se utilizan actualmente no destruyen la toxina. Los síntomas pueden iniciarse entre 2 y 8 horas tras la ingestión del pescado. Los retortijones abdominales, las náuseas, los vómitos y la diarrea duran de 6 a 17 horas. Los síntomas más tardíos pueden incluir picores (prurito), sensación de hormigueo, cefalea (dolor de cabeza), dolores musculares, inversión de las sensaciones de frío y calor (trastornos térmicos) y dolor facial. Al cabo de varios meses, los trastornos térmicos pueden volverse discapacitantes. Los síntomas de la intoxicación por la tetrodotoxina del pez globo, que se encuentra sobre todo en los mares alrededor del Japón, son similares a los de la intoxicación por ciguatera. La muerte puede sobrevenir por la parálisis de los músculos respiratorios. La intoxicación por histamina procedente de pescados, como la caballa, el atún y la albacora (mahimahi), sucede cuando los tejidos de estos peces se descomponen tras su captura y producen altos valores de histamina. Después de su ingesta, la histamina provoca un enrojecimiento facial inmediato. También puede producir náuseas, vómitos, dolor de estómago y urticaria pocos minutos después de haber comido el pescado. Los síntomas generalmente duran menos de 24 horas. Desde junio hasta octubre, especialmente en las costas del Pacífico y de Nueva Inglaterra en Estados Unidos, los mariscos como los mejillones, las almejas, las ostras y las veneras pueden ingerir ciertos dinoflagelados venenosos. Estos dinoflagelados se encuentran en determinados momentos y en un número tan alto en los océanos que el agua adquiere un aspecto rojizo, conocida como marea roja. Producen una toxina que afecta a los nervios (tales toxinas se conocen como neurotoxinas). La toxina que produce la llamada intoxicación paralítica por mariscos sigue activa incluso después de que la comida se haya cocinado. El primer síntoma, una sensación de hormigueo alrededor de la boca, comienza entre 5 y 30 minutos después de comer. Lo que se produce a continuación son náuseas, vómitos y retortijones abdominales. Alrededor del 25 por ciento de las personas desarrolla debilidad muscular conforme pasan las horas, la cual puede progresar hacia una parálisis de los brazos y las piernas. En ocasiones, la debilidad de los músculos respiratorios puede ser tan grave que puede causar la muerte. La intoxicación por contaminantes puede afectar a personas que han ingerido frutas sin lavar y vegetales rociados con arsénico, plomo o insecticidas orgánicos, o a las que hayan tomado líquidos ácidos servidos en recipientes de plomo vidriado o que hayan ingerido alimentos almacenados en recipientes recubiertos de cadmio.

Tratamiento A menos que la persona afectada haya experimentado vómitos violentos o diarrea, o que los síntomas no hayan aparecido hasta varias horas después de la ingestión, se debe intentar eliminar el veneno utilizando algún método de vaciado del estómago (lavado gástrico). Se pueden usar fármacos como el jarabe de ipecacuana para inducir el vómito y administrar un laxante para vaciar el intestino. Si continúan las náuseas y los vómitos, se administran líquidos intravenosos que contengan sales y dextrosa para corregir la deshidratación y cualquier desequilibrio ácido o alcalino. Si los retortijones son intensos puede necesitarse una medicación para el dolor. En ocasiones, se necesita instaurar respiración artificial y cuidados intensivos de enfermería. Cualquiera que enferme después de ingerir una seta sin identificar debería provocarse el vómito de inmediato y guardarlo para que sea analizado en un laboratorio, ya que las diferentes especies requieren tratamientos distintos. En la intoxicación por muscarina se administra atropina. En el caso de una persona intoxicada por Amanita phalloides, una dieta rica en hidratos de carbono y la administración intravenosa de dextrosa y cloruro de sodio pueden ayudar a corregir los bajos valores de azúcar en sangre (hipoglucemia) causados por una grave lesión hepática. Para tratar la intoxicación grave por ciguatera en ocasiones se requiere manitol, un fármaco de administración intravenosa. Los bloqueantes de histamina (antihistamínicos) pueden ser eficaces para reducir los síntomas de la intoxicación por histamina de origen marino.

Efectos adversos de los fármacos Las náuseas, los vómitos y la diarrea son efectos adversos habituales de muchos fármacos. Los responsables más frecuentes son los antiácidos que contienen magnesio como ingrediente principal, los antibióticos, los fármacos anticancerosos, la colquicina (para la gota), los digitálicos como la digoxina (habitualmente usados para la insuficiencia cardíaca) y los laxantes. El abuso de laxantes puede producir debilidad, vómitos, diarrea, pérdida de electrólitos y otros trastornos. Puede ser difícil reconocer que un fármaco sea la causa de una gastroenteritis. En los casos leves, el médico puede aconsejar la interrupción del medicamento, para volver a administrarlo posteriormente. Si los síntomas remiten cuando la persona deja de tomar el fármaco y vuelven cuando se administra de nuevo, dicho fármaco puede ser la causa de los síntomas gastrointestinales. En los casos de gastroenteritis grave, el médico puede indicar a la persona afectada que deje el medicamento y que no lo vuelva a tomar más.

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