GANALTO (898m.) 01/11/09 En este primer domingo de enero salimos de Algorta 34 mendigoizales para dirigirnos a Domaikia. Tras pasar por Altube llegamos a Murgia, donde en la misma plaza tomamos una desviación por la carretera A-4413 que nos condujo, después de 68 km., al pueblo de Domaikia. Domaikia está situada en una hondonada a las faldas de la Sierra de Arrato bajo la cumbre de Armikelo con una altitud de 652 metros. Está atravesada por los regatos Naiturri e Iñarraka, subafluente del río Bayas. En Domaikia actualmente la población apenas sobrepasa el medio centenar de personas, dedicadas primordialmente a una intensa actividad ganadera de vacuno y de caballar Una vez en Domaikia, pueblo compuesto por un mosaico de caseríos desperdigados, aparcamos el autobús muy cerca de la iglesia parroquial de San Bartolomé, edificio románico, posteriormente restaurado.
Domaikia es uno de 12 los concejos del municipio de Zuia (otros concejos, por cierto muy conocidos para los montañeros son: Murgia, Zárate, Sarria, Markina, Aperregi…), que ofrece en la mayoría de sus poblaciones excelentes edificaciones que responden al prototipo de caserío vasco, con diferentes elementos que los definen como auténticas unidades de producción familiar, si bien muchos de ellos actualmente no se utilizan: el horno, la cabaña, el silo, etc.
Algunos de estos caseríos en el pasado fueron la cuna de linajes tan conocidos como los Zárate o Aguirre, que nos remontan a las épocas alto medieval y moderna, periodos de fuertes enfrentamientos entre familias, por lo que estas casas disponían de elementos de defensa, hoy prácticamente desaparecidos.
Salimos desde la plaza donde está la iglesia, y por su parte lateral, en la que se ve un transformador eléctrico, arranca junto al antiguo lavadero y la fuente del pueblo, una pista asfaltada que tomamos para desviarnos muy pronto a la izquierda y llegar al cementerio.
A la derecha vemos el Atxabal, monte más conocido como Peñas de Oro, que tiene una modesta altitud pero se alza con su elegancia rocosa por encima del valle de Zuia, como si quisiera mirar con cierto toque agreste a la colosal mole del Gorbea, que se contempla desde la cima en un primer plano. En esta cima estuvimos el 13 de Enero del 2008, fecha en la que teníamos previsto ascender al Ganalto, y una cacería de jabalís nos lo impidió.
Tras abandonar la pista entramos en unos bellos parajes boscosos formados por robles, hayas, encinas, etc.
Cuando salimos del bosque llegamos a una zona abierta y herbosa donde nos reagrupamos. A la izquierda queda una poza por la que pasaríamos al regreso. Es una zona tranquila y acogedora, con unas bonitas vistas hacia las Peñas de Oro, el monte Marinda y la sierra de Gibijo. Fue un buen día para los seteros.
Según vamos ascendiendo hallamos ante nosotros una extraordinaria meseta herbosa que se pierde en el horizonte hasta la cumbre del Ganalto en plena sierra Badaia. Esta sierra dibuja un complejo sistema montañoso que se distingue por su configuración geológica, favorable a la formación de cavidades subterráneas, estando catalogadas más de cien en su subsuelo.
La zona se asemeja por su forma a una gran nave cuya proa sería la cumbre de Ganalto (conocido como Cruz de Ganalto o Cruz de Aperregi) y la popa, el monte Oteros. Ambas cimas son los extremos norte y sur de una gran meseta delimitada en todas sus vertientes por profundos cortados rocosos, salvo las suaves laderas boscosas de las vertientes sur y oeste.
Nuestros objetivos del día eran el Ganalto, y posteriormente la doble cima de Olazar que se elevan en el extremo norteño de Badaia, y ninguna de ellas supera los 900 metros, siendo Ganalto, con 898 metros, la más elevada de las tres. La máxima altura de la sierra es el lejano Oteros (1.038 m), que se localiza al sur de la meseta, sobre el paso de Subijana.
En esta característica cima se encuentra una cruz metálica que recuerda a la del Gorbea. La cruz no es la original. La primera era de madera y fue colocada en el 1900 por los vecinos de Aperregi siguiendo la recomendación del Papa León XIII de alzar cruces en los montes, coincidiendo con el cambio de siglo. Dicha cruz de madera estuvo en pie hasta el año 1953.
Un año después se procedió a la colocación de una nueva cruz, esta ya metálica, realizada por Iñaki y Andrés Elejalde. Debido al deterioro que sufrió la cruz con los años, el mismo Iñaki Elejalde se encargó de confeccionar artesanalmente una nueva cruz de siete metros de altura que reposa sobre cuatro patas. Anexa a la cruz hay un buzón que es una réplica del caserío donde vive su constructor. Desde la cima se ve perfectamente este caserío en el pueblo de Aperregi.
La nueva cruz se colocó el 15 de Noviembre del 2003. Ese día, y en un acto organizado por la sociedad excursionista Manuel Iradier de Vitoria-Gasteiz, se colocó una placa que homenajea la labor de los hermanos Elejalde y se recuerda al socio Juanito Salazar, que fue el impulsor de estas cruces. El 4 de diciembre del 2005 se colocó un belén, obra también de Iñaki Elejalde.
En la cima hay también un vértice geodésico y dos estelas
Desde la Cruz de Ganalto contemplamos un panorama excepcional, que muestra extensas zonas de la provincia de Araba destacando Gorbea y la bonita perspectiva de Aperregi a nuestros pies con el rocoso Atxabal (Peñas de Oro) y su antena cimera de fondo. Atxabal (896m.) y Ganalto (898m.), cierran el valle de Zuia, cobijando en sus laderas hermosas manchas de hayedo y robledal. Si desde Atxabal contemplamos bellos paisajes a comienzos del 2008, estas vistas desde Ganalto tampoco desmerecen.
Cuando terminamos de sacar las fotos de rigor, regresamos por el mismo camino de la ascensión, en dirección a Olazar, hasta llegar a un mirador, que tenía a nuestros pies un collado, donde destaca una poza (797m.). El agua no es potable, si bien se puede beber de un manantial que se filtra entre las piedras.
Perdimos altura hasta la charca, para remontar a continuación una cuesta muy pendiente, con el encinar a nuestra derecha.
Alcanzamos la primera cumbre de Olazar (886m.), que es llana y despejada, con un vértice en el borde y un buzón del Naturbide de Vitoria en el centro. Las vistas son similares a las de Ganalto.
Siguiendo nuestro caminar por el borde, descendimos unos pocos metros hasta un collado y remontamos hasta la segunda cima del Olazar (887m.), que es llana, herbosa y está sombreada por un bosquete de encinas. Tiene un mojón de divisoria de municipios, y un vértice geodésico, pero en cambio no hay buzón. Resultó un sitio ideal para realizar el hamarretako, incluyendo las vistas tanto sobre las lomas de Armikelo y Amaritu, como sobre Vitoria-Gasteiz.
El día había sido muy bueno para los seteros, así que tras la clasificación, algunos regresaron a Domaikia con su buena bolsa.
Tras descender, por fuerte pendiente, al collado donde se encuentra la poza, tomamos el camino por el que habíamos subido, y que nos condujo directamente a Domaikia.
El total del recorrido fue de 12,5 kilómetros en el cual invertimos tres horas, sin contar el hamarretako. Este es el mapa del recorrido que hicimos.
LA OPINIÓN DE ROBERTO Ha sido un día de esos que a uno le sale todo redondo. Ya desde que nos hemos levantado de la cama he notado ese regusto que produce el recordar que el Athletic ya ha hecho, y muy bien, los deberes el día anterior. Además, parece que viene un día espléndido de sol, como de veranillo. En esta situación los bártulos para ir al Ganalto que esperaban desde la noche anterior, los veía ligeros como plumas.
Tras la ascensión hemos alcanzado una zona con amplias vistas en todas las direcciones. Eran extraordinarias pero no lo era menos la alfombra que estábamos pisando en la que las galanpernas se mostraban en su mayor expresión, como reclamando nuestra atención. Para verlas yo.... Muchos hemos improvisado algo para cargar con ellas. Hasta la cruz ha sido un largo paseo, fácil, con profusión de cruces de comentarios jocosos en voz más fuerte de lo habitual dada la gran anchura de la senda que invitaba a ir algo dispersos. Foto por aquí, seta por allá, así hasta llegar a la pequeña réplica de la Cruz del Gorbea. Durante la vuelta, abajo, en el valle, algún jabalí se debía encontrar bastante acosado a juzgar por lo que se escuchaba desde la sierra. Como nos sobraban fuerzas, decidimos compartir el hamaiketako en otra pequeña cumbre, la del Olazar. Un lujo de sitio. El ambiente que llevaba el autobús de regreso a Algorta, delataba que había vuelto a salir un día redondo.