Modernidad, anomia y movimientos sociales Por: Flor Araceli Bonilla Martínez1
El presente análisis intentará recuperar la categoría de anomia planteada por Durkheim en su sentido negativo como el desvanecimiento de los lazos o vínculos sociales; y colocarla en otra dirección como condición de acción política dentro de los márgenes de la vida contemporánea, por ello es necesario hacer una caracterizaciòn del modo de vida moderno, de la forma de darse de éste y del cómo se nos presenta para poder así recuperar la categoría de anomia pero en un sentido positivo. Así mismo, al replantear la categoría utilizada por Durkheim en el Suicidio podemos intentar explicar algunas condiciones de acción que posibilitan o potencializan los movimientos sociales.
. Hablar de modernidad remite a una forma de sociabilidad, a una forma específica y concreta de generar vínculos y establecer relaciones, por lo cual es resultado y concreción de entender el mundo y de un proceso de desenvolvimiento histórico. La modernidad es entonces un proyecto inacabado e inconcluso que marco su direccionalidad y sentido al centrar la razón como eje articulador del vínculo social, desmistificando al mundo; y colocando así, al aspecto económico como eje fundador de la vida moderna, despojando a los sujetos de su capacidad política.
La modernidad en su despliegue y para su reproducción se sirvió de la configuración capitalista, se convirtió entonces en la forma de la socialidad misma al garantizar, mediante una estructura mercantil ampliada, el mínimo necesario de cohesión por medio del intercambio de mercancías y del posicionamiento de los sujetos como medios para la satisfacción de necesidades, es decir el hombre moderno adquirió valor de cambio y de intercambio convirtiéndose en sujeto - objeto; es propietario de si mismo, presente en su fuerza de trabajo, su sujetidad esta suspendida ontológicamente, es decir, mutilado sólo se presenta como poseedor de mercancías, convergentes en el mercado con 1
Alumna del Maestría en Comunicación y Política de la UAM-Xochimilco
calidad de iguales por su situación de posesión. Unos de los medios de producción y otros de su simple fuerza de trabajo, sea como mercancía dispuesta a ser intercambiada y consumida en aras de la obtención de otras mercancías que satisfagan sus necesidades más básicas o necesidades efímeras. El trabajador es propietario de nada, lo único que tiene es pues su propio cuerpo, es decir, el ser humano esta desdoblado de si mismo es sujeto y objeto; es el propietario privado, pero es el propietario privado de nada, de ninguna otra cosa que de si mismo, y este si mismo es justamente el que esta constituido en la fuerza de trabajo, en tanto objeto se vende; vende lo que seria su propiedad su fuerza de trabajo y al vender su fuerza él se va con ella, porque ella ( su fuerza de trabajo) solo puede estar en la medida en la que él exista,
esta entre paréntesis no es sujeto, simplemente esta allí,
mutilado en su sujetidad. .
El capitalismo moderno inventa las necesidades que no responden ni refieren a lo humano, el sistema de necesidades es impuesto por las necesidades de la reproducción del capital, es aquí donde
el sujeto intentará alcanzar constantemente esas “necesidades
efímeras” de lo inmediato y cuando estas hayan sido alcanzas se desvanecerán de manera fugas y se estarán creando nuevas. Por lo cual la modernidad capitalista es una forma social reducida a la reproducción económica que sólo encuentra sentido en la producción, circulación y consumo de mercancías. Las condiciones de la vida moderna capitalista han despojado al sujeto de su sujetidad, lo han enajenado tan violentamente que ha quedado reducido, suspendido y mutilado en su ser.
Esta nueva forma de socialidad se articuló como parte inmanente del desarrollo mismo de la modernidad, a tal grado que, hoy día hablar de modernidad refiere necesariamente a hablar de la forma capitalista en que se ha desenvuelto como medio de generación de riqueza y viceversa, hablar del hecho capitalista refiere por añadidura a la modernidad como la forma histórica en la que el capitalismo ha logrado desenvolverse de manera más amplia. Una crítica a esta forma histórica o al modo de darse de ésta, requiere pasar primero por una crítica a la socialidad misma del modo de vida moderno.
El hecho capitalista, como el modo de darse de una forma histórica concreta, no se presenta como una estructura separada de los sujetos, ni como una instancia a la que pueda accederse o sustraerse por la simple decisión. El hecho capitalista se muestra como una realidad intransitable, una realidad inaprensible pero si determinante y condicionante en cada una de las relaciones con ello el circulo vicioso en el que se envuelve reproduce y contribuye en mayor o menor medida a lógica de reproducción ampliada de la relación capital. Todo lo cotidiano, todas las formas de vivir se pueden volver pretexto para su reproducción y para que ésta mantenga su existencia se requiere como soporte y articulación a un Estado.
A la relación Estado compete asegurar la existencia de los sujetos que lo conforman, regular las relaciones y sancionar a todo aquel que trasgreda ésta relación, se nos presenta como el modo de lo gubernativo y lo social. Bien, si el capital es una relación basada en el interés, interés en tanto que los sujetos buscan la satisfacción de sus necesidades; el Estado se encarga de regular esa relación mediante la ostentación del monopolio de la violencia física legitima, la existencia de un aparato de gobierno, de un aparato de administración y un aparato legislativo, convirtiéndose así, en un orden jurídico que supera al orden moral que prevalece en la sociedad civil.
Ahora los sujetos aparecen como iguales jurídicamente y por lo tanto sujetos libres para venderse, para comprar y vender dentro de los márgenes que la relación Estado marca. El Estado entonces, es una forma del aseguramiento de la relación capital y de la relación mercado. Asegura el bienestar de los propietarios en el capital, tanto de aquellos que poseen propiedad privada y de aquellos que sólo se poseen a si mismo.
Al ubicar al capitalismo en una de las fases de expansión podemos ubicar claramente a nivel mundial una nueva forma de articulación geopolítica, económica y de dominación con el derrumbe de la Unión Soviética y con ello la representación de otra forma de vida existente, un hecho histórico que determina nuevas formas de articulación, nuevas formas de relación y crea nuevos mecanismos y estrategias de expansión del capital ya que no encuentra otra forma que se le contraponga y debilite su fuerza, marcando así
diferentes dispositivos y formas en las condiciones laborales, culturales, sociales y políticas.
Si al Estado lo entendemos como una relación social y por lo tanto dinámica donde se manifiestan y se encubren formas de dominación, el Estado queda transpuesto por esa nueva modalidad o forma en su expresión del actual estado de mundializaciòn en su versión del capital- financiero. Ésta forma no se explica si no es a través o por medio de la expansión necesaria y requerida del capital, proceso que siempre lo ha caracterizado, pero que se presenta de manera más violenta y que se sirve de los Estados Nacionales para lograr “infiltrarse” en la socialidades a través de su poder y aplicando una multiplicación de los recursos del mismo, es decir que se generan nuevas formas de control y no es que se eliminen la existentes sino que se agudizan y adquieren otras menos visibles, que van desde los espacios públicos, pasando por lo privado y trastocando lo intimo y al llegar a lo intimo el sujeto a perdido un proyecto de
vida, donde no hay sentido de referencia ni de
pertenencia.
Identificando algunos rasgos de la vida moderna y de la forma de darse de ésta recuperaré el concepto de anomia para lograr explicar la ruptura de los vínculos sociales, la transformación de éstos y las nuevas formas de organización social en los movimientos sociales.
Caracterizando lo moderno podemos encontrar algunas paradojas constitutivas a ésta, o formas que se han ido estructurando o definiendo que se oponen mutuamente, por ejemplo identidad y anomia en la sociedad actual. La modernidad marca pautas de comportamiento que no se terminan por aprehenderse; que no terminan por definirse cuando ya se están generan otras, el acelerado ritmo económico somete a los sujetos a trabajar como consecuencia a tiempos desbordantes, a tiempos tan acelerados que se reproducen en todos los aspectos de su vida cotidiana. Con ello la condición anomica se ha vuelto inherente y constitutiva de las sociedades en ese vació que se produce por el desgajamiento de la sociedad y ésta ha dejado de servirle de fuente de creencias, valores y normas con las que construir un orden moral, cognitivo y de sentido, podemos decir que la
anomia es una consecuencia del extrañamiento. No sólo las normas han desaparecido sino también los límites de la acción se han desvanecido. . No hay momento de disfrute ni de goce esto se vuelve efímero, desvanecente, en el mismo instante de satisfacción se ésta deseando nuevas cosas, y no es que en la constitución del sujeto el deseo sea una condición de existencia, sino que la transformación se ha dado de tal suerte, que el sujeto no sabe ya ni lo que desea, no encuentra el punto en que su deseo se encuentre alcanzado, además de que su deseo es creado por un sistema de necesidades que no le corresponden en su cualidad de humano, no hay un referente claro ni concreto de satisfacción.
El modo de vida moderno necesita un mínimo de cohesión ya sea determinando por relaciones laborales o por otras formas que se sirven de la vida moderna para lograr mantenerse unidos, encontramos que la identidad es condición de acción, es una condición de establecer referentes simbólicos, de irlos creando y re-construyendo en cada momento y a cada instante, la identidad solo se constituye en la y con la presencia del otro, el hacer cotidiano va creando las esferas de sentido y determinando las acciones con esa atribución de sentido. . Sin embargo encontramos otra forma aparentemente antagónica, una categoría que nos ayuda a entender una forma de vivir en la sociedad contemporánea el preguntarse si a través de esta categoría se pueden explicar procesos sociales, “la anomia” entendida como lo planteaba Durkheim: “Si el individuo se aísla, es que los lazos que lo unían a los otros seres se han aflojado o roto, es que la sociedad, sobre los puntos por donde él se halla en contacto con ella, no está bastantemente fuertemente soldados. Estos vacíos que separan las conciencias y las hacen extrañas unas a otras, proceden precisamente del relajamiento del tejido social” (Durkheim; 2000: 245) se han desvanecido los lazos, no hay modo de contenerse ni forma de determinar los limites, el sujeto no encuentra forma de conciliar toda la dinámica moderna, el vacío que se presenta ante él a cada momento se hace más infinito, los horizontes de sentido pierden forma alguna, es decir el sujeto genera un proceso de frustración antes de enfrentarse a cualquier situación porque de ante mano ésta
ha sido ya negada. La falta de significación de todo cuanto le rodea y de si mismo lo ha conducido a la indiferencia más absoluta.
El modo de vida moderno logra desvanecer los vínculos sociales
para crear
realidades efímeras, una aparente standarizaciòn de los gustos y del consumo de las prácticas sociales y de la interacción con los otros, todo se vuelve tan predecible que pierde su capacidad de sorpresa y de asombro, los sujetos no pueden relacionarse de otra forma que no sea indeterminada y sin certezas, o mediada por la industria cultural ya sea el internet o la televisión, el perseguir y el acceder a ciertas formas se vuelve inalcanzable que no permiten encontrar puntos de coincidencia comunes, y si los hay estos se vuelven a desvanecer en el preciso instante de encontrarse, las reglas morales y las formas de contención establecidas socialmente desaparecen y sólo queda el capital y las relaciones mercantiles como los limites de contención, donde “todo lo sólido se desvanece en el aire”, como forma efímera, fugas incontenible donde las solidaridades desaparecen.
Asistimos a una de la etapas más violentas de la evolución del capital, la que se manifiesta a través del capital financiero, donde se van generando sociedades de deshecho, sociedades condenadas a una transformación acelerada de los procesos culturales, sin un ordenamiento cultural, que se caracterizan por las relaciones laborales transformadas en maquilas o ha destajo. Las formas de producción eliminan toda identificación con los otros, no permiten esa identificación como sujetos, borran toda expectativa y los vínculos de solidaridad han sido quebrantados e incluso aniquilados, ya Durkheim lo mencionaba al citar a Séneca “ese estado de alma es el Séneca observaba en sus contemporáneos, al mismo tiempo que el suicidio que de él resulta. –el mal que no roe dice no está en los lugares en que nos hallamos, está en nosotros. Nos encontramos sin fuerzas para soportar nada, incapaces de sufrir el dolor, impotentes para gozar el placer, impacientes de todo. Cuantas gentes llaman a la muerte, cuando, después de haber ensayado sensaciones, sin poder experimentar ninguna nueva” (Durkheim; 2000: 249). La puesta en riesgo de la identidad queda anulada y con ello la eliminación de las experiencias, los sujetos se rigen por la autoconservación de si mismos y sin poder tener encuentro con el otro. La atribución
del significado de las experiencias queda reducida o anulada, no hay atribución de valores y con ello la construcción del sentido común del mundo queda eliminada . La anomia, la entendemos entonces como ese quiebre en la estructura social, una crisis que experimenta la sociedad en su orden normativo o el desvanecimiento de los referentes simbólicos, el vació de las normas y de las condiciones morales que regulan el comportamiento y por ende las relaciones, “Actualmente está surgiendo una nueva configuración moral, y la crisis, si hay, es simplemente por el desfase en gran medida general, con respecto a los nuevos valores” (Girola; 2005: 84). Esto lo podemos trasladar a formas elementales de la acción, sin querer abusar del termino podemos encontrar un cierto tipo de anomia política si es que se le puede llamar así, las acciones han perdido direccionalidad, han perdido todo sustrato ético- social, donde los ámbitos de la acción dejan de referir al otro, es decir no hay reciprocidad en las acciones colectivas.
A partir de ésta pequeña reflexión me surgen algunas interrogantes, al hablar de identidad como posibilidad y condición de unión y de articulación social que resurge o se construye en algunos movimientos sociales, ¿Por qué, no? Pensar que la anomia es una característica fundamental de la sociedad moderna, ¿cómo es, que se puede construir expectativas diferentes cuándo estos movimientos contienen en si mismo sujetos anòmicos?, si los referentes de sentido se han perdido, la anomia puede ser ¿una condición para existir?, ¿en que momento se puede ubicar una situación anòmica en los movimientos sociales? O tal vez, puede ser un momento que genere direccionalidad en los movimientos creando nuevas esferas de sentido, que no responden a una lógica establecida y que refieren a una forma de respuesta ante lo inmediato e inaprensible?, ¿podría entenderse, entonces como momento de ruptura y de creación?
Acaso es que
la anomia no puede ser entendida en forma positiva, en una
potencialidad de construcción de sentido diferente al formalmente establecido por la modernidad capitalista, en una respuesta creadora de horizontes alternativos de sentido y de experiencias políticas , siguiendo a Mafessoli: “la anomia es la dinámica societal, la parte informal, el impoderable que se estructura en la maña, el arreglo, la astucia, en la
negociación que empuja al cambio social en los espacios de incertidumbre al producir diseminación en la estructura formal, en lo instituido. (…) la anomia es el fenómeno que permite, justifica y legitima el establecimiento de reglas y normas, instaura la presencia de las fuerzas del bien: llámeseles el Estado y el control que se quiere imponer a través de las instituciones, sean éstas políticas, económicas (socialistas o liberales), de justicia del derecho o de la democracia occidental, en suma, todo aquello que está vinculado a lo instituido por la modernidad. Por lo tanto, vale la pena insistir en que lo anòmico se respira en el aire del tiempo, aunque no siempre se conozcan las raíces de su aroma “(Mafessoli; 2005: 16).
Los movimiento sociales surgen como una estrategia o respuesta ha esta nueva forma de articulación y emanan en condiciones y contextos específicos, un ejemplo de estos el EZLN que no es casual que su declaración de guerra sea en 1994 con el auge de las políticas neoliberales y el tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá; El movimiento de la APPO que surge como respuesta a un gobierno autoritario encabezado por Ulises Ruiz y en medio de una elección presidencial bastante cuestionable; Atenco otro movimiento que nace a partir de la intervención del capital extranjero, con el intento de la creación de un aeropuerto, por mencionar algunos.
En la sociedad moderna lo que se busca es prevenir los riesgos, contener los movimientos sociales y determinar las acciones, controlar a los sujetos, entonces la anomia no pone en juego esa socialidad para crear otra distinta, para referir al mundo de otra forma, acaso es que en los movimientos sociales no se crean esferas de sentido diferentes a las conocidas, no se construyen pactos solidarios con los otros, compromisos en relación a sus demandas, estrategias políticas para contraponerse a las establecidas por el poder del “Estado”. Es decir la potencialidad humana de construir nuevos horizontes de sentido, y recobrar su capacidad de acción política.
Lo que se pone en juego en los Movimientos sociales no se inscribe ni responde a una formula matemática su característica fundamental ésta en su condición de
impredicibilidad y de ir tejiendo espacios firmes para la construcción de acciones políticas, es un momento en que la potencia de lo político se encuentra presente en los sujetos, generando otro tipo de vínculos y otras formas de aprender su realidad que cuestionan y ponen en entredicho las formas de entendimiento previamente establecidas.
Otra característica de los movimientos sociales es la reivindicación por la autodeterminación, es decir el darle forma y contenido a su socialidad apelando a otro tipo de vinculo de lo humano, con la naturaleza y con los otros, recuperando una sujetidad no alienada por el capital, si bien la anomia en su sentido negativo se da por el extrañamiento acaso no es que en la acción política recobra la experiencia y el encuentro con el otro, desaparece las necesidades efímeras y se centra en las necesidades comunitarias.
Bibliografía: -Durkheim, Èmile.(2000) El Suicidio. Ediciones Coyoacan. México. D.F. -Echeverrìa Bolívar. (1995) Las ilusiones de la modernidad. UNAM-El equilibrista. -Girola Lidia. (2005) Anomia e individualismo. Del diagnóstico de la modernidad de Durkheim al pensamiento contemporáneo. ANTHROPOS-UAM-Azcapotzalco -Maffessoli Michel.(2005) La tajada del Diablo. Compendio de subversión posmoderna. Siglo XXI.
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