Fascismo

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Alumnos: Mari Carmen Barroso, Cristina Mora, Javier Redo y Gabriel Cornejo.

Curso: 1º D

CARACTERÍSTICAS Y DEFINICIÓN El fascismo es una ideología política fundamentada en un proyecto de unidad monolítica denominado corporativismo, por ello exalta la idea de nación frente a la de individuo o clase; suprime la discrepancia política en beneficio de un partido único y los localismos en beneficio del centralismo; y propone como ideal la construcción de una utópica sociedad perfecta, denominada cuerpo social, formado por cuerpos intermedios y sus representantes (patronales, sindicales, burocráticas, militares, religiosas, regionales) unificados por el gobierno central, y que este designaba para representar a las sociedad. Para ello inculcaba la obediencia de las masas para formar una sola entidad u órgano socio-espiritual indivisible. Utiliza hábilmente los nuevos medios de comunicación y el carisma de un líder dictatorial en el que se concentra todo el poder con el propósito de conducir en unidad al denominado cuerpo social de la nación.

El fascismo es un sistema político que trata de llevar a cabo un encuadramiento unitario de una sociedad en crisis dentro de una dimensión dinámica y trágica promoviendo la movilización de masas por medio de la identificación de las reivindicaciones sociales con las reivindicaciones nacionales.

Razón, voluntad y acción Las conexiones del fascismo con movimientos intelectuales supusieron en realidad, más que su influencia, su utilización y manipulación, para muchas personalidades destacadas En concreto en el caso de Alemania, ocurrió con tópicos culturales como el del superhombre de Nietzsche, o incluso con las desviaciones pseudocientíficas justificadoras del racismo, como la eugenesia y el darwinismo

social. La ciencia misma fue un principal objeto de consideración, encuadrada y subordinada de forma totalitaria al Estado y al Partido —de forma no muy diferente a como lo era en la Unión Soviética—.

La incoherencia de los postulados no era ningún inconveniente: el antiintelectualismo y el predominio de la acción sobre el pensamiento eran conscientemente buscados Incluso la modernidad estética inicial se llegó a despreciar (quema de libros, etc). Cualquier idea emanada del jefe es un dogma indiscutible, y una directriz a seguir ciegamente, sin discusión ni poder ser sometida a análisis. Nacionalismo de vencidos Se suele indicar que una característica de los países donde triunfaron los movimientos fascistas fue la reacción de humillación nacional por la derrota en la Primera Guerra Mundial. El resentimiento se manifestaba, en el plano internacional, en contra de los más claros vencedores (como Inglaterra, Francia o Estados Unidos); mientras que en el plano interno se volcaba contra el movimiento obrero (sindicalistas, anarquistas, comunistas, socialistas) o el peligro real o imaginado de una revolución comunista. Sobre todo en el caso alemán, se insistía en la convicción de pertenecer a un pueblo o raza superior cuya postración actual se debe a una traición que le ha humillado y sometido a una condición injusta; y que tiene derecho a la expansión en su propio espacio vital (Lebensraum), a costa de los inferiores.

Componente social La componente social del fascismo pretende ser interclasista y antiindividualista: niega la existencia de los intereses de clase e intenta suprimir la lucha de clases con una política paternalista, de sindicato vertical y único en que tanto trabajadores como empresarios obedezcan las directrices superiores del gobierno, como en un ejército. El nacionalismo económico, con autarquía y dirección centralizada se adaptaron como en una economía de guerra a la coyuntura de salida de la crisis de 1929, con un importante nivel de proteccionismo. No obstante, no hubo en ningún sistema fascista ni planes quinquenales al estilo soviético, ni cuestionamiento de la propiedad privada siempre que cumpliera lo que el Estado dictaminara como "función social", ni alteraciones radicales del sistema capitalista convencional más allá de una fuerte intervención del mercado favoreciendo determinadas áreas de las grandes empresas industriales

Raza, etnia e identidad El racismo entendido en su expresión puramente biológica, es decir, la intelectualización de la supremacía racial, no está presente en todos los movimientos fascistas Lo que sí aparece como una constante del fascismo, y para muchos autores lo caracteriza de racismo, es la concepción de la etnicidad como elemento identitario. Esa identidad étnica puede expresarse de otras formas, como las que atienden al origen geográfico (caso de la xenofobia de los movimientos neofascistas o neonazis que se oponen a la inmigración en muchos países europeos desde finales del siglo XX), la religión (fundamental para el fascismo francés, belga, croata o español, y más adelante en el conflicto de Irlanda del Norte o los casos de limpieza étnica que se han dado en las Guerras yugoslavas) o el idioma.

Totalitarismo, estatización y liderazgo El fascismo es un movimiento totalitario en la medida en que aspira a intervenir en la totalidad de los aspectos de la vida del individuo. Su individualidad no tiene sentido, porque la realización de una persona sólo se entiende dentro de los vínculos sociales de los que el Estado es la culminación. Cualquier forma de acción individual o colectiva ajena a los fines del Estado es rechazada. No existen derechos individuales ni colectivos

Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado. Mussolini

Se lleva a cabo una «estatización» de todos los ámbitos de la vida: económica, social, política, cultural e ideológica. El encuadramiento social se efectúa con todos los medios de la propaganda, con adopción de uniformes y lenguaje militar y uso masivo de los símbolos y lemas patrióticos y adoctrinantes. El fascismo desdeña las instituciones del Estado republicano y sustituye el voto como expresión de la voluntad popular por las expresiones masivas de apoyo al líder.

IGLESIA Y REGIMENES TOTALITARIOS Iglesia católica Es muy controvertido el papel de la Iglesia católica al respecto. La intervención de los católicos en política había dado origen a partidos confesionales católicos El mismo papa, Pío XI, que había condenado el agnosticismo de Maurras (1926), e incluso excomulgado a los miembros de Action Française (1927), tuvo no obstante una relación pública con Mussolini que podía verse como cálida (Pactos de Letrán, calificación de hombre enviado a nosotros por la Providencia, petición de voto a los fascistas en las elecciones de 1929), al tiempo que condenaba en la encíclica Dilectissima nobis el laicismo agresivo de la Segunda República Española;49 aunque se ha llegado a encontrar un apunte suyo en un diario secreto describiendo su oposición íntima a nazismo y fascismo.

Pío XII siempre se ha visto como un personaje más tibio, menos expansivo y más contemporizador. Especialmente sus relaciones con Alemania (que conocía bien por haber sido allí nuncio apostólico) se han llegado a calificar de complicidad, especialmente por no condenar de modo claro el régimen nazi y la persecución de judíos desde un primer momento. No obstante, la encíclica Mit brennender Sorge (Con viva preocupación, de 14 de marzo de 1937), que redactó para Pío XI siendo aún solamente el Cardenal Pacelli, y que se leyó en las 11.000 iglesias católicas alemanas, contiene una alusión en términos genéricos a cuestiones que pueden interpretarse como alusiones al fascismo, nazismo o totalitarismo equiparándolos con la idolatría La identificación de Pío XII y la iglesia católica española con el bando sublevado en la Guerra Civil Española y el régimen franquista posterior fue explícito (Carta colectiva de los obispos españoles, Concordato español de 1953), llegándose a

acuñar el término nacional catolicismo para definir uno de sus rasgos ideológicos y una de las principales familias que le sustentaban.

La postura del Vaticano en la Segunda Guerra Mundial comenzó por una débil condena de la invasión de Polonia que los aliados consideraron demasiado cautelosa. El mantenimiento de una postura neutral y los intentos de mediación fueron interpretados como un apoyo oculto a Alemania. Tras la derrota de las potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial, muchos criminales de guerra huyeron a Suiza y a Argentina con la ayuda de religiosos católicos (algunos con pasaportes del Vaticano y disfrazados de sacerdotes). Como también la iglesia católica ayudó a judíos, y personas de todas las nacionalidades recibieron salvoconductos, se especula con que el Vaticano tuviese algún conocimiento respecto a la situación de las minorías religiosas y étnicas dentro de Alemania e Italia antes del final de la guerra, a diferencia de otros gobiernos aliados. Tal situación se ha considerado en algunos casos como ejemplo de una actitud de la Iglesia comprometida con los perseguidos; en otros casos se ha criticado que, teniendo noticia de las atrocidades que se cometían, no condenase expresamente los regímenes nazi y fascista durante la guerra. En 1998 el papa Juan Pablo II realizó una autocrítica de la postura del Vaticano ante el Holocausto, pidiendo perdón; aunque defendió a Pío XII.

Iglesias protestantes La actitud de los cristianos bajo el nacionalsocialismo, tanto los católicos como los protestantes, fue particularmente delicada. Entre los pastores luteranos hubo muchas adhesiones a los pronazis. Se intentaba conseguir una Cristiandad Positiva que purgase el Cristianismo de influencias judías. Se aceptó la aplicación a los clérigos y sus esposas de la legislación de pureza racial aria. Otros mantuvieron una postura crítica (Dietrich Bonhoeffer fue encarcelado por su oposición y más tarde ejecutado por considerarle relacionado con el atentado contra Hitler de 1944), especialmente el movimiento conocido como la Bekennende kirahe (Iglesia Confesante, 1934); y muchos un distanciamiento prudente.

DIFUSIÓN DEL FASCISMO Alemania La República de Weimar surgió tras el hundimiento del Imperio Alemán y el fracaso de la revolución espartaquista. Los movimientos de extrema derecha incluyeron los paramilitares Freikorps, destacados en la represión de la revolución y disueltos en 1920 y el muy minoritario Partido Obrero Alemán, 1919 de Anton Drexler y Dietrich Eckart, del que formaba parte el cabo Adolf Hitler como infiltrado de los servicios secretos. En 1920 se fijaron los 25 puntos de su programa y se cambió su nombre por el de Partido de los Trabajadores Alemanes Nacionalsocialista, NSDAP, ya con Hitler como dirigente destacado. El corpus doctrinal del nazismo fue tan indefinido como el del fascismo italiano. Ninguno de los dos movimientos se basó en la coherencia ideológica. No obstante, Hitler había comenzado a redactar durante su estancia en la cárcel tras el Putsch de la cervecería. El incendio del Reichstag, la muerte del anciano Hindenburg y la renovación de la victoria electoral del Partido facilitaron la transición a un régimen de partido único que aplicó sin concesiones el programa nazi, incluyendo la represión de toda oposición política o social y la legislación de pureza racial. El rearme y el encuadramiento social (que ignoraba cualquier reivindicación salarial o de condiciones laborales), y una política económica intervencionista, redujeron el paro de 6 millones a sólo 400.000. La política de apaciguamiento de las potencias europeas permitió una serie interrumpida de éxitos internacionales, entre los que se cuentan la remilitarización de Renania, la anexión de Austria y la victoria de su aliado Franco en la Guerra Civil Española (en la que se experimentaron entre otras, las tácticas aéreas de la Legión Cóndor). En 1939, a los pocos días del término de ésta, el pacto nazi-soviético y la crisis de Danzing, significaron el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, en cuya primera fase consiguió imponerse en toda Europa (excepto en la batalla de Inglaterra), con una poco decisiva ayuda italiana. La invasión de la Unión Soviética y la entrada de los Estados Unidos llevaron a su derrota, que parte de la élite nazi pretendió vivir como el fin de la civilización.

Austria Una coalición de partidos de derecha, llevó al poder a Engelbert Dollfuss en 1932. Sus principales apoyos eran el tradicional Christlichsoziale Partei (Partido Social Cristiano) y una amalgama de movimientos más extremistas, como la paramilitar Heimwehr, aglutinados por Ernst Rüdiger Starhemberg bajo el nombre de Vaterländische Front (Frente Patriótico), de más clara orientación fascista. Dollfuss disolvió de forma indefinida el parlamento (marzo de 1933) e inició un régimen autoritario que recibía el nombre de Ständestaat. En respuesta a la creciente actividad de movimientos pro-nazis, partidarios de la anexión a Alemania (Anschluss), prohibió al NSDAP local (junio de 1933) y al SDAPÖ (febrero de 1934). En julio del mismo año fue asesinado. Fue sustituido por Kurt Schuschnigg, que siguió oponiéndose a las pretensiones de anexión. En cambio Arthur Seyß-Inquart, su ministro de interior y sustituto como canciller, requirió la presencia militar alemana que acabó con la independencia austriaca.

Suiza El Nationale Front (Frente Nacional Suizo) se fundó en 1930, con ideología de extrema derecha y antisemita. Aprovechó el modelo de democracia directa para forzar un referéndum con el objetivo de enmendar la constitución en ese sentido, en 1935, pero fue ampliamente derrotado, y sus actividades declinaron. El Nationale Bewegung der Schweiz (Movimiento Nacional de Suiza), fue fundado en 1940 y actuaba como paraguas de las actividades alemanas en el país.

Europa Oriental La indefinición y arbitrariedad de las fronteras caracteriza a esta amplia región. Los Tratados de Versalles difícilmente hubieran podido aplicar los 14 puntos de Wilson, que pretendían conseguir la paz con el reconocimiento del principio de nacionalidad: un estado para cada nación. La disolución de los imperios multinacionales (Imperio Alemán, Imperio Ruso, Imperio Austrohúngaro e Imperio Turco) fue sustituida por un conjunto de reinos y repúblicas de difícil definición y coexistencia, en ausencia de fronteras naturales, y con un nivel de desarrollo económico y social más atrasado que en la Europa Central u Occidental. El nacionalismo exacerbado, el militarismo, los liderazgos carismáticos, la agresividad expansiva o defensiva y las salidas políticas autoritarias o totalitarias, todas ellas características o componentes de lo que se suele definir como fascismo, fueron muy frecuentes en esta zona de Europa antes de la Segunda Guerra Mundial. Un factor añadido fue la vecindad de la Unión Soviética, que se veía como uno de los dos enemigos principales (el otro era la propia Alemania) entre los que la región estaba «emparedada». La democracia como régimen político era de implantación reciente, y las sucesivas crisis económicas (la posterior a la guerra y la de 1929) la sometieron a fuertes tensiones, que hizo que en muchos países se optara por salidas autoritarias. Donde se mantuvo, las fuerzas políticas y sociales se polarizaron entre las alternativas extremas: fascismo y comunismo.

Europa Noroccidental La zona más desarrollada económica y socialmente, también disponía de los regímenes democráticos más estables y arraigados. También es importante considerar que, o bien estaban entre los vencedores de la Primera Guerra Mundial, o bien habían sido países neutrales y pretendían seguir siéndolo. La aparición de movimientos fascistas o nazis pudo tener un desarrollo endógeno, pero su llegada al poder fue estrictamente dependiente de su ocupación o no por Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, e incluso en ese caso, nunca ejerció un poder real sino estrictamente tutelado por ésta, cuando no se redujo a ser un simple enmascaramiento de la ocupación.

Francia La extrema derecha en Francia tenía una prolongada tradición, que se remonta a la restauración monárquica de 1814, y se había visto alimentada desde 1871 con el

miedo a la revolución proletaria (experiencia de la Comuna de París) y el revanchismo por la derrota en la Guerra Franco-prusiana (que incluía el irredentismo por la pérdida de Alsacia y Lorena). El añadido del antisemitismo a partir del Caso Dreyfus, terminó de constituir en determinados círculos sociales, políticos e intelectuales, una amalgama ideológica que puede considerarse como un claro precedente del fascismo. Este ambiente encontró su expresión en grupos como la Action Française, creada en 1898 por Maurice Pujo y Henri Vaugeois, y que se mantuvo como referente de la extrema derecha francesa bajo el liderazgo de Charles Maurras. Su fuerte personalidad fue determinante para centrar los elementos de la reivindicación de la personalidad tradicional francesa en la monarquía y el catolicismo (en ambos casos con un criterio totalmente utilitario: él mismo era agnóstico), y empujar al activismo callejero a la sección juvenil denominada Camelots du roi. Durante el periodo de entreguerras, en el que la vida política de Francia se vio sometida a alternancias políticas pendulares entre el Bloque Nacional y el Cartel de las Izquierdas, en algún momento se temió que la radicalización de las posturas condujera a una salida autoritaria similar al fascismo, No obstante, la mayoría social de Francia optó por salidas posibilistas que incluían el pacto social. La comparación con la tragedia española que comenzó sólo un mes después (18 de julio de 1936) visibiliza el distinto grado de cohesión social en una y otra nación, que explica en buena parte que el fascismo no triunfara endógenamente en Francia. No obstante, muchos franceses tomaron partido apasionadamente por un bando u otro de la Guerra Civil Española

España Durante la dictadura de Primo de Rivera Ernesto Giménez Caballero comenzó a difundir la ideología fascista. Admirador de Mussolini, había visitado Italia en 1928. A su vuelta propagó lo que él llamó la "latinidad" militante. Admiraba Roma como la capital de la religión y del fascismo. Pero fue Ramiro Ledesma, que trabajó en la Gaceta literaria que editaba Giménez Caballero, quien un mes antes de proclamarse la Segunda República Española fundara la revista La conquista del Estado inspirada en su homónima italiana La conquista dello Stato, como él mismo dice, germen del fascismo español. Algunos otros intentos se quedaron en proyecto, como el Partido Laborista de Eduardo Aúnes. Otros partidos de posturas extremas tuvieron componentes más tradicionales (conservadurismo, clericalismo, monarquismo o tradicionalismo): el Partido Nacionalista Español de José María Albiñana, Tradición y Renovación Española y el Bloque Nacional de José Calvo Sotelo. Aunque la mayor parte de la derecha tuvo una posición más posibilista, representada por la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) de José María Gil-Robles, sus juventudes actuaban como un grupo de disciplina casi paramilitar (Juventudes de Acción Popular, JAP, de Ramón Ruiz Alonso). La Guerra Civil supuso para el bando sublevado la unificación de todos los partidos políticos en un único Movimiento Nacional (Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista), que pretendía convertirse en el único cauce de participación en la vida pública y encuadrar todos los aspectos de la sociedad

y de la economía, en un sistema corporativo. En lo político, la caracterización del modelo de gobierno de la dictadura del general Francisco Franco se ha hecho como fascismo o como un régimen autoritario. Para otros no es un fascismo puro, sino un régimen típicamente reaccionario, que adoptó oportunistamente en sus inicios una fachada hitleriana-mussoliana y que pretendía la reproducción feudal. Tras una durísima posguerra de autarquía y nacional catolicismo, el franquismo supo aprovechar la oportunidad que le ofrecía la Guerra Fría para superar su aislamiento mediante la alianza con los Estados Unidos desde 1953.

EEUU Existieron grupos fascistas durante la década de 1930. Por ejemplo, la Silver Legion (Legión de Plata) de William Dudley Pelley y el German American Bund o German American Federation (Federación Germano-americana) de Fritz Kuhn abiertamente apoyados por la Alemania nazi en esa época, y que funcionó como un lobby o grupo de interés y presión política. Al mismo tiempo, la radio católica acogía al padre Charles Coughlin, que comenzó a mostrar simpatía hacia el nazismo y un fuerte anti-semitismo. El American Nazi Party de George Rockwell fue un pequeño grupo en las décadas siguientes, que apoyaba el movimiento White Power (supremacismo blanco) y se oponía al creciente movimiento por los derechos civiles. En 1933, se denunció una conspiración para derrocar al presidente Franklin D. Roosevelt mediante un golpe militar. Esta presunta conspiración, cuya existencia real es difícilmente demostrable, se conoció como el Business Plot (Complot de los Negocios), porque teóricamente involucraba a la élite industrial y financiera, cuyos intereses se suponían amenazados por la política del New Deal.

Rusia Con anterioridad a la Revolución de 1917 funcionó un grupo denominado Centenas Negras, que podría considerarse como un precedente del fascismo. Después, los partidarios del régimen zarista u opuestos a los bolcheviques y apoyados por las potencias vencedoras de la Primera Guerra Mundial formaron el Movimiento Blanco, que llegó a controlar amplias zonas durante un corto periodo de tiempo en la Guerra Civil Rusa (1918-1922). Su programa ideológico, que se definía sobre todo por los círculos de emigrados rusos (muy activos en París y Londres), se basaba en el conservadurismo (en defensa económica de los intereses de terratenientes y burguesía; y religiosa de la Iglesia Ortodoxa Rusa -políticamente no había una definición tan clara, entre la autocracia zarista y la democracia representativa más al gusto de los aliados, pero siempre opuesta a los soviets-), el anticomunismo y el antisemitismo. Con efecto más militar que ideológico, durante la guerra existió un Movimiento de Liberación Ruso e incluso un Ejército de Liberación Nacional Ruso del que fue parte fundamental fue la Brigada Kaminsky que combatió bajo las órdenes alemanas

En el periodo posterior al derrumbe de la Unión Soviética, en la Federación Rusa han aparecido movimientos y personalidades políticas de extrema derecha, que recuperan el antisemitismo y el nacionalismo exacerbado, como Vladímir Zhirinovsky y otros más minoritarios, incluso de estética neonazi.

Japón La ideología japonesa que suele denominarse nacionalista, expansionista, imperialista o militarista, guarda cierta relación con el fascismo, además del hecho de que Japón formó parte de las potencias del Eje durante la Segunda Guerra Mundial y que la ocupación japonesa de extensos territorios en Asia permite de algún modo la comparación a la de los alemanes e italianos en Europa. Existió en los años 20 y 30 una organización dentro del ejército que pretendía instaurar un gobierno militar totalitario: la Kōdōha (Facción del Camino Imperial), que aunque nunca llegó a formar un partido político, sí intervino en política, e incluso intentó tomar el poder mediante fallidos golpes de estado entre 1934 y 1936. Durante los años de la Segunda Guerra Mundial el peso del ejército incluso aumentó.

EL FASCISMO ITALIANO Benito Amilcare Andrea Mussolini fue un dictador italiano. Primer ministro del Reino de Italia con poderes dictatoriales desde 1922 hasta 1943, cuando fue depuesto y encarcelado. Después de su rescate se le cedió el cargo de Presidente de la República Social Italiana desde septiembre de 1943 hasta su derrocamiento en 1945. El Partido Nacional Fascista fue el partido político italiano con la máxima expresión del fascismo y el único partido legal durante la dictadura de Benito Mussolini. El PNF fue fundado en Roma, el 7 de noviembre de 1921 por iniciativa de Mussolini al convertirse en partido los Fasci Italiani di combattimento. Los fascistas conquistaron el poder el 28 de octubre de 1922, al ser nombrado Mussolini jefe de gobierno tras la marcha sobre Roma. Creando una ley electoral que beneficiaba a los ganadores, el PNF consiguió la mayoría absoluta en abril de 1924. El partido se convirtió en el único permitido desde 1928 a 1943. Sin embargo, el PNF se disuelve con el arresto de Mussolini. Con la liberación del dictador por los alemanes, el partido se refunda con el nombre de Partido Fascista Republicano, que concluirá su existencia con la muerte del Duce. El fascismo en Italia (que originó la llamada Italia fascista) fue un movimiento político del siglo XX que surgió en el Reino de Italia al finalizar la Primera Guerra Mundial. Nació en parte como reacción a la Revolución Bolchevique de 1917 y a las fuertes peleas sindicales de trabajadores y braceros que culminó en el bienio rojo, en

parte como polémica respecto a la sociedad liberal-democrática que salió maltrecha de la experiencia de la Primera Guerra Mundial. El nombre deriva de la palabra italiana fascio. La palabra, en la antigua Roma, era usada como símbolo de la unión de los luchadores. El símbolo fascista es el Fasces romano que significaba el poder del régimen, en particular el poder jurisdiccional.

Los ideales del fascismo La Italia Fascista exaltaba la idea de nación frente a la de individuo o clase; suprimía la discrepancia política en beneficio de un partido único y los localismos en beneficio del centralismo. Utilizaba hábilmente los nuevos medios de comunicación y el carisma de un líder, Benito Mussolini en el que se concentraba todo el poder. Aprovechaba los sentimientos de miedo y frustración colectiva para exacerbarlos mediante la violencia, la represión y la propaganda, y los desplazaban contra un enemigo común real o imaginario, interior o exterior, que actúa de chivo expiatorio frente al que volcar toda la agresividad de forma irracional, logrando la unidad y adhesión (voluntaria o por la fuerza) de la población. El fascismo es expansionista y militarista, utilizando los mecanismos movilizadores del irredentismo territorial y el imperialismo que ya habían sido experimentados por el nacionalismo del siglo XIX. El componente social del fascismo pretende ser interclasista: niega la existencia de los intereses de clase e intenta suprimir la lucha de clases con una política paternalista, de sindicato vertical y único en que trabajadores y empresarios obedezcan las directrices superiores, como en un ejército. Tal es el corporativismo italiano o el nacionalsindicalismo español. El nacionalismo económico, con autarquía y dirección centralizada se adaptaron como en una economía de guerra a la coyuntura de salida de la crisis de 1929. No obstante, no hubo en ningún sistema fascista ni planes quinquenales al estilo soviético, ni cuestionamiento de la propiedad privada ni alteraciones radicales del sistema capitalista más allá de la intervención del mercado. Hay que preguntarse si todo ello sirve a los intereses de alguna clase en concreto.

El nacimiento del fascismo Entre las capas sociales más descontentas e influenciables por las sugestiones y la propaganda nacionalistas que infundieron el mito de la «victoria mutilada», emergieron las organizaciones de excombatientes, entre las que, se añadía, a la frustración generalizada, el resentimiento provocado por no haber obtenido suficiente reconocimiento a los sacrificios, la valentía y el desprecio al peligro demostrados a lo largo de los duros años de combate en el frente. Fue este el contexto en el que el 23 de marzo de 1919 Benito Mussolini fundó en Milán el primer fascio de combate. El nuevo movimiento expresó la voluntad de «transformar, con métodos revolucionarios si es necesario, la vida italiana», autodefiniéndose partido del orden y consiguiendo de este modo ganarse la confianza de las capas de población más ricas y conservadoras, contrarias a cualquier agitación y reivindicación sindical, en la esperanza de que la fuerza de choque de los fascios de combate se opusiera favorablemente a las revueltas promovidas por socialistas y católicos populares.

Al movimiento le faltaba sin embargo inicialmente una base ideológica bien definida, y el mismo Mussolini no se había decantado por una u otra línea ideológica concreta, sino simplemente contra todas las demás. Según su intención, el fascismo habría debido representar una «tercera posición».

El fascismo se transforma en dictadura En el período de instalación régimen escuadristas fascistas devastaron diez centros de periódicos, veinticinco casas de pueblos, cincuenta y nueve habitaciones de trabajo, ochenta y cinco centros de cooperativas, cuarenta y tres ligas de agricultores, treinta y seis círculos obreros, diecisiete círculos de cultura, treinta y cuatro secciones socialistas, doce asociaciones varias. A partir de 1938 el régimen fascista promulgó una serie de decretos conocida como leyes raciales, que introducían medidas discriminatorias y persecutorias en relación con los hebreos italianos. Entre los diversos documentos y medidas legales que constituyen el corpus de tales leyes figura el Manifiesto de la raza, o más exactamente el Manifiesto de los científicos racistas, publicado por primera vez en forma anónima en el Giornale d'Italia el 15 de julio de 1938. Entre 1943 y 1945, el gobierno de la República Social Italiana se hizo cómplice en la deportación a los campos de concentración nazis de numerosas mujeres y hombres de religión hebraica. En aquel campo se asesinó también a algunas personas y se instaló un horno crematorio El régimen establecido de Mussolini trajo al arresto de mil doscientos cincuenta partidarios al judaísmo, mil de cual fueron destinados al campo de concentración de Auschwitz. Durante la Segunda Guerra Mundial y en el consiguiente periodo de la resistencia italiana, fueron 194.000 los militares y 3.208 los civiles caído sobre los frentes de guerra (17.488 los militares y 37.288 los civiles caído en actividades partidarios en el suelo italiano). Esa que sigue son otras cifras de origen ANPI tratando las victimas del fascismo: 9.249 militares muertos en actividades de partidarios afuera de los de las fronteras de Italia; 1.478 militares e 23.446 civiles muertos entre los deportados en los campos de concentración de la Alemania nazi; 41.423 militares muertos entre las soltados recluido en Alemania; 5.927 militares caído al lado de los aliados: 38.939 civiles muertos de bombardeo. A estas cifras van adjuntas aquellas relativas al periodo de la expansión colonial. En particular se calcula que han sido 21.123 los ciudadanos libios matados por las tropas de ocupación entre 1911 y 1923. Es imposible calcular el número exacto de las muertes necesitadas durante el periodo fascista, aunque si algunas fuentes lo apuntan como la mitad del total, también con el uso de gas venenoso, prohibido internacionalmente.

Por último, deben ser considerados entre las víctimas del fascismo los que fueron sometidos por la fuerza a medida de la estancia, o el confinamiento en pequeñas islas en el Mar Mediterráneo o en las aldeas, principalmente en el sur de Italia. La medida punitiva se adoptó sobre la base del Real Decreto 1848 expedido el 6 de noviembre de 1926. Era aplicable a cualquier persona considera una amenaza para el orden estatal o el orden público. En vista de las elecciones del 6 de abril de 1924 Mussolini aprobó una nueva ley electoral que le permitiría tener 3/5 de los puestos en el gobierno, los cuales recogerían un 40% de los votos. En el período de la campana electoral se mantuvo un clima de tensión, a causa de intimidaciones y riñas entre los partidos. Mussolini obtuvo en estas elecciones un 60,9% de los votos. El día 30 de ese mismo año el diputado socialista Giacomo Matteotti disputó su oposición respecto a los resultados de las elecciones. El 10 de junio de 1924 por órdenes de Giovanni Marinelli (cabecilla de la policía fascista), Matteoti fue secuestrado y asesinado. El 3 de enero de 1925 en la Cámara, Mussolini realizó el famoso discurso en el cual asume la responsabilidad por los hechos ocurridos. Con ese discurso Mussolini se declaró dictador. En la década de 1925-1926 se publicaron una serie de normas en contra de la libertad: fueron disueltos todos los partidos políticos y los sindicatos no fascistas, se elimino toda libertad de prensa, de reunión y de expresión, se restableció la pena de muerte y se creó un Tribunal Especial con amplios poderes, capaz de mandar al exilio a las personas desagradables al régimen con una simple medida administrativa. La Socialización fascista es un eslogan creado o utilizado por el fascismo económico para designar una doctrina económica que en las intenciones de sus proponentes, hubiera sido la "tercera vía" frente a los dos grandes sistemas económicos del siglo XX, el capitalismo y el comunismo tanto en lo que respecta a la economía está en sus reflexiones sobre las consecuencias sociales. Es una propuesta inspirada en el Socialismo utópico, la democratización interna del lugar de trabajo y las teorías fascistas mistificadoras del trabajo, de corte corporativista y centralista por lo que no debe confundirse con la comunización de parte del socialismo libertario.

La base de la socialización es la presencia total de los empleados en la gestión de la producción y de la empresa, junto, o no, al Estado y al empresariado. Esta es una gran diferencia con el capitalismo, donde la producción de una entidad es propiedad de una persona o de una sociedad de personas también ajenas a la producción, mientras que la producción se ha encomendado a los empleados. Y, a diferencia del socialismo real o comunismo en esa época, donde la propiedad se sustituye "por el Estado" y es administrado por administradores de nombramiento político. Al igual que en el capitalismo, la teoría socializadora establece el derecho a la propiedad privada, la libertad de iniciativa económica, el respeto de la ley "demanda-oferta" y la libre competencia, siempre dentro de unos márgenes estrictos "en beneficio del interés general de la comunidad", si bien el Estado se reserva el derecho de intervención en la economía cuando lo considere oportuno.

La socialización, aunque sea una teoría revolucionaria del trabajo y de la economía, en la época de aplicación, a diferencia la colectivización comunista, no prevé la aplicación de su doctrina a través de una revolución repentina violenta, sino a través de leyes que prohíban el trabajo asalariado. La jerarquía y la división de las ganancias de las empresas que se han decidido por todos los participantes electorales de la empresa, en el estilo del corporativismo, es decir, trabajadores, Estado y empresariado. La plena aplicación de la socialización estaba prevista, irónicamente, el 25 de abril 1945. El primer acto de política CLNAI después de la derrota del fascismo en el norte de Italia es la eliminación del Decreto Ley de socialización (25 de abril de 1945).

Pervivencia del concepto hasta la actualidad Neofascismo

El fascismo en sus expresiones más tradicionales resurgió en las décadas de los 80 y 90 del siglo XX bajo los nombres de neofascismo y movimiento neonazi, que en sus formas más marginales reproduce la estética retro y actitudes similares (violencia juvenil callejera). Como movimiento político de presencia institucional, en Italia apareció después de la Segunda Guerra Mundial bajo la forma del partido político Movimento Sociale Italiano (Movimimiento Social Italiano, misinos), que con el tiempo buscaría una presencia más asumible por el régimen político democrático bajo el nombre de Alleanza Nazionale (Alianza Nacional) y se redefinió como postfascista.

Bibliografía Wikipedia.com http://blog.unlugarenelmundo.es/2008/02/02/dejemos-a-la-iglesiaque-nos-diga-a-quien-votar/

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