Fundamentación Antropológica y Filosófica de la Ética y la Moral. Jumbo González William Ítalo1 Resumen: El primer capítulo presenta la noción general de la ética desde la fundamentación antropológica de la conciencia, el acto, el valor y la valoración moral como aspectos del ser humano que debe tener en cuenta en su formación como persona moral en relación con los demás. Luego, se plantea la fundamentación filosófica de la Ética, desde la virtud como tema que ha sido desarrollado en la Filosofía Occidental, en relación a la moral teórica y fáctica que permiten el desarrollo de principios morales como la libertad, responsabilidad, tolerancia e igualdad. Principios morales que se constituyen en principios sociales necesarios en la formación moral de la persona que busca ser feliz en la relación con los demás.
Palabras Clave: Ética, moral, antropología, filosofía, axiología, principios éticos.
1. INTRODUCCIÓN
La persona, la familia y sociedad en general, en pleno siglo XXI, están en crisis de valores, porque niños y jóvenes fueron y son educados por parientes cercanos a los padres como: tíos, abuelos, primos, etc; que por situaciones de separación y migración de los progenitores a países desarrollados en busca de mejores ofertas de trabajo, tuvieron que dejar a sus hijos, generando una educación permisiva en valores. Por otro lado, los embarazos adolescentes actuales, han ocasionado la paternidad y maternidad precoz que conlleva a dejar en algunos casos los estudios de colegio o universidad para dedicarse a la crianza de los hijos desde la remuneración de un empleo. Esto ha generado nuevos modelos de familia, monoparentales, extensas, reconstituidas, nucleares, extensas, de abuelos, y a la vez, la distribución de los hijos sea con el padre o madre según la sentencia de la ley. Realidad familiar que se ha caracterizado por no controlar las acciones de los hijos ni la educación y práctica de valores de parte de los padres. Igualmente, las instituciones educativas, han relegado y relativizado la formación ética en las mallas curriculares, lo que establece la escaza formación axiológica y moral de los educandos. Situación que requiere docentes formados a nivel 1
Estudiante del doctorado en Filosofía de la Tecnociencia: Pontificia Universidad Bolivariana de Medellín- Colombia (2015-2019). ID Código ORCIDE: https://orcid.org/0000-0002-2176-7441
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integral para formar desde la cátedra interdisciplinar la práctica y vivencia de valores en los mismos. Ante esta situación un poco crítica, es necesario afirmar que la formación académica desde la ética y moral, se constituyen en un puente que permiten el análisis, reflexión y toma de decisiones ante un escenario de ausencia o permisividad por lo que es urgente retomar el estudio de la ética y la moral en la formación integral de la persona a nivel de las instituciones educativas que son las que deben fortalecer la enseñanza de valores. Sin embargo, son los progenitores y el círculo familiar los primeros responsables de enseñar principios y valores, otorgando una ética de mínimos que pondrán en práctica en relación a otros parientes, amigos y conocidos, llamada ética de máximos. Valores que se asimilan en la práctica cotidiana de la vida y se constituyen en el motor que generan: alegría, paz, felicidad, bienestar personal, familiar y social. Por ello, el siguiente capítulo presenta una fundamentación de la ética y la moral a nivel antropológico y filosófico, argumentando la terminología respectiva desde varios autores, y la diferencia entre los mismos. Profundizando en los respectivos principios que fortalecen la identidad de la persona, con el fin de asumir en la práctica social los valores indispensables para alcanzar la felicidad personal y social que involucren el bienestar y la calidad de vida, dignos del ser humano que construye una sociedad justa y en paz.
2. DESARROLLO: FUNDAMENTACIÓN DE LA ÉTICA Y LA MORAL.
2.1.- Fundamentación Antropológica
El ser humano desde su origen evolutivo fue nómada, a la vez se constituyó en un ser capaz de relacionarse con los demás, formando grupos sociales o ayllus, los mismos que se caracterizaban por crear costumbres, que iban desarrollando y aprendiendo en la actividad diaria de caza, agricultura, pesca, y de guerra para protegerse de otros grupos sociales o clanes. Arrebataban a las mujeres, niños, y jóvenes varones con el fin de esclavizarlos en civilizaciones superiores con mayor conocimiento y técnica; lo que permitió el desarrollo social y crecimiento de tradiciones, fusionar leyendas, mitos y aprender otros lenguajes que se iban mezclando y perfeccionando con el pasar del tiempo y el nacimiento de nuevas familias y sociedades. La historia demuestra que el ser humano, tuvo que aprender a sobrevivir y a enfrentarse con otros grupos bélicos, vencerlos y someterlos, lo que condujo a la creación de clases sociales, siervos y señores. Comienzan los privilegios para los afortunados en recursos económicos, dominando a poblaciones que recibieron malos tratos, explotación, marginación y esclavitud por revelarse.
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Este desarrollo social del ser humano, demuestra la dualidad experimentada entre el amor y el odio, la vida y la muerte, la libertad y la esclavitud, la riqueza y la pobreza, la marginación y la explotación, la abundancia y el hambre, la salud y la enfermedad, la sabiduría y la ignorancia, el poder y la impotencia; es decir, descubrió y desarrolló en su práctica el bien y el mal. Esta dualidad genera la necesidad de mayor organización social, la urgencia de elegir un líder, un rey que los dirija, los guíe e instruya, así, se seleccionaron los mejores hombres y mujeres más dotados en fuerza física, mental y espiritual para que representen al pueblo y logren el florecimiento del mismo. A partir del poder se van gestando normas y reglas que eviten el caos personal y social. Se organizaron en comunidades políticas, económicas, religiosas, y educativas. Surge una estructura social menguada de diferentes actores que se instruyeron en el lenguaje, la escritura, la religión, las artes y la política. Aparece la clase noble, pudiente y privilegiada que al dominar todos estos saberes, crearon normas que el pueblo las cumplan. En la mayoría de los casos, los poderosos imponen sus reglas sociales, económicas, religiosas y políticas, las cuales obligan al pueblo a pagar impuestos, tributos que deben solventar al rey y su imperio, caso contrario serian sometidos a trabajos forzosos. Ponemos como ejemplo, el código de Hammurabi, siglo XVIII a.C., “es el primer código escrito o libro de leyes que nos ha llegado completo. Fue realizado en piedra durante el reinado de Hammurabi, rey de Babilonia, y reproducido en muchas copias para que pudiera exhibirse en los templos y los súbditos pudieran conocerlo” (Rossi, 2004, pág. 24). El código contiene 282 leyes, en el numeral 195 argumenta: Si un hijo ha golpeado a su padre, se le amputará la mano. “En base a las Leyes de Talión, ese conjunto de leyes establecía que todo criminal debería ser castigado de forma proporcional al crimen que cometió. Sin embargo, las sanciones ocurrían de acuerdo con la posición que el criminal ocupaba en la jerarquía social, resultando así en plumas bastante variadas” (Hammurabi, 2018). Igualmente, la historia Hebrea narra a Moisés (3050 a.C), quién recibió una formación virtuosa y amor por los demás; por mandato de Dios: “yo soy el que soy”, provocó al poder represivo del Faraón y liberó al pueblo de Israel que estaba esclavizado por Egipto. Les proporcionó el código de la alianza, los diez mandamientos, con la finalidad de cumpliros y vivir como pueblo libre, justo y en paz. Aparece, la conciencia moral de un pueblo que consideró su situación de esclavitud y buscó la forma de ser libre y vivir en armonía, evitando la barbarie y el conflicto. Seres humanos que afianzando la fe en el Dios de la Alianza fortalecieron el pensamiento moral para no ser indiferentes o relegados ante la realidad injusta de otros grupos humanos explotados, perseguidos y empobrecidos por el sistema. Desde esta perspectiva moral, la Grecia antigua fue la primera sociedad occidental que buscó constituirse en sociedad virtuosa. Son los griegos del siglo VI a.C, que reflexionaron sobre lo bello, lo bueno, lo verdadero, lo noble, que existe en las personas, animales y en la naturaleza donde encuentran como fundamento la armonía. A lo bello, fuerte, valeroso y bueno, lo llaman areté. Así 3
aparece el areté del caballo, del guerrero, de la naturaleza, en su expresión de belleza, majestuosidad y nobleza. Los filósofos griegos fueron amantes de la verdad, reflexionaron, educaron y lograron desde la Mayéutica socrática grandes debates públicos sobre lo que es verdaderamente virtuoso. Así Sócrates decía, cuando ya cansado de tantas preguntas y respuestas de sus seguidores, “solo sé que no se nada” (Brugger, 2005, pág. 519). Argumento que se constituía en la nueva palestra del saber, y convocaba al ser humano a seguir debatiendo, argumentado y rescribiendo aquellas frases y anécdotas que sus maestros sabios argumentaban. Aparece Sophía o sabiduría, desarrollada por maestros y filósofos amantes de la Verdad; que fueron seguidos, admirados y elogiados por sus discípulos, así como perseguidos y desterrados cuando su pensamiento cuestionaba la forma de poder autoritario e injusto de parte de reyes y emperadores. Por lo que: “se consideraba sabio a un hombre que ha aprendido a estar sobre las cosas, y ha encontrado valores por los que vale la pena vivir y llegado al caso, morir, y construye consecuentemente el camino de su vida sobre la base de aquello que ha comprendido” (Schondorf, 2014, pág. 451). Los filósofos formaron al ciudadano noble, fuerte, valeroso y bello a partir de la educación en las artes, la gimnasia y la ética, desde la cual educaron al niño, para fortalecer y desarrollar su conciencia moral y logre distinguir lo permitido y prohibido realizar. Entonces, valoró su acción como buena o mala, permitiéndose corregir o enmendar su mal proceder a partir de la formación de la conciencia.
2.2.1.- La Conciencia La ética, define a la conciencia como la capacidad moral que posee el ser humano para decidirse actuar bien o mal, correcta o incorrectamente. Es la consejera para actuar de forma responsable y no pasionalmente, por tanto, se reconoce si un acto es bueno o malo, si es voluntario o no, siempre que haya sido realizado con plena autonomía, conciencia moral y libertad. Al respecto Blanco, plantea que “nuestro entendimiento se ve guiado e iluminado por la conciencia. Esta es la brújula que se encarga de señalar el rumbo y distinguir el bien del mal; es la misma inteligencia en cuanto es capaz de discernir el bien moral. No se trata de una voz misteriosa ni de un oráculo profético; es, simplemente, la razón que juzga la bondad o maldad de nuestras acciones. La conciencia se presenta como exigencia a nosotros mismos. No es una imposición externa sino la clarividencia que resuenan en el ser. Confucio la define como: “luz de la inteligencia para distinguir el bien y el mal”, y se encuentra en todos los individuos y en todas las sociedades. Para los cristianos es el santuario del alma en donde se escucha la voz de Dios”. (Blanco, 2013, pág. 214) Destacamos que la conciencia moral es muy necesaria al momento de actuar, de lo contrario la persona tendría una deficiencia intelectual que conllevaría a la ausencia de valores morales y por ende a la acción inmoral, que corrompe y
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despersonaliza. Por eso, es necesario ser consciente de nuestros actos, ante los cuales, debemos asumir responsablemente las consecuencias de los mismos. Solamente la claridad del sentido y significado de la conciencia moral, permitirá analizar si el acto o acción ejecutada es moral o inmoral, es decir si es lícito o ilícito, siendo necesario profundizarlo en el siguiente apartado.
2.2.2.- Acto Moral El acto moral es la acción ejecutada de manera libre y voluntaria, llevado a cabo en la reflexión consciente y la inclinación personal, sea dada por interés, deseo, pasión; interviniendo en el acto realizado, la conciencia, la libertad y la voluntad. Así, todo acto moral tiene una intencionalidad, esto es, plena conciencia del acto que debe ser voluntario y de la finalidad que se persigue; ya Aristóteles en la Ética a Nicómaco señala que para alcanzar un fin se requieren medios, es decir una serie de “acciones rectas” (Aristóteles, 2014, pág. 55) que llevan a ese fin que está en relación a un bien: “Toda arte y toda investigación, igualmente toda acción y libre elección parecen tender a algún bien; por esto se ha manifestado, con razón que el bien es aquello hacia lo que todas las cosas tienden”. (Aristóteles, 2014, pág. 23). Se escogen los medios para lograrlo, se tienen estímulos y motivos que llevan a emprender esa acción, la misma que tiene un resultado, que puede o no coincidir con el fin propuesto. Sin embargo, la ética se interesa por la eficacia de los medios morales, siempre que el fin sea bueno, caso contrario se exige la búsqueda de los medios más adecuados, para alcanzarlo. Así, “querer el fin es estar dispuesto a poner los medios. Por ejemplo, no diríamos de nadie que intenta ayudar a alguien si no pone los medios para prestar tal ayuda. Esto sucede porque, en primer lugar, es imposible querer ayudar a alguien sin estar dispuesto a buscar los medios necesarios para hacerlo. En segundo lugar, porque resulta increíble que alguien esté dispuesto a poner tales medios sin ponerlos, a no ser que tenga una explicación satisfactoria”. (López, 1991, pág. 353). Poner los medios adecuados es de gran ayuda, por lo que se convierte en un acto moral bueno, donde se implica el valor de la solidaridad y la libertad como la capacidad que tiene la persona de actuar de forma responsable, respetuosa y voluntaria. Así, la conciencia moral, discierne el sentido de la acción moral, evaluando la misma como acto moral correcto o incorrecto, lícito o ilícito, y de esta manera se fortalece y concreta el valor moral, a ser desarrollado a continuación.
2.2.3.- El Valor moral. Todo ser humano que ha desarrollado la conciencia moral, posee la capacidad de determinar su escala de valores, ya sean estos religiosos, sociales, de la profesión, entre otros; que le permiten responsabilizarse de las consecuencias de sus acciones en relación con otro ser humano, que exige ser tratado como un fin y no como medio para alcanzar ese fin. Así lo argumenta, la teoría de los 5
Derechos Humanos declarados por la UNESCO, donde la persona, sin excepción alguna, posee una inviolabilidad que brota de la justicia, por tanto, se constituye en un valor y no en un objeto o cosa. De esta manera, la persona se va desarrollando como virtuosa, que a largo plazo se constituirá en felicidad personal y social porque beneficiará la cultura e identidad propia y social.
2.2.4.- La Valoración Moral. Según la ética, toda acción concreta es valorada por la persona y los demás a partir de un valor, es decir, del comportamiento moral que se determina contrastándolo con las normas y principios que rigen un grupo social. Se emite un juicio de valor “es infiel”, el mismo que tiene la base en una norma, como: “la infidelidad es mala”, y en un valor: “la fidelidad es buena”, o en un principio: “no desear la mujer, ni nada de tu prójimo”. Así las normas, valores y principios se han establecido a nivel social a partir de comportamientos concretos. Según Rodríguez, “para ser una persona asocial que busca y lucha, la moralidad no puede ser más que un constreñimiento necesario pero que no es bien recibido. Pero para los que valoran la participación, la moralidad del acuerdo, a pesar de ser una fuente de constreñimiento, hace que su actividad compartida sea mutuamente bienvenida y, por tanto, estable, asegurando de este modo la ausencia de engaño” (Rodriguez Lopez, 2006, pág. 147). Como vemos, es el sujeto el que juzga a partir de un juicio de valor, demostrando que tiene la capacidad y la voluntad de decidir y aceptar o no lo que ha valorado. Al respecto, el siguiente ejemplo demuestra que: “la valoración de la participación no tiene en ningún sentido un carácter moral, ahora bien, la cuestión fundamental es si esta valoración de la participación, que sin duda se da, es una solución a las situaciones del dilema. Para saber esto antes es preciso saber si la participación tiene valor como medio o como fin.” (Rodriguez, 2006, pág. 148) Todas las personas participamos dentro de una cultura y sociedad, la misma que posee unas costumbres y de ellas se derivan unas “preferencias personales que son sus preferencias reales, típicamente basadas en sus propios intereses personales y en los intereses de aquellos que le son más cercanos; así, son sus preferencias en el sentido de la palabra, las que cada individuo tiene realmente y que determinan su función de utilidad.” (Rodriguez Lopez, 2006, pág. 170). Afirmamos entonces, que las culturas y sociedades poseen diversas escalas de valores que le dan identidad y para las mismas se constituye en un valor moral. Argumentada la fundamentación antropológica de la Ética a partir de la conciencia y valoración moral desde una perspectiva personal y social, se presenta la situación ética a nivel de una fundamentación filosófica.
2.3.- Fundamentación Filosófica. La historia de Occidental muestra la tradición filosófica de la moral, que se evidencia en los filósofos de la antigua Grecia del siglo VI al siglo II a.C, que reflexionaron sobre el ser humano y su sentido último en la vida. Son, Socrátes 6
y Aristóteles, los grandes filósofos griegos que sistematizan en la felicidad como el fin último del hombre a partir de la práctica de virtudes, necesarias para lograr la Eudaimonia o felicidad, tan indispensable para obtener la realización de la persona. “Para Sócrates y Aristóteles, la praxis humana es virtuosa sólo si es capaz de valorar éticamente el poder de la política a través de la frónesis. Es la “conciencia” de la virtud de un buen obrar, acerca de la verdad y sus contradicciones o negaciones, lo que se sobrepone a la “fuerza” de la pura racionalidad del poder. La ética, entonces, nace, como la praxis, de una condición de vida a partir de un sujeto o colectivo social, que dota de sentido universal y trascendente a tipos o clases de valores que están asociados con la prudencia, la justicia, el bien, la igualdad, la libertad. Se resiste y se subleva frente a cualquier tipo de “valores” con tendencias a la coacción o represión de la voluntad, obediencia o consentimiento. En ese aspecto la ética, que versa sobre valores humanos, de alguna forma busca su reconocimiento en las prácticas individuales y/o colectivas entre las personas que comparten y conviven esos valores, asumidos mediante normas de vida donde los principios que legislan los valores éticos declaran el respeto a la identidad y diversidad propias de la pluralidad de las conductas humanas” (MárquezFernández, 2011, pág. 2).
A continuación, argumentaremos sobre la virtud como aspecto que compete a la ética como estudio sistemático de la moral teórica y práctica.
2.3.1.- La Virtud. Proviene del griego areté, y designa que un objeto es bueno, excelente, adecuado, apto, y por lo que se refiere a su función específica, a su tarea, prestación o capacidad elevada. E igualmente, del latín virtus que representa lo viril, la fuerza de carácter, el dinamismo, la valentía, entre otras relacionada a la esencia y cualidad, conducta, y comportamiento de la persona que al obrar logra efectos benéficos en la sociedad por la práctica de virtudes. La ética como filosofía práctica de la vida, denomina a las virtudes como "criterios normativos para ejercer nuestras actividades y para el uso de nuestros bienes, y aunque no son sólo eso, ya que, en cuanto hábitos, poseen además una dimensión afectiva y otra disposicional”. (Rodríguez, 2010, pág. 100) Según Rodriguez, el hombre virtuoso es bueno porque la facultad de su razón (logos) se halla en una buena disposición y por eso utiliza bien su capacidad especifica moral en los diversos ámbitos de la vida. Por tanto, la virtud peculiar del hombre es la buena disposición de la facultad de la razón. Ya Platón resaltó la función de las cuatro virtudes como la prudencia, la fortaleza, la templanza, y la justicia. Mientras que la tradición cristiana hizo propia dicha doctrina (desde Ambrosio se dio el nombre de virtudes cardinales), y añadió las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Además, Tomás de Aquino concede mayor peso a la justicia por el hecho de desligarla de la pregunta primaria por la vida feliz, planteada bajo la perspectiva de ética de la virtud. Así mismo, Aristóteles sobre la virtud expresa: “no basta con conocerla sino que hemos de procurar tenerla y practicarla, o intentar llegar a ser buenos de alguna otra manera”. (Aristóteles, 2014, pág. 294), e igualmente, “el hombre bueno y que vive orientado hacia lo noble obedecerá a la razón, mientras que el hombre 7
vil, que desea los placeres debe ser castigado con el dolor, como un animal de yugo”. (Aristóteles, 2014, pág. 296). Sin embargo, Kant argumenta que “Contemplar la virtud en su verdadera figura no significa otra cosa que representar la moralidad despojada de todo lo sensible y de todo adorno, recompensa o egoísmo”. (Kant, 2007, pág. 40). Como resultado de la formación ética y moral, la familia y sociedad adquiere seres humanos virtuosos, por ende, felices, al construir la familia y sociedad desde la vivencia y práctica de valores, evitan a toda costa hacer y permanecer en el mal que degrada el aspecto antropológico del ser humano en su pensamiento y acciones. Así, “el hombre que ha de ser bueno debe ser bien educado y adquirir los hábitos apropiados, de tal manera que pueda vivir en buenas ocupaciones, y no hacer voluntaria ni involuntariamente lo que es malo, esto será alcanzado por aquellos que viven de acuerdo con cierta inteligencia y orden recto y que tengan fuerza.” (Aristóteles, 2014, pág. 297). Inteligencia y buen obrar, que según Aristóteles es necesaria para diferenciar y clarificarse frente a la moral teórica y fáctica argumentada desde el estudio de la ética.
2.3.2.- La ética en relación a la Moral Teórica y Moral Práctica. La ética argumenta que la moral teórica visualiza los preceptos y valores que se afirman en el discurso moral, los mismos que deben estar en sintonía y coherencia con el comportamiento apacible del grupo social. De lo contrario, si no coincide el discurso con la praxis moral aparece la doble moral2, que permea en la construcción del ser humano corrupto. Así, es necesario que el acto moral para ser bueno o malo, necesita del motivo, del fin determinado, del medio utilizado; y, además que el acto sea consumado, entonces, se debe determinar si las consecuencias de tal acto, son a favor o en contra de la persona que ejecuta la acción, y evaluar las consecuencias de la misma en la otra persona que la recibe. Por tal razón, el ser humano debe comprender por qué los demás actúan como lo hacen, y reflexionar sobre aquellos actos que no permiten la realización de la persona y su felicidad como, por ejemplo, el maltrato a los demás, la destrucción del medio ambiente, etc. Intensiones, necesidades o intereses a partir del cual, se genera la acción y sus respectivas consecuencias, así: “Los motivos, aquello que nos impulsa a actuar o a perseguir un determinado fin, como las intenciones, la conciencia del fin de la acción y la decisión de alcanzarlo, son elementos constitutivos del acto moral, al igual que lo es la deliberación y posterior elección que tal decisión suele suponer. Solo cuando se han tenido en cuenta estos factores es cuando alcanzan calidad moral los factores objetivos, esto es, el empleo de los medios y los resultados o las consecuencias” (García, 2014, pág. 14)
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La doble moral es la incapacidad del ser humano de no aplicar en la práctica familiar o social la filosofía moral que expone a un grupo de personas dentro de una institución o empresa.
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El estudio de la ética concuerda que la moral practicada de manera coherente es la moral en acción, o hecho moral, es decir, cuando se actúa desde los valores y normas de comportamiento que conllevan al acto moral libre, voluntario y responsable teniendo como referencia la formación ética en “los principios morales”, que son quienes guían, el comportamiento de las personas para fortalecer la formación integral del ser humano, y que se fundamenta en el siguiente apartado.
2.3.3.- Los principios morales. La ética en relación a los principios morales los conceptualiza como: “normas de conducta propias que la misma persona ha asumido y por las cuales rige sus actos”. (María Josefina Vidal Ledo, 2016, pág. 1). Principios y normas de comportamiento que tienen su base formativa en la familia, para luego ponerlos en práctica en la sociedad, con el fin de beneficiar a la alteridad y a quien ejecuta la acción porque fortalece las relaciones interpersonales y evita malograr la imagen y dignidad de los demás. Por consiguiente, mantener las buenas relaciones desde la práctica de valores fortalece la libertad, la voluntad, y la autonomía de la persona en la toma de decisiones. Ante lo cual, Kant resalta que: “la autonomía del ser que por estar dotado de razón y libertad le es decente inclinar su voluntad sólo a principios originados en su racionalidad y libertad, y hacerlo desinteresadamente, sin desear ningún premio o temer algún castigo” (Sierra, 2006, pág. 59). La autonomía del sujeto, según Sierra, guiado por la razón práctica logra la competencia y apego a la ley moral universal que se fundamenta en el ámbito de las reglas y normas sociales que la cultura ha reglamentado por medio de las leyes jurídicas del Estado. Leyes y derechos que un Estado promulga con el fin de regular, desde la autoridad vigente, su cumplimiento por la vía correctiva de la sanción a quienes lo incumplan; logrando que la convivencia social sea justa, democrática y el paz, donde “toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole” (Liponezky, 2014, pág. 9) Las leyes jurídicas construyen un Estado de Derecho donde: “toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección". (Liponezky, 2014, pág. 9). La ética, por tanto, promueve la elección y decisión responsable del ciudadano que debe afianzarse en algunos principios éticos sociales como son: el principio de libertad, responsabilidad, bien común, de respeto, tolerancia, justicia e igualdad, que serán profundizados en el siguiente apartado.
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2.3.3.1.- Principio de Libertad.
La ética sostiene que el principio de libertad, se constituye en la capacidad del ser humano de decidirse a favor o en contra de una determinada acción o conducta por medio de la voluntad. Entonces, la libertad se construye de manera efectiva a partir del desarrollo cerebral y psíquico de la persona, quien logra desde sus primeros años experimentar que, a mayor libertad, mayor responsabilidad y la capacidad de amar y ser amado. Libertad fundamentada en la responsabilidad, es decir, la capacidad de atribuirse acciones correctas. Así, el hecho y la esencia de la libertad se capta en la creación del bien, la justicia, y la paz porque mientras más libre es la persona, mejor ciudadano se experimenta. Desde la libertad se puede argumentar, entonces: “Sin querer no hay nada querido, y sin algo querido no hay querer. Conocer y querer son las dos formas de realización de la persona. En su raíz ambas se compenetran recíprocamente. Solo una cosa conocida como buena puede ser querida; y son formas previas del querer humano los impulsos, las añoranzas, y las aspiraciones. A partir de ahí se forman deseos concretos. Sin esta base de libertad no se produce ningún querer. Pero el mero deseo no es todavía un querer; media entre ambos la decisión libre, la libertad, por la que escojo alguno de los deseos que quiero realizar o no. Acción que puede tener dos formas, la de proporcionar realidad a nuestros deseos o bien por la propia acción, o bien mediante la incitación a otras personas para que las realicen. Por consiguiente, los hombres libres llegan a ser liberales, y éstos son quizá los más amados, porque son útiles y lo son en el dar”. (Aristóteles, 2014, pág. 103) Además, “la libertad humana a partir de, la libertad como estructura, tiene su adonde, tiene su quehacer, tiene un norte al que orientar su navegación; es decir, tiene una ética como contenido a cumplir”. (Garate, 1995, pág. 16) Libertad que va acompañada de la responsabilidad, muy necesaria e indispensable para un correcto uso de esta.
2.3.3.2.- El principio de Responsabilidad. La responsabilidad es la capacidad que tiene la persona de ser consciente de las consecuencias de sus actos, reconociendo al otro como igual en dignidad y merecedora de respeto. Desde esta perspectiva, nuestros actos y decisiones tendrán como finalidad el cumplimiento de los compromisos asumidos y de los acuerdos establecidos, buscando siempre el bienestar de los demás. La responsabilidad además incluye ser “corresponsable con”, el cuidado de la vida del otro, de los demás, de la naturaleza como bien común de todos, espacio donde nacemos, vivimos, crecemos, nos alimentamos, reproducimos y morimos; de quien nos beneficiamos con sus productos y materia prima. 10
Corresponsabilidad que conlleva a todos sentirnos responsables de nuestras acciones y decisiones, ante las cuales, se debe asumir las consecuencias de nuestros actos. Así como, la persona tiene una responsabilidad moral compartida, y reciproca en relación con los demás y con el medio ambiente. Por tanto, ser irresponsable significa no cumplir con las normas y principios que deben guiar la acción, la misma que es asumida con ligereza y permisividad que llevan a consecuencias nefastas para la comunidad, familia o sociedad. Así, la responsabilidad asumida debe estar justificada en el ámbito moral, ante lo cual, se demuestra o no ser responsable. Por ejemplo, la responsabilidad social, está en relación a la participación ciudadana desde donde “participo con responsabilidad política en la elección del representante de gobierno” (Asamblea Nacional, 2008). (Artículo 83) Por otro lado, en la aplicación de los valores, tenemos la responsabilidad ecológica de cuidar y proteger a nuestro planeta Tierra, antes de que sea demasiado tarde y la humanidad perezca y toda la vida que nos rodea; por eso Hans Jonas presentó el principio responsabilidad donde expresa: “La frontera entre «Estado» (polis) y «Naturaleza» ha quedado abolida. La ciudad del hombre, que antaño constituía un enclave dentro del mundo no humano, se extiende ahora sobre toda la naturaleza terrenal y usurpa su lugar. La diferencia entre lo artificial y lo natural ha desaparecido, lo natural ha sido devorado por la esfera de lo artificial, y, al mismo tiempo, el artefacto total —las obras del hombre convertidas en mundo, que actúan sobre él y a través de él— está engendrando una nueva clase de «naturaleza», esto es, una necesidad dinámica propia, con la que la libertad humana se confronta en un sentido totalmente nuevo. En otros tiempos podía decirse fiat iustitia, pereat mundus, «hágase la justicia y perezca el mundo», donde «mundo» significaba, naturalmente, el enclave renovable situado en un Todo que nunca sucumbiría. Habiéndose convertido ahora en una posibilidad real la destrucción del Todo por actos del hombre —sean esos actos justos o injustos—, tales palabras no pueden ya ser pronunciadas ni siquiera en sentido retórico. Cuestiones que nunca fueron materia de legislación penetran en el campo de las leyes de que ha de dotarse la «ciudad» a fin de que haya un mundo para las generaciones humanas venideras” (Hans, 2014, pág. 54). Principio de responsabilidad que transciende el ser humano hacia la conservación de la vida existente en nuestro contexto cultural- social, atribuidos como bien común de todos. 2.3.3.3- Principio del Bien Común. El principio de Bien común es la intensión clara y justa de utilizar, cuidar, proteger y compartir voluntariamente los recursos humanos y ecológicos que son patrimonio cultural, social y ecológico de las futuras generaciones y que no pueden ser usurpados como bien personal o particular. De esta manera, desde la Ética Social, la finalidad del Bien Común permite “vivir bien” porque se respeta y promueve el valor de la persona, procurando su bienestar y felicidad como si fuera el bien propio y el bien social constituido en: 11
“mi bien es que usted realice y promueva su propio bien y felicidad”, o “mi felicidad está en que usted construya su propia felicidad y la de los demás”. Así, “no se honra, en efecto, al que no proporciona ningún bien a la comunidad, pues el bien común se otorga al que favorece a la comunidad, y el honor es un bien común.” (Aristóteles, 2014, pág. 244) Bien común que al trascender a la conservación del ecosistema se convierte en un bien supremo que beneficia y protege la vida de las futuras generaciones.
2.3.3.4.- Principio de Respeto a la Libertad del otro. Respetar la libertad de la persona, es comprender que la libertad personal termina cuando comienza la libertad del otro; es decir, que no se puede imponer, manipular o chantajear a otro a realizar o ejecutar alguna acción que no sea permitida o consensuada por la persona. Consenso que conlleva la realización de la vida virtuosa que exige ser atendida como buena y elegida como tal y no impuesta, porque lo forzado no realizará al sujeto que la realiza. “Nadie es feliz involuntariamente”. (Aristóteles, Ética a Nicomáquea III,5). Así en relación con los actos, cada uno deber ser autónomo y responsable de los mismos. Por eso, valorar al otro significa respetar su libertad, y contribuir a su desarrollo integral, aplicando la tolerancia como forma de aceptar la diferencia del otro.
2.3.3.5.- Principio de Tolerancia. El principio de tolerancia se constituye en la apertura y aceptación de la alteridad que se caracteriza por ser diferente, y por contribuir al bienestar y madurez de la persona. Así, la Tolerancia se establece en el respeto a la libertad y diferencia de los demás, para no interferir en su desarrollo emocional y social, siempre y cuando las acciones del otro se presenten como justas y equilibradas y contribuyen al realce y valor de la dignidad del otro. El principio de tolerancia, además, al no aplicarse genera graves conflictos al interior de las sociedades, haciendo difícil la realización del buen vivir. Por tanto, es necesario reconocer que: “el principio de la tolerancia se enmarca dentro de la libertad de conciencia y los limites basados en el interés común en el orden y la seguridad que ella tiene, esto, porque el Estado no se puede preocupar de doctrinas filosóficas y religiosas, sino que regula la búsqueda que hacen los individuos de sus intereses conforme a principios elegidos en una situación inicial de igualdad y esta limitación es escogida en la posición original”. (Álvarez, 2016, pág. 35). Tolerancia humana que no implica indiferencia ante los problemas y crisis sociales que se presentan en la sociedad y en los diversos imaginarios sociales, donde se presenta el desafío de tratar a los demás con igualdad y justicia.
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2.3.3.6.- Principios de Justicia e Igualdad. La justicia es la capacidad de tratar al otro por igual, y es la práctica virtuosa de tratar al otro como nos gustaría que nos traten a nosotros mismos. Además, el principio de igualdad es comprometerse en respetar al otro en sus diferencias existenciales para no discriminar por condición social, religiosa, sexual, o de alguna índole o tendencia política. Principios que en la Constitución Política del Ecuador, del 2008 en la Sección primera sobre los Principios de la participación, en el Art. 95 expresa que: “Las ciudadanas y ciudadanos, en forma individual y colectiva, participarán de manera protagónica en la toma de decisiones, planificación y gestión de los asuntos públicos, y en el control popular de las instituciones del Estado y la sociedad, y de sus representantes, en un proceso permanente de construcción del poder ciudadano. La participación se orientará por los principios de igualdad, autonomía, deliberación pública, respeto a la diferencia, control popular, solidaridad e interculturalidad” (Asamblea Nacional, 2008). La participación de la ciudadanía en todos los asuntos de interés público es un derecho, que se ejercerá a través de los mecanismos de la democracia representativa, directa y comunitaria. Como reza la Constitución 2008, la igualdad entre personas nos lleva a lo justo donde “lo equitativo, si bien es mejor que una cierta clase de justicia, es justo, y no es mejor que lo justo, como si se tratara de otro género.., así lo justo, y lo equitativo son lo mismo, y aunque ambos son buenos, es mejor lo equitativo”. (Aristóteles, 2014, pág. 157) Principios personales que constituyen la ética de mínimos y son una referencia de los principios éticos sociales o ética de máximos que permiten una excelencia social, profesional y por consiguiente la felicidad y el buen vivir de la sociedad. Una vez tratada la fundamentación antropológica y filosófica de la ética, se argumentará la conceptualización de la misma desde el lenguaje moral, y el hecho moral, teniendo en cuenta que la ética es la ciencia filosófica que estudia la moral.
3.- La Ética y Conceptualización. 3.1.- Lenguaje Moral En el lenguaje común, hablamos de personas éticas y morales, de bueno y malo, de lícito e Ilícito, de justo e injusto, de personas virtuosas y de personas viciosas. Igualmente existen personas eruditas que tienen un alto conocimiento teórico y conceptual sobre cuestiones éticas, y pueden dar excelentes discursos morales, pero en la práctica no coinciden con la coherencia de sus actos y costumbres, así aparece la doble moral, es decir, que existe la disonancia entre los discursos éticos y la práctica axiológica.
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Por tanto, es necesario conceptualizar desde el nivel filosófico la confusión que generan etimológicamente la moral con la ética, para tener una claridad conceptual, ante lo cual se plantea la diferencia entre las mismas.
3.2.- Ética y Moral. El término ética proviene del griego ethos, que significa costumbre. La definen como “La doctrina sobre las costumbres”, por tanto, es el estudio sistemático de esas costumbres en relación a la moral. Ética, que como filosofía de la moral, indaga, cuestiona, reflexiona y conceptualiza sobre la misma; así, la definen como la “Teoría de la moral”, o como la ciencia filosófica que se ocupa de los valores morales en sus distintas formas. La moral, en cambio, proviene del latín mos, moris, que significa costumbre personal en relación con las normas de comportamiento que establecen la distinción entre lo bueno y lo malo como criterio de perfección humana. Por tanto, la moral hace referencia a las costumbres y normas de comportamiento que posee una persona en familia y sociedad. Costumbres y valores morales que son aprendidos en las instituciones que permiten la interiorización de principios y normas como son la familia, la escuela, la iglesia, el estado, los medios de comunicación; que a nivel general se caracterizan por ser centros educativos de una sociedad que en el contexto cultural sustentan, critican, y promueven la educación moral y ética. Avalados en García, se argumenta la diferencia entre ética y moral: “la Ética se referiría así al suelo firme, al fundamento de la praxis, a la raíz de donde brotan todos los actos humanos. Es el desde donde de la acción. Ethos como contraposición a pathos, es decir, hábito y costumbre frente a lo inmodificable por la voluntad del ser humano… El término moral, por su parte, es el conjunto de reglas o normas adquiridas por hábito y dirigidas a la formación de aquello que es más propio de una persona, de su modo de actuar”.” (García, 2014, pág. 9). Una vez, clarificados en la conceptualización y diferencia entre moral y ética, se presenta el hecho moral a través del cual, se reconoce o no a una persona moral o ética.
3.3.- El Hecho Moral El ser humano en la vivencia y práctica de sus acciones se muestra como una persona moral o inmoral, lo que exige ser consciente del valor y la norma que aplica en relación consigo mismo y a los demás. Así en efecto, si la “Moral se refiere al conjunto de normas de acuerdo con las cuales los hombres orientan sus vidas; los hechos morales son tanto los de la conducta y vida interior de cada ser humano individual, como los que se vinculan a fines, normas y conductas de grupos e instituciones”. (Colegio24hs, 2004, pág. 5)
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Normas de conducta que dictan el proceder de las personas a nivel de mínimos y máximos. Situación, ante la cual, Adela Cortina manifiesta que en la sociedad se aplica una Ética de máximos, es decir, un niño que todo lo que ve, aprende un valor aplicado en la familia como el respeto, el saludo a los mayores, que es interiorizado, practicado y valorado en la relación con los parientes. Así, todo niño aprende a respetar a los padres y personas mayores, observando en los adultos este valor; y éstos a la vez por fuerza moral, exhortan practicar este valor del respeto a la sociedad. Situación moral coherente que produce la práctica axiológica de valores que se desarrolla en el proceso de crecimiento psicológico y físico de la persona. Por eso, existe el refrán, “educa a un niño en valores para que, en un futuro próximo, la justicia legal no tenga que penalizar y encerrar a un adulto vicioso, pervertido y corrupto”. Los valores, entonces, en la práctica del ambiente familiar se denomina ética de mínimos, y éstos al ser expresados en sociedad constituye la ética de máximos donde se hace posible la experiencia axiológica de Occidente3. Práctica moral que se constituye en “el conjunto de actos concretos efectuados por el hombre de acuerdo con la moral dominante en una sociedad determinada”. (Fregoso, 2008, pág. 47). Que a partir de esto se constituye en una cultura de paz, de justicia y solidaridad o, lo contrario, en una cultura con violencia social. Clarificados en la conceptualización de la ética, la moral y el hecho moral, se continuará con la fundamentación de la ética a nivel de los principios sociales desde donde se argumenta filosóficamente sobre el diagrama ético social y el desarrollo la ciudadanía y la práxis ética.
4.- Ética y principios sociales. 4.1.- Los principios morales en la sociedad. La aplicación de principios morales no es un proceso deductivo, sino una actividad del juicio práctico reflexivo. Los principios morales representan un conjunto de valores que orientan y norman la conducta de una sociedad concreta. Los valores que orientan la sociedad son la honradez, la bondad, la solidaridad, la lealtad, la templanza, la fortaleza, la puntualidad, la justicia y la Igualdad. La sociedad aplica las normas de comportamiento porque la conducta de las personas está relacionada a la acción que realizan y desarrollan. Es en sociedad donde la persona actúa como ciudadano. Y ser buen ciudadano implica formar la razón teórica y práctica de la persona desde la niñez, etapa de la vida donde se interiorizan muchas normas y conductas morales como, por ejemplo, el saludo a los mayores; y el que ingresa por la puerta, entra saludando. Es al niño al que debemos formar la conciencia moral de respeto al otro, ser tolerante ante la diferencia; actuar con respeto en las relaciones personales, a ser agradecido, a pedir un favor; y, por último, formar la razón moral implica, 3
Occidente es la situación geográfica mundial que relaciona a toda persona que vive en Europa, y América.
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educar en pensamientos positivos como: ¡sí puedo, soy capaz, lo lograré, soy feliz¡, con la finalidad de gestar una persona segura de sí misma, de su autoestima elevada, y de sus capacidades cognitivas. El adulto y el joven tienen el deber y la responsabilidad de formar, educar y cuidar a la niñez, en coherencia entre lo que se dice y se hace, no enseñar a mentir, y corregir para que sus intereses no sean contrarios al bien de la familia y de ésta en relación socio-cultural, política y económica donde pueda ejercer los valores aprendidos y que se desarrollan en el diagrama ético-social. El diagrama Ético- Social, desarrollará de forma sistemática y sintética, los diversos niveles de la axiología que permiten fundamentar una jerarquía de valores aplicables a la realidad del ciudadano actual, el mismo que abarca de forma interactiva las diferentes aplicaciones de la ética con la finalidad de ver congruencia en los valores.
Diagrama Ético, axiológico Social.
Diagrama 1: Ética y Axiología Aplicada. Autor: Jumbo Ítalo
El diagrama ético – social que su primer nivel, el ético religioso, tiene como finalidad la de instituir el principio de caridad para establecer vínculos sociales con las demás personas en relación de tolerancia y respeto a la dignidad del ser humano, lo que conllevará la plenificación y realización del proyecto de vida según la fundamentación cristiana del amor al prójimo. El nivel segundo, relacionado al ético social debemos asumir el valor de la puntualidad para evitar contratiempos, esto en relación con los principios de tolerancia, y justicia social que contribuyen a relaciones fuertes de amistad a nivel del trabajo y la sociedad. De esta manera, construir la justicia social es la 16
capacidad de “un hombre que actúa justamente por elección, y obra justamente si solo obra voluntariamente.” (Aristóteles, 2014, pág. 152). En relación a lo tecnológico, lo ideal es elegir la tranquilidad asumida por el valor del ahorro, que conlleva evitar gastos indebidos y superfluos del dinero, y por bienestar personal no caer en el círculo vicioso de consumo y endeudamiento por estar a la moda con las innovaciones tecnocientíficas. En el tercer nivel, ético político se establecen los valores de libertad y paz, a partir del fortalecimiento de los principios de la participación, caridad, respeto, la verdad y la justicia aptos para cada sociedad. Esta cultura de paz, que se fortalece a nivel político, conllevará la vivencia de los deberes y derechos teóricamente existentes entre las personas y lo normalmente reglamentado en la sociedad, y en cuya inoperancia y violación se debe recurrir a un uso responsable de las leyes jurídicas para penalizar, sancionar y obligar a la persona infractora al cumplimiento de las mismas. Por último, en el nivel ético ecológico, se debe fortalecer el principio de responsabilidad en relación con el cuidado y defensa del medio ambiente, como casa y bien común de todos, que tenemos que proteger y conservar los recursos naturales no renovables para el uso de las futuras generaciones. En lo posible dejar el mundo mejor de lo que lo encontramos. Solo entonces, el diagrama ético –social, en su cumplimiento moral permitirá a los ciudadanos asumir deberes y derechos que deben cumplir por medio de los códigos de ética, que en la actualidad han tomado importancia y relevancia institucional; por lo cual, serán desarrollados en los próximos capítulos como éticas aplicadas que estarán en relación con las instituciones que las representan en la pluralidad de profesiones, por ejemplo: la ética del comunicador, la ética del ingeniero, la ética del educador; la ética religiosa, etc; es decir, la ética obliga a la actualización de normas y deberes en torno a la reflexión y análisis del hecho moral de las personas en sociedad. Solamente en la sociedad, el ciudadano se constituye en un ser político, que tiene el deber de integrar diversas formas de participación ciudadana que le desafía a crecer como persona y, por tanto, desarrollar códigos de ética que le permitirán desde “el deber ser” evaluar el ejercicio de la ciudadanía en su práxis ética.
4.2.- Ciudadanía y praxis ética. La ciudadanía se forma en la célula social, la familia, donde se aprende los principios y valores que darán origen a una nueva persona, y ciudadano que respeta la alteridad y cuida su identidad social, cultural, económica y política. Desde esta situación, y necesidad formativa axiológica, es importante la formación académica universitaria que tiene el deber de formar al ciudadano, futuro profesional, en el aprendizaje que plantea la UNESCO en relación a aprender a conocer, a convivir, aprender a ser y, aprender a actuar, en relación al fortalecimiento de las habilidades y destrezas; pero además debe aprender a aprender en relación a mejorar sus actitudes, lo que significa, orientar el proceso 17
y forma de pensar de manera correcta y positiva. Por consiguiente, presentamos el diagrama “Desarrollo integral ético de la persona”, que presenta el proceso ético que debe asumir la persona para constituirse en un buen ciudadano. El Filósofo Jorge Duque Linares, en su libro actitud positiva (Duque Linares, 2011, págs. 30-35), plantea que todos los seres humanos generamos pensamientos e ideas, sean éstos positivos o negativos; lo cual conlleva a un sentimiento a partir del pensamiento generado. Igualmente, este sentimiento sea positivo o negativo, conlleva una decisión correcta o incorrecta, la misma que se expresa en la realización o no de la acción lícita o ilícita. La acción permite construir habilidad, que con el paso del tiempo genera un hábito o costumbre, que desemboca en una actitud positiva o negativa dependiente del proceso que se desarrolló en la formación de este. Por consiguiente, todo este desarrollo cognitivo y psicológico de la persona, ha construido cultura, y es en la misma donde el ciudadano ejerce ser bueno o malo, dependiendo de su comportamiento y conducta en relación con los demás y, en la posibilidad activa o pasiva de participación política y ciudadana. Gráficamente, presentamos lo expuesto, sobre el pensamiento, sentimientos, decisiones, acciones, hábitos, costumbres, actitudes, cultura, Estado y política, que se han desarrollado y se asumen o no, lo que conllevará a deberes y derechos a partir de compromisos éticos de la ciudadanía.
1.- Pensamiento- inquietud
2.-Sentimientos: emociones 3.-Decisión:racional o pasional 4.-Acción: razonada o emocional 5.-Hábito: positivo o negativo 6.-Costumbre: personal y social 7.-Actitud: positiva o negativa 8.-Cultura: de paz o de guerra 9.-Estado: avalado por el ciudadano 10.-Politica: y leyes según el pueblo
Diagrama 2: Desarrollo Integral ético de la persona. Autor: Ítalo Jumbo
La formación académica tiene el deber de forjar personas morales y éticas; por tanto, toda institución académica debe plasmar en su misión y visión, el deber ser del futuro egresado y graduado, que se constituye en honesto y buen ciudadano. Así se argumenta que: “Las instituciones de educación superior deben contribuir a que los futuros profesionales desarrollen una visión y sentido moral, que pueda guiar su práctica y refleje en sus acciones un conjunto de 18
valores (responsabilidad, solidaridad, sentido de la justicia, servicio a otros). Ello obliga a preparar a los profesionales, y especialmente a los educadores, a comprender las complejidades éticas y morales de su papel, para tomar decisiones informadas en su práctica profesional”. (Bolívar, 2006, pág. 120) La formación académica en relación con la aplicación del Código de ética contribuirá a corto, mediano y largo plazo, superar las actitudes de injusticia, pobreza y corrupción con el fin de permear una sociedad más inclusiva, libre fraterna y en paz. Siendo necesario que cada institución revise o reestructure su sentido de ser. Así entonces: “La reestructuración de las carreras universitarias y de la misión de la universidad del siglo XXI ofrece una oportunidad institucional para rediseñar los planes de estudio, configurando esta institución como una experiencia de vida que contribuye, decididamente, al desarrollo moral de los estudiantes. Si las competencias son recursos personales, en el núcleo de esos recursos están los valores, aun cuando sea una competencia que se sitúa en un orden diferente.” (Bolívar, 2006, pág. 119) Finalizamos nuestra argumentación antropológica y filosófica de la ética y la moral, planteando la urgente necesidad de fortalecer la formación académica desde la axiología, capaz de constituir personas éticas que promuevan desde la operatividad profesional un bagaje de valores que se proyecten en la operatividad social desde donde se promueven la justicia social, el bien común y la solidaridad fraterna.
5.- Conclusión: La Formación axiológica, ética y la moral son la brújula que guían el timonel del barco, constituida en luz que encausa y orienta a la persona, que se diferencia del animal por estar siempre en constante desarrollo cognitivo, y moral, para configurarse como buena o mala persona dentro de la familia, la sociedad y la empresa. Así, por experiencia, decimos, que solo la práctica de las virtudes, desde la vivencia de valores, nos darán el pasaporte hacia el éxito y la realización personal, profesional y ciudadana que contempla una vida feliz y en paz; porque hemos nacimos para amar y ser felices, por consiguiente, tenemos la obligación y el deber moral y ético de amarnos y, dar felicidad de forma recíproca a quienes están en relación con nosotros, de quien la sociedad espera nos constituyamos en seres humanos virtuosos y excelentes profesionales con el agregado de buenos y honrados ciudadanos.
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