Esperanza Palma Y Miriam Alfie

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“El problema de la confianza en los partidos en las democracias latinoamericanas: reflexiones desde el caso mexicano” Por Esperanza Palma y Miriam Alfie Departamento de Ciencias Sociales de UAM-C

El problema Este trabajo tiene por objetivo mostrar algunos datos preliminares y discutir algunas tesis, que aun deben ser trabajados y discutidos, sobre la confianza en los partidos en México después de 2000, comparando con otros tres países latinoamericanos, Chile, Brasil y Uruguay. Se propone describir, de manera inicial, los perfiles de los ciudadanos que tienen mayor confianza en los partidos políticos a través de un análisis descriptivo de algunas variables sociales y de cultura política con el objetivo de discutir qué factores intervienen en la formación de actitudes positivas hacia las instituciones de representación. Para ello se utilizó la EMV de 2001 y se presentan, en esta fase inicial del proyecto, frecuencias simples de algunas variables. El objetivo no es simplemente presentar datos sino entrar a un debate más general sobre los desafíos que los partidos enfrentan en las democracias de la tercera ola para mantener su credibilidad y fortalecer los vínculos ciudadanos con las instituciones de representación. La confianza en partidos se toma como un indicador de la evaluación ciudadana de las instituciones de representación más que de legitimidad democrática. Antes de presentar resultados debe aclararse dónde se plantea este tema. I El punto de partida es el análisis del caso mexicano que exhibe tendencias contradictorias y paradójicas en el ámbito de la cultura política pero consistentes con los procesos ocurridos en prácticamente todas las democracias: (i) los partidos han jugado un papel central en la democratización en México que finalizó tardíamente en el 2000, definiendo las nuevas reglas de competencia por el poder, dándole sentido a los

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procesos electorales y permitiéndoles a los ciudadanos tener acceso a los recursos del Estado. (ii) Al mismo tiempo, los partidos atraviesan por un creciente desprestigio en el contexto de la democracia, lo cual se ha manifestado en la rápida caída de la confianza ciudadana en estas organizaciones. Si bien hay vaivenes en el nivel de confianza en México, salta a la vista que después de 2000 la confianza haya caído por debajo del 30% Según el estudio de Payne et.al., (2000) que toma datos de 1996 a 2001, los puntos más altos de la confianza en los partidos se registró en 1998 y 1999-2000 (33% y 34% respectivamente) para caer al 21% en 2001. De acuerdo a Carta Parametría en 2002 la confianza en los partidos se redujo al 25% y desde entonces ha oscilado entre 25% y 33% tomando el periodo 2002-2006. Los partidos eran más relevantes durante la democratización, desde la perspectiva de la opinión pública, que una vez concluida. II Lo observado en el caso mexicano es generalizable a la mayor parte de las democracias de la tercera ola y de las democracias consolidadas (Pharr y Putnam, 2000). De hecho, esta es una de las paradojas de la política contemporánea: la democracia se ha extendido y adoptado en un número creciente de países y por otro lado, ha habido un deterioro de la confianza en las instituciones de representación y en la satisfacción con la democracia, en particular con los partidos y los políticos. Este déficit de confianza aparece como un problema más grave en las democracias jóvenes que viniendo de largas tradiciones autoritarias y en el contexto de una débil tradición de rendición de cuentas, enfrentan mayores problemas para generar consensos y garantizar la gobernabilidad.1 Justamente, el conflicto postelectoral en México, pone en evidencia el desfase entre por un lado, el cambio institucional y por otro, las acciones de ciertos actores y las percepciones ciudadanas y coloca en el centro del debate la importancia de la confianza para sostener los mecanismos y las instituciones de la democracia. 1

De hecho, como plantea Hagopian (2005) la mayoría de los latinoamericanos se muestran ambivalentes ante los regímenes democráticos.

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En síntesis, estos problemas conducen al tema de la confianza en los partidos y a la necesidad de hacer análisis comparado para tratar de encontrar similitudes y diferencias y a una revisión inicial del debate académico.

El debate académico en torno a la confianza en los partidos y su relevancia para la teoría democrática El tema de la confianza en las instituciones democráticas, como parte de un conjunto de actitudes y evaluaciones de los ciudadanos del sistema democrático, es hasta cierto punto marginal en el debate académico sobre los problemas de funcionamiento de las democracias. Sin embargo, desde nuestra perspectiva, la confianza es un factor clave, para entender hoy lo que sucede en el ámbito de la política en dos de sus dimensiones: a) la representación, desencanto de las viejas instituciones que no personifican los intereses de la mayoría y b) la participación, pues aunque pueda existir un mayor número de espacios para ella, éstos no garantizan que el individuo actúe y se involucre. Estas dos dimensiones ocupan un lugar fundamental cuando hablamos de transformaciones: la falta de credibilidad y de confianza en las instituciones existentes, así como una proliferación de espacios inocuos que no son abordados por los actores interesados, serán algunos de los conflictos a los cuales la política se enfrentará. Vivir en la incertidumbre aparece como un estilo de vida donde las instituciones políticas pierden cualquier tipo de ascendiente sobre los individuos; ninguna agencia es confiable o capaz de reducir la incertidumbre que se propaga: el desempleo, el riesgo ambiental, las crisis financieras, no pueden ser frenadas por las instituciones políticas existentes; el individuo las vive en carne propia, desencantado de la matriz estatal. Y el deseo inalcanzado de seguridad de la vida política produce mayor y más profunda inseguridad.

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Autores como Mainwaring y Scully (1995) han analizado el vínculo de los ciudadanos con los partidos a partir del estudio de la institucionalización de los sistemas partidistas en América Latina. Según estos autores, una de las dimensiones de la institucionalización es la de las raíces sociales de los partidos cuyos indicadores son la confianza y la percepción ciudadana de que los partidos son los legítimos agentes de representación. A mayor vínculo entre ciudadanos y partidos, mayor identificación partidista, menor volatilidad electoral, mayor confianza y mayor nivel de institucionalización. Desde otra perspectiva teórica, más centrada en el estudio de la opinión pública y la cultura política, se han desarrollado estudios comparados que han dado lugar a distintas hipótesis acerca de los perfiles de los que menos o más confianza tienen en las instituciones. Algunos estudios han planteado que la progresiva erosión de la confianza en los partidos forma parte de un fenómeno más amplio de distanciamiento expresado en la desalineación y la volatilidad electoral. Según Dalton et.al., (1996) y Pharr y Putnam (2000) los bajos niveles de confianza en los partidos y en las instituciones de representación es una actitud que se encuentra con más frecuencia entre los más educados y políticamente informados e interesados en política. Este déficit de confianza en las instituciones de la democracia proviene de las grandes expectativas depositadas en las instituciones democráticas y por tanto, la desconfianza está más generalizada entre los sectores más informados y por tanto, más enterados de las acciones de los partidos y los políticos. Así, las expectativas generadas no se corresponden con los actos de las élites y los resultados del gobierno. De aquí que Pharr y Putnam (2000: 13) planteen que si bien la erosión de los vínculos partidistas forma parte de un fenómeno de alejamiento del

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público con respecto de la política en general, también lo es que la desafección ciudadana con respecto del gobierno puede ser positiva ya que lleva a los electores a buscar un cambio de gobierno en la siguiente elección y apoyar en consecuencia, a la siguiente administración. Esta tesis supone que los electores tienen suficiente interés e información para evaluar al gobierno y votar por otro partido. Desde una perspectiva analítica similar, Diamond y Gunther (2001: ix) plantean que existen tendencias generacionales. Los más jóvenes y con mayor educación formal tienen niveles más bajos de lealtad partidista aunque presentan niveles altos de interés en la política. En este sentido, cabe destacar el planteamiento Anthony Giddens (1997, 1998), según el cual, la confianza proporciona al individuo herramientas para enfrentarse a un mundo de desanclaje y sistemas abstractos. Para este autor la confianza tiene el poder de restablecer la seguridad ontológica mermada por la Modernidad Tardía. Así, son los sistemas de expertos, que se encuentran en todas las áreas de la vida social, los que restituyen los lazos de confianza y seguridad. En la Modernidad Tardía existe un proceso de desvinculación provocado por la separación tiempo-espacio (destradicionalización y des-territorialización), y al mismo tiempo una revinculación basada en la confianza que la experiencia del conocimiento otorga. Son las señales simbólicas (sistemas abstractos de la modernidad) y el sistema de expertos, los que pueden llegar a restablecer la confianza y la fiabilidad en la que descansan las instituciones de la Modernidad Tardía. El papel que juega la fiabilidad será el de tender a reducir o minimizar los riesgos a los que están sujetas ciertas actividades, entre ellas la política. Por otra parte, autores como Torcal et.al., (2002) relacionan la desconfianza con el antipartidismo y un conjunto de actitudes profundamente negativas en torno a la política en su conjunto, tales como el cinismo, formando parte de un fenómeno más

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amplio de desafección política cuyos formas de expresión son el distanciamiento, desinterés y bajos niveles de participación electoral. Contrariamente a los estudios citados anteriormente, el hallazgo de estos autores, derivado de su investigación sobre Europa del Sur, es que no hay una asociación positiva entre los niveles de información política y el antipartidismo reactivo (del cual sería parte la desconfianza). La falta de confianza en las instituciones, el cinismo y los débiles vínculos con los partidos no son rasgos de los más informados políticamente sino que más bien se corresponde con un perfil de desinformación (Torcal et.al., 2002: 273). ¿Quiénes son entonces los que menos o los que más confían en los partidos y qué consecuencias tiene la desconfianza sobre el sistema político? Estos son temas centrales para los estudios de la democracia y la representación política dado que la desconfianza agranda el abismo entre los representantes y los representados; puede erosionar la legitimidad y la capacidad de gobernabilidad de las élites. No obstante, la legitimidad democrática y las evaluaciones del desempeño del sistema democrático son actitudes independientes en tanto las variaciones en el segundo conjunto de orientaciones afectivas no necesariamente afecta el apoyo de los ciudadanos a un sistema democrático (Montero, Gunther y Torcal, 1999). Efectivamente, apoyo a la democracia y confianza son actitudes de dos órdenes distintos. Sin embargo, cabe preguntarse si la desconfianza puede afectar la percepción social de que un régimen democrático está cumpliendo con sus objetivos. Eso está ocurriendo en la actualidad en México en donde la falta de confianza en la autoridad electoral y en la limpieza del proceso está llevando a cuestionar no sólo la validez del sistema electoral sino también, la viabilidad del sistema político en su conjunto con el argumento de que lo existente no es democracia. La táctica de la élite perredista ha sido eficaz precisamente porque cuenta con una base de desconfianza ciudadana. Según una

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encuesta de Carta Parametría el día de la elección, el 2 de julio, el 71% de la población consideraba que México era una democracia, el 21% que no y 8% no sabía. Hacia finales de julio el porcentaje de quienes consideraban a México una democracia cayó a 59%, mientras que el 28% declaraba que no es una democracia y el 13% que no sabía. Asimismo, la falta de confianza en los partidos, como parte de la desafección política, puede ser un reflejo de una sociedad muy desigual políticamente en la cual los que cuentan con menos recursos políticos están más marginados de la vida política. En México los que menos recursos políticos tienen generalmente se corresponden con los que tienen menos educación formal y son más vulnerables socialmente y al final, son los que tienen menos acceso a los procesos de toma de decisiones y están por tanto, subrepresentados. Así, la falta de confianza podría estar reflejando fenómenos más profundos de desigualdad política y educativa más que una actitud crítica frente a los partidos. Análisis comparado: cuatro casos con distintas trayectorias partidistas Con el objetivo de contribuir a este debate acerca de los perfiles, se tomaron cuatro casos con distinta longevidad democrática e institucionalización de sus sistemas de partidos. Los casos son Brasil, Chile y Uruguay. Dos casos de países con una fuerte institucionalización el sistema de partidos (Uruguay y Chile) uno, México con mediana institucionalización, y Brasil con baja institucionalización.2 Se tomaron también variables que permitan entrar a la discusión del tipo sociológico de aquéllos que más confían, según el debate que muy sucintamente describimos. Algunos datos generales de estos países son que: Brasil restauró su democracia en 1985.

Chile restauró su democracia en 1990. Uruguay en 1985 (Hagopian y

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Se toman las dimensiones de institucionalización de Mainwaring y Scully (1995): estabilidad en las reglas y patrones de competencia, las raíces en la sociedad, el hecho de que los actores y las élites partidistas vean en los partidos y las elecciones los canales legítimos para acceder al poder y finalmente, los partidos tienen autonomía de sus líderes y organizaciones sociales.

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Mainwaring, 2005). México es un caso tardío de democracia ya que la transición llegó a su fin en 2000 después de veinte años de proceso de democratización. Tanto Uruguay como Chile se caracterizan por una larga tradición partidista bajo la democracia antes y después de sus periodos autoritarios, mientras que México y Brasil se asemejan porque algunos de sus partidos contemporáneos surgieron bajo el autoritarismo; en el caso de México, los tres partidos relevantes surgieron bajo el sistema de partido hegemónico. De acuerdo al análisis de Mainwaring (1999: 34), Uruguay tiene los partidos más antiguos con un promedio de 115 años; México de 43 años, Chile de 40 y Brasil un promedio de 13 años. Según el estudio de Payne, et.al. (2002) en el cual construyen un índice de institucionalización siguiendo el criterio de Mainwaring y Scully,3 Uruguay es el país con mayor grado de institucionalización partidista de toda la lista de países; después Chile y debajo de éste México ocupan también un lugar de alta institucionalización y Brasil obtuvo un índice de baja institucionalización. Es un tema a debate si estos dos factores, longevidad de los partidos y de la democracia, influyen en la confianza en lo partidos y en general, en las instituciones de representación. Parece que al menos en el caso de Uruguay existe una relación, ya que como se mostrará, en este país donde los partidos están más estructurados, la confianza es un poco más alta. Extraña que en el caso chileno, como veremos, la confianza en los partidos sea tan baja debido a que estas organizaciones antes del golpe de 1973, tenían vínculos muy fuertes con la sociedad civil, jugando un papel central en la estructuración de identidades. Las variables independientes tomadas para este ensayo con el objetivo de describir el perfil de aquéllos que tienen mayor confianza en los partidos fueron edad, 3

Los criterios tomados son: volatilidad electoral, estabilidad del sistema de partidos, identificación partidista, confianza en partidos, legitimidad de los procesos electorales y percepción de que los partidos son indispensables para el progreso nacional (Payne, et., al., 2002:143).

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escolaridad, preferencia por la democracia, interés en la política, frecuencia con la conversan de política, percepción de si el gobierno responde sólo a algunos intereses particulares o al interés general y pertenencia a alguna organización social. En la medida en que todos los ciudadanos están expuestos a las acciones de gobierno se trata de problematizar si la confianza en los partidos debe depender de ciertos tipos culturales y sociales.4 Partiendo de las hipótesis que algunos estudiosos del tema han planteado, y el debate al que se hizo referencia, seleccionamos estas variables suponiendo que la confianza puede depender de: (i) un cierto nivel educativo e interés en política; ambas podrían ser consistentes y potenciar un sentido de eficacia individual y de que la política afecta la vida de las personas, (ii) la preferencia por la democracia como el mejor sistema posible, ya que la interiorización de los valores democráticos tienden a generar una mayor valoración de las instituciones de representación como los partidos, (iii) la percepción de que el gobierno gobierna para todo el pueblo y no para unos cuantos intereses poderosos en su propio beneficio, que puede traducirse como percepción de que el gobierno es representativo, tiene un vínculo con la confianza política en general, ya que en la medida en que se perciba que el gobierno representa a todos, las élites no se ven alejadas de los intereses de la colectividad y (iv) la pertenencia a una organización social en tanto esto socializa a los individuos en la política, les da más información y va creando un capital social que vincula a los individuos de manera positiva con las instituciones.

Resultados

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Para este supuesto ver el estudio de Newton y Norris (2000: 52-73).

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Edad no tiene relación alguna según la prueba de Ji cuadrada, lo cual es interesante porque quiere decir que al menos en la actualidad la desconfianza no parece ser una cuestión generacional. Está distribuida entre todas las edades. El análisis comparado permitió encontrar, a partir de tablas cruzadas, que hay ciertas tendencias similares en los cuatro casos que tal vez permitan hacer algunas generalizaciones. Antes de referirnos a las similitudes y a las discrepancias mostraremos los niveles de confianza en partidos para los cuatro países: Gráfica “Confianza en partidos para los cuatro países La EMV pide que los encuestados respondan si tienen “muchísima”, “mucha”, “alguna” o “ninguna” confianza. Se juntaron las dos primeras respuestas bajo la etiqueta de “mucha” confianza” y se dejaron las dos últimas separadas porque no son simétricas. La población que dice “alguna” confianza es distinta a la que dice no tener nada de confianza. En cuanto a confianza en partidos encontramos que los porcentajes más altos de “ninguna confianza” se encuentran en Brasil, 47%, y México 38%, luego en Chile 33% y Uruguay 26%. Los porcentajes de mucha confianza se ubican en Uruguay, 36%, Brasil 32%, Chile 27% y al final México 24%. Se podría esperar que Chile tuviera una confianza mayor en los partidos, dada la tradición de estas organizaciones. Parte de la explicación puede ser que muchos chilenos perciben una transición incompleta debido a los enclaves autoritarios que los militares mantuvieron hasta mediados de los noventa (Hagopian, 2005: 71). En Brasil, la confianza en partidos es más alta que en Chile y en México. Sin embargo, Brasil es a la vez el que presenta el más alto porcentaje de ninguna confianza, como si la población estuviera polarizada entre estas dos actitudes frente a los partidos. Cabe mencionar que en el estudio de Payne et.al. (2002:138) que toma datos de

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Latinobarómetro, Brasil es uno de los países que muestra uno de los niveles más bajos de confianza en América Latina.5 Hay cierta correspondencia entre el nivel de institucionalización del sistema de partidos en Uruguay y la confianza en partidos. México que en otro momento mostraba porcentajes más altos de confianza; ahora que sus partidos están centrados en la competencia electoral y están más expuestos al escrutinio público como parte de la conclusión de la democratización, ha aumentado la desconfianza. Tabla: resultados comparados con tendencias similares por país. La variable dependiente es “mucha confianza en partidos”. Tres variables mostraron la misma tendencia en los cuatro países: hay una relación positiva entre mayor confianza en partidos y percepción de que el gobierno gobierna para todo el pueblo, y no por unos cuantos intereses poderosos, mucho interés en política y preferencia por la democracia. 1. Uruguay. El dato general es que el 20% de la muestra percibe que el gobierno gobierna para todo el pueblo, es el porcentaje más bajo para los cuatro países: Chile 32%, Brasil 24% México 24% En general, para todos los países es muy bajo. De cualquier manera, la tendencia en los cuatro casos es que aumente esta percepción en el grupo de mucha confianza en partidos. De los que tienen confianza en partidos en Uruguay, el 69% tiene esta percepción pero de los que no tienen ninguna confianza sólo el 18% tiene esta percepción, es decir, el 82% en ese grupo cree que el gobierno responde a unos cuantos intereses. En México el 63% del grupo que tiene mucha confianza en los partidos percibe que el gobierno representa a todos; en Chile el 58% y en Brasil el 68%. En todos los casos conforme aumenta la desconfianza en partidos aumenta la percepción de que el gobierno responde a algunos intereses poderosos. 5

No obstante, el estudio de Hagopian (2005) arroja que los partidos brasileños se han fortalecido en el sentido de ser más programáticos y estar más cohesionados en el congreso.

11

La confianza en los partidos parece estar vinculada a la percepción de que el gobierno es representativo. 2. Uruguay es el país en donde comparativamente encontramos el porcentaje más alto de interés en política6, el 39%, frente al 34% en México, el 31% en Brasil y el 25% en Chile. En general los porcentajes son bajos, consistentes con la baja confianza en los partidos en los cuatro países. En Uruguay el 58% de los que tienen confianza en partidos, está muy interesado en política. De los que no tienen ninguna confianza, sólo el 16% está muy interesado en política. En México, el 52% de los que tienen mucha confianza están muy interesados en política frente al 16% del grupo nada interesado en política. En los otros países encontramos porcentajes más bajos. En Chile es el 37% de los que confían en partidos, está muy interesado en política y en Brasil el 40%. Cabe aclarar que en estos dos países los porcentajes de interés en política son muy bajos en los tres niveles de confianza pero los más altos niveles de interés se encuentran en términos relativos, entre los que más confianza tienen en los partidos. En Chile sólo el 28% de los que no tienen ninguna confianza están interesados en política y en Brasil el 22%. Como en el caso de la variable anterior, encontramos una relación positiva entre ambas variables. 3. En cuanto a preferencia por la democracia Uruguay es el país que muestra un porcentaje más alto que respondió estar muy de acuerdo o de acuerdo con la pregunta “la democracia es la mejor opción”, 96%, Brasil, 83%, Chile 81% y México 80%. Hay una distancia relevante entre Uruguay y el resto de los países. Este país presenta los niveles más altos de confianza y apoyo a la democracia. De los que tienen confianza en los partidos en Uruguay 98% prefiere la democracia. Llama la atención que el 100% de los que no prefieren la democracia no tienen ninguna confianza en partidos; preferir la 6

No incluyo “conversa de política” por ser una variable de control consistente con los resultados con “interés en política”.

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democracia y confiar en los partidos parecen ser actitudes complementarias. En 10 puntos porcentuales o más se encuentran por debajo de Uruguay, Brasil con 87% que prefiere la democracia de los que tienen mucha confianza, 85% México y 84% Chile. Esta es la variable que muestra una relación más clara con la confianza en partidos. Hipótesis: la valoración de la democracia como opción preferible lleva a depositar más confianza en las instituciones de representación. En tanto la preferencia por la democracia es mucho mayor que la confianza en los partidos puede plantearse que la desconfianza hacia los partidos no parece cuestionar a la democracia. Como se sugería al principio, son actitudes independientes. Hasta aquí se han presentado algunas tendencias en común. Ahora se muestran algunas diferencias en cuanto a dos variables: escolaridad y la pertenencia a una organización social. Los cuatro países muestran distintas tendencias (se agregaron confianza y ninguna confianza para contrastar porcentajes por país. No está incluido el nivel de “algo de confianza” sino que sólo se muestran los extremos). En cuanto a escolaridad7 puede observarse que tanto en Uruguay como en Chile hay una relación negativa entre alta escolaridad y mucha confianza en partidos; es decir, los que tienen un nivel escolar más alto confían menos en los partidos. Por su parte, Brasil no parece mostrar ninguna tendencia clara en tanto existe la misma proporción de individuos de educación alta entre los que tienen mucha confianza y ninguna, como si este sector estuviera polarizado. En México, por otro lado, son claramente los que tienen mayor educación los que confían más en los partidos, quizá como un reflejo del debilitamiento de los mecanismos clientelistas y de coacción de la que fueron objeto los sectores más vulnerables socialmente con menos recursos políticos y económicos. Si bien Brasil

7

La EMV distingue entre Baja, Media y Alta escolaridad.

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también podría compartir ciertas características socioeconómicas con México debe tomarse en cuenta que la democratización en este último país es más reciente. Debe agregarse que así como los mexicanos más escolarizados confían más en los partidos, también son ellos los que participaron más en las elecciones en 2003 según estudio UAM-A/IFE de 2004. Las interpretaciones: i) los sectores con menos escolaridad y más bajos ingresos perdieron el sentido de participar en política y se han alejado de los partidos después de finalizada la democratización. Lo cual podría se positivo. Sin embargo, ii) los datos anteriores reflejan la desigualdad de recursos políticos de la sociedad mexicana. Hay un sector con menos escolaridad e información que no vincula la política a su vida, esto es, no percibe que le afecte ni tampoco que él o ella pueda influir en las toma de decisiones. En cuanto a la pertenencia a una organización social y su relación con la confianza, el hallazgo es que en los cuatro casos, el porcentaje de encuestados que pertenece a una organización es bajísimo: en México 23%, Brasil, Uruguay y Chile 30%. Segundo, en Brasil, Uruguay y Chile no se encuentra ninguna tendencia ya que en los tres niveles de confianza aparece un porcentaje muy similar de pertenencia a una organización. El porcentaje que se ve en la gráfica para estos tres países es el que, con pocas variaciones, se encuentra en los otros niveles de confianza. Llama la atención que en México sí haya alguna relación entre las dos variables ya que los que confían en partidos son comparativamente con los otros niveles de confianza, los que más participan en una organización social (el 31% frente al 24% -alguna confianza- y el 22% ninguna confianza. Hay una diferencia de 10% entre los que confían mucho y nada).

Conclusiones provisionales

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¿Cuál es el hallazgo central de este simple y descriptivo ejercicio? Hay una relación entre preferir la democracia y confiar en los partidos y entre interés en política y confianza y la percepción del gobierno como representativo y confianza. La baja confianza en los cuatro casos se corresponde con la percepción bastante generalizada, por cierto, de que los gobiernos no son representativos de todo el pueblo. Así, en general, haciendo abstracción de las diferencias entre los casos, el sector de los que confían representa una minoría en los cuatro casos: menos del 40%. No obstante, este sector muestra un perfil que sugiere que la confianza es los partidos está asociada a valores democráticos y actitudes políticas positivas en relación al sistema. Así, el déficit de confianza no parece ser el reflejo de una ciudadanía sofisticada, educada y crítica sino más bien de una ciudadanía desencantada.8 Entendemos por sociedad desencantada, el deterioro y la descomposición de los referentes colectivos que mantenían unida a la colectividad (las ideas de progreso, las seguridades, el Estado, la clase, el sindicato, los partidos, etc.) dando pie a los procesos de individualización, donde todos los esfuerzos de definición se concentran en la figura del individuo (Beck 1996). No hemos desarrollado en este trabajo un modelo explicativo que de cuenta del sentido de la relación entre las variables independientes y la variable dependiente (qué determina qué). No obstante, puede plantearse que (i) los niveles de apoyo a la democracia son más elevados que los niveles de confianza, lo cual indica que no basta con preferir la democracia para confiar en un partido. (ii) No obstante, la valoración de la democracia y sus instituciones así como el interés por la política son un conjunto de actitudes y valores que potencian la confianza en los partidos.

8

Se puede encontrar esta hipótesis en Catterberg y Moreno (2005).

15

Queda planteado el problema de si la confianza depende entonces de manera sustancial del desempeño del gobierno como concluyen Newton y Norris (2000) en su estudio comparado de Europa, Japón y EU y Canadá. Como plantean Pharr y Putnam (2000) las causas son políticas. En este sentido, algunos estudios comparados de la calidad de la democracia en América Latina (Hagopian (2005: 72) han arrojado que el apoyo y la satisfacción con la democracia y la confianza en sus instituciones tiende a aumentar

cuando

la

calidad

de

la

gobernanza

también

aumenta.

16

Bibliografía

Beck, Ulrich. 1996. “Teoría de la Sociedad del Riesgo” en Las consecuencias Perversas de la Modernidad. España: Anthropos. Catterberg, Gabriela y Alejandro Moreno. 2005. “The Individual Bases of Political Trust: trenes in New and Established Democracies,” International Journal of Public Opinion Research. (En prensa). Dalton, Russell. 1996. Citizen Politics: Public Opinión and Political Parties in Advanced Western Democracies. Chatham, New Jersey: Chatham House. Diamond, Larry y Richard Gunther, eds. 2001. Political Parties and Democracy. Baltimore y Londres: The Johns Hopkins University Press. Giddens, Anthony. 1997. “Vivir en una Sociedad Postradicional” en Modernización Reflexiva. Política, Tradición y Estética en el Orden Social Moderno. Madrid: Alianza Universidad. Giddens, Anthony. 1998. Modernidad e Identidad del Yo. El Yo y la Sociedad en la Época Contemporánea. Barcelona: Península. Hagopian, Frances. 2005. “Derechos, representación y la creciente calidad de la democracia en Brasil y Chile,” México: Política y gobierno,” vol. XII, núm. 1: 41-90. Hagopian, Frances y Scott Mainwaring, eds. 2005. The Third Wave Democratization in Latin America. Advances and Setbacks. Nueva York: Cambridge University Press. Mainwaring, Scott y Timothy Scully, eds. 1995. Building Democratic Institutions. Party Systems in Latin America, Stanford, California: Stanford University Press. Mainwaring, Scott. 1999. Rethinking Party Systems in the Third Wave of Democratization. The Case of Brazil. Stanford, California: Stanford University Press. Montero, José Ramón, Richard Gunther y Mariano Torcal. 1999. “Legitimidad, descontento y desafección. El caso español,” España: Estudios Políticos 74 (otoño):107149. Newton, Kenneth y Pipa Norris. 2000. “Confidence in Public Institutions: Faith, Cultura or Performance,” en Pharr y Putnam. Disaffected Democracies. What´s Troubling the Trilateral Countries? Princeton, New Jersey: Princeton University Press: 52-73. Pharr, Susan y Robert Putnam, eds. 2000. Disaffected Democracies. What´s Troubling the Trilateral Countries? Princeton, New Jersey: Princeton University Press.

17

Payne, Mark, et.al., 2002. Democracies in Development. Politics and Reform in Latin America. Washington: Inter.-American Development Bank/International Institute for Democracy and Electoral Assitance.

Encuestas Encuesta Mundial de Valores, 2001.. Carta Parametría. “Ver un México Democrático”. México. 18 de agosto de 2006. Carta Parametría. “Confianza en instituciones”. México. Julio de 2006.

ANEXO

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50 45 40

Gráfica 1 Confianza en partidos 36 37

34

33

35 26

30 25

38

37

32 27

19

Mucha 24

20

Alguna

15 10

Ninguna

5 0 Brasil

Uruguay

Chile

México

18

Gráfica 2 Confianza en partidos y escolaridad Brasil 60%

53 46

46 41

50%

42

35 40% Alta 30%

13

12

12

20%

Media Baja

10% 0% Mucha

Alguna

Ninguna

Gráfica 3 Confianza en partidos y escolaridad Chile

48

46

50% 40%

36

33

30%

39

18

44

17

18

20%

Alta Media Baja

10% 0%

Mucha

Alguna

Ninguna

19

Gráfica 4 Confianza en partidos y escolaridad México 60.00%

55 40

50.00%

40 40

38 32

40.00%

Alta

22 23

30.00%

21

Media

20.00%

Baja

10.00% 0.00% Mucha

Alguna

Ninguna

Gráfica 5 Confianza en partidos y escolaridad Uruguay 65 70 60

53

54

50 40

28

26

30

20

Alta

25

Media

18 10

20

Baja

10 0 Mucha

Alguna

Ninguna

20

Gráfica 6 Confianza en partidos y escolaridad Chile

48 50.00% 45.00% 40.00% 35.00% 30.00% 25.00% 20.00% 15.00% 10.00% 5.00% 0.00%

46

44 39

36

33

18

Alta

17

18

Media Baja

Mucha

Alguna

Ninguna

Gráfica 7 Confianza en partidos y preferencia por la democracia Brasil

60

51

51 46

50 40

38

35

Muy de acuerdo 30

Deacuerdo

30 En desacuerdo 20 7 10

5

8

8

8

11

Totalmente en desacuerdo

0 Mucha

Alguna

Ninguna

Gráfica 8

21

Confianza en partidos y preferencia por la democracia Chile 50 46

50

42

45 40 35 30

39

34

Muy de acuerdo

34

Deacuerdo

25 20 15 10

16

En desacuerdo

15

12

6 4

Totalmente en desacuerdo

2

5 0 Mucha

Alguna

Ninguna

Gráfica 9 Confianza en partidos y preferencia por la democracia México 56

60

51

50

50

Muy de acuerdo 33

40

27

25

Deacuerdo

30 11

7

4.3

10

En desacuerdo

16

15

20

Totalmente en desacuerdo

4

0 Mucha

Alguna

Ninguna

Gráfica 10

60

Confianza en partidos y preferencia por la democracia Uruguay 55 51

50

46 50

42

42 40

Muy de acuerdo

30

Deacuerdo

20

En desacuerdo

10

2

0

3

6 0

2

Totalmente en desacuerdo

0 Mucha

Alguna

Ninguna

22

Gráfica 11 Interés en la política 43

45 37

40

35

35

28

30

28

27 26

Muy interesado

25 20

34

32

31

Algo interesado

19 18

No muy interesado

13

Nada interesado

13

15 10

8

5

5 0 Brasil

Chile

México Gráfica

Uruguay

12

Confianza en partidos e interes en la política Brasil 44 41

41

45 40

33

35 30

24

25

19

21

Muy Interesado 20

19

20

Algo interesado

15

No muy interesado

13

15

Nada interesado

9

10 5 0 Mucha

Alguna

Ninguna

Gráfica 13 Confianza en partidos y conversa de política Brasil 56 60

43

50

42

38

34

40

23 30

28

Frecuentemente

18 15

20

Ocasionalmente Nunca

10

0

Mucha

Alguna

Ninguna

23

Gráfica 14 Confianza en partidos e interes en la política Chile 58 60 50 38

35

40

Muy Interesado

28

26

30

41

23 18

15

20

Algo interesado No muy interesado Nada interesado

11 10

4

4

0 Mucha

43 45 40 35

Alguna

Ninguna

Gráfica 15 Confianza en partidos y conversa de política Chile 41 40 37 32

31 27

30

24

23

25

Frecuentem ente

20

Ocasionalm ente

15

Nunca

10 5 0 Mucha

Alguna

Ninguna

24

Gráfica 16 Confianza en partidos e interes en la política México 42

45

39

37

40

33

30

35

30

30

Muy Interesado

22

20

25

Algo interesado

18

20

No muy interesado

15

15

Nada interesado 7

10

5

5 0 Mucha

Alguna

Ninguna

Gráfica 17 Confianza en partidos y conversa de política México 46

50 38

35

40

40 33

32

28

27 30

Frecuentemente

21

Ocasionalmente

20

Nunca

10 0 Mucha

Alguna

Ninguna

Gráfica 18 Confianza en partidos e interes en la política Uruguay 66

70 60 50 35

40 30

23

35 26

Muy Interesado 31

Algo interesado

25 18

16

20

13

No muy interesado Nada interesado

9 10

3

0 Mucha

Alguna

Ninguna

25

Gráfica 19 Confianza en partidos y conversa de política Uruguay

60

51

50

41

39

37

33

40

34

29 30

Frecuentemente Ocasionalmente

20 16

Nunca

20 10 0 Mucha

Alguna

Ninguna

Gráfica 20 Pertenece o es miembro de alguna organización social (porcentaje)

35

30

30

30

30 23 25 20 15 10 5 0 Brasil

Uruguay

México

Chile

26

Gráfica 21 Confianza en partidos y pertenece o es miembro de una organización social Brasil

71

71

68

80 70 60 50

29

32

29

40

Sí No

30 20 10 0 Mucha

Alguna

Ninguna

Gráfica 22 Confianza en partidos y pertenece a alguna organización social Chile 52

51

60

47

50 40

31 28

31 Si

30

No 20 10 0 Mucha

Alguna

Ninguna

27

Gráfica 23

70

Confianza en partidos y pertenece a alguna organización social México 60.4 52.2

60 50

41.5 30.9

40

23.8

22

30

Si No

20 10 0 Mucha

Alguna

Ninguna

Gráfica 24 Confianza en partidos y pertenece a alguna organización social Uruguay

72

71

69

80 70 60 50 40

29

28

31

Sí No

30 20 10 0 Mucha

Alguna

Ninguna

28

Gráfica 25 Confianza en partidos y en su país se gobierna para algunos grandes innteréses o para todo el pueblo Brasil 80

77 68

80 70 60

39

50

32

Para algunos grandes intereses

40

23

Para todos

30 20 10 0 Mucha

Alguna

Ninguna

Gráfica 26 Confianza en partidos y en su país se gobierna para algunos grandes innteréses o para todo el pueblo Chile 75 80 70

61

58

60

42

39

50 40

25

30

Para algunos grandes intereses Para todos

20 10 0 Mucha

Alguna

Ninguna

29

Gráfica 27 Confianza en partidos y en su país se gobierna para algunos grandes innteréses o para todo el pueblo México 80 80

74 63

70 60 50

Para algunos grandes intereses

37

40

26

20

30

Para todos

20 10 0 Mucha

Alguna

Ninguna

Gráfica 28 Confianza en partidos y en su país se gobierna para algunos grandes innteréses o para todo el pueblo Uruguay 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0

82

82 69

Para algunos grandes intereses

31 18

Mucha

Alguna

18

Para todos

Ninguna

30

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