Ensayo Conciencia Etica

  • November 2019
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ISTITUTO LATIOAMERICAO DE LA COMUICACIÓ EDUCATIVA CETRO DE ESTUDIOS E COMUICACIÓ Y TECOLOGÍAS EDUCATIVAS

Maestría en Comunicación y Tecnologías Educativas Módulo de Investigación Ensayo:

“La labor docente en la conciencia ética”

Tutora: Rosalba Angélica Sánchez Dromundo Sede: Centro de Capacitación Continua y a Distancia II Grupo 4

Rossana Torres Jácome

Agosto de 2008.

“La labor docente en la conciencia ética” Rossana Torres Jácome.

Resumen La labor docente conlleva una gran responsabilidad y compromiso, que si no son asumidos bajo la mirada de la ética, de ninguna manera se podría cumplir cabalmente. Una de las tareas que ha de atender todo docente, es la de promover la comprensión de los alumnos, pero no sólo en su orientación hacia lo intelectual, sino en su carácter de humanidad, es decir, con el objetivo de lograr empatía e identificación del propio ser ante la necesidad de pertenencia a un grupo social, y en general a la humanidad. Los docentes deben fomentar y practicar la ética en el proceso educativo, desde cualquier perspectiva, considerando el ambiente familiar, escolar, así como en el ámbito de la investigación.

Introducción Para quienes estamos inmersos en el ambiente educativo, seguramente en más de una ocasión nos ha surgido la inquietud acerca de ¿qué se debe enseñar en este siglo XXI, en la era del conocimiento y de la comunicación? Esta interrogante nos lleva a otras más, por ejemplo: ¿cuál debe ser el papel del docente?, ¿cuál es la mejor manera, o bajo qué metodología debemos centrar la labor docente?, ¿qué les interesa aprender a los alumnos en estos tiempos?, ¿cómo involucrar a los padres y familiares de los alumnos en el proceso educativo?, en fin, son muchas y variadas estas inquietudes que aterrizan en una reflexión general: “la educación como elemento fundamental de toda sociedad, ha de ser acorde a las necesidades e intereses de los individuos en desarrollo; por ello, la acción docente tendrá un doble compromiso: cimentar su práctica profesional con eticidad y orientar a los alumnos al logro de metas, desarrollando sus habilidades y capacidades basados en la conciencia ética, para formar seres competentes para la vida.”

El presente trabajo orientará la reflexión sobre el actuar docente ante la necesidad de incorporar en la práctica educativa, acciones encaminadas al logro de una conciencia ética de los individuos.

Saberes necesarios en la educación. Delors (s.f.), plantea ante la UNESCO cuatro pilares básicos para la educación: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser, en sociedad. Estos pilares, replantean la orientación del proceso educativo e invitan el despertar de nuevos paradigmas en el actuar docente. Si analizamos cada uno de estos cuatro planteamientos, podremos percatamos del fin último: lograr que el individuo se haga de las herramientas necesarias para incorporar sus aprendizajes y conocimientos, basado en principios de convivencia social, a un todo integrador que le permita desarrollarse plenamente en sociedad y para la vida. Por otra parte, Edgar Morín (1999), alude a siete saberes necesarios a considerar por la educación, sin hacer distingo de sociedad o cultura alguna. Ellos son, las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión, los principios de un conocimiento pertinente, enseñar la condición humana, enseñar la identidad terrenal, enfrentar las incertidumbres, enseñar la comprensión y la ética del género humano. De estos saberes hemos de destacar los dos últimos en esta ocasión. Delors, en el pilar que denomina “aprender a conocer”, alude a cómo brindarle herramientas al estudiante para desarrollar la comprensión en los términos de medio y finalidad de la vida humana. Por su parte, Morín señala la importancia de “enseñar la comprensión” como condición y garantía de la solidaridad intelectual y moral de la humanidad. Debemos centrar nuestra atención en la concepción del término “comprensión”, no en su carácter intelectual u objetivo, como el fin que buscan las diferentes asignaturas en la educación; la mirada debe estar focalizada más allá de esto, es decir, hacia el carácter humano o intersubjetivo. Esto tiene una razón, la comprensión intelectual sigue guardando relevancia, pues a través de su práctica el individuo construye conocimientos que serán fundamentales para su aplicación en la vida cotidiana; sin embargo, la comprensión humana nos orientará hacia el

cómo hemos de llevar las interrelaciones con otras personas, tanto en un carácter individual como en el social. Ahora bien, la tarea que tendrá el docente ante estas premisas, estará encaminada a ayudar al alumno a esquivar la gran cantidad de obstáculos que asechan a la comprensión en cualquiera de sus concepciones, por ejemplo, de manera

externa

podemos

mencionar:

la

mala

información,

ignorancia,

incomprensión de valores y ética de las culturas, imposibilidad de comprender posturas diferentes a las propias. De manera interior, se pueden presentar obstáculos como: la indiferencia, egocentrismo, etnocentrismo y sociocentrismo, que consideran siempre en segundo plano todo lo que refiere a lo extraño (Morín, 1999).

La ética en la docencia. La docencia no puede entenderse sin ética, pues toda acción que se emprende en este campo, tiene repercusiones directas en la sociedad y en la humanidad. Hemos entonces de reconocer, que en toda tarea que los docentes emprendan con la finalidad de apoyar la orientación de la comprensión de sus alumnos, en los términos antes analizados, tiene gran relevancia. De este modo, el docente deberá fomentar en sus alumnos el pensamiento crítico, analítico, propositivo, social, humanístico, etc., con la finalidad de promover el desarrollo de la comprensión en su más amplia concepción, para que realmente tenga aplicación en la vida cotidiana. Freire (2003), menciona lo siguiente: No es sólo interesante sino profundamente importante que los estudiantes perciban las diferencias de comprensión de los hechos, las posiciones a veces antagónicas entre profesores en la apreciación de los problemas y en la formulación de las soluciones. Pero es fundamental que perciban el respeto y la lealtad con que un profesor analiza y critica las posturas de los otros. (p.18)

Recordemos que no hay mejor ejemplo ético que la coherencia de nuestro decir con nuestro actuar; en este sentido, los maestros a lo largo de la historia de la educación, siempre han sido prototipo (positivo o negativo) para sus alumnos, y en esta ocasión no es la excepción, si se habla de actuar bajo las normas de ética, entonces no podemos dar otro ejemplo que no sea basado en ella y de cómo es practicada por los docentes. Un ejemplo muy claro en el que podemos apoyar el camino ético, es el de concientizar a los alumnos de la importancia del actuar bajo esta premisa. Así, el ejercitar el respeto a la autoría de trabajos consultados y citados en los propios, es un buen comienzo. Evitar el plagio de frases y trabajos completos es una situación que debe enmarcar las tareas educativas cotidianas en cualquier nivel, ya que son actos faltos de ética. Podemos mencionar con toda claridad y razón que, “el plagio puede conducir a serios problemas tanto de demérito académico como de carácter legal” (Rojas Soriano, 1992). En mi práctica profesional, como docente en una licenciatura en ciencias de la educación, en alguna ocasión se presentó un caso de plagio total en un trabajo encomendado acerca de la película “Mi vida en rosa” en contraposición con el análisis de las características de la adolescencia. Varios alumnos acudieron a las herramientas que oferta el internet, pero sin el mínimo esfuerzo por analizar, resumir o criticar uno de los trabajos que existen en ese medio. Después de hacer la revisión particular de cada trabajo con los alumnos, les demostré la insatisfacción que deja ese mínimo esfuerzo, recalcando la importancia de asumir con ética toda actividad. Lo relevante en este tipo de situaciones es hacer conciencia con los jóvenes, que se están preparando para insertarse en el ambiente educativo, de la necesidad de actuar con ética en toda acción que se emprenda.

La ética y la familia. Otro factor importante en el desarrollo integral de los alumnos es sin lugar a dudas el ámbito familiar en el proceso educativo. Es totalmente decisiva la influencia de la familia en la conformación del carácter ético de los alumnos. Este valor que el

ser humano ha establecido para el buen convivir entre sus semejantes en la sociedad en que viven, es un valor que en primera instancia se germina en el seno familiar. Sin embargo la práctica docente ha de intervenir de manera indirecta en su cultivo. No debemos olvidar que la educación es un fenómeno que involucra a tres actores: docente, alumno y familia. Por tanto, los maestros deberán tener presentes en las diversas actividades y acciones que emprende tanto al interior como al exterior del aula de clases, el apoyo e intervención que los familiares más cercanos al alumno, para fortalecer la ética en la vida de los estudiantes.

La ética en la investigación. Un tercer elemento en esta revisión está orientado hacia la ética que se ha de vivir en la investigación. Tanto docentes como discentes involucrados en este campo, habrán también de practicar la ética en sus tareas. El asumir pensamientos de tolerancia, respeto, análisis, crítica propositiva, reflexión, etc., son sólo algunos de los valores que deben rodear el ambiente de la investigación. En este sentido, es tarea del docente trabajar con sus alumnos, bajo la mirada de la ética, promoviendo la investigación resaltando como menciona Rojas Soriano (1992), la importancia de mantener la honestidad intelectual en el trabajo científico. Así los alumnos habrán de reconocer en sus trabajos, las ideas o aportaciones de otros autores, como elementos que apoyan la creación de concepciones o bien, que favorecen con aportaciones que son plataforma para el establecimiento de nuevos conceptos, propuestas o visiones. Pero la ética en este campo, también va más allá de lo mencionado hasta el momento, también ha de considerarse, que el investigador, desde el momento en que decide llevar a efecto una investigación, debe plantearse una serie de preguntas que lo llevarán a establecer la orientación que tendrá su tarea. Debe hacer un primer análisis sobre el tipo de investigación que realizará, de sus posibilidades ante sus planteamientos, de la disposición de tiempo, recursos, etc., y todo esto deberá aterrizar en el planteamiento definitivo del plan de acción. En cada etapa de este proceso, el investigador habrá de hacer una autovaloración o autoexamen para ir definiendo la pertinencia de los avances en el mismo.

CONCLUSIÓN. Hemos hecho referencia a algunos saberes necesarios para enfrentar la educación en este Siglo XXI, saberes que todo docente no puede dejar de analizar e incorporar en su práctica cotidiana; sin embargo cada uno debe descubrir su propia verdad en este sentido, de acuerdo a su realidad, contexto y necesidades. “No podemos asumirnos como sujetos de la búsqueda, de la decisión, de la ruptura, de la opción, como sujetos históricos, transformadores, a no ser que nos asumamos como sujetos éticos” (Freire, 2003, p.19). Tanto Freire, Delors, Morín y Rojas Soriano, invitan a través de sus textos a hacer una reflexión crítica sobre nuestra práctica docente y dejan establecida la necesidad de asumirnos como sujetos activos, críticos, éticos, políticos y que además tenemos la capacidad de contribuir en la historia de la humanidad, pero no sólo como objetos de ella, sino como sujetos que promueven cambios. Dejamos ahora otro cuestionamiento más sobre la mesa: desde la acción docente, ¿cómo ser promotor de los cambios que la historia de la humanidad requiere para enfrentar este Siglo del conocimiento?

REFERENCIAS

Delors, J.(s.f.). La educación encierra un tesoro. Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI. Recuperado el 27 de

agosto

de

2008,

de

http://www.unesco.org/education/pdf/DELORS_S.PDF Freire, P. (2003). Pedagogía de la autonomía, Saberes necesarios para la práctica educativa (8ª ed.). México, D.F.: Siglo veintiuno editores, s. a. de c. v. Morín, E. (1999). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Correo de la UNESCO. Rojas Soriano, R. (1992). Formación de investigadores educativos. México: Editorial Plaza y Valdés.

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