El Socio lejano Cuento Por: Juan Carlos Beiroa Ex Calígrafo de la R.Argentina
- I-
Del tema, me enteré cuanto el padre vino a verme para confirmar si el llenado de unos documentos, que traía en fotocopia, podrían pertenecer a su hijo, preso en ese momento. Decía, que no sabía que había pasado, ya que le imputaban al muchacho el llenado de cheques de viajero descontados en bancos y depositados en una cuenta creada con datos falsos, utilizando documentación que acreditaba la ficticiamente la existencia de una persona física. Esta persona, el padre, quería contratarme para demostrar que el llenado no era de su hijo detenido. Para contar con un espectro apropiado le pedí me trajera escrituras anteriores al tema. A los pocos días trajo cuerpos de escritura de ese tiempo y anteriores, para poder asi examinar y determinar la correspondencia o no al detenido.Me llevó bastante tiempo tomar un convencimiento, porque dentro de un proceso de alteración de las grafías que llenaban los documentos cubiertos y
suscriptos ilegítimamente se agregaba una firme intención distorsiva, acépteseme el neologismo, en los “cuerpos de escritura” que venían del instituto de detención donde lo visitaba su padre.Luego de casi un mes de idas y venidas le informé que desde mi punto de vista, los documentos robados y llenados ilegítimamente correspondían a la persona presa (su hijo), aunque se notaban distintos momentos o estados de ánimo, ya que en los cheques se advertían constantes propias de un momento y en los cuerpos de referencia otras. A esta altura, el padre, que me respetaba profesionalmente por una serie de causas penales en que me había propuesto, me hizo saber que “estaba por recibir una carta” dirigida a él, en la cual una tercera persona, presuntamente “socia” del detenido en la actividad delictiva, reconocía “desde un país latinoamericano”, el llenado de aquellos cheques de viajero que fueran prueba indiciaria para dictar la preventiva del hijo de mi cliente.Evidentemente se trataba de una artimaña que ningún juez, razonablemente, podría aceptar.-
II –
Volvió el hombre con el original de la “carta” que habría de ser “enviada” desde fuera del país. Cotejé aquellas escrituras con las reproducciones de los textos incriminados de los cheques y si, no cabía duda, existían muchos elementos que permitían asegurar que pese a las variantes formales, genéticamente procedían de la misma persona, pero se alejaban en algunos aspectos, naturalmente formales, de los de su hijo. De esta manera quedaría evidenciado que “aquella” persona que reconocía la autoría del llenado de los cheques, desde un país vecino, aparecería como el autor responsable de la defraudación liberando al detenido de toda connotación delictiva o, en su caso, vinculándolo tangencialmente con el ilícito. En la misiva, el inexistente “responsable” pedía literalmente disculpas al padre por haber fallado moralmente a la confianza que le habían dispensado, etc., etc., asumiendo la total responsabilidad por “el llenado de los cheques de viajero” en cuestión y esperaba que todo se solucionara cuanto antes.Dado que a mi juicio ambos elementos eran concomitantes en su origen, el padre, en sobre cerrado envió la carta con el sobre escrito de puño y letra por parte del detenido al país
latinoamericano desde donde , en papel de ese origen y tinta comprada expresamente allí para que todo conjugara el “noble” origen de la misiva. Desde allí se la despachó con carácter de certificada hacia Buenos Aires, para que tuviera mas visos de autenticidad, obviamente con el sellado de la ciudad capital del país de origen.Mientras tanto, el preso padecía el paso del tiempo, con la esperanza de que todo lo pergeñado se cumpliera favorablemente.Una vez que el padre recibió la carta, en su calidad de abogado defensor de su hijo, adjuntó la carta que le fuera enviada, en un escrito y lo presentó al magistrado. ¿Qué hizo el juez?: mandó realizar la fundamental pericia caligráfica al cuerpo de calígrafos de la justicia oficial, que por supuesto no habían realizado cotejo entre los cuerpos de escritura del detenido y los textos cuestionados, porque “nadie lo pidió”(¡?) y estos determinaron, obviamente, que el llenado de los cheques procedían de la persona que enviara la carta-confesión.Que hizo el juez?: lo puso en libertad por falta de mérito. Lo que creo que no supo el juez era que la carta había sido escrita en la mismísima cárcel por parte del hijo de mi cliente, o si?
NOTA DEL AUTOR: Si bien es un cuento, algunas partes coinciden con un caso del que tuvo conocimiento lateral, y
algunos detalles son propios de la imaginación del autor.