28 DE MAYO DE 1944 – DOCUMENTOS – EL ECUADOR Y LA GUERRA (DISCURSO DE FEBRERO 19 DE 1943) -PEDRO SAAD NIYAIM
Señor Representante del Presidente de la República, Compañeros: Difícil tarea la de hablar esta noche del tema indicado por Unión Sindical de Trabajadores: el Congreso de Trabajadores del Ecuador y el proceso de formación de la nacionalidad ecuatoriana. Pero el mandato estaba dado y había que cumplirlo; y aún venciendo dificultades de orden personal, aquí estoy a cumplir ese mandato. Quiero sí aclarar previamente que todas las opiniones que se emitan esta noche son de Unión Sindical, discutidas y meditadas por Unión Sindical, exclusivamente opiniones de ella, frente al Congreso de Trabajadores, Unión Sindical no pretende de ninguna manera imponer su criterio, no intenta hacer imperar su concepto respecto a la organización de dicho Congreso, ya que existe un comité organizador, encargado de esta tarea. Estas son nuestras personales opiniones, hablando en nombre de Unión Sindical, y nuestro más ferviente anhelo, sería que todo el pueblo del Ecuador oyese estos criterios y que al mismo tiempo nuestras filiales y las otras centrales hermanas expongan sus distintos puntos de vista, de todo lo cual deberá salir el criterio definitivo acerca de lo que debe ser el Congreso.de Trabajadores del Ecuador, esa gran obra de la reconstrucción nacional, a base de la clase obrera unificada. Hablar del proceso de formación de la nacionalidad ecuatoriana, es hablar de un proceso de lágrimas, de dolor y de sangre. Es a través del esfuerzo de siglos de un pueblo entero, cómo va forjándose una nacionalidad, construyéndose una patria, que no se forma por la acción de las minorías, sino por 3a acción de las grandes masas, de los trabajadores, de los campesinos, de todos los hombres que con su esfuerzo construyen un país, aunque desde arriba no se lo quiere mirar así. Y son estas masas del Ecuador las que se enfrentan a un momento crucial de la existencia del país, las que tendrán que decirla última-palabra respecto a nuestro Ecuador, que, o se desintegra totalmente o encuentra el camino definitivo de su salvación, y justamente este camino puede ser hallado gracias a la acción de la clase trabajadora ecuatoriana acaudillando al pueblo en general, en la gran obra de la reconstrucción nacional.
El planteamiento que quiera esperarlo todo de un caudillo personal, está profundamente equivocado, en este momento de la historia, cuando los pueblos de la tierra se baten decisivamente para detener la barbarie del fascismo. Sólo queda la acción decisiva de los pueblos, como la que realizan los Estados Unidos e Inglaterra, donde todas sus capas sociales están unidas en un mismo propósito, como la de los pueblos chino y soviético, que en una gran acción mancomunada marchan hacia !a victoria definitiva. Así también en el Ecuador, tenemos que formar una gran unidad nacional, para hacer el gran Ecuador del futuro, para empujar el progreso de nuestro DEIS, para la liberación de nuestro pueblo. Va surgiendo esta nacionalidad a lo largo de la historia. En cada una de sus etapas hay algo que recogemos y hay algo que rechazamos, algo que es nuestra herencia y algo que tenemos que repudiar. Primeramente la colonia, que nos da un idioma, que crea la posibilidad de un desarrollo económico, superando el atraso del imperio incaico, que nos trae el espíritu generoso de las Leyes de Indias, con Fray Bartolomé de las Casas, que miraba compasivamente por los indígenas explotados. Pero al lado de esta herencia que recogemos estaba el encomendero, el abuelo del actual señor latifundista del Ecuador, el causante de toda la división, de todo el retraso que aquí impera en nuestro país y en América Latina en general, el responsable de todo ese peso muerto del colonialismo, que, o lo destruimos hoy, o él nos destruirá a nosotros. A lo largo del proceso de la colonia, dejando su sudor y su sangre en las minas, van los trabajadores, los indios y campesinos ecuatorianos, l os artesanos de las poblaciones coloniales, construyendo nuestra naciona lidad. De allí arranca nuestra nacionalidad, ese es nuestro punto de parti da, es la herencia, que recogemos del pasado, eso que no podemos recha zar, eso que reivindicarnos con todas nuestras fuerzas, pero que reivindica mos con beneficio de inventario, clara y determinadamente, superando to do lo atrasado y aprovechando todo lo que es digno de aprovecharse. Luego viene la guerra de la independencia, la gesta libertadora magní fica en la que las masas oprimidas creyeron encontrar su liberación comple ta, y digo creyeron, porque al fin no la alcanzaron. Ese es nuestro segundo aporte, el segundo aporte del pueblo ecuatoriano a la construcción de esta nacionalidad; de ¡os indios, de los mestizos, de los negros y los mulatos, que batallaron en Pichincha, que combatieron en Junín y Ayacucho, cuan do toda la América era una sola, cuando no habían fronteras estrechas de nacionalismos mezquinos, porque había un destino
común, como hoy tam bién tenernos un destino común que cumplir: el de crear la gran América unida. Pero esa guerra de la independencia, que nos deja tan espléndido des prendimiento de egoísmo, en derroche glorioso de vidas humanas, que re clamamos como herencia nuestra, nos deja también un falseamiento de nuestra realidad, porque la guerra de la independencia no destruyó la colo nia, porque mantuvo todas las formas atrasadas de producción económica como un peso muerto que detenía el progreso y la construcción de la nacio nalidad unificada, y porque sólo significó un cambio en las relaciones polí ticas. El viejo encomendero se quedó agazapado en los riscos de la cordi llera an3ina y entre los árboles de nuestros bosques tropicales, para impe dir que la nacionalidad que había comenzado a formarse en Pichincha pu diera surgir heroica, grande y progresista. Ese era nuestro enemigo em boscado, era ya la quinta columna que hacía desde entonces su papel nega tivo, de traición. Entonces se llamó el encomendero, el gachupín y hoy se llama el señor feudal, el enemigo público número uno del pueblo del – Ecuador.
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Y así va desenvolviéndose el proceso cíe nuestra historia republicana, De pronto, la nacionalidad en formación se encuentra en crisis. El territo rio del país está invadido. El criterio de unidad está disperso. 1859, 1860, 1861: fechas trágicas para la nacionalidad ecuatoriana. Teníamos cuatro gobiernos distintos, en Guayaquil, Quito, Cuenca y Loja. El país parecía disgregarse. Entonces como en 1941 las tropas peruanas invadían el Ecua dor; entonces como .en-1941 el Ecuador aceptaba un tratado que mutilaba su territorio: en 1860 el tratado de Mapasingue, en 1941 el tratado de Río de Janeiro, Pareciera que la historia se repite. Pero en 1860 adviene un milagro, encarnado en un hombre que -ha sido combatido despiadadamente, que ha sido calumniado por los apasionados de la historia y que nosotros, revolucionarios del siglo veinte, venimos a reivindicar como uno de los grandes constructores de nuestra nacionalidad. Ese hombre calumniado y combatido es García Moreno, gran constructor de la nacionalidad ecuatoriana, García Moreno no es entonces sino un símbolo de este pueblo. Detrás de él van las masas del Ecuador, porque era un símbolo que expresaba la voluntad de triunfar, de construir la ecuatorianidad, de principiar la unidad nacional. Detrás de él van los hombres de nuestro pueblo, porque García Moreno se unió al pueblo, entendió sus problemas, vivió sus horas trági cas, supo comprenderlo, y su pueblo marchó hasta el final tras él» Más no se
crea que García Moreno no tiene también sus rasgos malos. Los tiene su obra como todo proceso histórico del Ecuador y del mundo. Si él trae un nuevo criterio de integración nacional, un nuevo sentido heroico la lucha contra los enemigos cíe! país, contra Sus enemigos de integri dad territorial; si trae un gran criterio para el desarrolle técnico del país con la escuela politécnica, con la iniciación del Ferrocarril de Guayaquil a Quito, con la carretera que había de unir la Costa con la Sierra;- sí él quiso unir a este país partido y desunido que se llama Ecuador; Junto a todos sus grandes méritos tenía el defecto fundamental de conservar al encomendero a! lado, al encomendero que no supo suprimir, que no pudo liquidar, por que no había todavía una fuerza social capaz de empujar decisivamente a la destrucción de la encomienda. Esa es la, tragedia cíe García Moreno: no fue culpa de él; culpa fue de su tiempo en el que aun no surgía una clase social capaz de encabezar la lucha contra el feudalismo, aun no un prole tariado industrial, y no existiendo esta fuerza, mal podía García Moreno destruir el latifundismo.- No hay hombres providenciales; hay fuerzas so ciales en marcha que luchan contra el pasado, y como no hubo entonces la fuerza social necesaria para saltar a una nueva etapa, García Moreno no pudo culminar su obra. Hoy está el Ecuador en una situación histórica aná loga; pero hoy existe la fuerza social que antes no había, y fuerza sois vosotros, compañeros proletarios de Guayaquil y del Ecuador entero. Luego viene otro anhelo generoso y grande del pueblo ecuatoriano, sintetizado en otra figura grandiosa, a la que se acaba de rendir un home naje, pequeño para la altura, de la figura homenajeada, homenaje al que vosotros no habéis concurrido equivocadamente, por un error muestro, por •un descuido de quienes debimos haber orientado la conciencia de los trabajadores y haberlos llevado allá para que se vea que la clase obrera ecuatoriana reivindica como a uno de sus grandes hombres al General Presidente Eloy Alfaro. Nuevamente el pueblo marcha detrás de un jefe que ha vivido con él, que es la expresión humana de sus anhelos y de sus ideales. Nuevamente, marchan los hombres de Guayaquil, los campesinos de la costa, los indios con sus coroneles y generales, marchan esta vez tras Alfaro, hacia la revolución liberal, creyendo encontrar en ella la liberación definitiva, la liberación que podo haber venido y oo vino, porque otra vez el encomendero emboscado en los riscos andinos y en los bosques tropicales, apoderándose de la revolución, detiene su marcha, la desvía, y deja para nosotros la gran tarea histórica de continuar esa revolución y de llevarla hasta el fin. Con Alfaro, otro gran constructor de la nacionalidad ecuatoriana, se da un paso
más hacia adelante en la formación de nuestro país, sobre regueros de sangre campesina, de sangre de indios y montubios, va a crearse ese principio de democracia política ecuatoriana, democracia falsificada, democracia hecha pedazos tantas veces, pero democracia al fin, democracia que fue consagrada con sanare de nuestros hombres y que con sangre de nuestros hombres debe ser defendida y desarrollada hasta el final. El otro lado, el lado negativo de este proceso, es la obra de Alfaro adolece de la misma falla que los intentos anteriores: de la falta de una clase social capaz de empujar hasta el fin la revolución anti-feudal. No se había formado una clase proletaria, no existía un proletariado desarrollado y unificado, La misma tragedia de García Moreno es la de Alfaro; la falta de una fuerza social, con una conciencia firme, con un verdadero criterio proletario, anti feudal, anti latifundista, capaz de destruir todos los restos de la encomienda. La revolución liberal se limita simplemente a aspectos políticos; no baja al fondo de la vida del país; no crea la posibilidad de que este pueblo alcance su liberación en el terreno económico. Así va el pueblo ecuatoriano de tumbo en -tumbo, así va surgiendo -nuestra nacionalidad, lentamente, forjándose en las haciendas y en las fábricas, con el desarrollo de su incipiente industria, con la construcción del ferrocarril que une la Sierra con la Costa, con el olvido de los rencores regionales, con la formación de los partidos políticos populares que con un criterio más exacto perciben mejor el proceso de desarrollo de la nacionalidad, y va también formándose con vosotros compañeros trabajadores, que estáis creando la futura CONFEDERACIÓN DE TRABAJADORES DEL ECUADOR. Así marcha ese proceso y de repente una nueva conmoción estalla amenazando detener nuestro proceso de desarrollo: la invasión del territorio ecuatoriano, el descontrol y el caos, la dispersión de los elementos de la nacionalidad. Todos los principios de organización, de progreso y desenvolvimiento que-el Ecuador había ganado a costa de sudor, a costa de sangre, peligran perderse, corren el riesgo de hundirse y quedar en nada. -1941, año trágico para la historia de nuestra patria. Señor Gobernador, usted, Representante del Presidente de la República, debe recordar esa magnífica floración de entusiasmo que recorrió entonces el Ecuador entero, porque todos depusimos nuestros rencores personales, nuestras rivalidades, y nuestros odios, y allí estuvo unido el pueblo, ese gran héroe constructor de nuestra nacionalidad, dispuesto a jugarse la vida en la frontera, -como se la juega en las haciendas y en las fábricas-, para salvar al Ecuador y construir un país que hoy yace olvidado y retrasado.
Desgraciadamente el esfuerzo no fue suficiente para salvar al país y -llegó el Ecuador a una situación de crisis nacional, doblemente grave porque ocurría en momentos en que el mundo entero se debate en una lucha sin cuartel en que la humanidad toda está dividida en dos grandes campos, el de la democracia, el de la libertad, el del futuro grandioso del hombre, y, de! otro lado, el campo del nazi fascismo, donde sólo están la barbarie y el crimen y el. retraso de una edad media que se pretende traer al siglo veinte. Ambas situaciones se entremezclaron e hicieron más difícil nuestra suerte. El país no supo qué hacer, no tuvo caudillos, careció de organización capaz de vencer el punto muerto, no poseyó, aparentemente, una fuerza capaz de conducir la nacionalidad hacia adelante. Pero yo os digo, compañeros, que ese caudillo está naciendo, que está gestándose ya, y ese caudillo no es otro que la ciase obrera unificada, y su proceso de gestación no es otro que el proceso de organización del Congreso de Trabajadores, Allí va a nacer un caudillo y no un caudillo individual, no un caudillo personal. Va a nacer un caudillo colectivo, un caudillo de clase, una fuerza inquebrantable, firme y poderosa, con un claro criterio del desarrollo y del progreso en el siglo veinte que quiere para los años venideros una sociedad sin clases, una sociedad proletaria, en que sea realidad el lema de Marx: "Proletarios de todos los países, uníos". Ese caudillo va a formarse pronto y va a formarse con las experiencias ganadas en los campos de batalla de las guerras de la independencia, con la experiencia ganada en los campos de combate de la reconstrucción nacional de 1860, y con la experiencia ganada en las jomadas de la revolución liberal. Es un proceso doloroso, un proceso trabajoso y difícil, que va naciendo desde los obrajes de nuestra edad media y que nos conduce paso a paso, a través de numerosas y variadas circunstancias, hasta las luchas de nuestro siglo veinte. Esa experiencia está en vosotros, compañeros obreros, Entended bien que la clase obrera tiene un destino que cumplir, que ha de servir de núcleo organizador y dirigente de todo, el pueblo, que DO sois enemigos de otros sectores progresistas de la sociedad, que no es -vuestro interés destruir nuestra incipiente industria, sino empujarla y desarrollarla, que no podéis hacer desaparecer los gérmenes de nuestro progreso industrial, sino, al contrario, cultivarlos y .extenderlos, y que, vuestro único enemigo, vuestro enemigo fundamental, dentro del territorio nacional,- es el encomendero que sigue emboscado en los riscos de la cordillera y entre los bosques tropicales. Entended bien este problema y que el próximo congreso de trabajadores de 1943 sea entonces una magnífica culminación de vuestra labor de clase, que
con un criterio de nacionalidad integral, con un criterio mundial de clase internacional, está luchando por libertar definitivamente a la humanidad. Debéis ver bien los problemas que se plantean en el mundo desde 1940, en una época en que la humanidad toda lucha sin cuartel contra los más feroces opresores que quieren destruir la libertad del hombre. Esto quiere Unión Sindical que sea el próximo Congreso de Trabajado res del Ecuador, y por eso mismo no quiere para este Congreso un plantea miento estrecho y sectario de los problemas. Quiere un planteamiento am plio y grande, un planteamiento que mire estas cosas fundamentales con toda claridad. Permitidme ser ahora un poco esquemático, y os ruego que me lo dis penséis, en razón de la necesidad de exponer estas cosas con un plan metó dico, con una exposición sistemática. Voy a hablar ahora de cuales son a nuestro juicio los problemas que debe afrontar el Congreso de Trabaja dores. Es necesario que este congreso afronte fundamentalmente el proble ma de la producción económica, que trate de encontrar el camino nacional para libertar nuestras fuerzas productivas que se hallan encadenadas, que encuentre la vía para llegar a un desarrollo técnico de nuestra industria y de la producción en general, y que al mismo tiempo destruya los rezagos ¿e feudalismo y colonialismo que superviven en la economía; que se cree una producción fuerte, pujante y poderosa para resistir a la penetración de po tencias económicas extrañas a nuestra nacionalidad, para poder defender nos de la presión de fuerzas extranjeras, de fuerzas que mucho de vosotros que me escucháis ya podéis imaginar que son el imperialismo. Que el Congreso encuentre el camino por el cual la clase obrera del Ecuador mire el problema de su industrialización con toda claridad y ponga en pié de guerra todas sus fuerzas para desarrollarlas plenamente a fin de que con ellas surja un proletariado robustecido, organizado, que será la fuerza que hará saltar al país a otras etapas más elevadas. Que entienda nuestro Congreso de Trabajadores, en términos econó micos, el problema de la unidad latinoamericana, de manera que se pro duzca un desarrollo armónico de la industria en las diferentes zonas y paí ses del continente, sin falseamiento de nuestras realidades, sin la creación de industrias ficticias que no responden a las posibilidades reales de nues tro suelo. Este es el primer gran problema que hay que resolver en el país, el del
desarrollo de las fuerzas productivas, el de la liberación de nuestros enor mes recursos humanos, y el aprovechamiento de esos recursos naturales, que aunque no muy grandes, son suficientes para abastecer a nuestro pue blo. El segundo gran problema que debemos afrontar es el de la defensa del capital humano. Hay que ver cómo se muere en el Ecuador. En el -Ecuador no se vive. Se vive muriendo lentamente, desde que se nace hasta que se muere definitivamente. Es un vivir desesperado en medio de la falta de higiene, en las más primitivas condiciones» en la más lamentable despreocupación por la salud humana. Así perdemos nuestro capital humano que es lo más valioso' que tenemos, perdemos al hombre, que es el que forma el pueblo y el que hace la nacionalidad. El 'Ecuador está en el límite más alto de mortalidad infantil; sólo Chile le supera y por pocos puntos. Casi doscientos cincuenta de cada mil niños que nacen, mueren en nuestro país; ... mientras en países como Estados Unidos esta proporción va por debajo de cincuenta. Cómo vive nuestro pueblo y cómo desaparece! He leído verdaderamente aterrorizado, un informe -tan imparcial como el de! Dr. Pablo Arturo Suárez, Director del Departamento Médico de la Caja del Seguro, quien afirma que el 100% de los niños de la provincia de Pichincha se encuentran atacados de parásitos y condenados a un grave peligro de muerte; que el 80% de los habitantes de multitud de parroquias en la sierra, padecen de bocio, como resultado de ciertas deficiencias alimenticias. Este es, pues, otro de los grandes problemas actuales: la defensa del capital humano. Sin hombres sanos, sin hombres fuertes, sin hombres que coman regularmente, no se puede construir una nacionalidad ni se puede tener democracia. El tercer gran problema que nuestro Congreso debe afrontar es el problema de nuestra democracia, problema fundamental y decisivo para la vida del país. Que se deje paso a las mayorías nacionales, que no se falseen sus opiniones, cualquiera que sea su voluntad y el resultado de su expresión cívica, porque siempre el pueblo sabrá encontrar el camino justo que le corresponde y porque todo gobernante que quiera detener la manifestación de la voluntad popular, rompe de este modo la unidad nacional, impide el desenvolvimiento normal del país, trastorna el orden y realiza un verdadero acto de traición a la patria, pues en estos momentos traicionar a la democracia, es traicionar a la patria y a la humanidad. No puede el Congreso Obrero de 1943 olvidar este grave problema de la democracia interna. Si llegara a olvidarlo no estaría a la altura de sus deberes
históricos. O cumple el Congreso con estos deberes o no merece llamarse un congreso de trabajadores y mucho menos en un país como éste, donde la democracia es un grande y viejo anhelo. Y el último de los grandes problemas que nuestro país debe afrontar y con él el Congreso de Trabajadores de 1943 es ganar la guerra. La guerra actual, es una lucha en todos los frentes del mundo, es un combate de toda la humanidad, que no solo interesa a los países que están combatiendo activamente, sino también a los otros países que tienen una participación indirecta. Es una guerra que interesa a los ecuatorianos todos, a los campeamos y a los indios, al pueblo en general, porque de la solución que esta vez tengan los problemas mundiales, saldrá también una solución para los problemas de nuestra nacionalidad. Por lo mismo, no podremos mirar esta guerra con el criterio del avestruz que ha metido la cabeza en la arena del desierto, para ignorar lo que pasa a su alrededor. Esta guerra es nuestra también! La estamos peleando nosotros al igual que los demás pueblos de la tierra, y vosotros, obreros de Guayaquil, que hicisteis un paro anteayer, en homenaje a los judíos caídos como víctimas inocentes de esta guerra, nosotros ecuatorianos, que todos los días, cuando ponemos en tensión las fuerzas de nuestra producción económica, estamos ayudando a ganarla, nosotros todos, digo, tenemos un papel que jugar en esta guerra y algo que obtener de la victoria. Este es otro de los asuntos fundamentales que deben ocupar al Congreso de Trabajadores que se va a reunir. Construir esa gran unidad nacional de que nos habló el compañero Altamirano para contribuir a ganar la guerra, y para ello es preciso poner al máximo de tensión la capacidad productiva de nuestras fuerzas económicas, poner orden en nuestra producción, no omitir esfuerzos en favor de la victoria y hasta movilizar militarmente nuestro país. No esperar que la defensa de nuestras costas la hagan fuerzas extrañas. El Ecuador no es sólo una unidad territorial; es la combinación del territorio con los hombres que viven sobre él, y no podemos poner al servicio de ganar la guerra únicamente el territorio, sino que debemos poner también el esfuerzo de nuestros hombres. Mirad el ejemplo grandioso del pueblo cubano que entiende claramente las cosas, que ha reclamado un puesto de lucha en los frentes de combate y que cuando se abrió la inscripción de los registros militares, el primero que se inscribió fue su Ministro de Defensa Nacional y el segundo, el gran jefe popular de Cuba, aquél que tuvimos el honor de tener entre nosotros, Blas Roca. Ese ejemplo nos traza una norma a seguir: que el pueblo ecuatoriano movilice todas sus fuerzas para el fin de ganar la guerra. Que con la ayuda técnica del ejército norteamericano y con el aporte nacional de los ecuatorianos se haga la contribución de la defensa de nuestras costas
que es parte de la defensa del continente, porque así formaremos un ejército con criterio de vencedor y no con criterio de vencido, como desgraciadamente tenía el nuestro en el sainete de Zarumilla. Ganar la guerra en estos momentos es para nosotros contribuir a la construcción de una nacionalidad, y es al mismo tiempo poner en tensión nuestras fuerzas económicas y hacer la defensa de nuestro capital humano. Para todo eso es necesario, es indispensable, la alianza de la clase obrera con todas las otras clases sociales del país, dejando al lado únicamente al encomendero, que es nazi, y únicamente a los quintacolumnistas que son nazis sin ser encomenderos, No queremos plantear exageradamente los problemas y las tareas del Congreso de Trabajadores. Su misión es relativamente modesta y sencilla. Se reduce a una condición relativamente fácil, pero indispensable: una clase obrera organizada como núcleo de la unidad nacional, para ganar la guerra. Esta es la consigna del momento. Para realizar este ideal, la clase trabajadora de todo el país está dispuesta a colaborar con todos aquellos que quieran marchar por este camino, con todos los que quieran tomar medidas prácticas en este sentido. Señor Representante del Presidente de la República: decid al primer mandatario de la nación que la clase obrera del país tiene ya un criterio claro sobre lo que debe hacer el Ecuador, posee un programa respecto a la construcción nacional, que por ese camino va marchando segura y firmemente y que estaría dispuesta a apoyar todas las medidas concretas, todos los procedimientos que se adopten para realizar este ideal para la clase -obrera, este anhelo de la reconstrucción nacional. Sería una gran satisfacción para la clase obrera encontrarlo en ese camino y marchar juntos para construir un país progresista, sin egoísmos ni estrecheces, con un gran criterio americano, pero con un profundo sentido nacional. Esperamos que el primer mandatario del país haya visto cómo en el resto de América, gobernantes y gobernados se hallan ligados por un solo ideal para ganar la guerra y para construir después un mundo democrático, sin explotación, donde impere la libertad. Decidle al señor Presidente que aquí también tenemos el mismo empeño y que estamos dispuestos a deponer los rencores, bien o mal fundados, no es el
momento de analizarlos, a olvidar las animadversiones, bien o mal fundadas, que antes nos han separado. Pero que en esta hora de imperativos patrióticos, cuando el hombre del Ecuador, por medio de su Presidente se ha paseado por toda América, queremos encontrarnos con él para marchar juntos a los acordes del himno nacional.