El hombre es obeso y va rodeado de policías que lo rodean para evitar que la gente lo mate. A lo largo del pasillo un coro de mujeres le grita: Asesino ! Asesino ! Asesino ! El enjambre es bestial y por fin entra al juzgado. Está acusado de matar a su compañera de vida, si se puede decir de alguna manera a convivir bajo las reglas del más fuerte, a pesar que ella era una oficial de la Policía y ostentaba un cargo en asuntos de los derechos de la mujer y luchaba contra la violencia doméstica. Esa noche ella le llevó comida al trabajo, y no le gustó nada lo que vio, se encendió la chispa de los celos y la discusión derivó en amenazas, luego en forcejeo, hasta que el impacto se produjo hiriendo de muerte a la mujer. El hombre sale nuevamente al pasillo y le llueven epítetos. La camioneta de la policía arranca. El locutor de la televisión informa que le han dado prisión preventiva hasta el día del juicio. Bajo mi cabeza y continúo comiendo, el calor del mediodía es abrasador, pero el hambre no perdona. Managua, 1 de mayo 2009