DOCUMENTOS DE TRABAJO ACERCA DEL TEXTO DE LACAN «LA DIRECCION DE LA CURA Y LOS PRINCIPIOS DE SU PODER» PRESENTACION DEL TEXTO SOL APARICIO COMENTARIO DE TEXTO DE LA PRIMERA PARTE «¿QUIEN ANALIZA HOY? A CARGO DE: SERGE COTTET JACQUES ALAIN MILLER GUY CLASTRES JEAN LOUIS GAULT
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Introducción.
Situación del texto en la enseñanza de Lacan. Articulación con otros Escritos y Seminarios Sol Aparicio 26 de Octubre de 1991. Seminario del Campo Freudiano Bilbao (España) He dividido la introducción que he preparado para el texto "La dirección de la cura" en tres partes: Una 1a. parte, breve, sobre el contexto histórico en que fue redactado este trabajo; una 2a. parte, donde intento situar el texto dentro de la obra de Lacan y responder a la pregunta: ¿quién era Lacan en ese momento y qué le preocupaba, que lo lleva a escribir este texto?; y una 3, parte en que trato de indicar cuales me parecen ser los puntos principales que Lacan trata en las cinco partes en que él divide su texto. 1a. Parte Se ha dado como título a la primera parte sobre el contexto histórico. ¿Quién es, entonces, en el año 58 Jacques Lacan? En el breve texto que sirve de prólogo a los Escritos, «De nuestros antecedentes», Lacan sitúa en 1951 el comienzo de su enseñanza dentro del campo del psicoanálisis y considera entonces — Lacan en el año 51 tenía ya 50 años, había hecho ya muchas cosas — que todo lo hecho anteriormente corresponde a lo que él llama sus antecedentes, sus antecedentes clínicos‐psiquiátricos. El primer Seminario publicado que conocemos como el Libro I del Seminario data de dos años más tarde, es decir el año 53. Con él se abre un periodo de 10 años durante los cuales Lacan lleva a cabo lo que conocemos como su retorno a Freud. Se trata de un trabajo sistemático de examen de los diferentes conceptos y nociones que constituyen la doctrina freudiana, trabajo que Lacan apoya en una referencia constante a los textos de Freud, por un lado y a la experiencia clínica, por otro. Pero también trabajo destinado a fundar una crítica del psicoanálisis de hoy, es decir en este caso del psicoanálisis tal y como se lo practicaba, teorizaba y transmitía en los años cincuenta. Dentro de esta perspectiva «La dirección de la cura», me parece un riquísimo ejemplo de esta dimensión plural, por así decirlo, que caracteriza la enseñanza de Lacan. Es un escrito a la vez político, técnico y teórico, clínico y ético.
Ese primer período de la enseñanza de Lacan, que abarca, como decía, aproximadamente diez años, podemos considerarlo enmarcado entre dos fechas clave, que marcaron hitos en la historia del psicoanálisis en Francia: 1953 y 1963. 1963 es como ustedes saben la fecha en que ocurre lo que se llama la excomunión de Lacan, me referiré a eso luego. Empecemos por el 53. Es para nosotros la fecha del Informe de Roma; también, se le conoce bajo el titulo Discurso de Roma, es el texto llamado «Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis», texto en el que Lacan postula que el inconsciente freudiano, el concepto de inconsciente tal y como Freud lo entiende, posee una estructura que es el mismo tipo de estructura que la del lenguaje. Ahora bien, 1953 es también y me parece importante recordarlo, la fecha en que se produce una fractura en el seno de la comunidad psicoanalítica francesa conocida como la escisión del 53. Tengamos en cuenta que a partir de 1938 a causa del avance del nazismo, el centro del psicoanálisis se traslada junto con su fundador de Viena a Londres. Pero Freud muere al año siguiente, en el 39. Viene luego inmediatamente después la Segunda Guerra Mundial. De manera que ese mundo psicoanalítico que hasta entonces había sido uno, en Viena, se halló de pronto al terminar la guerra diseminado entre Europa y América, esencialmente Estados Unidos y sobre todo, además de diseminado, falto, de una cabeza que fuese punto de referencia común e indiscutible, o indiscutido. Mientras estuvo en vida, Freud fue el garante de la existencia del psicoanálisis; muerto Freud, comienza el enfrentamiento entre grupos adversos cada cual defensor del verdadero psicoanálisis. Pienso, por ejemplo, en el período de los años 40 en Inglaterra dentro de la Sociedad Británica de Psicoanálisis, lo que se llamó las Grandes Controversias, es decir, la que hubo dentro de la Sociedad Británica entre el grupo de personas que se consideraban discípulos de Melanie Klein y el grupo de personas Que trabajaba con Ana Freud. Se han publicado en estos últimos años biografías tanto de Ana Freud como de Melanie Klein. Se publicó en Inglaterra, además, el conjunto de documentos sobre las Grandes Controversias y si se leen esos textos se ve que cada grupo consideraba que estaba defendiendo lo que era el verdadero psicoanálisis y acusaba al grupo adverso de desviación En vida de Freud es evidente que sólo a él le correspondía distinguir lo que era psicoanálisis y lo que no lo era y de hecho Freud tomó la pluma en más de una ocasión para hacerlo. El primer o de esos textos freudianos es quizás el más importante, es «La historia del movimiento psicoanalítico», Freud lo escribió en 1914 para combatir a Adler y sobre todo a Jung. Luego está el texto autobiográfico de Freud del año 25 donde hace también una historia del movimiento psicoanalítico y yo pondría dentro de la misma lista el texto del año 26, sobre la cuestión del análisis laico, (profano o laico).
En 1914, entonces, Freud reafirma contra Jung qué es lo que constituye «la esencia misma del p s i c o a n á l i s i s » , así lo escribe: Habla entonces del inconsciente, del mecanismo del sueño, de la represión, del complejo de Edipo, de la sexualidad infantil, de la transferencia. Es decir ‐vuelve a definir en 1914 cada uno de los conceptos que hasta entonces habla forjado oponiéndolo a la reinterpretación, a la relectura que ya entonces hacía, de ellos Jung. Es muy interesante leer ese texto porque Freud, para responder a Jung, rebatirle, se apoya en una redefinición de sus propios conceptos. Cabe decir, me parece, que no otra cosa hace Lacan. «El sentido de un retomo a Freud es un retorno al sentido de Freud», dijo Lacan en el año 55 en su texto titulado «La cosa freudiana». Lacan vuelve, en efecto, al texto de Freud, podríamos decir a su letra para reencontrar su espíritu. Me parece que es un tipo de trabajo que corresponde exactamente a lo que hizo Freud en 1914. En ese sentido, «La dirección de la cura» es un texto comparable a «La historia del movimiento psicoanalítico». Encontramos en «La dirección de la cura» al igual que en «La historia del movimiento psicoanalítico» de Freud un reexamen de algunos conceptos. Fundamentalmente de dos conceptos esenciales para la práctica psicoanalítica: la transferencia y la interpretación. Encontramos también una defensa de la importancia del sueño contra la idea que estaba de moda en la época de que un sueño al fin y al cabo no es más que un sueño. Establecía la importancia del sueño, de las leyes que determinan el funcionamiento del sueño y que estructuran el del inconsciente y luego un largo desarrollo que partiendo del deseo en el sueño muestra que el deseo inconsciente forma parte de esa esencia del psicoanálisis de que hablaba Freud y que es la única brújula que puede, quizás debe, orientar el rumbo, la dirección de la cura. De modo análogo a como Freud Io había hecho en el 14 Lacan en 1958 denuncia en la práctica de sus contemporáneos lo que no le parece corresponder a lo que el psicoanálisis es y afirma razonándola, argumentándola, su propia posición. No digo con esto que Lacan diga lo mismo que Freud, lo dice de otra manera medio siglo más tarde tomando en cuenta los avances producidos entre tanto en el campo del saber, en particular la lingüística. El periodo de retorno a Freud en efecto es como ustedes saben al mismo tiempo el período durante el cual Lacan introduce en psicoanálisis la teoría del significante. Pienso que el texto que sirve de referencia ahí es «La instancia de la letra» que data del 57, un año antes que «La dirección de la cura». Bien, básicamente para resumir de qué se trata. De la distinción entre significante y significado; de la idea de que toda significación remite siempre a otra; de que se desliza así a lo largo de una cadena de significantes y de que la significación es un efecto que resulta de la sustitución de un significante por otro. Me parece que en Freud se encuentran muchos ejemplos de éstos, muchos ejemplos de cómo se forman las cadenas asociativas tanto en los casos clínicos de Freud como en les sueños que utiliza en
su libro «La interpretación de los sueños». Y en apoyo de esto quisiera citarles en la obra de Freud, no un texto sino una carta. Una de sus cartas a Fliess que en cierto modo data, por así decirlo, de antes de la existencia del psicoanálisis, del momento que el psicoanálisis está naciendo, puesto que es una carta del 97, tres años antes de «La interpretación de los sueños», que siempre consideramos como el punto de partida o acta de fundación del psicoanálisis por Freud. Es la carta que lleva el número 80 del 29 de Diciembre de 1897. Freud se refiere a un paciente que ha recibido «.... El señor E., a quien ya conoces de oídas, tuvo a la edad de 10 años un ataque de angustia mientras intentaba atrapar un escarabajo, un kafer negro, sin conseguirlo». La palabra alemana KAFER creo que s e p ronuncia “quefer”. Entonces el señor E. tuvo a los 10 años un ataque de angustia, dice Freud, mientras trataba de atrapar un escarabajo. Hasta ahora la interpretación ha sido enigmática. (7)
Hay ahí una angustia, el paciente está ahora en su edad adulta y eso es totalmente enigmático;
¿por qué la angustia a los 10 años ante el escarabajo?. Continúa Freud: «Mientras se hallaba ocupado con el tema de la indecisión», ‐el paciente entonces hablaba a Freud de sus problemas de indecisión‐ «repitió una conversación que había escuchado entre su abuela y su tía acerca del casamiento de su madre, muerta ya, en la que se desprendía que durante largo tiempo había vacilado en comprometerse». Hay una errata en la edición española porque dice "comprometerme" como si fuese Freud, la madre había vacilado en comprometerse, con lo cual evidentemente no se entiende nada. Entonces, en el momento en el que el paciente le hable de esto, ‐recuerda de pronto e! escarabajo negro que no había mencionado durante meses enteros y de éste pasa al «bicho de María» —Marien Kafer— la traducción española pone entre paréntesis vaca de San Antón. «Luego se echa a reír y trata de explicar que claramente está quizás observando que los zoólogos llaman a estos escarabajos»... punctate «por el número de sus manchas, aunque se trata siempre del mismo animal. En este punto interrumpimos la sesión». Es muy interesante, no sé porqué interrumpieron en este punto, pero se ve que la interrupción en este punto hace, provoca todo el material que viene en la siguiente, que es decisivo. «En este punto interrumpimos la sesión, y el comienzo de la siguiente me cuenta que en el interior se le habría ocurrido la interpretación del Käfer, sería ¿Qué faire?». El paciente aporta esta asociación ‐ Qué faire?, es decir, la indecisión, la incapacidad de resolver. «Sabrán sin duda que, entre nosotros se suele llamar familiarmente a una mujer netterkäfer, lindo bichito; su niñera, que fue también su primer amor, era una francesa y en realidad aprendió el francés antes que el alemán». ¿Qué faire? estaba ya allí y antes de estar allí en su infancia; estaba la historia de la madre, la indecisión de la madre de casarse con el que fue su padre, lo cual recuerda un poco «El hombre de las ratas», caso mucho más conocido de Freud. Pero ya en el 97 así trabajaba Freud. Lacan lleva a esa teoría del significante pero todo estaba ya allí, 1897 increíble ¿no?.
Vuelvo al año 53. Decía que se produjo en el 53 una fractura en el seno de la comunidad psicoanalítica francesa. Precisemos que eso supuso una intervención de la Asociación Psicoanalítica Internacional y que tuvo repercusiones en todo el mundo psicoanalítico. En Francia existía desde 1926 lo que los franceses llaman la SPP, la Sociedad Psicoanalítica de París. Lacan era miembro de la SPP, no sé bien a partir de qué fecha; era miembro de la Comisión de Enseñanza de la SPP, responsable de formación y animaba el llamado Seminario de Textos Freudianos. En 1951 había empezado este Seminario, había dado un seminario sobre el caso Dora; en el año 52 dio un seminario sobre el caso del Hombre de los lobos. En esa época, 51‐52, se hablaba ya, se comentaba, había rumores dentro de la SPP sobre la técnica de Lacan. Se decía que Lacan se tomaba la libertad de hacer sesiones de duración variable, que no respetaba el standard de 45 minutos que funcionaba, sin que se hubiera explicitado nunca que era necesario que fuese así. La escisión, sin embargo, la escisión del 53 no se produce por eso. Se produce en torno a la creación de un Instituto de Psicoanálisis. Surgen entonces a propósito de la creación de este instituto desacuerdos profundos y esos desacuerdos provocan la dimisión del llamado grupo Lagache, en junio del 53. En ese momento se da la escisión. El grupo Lagache estaba integrado por Daniel Lagache, Françoise Dolto, que son quizás dos personajes que ustedes conocen, Fabien Bitonier que es una psicoanalista menos conocida actualmente, fueron los tres primeros en dimitir y luego, siguiéndolos a ellos, dimitió Jacques Lacan acompañado de una psicoanalista llamada Jouve, esposa del poeta Pierre Jean Jouve. El grupo Lagache dimite en el 53 y funda enseguida la Sociedad Francesa de Psicoanálisis, la SFP, no contando con su reconocimiento inmediato por la Internacional. De hecho, la solicitud de reconocimiento fue objeto de un proceso muy largo de negociaciones que culminó dos años más tarde, en julio del año 55 con la respuesta negativa de la IPA. La IPA alegaba la insuficiencia de! grupo, del nuevo grupo, en cuanto a capacidades de formación, (Lacan, era analista didacta en la SPP Lagache creo que era un poco mayor que él). Eran todos analistas que maduros y, la IPA entonces no los reconoce porque considera que el grupo es insuficiente para la formación. No terminó ahí, no termino en este rechazo del 55 la historia de la joven SFP y de la IPA. No terminó ahí porque los analistas que se habían separado de la primera sociedad, el grupo Lagache, esos analistas consideraban que la crisis había surgido no por divergencias en cuanto a su concepción del psicoanálisis, sino por los esfuerzos del grupo adverso por conservar el poder. Sea como fuere, Lagache, Dolto, Lacan y compañía durante los años siguientes a partir del 55 continúan considerándose parte integrante de la comunidad psicoanalítica internacional y continúan (8) esforzándose por ser reconocidos por la IPA. Cuatro años después del primer rechazo la SFP, en julio del 59, un año después de «La dirección de, la cura», renueva su solicitud de afiliación a la IPA. Se desencadena entonces
lo que podríamos llamar la crisis final, la crisis que desemboca en la excomunión de Lacan en octubre del 63. En respuesta a esa segunda solicitud de la SFP, después de tres años de encuentros y negociaciones, la internacional exige la exclusión de Lacan de la lista de los didactas. Buena parte de los colegas de Lacan terminan por ceder, sacrifican, si puede decirse así a Lacan a cambio de su afiliación a la Internacional. Muchos otros colegas de los cuales una mayoría eran analistas formados por Lacan mismo optan por lo contrario. De manera que la SFP queda de hecho dividida y entonces se disuelve. El grupo ese pasa a formar parte de la internacional, lo hace bajo‐el nombre de Asociación Psicoanalítica de Francia, la SFP deja de existir. Eso ocurre a finales del 63, 6 meses más tarde ya en el 64 en junio del 64, Lacan funda la Escuela Freudiana de París de la cual somos herederos nosotros. Es interesante a este respecto observar la diferencia de nombres de las instituciones. Una Sociedad psicoanalítica no es lo mismo que una Asociación y no es lo mismo que una Escuela. Elisabeth Roudinesco, que ha escrito como ustedes saben una Historia del Psicoanálisis en Francia en dos gruesos volúmenes, alude a esto y hace una distinción que me parece pertinente entre una sociedad, que es una agrupación de psicoanalistas reunidos en torno a una causa común, la defensa, si puede decirse así del psicoanálisis, del inconsciente, lo cual supone un lazo ético entre los miembros. No es lo mismo eso que una Asociación de psicoanalistas, que es una agrupación de colegas, una profesión particular, reunidos para la defensa de sus intereses digamos, profesionales. Y luego viene la Escuela que Lacan funda bajo ese término y bajo el término Escuela Lacan introduce elementos complementarios. Para comprender esto basta con leer el Acta de Fundación de Lacan. Para Lacan existe la idea no solamente de estar reunidos por una causa común sino de tener además una responsabilidad de enseñanza, de formación y de retorno a Freud. Eso sigue siendo válido en el año 64 cuando él funda la Escuela Freudiana. La redacción de «La dirección de la cura y los principios de su poder» tiene lugar entonces en el seno de la SFP, separada de la IPA contra su voluntad y que lucha por ser reconocida. Se trata de un informe presentado por Lacan en el Primer Coloquio Internacional de Royaumont, la SFP organizaba coloquios internacionales. En este coloquio fue donde Daniel Lagache presentó su «Psicoanálisis y estructura de la personalidad», informe al cual Lacan responde con su «Observaciónes al Informe de Lagache». Todos estos textos fueron publicados en el número 6 de la revista «Le Psychanalyse» en la época. La SFP había fundado en el año 1955 esta revista que publicaba regularmente los trabajos de los miembros de la Sociedad y el anuncio de las actividades que organizaba. Es interesante consultar la revista para ver cómo en esos años, la segunda mitad de los 50, funcionaba la Sociedad Francesa de Psicoanálisis donde Lacan tenía responsabilidades importantes. En esta revista «La Psychanalyse» aparecieron publicados la mayoría de los escritos de Lacan de esa época, desde el Discurso de Roma del
53 que fue publicado un par de años más tarde al texto «Sobre la sexualidad femenina» presentado por Lacan en el año 60. Todos sus textos fueron publicados entonces por segunda vez en el año 66, en los Escritos. Entonces, cuando Lacan escribe «La dirección de la cura», es un psicoanalista destacado, miembro de una sociedad de psicoanálisis que, repito, espera ser reconocida por la Internacional y dentro de la cual tiene las responsabilidades de formación que incumben a un didacta, como se decía entonces, supervisiones y seminarios. A la vez Lacan es ya mucho más que eso por la amplitud, por la originalidad y el rigor con que desempeña su labor de formación de psicoanalista: esta va adquiriendo el peso y el alcance de una obra propia. 2ª Parte ¿Qué preocupaba a Lacan en ese momento? ¿cuáles son los temas que atraviesan al texto? Y ¿cómo se sitúa el texto dentro de este periodo de la obra de Lacan? En repetidas ocasiones Lacan‐afirmó que hasta el año 63 su Seminario se dirigía a los psicoanalistas y tenía corno objetivo la formación de psicoanalistas. Podemos considerar entonces que esta es la preocupación fundamental que anima este Escrito. El vinculo estrecho existente entre los Seminarios y los Escritos de Lacan, digo esto porque en lo que acabo de decir él habla de su Seminario y vamos a tratar hoy de un Escrito, el vinculo entre ambos, Seminarios y escritos salta a la vista de cualquier lector por la coincidencia de los temas y conceptos. Pero en este caso se (9) halla además subrayado por el propio autor. En la nota que aparece al final de «La dirección de la cura», yo tengo una edición castellana vieja, es en la página 274 de mi edición, es la nota que aparece bajo el título de «Advertencia y referencias», en esa nota Lacan dice, es la primera frase. «este informe es un trozo escogido de nuestra enseñanza». El título mismo del texto lo sitúa de inmediato en el campo de la práctica psicoanalítica, habla de la cura. La fecha en que fue pronunciado el informe nos dice descubrir un momento particularmente productivo: el primer semestre del año 58. Es en efecto, el de la redacción final de «La cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis», del escrito sobre André Gide, de «La significación del falo», y también de la versión oral de «Observaciones sobre el informe de Lagache» que, contrariamente a lo que podría hacer pensar su titulo, se convirtió luego en un ensayo de cuarenta densas páginas que Lacan redactó en el año 60. En julio del 58 acaba de concluirse el año del Seminario dedicado a «Las formaciones del inconsciente», el Seminario que lleva el No. 5. Y se está gestando ya el siguiente Seminario que llevará
por título «El deseo y su interpretación». Entre uno y otro se sitúa «La dirección de la cura», entre «Las formaciones del Inconsciente» y «El deseo y su interpretación», Seminarios 5 y 6‐ Son dos Seminarios que están disponibles en su forma resumida en español en una traducción publicada por la Editorial Nueva Visión en Buenos Aires hace unos años. Es importante a este respecto saber que en esa época había personas que asistían al Seminario de Lacan y que preparaban un resumen que se publicaba en el Boletín de Psicología de París y que esos resúmenes solían estar aprobados por Lacan. «Las formaciones del inconsciente», entonces, Seminario del año 57/58 es un Seminario que se cita con mucha frecuencia, en todo caso en Francia, a propósito de la n o c i ó n d e M e t á f o r a P a t e r n a . Es allí, en efecto, donde encontramos desarrollado el análisis que llevó a Lacan del complejo de Edipo en Freud a la elaboración de la fórmula de la Metáfora‐Paterna que aparece en el texto de «La cuestión preliminar...» De manera que «La cuestión preliminar...» es un Escrito que se apoya no solamente en el Seminario 3 como se suele pensar, sino también en muchos elementos tomados de los dos Seminarios siguientes, «La relación de objeto۟» y «Las formaciones del Inconsciente», constituye en cierto modo un preámbulo a «El deseo y su interpretación»; está íntegramente dedicado el tercer trimestre del Seminario, por así decirlo, al deseo; definido ya como ir más allá de la demanda. Es ahí por ejemplo, en las «Formaciones del Inconsciente» donde Lacan nos dice que aunque el, deseo no es plenamente articulable, ello no quiere decir que no esté articulado. Fórmula que aparece en los Escritos en «Subversión del sujeto» y añade luego Lacan, «pensamos que hay que tomarlo al pie de la letra». Habrán reconocido enseguida el título del 5º. Capítulo de «La dirección de la cura». Es allí también al final del seminario «Las formaciones del inconsciente» donde Lacan elabora el esquema conocido como el grafo del deseo. No sé cómo es conocido en España, algunos colegas argentarlos lo llaman grafo, otra gente lo llama el gráfico, la gráfica, el grafo. El grafo del deseo aparece al final de «Las formaciones del inconsciente». Digo esto porque en general solemos identificar el grafo del deseo en el escrito «Subversión del sujeto», que Lacan redactó en 1960, el grafo estaba allí 2 años antes. En los Escritos el grafo no aparece antes de «Subversión del sujeto», sin embargo está ya presente, aunque no se Lea en «La dirección de la cura». Es Lacan mismo el, que lo revela en la advertencia final, a la que me refería hace un momento, cuya traducción quizás no resulte suficientemente clara porque a pesar de que en «Subversión del sujeto», el grafo se llama la gráfica, en la nota del final de «La dirección de la cura» no nos hablan de gráfica ni de grafo sino de esquema. Entonces si no se refieren ustedes al texto francés no lo van a entender.
La advertencia, entonces, dice Lacan — «este informe es un trozo escogido de nuestra enseñanza. Hemos presentado en él un esquema», si salto la frase anterior no se entiende — «Vuestro discurso el, el Congreso y las respuestas que recibió lo volvieron a colocar en su continuidad», —se refiere al coloquio de Royaumont— «Hemos presentado en él» —en el coloquio de Royaumont—«un esquema que articula precisamente las direcciones aquí propuestas para el campo del psicoanálisis y para su operación». No es un esquema, es el grafo del deseo, el que presentó. J.A. Miller dijo en un Seminario hace un par de años, que esto es una clave que puede servir para esclarecer algunos pasajes del texto. Por ejemplo, en el capítulo 5º. de «La dirección de la: cura», párrafo No. 16, hay una nota a píe de página donde Lacan da ya los matemas de la pulsión (D) y del fantasma (). (10)
Define ahí en el apartado 16, al comienzo, el fantasma, el texto dice fantasía, como. «la posición
del neurótico con respecto al deseo». Posición del neurótico con respecto al deseo es ya una expresión que se entiende mucho mejor si ustedes tienen el grafo del deseo en mente. En el 2º. Párrafo del apartado 16 «Pero esta fantasía, este fantasma, no sé si luego está corregido ‐ en las últimas ediciones en castellano también pone fantasía ‐ «no tiene nada que ver con la significación la cual interfiere... Pero el fantasma sólo llega allí por encontrarse en el camino del retorno de un circuito más amplio; el que llevando la demanda hasta los límites del ser hace interrogarse al sujeto sobre la falta en la que se aparece a sí mismo como deseo.» En esa frase el circuito más amplio es el circuito que aparece en el 3º. grafo de «Subversión del sujeto». Es decir, que es una frase que se aclara leyéndola con el grafo. Porque en el grafo que está no es la forma completa. En la forma completa, Lacan escribe el Che‐vuoi. Entonces hay, un circuito que pasa por el deseo y, otro circuito más amplio: la línea de la demanda en la 1a versión del grafo, el fantasma aparece al cabo, por así decirlo, de ese circuito más amplio. Esto como clave para la lectura de la última parte sobre todo de «La dirección de la cura». Vuelvo a mi introducción. Considerando el deseo como tema podemos decir que ocupa un lugar particularmente importante en la enseñanza de Lacan durante todo este periodo de retorno a Freud pero, muy en particular, durante el periodo que va de 1958 a 1960/61 aunque evidentemente lo desborda. Pienso en los 2 Seminarios que he citado «Formaciones del Inconsciente» y «El Deseo y su interpretación», pero también en el Seminario que sigue, el Semanario sobre la Ética y el de La Transferencia que corresponde al año 60/61 también es ese un Seminario donde el deseo ocupa gran parte del trabajo de Lacan. En cuanto a los Escritos que sobre este punto del deseo acompañan a «La dirección de la Cura», me parece que los principales son la «Subversión del sujeto y dialéctica del deseo»‐, el texto sobre la juventud de Gide y «La significación del falo».
Dos son las frases que sintetizan lo que podíamos llamar la teoría lacaniana del deseo. Una, que comenté aquí con ustedes en Mayo pasado «no ceder en su deseo» y otra, que en «La dirección de la cura» se halla formulada de la manera siguiente, dice Lacan es el capítulo 5, párrafo 11: «hecho de un animal presa del lenguaje, el deseo del hombre es el deseo del Otro». Observemos que este Otro este escrito en, mayúscula; es la primera vez que esta frase aparece escrita así en los Escritos de Lacan. El deseo es el deseo del Otro, es una fórmula, una frase que atraviesa literalmente los Escritos de Lacan. Desde «Función y campo de la palabra» hasta «Posición del inconsciente», pasando por «Variantes de la cura tipo», por «La significación del falo» y por «Kant con Sade», encontramos repetida la frase el deseo es el deseo del Otro. Pero evidentemente, como ocurre casi siempre con las aserciones de Lacan no significa cada vez lo mismo. La frase completa el deseo es el deseo del Otro tiene el valor de un significante que en sí mismo, por así decirlo, no significa nada y que remite a diferentes significados. Cuando Lacan la utiliza en «Función y campo de la palabra» o en «Variantes de la cura tipo» donde la utiliza dentro de la concepción que se hace entonces de la necesidad de que el deseo sea reconocido por el otro, por el semejante como deseo, en esa época años 53/55 el gran Otro, el Otro con mayúscula, no ha pecado todavía. El gran Otro nace, como quizás lo recuerden el 25 de Mayo de 1955; al final del Seminario II. La introducción de esta noción de gran Otro supone muchos cambios, nacen fuertes diferencias entre «Función y campo de la palabra» y «La dirección de la cura». Dos textos que en principio tienen mucho en común puesto que ambos tratan de la técnica psicoanalítica y de sus instrumentos. Entre el primero y el segundo de estos textos además de la introducción del gran Otro hay otra diferencia importante introducida en «La instancia de la letra en el inconsciente» es, la introducción a la que me refería anteriormente, de la teoría del significante. De manera que allí donde Lacan en «Función y Campo de la palabra y el lenguaje» en el 53 subrayaba la importancia de la intersubjetividad, ahora en el 58 va a poner el énfasis en una crítica de la concepción de la cura analítica como relación entre dos, como relación dual, oponiendo esta a «esa relación con el Otro con mayúscula, en que el ser encuentra su estatuto.» Hay una referencia posterior importante a este punto, la «Proposición del 67» donde Lacan dice que lamenta que nadie en su Seminario le haya rebatido cuando hablo de intersubjetividad; que era una noción incompatible con la transferencia, y precisa entonces que, si se considera la diferencia entre el pequeño otro y el gran Otro que es, una diferencia por así decirlo exigida por la concepción del inconsciente —piensen (11) por ejemplo en ese pasaje de la «Cuestión preliminar....» donde Lacan recuerda la introducción por Freud que él mismo toma de la expresión de Fechner de la idea de que el inconsciente es como otra escena, otro escenario, otro lugar. Lacan en esa parte de la «Cuestión preliminar...» indica de manera
muy palpable la necesidad de concebir el inconsciente como algo otro, otra dimensión casi, podría decirse. Entonces en la «Proposición del 67»dice que cómo es posible que nadie en esa época... «nadie me haya rebatido que hablar de intersubjetividad era absolutamente contradictorio con nuestra concepción del inconsciente y por lo tanto la concepción de la Transferercia...» «La dirección de la Cura» es un texto evidentemente polémico, creo que si lo han leído ya, aunque sea superficialmente, habrán percibido ya el tono fuertemente polémico de Lacan. Los adversarios a los que se dirige Lacan, a los que se dirige el informe, resultan ‐creo ahora después de lo que dije‐ fáciles de identificar. Son, en primer lugar, sus colegas franceses de la SPP, es decir de la Sociedad Psicoanalítica de París de la cual ellos se habían separado. Son los autores que colaboran en el Volumen «Psicoanálisis de hoy» al cual Lacan se refiere aquí. Hay una nota en la bibliografía que indica que muchas de las frases que Lacan rebate, así por ejemplo, «un sueño no es más que un sueño», son frases extraídas de ese volumen publicado en esa época que era una antología de textos de psicoanalistas colegas de Lacan. Esta polémica entre Lacan, que pertenece a la SFP y los colegas suyos contemporáneos de la SPP, es una polémica entre un miembro, por así decirlo, de un grupo y los miembros de otro grupo, se vuelve interna con el Escrito: «Observación sobre el informe de Lagache». Les recuerdo, como señale antes, que tanto Lagache corno Lacan formaban hasta el año 63 parte, de la misma institución, la Sociedad Francesa de Psicoanálisis. Cuando en el 63, se disuelve la SFP, Lagache, si no me equivoco, pasa a formar parte de la Asociación Francesa de Psicoanálisis, se adhiere, se afilia a la IPA. La intención polémica creo que, en realidad rara vez está ausente en los Escritos de Lacan. No hay duda que el poder identificar al contrincante, por así decirlo, facilita la tarea de lectura; no siempre es posible. O t r a manera de enfocar este aspecto de «La dirección de la cura» sería decir que es un escrito político como lo que sugerí al comenzar; es decir, un escrito que tiene un motivo institucional: l a crítica de la actualidad, de la situación del psicoanálisis en el 58, cómo se practicaba el psicoanálisis, corto se lo pensaba, cómo se lo teorizaba y por lo tanto cómo se lo transmitía. Lo político como un aspecto más de «La dirección de la cura». «La dirección de la Cura» es también un escrito técnico. En efecto, Lacan trata en él de la interpretación y de la transferencia y se refiere con mucha frecuencia a la clínica; se refiere por ejemplo al famoso caso del Hombre de los sesos frescos de Kris; se ‐ refiere al caso Dora, el caso del Hombre de las Ratas.., se refiere también al final de un analizante suyo que es un caso de neurosis obsesiva y
que está ya en la fase terminal de su análisis; las referencias a la clínica son muy abundantes. Al examinar cuál es la técnica apropiada a la cura analítica, Lacan restablece el eje que debe guiar la práctica si ésta ha de llamarse freudiana y en esta medida su texto cobra un sentido ético. Por último, digamos que Lacan revisa, crítica y define o redefine más de un concepto y noción usuales en psicoanálisis‐ Hay por ejemplo una muy bonita redefinición del concepto de regresión. Los cuatro aspectos técnico, teórico, ético y político no son uno, … sin tener en cuenta los otros. Lacan mismo establece un vínculo entre técnica y teoría en «La dirección de la cura» cuando indica en varias versiones que los defectos de conceptualización inciden gravemente en la práctica. Así por ejemplo, empieza por calificar la transferencia como una impropiedad conceptual, es el capitulo 1, párrafo 1. Afirma más adelante que «las vías nuevas con las que quiso encausar el psicoanálisis dan prueba de una impresionante confusión en los términos», capitulo 2, párrafo 9. En la tercera parte del texto, 3er capitulo, habla de efecto corrosivo que sobre la técnica tiene su desconceptualización, es también un tema recurrente en su texto. Para concluir, en ese mismo capítulo, dos páginas más adelante, diciendo que «las incertidumbres flagrantes de la lectura de los grandes conceptos freudianos corresponden a las debilidades — yo propondría traducir ahí más bien las flaquezas — que gravan el trabajo practico» capitulo 3 punto 8. Por no lograr captar en qué consiste la experiencia analítica, donde reside su poder de modificación se la pervierte degradándola, reduciéndola como dice Lacan, al ejercicio de un poder. La importancia que Lacan atribuía al concepto, a una conceptualización que se adecue a la experiencia me parece que resulta (12) evidente a lo largo de su enseñanza. Se puede pensar, por ejemplo, en el Seminario delicado a «Los cuatro conceptos del psicoanálisis». Pero es un problema complejo, el de la conceptualización porque es evidente también que pueden obtener efectos, en una práctica clínica sin saber cómo ni por qué. De manera que se puede plantear la pregunta ¿de qué depende la eficacia del psicoanálisis?. En cierto modo es una pregunta que está latente en la última parte del texto que nos ocupa. Tratar de la técnica de la cura es tratar de lo que Lacan llama aquí la acción del psicoanalista. Este punto nos permite enlazar «La dirección de la cura» con el Lacan de finales de los años 60. Pienso, por supuesto en el Seminario del año 67/68 llamado «El acto psicoanalítico» Lacan elabora entonces una diferencia, me refiero al Acto psicoanalítico, entre la tarea del analizante, que dice que es un «à ‐ faire en faire» y lo que le corresponde al analista que para él no tiene que ver con un « à – faire», con lo cual en cierta forma contradice lo que había dicho antes. Entonces, opone el « à – faire» del analizante al acto del analista. El término analizante es también nuevo en ese momento. Habrán observado que en «La dirección de la cura», Lacan habla de analizado; es en esa época alrededor del año 67 cuando Lacan
introduce el término analizante y psicoanalizante, lo cual es un aporte muy importante porque cambia toda la perspectiva, toda la concepción de la cura. Toda la discusión que Lacan prosigue a lo largo de «La dirección de la cura» sobre qué es la dirección de una cura analítica, precisa, por ejemplo, que no se trata de dirigir al analizante y sobre cuáles son los principios de su poder. Toda esa discusión se hallará en cierto modo simplificada después con la introducción del concepto de acto analítico. Hay en el texto otro punto que anticipa lo que vendrá años después: es la expresión deseo del analista, que Lacan utiliza al final del 4o párrafo del capítulo 4. Dice allí Lacan: «Está por formularse una ética que integre las conquistas freudianas sobre el deseo para poner en su cúspide la cuestión del deseo del analista». La primera parte del programa que propone Lacan, es decir, formular una ética que integre las conquistas freudianas sobre el deseo, Lacan la llevó a cabo al año siguiente con el Seminario La Ética. La segunda parte del programa, poner en su cúspide la cuestión del deseo del analista, vino mucho más tarde. Quizás pueda pensarse que comienza con el final del Seminario XI, donde ya hay algunas referencias al deseo del analista. Esta segunda parte del programa ético, por así decirlo, que propone aquí Lacan, estará basada en una concepción distinta del fantasma ligada al objeto considerado como causa del deseo, y a la vez, como lugar de captura del goce. Es una expresión utilizada por Lacan en el Seminario «De un Otro al otro», del año 68/69 época que rodea la «Proposición». En el 58, Lacan no dispone aún de esta concepción del fantasma, aunque el matema esté ya allí. El objeto a, en el momento en que Lacan lo escribe, es todavía objeto del deseo; la nota que vimos antes lo dice. Lacan, habla también aquí de fantasma fundamental. Tampoco es el fantasma fundamental aquí lo mismo que será luego; no se halla articulado todavía a la idea de que el final del análisis supone su atravesamiento. Por ahora Lacan pone el acento en el deseo, en su dimensión significante, y en su carácter .metonímico. Todo ello, lógicamente, apoyado en el ejemplo del sueño, que es el que mejor se presea para poner en evidencia las leyes de funcionamiento del inconsciente, y de ese deseo que pone en marcha el aparato psíquico, como decía Freud en «la Introducción de los sueños». En el Seminario «L'envers de la psychanalyse», el revés o el envés, que es del año 69/70, Lacan dice «El inconsciente permite situar el deseo, ése es el sentido del primer paso de Freud»; y añade luego que «la repetición, en cambio, (otro concepto fundamental) es la que conducirá al goce» entendido como un más allá opuesto al deseo. Lacan establece aquí, en el año 70, una separación entre subconsciente y deseo, por una parte; y repetición y goce, por otra. Separación que él hace corresponder aquí con dos grandes períodos de la obra de Freud: antes de 1920, con «La interpretación de los sueños» como texto inaugural y luego, a partir de
1920, con «Más allá del principio del placer», por ejemplo en el Seminario II «, creo que la mitad del seminario está dedicada a una lectura de «Más allá del principio del placer»,, a pesar de eso, su retorno a Freud de los años 50 está marcado por todo lo que en la experiencia psicoanalítica y en la doctrina freudiana se refiere, digamos, a la estructura significante del inconsciente. (13)
O sea que Lacan pudo comentar durante el Seminario II «Más allá del principio del placer»,
ocupándose exclusivamente de la dimensión simbólica, a pesar de que el goce y lo real estaban allí, esperando que Lacan los recogiese años más tarde. Entonces, lo que me llama mucho la atención es ver como toda esta división en dos períodos que Lacar introduce en el año 70 de la obra de Freud diciendo en cierto modo hay un Freud hasta «Más allá…» que se ocupa de lo simbólico y digamos, de lo imaginario también para no ser tan tajantes, y un, Freud que después, se topa con lo real. Pues en Lacan ocurre un poco lo mismo: Hay un primer Lacan que él mismo coloca como un antecedente, que se ocupó de lo imaginario; luego hay un Lacan que durante 10 ó 1 1 2 años se ocupa de lo simbólico y del, significante, y luego hay un Lacan que se topa con lo real e intenta hacer lo que puede. Parece que con esto está más o menos situado el texto de «La dirección de la cura» dentro de la obra de Lacan. 3ª Parte. El texto mismo y su división en cinco capítulos. El titulo: La dirección de la cura y los principios de su poder. Me parece que resume muy bien el contenido.... y al mismo tiempo es un título que abre muchas preguntas. Por ejemplo, nos está diciendo que la cura tiene urca dirección ¿Qué significa esto? ¿Significa que la cura ha de seguir una dirección. que le es propia? ¿Significa que la cura está dirigida? o ¿qué la cura debe ser dirigida? o ¿ambas cosas? Su poder, ¿Se trata del poder de la cura misma? ¿O del poder de la dirección de la cura? ¿Y qué significa aquí poder? ¿Cuál es este poder? En todo caso el poder éste tiene principios. Bien, a propósito de principios también podríamos abrir tres o cuatro preguntas más. Me parece que no conviene apresurarse en cerrar estos interrogantes y proponerse más bien ir encontrándoles respuesta a medida que avanza el trabajo de lectura. Me parece que el trabajo de lectura de un texto adquiere mayor relieve cuando se halla orientado por preguntas precisas, lo cual permite además leer un texto en distintos momentos y encontrar en él distintas cosas. En cierta forma es lo
mismo que dije hace un momento a propósito de la lectura por Lacan de «Más allá del principio del placer». De las cinco partes en que Lacan dividió su Informe, las tres primeras llevan por título una pregunta ¿Quién analiza hoy?, ¿Cual es el lugar de la Interpretación?, ¿Cuál es la situación actual de la transferencia? El título de la cuarta parte puede ser considerado como una interrogación indirecta. Cómo actuar con el propio ser. Sólo la última parte, el quinto capítulo está encabezado por una afirmación, una afirmación que representa además un imperativo, hay que tomar el deseo a la letra. Esta quinta y última parte es considerablemente más extensa que las otras, tanto así que puede decirse que constituye en realidad una segunda parte de un texto que estaría compuesto de dos: una primera parte integrada por los tres primeros apartados; capítulos, luego uno intermedio, el Capítulo cuatro que es mucho más breve que todos los demás, y luego esta segunda parte. No creo que sea azaroso este hecho. En la primera parte del Informe los tres primeros capítulos, Lacan critica, comenta, examina; en la segunda, se ocupa sobre todo de exponer su propia doctrina, el texto se vuelve más denso, de lectura más difícil. Luego tendríamos casi, una sexta parte, una especie de epílogo., me refiero a las tres páginas que aparecen al final del texto con una bibliografía muy detallada, no solamente extensa, sino muy detallada porque Lacan cita con número de página. Me parece que es un caso único, si no me equivoco en los Escritos. Ningún Escrito de Lacan, que yo recuerde, tiene una bibliografía así. Tiene un valor propedéutico indudable esta bibliografía. Las referencias con Lacan van desde Freud y los primeros discípulos Abraham, Ferenczi a Charles Laudair, discípulo de Lacan mismo, en Inglaterra o Estados Unidos. Me parece que es todo un modelo del camino a seguir cuando se quiere presentar un trabajo en un Coloquio Internacional. Ocurre a menudo tanto con los Seminarios como con los Escritos de Lacan, creo que ocurre lo mismo con Freud, que el lector tiene la impresión de perder el hilo o de no encontrarlo, es como si Lacan estuviese tejiendo su texto con varios hilos a la vez sin que resulte manifiesto cómo se articulan estos hilos entre sí en las diferentes etapas del texto, ni cual es el dibujo final resultante. Aquí los hilos me parecen ser la acción del psicoanalista, la interpretación, la transferencia, el ser y el deseo. Y al igual que los (14) pensamientos del sueño cada uno de estos hilos puede remitir a una cadena asociativa distinta, es decir a una serie de puntos distintos en la obra de Lacan. De manera que si quisieran a partir de los puntos tratados en «La dirección de la cura», establecer nexos con otros Escritos y Seminarios de Lacan, como intenté hacerlo hace un momento, lo que obtiene es una especie de árbol que parte en todos los sentidos como cuando uno intenta descifrar un sueño. Esto nos obliga, nos impone un trabajo, un tipo de trabajo que ofrece
muy pocas satisfacciones a la afición del yo por la coherencia, la armonía, lo acabado pero que, sin lugar a dudas, representa un excelente ejercicio contra la comprensión que tanto atacó Lacan. Entender y. comprender no son lo mismo, nos dice Lacan aquí en el capítulo 4, punto 7. La diferencia entre entender y comprender resulta quizás más evidente en francés donde el verbo entender no es sinónimo de comprender sino de oír. Entonces resulta interesante en francés porque Lacan está diciendo que entender en el sentido de oír lo que dice el paciente no tiene nada que ver con comprender. Cuando el analista escucha no ha de comprender, en la medida en que esta comprensión puede interferir, puede hacer obstáculo a su entendimiento. ¿Quién analiza hoy? La pregunta, Lacan dice, va dirigida a aquellos que parecen confundir la transferencia con la resistencia y se despliega esta pregunta precisándose en otras tres, ¿Quién analiza hoy? en cierto modo es quién es el analista y Lacan pregunta entonces ¿el que ‐
interpreta aprovechando la transferencia? ¿El que analiza la transferencia como resistencia o el que
impone su idea de la realidad. Es el final del capítulo 1. En otros términos, se trata en esta pregunta ¿Quién analiza hoy? De saber en qué consiste la acción del analista, qué es lo que el analista hace. La respuesta esbozada en este capítulo 1 toma como punto de partida ese concepto inadecuado al que ya me referí, la contratransferencia. Concepto inadecuado, «impropiedad conceptual» dice Lacan porque si los sentimientos del analista entran en juego, el juego, es decir la cura, cito a La can «se prosigue sin que se sepa quién lo conduce». Es el punto 5 del capítulo 1. Es al analista a quien corresponde, pues, conducir la partida. «La dirección de la cura», dirá Lacan al comienzo, consiste en primer lugar en hacer aplicar por el sujeto la regla analítica, la regla fundamental. Lacan va a enfocar el problema, como dice él, por el lado del analista. Dicho de otro modo, va a tratar de la responsabilidad, de la implicación del analista en la cura, de lo que a éste le toca pagar, de lo que le toca pagar por ocupar su lugar. Y queda claro que para ello no se necesita recurrir al término contratransferencia sino a saber situarse en otro nivel, un nivel que tiene que ver con el ser. Lacan recuerda a este respecto la expresión de Freud (Kern unseres Werden), el corazón del ser, punto extremo que el analista alcanza y que le da a la experiencia psicoanalítica su peso, su gravedad, su grandeza. Pero por otra parte, con indudable ironía, Lacan afirma que más le valiera al analista, dejarse guiar por su falta en ser que por lo que es, con lo cual apunta ya al deseo que va a definir un poco más adelante como la metonimia de la falta en ser. Es en el capítulo 5o, final del texto, en el punto 2. Todo el capítulo 4 estará dedicado a esta cuestión del ser, cómo actúa con el propio ser, y en él Lacan dejará sentado, me parece, que es de la falta en ser del sujeto de lo que se trata en la cura y que no es con su ser como el analista interviene sano con lo que él llama el deseo del analistas, con lo que llama aquí en «La dirección de la cura», el deseo del analista, a pesar de que es una expresión que va a
tomar sentido diez años más tarde: en el Seminario XI (1964) a propósito de cuáles son los fundamentos del psicoanálisis como práctica. Al comienzo de este Seminario Lacan define de esta manera el término praxis, dice: es una acción concertada por el hombre, cualquiera que sea esta acción que le permite tratar lo real por lo simbólico. El problema que plantea la práctica analítica es, dicho brevemente, saber cómo el significante, cómo con lo simbólico se modifica lo real. En esta primera parte de ‐«La dirección de la cura», Lacan dice casi lo mismo al hablar de la necesidad de, cito a Lacan, «revisar en el principio la estructura por donde toda acción interviene en la realidad». La distinción entre la realidad y lo real es posterior en la enseñanza de Lacan, pero ya aquí se acerca Lacan a su formulación ulterior y es sobre la base de este planteamiento que critica la referencia a la realidad de los que llama «psicoanalistas de hoy», es decir los redactores del volumen “La psychanalyse d’aujourdui». La crítica que Lacan dirige en «La dirección de la cura» a los psicoanalistas de hoy, aun referida a diferentes aspectos de la práctica es en el fondo siempre la misma: desconocen, dice en la primera parte, cuál es el verdadero lugar donde se producen los efectos de la técnica, capitulo 3. Este desconocer, que puede ser un ignorante, podemos entenderlo así o un no tener en cuenta lo sabido, en cierta forma un no querer saber (15) que tiene que ver con lo reprimido. Este desconocer, entonces, se refiere a la doctrina de Freud, es eso lo que desconocen los «psicoanalistas de hoy». Lacan cita, creo, en algún momento una frase pronunciada por alguno de estas señores que hace referencia al, hecho de que la doctrina de Freud está hoy superada. Me llamó la atención leer eso porque me parece que es una idea que podemos escuchar aun hoy , en general en boca de personas que nunca han leído a Freud‐ Me ha ocurrido a mi hablar con psicoterapeutas que dicen «¡Oh! Freud ya está superado». El retorno a Freud que Lacan promulga, se funda así en la idea de que lo que él llama la impotencia para sostener una práctica lleva al analista a convertirla en el ejercicio de un poder, y que esa impotencia que resulta para sostener la práctica resulta, según lacan, del desconocimiento que acabo de decir. Hay pues en este texto un poder cuyo ejercicio Lacan denuncia y otro, que el titulo nos sugiere inherente a la dirección de la cura son, claro está, como dos caras de una moneda, de una misma moneda que se llama la trasferencia. Más adelante, al final del capítulo 5º. Lacan declarará que los poderes de la dirección de la cura son los de la palabra. Vuelve ahí lo que había dicho en «Función y, campo de la palabra». En el capítulo 2 de «La dirección de la cura», nos remite a Freud para responder a la pregunta cuál es el lugar de la interpretación. Muestra en este capítulo cuál era la secuencia de los distintos tiempos en una cura con Freud. Es uno de los pasajes más célebres, por así decirlo, de «La dirección de la cura», porque encontramos ahí una especie de esquema de cómo trabaja Freud, vista ésta por Lacan.
Esta secuencia de los distintos tiempos de la cura con Freud le va a permitir a Lacan afirmar la transferencia como poder, paradójico, que sólo sirve a condición de que no se utilice. Freud parte pues, punto 1, de lo que Lacan dama la rectificación de las relaciones del sujeto con lo real, lo real aquí es la realidad circundante. Parte de ahí, hasta el desarrollo de la transferencia, en un segundo momento, y luego a la interpretación. La transferencia, pues, va surgiendo a partir del primer tiempo, y hace ver que se trata de algo, dice Lacan, muy diferente de las relaciones del yo con el mundo. Es decir, al aparecer la transferencia se ve que en la cura de lo que se trata es de otra cosa, no de las relaciones del yo con el mundo. Viene ahí un párrafo que quiero citar textualmente, estoy pues en el, capítulo 2 de «La dirección de la cura», es el punto 7, en mi texto que es muy viejo es la página 228. Punto 7 del capítulo 2: «Freud no parece situarse bien sobre este punto en los casos dedos que nos ha hecho partícipes y por eso son tan preciosos». No sé cómo han leído este «preciosos», por eso tienen tanto precio, hubiera dicho yo; por eso son tan valiosas, es lo que quiere decir Lacan. Voy, al párrafo siguiente. «Porque él reconoció» — Freud ‐reconoció enseguida en la transferencia — «que ese era el principio de su poder, lo cual no se distinguía de la sugestión, pero también que ese poder»‐ — la transferencia — «no le daba la salida del problema sino a condición: de no utilizarlo, pues era entonces cuando tomaba todo su desarrollo de transferencia». Me parece un párrafo clave porque muestra el paso de Freud de la sugestión a la transferencia y en cierto modo muestra el paso de los postfreudianos de de la transferencia a la sugestión. El poder de la transferencia, Lacan va a insistir en ello, desaparece este poder de la transferencia, se pervierte convirtiéndose en sugestión sí se utiliza, porque ese poder reside en el desdoblamiento, como dice Lacan en otro momento, que sufre allí, (es decir en el análisis) mi persona. En otros términos, la diferencia entre iba a decir pequeña a y gran A, pequeño otro y gran Otro. Freud sabía responder a la palabra analizante situándose en el lugar del gran Otro y dirigiéndose al sujeto del inconsciente evitando pues la relación dual, el eje imaginario del esquema L, por ejemplo. Al utilizar ese poder el analista entra en el juego, entra en la partida del análisis, deja de ocupar el lugar del gran Otro. Es la transferencia entendida de esa manera la que permite a Freud hacer una interpretación que se refiere como dice Lacan a propósito del Hombre de las Ratas, a las líneas del destino del sujeto y revela de este modo, cito de nuevo, «los callejones sin salida en los que se extravían la vida moral y el deseo del Hombre de las ratas». Se trata de, dirá Lacan, luego, no equivocarse en cuanto al lugar del deseo. Es decir, que aquello a lo que apunta la interpretación, su blanco, es el deseo. Lacan dirá luego que la interpretación debe apuntar a la causa del deseo. Pero aquí el blanco está ya situado.
Iba a hablarles un poco de cada parte pero podemos interrumpir cuando queráis. Continuo entonces diciendo dos o tres cosas sobre los capítulos 3,4 y 5. Les he hablado del 1 y del 2. El vínculo entre la técnica y teoría al que me refería vuelve a surgir aquí a propósito de la transferencia. La noción que el analista tenga de la transferencia, la idea que se haga de ella, determinará, inevitablemente su manejo en la cura y es evidente que el manejo de la transferencia es crucial, central dirá Lacan en el capítulo 3 punto 2 para la acción en... La importancia de este punto explica que Lacan dedique el Capítulo 3 de su Informe a examinar cuál es la situación actual de la transferencia, es decir, de qué manera se la maneja y se la concibe y a qué teoría implícita corresponde en las tres corrientes principales del psicoanálisis de entonces. Tres corrientes que Lacan hace corresponder a tres errores, el genetismo de Ana Freud, la teoría de la relación de objeto heredada de Abraham y la noción de introyección subjetiva que se halla presente en las concepciones de Ferenczi, de Strachey y de Balint. Es otro de los pasajes celebres de «La dirección de la Cura». No me detendré aquí en este punto sino sobre una observación de Lacan a propósito de esto. Los tres errores, que él llama parcialidades o particularidades de la teoría, sufren —dice— de un defecto central. Naturalmente uno se pregunta cuando lee eso qué defecto es ese, pues no se halla explícitamente formulado en la continuación de la frase. Me refiero aquí al capítulo 3 punto 2. Llama la atención, sin embargo, en el párrafo, la repetición del adjetivo central; el defecto es central, como central es para el análisis la noción de transferencia. De manera que una primera respuesta que viene a la mente es que el defecto en cuestión es el desconocimiento de la verdadera naturaleza de la transferencia, de lo que constituye su motor. Más adelante en el mismo capítulo, párrafo 8, Lacan puntualiza cuál es el propósito de su crítica y utiliza expresiones similares. Cito a‐Lacan en el punto 8 del capítulo 3, habla pues, de su propósito, de lo que él persigue haciendo esta crítica; 2o párrafo: «No tenemos otro designio que el de advertir a los analistas sobre el deslizamiento que sufre su técnica; si se desconoce el verdadero lugar donde se producen sus efectos». Y un poco más adelante nos va a hablar de la acción del analista, nos va a decir que la acción del analista tiene lugar en la relación con el ser y que los medios de esta acción son los de la palabra. Dije antes que la crítica que Lacan hace de la práctica de sus colegas es siempre la misma. Añadiré ahora que se sitúa o que se refiere en realidad a dos niveles distintos: uno, el de los medios, el de los instrumentos del análisis, a saber, lo qué Lacan llama en alguna parte nuestra doctrina del significante. Y en el Discurso de Roma Lacan había puesto de manifiesto la relación, la coherencia necesaria entre los medios del análisis y la estructura del inconsciente, Es‐ decir toda su dimensión simbólica. El otro nivel o plano en que se sitúa su crítica, al cual hace referencia aquí, es el de la experiencia psicoanalítica misma; es decir, el nivel de lo que
podríamos llamar lo real de la experiencia. Punto que, me parece designado aquí cuando Lacan llama, por ejemplo, un poco más abajo: «Queremos dar a entender que es en la medida de los callejones sin salida encontrados al captar su acción en su autenticidad...» Bien, en expresiones como ésta: «captar su acción en su autenticidad», me parece que sobre lo que Lacan está apuntando e s la concepción que el analista se hace de la experiencia en tanto tal, de lo real de la experiencia: no ya de los instrumentos que va a utilizar, es decir, del significante, Lacan se va a ocupar de ello en el capítulo 40, ya lo dije a n t e s , hablando del ser. M e parece que al hablar del ser, Lacan ya nos está diciendo no todo es significante en la experiencia psicoanalítica. En efecto, aún cuando el ser aparece en este texto articulado principalmente a la falta en ser, es decir, al deseo, lo cual nos devuelve una vez más al significante, a pesar de ello, Lacan da más de una indicación en el texto referente a otro nivel, otro plano, otra dimensión o registro que es el registro donde veremos enn los años ulteriores de su Seminario, los conceptos de Real, objeto a, también la noción de acto, de que hable antes, la n o c i ó n de acto es un ejemplo de incidencia determinante del significante en lo real, así lo concibe Lacan. Cuando pregunta al comenzar este Informe ¿Quién analiza hoy? Me parece entonces que ahora lo puedo decir, se trata de saber no sólo —como dije antes— en qué consiste la acción del analista, sino también cuál es el objeto de esta acción. Y encontramos aquí una respuesta en el párrafo 2 del capítulo 4, en una de esas frases de Lacan que a menudo iluminan su texto, por oscuro que parezca, despertando más allá de la comprensión un íntimo asentimiento. Hemos de reconocer «la falta en ser del sujeto como el corazón de la experiencia analítica, como el campo mismo donde se despliega la pasión del neurótico». La noción de falta en ser o falta de ser del sujeto es menos abtrusa de lo que puede parecer en una primera lectura, y corresponde a algo que con frecuencia oímos en nuestra práctica clínica. El analizante expresa por ejemplo, la sensación de que algo le falta y de que ese algo que falta, esa falta, es algo doloroso, siendo otras veces una insatisfacción permanente que nada logra colmar, una ansiedad, desasosiego que parece como llamarlo o hacerlo tender hacia eso que Lacan llama «otro sitio». El ejemplo que Lacan propone aquí no (17) es menos evocador, me parece. Todos conocemos, en efecto esa manía del neurótico que consiste en estarse justificando siempre. Aquí Lacan se refiere a ello cuando habla de los psicoanalistas ingleses; continúo con el Capítulo 4, punto 2, dice: «solo los ingleses en su fría objetividad han sabido articular esa hiancia de la que da testimonio el neurótico al querer justificar su existencia, y por ende implícitamente distinguir la relación interhumana, su calor y, sus engaños, de esa relación con el Otro en que el ser encuentra su estatuto». Es decir, Lacan considera cuando el neurótico intenta justificar su existencia, implícitamente está indicando que hay un más allá al cual necesita referirse, un más allá de la relación interhumana, de su calor y de sus engaños, del efecto en que vivimos. El
ser del sujeto se halla hendido; Lacan habla aquí de hiancia; dividido, es un ser que falta; y esa falta, el neurótico la convierte e n una falta suya, en algo de lo que se cree culpable. Me parece que la lengua castellana permite fácilmente el paso de una falta a otra. ¿Cómo actuar con el propio ser? Para terminar con este punto les recordaré que Lacan responde aquí a los analistas del «psicoanálisis de hoy», que en su libro afirmaban «el analista cura menos por lo que dice y hace que por lo que es» .Es una frase extraída del libro «Psicoanálisis de Hoy» que Lacan cita en el primer capítulo, punto 2. Es una afirmación inaceptable que Lacan refuta ; primero restableciendo la importancia de la interpretación, es decir de lo que el analista dice; segundo: insistiendo en la responsabilidad del analista en cuanto a la transferencia, en su implicación en la cura, lo que tiene que pagar como precio de su acción, es decir por lo que hace; y tercero: subrayando que de lo que se trata en el análisis es de la falta en ser del sujeto que se hace presente, la falta en ser se hace presente en esa demanda radical e intransitiva a través de la cual, como dice Lacan, «todo el pasado se entreabre hasta el fondo del fondo de la primera infancia» — Capitulo 4, punto 8. Para concluir esta introducción, en relación a la última parte del texto sólo diré algunas indicaciones muy rudimentarias. «Hay que tomar el deseo a la letra» constituye en cierto modo la respuesta de Lacan a la pregunta implícita, en mi opinión, en su titulo. «La dirección de la cura y los principios de su poder»; la pregunta implícita es cómo dirigir la cura. Lacan responde, pues: hay que tomar el deseo a la letra. Tomar el deseo a la letra es a la vez, en primer lugar, volver a la letra de Freud, cosa que Lacan hace por supuesto con todo su retorno a Freud, y que en este caso lleva a cabo deteniéndose en un estudio del sueño por ser éste, el sueño, donde Freud reconoció primeramente el deseo, dice Lacan. En segundo lugar, tomar el deseo a la letra, es dejarse llevar por el significante; tomarlo, como se dice, al pie de la letra. Es tener en cuenta q u e el deseo se articula en un discurso, que por lo tanto, se halla sometido a la oposición significante—significado y las leyes del lenguaje que Freud descubrió en el sueño, la condensación y el desplazamiento que Lacan transformará en metáfora y metonimia. Tomar el deseo a la letra es además., quizá simplemente, tomarlo por el único lado por donde s e puede tomar: «el deseo, dice Lacan, no se capta sino en la interpretación», punto 4, capítulo 5 anunciándonos así el tema de su Seminario del año siguiente «el deseo, inconsciente e indestructible», según la definición de «La interpretación de los sueños», «es por definición inarticulable, indecible» Pero, eso no significa, eso no impide que el deseo se halle articulado en el inconsciente a los significantes del deseo del Otro ‐ trabajamos ese tema el año pasado. Tampoco impide eso que el deseo es articulado a los significantes de la demanda, aunque no se confunda con ella, es así como oímos algo del deseo en una cura. El progreso de la cura, Lacan insiste en eso, no depende ni de la satisfacción de las necesidades; ni de la repuesta a las demandas, sino de algo sin duda
más delicado, difícil, es saber preservar el lugar del deseo; es el deseo el que mantiene la dirección del análisis fuera de los efectos de la demanda. Toda respuesta a la demanda, sea gratificante o frustrante no hace más que reducir la transferencia una vez más, a la sugestión y aplastar, ahogar el deseo que se halla presente en la demanda. Todas las demandas se han articulado en el análisis, dice Lacan, en un momento dado, al cabo del análisis se revelan no haber sido sino transferencias destinadas a mantener en su lugar un deseo inestable. El analizante demanda porque ha hecho siempre eso, dice Lacan en alguna parte, él no sabe hacer otra cosa: pero, al analista le toca saber reconocer lo que de deseo hay ahí. Responder a la demanda equivale a negarle al sujeto toda posibilidad de acceso a su deseo.
Introducción a la lectura Serge Cottet Seminario de Intercambios Association Cause Freudienne Lille
1993
Querría en primer lugar situar el texto, como se dice, en su contexto histórico, es decir, precisar la situación del psicoanálisis francés en 1958, en un momento axial para la historia de las instituciones. Por otra parte, si ustedes leen el texto de manera rápida, ustedes ven que las alusiones a la política del psicoanálisis son numerosas, y precisamente también, el vocabulario polémico de Lacan da a entender, a veces por alusión, pero a veces más directamente que los conflictos están abiertos. Creo que primeramente, es necesario precisar este contexto de polémicas y de rivalidades. Lacan pertenece a una sociedad de psicoanálisis marcada por la ruptura en 1952 con un cierto orden establecido {establishment}. Estamos allí en la Sociedad francesa de Psicoanálisis, seis años antes de la creación de la Escuela Freudiana de París. Lacan se revela extremadamente polémico con respecto a una cierta dirección del psicoanálisis. El titulo del texto La dirección de la cura hace equívoco con la dirección que tomó el psicoanálisis en el seno de las instituciones francesas. El texto está recorrido por una crítica asidua de una serie de desviaciones, término a menudo utilizado por Lacan, que puede tener hoy consonancias políticas más desagradables, pero es la dirección en general de los Escritos, textos del 1953 al 1966, de ser extremadamente vigilantes con respecto a una degeneración de los conceptos del psicoanálisis. Degeneración cuyo origen es la influencia americana de la I.P.A. sobre las instituciones francesas, lo que estuvo en el origen de la exclusión de Lacan de la antigua sociedad. Estas cuestiones políticas institucionales son desplegada de manera precisa, a veces desgraciadamente de manera anecdótica, en la Historia del psicoanálisis en France1 LA BATALLA CONTRA BOUVET En este texto, Lacan emprende una batalla ardua contra Bouvet. Es entonces necesario tener en una mano La dirección de la cura y en la otra, el texto de Bouvet Interpretación y transferencia. Lacan la emprende contra una dirección cierta del psicoanálisis. En 1958, esta "batalla" contra la degeneración de los conceptos del psicoanálisis freudiano, no es nueva. En los Escritos en general, en este texto en particular, Freud aparece de nuevo « como el tesoro de los significantes » al cual conviene referirse, como la edad de oro de la ética del psicoanálisis, y como una zona virgen de estas desviaciones como la
psicología del ego, cuya crítica está muy presente en este escrito. Esto no es nuevo, decía, en efecto, la encontramos en los Seminarios precedentes, particularmente en el Seminario I 2. En el Seminario II 3, Lacan, desde un punto de vista teórico, mostró la separación que podía existir entre la enseñanza del psicoanálisis en Francia y la orientación freudiana. Lacan denuncia una regresión teórica; y en 1958, examina más precisamente los efectos prácticos de esta regresión teórica. Qué se hagan errores de interpretación sobre los textos de Freud, paso de nuevo, un retorno a los textos de Freud tendrá efectos rectificadores. Pero eso no es tener en cuenta los efectos degradantes de esta regresión sobre la técnica. A partir del momento en que los conceptos del psicoanálisis han sido degenerados por la lectura americana, por la psicología del ego, esto tuvo efectos sobre la práctica, sobre la formación de los psicoanalistas, y sobre las curas mismas. Es en relación con estas desviaciones que Lacan produce un cierto número de ejemplos clínicos. Estos ejemplos no son sacados de la práctica de Lacan, que, como de costumbre, prefiere tomar el ejemplo clínico de otros para los otros. Hay unos ejemplos de Freud, y aquellos inspirados por estas desviaciones, que acaban en fracasos, en acting outs. Lacan, en suma está en posición tercera, de controlador en relación a Bouvet, en relación a Ruth Lebovici, de Kris... El concepto de relación de objeto Lacan estudia uno de los conceptos mayores de estas desviaciones: el concepto de la relación de objeto, mostrando el olvido, la represión, que siguieron a las interpretaciones que Freud había hecho sobre eso. Lacan considera que con las relaciones de objeto, la copa se desborda. Es demasiado. El consagró a eso, en aquel año, un Seminario 4 que se volvió celebre por una relectura que Lacan hizo del Pequeño Hans 5, donde reconstituye el estatuto del objeto fóbico. En la segunda parte de su Seminario, da valor a la función del fetiche, y sus relaciones, como objeto, al signatario. Concluye este año por este texto que muestra las catástrofes a las cuales se es conducido cuando la doctrina del psicoanalista no pone en tela de juicio este descifrado de la experiencia por la relación de objeto. Estas desviaciones doctrinales inspiran tanto la práctica y la dirección de la cura, que se tiene dificultad para distinguir los errores de lectura de los a priori ideológicos. Aunque, como lo dice Lacan, es el analista quien es cuestionado. Este artículo toma como punto de mira al psicoanalista del Instituto, de la I.P.A., pero
también el psicoanalista francés ganado por el neofreudismo a la francesa, que es una suerte de mezcla del último Freud, cuanto más la Psicología del Yo, más un kleinismo laxo. Lacan hace aquí el análisis del analista. LOS PERJUICIOS QUE INSPIRAN UNA CIERTA PRÁCTICA DEL ANÁLISIS Hagamos el inventario de estas desviaciones. Es en primer lugar la dirección de la cura confundida con la dirección de conciencia. (Este tema está presente en toda la primera parte). Tiene por consecuencia el final del análisis confundido con una rectificación emocional. El analista, en esta ideología, aparece como el Yo fuerte, con quien el analizante debe identificarse. Esta orientación es solidaria de una supresión de la noción de inconsciente. Está muy presente en el texto de Bouvet, tanto la teoría de la maduración, de la síntesis del yo que llevó sobre la noción de descifrado del inconsciente. Este conjunto de desviaciones tiene consecuencias sobre el análisis llamado didáctico, entonces sobre la formación de los analistas. Hoy, porque se puede situar este texto en su contexto de 1958, pero también en nuestro contexto, diríamos: Lacan condena una confusión, aquella del Discurso del Analista y del Discurso del Amo. El lanza pullas contra la identificación del analista al Yo fuerte, a un Amo del saber, a una imagen ideal con la cual el analizante debe identificarse. Condena la confusión del análisis con una reeducación. Critica, en consecuencia, el análisis didáctico, como debiendo formar alumnos a la imagen del Amo. El problema de la transmisión del psicoanálisis se plantea en términos técnicos y políticos, en términos de poder institucional. Lacan, en el après‐coup, un acento gaulista, antiamericano, denuncia el poder discrecional del analista que corre el peligro de hacerse un manipulador de la transferencia. Lo que llamo acento gaulista, es la posición de Lacan que muestra al analista haciendo semblante de saber; la nulidad del analista, el término se encuentra en Lacan, la nulidad del analista preparando las condiciones de la irrupción del Amo. ¿Esto es decir que el discurso de Lacan es antiautoritario al denunciar el poder del psicoanalista? No verdaderamente. El problema del poder es un verdadero problema; simplemente, se trata de plantearlo. No despreciamos el concepto de dirección. No podemos pensar en la estructura del Discurso Analítico por fuera del Discurso del Amo. El significante Amo, hace parte del Discurso Analítico; el problema es saber en qué lugar está. Lacan, después de haber distinguido dirección de la cura y dirección de conciencia, diferencia dirigir al
paciente y dirigir la cura. Eso de lo cual se trata, es dirigir la cura, tener una idea de su fin, una orientación temporal. Estos problemas en 1958, van a ser atribuidos a la técnica de interpretación, que no debe ser arbitraria. La cuestión del poder en psicoanálisis se plantea bien, pero no en términos de influencia del analista hacia el analizante, ni tampoco en términos de contratransferencia, que es un mal concepto para Lacan, que no designa sino el conjunto de los perjuicios del analista. Este concepto ya había salido al ruedo en el primer Seminario 1. Lacan refirió esta desviación de la técnica a una doctrina. La psicologización del psicoanálisis es remitida, no a una debilidad del analista, a una especificidad psicológica del analista, sino a su formación doctrinal. Si hace unas tonterías, esto puede ser debido a sus afectos, esto no es lo más grave, sólo tiene que continuar su análisis; lo que es grave, es no saber que la dirección de la cura, es decir las interpretaciones que él hace, pueden resultar de una doctrina implícita y espontánea. Es eso que Lacan llama el conjunto de los perjuicios del analista. Los perjuicios, son pensamientos, doctrinas. ¿Que vienen de donde? Formación espontánea, rumor; que vienen de la universidad también, que vienen de la vulgarización del psicoanálisis. Es un aspecto extremadamente presente en aquella época, ya que hay una apuesta que es aquella de la enseñanza. Ya en 1952, Lacan ha sido rechazado porque se negaba que él fuese didacta. Podía dar Cursos de psicoanálisis mientras quería, a condición de que esto no tuviera consecuencias sobre la formación de los psicoanalistas. Lacan considera allí que no es el inconsciente del psicoanalista que hace al psicoanalista; no son sus disposiciones psicológicas las que cuentan, hay unas cosas que hay que saber, las cosas de que hay que enterarse. Hay que trabajar, y en los Institutos de formación de la I.P.A, no se trabaja. LA MEDICALIZACION DEL PSICOANALISIS Lacan critica también otra desviación, que se inscribe también en el Discurso del Amo, es la acción de otorgar carácter médico del psicoanálisis, representada por Bouvet, que defiende el punto de vista de Freud médico, contra el punto de vista que es el de Lacan, de Freud teórico. La referencia cultural de Freud siempre es subrayada en el momento en el que el psicoanálisis francés se empeña en esta vía de la confusión del analizante con el enfermo, y la confusión del analista con médico. ¿Dónde reparamos el poder? Lo Reparamos en la palabra: el análisis da los plenos poderes a la palabra, dimensión completamente ocultada en aquella época por los Institutos de formación, lo que Lacan llama a
veces el poder discrecional de la palabra. Si se le repara, esto modera el poder del psicoanalista. Esto le otorga la obligación al psicoanalista de no hace demasiado uso de él. Por otra parte, el poder, hay que situarlo con relación a la transferencia. Es bajo transferencia que la palabra, y la interpretación pueden ser efectivas. Al mismo tiempo que denuncia el abuso que podría hacerse con el efecto sugestivo de la palabra, Lacan da la consigna de hablar, lo que tiene un efecto de dominio. El recuerda que en el análisis, no se trata solamente de palabras. Podemos comentar esta disimetría del silencio del analista y de la palabra del analizante. El analizante puede gozar de la palabra y olvidar las consecuencias de su decir, particularmente el acto; y el analista, preso de los estándares de la interpretación, fascinado por el sentido, puede olvidar que se le habla, que él es el Otro de la dirección. Puede olvidar que la enunciación está bajo transferencia, que la transferencia retroactúa sobre el sentido. Lo que lo debe dispensar del uso sistemático de los estándares y del recurso a la interpretación hecha por anticipado. Los capítulos tres y cuatro extraen las consecuencias de esta iluminación, a saber que la dirección de la cura no es estandarisable; es relativa al psicoanalista, es relativa al acto analítico. Está bajo la dependencia del analista, no siendo controlable. Esta tensión apoyará un acento decisivo en el deseo del psicoanalista como el pivote de la cura, tema ya presente en 1958 y renovado en 1964. EL CÁLCULO DE LA INTERPRETACIÓN El psicoanalista está cuestionado, pero qué es lo que en el psicoanalista vectoriza la cura, qué es lo que es el agente de esta dirección, es eso lo que aún está por precisarse. ¿Acaso es su ser? Lacan critica esta orientación. No es el ser del analista quien es el fabricante. ¿Acaso es su inconsciente? No podemos decirlo. Decirlo sería arriesgarse a deslizarse hacia una concepción dual del psicoanálisis, el charlar de dos inconscientes. No es tampoco su contratransferencia; es, así lo dije ya, mucho más la doctrina del analista mismo 7. El compromiso del analista en su acto, la responsabilidad que toma en su trabajo interpretativo es incalculable por anticipado, a causa de la transferencia. Esto no es una razón para que el psicoanalista no haga un trabajo de previsión. Hay toda una dialéctica entre el momento de la interpretación, lo que se espera, y el resultado, hay un margen aleatorio e incalculable, y que sin embargo no debe ser arbitrario. Los psicoanalistas saben espontáneamente esto, este carácter incalculable de la interpretación, y para Lacan, esto les autoriza a interpretar de cualquier modo. En ambos casos, es malo: en el primer caso, la interpretación estándar y sistemática, del complejo de
Edipo, es una manera de no tener en cuenta el discurso, la articulación significante. Es confundir la interpretación con un estándar de la interpretación. En el segundo caso, interpretar teniendo la idea que no hay estándar, sino que en el fondo, toda interpretación vale, puesto que lo que decide su validez, es eso que el paciente hará con ella, es tomar el riesgo de un arbitrario. Este tema está extremadamente presente en La dirección a la cura y Lacan toma numerosos ejemplos de este arbitrario interpretativo. Compara la interpretación con toda una época de la química antes de Lavoisier, con el concepto de flogisto. Buscábamos en el flogisto la causa de la combustión, sin una doctrina apoyada sobre las ciencias. Así como la ausencia de doctrina apoyada sobre la ciencia sausseriana, sobre la lingüística, sobre la lógica, para la interpretación. Este texto pone bien en perspectiva dialéctica la interpretación y la transferencia; el efecto de la interpretación bajo transferencia, de una parte, y por otra parte, la cuestión muy difícil de la interpretación de la transferencia misma. EL SER DEL ANALISTA Lacan recusa la tesis según la cual el psicoanalista obra con su ser. Esta noción de ser del analista volverá a utilizarse en los años 1970, y en un après‐coup, puede esclarecer las dificultades de este texto 8. En la época, era la doctrina de Nacht que utilizaba el término de ser del analista; este significante estaba de moda. Lacan aquí lo recusa, lo que no será siempre el caso en la historia de su pensamiento. Prefiere aquí el término de «más íntimo», que es más su falta‐en‐ser que su ser. Vemos bien a que le está apuntando. Es una reducción de la infatuación del analista. El analista tiene que ajustarse más bien sobre su falta‐en‐ser, en definitiva a la subjetivación de su castración en él, si esto fue posible, más que sobre la noción de ser o de densidad del ser. Sobre esta concepción, Lacan de 1958 y aquella de 1970 diverge sensiblemente, particularmente por el objeto a, el analista como objeto a, a partir de 1968. Entonces aquí, la falta‐en‐ser está taponada por la comodidad institucional que le proporciona una cierta doctrina de su poder. LOS LÍMITES DEL PODER DEL ANALISTA Los capítulos que siguen continúan esta reflexión sobre los límites del poder del psicoanalista; poder
amputado ya por la transferencia, anticipación, si se quiere, del sujeto‐supuesto‐saber. Verdaderamente no es la potencia de su saber lo que va a operar, a causa de esta mediación de la transferencia, lo que hace decir a Lacan esta frase célebre: « (...) El analista es menos libre en su estrategia que en su táctica. » 9 Podemos, pienso, traducir táctica por interpretación. La estrategia consiste en procurar que la transferencia se efectué; consiste en una división entre persona y función. Para funcionar como analista, se dice eso actualmente, esto no es muy bello, hace falta « borrarse en tanto que persona ». Su estrategia, es hacerse el muerto; es decir no hacer intervenir su Ego; qué su persona no haga obstáculo a eso que se llamaba en la época la proyección; que él sea un puro espejo. Es una determinación imaginaria, al saber, reducirse el mismo su Ego. Hay una determinación simbólica que justifica esta abstinencia, hacerse el muerto, es introducir ese significante Amo como partenaire del sujeto. Lacan justifica así, en ese momento, la pasividad del analista; no por una disposición psicológica, ni por una posición del analista en tanto que desengañado, no valorizando nada, sino que él justifica esta pasividad por el lugar del analista, en aquella época, el lugar del muerto como persona y entonces, encarnando el significante del Otro. Mientras que se encuentra posteriormente textos de Lacan opuestos a esta orientación, en este texto, tenemos la expresión « [el analista en tanto que] Otro de la transferencia » 10. En 1958, Lacan distingue bien lo que depende de la experiencia imaginaria, y lo que depende de la experiencia simbólica. Podríamos emprender un debate un poco estéril para saber si el psicoanalista está en A o en a, pero está claro que Lacan recusa la relación de yo a yo en el análisis, recusa el análisis como la relación dual, o como relación transferencia / contratransferencia. Esta supresión limita su estrategia mientras que ella no objeta el hecho de interpretar. Sobre este punto es subrayada la cuestión de la interpretación de la transferencia misma. Lacan denuncia una cierta dimisión en el descifrado de lo que llama el mensaje de transferencia. TRANSFERENCIA Y RELACIÓN DE OBJETO Los análisis de hoy confunden la transferencia con una cierta medida, una cierta distancia del sujeto a la realidad. El concepto de transferencia designa el grado de alejamiento, de distanciamiento tomado por el sujeto en relación a la realidad, particularmente al otro. El conjunto de sus relaciones al otro sufre una suerte de intrusión imaginaria. El agente de esta opacidad, es el Yo, y la transferencia es de una parte el error hecho sobre la persona ‐ un error debido a la repetición, la transferencia se confunde con una pura repetición del pasado, entonces es la intrusión del pasado en el presente y por otro lado el Yo se defiende, el Yo resiste a la
relación, a la buena distancia del otro. El analista, mitad médico, mitad educador, toma entonces su punto de partida de un Yo alienado y dirige la cura de tal modo que trata de anular esta desviación entre inmadurez y realidad, y conduce el sujeto sobre la vía del Yo autónomo. Es sobre ese punto que se encuentra la doctrina de Bouvet, su doctrina de las relaciones de objeto, tan invasora en la clínica de esta época con efectos sobre la transferencia; en primer lugar para simplificar, la transferencia es una relación de objeto. Esto chocaba mucho a Lacan en 1958. Pero nosotros, que hoy hacemos malabarismos con la noción de objeto, particularmente el objeto a, quizás que esto nos chocará menos. Es muy importante ver lo que Lacan entendía por relación de objeto, y por cuales razones recusaba esta acepción del término de objeto. En primer lugar, se los dije, el psicoanálisis es un marco simbólico. El psicoanalista representa el Otro de la transferencia. El psicoanalista no es un objeto parcial, no es una persona, todo el mundo puede comprenderlo. Para que haya transferencia, hay que reducir los fenómenos de influencia de sugestión, de identificación imaginaria al analista. Todo el mundo capta precisamente que el silencio puede tener esta función de reducción de la tela imaginaria. Esto obstaculiza a las leyes de la comunicación. El psicoanálisis debe obstaculizar las leyes de la comunicación. La transferencia obstaculiza las leyes de la comunicación; la transferencia obstaculiza las leyes de la intersubjetividad. Entonces ningún humanismo de buen tono o de mal tono, permite recusar esta posición. Es el costado inhumano del psicoanálisis. A veces Lacan habla también de símbolo: la palabra, el lenguaje, la transferencia, la intrusión del significante del Otro, todo esto hace que el psicoanálisis no sea una relación de persona a persona, no es una relación de dos. Esto, es un estándar lacaniano, pero en aquella época, el estándar, exactamente era lo inverso: la relación de transferencia era la medida de la relación del sujeto con sus objetos. ¿Entonces cuáles son estos objetos? Allí volvemos un poco al kleinismo. Son a la vez objetos freudianos y objetos lacanianos, en todo caso, son objetos parciales. En el fondo, un neurótico, para Bouvet, es alguien quien no tenga una relación conveniente con el otro , porque tiene una relación al otro mediatizada por el objeto parcial. Una fijación de su libido, un cierto arcaísmo de su libido, que va a ser reparada en relación a lo oral y con relación a lo anal, va a regular el conjunto de sus relaciones interhumanas, de sus relaciones al otro. Finalmente, Bouvet tiene la intuición que el analista es el paradigma, porque él también se calla, no sabe demasiado por qué lo hace pero lo hace, y entonces tiene precisamente la idea que él es el paradigma de la relación de objeto del sujeto. Entonces esta relación de objeto, es definida en términos de distancia, de distancia con relación a la
maduración genital, por ejemplo, eso permaneció, por otra parte, en la lengua, en una cierta concepción psicológica del psicoanálisis, en decir que un sujeto es muy obsesivo, o más vulgarmente anal, personalidad anal, o una personalidad oral. No es solamente una cierta relación al alimento, sino que es una relación — los kleinianos dirían al seno, pero no es el seno real — es una relación de dependencia. Recorremos la serie entre ciertas disposiciones psicológicas lloriquear, pedir siempre algo, necesitar el contacto, y tener siempre algo en la boca. Procuramos determinar, en una época en la que el Yo lo llevó sobre el inconsciente, los tipos de personalidades definidas por un objeto. En absoluto como la caracterología, donde se clasificaba los tipos de individuos por temperamentos: sanguíneo, flemático, etc. Hay a pesar de todo, una incidencia de la antigua caracterología de los tipos sobre la clasificación clínica. Vean entonces en que se convirtieron los estadios de Freud: estadio oral, estadio anal, genital, fálico. Se convirtió en el nombre, de una inscripción del sujeto, en un significante Amo. Esta orientación ultraextremista, que cree en la madurez, que cree que el psicoanálisis debe alcanzar una homogeneidad entre los estadios de la libido y el Yo. Entonces si el individuo es agresivo, si es el caso que no tiene una buena relación al otro, vamos a decir que él está fijado al estadio anal; si está dependiendo demasiado del Otro, él está fijado al estadio oral. Lacan sostiene una discusión con esta doctrina, particularmente con la intuición que preside a esta dirección de la cura: hacer pasar el sujeto de lo pregenital a lo genital. Lacan no cree mucho en lo genital, por otra parte, y aún menos en el amor genital. Sus textos, que son muy estructuralistas, recusan completamente la doctrina de la evolución de los estadios, que Lacan atribuye más bien a desviaciones, e incluso de desviaciones del tiempo de Freud, como Ferenczi. IDENTIFICACIÓN DEL S AL FALO Es en ese contexto que ustedes ven a Lacan aportar casos clínicos particularmente un caso de un obsesivo, es el caso del hombre prestidigitador 11, del impotente, donde Lacan no dice una palabra de la fijación al estadio anal, ni a los estadios precoces. Da valor a la castración de la mujer, la castración del Otro, el registro de la castración del Otro como imposible de soportar, y la identificación del sujeto al falo: ser el falo y no el tenerlo. La dialéctica del ser y del tener, es el principio a partir del cual la relación libidinal del sujeto es descifrable, incluida la agresividad, que dedujo del narcisismo, dedujo de una identificación al falo que hace que todas las relaciones del sujeto son unas relaciones yoicas, relaciones imaginarias. Esta agresividad, que llama destrucción del Otro, no es en absoluto del registro anal o del registro pregenital.
Entonces esto será un poco modulado, los registros freudianos aparecerán de nuevo en otros textos, particularmente en el Seminario sobre la transferencia, 12 dónde Lacan vuelve sobre la neurosis obsesiva. Allí en este ejemplo, hay que ser sensible al descifrado, al contrario de Lacan con relación a las tendencias de la época del Yo débil, Yo fuerte. Esta doctrina de las relaciones de objeto, tiene por corolario el análisis llamado de las resistencias, en lugar del registro de la castración. ANÁLISIS DE LA SALIDA DE LA TRANSFERENCIA Si ustedes leen el artículo de Bouvet, Resistencia y transferencia, ustedes ven que es su técnica hay que decir al sujeto que él resiste. Para que se dé cuenta de sus resistencias, hay que decirle: « usted resiste. ». Muchos analizantes efectivamente relatan episodios de su cura donde se les significó que resistían, lo que tiene el efecto de aumentar la resistencia en cuestión, más bien que de desatarlo. Lacan da la explicación de este círculo vicioso del análisis de las resistencias, cuando señala que el mensaje es oído como viniendo del Otro, como viniendo de la persona a la que la transferencia le imputa de ser. Allí donde acabo de evocar la castración del Otro, la roca de la castración, tenemos, al contrario, la resistencia del yo para aceptar la realidad, puesto que el fantasma del objeto parcial es el instrumento de un desconocimiento de la realidad del otro; el análisis de las resistencias debe conducir al sujeto a la tolerancia, a encontrar la buena medida de la tolerancia del yo, a integrar lo pregenital en lo genital, para obtener la maduración del paciente. Sobre este punto, es lo que Lacan critica precisamente, es la cuestión delicada del análisis de la transferencia, y más precisamente, de la salida de la transferencia, el término bastante raro en Lacan, pero que se encuentra allí. Lacan no recusa la tesis clásica, la cuestión clásica: ¿cómo terminar un análisis? ¿Acaso el final del análisis se confunde con la liquidación de la transferencia? Lacan no piensa que el final del análisis se confunda con la liquidación de la transferencia, son los analistas de esta época quienes confunden la transferencia con la resistencia del yo, y que por ahí, descuidan completamente su vertiente amor o demanda, demanda de amor; ya que hacen la transferencia una formación, un efecto imaginario que releva el sujeto de una relación a la realidad, a la realidad del otro. Él toma la transferencia como un síntoma, hay necesidad allí de liquidar la transferencia. Lacan piensa el problema de otra manera y no descuida, entonces, la cuestión de la salida, es su palabra, la salida de la transferencia, que no consiste ciertamente en decirle al sujeto: « Mi querido, usted resiste... » Entonces precisamente la salida de la transferencia, es más bien la reducción del Otro. Aquí, Lacan no
dispone de la doctrina del objeto a, para salir de este círculo. Señalo, a pesar de todo, esta aporía que quizás le será comentada, y que se puede, después après‐coup, resolver con la teoría de la reducción del analista al objeto a; o, en todo caso, de la caída del Sujeto‐supuesto‐Saber. Si se trata de hacer caer la existencia del Otro, la creencia en el Otro, no es diciendo al analizante: « usted me toma por otro, hay un error sobre la persona... créame. » Esto se hace en nombre de la transferencia que ustedes quieren denunciar, la transferencia considerada como una ilusión. La palabra del analista será de nuevo oída, y la salida del sujeto fuera de la transferencia será de nuevo retrasada ad infinitum. En 1958, en el fondo, era aun y siempre un problema ese de la salida del análisis. Lacan que retoma el término de Freud: ad infinitum. Es decir hasta qué punto la cuestión es aún difícil. Aunque esta cuestión no sea totalmente ajustada en dirección a la cura, Lacan suministra todos los argumentos contra las soluciones de Nacht y de Bouvet. TRANSFERENCIA E INTERPRETACIÓN Captamos por qué espontáneamente los psicoanalistas se callan, dejan la transferencia producirse antes de interpretar, pero finalmente verdaderamente no saben por qué, mientras que Lacan hace brillar el Sujeto‐supuesto‐Saber, anticipa el Sujeto‐supuesto‐Saber, diciendo que la transferencia no es forzosamente primera en relación a la interpretación, que no se tiene forzosamente la serie: transferencia → interpretación → liquidación de la transferencia, sino que la transferencia como simbólica, puede ser también efecto, producto de una intervención del analista. Toma por ejemplo a Freud mismo en su análisis del hombre a las ratas 4 para indicar que para Freud, la transferencia no era la medida, la buena o la mala medida de la distancia al otro, o de la distancia a la realidad, sino que la transferencia era producida por un efecto de saber. Particularmente cuando las relaciones del sujeto con lo real sufrían una rectificación. Lacan aporta este concepto de rectificación del sujeto con lo real, contra la tesis de la buena distancia o de la mala distancia del sujeto a lo real, distancia, ustedes lo comprendieron, que hace posible o imposible, la relación de objeto 15 LA RECTIFICACIÓN SUBJECTIVA Tenemos la trilogía en la obra de Freud, extraída del Hombre de las Ratas 14: rectificación de las relaciones del sujeto con lo real, transferencia, interpretación. ¿Qué es lo que es esta rectificación? El ejemplo
más conocido, es Dora 16, «El alma bella». Lacan va hacer referencia a Hegel. Va a leer a Freud con Hegel, el teórico de la posición llamada del «alma bella», aquella de una conciencia que se queja de un cierto desorden para desconocer la responsabilidad, la parte que le corresponde en este desorden. Es el síndrome persecutorio de Dora: «Mi padre me abandonó, mi padre no me hace más regalos. Hay una artimaña contra mí... » Esta ficción es hecha para desconocer la acción que tuvo la persona en ese desorden real. Es verdad que es la cizaña, la infamia de su padre con la Señora K. Paso rápidamente. Lo real aquí, es lo real en el sentido de realidad, no lo real lacaniano. La realidad está en desorden; el sujeto se queja de eso, y Freud tiene un estilo de interpretación especial, que no es psicoanalítica, que es hegeliana, que Lacan llama rectificación: hay que señalar al sujeto la parte que le toca en el desorden contra el cual se subleva. Así, él aborda la realidad por Otro sesgo, donde esa intervención bascula la posición subjetiva del sujeto con relación al Otro en general, y he aquí la disposición subjetiva favorable para la transferencia. De golpe, Freud, que era imaginariamente asociado con su padre, es disociado con ello. Freud se vuelve el Otro de la transferencia. Digamos que puso lo real en el buen lugar, tocó donde era. Por otra parte, cometió luego un error bien conocido, sobre el objeto, y Lacan en otro texto 17, hacía esta observación que si Freud no se hubiera equivocado en su interpretación, ¿cuánto prestigio no se le habría manifestado? Entonces, otra vez, Lacan hace depender precisamente la transferencia de un efecto de discurso; un efecto de discurso que toca la verdad. Ustedes ven que ya no se está lejos en 1958, del Sujeto‐supuesto‐Saber. Para el hombre de las ratas, es la misma cosa: la rectificación del sujeto a lo real, es señalar al sujeto que quiere suicidarse que no es un criminal, pero que deseó la muerte de su padre. Entonces poner el énfasis en el deseo, en el deseo inconsciente. Esto parece obvio, y luego, todo el mundo lo olvidó. En este ejemplo, como en el ejemplo del hombre de los sesos frescos de Kris 18, la cuestión es la de las relaciones del deseo con la realidad, y no solamente de la pulsión y de la defensa, puesto que este era allí la pareja estándar de la época. Los síntomas son cargados a la cuenta de un efecto defensivo del yo contra una reivindicación pulsional. Tal concepción favorece las interpretaciones arbitrarias porque se puede siempre decir que todo es defensa, no vemos más cuál es el límite de la defensa. Este concepto se volverá invasor, e incluso todavía hoy, en los textos de los psicoanalistas de otra orientación: el deseo es también una defensa, el goce es una defensa... Un síntoma es siempre defensivo contra otro. Es allí un efecto de vértigo propio de lo significante. Un significante esconde siempre a otro, a
partir del momento en que no se ajusta a lo que Lacan llama aquí una posición subjetiva, es decir frente a la realidad. Está claro en el caso de Dora, la realidad está fuera de la ley. Hay una realidad fuera de la ley, y le decimos: « ¿Pero usted no ve que usted está allí por algo? Es usted quien puso las cosas patas arriba, pero usted no lo sabía ». Es la dimensión inconsciente de esta posición. Freud le dice sin embargo el interés que tuvo al contribuir con en ese desorden, a saber el beneficio que ella saca: recupera al hombre de la Señora K., que tiene una cierta función en su fantasma. Para el hombre a las ratas, exactamente no tengo los pasajes a los cuales Lacan hace alusión 19. Lacan hace valer que Freud le señaló al paciente que había en la realidad, una interdicción; qué su odio para con el padre encuentra su motivo en una interdicción que interesa a su vida libidinal. Por otra parte, hace un error con eso, puesto que es más bien la madre quien estaba en posición de intervención castradora. Lacan da la razón, a pesar de todo, a Freud de haber introducido de esa manera la cuestión del padre, o la cuestión del Otro, y la articulación de la cuestión del Otro muerto con un efecto que se había producido, a pesar de todo, en la realidad. No puedo detallar esta cuestión más... Tenemos un efecto comparable en el caso del hombre de los sesos frescos de Kris, donde, hay un error hecho sobre la realidad, el analista también que toma la realidad para medir la errancia del sujeto, considera que su síntoma de ser un plagiario debe ser rectificado, no por un artificio simbólico, a saber darle el sentido de su síntoma, sino por una confrontación de esta creencia con la realidad. No es un ejemplo completamente homogéneo con los dos precedentes; allí, eso a lo que se apunta, es más bien una confusión por el psicoanalista de dos registros: aquel de lo imaginario y de lo simbólico. Cuando ustedes interpretan el síntoma en nombre de la realidad « Usted cree ser un plagiario, es por esto que usted tiene el sentimiento que usted roba », ustedes interpretan en nombre de la realidad diciendo « Pero no, fui a verificar a la biblioteca, usted no robó ideas, esas ideas son precisamente suyas, pero usted cree que estas ideas no son las suyas, porque usted se defiende contra un deseo inconsciente de robar». Hay una correlación entre la historia del paciente, particularmente la historia de su padre, que no tenía muchas ideas, atropellado por el abuelo, y el sujeto mismo. Lacan, al contrario, valoriza la significación de la inhibición intelectual, la significación de este síntoma que no es en absoluto del orden de la creencia, sino del orden del goce. En la anorexia mental, la anorexia en cuanto a lo mental, el sujeto tiene por posición subjetiva: « No hay sino las ideas de los otros que valgan. Las ideas de los otros son las mejores a comer. » La cuestión se plantea en relación a una carencia simbólica, más exactamente una supresión simbólica, dice Lacan, 20 de una primitiva pulsión oral.
Es por otra parte, otra manera de hacer volver lo oral de Bouvet, o la relación de objeto en la cuestión. Aquí, la oralidad está directamente indexada al saber, a las ideas. Por qué las ideas se ofrecen a un canibalismo, más bien que una cierta relación simbólica al alimento no operó en el caso del paciente. Por consiguiente, la cuestión se plantea relaciones, no de la pulsión con la defensa, sino relaciones entre el goce y el saber en aquel caso. No resumamos demasiado... El ACTING OUT Lo que Lacan quiere decir, es que un error de interpretación se paga con un acting out, el sujeto, insatisfecho de esta explicación, insiste y va a mostrarle al analista que las ideas de otros, él las valora y va a coquetearle a los sesos frescos saliendo del consultorio de su analista. Todo el mundo conoce este ejemplo. En la época, ha sido traducido ‐ como « Cuando un analista interpreta en nombre de la realidad, en lugar de interpretar simbólicamente, es sancionado por un acting out» No pienso que absolutamente se pueda mantener hoy esta interpretación un poco dogmática, que es tranquilizadora, por otra parte, porque se podría decir que si el psicoanalista lacaniano sabe operar con lo simbólico, no habría más acting out. Es falso. El analizante pasa su tiempo haciendo acting outs, y no podemos siempre imputarlo a un error de interpretación del analista. Pero en aquella época, Lacan tomaba a propósito este ejemplo para mostrar que las interpretaciones del tipo madurez, buena distancia, distancia de la realidad, etc. tenían efectos de retorno sobre el psicoanalista mismo... CONCLUSION Habría querido concluir sobre el psicoanalista, cuestionado, sobre un término de los años 50‐60: abyección 21. J‐A. Miller subrayó todos los casos del término abyección, término muy empleado en la época por Lacan. Lo que es particularmente abyecto, es el psicoanalista que toma la posición de objeto en el fantasma. Aquí, la vía incluso por la que el procede, lo traiciona cuando debe, por esta vía, introducirse en el fantasma, y ofrecerse en hostia imaginaria. Primero, es Bouvet a quien se refieren ya que él piensa que en la transferencia, el analista está en el lugar del objeto del fantasma, y debería ser el soporte de las relaciones libidinales, felación, etc. Todo esto está muy presente en el texto de La dirección de la cura y Lacan declara su desprecio para esta práctica.
Lo que decía, es que, desde luego, esta crítica se esclarece por la relación dual. Sin embargo, Lacan cambió sobre este punto, ya que no se puede pretender hoy en día, que haya una distinción parecida que hay que hacer entre el fantasma y el analista semblante del objeto a. Hay un montaje que hay que hacer entre la travesía del fantasma y el psicoanalista semblante de objeto. Por otra parte, las fórmulas del Discurso del Analista en 1968, a y luego S, utilizan matemas comunes para el lugar del analista, y para el fantasma. Es en el registro del fantasma, que la cuestión puede ser planteada. El paso se esclarece muy bien cuando se tiene en mente que, cuando Lacan habla de hostia imaginaria, se trata allí una vez más del objeto parcial, objeto oral, el psicoanalista siendo confundido con este objeto engullido... Notes 1
E. Roudinesco, La bataille de cent ans, Histoire de la psychanalyse en France, Seuil.
2
J. Lacan, Le Séminaire, Livre 1, (1953) Les Écrits techniques de Freud, Seuil.
3
J. Lacan, Le Séminaire, Livre II, (1954) Le Moi dans la théorie de Freud et dans la technique de la psychanalyse, Seuil.
4
J. Lacan, Le Séminaire, Livre IV, (1956) La relation d'objet, Seuil.
5
S. Freud, « Analyse d'une phobie chez un petit garçon de cinq ans », Cinq psychanalyses, P.U.F.
6
J. Lacan, « La direction de la cure et les principes de son pouvoir », Écrits, Seuil p. 587
7
J. Lacan, op cit. p. 586
8
idem p. 639
9
idem p. 589
'° idem p. 591 11
idem p. 631
12
J. Lacan, Le Séminaire Livre VIII,(1960) Le Transfert, Seuil, p. 249 et sq.
13
Écrits, page 591
14
S.Freud,« Remarque sur un cas de névrose obsessionnelle », Cinq psychanalyses, P.U.F.
15
idem p. 598
16
S. Freud, « Fragment d'une analyse d'hystérie », Cinq psychanalyses, P.U.F.
17
J. Lacan, « Intervention sur le transfert», Écrits, Seuil.
18
J. Lacan, Écrits p. 598, cf. E. Kris, « Psychologie du Moi et interprétation », Ornicar ? n° 46
19
J. Lacan, Écrits p. 644
20
J. Lacan, op cit. p. 398
21
idem p. 639
TRADUCCION: RICARDO ROJAS
Intervención* Jacques Alain Miller 2 y 3 de Mayo de 1992 Colegio Freudiano de Cordoba Agradezco a Gerardo Mansur todas esas buenas palabras. Esta mañana, se trata de la lectura de u n texto de Jacques Lacan que se llama, que ha sido traducido, como «La dirección de la cura y los principios de su poder». La traducción de la palabra francesa «cure» por la palabra castellana «cura» es una traducción que se puede discutir. No se trata de curar, se trata del tratamiento. Pero la traducción la «dirección de la cura», es una traducción consagrada, recibida, y en el uso de este Seminario creo, que vamos a continuar diciendo «La dirección de la cura». No es un texto muy largo, tiene 50 páginas, pero en su brevedad y densidad, es muy largo, porque hay que leerlo parágrafo por parágrafo, frase p o r frase, a veces palabra por palabra, es decir, con una atención al pequeño detalle que, quizás, constituye en sí mismo como una formación a lo que: se llama, un poco rápido, la escucha analítica, que es siempre del detalle. No se deben perder de vista las líneas de fuerza, la estructura, pero el encanto o la eficacia de lo analítico, está en el gusto y atención por esos detalles que antes de Freud estaban descartados. Y en su dificultad propia, la escritura de Lacan, e s una lección de atención al detalle. El no repite mucho las cosas y hay que acostumbrarse al ritmo especial de la lectura de Lacan. Debo decir que en la muchedumbre presente, que testimonia del poder de convocatoria del nuevo Colegio Freudiano de Córdoba no estoy seguro que todo el mundo, que cada uno tenga el texto presente, acá. Pienso que tener el texto durante la sesión misma del Seminario, sería oportuno. Pero vamos a considerar que esta lectura de esta mañana puede ser la estimulación a leer el texto, más al detalle. Se trata de un Seminario de lectura. Uds. seguramente saben la vinculación, la conexión del psicoanálisis con la palabra, que no se hace un análisis freudiano por escrito, por correspondencia. Que tampoco se hace por teléfono, que no se puede hacer por televisión tampoco. Uds. saben que se hace con la palabra y en la presencia de los dos, el analista y el paciente, el analizante, como dirá Lacan después. Pero aunque hay una vinculación estrecha entre el psicoanálisis y la palabra, hay también una relación entre el psicoanálisis y lo escrito, y quizás es eso que Lacan indica en la última parte de su
escrito de «La dirección de la cura», la última parte, la V, que tiene como título «Hay que tomar el deseo a la letra». Hay que tomar el deseo a partir de algo que no se concibe quizás sino escrito, y quizás el Inconsciente freudiano mismo es algo que se puede concebir como escrito, la memoria Inconsciente de Freud que era tan difícil hacer entender a sus contemporáneos. Quizás nosotros ahora podemos entender de lo que se trata, porque en las casas y oficinas, tenemos esos objetos muy recientes que son los computadores y tenemos un otro concepto de la memoria en el sentido informático, que es muy distinto de la memoria en el sentido psicológico. Sabemos que una memoria se puede quedar escrita y volver cuando las maniobras adecuadas son hechas. De tal manera que si Lacan en el año 55 podía sorprender a sus auditores del hospital Saint‐Annee hablando de «Psicoanálisis y cibernética», que era la denominación en esa época de la informática, todo el mundo pensaba que era loco, creo que ahora muchos años después, estamos más cerca de algunas intuiciones fundamentales de Lacan y, precisamente, del carácter en cierta medida escrito del Inconsciente, como algo que escrito se repite. Hace dos o tres días en la televisión argentina escuché a alguien que hablaba de la «disquete» inconsciente, y eso era una formulación un poco cruda quizás, pero me pareció muy lacaniana. Y ahora hay algo de Lacan que está en el discurso general, casi popular y a veces la gente no se recuerda más que eso viene de Lacan, pero leyendo el texto «La dirección de la cura» del 58, podemos recordar que algunas evidencias sobre las cuales vivimos, vienen de una cierta lucha, de una polémica sostenida por Lacan y por algunos años bastante solo. Bien, como el tono que he empleado hasta ahora, creo, les indica a Uds. no se trata para mí de hacer una conferencia, se trata de introducir a Uds. a un trabajo que Uds., supongo, quieren hacer y espero poder facilitar esta mañana la lectura y el estudio del texto de Lacan. Eso es mi ambición. No de brillar, no de hacer una retórica amplia acerca del psicoanálisis, sino de introducir a Uds. a una lectura y a un estudio. Es decir que el éxito de este Coloquio‐Seminario se verificará solamente en sus efectos posteriores, si puedo introducirles a ese trabajo, vuestro. Bien, ahora, he dividido lo que quiero decir, por lo menos para empezar, en algunos puntos numerados. Primer Punto: «La acción analítica» De qué se trata en «La dirección de la cura y los principios de su poder».
Para empezar podemos decir que se trata de la acción analítica, entendida como la acción del psicoanalista. Ese texto es el testimonio de un analista que trata de pensar lo que hace en su práctica, sin prejuicios, en su autenticidad. Y eso implica primero, para un analista, reconocer que se queda una parte oscura, de misterio, para él mismo, en los efectos que produce. Y eso puede ser en los mejores casos lo que estimula a los analistas a pensar y a repensar de manera interminable el psicoanálisis. Uno se puede burlar de los analistas, es una de las cosas más fáciles en el mundo — sus analizantes se burlan del analista, ¿cómo no?; se puede burlar de los analistas en grupo, que repiten de manera interminable las referencias de Freud y de Lacan, again and again, buscando una verdad que escapa en esa repetición. Pero se puede también tener respeto por esa repetición que a veces traduce el sentimiento que se queda para ellos mismos, en su propia acción, en los propios efectos que produce, algo que les traspasa. Y eso, es también lo específico de lo que llamamos el Inconsciente gracias a Freud. Y a Lacan, porque después de Freud se había mucho olvidado el concepto mismo del Inconsciente. El concepto mismo del lcc. parecía un concepto arcaico de Freud y en la psicología del yo era muy poco utilizado, y descartado. Lo que llamamos el Inconsciente es algo con lo cual no hay buena comprensión, no hay, el analista tampoco, no hay medida de entenderse bien con el inconsciente no es un amigo leal el Inconsciente, no es un compañero al lado del cual uno se puede sentir cómodo; al lado del Dr. Mansur me siento muy cómodo pero al lado de su propio Inconsciente cada uno no se siente muy cómodo. Es así que Freud ha presentado el Inconsciente como algo que siempre traiciona al Sujeto; el lapsus, el acto fallido, son manifestaciones de traición. Es un traidor el inconsciente y cada uno desconfía del suyo. Y eso hace también a la dificultad de improvisar charlas en el ámbito del psicoanálisis: la audiencia no perdona al conferencista, psicoanalista, sus eventuales lapsus. Esto hace, de eso cada vez una partida con su propio Inconsciente Además, cuando es en otra lengua que la lengua materna, tiene también su dificultad. Uds. pueden referirse al texto de Lacan, Cap. IV, «encontrar la comprehensión, en contra de entender», para desvalorizar el hecho de entender, y eso es un tema fundamental en tanto que, finalmente, uno no entiende el inconsciente Uds. pueden verificar que se repiten cosas pero eso no constituye una comprehensión. Entonces, en este texto, Lacan siempre pone proposiciones asertivas, pero hay que captar también el patetismo de su búsqueda, aunque no lo pone él mismo en evidencia. ¿Qué hace exactamente el analista? Esa es su pregunta, a él mismo. ¿Qué debe hacer para hacer conforme a, (vamos a decir) la esencia del psicoanálisis? Y hay una cierta paradoja al centrar la pregunta sobre la acción del analista, porque si hay en el mundo un personaje que no parece hacer mucho, es el analista — hay que decirlo — a tal punto que hay como un aspecto, un aura de pereza alrededor del analista, no parece trabajar y es al punto que, muchos años después de este texto, Lacan
dirá: bien, evidentemente es el paciente que trabaja, el analista hace el acto analítico, pero el trabajo analítico lo hace el paciente, el analista en cierto modo le pone a trabajar. Cuando vemos un cirujano o un trapecista, trabaja; el analista es más complicado, nos obliga a repensar lo que es el trabajo. En cierta medida el analista no hace nada y Uds. pueden encontrar, en las primeras páginas de ese texto también, la teoría que retoma Lacan del no‐hacer del analista. Lacan mismo en textos anteriores ha teorizado el no‐hacer del analista, que para lograr mantenerse en el no hacer y, eventualmente, en el no‐decir, toda una formación es necesaria; porque la agitación corporal, la compasión, ir a buscar al otro, dar consejo, moverse, ver al otro, pegarle, acariciarlo, todo eso produce un cierto placer al ser humano; se puede entender que hay una forma superior del no‐hacer que es como el colmo de una formación, es solamente para ignorantes que eso parece pereza común. Y es en eso Lacan busca referencias en las sabidurías orientales. Por ejemplo en su texto anterior que se llama «Variantes de la cura tipo», se refiere a la vía del analista, la vía es el Tao, habla del parentesco que hay entre el Tao y la posición analítica del no‐hacer. O Uds. pueden encontrar en el Cap. I de este texto, Punto V, la comparación que hace Lacan entre el análisis y el bridge y dice que el analista se apoya en lo que se llama en el bridge «el muerto»; en textos anteriores Lacan compara el analista al muerto del juego, y habla de la caracterización de la posición del analista. Pero en cierta medida en este texto Lacan habla en contra esa teoría de él mismo, es decir: no se satisface de la posición analítica como una posición de no‐hacer y, al contrario elabora como novedad una teoría de la acción analítica, más allá de la descripción de la posición analítica como de un no‐hacer, con la idea de que el analista, en su modo propio de no‐hacer, revela algo de la verdad de cada acción humana. Ahora, este texto no es de teoría pura y en realidad el analista no es un contemplativo, es en eso por lo menos que se distingue del taoísta o que se distingue del filósofo "a la Platón" como contemplativo. Y el analista no es un contemplativo, porque el Inconsciente no se contempla, porque ya no se queda inmóvil suficiente tiempo para que uno lo pueda contemplar, se mueve, como el deseo: un momento acá, otro momento allá; y es difícil casarse con el deseo, uno se casa con una persona del otro sexo, pero no se casa con el deseo y a veces confundir las dos cosas produce algunos problemas. No es un contemplativo y en este texto Lacan trata de elaborar la teoría de la praxis analítica, término que vuelve también en el título del Cap. IV del texto, cuando pregunta «¿Cómo actuar?» dice: «con su ser», pero «¿cómo actuar?», eso es la pregunta del texto. Por supuesto, trata de ubicar esa acción en referencia a una estructura muy precisa, que no aparece de manera evidente en el texto, que hay que recomponer, lo que haremos. La expresión «la acción analítica» se encuentra varias veces en el texto. A veces hay que leer un poco Lacan como se leyó los jeroglíficos, y como Freud también descifró
el inconsciente, es decir, estando atento a las repeticiones y «la acción analítica» es una preocupación, una expresión que vuelve regularmente en este texto, por ej., Cap. V, Punto XVI, tercer y cuarto parágrafos, ahí, en la última parte del texto, Lacan dice (voy a leer ese parágrafo, que quizás comentaré mañana en detalle): «Es increíble que ciertos rasgos que sin embargo desde siempre han saltado a los ojos de la acción del hombre como tal, no hayan sido aquí sacados a la luz por el análisis.» Y después describe cómo percibe la acción humana a partir del punto de vista analítico: «Nos referimos a aquello por lo cual esa acción del hombre es la gesta que toma apoyo en su causión, esa faceta de hazaña...de resultado estrangulado por el símbolo, aquello en fin por lo cual se habla de un paso al acto, ese cuyo deseo propio está siempre camuflado en la historia; en beneficio de su éxito, todo aquello a lo que la experiencia de lo que el analista llama el acting‐out le da un acceso casi experimental, pues que él domina todo su artificio, el analista lo rebaja en el mejor de los casos a una recaída del sujeto, al peor a una falta del terapeuta. Se queda uno estupefacto ante esa falsa vergüenza del analista ante la acción en la que se disimula, sin duda, una verdadera, (una verdadera vergüenza), «la que tiene de una acción, la suya,» (la acción analítica), «una de las más altas cuando desciende a la dirección.» Difícil de seguir eso cuando se lee por primera vez o se escucha por primera vez, estoy tratando de ver o de sentir si Uds perciben el sentido de eso —no me parece cierto, debo decir— que puedo legitimar un comentario después, mañana, línea a línea de ese parágrafo. Lo voy a tomar solamente como testimonio que es realmente eso que viene en las últimas páginas del texto, nodal, un hilo conductor en la lectura de ese texto de Lacan, la preocupación por la acción y el cómo cíe la acción analítica, que parece un no‐hacer, devela algo de la acción humana. Ese tema Lacan lo va a continuar muchos años después haciendo un Seminario que se llama «El acto analítico» y ese Seminario complementa esta «Dirección de la cura». Debo decir también, que la preocupación por la acción humana es anterior en Lacan y, ha estudiado lo que él llama «el sofisma de los tres prisioneros», de «El tiempo lógico»; ese análisis del tiempo lógico es sobre la estructura de la acción humana, porque demuestra, a través de ese sofisma, que si los personajes del cuento no actúan, nunca van a poder descubrir la verdad, y deben actuar sin saber la verdad, para poder descubrirla; es decir: deben actuar, precipitar una conclusión sin tener la conclusión lógica ya hecha, y por eso habla de tiempo lógico, porque introduce un factor temporal en la búsqueda de la verdad, que hay que anticipar con la acción sobre la posesión de la verdad y después verificar esa certeza en una precipitación. Y en ese texto de 1944, «El tiempo lógico», es decir 14 años antes de «La dirección de la cura», Lacan escribe: «La verdad se manifiesta avanzando sola en el acto que engendra su certidumbre.» Es decir que la verdad depende de un acto, eso es lo que trata de demostrar. «Inversamente el error, como confirmándose en su inercia y engarzándose difícilmente para seguir la
iniciativa conquistadora de la verdad.» Una verdad que va conquistando y más allá del saber que uno detenta ya antes. Este texto de «La dirección de la cura» de manera velada, se apoya en ese tiempo lógico, esa doctrina de la acción, del acto, que anticipa sobre el saber que uno detenta y que abre el camino conquistador de la verdad. Es decir que en eso uno no puede solamente someterse a la realidad, y que la verdad es de un orden, un registro distinto y en cierto modo superior a la realidad. Segundo punto: «El poder y la verdad» El poder y la verdad, ese podría ser el título del escrito de Lacan que se llama «La dirección cíe la cura y los principios de su poder». Se encuentran en el texto dos proposiciones bastante contradictorias: primero Lacan subraya que hay un poder en juego en la cura analítica, que el analista dirige el tratamiento, que hay un poder del analista. Es una descripción, si Uds. necesitan una encarnación para percibir eso, el analista ordena el tratamiento, el número de sesiones, en la práctica de Lacan es él que decide también la duración de la sesión. Es decir es el que está puesto de manera evidente en una posición superior; es el otro, el paciente, que devela lo más íntimo «de su personalidad», cuando el analista queda de lado, queda en una posición, se puede decir que la escena analítica misma pone en evidencia la superioridad, la posición superior del analista y que si el analista se cree superior, eso produce lo que Lacan, de manera repetitiva, ha criticado de la infatuación del analista y, además, que viene de la disposición misma de la cura analítica. Quizás un analista tiene efectos terapéuticos, pero la práctica analítica sobre el analista es muy cruel. La práctica analítica, si el analista no se rebela contra la vertiente natural, destruye al analista, le destruye el intelecto, le destruye el deseo de saber y de investigar. Uds. deben pensar lo que es sostener la experiencia analítica a veces con el silencio, con la presencia y en silencio mirar las ilusiones de la humanidad y hay una vertiente que conduce al analista a una posición de un silencio melancólico o de un cinismo agresivo, y he visto ya varias generaciones de analistas en mi vida, destruidas. Hay un poder en juego en la cura analítica que de manera evidente detenta el analista, esa es una proposición que subraya Lacan en el texto. Segunda proposición: que a la vez el hecho mismo de ejercer un poder es contradictorio con el psicoanálisis. Y de tal manera que en ese texto estamos muchas veces entre esas dos vertientes: la palabra «poder» está en el título mismo, «los principios del poder del tratamiento» y, Lacan subraya: hay un poder analítico y hay que utilizarlo bien; pero a la vez,
dice, hay algo contradictorio entre el hecho de ejercer un poder y la posición analítica. Dice las dos cosas a la vez. Por ejemplo, se encuentra por lo menos dos veces la expresión «el ejercicio de un poder», en este texto, con una significación devaluada; se encuentra en el final del primer punto del cap I: «Pretendemos mostrar que la impotencia para sostener auténticamente una praxis se reduce, como es corriente en la historia de los hombres, al ejercicio de un poder.» La segunda aparición de la expresión, es en el Cap. III. Punto VIII, dice: «Queremos dar a entender que es en la medida de los callejones sin salida encontrados al captar su acción en su autenticidad, como los investigadores tanto como los grupos llegan a forzarla en el sentido del ejercicio de un poder.» Es decir: es poder porque no entienden nada lo que es la acción analítica, prefieren el ejercicio de un poder. Las dos veces Lacan dice la misma cosa: porque no entienden la acción analítica en su autenticidad, como refugio ejercen un poder. Las dos veces la misma oposición, de un lado el ejercicio de un poder, del otro la autenticidad de la acción de la praxis analítica, la verdad. De tal manera que Lacan debe a la vez articular que hay un poder en juego en el análisis, que es el analista que lo soporta, que es responsable de este poder, pero que la acción analítica a la vez no es un ejercicio de un poder. Y Uds. van a ver hasta qué punto de precisión voy a decir topológica y lógica, Lacan conduce lo que aparece como una contradicción. Esa cuestión del poder ya está presente en el primer gran texto de Lacan «Función y campo de la palabra y del lenguaje», texto inaugural de su enseñanza, cinco años antes, en 1953, Uds lo encuentran en la primera frase de la Introducción de ese texto, cuando Lacan dice en la página 63 de la primera edición en castellano: «Es tal el espanto que se apodera del hombre al descubrir la figura de su poder, que se aparta de ella en la acción misma que es la suya, cuando esa acción la muestra desnuda», voy a explicarlo después, «es el caso del psicoanálisis». Esa es la primera frase de la introducción del gran texto de Lacan. ¿Qué dice? Dice (son los temas también de «La dirección de la cura»): «la acción analítica desnuda la figura del poder humano» ‐la acción analítica en su pobreza, en su negación de toda agitación‐, «la acción analítica desnuda la esencia del poder». Y segundo dice: «el hombre se espanta al descubrir la figura desnuda de su propio poder». Y es por eso que, no se aparta como dice la traducción, pero desvía su mirada, que no puede mirar, se puede decir, en los ojos, mirar en los ojos la raíz del poder humano, que debe desviar la mirada. ¿Qué es ese poder tan espantoso que no se puede mirar de frente? Y el texto de «La dirección de la cura» es un texto en el cual Lacan trata de mirar en los ojos la raíz del poder humano. Creo que una cierta llave está dada en el Cap. V de este texto, Punto 18, primer parágrafo, cuando vemos en este momento una oposición entre el poder y la verdad, que no es el poder y la verdad, es el poder "o" la
verdad, y ese podría ser el título de «La dirección de la cura»: «O el poder o la verdad». Y que hay que elegir entre los dos, que no se puede tener los dos a la vez. Para entender lo que puede significar ese «el poder o la verdad», pensemos solamente en la asociación libre, en lo que significa la asociación libre, cuando toda educación se resume en «tú debes decir eso» o «tú debes hacer eso», también para la transmisión del saber hacer se transmite a través de una inducción. La paradoja de la inducción del imperativo analítico es «diga lo que quiera», ya en ese imperativo tenemos la paradoja. Porque hay un imperativo analítico que es «habla», se sostiene de un cierto poder que es el poder de la palabra, pero ese poder está puesto en acción para sustraer la palabra del paciente a todo poder exterior; «sea libre» que es engaño también en tanto que esa libertad revela la lógica interna que conduce la palabra, pero la asociación libre en sí misma significa que el terapeuta, en tanto que analista, se abstiene de dirigir al paciente, es decir que renuncia a un poder... El abandono por parte de Freud, del poder hipnótico, y de la sugestión, y es por eso que lo que llamamos la transferencia puede surgir, y eso plantea también la cuestión de por qué existen esos personajes, esos sujetos que son los analistas —si existen, porque no es cierto que existen, para Lacan siempre ha sido una cuestión si realmente hay analistas, si hay sujetos realmente conforme al concepto del analista—, pero si existiera un analista sería un sujeto que abandonaría voluntariamente el ejercicio de un poder que podría emerger. ¿Y por qué lo haría? Y es en eso que ese es el primer texto en el cual aparece la enseñanza de Lacan, la cuestión del deseo del analista. ¿Qué es ese deseo del analista que es más fuerte que el deseo del poder? ¿Por qué?, si puede estar auténticamente presente en un sujeto eso; y es por eso, por la radicalidad de la exigencia de Lacan que, en cierta manera, ha siempre dudado que un analista sea efectivo, que ha sospechado que no se obtenía ese deseo del analista en tanto que desvinculado del deseo de poder. Es algo difícil y contradictorio lo que Lacan trata de decir, y lo hace en el Punto 18 del Cap. V, a partir del ejemplo de Edipo. Compara el analista a Edipo, en tanto que primero vemos Edipo Rey, en la historia de Edipo; llega a rey cuando se casa con su madre, el hombre de poder. Pero el analista Lacan lo refiere al Edipo ciego, al Edipo una vez que se despoja del aparato del poder, para ir a buscar la verdad de su destino, y cuando es transformado en el desecho de su propia aventura. Es lo que Lacan dice, en la última frase de ese punto, del primer parágrafo del Punto 18 del Cap. V: «Desde el momento en que Edipo emprende ese camino, ha renunciado ya al poder» y en el texto dice: «opone el poder, que es siempre un poder de hacer el bien» —el poder siempre se presenta como ejerciéndose para el bien del sujeto—. «En el análisis no se trata de eso, se trata de la verdad.» Después hay algo más complicado, lo veremos después. No se trata del poder, se trata de la verdad. Y Lacan
agrega: «de la verdad sobre los efectos de la verdad» y eso tiene una significación muy precisa que veremos después. Es decir que en ese texto, de manera complicada y contradictoria, Lacan trata de decir: el analista no es un Amo, o es un amo fallido, es un amo que abandona el poder que podría tener. Y es en eso que el texto más próximo de «La dirección de la cura» es el último Seminario de Lacan que ha acabado de salir en castellano, que se llama «El revés del psicoanálisis», es en ese Seminario, 12 años después del texto de «La dirección de la cura» que Lacan logra decir mucho más claramente algunas cosas que hay en ese texto, porque opone en ese texto de «El reverso del psicoanálisis» el discurso del Amo y el discurso del analista. ¿Lo opone mostrando qué? Que la estructura del poder está presente en el psicoanálisis, que no es una abstracción, y que se resume al ordenamiento de dos lugares, el lugar del Amo, el lugar del esclavo (toma la relación de poder más fuerte que se puede poner),
el Amo que ordena, y manda al esclavo, y dice: «Esos dos lugares están presentes en la expe‐ riencia analítica, el analista ocupa el lugar del amo, el paciente ocupa el lugar del esclavo, pero el analista no ocupa el lugar del amo en tanto que Amo.» Es decir que Lacan ha logrado diferenciar el lugar y el elemento que ocupa el lugar. Normalmente es el Amo, el Significante Amo, que ocupa el lugar del Amo, y que dice el Significante Amo. Porque es siempre a través de la palabra que se dirige, que se manda. La fuerza en sí misma, la fuerza física, no permite mandar; es la, paradoja que ha siempre fascinado en las monarquías femeninas, no es la fuerza supuestamente física que permite mandar, siempre ha sido la palabra. Ahora con los medios modernos de comunicación lo sabemos bien, que es el encanto de una palabra que reúne a la gente. Lo que muestra Lacan en su Seminario de «El reverso del psicoanálisis» es que el analista ocupa el lugar del amo, pero en cierto modo lo ocupa, él dice, como objeto, es decir, lo ocupa como desecho. Es como si una vez que es el desecho final de su destino, como Edipo ciego... es en este momento que retomaría el poder. Y eso significa mucho en la práctica misma, en la dirección de la cura. El analista es solamente una pieza de la máquina analítica, que lo que pasa a través de su exigencia, son las exigencias de la estructura misma, que si desea algunos efectos hay que tomar algunos medios, que si no, no se van a producir. Es decir que no es con la arbitrariedad de un Amo que se debe hacer escuchar el analista; sino
que él mismo es esclavo de la estructura. Y es por eso que Lacan. al lugar del Amo él le llama el «lugar del agente», es decir, de una función en una estructura. Ayuda mucho allí a leer «La dirección de la cura», pensar lo que Lacan introduce en su Seminario de «El reverso del psicoanálisis». Y demuestra que en esa cuestión del poder hay una preocupación constante de Lacan, desde «Función y campo de la palabra y el lenguaje», 1953; hasta «El reverso del psicoanálisis», casi 20 años después. Tercer punto: «Algunas coordenadas` de este texto». Creo que en el interés del 'texto hay cómo la autorreferencia de Lacan a sí mismo que, constantemente a través de lo que parece una polémica, un texto a veces abstracto, él trata de pensar su propia posición en el movimiento analítico. Es decir que en 1958 está afuera de la Asociación Internacional de Psicoanálisis, y no está afuera por su elección, porque él había renunciado a la Sociedad Psicoanalítica de París, que era la Sociedad de la Asociación Internacional en Francia, la única en esta época, pero quería quedarse en la Asociación Internacional. Y poderes de la Asociación Internacional, ya habían considerado que con la división de la Sociedad de París no podía ser miembro de la Asociación Internacional. Y en esta época había un poder muy estructurado, fuerte y concentrado en los más próximos de Freud, en su hija, Ana Freud, en Hartman y algunos otros y, en cierta manera, en ese texto se ve que Lacan no se somete, y que, a pesar de no someterse a ese poder quería volver a la IPA, y fue solamente en el 63, 5 años después, que fue definitiva la separación. Es decir que la cuestión poder o verdad es una cuestión de la acción misma de Lacan en el tiempo que escribe ese texto. Y que él se concibe como en frente del poder institucional que, según él tiene una concepción desviada de la justa acción analítica, él se concibe como el hombre de la verdad. Y hay que decir, en el 58 no crea una escuela suya, es solamente en el 64 que va a crear una Escuela propia de él, porque su ruptura con la Asociación internacional es definitiva. Y empieza otra aventura en el 64, una Escuela que él va a disolver en 1980, la adopción por su parte de otra Escuela y después una cierta multiplicación de Escuelas y grupos de sus alumnos. Es decir que eso es ya toda una historia institucional que se continúa hasta nuestros días. Pero, en el 58, Lacan es muy indiferente al grupo. Y hasta el 74 no va a mostrar un gran interés en los asuntos colectivos del psicoanálisis. Lo que le interesa es pensar la verdad, la autenticidad de la acción analítica, en frente de los hombres de poder. Y eso es el patetismo
ocultó de ese texto, la cosa patética de un hombre que ha decidido no someterse al poder en el psicoanálisis para defender la verdad de la experiencia analítica. Hay una segunda coordenada que quiero ciar sobre el texto. Es que en este momento Lacan está, con algunos compañeros, en un grupo analítico que se llama la Sociedad Francesa de Psicoanálisis, que han creado al separarse de la Sociedad de París, y que pide su admisión en la Asociación Internacional. Esa Sociedad Francesa de Psicoanálisis va a durar del 53 al 63 y en el 58, fecha de este texto, estamos en la mitad exacta de la vida de ese grupo analítico. Y es un momento cuando la más joven generación de gente, como Serge Leclaire, o Granoff, o Perrier, esa más joven generación quiere dar a la Sociedad Francesa de Psicoanálisis un cierto reconocimiento internacional; y es por eso que organizan en el 58 un Coloquio Internacional y es emocionante ver que, para mostrar que es internacional hacen una publicidad en francés, inglés, logrando obtener la participación de un holandés, la presencia de un norteamericano, y se reúnen, creo, 100 a 150 personas como máximo. Es decir que en su vida Lacan no ha tenido por mucho tiempo una audiencia. Pensar que para leer ese texto de Lacan, en Córdoba hay casi 300 personas en el 92, y pensar que al momento de escuchar por primera vez eso había el tercio de la audiencia presente, hace ver, bien, lo que es un cierto éxito de la acción humana, pero como lo menciona Lacan, que a veces hace olvidar el deseo que ha sostenido esa aventura; y por cierta búsqueda de reconocimiento. Y hay dos informes que presenta la Sociedad. Un informe de Lacan, es «La dirección de la cura» y un informe de Lagache: y me parece en mi lectura retrospectiva que la más joven generación había organizado un torneo entre los dos grandes profesores de la Sociedad. Lacan hace un informe y al segundo día Lagache; Y también para demostrar: que en nuestra Sociedad no hay solamente Lacan, hay también Lagache. El informe de Lagache ha sido sobre «El psicoanálisis y la estructura de la personalidad» y en esa ocasión Lacan hace una intervención espontánea sobre el informe del otro bastante fuerte, diciendo: qué bien, qué magnífico, pero quizás Ud. ha olvidado un punto, etc. Y dos años después, en el 60, escribe un texto «Observación sobre el informe de Daniel Lagache», pero lo ha pronunciado de manera espontánea en el 58, una fecha pivote, donde muchas cosas cíe Lacan se anudan. Según Serge Leclaire, Lagache no ha perdonado a Lacan su observación sobre su informe y a partir de ese momento decidió romper con Lacan y empezó tentativas para reentrar en la IPA, dejando a Lacan de lado. Y debemos a la aventura de Lacan, mucho de lo que pasó en ese momento. Y la tercera coordenada que debo dar es: las coordenadas de ese texto en la enseñanza de Lacan.
Cuarto punto: «La complejidad de lo simbólico». La cuestión de la acción del analista aparece desde el inicio del texto. En el Cap. I, Lacan pregunta: «¿A qué nivel hay que situar la acción del analista?» Uds. encuentran eso, en el tercer parágrafo del texto, cuando habla en el parágrafo precedente de analistas que dicen «la acción del analista es reeducar emocionalmente al paciente», y Lacan dice después: «situar en este nivel la acción del analista». Se pregunta Lacan qué es el nivel adecuado al cual se debe situar la acción del analista. ¿Qué es esa cuestión de "nivel"? Y eso tiene en el texto una significación muy precisa: Todo lo que Lacan ha elaborado entre el 53 y el 58, es que hay que situar la acción del analista al nivel simbólico y no al nivel imaginario. Esto se puede representar como Uds. saben, en la oposición de dos vertientes: la vertiente imaginaria y la vertiente simbólica. La vertiente imaginaria que a veces escribe así: a, a', que es la pareja del estadio del espejo, y opone a esa vertiente, a ese axil imaginario, el axil simbólico, donde se trata de una relación de palabra, no de una relación del mirar la forma del cuerpo. Opone eso a el axil simbólico.
Y durante cinco años ha explicado a su audiencia que la exigencia de la acción analítica estaba sobre el axil simbólico. Y que más allá del espejo, el analista no debe ponerse como equivalente al otro y discutir como de persona a persona, debe sustraerse a esa pareja imaginaria y ocupar el lugar del gran Otro, del lenguaje mismo. Cadaverizar su posición y permitir al sujeto ser sujeto de la palabra. Y es a ese nivel que encuentra su acción propia. Y bien, así Lacan puede explicar que el yo existe sobre el axil imaginario y el Sujeto de la palabra sobre el axil simbólico. En esa concepción Lacan ha podido decir sobre la dirección de la cura durante cinco años que la acción del analista tenía como resultado hacer caer las identificaciones imaginarias del sujeto precisamente callándose, no dando su aprobación a las representaciones del sujeto, así poco a poco esas identificaciones caían. No es eso todo lo que Lacan ha enseñado por 5 años sobre la dirección de la cura, pero es el eje, hasta el punto de decir: el sujeto encuentra la muerte, es decir, más allá de' toda
identificación imaginaria, termina por encontrar algo que no se puede representar. Que finalmente, más allá de lo representable, de las identificaciones, de las imágenes, encuentra lo irrepresentable. Bien, en el texto de «La dirección de la cura», Lacan va mucho más allá porque descubre la complejidad de lo simbólico, que no sé, puede representar lo simbólico solamente como esa vertiente entre el Sujeto y el gran Otro. Que primero hay que distinguir en lo simbólico, el significante y el significado. Segundo: ha descubierto el año anterior que había que dar lugar a la metáfora y a la metonimia, y que eso complica, y hace complejo lo simbólico. La distinción entre metáfora y metonimia lo ha expuesto en 1957 en su texto «La instancia de la letra» y esta vez pone al trabajo la diferencia de metáfora y metonimia, y aplica esa diferencia en el análisis de un sueño de «La interpretación de los sueños», de Freud, y la aplica al desciframiento de los sueños, a lo más clásico del psicoanálisis. Pone a prueba la distinción metáfora y metonimia. Tercer punto que demuestra la complejidad del simbólico: a partir de la distinción entre sig‐ nificante v significado.
que Lacan representa con una "S" grande para el significante, una "s" minúscula para el signi‐ ficado. Sobre esta distinción inventa en ese texto (lo inventa en su Seminario pero lo escribe en ese texto) la distinción entre la demanda y el deseo. Y eso no lo había inventado ni escrito antes de ese texto. Construye, esa manera de escribir está presente, en los Escritos no está, pero lo he hecho para hacer ver cómo se responde. Es decir que en los 5 años anteriores Lacan se representaba la vertiente simbólica como algo que va del Sujeto al gran Otro y que da lugar, en ese texto por primera vez a una complejidad del simbólico que por lo menos implica desdoblar esta vertiente. Y ese desdoblamiento de la vertiente simbólica es lo que él representa en su «grafo», que está fundado sobre ese desdoblamiento. Y ese es el esquema escondido de todo ese texto, lo he mostrado porque he comentado ese texto hace años en mi Seminario pequeño al que asistía Estela Solano, por ejemplo, que había que ir a ver — para los que tienen el texto es divertido — , justo en la bibliografía al final, hay una parte que se llama «Advertencias y referencias», y Lacan dice, segundo parágrafo: «Hemos presentado en él», es decir, en nuestra enseñanza, «en nuestro Seminario», «hemos presentado en nuestro Seminario un esquema», en realidad en francés es un «grafo», creo, «un grafo» se dice en francés, ahora creo que todo el mundo conoce los
grafos, pero cuando ha sido traducido, enseñado por primera vez,. «los grafos», eso parecía una invención loca de Lacan, de tal manera que han traducido «esquema». «Hemos presentado en nuestro Seminario», dice Lacan, «un grafo que articula precisamente las direcciones aquí propuestas para el campo del análisis y para su operación». Es decir, todo el texto «La dirección de la cura» es un comentario del grafo del deseo de Lacan, y hay que recomponerlo a partir del texto. Y Lacan esconde esa indicación en una frase, justo antes de la bibliografía ‐ es un ejemplo de lo que hay que leer en los detalles de los textos de Lacan. Por eso voy á tomar como quinto punto: «Elementos de este grafo». Y con eso vamos a entrar en la solución que Lacan encuentra para ubicar el analista.... Quinto Punto: «Los elementos del grafo». Voy a tratar de exponerlo de manera sencilla, y ubicar para Uds una consideración matriz de ese grafo porque en la complejidad de Lacan hay cosas muy sencillas, viene del nivel de la experiencia, pero con un esfuerzo de pensarlo con radicalidad, de tomar las cosas en serio. Creo que puedo presentar los elementos del grafo así. Vamos a tomar como punto de partida el hecho supuesto que un sujeto quiere decir algo, que corresponde a una experiencia subjetiva frecuente, más frecuente cuando uno quiere decir y no logra decir. Se puede encontrar casos de aparente mutismo en el análisis, el sujeto viene, se desplaza, paga y no habla, y parece evidente que hay un querer decir que no encuentra una forma, o que encuentra la forma de querer no decir o del no querer decir, quizás. A veces también podemos encontrar un sujeto que habla de manera muy amplia y que dice «no he logrado decir lo que quería decir»; es una experiencia bastante evidente el querer decir. Si tomamos como punto de partida el querer decir, indicando esa intención de significación con una flecha, y. que viene un punto problemático que no conocemos porque no se ha expresado, para decir a alguien hay que utilizar el código del Otro.
Por ejemplo: si empiezo a hablar francés algunos me van a entender, otros no, pero mi querer decir va a quedarse no realizado, debe utilizar el código del gran Otro argentino. Por Io menos vamos a
situar en esto, la propuesta de Lacan, ponemos, acá el gran Otro con la letra A porque es una letra formalizada de la palabra francés "Autre", pero no la cambiamos en cada lengua porque es como un signo matemático, es un semblante de matemática; que esa vertiente debe encontrar el código del Otro para realizarse. Y ¿qué es el resultado? Que nunca se dice exactamente lo que uno quiere decir. Eso formaliza que la realización del querer decir es siempre fallida. Lo puedo decir, por ejemplo, por lo que estoy haciendo, porque me faltan palabras en castellano, menos ahora que antes, he elaborado un castellano propio y puedo utilizar los recursos de la lengua castellana a mi manera, como los errores son siempre los mismos, los míos, poco apoco la gente se ubica en eso, pero no es exactamente lo que podría decir en francés, sería tanto mejor en francés — lo puedo creer o hacer creer — Es decir que el código del Otro desvía de una manera peculiar lo que puedo querer decir, en tanto que por ese esquema no hay lengua materna. Siempre uno, lo que uno quería o lo que uno necesita, está desviado por el código del Otro, de tal manera que lo que se dice, el significado, la significación de lo que se dice, finalmente es siempre el significado del Otro, esencialmente, que Lacan escribe "s", minúscula, y del Otro ‐ s(A). Eso es el principio del grafo de Lacan. Y Lacan dice, en ese sentido, la palabra del sujeto, lo que el sujeto dice, le viene fundamentalmente del Otro. Se establece acá un circuito y lo que toma él como su palabra es el mensaje del Otro. Y lo que quiero decir de esencial es que hay que tomar en serio esa desviación de la intención de significación por la necesidad de pasar por el código del Otro. Hay un parágrafo esencial en el texto de «La dirección de la cura», donde Lacan pone en escena esto. El niño, el bebé, debe llamar para la satisfacción de sus necesidades y en esta medida la primera encarnación del Otro es el Otro maternal... Y Lacan toma como punto de partida que precisamente las necesidades naturales, supuestamente naturales, del ser viviente, son desviadas por la necesidad de pasar por el código del Otro, y que a partir de eso es no solamente un ser de necesidades, sino un ser de demanda. Demanda y, la posición radical que toma Lacan en ese texto es: toda palabra humana es demanda, sería mejor decir pedido, en realidad, pero se ha traducido "demanda", y permite utilizar demanda y deseo en contraposición. Ahora remitiré a ustedes a la parte IV, punto X, a un parágrafo que me iluminó la lectura de Lacan hace muchos años, cuando empecé y voy a leer la segunda parte de la frase, es página 250 de la vieja edición, dice: «La demanda no solo suspende del aparato significante la satisfacción de las necesidades, sino que las fragmenta, las filtra, las modela, en los desfiladeros cíe la estructura del significante.» Que no se trata solamente de una expresión, quiero decir algo, lo caigo, sino que lo que digo debe ser conforme a la exigencia del código y que las necesidades son modificadas por eso. El hecho que debo hablar de las necesidades, es porque no hay ninguna necesidad pura en el ser humano. Y eso, de tal manera que lo
que Lacan llama «los desfiladeros de la estructura del significante» hace ver el lugar del Otro como algo que destroza el cuerpo humano también, que destroza las necesidades. Ese destrozamiento lo encontramos, por ejemplo, en las histerias somáticas, vemos un cuerpo destrozado, pero según el significante se sabe que cuando hay una parálisis del brazo, es lo que se llama el brazo que es paralizado y no el órgano biológico que es paralizado. Es decir: cuando hay parcialidades del cuerpo, eso obedece a la estructura del lenguaje en la histeria, no obedece a la anatomía, es una «anatomía lingüística». De eso Lacan deduce, que se produce ese circuito. Primero hace perder al ser viviente su sustancialidad, porque debe pasar por el lenguaje, para ser conocido o escuchado. De tal manera que en cierto modo antes que el otro le escuche y reconoce, es como si era nada. Y se sabe, lo que se dice cuando se habla de la exigencia de una madre suficientemente buena, ¿de qué se habla?, que es esencial para el ser humano que sea escuchado y reconocido, que en cierta medida antes es nada. De tal manera que podemos poner casi, acá, un cero o lo que Lacan escribe como S tachado, la S del sujeto tachado, para decir casi es nada, y es solamente a partir de los significantes que va a recibir del Otro, a partir de las palabras y de los significantes que va a recibir del Otro, es que va a tener su identidad. De tal manera que escribimos acá. S (S tachado) y, como resultado de la operación, que ese S tachado puede ser identificado por los significantes del Otro, y vamos a escribir gran I, las insignias del Otro, es decir esos significantes que fijan o que parecen colmar la falta de ser del sujeto. Resumí una construcción muy compleja que pueden después leer en Lacan. Lo que Lacan deduce de eso es precisamente que al nivel de ese circuito de la demanda, el resultado es una identificación al Otro, a algunas insignias fundamentales del Otro. Y que también la demanda tiene un efecto muy específico sobre las necesidades, es como si haría sofisticadas a las necesidades, como si las necesidades un poco se desvanecerían en su substancia. Eso se constata en el "comportamiento" del niño, que pide y pide, finalmente para pedir. Es decir que no pide tanto el objeto preciso de la necesidad, sino pide para obtener, pide para que se le de algo y a veces cualquier cosa , el objeto de la necesidad es siempre particular, tiene sed, Ud. necesita beber algo; ahora es tan sofisticado que quizás con una pastilla no tiene más sed, pero, normalmente los que ya hemos cambiado completamente nuestras necesidades, ahora uno no dice quiero o tengo sed, ahora uno dice «quiero diez coca‐colas», que no existe en la "natura", ya es una creación de la desviación de las ne‐ cesidades por parte del lenguaje. Normalmente, vamos a decir, una necesidad tiene un objeto particular. A partir del momento que la necesidad pasa por el Otro, se le pide algo y se trata de
obtenerlo no solamente como substancia, sino como prueba de amor, como dice Lacan. Deduce de eso Lacan, el nivel de la necesidad, que hay otro nivel que es la demanda y que más allá de la demanda hay la demanda de amor. Que no es más la demanda de un objeto particular, sino el testimonio de la respuesta del Otro y es por eso que Lacan dice: «finalmente, el amor es dar lo que uno no tiene», porque no se trata tanto de dar algo en particular que el hecho mismo de dar y dar más allá de lo que uno tiene. Bien. Es un resumen rápido. Para Lacan eso es un grafo del poder, porque es ese gran Otro, que tiene el poder de responder, y cuando se encarna en el gran Otro maternal, es casi evidente, esa dependencia del pequeño hombre. Eso es un esquema del poder y Lacan dice: si el analista se identifica al gran otro, el análisis concluye con la identificación al analista. Es decir que a partir de eso hace una crítica de casi todas las teorías analíticas de la actualidad de su tiempo. Dice: son teorías del análisis fundadas finalmente sobre la demanda y es el ejercicio de un poder. Pero diciendo eso, cuando digo critica todas las teorías actuales, critica la suya propia, porque por 5 años ha explicado a los analistas que el analista estaba en el lugar del gran Otro y ahora hace un paso más en ese texto, pone en cuestión esa ubicación del analista en el lugar del Otro y en cierta medida dice, es verdad que el analista está en el lugar del Otro en la situación analítica, pero no debe utilizar el poder que le da la situación analítica misma, debe abstenerse del poder que puede ejercer y del poder identificatorio que puede ejercer, y debe rechazar este poder y abrir un nuevo camino. Y eso es la segunda vertiente del grafo. Todo depende, en eso, que el analista abra al sujeto otro camino que el camino del pedido y que el camino de la identificación. Todo depende del «deseo del analista» de ir más allá de eso. Uds. pueden encontrar, por ejemplo, en el Cap. V, punto XIV, es el primer parágrafo del punto XIV de la última parte, del último capítulo, es página 265 de la vieja edición, donde dice «los efectos de la demanda, únicos, que se conciben actualmente en el principio del poder de la cura». Dice que «hasta ahora el único poder del tratamiento que los analistas han ubicado, finalmente, son los efectos de la demanda». Y él va a oponer a los efectos de la demanda, al poder que da la demanda, el espacio del deseo. Y en eso dice que el analista ocupa el lugar del Otro pero que debe vaciarse de ese lugar, rechazar el ejercicio de la sugestión que permite la demanda, para abrir el espacio superior de la transferencia y del deseo. Y es en eso que la palabra clave de ese texto (hay varias), es la palabra «el deseo». Y Lacan en ese texto inventa un nuevo concepto del deseo, o desarrolla el concepto que ha hecho entrever en el texto de "La instancia de la letra".
Sexto punto: «El lugar del deseo» El lugar del deseo. No es ese texto de Lacan el más claro sobre el tema que vincula la necesidad y la demanda. Es en un texto que se llama «La significación del falo» y en la página de la vieja edición 284. ... voy a resumir eso muy rápido. Trata de explicar lo que pasa en la dialéctica entre la necesidad, la demanda y el deseo. Que el objeto de la necesidad es siempre particular y substancial; si uno piensa en la pura necesidad, se necesita tener la substancia del agua o del alimento. Cuando pasamos al nivel de la demanda ya es otra cosa. A nivel de la demanda uno se puede pagar, puede pagar el otro de buenas palabras, ya con la demanda entra toda una dimensión sofisticada, y cuando vamos hasta la demanda de amor nada puede ser mucho mejor que algo precisamente. Y Lacan, por ejemplo, explica la anorexia que precisamente toca los niños a los cuales no se deja suficiente nada, que se colma todo agujero hasta que tratan de obtener un espacio, un margen de nada, que en eso la nada es un objeto — quizás el más precioso. Y que con la demanda de amor vamos a una desubstancialización del objeto, a tal punto que es el significante más importante que el objeto, lo sabemos. La carta de amor, de la cual Lacan habla, la carta de amor, en general se escriben cartas de amor precisamente porque el objeto no está y parece que los que hacen la correspondencia tienen un goce enorme en escribir al objeto de amor, precisamente en tanto que no está, que se desvincula la substancia del objeto y el goce propio del significante. Ahora no tenemos tanta correspondencia amorosa porque hay teléfono. Con la demanda de amor se desubstancializa el objeto, se puede decir que se ‐había encontrado algo, que se absolutiza pero sin particularidades, sin tener particularidades, sin tener particularidades, es tener un signo del otro, que sea eso o eso, como el niño puede pedir que se le de algo, donde el dar es más importante que la substancia del objeto. Pero puede ser una exigencia del dar, una exigencia absoluta, sin que sea tan importante la peculiaridad, el carácter peculiar, exacto, de lo que sea. Es decir, es una absolutización sin particularidad. Ahora, Lacan dice: bien, hay un decalaje, siempre, entre la necesidad y la demada. Un decalaje. Y lo que él llama deseo es el decalaje mismo entre la necesidad y la demanda. ... desfasaje puede ser, un decalaje ¿no se dice?, no dice, bien. Hasta el punto, para justificar todo, que Lacan casi presenta la operación siguiente: demanda menos necesidad nos da deseo, una sustracción casi. Y dice: en el deseo lo que se encuentra es, a la vez, el carácter absoluto de la demanda ‐se encuentra el ejemplo mayor en el fetichismo, clínicamente, es decir, se necesita de manera absoluta la presencia de tal objeto para
desear‐ podemos ver el carácter absoluto, y a la vez completamente particular de la emergencia. Es así que Lacan construye su concepto de deseo. Que en el deseo tenemos a la vez el carácter particular, preciso del objeto de la necesidad y el carácter absoluto del objeto de la demanda. Y eso nos da el de‐ seo en su carácter absoluto, dice de condición absoluta — si no es eso, nada. Y creo que lo que dirige a Lacan en este momento en la construcción del concepto de deseo es el fetichismo. Que en el fetichismo, clínicamente, se ubica la presencia de tal objeto y no otro, no es cualquier objeto, como en el amor, es tal objeto no el otro, como condición absoluta para desear. Eso es, hacer del deseo algo así, otro orden que la demanda, implica que en el lugar de otro, en lugar de dejarse ir a satisfacer la de‐ manda, hay que efectivamente no hacerlo ‐como el señor lo entiende. Y así se abre otra dimensión, que Lacan dice como problemática: del deseo del analista. Es por eso que todo el texto, por ejemplo, se termina sobre Freud, hombre de deseo, y nos da a Freud como ejemplo. Y por eso, por supuesto que Lacan se piensa a sí mismo. Hay que ver o que era en esta época, el comportamiento standard del analista —ya es una cosa olvidada, poco representada, me parece, en Argentina—; pero en esa época era casi el comportamiento del analista, debía manifestar su alejamiento cíe toda pasión, debía manifestar su presencia cíe piedra, debía jugar al comendattore de Don Juan, a la estatua inmóvil y silenciosa. Y Lacan, hay que decir, tenía en la vida, otra manera de ser.... Y cuando elogia en Freud el hombre de deseo, por supuesto, eso tiene; que ver con él mismo. Además, ubicar el deseo del analista, es ubicar por qué hay un poder que se le da con el querer decir del paciente; es un poder inmediatamente que se da al analista, el poder de sugestión ‐ se le pide también sus consejos, se le pide direcciones en la vida, se le pide. ¿Y por qué el analista se sustrae a ese poder, por qué no usa de este poder? Lacan habla de esto, por ejemplo, en Cap. II, punto VII. Además, ubicando el deseo, diciendo que lo que hay que preservar en cada análisis es el lugar del deseo, más allá de los efectos de la demanda, Lacan introduce algo completamente nuevo en su enseñanza, con respecto al campo del lenguaje. Porque ubicando el deseo como más allá de la demanda, como más allá de lo que se puede decir ubica el deseo como algo que no se puede decir. Es decir, de manera paradójica descubre en el campo del lenguaje, a partir de esa demostración sobre el pedido, sobre la demanda y la relación al código del Otro, que hay necesariamente en el campo del lenguaje algo que no se puede decir. Todo lo que se puede decir es demanda. El deseo es lo que falta a toda demanda para poder ser satisfecho. Es decir: es estructuralmente algo que no se puede decir, y es la sorpresa, y Lacan señala en ese texto: voy a sorprender a toda mi audiencia, que no ha percibido que yo siempre he respetado lo invisible en la experiencia. Y, por ejemplo, Uds. lo pueden encontrar en el punto XVIII de la parte V, donde dice que concluye sobre la incompatibilidad de la palabra y del deseo. Encuentra lo que
ha puesto en el concepto mismo de deseo, es decir: toda palabra es demanda y hay en toda palabra algo que falta y que va más allá de la demanda. Eso define como deseo, es decir que define el deseo co‐ mo lo indecible, lo que circula entre lo que se dice, como algo que está entre los significantes y que corre debajo de todo lo que se dice. Es así que en cierto modo se puede hablar del deseo solamente por alusión, que ubicarlo, o pensar tener el deseo, es perderlo y que, al contrario, se escapa el deseo del lugar donde uno lo piensa atrapar. Y es por eso que Lacan escribe el deseo bajo de la cadena significante, es decir, pone la demanda en lo superior y el deseo como lo que corre debajo de lo que se dice y que es solamente, continuamente, una alusión Es por eso que nos da como imagen, al final de «La dirección de la cura», el San Juan de Leonardo da Vinci. El San Juan con su dedo al cielo y que muestra nada, que dice: hay que mirar de este lado, hay que elevar los ojos de este lado, no pertenece a la tierra. Y toma esa imagen como el índice del deseo, es más allá, se trata de algo más allá. Peligroso ese ejemplo, porque primero Leonardo había pintado una cruz, que se ha descubierto con la radiografía del cuadro, y después borró esa cruz, de tal manera que esa verdad en lugar de ser una verdad encarnada en Cristo, es una verdad precisamente invisible y no representable. Pero eso es, en ese punto en ese texto, es así que Lacan representa el índice del deseo, que no se puede representar en persona, como algo que está aquí, sino que siempre algo que está más allá. De tal manera que encontramos, dos veces creo en ese texto de 50 páginas, la palabra «lo invisible» y es primera vez en Lacan que se introduce con el deseo y en el campo del lenguaje que hay algo invisible que, más tarde, él llamará «el objeto pequeño “a”». La palabra «objeto pequeño a» será hecha para designar precisamente lo invisible del deseo, pero en ese tiempo estamos con un hombre que descubre todo eso, que descubre que debe hacer su lugar a lo invisible del campo de la palabra y que lo invisible no es la negación de la palabra, que es un invisible que vehiculiza la palabra, que no es un invisible que no se puede decir más, sino que solamente se puede cernir con la palabra. Es también en este momento, y no antes, que Lacan introduce la escritura del S, de ese S tachado, del cual dice es definitivo: el sujeto de la palabra es fundamentalmente tachado, no puede terminar, no podrá jamás terminar de decir lo que quiere decir, hay algo siempre que se le va a escapar, no puede recibir la absolución del hecho mismo de la palabra. Lacan dice en el punto XIV de la parte V, página 266 de la vieja edición: «Sólo de una palabra que levantase la marca que el sujeto recibe de su expresión» ‐no es «expresión», en francés no es «expresión» ... «Sólo de una palabra que levantase la marca que el sujeto recibe de su discurso, podría recibirse la absolución que lo devolvería a su deseo». Es como si había un muro siempre invisible entre lo que el sujeto dice y su deseo, que no se puede colmar, y dice «pero el deseo no es otra cosa que la imposibilidad de esa palabra», es decir: el deseo no es otra cosa que la imposibilidad de decir el deseo, de decirlo todo. Y es por
eso que Lacan más allá va a hacer el elogio y la estructura del no‐todo, como ejemplar de la feminidad, de la sexualidad femenina, precisamente es que responde a la estructura del no‐todo y eso hace también, vamos a decir, la conexión de la feminidad y de la verdad, que por qué es en la mujer que se encarna en la tontería amorosa de los siglos, se encarna la hora de la verdad, con también la difamación que se ha hecho de la mujer cómo sus problemas supuestos con la verdad, con decir lo verdadero, o su supuesta esencia mentirosa, etc. ‐ He dicho tonterías amorosas ‐ «El deseo no es otra cosa que la imposibilidad de esa palabra que, al responder a la primera, no puede sino redoblar su marca consumando esa hendija, spaltung, que el sujeto sufre por no ser sujeto sino en cuanto que habla». Les voy a descifrar cada palabra a pesar de que Uds. tienen los elementos para hacerlo. Es en tanto que todo lo que el sujeto puede expresar de sí mismo está desviado, que ninguna palabra puede absolverle de esa desviación significante fundamental. Y eso plantea para Lacan la cuestión ¿qué es el fin de análisis?, y no hay una respuesta clara en ese texto, es algo que Lacan va a buscar. No es una palabra que será el fin del análisis, no es algo que se puede decir que es el fin del análisis, como hablar de la transmutación supuesta del sujeto al final del análisis. Y no es cierto que un sujeto pueda dar cuenta de un final de análisis. Cuando Lacan ha inventado lo que llamó «el pase», es precisamente para tratar de forzar las limitaciones de lo invisible; si un sujeto podía decir al final de un análisis, cuando se transforma en analista, piensa poder autorizarse como analista, lo que le ha pasado a él, sí eso es invisible o si se puede cernir más, lo que le permite pensar que el deseo del analista le anima a él. Y ese problema del pase es ya presente acá en esa emergencia del deseo como debajo la demanda, es decir, del deseo como invisible. Séptimo punto: «El tríptico que estructura el texto de Lacan» En realidad el texto de «La dirección de la cura»‐ tiene dos grandes partes. Tiene 5 capítulos. pero tiene 2 grandes partes. El Capítulo 1 es como la introducción del texto, es una introducción muy polémica, pero que a la vez contiene como el plan del texto entero. Y después, las dos partes son las siguientes: el Cap. II, III y IV conforman la primera parte del texto y el Cap. V, él solo, conforma la segunda parte. Y la cantidad de texto es más o menos semejante, de un lado los Cap. II, III y IV y segunda parte el Cap. V. Quiero decir exactamente qué son esos tres Capítulos, II, 111, IV. Y Lacan lo explica en la introducción. Distingue tres niveles, tres registros de la acción analítica: el registro de la interpretación, el registro de la transferencia y el registro del ser. Y lo trata en el Cap. 1. punto IV, habla de la interpretación en un parágrafo; en el punto V habla de la transferencia; y en el punto VI habla del
ser. Todo eso en la introducción. Y después despliega eso en el Cap. 11 que es sobre interpretación, el Cap. III que es sobre transferencia y el Cap. IV que es sobre el ser. Es decir que el plan es muy sencillo, no aparece inmediatamente, pero «La dirección de la cura» está estructurada así: primero la introducción: después tras capítulos, II, III y IV, interpretación, transferencia, ser; y la segunda parte que es su lección sobre el deseo, que retoma todo. Y son esos tres niveles que Lacan distingue también diciendo ¿qué? Que la transferencia, la posición del analista en la transferencia es su estrategia; es decir que la transferencia define una posición a largo plazo, eso es la estrategia, es decidir por ejemplo, un general decide fijar el enemigo en tal punto y con la otra ala de las fuerzas armadas hacer un movimiento en torno que lo va a encerrar. Eso por ejemplo, fue la táctica de los alemanes contra Francia en la invasión a Francia en el 40, fijar de un lado y hacer ‐un movimiento en torno así. Eso es una decisión estratégica por el transcurso de un mes o dos meses de guerra. O puede ser una estrategia, se puede concebir, a nivel de la segunda guerra mundial, por ejemplo, era la estrategia de Churchill de dejar a los alemanes cansarse al luchar contra los rusos, antes de dar un golpe e instalarse al oeste y, bueno, son decisiones estratégicas a largo plazo. Y Lacan ubica la transferencia y la cuestión de la transferencia como una estrategia en la cual el analista no es muy libre, porque depende mucho del lugar que le da el paciente. Al contrario la interpretación para Lacan es al nivel de la táctica, porque depende de la frase que el paciente va a decir, de lo que va a ocurrir, de la contingencia de lo que pasa y, en ese caso, hay que ser oportunista. A veces si se abre un agujero para interpretar hay que saltar y hay que saltar bien. Y en este momento se subraya y nos hace ver la táctica, que es la oportunidad de la batalla, que depende del terreno y, por ejemplo, en las supervisiones (que son una práctica un poco floja en el psicoanálisis, no tiene reglas como el discurso analítico) en una supervisión es más fácil hablar de la trasferencia, de la estrategia de la transferencia, pero la táctica hay que dejarla al analista. Es muy difícil para alguien que supervisa decir "Ud. le va a decir eso o esto", porque depende realmente del momento y hay que respetar la iniciativa táctica del analista, a tal punto que a veces uno puede estar no completamente de acuerdo con la estrategia del analista que supervisa, pero no hay que encerrar al analista en su táctica, y no hay que desanimarlo en un análisis; que el analista continúe, se anime y que no piense que va a ser arrinconado por el adversario ‐ por el paciente. Y, tercer punto: el ser. Lacan dice que eso es al nivel de la política. ¿En qué sentido? Al nivel de la política en tanto que la política se refiere a los fines de la guerra. Que la política no es una cuestión militar, es una cuestión de fijar por qué se hace la guerra, o en qué dirección va esta guerra, ¿qué se trata de obtener? Por ejemplo, fue una decisión política de los aliados de la II Guerra Mundial decidir ir
PRESENTACIÓN Beatriz Elena Maya Tú eres rey, cierto, pero has de considerarme como tu igual a la hora de responderte, punto por punto, porque también yo tengo poder y no vivo sometido a ti, sino a Loxias, como esclavo; de modo que no me verás inscrito entre la clientela de Creonte. A tus insultos sobre mi ceguera respondo: tú tienes, sí, ojos pero no ves el grado de miseria en que te encuentras ni dónde vives ni en la intimidad de qué familiares. Tiresias a Edipo.
Nos presenta este texto la lectura hecha por tres analistas del Campo Freudiano del escrito La dirección de la cura, quienes nos señalan como Lacan nos muestra que no hay una teoría común de la transferencia, que hay una confusión a propósito de los conceptos, una mezcla en la conducción de la cura y cómo cierto tipo de conducción que se funda sobre concepciones erróneas tienen efectos clínicos de sintomatización. "El ser del analista no tiene más consistencia que la capacidad, para el que se pretende analista, de saber simbolizar su propia falta en ser y saber reconocer cuál fue para él el objeto que ha ocupado en su fantasma el lugar de la falta en ser, con el cual gozaba. Debe saber esto para no interpretar con su fantasma ni con su síntoma. Es por eso que la cura analítica de los analistas debe ir hasta el punto en que la cuestión de esta falta en ser sea encontrada por el sujeto. El ser analista no puede ser la suplencia a la falta en ser en la estructura" nos decía Guy Clastres en una de sus conferencias llevándonos a pensar que se hace necesario despejar una ceguera que de no hacerlo conduciría el análisis a la parábola de los ciegos: " si un ciego guía otro ciego, ambos caen en un hoyo". Ver por el sesgo del saber, saber el analista la verdad de su propio inconsciente. Pero además se trata de otro saber al que de alguna manera intentan conducirnos estas conferencias, saber qué es realmente la interpretación, la transferencia, o por lo menos saber qué eran para Lacan en este momento, el de la Dirección de la cura. Un texto que alude a los analistas impostores y a análisis que no lo son porque se reducen a reforzar el supuesto yo débil del paciente; que nos pone en guardia, nos quita una venda de los ojos pero nos señala claramente que hay otra que sólo se despeja en un análisis propio. Presentamos entonces el trabajo realizado en el Seminario Itinerante sobre La dirección de la cura y los principios de su poder realizado en Bogotá del 23 al 25 de Abril de 1993 y en Medellín del 12 al 15 de noviembre de 1993.
TÁCTICA, ESTRATEGIA Y POLÍTICA EN PSICOANÁLISIS Guy Clastres No voy a hacer una conferencia. Voy a intentar leer con ustedes el texto de Lacan que se llama: « La dirección de la cura y los principios de su poder». En principio, cada uno de ustedes tiene que haber leído el texto para encontrar sus dificultades y su lógica interna. Antes de hablar propiamente de él voy a decir cómo entiendo el trabajo. En primer lugar hay que ubicarlo en la historia de la época. Fue enunciado en un coloquio en 1.958 que marcó la respuesta pública de Lacan a la aparición reciente de un libro en Francia que se llamaba «El psicoanálisis hoy». En este libro había una serie de nombres de analistas Franceses, todos miembros de la Internacional Psychoanalytical Association (I.P.A.) que habían rechazado a Lacan y que daban sus concepciones propias sobre el psicoanálisis. En la primera parte del texto de Lacan «Dirección de la cura...» hay evocaciones, referencias precisas a este libro. Después está la respuesta de Lacan concerniente a esas desviaciones. El texto de Lacan está compuesto de cinco partes principales, cada una de las cuales es subdividida en varios puntos que marcan una escansión en su discurso, en su progreso crítico. Toma un punto, lo retoma, lo examina y pasa al punto siguiente. Entonces, para entender el texto hay que leerlo seriamente, porque precisamente lo que dice Lacan o lo que está latente en su texto es que esos analistas franceses que han hecho este libro no leen más a Freud; dicen que Freud es el inventor del psicoanálisis, pero pretenden que hay progresos después de él. Lacan piensa, al contrario, que se debe retornar, volver al texto mismo de Freud y leerlo. Entonces, hay que hacerlo y ustedes deben, si quieren, seguir este Seminario, leer el texto de Freud, si no, esto no tiene ningún sentido. He dicho que está dividido en cinco grandes partes. Las cuatro primeras son preguntas, que forman sus títulos. ¿Quién analiza hoy? es esto lo que voy a comentar con el título Táctica, estrategia y política del psicoanálisis. Son tres términos de Lacan que están en esta parte del texto. La segunda: ¿Cuál es el lugar de la interpretación?. La tercera: ¿Cuál es la situación actual de la transferencia?. ¿Cómo actuar con su ser?. Son preguntas que se refieren a los desarrollos del psicoanálisis francés de esta época. Al terminar no hay una pregunta, sino una respuesta: «Hay que tomar el deseo a la letra». La última parte es la respuesta de Lacan a Freud; no voy a comentarla porque no es mi trabajo durante este Seminario pero quiero decir algo a propósito de este último título. «Tomar el deseo a la letra» se debe entender como el equívoco que hay en el título, es decir, como se significa y también tomar cómo se pesca un pescado con una mosca, por ejemplo, hay que tomarle con algo, con la letra. Y la demostración de Lacan en este punto, el último del texto, es mostrar primero cómo Freud, con el sueño
de la bella carnicera, toma el deseo a la letra, interpretándolo. Sueño que Lacan va a retomar y reinterpretar, siguiendo las huellas de Freud. La segunda parte de esta última referencia es propia de Lacan, concerniente a un paciente suyo, obsesivo, con el cual Lacan muestra esa toma del deseo con la letra. Entonces son preguntas y una respuesta que manifiesta en su elaboración cómo se refiere Lacan a la obra de Freud en la práctica analítica y que para referirse a él, hay que leer con el sentido que tiene el texto. Vamos a ver la primera parte que tiene el título de Lacan: «¿Quién analiza hoy?». Se refiere al libro del que he hablado, «El psicoanálisis hoy». ¿Quién analiza hoy?. La respuesta de Lacan es: «Son antifreudianos los que analizan hoy» y no son los franceses. Lacan no habla de todos los analistas, habla de la polémica con los analistas franceses de ésta época. Esta parte es entonces, una pregunta de Lacan y está compuesta de siete puntos, en los cuales hay un progreso con el que Lacan empieza a situar, no cuáles son los problemas de los pacientes sino, cuál es el problema del psicoanalista. Lacan va a sacar de éste libro que critica, algunos ejemplos para mostrar como esos analistas, de un cierto modo, han dejado el psicoanálisis. Cita una frase mostrando que para algunos de ellos el psicoanálisis es una reeducación emocional del paciente, que no se trata más de retornar a la historia, de permitir al sujeto subjetivizar los hechos de su historia propia o también de su familia, o sea los significantes amos. Se trata de reeducar emocionalmente al paciente, y entonces se muestra lo que Lacan llama «la impostura que queremos desalojar aquí». Esos analistas son impostores porque se dicen analistas, pero al mismo tiempo se muestran anti‐freudianos. Lacan no va a contentarse con decir que los analistas son impostores, porque es verdad que hay una cierta impostura en la función analítica. Va a intentar mostrar en la continuación del texto cuáles son los problemas, no sólo de la dirección de la cura sino del analista en la transferencia y en la cura. Empieza en el segundo punto diciendo lo que se sabe: ¿Que es el psicoanalista? ¿Quien dirige la cura? ¿Qué significa dirigir la cura? Hay una particularidad aquí, porque dirigir la cura no es dirigir al paciente, es decir, no es darle consejos, por ejemplo, no es obligarle a hacer cosas. ¿Entonces la dirección de la cura qué es? Lacan va a responder: «Es hacer aplicar al sujeto lo que se llama la regla analítica». ¿Y la regla analítica qué es?. Es asociar libremente, dar sus pensamientos sin censura para que se hagan asociaciones entre los pensamientos y para que se pueda así analizar, por ejemplo, el síntoma. Pero, como lo dice aquí, el analista da estas consignas al sujeto según el modo con el cual él va a decir lo que se llama la regla fundamental del psicoanálisis; son las inflexiones de la voz en relación del analista mismo a la palabra, es decir a la comunicación inicial, en donde se puede entender si él cree o no lo que está diciendo al paciente y su propia relación íntima a él mismo, a la verdad, por ejemplo.
Entonces, a partir del punto dos de esta parte del texto, Lacan empieza con el analista. Aquí yo pienso que hay personas que saben que el problema de qué es el analista, de quién es el analista, es algo que Lacan ha seguido durante su vida entera: el psicoanalista, pero él no estaba seguro que los analistas existieran. Empieza el tercer punto con esta frase: «Además ya hemos anunciado que es por el lado del analista que pretendíamos abordar nuestro tema». En este tercer punto Lacan sitúa, si se puede decir así, la escena analítica pero del lado del analista, diciendo que no sólo el paciente paga, también el analista debe pagar. Aquí voy a leer el pequeño punto: «El analista también debe pagar: ‐ pagar con palabras sin duda, si la transmutación que sufren por la operación analítica las eleva a su efecto de interpretación, ‐ pero también pagar con su persona, en cuanto que, diga lo que diga, la presta como soporte a los fenómenos singulares que el análisis a descubierto en la transferencia» y termina «¿olvidaremos que tiene que pagar con lo que hay de esencial en su juicio más intimo, para mezclarse en una acción que va al corazón del ser ?...». Estas son tres divisiones de lo que debe pagar el analista, según lo que nos dice Lacan. Yo leo la primera, lo simbólico, como la relación del analista a la palabra, es decir a la interpretación; se refiere a la relación del analista con lo que es su concepción de lo simbólico. La segunda, la que se refiere a la persona, concierne al imaginario propio del analista que se divide entre lo que es el lugar de la transferencia para el paciente y el analista mismo. La última, lo que concierne el juicio más íntimo «para mezclarse en una acción que va al corazón del ser»'. Concierne algo de lo real, propio en el juicio del analista. Cuando Lacan va a desarrollar su Seminario «La Etica », se trata de la relación a lo real. Esto muestra inmediatamente que Lacan sitúa el problema del analista a un nivel bastante alto, y él lo aborda con las concepciones que tiene para orientarse dentro del Campo Freudiano: Imaginario, Simbólico y Real, o pueden decir R.S.I. Con esa división triple Lacan se orienta en la obra de Freud y aquí me parece que sitúa el analista. Se puede entender, a partir de la posición de Lacan, por qué, los otros pueden tener las concepciones anti‐freudianas que tienen. Termina este punto evocando la palabra de alguien que posiblemente es un analista: «El analista cura menos por lo que dice y hace que por lo que es». Ahí encontramos la cuestión del ser y vamos a ver que esto es algo que Lacan enfrenta en el texto y en muchos otros. Termina precisamente el punto diciendo: «Sin embargo el ser es el ser, quien quiera que sea el que lo invoca, y tenemos derecho a preguntar qué viene a hacer aquí»; el ser del analista y la curación del otro por el ser del analista.
A esta afirmación de este supuesto analista, Lacan en el cuarto punto va a responder: Yo soy también analista y puedo responder, diciendo: «que está tanto menos seguro de su acción cuanto que en ella está más interesado en su ser». No sé lo que evoca, vamos a ver en la discusión qué les evoca a ustedes, pero se puede decir de otro modo. Si en la práctica analítica el analista goza de ella, goza del imaginario concerniente a su ser, goza de la idea que se hace de lo que debe ser el psicoanálisis, si esa práctica le sostiene en su ser o si le da a su propio ser su respuesta. Es decir, que si la práctica analítica es la respuesta en la cual el sujeto encuentra la respuesta de su ser, entonces no puede estar seguro de lo que hace. En lo que sigue de esta primera frase, hay un desarrollo de Lacan donde dice: «Después de Dios ‐ Après de Dieu‐ yo soy libre de lo que quiero hacer y decir en mi despacho, libre siempre del momento y del número tanto como de la elección de mis intervenciones, hasta el punto que parece que la regla analítica, la regla fundamental, la regla de la libre asociación haya sido ordenada toda ella para no estorbar en nada mi que‐hacer de ejecutante» , es decir, para mi, el analista. Aquí habla de la supuesta libertad que tiene el analista en relación a su acción. En los puntos que van a seguir va examinar cada vez los tres límites que ha evocado en el punto tres, cuando habla de pagar con palabras, pagar con la persona y pagar con el juicio esencial. Entonces los que van a seguir conciernen la táctica, la estrategia y la política del análisis; son los tres desarrollos refiriéndose a esa cuestión de lo que debe pagar el analista en su acto. Estamos en el punto quinto, en el manejo de la transferencia. Lacan habla del desdoblamiento de la persona, ese desdoblamiento se refiere a lo que es conocido; es decir, los efectos de la división del yo que se encuentran en los primeros trabajos de Lacan. En el estadio del espejo él muestra que el yo no es uno, sino que es en el inicio dividido y que algo de la imagen del sujeto empieza antes que tenga él una idea clara de su propio cuerpo. La imagen del cuerpo se anticipa sobre el sentimiento de su persona. En el esquema llamado L, llamado así porque es el esquema Lacan (la primera letra es la L ) se muestra la relación del eje imaginario en relación al lugar del Otro y el lugar del sujeto, el desdoblamiento se refiere a esta división del yo. Pero precisamente los analistas que Lacan critica en este texto dicen que el psicoanálisis debe ser estudiado como una situación a dos, es decir se refiere a dos yo ( deux mois ). El término de "situación" pienso que se puede evocar aquí como una referencia filosófica, una referencia en el discurso nuevo de esos analistas que Lacan critica, Jean Paul Sartre y el existencialismo, era una teoría de la fenomenología existencialista. ¿De qué se trata en este punto cinco? Se trata de este hecho que los miembros franceses de la I.P.A. usan en su práctica, en su técnica, del manejo para reforzar el yo del paciente. Se supone a este yo
como débil y el yo del analista como un yo fuerte, que sirve para reforzar este supuesto yo débil del paciente. La acción de estos analistas, se sitúa aquí en esta parte imaginaria del sujeto y desconocen el lugar del inconsciente. Es lo que Lacan va a mostrar en el texto. Los esfuerzos para actuar sobre el yo del sujeto son para desconocer cuál es el sitio verdadero y la estructura verdadera del inconsciente. En este punto cinco hay una expresión: «La curación por el interior », sacada del libro "El psicoanálisis hoy" . Es una expresión de un analista hoy muerto, que se llamaba Sacha Nacht, que hablaba de curación por el interior; todo eso son desviaciones. Lo que nota Lacan en la continuación del texto es el efecto espontáneo de la transferencia que aparece cuando un sujeto viene a ver un analista, todos los analistas lo encuentran, el pedido del amor, la demanda de amor; la demanda en él se manifiesta inmediatamente como efecto de transferencia v es un efecto espontáneo del sujeto. Voy a leer la frase que sigue: «Desde hace algún tiempo, los analistas en las revisiones desgarradoras con que halagan nuestro paladar. Insinuarían de buena gana que esa insistencia de la que durante tanto tiempo se hicieron baluartes, traduciría en Freud la huida ante el compromiso que supone la noción de situación. Como se ve, estamos al día ». Aquí está esa referencia a Jean Paul Sartre, porque estamos al día y la cuestión del compromiso y la situación son referencias sartrianas. Aquí estamos delante del problema siguiente: Hay una espontaneidad de la transferencia en el paciente. ¿Qué debe hacer el analista? Según los analistas modernos de la I.P.A. francesa, porque se trata de ellos, deben de un cierto modo apreciar la fuerza o la debilidad del yo y manejarla, para no sufrir ellos de los efectos de desdoblamiento que podían encontrar en lo que le sucede al otro, con la demanda del paciente que les reenvía el otro. ¿Cuál es la táctica? Ellos dicen: Educar, reforzar el yo. Lacan analiza cómo táctica y estratégicamente se puede actuar frente a esta demanda. En el punto que va a seguir se refiere al juego del bridge. Hay un muerto en éste que deja abierto su juego y los otros juegan con el juego abierto del muerto. Pero cuando Lacan aquí habla del uso del tiempo, del momento en que el analista debe intervenir o no, callarse o hablar, usa la metáfora del bridge, pero no se trata de jugar con el muerto sino permitir precisamente que algo del lugar, del Otro lugar, de la Otra escena pueda surgir en el discurso del paciente, con el apoyo de la función del muerto o del lugar del muerto, es decir, que el analista debe esperar que el juego le permita intervenir en tal momento o en tal otro. Es lo que significa esta frase aquí. Se podría seguir la metáfora deduciendo de esto su juego según que se coloque a la derecha o a la izquierda. Yo pienso que es en la mesa de bridge del paciente, es decir en postura de jugar antes o después del cuarto, antes o después de éste, con el muerto. El problema es con el muerto.
Mi propia idea es la siguiente. Los efectos del significante, de la relación del sujeto a la palabra, implican constantemente la presencia de la muerte; no son sólo los obsesivos, también las histéricas, las fobias, que sé yo. Con la presencia de la muerte se dice otra cosa, la muerte es un efecto de presencia ligada a la función del lenguaje y a este saber que viene al sujeto, hecho del lenguaje: que un día va a morir, va a desaparecer; no significa que ha subjetivizado su muerte, porque la muerte de un cierto modo no se puede subjetivizar; se puede pensar en la muerte del otro, se puede esperar o temer la muerte de alguien, pero no se puede propiamente hablando, subjetivizar la muerte, lo que se puede subjetivizar es su lazo con la función significante y el hecho de la muerte; pero la muerte misma no, como lo había dicho La Rochefocault que fue un moralista francés: «ni la muerte ni el sol se pueden mirar de frente». Aquí podemos discutir sobre el sentido de todo este pasaje. Lo que dice Lacan es que los sentimientos propios del analista, es decir, su odio o su amor a propósito del paciente no tienen un lugar. Un sólo lugar posible es este del muerto, entonces el analista se divide también, tiene que ocupar el lugar del muerto desde el punto de vista de sus sentimientos, es decir, de algo que va a servir a los analistas de la I. P. A para estudiar lo que se llama transferencia porque ellos van a hacer una teoría de la contratransferencia, que precisamente son los sentimientos que ellos o ellas sienten con sus pacientes y van a guiarse en la interpretación de la transferencia con esos sentimientos. Aquí Lacan dice exactamente lo contrario: deben estar muertos; que el lugar de la muerte no impida al analista pensar algo a propósito de su paciente, pero se debe callar desde este punto de vista. Entonces como lo dice Lacan aquí, la supuesta libertad es también una referencia a Sartre, porque ustedes saben que él había elaborado toda una libertad ligada a su teoría de existencialismo y habían ciertos analistas que se referían a esta idea de libertad, entonces aquí hay también una crítica de esta relación con la libertad, y sabían ustedes que Lacan consideraba que el discurso moderno de la libertad de ciertos filósofos, de Sartre por ejemplo, era delirante. El analista no es libre ni en su táctica ni en la estrategia según la cual él dirige la cura y valga decirlo, por qué no, no es libre en su política, si la política es lo que domina la estrategia y la táctica. Nos dice esto: «...su acción sobre el paciente se le escapa junto con la idea que se hace de ella, si no vuelve a tomar su punto de partida en aquello por lo cual ésta es posible, si no retiene la paradoja en lo que tiene de desmembrado, para revisar en el principio la estructura por donde toda acción interviene en la realidad». La referencia al desmembrado es casi el despedazamiento del hecho de la estructura, es decir que las cosas se separan en cuatro lugares (esquema L) y como ustedes lo saben, la estructura de Lacan son cuatro puntos fundamentales, empieza así con esos cuatro y va a seguir con el esquema R y con el grafo y con los discursos.
Hay cada vez función de cuatro que es el término, la matriz, si se puede decir, de la estructura y es eso lo que se les escapa a los analistas si no se plantean una idea de que su acción se hace en ese cuadro estructural, o en esa estructura de cuatro. Los analistas de hoy , nos dice, tienen una idea de lo que es la realidad. Aquí tengo estratos del libro de Dachty y de otros; pero no tiene ningún interés, simplemente se ve que ellos han desconocido evidentemente los esquemas de Lacan, esa dimensión estructural la desconocen y lo que les sirve de referencia es lo que llaman el yo adaptado a la realidad y frente a este yo, la función del instinto; hablan de la fuerza del instinto, lo que Lacan va a teorizar con el concepto de pulsión; ellos hablan del instinto y del yo. Para ellos el análisis sería reforzar el yo contra el instinto; hay malos instintos que hay que educar. Para luchar contra esos malos instintos los analistas han inventado la noción del Yo, del ego autónomo, son los tres de New York: Hartman, Kriss y Lowenstein, que fue el analista de Lacan durante siete años, pero no se puede decir que los esfuerzos de Lacan contra la I. P. A son efectos de transferencia negativa tardía, yo pienso que no es suficiente para decir esto. El ego autónomo es la esfera sin conflicto, es decir, el lugar de la actuación de los analistas que acabamos de decir, un ego sin relación con el inconsciente, sin relación con la pregunta del sujeto y que se sostiene a sí mismo, muy contento de existir con su autonomía. Con el ego autónomo no se plantea más la pregunta sobre el ser del analista, porque el analista tiene él, en estas teorías, un ego autónomo, bien construido, sin conflicto y que es muy sano y feliz. En el séptimo punto de esta primera parte del texto Lacan resume los primeros puntos y llega a la cuestión de qué va a ser la interpretación para el analista a partir de lo que él bien acaba de describir, es decir, esta división en la que se encuentra el analista en relación a la palabra, a su persona que no es su ser, la persona es diferente del ser y en su ser propio hay también una definición porque el analista puede interrogarse sobre qué hace con este trabajo y plantearse la pregunta si en efecto descifrar el inconsciente se justifica o si no existe el inconsciente; pero la cuestión es si hay que descifrarle o no. Eso es una pregunta muy precisa en el seno mismo del ser del analista, entonces él debe tener una cierta luz sobre el desciframiento de su propio inconsciente, pero con ellos no se trata del desciframiento del propio inconsciente, se trata del reforzamiento de la función del ego. Cuando el analista interviene en la transferencia, ¿de dónde viene la palabra para el paciente y su relación al inconsciente? Viene de aquí, del objeto de la transferencia, es decir del objeto imaginario que la persona del analista sirve al paciente, o viene del lugar del otro, es decir de una identificación a tal figura de la historia del paciente que hace soportar y encarnar imaginariamente por el analista. La cuestión de dónde viene, quién habla cuando se habla en la transferencia, es una pregunta.
Es Lacan quien hace la pregunta: ¿quién dirá lo que es el analista y lo que queda al pie del muro de la tarea de interpretar?, ¿en nombre de qué, este analista interpreta y por qué?. Todas esas preguntas ningún analista las planteaba en los artículos, en los círculos de analistas, sí se podía hablar pero no se decía eso, esas preguntas no eran convenientes, no se puede decir qué es el analista, lo que queda al pie del muro de la tarea de interpretar, que se atreva a decirlo él mismo si todo lo que tiene que respondernos es que es un hombre, va a decir: que lo tenga o no es todo el asunto. Aquí aparece algo que Lacan va a llamar el falo, pero el falo va a aparecer en el transcurso del texto y precisamente en esta última parte ‐Hay que tomar el deseo a la letra‐ en que la cuestión de la función del falo junto a la cuestión del deseo, aparece como el problema central de toda la economía del análisis. Lacan sigue su respuesta y voy a leer porque es perfecto: «Que lo tenga o no sería pues todo el asunto, sin embargo es allí donde vuelve grupas no sólo por la impudicia del misterio, sino porque es ese tener, es del ser de lo que se trata, y del cómo», refiriéndose aquí Lacan a la función del falo en el deseo, entonces el efecto del análisis prefiere atenerse al yo de la realidad, y bueno, no voy a decir que eso si se trata de la parte sana del yo y si se trata de reforzar el yo, entonces no se trata más de psicoanálisis. Para terminar esta parte, Lacan sitúa el problema diciendo quién es el analista: ¿el que interpreta aprovechando la transferencia?; es en efecto la primera pregunta. ¿El que analiza como resistencia? , ¿ ó el que impone su idea de la realidad?, esas son las preguntas que Lacan va a enfrentar en la continuación del texto.
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¿Quién analiza hoy? Jean‐Louis Gault 23 de Noviembre de 1991 Seminario del campo Freudiano Bilbao (España)
Esta primera parte tiene siete puntos, según la numeración de Lacan : y voy a desarrollar según mi punto de vista lo que podemos encontrar en estos puntos. El primer punto me parece que se puede llamar la acción del analista. El segundo, apunta a que la dirección de la cura no es la dirección de conciencia. En tanto que el título del informe es «La dirección de la cura y los principios de su poder». El tercer punto, apunta a lo que el analista debe pagar. El cuarto punto, trata del ser del analista. El quinto, del manejo de la transferencia. El sexto, de la política del análisis. Y el séptimo plantea esta pregunta: ¿Quién es el analista?. Hay que considerar que este texto debemos leerlo con el grafo del deseo según lo dice La can al fin del informe en la nota.... «Advertencias y referencias» en la parte última del texto. Lacan dice: «Este informe es un trozo escogido de nuestra enseñanza. Hemos presentado en él un esquema que articula precisamente las direcciones aquí propuestas para el campo del análisis y para su operación». Este esquema es el grafo del deseo, que el construyó durante esos años 1956‐57 y 58 desde el informe sobre la dirección de la cura, a mediados del año 58. Entonces no está el grafo en el texto pero se puede encontrar, lo saben ustedes, en el escrito sobre la subversión del sujeto y entonces debernos utilizar el grafo, para todas las panes de este texto hay que representarse el grafo. Todo lo que dice Lacan en este informe debemos dibujarlo sobre el grafo del deseo. ¿Qué quiere decir Lacan cuando plantea esta pregunta?: ¿quién analiza hoy? ¿Qué quiere decir hoy? Aquí Lacan se refiere a la actualidad del psicoanálisis en 1958. Por ejemplo, el primer párrafo, habla de las expresiones de moda, eso se refiere a la actualidad del psicoanálisis. Las expresiones de moda referentes a la contratransferencia, de moda en ese tiempo; y podemos preguntarnos si las expresiones referentes a la contratransferencia están ahora mismo de moda o no, por ej. También hay otra actualidad, es en este tiempo, en 1956, poco antes salió un libro, «El psicoanálisis de hoy» que era una recopilación de textos de analistas de la I.P.A. Eso es lo que Lacan llama «hoy». Para esta primera parte ¿quién analiza hoy?, para ver de qué se trata en esta parte, hay que referirse al fin de esa parte, al fin del punto siete y al inicio de la parte segunda,
donde Lacan dice eso (inicio de la parte segunda), cuál es el lugar de la interpretación, donde Lacan dice lo que precede, habla de lo que ha escrito bajo el título ¿quién analiza hoy?,. Dice: «Lo que precede no da respuestas a todo lo que ahí se promueve para un novicio, etc... etc..., pero al‐reunir los problemas actualmente agitados en torno a la dirección del análisis en cuanto que esta actualidad refleja su uso presente, creemos haber respetado las proporciones y las proposiciones...» apuntan a eso que en esa primera parte, ¿quién analiza hoy?, Lacan ha desarrollado bastante: el punto sobre la transferencia, durante dos páginas, cómo es en la actualidad. Una importancia grande dada a la transferencia y una importancia mínima dada a la interpretación, y en esta primera parte Lacan hace que la interpretación ocupe un lugar mínimo, solamente dos líneas. ¿Qué es la dirección de la cura? No solo dice Lacan es este primer punto. La dirección de la cura es la acción del analista. En la línea tres: «situar en este nivel la acción del analista, etc...» eso es la dirección de la cura. Este concepto de acción del analista lo introduce Lacan. Es un concepto que viene en lugar de lo que Lacan llamará más tarde "el acto", el "acto" del analista. Aquí habla de la acción, pero debemos ver que más tarde introducirá el concepto de «acto» y el pasaje de acción a a c t o s u p o n e el pasaje de analizado a analizante, que Lacan empleará mas tarde. Hay una correlación entre los términos. También al principio del punto tres, sobre la acción del analista. Lacan nos dice que ¡e empieza del lado del analista. Sobre esta cuestión de la dirección de la cura empieza del lado del analista, que debe hacer el analista en la Cura. Y lo leo, punto tres, primera línea: «además ya hemos anunciado que es por el lado del analista por donde pretendíamos abordar nuestro tema.» Del analista como activo. Pero la dirección de la Cura no se limita a la acción del analista, hay también lo que introduce Lacan en este texto en oposición a la acción: el ser del analista. (24)
Y con el acto. el concepto que introducir Lacan :más tarde, tendremos de una sola pieza la
acción y el ser. Ese es el paso que cumplirá después. Y lo cito aquí, «la acción del analista va al corazón del ser». (Principio del punto tres). Una acción que va al corazón del ser. Y aquí, cita a Freud...«el corazón del ser, de nuestro ser». Eso quiere decir que el analista no queda indemne en la operación. El mismo está marcado por la operación analítica e interviene en la operación con su ser, es decir, con lo que podemos describir con el A. Vuelvo un poco‐atrás, sobre el título mismo del informe y sobre la utilización del término de «poder». Eso es una acentuación del elemento amo en el análisis. Lo que escribimos S1, Este significante es equivalente a la palabra poder. Dirección de la cura, el título, es una fórmula que Lacan construyó sobre el modelo de la dirección de conciencia. Antes de este informe, la
expresión, dirección de la cura, no existía en el análisis, o se empleaba esta expresión para calificar lo que pasa en la cura. Lacan introduce eso y la construyó sobre el modelo de dirección de conciencia. Pero dice también, al contrario de este acento que pone sobre el poder y el significante amo, dice también, al fin del punto uno, «la auténtica praxis analítica no es el ejercicio de un poder» (fin del punto 1). Pero la palabra poder, es puesta en valor pues hay un equívoco en torno a esta palabra de «poder». ¿Es un poder o no es un poder la acción del analista? pues hay un poder del análisis. Eso lo piensa Lacan. Hay, poder en el análisis, y para él el análisis muestra desnudo el poder del hombre, en general. La situación analítica permite ver cómo se ejerce el poder de un hombre sobre un otro; y se ejerce, a partir del significante amo, en todos los casos. Podemos verlo en la situación analítica: y desde esta situación podemos entender lo que pasa, en todos los casos, cuando un hombre ejerce un poder sobre otro. Lo dice Lacan al fin del texto de la dirección de la cura: el análisis muestra desnudo el poder del hombre. Pero cómo caracterizar este poder de tal manera que se pueda distinguir de una relación de dominación en el análisis. Lacan después de este informe fijará eso con una flecha, distribuyendo al sitio y al término que ocupa en la construcción de los cuatro discursos. Es decir, que cada uno de los discursos, de los cuatro discursos, es la inscripción de un poder. Y este lugar de donde se ejerce el poder en la estructura de los discursos es el sitio que ubica arriba y a la izquierda de la estructura de los discursos. Y el poder está figurado por una flecha desde este lugar hasta aquél. Cada uno de estos cuadros indica un sitio en la estructura de los discursos. Hay los sitios o los lugares y después hay los términos que pueden venir a ocupar estos lugares. Esta distinción entre lugares y términos permite a Lacan resolver esta paradoja del poder en el análisis. ¿Es un poder o no es un poder? Para resolver esta paradoja introduce esta distinción entre lugar y término. ¿Porque qué va a hacer con el discurso del analista? Va a poner en este lugar, que es el lugar del poder en el discurso, un término muy peculiar: el objeto a. Y eso cambia el problema del poder en la cura. Ejercer un poder desde la posición de un objeto es muy diferente de ejercer un poder desde la posición de un significante amo. Y, en el mismo tiempo, la introducción del término de «acto», permitirá calificar este poder peculiar que se ejerce......... «y también se tratará de distinguir el poder de la transferencia del poder de la sugestión», en el punto siete, 2a línea, donde Lacan distingue el poder de la transferencia del poder de la sugestión. Y después, sobre esta cuestión del poder, Lacan da en el segundo punto una definición de la dirección de la cura, que es hacer aplicar la regla analítica, punto 2, segunda línea: «La dirección de la cura consiste en primer lugar en hacer aplicar por el sujeto la regla analítica». Lo que busca aquí es la fórmula del Sujeto Supuesto Saber. Y sobre la cuestión del ser, Lacan opone la
concepción de Freud a la de los analistas postfreudianos que proceden, que intervienen a partir del yo. En vez de proceder a partir de su falta de ser, dice en el punto 6. Después de hablar de ser dice: «el analista haría mejor en ubicarse por su carencia de ser que de su ser», porque ha leído bajo la pluma, de un analista la palabra ser, que emplea aquí Nacht. Pero Lacan piensa que esta palabra no conviene para lo que hace Nacht. Nacht procede a partir del yo, y no del ser, aunque utiliza la palabra ser. Para distinguirse de esta dirección Lacan introduce la falta de ser. Justamente para apuntar a algo que tratará más tarde con el A En este primer punto, quiero hablar de este pasaje sobre la impropiedad conceptual de la contratransferencia. En la primera línea. Eso es tomar la contratransferencia al nivel del concepto (25) es decir, algo que se puede distinguir de los fenómenos de la transferencia y por qué no de la contratransferencia. Lo trata Lacan como un concepto, no como un fenómeno y dice que no es un concepto apropiado. ¿Por qué? Aquí el acento no está puesto sobre el aspecto de creación del significante. Cuando se trata del aspecto de creación del significante ‐lo que hace Lacan muchas veces, es cuando considera el significante como algo que puede desencadenar efectos. Se utiliza el significante y después aparece algo nuevo. Aquí no es la orientación de Lacan. Aquí lo considera como apropiado o no a la situación. Cuando se trata del significante como creación se trata del significante como causa. Se trata de la causalidad y no de la adecuación. Para tratar de inadecuación hay que poner en juego una función de la experiencia. Hay que considerar una experiencia previa con relación a la cual se puede juzgar de la adecuación del concepto a los fenómenos. Hay que tomar una experiencia y después considerar si los conceptos que utilizamos están o no adecuados a esta experiencia. Esta experiencia existe antes de este informe. Es la experiencia que introdujo Freud. Es el aspecto creacionista del significante. Freud ha creado algo y ahora esta experiencia existe, y Lacan examina la propiedad de los conceptos de esta experiencia freudiana. Por ejemplo, los «Cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis», en el Seminario de 1964, trata de eso, y Lacan considera que son cuatro conceptos, que son fundamentales a la experiencia y que son adecuados a la experiencia, como el concepto de la transferencia, por ejemplo. Pues, cuáles son las condiciones para que un concepto sea apropiado a la experiencia analítica, y por qué la contratransferencia no es apropiada. Lo sabemos a posteriori de este texto. En el lugar de la contratransferencia Lacan ha introducido el deseo del analista. Ese es el concepto apropiado a la experiencia: el deseo del analista y ustedes pueden ver que en el Seminario XI, del que hablamos, Lacan introduce este término de deseo y a partir del deseo de Freud, peculiarmente.
Eso responde al problema de la contratransferencia. La posición del analista como causa, como agente, como semblante, haciendo función de objeto (a) esclarece lo que se buscaba en la contratransferencia. La contratransferencia es inapropiada porque no respeta la estructura del discurso analítico. ¿Y por qué? porque la contratransferencia es simétrica. Pone la transferencia del lado del analista. La experiencia analítica no es simétrica, eso lo pensaba Lacan desde el principio. Aún antes de construir la estructura de los discursos. Pensaba desde el principio que la estructura de la experiencia freudiana no es simétrica. Y por eso la contratransferencia no conviene para describir lo que pasa en la cura. Hay otro aspecto de la contratransferencia para los analistas que utilizan este término: cuando toman sus sentimientos como guía de la dirección de la cura. El analista toma sus sentimientos como guía de la dirección de la cura induciendo a la......... y refiriéndose a valores de dominio y de control sobre el paciente. Para Lacan estos sentimientos solo tienen un sitio: el lugar del muerto, como lo explica más, lejos en el texto, cuando habla del bridge analítico. Y si decimos algunas palabras sobre el bridge, del que trata en el punto 5, podemos ver que con el bridge Lacan introduce una estructura con cuatro lugares. Así podemos ver que antes de los discursos Lacan buscaba una estructura de la situación analítica que comportara cuatro términos, siempre. El bridge, el esquema L, etc... y critica en este texto lo que pasa cuando el analista concibe la experiencia analítica‐ como una situación simétrica. Aquí en el punto 5, a propósito del manejo de la transferencia, lo dice. Algunos analistas consideran que el psicoanálisis debe ser estudiado como una situación entre dos personas, y consideran la acción del analista como una domesticación del yo, llamado débil. Eso es una cita de Lacan. Una domesticación del yo llamado débil, cuando se considera la experiencia analítica como una situación con dos personas, de, un lado hay el paciente y del otro lado hay el analista. La transferencia y la contratransferencia. Y después se sigue que de este lado hay siempre un "Yo" débil y del otro lado un "Yo" que sabe, un "Yo" fuerte, etc. No se puede salir de esta situación Una domesticación del "Yo" llamado débil por de un “Yo” que gustosamente se considera como de fuerza para cumplir ese proyecto porque es fuerte, siempre Lacan cita a Nacht que dice: «que el análisis exige una curación por el interior». Eso lo dice Nacht para apuntar que es el paciente que debe cambiar de su, propio... él mismo debe cambiar. No es solamente el resultado de una acción del analista sobre él. Eso lo dice Nacht añade eso, curación por el interior Se da cuenta de que depende d e l s u j e t o q u e cambia o no. Pero añade que el cambio empieza con un efecto primeramente impuesto por el analista. (26)
Entonces hay una curación, dice. Hay una curación por el interior; Nacht tiene en cuenta eso,
que hay una curación por el interior. Es decir, un cambio que deviene del sujeto, de él mismo. Pero Lacan apunta que al principio hay un efecto impuesto por el analista. Esa es la última frase de la
primera línea del punto cinco; que esta curación por el interior no viene sino en el segundo tiempo de un efecto primeramente impuesto. Primeramente un efecto impuesto por el analista sobre el paciente y después otros efectos. Pero no hay que olvidar este primer punto, un efecto primeramente impuesto. Esto es lo que resulta en todos los casos cuando se considera la experiencia analítica como una experiencia con dos personas siempre. Lacan al introducir el bridge desarrolla otra cosa. Aquí en el bridge pongo el analista, el muerto, el analista juega con el muerto. Aquí el sujeto y aquí la pareja del sujeto, su partenaire. En el bridge cada pareja juega para ganar, claro, aquí no. No es lo que hace el analista. El analista no juega para él mismo. Conduce la partida de bridge de una manera muy diferente. El bridge es al fin del punto 5. Para calificar esta posición muy, peculiar del analista, Lacan introduce la palabra de abnegación. De abnegación que impone al analista la prenda de la partida en el análisis. Así no juega para ganar él, el analista, ¿pues qué hace?. Hace una cosa muy peculiar en este bridge analítico, que no es el bridge que conocemos por otra parte, es muy diferente. Pero tiene algo que ver, la estructura es la misma, tiene cuatro lugares. El analista juega para hacer, cito a Lacan, surgir el cuarto que va a hacer aquí la pareja del analizado. El cuanto es la pareja del analizado. Al empezar el análisis el sujeto no sabe con quién juega su partida, en su vida no sabe que tiene una pareja y no sabe quién es esa pareja, y no sabe qué cartas tiene en su juego su pareja; el analista juega para que el sujeto descubra estas tres cosas: quien es su pareja, que tiene una pareja, que no juega sólo, quién es esta pareja y con qué esta pareja juega, qué tiene como cartas en su juego. Es una primera aproximación de esta cuestión del partenaire, de la pareja del sujeto. Y aquí Lacan distingue una pareja imaginaria y una pareja simbólica, e insiste sobre que el sujeto tiene que descubrir la pareja simbólica, con quién juega su partida. Pero más tarde en su enseñanza Lacan descubrirá que el sujeto también tiene una pareja real. ¿Y quién es esa pareja real? Es el objeto a, con quien el sujeto juega su partida. En este momento con el objeto a como pareja, el sujeto descubre que juega su partida sólo. Es una pareja muy peculiar. Pero aquí Lacan cree que la pareja del sujeto existe, que el Otro existe, que hay un Otro que existe. Pero cuando descubra que el sujeto juega con una pareja como el "a", este "a" no es una pareja para el sujeto, no es algo que se parezca al sujeto. No es algo semejante a un sujeto ¿entienden?. Aquí aunque utiliza el "A", un A mayúscula, este A se puede..... tiene un aspecto de sujeto, es un Otro sujeto. Un Otro con un A mayúscula, pero un sujeto. Tiene algo de subjetivo. Pero descubriendo que el sujeto juega su partida con una pareja tan peculiar corno el objeto a, descubrirá que esta pareja no es algo subjetivo y que, por tanto, el sujeto juega su partida sólo.
Vuelvo al punto 2 sobre la regla analítica. Lacan dice esto en la línea 3, de este punto 2.... Dirección de la cura es otra cosa, consiste en primer lugar en hacer aplicar al sujeto la regla analítica, o sea las directivas, etc... etc... Estas directivas están en una comunicación inicial planteadas bajo forma de consignas, etc... etc... De las cuáles por poco que el analista las comente puede sostenerse que hasta en las inflexiones de su enunciado servirán de vehículo a la doctrina que soba ellas se ha hecho el analista, del punto de consecuencia a que han llegado para él". Pero me parece que en el texto francés es un poco diferente, que no se considera que las directivas han llegado al punto de consecuencia, sino el punto de consecuencia al que ha llegado la doctrina para el analista. Aquí se ve la articulación que pone Lacan entre la doctrina y el punta de consecuencia a que esta doctrina ha llegado para el analista, es decir, su deseo. Hay una articulación entre la doctrina, las directivas que pone, que enuncia el analista y el deseo del analista. No son directivas que no tienen una intención en el analista, no son directivas generales no son standard. Deende en cada caso el punto de consecuencia a que ha llegado la doctrina para el analista. Es decir que la enunciación de las directivas dice algo del deseo del analista. Que las mismas directivas cuando se enuncian por uno o por otro son diferentes. ¿Por qué? Para uno significará algo y para otro significará algo diferente Y eso se percibe, dice Lacan por poco que el analista las comente; puede añadir unas palabras, puede sostenerse que hasta en las inflexiones de su enunciado se puede ver el deseo del analista en ese momento. Así se explica porqué Lacan nunca ha dado indicaciones precisas, nunca. ¿Por qué? No (27) hay técnica que valga para todos. Hay solamente algunas orientaciones, pero estas orientaciones toman una significación peculiar en cada caso, y esta significación depende del analista. Esto se opone a todo lo que se practica en la I.P.A., donde los analistas se preocupan del Standard, que vale para todos. Lacan añade esto después, la frase que sigue.... «lo cual no lo hace menos, al analista, no lo hace menos solidario de la enormidad de los prejuicios que en el paciente esperan en ese mismo lugar». Es decir, que el analista tiene una doctrina, el analista ocupa un lugar con su deseo, pero por otra parte está el paciente que viene y que conoce algo del análisis, según la idea que la difusión cultural le ha permitido formarse del procedimiento y de la finalidad de la empresa. Ello circula en la calle, en la comunidad que es el lugar de los prejuicios que en el paciente esperan, es el lugar del Otro que espera. Hay siempre un Otro que espera. Cuando hablamos, cuando hacemos algo hay siempre un Otro que espera y, aquí el Otro que espera, son los prejuicios del paciente. El analista, dice algo, pero en este lugar hay algo que espera, el
Otro que espera. Ello indica, como dice Lacan más lejos, que todo lo que decimos se inscribe sobre una línea de comunicación que no es unívoca, que es equívoca siempre. Es la frase que viene después. Ya sólo esto basta para mostrar que el problema de la dirección se muestra desde las directivas del punto de partida como no pudiendo formularse sobre una línea de comunicación unívoca. Y esa frase tiene, me parece, un otro sentido también, que es lo que se puede ver sobre el grafo del deseo, que todo enunciado tiene una enunciación, un otro sentido. Eso es: las dos vertientes del enunciado y de la enunciación. Aquí, el enunciado de las directivas y aquí la significación que tienen estas directivas, y entre los dos el deseo del analista. Hay un otro punto que viene después y es éste: «establezcamos únicamente que de reducirlo a su verdad ese tiempo consiste en hacer olvidar al paciente que se trata únicamente de palabras, pero que esto no justifica que el analista lo olvide a su vez». Este pasaje tiene una dificultad, pero aquí Lacan hace una nota, una nota que es la que remite al «Discurso de Roma» sobre la importancia de las estructuras del lenguaje en el análisis. Este pasaje me parece que quiere decir eso. Primero, en el análisis se trata únicamente de palabras, eso es la concepción de Lacan. Eso es la dimensión simbólica en la cual se desarrolla la experiencia analítica. Segundo punto, el paciente olvida eso, olvida que se trata solamente de palabras. Tercer punto, el analista no debe olvidar que el proceso analítico se desarrolla en un campo que está estructurado por el lenguaje. No me parece...
PREGUNTAS S2 Sagrario García: Quizás la traducción no esté bien, porque ese tiempo consiste en hacer olvidar al paciente, parece que la dirección de la cura en un principio, en el primer tiempo... sería hacer olvidar al paciente. Es la forma en que yo lo interpreto, que se trata únicamente de palabras, pero que el analista no lo olvide. .L.Gault: Si, entonces hay un cuarto punto, hacer olvidar al paciente que se trata únicamente ‐ de palabras. Mónica 'Marín: .... No está recogido.... Sagrario García: No es cuestión de la traducción. No es justa.
, ‐L.Gau
en efecto tiene una dificultad. ¿Le parece? Sagrario García: Sí, esa frase y aún, ... o sea y la articulación con la siguiente. Es corno que las palabras dichas en el análisis tendrían que tener distinto valor para el paciente que para el analista. Eso es lo primero, en el primer punto a} menos, en ese tiempo primero. Y es como difícil saber que valor tendrían en un lado y que valor tendrían en el otro. in: A mi me pa rece que
podríamos porque este párrafo a mi también me plantea
I Una, dificultad me remitía a lo que Lacan dice en
de la Cura Tipo " cuando se pregunta
que es lo que hablar quiere decir ahí, y me parece que por ahí podemos aclarar un po o, como ; está
j todo e Iñaki Viar ........ en el sentido de la
c: cabría escucharlo en el sentido de que nunca
va a ser respondida no se si se podría pensar algo ::>í. ¿Abrimos el debate } .:C e°
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t L. aul : Una palabra solamente. Hacer olvidar al paciente que se trata únicamente de labras, eso me parece indicar que, como podemos leerlo en el pasme que citas, que claro
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hay algo más, que la palabra en el psicoanálisis. Hay la vertiente de querer decir, de la signfica ación, de qué dice el paciente. Esto no remite a palabra, remite a algo que es el deseo, que es el síntoma, la verdad, el goce, el esfuerzo, etc... etc...
Luis Alba: Sí, sobre esa palabra verdad, comentábamos Mikel y yo que hay que darle paso a lo primero que ........ Mikel Jaureguibeitia: Yo tomaría en el, punto 2, la cuestión de la dirección de la cura corno anteriormente dice, no hay una línea de comunicación unívoca, es decir, no hay, un sentido de a voz, no hay, una sola dirección. Si de reducirlo a su verdad, ¿a cúal verdad a la dirección de la cura en sí misma, Ese tiempo consiste en hacer olvidar que se trata únicamente de palabras, es decir, que el paciente debe pensar....... Es decir que desde donde trabaja el analista desde las palabras, no le queda más remedio, por eso él no debe olvidarlo, pero el paciente debe olvidar que no solamente las palabras es aquello que ha de hacer, sino que hay algo más que dirige hacia la cuni. Es decir, que en el mismo texto iguale a la verdad que en el mismo texto se explican así. .L.Gault: Si, si, sí. Bien ¿tenemos tiempo? ¿un cuarto de hora? Sagrario García: Si, si. Tenemos tiempo suficiente. L.Gault: Al fin del punto cuatro, sobre la interpretación. "Mi acción aquí toma lo que ella misma ha producido". Eso se esclarece con la estructura del discurso. La experiencia analítica produce algo, eso es el aspecto creacionista del significante, produce algo y el analista toma lo que él mismo ha hecho producir. Como se ve en el discurso. Y en todos los discursos hay un. lugar, que es el lugar de la producción, y lo que se recoge aquí depende de lo que hay aquí, como se ve cuando hacemos circular los términos en los discursos. Lo o que e: analista recoge aquí depende de lo que el pone aquí. Pone este término, por ej. recoge ésto, etc... etc... Entonces debernos tomar en cuenta eso, en todos los casos el analista toma lo que él mismo ha hecho producir. El punto 3, sobre el depósito de fondo de la empresa común. El paciente no es el único con sus dificultades que pone toda la cuota. El analista también debe pagar, eso es un pasaje muy importante. Pagar, primero, pagar con palabras de la interpretación y es su vertiente simbólica de la experiencia. Pero también paga con su persona, en cuanto que diga lo que diga, le presta, su persona como soporte de los fenómenos singulares que el análisis ha descubierto en la transferencia y eso se puede considerar como la vertiente imaginaria de la experiencia. Y tercer punto, debe pagar eón su ser, debe pagar. "Olvidaremos que tiene que pagar con lo que hay de esencial en su juicio más íntimo, etc... Para mezclarse en una acción que va al corazón del ser". Paga con su ser. Sagrario García: ¿El ser aquí se refiere al ser del analista o al ser del paciente?
.L.Gault: Del analista. Paga con un juicio más íntimo, el juicio más íntimo dependiente de su ser. Es decir,.,‐‐ vertiente real de la experiencia. Pues aquí se puede leer el nudo de los tres registros de la experiencia: real, simbólico e imaginario. Sagrario García: Entonces porqué dice que va al corazón, porque al decir va, parece que indica una dirección. O sea, una acción que va al corazón del ser. Entonces si entiendo que está el ser del analista en lo de esencial de juicio más íntimo. Digamos que también entiendo que está el ser del paciente en cuanto que es una acción que va dirigida... así me lo imaginaba yo. No me imagino la acción del analista dirigida al ser del analista Si que se tiene que jugar ahí a Yo, pero no corno‐.no se. J.LGault: Estoy conforme con usted. Ciaro que se trata también del ser del paciente, claro, pero se trata también, del ser del analista. En el mismo tiempo. Mónica Marín: después del "acto", el analista no queda igual t = , poco. JL Ga u l t : Claro. .‐q‐u? con t . ° 1 término de acción claro que el ser puede situarse
mente
d', lado del paciente, pero en este mismo parrafo ,can trata de k) que el analista debe pagar. El, él mismo, y dice debe pagar con lo que hay de esencial, con su juicio más íntimo _f: c‐,irlc
r:'_?cl.á' ¿Eso serla lo del ser del a n . _ ) l I S
, _) J.L Gault ?. T a m b i é n
Y accion que va al
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reunir ir acción y ser del lado del C í e . . . Mónica Marín: Justamente dice, ‐sena éste el único que queda fuera de juego? De ninguna manera. El está polemizando además con la IPA..... J. L. Gault: Es una cuestión. Si, claro.
'
V la benevolencia, etc... ,
Sagrario García: Si, si, pero eso está desde el principio pero me refería si además de eso, él lo dice c claramente que paga con lo más esencial de su juicio más íntimo, no estaba además lo otro, digarnos. No solamente, el ser. Insisto, digamos, ya está. Está claro. L Gault: Sí, si una acción que va al corazón del ser implica que se trata del ser del paciente pero también del analista. No se pueden desunir las dos vertientes. Para intervenir sobre el ser del paciente
hay que pagar con el ser. El analista debe pagar con el ser y aquí lo introduce con el juicio más íntimo Es decir, cuando el analista interviene o dice algo que para él es lo más íntimo de su
ser. E : este momento puede obtener una acción sobre el ser del paciente. Hay, una correlación. Y en el
mismo sentido cuando al analista se sitúa en el registro imaginario interviene como imaginario y también obtiene efectos imaginarios del lado del paciente. Cuando interviene sobre el registro simbólico implica que del lado del analista y del lado del paciente, las cosas se desarrollan sobre el registro simbólico. Cuando se trata del registro real, del ser, del juicio más íntimo. del objeto "a" claro que es del lado del paciente y del lado del analista, se trata del ser. Y es que aquí lo que pasa es que este registro depende del análisis del analista. Hasta donde ha llegado en su análisis él mismo. Hasta ese punto puede traer a un paciente. No más lejos. Entonces, lo íntimo del analista en este punto condiciona lo que puede pasar para el ser del paciente. Hay una correlación estricta. No se trata de técnica. El analista debe pagar. Sagrario García: Eso se parece un poco a lo que dice Nacht, quiero decir, dicho así sólo, porque claro, eso está sostenido por conceptos. Pero al escucharle, Nachi habla de la técnica que llega hasta un punto. Cuando ya no hay explicación para los efectos que produce sobre el paciente, habla de la intuición y del análisis que haya hecho el analista y ya, cuando ni con eso llega a todo lo necesario, para ir más allá, habla de lo innato, que para ser analista, hay un ser innato. Casi, casi, los podíamos colocar en los registros que usted dice, ¿no?.... Sí, si puede dicho solamente así. Otra cosa es, que de lo innato quizás, o del objeto a, tenemos cosas que decir. No se queda solamente con nombrarlo, lo innombrable, vamos. Lo innato, lo que Nacht llama innato, que es lo que él ya
j
no
encuentra
explicación
ninguna, lo llamaría "a". Luis Alba: Creo que hay que situar aquí el ser en relación con la filosofía del analista y del
t
analizante. Me parece que, el ser que dice Lacan supongo que está recogido de la filosofía de Heideger en oposición al ente. Entonces hay que pensar, o decirlo, que el ser es lo que hace que el ente sea. Entonces el acto dei analista afecta por igual al mismo ser, al analista y al analizante, como entes, sino por decirlo de alguna manera en que el mismo acto supone par los dos un vaciamiento de los prejuicios...... Pablo Gallastegui: En "Subversión .........." Lacan dice, cuando habla del ser para la muere. Yo piense que en alguna medida, yo piensa que en el 58‐60 Lacan yo pienso que la muerte, la única posibilidad lógica y última del análisis sería la muerte del analista o la muerte del análisis. Intervienen varios: No, no. Pablo Gallaste gui: En el concepto Heidegeriano de ser para la muerte. Si que entiendo que dentro del existencialismo Mónica Marín: Pero no es la muerte......... Pablo Gailastegui: ..... el ser par la muerte......
'
Sagrario García: Bueno, está Antonio que quiere hablar y luego yo también quiero intervenir quizás y pasamos al debate bruscamente para ordenar algunas cosas. ¿Pasarnos al coloquio? .L G< ult Si. si hay tantos puntos, no se puede...... Sagrario García: Si pasamos al coloquio yo quisiera centrar desde luego que lo más complejo que nos ha resuelto la lectura es entendemos con el tema del ser. Quizás si nrs puede situar un poco. En este momento Lacan como entiende el ser y como, estuvimos discutiendo en este momento, cómo se podría escribir el ser, con qué matema. Discutimos si sería el sujeto dividido o el Otro grande dividido, si tierra el a pequeña C) ...... quizás para situarnos un poco y luego pasamos a las opiniones de todo el mundo. Pero vamos, es lo iris duro del texto, es corno) entender lo del ser. l.L Gault El ser Lacan lo escribirá con el " objeto a'‐. Eso es el ser ele Lacan. ?2`" Sagrario Garcia: ,LO escribirá después? el ser hay que tomar en cuenta esta escritura, "objeto a". Es la respuesta de Latan a la cuestión : filosófica del ser. Eso es la respuesta psicoanalítica. No es solamente una discusión especulativa esta cuestión del ser, en la experienc ia analítica, lo ubicamos en e! ‐objeto a", que quiere decir muchas cosas. Quiere decir. al menos dos cosas, que los filósofos no tienen en cuenta. £l ‐objeto a" es una consistencia lógica. Es decir, que se deduce la lógica de la estructura del lenguaje. Eso es la vertiente lógica del "objeto a" y eso se opone a la idea de un ser innato. Es el resultado de una construcción. No es algo innato. Es por eso que tiene importancia el análisis del analista. Es decir, hasta donde ha ido la construcción de este ‐ objeto a" en el análisis del analista. Este es pues el resultado de una construcción lógica. Es el resultado de un cálculo lógico. Es el resultado de lo que se puede deducir de ese cálculo para el sujeto que está en análisis. Pero tiene una otra vertiente, la vertiente del plus de goce; está la vertiente lógica y esta vertiente que es rechazada por la filosofía, ‐la vertiente del goce‐ siempre. Es decir que, este "objeto a" como plus de goce, se puede deducir de la construcción de'. fantasma como aparato que da goce al sujeto, con el que el sujeto obtiene placer, con el fantasma. Y me parece que en la filosofía no se trat a nunca del análisis del fantasma, me parece. Y eso es muy importante para considerar lo que pasa en la filosofía, y por e'. lo que pasaba con Heideger y el marxismo. Esta dimensión de forclusión del goce en la filosofía. Ahora, con la falta de ser. Claro que Latan lo escribe con el sujeto barrado. Y apareja el sujeto como falta de ser al "objeto a" como ser. Este ser en que consiste el ‐objeto a" es una suplencia a la falta de ser del sujeto hablante. Como hablante es el sujeto de la falta de ser. Le falta siempre algo, como sujeto hablante. Pero recoge algo, no en el lenguaje, no en la palabra, sino en el goce, que es el "objeto
a". Hay también otra suplencia a la falta de ser que es el significante amo. La identificación. El ideal. El significante uno,pero también podemos poner aquí el 1 mayúscula de las identificaciones. Hay que añadir algo, todo eso no es solamente un proceso lógico, porque hay una dimensión de goce y es decir, que hay también una dimensión de querer. Es por qué, por ej., Lacan para traducir su falta de ser en inglés adoptó la traducción "want to be". Es decir, que el estatuto del inconsciente no es un estatuto ontológico, sino ético, porque hace intervenir el querer. De tal manera que los pensamientos reprimidos son pensamientos que quieren ser. Y hay que subrayar esta palabra de querer, querer ser. Por ej. en el síntoma, los pensamientos reprimidos, quieren ser y son, en el síntoma. Hay un ser del síntoma, que es su goce, que es el retorno de lo que es reprimido. Pablo Ortiz: En la línea de lo que ha estado usted explicando si pudiera aclarar lo que Latan entiende en este primer párrafo sobre la táctica, la estrategia y la política. .L.Gault: Aquí Latan utiliza la distinción' clásica en la teoria de la guerra y en la teoría general de la política. La distinción entre política, estrategia y táctica, para considerar que hay una táctica de la interpretación, una estrategia de la transferencia y una política del análisis. Por ej. al principio del texto, en la línea 2 "situar en este nivel la acción del analista acarrea una posición de principio. Esta posición de principio remite a la política del análisis". La concepción general de la cura que se deduce de esa política del análisis. Es porque si aunque Nachl habla de ser, etc... etc... los principios de Nacht son totalmente diferentes de los principios de Freud y de Latan. Eso es importante. Los principios se refieren siempre a la política y los medios a la estrategia y a la táctica. Latan considera que en su táctica de la interpretación el analista es libre, pero que no es tan libre en la estr ategia de la transferencia, porque debe jugar de una sola manera. De una manera que implica su abnegación. Y en la política del análisis está aún menos libre. Es decir, que no hay muchas políticas del análisis, hay la orientación freudiana. Lo que Latan ha llamado, el campo freudiano. Algunas direcciones que el ha restituido en el campo dei análisis La verdad freudiana, 'G
a? verdad fíe' freudiana, por ej, Pero no se lo que quiere P, blo Ortiz z: En !o que ha explicado usted s: podía ampliar un poco en lo referente a la polltlca
cuando dice: "en la cual haría mejor ubicarse por su carencia U d e s e r que por su ser". Aunque tiene relación con lo que ya ha explicado. J‐L‐Gault Eso, eso Sí. A nivel del ser, por ej. el analizante no es amo, no puede ser amo. Porque no hay un amo del ser, nunca. Con el significante si es posible ser amo. Se puede tomar un c significante l' l,!,
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1' no es l b C, es menos !: ?r('., del )el" pero puede SCr más lib:C a nivel G‐ la falta de ser, de la falta (lee) "cuanto que en ella está más interesado en su ser..." Si, bien. Y menos libre a nivel del ser. Pablo Gallastegui: No es exactamente del texto re: ‐ yo quisiera hacer una pregunta referente a, ‐primero: ¿hay fijación a un significante o sólo se puede hablar de fijación cuando hablamos de objeto? .L.Gault: ¿Fijación a un significarte o....? Pablo Gallastegui: Fijación, se puede hablar de fijación al significante del objeto o solamente se puede hablar de fijación cuando hablamos de objeto. ‐2a. pregunta: ¿Se puede fijar la pulsión al objeto a? El plus de goce sería una fijación de la pulsión al objeto a, una satisfacción de objeto a. Hablamos de recorrido de la pulsión del trayecto alrededor del objeto que cuenta: la fuente, satisfacción, etc... y recorre el cuerpo y ... sus ... vicisitudes que serían sublimación, represión y transformación en contrario. A parte de eso, cuando hablamos de plus de goce tse puede hablar de fijación de la pulsión al objeto a? .L.Gault: Si, si, entendí su pregunta, pero no entiendo lo que persigue, no entiendo el alcance de la cuestión. Pablo Gallas tegui: El goce es la satisfacción de la pulsíón. ¿Qué es el plus de goce respecto a la pulsión? .L.Gault: Lacan empieza con el efecto de la estructura del lenguaje sobre el ser vivo, eso es el punto de partida de Lacan y todo lo que he dicho en su enseñanza se puede deducir de eso, 1 solamente de eso. El efecto de la estructura de lenguaje sobre el ser vivo. Con este solo punto de partida se puede deducir de una manera lógica todo lo que enseñó Lacan, todo. Entonces no se necesita leer Lacan...... y podemos tomar este punto de partida y deducir de una manera estrictamente lógica todo lo que enseñó. Pero no estamos seguros de ser tan rigurosos como Lacan, es por lo que debemos de leer Lacan mas que deducir por nuestra cuenta las consecuencias de este punto de partida. Pues si consideramos el efecto de la estructura del lenguaje sobre el ser vivo, todo lo vivo no se puede transformar en palabras, en significantes, queda siempre algo. Eso es el plus de goce. Hay algo, el plus, siempre. Entonces no entiendo exactamente su cuestión. Pablo Gallastegui: Tampoco entiendo yo........ por eso le he preguntado ¿El plus de goce tiene relación con la pulsión? .L.Gault: Si, si claro. Pablo Gallastegui i‐ ......... M e refiero que relación hay entre pulsión y plus de goce.
.L.Gault: La pulsión incluye dos aspectos, el aspecto de la estructura del lenguaje y también. el aspecto de plus de goce; se manifiesta en que la pulsión tiene una vertiente significante, y tiene una vertiente de plus de goce, silencioso.
Pablo Gallastegui: El plus de gocé, en cuanto satisfacción. .L.Gault: ¿Satisfacción de la pulsión? Sí. Pablo Gallastegui: Entonces la fijación al objeto a es absurda entonces. Pero hay fijación a la representación o hay que hablar de.... Cuando hablarnos de la pulsión que se fija o se liga al wobtelluag. Sag rario García: Yo creo Pablo que son cosas específicas que te interesan a ti concretamente y que quizás durante la comida o después tomando café puedas preg untarlas mejor. Con respecto al texto de "La dirección de la Cura...." julio González: Sí, yo era...... yo sobre este punto ...... A mí este punto siempre me ha... .L.Gault: ¿Qué punto? Sagrario García: El punto que hemos discutido antes, que se trate de hacer olvidar.... Julio González: Hacer olvidar que se trate de palabras, siempre que he leído este punto. siempre lo he leído en relación al punto 7 de la dirección de la cura, del apartado 4 que habla corno actuar con el propio ser. Desde el !:ido
= 1 analista y, c; u:: habla que con una oferta se crea. una
demanda, pero no la de manda inicial una demanda cualquiera, una demanda
de curación, una
demanda de ser analista o lo que sea, sino que habla de una demanda :da a realizar y dice además ahí, lo dice ahí , al principio, que el analista le responde: .... el sabe que son palabras, el paciente Sabe be que son palabras ........ ............. una
a realizar un me quiere y Lic.: n pone
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Sagrario García: Era enlazando el punto,¿, párrafo 1, y el punto 6, párrafo 2. "El analista cuarto más interesado está en su ser menos seguro está de su acción", por una parte, y por la otra, en punto 6, "su acción sobre el paciente se le escapa junto con la idea que se hace de
si no vuelve
a tomar su punto de partida en aquello por lo cual esto es posible, sino refiere la paradoja en lo que tiene de desmembrado para revisar en el principio". .L. ault. Dónde se ubica la 2a pregunta? Sagrario García: Punto 6, párrafo 2.
‐ .L.Gault: ¿Cúal es la pregunta?
Sa grario =o García: No es tanto una pregunta, como que quisiera que hablara un poco más, sobre el acto analítico en general, tomando textualmente esto, ¿esto nos dice algo sobre el acto analítico% J.L. Gault Me parece que sobre la cuestión que el analista está menos seguro en su acción
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cuando está interesado en su ser, responde que no es libre cuando está interesado por su ser, entonces no está seguro, no es libre, como cuando se sirve de un significante es diferente. Sobre la estructura de toda acción, la estructura por donde toda acción interviene es la estructura del lenguaje, en todos los casos, y al fin del texto, en la dirección del informe, Lacan trata de eso, tata de la acción, Pag. 618, punto 16, línea 3 de la última pare sobre el deseo "es increible que si estos rasgos que sin embargo desde siempre han saltado a los ojos de la acción del hombre como tal, no hayan sido aquí sacados a la luz por el análisis". Eso me parece que quiere decir que el análisis nos enseña algo sobre la acción. ¿Qué es una acción humana% en general, en la realidad porque no se aprende algo sobre las condiciones de toda acción que es la estructura del lenguaje, y en esta parte, en este punto 16, Lacan, toma el eiemplo de César y de su Rubicón. Es decir, que_ una acción humana toma su significación de las condiciones significantes en que se inscribe esta acción. Por ej. pasar el Rubicón. 1\o podemos saber sin las condiciones significantes que significación tiene esta acción, porque todos los días hay mucha gente que pasa el Rubicón, pero ¿cuando lo hace eso César?, en ese momento de la historia de Roma, esto significa que empieza la guerra civil contra Pompeyo, tiene esta significación. Toda acción humana debe situarse en sus referentes significantes, es porque no es un comportamiento, el porque no se puede estudiar como se estudia un comportamiento animal. No es los gansos de Lorenz, las ocas de Lorenz. Lorenz estudió el comportamiento de las ocas y pretendió deducir del comportamiento de las ocas algo sobre el comportamiento humano y esto lo hacen todos los etólogos, pero lo que olvidan estos etólogos es que en el reino animal no hay referentes significantes. La acción de un animal, nunca tiene una significación, etc, etc. Y, en esta parte de la cual hablo, Lacan añade eso, la 4a línea "se queda uno estupefacto ante esa falsa vergüenza del analista ante la acción, en la que se disimula sin dudar una verdadera, la que tiene de una acción, la suya. una de las más altas cuando desciende a la abyección". Este pasaje se refiere a eso, los analistas, sobre todo en ese tiempo, puede que sigan la misma cosa, tienen una vergüenza ante la acción, en general, y piensan que en el análisis no hay que actuar, que el analista, no debe hacer nada, debe estar silencioso, nada, porque piensa que en el análisis se trata de la interpretación, de la rememoración y que no se trata del adiren como dice Freud, Freud opone el adiren a la la rememoración al acto.
En este pasaje Lacan apunta eso, que esta vergüenza del analista ante la acción disimula una verdadera vergüenza del analista ante la acción suya, en el análisis, porque aunque pretende no hacer nada hacen algo, siempre, siempre. Pero como esta acción está, este poder, estas intervenciones, no están conceptual izadas, por los analistas de la IPA, rechazan_ es _ ta dimensión de la acción.
_.
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Mónica Marín: Un pequeño comentario y unía pregunta. El pequeño comentario tiene que ver con que siempre nos enredamos con la cuestión del ser. Es una dificultad para la lectura, por lo menos para mi, y yo quería rernarcar que. me
que el ser aquí aparece como uni finalidad de la
cura, 1,7 te tenemos que entender que no se trata de un ser en tautología por que Lacan dice muy bien, aquellos que me quieren mandar a mi meta física no sepa.^. haciendo metapsicología, no metafísica. Eso por un
contentos porque no se puede. El está
por otro lado me parece que es un,, paradoja
también porque Lacan plantea que es un,¡ dirección de algo sin director, porque todo el tiempo es la dreccion de algo sin director, por ue todo _el tiempo es la dirección de la cura, p ? q no n.‐5y ningún pero aquí ui
se trata entonces del del ... . analista Quería entonces una, aclaración de, a
S! es una dirección sin director, ¿que con el ser del
en el sentido de k articulación
final que le va a dar Lacan en la nota ¡diaria, cuando habla el deshecho....... claro que en la es= 'la estrategia de la transferencia : u se trata de técnica, ‐o se trata de qué técnica utilizamos, nosotros analistas, en oposición a las técnicas que utilizan por ejemplo los psicoterapeutas, no son diferencias técnicas,. sor, diferencias éticas, eso quiere decir que implica el analista, implica el practicante, él mismo, hasta su ser, hasta lo que es realmente en la cura. Por ejemplo lo que va advenir con él durante todo el proceso y sobre todo al final. ¿Qué le ocurrirá a él?Hay una implicación íntima del practicante en el proceso, no es fuera del proceso, como se sitúa generalmente el practicante psicoterapeuta, o un médico, el médico no interviene con su ser en el proceso de curación, interviene con su saber, interviene con sus aparatos, interviene con on sus medios. Aquí en el psicoanálisis el analista interviene él mismo. Es una aventura para él, una aventura, una tragedia, porque sabemos que será una víctima al fin, al final. Será rechazado. Y en _ esta aventura pueden ocurrirle muchas cosas, lo sabemos. Eso es, me parece, la indicación del analista en la cura, pero no estoy seguro de responder a su pregunta. Mónica Marín: No. Era un poco el camino desde a falca en ser que aparece aquí cuando Lacan lo introduce...... la nota italiana......... sobre el sexo.
.L.Gault: ¿El sexo? Ah, sí, sí. El proceso de la cura para el analizante, le conduce.,
descubrir
para él, lo que es él, como es él. Lacan dice que no es algo fácil, hay que tomar tiempo para, como dice en este escrito, para hacerse al ser "ce faire á être:. Hacerse a ser. Eso es el tiempo que se necesita para el sujeto. E implica en el mismo tiempo, para el analista, este desecho. Desecho de, no deché. Que va a ser abandonado al final del análisis, eso es lo que quena decir sobre la estrategia de la transferencia en el psicoanálisis. Que al principio del análisis, el analista sabe cual será su destino. Su destino será de ser desecho. Un deshecho. Lo que no ocurre a un terapeuta, o a un médico. Es muy diferente. Y eso es la diferencia fun damental entre estas prácticas. Lo que ocurre con el practicante. Lupe Velarde: Inicialmente tal como yo la entiendo, pienso que hay una doble identificación, una identificación por parte del significante, que tendría que ver con el psicoanálisis, y como se formaliza como un ideal y luego otra identificación que tendría que ver con el objeto es decir una identificación a un objeto pulsional, si mal no lo entiendo, o algo así. Entonces en este sentido,
seria por un lado, lo que tiene que ver con el signifi cante, la parte simbólica, y por otro lado sería
!
la parte pulsional y recubierta por lo imaginario. Y entonces, en este sentido, yo entiendo qué significa............. en el lugar de la palabra correspondería al significante, y en el lugar de la persona,
y en el lugar del ser, esa persona con ese ser irían ¡untos, lo imaginario recubriendo lo
real, y; entonces el analista estaría situado en ese ser. En el recorrido del análisis, por una parte estaría lo que tiene que ver con el significante, la parte del síntoma; luego por otra parte, la parte del fantasma........ y el analista responde a las ? partes, en u mi lug r con la interpretación, la parte significante, y en el otro lugar con actos. ¿En qué desemboca todo esto? Por la parte significante en que no hay saber, no hay saber que recubra lo real, y; entonces una falta en ser, ser si gnificante, no hay. Por parte del objeto pulsional, que no se identificó, que se pone en juego en su análisis ' ¿es el objeto a en el que aparece el analista al final, corno deshecho, sería el mismo que el objeto pulsional que no se identificó? ¿Eso de lo que no se despega al fina¡ del análisis cuando se va y , deja ahí, sería lo que idealiza como deshecho? ............ Al final, el analista es el sujeto supuesto sa ber r, ¿qué pasa con el saber?........... Un saber sobre el ser. ........... ¿Eso es el objeto para el paciente? ¿Puesto en el analista?
'
L.Gault: Sí Lupe Velarde: ¿Si? L.Gault: Para el paciente Lupe pe Velarde: ¿Para el paciente? El analista ¿prestaría a su ser? ¿como un lugar en que el paciente
pone el suyo? .L
i
Es claro que eso es 1.i negación, tal cual habla Lacan.
Lupe Velarde: ¿Un lugar donde el otro pueda poner su yo% ¿Su falta en ser%. l. Gault u1 t' ES por lo que Lacan utiliza el
de semblante del objeto a, claro. El analista
en la cura, no pone en juego s!! fantasma, pues n:' se trata del
como sujeto él Pero el
anallsta es un sujeto que puede ocupar este lugar :. un n discurso para que un otro sujeto pueda poner en este lugar su objeto Eso CS l:'1 este st sujeto C C1 1 s t c)
análisis SIS t que e,
el 1
de este S C o i. iJC Debe Ser u.^.
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decir un
sujeto que ha sufrido un cambio. ha soportado un cambio. Ese es algo misterioso como un sujeto puede ocupar este lugar, eso es lo que intentamos comprender con el pase, por ej., cómo u un sujeto que fue hasta un momento < analizante ahora quiere ocupar este lugar peculiar que es el del analista Para que la misma operación se prosiga con otro sujeto. Eso es muy......... No es totalmente claro. Antonio Múgica: Sobre el bridge y la posición del analizado, la pareja, el muerto y el analista. En lo que es el juego, las posiciones no son así y por eso me llevaba a pensaren ....... cosa paradójica que se planteaba. Es decir en las posiciones de bridge el 4o. es a partir de la salida es el sur. En el bridge, la salida, el oeste, eso es, y el 4o. es sur. Ahí aparecía el muerto. .L. Gault: No importa. El analista puede estar aquí y c el 4o. aquí, no cambia nada............... Eso no cambia nada. No importa la distribución para las consideraciones de Lacan. La pare a del analista es el muerto. Y el sujeto tiene también una pareja, pero él no sabe quién es, y, qué es y que existe.