CLASE DE DIALECTICA Y ARGUMENTACION Emilio Rivano Fischer (para versiones publicadas de este material junto a otro ver, Rivano Fischer, Emilio. 2006. Clases de Pensamiento Crítico. Concepción: Comigonon.)
Introducción En esta exposición nos centraremos en la dimensión dialéctica o dialógica de la argumentación, prestando atención a algunos de sus rasgos generales. De acuerdo a una larga tradición, el argumento se da en el ambiente del diálogo, de la confrontación de opiniones y perspectivas antagónicas, de los procedimientos para llegar a una resolución en un asunto, de los procesos de producción de juicios y verdades en el terreno de la interrogación, la pregunta y respuesta, el cuestionamiento, en suma, del recorrido dialéctico de las ideas o propuestas que debemos tomar en cuenta para nuestro conocimiento y para nuestra acción. Muchas veces la argumentación está en diálogo, se produce en el intercambio verbal vivo, simultáneo, inmediato, entre participantes. La propuesta de un hablante es un acto argumentativo específico y característico que extraemos de un trozo de intercambio. En tanto producto de este intercambio, o fenómeno inscrito en el intercambio, la propuesta es un resultado dialéctico, es decir, el resultado de un devenir de contenidos opuestos con vistas al establecimiento de uno de estos contenidos por sobre otros en juego. No siempre es fácil determinar cuál es la propuesta de un trozo de texto. Además, reformuladas en el ambiente de una interpretación, las propuestas suelen tener formas alternativas de representarse, distintas paráfrasis que pueden resaltar aspectos distintos. Por otro lado, estas propuestas se inscriben en una gama vaga de tipos de actos de habla que un hablante realiza en el contexto del intercambio, actos tales como afirmar, desdecirse, opinar, insinuar, acusar, concluir, calificar, presentar, promover, caracterizar, contradecir, descalificar, elogiar, entre incontables otros. Como hemos dicho, estos nombres de tipos de actos lingüísticos no son sino indicaciones vagas, categorías populares sobre fenómenos de la comunicación. No hay un tipo de acto único que sea la propuesta argumental, ni hay en cada uno de estos tipos alternativos de actos precisión sobre su naturaleza. Igualmente, lo que el término “establecimiento”
cubre en la formulación general anterior no se refiere a algo claro, sino a un conjunto vago de tipos de objetos que resultan o se producen desde la disputa ideológica, o desde la revisión crítica de un tópico, o desde la consideración de una acción, o desde la negociación interesada de un recurso, o desde la consideración desimplicada de contenidos, entre infinitos otros tipos de procesos dialécticos del intercambio. En cada caso particular, concreto, esto que llamamos el establecimiento de un contenido es creado en forma específica. Entre otras cosas, el diálogo es un conjunto de formas dinámicas entre participantes. El número de formas posibles es infinito. Desde la perspectiva argumental, ciertos dinamismos son notorios. Por ejemplo, y para ilustrar en forma gruesa, el que pretende demostrar una tesis es al que vende lo que su interlocutor es al que compra. Esa es una dinámica mínima y asimétrica. A veces, ambas partes pretenden “vender” su tesis. Hay simetría en lo que al “peso de la prueba” respecta. Surge la audiencia ideal: la negociación compravende es de doble curso y deben aparecer criterios para que ambas partes compren y vendan. A veces hay aporía: no se llega a ninguna parte en la disputa-negociación. Las posibilidades son infinitas y, lo que importa advertir, concretas, “formas de vida”, como diría Wittgenstein. Veamos un caso tipo: A defiende la tesis “Los gitanos son ladrones”; B no defiende tesis alguna sino que es el espectador (el eventual comprador.) Tiene sus “derechos de consumidor”: cuestionar al proponente, dudar de la tesis propuesta, exigir la demostración, suponer que el sentimiento de convicción surgirá en él, una vez que la obligación de probar su tesis el proponente (el peso de la prueba) sea cumplida. Esta es una topología asimétrica: B no requiere vender su tesis: sólo es necesario que cuestione o vigile la calidad de la tesis de A. A por su parte, debe demostrar su tesis a B. Para hacerlo, debe acudir obligadamente a recursos que hagan que B diga “la compro”, es decir, “me has convencido”. Y resulta que un método -efectivo, natural, probado, automático, “ideal”- es probar la tesis. ¿Y cómo se prueba una tesis? El mecanismo para probar una tesis es lo que llamamos argumento. Lo hemos dicho: No debemos dejar que el uso de artículos definidos o sugerencias de unidad en los objetos nos confunda: No se trata de “el argumento” ni de “la demostración” etc. Veamos otro tipo de dinámica dialógico-argumental. A y B buscan resolver si x es P o x no es P, digamos, si el vecino es confiable o no es confiable, o si la
educación chilena es una estafa o no lo es. Y para hacerlo consideran en conjunto la información disponible, fabrican en conjunto las inferencias del caso y revisan la consistencia de las conclusiones. Otro tipo: A reta a B a elegir entre T y no-T, digamos, si el universo es finito o no es finito, y le asegura a B que, independientemente de lo que éste elija, él, A, demostrará que la tesis es falsa; de modo que A se compromete a demostrar tanto T como no-T, dependiendo de lo que B elija como su tesis. Y para hacerlo, procede de modo tal que encuentra consecuencias absurdas que se siguen, tanto si se sostiene T como si sostiene no-T. Otro tipo: A se propone instruir a su audiencia sobre la capacidad de adaptación e innovación de cierta especie de hormigas que se observa generando procedimientos y conductas bajo ciertas condiciones. A argumenta, pero no pretende que su audiencia se convenza de la capacidad creativa en las hormigas, sino, más bien, que aprenda sobre ciertos comportamientos observados. Los ejemplos se multiplican infinitamente, incluso en el nivel general de tipos de ejemplos, como los vistos. En general, en los diálogos reales, las argumentaciones son momentos parciales, fragmentos confusos, que transcurren simultáneos con otras dimensiones de la comunicación. Las formas simples de los tipos expuestos son primeras abstracciones hacia una descripción de los fenómenos dialécticos, o de dinámica dialógico-argumental.
1. Dialéctica clásica El término “dialéctica” nos viene del griego y significa “práctica del diálogo”, “práctica de la conversación” y también “práctica de la discusión”, “práctica del discurrimiento”, “pensar entre dos.” A estas prácticas les corresponde un arte o técnica: “el arte de la conversación” o “la técnica dialéctica”. En su origen, sin embargo, la dialéctica es la aplicación de métodos efectivos de refutación, un aspecto de lo que en términos llanos podría llamarse “pericia en el debate.” La dialéctica es una práctica de la argumentación por vía de la pregunta y la respuesta. En su forma más sistemática, como veremos, la dialéctica comienza como la observación de principios estables para la refutación.
1.1. Zenón A los argumentos de Zenón de Elea los tiene Aristóteles como primeras muestras de dialéctica y a él como primer dialéctico, en este sentido: Aplicaba el método que consiste en deducir consecuencias inaceptables o paradojales de principios propuestos como verdaderos. Así se obtiene un rechazo o refutación de los principios propuestos, que es el propósito específico del mecanismo: refutar la tesis del otro a través de un proceso de deducción racional que, partiendo de lo propuesto, termine en una contradicción o aberración. Muchas de estas refutaciones giraban en torno a las nociones de unidad y pluralidad. Por ejemplo, la idea de que una distancia la constituyen puntos intermedios -posiciones correspondientes a números en la serie aritmética- se refuta considerando que, para recorrer la mitad del trayecto, debemos primero recorrer la mitad de la mitad; y para recorrer este último tramo debemos primero recorrer su mitad; y así infinitamente. Esta es la forma en que se nos presenta la famosa paradoja de la carrera entre Aquiles y la tortuga: Supongamos que la tortuga parte con una ventaja de medio trayecto; Aquiles deben entonces, para alcanzarla, llegar a la mitad del recorrido; pero en ese lapso la tortuga se ha desplazado un nuevo trecho, por lo que, para alcanzarla, Aquiles debe primero cubrir ese trecho; pero, al hacerlo, la tortuga se ha desplazado un trecho más, por lo que, para alcanzarla, Aquiles debe cubrir ese nuevo trecho; y así infinitamente. Aquiles nunca alcanzará a la tortuga. Lo que así se refutaba tenía que ver con la reducción del espacio a unidades aritméticas, básicamente, a la serie de números naturales, comenzando por el uno. En el plano de su forma, se trata de un procedimiento para la producción de paradojas. El punto de partida del mecanismo es hipotético: “si eso fuera verdad, entonces se infiere esto otro, y de esto último podemos inferir este segundo otro...”, o “bajo la hipótesis H se sigue la conclusión C1; y si C1, entonces C2, y si C2, entonces C3...” hasta llegar a una conclusión paradojal. Por ejemplo, para refutar la tesis de que los lugares o posiciones existen (o, la tesis de que la noción de lugar tiene sentido) Zenón habría dispuesto alguna variante del siguiente argumento: 1. Zenón: Si algo existe está en una posición, ¿verdad? 2. Interlocutor: Claro 3. Zenón: Luego, las posiciones existen 4. Interlocutor: Claro 5. Zenón: Pero, si una posición existe, está en alguna posición (la hipótesis concedida en 1.)
6. Interlocutor: Bueno, sí... 7. Zenón: Entonces, las posiciones están a su vez en posiciones, las que a su vez están en posiciones, las que a su vez están en posiciones, ad infinitum. De este modo, se prueba que la noción de posición es absurda -porque lleva a un sinsentido, a una regresión infinita- y, bajo ese criterio, se refuta la tesis de que las posiciones existen. En este caso, hay supuestos adicionales que, en su época, servían de apoyo a esta refutación, a saber, que si algo no está en posición alguna, ese algo no existe. En términos del conocimiento, nada de esto tiene mayor sentido en nuestros días, como se entiende. La investigación seria no se deja llevar por nociones cotidianas; no concluye nada a partir de paradojas de la semántica natural del lenguaje humano. Por ejemplo, la noción de “posición” en física, digamos, de partículas, de plantearse en algún contexto, tiene un sentido propio, el cual no puede integrarse a la red dialéctica del diálogo expuesto. Para empezar, la concesión de “si algo existe entonces está en un lugar” no puede hacerse, no habiendo contrapartida en esas disciplinas para las nociones vagas de “algo existe” y de “lugar.” Desde nuestra perspectiva, el mecanismo dialéctico tratado, uno entre incontables otros procedimientos que producen propuestas, requiere de una descripción naturalista, siendo en sí un objeto interesante del conocimiento. (Por un lado, y lo que concuerda con su propósito en aquellos inicios, las tendencias dialécticas se presentan como movimientos anticientíficos, que exponen al absurdo los avances de la ciencia de la época. Por otro lado, los mecanismos dialécticos y sus prácticas son operaciones que, sin ser ese su propósito, han evidenciado las debilidades intrínsecas que encuentran los intentos de producir conocimiento por el expediente de la racionalidad del lenguaje cotidiano o alguna versión sofisticada de éste, los absurdos que se producen en los intentos de conocer el mundo a través de definiciones y relaciones entre definiciones de términos aparentemente interesantes, como tiempo, posición, movimiento, verdad, conocimiento, virtud, bien, y cualquier otro término del lenguaje natural que despierte nuestro interés.) Los mecanismos de la dialéctica, así entendida, fueron empleados por los sofistas, que se afamaban de poder demostrar cualquier tesis y también su contraria. El principio del debate sofístico, en tanto ejercicio intencionado, era algo así como lo siguiente: el sofista propone una tesis inicial a su interlocutor y éste debe aceptarla o rechazarla, ante lo cual el sofista prosigue a la demostración dialéctica de la tesis contraria a la de su interlocutor. Una vez iniciado, este “juego” dialéctico obliga al interlocutor (el contestante o
defensor) a aceptar o rechazar las propuestas del sofista (el preguntante u oponente), lo obliga a responder en forma breve, no le permite introducir comentarios, preguntas de contenido, ni otras intervenciones con desarrollos mayores, y no le permite desdecirse, echar marcha atrás y cambiar su respuesta en algún punto del recorrido. Es el sofista quien guía el diálogo. Veamos dos variantes, una en la que el interlocutor rechaza la tesis “Dios existe” (A), y otra en la que la acepta (B): A Sofista: Dios existe (¿Qué piensas tú de esa tesis?) Interlocutor: no, Dios no existe Sofista: Sí, Dios existe Sofista: Este lápiz que está sobre la mesa ¿lo ha puesto alguien allí, no es cierto? Interlocutor: Ciertamente Sofista: Y no es acaso verdad que todos los objetos que están en un lugar están allí por haber sido puestos allí? Interlocutor: Claro Sofista: ¿No es el Mundo un enorme objeto? Interlocutor: Así es, un objeto enorme Sofista: ¿Y no está acaso en algún lugar? Interlocutor: Por cierto Sofista: Pues, entonces, lo habrá puesto alguien allí ¿no te parece? Interlocutor: Sí, de hecho... Sofista: Y no es cierto que sólo Dios es capaz de colocar un objeto así, como el Mundo allí donde está? Interlocutor: Ciertamente Sofista: Luego, Dios existe B Sofista: Dios existe (¿Qué piensas tú de esa tesis?) Interlocutor: Sí, Dios existe Sofista: No, Dios no existe Sofista: Si Dios existiese sería el creador de todas las cosas, todo lo que es algo en el universo, ¿verdad? Interlocutor: Claro, sería el creador de todo Sofista: Si Dios existiese, sería algo, no podría simplemente ser nada, ¿verdad?
Interlocutor: Por supuesto, Dios es algo; que sea nada es como decir que no existe Sofista: Pero si Dios es algo sería algo creado por Dios, porque Dios es, por hipótesis, el creador de todo lo que es, ¿verdad? Interlocutor: Sí, es verdad... Sofista: De modo que Dios o bien ha sido creado por otro dios o él mismo se auto-creó Interlocutor: Sí, se sigue de lo que hemos dicho Sofista: Si ha sido creado por otro dios, entonces este otro dios sería el Dios, creador de todo lo que es Interlocutor: Sí Sofista: Pero este otro dios, que es Dios, si existe, sería algo, no simplemente nada Interlocutor: Claro Sofista: Pero si es algo, entonces sería creado por Dios, quien, por hipótesis, es el creador de todo lo que es Interlocutor: Lo hemos dicho, sí Sofista: De modo que Dios o bien ha sido creado por otro dios o él mismo se auto-creó Interlocutor: Sí, como antes, se sigue de lo que hemos dicho Sofista: Pero el concepto de este otro dios que es Dios, si ha sido creado por otro, un tercer dios, sería un concepto imposible, sin fin, porque a este tercer dios, que sería Dios, le aplica la misma lógica, de suerte tal que nunca llegamos al dios verdadero, al dios “creador de todas las cosas” por esa vía. Interlocutor: ¿Cómo así? Sofista: El concepto de que Dios haya sido creado por otro dios es imposible, porque nos lleva a una regresión sin fin, a saber, que ese otro dios a su vez ha sido creado por otro dios, y este último por otro y así indefinidamente Interlocutor: Es un concepto imposible Sofista: Por lo tanto, un concepto falso o algo que no es un concepto Interlocutor: Sí Sofista: De modo que la opción es que Dios se haya auto-creado Interlocutor: Efectivamente Sofista: Pero si Dios se auto-crea, entonces el dios auto-creador es Dios, el creador de todas las cosas Interlocutor: Claro Sofista: Ahora bien, este dios auto-creador, que es Dios, si existe, es algo, no simplemente nada Interlocutor: Claro
Sofista: Pero, de ser así, sería algo creado por Dios, el creador de todas las cosas Interlocutor: Sí... Sofista: De modo que esta noción de Dios auto-creador nuevamente nos conduce a una regresión sin fin, a un concepto imposible, a una falsedad Interlocutor: ¿Por qué? Sofista: Hemos dicho que, de existir, el dios auto-creador sería algo, y no simplemente nada. Y, de ser algo, por hipótesis, sería algo creado por el creador de todas las cosas: Dios. Por hipótesis, este último dios sería un dios auto-creador, el cual, de existir, sería algo, y no simplemente nada. Por hipótesis, de ser algo, sería algo creado por Dios, creador de todas las cosas. Igualmente, por hipótesis, este último dios sería un dios auto-creador, el cual, de existir, sería algo, y no simplemente nada. Y, de ser algo, por hipótesis, sería algo creado por el creador de todas las cosas: Dios. Y así sucesivamente. De modo que esta noción de un dios auto-creador, o de Dios como autocreador, es imposible, no es una noción en absoluto, porque no tiene fin, no concluye, nada logra significar Interlocutor: Así es Sofista: De modo que Dios, el creador de todas las cosas, no existe. La hipótesis es una noción sin sentido, sin término; una noción falsa Interlocutor: Sí 1.2. Sócrates Sócrates aplicaba la dialéctica en sus diálogos, pero su propósito no era un juego o ejercicio sofístico, para demostrar una tesis y así sostenerse ante una audiencia, o bien refutar una tesis y oponerse a un contrincante, sino una búsqueda de la verdad, de la esencia de las cosas, de la definición de la idea. Las intervenciones en los diálogos socráticos suelen ser largos recorridos del razonamiento, centrados focalmente en asuntos de definición de términos. El interlocutor dialéctico no es el paciente de una refutación, tanto como un catalizador del recorrido en la búsqueda de la verdad. Es por este procedimiento particular, de búsqueda de la verdad a través de las definiciones, que la dialéctica se concibe también como la forma del ascenso intelectual hacia la verdad, hacia los conceptos o las ideas (verdaderas.) En aquellos diálogos más socráticos que platónicos se llega muchas veces a la aporía, a un “no sabemos.” Es decir, mientras que los sofistas se decían poder demostrar ambas tesis, la positiva y su contraria, con Sócrates el resultado era más bien que ninguna se demostraba. Se cuenta que, a propósito del
pronunciamiento del oráculo délfico de que ningún hombre era más sabio que Sócrates, el maestro insistía que ello no era así, sino, tal vez, sabio en el solo punto de al menos saber él que nada sabía, a diferencia de otros que creían saber cosas sobre las que en verdad eran ignorantes. Y esa ignorancia es lo que se hace manifiesto en los procedimientos dialécticos de los diálogos socráticos. “Sólo sé que nada sé” es el dictum que ha pasado a identificar a este maestro grande de la dialéctica, y mártir de la filosofía occidental. 2. Dialéctica y diálogo Otros significados vigentes del término “dialéctica” son: “postura política materialista”, “postura filosófica materialista”, “lógica de contrarios”, “el arte de engañar con palabras”, “razonamientos sofísticos”, “el arte de la persuasión”, “el estudio de la persuasión”, “la lógica de la discusión cognoscitiva.” Alguna afinidad hay entre algunos de estos miembros, pero la semejanza no es obvia en todos ellos y en algunos parece simplemente no existir. Sin embargo, el término “dialéctica” puede emplearse para nombrar este conjunto abierto de fenómenos, entendiendo que los estudios específicos precisan los asuntos en cada caso, a la vez que los multiplican. Como se ha propuesto, por “dialéctica” entendemos, en forma vaga, el ámbito de las funciones dialógicas, un conglomerado heterogéneo de fenómenos. La definición no es tal, sino una fórmula o licencia para incorporar todo asunto dialógico dentro de la dialéctica. Por ejemplo, y como vimos en los comentarios iniciales de este texto, el diálogo es un lugar en el que aparece en forma natural el fenómeno que nombramos “peso de la prueba”: quien propone algo a alguien puede ser exigido de dar justificación de su propuesta. Esta exigencia es un derecho que emana del espacio dialógico: estar en diálogo trae consigo dicho derecho en el interlocutor y la obligación correspondiente en el proponente. De modo que a partir de un diálogo argumental cualquiera podemos, por ejemplo, dar cuenta de la distribución de estas funciones de la exigencia y la obligación de la prueba en los participantes y describir así una estructura en esta dimensión (y, por ejemplo, un diagnóstico de estas funciones en los participantes.) Otros fenómenos dialógicos que aquí concebimos como dialécticos se refieren a la introducción y el recorrido de los tópicos en el diálogo y a la manifestación de funciones adicionales en las intervenciones de los participantes, como las de aceptación, rechazo, iniciativa, comentario, crítica, contra argumentación, refutación, concesión, presuposición, fundamentación, justificación, entre incontables
otras. (Para algunos estudios dialécticos en este sentido, ver Anexos IV y V en Clases de Pensamiento Crítico, E. Rivano, 2006)
3. Dialéctica del pro y el contra Detengámonos en un aspecto entre los mencionados, que interesa centralmente a la argumentación y al razonamiento. De la tradición se rescata el estudio del recorrido dialógico del tipo “pro y contra.” La organización pro y contra de un texto argumental suele ser una herramienta conveniente para el diseño de argumentos y para el ordenamiento de las propuestas y las posturas en el diálogo argumental. El modelo general es una ramificación para la propuesta: cada propuesta gatilla series de argumentos a favor y de argumentos en contra. Y para cada argumento vale la misma norma, es decir, que cada uno es una propuesta ante la cual se abren series de argumentos a favor y argumentos en contra. En términos esquemáticos: PROPUESTA
PRO...
PRO...
PRO...
CONTRA...
CONTRA...
PRO...
CONTRA...
CONTRA...
... El esquema de ramificación ilustra el hecho de que una propuesta argumental admite infinitos argumentos a su favor e infinitos argumentos en su contra (los puntos suspensivos), y para cada uno de éstos se abren infinitos argumentos a favor y argumentos en contra, y así en forma recursiva. Un orador eficaz planificará su argumentación de modo tal que el diseño cubra los espacios iniciales, profundizando la cobertura, de acuerdo a la seriedad del asunto. Una vez llenado con los contenidos de cada caso, el mapa nos hace ver las debilidades y las fortalezas de la argumentación propia, nos guía en la
contra-argumentación, nos indica recorridos seguros y otros no tan así. En términos más neutrales: el modelo aplicado presenta un índice del peso argumental de una propuesta, la proporción de argumentos a uno y otro lado de la balanza.
3.1. Razonamiento dialéctico
En este recorrido dialéctico estamos midiendo opuestos y avanzamos a través de opuestos. Ilustremos con el razonamiento de Ernesto, un ejemplo adaptado de Naess (Naess, Arne. 1961. Empirisk Semantik. Oslo: Univeristetsförlaget) Se le ha insinuado a Ernesto -su mamá y su tía Julia- que se dedique exclusivamente a los estudios y que deje de juntarse con los amigos, que no se vea tanto con la polola y que deje la banda de rock... Ernesto considera el imperativo DEBO CONCENTRARME EXCLUSIVAMENTE EN LOS ESTUDIOS UNIVERSITARIOS desde una perspectiva aprendida en un curso de argumentación, sufrido hace poco. Ubica los argumentos a favor a un lado de la balanza, y los argumentos en contra, al otro: PRO: 1. Así sacaré la carrera antes 2. obtendré ingresos regulares antes 3. obtendré una posición social antes CONTRA: 1. pero perderé mis actividades favoritas 2. me transformaré en un tonto fome 3. sufriré más En este punto, Ernesto no sabe qué hacer: la balanza está equilibrada, o, peor aun, parece pesar más del lado de los argumentos a favor del temido imperativo, lo que poca gracia le causa... Pero aquí recuerda Ernesto las líneas
de un poema que repetía en su niñez: "en este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal por que se mira". Y mientras resaborea esta última frase, "... todo es según el color del cristal por que se mira", Ernesto recuerda también algo que había captado en el curso aquel, sobre cómo los argumentos a favor podían transformarse en argumentos en contra (y viceversa, aunque aquello no le venía a la memoria en este momento). Con este impulso, Ernesto ataca nuevamente al odioso imperativo, produciendo argumentos que transforman los argumentos a favor en argumentos en contra: CONTRA-PRO: 1.1. si termino antes, tendré que salir a buscar trabajo antes 2.1. cuando obtenga ingresos regulares, mis padres me dirán que aporte o me vaya 2.2. cuando obtenga ingresos regulares, mi polola querrá casarse!! 3.1. obteniendo una posición social, me lleno de hipocresía Satisfecho del resultado (y reconociendo una nueva dimensión de su curso de argumentación), Ernesto ha decidido no dedicarse exclusivamente a los estudios universitarios y ha recuperado la felicidad... por el momento.
3.2. Diseño argumental Como vemos, el principio general del sistema que Ernesto pone en función es simple: para cada postura avanzada en el razonamiento pueden abrirse infinitas posturas, tanto a favor como en contra. Como la aplicación es recursiva, la ramificación es, en principio, infinita. El modelo del pro y el contra establece un modo de mapear el campo de batalla de una argumentación, tanto antes como después de ocurrida: antes, como una herramienta para la estrategia y la planificación; después, para el registro o la descripción de lo sucedido.
Notamos que, sin la oposición real de un interlocutor interesado en lo contrario, la libertad intrínseca del mecanismo nos puede llevar a cargar tendenciosamente la balanza para un lado, de acuerdo a lo que nos conviene, de acuerdo a nuestros intereses, deseos, temores, pertenencias, inclinaciones, creencias, prejuicios, valores. Lo normal es que, individualmente, primen los motivos por sobre las razones (lo que, irónicamente, se conoce como “racionalización” en terminología común). Sin embargo, en el encuentro dialógico, un espacio se crea en el que las posturas parciales, motivadas, se enfrentan. Y en ese espacio de convivencia humana surgen exigencias de racionalidad que se relacionan con las formas de argumentar y con el terreno específico de las materias tratadas y que pueden pasar a regir en el encuentro y arbitrar por sobre las posturas parciales. El espacio del diálogo neutraliza así, en parte, la tendencia individual a argumentar “racionalizando” las posturas, es decir, creando razones ad hoc de acuerdo a lo que nos conviene. En sí, el sistema no determina de qué lado se va a inclinar la balanza en una argumentación dada. Se trata de un mecanismo, un principio de funcionamiento. Como hemos visto, el modelo de argumentación práctica que aplicamos en estos desarrollos se presta para el empleo ajustado de este mecanismo: Una propuesta es medida en términos de su estructura interna, es evaluada en su calidad argumental. No basta con que ocupe un lugar en la bifurcación de la balanza, al lado pro o al lado contra. Debe articularse en términos de los casilleros funcionales de un argumento sólido, para no ser eliminada del lugar que ocupaba en la disputa. De modo que la combinación del modelo de argumentación factual con el esquema de los pro y los contra se ofrece como una herramienta avanzada de diseño argumental: para armar su propuesta, ramifique sus pro, construidos bajo los criterios del argumento factual, y prepare sus contra-(contra-pro) del mismo modo. Para desarmar un argumento observe su estructura de pro y contra y proceda a argumentar en contra de cada uno de sus nódulos pro, a la vez que se construye una propuesta alternativa.
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EJERCICIOS Y SESIONES DE TRABAJO Y DE DISCUSION I EJERCICIOS
1. Establezca las garantías que juegan en los pros y los contras de Ernesto. 2. ¿Qué funciones están involucradas en los contra-pros de Ernesto? 3. Dibuje el esquema de los pros y los contra que se produce en el razonamiento de Ernesto II SESIONES 1. Tema de Discusión: “Razón vs. motivo: el argumento como astucia, ardid; la razón como racionalización; la razón al servicio de la voluntad.” 2. Las posturas que siguen suponen dos argumentaciones contrapuestas. Adopte ambas y genere una discusión fundamentada de argumentos pro y argumentos contra, es decir, adoptando ambas tesis, genere para cada una una argumentación a favor, protegiéndose, en lo posible, de la argumentación en contra. (Por autores como Karl Popper y Thomas Khun pueden iniciarse lecturas para desarrollos de más alcance) (a) Cada vez sabemos más y más: la ciencia avanza y va eliminando lo errores pasados y se acumula cada vez más conocimiento y más verdad sobre el mundo. (b) Cada vez sabemos menos y menos: la ciencia no es más que una secuencia de teorías que luego demuestran ser falsas, de modo que lo que se acumula en la historia del conocimiento es falsedad tras falsedad: la verdad nunca se alcanza, el conocimiento es una ilusión. 3. El estudiante o grupo A defiende la postura expuesta a continuación (que es una formulación de una tesis de derecho natural económico de Locke), en tanto que B ataca esta tesis. (A y B pueden ser una misma persona, en un trabajo individual. Lecturas avanzadas buscarán contenidos relevantes en textos de las disciplinas económicas, políticas y sociales que traten “teoría del valor”) “El hombre crea riqueza combinando su trabajo con el material de la naturaleza. El hombre tiene derecho a poseer toda la riqueza que se genera de su trabajo”
4. Cada grupo ha propuesto una tesis de interés social que deberá defender (argumentar, justificar) ante el resto de la clase. La clase hace de jurado y da a cada grupo una nota en “convicción” y otra en “persuasión” al final de las exposiciones. 5. Dos grupos se enfrentan en la contienda sofística. Primero, el grupo A propone una tesis que el grupo B deberá aceptar o rechazar. Dependiendo de ello, el grupo A refuta la tesis del grupo B, de acuerdo a las indicaciones para la refutación sofística en esta sección. Luego se invierten los roles dialécticos entre los grupos.