U N I V E R S I D A D
C I E N T Í F I C A
D E L
S U R
VOLUMEN 10, NÚMERO 1, NOVIEMBRE 2017 – ABRIL 2018 ISSN 2076-2674 (IMPRESA) ISSN 2415-0959 (EN LÍNEA)
Plana directiva Presidente del directorio José Dextre Chacón Presidente ejecutivo Luis Cardó Rector emérito José Amiel Pérez Rectora Josefina Takahashi
Dirección Rubén Quiroz Ávila Asistencia de dirección Juan José Rodríguez Vanessa Vera Chaparro
REVISTA DE CIENCIAS HUMANAS Y SOCIALES DE LA UNIVERSIDAD CIENTÍFICA DEL SUR
ISSN 2076-2674 (impresa) ISSN 2415-0959 (en línea) Volumen 10, número 1 Noviembre 2017 – Abril 2018
Consejo editorial Carlos Vargas Salgado (Whitman College) José Antonio Mazzotti (Tufts University) Ignacio López–Calvo (University of California, Merced) Song No (Purdue University) David W. Foster (University of Arizona) Patricio Ibarra Cifuentes (Universidad Bernardo O'Higgins) João Paulo C. S. Rodrigues (Universidade Federal de São João del Rei) Augusto Ruiz Zevallos (Universidad Nacional Federico Villarreal) Henry Tantaleán (Instituto Francés de Estudios Andinos, University of South Florida) Universidad Científica del Sur Carretera Antigua Panamericana Sur km 19 s/n Villa El Salvador, Lima, Perú
[email protected] http://www.cientifica.edu.pe/investigacion Diseño y diagramación Carmen Huancachoque Corrección Juan Carlos Bondy Cuidado de textos en inglés Stephen Light (www.eltraductoringles.com) Traducción al portugués Jaqueline Soares Coordinación editorial Miguel Ruiz Effio Imagen de portada © Antonio Moretti
www.revistas.cientifica.edu.pe/desdeelsur Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N.° 2009-11733 Desde el Sur es una revista académica de publicación semestral que edita la Universidad Científica del Sur. Su orientación es la investigación en las ciencias humanas y sociales, de preferencia con temas latinoamericanos y nacionales.
Contenido
Editorial ............................................................................................... 7
Dossier 1. Asesinos, faites y bandoleros: cuando el vals peruano cantaba la trasgresión y la norma Killers, crooks and bandits: When Peruvian waltzes sang of social transgression
Gérard Borras................................................................................. 11 2. Lima, el Magdaleno y los chilenos Lima, the La Magdalena government and the Chileans
Luis Guzmán Palomino............................................................... 37 3. La política pública educacional de Simón Rodríguez para la República del Perú (1825) A política educacional de Simón Rodriguez para a República do Peru (1825)
The public education policy of Simón Rodríguez for the Republic of Peru Ageu Quintino Mazilão Filho.................................................... 67 4. Billinghurst y las salitreras de Tarapacá (1872-1876) Billinghurst and the Tarapacá saltpeter industry (1872-1876)
Carlos Roberto Flores Soria....................................................... 93 5. Las voces del aire: la radio y la construcción de un nuevo espacio de negociación en el Perú (1925-1930) Voices in the air: radio and the construction a new medium for negotiation in Peru (1925-1930)
Juan Chumpitaz Fernández...................................................... 115
6. La escritora y sus detractores: Clorinda Matto de Turner (1890-1895) The writer and her detractors: Clorinda Matto de Turner (1890-1895)
Juan José Pacheco Ibarra .......................................................... 133 7. Libertad de cultos o tolerancia religiosa: anticlericalismo en el Perú (1900-1915) Religious freedom or religious tolerance: anticlericalism in Peru (1900-1915)
Robert Salazar Quispe................................................................. 157 8. Del radicalismo liberal al anarquismo: vidas paralelas de Christian Dam y Manuel González Prada From liberal radicalism to anarchism: the parallel lives of Christian Dam and Manuel González Prada
Juan Carlos Hilario Melgarejo.................................................. 177
Artículos 9. Sebastián Salazar Bondy y la utopía del socialismo mágico: revisitando El rabdomante Sebastián Salazar Bondy and the utopia of magical socialism: revisiting El rabdomante
Carlos Vargas Salgado................................................................. 201 10. El sujeto migrante posmoderno en la literatura-mundo The postmodern migrant subject in world literature
Carlos Manuel Arámbulo López.............................................. 217
Reseñas 1. Ricardo Falla, Poesía abierta Eduardo Huarag Álvarez............................................................ 233 2. Donato Amado, José Forniés, Paulina Numhauser, Escrituras silenciadas. Poder y violencia en la península ibérica y América Luis Daniel Soto Núñez............................................................... 237 Normas de la revista Desde el Sur para los autores de artículos.................................................................................... 245 Desde el Sur journal guidelines for the authors of articles........................................................................................ 253
Editorial
Las investigaciones en humanidades y ciencias sociales son un extraordinario aporte al conocimiento. A veces, un modelo de ciencia positivista asume que solo las pesquisas que obedezcan al molde de las ciencias duras son las válidas y hegemónicas, como si desde las letras solo se hicieran aportes banales. Craso error. Una revisión del mismo concepto de investigación debe llevarnos a considerar que, en un país como el nuestro, las disciplinas académicas, por su propia naturaleza, tienen distinciones y diferencias. No hay una disciplina científica que deba apropiarse de ser la única y verdadera. Ese esquema esconde un paradigma heredero del más rancio positivismo. Es decir, suponer que la ciencia solo es propiedad de la física, la química, la matemática, etc., es como si el conocimiento tuviera restricciones jerárquicas. Cuando una institución gubernamental, que marca la política nacional, asume ese paradigma excluyente, poco favor hace al crecimiento de la comunidad científica. En ese sentido, es importante manifestar, desde nuestra revista, nuestro absoluto compromiso, desde 2009, con la ciencia en el Perú. Estamos totalmente convencidos de que un país que pretende ser desarrollado debe incluir, imprescindiblemente, toda una política de promoción, en todas las dimensiones de convivencia como nación, del espíritu científico, como bien sostenía Bachelard. La formación científica debe atravesar todas las capas educativas. Nosotros, como una vitrina de textos que muestra las profundidades de nuestras dinámicas sociales, somos coherentes con esa agenda colectiva y necesaria. Es por ello que los agentes de gobernanza, antes que ser puni-
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tivos o cerrados, deben ser aliados de las iniciativas de instituciones que hacen sistemáticos esfuerzos por construir una comunidad científica. En este excelente número de Desde el Sur hay un abanico de investigaciones que refuerzan nuestra línea de promover intensamente la episteme desde las humanidades y las ciencias sociales.
Rubén Quiroz Ávila Director
Dossier
Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 11–36 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-11-36
Asesinos, faites y bandoleros: cuando el vals peruano cantaba la trasgresión y la norma Killers, crooks and bandits: When Peruvian waltzes sang of social transgression Gérard Borras1
Universidad de Rennes 2, Francia
[email protected]
RESUMEN
Este trabajo pretende rescatar del olvido las canciones cuyo tema es la trasgresión social en el Perú de inicios del siglo XX. Bandidos y criminales de todo orden fueron retratados en las letras de canciones, de tal manera que quedaron inmortalizados en los archivos, pero no alcanzaron más que a raspar la memoria colectiva en momentos posteriores. Muchas de estas obras fueron recogidas en El Cancionero de Lima, cuyo público era mayormente de los sectores populares urbanos letrados, de Lima y provincias. Estas canciones aparecían mezcladas con las letras de los éxitos del momento y refrescaban con su lenguaje festivo la vida cotidiana de la población peruana. La preocupación por tratar temas de este tipo se puede inferir de la atmósfera vivida en el cambio de siglo, cuando estas ciudades expresaron los cambios propios de un proceso de modernización que repercutió directamente en el tejido social urbano. PALABRAS CLAVE
Lima, Perú, música popular, cancioneros, criminales y bandidos del siglo XX
1 Es profesor de estudios hispanoamericanos de la Universidad de Rennes 2. Dedica sus
investigaciones a las relaciones entre música popular y sociedades en los países de América Latina y la zona andina en particular. Ha publicado, sobre estas temáticas, Lima, el vals y la canción criolla (1900-1936) y, con Fred Rohner, varias ediciones de archivos históricos de la música popular peruana. Ha sido secretario general del Instituto de las Américas en París y director del Instituto Francés de Estudios Andinos en Lima.
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ABSTRACT
This work aims to rescue from oblivion the songs whose underlying theme is social transgression in Peru during the early 20th century. Bandits and criminals of all kinds were portrayed in song lyrics, causing them to be immortalized in the nation’s archives while remaining all but lost to the collective memory of subsequent generations. Many of these works were collected in the Lima Songbook, which mostly attracted a public composed of literate urban residents, either in Lima or beyond the capital. These songs influenced the hits of the time, bringing pleasure and entertainment through their witty language to the daily lives of ordinary Peruvians. The issues touched upon by such songs reflect the atmosphere of turn-of-thecentury urban Peru, with cities undergoing the changes inherent in the process of modernization, and their effects upon the social fabric. KEYWORDS
Lima, Peru, folk music, songbook, criminals, 20th century bandits Si confiamos en la memoria colectiva de los limeños o si examinamos la producción discográfica de discos de victrola de las primeras décadas del siglo XX y la posterior de los vinilos 45 o 33 r.p.m., los bandidos, los asesinos y los criminales no parecen haber inspirado a los autores y a los intérpretes de la canción popular de la costa peruana. Pongamos aparte el consabido vals «Luis Pardo» que canta al más famoso bandolero peruano; la canción parece haber ignorado una temática tan presente en otros países de lengua española. Los primeros tangos cantan a guapos y compadritos, los viejos corridos mexicanos relatan las epopeyas de revolucionarios bandoleros, los actuales cantan las exacciones de los narcos, las zarzuelas españolas evocaban los salteadores de camino y los malandrines; hasta la salsa no se olvidó del tema con, entre otras canciones, el extraordinario «Pedro Navaja», de Rubén Blades. Sin embargo, una búsqueda paciente nos ofrece sorpresas y las páginas de un pequeño cancionero demasiado tiempo olvidado permiten matizar la observación inicial. Entre 1910 y 1940, aparecía todas las semanas El Cancionero de Lima, verdadero heredero del pliego de cordel. Se vendía en los mercados o en las calles de la capital peruana. Su público predilecto era popular, como lo indican su precio módico y el subtítulo: Semanario festivo popular. El cancionero publicaba cantables de zarzuelas, muy de moda en aquella 12
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época, pero también letras de canciones del repertorio internacional: boleros, corridos, rancheras, sones, congas, tangos, foxtrot, etc. Dedicaba también una parte importante de sus ocho páginas a la difusión de canciones populares de la costa y de Lima en particular. Con cuartetas y octosílabos estas canciones vienen a ser verdaderas crónicas de la vida cotidiana de la Ciudad de los Reyes. Cantaban evidentemente a los amores felices o frustrados, pero contaban también las transformaciones de la ciudad, la falta de alojamientos, la escasez de alimentos, los conflictos sociales, los problemas de frontera con el vecino chileno o colombiano, el surgimiento de la Patria Nueva del presidente Leguía o el del APRA de Haya de la Torre. Todo lo que de manera significativa sorprendía, consolidaba o perturbaba las relaciones sociales era captado (¿o creado?) por los editores de El Cancionero de Lima. Las canciones dedicadas a los maleantes de toda categoría y a sus exacciones no podían ser ausentes del repertorio. El espacio que ocupaban llama la atención hasta tal punto que podemos preguntarnos qué funciones cumplían en el espacio social en el que se difundían. Obviamente, percibimos en las composiciones el deseo de crear cierto sensacionalismo, de dar a leer al público lector u oyente detalles muy realistas, pero parece que lo esencial no radicaba en estos aspectos y que otras intenciones dibujaban el discurso subyacente de estas canciones.
Asesinos y criminales Entre los temas privilegiados por El Cancionero de Lima figuraban los asesinatos. Poco a poco las ocho páginas del pequeño semanario se transformaban en verdadera crónica roja. Basta con hojear los primeros números de la serie 300 para darnos cuanta de que este género de canciones tenía éxito y que inspiraba a los compositores y autores. 301 El nuevo Caín 301 La muerte de Bedoya 304 Descubrimiento de un crimen 306 El suicidio de las Cómodas 320 El crimen de la calle Espaderos, declaración de los asesinos 322 Drama pasional de Mercaderes 326 El crimen del Callao 327 El crimen de la Victoria 340 El crimen del Barranco Aunque nuestra información no está completa, disponemos de números suficientes para identificar una tendencia: el Cancionero se esmera en recoger y difundir este tipo de noticias. Estos crímenes conmueven, espantan a veces, sorprenden a menudo, ya que son, en una ciudad de Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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dimensiones modestas todavía, la ruptura visible y muy cercana de un determinado orden social. Las canciones cuentan un comportamiento que se desvía de las normas y en este sentido son ambivalentes: dan miedo, pero fascinan. La canción y el cancionero dan otra existencia al acontecimiento poniéndolo en forma poética y melódica. Muchas veces hacen el relato del suceso recurriendo a la cuarteta y al octosílabo, pero subrayan también el aspecto insólito o sorprendente de la noticia relatada. No podemos considerarlos como meros soportes de una información: ofrecen también algo más, que es lo que el autor de la letra desea evidenciar. La primera letra de la lista indicada arriba, «El nuevo Caín», fue publicada sin información complementaria (a qué género musical pertenece, con qué melodía debe ser interpretada, quién es el autor). El nuevo Caín Otro crimen nos deja este terrible verano: un malvado que por celos apuñala a su hermano. El caso es que un Palomino con su hermano que es Medina reñían a las puñadas del camal en una esquina. Y boxeaban nada menos sin dar su brazo a torcer, por estar enamorados de una misma mujer. En el curso de la lucha Palomino algo entendido le dio feroz puntapié que lo dejó sin sentido. Creyéndolo casi muerto se dio a la fuga el bandido pensando escapar así de poder ser aprehendido La Policía que es lista en casos como el presente cumpliendo con sus deberes le dio caza al delincuente. 14
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Al sitio de la pelea condujeron al malvado, donde todavía estaba su pobre hermano, privado. Palomino al verlo así muy lejos de arrepentirse y sin que los policiales pudieran apercibirse, Sacó un puñal que tenía muy oculto de antemano se abalanzó y se le hundió en el cuerpo de su hermano. Luego blandiendo el puñal acometió a los guardianes, llenándolos de improperios y llamándolos rufianes. Después de algunos esfuerzos fue reducido el matón, llevado cual merecía a purgar en la prisión. La originalidad del tema radica en este crimen que involucra a dos hermanos que pelean por el amor de una misma mujer. La ruptura del orden es doble: los vínculos fraternales no son suficientes para representar valores morales supremos que hubieran podido impedir el conflicto. Por otra parte, el fratricida llevado por la Policía en el lugar de la pelea, muy lejos de apiadarse, saca la navaja que escondía y se ensaña con su hermano. Las 10 cuartetas de octosílabos ofrecen la narración de la escena y sus diferentes momentos según un esquema muy conocido, pero la última estrofa concluye mostrando que la moral y el orden social se han preservado. Esta referencia al «buen comportamiento» estaba ya presente en la canción cuando el autor rendía un señalado homenaje a las fuerzas del orden: La Policía que es lista en casos como el presente cumpliendo con sus deberes le dio caza al delincuente. Dicho de otro modo, percibimos una de las constantes de las canciones publicadas. En sus versos los autores insisten en el horror de los Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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crímenes, en la ruptura social que significa el comportamiento de los asesinos, para ofrecer como telón de fondo a la sociedad limeña y, en particular, a los sectores sociales en los que se difundían estas canciones, un discurso de normas y de comportamientos ciudadanos. Es lo que podemos leer también en este vals publicado en El Cancionero de Lima, nro. 340: La captura de Cata Cata, que es un gran malvado, a una pobre anciana en barranco estranguló, y por no ser denunciado a la infeliz muchacha también él la hirió. Ya encerrado está entre rejas el bandido, que pronto recibirá el castigo merecido. Hoy toda la sociedad da un voto de aplauso a esta gran autoridad, que con su sagacidad descubrió al criminal. En otro número, «El crimen de la calle Espaderos» describe con gran cantidad de detalles los diferentes momentos del crimen, el comportamiento inhumano de la instigadora que usa de sus encantos para que su víctima caiga en la trampa que había premeditado con su cómplice. El crimen de la calle de Espaderos2 (Declaración de los asesinos) Ya conocen los lectores el crimen sensacional, con sus miterios y horrores que alarmó á la capital, La Yolanda y el Durán son los dos protagonistas, personas ambas muy listas que combinaron el plan. Ella fue amante de Goldz 2 El Cancionero de Lima, nro. 320.
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y su dinero le dio; disgustáronse los dos y la venganza surgió. Los celos la hicieron presa de un desprecio que sufrió, revestida de maleza por asesinarlo optó, Buscó cómplice, a Castillo que de Goldz fue su empleado, y que por ser algo pillo de la casa fue expulsado. Durán guardaba rencor por el que fue su patrón, y aprovechó la ocasión al demostrar su valor. Como lo es de suponer, tuvieron una entrevista entre el hombre y la mujer, quedó la venganza lista. Ella para apoderarse de la persona de Goldz, simuló reconciliarse y en paz quedaron los dos. Para practicar su infamia esta a Durán ocultó por debajo de la cama donde el momento esperó. Muy pronto Goldz se durmió caneado de sus labores, y entonces, pues, comenzó el crimen con sus horrores. Yolanda una ficha empuñó que una tal Cruz le llevara, y el primer golpe asestó a Goldz que estaba en la cama. Ella al punto se aterró y el hacha pasó a Durán con la que a Goldz victimó coronando el negro plan. Durán las joyas robó del dueño de la pensión, presto a la fuga se dio Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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después de su inicua acción. El crimen fue descubierto se hicieron varias prisiones, se dio sepultura al muerto y siguieron las gestiones. Durán fugarse intentó pero su mala ventura, fue encontrarse con Portura quien de hecho lo descubrió. Un gran brillante ofreció al señor Portura en venta, y este en el acto pensó que era un cómplice de cuenta. Con la joya se quedó y dejó pasar el día, llamando a la Policía y ante ella lo delató. Ahí mismo lo hicieron preso y ante Yolanda llevado, después de haberse careado quedó convicto y confeso. Yolanda al ver a Durán de pronto palideció y con malicioso afán reconocerlo negó. Durán, pues, la descubrió después de largo careo, y Yolanda declaró ser la cómplice del reo. Yolanda es joven y hermosa, chilena y de alma muy mala, de vida —dicen— dudosa y vistió siempre con gala. Con el tradicional octosílabo el autor de la canción nos hace compartir la escena, pone de relieve los aspectos más malévolos de la criminal, de la que descubrimos que, además de ser guapa, perversa de poca moral, es de origen chileno. ¡No faltaba más! En otra canción publicada por El Cancionero de Lima, el autor se sorprende del móvil del asesinato, prefigurado ya en el título: «El crimen de la calle de Espíritu Santo por entonar una canción». Con una serie de tres décimas de forma muy académica, describe las circunstancias del crimen, 18
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subraya el carácter totalmente incomprensible del asesinato y sugiere una explicación: El crimen de la calle de Espíritu Santo Por entonar una canción (La canción fatal) Ya se acabó la dicha para mí Mis ojos se cansaron de llorar Cuando de ti me ausente, viejo amor, Inútilmente habíasme de buscar. A una mujer por cantar Esta copla del olvido Su celoso y mal marido La ha llegado a asesinar. Esto se acaba de pasar, Causando a todos espanto, En el Espíritu Santo Que es la calle más pacífica, Una mañana magnífica, Solamente por un canto. Pues se le ocurrió entonar, Preparando el desayuno Esa canción que a ninguno Mal le podría sonar. Ella quiso amenizar Así su trabajo, pero Al marido majadero No le cuadra la canción... Y le hunde en el corazón Puñal grande de acero... El criminal que es un taita Peor que el del arrabal; Padece de un grave mal Y dizque se llama Isaac Maita A las mujeres engaita, Como también engaitó A esa infeliz que mató Llamada María Lara, Porque ¡cosa rara! Una canción le cantó Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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Una vez más estamos más allá de la norma, ya que no solo el asesino está fuera de la ley, sino que además es loco: «padece de un grave mal». Aparece entonces la dimensión ideológica de este tipo de producción; se trata de validar una forma de orden social y de dibujar, bajo diferentes formas y modalidades, mensajes cuya meta es, a la larga, convencer a amplios sectores sociales de que la «buena conducta» pasa por la aceptación de cierto statu quo social. Es una de las lecturas propuestas por Steve Stein en su artículo sobre los valores de la clase obrera en Lima a principios del siglo XX. Varias de las afirmaciones de Stein hubieran merecido más prudencia; sus generalizaciones descansan en un corpus demasiado reducido, pero es uno de los primeros en señalar la dimensión ideológica de la canción popular de la costa y del vals criollo en la Lima de aquel entonces. Si los ejemplos que acabamos de presentar solo bosquejan la temática, el que vamos a analizar ahora la hacen aún más evidente. En 1916, un joven criado asesinaba a sus patrones, los esposos Ibarra. La temprana edad del criminal, el hecho de que matara a dos personas con cuchillo y la total ausencia de remordimientos tuvieron un eco considerable en la prensa y la sociedad limeña. Como muchas veces en casos similares, la musa popular creó una canción para relatar y comentar el acontecimiento, y El Cancionero de Lima la publicó en el número 269, pero es, no cabe duda, la nueva edición de una composición más antigua, ya que semanas antes el número 249, cuya portada presentamos en estas páginas, había dado mucha importancia al acontecimiento con la publicación de varias canciones. Este vals no se presenta bajo la forma de una requisitoria; intenta más bien dar una primera explicación al crimen: Alejandrino Montes3 Alejandrino Montes el joven criminal que mató a sus patrones haciéndose fatal; él lo hizo por venganza, según lo declaró, al repetir el crimen cómo los victimó. Las interpretaciones en torno a las motivaciones reales del asesino no faltan. Sin embargo, sin que podamos estar seguros, la venganza era un móvil verosímil. En efecto, en un análisis sobre el trabajo de los niños en
3 El Cancionero de Lima, nro. 269.
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Lima, el historiador Ricardo Portocarrero indica que los castigos infligidos y las terribles condiciones de trabajo podían explicar el crimen4. Son versiones diferentes las que encontramos en el número 249 de El Cancionero de Lima. El espacio dedicado al acontecimiento es ya una indicación del impacto que había tenido entre la población limeña. No son menos de 31 cuartetas que en tres canciones tratan del tema. La primera es una sorprendente ficción que hace intervenir a un célebre hipnotizador y que se producía en los más famosos teatros de América Latina. Se trata de sacar de manera casi mágica la confesión del criminal, que, hasta entonces, no había sido muy locuaz. Y la respuesta (supuestamente auténtica, ya que fue pronunciada fuera del control de la voluntad) es muy diferente de la versión anterior: Declaración de Montes a Onofroff5 —Sí, señor, yo los maté, por envidia a su riqueza. —¿Qué esperaba de esa vileza? —Ser rico, me figuré, yo envidiaba a mi patrón, yo me quería igualar y cambiar de condición para pasearme y mandar. [...] Porque rico se soñó Asesinó a sus patrones Le sed de oro lo llevó Al crimen con sus horrores. He aquí el verdadero crimen de Alejandrino Montes: la ambición, la codicia, el deseo de conseguir las ventajas de otra clase social o, por lo menos, vivir las representaciones que de ellas tenía: «y cambiar de condición para pasearme y mandar». De aquí proviene el juicio definitivo de Onofroff:
4 « Las relaciones entre patrones y sirvientes no se habían modificado desde su inicio en el
siglo XIX. La mayoría de estas labores eran realizadas por niños traídos del campo, particularmente de las haciendas, cuyos propietarios residían en Lima. Estos no solo eran traídos a trabajar en sus casas, sino también en las de sus amigos y compadres. De que las situaciones y abusos y maltratos no habían cambiado lo podemos ver en el caso de Alejandrino Montes, quien [...] asesinó a los dueños de la casa en donde trabajaba, cansado de la situación. En este caso se vio involucrada su hermana Fabiana, quien también laboraba junto a él» (Portocarrero, 1998, p. 62). 5 El Cancionero de Lima, nro. 249.
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Es un chico degenerado, Ambicioso y sin temor Es un desequilibrado Digno de justo temor. Esta ambición produce un desorden incontrolable, pone en peligro los valores de la sociedad y, por lo tanto, merece un justo castigo. Los demás textos del número 249 van aún más allá en sus mensajes implícitos. El primero lleva el título siguiente: «Entrevista de Alejandrino y su padre», y cuenta la visita que hace el padre a su hijo encarcelado en un calabozo. El hijo se muestra insensible en un primer momento («ni el más liviano suspiro»), pero después la presencia del padre y de los valores que representa lo devuelven a la normalidad («estrecha en un fuerte abrazo / a su padre el infeliz»). Después de la confesión («del crimen soy el autor»), reaparece el carácter malvado del personaje: Ni una lágrima vertió ese hijo desventurado, al recuerdo del pasado ni menos se conmovió. Luego, la canción pone de relieve la distancia entre un padre que de manera paciente aguantó los rigores de la existencia sin rebelarse por eso y un hijo totalmente ajeno a estos comportamientos, los que, aunque muy duros, confieren respetabilidad: Aunque soy un hombre honrado Que vivo de mi trabajo También fui calumniado Y tratado como estropajo. El último texto publicado en este número 249 es la tercera y última etapa de la historia de Alejandrino Montes, estando él vivo todavía. El autor del vals «Montes y su padre» entrega una letra escrita en primera persona y es Alejandrino el que se dirige a su padre, pero de manera totalmente diferente de las veces anteriores: Montes y su padre (Música de «La despedida de Arciniega») Aquí me tienes, padre querido, Entre estas rejas encarcelado, Aquí mi crimen audaz expío Yo a 15 años soy condenado.
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La suerte fiera me echó sus garras Y en asesino me convirtió, Mis horas, padre, son muy amargas Pero esta culpa la tengo yo. De Dios espero solo el perdón También el tuyo, padre querido, Mientras que viva en la prisión ¡ay!, no me eche en el olvido. Yo de ese crimen soy el culpable Y si me castigan es con razón No llores por tu hijo, querido padre, Que mucho sufre mi corazón. Cuando regreses a mi terruño Dile a mi madre que ruegue a Dios, Por ese hijo que el infortunio Quizá por siempre lo separó. Hijo de mi alma, hijo querido, Me voy llorando tu desventura, Yo te perdono si arrepentido Llegas un día a ser sufrido. Muy lejos de la insensibilidad y de la rebelión, es un ser consciente de su culpa que se encomienda a Dios («De Dios espero solo el perdón»). Asume su error y admite la justicia de los hombres. Solicita la ayuda de su madre («Dile a mi madre que ruegue a Dios / por ese hijo») y, tras un breve instante, vuelve a crear el núcleo familiar virtuoso del que se había separado. Desde el fondo de su calabozo, por la gracia de la justicia de los hombres y de los valores religiosos y familiares, vuelve a ser el individuo que nunca hubiera tenido dejar de existir. Apenas dos años después, el número 356 de El Cancionero de Lima publica otro vals, «La muerte de Alejandrino Montes», en el que se anuncia asimismo la defunción de su hermana Fabiana. La información nos deja imaginar las terribles condiciones que tuvieron que vivir estos prisioneros: la justicia podía ser también una venganza. Al final, estas canciones quieren tener una función pedagógica: prescriben un comportamiento normal, para no decir normativo. Hay en esa postura una reminiscencia del exemplum, tan importante en las prácticas religiosas del antiguo colonizador. De manera implícita, definen el marco de la conducta ejemplar
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o erigen el conformismo en una de las principales virtudes del comportamiento social6.
Faites y bandoleros Muchas otras canciones del pequeño cancionero limeño hacen el relato y comentan varios de los acontecimientos que perturban el orden social. Pero, a diferencia de las situaciones anteriores, los actores tienen una identidad y un estatuto específico en la sociedad peruana. Sus funciones, sus acciones y sus biografías les han conferido una fama que la tradición oral y la canción popular contribuyeron también a construir. Podríamos oponer dos grupos de individuos dentro de los que vamos a hablar. Por una parte, los bandoleros que viven su existencia fuera de la ciudad; por otra parte, los faites que, al contrario, hacen de la ciudad y del barrio el lugar privilegiado de sus actividades. La realidad es sin ninguna duda mucho más compleja y las fronteras no son tan estrictas, sobre todo en lo que concierne a los bandoleros que tenían sus espacios en las ciudades. Pero el teatro de sus acciones estaba muy claramente identificado. Los faites o faiteman son personajes que ofrecen un parentesco evidente con el guapo porteño. El faite es un individuo más bien susceptible, siempre dispuesto a sacar su chaveta; a veces vive de la protección que ofrece a ciertas damas y, en algunos casos, a ciertos personajes políticos. Pertenece al mundo de la delincuencia, en el que las reglas del honor y de la valentía sustituyen a las que se aplican a los demás. El nombre y la existencia de estos personajes han dejado en Lima mucho menos recuerdos que en Buenos Aires, donde el tango y la milonga se encargaron de crearles presencia y memoria. Sobreviven solamente a través un episodio del que la canción supo guardar el recuerdo. El 2 de mayo de 1915, dos famosos faites se citan para ajustar cuentas pendientes con la punta y el filo de sus chavetas. La talla, fuerza y bravura (y una «hoja de servicios») de Tirifilo lo convierten en el más famoso y temido faite de Malambo, barrio predilecto del hampa limeño. Carita, mucho más joven y de estatura mucho más modesta, parece disponer únicamente de su arrojo y su habilidad en el manejo de su arma. La suerte estaba echada y muy pocos apostaban a favor de Carita. Sin embargo, lo que ocurrió fue lo improbable. A pesar de las profundas heridas recibidas en el combate, Carita hundió su arma en el corazón de su rival, que murió al instante.
6 «El conformismo es una fuente inagotable de felicidad; los grandes retrocesos en la vida
no vulneran los corazones de aquellos que saben conformarse; la conformidad ofrece los mayores beneficios, porque le permite a uno evitar inquietantes preocupaciones y tenebrosas irritaciones». Frase extraída de un periódico de tendencia anarcosindicalista, El Obrero Textil, del 1 de mayo de 1925. El autor criticó ese comportamiento. Citado por Stein, 1986.
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No era cosa nueva que dos malandrines ajustasen sus cuentas de tal forma; el episodio no es original. Tuvo, sin embargo, un eco muy potente en los medios populares de donde habían salido los dos contrincantes y en los periódicos destinados más bien a las élites de la capital. ¿Qué cosa tan excepcional tenía este combate? En realidad, presenta una serie de elementos que contribuyen a la fabricación de una leyenda. Los dos «héroes» son excepcionales, uno por su fuerza y su fama, el otro por su bravura, que le permite enfrentarse con el más temido de los faites de Lima. ¿Pertenecen a los márgenes de la sociedad y no usan ni obedecen los códigos y valores del ciudadano común? En eso también son excepcionales y, por lo tanto, despiertan miedo y admiración. Viene después el aspecto teatral del combate, que simbólicamente se desarrolla a orillas de la ciudad (en uno de los muladares de la capital), cerca de la vía de trenes, cuyos rieles dibujan los límites del espacio urbano. La hora tampoco es común: el combate se realiza en plena noche después que la luna aparece en el cielo limeño. A pesar del origen plebeyo de los actores, el combate se desarrolla según un ritual en el que los códigos del honor se respetan. Percibimos entonces este juego permanente entre lo social y la parte marginal de lo social. Por fin tenemos en combate en sí mismo y su resultado: Carita recibe tantas heridas como el cuento necesita etapas para desarrollarse, y asistimos en el sentido más puro de la palabra al coup de théâtre: el más débil, el que tiene menos experiencia, el que nadie o casi nadie veía salir vencedor, asesta un golpe mortal a su adversario. Podemos leer este relato en algunas canciones populares que recogimos gracias a los cancioneros y a la revista Variedades: «La muerte de Tirifilo (a)», «La muerte de Tirifilo (b)» y «Sangre criolla». Podemos subrayar el parentesco del primer texto en particular con los viejos romances españoles de la Reconquista: La muerte de Tirifilo (a) Vals de actualidad Música del vals «Varela» Era Cipriano Moreno de carácter singular por sus múltiples hazañas notable en el Tajamar; sus instintos depravados bien pronto dio a conocer con los pobres desgraciados que en los barrios apartados cayeron en su poder. Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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¡Oh! Famoso Tirifilo que la vida te ha costado ese lance inesperado donde fuiste muy tranquilo. Una noche que bebiendo estaban varios matones con las copas fue subiendo de punto las discusiones; Tirifilo apareció en el café donde estaban pues tranquilo disputaban y sus hazañas contaban cuando Wilman lo retó. Oh, famoso Tirifilo... Ya en el sitio designado la pelea comenzó Wilman casi desmayado varios cortes recibió; acosado Tirifilo con un riel se tropezó tras Wilman le asestó una feroz puñalada que el pulmón le atravesó. Oh, famoso Tirifilo... Así terminó su vida el infeliz Tirifilo que ha dejado sorprendida a la sociedad; pues por sus malas hazañas seguro la causa ha sido de la muerte que ha tenido, llegando a ser muy temido por su terrible actuación. Quien a cuchillo mata a cuchillo muere. Pero si estas canciones ofrecen relatos más o menos idénticos, no brindan puntos de vista similares sobre los rivales y sus actuaciones. El primer
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texto dibuja rápidamente la escala de valores que van a servir de marco para la lectura del acontecimiento: Cipriano Moreno, alias Tirifilo, está descrito a lo largo del texto como un individuo cuyo comportamiento moral es inaceptable (la cuarta estrofa en particular). La moraleja que concluye el texto marca el justo retorno a los valores que, como ley natural, se aplican a toda la humanidad, y dibujan así los límites del comportamiento social («Quien a cuchillo mata / a cuchillo muere»). De tal forma la canción establece una conducta normativa y no es en ninguna manera una glorificación de los personajes, ni siquiera de Carita, que pone fin a las exacciones de Tirifilo. El segundo texto no propone una lectura diferente: Ni siquiera un leve acento de dolor se oye cercano Todos dicen: fue un villano que vivió para tormento. Es un enemigo menos de la pobre humanidad que lleva a la eternidad el estigma que sabemos. El tercer texto, en cambio, propone un punto de vista bastante diferente y, cosa que sorprende, está publicado por la revista Variedades, que nunca disimuló sus opiniones para con la popular criolla. En uno de sus números de mayo de 1915, sin poder escapar a la magnitud del evento, los periodistas publican la información siguiendo la tradición de la nota roja y, para dar más fuerza al artículo, completan con una foto titulada «Reconstrucción gráfica de la escena del duelo en el Tajamar. El emocionante momento en que Carita hunde la chaveta en el cuerpo de Tirifilo cuando este tropezó con la vía férrea».
FIGURA 1. Reconstrucción gráfica de la escena del duelo en el Tajamar.
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En la conclusión del artículo, el periodista añade: «Dentro de poco la musa anónima impresionada con el hecho trágico rimará alguna ingenua canción y en la música criolla se elevará alguna marinera o algún tondero o vals típico en que figuren los héroes de la jornada de las chavetas. Y esa música será seguramente triste»7. En el número que sigue parece un texto titulado «El último duelo criollo y la musa popular» junto con la letra de la canción «Sangre criolla»: El último duelo criollo y la musa popular Como lo presumiéramos en nuestro número anterior, al dar información gráfica del sensacional duelo criollo entre Tirifilo y Carita, la musa popular se ha inspirado en aquel duelo sangriento y ha creado unas coplas cantadas con la música conocida con que aquí se canta las coplas dedicadas a la memoria del bandido nacional Luis Pardo. Como una verdadera curiosidad y por tratarse de una confirmación original de lo que dijéramos en nuestro anterior número, reproducimos aquí los versos que se han estado vendiendo por las calles de Lima en los últimos días.
Percibimos en este discurso dinámicas muy particulares. Si damos fe a lo que dice la revista, los periodistas habían anticipado el evento y confiado en que la lira popular iba a crear canciones cantando los hechos y ensalzando a sus «héroes». Cuando la revista publica la canción «Sangre criolla» una semana más tarde, la revista se autofelicita por su perspicacia («una confirmación original de lo que dijéramos en nuestro anterior número»). Hay una cosa cierta: estas canciones se difundieron en el espacio limeño y su existencia muestra a las claras que los compositores podían comentar muy rápidamente un evento importante. Constatamos también que la revista Variedades no logra situarse en el mismo nivel de los hechos que relata la canción popular. Según el periodista que escribe el artículo, la revista tan solo transcribe una canción que se cantaba en las calles de Lima y la presenta a sus lectores como algo muy curioso. Podemos medir entonces las distancias que separan dos mundos: sin que podamos estar seguros, varios elementos parecen indicar que el texto «Sangre criolla» no es creación de la musa popular, como lo pretende la revista. Varios elementos evidencian cierta exterioridad con los hechos relatados. Lo percibimos primero en la tipografía: lo que supuestamente pertenece al universo de los «otros», en particular su jerga, está escrito en bastardillas para
7 Variedades, 8 de mayo de 1915, nro. 375.
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indicar claramente que se trata de un discurso que no es el de los lectores habituales de la revista: La gente los conocía como matones de oficio, pues sabía que los dos eran mozos divertidos y le paraban los machos a todo hijo de vecino. Faitemanes como nadie, valientes y decididos mozos chuchos, ¡pura yema!, la flor de lo mejorcito. Otro indicio: la canción «Sangre criolla» no ofrece prescripciones morales como las que leíamos en las que publicaba El Cancionero de Lima. Al contrario, la última estrofa parece reconocer los valores del mundo de la delincuencia: El Carita será absuelto, pues solo van a presidio los que roban o asesinan, para purgar su delito, no un hombre que mata a otro hombre por honor en desafío; porque hay que tener en cuenta lo que dijo aquel que dijo: «También los hijos del pueblo tienen su corazoncito». Los bandoleros no son específicos de Perú y el siglo XIX español tuvo en este campo a sus héroes. En América Latina los salteadores de caminos contribuyeron a dar la dimensión épica de la historia de los países que acababan de conquistar su independencia. Muchos de los que habían encontrado en los conflictos de la independencia espacios que les abrían una nueva vida que rompía con la rigidez de la sociedad colonial. Una vez terminados los conflictos, muchos no aceptaron el retorno a la «otra vida» y vieron en el bandolerismo una manera de mantener la libertad y los espacios que acababan de conseguir. Este fenómeno fue muy fuerte
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en el Perú y Jean Piel nos dejó testimonios que no dejan dudas sobre la violencia y la crueldad con las cuales podían actuar estos personajes8. Sin embargo, a pesar de estas fechorías, la figura del bandolero tiene una dimensión sorprendente. Si bien se lo presenta como un ladrón que vive al margen de la sociedad y despoja a sus víctimas, no es por lo tanto un individuo sin normas y valores. A semejanza de Robin Hood o de El Tempranillo, se lo presenta a menudo como a un ser generoso que ampara a la viuda y al huérfano y reparte su botín. Numerosas canciones han cantado las acciones de tal o cual bandolero, pero a principios del siglo XX se cantó y publicó en Lima un vals que muy pronto ocultó a todos los que cantaban temas similares. «El canto de Luis Pardo» o «La canción de Luis Pardo», a menudo conocida como «La andarita», tuvo un «ruidoso éxito», para emplear la terminología del Cancionero. Esta canción empieza a conocerse en 1909, después de la muerte, o más exactamente la ejecución, del bandolero que había alborotado el departamento de Áncash a principios del siglo XX. Publicada en cancioneros, en la prensa de la alta sociedad, grabada por la Víctor TM en los años 19209, viene a ser bastante rápidamente un clásico de la canción popular de la costa peruana y sigue siendo un clásico del repertorio contemporáneo de los cantores criollos. Jorge Basadre señala que en 1927 se hizo una película que celebraba el famoso bandolero10. ¿Cómo entender el impacto y el éxito de esta canción en la sociedad de la época? Sin duda porque era mucho más que el relato de las fechorías de un salteador de caminos. «El canto de Luis Pardo» está compuesto de 11 décimas cuya historia es un tanto misteriosa. Fueron publicadas por primera vez el 23 de setiembre de 1909 en la revista Integridad, dirigida en aquel entonces por El Tunante Abelardo Gamarra, figura legendaria del criollismo, pero que en ningún momento reconoció ser el autor de estos versos. Varios rumores
8 «A veces este bandolerismo viene acompañado con actos de impresionante crueldad que
lo acerca al fenómeno del bandidaje. En junio de 1834, una pandilla detiene a un chasqui indio en el camino de Huacho a Lima. Lo despojan de su cartera y de manera totalmente gratuita le revientan los ojos con una navaja y lo abandonan ciego en medio del desierto. Si una víctima de un robo intenta cualquier resistencia, es ejecutada acto seguido, a quemarropa. Estas violencias exasperadas pero frecuentes son la señal evidente de una ruptura total con las instituciones dominantes: los que cometen semejantes fechorías no tienen nada que perder. Desarraigados, sin estatuto jurídico o económico, los bandoleros detenidos por la policía o el ejército no esperan sino la tortura durante el sumario y la muerte» (Piel, 1982, p. 8). 9 «Luis Pardo»: Gamarra y Marini (autor: L. Yerovi). VTM nro. 73633-A. Por razones de duración, el valor registrado no consideró las 11 décimas. Solo se canta la primera, la quinta, la novena y la undécima estrofa. 10 Enrique Cornejo Villanueva, propietario de la fábrica nacional de calzado Record, tuvo en 1927 la iniciativa de producir una película nacional sobre la leyenda del bandolero Luis Pardo. Se estrenó el 27 de octubre de 1927 en el Teatro Excelsior y fue repuesta dos días en funciones dobles (Basadre, 1980, p. 4656).
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FIGURA 2. La muerte de Luis Pardo
decían que habían sido encontrados en un banco en un parque público y que se llevaron a Gamarra, que decidió publicarlas. Otros afirman que el poema es de Leonidas Yerovi padre, y, con razón o sin ella, la Víctor grabó «Luis Pardo» mencionándolo como autor. No hay nada cierto al respecto, pero podemos notar que el anonimato siente perfectamente a este tipo de composición que quiere adoptar la forma y las características de la canción popular. Este poema no cuenta, como los textos que acabamos de presentar, un acontecimiento particular, sino el monólogo que permite al lector y al oyente de saber mejor quién es este personaje Luis Pardo, sus valores y el porqué de sus acciones de bandolero. La primera estrofa bosqueja un personaje sensible, a la vez enamorado y romántico, y también hijo nostálgico de este amor filial del que ha sido privado demasiado tempranamente: Ven acá, mi compañera; ven tú, mi dulce andarita, tú sola, sola, solita, que me traes la quimera de aquella mi edad primera, que en el campo deslizada, junto a mi madre amada y de mi padre querido, era semejante al nido que hace el ave en la enramada. En la segunda décima descubrimos por qué este individuo con sentimientos tan respetables rechaza el orden establecido y se hace bandolero: Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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A mi padre lo mataron, mi madre murió de pena; ella, tan buena, ¡tan buena! ¡Ellos que tanto me amaron! Estamos muy lejos de la imagen del bruto incapaz de emociones. Paulatinamente, como usando la técnica del negativo fotográfico, el poeta construye la imagen del personaje, bandolero, por cierto, pero que concentra todas las virtudes de las que están desprovistas las autoridades que lo persiguen. Su rebelión cobra entonces una nueva dimensión. El bandolero viene a ser la personificación del verdadero derecho y de la verdadera justicia: De entonces, ¿qué hube de hacer? Odiar a los que me odiaron; matar a los que mataron lo que era el ser de mi ser; en torno mío no ver sino la maldad humana; esa maldad cruel, insana, que con el débil se estrella, que al desvalido atropella y de su crimen se ufana. Tal personaje no podía ser egoísta y su experiencia personal adquiere una dimensión colectiva, ya que, como todo ser generoso que ha vivido la injusticia en carne propia, asume sus responsabilidades morales y se transforma en defensor de los oprimidos: Por eso yo quiero al niño; por eso yo amo al anciano; y al pobre indio, que es mi hermano, le doy todo mi cariño. No tengo el alma de armiño cuando sé que se le explota; toda mi cólera brota para su opresor, me indigna como la araña maligna que sé aplastar con mi bota. La parte que concierne la defensa del indio tiene que ver con este periodo en el que el indigenismo desde González Prada empezó a ganar espacios es la sociedad peruana. Poco a poco, vemos cómo la narración 32
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va más allá de la simple historia de las exacciones de un bandolero. La canción alcanza otro registro de significación. La canción es, de manera paradójica, un catálogo de comportamientos cívicos y morales asumidos por un personaje que se puso en los márgenes de sociedad e instituciones de las que condena la conducta. En este periodo de la historia peruana conocida, como República Aristocrática, el personaje de Luis Pardo viene a ser la encarnación de los valores que un Estado verdaderamente justo tendría que defender. En este sentido, prefigura el «salvador político». ¿No es lo que propone Augusto B. Leguía cuando propone su proyecto de Patria Nueva? Estamos muy lejos del bandolero y entendemos mejor la reacción de ciertos sectores sociales para con esta canción. La revista Variedades hablaba de: Luis Pardo, aquel bandido de musical recordación, cuyo espíritu vaga hoy en los malos versos de una musiquita popular, diciendo sus hazañas y sus generosidades, entre el vaivén de una tonada mezcla de valse cursi y de marinera descocada11.
Es muy difícil ser bandolero después de Luis Pardo. Ningún otro suscitó tal entusiasmo y tratamiento musical y poético similar. El bandolero parece perder todo tipo de prestigio y vuelve a ser un bandido cualquiera, aunque sus malas acciones provoquen emociones fuertes entre la población. El Cancionero de Lima se hace regularmente el eco de estos eventos aprovechando de las innovaciones técnicas que puede usar la imprenta popular. El cancionero usa la fotografía de manera corriente a partir del número 700 y puede así dar más fuerza a su mensaje. El número 956
FIGURA 3. La captura del bandolero 11 Variedades, nro. 204, 27 de enero de 1912.
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muestra que estamos mucho más en una lógica de información periodística que en el registro habitual de un cancionero. Lo que importa es la noticia sensacional que contribuye a construir la fotografía, mostrando al bandolero ensangrentado entre los dos héroes que lo capturaron como si fuera una bestia salvaje. «La canción del bandolero» ya no es el objeto central de la comunicación, como hubiéramos podido encontrar en un «verdadero cancionero». Encontramos una técnica similar en el número 979: la mirada del lector viene captada por la fotografía del bandolero muerto en unas andas.
FIGURA 4. La trágica muerte del bandolero
La canción se publica con la indicación: «con la música de Luis Pardo el bandolero». Pero el mensaje ha cambiado de manera significativa. A pesar de la melodía, el bandolero pierde sus rasgos románticos. Aparte de su «coraje y valor» ya no es sino un «bandido / que a un detective mató / cobardemente en un ómnibus / y que enseguida fugó». Desaparecen los caracteres positivos: es un «feroz delincuente». Conforme va avanzando la modernización, la figura del bandolero héroe se diluye para dejar solamente la del malhechor. El relato de sus fechorías ha desaparecido, la imagen romántica del héroe también. Estamos muy lejos de Luis Pardo, de sus hazañas y de sus buenas intenciones.
Conclusión Las canciones sobre asesinos, truhanes y bandoleros han existido efectivamente en la cultura popular de la costa peruana: las páginas de El Cancionero de Lima lo evidencian. Pero se publican y difunden sobre todo 34
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entre 1910 y 1930, en una ciudad que no vive todavía la consolidación de los medios modernos de comunicación, la radio en particular. Su análisis muestra que la tradición oral sigue siendo un elemento importante de la vida social y la canción-relato, que sabe dar una forma y trasmitir una información, es mucho más que un instante de emoción. Siguiendo los códigos de comunicación del género, puede captar el acontecimiento y darle una existencia en el cuerpo social. Trátese de un asesinato, de una pelea entre maleantes, de la muerte de bandoleros, la canción dice, canta el evento, capta la sorpresa y le da una forma un estatuto, una dimensión específica. Permite su recepción por el grupo para el que ha sido creado. La canción es en este instante representación y acción. En el contexto en el que las condiciones de vida eran muy duras en esta Lima de la República Aristocrática, sigue siendo fiel a los cánones de la tradición oral hispánica marcada por la influencia del exemplum y ofrece una visión normativa del comportamiento social.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Basadre, J. (1980). Historia general de la República del Perú. Lima: Editorial Universitaria. Borras, G. (2009). Chansonniers de Lima. Le vals et la chanson criolla (19001936). Rennes: PUR. _______________ (2012). Lima, el vals y la canción criolla (1900-1936). Lima: Instituto de Etnomusicología (IDE-PUCP) e Instituto Francés de Estudios Andinos. Lévano, E. (1998). Un cancionero escondido. Historia y música del Centro Musical Obrero de Lima: 1922-1924. Lima: Biblioteca Nacional del Perú. Piel, J. (1982). Crise agraire et conscience créole au Pérou. París: CNRS. Portocarrero Grados, R. (1998). El trabajo infantil en el Perú. Lima: Instituto de Formación para Educadores de Jóvenes, Adolescentes y Niños Trabajadores de América Latina y el Caribe. Stein, S. (1986). Lima obrera, 1900-1930. Lima: Ediciones El Virrey.
Recepción: 22/02/2018 Aceptación: 29/03/2018
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Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 37–66 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-37-66
Lima, el Magdaleno y los chilenos Lima, the La Magdalena government and the Chileans Luis Guzmán Palomino1
Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle
[email protected]
RESUMEN
Ocupada Lima por el Ejército chileno y puesto en fuga el dictador Nicolás de Piérola, emerge un Gobierno de «notables» en la capital, bajo la presidencia de Francisco García Calderón. Cuenta este con la anuencia de Chile, porque se cree que aceptará la paz con la cesión de Tarapacá. Pero el nuevo mandatario, que representa al grupo peruano interesado en el salitre, realmente busca preservar esa riqueza. Se esperanza en la intervención norteamericana y negocia con el Crédit Industriel de Francia un empréstito que condujera a la obtención de la paz a cambio de una crecida indemnización. A la vez, paga un considerable cupo al invasor valiéndose de un préstamo e incrementa así la deuda interna peruana. El examen de algunos de sus discursos lo revela como líder de la clase dominante. Considera «ciudadanos» a los miembros de su grupo y toma distancia del «pueblo trabajador», aunque le exige apoyo a cambio de retornar al «orden». Esto supone terminar con la resistencia que ha surgido allende la cordillera, pero fracasa en ello estrepitosamente. A la postre, el alto mando chileno entiende que García Calderón no sirve a sus intereses, al tiempo que descubre la trama secreta sobre el salitre de Tarapacá y pone entonces fin a la farsa de La Magdalena. Parte de la información sobre estos hechos procede de la prensa coetánea, peruana y extranjera. 1 Magíster. Profesor de Historia en la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán
y Valle. Sobre el conflicto de 1879-1884 ha publicado: Compendio histórico de la guerra con Chile; Crónica de la Guerra del Pacífico; Diario de la Guerra del Pacífico; Los héroes de la Breña; Campaña de la Breña. La contraofensiva de 1882; Campaña de la Breña. Huamachuco y el alma nacional; Cáceres, conductor nacional; La crónica francesa de la Breña; Guerra de razas y comuna en la campaña de la Breña; Campaña de La Breña. Colección de documentos inéditos 18811884; Las guerrillas de Canta y Huarochirí en la campaña de la Breña; Historia del heroísmo de los pueblos del Mantaro en la campaña de la Breña; Cáceres: la otra historia de la Breña; Cáceres y la Breña. Compendio histórico y colección documental y La primera memoria de Cáceres y otros documentos relativos a la campaña de la Breña.
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PALABRAS CLAVE
Guerra del Pacífico, salitre, diplomacia norteamericana, Francisco García Calderón, resistencia, Andrés Cáceres ABSTRACT
With Lima occupied by the Chilean army and the dictator Nicolás de Piérola on the run, a government of «notables» emerged in Lima, under the presidency of Francisco García Calderón. This government received the support of Chile, because it was believed that it would accept peace and the ceding of Tarapacá. But the new president, as a representative of those Peruvians with an interest in saltpeter, sought to hold on to that wealth. He placed his hope in US intervention and negotiated with France’s Crédit Industriel a loan through which he would be able to sue for peace in exchange for massive compensation. At the same time, he paid a considerable sum to the invader, thereby increasing Peru’s internal debt. Studies of some of his speeches reveal him to be a leader from the ruling class. He considered those from his own class «citizens» and distanced himself from the «working class», while at the same time calling for their support in exchange for «a return to order». This supposed an end to the resistance movement which had spread beyond the highlands, a demand destined to fail resoundingly. Eventually, the Chilean high command saw that García Calderón did not serve their interests, and at the same time the secret Tarapacá saltpeter deal was uncovered, and the La Magdalena farce was brought to an end. Part of the information contained in this article is taken from the Peruvian and foreign presses of the time. KEYWORDS
War of the Pacific, nitrates, American diplomacy, Francisco García Calderón, resistance, Andrés Cáceres La derrota militar de Piérola en Lima y su precipitada fuga al interior fue aprovechada por sus rivales políticos para formar un nuevo Gobierno, complaciendo las exigencias del general Baquedano, jefe del ejército de ocupación. En principio, este lo demandó del alcalde de Lima, Rufino Torrico, quien convocó una junta de notables sin llegar al término requerido. Aunque servil ante los chilenos, el alcalde no pudo ser desleal a Piérola, y por ello convocó solo a los adictos a su partido, con tal resultado. No pudiendo obtener nada más del alcalde, Baquedano trasladó la sugerencia 38
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de formar un nuevo Gobierno a otros líderes políticos y a los oportunistas de toda hora, y se verificaron entonces varias juntas promovidas por el general La Cotera, Dionisio Derteano y Mariano Felipe Paz Soldán. En ellas predominó el parecer del civilismo, que sin discusiones acordó el derrocamiento de Piérola, esto es, el fin de la dictadura. En un principio se pretendió la restauración del Gobierno que existiera antes del golpe de Estado de 1879, con el general Luis La Puerta como presidente constitucional; pero este se negó terminantemente a todo compromiso, simple y llanamente por falta de decisión. A consecuencia de ello, surgió con fuerza la candidatura de Francisco García Calderón, jurisconsulto de fama entre cuyos antecedentes podría citarse el haber pugnado en 1867 porque se mantuviese la contribución personal que pesaba sobre los indígenas, el haber conspirado desde la presidencia del Congreso contra el presidente Prado, su fracaso como ministro de Hacienda de Balta en 1868, el haber promovido el estanco «estatal» del salitre en 1873 y el haber sido nombrado en 1876 presidente de la Compañía Salitrera del Perú, formada por la plutocracia guanera transformada en banquera, que asumió la totalidad del negocio salitrero. La pretendida «estatización» fue hecha a favor de los bancos acreedores del fisco, que en 1878 cedieron sus derechos al banco La Providencia2. El 22 de febrero de 1881, en junta presidida por Aurelio Denegri, poco más de cien «notables» de la capital, en su mayoría civilistas, eligieron a García Calderón presidente provisorio de la República. Se presentaron también las candidaturas del propio Denegri, la de Antonio Arenas y la del ausente Lizardo Montero, que obtuvieron votación minoritaria. Repárese que los civilistas tomaron en cuenta a Montero, pese a que este había aceptado el encargo de Piérola de asumir la jefatura política y militar de los departamentos del norte. El diario chileno La Actualidad informó pormenorizadamente sobre el desarrollo del acto eleccionario y consignó que García Calderón obtuvo la victoria «casi por unanimidad» en una votación secreta que solo registró a 114 electores. Al agradecer a los «notables» tal apoyo, y considerarlo como la voluntad de todo el país —tremenda pretensión—, el flamante presidente provisorio recordó: que al decir en la víspera que era una infeliz víctima el individuo sobre cuyos hombros iba el país a echar la carga del Gobierno, lejos estaba de pensar que esa víctima era él; pero que al ser designado por la parte más notable del pueblo de Lima, sin haber solicitado ni pedido sus sufragios, no omitiría sacrificio alguno para corresponder a la confianza que se le hacía y salvar al Perú de la situación actual y
2 Los pormenores de este negocio pueden revisarse en Compañía Salitrera del Perú (1912).
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de sus múltiples exigencias, en la inteligencia de que él se proponía gobernar con todos, o mejor dicho, que el pueblo, por su órgano, gobernaría (La Actualidad, 23 de febrero de 1881).
Demagogia pura, con una retahíla de lugares comunes, promesas que no pasaban de ser eso, farsa de democracia propia de un país anárquico, en la que algo más de cien señorones, a requerimiento y con apoyo del invasor extranjero, eligieron a uno de ellos para defender no los intereses de los millones de peruanos, sino los de su grupo económico. En esto los chilenos fueron sorprendidos, pues en principio creyeron haber formado un Gobierno títere que sin más aceptaría la paz con cesión territorial. Fue con este equivocado convencimiento que los plenipotenciarios chilenos, señores Juan Francisco Vergara y Eulogio Altamirano, dieron su visto bueno al nuevo régimen, y hasta ofrecieron en privado entregar al flamante Gobierno la ciudad de Lima y las entradas de la aduana de Ancón, y se reservaron ocupar el Callao militarmente mientras se firmaba la paz definitiva, sin perjuicio de acordar un armisticio a fin de facilitar la consolidación del nuevo Gobierno con las adhesiones de los pueblos (Buenaventura Seoane, 1903, p. 83). Pero a cambio de ello exigieron la inmediata negociación del tratado de paz, sin variar sus apetencias respecto al territorio del guano y del salitre, a lo que García Calderón se negó con calculada cortesía, aduciendo que le era preciso reunir previamente al Congreso. Los chilenos retiraron entonces el citado ofrecimiento y se limitaron a declarar como territorio neutral el caserío de La Magdalena, donde el 12 de marzo se instaló con toda pompa el Gobierno provisorio. Una correspondencia española daría este detalle: Se ha establecido ya un Gobierno provisional que reside en Magdalena, donde flamea el pabellón peruano en virtud de arreglo con los chilenos. Esa población se halla a dos millas de Lima; ha sido lugar de temporada desde que los virreyes primero y después Bolívar la escogieron como residencia campestre. El pueblo ocupa una posición preciosa; está rodeado de huertos bien cultivados, pero su aspecto no corresponde al rango de capital. El día 12 quedó instalado el Gobierno en presencia de gran número de personas que salieron de Lima a las ceremonias de inauguración y a demostrar que están resueltas a sostener el orden de cosas que ha surgido de los acontecimientos3.
En esa misma correspondencia se anotó que las ciudades de Trujillo y Huancavelica fueron las primeras en adherirse al nuevo régimen y que
3 Fechada en Lima el 31 de marzo de 1881 y publicada en La Iberia de Madrid, el martes 10
de mayo de 1881.
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si tardaban en llegar adhesiones del resto del país era porque la trababa la burocracia pierolista de provincia que quería mantenerse en sus cargos: «Si no fuera por la presión que ejercen las autoridades y empleados esparcidos por el país, deseosos de retener sus destinos, no habría ciudad ni aldea que no votara por el señor García Calderón con el objeto de obtener la paz»4. Aseveraciones casi todas absolutamente alejadas de la verdad, sobre todo por la mención a Huancavelica, porque en vez de adhesiones lo que llegó del interior del país fue una protesta generalizada, no solo con cientos de pronunciamientos de cabildos con miles de firmas que exigían la prosecución de la guerra, creyendo en el mensaje demagógico de Piérola, sino, lo que es más importante, con la patriótica condena de los que en el interior presentaban ya resistencia armada al invasor.
Condena nacional al Gobierno de La Magdalena El presidente provisorio escribió a sus amigos y a personas influyentes de diversas provincias del interior solicitándoles reconocimiento y apoyo. Obtuvo escasas adhesiones, apenas unas actas suscritas por algunos notables del Callao, Trujillo, Huancabamba, Lircay y Contumazá, lo que dio a luz El Orden. Circularon, por el contrario, numerosos documentos condenatorios; figuraron entre los más severos aquellos que, procedentes de numerosos pueblos del Centro, publicó en sucesivas entregas el Registro Oficial de Junín, entre febrero y mayo de 1881. Casi todos coincidieron en declarar traidores a la patria a los partidarios de La Magdalena, por servir los intereses chilenos; y al declarar su fidelidad al régimen dictatorial, volvieron a demandar para Piérola el ascenso a general de brigada. Cabe aquí un paréntesis para hacer referencia a una asonada que tuvo por escenario la villa de Lircay, Huancavelica, donde inmediatamente después de conocerse el desastre de Lima hubo un intento de desconocer a las autoridades constituidas, movimiento que con adversa suerte encabezó el coronel Nicolás Navarro. Se desconoce cuáles fueron sus miras y motivos, y por la fecha de su fallido golpe parece que no estuvo en relación con los que en Lima discutían por esos días la posibilidad de formar un nuevo Gobierno. Solo 10 días después de la toma de Lima por los chilenos, esto es, el 27 de enero de 1881, precisamente a raíz de esa asonada, se reunió en comicios la ciudadanía de la villa de Acobamba, antigua capital de la provincia de Angaraes, para pronunciarse a favor de proseguir la guerra contra Chile. Aun desde antes de la elección de García Calderón se había sabido en el centro de la república que la oligarquía limeña estaba en tratos con 4 Ídem.
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los chilenos. Lo prueba, además de lo citado, el que tan tempranamente como el 4 de febrero tuviese lugar una manifestación popular en la plaza principal de Chincheros, cabecera del distrito del mismo nombre en la lejana provincia de Andahuaylas, cuyos pobladores, convocados por el párroco doctor José Manuel Sánchez, acordaron: desconocer toda medida que tienda en desprestigio de la autonomía e integridad nacional; ofrecer sus servicios al Supremo Jefe de la Nación, doctor don Nicolás de Piérola, como al único que puede sostener con honor e incólumes las banderas nacionales; (y) ofrecer, por último, nuestros servicios, hasta perder la última gota de sangre en aras de la patria, bajo la dirección del ínclito jefe nacional (Registro Oficial de Junín, viernes 18 de marzo de 1881).
¡Cuán lejos de la realidad estaban los chilenos y los calderonianos cuando creyeron que ya no era posible la resistencia armada! Allí estaban los pueblos del centro decididos a ofrecer una vez más su cuota de sangre para rechazar al invasor extranjero. Pueblos que solo se equivocaron al creer que Piérola se pondría a la cabeza de la resistencia patriota. Las actas elevadas por los vecinos de Concepción, Huancayo y Sicaya, Sapallanga, San Jerónimo y Chupaca, el 14, el 16, el 19 y el 20 de febrero, respectivamente, con muy parecido tenor, consideraron como un crimen de lesa patria el desconocimiento del Gobierno de Piérola y tomaron el acuerdo de «declarar traidores a todos los que, bajo la presión del enemigo, desconocieren el Gobierno del actual jefe supremo de la república, o sirvieran de dóciles instrumentos para introducir cualquier cambio en la administración nacional» (Registro Oficial de Junín, viernes 25 de febrero de 1881). El pueblo de Huancavelica se pronunció el 18 de febrero, «considerando un ataque a la soberanía nacional la intervención que los agentes del Gobierno de Chile pretendieran tomar en asuntos internos del Perú, desconociendo su Gobierno o intentando cambiarlo, prevalidos de las fuerzas que ocupan la capital de la república»; en razón de lo cual acordaron «declarar traidores a la patria a los que, bajo la presión del enemigo, sirvan de instrumento o den sus nombres para cualquier cambio en la administración nacional» (Registro Oficial de Junín, viernes 4 de marzo de 1881). La ciudadanía de Chongos, el 20 de febrero, introdujo una variante, al «declarar traidores a todos los que sirvieren directamente a las intenciones de Chile, desconociendo al Gobierno del actual jefe supremo de la república» (Registro Oficial de Junín, miércoles 2 de marzo de 1881). Los vecinos de la ciudad de Tarma fueron más cautos. En Acta firmada el 21 de febrero, simplemente acordaron: «No reconocer otro Gobierno que el del excelentísimo señor don Nicolás de Piérola, el mismo que aún sigue mereciendo la confianza del país y el único que tiene el derecho de 42
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representarlo» (Registro Oficial de Junín, miércoles 2 de marzo de 1881). El subprefecto José María Alvariño, que elevó este documento al jefe superior político y militar del centro, estaba ya comprometido con los civilistas y solo esperaba la retirada de Piérola para pronunciarse en Tarma a favor de García Calderón, en acción coordinada con los potentados de Jauja y Cerro de Pasco. Pero los vecinos de Chacapalca sí que fueron contundentes, pues uno de los considerandos del Acta que suscribieron el 22 de febrero, decía a la letra: «cualquiera que sea investido del poder por las bayonetas extranjeras, contrariando al Gobierno del jefe supremo, no podrá significar otra cosa que la abyección más absoluta y revelar un espíritu completamente opuesto a los sentimientos y dignidad del Perú» (Registro Oficial de Junín, miércoles 2 de marzo de 1881). Ese mismo día, los pobladores de la villa de Acobamba, comprensión de la provincia de Tarma, acordaron «desconocer todas las medidas y resoluciones que tome el ejército invasor respecto a forma de gobierno» y «declarar traidores a la patria a los que pretendan o consigan subrogar en el mando supremo al actual jefe de Estado, o se sometan a las disposiciones de las autoridades chilenas» (Registro Oficial de Junín, viernes 18 de marzo de 1881). También el 22 de febrero, reunidos en asamblea, los vecinos del asiento mineral de San Antonio de Yauli se declararon a favor de continuar la guerra. Y considerando «que cualquier individuo, ya civil, ya militar, que pretendiese ser revestido de la autoridad suprema, apoyado con la fuerza de las armas chilenas [...] no haría otra cosa que una irregularidad a los sentimientos y bienestar del Perú», resolvieron declarar traidores a la patria «a los que coadyuven directa e indirectamente al decaimiento de la patria, declarándoseles fuera de la ley» (Registro Oficial de Junín, viernes 11 de marzo de 1881). Por ironía del destino, ese mismo 22 de febrero un centenar de señorones de Lima, acatando la voluntad del alto mando chileno y con la protección de las tropas que ocupaban la capital de la república, ungían a Francisco García Calderón como nuevo mandatario del Perú, agravando la crisis interna, como queda dicho. Un día antes se habían pronunciado los habitantes de Colca y concluyeron «que los que presten el apoyo de sus nombres o personas para que las autoridades chilenas desconozcan el Gobierno, infiriendo un ataque a la autonomía e independencia nacional, deben ser considerados traidores a la patria» (Registro Oficial de Junín, viernes 11 de marzo de 1881). Los vecinos de Huanta, en Acta firmada también el 21 de febrero, acordaron declarar «traidores a los que bajo la presión del enemigo sirviesen de instrumentos o prestasen sus nombres para cualquier cambio en la administración nacional» (Registro Oficial de Junín, viernes 18 de marzo de 1881). Tres días después, los pobladores Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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de Carhuamayo, tras señalar que la ocupación chilena de Lima no había puesto fin a la guerra, acordaron «declarar nulos y de ningún valor los actos gubernativos de los invasores; declarando, asimismo, traidores a la patria a los peruanos que se adhieran a ellos, o de algún modo intenten suplantar al Gobierno del excelentísimo señor Piérola» (Registro Oficial de Junín, viernes 18 de marzo de 1881). Los de Ayacucho lo hicieron el 25 de febrero, declarando «traidores a la patria a los que, bajo la presión del enemigo, desconozcan al Gobierno constituido en enero de 1880 y reconocido por todas las potencias del mundo» (Registro Oficial de Junín, viernes 18 de marzo de 1881). Singularmente importante lo sucedido el 26 de febrero en la sierra de Lima, porque demuestra que en fecha tan temprana estaban ya organizadas las columnas de guerrilleros en Huarochirí. Por esos lares actuaba entonces el coronel José Agustín Bedoya, a quien debe considerarse como precursor o iniciador de la campaña de La Breña, conjuntamente con el teniente coronel Francisco B. Segura y los párrocos Francisco M. Cabrera e Hilario Gómez. Todos ellos estuvieron siempre al tanto de lo que ocurría en Lima, pues al campamento guerrillero llegaban puntualmente los periódicos que allí se editaban. Y fue precisamente en respuesta a lo publicado por La Actualidad, que aquel día suscribieron el patriótico pronunciamiento que a continuación copiamos: En el campamento de San Jerónimo, a los 26 días del mes de febrero de 1881: los jefes, oficiales y tropa pertenecientes a las Columnas de Guerrilleros de los distritos que comprende la sección de la derecha, presididos por su comandante militar, teniente coronel don Juan B. Segura, se reunieron con motivo de haberse impuesto de varios documentos que publica el periódico de Lima La Actualidad, cuyos documentos revelan que una pequeña porción de malos ciudadanos se ha ocupado de nombrar un presidente provisorio para la república, desconociendo la autoridad de S. E. el jefe supremo, que todos los pueblos aceptaron y reconocieron desde el 21 de diciembre del año antepasado de 1879. Teniendo en consideración: Que nadie tiene facultad de imponer al país un nuevo Gobierno sobre el que tiene unánimemente aceptado y reconocido, al cual están obligados todos los peruanos a respetar y obedecer, debiendo por lo tanto de calificarse semejante acto como un ataque a la soberanía de la nación; que la reunión de los firmantes del acta de la elección del 23 del presente revela que esos ciudadanos han procedido o bajo la presión de las fuerzas chilenas que hoy ocupan la capital de Lima o en virtud de criminales connivencias con los representantes de ese ejército, para disponer con libertad de la suerte y caudales del país; lo cual queda suficientemente comprobado con el hecho de no haberse aceptado a los comisionados 44
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competentemente autorizados por el jefe supremo, única autoridad que ha podido nombrarlos con perfecto derecho; y que una diminuta fracción de individuos, nada significa ante la gran mayoría de ciudadanos patriotas que forman la comunidad de la república, y que por lo mismo debe rechazarse con energía tan arbitrario procedimiento. Acordaron: Protestar, como en efecto protestan, de todos los actos practicados en Lima por esos ciento catorce individuos que suscribieron el acta, a los que declaran como traidores a la patria, y ofrecer apoyar la autoridad de S. E. el jefe supremo actual, doctor don Nicolás de Piérola, hasta que se hagan las negociaciones de paz y se convoque por él únicamente un Congreso Constituyente, si es que no hubiese necesidad de continuar la guerra, debiéndose remitir copia de la presente a la Municipalidad de Lima y a S. E. el jefe supremo (Registro Oficial de Junín, sábado 2 de abril de 1881).
La reacción en el sur fue algo más tardía. Todo parece indicar que en Arequipa el pueblo presionó a sus autoridades para que se pronunciasen contra García Calderón, y es muy probable que esto contrariase el parecer de los potentados de la región, en especial los latifundistas, laneros y grandes comerciantes, cuyos pensamientos eran afines a los de la oligarquía limeña y cuya nefasta influencia tuvo que ver en la ambivalente conducta que habrían de mostrar en todo momento sus autoridades civiles y militares. Una hoja impresa el 12 de marzo dio a entender que en los días previos y en varias reuniones, ciudadanos representativos deliberaron sobre la nueva situación y decidieron convocar al pueblo para el domingo 13, en la plaza de Armas, a fin de que manifestase su soberana voluntad. Firmaron el documento los señores Morales Alpaca, Adolfo Valdez, F. Santiago Corrales, Rubén Bustamante, Vicente Franco y Manuel Rosas. Una proclama contenida en esa hoja condenó el proceder de García Calderón, quien «prescindiendo de los invulnerables derechos que constituyen nuestra nacionalidad, pretende imponer al Perú un tratado afrentoso que satisfaga la insaciable voracidad de Chile»5. La manifestación popular fue celebrada y al término de ella se suscribió en un acta popular las siguientes resoluciones: Que (Arequipa) mira como ofensiva a su dignidad, y con indignación y desprecio, aquella parodia de Gobierno provisional, elegido por 114 individuos de la ciudad de Lima, que hoy ocupa el invasor extranjero; que el Gobierno presidido por el doctor don Nicolás de
5 Esta hoja impresa fue publicada por Zoila Aurora Cáceres en su obra citada, pp. CX-CXI.
Constituye un testimonio de la prensa informal, al igual que la hoja impresa que los plutócratas hicieron circular en Lima en febrero del mismo año.
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Piérola continúe sin descanso ni tregua la guerra contra Chile, hasta alcanzar la vindicación nacional y una paz tan honrosa como segura; que con lealtad inquebrantable se lleve adelante la Alianza Perú-Boliviana y se cumpla el Pacto Federal; y que para los fines presentados, Arequipa apoya al Gobierno con el celoso cumplimiento de sus deberes, llegando hasta el sacrificio, si necesario fuese (Registro Oficial de Junín, sábado 2 de abril de 1881).
Por su posición territorial, los arequipeños anhelaban la renovación del pacto con Bolivia, y el propio Piérola, poco después, trabajaría en ese sentido. Vana esperanza, sin embargo, porque en el país altiplánico había ganado terreno la posición entreguista y de allá no vendría ya ningún apoyo efectivo al Perú. Horas antes del citado mitin, se había reunido el ejército para ser revistado por el doctor y coronel Pedro Alejandrino del Solar, jefe superior político y militar de los departamentos del sur, quien tomó la palabra haciendo ver a sus jefes y oficiales que era necesario que el ejército fuese el primero en manifestar al país que no solo desconocía al Gobierno de García Calderón, sino que estaba resuelto a continuar la guerra sin tregua (Registro Oficial de Junín, sábado 2 de abril de 1881). De manera unánime los allí presentes aprobaron ese parecer y se redactó el acta respectiva con los siguientes acuerdos: 1. Declarar terminante y perentoriamente que desconocen al Gobierno provisorio inaugurado en Lima, bajo la presidencia del doctor don Francisco García Calderón. 2. Continuar la guerra, sin tregua y sin descanso, como y donde mejor convenga, hasta alcanzar una paz verdaderamente honrosa para el Perú. 3. Prestar al jefe supremo de la República, señor don Nicolás de Piérola, todo el apoyo y cooperación que demanda el patriotismo en las presentes circunstancias (Registro Oficial de Junín, sábado 2 de abril de 1881).
Ese mismo 13 de marzo, Del Solar expidió un decreto denunciando al Gobierno provisorio por «delito de rebelión» y calificando de «traidores a la patria» a sus integrantes y a todos los que le obedeciesen o prestasen apoyo directo o indirecto, al tiempo que ordenaba a las autoridades de su jurisdicción la captura de esos individuos, cualquiera que fuese su clase, jerarquía o condición, para su enjuiciamiento sumario en consejo de guerra verbal y su consecuente ejecución, en conformidad con las leyes vigentes. Y además protestó por el acto de fuerza consumado en Chala, puerto del que se apoderaron los calderonianos «con una partida de hombres armados salidos del Callao, a la vista y con el consentimiento de los chilenos» (citado por Cáceres, op. cit., cap. 3, anexo 43). El coronel Velarde, ministro de Gobierno del régimen de La Magdalena, deploró tal proceder y cursó a Del Solar un oficio señalando que solo una «pequeña parte del pueblo» podía secundar aquella declaración, pues la mayoría 46
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aprobaba lo actuado en Lima, exhortándolo a rectificarse y adherirse a García Calderón (citado por Cáceres, op. cit., cap. 3, anexo 43), lo que provocó una respuesta más contundente: No soy yo ni las personas que me rodean —escribió Del Solar—, quienes queremos disponer de la suerte del Perú, como dice V. E., sino lo son quienes contra la voluntad del Perú y por medios que el honor y la dignidad rechazan, han levantado la bandera de la anarquía, no solo frente al enemigo de la patria sino bajo su protección y amparo. Los que han provocado la guerra intestina para llegar por ella a una paz, a todo evento, que les permita recuperar lo que la guerra les ha hecho perder, esos son los que intentan disponer de la suerte del Perú en provecho propio... Doy por toda respuesta: guerra sin tregua al enemigo exterior, como único medio de alcanzar una paz honrosa (y) castigo ejemplar a los traidores que deshonran a su patria (Cáceres, op. cit., p. 140).
Del Solar fue un intelectual de prestigio, catedrático de ciencias, abogado, parlamentario y periodista, redactor del diario La Patria y organizador de una Columna de Tipógrafos de la Guardia Urbana. En abril de 1881 viajó a Bolivia y fue recibido por sus más altas autoridades, pero poco pudo hacer por reanimar la alianza con ese país que al igual que el nuestro estaba anarquizado. Partidario de continuar la resistencia al invasor, no tuvo empero la capacidad de organizarla y se mantuvo en una inacción semejante a la de Piérola en Ayacucho. Así, solo unos meses después sería derrocado. Una manifestación similar tuvo lugar en Puno, encabezada por el prefecto teniente coronel Julio Jiménez, y acordó el 13 de marzo «desconocer todo Gobierno que no emane de la voluntad nacional y, en consecuencia, al Gobierno de García Calderón»; sostener al encabezado por Piérola, «reconocido por todos los pueblos del Perú y potencias extranjeras», y ofrecer «todo el contingente necesario para continuar la guerra sin tregua contra Chile, hasta obtener una paz honrosa o sucumbir en la lucha agotando la sangre y los recursos del departamento» (Registro Oficial de Junín, martes 5 de abril de 1881). El 17 de marzo la ciudadanía de Chincha resolvió adherirse a los pronunciamientos del sur, apoyando «la continuación de la guerra y la alianza con nuestra hermana la República de Bolivia» y reiterando su confianza en Piérola, «el único que estamos dispuestos a sostener y acompañar aun con el sacrificio de nuestras vidas e intereses para salvar a la patria de sus enemigos internos y externos» (Registro Oficial de Junín, martes 5 de abril de 1881). Pero la más importante reacción se produjo en Áncash, cuyo prefecto Tadeo Terry, respondiendo a la carta que García Calderón le remitiera el 22 de marzo, consignó estas expresivas líneas: Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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Nos habla usted de nuestra absoluta impotencia y de la ruina de la fortuna privada. En cuanto a lo primero, no pienso como usted; tenemos algunos elementos y podremos obtenerlos, lo que nos falta es cohesión y unidad de ideas, un solo pensamiento para salvar a la patria de la postración a la que nosotros mismos la hemos conducido con nuestros procedimientos del pasado. Un pueblo vencido hoy puede levantarse y puede ser fuerte y vencedor mañana, si nosotros con ánimo resuelto, separándonos de las intrigas de partidos, nos reorganizamos al amparo de las fuerzas del sur y del patriotismo leal. Podemos combatir al enemigo y escarmentarlos. Este será el final de la contienda (citado por Herrera, 1997, p. 253).
Deploró Terry que García Calderón se humillase ante Chile con deshonra: «Que acaben los chilenos de esgrimir su saña; que cumplan sus satánicos propósitos de destruir nuestros valiosos fundos y edificios; pero que no consigan humillar nuestro decoro y dignidad» (citado por Cáceres, 1921, p. 140). Tamaña condena provocó las iras del Magdaleno al punto que las primeras tropas que pudo organizar con apoyo chileno recibieron por misión acallar la protesta de Áncash. Importante es notar que los juicios vertidos por Terry, respecto a la esperanza en revertir el resultado de la guerra, y sobre la necesidad de superar las pugnas partidarias para forjar la unidad nacional, coincidieron con el parecer que luego haría público el general Cáceres. Una actitud muy distinta asumió por su parte Lizardo Montero, el jefe superior político y militar de los departamentos del norte, cuya adhesión había sido solicitada por el ministro Velarde. Le respondió en términos corteses, «sintiendo sobremanera la imposibilidad de acceder a las indicaciones de V. S.»6. A la sazón, Montero se hallaba en Yonán, hacienda inmediata a Cajamarca, preocupado en ordenar a sus lugartenientes que captasen erogaciones «destinadas a satisfacer los gastos de guerra»7. La forma en que este jefe entendía la guerra era sumamente peculiar, mas de cualquier forma le generaba gastos, sobre todo para cumplir con el pago de sueldos. Coincidiendo con el rechazo de Montero a la propuesta de García Calderón, los chilenos impusieran un cupo de 100 000 soles de plata a la ciudad de Trujillo, pese al acta que firmaron sus notables adhiriéndose al Gobierno provisorio. Ello provocó un gran desconcierto y en Pacasmayo hubo un intento sedicioso, que fue contenido por el comandante Eduardo Dávila. Pacasmayo era un puesto de
6 Carta al ministro de Gobierno, Yonán, 14 de marzo de 1881, publicada por Cáceres, op. cit.,
cap. 3, anexo 36. 7 Carta de Montero al teniente coronel Julio Octavio Reyes, Cajamarca, 7 de marzo de 1881, publicada por Cáceres, op. cit., cap. 5, anexo 35.
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importancia pues allí funcionaba la aduana cuyos fondos se remitían a Montero8. En un desesperado afán por demostrar a los chilenos alguna efectividad, García Calderón decretó el 18 de marzo el cese de las autoridades municipales nombradas por Piérola, declaró sin ningún valor todo lo actuado por los cabildos desde el golpe de diciembre de 1879 y ordenó reasumir los cargos a los que entonces lo habían ejercido. Fácilmente se aprecia que era una medida simbólica, que solo podía cumplirse en la capital ocupada e incluso en ella hubo alguna resistencia del alcalde Torrico, quien cesó en su pírrica protesta al amenazársele con un juicio de persistir en su negativa. Describiendo esa conducta, Ricardo Palma informó a Piérola: Rufino Torrico, después de firmar la enérgica protesta que usted conocerá ya —del 29 de marzo—, salió haciendo lo que llamamos los criollos «carrera de caballos, parada de borrico». ¡Guapo señor Torrico! Todo estaba combinado para que la farsa calderoniana recibiera el golpe de gracia cayendo en medio de la rechifla popular y sin quemarse un gramo de pólvora. Pero don Rufino y don Francisco se entendieron y la argolla salvó del conflicto9.
En reemplazo de Torrico y a propuesta del señor Graña, fue nombrado nuevo alcalde de Lima el coronel César Canevaro, otro ambicioso de polendas. Comentando este suceso, un anónimo de Lima escribió a Piérola: Parece que Canevaro está resentido; según unos porque no lo han hecho general y según otros porque no le han escrito llamándole a tu lado. Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que ha aceptado el cargo de alcalde de la municipalidad reaccionaria, a despecho de la dignidad y del honor que le prescribían, por lo menos, una actitud prescindible. Graña, el sempiterno intrigante y que es el mentor de Canevaro, ha sido quien ha persuadido a su pupilo que debía aceptar ese puesto10.
Era entonces Canevaro un joven coronel, de solo 35 años de edad, no obstante lo cual tenía ya una experimentada carrera pública. Hizo su formación militar en Francia, donde estuvo desde los 10 años. Era miembro de una familia de una gran solvencia económica, que labró su riqueza, entre otras cosas, con la trata de los semiesclavos culíes. Al volver Canevaro al Perú en 1870, no se incorporó al Ejército, sino que se dedicó al comercio y a las finanzas, y alcanzó la gerencia del Banco del Perú. Su cuantiosa
8 Oficio del comandante Eduardo Dávila al jefe político y militar de los departamentos del
norte, dechado en Ascope el 15 de marzo de 1881, publicado por Cáceres, op. cit., pp. 132133. 9 Carta fechada en Lima el 4 de abril de 1881, en Palma, 1979, p. 34. 10 Carta fechada en Lima el 4 de abril de 1881. Biblioteca Nacional. Archivo Piérola, caja 59.
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fortuna le permitió ser propietario de los diarios El Nacional y La República. Se adhirió prontamente al partido civilista y fue designado jefe de la guardia nacional por el presidente Pardo. En 1874 le tocó debelar la insurrección pierolista que estalló en Moquegua. Al declararse la guerra con Chile viajó a Panamá, comisionado para la adquisición de armamento, y al regresar fue destinado al frente sur, asumiendo la comandancia general de la segunda división del ejército comandado por Montero. En tal calidad concurrió a la trágica jornada del Alto de la Alianza y se retiró por Puno en seguimiento de su jefe. Estuvo luego en la defensa de Lima y cayó herido en la batalla de Miraflores. Algunos días después su nombre figuraba al lado de los de muchos jefes y oficiales que suscribieron el compromiso de no volver a tomar las armas contra Chile. Tal vez fue ese compromiso el que orientó su posterior proceder, ya que, como segundo de Montero, consintió en 1883 la defección de Arequipa. Volviendo a lo nuestro, el 29 de marzo García Calderón decretó la vigencia de la Constitución de 1860 y ordenó el cese de las autoridades políticas y militares nombradas por la dictadura. Amenazó con juicios y severas penas a todo aquel que se opusiese o trabase esa disposición y dio un plazo de 20 días para el reconocimiento de las nuevas autoridades que anunciaba designar. Bien se entiende que dicho decreto fue impracticable. Pero resultado diferente tuvo otro expedido ese mismo día, por el cual convocó a un Congreso Extraordinario, y fijó el 15 de mayo para el inicio de sus sesiones en la Escuela de Clases de la villa de Chorrillos. Dicho Congreso tendría como objetivos la elección del presidente y vicepresidentes provisorios de la república, y el dictado de disposiciones conducentes a lograr la paz con Chile. Funcionaría sobre la base de los representantes que habían asistido al Congreso de 1879, y se reemplazarían por elección a los diputados y senadores que a esa fecha habían cesado en sus cargos. Para la prensa española, que por medio de corresponsales seguía estos sucesos, la entronización de García Calderón anarquizaba más al Perú y lo ponía al borde de la guerra civil11. Desde el 16 de marzo el nuevo régimen puso en circulación El Orden, como su periódico oficial. Sus directores fueron los clérigos Manuel González de la Rosa y Germán de la Fuente Chávez, lo que desde ya anunciaba su orientación a favor del cese de la guerra. En sus páginas escribieron intelectuales como Carlos Augusto Salaverry, Luis Benjamín Cisneros y Pedro Paz Soldán. Además, reclutaron como redactores a algunos de los que trabajaron en el clausurado diario de Miró Quesada. El Orden fue ante todo 11 La correspondencia fechada en Lima el 30 de marzo fue publicada en La Iberia de Madrid,
el martes 10 de mayo de 1881.
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un órgano de propaganda, mas no de análisis, y sirvió fundamentalmente para dar a luz los ampulosos documentos emanados del Gobierno de La Magdalena, criticando con acritud el accionar de Piérola, sin poner mientes en falsear, exagerar o tergiversar los hechos, algo común en ambos bandos. Surgió en consecuencia un enfrentamiento mediático entre El Orden y el Registro Oficial de Junín, uno de los voceros de la dictadura ambulante, polémica que se extendería luego a otros periódicos del interior. En el Registro Oficial de Junín le cupo al teniente coronel Juan Norberto Eléspuru la tarea de rectificar lo propalado por el diario calderoniano, difícil encargo porque lo que consideraba falsedades eran medias verdades. El Orden difundía las noticias y aun los rumores que a su redacción remitían los opositores del pierolismo en la capital y en el interior, y los había no muy lejos del dictador, en ciudades como Tarma y Cerro de Pasco. Una de las no muy convincentes «rectificaciones» de Eléspuru decía a la letra: El número 5 de El Orden [...] dice, entre multitud de falsedades, [...] lo que sigue: «Toda la correspondencia que salió de Lima, posteriormente a aquella que llevó el acuerdo del 22 de febrero, fue interceptada por comisarios del exdictador en Chicla». Falso de toda falsedad. La comunicación con la capital, y con los demás pueblos de la república, ni se ha interceptado, ni se ha interrumpido absolutamente por nadie, ni mucho menos por disposición de S. E. el jefe supremo [...] Dice además: «Se había ordenado al señor J. M. Echenique fuera al Cerro de Pasco para imponer a la población un cupo, que debiera ser pagado en barras o moneda sellada, de quinientos mil soles plata». Tal aseveración es igualmente falsa. No se ha dado orden alguna a este respecto al jefe superior político y militar de los departamentos del Centro, y ni éste ni ninguna otra autoridad ha pensado siquiera en semejante cosa [...] Pero también dice El Orden que «los vecinos de Jauja y demás ciudades y pueblos próximos vivían temerosos de actos de violencia, escándalos y nuevas desgracias». Los públicos y reiterados testimonios, tanto de Jauja, como de las ciudades y pueblos inmediatos, son un elocuente mentís a las aseveraciones de la impostura, sugeridos por estudiada aunque inútil malicia. Se ha afirmado también por El Orden que las autoridades nacionales habían prohibido que los ganaderos de Canta bajasen a Lima ganado, para la provisión de la ciudad. Tal noticia es no menor impostura que las anteriores. Ninguna disposición relativa al tránsito de personas o cosas ha sido dictada, y menos respecto a provisión de víveres para Lima. (Registro Oficial de Junín, viernes 11 de marzo de 1881).
No eran desmentidos válidos, ni favorecían a Piérola; por el contrario, demostraban su inacción. Si la guerra continuaba, como había proclamado el dictador al dejar Lima, era lógico que interceptase las comunicaciones en Chicla, estación final de la vía férrea, o que impidiese el Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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abastecimiento de la capital donde estaba el grueso del ejército de ocupación. Piérola no hacía ni lo uno ni lo otro, porque su «guerrerismo» fue solo una pose, y muy efímera. Respecto al temor de los vecinos de Jauja y otras ciudades, en realidad existía, y se haría patente poco después con el avance de la expedición chilena del coronel Letelier. Finalmente, a los ricos vecinos de Cerro de Pasco, que era entonces capital del departamento, no les agradaba pagar cupos, mucho menos si eran para la causa patriota; porque este ideal tenía poca cabida en la mayoría de mineros, ganaderos y comerciantes peruanos y extranjeros allí radicados. Como una prueba del supuesto entendimiento existente entre los chilenos y García Calderón, El Orden reprodujo editoriales de La Actualidad y los hizo suyos (El Orden, martes 10 de mayo de 1881). Por eso, y por publicar muchas noticias carentes de veracidad, mereció esta condena de El Obrero de Áncash: Los días de correo son esperados en estas tierras con violencia. Las noticias venidas de Lima y de Huaraz por el último correo se pueden apellidar nuevas risibles, porque ¿cómo no causará risa y más que risa, carcajada tendida, el leer ese inmundo papelucho llamado El Orden, órgano de los intereses calderonistas? (El Obrero de Áncash, miércoles 17 de agosto de 1881).
Otro corresponsal de un diario español en Lima fue más ilustrativo al informar sobre el entendimiento entre chilenos y provisorios: «Los comandantes chilenos han hecho ya algunos servicios muy importantes, aceptados por el señor García Calderón. Puede no ser prudente, en la actualidad, determinar el carácter de esos servicios; pero es bien sabido que el Gobierno provisional de La Magdalena tiene ahora a su disposición recursos respetables» (La Iberia, miércoles 15 de junio de 1881). El Gobierno de La Magdalena se pronunció desde siempre contrario a continuar la guerra. En su discurso de asunción de mando, García Calderón pretendió justificar su oposición a toda resistencia armada anunciando que emprendía las negociaciones de paz, aunque sin mencionar los medios con que contaba para alcanzarla. Para él la continuación de la guerra era imposible: No debe desalentarnos el triste espectáculo de las catástrofes de nuestra patria —dijo en su discurso del 12 de marzo de 1881—, porque no es el Perú el primer pueblo que pasa por semejantes pruebas; antes bien, otros países más poderosos que el nuestro han perdido una y 10 veces la batalla, pero han sabido detenerse a tiempo para reparar por la paz las ruinas hechas por la guerra. Si esos países se hubiesen empeñado tenazmente en la prosecución de una lucha imposible, habrían llegado a su aniquilamiento (Cáceres, 1921, cap. III, anexo 13). 52
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Los hechos posteriores lo desmentirían, pues la resistencia fue posible en la prolongada campaña de La Breña, y no necesariamente condujo al aniquilamiento del Perú. García Calderón deslizó argumentaciones realmente desconcertantes, al sostener, por ejemplo, que declarándose derrotado el Perú seguía el ejemplo de los países honrados, tal como entonces anotaron sus partidarios, asumiendo una opinión antes vertida por Mariano Bolognesi12: El discurso de S. E. fue bueno. Manifestó que los desastres de su patria eran debidos en mucho a la desunión de sus hijos, a las guerras civiles y a las ambiciones ilegítimas de muchos de sus hombres públicos; que la abundancia de riquezas naturales había servido de fomento y de incentivo para esas ambiciones punibles y para olvidar la necesidad del trabajo y de la paz, y que la grandeza de los pueblos no consistía en sus riquezas naturales sino en las virtudes cívicas, en la paz, en la unión y en la laboriosidad de sus hijos. En cuanto a la guerra, expresó que otros países mucho más poderosos habían perdido también batallas decisivas y sufrido los desastres de la adversidad en la guerra, y que devorando sus propias amarguras habían buscado después en la paz y en el orden su nuevo engrandecimiento; que el Perú, en su dolorosa situación actual, no debía hacer otra cosa que seguir el ejemplo de los países honrados (Cáceres, op. cit., cap. III, anexo 12).
Integraron su gabinete el doctor Aurelio Denegri, presidente del Consejo y ministro de Hacienda y Comercio; el coronel Manuel Velarde, ministro de Gobierno, Policía, Obras Públicas y Estadística; el doctor José Miguel Vélez, ministro de Justicia y Culto; el doctor Manuel María Gálvez, ministro de Relaciones Exteriores; y el capitán de navío Camilo Carrillo, ministro de Guerra y Marina. Gustaban de reunirse en el exclusivo Club de la Unión, para departir sobre todo de asuntos económicos y lamentar que la guerra fuese «sostenida con los pocos recursos que aún poseían los hombres de orden»13. Por ello fue que urdieron planes conducentes a evitar que sus recursos, que no eran pocos, se vieran mermados. La versión tradicional y oficial de estos hechos ha ocultado el carácter de clase que tuvo el Gobierno de La Magdalena. Para definirlo no hace falta recurrir a los testimonios de sus opositores políticos, que los hubo muy ilustrativos, sino que basta y sobra con la hoja impresa que con el epígrafe
12 Bolognesi consideró de locos continuar la resistencia y fue quizá el primero en traer a
colación la guerra-franco prusiana para exhortar a los peruanos a aceptar la paz con la cesión territorial que exigía Chile. Su pronunciamiento fue publicado en El Comercio de Guayaquil, el 25 de febrero de 1881. 13 Despacho remitido desde Lima el 31 de marzo y publicado por La Iberia de Madrid el martes 10 de mayo de 1881.
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«Al pueblo» hicieron circular los calderonianos en Lima, el 26 de febrero de 188114. En este documento se autodefinieron como integrantes de la plutocracia y justificaron su proceder con los mismos argumentos que en todo tiempo han esgrimido las clases dominantes y que pueden condensarse en un solo pensamiento: «Si desaparecen los ricos, no habrá trabajo para los pobres». Salta a la vista que los redactores de esta hoja buscaban poner un dique a la lucha de clases, porque de su lectura se infiere que hubo entonces agitadores sociales incitando a la subversión. Los plutócratas se consideraron víctimas de la guerra, bajo la falsa premisa de que en ella pierden más los que poseen bienes de fortuna que los que solo viven de su trabajo. Y como si no hubiesen sido los directos culpables de la bancarrota del Perú, al que desgraciaron con la sucesión de sus Gobiernos corruptos, adujeron inocencia clamando por la paz que les permitiese preservar o recuperar sus fortunas aduciendo que de ello dependía también el bienestar de los trabajadores: La capital de la república y todos los pueblos ocupados por el enemigo gimen bajo el yugo del vencedor, que cada día se manifiesta más exigente y amenazador; cierran el comercio, que a esto equivalen los exorbitantes derechos impuestos a los principales artículos de subsistencias; con esto el que sufre más directamente el mal es el trabajador, que no tiene trabajo, que su subsistencia encarece día por día, que su domicilio, por ser más retirado del centro de la población, es violado de todos modos. ¿Tienen la culpa de todo esto los titulados hombres ricos, si todavía los hay, que también sufren el saqueo y destrucción de sus haciendas y casas? Ciertamente que no: la causa de esos males es la guerra, guerra que para nuestra fatalidad no podemos continuar hoy.
Para ellos, «el pueblo trabajador» era una clase y «los ciudadanos», otra. Señalaron que el primero alzaba sin razón su voz de protesta contra los segundos. Y que, debido a la inacción de la masa trabajadora, los «ciudadanos» reasumían el Gobierno para salvar a la patria. Tal se lee en la hoja impresa: El pueblo trabajador no se movía ni daba señales de vida, a no ser para quejarse de su miseria. Entonces, los ciudadanos, contra los que algunos reclamaban hoy, tomaron la iniciativa de la salvación de la patria, se agruparon e invocando la salvadora garantía de la Constitución, presentaron al pueblo laborioso a un ciudadano de honrosos antecedentes, por su inteligencia, actividad, firmeza y patriotismo,
14 Debemos a Zoila Aurora Cáceres, la hija del jefe de La Breña, el conocimiento de este
singular documento que insertó en su obra ya citada, pp. LIX-LXI.
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como candidato digno y capaz de salvarnos de la anarquía y de la angustiosa y agonizante situación en que todos nos encontrábamos.
Había que poner dique a las exigencias del pueblo, porque la libertad tiene un límite, expusieron al mismo tiempo los plutócratas con la siguiente argumentación: Le hemos dicho al pueblo en todos los tonos que es libre; pero jamás nos hemos preocupado de indicarle la línea donde concluye la libertad y empieza la licencia; le hemos llenado la cabeza con sus derechos, legítimos unas veces, maleados otras por la exageración; pero nunca le hemos trazado sus deberes, ni recomendado su cumplimiento; hemos halagado sus pasiones, para explotarlo en nuestro provecho, creando el espíritu de resistencia a la autoridad legítima, lo que ha llegado a dar por fruto que los pueblos se crean humillados por la violencia; hemos clamado contra los hombres enriquecidos por el trabajo y la economía, señalándolos a la envidia y el rencor, en vez de enseñar que esas riquezas garantizan el jornal y el salario, llevan el óbolo a la casa del pobre, fomentan los establecimientos de misericordia, sostienen el crédito que hace prosperar la industria y abren nuevos capitales y con ellos la abundancia y el bienestar, de que no gozaremos en adelante sino a condición de una cordura desconocida hasta el día y de una reforma radical en nuestras costumbres sociales y políticas (El Orden, sábado 19 de marzo de 1881).
Y refiriéndose a los que hablaban de alzarse contra el Gobierno de los ricos, los plutócratas terminaban su manifiesto con la siguiente advertencia: ¡Conciudadanos virtuosos y laboriosos que vivís del trabajo, no os dejéis engañar por algunos hombres que solo viven del desorden que favorece el robo y el asesinato! Vosotros seréis víctimas por falta de trabajo, si los hombres que han adquirido fortuna la pierden por el saqueo y la violencia. Estos hombres que llamáis ricos tienen intereses comunes con vosotros, y vosotros sin ellos seréis víctimas. Solo aprovecharán del desorden los perversos que siembran la funesta semilla de la discordia.
Cabe preguntarse: ¿influyó esa prédica en la pasividad que mostraría la población limeña en los más de tres años que duró la ocupación chilena? ¿Tuvo más efecto la amenaza hecha por el invasor por medio de su prensa? ¿Pesó más la ausencia del equipo bélico que se requería para que accionasen guerrillas urbanas? Es probable que confluyeran esos factores y otros más, como que Lima, recientemente, había visto correr mucha sangre, durante la represión de la asonada popular que precedió a la entrada de los invasores chilenos.
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La prensa chilena en Lima y los asuntos internos del Perú Respecto a la actividad de la prensa chilena en Lima, hemos citado ya al diario La Actualidad, vocero oficioso del ejército de ocupación, cuyo primer número apareció el 20 de enero de 1881, trabajado en los talleres tipográficos donde antes se había impreso El Peruano. El general Baquedano confió su administración a José Isidoro Errázuriz y designó como sus redactores principales a Salvador A. Castro y Luis E. Castro. El administrador retornó a Chile un mes después y lo reemplazó el señor Riquelme. Este periódico reflejó el pensamiento del alto mando chileno, no solo informando sobre la administración del territorio ocupado sino también inmiscuyéndose en las disputas políticas que dividieron a los peruanos, dando su apoyo al régimen provisorio de García Calderón y desprestigiando a la dictadura de Piérola: «El rumbo fijado a La Actualidad desde el primer número [...] [fue] defender los intereses de Chile y formular opinión franca sobre la política interior y exterior del Perú, según contradiga o se armonice con esos intereses»15. Informó asimismo sobre el desarrollo de algunas acciones bélicas, como las que marcaron el inicio de la resistencia en la sierra de Lima. Y consignó también valiosas noticias sobre la otra gran guerra que aquel mismo año sostenía Chile, al exterminar mapuches en sus territorios australes. Precisamente, a principios de 1881 tuvo lugar la matanza de indígenas en la línea de Maitén, tras acoger el presidente Santa María el proyecto de exterminar a los pobladores nativos de la Araucanía. Es erróneo, por tanto, llamar araucanos a los chilenos que invadieron el Perú; su clase dominante era blanca, de genes españoles, ingleses y alemanes, principalmente, y su pueblo era un conglomerado de mestizos a los que los primeros llamaban despectivamente «rotos». Estos no se consideraban para nada indígenas y habían asimilado de sus patrones una actitud racista; en los peruanos que habitaban la costa, amén de negros y zambos, ellos vieron «cholaje» y en las serranías solo «indios», pasibles de ser aniquilados como los mapuches. Promediando ese año el Ejército chileno perpetró un «malón general» considerando la frontera austral como escenario de entrenamiento para sus acciones en la sierra del Perú. Sobre la resistencia mapuche, el periódico argentino El Imparcial publicaba a finales de marzo el siguiente despacho: Los indomables araucanos continúan haciendo una guerra implacable a Chile. Últimamente han ocupado una extensa línea en la
15 Volante firmado por Errázuriz y Riquelme, imprenta de La Actualidad, calle de la Rifa 58,
Lima.
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frontera, y en sus excursiones al territorio chileno cometen mil atrocidades: incendian las mieses y las fincas, entran en las poblaciones a sangre y fuego y atacan a las fuerzas del ejército. Si a eso se agrega las deserciones en la tropa expedicionaria chilena, que son numerosas, se comprenderá cuán grave y crítica es la situación de los pueblos fronterizos [...] Un ejército de 3000 hombres, al mando del general Villegas, después de recorrer las pampas combatiendo a los indios, se ha situado en la frontera de Chile, en expectativa de los sucesos que se desarrollan al otro lado de los Andes16.
La guerra contra los indígenas, por aquel tiempo, no solo se desarrollaba en Chile, sino también en Argentina y Uruguay. Por aquellos años, los hacendados llegaron a pagar buenas sumas de dinero por cada cabeza de indígena muerto. Imperó en la región la abominable prédica de Domingo Faustino Sarmiento, quien anhelaba el exterminio de los «indios asquerosos»17. Sarmiento se anticipó al general yanqui Philip Henry Sheridan, exterminador de las naciones indígenas de las Grandes Llanuras de Norteamérica y autor de la espantosa frase: «Los únicos indios buenos que vi fueron los indios muertos»18. La Actualidad llegó a sacar ciento siete números y cesó la publicación el 27 de mayo de 1881 por orden expresa de Patricio Lynch, no porque incumpliese los propósitos que determinaron su aparición, sino porque las máquinas y los materiales tipográficos fueron embarcados para Chile como botín de guerra (La Iberia, jueves 14 de julio de 1881). Para entonces, el general Baquedano se había embarcado ya de regreso a Chile y dejado al general Lagos como jefe interino del ejército de ocupación hasta que, en definitiva, el mando supremo de Chile en el Perú fue asumido por el contralmirante Patricio Lynch, a partir del 16 de mayo de 1881. 16 Despacho reproducido en La Vanguardia de Barcelona, el sábado 23 de abril de 1881. 17 Y a pesar de eso, a Faustino Domingo Sarmiento, presidente de la República argentina de
1868 a 1874, se le considera “el maestro de la patria”. En el diario El Progreso, el 27 de setiembre de 1844, Sarmiento había escrito lo siguiente: «¿Lograremos exterminar a los indios? Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa calaña no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso. Su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado». Este desafortunado discurso fue reproducido en El Nacional, el 25 de noviembre de 1876. Por ello ha merecido Sarmiento dura condena y tal vez severísima en extremo fue la pronunciada el 2014 por el ministro de Defensa de la República de Uruguay, Eleuterio Fernández Huidobro, quien lo llamó «grandísimo hijo de puta». Claro que Vargas Llosa intervino para explicar (por no decir justificar) lo que quiso decir Sarmiento. Para el caso se recomienda la lectura del ensayo «Sobre indios, afroamericanos y los racismos de Sarmiento», de Elizabeth Garrels, 1997, pp. 99-13. 18 «The only good Indians I ever saw were dead». Esta frase la consignó Edward S. Ellis en su libro The History of Our Country: From the Discovery of America to the Present Time, «que se publicó por vez primera en 1895 y alcanzó gran difusión posteriormente» (Wolfang Mieder, «El mejor indio es un indio muerto», Paremia, nro. 10, 2001, pp. 49-56).
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En su primer editorial La Actualidad había anunciado sin tapujos, aunque con lenguaje engañoso, que azuzaría las pugnacidades entre peruanos: «La política interna del país no es, sin duda, el resorte de esta publicación. Ha de sernos forzoso, sin embargo, abordar este terreno cada vez que así lo requiera el interés que para nosotros es supremo y siempre que esté de por medio la gran causa de la reorganización del Estado peruano» (La Actualidad, 20 de enero de 1881). Este periódico intervino a fondo en las disputas internas del Perú y al atacar a Piérola provocó la airada protesta de su secretario de Gobierno, Aurelio García y García, quien en una circular fechada en Jauja el 1 de marzo y dirigida al cuerpo diplomático, denunció las imposturas y difamaciones propaladas por La Actualidad, aunque cuidándose de no citarla con nombre propio. Copiamos aquí el extracto pertinente: Perseverante el Gobierno chileno en sus designios ya manifestados, de completa ruina del Perú, ha sido su más constante empeño, después de la ocupación de Lima y Callao, el 17 de enero último, el promover toda clase de disensiones intestinas. Con este propósito ha establecido en la primera ciudad un periódico semioficial, que, tirado en las prensas del Estado, se ocupa, desde su inauguración, en esparcir todo género de imposturas, difamar a nuestros hombres públicos, desacreditar los principios que gobiernan la sociedad esforzándose, además, artificiosamente, en persuadir que no existe un Gobierno, a pesar de que el de S. E. el jefe supremo cuenta con la obediencia de la nación entera, sin exclusión de una sola aldea (Registro Oficial de Junín, viernes 4 de marzo de 1881).
A decir verdad, la dictadura era el único Gobierno aceptado en casi todo el Perú19 y si los chilenos la desconocieron fue para dar cauce al Gobierno de La Magdalena, total hechura suya, según señaló La Actualidad. Tomando esto a sorna, Palma escribió a Piérola: La Actualidad tuvo la condenada ocurrencia de estampar editorialmente que el Gobierno del señor don Francisco era hechura exclusivamente chilena y que los chilenos darían palo y palo al peruano que no lo acatase y otras boberías de este jaez. García Calderón les dijo que eso no era lo convenido, y renunció a la presidencia ante los 20 caballeros que componen la junta directiva del club (aquí Palma se refiere al club civilista). Estos caballeros le contestaron que no rasgase sangre por tan poco, que tuviese cachaza y que ellos se
19 «Lima, 29 de marzo de 1881. En el Perú reina gran anarquía. El nuevo presidente pro-
visional, señor García Calderón, sigue gobernando el pueblo llamado La Magdalena, que tiene 50 vecinos, porque en el resto de la república gobierna Piérola», escribía desde Lima el corresponsal de La Vanguardia de Barcelona, despacho que se publicaría el 9 de mayo de aquel año.
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encargaban de conseguir que La Actualidad explicase sus conceptos en términos que bastaran para desvanecer escrúpulos de monja [...] Y, en efecto, La Actualidad dio explicaciones y de ellas resultó que lo roto era peor que lo descocido. La Actualidad remachó el clavo, porque dijo: «Dejémonos de candideces. El papel de Chile en esta comedia va a ser el del loquero que emplea la camiseta de fuerza para hacer entrar en vereda a tirios y troyanos». Lo razonable era presumir que después de este segundo editorial insistiría en la renuncia. Pues nada de esto. Se quedó tan fresco y se dio por satisfecho. Dos días estuvimos con el credo en la boca y encendiendo lamparitas, temerosos de que García Calderón hubiera tomado la cosa por lo serio. Mucho me temí que a la boca del horno se quemara el pan y nos quedáramos sin presidente (Ricardo Palma, 1979, pp. 24-29).
Ciertamente, La Actualidad, dando cuenta de soterradas protestas en Lima por el encumbramiento de García Calderón, exigió de este severidad para reprimirlas y anunció que Chile no consentiría variaciones en la nueva situación planteada, con lo que tácitamente daba a entender que la subordinaba. La falta de respeto a lo que la mayoría ha sancionado y la rebelión incesante contra la autoridad constituida o por constituirse, han sido antiguos achaques y antiguos principios de disolución del Estado peruano. El Gobierno del señor García Calderón faltaría a su carácter de iniciador de una nueva era en la política del país, si comenzase gastando peligrosa tolerancia con las tendencias que han causado la ruina de casi todos sus antecesores. En cuanto a la autoridad militar chilena, puede anunciarse con seguridad que ella no mirará con ojo benigno el propósito y la pretensión de trastornar los cimientos recién establecidos del edificio constitucional, y que no tolerará que se haga retroceder al Perú en la marcha hacia un desenlace pacífico de la conciencia que amenaza consumir sus últimos elementos de vida y prosperidad. La autoridad chilena posee recursos eficientes para amparar la obra de reorganización y pacificación en que se hallan empeñados millones de buenos ciudadanos, y es indudable que empleará esos recursos, sin vacilación y sin consideraciones, contra los perturbadores del orden de cosas establecido en esta capital [...] y si la celebración de la paz tiene a esta hora, en el Perú, enemigos, la ley marcial funcionará hasta reducirlos a la impotencia y al sometimiento (La Actualidad, 25 de febrero de 1881).
Leyendo ese editorial se entiende que Palma considerase la posibilidad de una renuncia de García Calderón, quien soportó trato tan indigno consciente de que su único apoyo era precisamente el ejército de ocupación. Se atrevió a una tibia protesta, pero con ello solo consiguió una nueva y mayor humillación, pues La Actualidad publicó, casi en son de burla, esta degradante nota aclaratoria: Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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Los consejos dados al señor García Calderón, de empuñar las riendas del Gobierno con la energía propia de la situación que trata de dominarse, no han tenido otro móvil que apoyar su naciente Gobierno, como opinión de hombres que deben ver organizarse algo serio y que responda a las necesidades de la violenta crisis por la que atraviesa el Perú. El Gobierno de Chile no ha intervenido ni intervendrá jamás en la formación de tal o cual Gobierno, porque teniendo nociones muy claras de sus deberes, respeta el derecho que asiste a los ciudadanos del Perú para constituirse de la manera que más les convenga. Esto no obsta, sin embargo, para que La Actualidad, que representa la política chilena, formule opiniones y preste el apoyo de su palabra, cada vez que lo crea conveniente a los intereses de Chile [...] En ese sentido obrará La Actualidad siempre que se lo aconsejen los intereses de Chile, prescindiendo completamente de los partidos que forme la política peruana, a los cuales no ha tomado ni tiene que tomar en cuenta [...] Candidez sería pensar lo contrario y que a las barbas del ejército de ocupación se perturbara el orden público, revolviéndose las aguas contenidas por poderoso dique (La Actualidad, 26 de febrero de 1881).
Si García Calderón no tuvo en mente renunciar fue precisamente porque estaba convencido de que podía negociar la paz con Chile sin la cesión de Tarapacá, a través del pago de una crecida indemnización de guerra con el capital que pensaba obtener del Crédit Industriel et Commercial, a cambio de una importante participación en la explotación de las riquezas salitreras, proyecto que solo podía encauzar con la mediación norteamericana e, incluso, con la intervención armada de esta potencia. Desde sus inicios, el Gobierno de La Magdalena contó con la simpatía de Estados Unidos, cuyo embajador en Lima, Isaac B. Christiancy, estuvo «muy estrechamente vinculado a la aristocracia guanera y salitrera» (Roel Pineda, 1986, p. 260). Por esos días, preocupados solo de no ver afectados sus intereses, voceros de la plutocracia no tuvieron reparos en expresar su anhelo de que el Perú fuese anexado a Estados Unidos, o, cuando menos, colocado bajo su protectorado. El embajador escuchó con entusiasmo ese parecer y, secundándolo con inusitada vehemencia, lo trasmitió de inmediato al secretario de Estado, William M. Evarts, juzgando de urgencia la intervención norteamericana porque, en su entender, lo que estaba en disputa realmente era el dominio imperialista en el Pacífico. Su carta, fechada en Lima el 4 de marzo de 1881, contenía este parágrafo: La gran mayoría de todas las clases sociales del Perú siente un afecto muy grande por los Estados Unidos y un fuerte odio por Inglaterra [...] Mi conclusión es que el único medio eficaz para que los Estados Unidos dominen el comercio del Perú y eviten el predominio británico es intervenir activamente obligando a los beligerantes a un arreglo 60
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de paz en términos razonables o gobernar el Perú por medio de un protectorado o de una anexión. Estos proyectos me han sido sugeridos a menudo y fuertemente, por peruanos, y encuentro que el clero católico está a favor de la anexión. En una votación, tres cuartas partes o cuatro partes, también lo apoyarían. Cincuenta mil ciudadanos emprendedores de los Estados Unidos dominarían a toda la población y harían al Perú totalmente norteamericano. Con el Perú bajo el Gobierno de nuestro país, dominaríamos a todas las repúblicas de Sudamérica y la Doctrina Monroe llegaría a ser una realidad (publicado por Querejazu Calvo, 1992, p. 505).
El ministro de Relaciones Exteriores de La Magdalena, confiando en el apoyo de la gran potencia, convocó a su despacho a Mr. Christiancy para comunicarle que el Perú se ponía bajo la protección norteamericana. El embajador consultó el asunto con Washington sin obtener aprobación. Pero el Gobierno del presidente Rutherford B. Hayes hizo saber que apoyaría al Perú en la preservación de su integridad territorial, siempre que le fuese posible pagar una considerable indemnización de guerra. Como queriendo reforzar esa opinión, el Gobierno norteamericano incrementó su flota en el Pacífico y rechazó toda injerencia europea, especialmente la británica o francesa en el diferendo peruano-chileno. A las claras se podía inferir que la guerra la disputaban también las potencias imperialistas. Finalmente, el consenso internacional se declaró neutral, lo que en la práctica significó consentir la expansión chilena. A nivel oficial, el Gobierno de La Magdalena solo fue reconocido por Costa Rica, Uruguay, Suiza, Dinamarca y Estados Unidos. Por otro lado, sabido es que los chilenos impusieron a los potentados de la capital un cupo ascendente a un millón de pesos mensuales, y que esa contribución se hizo efectiva con puntualidad mientras duró el Gobierno de La Magdalena. Pero no se crea que los Canevaro, Derteano, Roca y Boloña, Cox, La Torre, Silva Santisteban, Swayne, Tenaud, Rubio, Pflucker, Laos, Barreda, Químper, Porras, Riva Agüero, Goyeneche, Pardo, Canaval, Diez Canseco, Carrillo y Albornoz, Basagoitia, Elguera, Bresani, García y García, Calderón, Cisneros, Correa y Santiago, Irigoyen, Ayulo, Candamo y Cantuarias mermaron algo de sus fortunas personales con ello. Porque experimentados en toda suerte de argucias legales, estos señorones lograron que García Calderón consiguiese esa suma mediante un empréstito nacional. La idea surgió del propio ministro de Hacienda, sumiso con los chilenos, que ofreció garantías carentes de valor y aumentó la deuda peruana por salvar a 50 propietarios, conforme anotó el corresponsal de un diario español:
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El señor Denegri aceptó el derecho de los chilenos a imponer contribuciones, y sugirió la idea de un empréstito al 6% de interés que representara el tipo actual de los cambios y que fuera redimido con el producto de la venta de los sellos y el 30% de los derechos de la aduana del Callao. Cuando hubo terminado, el señor Dubois, jefe de la casa de Graham, Rowe y Compañía pidió que los extranjeros ayudaran a los peruanos en sus dificultades, y encabezó la lista con una fuerte suma. El señor Gildemeister se suscribió después, y de esa manera pudo el Gobierno pagar al día siguiente como $ 250 000 en dinero metálico. Se comprometió a entregar el resto al cabo de un mes. El general Saavedra aceptó [...] La garantía ofrecida por el señor Denegri carece de valor; la aduana del Callao está, y quizá permanecerá por mucho tiempo, en poder de los chilenos. Si el Gobierno hubiera ofrecido como garantía sus propiedades inmuebles además de las que pertenecen a las 50 personas cuya ruina se trataba de evitar, se habría conseguido el total de la suma. Pero el señor Denegri ha adoptado la misma conducta de sus antecesores en la cartera de Hacienda y aumentado la deuda flotante inconvertible. De esta manera ha sucumbido la fuerza vital del Perú: bonos extranjeros creados y nunca redimidos; bonos internos emitidos, no pagados primero, consolidados después y olvidados más tarde; documentos de diversos tamaños y de distintos colores, pero de ningún valor; bonos de aduana, certificados de nitrato, etc. La lista es larga; sin embargo, hay ya que aumentarla. Cómo se pagará siquiera una parte es lo que no pueden decir los que conocen la actual situación del Perú. Eso sin tener en cuenta los millones y millones de billetes de los bancos que tanto han contribuido a la ruina del país, ni los incas de papel que D. Nicolás de Piérola inventó para consumar las dificultades rentísticas, invención que le ha costado la disminución rápida de su popularidad (La Iberia, martes 10 de mayo de 1881).
El 14 de marzo dicho empréstito fue autorizado por un decreto especial, cuyas condiciones fueron intereses del 6% anual y amortización a la par. Bien se aprecia que se trató de un pingüe negocio. Convocados por el Gobierno los grandes comerciantes de la capital, en buena parte extranjeros asociados con los «hijos del país» —como a sí mismos se llamaron los oligarcas peruanos—, aceptaron de buena gana efectuar el préstamo, que habría de ser puntualmente reconocido por los Gobiernos posteriores. Ello agravó «el proceso de la deuda nacional, que creció notablemente con los intereses que se acumularon», según denunció Zoila Aurora Cáceres (op. cit., p. 130). Además, García Calderón obtuvo un préstamo del Banco de Londres, México y Sudamérica, y emitió billetes, lo que dio motivo al pierolismo para denunciar un escandaloso fraude en perjuicio del Estado (La Patria, 22 de agosto de 1881).
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Para mediados de junio, el Magdaleno había favorecido con creces las exigencias económicas del ejército de ocupación, tal y como lo informaba la prensa española: «El presidente semirreconocido del Perú, señor García Calderón, ha pagado los 8 millones de soles papel, equivalentes a 800 000 pesos plata, que quedaban por pagar de la contribución de guerra impuesta a Lima». Además, «los chilenos han vendido a varios comerciantes ingleses 50 000 toneladas de guano de las islas de Lobos, al precio de 35 pesos fuertes tonelada» (El Globo, jueves 21 de julio de 1881). Pero el capital necesario para ofrecer a Chile una indemnización de guerra se negociaba con el Crédit Industriel et Commercial, grupo financiero francés con el que el Estado peruano, a poco de iniciada la guerra, suscribió un contrato que le cedía el privilegio para la explotación monopólica del guano de covadera y algunas oficinas salitreras. Piérola, al asaltar el poder, anuló ese contrato por mandato de Dreyfus, pero García Calderón lo resucitó en 1881. Buenaventura Seoane, historiador de la época, refiere que el Gobierno de La Magdalena celebró un contrato con el Crédit Industriel de París, ratificando por conducto del comisionado extraordinario doctor Francisco Rosas el que este y el ministro en Francia don Juan M. Goyeneche, habían acordado durante la administración del general Prado y que no se cumplió por haberlo desaprobado el dictador don Nicolás de Piérola. Este contrato permitía al Gobierno provisorio, mediante la venta y garantía del guano y del salitre, el servicio íntegro de la deuda externa y el pago de una indemnización de 80 millones (Buenaventura Seoane, op. cit., p. 125). Otra versión señala que el Crédit Industriel ofreció pagar el total de la indemnización que exigía Chile a cambio de que el Gobierno peruano le entregara todas las salitreras. Y habría presentado también otra alternativa: el pago de la indemnización a cambio de que el departamento de Tarapacá le fuese entregado en concesión. Además, ofreció movilizar a una potencia extranjera contra Chile si este país no aceptaba la indemnización sin cesión territorial. Esa potencia extranjera no era otra que Estados Unidos, con cuyo Gobierno tenía el Crédit una estrecha vinculación, a través del abogado neoyorkino Robert E. Randall. Tratándose de un negocio en vasta escala, había interesado al propio secretario de Estado norteamericano, Mr. Evarts; y para neutralizar a los acreedores europeos convirtió al presidente de Francia, Jules Grevy, nada menos que en socio del Crédit. «Efectuados los arreglos del caso, el Crédit Industriel firmó un acuerdo secreto con García Calderón, cuando corría el mes de marzo de 1881» (Roel Pineda, op. cit., p. 263). Así fue como el civilismo se entendió con el Crédit, que se comprometió a respetar los derechos de los inversionistas salitreros. Para finiquitar los detalles del negocio en Estados Unidos se Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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comisionó a Federico Elmore, nombrado para el efecto con el carácter de agente confidencial, toda vez que el negociado era secreto. La situación se mantuvo sin variantes incluso luego del cambio presidencial en Estados Unidos, que tuvo lugar a mediados de ese año. El presidente Hayes fue relevado por James Garfield, y el secretario de Estado Evarts dejó su puesto a James G. Blaine. Enterado este del negociado, solicitó un informe a Elmore, quien, advirtiendo su interés, le propuso integrarse al Crédit como socio. Aceptó Blaine y nombró como nuevo embajador en el Perú al general Stephen A. Hurlbut, quien al asumir una posición favorable al Perú en realidad velaba por el gran negocio. Queda así demostrado que el tantas veces mentado patriotismo de García Calderón no fue otra cosa que la desesperada defensa de los intereses económicos de su grupo. Así lo vieron varios de sus contemporáneos, y no solo sus rivales pierolistas. El Gobierno de La Magdalena pretendió una paz no tanto para defender los intereses del país, sino por poner a buen recaudo la fortuna del grupo económico al que representaba. A los civilistas se les dio el apodo de «argolleros» por pertenecer a un cerrado círculo de burgueses apátridas, que carecieron de todo escrúpulo en la consecución de sus fines. Testimonio incontestable de tal aseveración puede hallarse en la correspondencia que por aquel tiempo remitió el diplomático peruano José Antonio de Lavalle a su amigo y colega chileno Ambrosio Montt, con este acápite: Dudo que lleguemos a la paz —le dijo—, y no porque tu Gobierno [el de Chile] no la desee y anhele, sino por los mil y mil obstáculos que ha de ofrecer para llegar a ella un grupo de negociantes que prefieren mil veces la ruina y la desaparición de su país, a que ese país exista si no ha de ser objeto de su explotación perpetua. Aludo, sin embozo ni rodeos, al que acaudilla tu cliente, García Calderón (publicada por Valencia Avaria, 1970, p. 11).
El que fuera presidente de la Compañía Salitrera del Perú no aceptó la cesión de Tarapacá a Chile, pero negoció su entrega al Crédit Industriel o a Estados Unidos, pensando que esta era la única manera de salvar las inversiones del grupo al que representaba. Al respecto, Carlos Vicuña Fuentes ha escrito: Las negociaciones con García Calderón tomaron un camino tortuoso. Un grupo de desvergonzados especuladores norteamericanos y franceses intentaron apoderarse del guano del Perú ubicado en los territorios ocupados por Chile, mediante el apoyo del gabinete de Washington, para lo cual pretendieron que este obligase a Chile a aceptar una indemnización pecuniaria en vez de los territorios que exigía (Vicuña Fuentes, 1975, p. 48).
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Se equivocan por ello autores como Peter J. Sehlinger, quien al hablar del asunto desconoce, oculta o soslaya sus detalles, elogiando en García Calderón «su coraje y su moral cívica» (citado por Sehlinger, 1987). Parece que los chilenos ignoraron el negociado sobre las salitreras de Tarapacá hasta mucho después de la llegada de Hurlbut. Al descubrirlo, amenazaron con hacer públicos sus detalles, y entonces fue que la gran potencia, para contener el escándalo internacional, varió radicalmente su posición y se entendió con Chile. Ese descubrimiento fue factor decisivo para que Chile pusiese término a la farsa de La Magdalena, el 29 de setiembre de aquel anárquico 1881.
FUENTES PERIODÍSTICAS
El Comercio, Guayaquil 1881 El Globo, Madrid, 1881 El Orden, Lima, 1881 El Obrero de Áncash, Huaraz 1881 La Actualidad, Lima, 1881 La Iberia, Madrid, 1881 La Patria, Ayacucho, 1881 La Vanguardia, Barcelona, 1881 Registro Oficial de Junín, Jauja, 1881 Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Recepción: 10/1/2018 Aceptación: 14/3/2018
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Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 67–92 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-67-92
A política educacional de Simón Rodríguez para a República do Peru (1825) The public education policy of Simón Rodríguez for the Republic of Peru La política pública educacional de Simón Rodríguez para la República del Perú (1825) Ageu Quintino Mazilão Filho1
Universidade Federal de Minas Gerais Brasil
[email protected]
RESUMO
Este artigo faz parte da tese2 de doutorado em educação intitulada «A política pública educacional de Simón Rodríguez para Peru e Bolívia (1824-1854)», (Mazilão Filho, 2017), que analisa a atuação de Rodríguez como ministro da Educação nos governos de Simón Bolívar e de Sucre no Peru e na Bolívia (1825-1826). A principal característica desta política educacional foi seu caráter anticlerical radical, na medida em que «aplicou» ao financiamento da «beneficência pública» a maior parte do patrimônio do clero regular, transformando conventos e monastérios em escolas, colégios, hospitais e hospícios, e os sacerdotes em professores. Contudo, o clero tratou de resistir e sabotar a atuação de Rodríguez, acusando-o de «inimigo do trono e do altar» que pretendia destruir a religião católica. O foco deste artigo, portanto, é a atuação de Rodríguez durante a ditadura de Bolívar no Peru, em 1825. PALAVRAS-CHAVE
Simón Rodríguez, Simón Bolívar, Política Pública, Educação Pública Peruana, História da Educação.
1 Professor, Belo Horizonte, Brasil. Doutorado Latino-Americano em Educação: Políticas Pú-
blicas e Profissão Docente; Universidade Federal de Minas Gerais (UFMG). Fonte de financiamento da pesquisa: Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal de Nível Superior (CAPES), Brasil. 2 Disponível em: http://www.bibliotecadigital.ufmg.br/dspace/handle/1843/BUOS-AWKME
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ABSTRACT
This article forms part of my doctoral thesis in education, titled «The public education policies of Simón Rodríguez for Peru and Bolivia (1825-1854)», which analyzes the contribution of Rodríguez as Secretary of Education to the governments of Bolívar and Sucre in Peru and Bolivia (1825-1826). The defining characteristic of this educational policy was its radical anti-clericalism, expressed in the redirecting of the clergy’s income into «public welfare», and the transforming of convents and monasteries into schools, colleges, hospitals and hospices. Nevertheless, the clergy did all it could to resist and sabotage the policies of Rodríguez, condemning him as an «enemy of the throne and the altar» determined to destroy the Catholic Church. It is in this context that this article focuses upon the contribution of Rodríguez to the Bolívar dictatorship in Peru, in 1825. KEYWORDS
Simón Rodríguez, Simón Bolívar, public policies, public education, Peruvian education, history of education.
Introdução Durante a ditadura de Simón Bolívar na república peruana, quando foi simultaneamente presidente das repúblicas da Grã-Colômbia e da Bolívia, o Libertador encarregou em organizar a educação pública peruana e boliviana ao seu amigo e ex-ayo Simón Rodríguez de 1825 a 1826. Simón Rodríguez foi um professor venezuelano exilado por mais de vinte anos na Europa, quando utilizou o pseudônimo «Samuel Robinson», onde se reencontrara com Bolívar na França napoleônica. Com os sucessos de Bolívar na guerra de Independência e sua ascensão ao governo colombiano, Rodríguez retornou à América do Sul estabelecendo-se em Bogotá em 1824, quando abriu uma «Casa de Indústria Pública» onde os meninos aprendiam ofícios mecânicos, além de leitura e cálculo. Todavia, neste momento o Libertador se encontrava em Lima, onde se reencontraria com seu antigo preceptor em janeiro do ano seguinte. Contudo, antes do retorno de Rodríguez, Bolívar contratou Lancaster para implementar seu sistema na Grã-Colômbia, e apoiou seu representante no Peru, o missionário protestante Diego Thomson, que tentava ali implementar esse sistema desde o protetorado de San Martín. É preciso notar, contudo, uma relação de interesse político para a adoção do sistema mútuo pelos «libertadores da América do Sul»: «Esta actitud estaba 68
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también relacionada, de alguna manera, con el apoyo simpatético expresado por Gran Bretaña — la cual ya había establecido su red comercial en las colonias españolas — al movimiento independentista» (Bruno-Jofre, 1990, p. 94). Thomson, além de pastor e missionário, era representante da Sociedade Bíblica Britânica para a venda de bíblias «reformadas». Portanto, «para entender bien la obra de Don Diego Thomson, conviene conocer el origen y obra de la Sociedad Bíblica con la cual él estuvo relacionado casi toda su vida» (Varetto, 1918, p. 79). Seu real objetivo era utilizar a educação para a conversão religiosa: Durante su permanencia en la capital peruana, Thomson se ocupó de hacer conocer las Sagradas Escrituras al pueblo. [...] «La Biblia — escribe— se vende ahora públicamente a corta distancia del lugar donde tenía su asiento la terrible Inquisición». Hallaba que el romanismo había engendrado la incredulidad, mayormente en el ejército. La posición que el clero hacía a la causa de la independencia le había hecho perder mucha influencia entre las clases dirigentes del país. Thomson consideraba que nunca se presentaría un momento más oportuno para introducir la causa evangélica, pero es natural que un solo hombre poco podía hacer. «Concibo que este es el tiempo más favorable —escribía— para introducir, en la medida que es posible, la santa religión de nuestro Señor Jesucristo. Ahora es el tiempo para trabajar en este campo, introduciendo las Escrituras y por todo otro medio que aconseje la prudencia» (Varetto, 1918, pp. 51-52).
Nesse relato, importa também a relação apontada entre os militares independentistas e o clero defensor da monarquia absolutista espanhola. Tal postura contrária fornece elementos para se entender a posição da política anticlerical adotada e apoiada pelas baionetas do exército libertador grã-colombiano contra a resistência e sabotagem empreendida pelo clero conservador, que, por seu aberto posicionamento contrário à causa da independência, perdera muito de sua influência entre as classes dirigentes, como indicou Diego Thomson. Outra questão denotada é a abertura da república à liberdade de cultos em Lima, capital em que foram condenadas à morte por delitos contra a fé, entre 1573 e 1736, trinta e duas pessoas, a maioria estrangeiros, sendo 23 «judaizantes» e seis luteranos, por garrote ou nas fogueiras da Inquisição espanhola. Esta foi abolida pelas Cortes de Cádiz em 1813, restaurada por Fernando VII em 1814, e extinta definitivamente no Peru em 1820, no contexto do processo emancipatório. A missão de Thomson, portanto, mais que educativa, era religiosa; contudo, para catequizar com a leitura e estudo da Bíblia protestante, era necessário antes alfabetizar. Na visão dos missionários protestantes, a alfabetização cumpriria importante papel de evangelização. A Bíblia «reformada» era o material didático utilizado nas aulas, reproduzindo uma Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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prática originária dos países protestantes, que tinham, por esse e por outros motivos, maiores níveis de alfabetização, na medida em que essa habilidade se tornou uma necessidade para o fiel desejoso de conhecer, pela própria leitura e em língua vernácula, a mensagem das escrituras sagradas. Finalmente, cabe destacar a relação de Thomson com líderes que tinham em comum a participação na maçonaria: Los líderes del movimiento independentista, que auspiciaron Thomson en varios países, eran, en su mayoría, masones. Ejemplos de ello son: José de San Martín, Bernardo O´Higgins, Bernardo Monteagudo, Simón Bolívar, Vicente Rocafuerte, entre muchos otros. La afiliación masónica no preveía, sin embargo, fuertes diferencias políticas, tales como las expresadas en la polémica entre republicanos y monarquistas (en última instancia, entre liberales y conservadores). En Perú, la Logia Lautaro fue fundada por San Martín en 1821. Sus raíces se encontraban en la Gran Reunión Americana, fundada por Francisco de Miranda, quien había sido iniciado en una logia a la cual Washington y Franklin habían pertenecido. (Bruno-Jofre, 1990, pp. 87-88).
Simón Rodríguez foi acusado de «inimigo do Altar» pelos padres católicos. Porém, em sua Defensa de Bolívar (1830), posicionou-se contra a adoção, naquele momento, da liberdade de cultos, o que na prática beneficiaria o culto romano já instalado. Sendo um ilustrado ao estilo francês, Rodríguez preferiu a difusão da razão à introdução de missionários de novos cultos, daí outro motivo para sua resistência ao método de ensino mútuo que era implementado por missionários protestantes interessados na conversão religiosa. Era contrário, portanto, não a algum culto ou religião em si, mas à concorrência de cultos e sua perniciosa influência e dominação, ao fanatismo religioso em geral e à superstição. Portanto, para Rodríguez, já bastava para a América hispânica a presença católica, cujo devocionário devia ser reformado; outro culto apenas reproduziria o que o romano já fazia, além do potencial de promover a divisão e o conflito social. «Muchos jóvenes liberales afirmaban que la moral es independiente de la religión [...] Pero otros discípulos del siglo XVIII creían, como su maestro Voltaire, que esas religiones todavía eran útiles para mantener los lazos sociales» (Weill, 2006, p. 41). Sua proposta foi formar cidadãos republicanos unidos pelo bem comum, e não fiéis desunidos por crenças diferentes; nesse sentido, a histórica presença católica pelo menos serviria para unir a população, o que teria sua utilidade, segundo uma percepção compartilhada, também, pelos enciclopedistas, que consideram que «a concórdia é o grande suporte das repúblicas federativas» (Jaucourt In: Diderot & d’Alembert, V. 4, 2015, p. 299).
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Si los Americanos consultan a sus Sacerdotes Ilustrados, estos les harán ver cuán necesaria es, por el honor del Altar, una reforma en el devocionario de la Iglesia de América. Un celo pueril ha remplazado el celo religioso, de los primeros propagadores del Cristianismo en el Nuevo Mundo. Los indios tienen sus Ritos y su Liturgia, y en meras ceremonias consiste toda su Religión. Los Sacerdotes necesitan quedarse a solas con ellos... y por mucho tiempo... para irlos despejando poco a poco. Su trabajo debe reducirse a desterrar abusos de práctica: y bastante tendrán que hacer, sin añadir dificultades con nuevos Ritos, y... con nuevos dogmas, que es peor. [...] Por máxima fundamental... los americanos deben abstenerse de todo procedimiento que pueda desunirlos... DIVERSIDAD DE SENTIMIENTOS RELIGIOSOS, no anuncia CONCORDIA. –Respeten los principios de los Estados Unidos, en esta parte; pero no los adopten por ahora. (Rodríguez, 1828, pp. 17-18).
Simón Rodríguez nunca concordou com o sistema de Lancaster. Em Luces y Virtudes Sociales (1834), advogou por uma educação pública que generalizasse os conhecimentos sociais, que eram, segundo Rodríguez, «cosa en que no se ha debido pensar hasta aquí», alertando sobre os meios então sugeridos e empreendidos pelos governos para a educação pública: Establecer, en las capitales, las Escuelas de vapor inventadas por Lancáster, a imitación de las sopas a la Rumfort establecidas en los hospicios. Con pocos maestros y algunos principios vagos, se instruyen muchachos a millares, casi de balde, y salen sabiendo mucho = así como con algunas marmitas de Papita y algunos huesos, engordan millares de pobres, sin comer carne (Rodríguez, 1834, p. 43).
Rodríguez não acreditava na real eficiência do método de ensino mútuo para a formação de cidadãos republicanos, que ele defendia. Tal sistema demandaria um impraticável rigor e uma disciplina militar para funcionar, ao tempo que o conteúdo era transmitido de forma superficial e voltada para doutrinação religiosa. Rodríguez criticou o sistema de Lancaster até o seu último escrito conhecido, Consejos de amigo, dados al Colegio de Latacunga (1850-1851): ENSEÑANZA MUTUA es un disparate. Lancáster la inventó, para hacer aprender la Biblia DE MEMORIA. Los discípulos van a la Escuela... a ¡APRENDER!... no a ENSEÑAR ni a AYUDAR a ENSEÑAR. Dar GRITOS i hacer RINGORRANGOS no es aprender a LEER ni a ESCRIBIR. Mandar recitar, de memoria, lo que NO SE ENTIENDE, es hacer PAPAGALLOS, para que... por la ¡VIDA!... sean CHARLATANES. (RODRÍGUEZ, 1958: 24).
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Simón Rodríguez empregado por Bolívar em organizar a educação pública peruana Simón Bolívar, em Pativilca, soube da presença de Simón Rodríguez na Grã-Colômbia e lhe enviou uma carta em 19 de janeiro de 1824. Esta é reveladora da consideração do general para com seu antigo mestre, denotando um importante, senão o principal laço dentro da teia de sociabilidade intelectual em que Rodríguez se inseriu ao retornar à América do Sul. Os elementos dessa rede podem ser rastreados a partir dos próprios destinatários a quem Rodríguez enviou cartas a partir desse período, com destaque para militares de alta patente do exército libertador e maçons: além do próprio Bolívar, o capitão e empresário José Ignacio París, grão mestre da maçonaria colombiana; os generais Salom, Francisco de Paula Otero, Diego Ibarra, José Trinidad Morán e o coronel Anselmo Pineda; o bispo equatoriano Pedro Antonio Torres; o ministro de relações exteriores do Equador Roberto Ascázubi; além de nomes como Manuel Carvajal, Bernardino Segundo Pradel, Santiago Duquet e Pedro Fernández Garfias. Além das cartas enviadas por Rodríguez, outras fontes são as cartas enviadas para ele ou que dele dão notícias, como as enviadas por Sucre a Bolívar, deste para Santander e para o próprio Rodríguez. Bolívar, em carta ao vice-presidente grã-colombiano Santander, de 6 de maio de 1824, pediuo que desse dinheiro para a ida de Rodríguez em seu encontro — a fim de que o auxiliasse na escrita de suas memórias, o que não ocorreu, apesar de Rodríguez ter contribuído para a construção do «mito do Libertador» em sua Defensa de Bolívar: «porque este hombre es muy agradable y, al mismo tiempo, puede serme muy útil. Con él podría yo escribir las memorias de mi vida. Él es un maestro que enseña divirtiendo, y es un amanuense que da preceptos a su dictante. Él es todo para mí» (Bolívar in: Rodríguez, 2001, p. 122). Simón Rodríguez, de Guayaquil, enviou uma carta para Bolívar, datada de 30 de novembro daquele mesmo ano: Libertador de Colombia. Amigo: [...] Me ofrezco á U. en esta situación como en toda otra, para cuanto guste mandarme, en inteligencia de que desearía oportunidad para manifestar á U. hasta qué punto puede llevar el sentimiento íntimo, sincero y peculiar, etc., etc., [...] Tengo muchas cosas escritas para nuestro país, y sería lástima que se perdiesen: he decidido, pues, ir por tierra; [...] El caso es que en respuesta a la carta que U. me escribió, me puse en camino. Ver a U., conferenciar sobre la causa y emplearme en lo que pueda para ayudar a U., es mi fin. (Rodríguez, 2001, p. 139).
Nessa carta, pode ser percebido o clima tenso pela presença de tropas realistas, potencialmente ameaçadoras para um partidário de Bolívar em viagem por mar, preferindo, portanto, viajar por terra para garantir a 72
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maior segurança de seus escritos. Da mesma forma, Rodríguez se ofereceu para ser empregado pelo governo. Em janeiro de 1825, ele ainda se encontrava em Guayaquil, de onde enviou, no dia 7, outra carta a Bolívar, suplicando que aguardasse sua chegada em Lima: Amigo: Yo no he venido a la América porque nací en ella, sino porque tratan sus habitantes ahora de una cosa que me agrada, y me agrada porque es buena, porque el lugar es propio para la conferencia y para los ensayos, y porque es U. quien ha suscitado y sostiene la idea. Oigo decir —a muchos suspirando y a algunos haciendo que suspiran— que U. se va luego que concluya no sé qué asuntos. Si es (me digo) el asunto de la Independencia, me tranquilizo, porque falta mucho para darlo por concluido. Y no sé qué otros asuntos tenga Bolívar en el mundo. [...] Abreviemos: U. me espera, y nada decide sin habernos consultado. [P.S.:] Trate U. de desvanecer la idea de viaje y de abandono porque puede hacer mucho mal. El pueblo es tonto en todas partes; sólo U. quiere que no lo sea en América, y tiene razón. No olvide U. que para el hombre vulgar todo lo que no está en práctica es paradoja (Rodríguez, 2001, p. 143).
Já durante a ditadura do general Simón Bolívar no Peru, este determinou, em decreto de 31 de janeiro de 1825, que se estabelecesse na capital de cada departamento uma Escola Normal segundo o sistema de Lancaster — «considerando: I. que el sistema lancasteriano es el único método de promover pronta y eficazmente la enseñanza pública: II. Que extendiéndolo a cada uno de los departamentos, se difundirá, sin demora, en todo el territorio de la República» (Bolívar, 1975: 301). Em Lima, Bolívar determinou a união do colégio La Libertad com o colégio de San Carlos, formando o Convictório de Bolívar. Fundou, também em Lima, o gineceu de educação feminina, com o nome de Escuela Lancasteriana para Mujeres. Em março, transformou em colégio de instrução pública o Colegio de Misioneros de Ocopa. Ainda em princípios de 1825, a pedido de Bolívar, Simón Rodríguez chegou ao Peru para ajudar a consolidar a nova política administrativa das províncias e organizar a educação pública e a distribuição de terras entre os indígenas. No quartel general de La Magdalena, em Lima, Simón Rodríguez se reencontrou com Bolívar, então vencedor das guerras de emancipação das novas repúblicas sul-americanas, colocando a educação da juventude sob responsabilidade do Estado republicano, ainda em processo de organização. O reencontro é descrito pelo general de Bolívar, Daniel Florêncio O’Leary, em suas memórias: Hacia ese tiempo precisamente llegó a Lima don Simón Rodríguez [...] Llevaba ahora al Perú el fruto de sus observaciones y experiencia, Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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que ofreció al Libertador, quien lo aceptó como el regalo más valioso y oportuno que pudiera hacerse en momentos en que, habiendo cesado las hostilidades podía él prestar su atención a su proyecto favorito de educar al pueblo. Oportuna fue en verdad su llegada, justamente cuando el Libertador se preparaba a recorrer los departamentos del sur de la República, donde deseaba establecer escuelas, las que ahora pondría bajo la inmediata dirección de su amigo. (O’Leary apud Andrés-Lasheras, 2001, p. 52).
FIGURA 1. Retrato de Simón Rodríguez, óleo original de 1825 existente no palácio La Magdalena, onde funcionou o Quartel General de Bolívar, em Lima, e que abriga atualmente o Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú.
Bolívar encarregou Simón Rodríguez de organizar a educação pública peruana, como demonstra a carta do general ao irmão de Rodríguez, Cayetano Carreño, de Caracas, enviada de Cuzco em 27 de junho de 1825. Nessa carta, fica evidente o papel de intelectual atribuído por Bolívar a Rodríguez, apresentado como «filósofo cosmopolita»: Su hermano de Vd. y mi maestro, Simón Rodríguez, me ha suplicado que ponga a las órdenes de doña María de los Santos, su esposa, cien pesos al mes hasta el completo de tres mil pesos que ha puesto a mi disposición de los que debe recibir de este Gobierno, que lo tiene empleado en arreglar la educación pública de esta República. Créame Vd., mi querido amigo, su hermano de Vd. es el mejor hombre del mundo; pero como es un filósofo cosmopolita, no tiene ni patria, ni hogares, ni familia, ni nada. Este dinero jamás lo ha poseído hasta ahora porque es tan desinteresado que no quiere ni pide cosa alguna. Se ha puesto a trabajar por ganar esta cantidad y me ha rogado que la adelante a Vds. con el fin de aliviar a su infeliz mujer que ama entrañablemente (Bolívar, 1948, p. 281).
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Simón Rodríguez percebeu que aquele era o momento oportuno de pôr em prática suas ideias: universalização da educação básica «para todos», com prioridade para a escola primária, para a formação de cidadãos republicanos. Tais ideias podem ser percebidas nas resoluções administrativas tomadas pelo governo de Bolívar em sua companhia: «¡Republicanos! Pensadlo bien. Educad muchachos si queréis hacer República» (Rodríguez, 1830, p. 148). Há que se considerar ainda que essa universalização da educação defendida por Simón Rodríguez era «um projeto pretendido como universal, a educação de massas, social ou pospular, que conheceu na escola primária obrigatória apenas uma, talvez a mais destacada, das suas facetas» (Oliveira, 2012, p. 106). Tendo a comitiva do general Simón Bolívar deixado Lima para percorrer as províncias do Sul, acompanhada por Simón Rodríguez, então encarregado pelo Libertador da organização do ensino público, foi emitido um comunicado (em Cañete, no dia 15 de abril de 1825) sobre o estado da educação peruana, manifestando-se a intenção governamental de forjar bons cidadãos por uma educação pública, sem a qual não haveria civilização: Con bastante sentimiento ha visto S.E. el Libertador el completo abandono en que se halla la educación pública en todos los pueblos desde Lima hasta éste. En ninguno hay escuelas, ni de primeras letras; y los niños, y los jóvenes crecen en la más absoluta ignorancia. — S.E. bien persuadido, que sin educación no puede haber civilización, encarga al Consejo de Gobierno que tome el más decidido interés en promover la enseñanza pública, para que un día los niños de esta época sean buenos ciudadanos. Desea S.E. que el Consejo de Gobierno ponga en planta todos los establecimientos que la constitución ha decretado sobre este importante objeto, y quiere en fin, que el Consejo de Gobierno cuente la educación y enseñanza pública como uno de los artículos más interesantes de las instrucciones que se ha dado (Bolívar, 1975, p. 451).
Já em Arequipa, a 24 de maio, foi emitida uma circular aos prefeitos dos departamentos de Puno, Cuzco e Arequipa, solicitando notícia «muy circunstanciada» de todos os estabelecimentos que existiam nas suas capitais, destinados ao ensino da juventude, desde os de primeiras letras até os científicos e literários: suas constituições, estado e método de ensino, as reformas e vantagens que poderiam receber ou o método de estabelecê-los onde não havia, como também os arbítrios que podiam tomarse para sua criação, subsistência e fomento. Essa notícia e as medidas para estabelecer e organizar a educação pública deviam ser extensivas a todo o departamento (Bolívar, 1975, p. 521). A circular indica a intenção do governo de realizar um levantamento do estado geral do ensino em Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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diferentes níveis, nas capitais de departamento, e das alternativas oferecidas pelos próprios prefeitos, inclusive quanto ao método a ser adotado. Isso revela o caráter emergencial e até provisório da atuação de Rodríguez durante a ditadura de Bolívar no Peru. Até porque a própria forma de organização da educação pública adotada, realizada presencialmente na medida em que a comitiva do Libertador passava por cada cidade, exigia providências rápidas, que não permitiam uma elaboração mais detalhada, tarefa, portanto, delegada às prefeituras departamentais. Em Cuzco, foram assinados decretos importantes, concernentes à defesa dos indígenas e à regulação das relações dos funcionários públicos e dos sacerdotes com eles, o que indica uma importante mudança na relação Estado-população nativa. Se o período colonial deveria ser superado pelo novo regime, também deveria melhorar a situação dos indígenas, a quem a Constituição republicana garantia a igualdade de direitos. O primeiro desses decretos (N.º 252) datados de 4 de julho, considerava que a igualdade entre todos os cidadãos era a base da Constituição da República. Essa igualdade era incompatível com o serviço pessoal exigido à força dos indígenas. Segundo o próprio Bolívar, «una de las pensiones más gravosas a su existencia es el pago de los derechos excesivos y arbitrarios que comúnmente suele cobrárseles por la administración de los sacramentos». O Libertador acrescenta: He venido en decretar y decreto: [...] 2º Se prohíbe a los Prefectos de los departamentos, Intendentes, Gobernadores y Jueces, a los Prelados eclesiásticos, Curas y sus tenientes, hacendados, dueños de minas y obrajes que puedan emplear a los indígenas contra su voluntad en faenas, séptimas, mitas, pongajes y otras clases de servicios domésticos y usuales. [...] 7º Que los indígenas no deberán pagar más cantidad por derechos parroquiales, que designen los aranceles existentes, o los que se dieren en adelante. 8º Que los párrocos, y sus tenientes no puedan concertar estos derechos con los indígenas sin la intervención del Intendente o Gobernador del pueblo (Bolívar, 1975, pp. 559-560).
O segundo decreto (N.º 253), de 4 de julho, trata da repartição de terras entre os indígenas. Considerando que a Constituição da República não reconhecia a autoridade dos caciques, determinou que «cada indígena de cualquiera sexo o edad que sea, recibirá un topo de tierra en los lugares pingües y regados» (Bolívar, 1975, p. 561). Essa repartição de terras, desconsiderando as terras «comunais» —aquelas que os nativos poderiam habitar, desde que não ocupadas por nenhum branco—, garantiu o direito à posse individual, remetendo à ideia de «aspiração à propriedade» defendida, por Rodríguez, em seus textos e em seu projeto de colonizar o país com seus próprios habitantes. 76
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Bolívar e Rodríguez criaram, nesse percurso, vários importantes colégios nacionais, instituições que ficariam conhecidas como «colégios bolivarianos», como o Colegio de Ciencias y Artes de Lambayeque. O Decreto 261, de 8 de julho de 1825, criou o Colégio de Educandas de Cuzco, na casa do antigo colégio de San Bernardo. Nele, se admitiriam «niñas de cualquiera clase, tanto de la ciudad como del departamento, que estén en aptitud de recibir la educación», considerando que a educação das meninas era a «base da moral das famílias», que naquela cidade se achava absolutamente abandonada (Bolívar, 1975, p. 568). Esse decreto indica a atenção dada por Rodríguez à educação feminina, que, então, tinha como objetivo principal formar uma boa mãe de família, garantidora de seu embasamento moral. A ideia é que a formação do cidadão republicano se inicia décadas antes de seu nascimento, durante a educação da menina, sua futura mãe. A admissão de meninas de «qualquer classe» denota ainda sua intenção de se evitar que elas fossem vitimadas pela prostituição, por necessidade ou pelo casamento por interesse. Em outro decreto (n.º 262), de 8 de julho, teve início a legislação anticlerical, que transferiu para o Estado os fundos e bens confiscados de ordens religiosas e os aplicou à educação pública, o que motivaria, como indicam as fontes, a resistência do clero ante o cumprimento desses decretos e a decorrente sabotagem dos planos de Rodríguez. Nesse decreto, foi ordenado que os religiosos regulares betlemitas se trasladassem de Cuzco para o convento que tinham em Lima, e que seus fundos ficassem, na totalidade, para o financiamento dos Colégios de Estudos de Cuzco (Bolívar, 1975, p. 569). Segundo Pilar García Jordán «Varias fueron las órdenes regulares masculinas existentes en Perú a inicios del siglo XIX, [...] cuyo número total de miembros se estimó en 2217 religiosos. Tesis compartida por la mayoría de los sectores civiles y eclesiásticos de la época fue la necesidad de realizar una reforma del clero regular como consecuencia de la extrema relajación de sus costumbres, el abandono de las prácticas conventuales e incluso los mismos conventos. Los regulares fueron considerados por los ilustrados un producto de la corrupción de la Iglesia; recordemos que las órdenes religiosas poseían bienes que quedaban al margen del libre comercio y no tributaban en favor del Estado por el carácter privilegiado de sus miembros, cuestiones éstas por las que eran reputados como inútiles para el conjunto de la sociedad» (García Jordán, 1991, p. 41). No terceiro decreto (n.º 236), de 8 de julho, considerando que a educação da juventude se achava quase abandonada pela insuficiência dos estabelecimentos, e dada a necessidade de criação de um estabelecimento público de instrução em que fossem reunidos todos os ramos de ensino, foi determinado o estabelecimento de um Colégio de Estudos e Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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Artes com o título de Colégio de Cuzco, na sede da extinta ordem jesuítica, incluindo sua igreja. Os colégios de San Bernardo e del Sol foram ali reunidos, formando um só corpo. Determinou-se também «que las rentas que han poseído hasta aquí los Betlemitas de esta ciudad, las de los colegios de San Bernardo y del Sol, la Caja de censos, y las temporalidades de este departamento sean aplicadas a la dotación del nuevo Colegio del Cuzco» (Bolívar, 1975, p. 570). Esses decretos atingiram principalmente a clerezia monacal, o que denota a natureza da lei, que nem sempre se submete às instituições tradicionais ou reproduz a ideologia de determinada classe dominante. Aqui, a lei revela a mudança de mãos do poder estatal. No antigo regime, o clero era o «primeiro estamento» e principal privilegiado, e, portanto, sustentáculo ideológico da dominação da monarquia absolutista espanhola sobre suas colônias americanas. Com a guerra de independência, vencida pelos caudilhos criollos, estes se tornaram os governantes do novo regime e utilizaram a lei à revelia da Igreja e de seus sacerdotes, contrários à emancipação. Eram, portanto, inimigos que deveriam ser enfraquecidos com a transferência de seu patrimônio para a República. Em primeiro lugar, a análise do século 18 (e talvez de outros séculos) questiona a validade de se separar a lei como um todo e colocá-la em alguma superestrutura tipológica. A lei, considerada como instituição (os tribunais, com seu teatro e procedimentos classistas) ou pessoas (os juízes, os advogados, os Juízes de Paz), pode ser muito facilmente assimilada à lei da classe dominante. Mas nem tudo o que está vinculado «à lei» se submete a essas instituições. A lei também pode ser vista como ideologia ou regras e sansões específicas que mantêm uma relação ativa e definida (muitas vezes um campo de conflito) com as normas sociais; e, por fim, pode ser vista simplesmente em termos de sua lógica, regras e procedimentos próprios — isto é, simplesmente enquanto lei. E não é possível conceber nenhuma sociedade sem lei. (Thompson, 1997, pp. 350-351).
De Urubamba, em 17 de julho de 1825, foi comunicado ao prefeito do Departamento de Cuzco que o Convento dos Recoletos daquela vila, com suas respectivas rendas, seria aplicado a um estabelecimento de ensino público, no qual a juventude de toda a província receberia educação primária (Bolívar, 1975, p. 576). Pelo decreto (nº 276), de 19 de julho, foram criados dois hospícios em Cuzco, um para inválidos e mendigos de ambos os sexos, e outro para expostos e órfãos, também lhes destinando fundos e conventos expropriados. Outro decreto (nº 277), do mesmo dia, considerando que por falta de um hospício os expostos e órfãos se achavam privados de educação, determinou que a casa de San Boaventura fosse destinada ao Hospício de Expósitos e Huérfanos (Bolívar, 1975, p. 578). 78
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Esses decretos são indício da preocupação com a educação de órfãos e expostos revelada pela atuação de Simón Rodríguez, que também foi um menino exposto. A legislação busca responder a um problema social que tem longa duração na região: a grande quantidade de crianças de rua que se tornavam mendigos. Muitos deles se tornaram órfãos de pais vitimados pela guerra de independência, e seriam tratados, na falta de escola, como problema de polícia. Esses hospícios, portanto, além de retirar das ruas mendigos e crianças, dar-lhes-iam a educação de que até então estavam privados, transformando-os em cidadãos «úteis» para a república.
FIGURA 2. Niño vagabundo y guardia civil. Fotografía de Martín Chambi, plaza Regocijo, Cusco, 1922.
Simón Rodríguez foi uma criança exposta. Contudo, há indícios de que teria sido criado pela verdadeira mãe, sendo a roda de expostos utilizada para ocultar sua origem «bastarda» pelo fato de ter sido seu pai «probablemente el clérigo Alejandro Carreño, maestro de Capilla de la Catedral de Caracas» (Calzadilla Arreaza, 2005, p. 15). Tal fato pode ter sido confirmado pelo comentário atribuído a Rodríguez, ao declarar que «no he conocido a mi padre, mientras conocí muy bien a un fraile que hacía frecuentes visitas a mi madre» (Pérez, 2015, p. 79). Essa relação pode ser chave para uma explicação psicológica da fama de «inimigo de frades» que Sucre atribuiu a Rodríguez, ou seja, seu anticlericalismo teria, além da motivação «racional», também um elemento subjetivo, marcante de sua trajetória. Já em Puno, no dia 7 de agosto, considerando que não havia em todo o departamento um só estabelecimento de educação pública, foi decretada a criação, na capital, de um colégio de ciências e artes, que deveria se sujeitar a um regulamento provisório compreendendo sua administração econômica e método de ensino, até que o Congresso determinasse o Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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plano geral de estudos. Novamente percebemos aqui um carácter emergencial desse «regulamento provisório», urgente para uma organização mínima que fizesse funcionar a educação pública peruana, cuja determinação do plano geral definitivo foi novamente função delegada ao Congresso. Mais uma vez, as rendas destinadas seriam oriundas de dízimos, produtos das fazendas antes pertencentes aos jesuítas e de outros conventos. O mesmo decreto determinou o estabelecimento de uma escola de meninas financiada pelos mesmos fundos do colégio de ciências e artes de Puno. O decreto determinou, ainda, que, em todas as paróquias do departamento, fossem estabelecidas escolas primárias (Bolívar, 1975, p. 615). Simón Rodríguez escreveu, no dia 8 de agosto, em Puno, uma carta ao coronel Diego Ibarra. Explicou ter deixado com o amigo Miguel Peña, quando saiu de Bogotá, seus livros e instrumentos, e deu orientações para que lhe fossem enviados, com a curiosa ordem de mandar pagar cinco missas para o êxito do envio, o que demonstra que era mais anticlerical do que antirreligioso: tómese Vd. el trabajo de recibir por el inventario, sin que nada falte, y de traerse consigo todo a Guayaquil, de donde lo dirigirá a la persona que le indique en Lima, luego que me avise su llegada. Haga Vd. encajonar todo sin ahorrar gastos: luego que Vd. llegue a Guayaquil, y me diga cuanto debo, recibirá orden para reembolso. Ya Vd. sabe cuán ladrones son los conductores de toda especie de nuestra tierra: haga Vd. cerrar, clavar, forrar, sellar, embrear, etc. y con todo pagar cinco misas al padre Margallo para el buen éxito (Rodríguez, 2001, p. 143).
Do quartel general de Popó, no dia 29 de setembro, foi emitido pela secretaria geral um comunicado ao prefeito do departamento de Arequipa, em que fica evidente a prática de formação docente então empreendida por Simón Rodríguez: En la marcha de S.E. el Libertador, por estas Provincias, como por los Departamentos del Bajo Perú; no omite S.E. ninguna fatiga por aliviar a sus habitantes hasta en sus trabajos más mecánicos. A fin de que les sean más productivos, y más sencillos en su ejecución al mismo tiempo; trabaja infatigablemente D. Simón Rodríguez, que reúne conocimientos capaces de producir los saludables efectos, que S.E. se propone en beneficio de los peruanos. — Para que éstos se hagan también trascendentales al departamento de Arequipa, y que sus hijos encuentren algún día dignos objetos de sus felices disposiciones intelectuales y del anhelo por el engrandecimiento de su País; ordena S.E. que U.S. elija dos jóvenes menores de veinticinco años que reúnan al talento, la aplicación y aptitudes que prometan su seguro adelantamiento. Escogidos que sean; deberá U.S. mandarlos 80
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costeados por el Gobierno, al cuartel general de S.E. donde se pondrán bajo la inmediata dirección y enseñanza del expresado D. Simón Rodríguez. (Bolívar, 1975, pp. 676-677).
Simón Rodríguez na Bolívia Depois de percorrer as províncias do sul do Peru e de organizar a educação pública, Simón Rodríguez ascendeu à Bolívia acompanhando a numerosa comitiva do exército libertador grã-colombiano, comandado pelo general Simón Bolívar, então nomeado presidente da República pela Assembleia Boliviana, e encarregado de redigir a nova Constituição da República — a «Vitalícia», que chegou a vigorar também no Peru e na Grã-Colômbia. Na Bolívia, Simón Rodríguez apresentou seu projeto de educação popular, aprovado pela assembleia, no qual o Estado seria o responsável pela instrução da juventude, através de uma rede nacional de ensino que devia ter como modelo a escola primária e o colégio de Chuquisaca, capital da República, onde chegou com Bolívar no dia 4 de novembro. Nos trabalhos da deputação permanente boliviana de 1825, podemos perceber a aceitação da proposta de Simón Rodríguez já na primeira sessão, no dia 9 de novembro. O planejamento e a execução da política pública de educação foram, portanto, confiados pelo presidente da República a Simón Rodríguez, então nomeado, em 12 de novembro de 1825, «Director General de Enseñanza Pública, de Ciencias Físicas, Matemáticas y de Artes», cargo equivalente ao de Ministro da Educação da Bolívia, e, simultaneamente, «Director General de Minas, Agricultura e Caminos Públicos», cargos que ocupou entre 1825 e 1826, durante os governos do general Bolívar e do marechal Sucre. O relatório do contador geral de Chuquisaca, Felipe del Cerro, ao Ministério do Interior, de 1º de setembro de 1826, revela que o primeiro soldo de Rodríguez, de 500 pesos mensais, foi pago no último dezembro, referente ao período iniciado com sua nomeação, de 12 de novembro de 1825. Junto com o salário, Rodríguez recebeu da tesouraria outros 500 pesos para a condução de vários operários de La Paz para Chuquisaca. Simón Rodríguez escreveu de Chuquisaca ao secretário de Bolívar, em 20 de novembro, dando notícia do estabelecimento de uma sociedade econômica na capital da República. Rodríguez seria, também, o responsável pela organização dos principais ramos: «Como encargado por S. E. el Libertador de dirigir los principales ramos de Economía en la República, he tomado razón del expediente formado sobre el establecimiento de una Sociedad Económica en Chuquisaca» (Rodríguez, 2001, p. 145). Sobre sua atuação nessa reforma econômica, Rodríguez afirmaria o seguinte:
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Bolívar puso un Director, y le asignó 6000 pesos (para gastos, no para su bolsillo) y le encargó al mismo tiempo la Dirección de minas, de caminos y otros ramos económicos. El Director mantenía 7 jóvenes supernumerarios, llevaba correspondencia con todos los Departamentos, conservaba las cabalgaduras necesarias para sus viajes, y sostenía otros gastos en favor de la empresa, con la asignación que se le había hecho. Sería largo entrar en más detalles — ahora se estaría viendo el resultado; pero todos los proyectos experimentan desgracias en su ejecución, especialmente los buenos (Rodríguez, 1830, p. 155).
O presidente Simón Bolívar atendeu à demanda dos deputados pela destinação dos fundos julgados necessários para a educação pública em seus decretos de 11 de dezembro de 1825. Estes foram considerados anticlericais por confiscar a maior parte dos bens da Igreja católica, principalmente o administrado pelo clero monástico, fundos de obras piedosas e religiosas, monastérios e conventos, que foram aplicados no financiamento e na estruturação da instrução pública boliviana, parecido, em seu sentido «anticlerical», com o que fizera no Peru. O primeiro desses decretos (de 11 de dezembro de 1825) considerou que as obras religiosas tinham por objeto a educação, instrução e beneficência pública. Quase todas as obras «experimentavam perdas consideráveis por falta de formalidade, de boa-fé, ou de zelo na administração confiada a particulares ou corporações; que por esta causa ficavam sem efeitos as benéficas intenções de seus fundadores; e que o governo estando obrigado a defender as instituições úteis», sendo ouvida a deputação permanente. Também foi decretado que: 1º Todos los bienes de raíces, derechos, rentas y acciones de capellanías fundadas, o que estén por fundarse, que no sean de llamamiento de familias, quedan desde ahora aplicados a los establecimientos públicos. 2º Así mismo quedan aplicadas a estos establecimientos todas las sacristías mayores de canónigos y curas; las cofradías, hermandades, memorias, fundaciones o cualquier otros establecimientos piadosos que no pertenezcan a familias por sangre. 3º Quedan aplicadas para el mismo objetos las rentas de los monasterios que se supriman en cada departamento y las de la caja general de censos y comunidades de indios (República Boliviana, 1825-1826, pp. 71-73).
O primeiro dos decretos de 11 de dezembro de 1825 determinou, portanto, a «aplicação» daquelas obras piedosas, capellanías e sacristias, entre outros recursos monopolizados pelo clero aos fundos de beneficência pública, como os censos, que eram capitais investidos em 82
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propriedades — e que foram todos confiscados para o fundo de financiamento da educação pública nacional. Segundo Rodríguez, como a própria justificativa desse decreto revelou, indicando ser ele o autor do texto, aquelas fundações piedosas não estariam sendo bem administradas, conforme o desejo dos benfeitores que as fundaram e deixaram por testamento sua administração aos padres capelães — um enfrentamento, portanto, frontal a esse grupo religioso: El fondo para gastos de establecimiento se creó, por la 1ª vez, reuniendo bajo una sola administración, en cada Departamento, varias fundaciones, unas destinadas a cosas inútiles, y otras mal aplicadas. No se obedeció a la VOLUNTAD DEL TESTADOR, 1. porque si su alma hubiese estado en este mundo, habría aprobado (sin duda) el nuevo destino que se daba al caudal que dejó a rédito, para vivir con descanso en la otra vida: 2. porque los vivos de estos tiempos, mejor instruidos que los de los pasados, ya no creen deber consultar sus negocios con los difuntos (Rodríguez, 1830, p. 155).
A política pública educacional radical de Bolívar e Rodríguez foi literalmente a de, através dos decretos, «aplicar» os bens do clero aos estabelecimentos públicos; transformar igrejas, conventos e monastérios em escolas, colégios e hospitais públicos; substituir à força a formação de padres e freiras potencialmente monarquistas pela formação de cidadãos «úteis» e republicanos em sintonia com o governo da Bolívia independente. Esses decretos de 11 de dezembro foram alegadamente as motivações principais da oposição constante do clero regular ao governo Sucre, desobedecendo e sabotando a todo custo o seu cumprimento pelo diretor geral de ensino público, Simón Rodríguez. Aunque la supresión de las órdenes y cofradías y la confiscación de la propiedad urbana y rural, joyas y ornamentos, fue de gran importancia para reducir el poder económico de la iglesia boliviana, quizá más importante aún, desde cierto punto de vista, fue la medida que abolía las capellanías, sacristías, obras pías y fundaciones. Una capellanía era un legado de fondos o propiedad, administrado por el clero regular o secular, cuyo rédito era usado en beneficio de alguien. En su testamento, una persona instruía a su ejecutor que usara una cierta suma de dinero o parte de una propiedad, con un valor declarado, para determinada obra. [...] Una sacristía era un beneficio establecido en favor de una persona que se ocupaba de la sacristía en una iglesia o en la catedral. Una obra pía era un legado similar establecido en favor de una institución particular de caridad, administrada por la iglesia (Lofstrom, 2015, p. 172).
O segundo decreto, de 11 de dezembro de 1825, tratou do estabelecimento de escolas primárias e colégios de ciências nas capitais de Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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departamento, além de uma escola militar em Chuquisaca. Determinou que a administração dos fundos fosse sujeita a uma direção geral, e que não fossem desviados dos usos destinados pelo decreto anterior. Segundo a justificativa do decreto, considerando que «o primeiro dever do governo era dar educação ao povo; que esta deveria ser uniforme e geral; que os estabelecimentos do gênero deveriam se pôr de acordo com as leis do Estado; e que a saúde de uma república dependia da moral que pela educação se adquirem os cidadãos na infância», o texto determinou que o director general Simón Rodríguez propusesse ao governo um plano que abraçasse todos os ramos da instrução, fazendo-a geral a todos os povoados da República. O decreto também definiu que, sem perda de tempo, fosse estabelecida em cada capital de departamento uma escola primária, com as divisões correspondentes, para receber todas as crianças de ambos os sexos que estivessem em estado de instruir-se, o que comprova que aquela ordenação legal tinha o objetivo de universalizar a educação primária. As ideias de universalização da educação primária nacional de Rodríguez se assemelham às do «Plano de Educação Comum», aprovado durante a convenção jacobina na França revolucionária: O plano de Lepeletier se baseava no de Condorcet, com o qual concordava nos aspectos referentes aos quatro graus de ensino e à organização dos três últimos. No entanto, faz uma crítica à organização do primeiro grau, que, segundo Lepeletier, deveria ser conveniente às necessidades de todos, pois, sendo uma dívida da República para com todos, deveria ser verdadeira e universalmente nacional. Desejava a criação de um sistema novo, através do qual se pudesse operar uma inteira regeneração, criar um novo povo (Lopes, 2008, p. 104).
O decreto ordenou ainda que, na visita que o diretor devia fazer a todas as capitais dos departamentos, fossem designados com consulta aos presidentes os melhores edifícios para uso dos colégios de ciências e artes e das escolas primárias, que se estabeleceriam conforme os de Chuquisaca. Para os fundos de manutenção desses estabelecimentos, seriam destinados em cada departamento todos os bens de raiz, direitos, rendas e ações de capellanía aplicadas aos estabelecimentos públicos, além do direito que se cobrar por cada porção de farinha ao entrar nas cidades (República Boliviana, 1825-1826, pp. 74-76). O terceiro decreto, de 11 de dezembro de 1825, determinou que fossem reunidos nas escolas primárias os meninos órfãos e que se organizassem outras para meninas órfãs. O texto confirma a visão paternalista de Rodríguez, afirmando que o governo deveria adotar esses órfãos, cujo abandono seria fonte de «grande parte dos males que adoecem a sociedade». Pelo outro decreto desse mesmo dia, ordenou-se o 84
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estabelecimento de escolas primárias em cada cidade, capital de departamento, seguindo o modelo da «escola madre» para todos os demais lugares da República. Foi decretado, em síntese, que fossem recolhidos os meninos órfãos de ambos os pais ou de um só, e reunidos nas escolas; que para esse procedimento fosse dada preferência aos meninos mais pobres; que, sendo a escola de Chuquisaca a primeira a se estabelecer, o presidente do departamento deveria recolher os órfãos da cidade e de suas imediações, e entregá-los ao director general de ensino público. E que os presidentes dos demais departamentos fizessem o mesmo com a chegada do director general em suas capitais, quando as visitasse com o mesmo fim (República Boliviana, 1825-1826, pp. 76-77). O decreto determinou ainda que, tão logo o diretor tivesse organizado as escolas primárias para meninos órfãos, procedesse a organizar outras para as órfãs. Esse decreto deixa claro, portanto, que Simón Rodríguez assumiu a responsabilidade pelos órfãos, que deveriam ser entregues a ele pelos prefeitos departamentais, a fim de serem retirados das ruas e reunidos nas escolas primárias. Como veremos, o cumprimento da lei esbarrou no problema da infraestrutura existente, como no caso do orfanato de Cochabamba, que deveria comportar até 300 crianças e onde, até então, eram mantidas 50. O decreto de 13 de dezembro de 1825 ordenou o estabelecimento de uma escola militar no suprimido convento dos franciscanos de Chuquisaca, nomeada Compañía de Alumnos Militares. Nessa escola, com capacidade para cem alunos, os jovens ficariam dos doze aos vinte anos. Os alunos teriam do governo soldo de infantaria, e pagariam, cada um, meio peso diário ao estabelecimento (República Boliviana, 1825-1826, pp. 81-83). O último decreto relativo à educação, assinado por Bolívar antes de passar o cargo de presidente da Bolívia para Sucre, data de 20 de dezembro de 1825, e determinou o estabelecimento de um colégio seminário em Chuquisaca. Este seria o colégio geral de ordenados de toda a República, e no qual se ensinariam todas as ciências eclesiásticas, com plano de estudos ditado pelo governo. Sobre tais projetos de um único seminário no país, a ser dirigido por três reitores, houve de certa forma tentativas de controlar o clero, reduzindo seu número e sua renda. Rodríguez defenderia, em 1830, que o governo não deveria distinguir os filhos pelos pais na educação nacional, evidenciando seu projeto de universalização do ensino primário para todas as classes: Continuamente ocupado en proyectos, a cuales más ridículos: por tres de ellos se pueden inferir los demás. 1. Quería que no hubiese sino un solo Seminario en la Capital, dirigido por tres Rectores (¡quién ha visto tres Rectores!) y bajo la inspección del Arzobispo, y que allí Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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ocurriesen jóvenes de todos los Departamentos, en número determinado; para impedir (decía) que por la puerta de cada catedral, entrasen clérigos a docenas, y se llenase la Iglesia de gente desconocida — 2. Pretendía que todos los ministros del altar debían ser sabios, y tener una decente subsistencia: que siendo las rentas, de que gozan hoy, desproporcionadas con lo que necesitan gastar para subsistir, debían rescindirse los contratos enfitéuticos y arrendar las fincas a precios corrientes — 3. Pretendía que el Gobierno no debía distinguir a los hijos por los padres, en la educación nacional. &c. &c. &c. (Rodríguez, 1830, pp. 155-156).
Esse último decreto assinado por Bolívar determinou ainda que, enquanto não fossem estabelecidos em cada capital de departamento um colégio de ciências e artes (como mandou o decreto de 11 de dezembro), deveriam ser disponibilizadas sete cátedras: língua castelhana e latina; retórica, eloquência e oratória; matemáticas puras e arquitetura; medicina; botânica e agricultura; filosofia moderna; moral e direito natural, civil «e de gentes», além do estudo da Constituição e das leis da República. Essa recomendação evidencia o currículo «social» de Simón Rodríguez: fazer particular estudo da Constituição e das leis da República era fundamental para forjar a consciência, sociabilidade e sensibilidade republicana nos educandos, sendo tal «sensibilidade» entendida pelos enciclopedistas como a «disposição terna e delicada da alma, que a torna fácil de ser comovida, de ser tocada» (Jaucourt In: Diderot & d’Alembert, V. 5, 2015, p. 156). A proposta de Rodríguez tinha como finalidade oferecer, via educação pública e social, o «fundamento republicano» necessário ao novo regime, considerando que na América do Sul estavam as repúblicas apenas estabelecidas, em armistício com a antiga metrópole, porém, não fundadas, em uma época definida como «tempo crítico das revoluções»: El estado de América no es el de la Independencia, sino el de una suspensión de armas (se ha dicho). ¡Cuánto trastorno!... ¡Cuánta sangre!... para conseguir tan poco!... y, ¡Cuan lastimoso no sería perder tantos sacrificios! La época actual, en la América, es el tiempo crítico de las revoluciones... tiempo de rivalidades: porque, (como en todas cosas) la naturaleza quiere perpetuidad de acción, no de personajes. En virtud de esta ley, si un individuo no puede reemplazar a otro, por su orden y en su tiempo, trata de suplantarlo (Rodríguez, 1828, p. 8).
Ordenou ainda o decreto que, logo que fosse estabelecido o colégio de artes e ciências, fossem transferidos para ele as sete cátedras, suprimindo-as no seminário. Entre outras, determinou ainda que 24 jovens seminaristas provenientes de todos os departamentos fossem escolhidos entre os órfãos vítimas da revolução (guerra de independência do Alto Peru). O mesmo deveria ser feito nos seminários de La Paz e de Santa Cruz 86
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de la Sierra, enquanto não fossem estabelecidos os colégios (República Boliviana, 1825-1826, pp. 94-97). Segundo Rodríguez: En cada departamento de la República debía haber un establecimiento igual — no había número determinado, y todos entraban voluntarios. En menos de 4 meses reunió la casa de Chuquisaca más de 200 niños, cerca de 50 pobres, y 20 jóvenes de diferentes partes que aprendían para propagar la instrucción en otras ciudades. A la salida del Director para Cochabamba, dejó una lista de cerca de 700 niños pretendientes a los primeros lugares que se diesen (Rodríguez, 1830, p. 155).
Simón Bolívar transferiu o cargo de presidente da Bolívia para o seu lugar-tenente, o marechal Antônio José de Sucre —«El Gran Mariscal de Ayacucho»— em 29 de dezembro de 1825. Retornou em seguida ao Peru, separando-se definitivamente de seu antigo mestre, então encarregado de organizar a educação pública nacional enquanto diretor geral. Simón Rodríguez permaneceu no cargo até meados de 1825 quando entrou em conflito com o Marechal Sucre, que desaprovou suas providências motivando seu pedido de renúncia, fatos analisados em capítulo próprio da tese (Mazilão Filho, 2017).
Conclusão Para concluir este artigo, mas não o problema, colocamos a seguinte questão: seria do próprio Simón Rodríguez a autoria intelectual da legislação sobre instrução pública? Tal legislação foi decretada enquanto a comitiva do exército libertador percorreu as províncias do sul do Peru, em direção ao Alto Peru, onde foi estabelecida a República da Bolívia, que também receberia legislação semelhante. Neste sentido, na ausência de Bolívar, teria sido Simón Rodríguez identificado pelos religiosos atingidos pelos decretos educacionais como o autor intelectual dessa legislação anticlerical, tornando-se, portanto, o alvo do ressentimento daqueles? Em carta a Bolívar, de 10 de julho de 1826, Sucre afirma, sobre Rodríguez, «que los decretos fueran revisados y casi redactados por él antes de publicarse [...] Pero, lo que más alarma causó, fue que dijo que o él había de poder poco, o que antes de seis años, él destruiría en Bolivia la religión de Jesucristo» (Sucre In: O’Leary, 1919, pp. 48-49). Tal relato do presidente da República nos fornece um importante fio condutor para e a compreensão deste episódio e sua análise realizada ao longo da tese onde é aprofundada a investigação baseada em outras fontes históricas. A legislação educativa bolivariana entre 1825 e 1826 nos dá indícios de sua autoria ideológica, e fornece elementos para se entender a oposição católica ao anticlericalismo liberal agressivo de Simón Rodríguez. Nossa análise vai no sentido de tentar compreender o momento da produção dessa lei, no caso, a lei Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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propriamente dita decretada pelo Poder Executivo. Sobre isso, é preciso estar atento a, no mínimo, duas ordens de fatores: «Em primeiro lugar, para o tipo específico de legislação de que se trata. [...] Em segundo lugar, [...] para os sujeitos envolvidos na produção da legislação» (Faria Filho, 1998, p. 106). E ainda, para não ficar limitada a análise, temos que ter em conta que, além desses sujeitos principais, Rodríguez, Bolívar e Sucre, «outros setores sociais interessados na questão têm aí uma participação ativa. Eles utilizam diversos meios para fazer valer seus interesses ou para serem ouvidos» (Faria Filho, 1998, p. 107). A radical legislação anticlerical decretada por Bolívar e Sucre, que só na Bolívia foi responsável por fechar 25 dos 41 conventos cerca de um ano após a proclamação da República (Bethell, 2009: 270), foi hostil principalmente ao clero monacal. Ela «aplicou» essas casas, então subutilizadas, para abrigar escolas primárias e colégios, hospitais e hospícios, além de financiar a educação pública com outros bens e rendas, também confiscados e suprimidos da Igreja e do clero. Aqui podemos colocar uma questão central: teria sido essa legislação a principal motivação da resistência do clero ante a aplicação desses decretos, reclamando constantemente contra o governo de Sucre e sabotando a ação de Simón Rodríguez? Para responder a essas questões, temos que considerar, no contexto do pensamento liberal peruano, suas tímidas tendências anticlericais: La tesis que se presenta aquí es que, aunque los liberales fuesen utópicos en muchos de sus conceptos, en el área de la religión fueron estrictamente ideológicos, es decir, conservadores. En comparación con el de otros países latinoamericanos, el anticlericalismo liberal en el Perú fue relativamente suave, pero nunca una causa popular (Klaiber, 1988, p. 21).
Contudo, é importante levar em conta que a política anticlerical não é uma inovação ou invenção, tampouco aplicada com exclusividade por Rodríguez ou Bolívar, que foram, nesse sentido, de fato os mais radicais na América. Era, isto sim, uma prática que se inseria no próprio espírito da época da «Era das Revoluções», no qual foram contestadas todas as instituições do antigo regime de tradição centenária e até milenar, como a monarquia absolutista e a Igreja Católica, bem como a própria estrutura social do antigo regime, dividida em estamentos ou «estados». O primeiro estado, por sinal, era o clero, seguido da nobreza, e com ela sempre associado para a manutenção desse status quo sobre a massa do povo. A categoria dos eclesiásticos era numericamente pequena, contudo, poderosa detentora da maior parte das terras e dos meios de produção, como na França revolucionária:
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A solução [para evitar a bancarrota do Estado francês] a que, nos fins de 1789, a Assembleia chegou, foi apossar-se dos bens da Igreja, vendê-los, e, em compensação, determinar para o clero um salário fixo [...]. Talleyrand, bispo de Autun, propôs, por conseguinte, que, desde 10 de outubro, fossem confiscados e vendidos todos os bens da Igreja em nome do Estado; [...] Propondo a venda os bens da Igreja, também se queria criar uma nova classe de lavradores que se ligariam à terra de que se tornassem proprietários (Kropotkin, 1955, p. 197).
Podemos levantar aqui outra questão: haveria outro meio para fazer face às urgentes necessidades financeiras dos novos Estados nacionais? A falta de alternativa justificaria a adoção de um tipo de legislação já experimentada na França, com a Constituição Civil do Clero. A vitoriosa burguesia moderada, atuando através da Assembleia Constituinte francesa, «dava pouca satisfação concreta ao povo comum, exceto a partir de 1790, com a secularização e venda dos terrenos da Igreja (bem como dos terrenos da nobreza emigrante) que tinha a tripla vantagem de enfraquecer o clericalismo, fortalecer o empresário rural e provinciano e dar a muitos camponeses uma retribuição mensurável por suas atividades revolucionárias» (Hobsbawm, 2014, p. 114). Tal como na França, a reação à legislação anticlerical, no Peru e na Bolívia, por parte dos religiosos, ganhou a forma de um «ódio clerical» contra a revolução e suas lideranças. É importante, portanto, ter em conta a experiência francesa para a compreensão da própria relação entre anticlericalismo e republicanismo. A supressão do patrimônio da Igreja provocou o surgimento da questão da organização tradicional do clero, que foi tratada pela «Constituição Civil do Clero», votada a 12 de julho de 1790 e promulgada em 24 de agosto. [...] A Igreja da França tornava-se, assim, uma Igreja nacional: o mesmo espírito deveria animar a Igreja e o Estado. No entanto, houve fortes resistências no interior do clero e a obrigação do juramento de fidelidade à Constituição do Reino, que incorporava a Constituição Civil, provocou uma divisão interna que, de conflito religioso, degenerou em conflito político (Lopes, 2008, p. 53).
Nesse sentido, a natureza anticlerical das resoluções concernentes à organização da educação pública peruana e boliviana pode ser percebida na própria legislação decretada por Bolívar, em companhia de Rodríguez, ao longo do percurso da comitiva do exército libertador por essas repúblicas, durante o ano de 1825. Contudo, Faria Filho chama «atenção para uma distinção necessária entre dois momentos fundamentais: o momento da produção e o momento da realização da lei»; e para «a lei como prática ordenadora e instituidora, voltada para as relações sociais» (Faria Filho, 1998, pp. 105-106). Focamos aqui, portanto, tanto no momento de produção da legislação quanto no da sua realização, ou tentativa de ordenamento Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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de determinadas práticas sociais a qual sofreu resistência de setores conservadores das elites criollas locais, se considerarmos a perda de apoio governamental de Rodríguez na ausência de Bolívar, principalmente pelo desacordo com o presidente Sucre, cuja análise é aprofundada na tese (Mazilão Filho, 2017).
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Recepción: 20/1/2018 Aceptación: 9/3/2018
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Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 93–113 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-93-113
Billinghurst y las salitreras de Tarapacá (1872-1876)1 Billinghurst and the Tarapacá saltpeter industry, 1872-1876 Carlos Roberto Flores Soria2
Universidad Nacional Federico Villarreal, Lima, Perú
[email protected]
RESUMEN
El artículo tiene como objetivo conocer la visión de Guillermo Billinghurst en su faceta de estudioso del desarrollo de la industria salitrera de Tarapacá en la etapa peruana, especialmente entre 1872 y 1876, años en que gobernó Manuel Pardo y se vio una gran expansión de la producción y exportación del salitre, así como de la intervención del Estado a través del estanco (1873) y la expropiación (1875) de la industria. Billinghurst publicó importantes trabajos que se ocupan de la formación de las empresas salitreras y fue un crítico de la política salitrera del Gobierno civilista. PALABRAS CLAVE
Industria salitrera, Tarapacá, Guillermo Billinghurst, estanco, expropiación ABSTRACT
The focus of this article is the position of Guillermo Billinghurst in his role as a scholar of the development of the Tarapacá saltpeter industry during its Peruvian phase, particularly from 1872 to 1876, during the government of Manuel Prado, which saw a massive expansion in the production and exporting of saltpeter, and intervention by the state in the form of government licensing (1873) and expropriation (1875) of the industry. Billinghurst published major studies concerned with the development of saltpeter
1 El artículo es una versión reelaborada de la ponencia presentada en el Congreso Nacional
de Historia realizado en Trujillo en agosto de 2016. 2 Licenciado en Historia, docente de la Escuela Profesional de Historia, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional Federico Villarreal (Lima).
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companies and was a critic of the civilian government’s saltpeter policy. KEYWORDS
Saltpeter industry, Tarapacá, Guillermo Billinghurst, government licensing, expropriation
Introducción Históricamente, Guillermo Billinghurst es un personaje situado en la segunda década del siglo XX, especialmente cuando, entre 1912 y 1914, fue elegido presidente de la República y su mandato terminó con un golpe militar dirigido por Óscar R. Benavides. Su Gobierno llamó la atención por la inspiración de orden «populista» que algunos historiadores le han atribuido y por expresar una temprana ruptura en la llamada Republica Aristocrática. Sin embargo, en las tres últimas décadas del siglo XIX, en la plenitud de su juventud, resulta siendo un personaje desconocido. Los diccionarios históricos-biográficos peruanos solo le dedican unas cuantas líneas. Jorge Basadre (1983, t. VIII) elaboró una breve biografía destacando los momentos más importantes de la vida de Guillermo Billinghurst: salitrero, escritor y político. El estudioso chileno del mundo salitrero tarapaqueño Sergio González (2000 y 2011) y el sociólogo peruano Osmar Gonzales (2009) coinciden en reconocer que Billinghurst fue un hombre de «frontera» («transfronterizo») y «multifácetico», ya que reunió cualidades de político, empresario, escritor y que sus obras son fundamentales para la historia y geografía regional peruano-chilena del siglo XIX: Tarapacá y su industria salitrera. El reconocido historiador chileno del salitre Óscar Bermúdez (1963) se ocupa de la etapa en que nuestro personaje enfrentaba la política salitrera del Gobierno de Manuel Pardo (1872-1876), contrastando el liberalismo de ambos respecto al estanco y la expropiación. En 2011, en Chile se publicó Los capitales salitreros de Tarapacá, de Guillermo Billinghurst, acompañado de un notable estudio de Sergio González Miranda en la Biblioteca Fundamentos de la Construcción de Chile. En estos últimos años la historiografía económica y social peruana, si bien no estudia el papel de Billinghurst en la industria salitrera, ha realizado importantes contribuciones sobre el impacto del salitre en la economía pública, sobre todo los alcances de la política salitrera del Gobierno de Manuel Pardo, expresado en el estanco y la expropiación. Entre ellos, tenemos trabajos de Carmen Mc Evoy (1994, 1997), Carlos Flores (2000), Rory Miller (2011), Miriam Salas (2010, 2011), Javier Tantaleán (1983, 2011), Carlos Contreras (2004, 2012), entre otros. 94
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El artículo tiene como objetivo conocer la visión de Guillermo Billinghurst acerca del desarrollo de la industria salitrera de Tarapacá de 1872 a 1876. Sus escritos Rápida ojeada sobre la cuestión del salitre (1875), Los capitales salitreros (1889) y Legislación sobre el salitre y bórax en Tarapacá (1903) son importantes para entender cómo se desarrolló la industria salitrera hasta 1879 en el sur peruano, principalmente la formación y composición del capital en la expansión e industrialización del salitre.
Notas sobre el escenario geográfico San Lorenzo de Tarapacá fue la antigua capital del Partido de la Intendencia de Arequipa en el Virreinato. En la época republicana pasó a ser provincia y en 1878, departamento. Según Guillermo Billinghurst, en Tarapacá se podían distinguir cinco zonas (Billinghurst, 1893, 1886; Bertrand, 1879): a) la primera se iniciaba en las orillas del mar, continuaba por la serranía de la costa, territorio completamente estéril, que era la zona del guano y de las minas (Huantajaya, Santa Rosa, entre otras); b) la segunda zona se iniciaba en los márgenes de la quebrada de Camarones, limitaba con el desierto de Atacama, terminaba cerca de los márgenes del Loa y era considerada la región salitrera; c) la tercera zona comprendía la pampa del Tamarugal, y limitaba por el norte con la quebrada de Berenguela y por el sur con el río Loa; d) la cuarta zona comenzaba en los márgenes orientales de la pampa del Tamarugal, terminaba en la cordillera y se caracterizaba por la presencia de quebradas, como la de Camarones; e) la quinta zona comprendía la cordillera de los Andes y sus respectivas vertientes. El siguiente mapa ilustra el espacio:
FIGURA 1. Zonas salitreras y puertos en Tarapacá. Fuente: Bermúdez, 1963, pp. 124-125.
Las flechas que se observan en la figura señalan el movimiento del salitre hacia los puertos de embarque. Los puertos que adquirieron notoriedad en la época fueron Iquique, considerado el segundo más importante del Perú, seguido por Pisagua y, finalmente, el de Mejillones. En el Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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desarrollo de la industria salitrera fue importante la cobertura vegetal que ofrecía la pampa de Tamarugal (Salas, 2010, p. 40). Iquique se convirtió en un puerto que creció y se transformó al ritmo de la exportación del salitre (Donoso 2003, 2007).
Datos biográficos de Guillermo Billinghurst Guillermo Eduardo Billinghurst nació en Arica el 27 de julio de 1851. A comienzos del siglo XX, Kaempffer (1914, p. 35), estudioso de la industria del salitre y el yodo chileno, se refería a él como: «El hombre de talento, de ciencia y saber, no solo pertenece a la historia de la nación en la que viera la luz, sino también a aquellas en que su labor es fructífera, llegando así a ser una figura internacional». Su vida transcurrió entre la política3, los negocios y acuciosos estudios sobre la región industrial salitrera peruana, hasta antes de la guerra con Chile en 1879. Basadre sostiene que tuvo una juventud borrascosa, como acompañar a Nicolás de Piérola en la llamada Expedición del Talismán de octubre a diciembre de 1874, en el intento de sublevarse contra el Gobierno de Manuel Pardo (Basadre, 1983, tomo VIII, p. 400)4. De 1872 a 1873, a raíz de las primeras medidas del Gobierno civilista sobre el salitre, como el estanco, Billinghurst y un grupo de salitreros se trasladaron desde Iquique a Lima para entrevistarse con el presidente Pardo. En ese ínterin, Dávalos y Lissón (1915, pp. 228-229) escribió las primeras semblanzas de la personalidad en 1873: he amistado con un mozo animado, bromista, ameno, inteligente, nacido en Arica. No tendrá más de 24 años. Es hijo de padre argentino y de abuelo inglés. Se llama Guillermo Billinghurst. Fue secretario de los salitreros tarapaqueños que, bajo la presidencia de don Juan Gildemaister, conferenciaron, en febrero de este año [1873], con don Manuel Pardo.
Según Bermúdez (1963), era un conocedor de la industria salitrera y combatió la política del estanco y de la expropiación implementada por los civilistas, no solo porque observó en ella dificultades en el aspecto
3 De 1878 a 1879 fue diputado por Tarapacá. De 1886 a 1890 se desempeñó como cónsul
general del Perú en Chile. Fue miembro del Partido Demócrata y acompañó a Piérola en la toma de Lima en 1895 para derrocar al Gobierno del general Andrés A. Cáceres. En 1895 fue electo primer vicepresidente de la Republica y, a la vez, senador de Moquegua. En 1896 presidió el Senado y el Congreso de la República. En 1898 fue presentado ante el Gobierno chileno como ministro plenipotenciario especial para arreglar la cuestión Tacna y Arica. Negoció el protocolo denominado Billinghurst-Latorre. En 1899 lanzó su candidatura a la presidencia, pero renunció por discrepancias con miembros del pierolismo. Fue alcalde de Lima en 1909 y 1910. En setiembre de 1912 asumió funciones como presidente del Perú y fue derrocado por Óscar R. Benavides en febrero de 1914. 4 También participó en la revuelta del Yacango y en la aventura del Huáscar de 1877.
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pragmático, sino también porque representaba conceptos económicos opuestos a los salitreros. Fue un empresario moderno y un intelectual interesado en el periodismo y en la investigación local y regional. Conocía la dinámica salitrera de Tarapacá, de las compañías, de los capitales, especialmente el inglés. Valparaíso, Tarapacá, Iquique y Lima fueron los ambientes en el que se desenvolvió. Sergio González (2000 y 2011) y Osmar Gonzales (2009) destacan sus cualidades de investigador e intelectual. Para González (2000, p. 5): Billinghurst fue un hombre de frontera no solamente por haber nacido en Arica y vivido su adolescencia y madurez en Iquique, sino también porque siempre estuvo entre ambos países; por ejemplo, estudió en Valparaíso e hizo su carrera política en Lima. Su pensamiento social y político fue también de frontera; se comprometió en la democratización de su país a través de la participación de las emergentes clases populares.
En esa perspectiva, Osmar Gonzales (2009, p. 41) lo considera como «transfronterizo y multifacético». Para ambos autores, la personalidad y protagonismo de Billinghurst ha sido opacada por la oligarquía y la historiografía peruana5. Sin embargo, nuestro personaje fue un atento estudioso de Tarapacá e Iquique. Como veremos, el ciclo vital de su valiosa producción intelectual surge entre 1882 y 1893, en pleno auge económico generado por el nuevo ciclo de la explotación salitrera en Iquique, que permitió «el desarrollo cultural donde los clubes sociales, grupos de teatro, logias masónicas, filarmónicas, comenzaron a emerger [...] Entre ellos, se fundó en 1886 el Círculo Literario Ateneo [...] Guillermo Billinghurst [fue] uno de sus fundadores» (González, 2011, p. xvi). Por ejemplo, Estudio sobre la geografía de Tarapacá, publicado en 1886, fue leído en este importante recinto. Por otro lado, sus preocupaciones sobre la historia del salitre se materializaron en tres importantes libros: Rápida ojeada sobre la cuestión del salitre (1875), Los capitales salitreros (1889) y Legislación sobre el salitre y bórax en Tarapacá (1903). Cada uno refleja la coyuntura y temperamento que Billinghurst le puso, el primero más enérgico y pesimista; el segundo y el tercero, más reflexivos y documentados. Los tres constituyen fuentes de obligada lectura para cualquier estudioso del salitre. Además, sus
5 Para Gonzales (2009), la historiografía peruana no ha sido generosa con Billinghurst. Jorge
Basadre, en su Historia de la República (1983, t. VIII), lo considera como un demagogo que pretendió cerrar el Congreso violentando la legalidad establecida. En ninguna lectura de la realidad peruana aparece como personaje importante, a pesar de que con él se iniciaron varios procesos políticos y sociales en el Perú del siglo XX (p. 41).
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preocupaciones sobre agricultura, demografía, ferrocarriles, agua potable, entre otras, se plasmaron en las siguientes publicaciones: 1878 Compendio de la legislación municipal del Perú 1873-77. Iquique. 1880 Alfonso Ugarte, corona fúnebre. Lima. 1880 Reconocimiento militar del río desaguadero y de la altiplanicie andina. Lima. 1886 Estudio sobre la geografía de Tarapacá. Santiago de Chile. 1887 El abastecimiento del agua potable para el puerto de Iquique. Lima. 1888 La condición legal de los peruanos nacidos en Tarapacá. Santiago de Chile. 1889 Documentos relativos a la salitrera Lagunas. Santiago de Chile. 1893 La irrigación de Tarapacá. Santiago de Chile. 1905 Documentos relativos al ferrocarril de Patillos. Valparaíso. 1915 El presidente Billinghurst y la nación. Santiago de Chile.
Billinghurst y el capital salitrero El desarrollo de la industria salitrera solo puede ser entendido a partir de tres elementos: capital, tecnología y mercados. A diferencia del guano que se extraía directamente de las islas con mínima inversión, el salitre involucraba diversos procesos que iban desde su extracción hasta los mercados europeos. Después de la ocupación chilena de Tarapacá, en noviembre de 1879, y la culminación de la guerra, en 1884, se publicaron importantes estudios que daban cuenta de la historia del salitre en la «era peruana» y del inicio del ciclo salitrero en la economía chilena. Entre ellos tenemos el de Alejandro Bertrand (1892), de Semper y Michels (1908) y de Enrique Kaempffer (1914). Los dos primeros se ocupan del desarrollo de la industria salitrera a partir de la ocupación de los terrenos, las propiedades físico-químicas del caliche, la formación del capital y la propiedad, del trabajo y de las relaciones laborales, de la capacidad productiva y de los costos, de los ferrocarriles, de los costos de embarque y exportación a mercados europeos, y, por último, del estanco y la expropiación en la «era peruana», importante información documental de carácter legal acompaña sus anexos. Kaempffer se ocupa de los hombres vinculados a la industria salitrera, los antecedentes históricos, los cateos, las técnicas, la extracción, la elaboración del salitre y la importancia del agua en todo el proceso. Los aportes de Billinghurst acerca de la industria salitrera sirvieron de base para sustentar y organizar ese cuerpo de conocimiento que exponen los autores antes citados.
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Entonces, ¿cómo y cuándo se inicia la historia industrial del salitre? Según Billinghurst, la elaboración y exportación del salitre (Le y Dagnino, 1893, p. 5)6, cuya materia era el caliche7 de la provincia de Tarapacá, no tiene su origen en 1830. Desde los puertos de Iquique y Pisagua se exportó, muchos años antes de esa fecha, salitre para España. Mientras Lima y algunos espacios regionales se involucraban en las luchas por la independencia, en Tarapacá la emergente industria salitrera iba adquiriendo notoriedad. En ese proceso, Billinghurst destaca el aporte de Tadeo Haenke, investigador naturalista que llegó al Perú en 1790 en la misión científica dirigida por Alejandro Malaspina, en el procedimiento de «separar y beneficiar el caliche»; así como de Sebastian Ugarrisa y Matías de la Fuente, personajes que alcanzaron notoriedad debido a sus esfuerzos dedicados a construir oficinas salitreras y realizar embarques de salitre hacia Lima (Billinghurst, 1889a, p. 11)8. De 1810 a 1812 se construyeron, en las pampas salitreras de Negreiros, Pampa Negra y Zapiga, entre siete u ocho oficinas9 para elaborar salitre. Para tal propósito se adoptaron los antiguos fondos de beneficiar la plata. Ugarrisa buscó convertir la explotación del salitre en una industria atractiva para los negocios y fue seguidos por el científico Mariano Eduardo de Rivero, quien en 1820 dio a conocer los beneficios del nitrato de soda de Tarapacá en Europa. Al respecto, en 1821 escribió: Hasta ahora ninguna obra de minerología había hablado del nitrato de soda nativo, ya que acaba de descubrirse esta sal, y en bastante cantidad, en el distrito del Perú llamado Tarapacá. Forma en él una capa de varios pies de grueso, mostrándose, en algunos lugares, a la superficie, y ocupando una extensión de más de 40 leguas.
Se encuentra el nitrato de sosa cerca de Iquique, puerto del sur del Perú, en el cual hay mas de 60 000 quintales de esta sal purificados por
6 El nitrato de soda es conocido también con los nombres de salitre sódico, salitre cúbico,
nitrato sódico, salitre de Tarapacá y salitre de Chile (Le y Dagnino, 1893, p. 5). 7 Conglomerados de detritus unidos por un cemento de sales y que contienen la mayor cantidad de nitrato en relación con las capas anteriores (Bermúdez, 1963, p. 408). Para Echevarría (1934, p. 10), el caliche es una «mezcla de sales y sustancias insolubles en agua, en la que predomina el nitrato de sodio mezclado con cloruros y sulfatos, de la que se extrae el salitre; se presenta cementada en mantos o capas horizontales». 8 Billinghurst (1889a, p. 11) anota: «Por aquellos años, de octubre de 1812 a febrero de 1813, la producción llegó a la cantidad de 23 160 quintales [y] 31 libras. Para esa misma fecha, Ugarrisa envió al Callao siete cargamentos de nitrato de soda por un total de 22 723,49 quintales, y el precio pagado fue de $ 35 585,25 y el flete de las oficinas a la costa fue de $ 10 329,50». 9 Según Bermúdez (1963, p. 416), la palabra oficina se encuentra en los documentos administrativos de los asientos mineros de entonces. Parece que la asociación de oficina y salitrería determinó el nombre de oficina salitrera que terminó por reemplazar al de minas de salitre.
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Carlos Roberto Flores Soria
disolución y cristalización y podrán abastecerse los traficantes europeos (Ugarrisa, 1857, tomo I, pp. 5-6). Rivero auguró el futuro de esta industria al señalar las grandes ventajas de este descubrimiento. No se equivocó. Aproximadamente hasta 1850, según Billinghurst, los industriales que se habían conectado con la explotación y producción del salitre de Tarapacá «eran todos peruanos, de naturales de Tarapacá, con excepción de don Jorge Smith, que se había establecido en los salitrales de la Nueva Noria» (Billinghurst, 1889a, p. 13). Jorge Smith fue un personaje salitrero muy importante para la época. En compañía de William Bollaert, por encargo de Ramón Castilla, entonces intendente de la provincia de Tarapacá, exploró en 1827 la llamada pampa de Tamarugal. Boellert fue un estudioso de la geografía de Tarapacá, natural de Inglaterra, y llegó al Perú en 1825 (Bollaert, 1975; Castro, Guerrero, Silva y Silva, 2017, pp. 121-164). Entre 1850 y 1870 se dedicó a publicar sus trabajos acerca de las descripciones y expediciones realizadas (Bermúdez, 1975, pp. 314-318), y con el español José Sandes fueron los primeros extranjeros que se dedicaron en Tarapacá a la industria salitrera. En 1852 se asocian y forman la sociedad industrial que más tarde se llamó Compañía de Salitres de Tarapacá (Kaempffer, 1914, p. 119). Según Kaempffer, «el señor Jorge Smith fue un esforzado industrial; a su iniciativa se deben muchos adelantos en la elaboración del salitre y en la viabilidad de Tarapacá (Kaempffer, 1914, p. 119)10. Para Billinghurst, 1853 es un año que inicia una nueva época en la historia de la industria salitrera. El industrial chileno Pedro Gamboni, después de varios experimentos realizados en Estados Unidos y en sus oficinas salitreras de Tarapacá, logró aplicar el vapor a la disolución del caliche, en reemplazo del antiguo método de fuego directo que era costoso (Kaempffer, 1914, p. 179). Para el 2 de noviembre de 1853, el Gobierno peruano le concedió el privilegio exclusivo para usar el sistema de elaboración por cinco años (Billinghurst, 1889a, p. 14). En 1856, Jorge Smith construyó una máquina11 en la Nueva Noria, la que, al cabo de algunos años y tras experimentar transformaciones, se convirtió en la conocida maquina Limeña, que tenía una capacidad de producción de 200 000 quintales anuales (Billinghurst, 1889a, p. 14; Kaempffer, 1914, p. 119). Así, años después se construyeron las siguientes: 10 Kaempffer, también, destaca a Juan Williamson, natural de Escocia, por su contribución
al desarrollo de la industria del salitre, al instalar a gran escala explotaciones salitreras en la apartada región sur de Tarapacá. En 1852 era propietario de 10 oficinas de paradas que después darían lugar a la máquina Alianza. 11 Máquina, según Echevarría (1934), «es el establecimiento de elaboración del caliche, en su conjunto» (p. 23).
100
Desde el Sur | Volumen 10, número 1
Billinghurst y las salitreras de Tarapacá (1872-1876) TABLA 1. Máquinas salitreras construidas de 1856 a 1862
Máquina
Propietario
Lugar
Huanza
Fernando Corssen
Cocina
Salar
Federico Freraut
La Noria
La China
Demetrio Figueroa
La Noria
Victoria
Soruco y Ca.
En el norte
Carolina
Jorge Smith y Ca.
En el norte
Fuente: Elaboración propia, basada en datos de Billinghurst, 1889a, p. 14.
La primera máquina de elaborar salitre fue construida en una de las oficinas de Sal de Obispo. La segunda, edificada personalmente por Gamboni, en «Sebastopol» y la tercera en «Cocina», cuyos terrenos eran de propiedad de la Oficina «San Pedro» de Gildemeister y Ca. (Billinghurst, 1889a, p. 14)12. Billinghurst señala tres momentos: a. 1870 y 1872: la presencia de máquinas en Tarapacá se había incrementado y la estimación de la producción iba alcanzando proporciones no vista antes, tal como apreciamos en la siguiente tabla: TABLA 2. Máquinas, capacidad producción y propietarios (1870-1872)
Establecimiento
Capacidad de producción anual en quintales
%
Propietario
Carolina
300 000
9,3
Compañía de Salitres de Tarapacá
Argentina
300 000
9,3
J. Gildemeister y Ca.
Solferino
280 000
8,7
Félix Massardo
San Pedro
250 000
7,8
J. Gildemeister y Ca.
Victoria
220 000
6,9
Soruco y Ca.
San Antonio
200 000
6,3
Hainsworth y Ca.
Porvenir
200 000
6,3
La Fuente y Sobrino
Peruana
200 000
6,3
Virginia Loayza
Sacramento
200 000
6,3
José Manuel de Loayza
La Nueva Noria
200 000
6,3
Compañía de Salitres de Tarapacá
Palacio Industrial
120 000
3,7
Nugeat y Caplong
Germania
120 000
3,7
Juan Vernal y Castro
San Carlos
120 000
3,7
Eugenio Marquezado
Santa Isabel
120 000
3,7
Pedro Elguera
12 Juan Gildemeister nació en 1823. Era natural de Bremen (Alemania) y a mediados del siglo
residía en Lima. Se interesó por el salitre a comienzos de 1860 y se convirtió en habilitador de salitreros. Después del terremoto de 1868 se dedicó a la producción del nitrato. De 1870 a 1874 adquirió las oficinas Huanza, Argentina, San Pedro y San Juan (Centro de Estudios Miguel Enríquez, s/f, p. 3).
Desde el Sur | Volumen 10, número 1
101
Carlos Roberto Flores Soria Santa Rita
110 000
3,4
José María González Vélez
La China
100 000
3,1
Demetrio Figueroa
Huanza
100 000
3,1
J. Gildemeister y Ca.
60 000
1,9
Manuel M. Pérez
3 200 000
100
Rosario Total Fuente: Billinghurst, 1889, p. 15. % = porcentaje de participación
b. 1872-1874: se construyeron nuevas máquinas y la capacidad de producción casi triplicaba a la fase anterior. Veamos la siguiente tabla: TABLA 3. Nuevas máquinas, capacidad producción y propietarios (1872-1874)
Establecimiento
Capacidad de producción anual en quintales
%
Propietario
Limeña
600 000
6,88
Compañía de Salitres de Tarapacá
Nueva Soledad
460 000
5,27
Juan Cauvi
Peña Grande
450 000
5,16
Compañía Salitrera de la Peña
Valparaíso
450 000
5,16
Compañía Salitrera Valparaíso
Candelaria
450 000
5,16
Benavidez
Santa Catalina
400 000
4,58
Compañía Salitrera Americana
Lagunas
360 000
4,13
Compañía Salitrera Esperanza
La Perla
360 000
4,13
Compañía Salitrera Rímac
Santa Laura (w)
300 000
3,44
Guillermo Wendell
Palma
300 000
3,44
Peruvian Nitrate Company
Alianza
300 000
3,44
Compañía de Salitres Alianza
San Lorenzo
300 000
3,44
Ugarte, Cevallos y Ca.
Esmeralda
300 000
3,44
Clark, Erick y Ca.
San Vicente
300 000
3,44
Granadino y Hnos.
Máquina Negreiros
300 000
3,44
Compañía Salitrera Negreiros
Resurrección
300 000
3,44
Pedro J. Zavala
Paposo
240 000
2,75
Fölsen y Martín
Matillana
240 000
2,75
Morales y Ca.
Providencia
240 000
2,75
Compañía Salitrera Providencia
Nueva Carolina
220 000
2,52
Compañía Salitrera Nueva Carolina
Peña Chica
210 000
2,40
Aguirre y Oviedo
Trinidad
210 000
2,40
J. Carpio y Ca.
San Agustín
200 000
2,29
Juan Francisco Balta
San José (Noria)
180 000
2,06
Devéscovi y Arredondo
San Andrés
180 000
2,06
M. María Pérez
Carmen Bajo
180 000
2,06
Compañía Salitrera Rímac
102
Desde el Sur | Volumen 10, número 1
Billinghurst y las salitreras de Tarapacá (1872-1876) Carmen Alto
150 000
1,72
Orriols y Ca.
Bearnés
140 000
1,60
Francisco Layous
Cala Cala
120 000
1,37
Eufemía C. de Hidalgo
Santa Laura (Borra)
100 000
1,14
Barra y Riesco
Pozo de Almonte
80 000
0,91
Fernando López
El Morro
50 000
0,57
Manuel E. Riveros
45 000
0,51
Matías Vicentelo y Ca.
8 715 000
100
Tarapaqueña Total Fuente: Billinghurst, 1889a, p. 16. % = porcentaje de participación
c. 1874 y 1878: continuó la expansión de la industria salitrera, pero en menor proporción. Se incorporaron nuevas máquinas, como: TABLA 4. Nuevas máquinas, capacidad de producción y propietarios (1874-1878)
Establecimiento
Capacidad de producción anual en quintales
%
Propietario
Agua Santa
500 000
10.03 J. D. Campbell
California
360 000
7.22
Compañía de Salitrera California
San Juan
360 000
7.22
J. Gildemeister y Ca.
Emp. Barrenechea
360 000
7.22
Compañía Salitrera Barrenechea
Ángeles
300 000
6.02
Mariano Mendizabal
Santa Ana
300 000
6.02
Pflucker y Ca.
San Pablo
300 000
6.02
Pedro Elguera
San Francisco
300 000
6.02
Evaristo Brañes
Santa Adela
210 000
4.21
José Devéscovi
Dolores
210 000
4.21
Juan Cobo
Católica
210 000
4.21
Juan Bacigalupo
Magdalena
200 000
4.01
J. Manuel Montero
Chinquiquiray
200 000
4.01
Oviedo y Trillo
Camiña
200 000
4.01
Mariano Ossio
San Antonio (P)
200 000
4.01
Eusebio Peñaranda
Angela
200 000
4.01
Loayza y Pascal
Carmelita
150 000
3.01
Domingo Lecaros.
Concepción
120 000
2.40
Compañía de Salitrera California
Salar de Noria
110 000
2.20
Ugarte, Cevallos y Ca.
San Juan (Soledad)
100 000
2.0
José Romero
San José (Yungay)
48 000
0.96
Manuel E. Riveros
45 000
0.90
Quiroga y Hermano
4 983 000
100
Buen Retiro Total Fuente: Billinghurst, 1889a, p. 17. % = porcentaje de participación
Desde el Sur | Volumen 10, número 1
103
Carlos Roberto Flores Soria
Como se puede apreciar, hasta aproximadamente 1865, la industria salitrera se desarrolló a base de esfuerzos individuales. Pero a partir de los años siguientes el surgimiento de nuevos centros de producción fue vertiginoso y, consecuentemente, se adquirió una nueva modalidad de impulsar la inversión en la industria salitrera: el crédito bancario. Esta modalidad iría desplazando al sistema de habilitaciones dominante hasta entonces. Como sugiere Billinghurst, la capacidad de producción de las máquinas fue en ascenso, teniendo en cuenta los tres periodos antes mencionados (Billinghurst, 1889a, p. 18): TABLA 5. Capacidad de producción
Años
Unidad de peso
al año
1870 a 1872
quintales
3 200 000
1872 a 1874
quintales
11 715 000
1874 a 1878
quintales
16 363 000
Fuente: Elaboración propia, basada en datos de Billinghurst, 1889a, p. 18.
La producción fue en ascenso. Factores externos explican ese crecimiento. Luis Benjamín Cisneros sostiene que las causas que favorecieran el aumento de la demanda y exportación del salitre: se explica por la disminución de las ventas del guano desde 1869 y el alza del salitre especialmente entre 1870 y 1871, porque tanto como la guerra franco-prusiana dañó la agricultura en Francia, Alemania y Bélgica, favoreció la confección de la pólvora por medio del nitrato de soda, uno de sus principales agentes vigorosos13.
Por otro lado, de 1870 a 1876 el precio fue variando entre 15 y 12 chelines el quintal (Hernández, 1930, p. 90). Conviene precisar que fueron tres los sistemas de elaboración y producción del salitre que se conocieron: paradas (1810-...), máquinas (18531885) y shanks (1876-1942) (Crozier, 1997, pp. 56-126). En este proceso, es importante destacar que la producción en las llamadas paradas14 como
13 Citado por Antonio Raimondi en 1875, p. 6. Luis Benjamín Cisneros fue un destacado inte-
lectual, poeta y político de la época, vinculado a los civilistas. 14 La denominación de parada se difundió en Tarapacá de 1810 a 1830. Parada y paradero designan un lugar en que se hace estación en un viaje y puesto que allí se para. Los primitivos lugares en que se explotó el salitre, como Zapiga y Pampa Negra, eran paraderos en el escaso tráfico que hacía entonces por la pampa Tamagural. Pero el nombre de paradas puede estar asociada asociado también a la técnica elaborada. Los interesados en explotar salitre iban a la pampa a parar sus fondos para elaborar. Los fondos eran puestos de a pares, uno a cada lado de la hornilla. Aplicado el nombre primeramente solo al conjunto de aparatos con que se elaboraba, luego se hizo extensivo a toda la explotación y se decía «las aradas» en el sentido de «oficinas salitreras» (Bermúdez, 1963, p. 416). Según el Vocabulario salitrero (1934), de Aníbal Echevarría y Reyes, paradas «es un conjunto de fondos o calderos
104
Desde el Sur | Volumen 10, número 1
Billinghurst y las salitreras de Tarapacá (1872-1876)
sostiene Billinghurst (Billinghurst, 1889a, p. 18), estuvo predominantemente en manos de industriales peruanos que trabajaban con capital propio. La nacionalidad del capital de 1870 a 1872 se puede apreciar en la siguiente tabla: TABLA 6. Nacionalidad de capitales en las salitreras (1870-1872)
Nacionalidad
Producción anual
Capital peruano
930 000 quintales
Capital chileno
800 000 quintales
Capital inglés
700 000 quintales
Capital alemán
650 000 quintales
Capital francés
120 000 quintales 3 200 000
Fuente: Billinghurst, 1889a, p. 19.
En lo que respecta la última fase de la industria salitrera bajo la administración peruana, es decir, de 1874 a 1878 (Billinghurst, 1889a, p. 19), la tendencia no cambió y se presentó de la siguiente manera: TABLA 7. Nacionalidad de capitales en las salitreras (1874-1878)
Nacionalidad
Producción anual
Porcentaje
Capital peruano
9 583 000 quintales
58,5
Capital chileno
3 120 000 quintales
19,0
Capital inglés
2 200 000 quintales
13,5
Capital alemán
1 250 000 quintales
8,0
Capital italiano
210 000 quintales
1,0
16 363 000
100,00
Fuente: Billinghurst, 1889a, p. 19, y Basadre, 1983, p. 305. % = porcentaje de participación
En tal sentido, la presencia del capital peruano en la industria salitrera fue dominante, si se considera la producción anual. Por ello, Billinghurst sostenía que: no han sido los capitales ingleses, sino los capitales peruanos primero y los capitales chilenos después, los que han dado vida a la industria del nitrato de soda; y los que, no sin fuertes y frecuentes quebrantos, la han colocado en el brillante pie en que ahora la contemplan los capitales ingleses» (Billinghurst, 1889a, p. 9).
de fierro, que se colocaban sobre hornillos, en los que, primitivamente, se lixiviaba el caliche, por medio de fuego directo» (p. 25).
Desde el Sur | Volumen 10, número 1
105
Carlos Roberto Flores Soria
De acuerdo con las tablas presentadas, en el desarrollo de la industria salitrera, el capital peruano invirtió más del 50% en los establecimientos salitreros, respecto al 19% del chileno y del 13,5% de procedencia inglesa. En este proceso, según las estimaciones de Billinghurst, las propiedades inglesas no habrían alcanzado ni el 8% de aquella suma. Pues los capitales ingleses comercialmente no eran tales. Por ejemplo, la Compañía de Salitres de Tarapacá se formó en Tacna mediante escritura pública, el 8 de noviembre de 1865. El capital de esta sociedad fue de 450 000 soles, dividido en 12 acciones de 37 500 soles cada uno (Billinghurst, 1889a, p. 34). Esta nueva sociedad estuvo integrada por los siguientes accionistas: El capital de esta sociedad fue de 450,000 soles, dividido en 12 acciones de 37 500 soles cada uno. Esta nueva sociedad estuvo integrada por los siguientes accionistas: Guillermo Gibbs con 7 acciones de S. 262 500, Jorge Smith con 3 acciones de 112 500 y Melbourne Clark con 2 acciones de 75 000 (Billinghurst, 1889a, p. 35).
Según Billinghurst, esta sociedad se formó exclusivamente para liquidar a la anterior empresa, denominada Jorge Smith y Ca., que años atrás se había endeudado con la Casa Gibbs de Valparaíso por una habilitación (préstamo) para la construcción de la maquina Carolina. Así, el aporte de Gibbs y Ca. representaba el único capital inglés que participaba en esa sociedad. A fines de 1871, luego de una compleja operación financiera realizada en Londres, la Casa Gibbs participó activamente en los negocios de Smith y en la industria salitrera (Billinghurst, 1889a, p. 32)15. Para el año en que Gibbs compró las acciones, los negocios del salitre habían generado grandes expectativas para cualquier industrial deseoso de hacer inversiones (Ravest, 2008, pp. 63-77). Otro ejemplo de cómo la industria salitrera se formó con capitales de diversas nacionalidades, fue el de J. D. Campbell y compañía, propietarios de las oficinas San Antonio, Agua Santa y Encañada. Una parte era de procedencia inglesa y otra de familias peruanas y bolivianas (Billinghurst, 1889a, p. 33). El capital que sirvió para financiar la construcción de la máquina Esmeralda fue de origen, en su mayor parte, de industriales ingleses, pero tuvo su origen en Tarapacá. La oficina La Palma, de propiedad de Manuel Almonte y Vigueras, fue comprada por una sociedad inglesa constituida 15 Según Billinghurst, las acciones de Smith y de Clark estaban representadas por los terre-
nos salitrales de ambos industriales, que representaban un aporte del capital netamente nacional. La participación de Smith en esta sociedad se extendió hasta el 6 de diciembre de 1871, fecha en que sus testadores traspasaron en Londres los derechos de las tres acciones a la Casa Gibbs; igualmente, Clark traspasó sus dos acciones el 31 de octubre de 1872 a la citada casa, valorizada en 28 233,19,5 libras esterlinas.
106
Desde el Sur | Volumen 10, número 1
Billinghurst y las salitreras de Tarapacá (1872-1876)
en Londres que se llamó The Peruvian Nitrate Company. El capital con que se formó esta nueva sociedad fue de 250 000 soles, y, de acuerdo con Billinghurst, algunos comerciantes de Arequipa fueron sus accionistas (Billinghurst, 1889a, p. 33). Lima también fue el escenario de la formación de algunas compañías interesadas en participar de la industria salitrera de Tarapacá. De 1870 a 1873, años del despegue de la gran demanda de salitre, se formaron en Lima varias sociedades que contribuyeron en el crecimiento de la producción salitrera. La Compañía Salitrera Barrenechea se constituyó en noviembre de 1871 con un capital de 1 000 000 de soles, con el propósito de explotar los terrenos salitrales de La Unión y Argentina. Se aplicó para ello una tecnología denominada «método de solución en frío y transporte de los caldos por cantería hasta el puerto» (Billinghurst, 1889a, p. 34). La Compañía Salitrera Esperanza se formó el 14 de setiembre de 1870. El capital originario fue de 50 000 soles y se incrementó en diciembre de 1872 a 210 000 soles. También el Banco de Lima le prestó la cantidad de 1 000 000 soles. Buscaba explotar 408 estacas de terreno salitral ubicadas en el punto conocido como Lagunas (Billinghurst, 1889b)16. Para diciembre de 1871 se formaba la sociedad llamada Alianza, cuyo capital pasó de 200 000 soles a 320 000 soles. Esta compañía tuvo el propósito de comprar las propiedades salitreras de Ángel Custodio Gallo, quien desde 1852 las poseía en Cantón del Sur. Estos terrenos estaban compuestos por 204 estacas, situadas unas en Bellavista, algunas en el sur viejo y otras en Challacollito. El 11 de enero de 1872, por la suma de $ 200 000 (pesos chilenos), cantidad pagada por el Banco de Chile, Gallo transfirió sus derechos a la sociedad Alianza (Billinghurst, 1889a, p. 34). Años después se formaron otras sociedades: La Peña, La Providencia y Rímac. La siguiente tabla resume la formación de las sociedades mencionadas: TABLA 8. Capital peruano de las compañías salitreras
Nombre
Capital total
%
Compañía Salitrera Esperanza
1 260 000
34,8
Compañía Salitrera Barrenechea
1 000 000
27,6
Compañía Salitrera La Peña
440 000
12,1
Compañía Salitrera Alianza
320 000
8,8
Compañía Salitrera La Providencia
300 000
8,3
16 Al respecto, Billinghurst estudió la formación de esta compañía.
Desde el Sur | Volumen 10, número 1
107
Carlos Roberto Flores Soria Compañía Salitrera Rímac
300 000
8,3
S/. 3 620 000
100
Fuente: Billinghurst, 1889a, p. 35. % = porcentaje de participación
Antes de la implementación del estanco (1873) y de la expropiación (1875), los bancos de la capital no fueron ajenos a esta industria. El primero en establecerse fue el Banco de Londres, Méjico y Sud América, que ya tenía una sucursal en Iquique, con el propósito de facilitar créditos a favor de los industriales salitreros. El Banco Nacional del Perú, fundado el 31 de agosto de 1872, con un capital de 12 000 000 de soles, inició sus actividades el 10 de setiembre (Camprubi, 1957, p. 4)17. A fines de ese año, estableció en Iquique una sucursal y otorgó créditos a los industriales. Según Billinghurst, «las cuentas de habilitación de los salitreros alcanzaron hasta la suma de 4 000 000 de soles» (Billinghurst, 1889a, p. 35). Su aporte a la prosperidad de la industria salitrera de 1872 a 1874, a decir de nuestro autor, fue importante. Un diario de Iquique, El Heraldo Americano, refiere Camprubi (1957), informaba que los bancos allí existentes (Banco de Londres, Méjico y Sud América y Banco de Nacional del Perú) «están prestando provechosas facilidades a las transacciones de comercio. Inspiran ilimitada confianza y no se dude que reportan buenas facilidades» (citado por Camprubi, 1957, p. 106). Un balance sobre la participación del capital «limeño» (Banco Nacional y capitalistas) en la industria salitrera podría considerarse como dominante en la medida en que este aportó aproximadamente 8 000 000 de soles, esto es, cerca de un millón y medio de libras esterlinas (Billinghurst, 1889a, p. 36). Por otro lado, la participación del capital chileno en la industria salitrera de Tarapacá también fue notoria. De 1854 a 1864 varias casas comerciales chilenas de Valparaíso facilitaron créditos a los salitreros, que, en su mayoría, no fueron cubiertos por la fuerte baja que experimentó el salitre. Pero el auge del crédito ocurrió de 1870 y 1873, años en que los salitreros de Iquique y Pisagua contrajeron importantes deudas en el mercado de Valparaíso (Pinto, 1987, pp. 119-134). La Compañía Chilena de Consignaciones invirtió capitales en habilitaciones a las salitreras por aproximadamente 1 500 000 de pesos (Billinghurst, 1889a, p. 37). El Banco Edwards comprometió más de 1 000 000 de pesos, al realizar algunos adelantos
17 El autor menciona que la fundación de este banco estimuló la competencia y generó
que tanto el Banco del Perú como el de Lima incrementaran sus capitales, de 8 y 5 millones, respectivamente.
108
Desde el Sur | Volumen 10, número 1
Billinghurst y las salitreras de Tarapacá (1872-1876)
a cierto número de salitreros de Iquique. Entonces, las relaciones entre Tarapacá y Valparaíso no se limitaron a esos montos. Buscaron tener presencia financiera simultáneamente cuando se desataba vertiginosamente el «furor salitrero» en Londres, que dio paso a la formación de diversas sociedades interesadas en participar en el norte y centro de Tarapacá. El siguiente cuadro ofrece una relación de esas sociedades y señala el capital que invirtieron: TABLA 9. Capitales chilenos en las salitreras (1870-1876)
Nombre
Capital en $
%
Compañía Salitrera Peruana
520 000
12,3
Compañía Salitrera Sacramento
500 000
11,8
Compañía Salitrera Solferino
450 000
10,7
Compañía Salitrera Pisagua
400 000
9,5
Compañía Salitrera América
400 000
9,5
Compañía Salitrera Nueva Carolina
400 000
9,5
Compañía Salitrera Chucumata
400 000
9,5
Compañía Salitrera San Carlos
350 000
8,3
Compañía Salitrera Negreiros
300 000
7,1
Compañía Salitrera Valparaíso
300 000
7,1
Compañía Salitrera California
200 000
4,7
$ 4 200 000
100
Fuente: Billinghurst, 1889a, pp. 37-38. % = porcentaje de participación $ = pesos chilenos
De esta manera, Billinghurst destaca que los capitales chilenos radicados en Valparaíso también contribuyeron en impulsar el desarrollo en la industria salitrera desde 1870, con más de 6 200 000 de pesos.
A modo de conclusión Los escritos de Guillermo Billinghurst resultan fundamentales para comprender la formación de la industrial del salitre en Tarapacá durante la llamada Era Peruana. La elaboración del salitre requirió de capital, tecnología, mercados, fuerza de trabajo y, sobre todo, de una materia prima que se encontraba en un medio geográfico árido y rico. Contradicciones de la naturaleza, escribió la historiadora Miriam Salas. Billinghurst dio cuenta de la participación de los capitales peruanos, chilenos e ingleses y de otras nacionalidades en el despegue de la industria salitrera. Con ello, ofreció una arista de esa historia que se desarrolló en el sur del país. Sin embargo, hay muchas historias que se entretejieron al compás de la importancia que fue adquiriendo el salitre en Tarapacá e Iquique. Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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En estos últimos años, la historiografía peruana y chilena viene realizando notables contribuciones acerca de la historia de la industria salitrera en la Era Peruana. Ahora podemos entender cómo el sur peruano no fue ajeno a las políticas de los Gobiernos de turno que buscaron dentro del modelo económico tributario asegurar los recursos naturales para generar y captar una renta a favor de la precaria finanza del Estado, sin que colisionara con los intereses de la élite económica y política comprometida, primero en los negocios del guano y luego en los del salitre. La agenda todavía sigue pendiente.
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Recepción: 13/2/2018 Aceptación: 21/3/2018
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Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 115–132 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-115-132
Las voces del aire: la radio y la construcción de un nuevo espacio de negociación en el Perú (1925-1930) Voices in the air: radio and the construction a new medium for negotiation in Peru (1925-1930) Juan Chumpitaz Fernández1
Pontificia Universidad Católica del Perú, Universidad Nacional Federico Villarreal
[email protected]
RESUMEN
La aparición y el desarrollo de la tecnología de la radio, en las primeras décadas del siglo XX, motivaron los intereses de los gobernantes de los Estados sudamericanos, entre ellos el Perú, en utilizarlo como un medio de difusión de los valores nacionales en función de los intereses políticos. En este contexto y cercanos al plebiscito de 1929, que decidió la suerte de Tacna y Arica, se construyó un nuevo espacio de negociación y, tras un breve periodo de control del medio por parte de grupos de aficionados y particulares, la producción radial pasó a ser controlada por el Estado en el auge del Oncenio, mediante la creación de una emisora de radio, la Radio Nacional, como institución estatal. Ello obligó a elaborar una programación de emisiones radiales de carácter nacional que permitieran construir una identidad ciudadana y un nuevo consumidor como parte del proyecto modernizador del Estado. PALABRAS CLAVE
Radio, nacionalismo, Patria Nueva, ciudadanía
1 Licenciado en Historia por la Universidad Nacional Federico Villareal. Magíster en Historia
por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Docente de la Universidad Nacional Federico Villareal y de la Universidad Tecnológica del Perú. Directivo de la Asociación de Inventores del Perú, inventor, tecnólogo e investigador especialista en historia de la tecnología y la ciencia. Ha realizado trabajos sobre la invención y la tecnología en el Perú de los periodos colonial y republicano. Ganador del Primer Concurso de Tesis Universitaria en Historia Económica de la Asociación Peruana de Historia Económica.
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ABSTRACT
The emergence and development of new radio technology, during the first decades of the twentieth century, awoke interest among the rulers of South American countries, including Peru, who saw it as a means of popularizing national values founded upon political interests. In this context, and on the eve of the 1929 plebiscite which would decide the fate of Tacna and Arica, a new medium for negotiation emerged, and following a brief period of control on the part of amateurs and individuals, radio production would be controlled by the state during the Oncenio period, through the creation of the radio station Radio Nacional as a public institution. This took the form of radio broadcasts with an emphasis on national character, designed to encourage the development of a civic identity and a new consumerism, as part of the state’s modernization project. KEYWORDS
Radio, nationalism, New Homeland, citizenship
Introducción En la segunda década del siglo XX, la naciente tecnología de la radio despertó el interés de gobernantes como Augusto B. Leguía, quien rápidamente comprendió su potencial social y su importancia política, y la sustrajo del primigenio control de radioaficionados y particulares, mediante su conversión, gracias al control estatal, en un instrumento de construcción de una identidad nacional frente al cercano plebiscito de 1929 y en un dinámico nuevo espacio de negociación política y social bajo el impulso de la Patria Nueva (Klaren, 2012). El uso político de la radio —y la construcción de un discurso radial nacional— por parte del régimen de Leguía llevó a la creación de una emisora de radio en 1926, sobre la base de la Peruvian Broadcasting Co. (primera estación que emitió una señal de radio comercial en el Perú, establecida en 1925 como un proyecto empresarial privado), esta vez supeditada al control estatal y de acuerdo con los fines políticos del Oncenio. Esta emisora sustraía su frecuencia radial de aquellas usadas por las bandas de radioaficionados, entre quienes deben incluirse a los que habían construido o comprado sus equipos (receptores y transmisores) utilizando partes, esquemas y diagramas constructivos de diferentes procedencias. Al respecto, cabe formularnos las siguientes interrogantes: ¿cómo recibió la población urbana este nuevo medio? ¿Se convirtió en un medio de 116
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entretenimiento, de difusión de noticias o de reproducción de modelos identitarios nacionales por parte del Estado? ¿Se fortalecieron los lazos de identidad nacional y de lealtad ciudadana entre los consumidores urbanos y provincianos? El éter se convirtió en el nuevo espacio de negociación, pero la comunicación estaba limitada por factores culturales, técnicos y geográficos, como las características de la superficie terrestre, especialmente difíciles debido a la especial conformación geográfica del relieve peruano. Este nuevo espacio fue originalmente un fenómeno urbano, bajo cuyo estímulo se crearon, poco tiempo después, estaciones y programas de radio provincianas. Este primer periodo de la radio en el Perú estuvo dominado por las emisiones en onda larga. Posteriormente, se inició la transición hacia las ondas medias y se dejaron las ondas cortas dedicadas para la comunicación a gran distancia. La creación de un espacio donde los ciudadanos se convierten en consumidores —los radioyentes— incentivó la adquisición (y la fabricación por parte de los aficionados) de los primeros equipos radiofónicos de uso doméstico y de los elementos de su correspondiente familia tecnológica (Maskrey y Rochabrún, 1990) (antenas, baterías, válvulas electrónicas, tomacorrientes, tomas de tierra, etc.). Asimismo, fomentó la aparición de los primeros centros de reparación, asistencia técnica y mantenimiento, y de las primeras escuelas técnicas formadoras de especialistas en el mantenimiento, la reparación y el uso de la nueva tecnología. La compra de los primeros aparatos receptores comerciales por parte de los consumidores se convirtió, además, en sinónimo de estatus y modernidad.
El paradigma radial Los rápidos avances técnicos de comienzos del siglo XX ampliaron las posibilidades de la radio como un medio de comunicación no solo de aplicaciones y usos militares, sino también civiles. Ya en la Primera Guerra Mundial se había generalizado el uso de la comunicación inalámbrica (Equipo Fénix, 1996, p. 14) entre los ejércitos y armadas de los países en conflicto. En 1906, se descubrió que algunas sustancias minerales como la galena, un sulfuro de plomo, tenían la capacidad de detectar las transmisiones radiales mediante el uso de circuitos simples y sencillos de construir, lo que dio origen al receptor de cristal. Entre los primeros radioaficionados se difundió prontamente un circuito básico, de receptor de cristal de galena (comprado o elaborado localmente), que contaba con una gran ventaja: podía ser elaborada con materiales fácilmente asequibles. Estos primitivos receptores, básicamente detectores de ondas de radio sin Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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capacidad de amplificación y de muy pobre selectividad, se podían fabricar de acuerdo con un esquema constructivo basado en una sencillez mecánica y eléctrica cuya fiabilidad pregonaba El Comercio de Lima en 1925: no se malogra fácilmente, se lleva por todas partes, pues no requiere batería de ninguna clase para funcionar. Basta adherir un par de fonos a dos de los bornes y colocar los más rudimentarios hilos de antena y tierra para que [...] comience a revelar los discursos y la música, los datos oficiales, las referencias al tiempo, las noticias sensacionales y los anuncios, siempre que alguna estación trasmisora los haya puesto ya en el aire (El Comercio, 20 de febrero de 1925, p. 5).
Aun operando bajo estas condiciones, los primeros radioaficionados debían establecer manualmente el punto de detección del cristal de galena, engorrosa parte crítica de la recepción, por medio de un resorte que terminaba en una fina aguja metálica o «bigote de gato»2. La parte más aguda de este implemento reposaba en la superficie de un cristal semiconductor hecho a base de sulfuro de plomo o galena. Luego, se procedía a sintonizar manualmente una emisora (Orton, 2006, p. 22), mediante la variación de un capacitor de aire o de la inductancia de una bobina. El receptor de galena, si bien no poseía la capacidad de amplificar la señal audible a causa de las bajas corrientes obtenidas por la señal detectada, que solo permitía el uso de transductores de alta impedancia o de auriculares de cristal, hizo posible que surgiera entre el público interesado en las posibilidades de la nueva tecnología «un verdadero ejército de entusiastas por la nueva ciencia. A los muchachos le siguió rápidamente toda la familia, de suerte que para 1920 estaban dados los antecedentes que harían posible el inicio de la radiodifusión» (Anda y Ramos, 1997, pp. 46-47). Los rudimentarios equipos solo requerían para funcionar un trozo de cristal de sulfuro de plomo que podía ser elaborado en casa a partir de una simple mezcla de azufre y plomo pulverizados y sometidos a la acción del calor, algunos auriculares de alta impedancia, de una cierta cantidad de alambre de cobre y de cierta destreza manual, por lo que «podían ser construidos con poco gasto por cualquier persona que tuviera una habilidad mecánica elemental» (Anda y Ramos, 1997, p. 46). Sin embargo, los manuales y libros técnicos eran aún escasos3 y los primeros aficionados se contentaban con los pocos ejemplares que llegaban al Perú, en su mayor parte procedentes de Estados Unidos y Argentina. Entre ellos, destacaba la revista 2 En referencia al trozo de alambre, generalmente con ayuda de un resorte, en contacto con
la superficie del cristal de galena 3 La revista estuvo orientada especialmente al radioaficionado: «magazine —a 100% radio magazine—, by and for the amateur. Ifelt that a magazine for the entire radio fraternity, be he scientist, advanced, or junior amateur». Gernsback, 1919, p. 5.
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Radio News, editada por Hugo Gernsback4, una de las primeras publicaciones dedicadas al radioaficionado amateur que circuló en Sudamérica. En 1908, la estación construida por Charles Herrold comenzó a emitir, de manera regular, información meteorológica privada destinada a los campesinos de California (Equipo Fénix, 1996). En 1920 se puso en funcionamiento la primera emisora con programación regular del mundo: la estación KDKA de Pittsburg y, hacia 1925, la emisión de noticias fue el tipo de programa radial más difundido en las estaciones de radio. Para el decenio de 1920, la radio como medio se desarrollaba rápidamente gracias al uso de las primeras válvulas termoiónicas comerciales, que desplazaron a los sencillos circuitos detectores de los primeros años, y terminaron estableciéndose «definitivamente con la supremacía del bulbo sobre otros tipos de generadores o detectores» (Anda y Ramos, 1997, p. 47). La recepción y la selectividad fueron mejorándose continuamente y se pasó de los primitivos circuitos a base de cristal de galena a receptores con mayor selectividad y capacidad de amplificación, equipados con las primeras válvulas termoiónicas: los audiones, dispositivos inventados y comercializados por Lee De Forest, que, en esencia, derivaban de las válvulas diodos inventadas algunos años antes por J. A. Fleming5, asesor científico de la compañía Marconi. A estos siguieron los receptores regenerativos, rápidamente desplazados por los receptores heterodinos y superheterodinos, que permitían una mayor selectividad de las emisoras (De Fleur, 1976, p. 92). De esta manera, quedaron definidas la forma y la función predominante de la radio en los siguientes decenios: La «caja de música radiotelefónica» estaría provista de bulbos amplificadores y un altoparlante, todo ello prolijamente acondicionado en la misma caja. Ubicada sobre una mesa en la sala o en la estancia, haciendo girar la perilla se escucharía la música trasmitida (Anda y Ramos, 1997, p. 45).
Siguiendo tal descripción, un elemento indispensable e icónico que hace su aparición en este periodo es el dial o cuadrante de emisoras, elemento distintivo de los aparatos radiofónicos analógicos, unido mecánicamente a un circuito formado por un condensador variable y acoplamiento capacitivo, inventados por Charles S. Franklin mientras trabajaba para la compañía Marconi. 4 Véase: Gernsback, 1919, y Gernsback, 1922. Fue el editor de la primera revista de electró-
nica: Modern Electric, aparecida en 1908. 5 J. A. Fleming, inventor de la válvula diodo, trabajó en la compañía Marconi, establecida en julio de 1897 como Wireless Telegraph and Signal Co. Ltd. En 1900, la empresa cambió su nombre a Marconi Wireless Telegraph Co. El término diodo fue creado por William Henry Eccles.
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La aparición de las primeras válvulas triodo hizo posible la amplificación de las débiles señales de los primeros receptores y la aparición del transductor6 de salida o parlante de bobina móvil y núcleo (inducido o magnético), que reemplazaron a los transductores de difusor magnético (Lagoma, 1974, p. 172) del periodo primigenio de la radio. A ello se debió que la recepción de los primeros programas radiales7 se vinculara a la esfera doméstica y pública. Por lo tanto, las condiciones que permitieron la aparición de la radio fueron el resultado del continuo desarrollo de los aparatos de transmisión y recepción y de sus correspondientes familias tecnológicas, que fueron cambiando los modos sociales de uso8 del nuevo dispositivo técnico. La creación del paradigma radial responde a los lineamientos concebidos por David Sarnoff en 1916, entonces vicepresidente y gerente general de la compañía American Marconi, que algunos años más tarde se convertiría en la RCA Radio Corporation of America, previendo la utilidad pública comercial y utilitaria del nuevo medio de comunicación9. El plan propuesto por Sarnoff serviría para convertir a los radiorreceptores «en un elemento de esparcimiento hogareño como el piano o el fonógrafo. La idea consiste en llevar la música a los hogares mediante la transmisión inalámbrica» (De Fleur, 1976, p. 93). Las limitaciones de la transmisión telegráfica clásica, es decir, los hilos de alambre, se superarían mediante la instalación de radiotransmisores convenientemente ubicados y: con un alcance promedio comprendido entre los 40 y 80 kilómetros en un lugar determinado en que se produciría música instrumental o vocal o de ambas clases [...] Al receptor podría dársele la forma de una sencilla «caja de música radiotelefónica», adaptándolo a varias longitudes de onda de modo que pudiera pasarse de una a otra con solo hacer girar una perilla o apretar un botón (De Fleur, 1976, pp. 92-94).
6 El sonido reproducido por medio de un transductor de salida o parlante, es el paso final
de la emisión radial que permite una «relación existencial entre sonido y fuente o voz e individuo» (Fernández, 2008, p. 17). 7 «[E]l sonido es siempre proporcional a la energía eléctrica suministrada [...] El primer medio que se utilizó para la conversión o traducción de la corriente musical en sonidos o energía acústica fueron los llamados auriculares» (Lagoma, 1974, p. 171). 8 «Cuando aquí se hace referencia a la noción de dispositivo técnico se remite, pues, al conjunto de mecanismos técnicos que permiten la comunicación de voz a distancia a través de las ondas de radio. Pero además, en el caso de la radio, el problema del dispositivo técnico no debe circunscribirse a los principios técnicos de la institución radiofónica (Gutiérrez Reto, 2008, p. 94). 9 Sarnoff percibiò la utilidad y los alcances del nuevo medio no solo «para transmitir y recibir música, sino también para difundir conferencias, eventos públicos especiales, marcadores de béisbol y muchos otros temas de interés popular» (Anda y Ramos, 1997, p. 44).
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De esta manera, quedaron definidas las formas, funciones básicas y características estéticas de los radiorreceptores comerciales domésticos que predominaron durante todo el resto del siglo XX. Hacia la década de 1950, el uso de los conversores a batería y de válvulas especiales posibilitó el uso de radiorreceptores en los automóviles. Estos aparatos no precisaban estar conectados a la red eléctrica —virtualmente inexistente en los pueblos y ciudades del interior del país— para funcionar, lo que permitía una mayor ampliación y difusión de los servicios radiales y su asociación al ideal de modernidad.
La construcción de lo auditivo El fonógrafo, el gramófono y el teléfono, desarrollados en el último cuarto del siglo XIX, fueron, junto al telégrafo, los medios de comunicación que antecedieron a la aparición de la radio10 y sociabilizaron los nuevos medios de comunicación11. El telégrafo Morse fue el primer medio de comunicación introducido en el Perú en el siglo XIX, aunque no transmitía el sonido, sino una codificación de puntos y rayas. Sin embargo, «[e]l telégrafo y el teléfono se deben considerar como uno de los antecedentes tecnológicos e industriales directos de la radiodifusión» (Anda y Ramos, 1997, p. 24), y formaron parte del proyecto modernizador del siglo XIX. Fonógrafos y gramófonos de los más afamados fabricantes se vendían en Lima a fines del siglo XIX y prepararon el escenario propicio para la introducción de la radio: «El fonógrafo primero y el gramófono después ya habían creado el hábito de escuchar música» (Anda y Ramos, 1997, pp. 2324). Comerciantes e importadores de fonógrafos, como la Casa Bacigalupi de Lima, representante de los fonógrafos de la Casa Edison que utilizaban cilindros de cera, prepararon al público limeño para la llegada de la radio. Los fonógrafos de cilindros Edison y los fonógrafos Berliner de disco plano, vendidos como fonógrafos de gabinete, permitieron su introducción en los hogares y espacios sociales. Cada uno garantizaba ser cada uno ser el «más fiel reproductor de la voz humana» (El Comercio, 6 de febrero de 1925, p. 9) y prometía al usuario la mayor fidelidad musical. En Lima, la Casa Zoffner promocionaba, en 1925, la calidad de los fonógrafos Sonora y los presentaba como un novedoso artefacto que, a diferencia de otros, «no grita ni chilla» (El Comercio, 19 de febrero de 1925), en respuesta a la distorsión sonora originada con el desgaste mecánico por la fricción de la aguja contra la superficie del disco. 10 «La radio es un medio de comunicación tan joven y actual como pueda serlo el cine o la
televisión» (Equipo Fénix, 1996, p. 12). 11 «Los usos sociales de los nuevos medios de comunicación modificaron gradualmente la experiencia de oír música» (Fernández, 2008).
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Entre los primeros artistas locales12, cuyas canciones fueron popularizadas mediante las grabaciones fonográficas y los discos de carbón, destaca el afamado dúo de música criolla Montes y Manrique13. Las primeras grabaciones y registros fonográficos de Montes y Manrique datan de 1911. Ellos fueron, también, los primeros artistas peruanos cuyas canciones y composiciones fueron emitidas en las primeras programaciones radiales.
La construcción de lo radiofónico En este periodo se produjo el cambio tecnológico de los receptores de galena hacia los receptores regenerativos, desplazados, en pocos años, por los receptores heterodinos y superheterodinos. El concepto de radiofonía se construyó en el periodo comprendido en el primer lustro de los años 20: «En términos generales, hay acuerdo en que en el periodo 1920-1935 se construye eso que denominamos como lo radiofónico y se produce el pasaje de una sociedad sin radio a una sociedad con radio» (Fernández, 2008, p. 36). La aparición de las primeras válvulas termoiónicas al vacío comerciales permitió la fabricación y comercialización de los primeros receptores a válvulas, cuyas primeras series y modelos utilizaban los audiones elaborados y vendidos por la empresa de Lee De Forest. Los primeros receptores comerciales a válvulas utilizaban los frágiles audiones tipos 32 y 33, que eran, en esencia, válvulas triodos. Por lo tanto, los fabricantes y los distribuidores comercializaban los radiorreceptores por la cantidad de tubos o válvulas que incluían, a despecho de las series. Contribuyen en la construcción de lo radiofónico el telégrafo, que enviaba mensajes en series de puntos y rayas; el código Morse, la telegrafía sin hilos o radiotelegrafía, con la capacidad de enviar código Morse. Este desarrollo tuvo un gran impulso cuando se comprobó que se podía enviar información audible montada en una onda portadora y, a su vez, que esa onda de radio podía ser sintonizada y detectada. Un circuito detector separaba la señal portadora, modulada en amplitud, de la señal de audio, que, dependiendo de su capacidad de amplificación, sería luego aplicada a un amplificador y un transductor de salida o conectado a unos sencillos auriculares de uso personal: A esta altura, hablar de la construcción de lo radiofónico implica poco más que advertir que nos referimos a un proceso complejo que,
12 «El fonógrafo Introdujo cambios muy importantes en los usos y costumbres de las clases
medias y altas» (Anda y Ramos, 1997, p. 23). 13 En Nueva York, contratados por la casa comercial Holding, Eduardo Montes y César Manrique grabaron 172 canciones de música criolla, marineras, valses, y tonderos, que representan los gustos de la población limeña, y no necesariamente nacional, de principios del siglo XX.
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desde el punto de vista anterior, mientras se desarrolla ese medio que la sociedad va a denominar y consumir como radio, incluye varias series de fenómenos: dispositivos técnicos que se van incorporando al uso radiofónico generando posibilidades y restricciones de construcción discursiva, géneros y estilos radiofónicos que van a ir apareciendo y consolidándose y lo mismo va a ocurrir con prácticas sociales nuevas —total o parcialmente, directa o indirectamente— relacionadas con el nuevo medio» (Fernández, 2008, pp. 35-36).
En el periodo comprendido entre 1925 y 1937, la radio, gradualmente, se convertirá de «un medio de élite a uno de masas» (Bustamante Quiroz, 2012, p. 33). Por lo tanto, la construcción de lo radiofónico en el Perú14 se realiza en un contexto tecnológico dinámico, que se inserta en el proyecto de modernización del Estado peruano de régimen leguiista, que colocaría al Perú al mismo nivel de los demás países sudamericanos, tomando como ejemplo el impulso dado por Estados Unidos, país «por entero entregado a especulaciones científicas, mercantiles, sociales y artísticas, cuyos beneficios no pudieron sospecharse cuando Herz, Bradley, Lodge, Ricci, De Forest y Marconi se engolfaban en los maravillosos experimentos que hoy han puesto al hombre en comunicación instantánea de un lugar a otro de la Tierra» (El Comercio, 12 de febrero de 1925, p. 5). La radio, como símbolo de modernidad y de inclusión en la dinámica de la tecnología y la política de principios del siglo XX, se incluye, entonces, bajo este modelo, en el proyecto leguiista de la Patria Nueva. En 1925, un anuncio de casi página completa, publicado en El Comercio de Lima (El Comercio, 1 de febrero de 1925, p. 12), presentaba al público la novísima «técnica radiotelefónica» y se explicaba y presentaba las características de la nueva tecnología de los «aparatos radiofónicos», a fin de familiarizarlos al público con los misterios de este nuevo artículo doméstico: Son muy numerosos y de muy variado merito los tipos de aparatos existentes. Uno de los receptores más perfectos es el R.E. 2, fabricado por la sociedad anónima Afra (Radiomuseum, s. f.), de forma elegante, manipulación sencilla y excelente reproducción. La música y la voz son reproducidas muy clara y distintamente aun a gran distancia. La caja del aparato es de reducidas dimensiones. La tapa frontal es de caucho y, en su parte superior, a la derecha, se hallan los contactos para unir el aparato a las baterías, de manera que no puedan confundirse los polos. Debajo se hallan tres pares de contactos para tres
14 «En términos generales, hay acuerdo en que en el periodo 1920-1935 se construye eso
que denominamos como lo radiofónico y se produce el pasaje de una sociedad sin radio a una sociedad con radio» (Fernández, 2008, p. 37).
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pares de auditores. Dos discos giratorios P y Z sirven para graduar los círculos primario e intermediario. A la izquierda se encuentran tres tornillos de contacto, A, E, y E1, para la antena y el contacto terrestre. Para aumentar la intensidad de los sonidos a gran distancia, y si se conecta un altoparlante, se emplea un dispositivo de baja frecuencia con dos tubos, que no se une con alambres, sino colocando el receptor encima del altoparlante (Radiomuseum, s. f.).
Estas primeras emisiones eran monoaurales, en las que el espectro de sonido no se encuentra separado en canales independientes. Pasaron dos décadas antes de la introducción de la modulación por frecuencia (FM), que permitió llevar la señal sonora estereofónica inclusa en su onda portadora. La radiodifusión planteó un problema social y económico; especialmente a la industria disquera, «la cual hacia 1933 estaba casi extinguida. Se hizo necesaria una revolución tecnológica para que los fonogramas aprovecharan el creciente interés por la música que estaba creando desde sus inicios la radiodifusión» (Anda y Ramos, 1997, pp. 23-24), tal como en su momento lo hizo la aparición del fonógrafo respecto a los músicos. Entre 1923 y 1924, aparecen los receptores Stromberg Carlson, ofrecidos en Lima por su representante, la Peruvian Broadcasting. En 1925, el modelo 1a (Radiola Guy, s. f.) costaba 295 dólares en Estados Unidos (Steven Johannessen Antique Radio Gallery, s. f.). El aparato se vendía sin altavoz (pero podía utilizar uno del tipo corneta, que se vendía con un costo adicional de 275 dólares) e incluía las clavijas para conectar los auriculares, al igual que la mayoría de los receptores de la época, y, como ellos, era un receptor neutrodino. Solo los fabricados por la empresa De Forest poseían un pequeño parlante en la caja. Los aparatos vendidos en Lima eran aún muy caros en relación con el salario medio de un obrero, en una época en la que «un bistec costaba 10 centavos de sol y la Peruvian Broadcasting vendía a 30 soles cada aparato y a 10 soles la instalación de la antena» (Alegría, 2008, p. 34). Ruiz (2001) describe cómo, a partir de una encuesta realizada en 1918, «las familias obreras destinaban el 65% de sus gastos para la alimentación y un 10% se iba en pagar el alquiler de la habitación en los barrios populares de la ciudad» (Ruiz Zeballos, 2001, p. 177). Como referencia, el jornal de un operario adulto de sastrería en 1919 era de 4,5 soles. En el diario El Comercio de Lima, el 20 de febrero de 1925, se ofrecía al público una alternativa más económica: la posibilidad de construir un pequeño y sencillo receptor de galena, que fue promocionado como «el receptor de cristal que cabe en una mano» (El Comercio, 20 de febrero de 1925). Para los aficionados y el ciudadano común sin capacidad de adquirir los nuevos receptores ofrecidos por la Peruvian Broadcasting, comenzó 124
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una búsqueda intensa de cables, alambres y partes diversas por las ferreterías de Lima. En el caso de no conseguir los accesorios principales, solo quedaba la posibilidad de adquirir las piezas y partes directamente de la empresa monopolizadora del nuevo medio, naturalmente ofrecidas por la entonces OAB, que promocionaba las ventajas del receptor, su fácil manejo (figura 1) y sus posibilidades: Toda la base está hecha de ebonota15 [sic], moldeada en forma para ocultar y defender la inductancia (arrollamiento de alambres) que hay en el interior. Para oponerse a tono con la estación trasmisora, basta mover el muelle que se divisa junto al dedo pulgar de la mano que sostiene el aparato. Ese muelle corre por la ranura, que es la línea oscura que va de derecha a izquierda, y mediante ese movimiento se pone en circuito mayor o menor cantidad de alambre. Los bornes destinados a la antena y tierra están a la derecha y los que corresponden a los fonos a ala izquierda. Al centro está el detector. Abajo el recipiente para el cristal, que es un trocito de galena (sulfuro de plomo) y arriba el pivote que actúa el muelle o pequeña espiral de alambre que hace contacto. Todas esas partes están defendidas del polvo y del contacto de los dedos por un pequeño cilindro de vidrio (El Comercio, 20 de febrero de 1925).
FIGURA 1. El Crystophone, una radio a galena similar a la ofrecida por la Peruvian Broadcasting. Tomado de Harris, 1922, p. 23.
Los primeros radioaficionados peruanos, tal como sus pares extranjeros, eran básicamente telegrafistas no profesionales o «morsistas amateurs», pues las señales se enviaban en código Morse (Gargurevich, 1995). En 1904, la empresa Electro Importing Co., de Nueva York, vendía partes
15 Ebonita, uno de los primeros polímeros a base de azufre y caucho.
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y accesorios para los radioaficionados. Hacia 1908, se realizaron comunicaciones telegráficas entre el Pacífico y el Atlántico, siguiendo el modelo de la American Radio Relay League y motivados por la difusión de Modern Electric, la primera revista especializada en radiotelegrafía, editada por Hugo Gersback16. En 1910, la empresa Telefunken fundó la primera instalación de telegrafía sin hilos de Lima en el cerro San Cristóbal. El siguiente paso fue la radiotelefonía, y los «aficionados a escuchar y que procuraban conseguir los mejores receptores, de los que transmitiría además de escuchar. Fueron estos los que se agruparon en tertulias a partir de 1924 y decidieron fundar un club, al estilo de sus colegas de los países del norte» (Gargurevich, 1995, p. 61). Con estos antecedentes, el primer radioclub peruano se creó en 1925 bajo el auspicio de la estación OAX de la Peruvian Broadcasting, que ofrecía a los aficionados un descuento de 10% en aparatos y modelos fabricados por la Casa Stromberg Carlson, y partes y piezas de repuesto para los primeros receptores comerciales superheterodinos de mayor selectividad.
La radio y el proyecto leguiista El jueves 12 de febrero de 1925, se anunciaba al público limeño la construcción e instalación de los equipos, generadores eléctricos, y la pronta emisión de la señal radial en las instalaciones de la Compañía Peruana de Broadcasting, cuya estación transmisora llevaba originalmente la cifra radioeléctrica OAB, y poco después será definitivamente OAX (Vargas Escalante, 1944), en su local ubicado «en la calle de Washington. Es un buen espacio donde se han levantado las habitaciones destinadas a instalar los generadores, rectificadores y transmisores de la instalación radiotelefónica» (El Comercio, 12 de febrero de 1925, p. 5). Construir un proyecto nacional con modelos culturales musicales fue un modo de educar a la población para solidificar un modelo identitario de nación sobre la base de una «peruanidad», que se manifestaba en la existencia de una negociación en la creación de un patrón o paradigma de la cultura nacional. Era un paso necesario frente a la proximidad del plebiscito con Chile y su proceso de consolidación de un Estado nacional mediante la chilenización de lo que se llamó el «norte grande»; es decir, el antiguo sur peruano, cuya mayor cantidad de residentes eran efectivamente peruanos17. Como no le fue posible lograr una homogenización 16 En 1922, Gersback publicó Radio for All, un libro que incluía diagramas y planos para los
aficionados. 17 «Esta historia de nacionalismo compulsivo comienza a escribirse hacia 1910, con la expulsión de los curas peruanos en las provincias ocupadas por Chile, lo que tuvo como consecuencia la ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos países. 1910 era el año del centenario en Chile y el nacionalismo era un sentimiento que emergía desde todos los rincones y
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étnica sin la expulsión de los peruanos de Tarapacá, el Estado chileno procedió a su homogenización cultural mediante el uso velado de la coerción y la violencia. La homogenización étnica fue un modelo de consolidación del Estado nacional18, que tomará fuerza desde fines del siglo XIX y se evidenció, incluso, en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. De acuerdo con Gargurevich (Gargurevich, 1995), el proyecto leguiista adoptó el paradigma norteamericano de radiodifusión e incorporó a la radio como parte del proyecto político del Oncenio; «siendo como son tan sencillos los medios de manejar ese aparato, seguramente el público se encariñará pronto con él» (El Comercio, 20 de febrero de 1925). Se tomó como eje una ciudad que hacia 1931 llegó a ocupar más de 2000 hectáreas, una ciudad en vías de tugurización, pero «fuera de Lima, en el conjunto del país. Lo rural seguía predominando sobre lo urbano» (Bustamante Quiroz, 2012, p. 15). Pese a las tempranas limitaciones técnicas y comerciales19, y vistas sus potencialidades, la radio fue utilizada como un medio, un vehículo para la construcción de una identidad nacional, en un contexto de problemas internacionales. Era urgente la cuestión de Tacna y Arica. Sostenemos que, pese a la intención de Leguía de construir la radio en el Perú como parte del proyecto político del Oncenio, en un nuevo medio para la Patria Nueva (Bustamante Quiroz, p. 2012, p. 29), elementos de inicial carácter técnico, económico, lingüístico y social, limitaron su expansión temprana nacional, y fue inicialmente un proyecto de carácter urbano y criollo, a cuya semejanza se irán construyendo los proyectos de radiodifusión provincial (Oyarce, 2007). Leguía convirtió a la naciente radio peruana en un monopolio privado y advirtió tempranamente su uso político y su influencia mediática, de tal manera que advertimos, a partir de la década de 1920, la intensa relación entre la radio y la política. El régimen de Leguía aprovechó la radio para defender a través de sus ondas «su postura en torno al plebiscito sobre la devolución de Tacna y Arica al Perú» (Bustamante Quiroz, 2012, p. 34). Al quebrar tempranamente la Peruvian Broadcasting, el régimen de Leguía lo entregó al control de la Empresa Marconi. La radio al servicio del proyecto político leguiista tenía un antecedente temprano: el 21 de junio de 1923, Warren Harding se convirtió en el primer
sectores sociales como un manantial natural» (González Miranda, 2004, p. 9). 18 En Europa permanecerán poblaciones de diverso origen étnico que representan el problema de la fidelidad al Estado nacional. 19 «Cuando en 1925 Augusto B. Leguía inauguró la primera estación radiodifusora, OAZ, eran muy pocos quienes podían comprar en el Perú un receptor, aunque algunos armaban ingeniosamente sus propios aparatos de galena. Diez años después, la radio estaba ya en camino de convertirse en un medio de masas» (Bustamante Quiroz, p. 2012, p. 29).
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presidente de Estados Unidos en utilizar la radio (Equipo Fénix, 1996) y las primeras programaciones radiales para promocionar su carrera política. En Latinoamérica, si bien no fue el primero, el 3 febrero de 1925 el cónsul argentino presentó por intermedio de una estación de radio ubicada en Londres un discurso transmitido por las estaciones de Broadcasting. Ello aumentaría la confianza del régimen de Leguía en el poder propagandístico de la radio (Bustamante Quiroz, 2012, p. 22), a pesar del uso político y la «rutina y baja calidad de [la] programación» (Bustamante Quiroz, 2012, p. 22) del sistema radial que solo cambiaria al caer el régimen de Leguía. Los primeros radioaficionados peruanos, que, al igual que sus colegas en el mundo, construían sus propios aparatos a base de guías, manuales y esquemas publicados en revistas especializadas, operaban inicialmente y principalmente con transmisores y receptores comprados o construidos localmente a partir de «un cristal de galena, las emisiones que hacían los radioexperimentadores y algunas empresas industriales. Los radios de galena podían ser construidos con poco gasto por cualquier persona que tuviera una habilidad mecánica elemental» (Anda y Ramos, 1997, p. 46). En 1925, se anunciaba en El Comercio que la compañía Peruvian Broadcasting iniciaría «en breve la venta de sus aparatos de recepción, de partes para formarlos, repuestos y baterías. Ha establecido sus oficinas y lugar de venta en la calle de divorciadas» (El Comercio, 20 de febrero de 1925). Para los primeros radioaficionados se presentó la posibilidad de construir sus equipos receptores con partes y piezas de diversas procedencias, algunas de la cuales podían encontrarse fácilmente en las ferreterías y comercios de Lima. La Peruvian Broadcasting garantizaba que, gracias a su nuevo y potente transmisor, su señal se podría captar aún en los sencillos receptores de galena: Fuera de la capital, seguramente se podrán escuchar sin dificultad las trasmisiones de la estación de Lima OAX en los departamentos de La Libertad, Áncash, Huánuco, Junín, Huancavelica e Ica; y empleando receptores complicados y en condiciones sumamente favorables, en todo el territorio comprendido entre los grados 4 y 16 sur del ecuador (El Comercio, 12 de febrero de 1925).
De acuerdo con la cita anterior, las emisiones radiales comenzaron a efectuarse desde Lima. La primera emisión pública de la recién creada Peruvian Broadcasting Company, después de tres ensayos, culminó con la primera emisión de «cantos nacionales acompañados en la guitarra por Montes y Manrique (nada menos). Es la primera vez que se transmite música peruana» (Alegría, 1988, p. 26), y la instalación de un altoparlante en la plaza San Martín para una demostración pública del nuevo espacio de negociación que promovía un nacionalismo musical (Turino, 2003, p. 178), 128
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tomando como referencia inicial la música criolla limeña20. En las salas y teatros, los patrones musicales estaban caracterizados por la disposición del público oyente, que correspondía a su disposición espacial y social en la ciudad: «En el centro, cuyo radio es pequeño, se halla la clase acomodada; el público que se quiere extranjerizar, el que fomenta los conciertos, las tertulias, los bailes de fantasía, las veladas» (Gamarra, 1907, p. 4). Entre la segunda mitad de la década de 1920 y finales de la de 1930, «brillaban las primeras estrellas [de la radio] y la música criolla empezaba su reinado en el dial» (Bustamante Quiroz, 2012, p. 29), lo que consolidaba el imaginario colectivo de una música nacional peruana. La creación de una radio nacional en 1926, sobre la base de la Peruvian Broadcasting Co., fue parte del proyecto de modernización del régimen de Leguía, en el que la radio representó para el Oncenio21 el elemento básico en la construcción de un discurso nacional que superara las limitaciones que la palabra escrita tenía frente a la comunicación radial. La radio en el Perú, como medio, requirió de un proceso de adaptación: «puede decirse que existió un intervalo de tiempo en que no terminaban de acotarse ciertos usos sociales de dichos medios de comunicación» (Gutiérrez, 2008, p. 95). Si bien la introducción de la radio y los receptores como un elemento más del hogar y de la vida cotidiana, no fue inmediato: «la radiodifusora nacional OAX4A fue empleada para llevar a la ciudadanía los discursos del mandatario, haciéndose uso entonces de parlantes ubicados en lugares públicos con el fin de aumentar la audiencia del medio» (Bustamante Quiroz, 2012, p. 34). El alto costo de los primeros receptores y el pago de los derechos de antena que la Peruvian Broadcasting intentaba institucionalizar para solventar su funcionamiento hicieron que el periodo temprano de la radio peruana se encontrara condicionado por la capacidad adquisitiva de la población y estuviera, por lo tanto, solo al alcance del público pudiente. La radio en el Perú nacería entonces como un proyecto privado y no comercial. La Peruvian Broadcasting intentó convertirla en un modelo privado comercial22 que controlara las emisiones y la familia
20 «Durante su primer año, OAX fue una radio que solo trasmitía tres horas diarias. Entre las
21:00 y 23:00 horas se mezclaba música, charlas, narraciones de personajes y los primeros teatros radiales» (Merayo Pérez, 2007, p. 330). 21 En el discurso inaugural, Leguía declaraba que «la inauguración de este servicio de radiodifusión es la prueba más concluyente de que el progreso del Perú marcha a grandes pasos» (Alegría, 1988, p. 31). 22 «Como el nacimiento de la radio en el Perú fue producto de un trabajo empresarial, la Peruvian Broadcasting Company abrió una tienda de receptores e hizo los primeros intentos de comercializarlos» (Merayo Pérez, 2007, p. 330).
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tecnológica de la radio23, y para ello acaparó la comercialización exclusiva de los aparatos de radio y ofreció el servicio correspondiente. Vistas las potencialidades de uso político del nuevo medio para la construcción de una identidad nacional, el régimen de Leguía lo sustrajo del control de los radioaficionados al amparo del convenio de 1921, que consideraba los servicios nacionales de correos y telégrafos como monopolios estatales y al contrato ley de 1926 (Ley 5363), que consolidaba la exclusividad del servicio de radiocomunicaciones a los inversionistas ingleses de la compañía Marconi.
Conclusiones La radio en el Perú, como medio, y al igual que lo que sucedía en los demás Estados sudamericanos, requirió de un proceso de adaptación que se vio facilitado por los antecedentes tecnológicos tempranos de la radiodifusión. La Patria Nueva, el proyecto modernizador del Oncenio, tuvo en cuenta este nuevo medio y no dudó en utilizarlo para la difusión de los valores de un recién descubierto nacionalismo criollo y andino, cuya raíz radicaba en el indigenismo. La proximidad del plebiscito de 1929 aceleró la construcción de este nuevo espacio de negociación. La producción radial pasó a ser controlada por el régimen leguiista, mediante la creación de la emisora Radio Nacional como institución estatal. Las primeras emisiones y las primeras programaciones radiales tuvieron, a instancias del régimen, un marcado carácter nacional, con el fin de construir una nueva identidad nacional. La radio como nuevo espacio de negociación permitió construir una nueva identidad nacional a partir de un imaginario de lo que debía ser la música nacional peruana, partiendo de los gustos y expresiones musicales urbanas, especialmente y originalmente limeñas. En cuanto a los usos sociales de la radio durante el Oncenio, músicos criollos como los Montes y Manrique ya habían penetrado en la esfera doméstica mediante los cilindros y discos de los fonógrafos y gramófonos presentes en Lima desde fines del siglo XIX, y consolidaron, en el imaginario popular, a la música criolla como representativa de una música identitaria nacional peruana.
23 Siendo modelos construidos por aficionados, una búsqueda más intensa en los archivos
permitiría descubrir las características y limitaciones técnicas. En Latinoamérica, Argentina tiene una vida técnica de la radio más temprana: en la década de 1920 ya se fabricaban y comercializan receptores hechos en el país.
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Recepción: 22/02/2018 Aceptación: 29/03/2018
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Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 133–156 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-133-156
La escritora y sus detractores: Clorinda Matto de Turner (1890-1895) The writer and her detractors: Clorinda Matto de Turner (1890-1895) Juan José Pacheco Ibarra1
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
[email protected]
RESUMEN
Este artículo estudia un periodo poco investigado de la vida de Clorinda Matto de Turner: los años de su apoyo al Gobierno de Andrés A. Cáceres y su actividad intelectual durante su vida en Lima. Durante estos años Clorinda Matto fue víctima de excomuniones, censuras y críticas de sus detractores. Todas las actitudes hacia ella nos van dibujando una imagen a partir de los estereotipos que afectaban a las mujeres escritoras de la época y que se encuentran presentes en la prensa periódica. El caso de Clorinda Matto nos ayuda a comprender cómo eran percibidas las mujeres que se dedicaban a la política en los años finales del siglo XIX. PALABRAS CLAVE
Clericalismo, género, Lima, mujeres, prensa ABSTRACT
This paper focuses on a little-known period of Clorinda Matto de Turner’s life: her years of support for the government of Andrés A. Cáceres and her intellectual activity during the time she spent in Lima. During those years, Clorinda Matto fell victim to excommunication, censorship, and the criticism leveled by her detractors. The positions taken against her paint a picture of the stereotypes affecting women writers of the time, which were reflected in the press of the period. 1 Es historiador y gestor cultural en la Municipalidad Metropolitana de Lima. Parque de la
Exposición. El jardín de Lima (Munilibros) es su más reciente publicación.
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Juan José Pacheco Ibarra
The life of Clorinda Matto helps us understand how women who engaged in politics during the late nineteenth century were perceived. KEYWORDS
Clericalism, gender, Lima, women, press
Introducción En el siglo XIX hicieron aparición en la escena las primeras generaciones de escritoras peruanas. Clorinda Matto de Turner fue una de ellas. Sus novelas tuvieron gran acogida; sin embargo, generaron gran polémica en el mundo intelectual del siglo XIX. Su posición frente a la Iglesia católica, su abierto apoyo al Gobierno de Andrés A. Cáceres y su enfrentamiento con escritores de la época le trajeron muchas dificultades que finalmente la condujeron al autoexilio en Argentina, donde falleció en 1910. Los años en Lima fueron los más intensos en su vida política y literaria, pero también los menos estudiados. En este artículo abordaremos algunos aspectos de su vida entre 1890 y 1895, tratando de comprender cuál fue su situación como escritora en un ambiente dominado por hombres.
Clorinda Matto de Turner en Lima Clorinda Matto llegó a Lima el 28 de febrero de 1877, para concurrir a las veladas literarias de Juana Manuela Gorriti. Posteriormente, regresó al Cusco, donde quedó viuda en 1881. En setiembre de 1883 viajó a Arequipa para asumir la dirección del periódico La Bolsa. El ambiente conservador arequipeño y el bajo sueldo que recibía la alejaron de esta ciudad. Clorinda Matto le escribió a Ricardo Palma (1885) diciendo que era difícil vivir en ese lugar. Aquí no se puede vivir: existe un espíritu de envidia tan marcado, y una prevención para todo lo que sea del Cusco, que las hace insoportables a los arequipeños tan fanfarrones y vanidosos2.
Como ha indicado Rocío Ferreira: El 3 de junio de 1886, una vez que Andrés Avelino Cáceres sube a la presidencia, Clorinda Matto se traslada de Arequipa a Lima, donde residió por un periodo de nueve años. En este periodo, la escritora defendió con convicción el Partido Constitucional que dirigía el nuevo líder (Ferreira, 2006, p. 5).
2 Biblioteca Nacional del Perú, Archivo Ricardo Palma. Carta de Clorinda Matto a Ricardo
Palma.
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La escritora y sus detractores: Clorinda Matto de Turner (1890-1895)
Matto de Turner viajó a Lima con la esperanza de encontrar un lugar para llevar a cabo sus proyectos literarios y donde la sociedad conservadora no fuera tan agresiva con su obra. Desde ese momento, la relación de la escritora giraría en torno a dos grupos sociales considerados inferiores o menores de edad: las mujeres y los indígenas.
El Perú Ilustrado (1889-1892) Clorinda Matto de Turner asumió la dirección del semanario El Perú Ilustrado el 1 de octubre de 1889. Durante esos años publicó Aves sin nido y se convirtió rápidamente en una de las novelas más leídas de la época. En el número 172 de El Perú Ilustrado fue publicado el cuento «Magdala», del escritor brasileño Henrique Coelho Netto, que por su contenido polémico acerca de la vida de Jesucristo originó una ola de protestas entre los católicos en Lima y otras ciudades del Perú. El 3 de setiembre de 1890, la Iglesia católica decretó la excomunión de El Perú Ilustrado. En las iglesias se ordenó a los feligreses no permitir la lectura de esta publicación en los hogares cristianos. En Arequipa se tomaron medidas más extremas. Como informa La Linterna: [en] Arequipa, Cusco, Puno, etc., hicieron un auto de fe con el periódico de Bacigalupi y con el retrato de su directora la respetable señora Matto de Turner (La Linterna, 20 de setiembre de 1890).
En estas ciudades se organizaron meetings y reuniones donde se quemaron ejemplares de El Perú Ilustrado. La presión del poder eclesiástico y la población católica al final hizo ceder a los propietarios de esta publicación. En el Cusco, se convocó una reunión en la Unión Católica de esa ciudad, para protestar y quemar El Perú Ilustrado y una efigie de la escritora. Luego, la multitud se dirigió a destruir la casa donde había nacido. Esto no ocurrió porque no se pudo identificar su residencia. El incidente fue tan grave que se pensó sacar en procesión a la imagen del Señor de los Temblores a manera de desagravio. En julio de ese año, Peter Bacigalupi, propietario de El Perú Ilustrado, pidió disculpas y rogó al arzobispo que se retirara la excomunión. Esta actitud fue muy criticada por la prensa liberal, que consideraba a esto un ataque a la libertad de pensamiento y una intromisión de la Iglesia en asuntos públicos. La excomunión produjo importantes pérdidas al semanario. Peter Bacigalupi, propietario del El Perú Ilustrado, ofrecía el semanario a 20 centavos, en lugar de 40 centavos, por los ejemplares atrasados desde el número 172, sin el artículo «Magdala», para incrementar sus ventas. Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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Por estas presiones Clorinda Matto de Turner tuvo que renunciar a la dirección del periódico en julio de 1891. El 10 de junio de 1891, el obispo de Huánuco levantó la prohibición de la lectura de El Perú Ilustrado. El 31 de julio, también retiró la censura el obispo de Arequipa, Juan Ambrosio Huerta. En una carta dirigida al arzobispo, la exdirectora de El Perú Ilustrado declaró no tener responsabilidad en este suceso, pues cuando se publicó esa edición, ella no pudo ir a la imprenta por encontrarse enferma. Por uno de aquellos errores inconscientes que frecuentemente ocurren en las oficinas de los periódicos, apareció en nuestro número 172 el artículo que lleva este título, y que, publicado en La Razón de Montevideo, nos fue enviado en recorte que reservábamos en nuestra carpeta para refutarlo, pues, no obstante de ser puramente fantástico, notorias y comprobadas son nuestras convicciones religiosas y es la primera vez que ocurre esto, debido en gran parte a varios días de enfermedad de la directora sin que los propietarios del semanario tengan participación alguna. Hacemos esta rectificación con la hidalguía que impone la honrada labor del periodismo. Nota de la dirección (El Perú Ilustrado, 6 de setiembre 1890, p. 714).
Según Clorinda Matto, durante los días que estuvo ausente, el cuento de Coelho Netto fue insertado sin su conocimiento por un empleado de la imprenta, que fue despedido. En este incidente Clorinda Matto declaró no estar en contra de la religión católica; indicaba además haber insertado muchas veces en El Perú Ilustrado imágenes de sacerdotes, historias bíblicas y comentarios de las autoridades eclesiásticas. A pesar de que la escritora hizo su descargo, tuvo que dejar la dirección de la publicación. En su lugar, se hizo cargo de la revista el propietario Peter Bacigalupi, quien criticó a su antecesora por todo lo sucedido. El 7 de julio de 1891, fue retirada la excomunión mediante un decreto del Arzobispado. Palacio Arzobispal de Lima, 7 de julio de 1891 Vistas las razones expuestas en el presente recurso; y teniendo en consideración la formal protesta hecha a nos y a los demás ilustrísimos ordinarios de la república, por don Pedro Bacigalupi, en la que no ofrece no editar en su periódico o semanario El Perú Ilustrado nada contrario a Dios, a la religión católica, ni a la moral; y creyendo suficiente el tiempo transcurrido de la prohibición de su lectura para purgar la falta, por la que fue censurada; venimos en levantar esa censura, que en 3 de setiembre del año próximo pasado impusimos al referido semanario El Perú Ilustrado; quedando únicamente censurada y prohibida la lectura del número 172, en el que se ofende a 136
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la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo en el artículo impío inserto en él bajo el rubro de «Magdala» del que se abstendrán los fieles sujetos a nuestra jurisdicción. Hágase saber y trascríbase a quienes corresponda. El arzobispo de Lima Martínez, secretario
Además de la excomunión, El Perú Ilustrado tuvo que hacer frente a la denuncia fiscal. Fue el famoso y cuestionado agente fiscal Amat y León quien, paralelamente a la excomunión, denunció el artículo de Coelho Netto. Ya era conocido que Amat y León simpatizaba desde siempre con la causa católica. En 1893, el semanario La Tunda lo acusó de favorecer a la causa católica, pues, según la denuncia, Amat y León fue en algún momento administrador del diario católico El Deber (La Tunda, 27 de mayo de 1893). El caso «Magdala» fue comentado por muchos diarios. Fue un tema de polémica entre la prensa católica y la prensa liberal. Asimismo, dejó al descubierto el poder de la Iglesia en asuntos de prensa. Se pudo ver también que el Estado intervino en apoyo de la Iglesia a través de la denuncia llevada por el agente fiscal Amat y León. En este conflicto la prensa liberal se solidarizó muchas veces con Clorinda Matto de Turner, pero no pudo hacer nada más que eso. El poder de persuasión de la Iglesia católica en un tema en el cual tenía plena competencia por determinarlo así la ley de imprenta lo hacía un tema ajeno a la discusión de la prensa.
La Equitativa (1892-1895) A pesar del escándalo ocasionado por el cuento «Magdala», Clorinda Matto de Turner continuó con sus proyectos. La formación de la primera imprenta administrada y gestionada por mujeres fue uno de sus nuevos anhelos. Así nació La Equitativa. Circula la noticia de que, de la imprenta La Equitativa que gira bajo la razón social Matto Hermanos, saldrá próximamente, convertido en diario, el semanario o bisemanario titulado El Deber que publicaba en los últimos años el presbítero, doctor don Alejandro Belando y Bandini. No sabemos si el diario continuará la numeración del periódico anterior o comenzará una nueva. Según afirman otros, el doctor Belando ha vendido su propiedad sobre la cabeza o título El Deber a una empresa particular que se propone suprimir de dicho periódico la parte religiosa, al transformarlo en diario, para dejarle solo el carácter político y literario que también tenía antes.
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Por último, se nos dice que ha circulado un aviso-prospecto sobre El Deber, pero nosotros no lo hemos visto (El Eco de Lima, 10 de marzo de 1892).
De los talleres de esta imprenta, salió publicado el 17 de setiembre de 1892, el prospecto de Los Andes, bisemanario fundado por Clorinda Matto. Los talleres de La Equitativa estuvieron ubicados en la calle Áncash 19, frente al convento de San Francisco. Posteriormente se mudaron a la calle Calonge (Cornejo, 2006, p. 268). La aparición de Los Andes fue comentada por otros periódicos, con cierta expectativa. Asegúrase que la imprenta La Equitativa, traída recientemente del extranjero e instalada en la calle de Desamparados, es obsequio hecho por el general Cáceres a la señora Clorinda Matto V. de Turner. Felicitamos a la agraciada por la importancia y la significación del regalo, y al obsequiante por el acierto que tuvo al elegir una imprenta para agasajar merecidamente a la ilustrada novelista cusqueña (El Eco de Lima, 10 de marzo de 1892).
Sobre la historia de este periódico, Clorinda Matto se refirió en una carta escrita a su amigo y maestro Ricardo Palma, el 9 de enero de 1893. En setiembre fundé Los Andes, periódico destinado a provincias, donde ha tenido una acogida admirablemente satisfactoria. Ya usted sabe las evoluciones políticas y el cómo hoy el partido del general Cáceres se ha impuesto. La unión de Rosas y Valcárcel es una burla que no ofrece consistencia y aquí «nadie» duda de que Cáceres será el sucesor honrado y valiente. Como usted comprenderá, Los Andes sirve al partido de Cáceres al que yo y mi familia hemos estado afiliados desde 1882, en que comenzó a ser figura política, sin que nunca hubiésemos variado de opinión. Cuando fundé el periódico, compadre, hice de cuenta que salía a la calle en aguacero y que era inevitable el mojarse, mucho menos acá donde los paraguas no se usan. Ya me han dicho zamba canuta porque dije que la ruina del país se debía a don Manuel Pardo, a esa secreta alianza con Bolivia y que la miseria de hoy era el legado del partido de los negros recuerdos. Sigo adelante sin levantar moño. Ya los venceré con la constancia, con la verdad y con el patriotismo (Arango-Keeth, 2012, p. 196).
Sus palabras demuestran un gran optimismo y una creencia firme en sus principios. Todo esto pronto se estrellaría con la realidad. Escribir y meterse en política fue desventajoso para las mujeres de esta época, pues se ponían al mismo nivel de los hombres, dentro de un terreno dominado por ellos.
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Los ataques de sus enemigos Desde la campaña de la Breña, Cáceres fue visto como un líder provinciano dirigiendo una tropa de indígenas mal uniformados. El escritor José Gálvez Barrenechea alguna vez recordó que los soldados de Cáceres fueron conocidos por oler a las tres p: pisco, pezuña, pólvora (Gálvez, 1921, p. 255). El Partido Constitucional fue visto como un grupo de indígenas desadaptados, con uniforme y que no hablaba bien el castellano. La imagen del soldado era la del ignorante que no sabía leer ni escribir, que se emborrachaba y causaba escándalos todo el tiempo. De esta manera fueron vistos los colaboradores de Cáceres. Así, Clorinda Matto se transforma en «Clor-india» o «Clorenda»; su nombre será escrito y mal pronunciado. La prensa anticacerista, promovida por la oposición al Gobierno de Cáceres y Morales Bermúdez, lanzó insultos racistas contra la escritora. Aquí se menciona a varios periódicos como El Bisturí, El Barbero y la Falsa Tunda. Mi plata vieja jamona A costa de mis dineros ¡publicas hojas inmundas! Y echas a los basureros Bisturíes y barberos Y falsificadas tundas. No me adules, mula zarca, la más grande entre las grandes que pastan en la comarca: yo lo que quiero es tu arca, no tu pasquín de Los Andes. (El Chispazo, 29 de abril de 1893). En la sección titulada «Pequeñeces» del semanario La Idea, aparecen constantemente varos insultos racistas contra la escritora. El club Vanguardia piensa abrir un concurso para estudiar el mejor tinte que vuelva negras las patillas blancas del general. Premio: una de las novelas realistas de la señora Matto. (La Idea, 3 de noviembre de 1892). Pequeñeces Los editoriales de Los Andes: Dilución de servilismo, procacidad, estolidez y... quechua. (La Idea, 24 de noviembre de 1892).
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Pequeñeces En Los Andes, nos dice un suscritor, que leyó esta frase del discurso del joven (de 40 años) Garrido Mendivil: ¡Aca... chisun! Al oírla, recordó conmovido el general, el olorcillo de los soldados de la Breña... Quechua, por quechua, ilustre escritora realista! (La Idea, 24 de noviembre de 1892). Pequeñeces Futura novela realista de la señora Matto: La servilleta de la Rábida. (La Idea, 22 de diciembre de 1892). Pequeñeces Nueva novela realista de la señora Matto: El gran proceso de la legislatura de 1892. Ni Aves sin nido, ni Índole, ni La servilleta de la Rábida. (La Idea, 14 de enero de 1893). En el semanario político, satírico e ilustrado La Cachiporra, aparecido desde diciembre de 182, encontramos versos como estos. Romero y flores Tú siempre serás, querida, por tu cara estrafalaria, farolillo de botica; por tu cuerpo, boticaria; por eso todos conocen, al saber tu afán nocturno, que no eres torno, Clorindia, sino Clorindia de Turno. (La Cachiporra, 15 de diciembre de 1892). La escritora es llamada «Clorindia de Turno», resaltando su carácter indígena y su apoyo al gobernante de turno. Los mayores insultos llegarían del semanario El Leguito Fray José, publicación aparecida desde febrero de 1893, y La Tunda, grandes enemigos de Cáceres y el Partido Constitucional. En 1893, el director de El Leguito Frai José, Estanislao Bravo, y uno de sus trabajadores fueron atacados en abril de ese año. La publicación fue clausurada en junio de 1893. También Manuel Belisario Barriga, director de La Tunda, sufrió varios atentados contra su vida por parte de los seguidores de Cáceres. 140
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En El Leguito Frai José, una de las secciones más satíricas de este periódico era «Cordonazos». Allí se criticaba a los partidarios de Cáceres. Al referirse a Los Andes, se le señaló como un periódico escrito por ignorantes. Cordonazos Un literato de a ciento en carga consultaba a otro ídem. —Hasta con h, ¿qué parte de la oración es? —Sustantivo, contesta el interrogado. —¿Y asta sin h? —Adverbio, ¡hombre!, ¿qué, no lo sabía usted? Después de un momento, rascándose la cabeza dice el mismo: —Pienso escribir para Los Andes de doña Clorenda Mato. (El Leguito Frai José, 19 de mayo de 1893). En La Tunda, semanario anticacerista publicado por Manuel Belisario Barriga desde enero de 1893, encontraremos: A destajo La de las Aves sin nido Buscando siempre alguna ave... Al compás de ese quejido Con que destroza el oído Desde que le falta clave... (La Tunda, 4 de marzo de 1893). La amistad entre Matto de Turner y el general Andrés A. Cáceres era bien conocida por todos, por eso siempre se sugirió malintencionadamente que existía algo más. Esto fue publicado en el semanario La Cachiporra, donde se sugiere una extraña relación entre el héroe de la Breña y la escritora. Clorinda del alma mía responde a tu enamorado: a ti te han dado a la imprenta o a ti la imprenta te han dado...? (La Cachiporra, 15 de diciembre de 1892). En el semanario El Cáustico, dirigido por Rodrigo Nicolás Herrera, publicado desde abril de 1893, se sigue atacando a Matto de Turner: Chismografía Clorinda la de las aves Tiró... con el general Un cachito. Ya lo sabes, Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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Y una copa de cordial. (El Cáustico, 13 de abril de 1893). Otro tipo de insultos contra Clorinda Matto de Turner fueron dirigidos a su obra literaria. Matto fue muy valorada por los literatos de la generación romántica del siglo XIX, y fue amiga de Ricardo Palma y el grupo que frecuentaron las veladas literarias. Pedro Paz Soldán y Unanue, conocido por el seudónimo de Juan de Arona, detestaba a las escritoras, luego que Mercedes Cabello le arrebató el primer puesto del concurso convocado por el Ateneo de Lima con su novela Sacrificio y recompensa. Este escritor, como muchos en su época, consideraban que escribir no era un oficio de mujeres y mucho menos hablar de política, pues este era un tema de conversación masculina que pertenecía a la esfera pública, mientras los temas femeninos estaban relacionados con la esfera privada, es decir, la mujer podría hablar y escribir de todos los temas domésticos y sentimentales. En marzo de 1892, apareció un comentario publicado en El Chispazo, publicación dirigida por Juan de Arona. La Equitativa Con este nombre se ha abierto un nuevo establecimiento tipográfico en la calle de los Desamparados, en la misma en que moran, residen o despachan los pobrecitos que componen el Poder Ejecutivo, que como ustedes saben se mueren de toda clase de desamparo. Hasta aquí no hay nada de particular. Y aún podríamos decir con el otro, aludiendo a la nueva imprenta: ¡que haya un cadáver más que importa a Lima! Pero es el caso que, según el prospecto y un muestrario de imprenta como de 20 páginas que se han repartido al público, el nuevo plantel de rechinar va a ser servido por... señoras. Instintivamente hemos echado mano al frac y los guantes, lo que va a ser un embarazo para los marchantes que carezcan de estos adminículos, o que no estén de humor de ponérselos al ir a contratar una impresión. Las otras imprentas se llamarán ahora, lógicamente servidas por señores. Lo que va a desterrar de los talleres los géneros hombre y mujer. Desde que oímos hablar del proyecto de establecer una imprenta servida por mujeres... eso será en parte.
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Y volviendo a lo de señoras, que se vaya a otra parte. A hacer juego con lo de caballeros en las estaciones ferrocarrileras. Admitiendo que todas las actuales o futuras tipógrafas de La Equitativa sean todo lo señoras que se quiera, una vez que entran a cajistas, deben guardarse para cuando vuelvan a su casa un tratamiento que, en el taller, produce el mismo mal efecto que en el mon épouse de los porteros de París, en donde la gente más encopetada dice ma femme. No olvidar que un grande que es España se expresa de igual modo cuando habla de la suya: mi mujer. Y que en el nobilísimo lenguaje de la Biblia se la llama mulier, mujer, a la mismísima María. A menos que la fundadora de la nueva imprenta, nuestra distinguida amiga la señora doña Clorinda Matto de Turner, no tenga alguna razón particular que El Chispazo no alcanza ni a chamuscar. El muestrario contiene toda la nitidez y variedad de letras que debe esperarse de una imprenta nueva. Porque los tipos de plomo, como los de carne y hueso, tienen también su belleza del diablo. No hay quince feos. La idea de nuestra amiga es una novedad... cuando menos poética. Y merece prosperar (El Chispazo, 12 de marzo de 1893). Clorinda Matto quiso entablar una polémica con Juan de Arona, pero sus amigos le aconsejaron que no le hiciera caso. Sobre esto comentó la escritora con Ricardo Palma en una de sus cartas de 18933. Aquí no falta perro que ladre de envidia. Juan de Arona ha estado machacándolo en El Chispazo. Yo le quise contestar, pero los amigos me han dicho que es darle suma importancia, porque el tal Chispazo no pasa de las murallas de Lima donde tanto conocen a Arona, el maldiciente por temperamento.
La escritora también fue acusada por sus detractores de haber plagiado obras de otros autores. En La Tunda se mencionó este tema. A destajo Y ya que hablo de esta poetisa.
3 Biblioteca Nacional del Perú. Colección Ricardo Palma. Carta de Clorinda Matto de Turner
a Ricardo Palma.
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En el último número de Los Andes he leído una composición suya titulada «Dos autógrafos», que si no me equivoco de medio a medio es un plagio entero y verdadero de la otra de Enrique Heine a Inés. Lo siento por la dueño del álbum en que se escribió el plagio (La Tunda, 19 de agosto de 1893). Nótese que la escritora es tratada como «la dueño», nuevamente poniendo su género en oposición a su oficio. A esto también hace referencia una «pequeñez» del semanario La Idea. Pequeñeces Exclaman Los Andes: «¡Tacna! la tierra de Vigil, de Zela, de Cáceres...». ¿Comería fuerte el redactor, macho o hembra? (La Idea, 7 de enero de 1893). Pequeñeces La prima del 10 de noviembre Madama la directora del periódico Los Andes, de mole... demoledora y de propósitos... grandes: esa Prima, aunque uste gima la pena que llaman negra, no tuvo nada de prima, pero sí mucho de suegra. (La Idea, 1 de diciembre de 1892). Clorinda Matto no respondió a estos ataques y en todo momento mantuvo una línea circunspecta. Los editores de La Idea, uno de los semanarios que más la atacaron, negaron en todo momento llevar una campaña contra la escritora. Pero nada hemos hallado que signifique, ni remotamente, una afirmación de la especie que ha desatado iras de la autora de Aves sin nido y de los Elementos de literatura para el bello sexo; verdad que, al hojear nuestros números, procedimos con rapidez que disculpan nuestras atenciones. He ahí la manera como sirven Los Andes a su público. Nuevo Don Quijote, el colega de La Equitativa, entretiene la soledad de su existencia, forjándose ataques imaginarios a su Dulcinea de espuelas y patillas. Y es curiosa, por decir lo menos, la defensa de Los Andes (La Idea, 21 de enero de 1893).
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De la misma forma, La Tunda acusaba a la directora de Los Andes de iniciar una polémica con enemigos imaginarios. Burilando ¿Por qué se nos ha venido encima, en su periódico Los Andes, la señora De Turner? Manos blancas no hierran, señora, y, además, si usted en lugar de venir por encima lo hubiera hecho por abajo, ya le habríamos contestado... Samanamú (La Tunda, 4 de marzo de 1893). «Manos blancas no hierran»: esta frase encierra una doble moral machista. Se ataca a una escritora como si fuera un varón y se le niega la facultad de responder bajo los mismos términos masculinos, a riesgo de perder su femineidad. Si bien Clorinda Matto fue tratada con el respeto que se merecía una señora, el hecho de intervenir en un espacio predominantemente masculino en cierta forma la masculinizaba. Como ha señalado Carolina Ortiz: «En este tránsito, mujeres como Clorinda Matto fueron apropiándose del saber que pertenecía básicamente al mundo masculino» (Ortiz Fernández, 2007. p. 383). Esta era una gran limitación que tuvieron las primeras escritoras de esta época como Mercedes Cabello y Clorinda Matto. Sobre esto Fanny Arango ha señalado: Durante su vida, Matto de Turner es sujeto de una triple discriminación dentro del espacio público: una por ser provinciana, otra por ser mujer y escritora y la tercera por ser un sujeto crítico dentro de la sociedad peruana patriarcal del siglo XIX (Arango-Keeth, 2012, p. 197)
También ha opinado sobre esto Emma María Mannarelli. Mi impresión es que en la destrucción de las imprentas que poseían y dirigían las mujeres se expresan los amenazados poderes privados, en la medida en que estas simbolizaban la ampliación de las fronteras de la cultura pública, lo que a su vez suponía una redefinición de los poderes patriarcales (Mannarelli, 2002, p. 82).
Haciendo leña del árbol caído Ser una de las principales partidarias del general Andrés A. Cáceres le ocasionó graves consecuencias a Clorinda Matto. En 1894, durante la entrada de las tropas de la coalición lideradas por Nicolás de Piérola, fueron saqueadas y destruidas la casa y la imprenta de Clorinda Matto. Por esta razón se vio obligada a abandonar el Perú y marchar al exilio en Argentina.
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El Leguito Frai José, uno de los periódicos anticaceristas clausurados por el decreto del 22 de junio de 1893, reapareció luego de la caída del Gobierno de Cáceres. Sus escritores tenían un profundo odio por los caceristas y los atacaron durante su camino al exilio. Un verso titulado «Aves sin nido», que imitaba a las rimas de Gustavo Adolfo Bécquer, decía: Aves sin nido Aves sin nido. Ya rotas Las alas, no volarán, Y así por la tierra van Arrastrando sus derrotas... Todas se calzan las botas, todas se alistan a huir, todas pretender lucir sus garbos y sus donaires. ¿Que ya empiezan a ir? Pues velas y... buenos aires Rompe testas. (El Leguito Frai José, 1 de junio de 1895). El Leguito Frai José publicó algunas caricaturas donde no dejaba de burlarse de la escritora. Se ve a Clorinda Matto llevando su periódico Los Andes como si fuera un delantal. En la mano sostiene una pluma. A su lado, aves con cabezas de conocidos personajes entre los que podemos distinguir a Andrés A. Cáceres, Justiniano Borgoño, Andrés Avelino Aramburú, entre otros, vuelan a su alrededor. Es una alegoría al exilio de Clorinda Matto en Buenos Aires. La caricatura titulada «Triste final de los caceristas» muestra a Clorinda Matto con sus «aves sin nido» dando lastima. También se ve al director de La Opinión Nacional alquilando un bacín que lleva su nombre. Apareció en El Leguito Frai José el 22 de mayo de 1895. Otra caricatura titulada «Matrimonio de alta política», aparecida en El Leguito Frai José el 29 de agosto de 1895, muestra a Clorinda Matto de Turner vestida de novia, en el altar, a punto de casarse con el director de La Opinión Nacional, Andrés Avelino Aramburú. Una clara alusión a la prensa cacerista. En la viñeta también aparece Cáceres, que actúa como sacerdote, y a un lado, como padrino, Antonia Moreno de Cáceres, que lleva un melón en la mano, haciendo alusión a la forma en que la llamaron sus enemigos: la Melonera o la Rabona Antuca. A pesar de que Clorinda Matto estaba fuera del Perú, los ataques de sus enemigos continuaron por mucho tiempo más.
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Cordonazos ¡Lo que es el fenómeno psicológico de la asociación de las ideas! Por doña Fabiana me acuerdo de doña Clorinda. Hablo de la señora Matto de Turner, la que andaba por Los Andes. ¿Aprendería esta el inglés que estaba estudiando para emigrar a los Estados Unidos si Cáceres perdía? Tengo curiosidad por saberlo. (El Leguito Frai José, 25 de abril de 1895). Entre estos ataques lanzados durante su ausencia, se llegó a acusarla de haber recibido dinero del Gobierno de Cáceres. Cordonazos Dícennos que en los últimos días de la dictadura se entregó dos mil soles a la señora Matto de Turner como subvenciones adeudadas por la publicación de Los Andes. Con razón se llevó el diablo al dictador. Gastaba en periódicos lo que debía servir para dar de comer a su tropa. ¡Qué bárbaro! (El Leguito Frai José, 10 de abril de 1895). Otro de los rumores propalados por El Leguito Frai José acusaba a Clorinda Matto y su hermano el doctor David Matto de haber ayudado a los caceristas durante el ataque contra las tropas de la coalición en marzo de 1895. Cordonazos De la casa de los hermanos Matto (doña Clorenda y el médico) hicieron, como todo Lima sabe, nutrido fuego sobre los coalicionistas. Esos hermanos hicieron subir a sus altos (calle de Calonje) a varios soldados caceristas, que, sin ser vistos, por las ventanas que dan al techo y agazapados en este, disparaban sobre la vecina torre de San Agustín y demás posesiones inmediatas, ocupadas por los restauradores. Terminado el combate, una comisión fue a indagar quiénes habían sido los autores de tanto fuego, y, en pago de la cortesía y buenos modales de los comisionados, el doctor David Matto ha forjado la torpe e increíble especie de que estos le robaron 160 soles (El Leguito Frai José, 4 de mayo de 1895).
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Durante el ataque a la iglesia de San Agustín, una de sus torres, que estaba siendo construida, fue seriamente afectada por disparos de artillería. Se ha mencionado muchas veces que la casa de Clorinda Matto fue atacada por las tropas de la coalición nacional por haber sido colaboradora de Cáceres. Si lo que afirma El Leguito Frai José era cierto, entonces el ataque a la casa de la escritora y la destrucción de su imprenta también fue motivado por haber sido utilizada para atacar a las tropas pierolistas. Luego de la caída del Gobierno de Cáceres y sus seguidores, nadie defendió a la escritora. Incluso su amigo Ricardo Palma, en una carta a Lola Rodríguez de Tió, se refirió a la situación de su amiga Clorinda: Clorinda Matto, después de la caída del Gobierno de Cáceres de quien era ella muy partidaria, ha creído que le convenía emigrar y hoy se encuentra en Buenos Aires. Mucho aconsejé a mi queridísima comadre Clorinda que no se mezclara en política. Pero me desatendió. Editó un periódico para defender algo que no admitía defensa (Palma, 1968, p. 31).
Palma creía que Clorinda Matto podría volver al Perú luego que la situación política se tranquilizara con la llegada de Nicolás de Piérola a la presidencia. Sin embargo, se equivocó y Clorinda Matto moriría lejos de su país en 1910. Desde su exilio en Buenos Aires, Clorinda Matto vivió una vida holgada, donde pasó momentos difíciles; a pesar de eso, siguió con sus tareas literarias. Lejos de su tierra, lo que más extrañaba era a sus sobrinos y a su hermano, el doctor David Matto. Su visión acerca de la situación del Perú era pesimista y creía que la crisis del Perú continuaría con la llegada de Nicolás de Piérola al Gobierno. En una de sus cartas4 a Ricardo Palma, de mayo de 1895, la escritora comenta: Bien me decía usted en una carta que ni Cristo compondrá nuestro país. La descomposición social es tan grave como la degeneración de la sangre. Desde esta distancia veo las cosas más claras y no cosecho más que la tristeza porque el futuro de nuestro país es peor que el de la Polonia.
Reflexiones finales Las escritoras peruanas del siglo XIX fueron mujeres que tuvieron grandes obstáculos para dedicarse a este oficio. La vida de Clorinda Matto en Lima nos muestra cuáles fueron los prejuicios y dificultades que la rodearon por ser mujer. 4 Biblioteca Nacional del Perú. Colección Ricardo Palma. Carta de Clorinda Matto de Turner
a Ricardo Palma.
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La escritora y sus detractores: Clorinda Matto de Turner (1890-1895)
En el incidente «Magdala» se puede ver la condena pública de la Iglesia católica y la protesta de otras mujeres contra la escritora por haber dado a publicidad un escrito considerado anticlerical. A pesar del apoyo de algunos colegas, quienes salieron en su defensa, la intervención de la Iglesia católica fue contundente. Era una época en que la Iglesia gozaba de gran poder, al haber tomado el papel de protectora espiritual de muchas mujeres que habían quedado desamparadas por la guerra. Cuando Matto de Turner fundó la imprenta La Equitativa, fue otro momento conflictivo, al anunciarla como una imprenta atendida por damas. A fines del siglo XIX se consideraba que una mujer no podía hacerse cargo de este tipo de industria, reservada para los hombres. Durante los años que vivió en Lima conoció de cerca los excesos cometidos por la pugna entre la prensa que representaba a los caudillos políticos. Cuando llegó a Lima, Clorinda Matto se dedicó a la vida literaria, y sobrevivió gracias a modestos trabajos y la protección de su hermano David. Luego del incidente de «Magdala» y la publicación de sus novelas, la escritora fue interesándose más en la política. Esto le ganó muchos enemigos que luego la atacaron cuando un hubo un cambio del régimen político. Siempre se ha idealizado a Clorinda Matto de Turner como una precursora del movimiento femenino en nuestro país. En la realidad, según el propio relato de la escritora, ella sobrevivió en el desamparo luego de quedar viuda. El negocio que le dejó su marido quebró debido a las deudas que le produjo la Guerra del Pacífico. Sobrevivió trabajando en un periódico de provincia, donde le pagaban muy poco. El famoso incidente de «Magdala» que ha sido exaltado como un episodio polémico de su vida, no lo es en realidad, pues la escritora evadió en todo momento su responsabilidad en este acontecimiento y mostró sumisión frente al predominio del clericalismo de la época. En el fondo, era una mujer de su época, que trató de incursionar en un mundo dominado por hombres. Tenía una profunda emoción social y gran optimismo. Creía en el proyecto político de Cáceres, pero fue víctima de la inestabilidad que se vivió luego de la derrota del Perú en la Guerra del Pacífico.
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ANEXO 1. MAGDALA
Brillaba el largo peristilo de mármol, iluminado por los candelabros romanos y por las trípodes griegas, donde de instante en instante vertíanse patenas de oro llenas de cinamomo y alve. Una fuente aromática borbotaba en un estanque de jaspe un chorro que lloraba y caía en hilo finísimo de cascada como lágrimas de flor. Subía ledo el humo de los incensarios y de instante en instante salía de entre las columnas del fondo un africano con escudo en la cabeza y lo vertía bruscamente, tapizando el mármol de rosas y de lirios de Ghilbóe. Jóvenes de Samaria, vestida como sacerdotisas con el kithonel de seda color de oro, cayendo hasta las rodillas, el largo cinturón de lino, en los pies las babuchas salpicadas de topacios y sardónicas, y en la cabeza, oprimiendo los negros cabellos, la mitra igual a la de Isis, sentadas en mullidos cojines de lana de camello con los diminutos kennors hebreos al cuello, cantaban una serenata de amor lánguida y deliciosa; otras, acostadas con los pechos desnudos expuestos a la luz en una evidencia blanca y coralina, besaban los picos de las tórtolas, en alto y lujurioso solio, lecho en la forma, trono en la convención. María de Magdala, desnuda, con un velo transparente apenas envuelto al vientre, sofocaba los precipitados movimientos de su moreno cuello, y ahogaba los continuos suspiros que le subían a la garganta. A su derecha y a su izquierda dos esclavas inmediatas A su lecho la incensaban, y atrás dos le hacían aire con enormes abanicos. Ella, sin embargo, distraída, poco se ocupa de lo que en torno de ella se agitaba; sus grandes ojos negros no se separaban del pórtico y el más mínimo movimiento del eunuco que guarda la entrada le agitaba un estremecimiento nervioso y su boca roja como la flor del cactus se entreabría como para desabrochar un beso. Gemían las arpas cada vez más tristes y solo interrumpía aquel concierto melancólico el alerta áspero y duro del centinela que vigilaba en la torre de Makeros. En el fondo del huerto donde se abrían los lirios y las rosas cantaban los cisnes apasionados. Noche nupcial enervante y muelle, en la voz fatigada de los montañeses que trillaban los caminos aún caliente, habían un lánguido pedido de besos, el balido de las ovejas en medio del silencio era como un estribillo amoroso de ditirambo, todo participaba de la influencia del último mes, el fuerte, el cáustico, el abrasador mes del sol; en los vecinos montes de la ciudad los bárbaros Kamaneos conservaban las hogueras y de cuando en cuando un grito agudo cruzaba silbando, como el graznido de las cigüeñas que huyen en las borrascas; era el evohé salvaje de los pastores. 150
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Un gong vibró afuera, en el jardín, entre los mirtos en flor, las samaritanas dejaron caer los Kinnors, los abanicos y los incensarios pararon, todas las miradas volviéronse hacia la sombra: Magdala llevando la mano al pecho, inclinose ansiosamente para ser la primera en divisar al amado... Hízose un silencio grave, solo lo interrumpió el eunuco que vigilaba entre las dos columnas, agitando por tres veces su largo alfanje y diciendo con una voz gangosa como la de los fariseos: —El tetrarca! —¡No! ¡No! —gritó imperiosamente Magdala—. ¡No lo recibo! ¡No! ¡Corran las cortinas! Corran las cortinas! No lo recibo! No lo recibo! En el mismo instante, desenrollose del techo una onda solferina rayada de oro, y el pórtico cerrose por una gruesa cortina bordada en relieve con un paisaje de Moab, campo, río y un cielo sin color por donde volaba una bandada de águilas. —¡No...! ¡No...! —continuó la Magdala—. No lo recibo. Y nerviosa y frenética, dejose de nuevo caer en su espacioso lecho, ordenando con un gesto a las jóvenes de Samaria y a las esclavas que volviesen a empezar. Sonaron los kinnors y los abanicos y los incensarios pusiéronse de nuevo en movimiento. María de Magdala no pudo contener sus lágrimas —la luna estaba muy alta, y se había extinguido las voces en el vecino campo— la ciudad se había cerrado... y él, su amado, lejos tal vez en un sitio inculto o entre la plebe que habitaba la margen del lago de Generzareth. Iba a levantarse, para salir tal vez, sin destino, sola, por medio de los prados, en busca del preferido de su corazón, cuando el gongo vibró de nuevo. Irguiose, el cendal que cubría su vientre aflojó y cayó enrollado a sus pies, formando un pequeño pedestal de gasa, y ella desnuda, firme, con la mirada fija en la pesada cortina, esperó que el eunuco acudiese, y anunciase al recién venido. No fue larga su espera. La cortina onduló, y la cabeza negra del centinela, surgió de entre las franjas, lanzando hacia el gineceo él anunció: —¡Jesús! El pudor la venció. Inclinose rápida para coger la gasa y se envolvió en un instante y riendo se dejó caer en los cendales del ancho lecho y encogiéndose cubriose dejando apenas la cabeza libre en la que se manifestaba la ansiedad y cuyos ojos brillaban con fulgor de astros. Volvió a ondular de nuevo el pesado paño de peristilo y Jesús se presentó entre las blancas columnas de mármol de Pharos. Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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Lo envolvía un amplio oba rayado de púrpura, tenía la cabeza desnuda y calzaba sandalias de aguda punta, caíanle sobre los hombros relucientes bucles de su negro cabello y su espesa barba le sombreaba el pecho, tenía la túnica cribada de las espinas del camino y ostentaba en su diestra mano un ramo de elvendro. La fuerte luz del interior le hirió la vista obligándole a velar con sus párpados la dulce mirada, en la cual a fuerza de comunicarse con el cielo se notaba cierto brillo profético. Irguió la cabeza y desconsolado y triste quedó un instante contemplando el velarium corrido que escondía la luna y velaba las estrellas. —¡Corran el velarium! ¡Corran pronto el velarium! —gritó Magdalena, siempre encogida, pero sin apartar los ojos del Nazareno. Como por encanto desapareció súbitamente el falso techo y el cielo tranquilo, tachonado de estrellas, con la luna llena, blanca y resplandeciente en el zenit sustituyose a la seda; los perfumes silvestres tan amados del profeta de los sencillos de corazón entraron profusamente. Él se detuvo para contemplarlo sereno, dulce, sonriente y si la voz de la enamorada no le hubiese llamado, de seguro que habría permanecido de pie mirando la noche y el país de su Padre, lejos en la azul esfera sembrada de astros. —¡Jesús! El Nazareno se volvió y confiado en la fortaleza de su corazón se adelantó hasta el enorme lecho de María. Allí se detuvo y sus ojos fueron poco a poco languideciendo denominados por la luz ardiente de los de la concubina. Un ruido se sentía a su alrededor, caía por momentos una voluptuosa sombra, se dio vuelta para mirar y se encontró que la sala estaba desierta, todos habían desaparecido, solo María de Magdala, encogida, lo miraba sonriente, obligándolo a no separar sus ojos de ella. Una mano invisible extinguía los trípodes de los ángulos. —¡Jesús! —dijo Magdalena, con una especie de arrullo, extendiéndole los desnudos brazos en un lánguido gemido. Tomole ambas manos, atrájole cariñosamente e iba a besarle en la boca, cuando un rugido feroz estalló en el silencio. Ambos se estremecieron. —¡Jerusalén! ¡Jerusalén! —repercutió la voz lejana—... Has de ser eternamente esclava... Esclava... Sierva has de ser por toda la eternidad, pantano y lodo quedarás. ¡Jerusalén! ¡Jerusalén! ¡Llora si aún tienen lágrimas! —Es la voz de Isaías que gime maldiciones... —murmuró Jesús, trémulo de emoción.
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—No, amor... No es eso... Cerca de aquí queda la cárcel de Herodes... En el fuerte de Makeros, esos gemidos son de allí... Es la voz del Bautista. Quédate... Ocultémonos en nuestro amor, ¡bésame! ¡Bésame! ¡Bésame!... Pero la voz se oyó de nuevo: —¡Profecía de los fuertes! ¡Profecía de los fuertes! Jerusalén, has de ser el prostíbulo del mundo... Vende las hijas, púdrete, miserable úlcera, déjate roer por los gusanos. Charca, lodo heces... Muere, ¡seca al sol tu estercolero! —¡No! Y en un movimiento brusco Jesús se arrancó de los brazos de la concubina, y loco, alucinado, presa de un santo delirio, se lanzó hacia afuera y desapareció en medio de las sombras de la noche, mientras se oía aún el eco lejano que repetía: —¡Jerusalén! ¡Jerusalén! ¡Tierra de los fuertes, muere! Y la Magdala, desnuda, mirando hacia su frente, extendió el blanco brazo en dirección de Makeros y en una explosión de lágrimas, gritó trémula de odio, mesándose los cabellos húmedos de bálsamo: —¡Ladra! ¡Ladra! ¡Perro de Israel! Y cayó de bruces, retorciéndose y balbuceando el nombre amado y suave de Jesús. Coelho Netto (El Perú Ilustrado, nro. 172, 1890)
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ANEXO 2
Local de La Equitativa. El Perú Ilustrado, 14 de febrero de 1891, p. 1002.
«Aves sin nido». El Leguito Frai José, 22 de mayo de 1895, p. 3.
«Matrimonio de alta política». El Leguito Frai José, jueves 29 de agosto de 1895, p. 3.
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Recepción: 26/1/2018 Aceptación: 2/3/2018
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Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 157–175 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-157-175
Libertad de cultos o tolerancia religiosa: anticlericalismo en el Perú (1900-1915) Religious freedom or religious tolerance: anticlericalism in Peru 1900-1915 Robert Salazar Quispe1
Universidad Nacional Federico Villarreal, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Universidad Nacional Tecnológica de Lima Sur
[email protected]/
[email protected]
RESUMEN
La libertad de cultos, objeto de controversia a inicios del siglo XX, fue una conquista que liberales y evangélicos consiguieron el 11 de noviembre de 1915 ante el Congreso de la República del Perú. Sin embargo, este proceso se fue gestando en toda la época republicana, desde que los protestantes y evangélicos empezaron a tener presencia significativa en el Perú. El avivamiento protestante del siglo XVII en Norteamérica fue el detonante principal para el inicio del proyecto misionero y de labor espiritual en América. Para el caso del Perú, esta labor se inicia en 1822, con la presencia del misionero Diego Thomson. El proceso del establecimiento de evangélicos y protestantes continuó durante todo el siglo XIX y la prédica del pensamiento anticlerical latinoamericano se fue expresando paulatinamente en varias regiones del Perú, hasta lograr tener seguidores que buscaban la igualdad frente a la presencia casi total de los católicos. La libertad de cultos se convirtió así en un objetivo central del pensamiento liberal de inicios del siglo XX y transformó la mentalidad recalcitrante católica en aras de permitir la prédica evangélica en todo el territorio peruano. 1 Docente universitario adscrito al Departamento de Humanidades de la Universidad Na-
cional Federico Villarreal, la Escuela de Estudios Generales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y la Universidad Nacional Tecnológica de Lima Sur. Historiador, especialista en el proceso histórico cultural del Perú del siglo XX, enfocado en la historia local y regional, así como en los procesos de desarrollo y crecimiento de los distritos limeños, mediante el proceso de migraciones. Magíster en Docencia Universitaria con mención en Investigación. Ha investigado sobre el aprendizaje autónomo y su relación con las tecnologías de la información y comunicación (TIC). Actualmente desarrolla el proyecto de la «Historia de América Latina», mediante la Revista del Siglo, donde se analiza el proceso histórico-social de América Latina durante el siglo XX.
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PALABRAS CLAVE
Libertad de cultos, tolerancia religiosa, anticlericalismo, protestantes y evangélicos, liberales, misioneros ABSTRACT
Religious freedom, still the subject of controversy at the beginning of the 20th century, was a victory extracted by liberals and evangelicals from the Congress of the Republic of Peru on November 11th 1915; however, the process had begun during the early years of the republic, as the presence of protestants and evangelicals began to grow. The protestant revival of the 17th century in North America was the main catalyst for the launch of a missionary project and spiritual work in the Americas; in the case of Peru, such work began in 1822, with the arrival of the missionary Diego Thomson. The establishment of evangelical and protestant communities continued throughout the 19th century, and the preaching of Latin American anticlerical thought spread gradually throughout several regions of Peru, gaining a following who sought equality with the overwhelming presence of the «Catholics». It was in this context that religious freedom became a central tenet of liberal thought during the first years of the 20th century, leading to a transformation in hardline Catholic thinking and the permitting of evangelical teaching throughout Peruvian territory. KEYWORDS
Religious freedom, religious tolerance, anticlericalism, protestants and evangelicals, liberals, missionaries
Introducción ¡Nacimos indios, esclavos del cura, esclavos del gobernador, esclavos del cacique, esclavos de todos los que agarran la vara del mandón! Clorinda Mattos de Turner, Aves sin nido
En 2015, se celebró en el Perú el centenario de la libertad de cultos, que significó una conquista de liberales y evangélicos, quienes buscaron desde diversas posiciones cambiar la legislación estatal para permitir la tolerancia religiosa. De esta manera, el 11 de noviembre de 1915 el Congreso de la República acordó modificar el artículo 4 de la Constitución, que reconocía a la Iglesia católica como religión del Estado y que prohibía el ejercicio público de cualquier otra religión. Mediante este artículo se 158
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suprimió la frase «y no se permite el ejercicio público de alguna otra» y quedó establecida la libertad de cultos en el Perú. Esta conquista fue producto de una larga historia anterior. Veamos sus fases y etapas.
La etapa de los precursores evangélicos (1824-1891) La presencia evangélica en el Perú a inicios de la República responde a dos procesos que ocurrieron en el mundo occidental. En primer lugar, se relaciona con el avivamiento religioso protestante del siglo XVII en Estados Unidos e Inglaterra, y al fenómeno de la expansión del capitalismo europeo y británico en el siglo XIX y anglosajón y americano en el XX. Bajo estos aspectos, el primer momento de la presencia evangélica corresponde a la llegada de Diego Thomson al país en 1822. Diego Thomson era un misionero bautista escocés que buscó introducir en el país el sistema de la educación lancasteriana2. Llegó a petición de Bernardo Monteagudo y José de San Martín para organizar la educación pública. Thomson organizó escuelas mixtas de educación popular con el sistema lancasteriano en varios países del continente y el 19 de setiembre de 1822, en el local del colegio de Santo Tomás, estableció una escuela normal, donde se planteaba la estructura normalista. No obstante, Thomson intentaba llevar a cabo un proyecto misionero mayor. Mostraba un trabajo de promoción humana basado en el servicio y la acción social, en el cual la separación entre trabajo «espiritual» y trabajo «material» no tenía la rigidez ni la tensión que tuvo en un periodo posterior en la historia de la Iglesia evangélica. De esta manera se coloca como el primer protestante que actuaba libremente en el país. el primer protestante que actuó libremente en el Perú fue el escocés Diego Thomson. Este fue un personaje carismático que a pedido de San Martín llegó a Lima para implantar el sistema lancasteriano. Bolívar, convencido de que este era el «único método para promover pronta y eficazmente la instrucción pública» dio su pleno apoyo a Thomson en el establecimiento del sistema de Lancaster en el Perú. Aun cuando Thomson pudo actuar con libertad, sus actividades no estuvieron exentas del acoso del clero, pero él supo retirarse a tiempo del escenario y los que le sucedieron en la tarea protestante
2 El método lancasteriano es atribuido a José Lancaster (1799-1938). Consistía en la educa-
ción mutua y monitorial. Se escogía a los alumnos más avanzados para ser utilizados como monitores frente a otros alumnos. Se trataba de un sistema multiplicativo, de coste barato y que permitía una rápida alfabetización. Era la sensación en Inglaterra y los Gobiernos latinoamericanos, liberales, decidieron importarlo al Perú. La British & School Society era la organización internacional encargada de difundirlo, de modo que envió a Thomson a Buenos Aires en 1818 para hacer tal labor. Como pastor bautista, la Iglesia de Edimburgo pagó los pasajes a Thomson, que una vez en América continuó siendo subvencionado por los Gobiernos de Argentina y Chile, en cuyo país estuvo de 1821 a 1822, antes de llegar al Perú.
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tuvieron que esperar décadas para tener cierta libertad real en el país (Alomía, 1998).
De modo paralelo con el trabajo de educación, Thomson llevó a cabo una gran labor misionera distribuyendo las Escrituras, primero como voluntario y luego como agente de la Sociedad Bíblica Británica (SBB), y extendiendo la evangelización en el Perú mediante la labor educativa, durante más de 30 años. Contó con el apoyo paulatino de otros misioneros como Juan Ritchie, quien señala que «Thomson no era primeramente pedagogo sino misionero» y su mensaje era la afirmación del cristianismo. Continuando con la labor de Thomson, la SBB estableció un grupo denominado «Colportores de la Biblia» integrado por Lucas Matthews (1828) y A. J. Duffiel (1857), quienes intentaron continuar con el trabajo de colocación de Biblias y porciones del Nuevo Testamento. Este esfuerzo fue continuado por el misionero metodista William Taylor, quien llega al Perú en 1877 e intenta desarrollar una estrategia de evangelización y servicio social a través de la apertura de templos y escuelas para niños, tanto extranjeros como peruanos. Las facilidades que tuvieron estos misioneros para la prédica protestante se enmarcó en las constantes diatribas en la legislación peruana y las pugnas existentes entre liberales y conservadores. Así, el primer proyecto de ley sobre religión en el Perú se presentó en el primer Congreso Constituyente (donde 26 congresistas de los 79 eran clérigos) y proponía el siguiente artículo: «La religión del Estado es la católica, apostólica y romana». Si bien el artículo propuso la protección de la Iglesia católica, no mencionó la exclusividad del catolicismo y dejó la puerta abierta a la libertad de cultos, posición respaldada por el clero liberal. Sin embargo, esta postura inicial no prosperó y se organizó un movimiento entre católicos y conservadores que favoreció el cambio del texto del artículo con el agregado: «La religión de Estado es la católica, apostólica y romana, con exclusión de cualquier otra». En este contexto la prédica anticlerical solo fue posible mediante la labor misionera anclada en la repartición de las Escrituras, pero la campaña contra el clero continuó hasta llegar a su momento cumbre en la Asamblea Constituyente de 1855-1856, cuando se eliminaron los diezmos y el fuero eclesiástico, lo que provocó el rechazo de muchos católicos y sirvió para legitimar la sublevación de Manuel Ignacio Prado en Arequipa en 1855. Sin embargo, debido a la posición fuertemente conservadora, en 1860, el presidente Ramón Castilla convocó un nuevo Congreso Constituyente encabezado por Bartolomé Herrera, donde se aprobó nuevamente 160
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la eliminación de los diezmos y el fuero eclesiástico y se ratificó a la Iglesia católica como la única protegida por el Estado. En 1867 los liberales redactaron una Carta Magna. Ellos habían vuelto al poder bajo el mando del caudillo Mariano Ignacio Prado. Fernando Casós, diputado por Trujillo, pronunció un discurso a favor de la libertad de cultos, que fue seguido de una votación en la cual la prohibición contra el ejercicio público de otros cultos fue aprobada por 43 votos contra 41. No obstante esta derrota, los liberales volvieron a la carga y en 1868 lograron su primera victoria mediante la autorización del Gobierno para la creación de cementerios laicos, donde no era necesario profesar una religión para estar enterrado. En este ambiente se produjo un momento crucial en las misiones protestantes, el llamado caso Penzotti: Penzotti era un emigrante italiano radicado en el Uruguay desde los 13 años de edad; se convirtió al protestantismo en 1875. Desde esa época, realizó una serie de trabajos para la Sociedad Bíblica Americana (SBA). Visitó el Perú varias veces con motivo de este trabajo de colportaje de las Escrituras. Algunos años después, la SBA le encargó formar una agencia para la distribución de la Biblia en el área andina. Es así que se establece en el Perú en 1888. Para ese entonces todos los trabajos misioneros protestantes anteriores habían cerrado. Penzotti comenzó un trabajo de venta de biblias y presentación del Evangelio, casa por casa y en lugares públicos. De esta manera logró formar un grupo de estudio bíblico y luego reunió suficiente gente para iniciar servicios evangélicos (Amat y Pérez, 2007).
Penzotti, quien profesaba la fe metodista, se dedicó a vender biblias y libros religiosos y a realizar actividades proselitistas en Lima y algunos departamentos como Ica, Áncash, Arequipa, Cusco, entre otros. Este trabajo del misionero produjo la primera congregación evangélica para peruanos establecida en nuestro país en 1888, con un número de asistentes contabilizados en 300 personas aproximadamente. Pero este trabajo fue arduo, como lo recuerda Penzotti en su autobiografía: Por fin, en julio de 1888, llegamos al Callao, donde fijamos nuestra residencia y sin pérdida de tiempo pusimos mano a la obra. Muy poco se había hecho con la Biblia y nunca se había predicado el Evangelio en el idioma del país. Mi primer cuidado fue el de buscar un local donde poder predicar a la gente y luego fui de puerta en puerta, con la Biblia, para leerles, explicársela e invitarlos a concurrir a los servicios. Mi primer auditorio consistió de dos personas, además de los míos: don Manuel Noriega y su esposa. Al domingo siguiente vinieron cuatro personas, el subsiguiente ya eran 10, al otro subieron a 20, luego 30, después 40, 50, 60, 80... Ya no cabían más y se presentaba Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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el problema de buscar un local más grande. No sin mucho trabajo logramos conseguirlo, pero en tal condición de pobreza que con nuestras propias manos no tuvimos que ponerle piso, cielo raso, luz, hacer bancos y demás muebles necesarios (Escobar, 1984).
En este contexto la Iglesia católica reaccionó e inició una persecución y hostigamiento contra Penzotti, intentando deslegitimar este esfuerzo misionero o simplemente obstaculizar su trabajo. Este hostigamiento empezó desde los púlpitos y continuó por medio de impresos y también con la utilización de imágenes en procesión, como lo menciona El Comercio: «Los fieles católicos del Callao crearon una imagen llamada el “Señor del Mar” y formaron una gran procesión y al pasar por delante de la casa de Penzotti gritaron: “¡Viva la religión católica, apostólica, romana!”. Todos contestaron “¡Viva!” y luego añadían: “¡Muera Penzotti! ¡Afuera los protestantes!”, al mismo tiempo que arrojaban una gran lluvia de piedras». Estas acciones motivaban el desarrollo de los cultos en estricto privado, con invitación y a puerta cerrada para evitar quebrantar el artículo cuarto de la Constitución de aquel entonces, que prohibía la celebración de cultos de otras religiones no católicas en público, pero que no decía nada de la celebración de servicios religiosos en privado. Penzotti continuó con la prédica cristiana y empezó a extenderla fuera de Lima al viajar a Arequipa, donde continúo leyendo la Biblia y explicando el papel de la salvación. En Arequipa Penzotti sufrió su primer encarcelamiento por orden del obispo Huertas, quien lo acusaba de «introducir clandestinamente libros inmorales y corruptores». Sin embargo, estando en prisión el misionero continuó con la prédica a los presos. Diecinueve días después, a fines de 1889, salió en libertad a pedido del presidente Andrés A. Cáceres, quien tomó la decisión guiado por algunos amigos liberales y por el embajador italiano en el país. Luego de estos hechos regresó al Callao. Poco tiempo después, el juez Porras expidió una orden de prisión contra Penzotti, acusándolo de haber violado el artículo 4 de la Constitución, que excluía todo culto público que no proviniera de la religión católica. Fue encerrado el 26 de julio de 1890 en la prisión Casas Matas del Callao, en la cual escribió con puño y letra en las paredes las siguientes frases: ¿Qué me importan del mundo las penas, Y doblada tener la cerviz? ¿Qué me importa que esté entre cadenas, Si me espera una patria feliz? Resignado, tranquilo y dichoso, De la aurora me encuentra la luz, 162
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Porque sé que Jesús bondadoso, Por su pueblo ha expirado en la cruz. Mientras Penzotti se mantenía en prisión, diariamente se libraban agitaciones y conflictos en la prensa. A su vez, nacían los esfuerzos de los liberales y las logias masónicas, y prosperaban las cartas y telegramas de Londres y Estados Unidos, que incitaban a realizar investigaciones para obtener la libertad de Penzotti. Finalmente, se le concedió la libertad en marzo de 1891, después de lo cual Penzotti continuó con la predicación hasta su partida a Buenos Aires. Dejó en su reemplazo al misionero metodista Thomas Wood. Con el caso de Penzotti se consiguieron por lo menos los siguientes resultados: 1. Se demostró que era posible realizar cultos evangélicos en privado, sin violación de la ley. 2. Se facilitó el trabajo de los futuros colportores, al probar que la venta y distribución de las Escrituras no podía ser considerada como un delito. 3. Se generó un movimiento de opinión pública a favor de la libertad de Penzotti, lo cual logró granjear la simpatía de varios sectores del pueblo hacia el protestantismo.
Sectores en pugna: 1891-1907 Sin duda que la prédica de Penzotti removió el ambiente político, social y religioso del país, al tiempo que el misionero Thomas Wood continuaba con la lucha por las reivindicaciones anticlericales en el Perú. Bajo su influencia y gestión se consiguieron algunas libertades más en materia de derechos ciudadanos, como fue el caso del matrimonio civil para las personas que no pertenecían a la Iglesia católica (1891). Esta prédica no era ajena al pensamiento anticlerical que se expresaba ya en Latinoamérica. Por ejemplo, el 23 de agosto de 1890 se publicó el relato del escritor brasileño Henrique Coelho Netto, llamado «Magdala», en el que se describía la supuesta atracción de Jesús por la pecadora arrepentida María Magdalena. El cuento fue considerado sacrílego y el propio arzobispo de Lima, Manuel Antonio Bandini, prohibió a los católicos, bajo pena de pecado mortal, la lectura, venta y difusión de El Perú Ilustrado3, 3 El 1 de octubre de 1889, Clorinda Matto de Turner fue nombrada directora de redacción
de El Perú Ilustrado, que se encontraba bajo la dirección general de Peter Bacigalupi desde su fundación en 1887. Durante el periodo en el que Matto de Turner asumió la dirección (18891891) de este importante órgano de difusión, se fomentó el americanismo literario invitando a escritores nacionales y latinoamericanos para que expusieran sus diferentes puntos de vista. Además, se promovieron las publicaciones de las escritoras. En este contexto, Matto de Turner siguió luchando por la incorporación de la cultura andina y la mujer a la nación. En
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donde se publicó la obra. El semanario era dirigido por Clorinda Matto de Turner. Clorinda fue acusada de tener una posición anticlerical desde la difusión de Aves sin nido, novela en que se denunciaba la ruindad del clero provinciano4, manifestaba que la Iglesia tendría que limitarse a satisfacer las necesidades espirituales de sus fieles y que los sacerdotes deberían tener la posibilidad de casarse, para así servir a un cristianismo puro. Consideraba que el matrimonio permitiría a los sacerdotes encauzar su sexualidad por una salida natural y además les permitiría contar con los sabios consejos de una mujer. Esto conllevó a que la Unión Católica organizara un mitin de protesta contra esta actividad. El 11 de julio de 1891, Clorinda fue excomulgada. El Gobierno del general Andrés Avelino Cáceres cerró su imprenta y la escritora fugó a Argentina, donde abrazó de lleno el credo protestante, en su versión evangélica. Con la instauración de grupos protestantes en el Perú se urdió también una férrea resistencia de la curia y sectores católicos. La Iglesia tomó conciencia de la necesidad de hacer frente a estos embates y con la ayuda de los jesuitas5 y reforzó sus tareas educativas mediante la Unión Católica, compuesta de varones y damas. La Unión Católica es la respuesta orgánica de la Iglesia, apoyándose en el naciente movimiento laico, para contrarrestar las embestidas de los grupos radicales. La Iglesia buscó reforzar desde dentro la Democracia Cristiana y en este pensamiento participaron monseñor Manuel Tovar y monseñor Carlos García Irigoyen, quien fue el primer director de la publicación oficial del Arzobispado de Lima, El Amigo del Clero. El Amigo del Clero era un boletín oficial del Arzobispado de Lima y como tal se proponía ser un espacio de difusión de las actividades
estos años, publicó su renombrada novela Aves sin nido (1889), Bocetos al lápiz de americanos célebres (1890) y escribió un vasto número de ensayos, tradiciones y leyendas en los que resaltan las preocupaciones de su producción global. 4 Aves sin nido relata la historia de Lucía Marín, joven de buena familia, que, junto con su marido, un ingeniero metalúrgico, se establece en Killac, pueblecillo andino. Lucía, extranjera, se ve horrorizada ante la corrupción que observa en Killac, donde el gobernador y el sacerdote del pueblo consienten gran explotación contra los indígenas. Figura aquí una descripción de las instituciones que esclavizan y empobrecen a los indios, así como una serie de ejemplos del abuso de poder. Una de estas instituciones es la Iglesia católica dirigida por el sacerdote, don Pascual, quien se preocupa exclusivamente por su bienestar físico, su avaricia, su debilidad, su sensualidad desbordada y sus negativas a prestar ayuda a los necesitados con objetos de constantes críticas. 5 A pesar de que la ley del 26 de noviembre de 1855 prohibía el establecimiento en el Perú de la Compañía de Jesús, a partir de 1886 se produjo una serie de debates por la llegada de la Compañía, que desencadenó que los padres jesuitas se establecieran en Huánuco e iniciaran nuevamente una labor evangelizadora, contando con el apoyo del Gobierno.
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de la Iglesia, en una perspectiva universal, nacional y local. También se proponía llegar a la feligresía educándola, por medio de temas de interés familiar y personal, descubriendo lo simple y sencillo que son los grandes temas teológicos y pastorales, puestos al alcance del gran público, para ayudarles en la vida diaria (Armas, 1998).
En su estructura, El Amigo del Clero se componía de un editorial muy breve, que trataba normalmente sobre los tiempos del calendario de culto o algún hecho de importancia social nacional; continuaba una serie de secciones estables: «Noticias varias», «Sección oficial», «Documentos pontificios», «Preguntas y respuestas», «Miscelánea» y otras secciones variables de enseñanza litúrgica y homilética. El boletín pronto contó con un número aceptable de suscriptores en Lima y provincias, además de lectores ocasionales, de modo que su nivel de influencia en la feligresía fue muy fuerte desde los inicios. A pesar de este embate del catolicismo, los sectores liberales lograron que en 1896 se aprobara el derecho al matrimonio civil para los no católicos. Con este decreto, la hija de Tomas Wood, fundador de la Iglesia metodista en el Perú, se casó e inscribió su matrimonio en el registro. A partir de entonces los no católicos tenían el derecho de inscribir formalmente sus matrimonios ante los agentes consulares o ante los ministros de cultos. Esta legislación se vio reforzada con la ley de 23 de noviembre de 1903, según la cual era suficiente que cualquiera de los contrayentes declarase no pertenecer a la comunión católica o haberse separado de ella. Junto a este suceso un hecho llama la atención, la conversión del sargento mayor del Ejército peruano Teodomiro Rodríguez Cuevas, Rumi Maqui, quien en 1915 encabezó una corta pero resonante rebelión campesina en las provincias puneñas de Huancané y Azángaro. Rumi Maqui asistía a la Iglesia metodista episcopal de Huancayo en 1906 y, ocho años más tarde, el 27 de diciembre de 1914, fue recibido como miembro de la Iglesia metodista episcopal de Lima. El siguiente es el mensaje que Rumi Maqui pronunció en dicho acto: Querido pastor, queridos hermanos: Hace ocho años que asisto a las iglesias evangelistas habiendo sido la de Huancayo en 1906 la primera que concurrí, cuyo pastor era el reverendo Adolfo Vásquez. Mi asistencia a ella ha sido intermitente, a pesar mío, por razón de los empleos en que he desempeñado en algunos puntos de la república; y cuando el tiempo me lo ha permitido he procurado ser asiduo en mi concurrencia a las reuniones celebradas en este templo y en el Callao. He pasado en verdad mucho tiempo para la determinación que adopto hoy de ingresar al seno de esta comunidad religiosa como Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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miembro suyo; pero creo que el tiempo transcurrido, y el que le ha precedido en el curso de mi vida, en que he visto llegar al colmo el relajamiento, la inmoralidad y la vida licenciosa de los llamados ministros de Jesucristo, el pernicioso y corruptor ejemplo que dan a los pueblos, a quienes tanto daño hacen particularmente en el orden moral; en el tiempo transcurrido, repito, he podido establecer el contraste, y él no ha hecho sino llevar a mi ánimo el profundo convencimiento de la bondad, moralidad y pureza de la enseñanza en la Iglesia metodista de la verdadera doctrina de Jesucristo conforme al texto del gran libro de las más puras y sabias enseñanzas: la Biblia. Y penetrado hasta donde lo permite mi pequeña inteligencia que es aquí donde se alcanza a comprender el verdadero espíritu del cristianismo, donde se practican las puras doctrinas del Salvador, donde puedo uno expandir su espíritu en un ambiente de moralidad enseñada y difundida con ejemplo; penetrado repito de estas hermosas y halagadoras verdades y hecha puede decirse mi profesión de fe, no quiero que pase un día más sin ser, queridos hermanos, uno de los vuestros. Y lo hago con el pleno convencimiento de que procedo ajustado a mi conciencia que está hecha, que está formada con el estudio, la observación y la experiencia de mucho tiempo. De hoy en adelante seré el grano de arena que entre en la edificación de nuestra Iglesia que ojalá abarque en no muy lejano tiempo los ámbitos del mundo y al ingresar gozoso a vuestro seno hago los más fervientes votos al Ser Supremo para que extienda su gracia a todos los que hoy viven sumidos en la más grosera superstición, en la ignorancia y en el oscurantismo, a fin de que abran sus ojos a la luz bienhechora, fecundante y civilizadora del Evangelio (El Mensajero, 1915).
Por otro lado, Julián Palacios, profesor adventista de la Escuela Normal de Varones, estableció una academia para la enseñanza del quechua y aimara para los estudiantes de dicha institución. Con estas medidas se notaba claramente el avance de la prédica cristiana que, además de centrarse en la evangelización, tenían otro mensaje de moralidad e igualdad, como lo manifiesta Fonseca (2005): «en estos años los evangelistas luchaban por la educación del indio, el sufragio político de la mujer, la práctica de la higiene y el combate del alcoholismo». Plegado a ese programa se produjo la conversión del sacerdote católico José de las Heras, que señaló el avance de la prédica anticlerical en el país y nos muestra una sociedad en proceso de cambio con las armas predispuestas para volver a entablar los debates sobre la libertad de cultos.
La lucha por la libertad de cultos (1909-1913) En este periodo es importante resaltar dos hechos fundamentales: el primero, la presencia de los jesuitas en el Perú, y el segundo, los sucesos 166
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de Platería ocurridos en 1913. Como se había indicado anteriormente, después de 1872 los jesuitas tuvieron una presencia significativa en el país y contribuyeron con la Iglesia católica en la difusión del pensamiento cristiano. Ante esta presencia, el doctor Christian Dam, fundador de la Liga de Librepensadores del Perú, publicó en 1909 un folleto titulado «Los jesuitas en el Perú», con un subtítulo que decía: «Memorial del Dr. Christian Dam al Congreso Nacional y Actas de las Provincias pidiendo el cumplimiento de la ley de noviembre de 1855, que ordena la expulsión de la Compañía de Jesús del territorio de la república». El autor, dirigiéndose al Congreso, comienza diciendo: Christian Dam [...] al amparo de la ley, ante vuestra excelencia con respeto y haciendo uso del derecho de petición que la Constitución me otorga, según el artículo 30 y en representación de numerosos ciudadanos de la república, como lo prueban las actas que acompaño, me presento y expongo. Luego de presentar algunos hechos, documentos y leyes que permiten hacer la historia de la expulsión de los jesuitas del territorio peruano, presento las actas firmadas por decenas de ciudadanos de las provincias del Perú, quienes, de 1907 a 1909, enviaban sus actas para publicarlas y gestionar ante los poderes políticos el cumplimiento de la ley de 1855. Publica la carta que envía el doctor Guillermo Seoane, fiscal de la Corte Suprema, al Poder Ejecutivo (28 de junio de 1907); acta de la provincia de Ascope (6 de octubre de 1907); actas del distrito de Pampas, capital de la provincia de Tayacaja (12 de octubre de 1907), actas del distrito de Huancané (12 de octubre de 1907); actas del distrito de Chavín, departamento de Áncash (20 de noviembre de 1907); actas de Junín (13 de diciembre de 1907); actas de Paita, departamento de Piura (21 de noviembre de 1907).
En estas actas se refleja claramente el pensamiento de los pobladores de las diversas provincias del interior del país en torno a la Compañía de Jesús, dando por descontado la no aceptación de la obra redentora y evangelizadora que esta compañía intentaba una vez más. Los liberales se oponen duramente a su prédica, por considerar que la difusión de su pensamiento es antisocial y atenta contra el progreso moral e intelectual de los individuos y familias del Perú. A las denuncias de los liberales encabezados por Christian Dam, en contra de la Compañía de Jesús, hay que sumar también las denuncias que efectuaba la Asociación Proindígena. Ambas buscaban relatar, desde sus respectivas posiciones, el maltrato sufrido por los indígenas de parte de las autoridades de la Iglesia católica, todo lo cual reflejaba una tendencia anticlerical que pronto tendría como desencadenante la ley de la libertad Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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de cultos. Al respecto, El Comercio de Lima recogió la denuncia efectuada por la Asociación Proindígena por los abusos del cura del distrito de Sicuani en el Cusco y publicó el decreto del subprefecto de Canchis en Sicuani: Considerando: Que habiéndose presentado en este despacho el indígena Pedro Machaca, acusando a don Bartolomé Ocopa Orué, de haberle arrebatado en su casa una vaca con su cría, después de maltratar a su esposa, negándose a devolverle la citada vaca; y resultando de las investigaciones que se han practicado en este despacho, con la complacencia de los interesados, de que, efectivamente, Ocopa Orué, cometió abuso expuesto por el demandante, bajo el pretexto de que como apoderado del cura Pacheco Castillo se hallaba autorizado a retener en su poder una prenda del indígena, mientras este pague la suma de 40 soles por derecho de entierro, que dice haberle debido el indicado Machaca, al cura, y que dichos 40 soles habían sido designados por la madre de Machaca, al tiempo de su muerte, con lo que quiso explicar el demandado que justificaba su actitud. Que en este asunto el gobernador de Tinta, cuando se presentó en su despacho el demandante, desoyó la queja, dando por justificada la actitud de Orué. Que siendo obligación de las autoridades velar por que no se siga cometiendo exacciones con los indígenas, bajo el pretexto de derechos eclesiásticos. Se dispone: Que, en lo sucesivo, los gobernadores de los distritos, cuando en sus respectivos despachos se presenten demandando los señores curas o sus apoderados, con quejas semejantes a la referida en la parte considerativa de este decreto, no podrán obligar, bajo ningún pretexto, ni por ninguna circunstancia, a los indígenas, más derechos eclesiásticos que los que el arancel vigente señale, para lo que cada despacho de las autoridades subalternas deberá tener en su archivo dicho arancel. Los gobernadores, en sus respectivos distritos, vigilarán, bajo responsabilidad, de que los señores párrocos se limiten en sus cobros al arancel, denunciando en este despacho, cuando se extralimiten, para ocurrir en queja a las autoridades superiores. Los gobernadores y sus subalternos, que en alguna forma autorizaran el que se cometan exacciones, cobrándose mayores derechos, serán penados con una multa al doble de la cantidad que dejaren cobrar sobre la tarifa señalada por el arancel. Circúlese, ordenando que Ocopa Orué devuelva en el día la vaca y su cría, arrebatadas, imponiéndoles, por equidad, el arresto de 24 horas. Publíquese y trascríbase a quienes corresponda. Regístrese. Firma: Olazábal. Subprefecto (El Comercio, 11 de marzo de 1913). 168
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Como puede observarse, se materializaba desde diversos frentes una sola tendencia en contra de la postura de la Iglesia católica. De esta manera; si bien en el siglo pasado la prédica anticlerical fue llevada a cabo básicamente por el avance del pensamiento evangélico y liberal, a inicios del siglo XX existía un descontento general expresado desde otros sectores, como lo efectuado por Matto de Turner defendiendo la igualdad de la mujer y del indígena, o de los liberales que defendían la posición de Dam en torno al obrar de la Compañía de Jesús, o de la Asociación Proindígena, anclada en su defensa de los derechos de los indígenas. Junto a esta labor evangelizadora proveniente de las más altas esferas eclesiásticas, se produjo un segundo hecho que precipitó la caída del régimen legal de intolerancia religiosa, el asalto a la misión adventista de Platería de Puno en 1913. El 3 de marzo de 1913, una numerosa turba organizada y liderada por el obispo de Puno, Valentín Ampuero, saqueó e incendió la misión e infringió brutales castigos físicos a los campesinos adventistas que pudo encontrar en su paso destructivo. Al respecto, El Comercio de Lima recogió de la revolución de Juli las impresiones de los labios de algunos indígenas con respecto a estos hechos: Largo sería relatar todo lo que con ellos hablamos, y por hoy basta con que hagamos saber que es tal la transformación del indio que admira la constancia y empleo de energía que ha sabido gastar con largueza los misioneros de La Platería para convertir al indio de sucio, alcohólico, hipócrita, holgazán y salvaje, en ser dotado de un criterio más o menos sano, temperante, trabajador y de tan buenos sentimientos, que no podemos menos que enviarles a los señores Stahl y Hall, jefes de la misión, nuestras más sinceras felicitaciones y ofrecerles el modesto concurso de nuestro periódico en bien de la magna obra que se han propuesto y cuyos benéficos resultados hemos tenido ocasión de palpar personalmente, sintiendo solo no haber podido entrevistarnos con ellos para saludarlos, tomar mejores datos y apreciar de cerca los usos a que son destinados los amplios locales por ellos construidos para beneficiar a nuestra desgraciada raza aborigen, que más tarde será otra si los apóstoles como ellos continúan la gran obra emprendida con la fe de los que no dudan cuando ponen al servicio de la humanidad desvalida sus existencia y energías. Como es natural, la benéfica obra de los adventistas ha hecho perder entre los indígenas el ascendiente de los párrocos católicos. Ha bastado esto para que, como hace un año, el cura de Chucuito pretendiera lanzar a la indiada para incendiar los locales de la misión referida, lo que felizmente no pudo conseguir; y para que el obispo de Puno ahora se constituyera, como lo ha hecho el 4 del mes en curso, en La Platería, con 20 jinetes y amenace hostilmente a los misioneros, causándoles algunos daños a la propiedad. Como complemento de Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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esta versión, informásemos que, por indicación del ilustrísimo obispo, el subprefecto del Cercado se constituyó en el lugar y apresó a los indígenas Camacho, Champi, Tarqui, Miranda, Naca, una mujer y un muchacho, a quienes llevó y arrestó en la cárcel. Teniendo en consideración la gravedad de los sucesos y habiendo solicitado a los indígenas el amparo de la Asociación Proindígena, el secretario de esta institución telegrafió al delegado más cercano, que es el señor Remigio H. Franco, a fin de que investigue la verdad de los hechos, constituyéndose para el objeto en la citada parcialidad de La Platería (El Comercio, 26 de marzo de 1913).
En el mencionado asalto, el misionero adventista Fernando Stahl y el ilustrado indígena Manuel Zúñiga Camacho, fundador de la escuela, fueron los hombres más buscados por Ampuero para ser eliminados. La denuncia que las víctimas presentaron contra el obispo Ampuero fue increíblemente desestimada por el juez, por la Corte Suprema de Justicia y por la Cámara de Diputados. Pero los sucesos de Platería habían estimulado un acto que sería trascendental para la causa de la tolerancia religiosa en el Perú: el 25 de agosto de 1913 el senador por Puno Severiano Bezada proponía que se eliminara del artículo cuarto de la Constitución de 1860 la frase «y no permite el ejercicio público de otra alguna». El texto de tal histórica iniciativa decía así: Cámara de Senadores: El senador que suscribe, teniendo en consideración que las leyes deben conformarse al espíritu que corresponde a la época en la cual han de regir, propone se reforme la parte terminal de dicho artículo, que dice: «y no permite el ejercicio público de otra alguna», de manera que el referido artículo quedará así: «Artículo 4. La nación profesa la religión católica, apostólica y romana, el Estado la protege» (La Prensa, 25 de agosto de 1913).
La iniciativa fue derivada para su análisis a la Comisión de Constitución, presidida por el doctor Mariano Cornejo. Posteriormente, el proyecto fue remitido a la Comisión de Culto Público y el 3 de octubre de 1913 se dio inicio al debate del proyecto de libertad de cultos. Ante ello, la primera en reaccionar fue la prensa clerical, que alegaba que este ataque satánico hundiría al Perú en una anarquía que la llevaría a la ruina total, que se relajaría la moral y se degradaría la cultura, y la verdadera religión desaparecería.
La promulgación de la libertad de cultos (1915) En 1915, el Perú se encontraba en una situación anacrónica y desventajosa con respecto a las demás repúblicas americanas en lo referente a la libertad de cultos. Las Constituciones políticas del Brasil, Cuba y Estados 170
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Unidos ya habían establecido la separación entre el Estado y las Iglesias. La República peruana era la única que conservaba una ley inquisitorial que prohibía a sus ciudadanos y extranjeros adorar a Dios, según sus luces y conciencia. El Perú era el único país en el mundo civilizado que no había adoptado la tolerancia religiosa, ya que el único otro país en el mundo que no había abrazado esta ley era el Tíbet. Como podemos observar a continuación, las Constituciones de otros países ya se habían a acogido a la ley: Argentina: la Constitución de la confederación argentina dice: Artículo 2. El gobierno federal sostiene el culto católico, apostólico, romano. Artículo 20. Declara que los extranjeros pueden [...] ejercer libremente su culto. Brasil: la Constitución de la República de los Estados Unidos del Brasil, de febrero de 1891, dice: Artículo 72. Párrafo 3. Todos los individuos y confesiones religiosas pueden ejercer pública y libremente su culto, asociándose para ese fin y adquiriendo bienes con tal que observen las disposiciones del derecho común. El Salvador: la Constitución de El Salvador, de 1886, dice: Artículo 12. Se garantiza el libre ejercicio de todas las religiones, sin más límite que el trazado por la moral y el orden público. Estados Unidos de Norteamérica: la Constitución de Estados Unidos dice: El Congreso no dará ninguna ley relacionada con el estable cimiento de religión alguna, o que prohíba el libre ejercicio de ella o que restrinja la libertad de la palabra o de la prensa. México: la Constitución de los Estados Unidos de México, promulgada en 1857, dice: Artículo 6. La manifestación de las ideas no puede ser objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque la moral, los derechos de tercero, provoque algún crimen o delito, o perturbe el orden público (El Comercio, octubre de 1913).
Como puede observarse, el pensamiento en torno a la libertad de cultos era común en todas las repúblicas y se permitía su celebración. En el Perú, este debate, iniciado en octubre de 1913, tuvo serios enfrentamientos entre los diputados, el clero, los liberales y grupos femeninos anclados en diversos sectores. Así, por ejemplo, uno de los grupos más numerosos que protestaba en contra de su promulgación fue el compuesto por las señoras de la Unión Católica, lideradas por la madre, hija política y hermanas del jefe de Estado, señor Pardo, y las esposas de los ministros del
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gabinete, quienes dirigieron un memorial al presidente, el 23 de octubre, bajo los siguientes términos: La Unión Católica de Señoras, y con ella todas las señoras de Lima, nos presentamos ante vuestra excelencia para protestar enérgicamente del ultraje hecho a nuestra religión, a la Santa Sede, al Episcopado y clero nacional, hiriendo el sentimiento católico de la inmensa mayoría del país, en el santuario mismo de las leyes, por los que están encargados de interpretar la voluntad de los pueblos que representan y cuyo mandato han traicionado, alterando violenta y sorpresivamente el artículo 4 de la Constitución del Estado, en la sesión de la honorable Cámara de Diputados, del día 20 de presente. No hay ninguna razón, excelentísimo señor, que justifique este atropello. La libertad de cultos, que puede ser necesaria en los países donde es un hecho la diversidad de ellos, no existe en el Perú donde la religión católica es la única que profesan los peruanos que tienen alguna religión, ni puede tampoco ser un progreso para un país que tiene la felicidad de conservar la fe católica, porque el progreso solo es tal si lleva a la verdad, y la verdad está solo en la religión católica y negar este principio equivale a una apostasía de nuestra fe. Y no solo el bien de la Iglesia, excelentísimo señor, y el sentimiento nacional están interesados en impedir la consumación de esta atentado; hay también un interés de patriotismo, un daño inmenso que evitar, impidiendo que se rompa el único lazo de unidad que hasta ahora que hasta ahora se había mantenido intacto en medio de las discordias que debilitan la vida nacional y que ahora penetrarían hasta el santuario del hogar, pues a nadie se oculta que esta pretendida reforma de la Constitución, por lo mismo que no viene a remediar una verdadera necesidad pública, solo ha nacido del propósito de hostilizar a la Santa Iglesia y favorecer la propaganda de sectas, que, con su contradictoria multiplicidad de ideas y cultos, traen al país un nuevo y más profundo elemento de anarquía y disolución social. Confiamos, excelentísimo señor, en los tradicionales sentimientos de vuestra excelencia, en su respeto por los principios fundamentales de nuestra Constitución y en la gravísima importancia de la causa que defendemos, suplicamos a vuestra excelencia que, haciendo uso de las facultades que la ley le otorga, se digne observar la que ha sido aprobada por la honorable Cámara de Diputados, mutilando el artículo 4 de la Constitución, a fin de que no pase a ser ley del Estado. Es justicia, etc. Lima, 23 de octubre de 1915. Isabel del Valle y Osma, presidenta Manuela M. de Araníbar, primera vicepresidenta Rosa P. de Gonzales Orbegoso, segunda vicepresidenta Consuelo Astete, tesorera [...]
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El Cabildo Abierto de Lima también protestó por la pronta promulgación de la ley. Dirigió una resolución al ilustrísimo señor arzobispo de Lima, monseñor don Pedro Manuel García Naranjo, en términos parecidos a las señoras de la Unión Católica, e indicó que lo único que generaría la promulgación de la ley sería la «división en la familia peruana en las circunstancias más difíciles por las que atraviesa la república». Sin embargo, a pesar de todas estas protestas, la Ley de Tolerancia de Cultos se aprobó el 11 de noviembre de 1915.
Conclusiones En la larga lucha por conseguir la ley de la libertad de cultos, resaltan varios momentos en los que se desencadenan pugnas internas entre diversos sectores de la sociedad, en un primer momento, después de la independencia, amparados en la enseñanza lancasteriana, los predicadores evangélicos introdujeron por primera vez la enseñanza protestante, materializando una prédica de igualdad y unidad en torno a la obra salvífica llevada a cabo por Jesucristo para la salvación de las almas. A esta prédica se unió el colportaje, mediante la difusión y venta de biblias. Desde mediados del siglo XIX se sintieron con mayor fuerza las pugnas entre la Iglesia católica y el avance de la obra evangélica. En un primer momento destacó la prédica liberal en torno a la tolerancia religiosa y luego la obra llevada a cabo por Penzotti, con quien se fundó la Iglesia metodista y se avanzó en la igualdad de matrimonios, que sin embargo tuvo una dura reacción por parte de la Iglesia católica mediante la publicación de El Amigo del Clero. En la primera década del siglo XX existió una clara tendencia anticlerical manifestada en diversas posiciones, como el rechazo a la Compañía de Jesús por parte de la Sociedad de Librepensadores, las continuas denuncias en contra del abuso de los curas por la Asociación Proindígena o los sucesos de Platería, que fueron los indicadores de que el campo para la promulgación de la libertad de cultos había llegado. En este momento se presentó la ley ante el Congreso de la República y en 1913 se amparó la libertad de cultos. No obstante, las pugnas no habían terminado y apenas se iniciaba un camino distinto.
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Recepción: 27/1/2018 Aceptación: 16/3/2018
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Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 177–197 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-177-197
Del radicalismo liberal al anarquismo: vidas paralelas de Christian Dam y Manuel González Prada From liberal radicalism to anarchism: the parallel lives of Christian Dam and Manuel González Prada Juan Carlos Hilario Melgarejo1
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
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RESUMEN
En el presente artículo se presentará la vida del distinguido doctor masón Christian Dam, cuya obra se encuentra inmersa en una vertiente de nuestra tradición liberal: el radicalismo anticlerical. El aporte principal de nuestro personaje es el haber formado la primera organización anticlerical en el Perú, denominada la Liga de Librepensadores del Perú (1897-1904). El accionar anticlerical fue una línea tenue y existió sin ser institucionalizada. La aproximación histórica a los aportes de Dam se realizará utilizando el método comparativo propuesto por el historiador Plutarco. En tal sentido, nuestro personaje a comparar será González Prada. La vida de ambos personajes transcurre en los años finales del siglo XIX e inicios del siglo XX. Finalmente, el argumento transversal del presente trabajo es mostrar la intersección de las vidas de Dam y González Prada en diversos espacios públicos que compartieron, y los cambios ideológicos que van desde el liberalismo hasta el anarquismo. PALABRAS CLAVE
Librepensamiento, Christian Dam, liberalismo, radicalismo, anticlericalismo, anarquismo
1 Licenciado en Historia y egresado de la Maestría en Historia por la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos. Estudios de maestría en Ciencia Política en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Este artículo es parte de la tesis El liberalismo radical y la Liga de Librepensadores del Perú de 1897-1904.
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ABSTRACT
In this article we present the life of the distinguished freemason Dr. Christian Dam, whose works are imbued with a particular aspect of Peru’s liberal tradition: anticlerical radicalism. Dam’s main contribution was the formation of the first anticlerical organization in Peru, known as the League of Free Thinkers of Peru (1897-1904). Previously, anticlerical activism had remained non-institutionalized. Our historical approach to the work of Dam will employ the comparative method proposed by the historian Plutarch, through a comparison of Dam’s work with that of González Prada. The lives of these two figures bridged the final years of the 19th century and the early years of the 20th century. Finally, this article will trace the intersections in the lives of Dam and González Prada across the different public spaces they shared, as well as tracing an ideological journey from radicalism to anarchism. KEYWORDS
Freethinking, Christian Dam, liberalism, radicalism, anticlericalism, anarchism
Introducción Lo que buscamos en este artículo es estudiar la vida política del médico (odontólogo) y activista social del siglo XIX e inicios del siglo XX Christian Dam, quien tuvo por esos años una destacada participación. Sin embargo, al igual que él, otros personajes, como Francisco Bilbao, Mariano Amézaga, Glicerio Tassara, Carlos del Barzo, Pedro Pablo Astete, Leopoldo Urmachea, Alfredo Baldasari, entre otros, no han sido seleccionados2 por nuestros historiadores contemporáneos para ser parte de la historia republicana peruana oficial. Para este acápite utilizaremos la metodología de Plutarco3: Vidas paralelas4. Esto consiste en exponer la biografía de dos personajes de una 2 Esta idea de selección tiene que ver con la denominada objetividad. Según entiendo, esta
neutralidad en las ciencias sociales y en la historia no existe. Al respecto, Nelson Manrique (2010) indica: «No somos pues un sujeto cognoscente situado fuera e independientemente del objeto que estudiamos, sino somos su hechura. El idioma que hablamos, la identidad social que nos define (nacional, étnica, religiosa, de clase, etc.), las categorías con las que intentamos conocer el mundo, las ideologías, imaginarios, representaciones que adscribimos, etc., son hechos sociales que existen desde antes de nuestro nacimiento. 3 Plutarco nació en la región griega de Beocia, probablemente durante el Gobierno del emperador romano Claudio. Realizó muchos viajes por el mundo mediterráneo. Su trabajo más conocido son las Vidas paralelas. 4 Para el presente artículo tomaré como referencia la vida paralela de Demóstenes y Cicerón
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época determinada. La vida de uno se entrecruza con la del otro, y de esta forma una de estas biografías nos ayuda a entender el curso de la otra, para acercarnos a la historia de ambos. Este artificio histórico nos aproximará a la vida de Christian Dam, exmasón, liberal radical y posteriormente anarquista. La referencia comparativa que tomaremos es la figura del reconocido liberal5 y anarquista Manuel González Prada. La comparación de la vida de estas dos grandes figuras emblemáticas (Dam y Prada) de nuestra historia no es casualidad, porque incluso sus contemporáneos, también, solían identificarlos a ambos como paladines contra el clero, por su compromiso consecuente con los ideales liberales, como herederos de la tradición de Condorcet por su lucha de la igualdad de la mujer. Ya a inicios del siglo XX ambos fueron paralelos en su acercamiento al anarquismo y a la acción sindical del incipiente movimiento obrero peruano. Corría el año 1899 y se celebraba el segundo aniversario de la Liga de Librepensadores del Perú, una institución anticlerical. En las intervenciones se resaltó la contribución de estos dos liberales radicales en la lucha contra la tradición conservadora clerical del Perú. Así, el conocido liberal Alberto Químper manifestó: En la triste historia del liberalismo patrio se destacaban en la actualidad dos prominentes figuras, que, con clara inteligencia y fe inquebrantable, conducían a las huestes liberales por la senda del triunfo: el señor doctor Christian Dam, que simboliza la actividad y la firmeza del carácter, y el señor Manuel González Prada, la inteligencia, el pensamiento (El Libre Pensamiento, 4 de noviembre de 1899).
Estas palabras de Alberto Químper son muy significativas al referirse a Christian Dam: «Simboliza la actividad y la firmeza del carácter». Como veremos más adelante, Dam no fue un hombre únicamente de palabra, sino un intelectual fundido e identificado con la problemática del Perú y su vida. Paralelamente a las otras que le son contemporáneas, buscó orientarla a la solución de los problemas que atravesaba el Perú a finales del siglo XIX. En este mismo evento, el señor Leopoldo A. Pérez improvisó un interesante discurso:
hecha por Plutarco, ya que considero la más adecuada para nuestro trabajo. El propio Dam, en el trascurso de su agitada vida pública en el Perú, escribió con el seudónimo de Demóstenes en varios periódicos limeños. Además, nos parece que la vida de Cicerón se puede acercar a la González Prada, en parte, principalmente, por su origen nobiliario. 5 Un trabajo orgánico sobre el González Prada liberal es el libro de Hugo Pereyra Plasencia, Manuel Prada y el radicalismo peruano.
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Que el doctor Dam y el señor González Prada se complementaban, porque el uno representaba la acción, el carácter; y el otro la teoría propagandista; es decir, la campaña de su bien cortada pluma; y que a este paso, unidos ambos, se triunfaría fácilmente del enemigo (El Libre Pensamiento, 4 de noviembre de 1899).
González Prada tenía un año en el Perú tras su regreso de Europa luego de un largo periplo de casi ocho años (1891-1898) por el Viejo Continente. Se encontró con una robustecida institución liberal: la Liga de Librepensadores del Perú. Y, seguramente, emocionado por el aniversario de esta organización, se convirtió también en un espacio de reconocimiento a su persona por la agitada lucha social en nuestro país. Estas son algunas palabras que pronunció en ese día: Que liberal de corazón; se adhería íntegramente a nuestra propaganda, pues ya tenía la satisfacción de ser considerado como miembro honorario de la Liga, pero que, desde este momento se declaraba miembro activo, para cuyo efecto firmaría el acta correspondiente (El Libre Pensamiento, 4 de noviembre de 1899).
Con este pronunciamiento de don Manuel, empezamos al desarrollo de las vidas paralelas de estos dos grandes hombres ilustres de finales del siglo XIX.
Christian Dam (1852-1920) Nació el 29 de agosto de 1852 en la isla del Caribe de Saint Croix (bajo dominio de Dinamarca). Dam menciona al respecto: «Mi padre era dinamarqués; mi madre, inglesa; y mis abuelos, alemanes e ingleses, [y tengo] parientes cercanos hoy día en Alemania. A los 14 años de edad abandoné la isla de Saint Croix y a los 18 años de edad llegué a conocer la Perla del Pacífico»6 (El Libre Pensamiento, 2 de febrero de 1901). Para 1867, el joven Dam llegó a un convenio con el doctor cirujano dental Miguel V. Crespo. En virtud de tal acuerdo, Dam «se consagró al estudio de la cirugía dental, bajo la inmediata enseñanza de aquel doctor, con la obligación de servirle gratuitamente, en la oficina, por el doble del tiempo que durase el aprendizaje»7 (El Libre Pensamiento, 30 de enero de 1897). Esta relación concluiría con la práctica y la recepción profesional. Dam llegó a Lima a los 19 años. Para ejercer en el Perú debió obtener un diploma otorgado en la Sección de Odontología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Rindió un examen de suficiencia académica y
6 «Un escritor yankee y nuestro director». 7 «Hombre formado por sí mismo».
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práctica que pasó satisfactoriamente, como consta en la recepción profesional del 15 de noviembre de 1872. Luego, esa casa de estudios le entregó el título profesional de cirujano dentista. Esta designación está constatada en un reporte del diario La Prensa del 18 de setiembre de 1918.
Espacios públicos: del radicalismo liberal al anarquismo Su ingreso a la masonería limeña a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX marcó el inicio de una reflexión sobre el país. En junio de 1875, Dam era parte de la Logia Alianza y Firmeza Nro. 16. Pertenecía a la jurisdicción del titulado Gran Oriente, una de las 19 que existían en aquellos años en Lima, y que estaban en disputa por la hegemonía masónica. Dam sobresalió al interior de esta logia y cumplió un papel protagónico en la historia de la masonería con el transcurrir de los años. El 5 de abril de 1879, Chile declara la guerra al Perú. Un mes después, Christian Dam decide adquirir la nacionalidad peruana. Según el editorial del periódico El Libre Pensamiento (26 de enero de 1901), que lleva por título «Reacción noble», se nacionalizó peruano en mayo de 1879. Una vez obtenida la nacionalidad, participó activamente en el servicio de sanidad. En aquellos tiempos Lima contaba con tan solo siete dentistas y uno de ellos era el célebre Christian Dam, de ideas muy liberales (Arias Schreiber y Zanutelli, 1984, p. 5). Paralelamente a la guerra que la nación peruana atravesaba, ocurren enfrentamientos en el mundo masónico. En medio de estas pugnas internas, Dam dirigió la Logia Orden y Libertad Nro. 2 junto con Federico Ego-Aguirre, quienes dieron unidad a los francmasones y repotenciaron la doctrina. Surgió por entonces la Revista Masónica, que buscó apoyar la causa de la unidad masónica. Chocano indica: «La Revista Masónica, que se comenzó a publicar regularmente en febrero de 1882, bajo la dirección colectiva de Christian Dam, Eduardo Lavergne y J. A. Ego-Aguirre; a partir del cuarto número quedó bajo la sola responsabilidad de Lavergne hasta 1896» (Chocano, 2010, p. 16). El derrotero final de estas luchas intestinales fue la formación de la Convención Masónica en marzo de 1882, formada por cinco logias revolucionarias8, bajo la presidencia de Francisco Iriarte y la vicepresidencia de Christian Dam. Esto daría origen a la Gran Logia del Perú, que se instaló
8 Estas logias fueron Orden y Libertad, Orden y Libertad del Gran Oriente, Virtud y Unión,
Partenón, Alianza y Firmeza.
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el 25 de marzo de 1882 y que tuvo como primer gran maestre masón al doctor Antonio Arenas9 (1808-1891). Luego de la guerra con Chile, uno de los sucesos que marcó la vida de Dam fue la acción de protesta contra la permanencia de los jesuitas en el Perú, durante el Gobierno de Cáceres (segundo militarismo). Años después, escribió dos textos que tratan sobre este hecho histórico. Uno de ellos es la Historia de los jesuitas en el Perú y el otro es Breve reseña sobre las historia de los jesuitas. El doctor Christian Dam tuvo participación activa en esta campaña contra los jesuitas, junto con figuras de la masonería como José Gálvez, Ricardo Palma, el general César Canevaro, Carlos Paz Soldán10 y las fuerzas del radicalismo liberal anticlerical. ¿Cómo se desencadenaron estos hechos? ¿Y qué expresa la lucha contra los jesuitas en el Perú? La disputa nació luego del derrocamiento de Iglesias en la Huaripampeada: Uno de los hechos más notables, casi a inicios del Gobierno de Cáceres (1886), que enfrentó a los viejos y nuevos sectores portadores de ideales secularizadores y a los grupos católicos, dejando traslucir una época cargada de fuerte conciencia modernizante, fue sin duda el problema que generó la publicación del texto escolar de historia del jesuita P. Ricardo Cappa, Historia compendiada del Perú, en el cual se critica severamente el movimiento emancipador y los Gobiernos republicanos, elogiando de paso la época colonial y su legado. La tradición educativa, forjada a la sombra de un liberal como Sebastián Lorente, había logrado imprimir un cierto olvido del pasado español, de modo que el texto de Cappa, revalorizando el tema e incluso imprimiendo un aire apologético sobre la herencia hispánica, provocó el escándalo. Por supuesto que detrás se encontraba el cierto desagrado percibido entre muchos sectores influyentes de la sociedad, a la vuelta de los jesuitas y a la apertura de colegios. La vieja bandera antijesuita pudo levantarse entonces a raíz de este caso (Armas, 1998, pp. 124-125).
Este suceso histórico de organización popular contra los jesuitas —y principalmente contra el padre jesuita Cappa— fue explicado por Dam en su texto Breve reseña sobre la historia de los jesuitas. Christian Dam manifiesta sobre este hecho: el insigne literato limeño don Ricardo Palma
9 Según la relación de masones ilustres, publicada como parte del libro de Carlos López
Albújar (Masones y masonería en el Perú), Antonio Arenas (1808-1891) fue abogado de profesión, fundador y primer gran maestre de la Gran Logia del Perú (1882-1885), rector del Convictorio de San Carlos, ministro de Estado (1863 y 1872), vocal de la Corte Suprema (1870) y presidente de la Asamblea Constituyente (1883). 10 Esto es afirmado por el masón Carlos López Albújar en Masones y masonería en el Perú y por el propio Christian Dam en Breve reseña sobre la historia de los jesuitas.
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publicó el 15 de julio de 1886, en las columnas de El Nacional de Lima, una brillante refutación contra las doctrinas antipatrióticas de ese jesuita. Esa refutación mereció los honores de ser impresa en un folleto y distribuida al pueblo gratuitamente. Larrabure y Unanue también combatió al padre Cappa. La juventud liberal, justamente indignada, proyectó un mitin popular para el domingo 25 de julio de 1886, para cuyo efecto se hizo circular con toda profusión el boletín siguiente: Gran mitin popular. La juventud de Lima y los alumnos de la universidad invitan a los ciudadanos de esta capital al mitin que tendrá lugar el próximo domingo en el teatro Politeama, a la 1 p.m., con el objetivo de pedir el cumplimiento de la ley respecto a los jesuitas en el Perú. Lima, 17 de julio de 1866. La Comisión.
Al respecto, escribió Dam: Por circunstancias ajenas a la voluntad de los invitantes, no tuvo éxito dicho mitin. Varios peruanos ocupaban la prensa con sus artículos contra la Compañía de Jesús, entre los que tuve el honor de figurar, en Lima, escribiendo bajo mi conocido seudónimo de Demóstenes, en El Comercio y El Nacional (Dam, 1907, p. 20).
Los masones de las diferentes logias saludaron la actitud de Ricardo Palma11 en su lucha contra los jesuitas, ya que por cuestiones de principios compartían y apoyaban esta gesta en pos del cumplimiento de la ley para la expulsión de esta orden religiosa. Sobre esto, en una sección denominada «Intereses generales» de El Comercio, se puede apreciar: Luego del 26 de julio en el teatro Politeama, ocurrió un evento importante en nuestra historia. Todas las fuerzas antijesuitas (las logias masónicas, fuerzas liberales, radicales) —más de 2000 personas— se reúnen para redactar un memorial que se entregaría al presidente y al Congreso.
Al final, «el resultado de todo fue la segunda expulsión de la Compañía de Jesús, aquel mismo año. Sin embargo, a todas luces era evidente que el Gobierno actuó presionado por las circunstancias, pues no tuvo mayor inconveniente en aceptar su regreso al año siguiente» (Armas, 1998, p. 126). El 23 de octubre de 1886 la Cámara de Diputados aceptó la expulsión de los jesuitas y al día siguiente lo hizo la Cámara de Senadores, pero Andrés
11 Ricardo Palma fue un liberal y masón connotado durante largos años. Según lo indica
Oswaldo Holguín, Palma ingreso a la Logia Concordia Universal el 4 de julio de 1855. Luego, pasó la a logia limeña Virtud y Unión Nro. 3, donde tuvo el grado de maestro masón (Holguín Callo, 1994, p. 629).
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Avelino Cáceres no quiso firmar su expulsión. «Se reunió con los superiores de la orden en la provincia y acordaron que lo mejor era el retiro temporal del Perú, hasta que los ánimos y animadversiones contra esta se aquietasen. Los jesuitas partieron con dirección a Bolivia y Ecuador, para que luego algunos marcharan a España» (Torrejón, 2014, p. 80). Para 1891, las fuerzas del radicalismo liberal, formarían el Partido Unión Nacional, encabezada por la figura de Manuel González Prada. Estaba integrado por un grupo heterogéneo: estudiantes, profesionales de Lima y otras regiones del país. En la lista del comité (Sánchez, 1986, p. 143) se observan algunos nombres que nos interesa resaltar, ya que serán parte de la Liga de Libre Pensadores del Perú: Christian Dam (cirujano dentista), Alberto Químper (abogado), Francisco Mostajo (orador y polemista arequipeño), Benjamín Pérez Treviño12 (periodista y masón), José B. Ugarte (abogado). Paralelamente al apoyo que Dam entregó al Partido Unión Nacional, continuó su gestión dentro de las filas de la masonería. De esta manera, luego de casi 20 años de vida en la masonería, Christian Dam fue elegido en marzo de 1896 el gran maestre de la Gran Logia de los Antiguos Libres y Aceptados Masones de la República del Perú. Producto del trabajo realizado durante un año dentro de la Gran Logia del Perú, el doctor Dam fue reelegido para el cargo de gran maestre en el periodo 1897-1898. En su segunda gestión, sus decretos de mayor impacto dentro de la masonería fueron cambiar la bíblica de aras masónica por la Constitución Masónica y cambiar la palabra biblia por Constitución la Gran Logia del Perú en los rituales. La reacción no se hizo esperar. Varias facciones opositoras organizadas en sus respectivas logias desacataron el proyecto de Dam y pusieron en tela de juicio, incluso, la soberanía de Gran Logia de Perú si se ponían en práctica las reformas. Fue el caso de la fuerte oposición liderada por la logia de Kosmos Nro. 7 y secundada por otras logias limeñas. Al final, la renuncia de Christian Dam del cargo de gran maestre generó el apartamiento de otros hombres de la masonería. Estos personajes buscarían desarrollar un nuevo espacio que cobijaría sus intereses por difundir las ideas liberales radicales con esencia anticlerical. De esta manera, apareció la Liga de Librepensadores del Perú. La gran huella liberal dejada por Christian Dam, a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, fue la Liga de Librepensadores del Perú, fundada el 30
12 Según Carlos López Albújar, perteneció a la Respetable Logia Virtud y Unión Nro. 3 y fue
gran maestre (1924-1928).
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de octubre de 1897. ¿Qué fue? Una institución que generó un nuevo espacio alternativo de sociabilidad moderna, y anticlerical. Además, por primera vez en nuestra historia republicana, se dio la institucionalización del anticlericalismo en nuestro país. Su labor se adscribe de 1897 a 1904, año en que fue cerrada por el Gobierno aristocrático de José Pardo y Barreda. La Liga de Librepensadores, como institución que difunde y propaga ideas liberales, tuvo su sede en Lima; sin embargo, a poco tiempo de su creación, descentralizará sus acciones y organización al interior del país. Así lo demuestran las páginas de El Libre Pensamiento: La feliz iniciativa en virtud de la cual queda constituida en Lima la Liga de Librepensadores empieza a tener eco en las demás circunscripciones de la república. No hace 15 días que se llevó a cabo la idea; sin embargo, dentro de poco la veremos germinar en todas partes. Así lo demuestra el entusiasmo con que se viene acogiendo, entusiasmo de que es una muestra la actitud asumida en Yauli por un grupo de patriotas liberales, que han querido ser los primeros en organizarse, manifestando así la nobleza de sus propósitos que lo anima. Para ellos no tenemos más que palabras de gratitud y elogio (El Libre Pensamiento, 11 de diciembre de 1897).
Al comenzar el siglo XX, la inversión capitalista trajo problemas económicos y sociales, que comenzaron a acentuarse en nuestro país: el enganche, la falta de derechos laborales, la situación de la mujer, etc. Entonces, esta coyuntura generaría nuevas reflexiones en nuestro país bajo los ideales anarquistas. Así, la vida del doctor Dam daría un viraje hacia el anarquismo. Para seguir refiriéndonos al anarquismo como ideología y su vínculo con el doctor Dam, sería necesario plantearnos la siguiente interrogante: ¿fue original el pensamiento anarquista peruano? En realidad, los documentos doctrinarios eran traducidos o reproducidos de otras revistas o libros, y los anarquistas peruanos básicamente eran prácticos e inmersos en la lucha social. No obstante, aquí hubo algunos ideólogos; entre los intelectuales estaban González Prada, Glicerio Tassara, Christian Dam, Ismael Gacitúa, entre otros; y también los obreros Manuel Caracciolo Lévano y su hijo Delfín, Eulogio Otazu, Nicolás Gutarra, etc. En realidad, ellos pensaron y criticaron a partir del modelo ideológico antiautoritario que llegaba de Europa; no obstante, cuando teorizaban, lo hicieron desde los problemas propios de nuestra realidad. A pesar de esto, creemos que es justo decir que un aporte original de este movimiento es la enorme vitalidad artística y literaria, el intento sin precedentes en nuestro país por crear una cultura nueva, revolucionaria, una cultura popular inspirada en la libertad y en la justicia social» (Lévano y Tejada, 2006, p. 49). Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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El vínculo del doctor Dam con los ideales anarquistas es innegable. Este contacto fue de múltiples formas: a través de los centros de estudios obreros, erogaciones voluntarias, como conferencista, mediante artículos en diversos periódicos ácratas, etc. Todo este accionar del doctor Dam queda atestiguado históricamente en los periódicos de la época (Los Parias, El Hambriento, El Oprimido, Humanidad, etc.). ¿Cuál fue la relación del primer periódico ácrata Los Parias y Dam? Al parecer, muy buena, teniendo en cuenta que muchas de las figuras en la redacción de este periódico anarquista eran integrantes de la Liga de Librepensadores del Perú, como es el caso de Glicerio Tassara, Carlos del Barzo, Alfredo Baldassari, Pedro Pablo Astete, etc. Además encontramos notas de reconocimiento al trabajo de su exdirector de la Liga. Por ejemplo, podemos leer en el artículo «Notas y apuntes» de julio de 1904: El 27 de junio ha conmemorado su octavo aniversario el Libre Pensamiento; y al saludar al colega de la cruzada anticlerical nos hacemos un deber: el reconocimiento y el aplauso. Sin un carácter firme y tenaz como el de su director, vida tan larga hubiera sido imposible ante las tempestades clericales desatadas en su contra.
Por aquellos años, el joven movimiento anarquista buscó consolidarse teniendo como eje fundamental los Centros de Estudios Sociales Obreros, donde debatían ideas y realizaban conferencias, actos culturales, etc. Dam comentó su participación en el Centro de Estudios Humanidad («Fui invitado por el Centro Humanidad para dar la conferencia antijesuita que se llevó a cabo el 14 de julio de 1907») en marzo de 1908 en el periódico El Oprimido, el órgano difusor a lo largo de su existencia de los centros de estudios obreros. Recordemos que antes de 1908 este periódico pertenecía al Centro de Estudio Socialista 1 de Mayo y luego formó parte del Centro de Estudios Sociales 1 de Mayo. Dam estuvo presente en estas dos organizaciones obreras tanto como conferencista o como escritor. Podríamos hacer una acotación del pensamiento de Dam: con el transcurrir los años se observa un mayor acercamiento a los ideales libertarios. Sin embargo, conserva su argumento anticlerical, como el elemento medular; Pero unido a esto se cuestiona al Estado y al capital imperialista. Elementos distintos a su etapa de librepensador. Se puede constatar una constante participación como redactor en el periódico ácrata El Oprimido, el órgano del Centro de Estudios Socialista 1 de Mayo, Defensor de los Trabajadores:
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En «Frutos de la escuela católica» (setiembre de 1907), Dam cuestiona el artículo del periódico Opinión Nacional, según el cual dos jóvenes cometieron crímenes supuestamente por no haber recibido una educación católica. Dam sostiene que la educación católica no asegura Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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conductas a favor del «prójimo» y nombra los crímenes realizados por sacerdotes del clero católico en diferentes partes de Europa. En «Pro-Nakens» (abril de 1902), Dam se solidariza con el director del periódico de Madrid El Motín, José Nakens.
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Con el surgimiento de un nuevo Centro de Estudios Sociales 1 de Mayo, como organizador de El Oprimido, el vínculo de Dam continúa. Al respecto, Delfín Lévano indica que el 18 de febrero de 1908, «se fundó en esta ciudad el centro de Estudios Sociales 1 de Mayo, nacido de la fusión del Grupo Libertario Humanidad y el Centro Socialista 1 de Mayo, a los que se sumaron nuevos compañeros venidos de Vitarte»13. Por aquellos años, el Grupo Humanidad y el periódico del mismo nombre estaban bajo la dirección del artesano Carlos del Barzo, antiguo colaborador de la Liga de Librepensadores del Perú. El comité administrativo está integrado por el «secretario del exterior Sixto Rojas, secretario del Interior Herminio Gonzáles, bibliotecario Hugo Cuffini. Administradores: Víctor Gonzáles y Delfín Lévano, y tesorero: Manuel C. Lévano»14 (El Oprimido, febrero de 1908). En los trabajadores de aquellos años está muy clara la solidaridad de la clase obrera. Al respecto, Luis Tejada indica que la comunicación entre libertarios es muy fluida. «Fue así que en 1908 la Federación Obrera de Río de Janeiro invitó a los anarquistas peruanos a adherirse a manifestaciones por la paz sudamericana ante el avance del belicismo en América Latina» (Tejada, 1988, p. 287). El centro de Estudios Sociales 1 de Mayo aceptó la invitación y el 16 de diciembre realizó una velada literaria musical. En este evento participó el doctor Dam con la conferencia titulada «El hogar y el confesionario», junto a Leopoldo Urmachea, José Ugarte, entre otros personajes. La conferencia del doctor Dam fue publicada por el periódico El Oprimido y en ella podemos observar cambios claros en cuanto a su visión de los grandes problemas de la sociedad peruana. No se trataba únicamente del clero, como sostenía cuando era jefe de la Liga de Librepensadores del Perú, sino que existían otras grandes rémoras: el capital (inversión imperialista) y el Estado republicano. Esto indica el viraje de ser liberal-radical hacia el ser libertario. El 30 de enero de 1909, se publicó en el periódico El Oprimido la invitación a una velada artística que se desarrollaría el 13 de febrero de ese año. En el comunicado consta el programa y la participación de Dam como conferencista.
13 «La Protesta: Datos históricos». La Protesta, febrero de 1920. 14 «Unificación».
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Programa 1. Himno «Los trabajadores» por la orquesta 2. Discurso del doctor Christian Dam 3. Tema «La esclavitud del salario» por el compañero Ricardo Castañeda Pozo 4. Pieza musical El 13 de febrero de 1909 se organizó una velada literaria artística para la inauguración del nuevo local y la biblioteca del Centro de Estudios Sociales 1 de Mayo. La actividad se inició con la participación de la estudiantina que desarrolló con entusiasmo las notas del himno «Hijos del pueblo». Disertaron: Ismael Gacitúa sobre la importancia de la educación de la mujer; Luis Olea, acerca del superhominismo; y el doctor Christian Dam, quien reflexionó sobre la mujer y la religión. El periódico El Hambriento (marzo de 1909) manifiesta sobre Dam lo siguiente: Hablo enseguida el viejo luchador, el incansable propangandista del libre pensamiento, doctor Christian Dam, quien en un categórico discurso puso de manifiesto la necesidad de que la mujer abandone el prejuicio religioso a fin de verse libre de las asechanzas de los sodomistas ensotanados, continuando su peroración no pocos pensamientos esencialmente revolucionarios»15.
Cerramos estas ideas planteando que la huella que dejó la ideología anarquista en Christian Dam fue indudable. El pensamiento ácrata era una nueva forma de acercarse a los nuevos problemas que el Perú atravesaba por aquellos años ante el ingreso del capital extranjero y la proletarización de los trabajadores peruanos.
Muerte de Dam Las decisiones y las acciones que nuestro ilustre liberal y anarquista tomó en su vida le trajeron múltiples opositores y detractores. La visión negativa de un sector de la masonería persistía todavía en algunos. Esta perspectiva se puede apreciar, claramente, en la obra del masón Carlos López Albújar La historia de la masonería en el Perú, muy citada en nuestro medio. López Albújar indica que el retiro de Christian Dam de la Gran Logia del Perú fue la causa principal del decaimiento de esta organización. Indudablemente, los miembros de la Iglesia católica en el Perú en su momento anatematizaron su obra, su periódico y a la Liga de Librepensadores del Perú.
15 «La velada del 13».
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A favor de la obra de Dam estuvieron siempre aquellos hombres y organizaciones que respaldaron el progreso de la sociedad peruana: librepensadores, liberales, masones16, anarquistas, la joven clase obrera, etc. El cirujano dentista Christian Dam falleció a los 68 años. El deceso ocurrió en Lima, el mediodía del 26 de abril de 1920. Recordemos que dos años antes había fallecido el señor Manuel González Prada. La muerte de Dam no pasaría en forma silenciosa, sino que causaría tristeza, melancolía entre muchos hombres y mujeres que buscarían luego continuar su legado en el Perú. Los diferentes diarios capitalinos comentaron la lamentable muerte de este ilustre personaje de fines del siglo XIX y principios del siglo XX. El diario La Prensa, por ejemplo, en su espacio «El día social» del 26 de abril de 1920, expresó: Hoy ha dejado de existir el doctor Christian Dam, decano de los cirujanos dentistas del Perú y ciudadano lleno de merecientes, que se distinguió siempre por su sincero y ferviente amor a la causa del progreso humano, y por los intereses de esta patria que él le llamo suya desde que se radicó en su suelos. La noticia de su muerte ha de producir hondo pesar no solo en Lima, sino en toda la república y fuera de ella, pues el prestigio del doctor Dam como hombre virtuoso e infatigable luchador y notable intencionado era conocido en todo el mundo liberal.
Manuel González Prada (1844-1918) La obra de González Prada ha sido ampliamente estudiada y debatida en estos últimos años desde diferentes puntos de vista por parte de las ciencias sociales. Con el objetivo de comparar las vidas tanto de González Prada como de Dam, segmentaré la vida del primero, tomando como referencia la periodificación hecha por David Sobrevilla. Siguiendo a Sobrevilla (2009, pp. 21-22), la obra de González Prada pasó por cuatro grandes periodos:1) los años de formación (1844-1879), 2) el periodo radical-positivista (1879-1891), 3) los años europeos, y 4) el periodo radical-anarquista (1898-1918). Lo que nos interesa en esta parte es entrelazar la vida y la obra de González Prada con Dam, desde los años de la Posguerra hasta los primeros años del siglo XX, ya que estos dos ilustres intelectuales y políticos compartieron espacios e ideas acerca del Perú.
16 En la página oficial de la Gran Logia del Perú existe una visión positiva de la obra como
gran maestre del doctor Christian Dam.
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El 5 de enero de 1844 nació en Lima José Manuel de los Reyes González de Prada17, dentro de una familia de abolengo aristocrático de origen español, conservadora y católica. Se preparó en los mejores espacios educativos de aquellos años: el Seminario de Santo Toribio de Mogrovejo, el Convictorio de San Carlos, etc. Por lo tanto, desde la niñez se fue relacionando con algunas personas que serían las futuras figuras conservadoras de la política y del clero peruano. Y «durante 10 años estuvo consagrado a trabajos agrícolas en Mala, al sur de Lima. En la Guerra del Pacífico concurrió a la batalla de Miraflores, y forma parte de la guarnición de la batería el Pino. Durante la ocupación chilena estuvo encerrado en su domicilio, consagrado a los estudios literarios y no salió a la calle hasta que los chilenos desocuparon Lima» (Paz Soldán, 1917, p. 212). La primera organización en la cual participó Manuel González Prada fue el Club Literario, que representó el espíritu conservador de la época. Estaba vinculada al poder oligárquico civilista peruano y a sus intelectuales. Sin embargo, su participación dentro de este espacio tendría a ser un «corsé» para el espíritu crítico y cada vez más radical de don Manuel. Por ello, decidió romper con esta organización y luego fundar con otras figuras del momento el Círculo Literario, el 30 de octubre de 1885, durante el Gobierno de Andrés A. Cáceres. Luis Alberto Sánchez (1938, p. 13) indica que el Círculo Literario produjo grandes personalidades que luego serán parte de la literatura y de la política, como el poeta e historiador Germán Leguía y Martínez, Carlos Germán Amézaga, Alberto Gamarra El Tunante, Enrique López Albújar, Benjamín Pérez Treviño, etc. En julio de 1888, se realizó en el teatro Politeama una actuación literario-musical para conmemorar las Fiestas Patrias y recolectar fondos para el rescate de Arica y Tacna. La actividad empezó con el discurso, que se ha hecho inmortal, de Manuel González Prada. Este resumió en una frase celebre la actitud de su generación: los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra. Para los responsables del desastre peruano no había otro camino que el silencio, la muerte en vida. La reconstrucción era obra de los nuevos valores (Sánchez, 1938, p. 11).
17 Sobrevilla, David y Manuel Zanutelli afirman que durante mucho tiempo la fecha de su
natalicio fue errada. Se pensaba que era el 6 de enero de 1848, hasta que se consignó la partida original de nacimiento del propio González Prada.
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En 1891, González Prada18 pasó de la acción literaria radical a la actividad política dentro de los marcos del liberalismo radical. El partido Unión Nacional agrupaba, al parecer, a las fuerzas más progresistas que provenían del Círculo Literario, cuya principal figura era el señor González Prada19. Sin embargo, desde el inicio aparecieron algunas controversias entre don Manuel y algunos integrantes del partido. Por ejemplo, con respecto al nombre del partido, para González Prada debería denominarse Partido Radical, pero para otros era un nombre que podría «ahuyentar» algunos posibles adherentes. Al respecto, Adriana Verneuil indica: Desde un principio él había querido llamarlo francamente Partido Radical y que su solo nombre fuese su bandera, pregonando claramente sus ideales y sobre todo el no ser un partido personalista como los demás existentes. Mucha resistencia encontrará en todos, pretendiendo que solo ese nombre asustaría a las gentes timoratas que tanto abundaban en el Perú. Por el contrario, proponían un nombre anodino, que disimularía sus propósitos radicales. Al final Manuel aceptó el de Unión Nacional, propuesto por otros (Verneuil, 1947, p. 176).
Hugo Pereira, siguiendo a Basadre, afirma que la Unión Nacional fue una nueva línea del liberalismo que se desarrolló en nuestro país, el radicalismo. La Unión Nacional se parece más a Bilbao y Amézaga que a los movimientos liberales, no solo en su fisonomía ideológica, sino también en su acción. Como Bilbao y Amézaga, significó el repudio de los políticos consagrados y, aunque su programa no lo dijera expresamente, tuvo como directiva esencial el ataque al catolicismo. Superó, sin embargo, a Bilbao y Amézaga, en su sentido de cohesión, no obstante el hecho de ser también un sector diminuto; los superó igualmente en la perduración de su propaganda que, a pesar de cierta discontinuidad, se prolongó hasta principios del siglo XX; y los superó sobre todo por la obra de González Prada, en la perdurabilidad de sus escritos más selectos y en la profunda influencia que, al cabo de muchos
18 Sobrevilla hace referencia a la entrevista (1916) de Félix del Valle al señor González Prada,
donde se anota de su paso de la literatura a la vida política: «Que en realidad no me subyuga que como ideal detesto. A tantos y a tan insistentes requerimientos del compacto grupo de mis amigos accedí organizando el partido que usted acaba de nombrar [la Unión Nacional] [...] Y añade [...] ese partido debió ser radical. Yo había formulado un programa, a base de radicalismo que conservo. Nunca lo hice público, sin embargo» (Sobrevilla, 2005, p. 39). 19 Basadre indica que González Prada es la figura más descollante tanto del Círculo Literario como del partido Unión Nacional, por su agitada actividad intelectual crítica. «Sus discursos y artículos de marmóreo estilo fustigaba no solo al vencedor de la guerra de 1879, sino a todos los políticos peruanos y a la viejo generación» (Basadre, 2005, tomo X, p. 176).
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años, llegaron ellos a ejercer sobre las jóvenes generaciones (Basadre, 2005, tomo X, p. 176).
Sin embargo, luego de algunos meses de su fundación, González Prada decidió viajar a Europa con su familia. El novel partido tuvo dificultades para continuar la línea crítica dejada por don Manuel. ¿Qué lo impulsó a marchar a Europa? Al parecer fueron varios elementos que se presentaron y que lo llevaron a tomar esta opción que fue considerada la mejor para él y su familia en ese momento. Bosquejaré algunas aproximaciones para dar solución a la pregunta. Las contradicciones dentro del partido Unión Nacional existieron indudablemente, como lo dice Adriana Verneuil en Mi Manuel, pero dudo de que haya sido el primer motor para su viaje a Europa. Me inclinaría a pensar que estuvo centrado en resolver cuestiones personales. Es decir, la solución inmediata a estos problemas era Europa. Sus dos primeras hijas habían muerto en Lima y existía una desconfianza de lo que podía pasar con el tercero, según Luis Alberto Sánchez. Otro factor importante fue su interés de acercarse a la cultura europea. Béatrice Chenot señala al respecto: El viaje a Europa corresponde a un deseo de distanciarse de la realidad peruana, para colmar anhelos insatisfechos hasta ese momento: conocer a escritores, leer obras inasequibles en una biblioteca limeña, seguir gracias a la prensa el debate de ideas que inervan una actualidad polémica e inciden en los acontecimientos políticos. Con el propósito de observar en concreto la vida diaria de las gentes en Europa, el viaje se erige así en ejercicio impostergable de observación, ya no de hechos de la vida política y mundana de las élites, sino más bien del pueblo, en su devenir cotidiano, sus luchas por avances sociales (Chenot, 2006, p. 33).
Primero, Francia y luego España será parte del circuito visitado por nuestro personaje. Su recorrido por España será narrado por su esposa Adriana Verneuil. Luis Alberto Sánchez menciona que su estancia en la ciudad catalana de Barcelona fue determinante para sus ideas anarquistas: «En Barcelona se fortaleció el anarquismo de González Prada; allí nació el seudónimo de Luis Miguel con que firmaría en Germinal y Los Parias» (Sánchez, 1986, p. 205).
De regreso al Perú En 1898, cuando González Prada retorna a Lima, un nuevo núcleo dirigía el «alicaído» partido Unión Nacional, bajo la presidencia del ingeniero José Balta. También González Prada se encontró con una robustecida institución liberal anticlerical denominada la Liga de Librepensadores del Perú. 192
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La primera conferencia que brinda luego de su regreso se tituló «Partidos y la Unión Nacional». David Sobrevilla pone de relieve que don Manuel ha unido a su discurso crítico nuevos elementos ideológicos. Por ejemplo, parafraseó en su discurso al social demócrata Karl Liebknecht en el siguiente enunciado. Por eso, el mundo tiende hoy a dividirse no en republicanos y monárquicos ni en liberales o conservadores, sino en dos grandes fracciones: los poseedores y los desposeídos, los explotadores y los explotados (González Prada, 2010, p. 31).
La segunda conferencia de González Prada en Lima fue proyectada para el 28 de agosto de 1898, en el teatro Politeama. Era organizada por la Liga de Librepensadores del Perú, dirigida por el doctor Dam y Glicerio Tassara. La conferencia se titulaba «El librepensamiento en acción», pero la actividad fue prohibida por Gobierno oligárquico de Piérola. Luis Alberto Sánchez cuenta que: El ministro de Gobierno, un señor De la Puente, ordenó que la Policía rodease el Politeama, y desde la plaza de la Micheo hasta la de la Exposición, cordones de cachacos, vara en mano y revólver en el cinto, impedían la formación de grupos y el paso de nadie a la zona del teatro (Sánchez, 1986, p. 223).
Karen Sanders indica: En 1902 se apartó del partido para acercarse al anarquismo y proclamar la necesidad de la unidad del intelectual y el obrero. La trayectoria política de González Prada acabó, pues, en el rechazo total de la política y la adhesión al individualismo anarquista sin patrias y naciones (Sanders, 1997, p. 234).
David Sobrevilla señala: Después de desligarse [González] Prada de la Unión Nacional se afirmó su vínculo con los anarquistas: la mayor parte de los artículos que después se reunieron en Anarquía los escribió a partir de 1904. Como hemos manifestado, precisamente este año se formó la Unión de Trabajadores Panaderos del Perú y don Manuel comenzó a dirigir el semanario Los Parias, que duró dos años. [González] Prada pudo dar a conocer su opinión en ambos medios (Sobrevilla, 2009, p. 64).
Ángel Cappelletti manifiesta que González Prada: fue concediendo cada vez mayor atención a lo que por entonces solía llamarse la cuestión social. Comenzó a denunciar la explotación de los indios, se preocupó por la miseria de los trabajadores urbanos y rurales, alentó la formación de sociedades de resistencia en la naciente clase obrera, cuestionó con más vigor que nunca el poder político Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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y la esencia misma del Estado, más allá de todos los matices jurídicos y constitucionales (Cappelletti, 1990, p. 151).
Su relación con el anarquismo se estableció como redactor del periódico ácrata Los Parias, donde contribuyó durante nueve años, y del periódico anarquista La Protesta. Para el filósofo David Sobrevilla, se observaban ya los nuevos elementos anarquistas en la producción literaria de Manuel González Prada. «Ya en Minúsculas (1901) aparecen versos que revelan su nueva doctrina con que había remplazado el radicalismo político y religioso de su juventud: “Cosmopolitismo” y “Rondel” son una muestra de lo que decimos» (La Protesta, agosto de 1923). Para Sobrevilla, el poema «Cosmopolitismo» de González Prada muestra claramente un carácter anarquista. En 1905, la Federación de Obreros Panaderos del Perú invitó a González Prada a reflexionar sobre el 1 de mayo. Para esta actividad el Apóstol Ácrata preparó un discurso que tituló «El intelectual y el obrero». Su referente fue el anarquista Kropotkin20.
Comparación de Christian Dam y Manuel González Prada I. Acerca de Dam y González Prada, el ánimo no es comparar facultades. Pero nos parece que no debe pasarse en silencio que Dam, como lo escribimos líneas arriba, fue un intelectual (cirujano dentista) con gran talento y sensibilidad social que sintonizó con los problemas de su época. Sin embargo, estas aptitudes fueron producto de un largo proceso que le costó mucho desde que salió de la isla Santa Cruz en 1852, teniendo en cuenta que su condición económica y social no era muy buena. Este trajinar por el Caribe y luego por el Perú hizo que alcanzara el liberalismo radical y luego el anarquismo. En cambio, la situación de don Manuel fue distinta. Él pertenecía de la aristocracia limeña, se educó en colegios de gran prestigio en aquellos años, y en este mundo académico tomó conciencia rebelde anticlerical bajo la sombra del liberalismo radical. Luego de su viaje a Europa se convirtió en anarquista hasta el final de sus días, en 1918. II. Tanto Dam como Prada serán parte del anarquismo doctrinario de inicios del siglo XX. Sin embargo, durante largos años abrazaron las ideas del liberalismo radical, incluso en la formación del partido radical Unión Nacional: González Prada, aparece como fundador y Christian Dam como colaborador. El radicalismo será una forma de liberalismo que incorpora «la cuestión social». Ante la pregunta: ¿cómo llevaron a la práctica el radicalismo estas dos grandes figuras de entre siglos?, nuestra respuesta coincide con los hombres que le son coetáneos en el tiempo: González Prada (teoría), Dam (práctica). 20 Así lo demuestra Ángel Cappelletti, quien al comparar el discurso de González Prada ha
encontrado glosas del libro La conquista del pan del ácrata ruso Piotr Kropotkin (Cappelletti, 1990, pp. 110-111).
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III. Al comparar la vida de ambos, se puede colegir su deseo de dar soluciones a los problemas que atravesó nuestro país como nación. Pero mientras que González Prada es, en términos de Mariátegui, el primer instante lúcido del Perú, y el sembrador de ideas, inicialmente liberales, y luego anarquistas, nunca fue parte de una organización. Paralelamente a esto, Dam también es un sembrador de ideas, pero con una organización de por medio, la Liga de Librepensadores del Perú, e indudablemente de mayor alcance, de forma nacional e internacional. IV. Christian Dam y Manuel González Prada comparten la tradición liberal anticlerical que proviene del chileno Bilbao, Enrique Alvarado y Mariano Amézaga. Dam recoge los aportes del radicalismo liberal de mediados del siglo XIX; sin embargo, enfatiza en el anticlericalismo. El principal aporte de Dam fue la institucionalización de la lucha anticlerical a través de la Liga de Librepensadores del Perú y sus diversas delegaciones dentro del país, ya que antes hubo voces aisladas, pero no existía un soporte orgánico como sí lo había dentro de esta organización liberal. En el caso de González Prada, diremos que también es heredero del liberalismo radical. La fundación del Partido Unión Nacional representaba una lucha política y anticlerical dentro de los marcos de principios liberales, pero la partida de don Manuel a Europa daría a conocer los límites de la cultura política premoderna de sus integrantes (relaciones personales).
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Recepción: 30/1/2018 Aceptación: 5/3/2018
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Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 201–216 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-201-216
Sebastián Salazar Bondy y la utopía del socialismo mágico: revisitando El rabdomante Sebastián Salazar Bondy and the utopia of magical socialism: revisiting El rabdomante Carlos Vargas Salgado1 Whitman College
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RESUMEN
Este artículo explora la última obra escrita por el extaordinario dramaturgo peruano Sebastián Salazar Bondy (1924-1965). En El rabdomante, un país de «miserables» que enfrentan la opresión y la injusticia son guiados por una especie de chamán capaz de encontrar agua y con ella la independencia política. Leída frecuentemente como una alegoría a la violencia social en el Perú, El rabdomante también es una meditación sobre los vicios y las virtudes de los proyectos socialistas en la década de 1960 en países como el Perú. Esta obra teatral revela con claridad los intereses estéticos y políticos que dominaron la obra completa de Salazar Bondy, y debería recibir mayor atención al calor de las actuales discusiones sobre el pensamiento decolonial en América Latina. PALABRAS CLAVE
Sebastián Salazar Bondy, literature peruana, teatro peruano, socialismo en Latinoamérica ABSTRACT
This article explores the final play written by Sebastián Salazar Bondy (1924-1965), the prominent Peruvian playwright. In El rabdomante («The Water Diviner») a country
1 Profesor de Teatro y Estudios de Performance en Whitman College de Washington, Esta-
dos Unidos. Obtuvo un PhD en Literatura Hispánica por la Universidad de Minnesota, Twin Cities, con una tesis sobre el teatro peruano durante el tiempo de la violencia política. Sus trabajos han sido publicados en revistas del Perú, Estados Unidos, España, Brasil, entre otros países. Es miembro de la International Brecht Society, la American Society for Theatre Research y la Asociación Internacional de Teatro del Siglo XXI.
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of «the dispossessed», facing oppression and injustice, is guided by a shaman able to lead them to water, and with it political independence. Frequently read as an allegory of the social violence experienced by Peru, El rabdomante is also a meditation on the virtues and vices of the country's socialist projects of the 1960s. The play reflects with clarity the political and aesthetic concerns that dominate Salazar Bondy's entire oeuvre, and is deserving of greater attention within the context of contemporary discussion surrounding decolonial thought in Latin America. KEYWORDS
Sebastián Salazar Bondy, Peruvian literature, Peruvian drama, socialism in Latin America Hacia 1964, Sebastián Salazar Bondy comienza a redactar —acaso sin saberlo— su propio testamento intelectual. En los febriles meses que seguirían, entre viajes, conferencias que han devenido legendarias (el Encuentro de Narradores en Arequipa, la Mesa Redonda sobre Todas las sangres) y una vibrante labor periodística, Salazar Bondy publicaría Lima la horrible, su manifiesto de anticolonialidad, al mismo tiempo que emprende la escritura del drama El rabdomante, una suerte de obra didáctica sobre la descolonización en la que unos hombres subhumanos rompen a golpes la estructura del poder que los oprime, de la mano de un mago que no sobrevive su propia gesta. Tampoco Salazar Bondy sobrevive a la suya. Salazar Bondy muere de forma intempestiva en Lima en 1965 a los 41 años. Y aunque su breve paso por la vida nos ha dejado textos memorables, muchos de ellos son algo mejor que eso: son textos para la memoria, o para la anticipación del porvenir. Desde hace unos años, y con motivo de conmemorar 50 años de su prematura muerte, el interés por la obra del autor limeño creció exponencialmente, en particular a través de reediciones de sus obras y antologías sobre su trabajo periodístico2. Sin embargo, queda mucho por elucidar en la obra de Salazar Bondy. Uno de los temas por resolver con mayor solvencia es el lugar que ocupó el teatro en la vida y obra del autor, tema extenso por lo demás. En este trabajo me ocupo de discutir precisamente
2 Desde estudios sobre su obra en conjunto como el del francés Hirschhorn, Sebastián Sa-
lazar Bondy. Pasión por la cultura (2005), o la reciente edición (2004) que hizo la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de la labor periodística de Salazar Bondy. Tampoco es menor el asunto de que la Universidad de Concepción en Chile haya reeditado y debatido Lima la horrible (2002).
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la última obra dramática de Sebastián Salazar Bondy, El rabdomante, tanto en su ubicación en la producción vinculada al teatro, como en su propia naturaleza de texto culminante de un interés central en la vida de Salazar.
El lugar del teatro en la obra de Salazar Bondy Es indudable que el teatro fue columna vertebral de los intereses y de la obra creativa y crítica de Salazar Bondy. Hirschhorn (2005) ha contabilizado más de 200 artículos dedicados al teatro en 25 años de labor periodística, el primero de los cuales, también el más antiguo del que se tiene noticia, lleva como título simple “El teatro” (Jornada, 19 de julio de 1940, citado por Hirschhorn). El corpus de su producción dramática, por otra parte, incluye 15 títulos entre dramas, comedias y juguetes (obras cómicas breves). De acuerdo con Hirschhorn, existen además tres obras inéditas y numerosas adaptaciones de autores extranjeros. Por ella mereció el Premio Nacional de Teatro en tres oportunidades (1947, 1952, 1965). Sus relaciones con la escena viva, además, son numerosas y reveladoras: su ayuda a formar el Club de Teatro de Lima (junto con Reynaldo D’Amore, 1953), su trabajo junto a Inda Ledesma, actriz y su primera esposa (1947-1951), la reorganización del área de Teatro del Ministerio de Educación (1951), su trabajo de dramaturgista para la compañía de Pedro López Lagar (1952), sus estudios de Teatro en el Conservatoire National Supérieur d’Art Dramatique de París (1956), su labor como profesor y director de la Escuela de Arte Escénico (desde 1954), su participación como jurado del Premio Casa de las Américas (Cuba) en el área de teatro3. Su vida pública, como puede verse, es la de un hombre de teatro en pleno sentido del término. Todo indica, además, que para Salazar Bondy el hecho de la escritura creativa o reflexiva sobre el arte del teatro estaba siempre y en todo lugar relacionada con la realidad. La realidad social y la realidad práctica de la escena en función de la cual escribía. En una inicial edición de sus Seis juguetes (1958), luego de dedicar sus obras a grupos juveniles y actores que inician, Salazar Bondy declara: [estas obras] intentan ser expresión del primordial anhelo de recrear en el tablado hechos que [...] son manifestaciones de la realidad del hombre y su circunstancia, aquí y ahora (Salazar Bondy, 1958, p. 6).
La obra teatral es espejo de la sociedad tanto como práctica festiva, juvenil, que requiere incentivo y expansión en la comunidad. El ideario teatral del autor supone no plantear barreras entre la escritura y la conexión con la comunidad; antes bien, la escritura supone una voz que encuentra
3 Para una revisión de la cronología, ver Quispe, 2015.
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su modo adecuado únicamente en su vínculo con el grupo. Por ello, su constante preocupación como crítico, por ejemplo, en la necesidad de educar al lector-espectador, así como de reclamar al Estado por la difusión de formas artísticas entre la comunidad. De esta forma, esta amplitud de miras de Salazar Bondy en relación con el teatro también lo hace por demás singular. En un momento en que el teatro peruano se debatía entre los escritores que abogaban por un teatro para leer, o que afirmaban que lo literario era el centro de la experiencia estética en el teatro4, Salazar Bondy se muestra muy avanzado en apertura: Un balance del teatro de estos días exige que sean examinados por rubros los diversos aspectos de la creación dramática, que es, bien se sabe, creación colectiva, no solo de los intérpretes entre sí, sino del espectáculo con su público [...] lo que es indivisible, una totalidad, un hecho fluido y unitario (Salazar Bondy, citado por Joffré, 1993, p. 11).
Desde luego, su aporte como dramaturgo al teatro nacional es sin duda fundamental. Como recuerda José Miguel Oviedo, “fue uno de los pocos, quizá el único, que tuvo una conciencia profesional del teatro” (1967, p. 9) El rigor con el que asumió su escritura para la escena, incluso desde las primeras obras de juventud, nos habla de una vocación temperada con la exigencia técnica. Salazar Bondy escribía textos dramáticos cuando el medio teatral resultaba aún poco profesional, tal como menciona frecuentemente en sus artículos de diario (Hirschhorn). Como ha recordado numerosas veces la autora Sara Joffré, Salazar Bondy resultó un eje fundamental para la creación de una conciencia nacional en la dramaturgia peruana. La ardorosa defensa de la necesidad de contar con repertorios de autor nacional, su probada dedicación, impulso y ayuda a nuevos autores (como la propia Joffré) sirvió como motor para las generaciones venideras, cuando “se empieza recién a aceptar, a jugar, con el matrimonio de las dos palabras: teatro peruano” (Joffré, 1993, p. 19). Su propia obra dramática es un ejemplo de la necesidad y los desafíos que debía enfrentar la autoría dramática en el Perú que le tocó vivir. La obra dramatúrgica de Salazar Bondy transita vertiginosamente por varios registros, haciendo una suerte de balance del teatro en habla hispana hasta ese momento. Así, empezó por tomar elementos de la comedia clásica castellana, para luego releer el costumbrismo, abrirse al realismo norteamericano o finalmente dialogar con el teatro de vanguardia expresionista
4 Para una discusión sobre estas posiciones encontradas en la experiencia de escritura, ver
mi trabajo Autores o dramaturgos (2015).
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y brechtiano. En un estudio inicial (1975), Juan Caballero clasifica las obras dramáticas de Salazar en cinco grupos: teatro poético (Amor gran laberinto), teatro costumbrista (El fabricante de deudas, Dos viejas van por la calle, La escuela de los chismes), teatro histórico (Rodil, Flora Tristán), teatro realista sobre la clase media (Algo que quiere morir, No hay isla feliz, Solo una rosa) y completa el cuadro con los atisbos de un teatro simbólico, expresionista en El rabdomante. A pesar de lo problemático de seguir sosteniendo una división tajante en la producción dramática de Salazar Bondy, el periplo que narra Caballero es, a mi modo de ver, lo más destacable: el dramaturgo recorre en pocos años, y con un grupo impresionante pero no extenso de obras, varias de las coordenadas del teatro contemporáneo. Es paradigmático que Salazar Bondy comience imitando (en el sentido poético) el teatro clásico en español (se puede ver la impronta de Sor Juan Inés de la Cruz, en su drama Amor es más laberinto), para cerrar el arco con el mayor texto vanguardista que se ha escrito en el Perú hasta bien entrada la década de 1980, El rabdomante. La capacidad de experimentación dramatúrgica de Salazar Bondy es extraordinaria. Es como si se hubiera propuesto hacer evolucionar la expresión dramática peruana, en su propia obra, desde la clara influencia del teatro clásico español y traerla hacia un presente modernizado, abierto a las vanguardias. Por ello, en el conjunto de la dramaturgia peruana del siglo XX, la obra de Salazar Bondy salta claramente a la vista como la más ambiciosa de un autor nacional. Mientras otros autores de su generación (Juan Ríos, Enrique Solari Swayne) se detienen en el teatro simbolista o realista, Salazar prosigue una ruta que lo llevará rápidamente al realismo psicologista, al teatro social y, finalmente, a la estética del absurdo. En paralelo, además, la veta de comediógrafo se mantiene intacta, y esto permite también que su obra nos entregue textos breves, altamente representables, hechos retomando la gran tradición de la comedia sencilla, que lo conecta con la tradición costumbrista peruana. También en esto, en el cultivo de la comedia como forma de discutir la sociedad, Sebastián Salazar Bondy resultó inusual, y en varios sentidos, único para el teatro peruano5.
5 No puedo dejar de mencionar aquí la aparente contradicción entre la importancia de Sa-
lazar Bondy para el teatro nacional y su poca visibilidad en el espectro del teatro peruano contemporáneo. Sin ánimo de cerrar la discusión, me animo a plantear que la prematura muerte del autor le impidió dejar su legado intelectual (teatral) completamente establecido. La inmediatez de su trabajo periodístico, y la repercusión mayor de su Lima la horrible, aunada a la desaparición repentina, crearon una imagen de Salazar Bondy como de un escritor excesivamente politizado. Desde luego, la llegada de la época de la violencia política tampoco abonó en favor de una obra abiertamente social(ista).
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Utopías de socialismo mágico: El rabdomante El rabdomante (1964) cierra la labor dramatúrgica de Sebastián Salazar Bondy y se propone como culminación involuntaria de una obra dramática en constante mutación, plagada de múltiples influencias estéticas del teatro moderno de Occidente, acompasada con una clara postura cultural e ideológica, de revaloración de lo andino y de mostración de los problemas estructurales de la sociedad peruana. En ese sentido, es una pieza que representa bastante bien toda la experiencia dramática y política de Sebastián Salazar Bondy6. Quizás por esta condición de finalización, de inesperado e infrecuente registro de escritura de un autor de gran influencia, El rabdomante haya sido objeto de variadas y a veces encontradas consideraciones e interpretaciones. Así, por ejemplo, de acuerdo con una temprana crítica de José Miguel Oviedo (1967, p. 32), la obra evidencia el comienzo de una nueva búsqueda que el autor no pudo desafortunadamente continuar. Aparece como una suerte de fusión de todas las experiencias escriturales anteriores de Salazar, en especial —sigue Oviedo— por la mezcla de realismo y simbología, alegoría y toques de absurdo y denuncia social. Sin embargo, a pesar de sus certeras intuiciones, Oviedo no esclarece (porque su trabajo intentaba ser un panorama general) qué elementos de El rabdomante podían ser análogos al absurdismo teatral. Otras lecturas como la de Mario Vargas Llosa describen El rabdomante como un drama áspero, impregnado de símbolos y contenidos abstractos, pero que posee un gran acierto en el modo no realista que eleva la “historia hacia una zona más perenne y esencial” (1967, p. 27) También Wolfgang Luchting (1971, p. 88 y ss.), sostiene que se trata de una alegoría social, aunque se decanta afirmar que la obra forma parte de un corpus temático que plantea la suerte que corre el artista en la sociedad peruana. La lectura del personaje del rabdomante como alegoría al artista, si bien es posible, resulta forzada cuando se discuten los contenidos ideológicos de la obra, que son evidentes. Por otro lado, Juan Caballero (1975, p. 103 y ss.) cree percibir en la obra una influencia de los esquemas del teatro del absurdo, por el registro de irrealidad que la espacialización y la caracterización proveen. Estas formas aparecerían por influencia de obras de autores franceses y alemanes, a
6 Salazar Bondy milita en el Movimiento Social Progresista desde 1955. Su inclinación iz-
quierdista le había granjeado no pocas polémicas y dificultades. Una exposición detenida de su pensamiento social y político se encuentra en Escritos políticos y morales, editada por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en 2003.
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los que Salazar Bondy leía con suma dedicación7. Si el rabdomante acusa la influencia de los absurdistas europeos, ello sería más apreciable en el antirrealismo de la obra, y resultaría más problemático defender la idea al discutir el contexto social de opresión que la obra describe. En una perspectiva radicalmente diferente se expresa Sara Joffré (1993, p. 21) cuando asevera que El rabdomante acusa el impacto e influencia de Brecht y el teatro dialéctico. Sin duda, Brecht era parte de las lecturas de Salazar, y es claro, a la luz de sus escritos críticos sobre teatro, que conocía de cerca la obra del autor alemán (quizás en francés), gracias a su viaje a Europa. Pero el teatro brechtiano como tal no influyó inmediatamente la obra de Salazar Bondy. Cuando regresa de Europa, la mayor parte de sus obras creadas enseguida se acercan más al realismo norteamericano (Williams, pero sobre todo Miller). Por otro lado, como demuestra Joffré en otro trabajo (1999), la poética brechtiana llega a los escenarios limeños solo iniciando la década de 1960. Ciertamente, y a pesar de las abiertamente opuestas interpretaciones al texto final de Salazar Bondy, este interés constante por iluminar la génesis de El rabdomante se justifica plenamente. Es quizás de uno de los textos más representativos de la dramaturgia peruana del siglo XX8, más interesante aún si se piensa que se trata de una obra no realista. Se trata, por el contrario, de una historia acerca de un mago capaz de descubrir agua con una varita, que aparece como visitante inusual de un lugar indefinible que debe recordarnos “remotamente a los Andes”, y quien se ve enfrentado a autoridades abusivas e ignorantes claramente inspiradas en el abusivo control que ejerce el Estado en zonas rurales del Perú. Ante la incomprensión del Estado, el rabdomante encuentra a los miserables, personajes oprimidos (hasta la supresión de su capacidad lingüística) quienes resultan beneficiados cuando el rabdomante es capaz de encontrar el agua. Lo que sucede después es una secuela de violencia incontrolable en que los miserables, fortalecidos por el agua, matan a las autoridades y al propio rabdomante. El simbolismo de la pieza es suficientemente sugerente y complejo, pero también suficientemente crudo como para que la aplicación a la realidad circundante opere de forma automática, y es tal vez por ello que esta obra breve (representada probablemente en 35-40 minutos) también
7 Un hallazgo interesante de Gerald Hirschhorn fue un grupo de obras traducidas al espa-
ñol por Salazar Bondy, entre las que se cuenta obras de Ionesco, Von Kleist, Gatti y Roussin. 8 Una reciente Antología general del teatro peruano, de Ricardo Silva-Santisteban, considera El rabdomante como una de las obras más representativas de Salazar Bondy y del Perú de la década de 1960.
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puede ser reclamada como una de las imágenes teatrales más cabales que se haya escrito sobre la peruanidad. Así, El rabdomante comienza con una secuencia de búsqueda del agua por parte de los miserables. Una necesidad mayor y su propio beneficio les da su agencia; unas autoridades ladronas, excluyentes, se instalan de inmediato en las antípodas de los miserables. Estos poseen certeza y esperanza, pero desconocen los medios para lograr su causa y, por ello, fracasan constantemente. La búsqueda de agua es, sin dudas, el anhelo central. Mientras tanto, las autoridades (denominados genéricamente como gobernador, ingeniero y portapliegos) irrumpen en la escena para reprobar la búsqueda: “No solo de agua vive el hombre”. Ocupados en mantener su propio poder, y ayudados por la ciencia como extensión de ese poder (ingeniero), se instalan en la escena como el bando de los poderosos dominando a los débiles personajes del inicio. En mi lectura, el dilema se muestra con claridad: ante una necesidad y un problema sin solución, solo tenemos estructuras de poder ancladas en discriminación y opresión. El momento detonante será la insólita aparición del rabdomante. Mago, santón, portando una varita, el rabdomante se propone como la alternativa de resolución del problema. Apoyado sin energía por las autoridades y, luego, urgido por los miserables, el mago rastrea el agua con una varita. La ubica al fin, la percibe, aunque finalmente fracasa: no es capaz de hacerla aflorar. Es apresado y abandona la varita. Son los miserables, nuevamente solos, quienes al encuentro del objeto mágico se hacen fuertes para dominar al agua. Comienza entonces una espiral de violencia en contra de los opresores del pasado, que culmina con la muerte del gobernador y la persecución de propio rabdomante. La violencia es ciega, no tiene oponentes. El rabdomante espera calmado el fin de su propia vida. La estructura del drama es lineal y los hechos se suceden con relativa calma. Solo hacia el final se dan saltos en el tiempo y asistimos a la escena final de forma algo precipitada. Los personajes aparecen contrastados, notoriamente, en la forma de usar el español. En El rabdomante se despliegan una serie de símbolos que conviene examinar más detenidamente. Quiero enfocarme en tres elementos discursivos que considero esenciales en la construcción de la pieza: la alegórica imagen del agua y sus multifacéticas implicancias; la reveladora caracterización del personaje protagónico como un mago ajeno al tiempo y el espacio; y el sistema del tiempo que el relato plantea. En primer lugar, aunque el signo propuesto como objeto de búsqueda, el agua, no impide una rápida interpretación referida a la realidad socioeconómica concreta del Perú —realidad que aparece detenida en el 208
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tiempo—, su complejidad es digna de consideración. Además de icónica y referencial, habrá que considerar esta agua como metonimia de la naturaleza misma, la vida y la riqueza. Aquí el agua connota una idea de orden y equilibrio, y una victoria sobre la muerte, sugerida por oposición a la sequía que es sugerida en el inicio de la obra. Pero también el agua es un símbolo ampliamente interpretable: es sustancia o principio generador, como la ven los griegos y la tradición occidental; es fuente de purificación y alianza, como implica la visión religiosa judeocristiana; pero también es el agua como fin del mundo y lugar de transformación, permanencia o existencia, el agua como objeto de culto en el mundo andino. El agua buscada en El rabdomante participa de estas figuraciones y las excede; deja de ser el simple recurso posible para convertirse en objeto de implicancia cosmogónica, en revelación de una verdad. Este es ya un programa ideológico que se abre paso además en la construcción de la imagen, pues el agua funciona como verdad, y la verdad como liberación de un pueblo oprimido. Salazar Bondy dota de espesor mayor al múltiple significado del agua, resemantizando el símbolo hasta convertirlo en incitación a la lucha, recurso solo utilizable por los pueblos mismos, y totalmente librado al uso que de él quieran hacer. No en vano, hacia el final de la pieza, cuando las acciones violentas se han llevado a cabo, el dramaturgo hace concluir a uno de sus personajes con precisa contradicción: “El agua se volvió fuego”. En segundo lugar, destaca la caracterización del rabdomante, personaje extraño hasta en la propia denominación, pero poseedor de un don de adivinación que puede solucionarlo hasta lo que parece imposible. El personaje en sí concentra numerosas marcas discursivas: es un ser dotado de dones extraordinarios: Alumbro las aguas subterráneas, descargo las fuerzas ocultas, descorro las costuras de la tierra seca. Soy un zahorí (p. 294).
Es a la vez capaz de encontrar el agua, como un mago antiguo o un chamán, poseedor de un poder que se insinúa oculto y tradicional. Pero, además, es un sujeto histórico consciente de la necesidad de su presente y de la utilidad de su saber. Salazar Bondy nos presenta un rabdomante que es luchador contra sequías y buscador desinteresado de la verdad. Cuando una de las autoridades se ofrece a comprar su talento, arguye: “Se ha equivocado usted conmigo. No soy comerciante” (p. 303). Oxímoron encarnado, en el personaje del rabdomante coinciden las categorías más contradictorias: caracteriza un saber natural, antihistórico, que luego se muestra como eventual conocedor de la ciencia más moderna. Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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Así, en contraste con el aparente “pensamiento mítico” del inicio, el personaje explica su propia magia en términos que parecen aludir a la ciencia. Interrogado por las autoridades sobre la naturaleza de su capacidad, explica: “[Con mi acción] Se produce el efecto de Quincke, ¿entiende?, y en el subsuelo se desatan corrientes eléctricas. Estas, como es lógico, provocan la aparición de campos magnéticos” (p. 298). Al margen de si esta descripción es apropiada a la ciencia natural o no, es interesante destacar el contraste que propone Salazar Bondy para su personaje central. El lenguaje que evocan estas líneas descubre al rabdomante como un sujeto moderno, científico a su modo, o poseedor de una ciencia que le permite adentrarse en la realidad. Desde luego, también aparece como rasgo la individualidad del personaje. Es un luchador fundamentalmente libre, único, capaz de acciones desprendidas, al extremo de permitir su propia muerte. Por la misma razón también es una víctima de la incomprensión y la violencia. Su doble despliegue es asimismo contradictorio: es social por vocación pero individual en sus acciones, y este aislamiento es la situación que finalmente lo conduce a la muerte. Al no afiliarse a las acciones de los miserables violentos ni a las de las autoridades perseguidas, el rabdomante resulta un ser intermedio, doblemente alienado. Finalmente, es también contradictoria su función de donador/buscador de agua, en tanto símbolo de la vida, pues a la vez el relato lo hace aparecer como indirecto portador de venganza y muerte, que asume como una consecuencia natural de su acción inicial y ante las cuales no opone mayor resistencia. Pero si hay un elemento discursivo revelador del programa ideológico y representacional de la obra es el tratamiento del tiempo escénico, es decir, del tiempo que la historia presenta. De inicio, la pieza se instala en una imprecisión temporal histórica, deliberada y requerida para la puesta en escena. Las indicaciones del inicio presentan una abolición del pasado como posible referente histórico, lo que acentúa la identificación con el tiempo presente, que es el tiempo de la representación. Este tiempo sin tiempo del inicio, sin especificidad, es un inmovilismo que parece insondable, una suerte de estancamiento milenario. La obra así se propone como un eterno presente. En mi opinión, Salazar Bondy busca deshistorizar su relato adrede y logra impregnar la escena de una especie de mitificación. El tiempo muerto o, ralentizado al extremo, es el momento en que empieza la acción. Y luego, en un contraste singular, el arco temporal de la obra nos lleva al poco a poco al advenimiento de un nuevo orden, esto es, a la abolición del tiempo antiguo, o tiempo sin avance, lo que da un acelerado avance de la trama. El tiempo entonces tiende a acelerarse, y el segmento 210
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final de la pieza despliega momentos con sucesivos saltos cronológicos y acciones sin control. Incluso, en una alegoría directa a la rotundidad del cambio, el espacio descrito al inicio se ve alterado (florecen los pastizales) y el nuevo tiempo llega con caracteres diferenciadores bastante esclarecidos: los miserables pasan a ser los fuertes, las autoridades devienen los débiles. La secuencia final de la obra se abre con un salto muy rápido en que hay una elipsis en la trama. Entre la consecución del agua y la persecución de los enemigos han mediado otros “momentos” que la obra elude y a los que se refieren algunos personajes en pasado: “Vio cómo estrangularon al gobernador”. Este final abierto, funciona como contrapunto una vez más entre tiempo detenido y marcha violenta y es, a mi entender, la marca distintiva más clara de que nos hallamos ante una obra no realista, pero sustentada en un discurso de liberación social. Así, este tiempo de la obra se instala enfrentado a dos otras posibles temporalidades: una conservadora y otra cíclica. El tiempo de El rabdomante no es el tiempo restaurado del discurso conservador que regresa al orden inicial (no hay orden inicial, pues se confunde con lo desconocido); pero tampoco es el tiempo cíclico, el del eterno retorno, o circular que tanto ha explotado la poética del absurdo para certificar la imposibilidad de cambios en la realidad. Los toques de absurdismo de la obra (en el lenguaje y en la corporalidad de los personajes) son únicamente un matiz que ayuda a distanciarse de la situación descrita, disociando elementos coyunturales para conseguir un relato más esquemático o, mejor dicho, más didáctico9. El tiempo proyectado al futuro se muestra dialécticamente, entendiendo por tal la resolución de situaciones históricas insertadas en el devenir histórico, al margen del cual simplemente no podrían existir. La estructura del tiempo resuelve así una de las dudas mayores que la obra ha ofrecido a sus intérpretes durante mucho tiempo: Salazar Bondy en El rabdomante no está retrocediendo ideológicamente hacia los confines del absurdismo: su apuesta por el cambio social es nuevamente notoria en esta obra. La propia trama revela que la convicción del dramaturgo seguía estando del lado del cambio completo de la situación opresiva figurada en la apertura del relato. Fuera del pesimismo que puede transmitir el texto dramático, la obra se plantea como una guía casi didáctica del camino a seguir en el proceso de liberación de los oprimidos en un espacio social alegóricamente reconocible como el Perú.
9 Estoy aludiendo aquí al concepto de pieza didáctica siguiendo la estética brechtiana, las
piezas breves para adoctrinar con una intención moral o política. Para una discusión detallada del tema, ver Jameson, Brecht and Method.
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Entre Lima la horrible y un buscador de agua Desde luego, he de decir que la discusión que esta obra abre, por inusual que sea, no deja de ser también central en la teatralidad peruana. Precisamente desde El rabdomante, una estirpe de obras sin tregua ha venido preguntándose por la compleja violencia de nuestro tejido cultural y nuestros desencuentros entre modernidad e identidad. Collacocha de Solari Swayne, La hija de Lope de Sara Joffré, Qué sucedió en Pazos de Vega Herrera, Atusparia de Ribeyro, El caballo del Libertador de Alfonso Santistevan, entre otras, contienen todas ellas claves para repensar la persistencia de modelos coloniales de poder que aún rigen, se reconstruyen, permanecen en el Perú. Pero pocas experiencias escriturarias desde el teatro han querido volver a la pregunta central: ¿cuál es el origen de tal violencia, de tal desencuentro estructural en la nación? Así, el punto de mira inicial que está en relación directa a El rabdomante es lo que puede ser llamado un sustrato de colonialidad en la experiencia histórica peruana que explica el pasado reciente, y también el remoto, y que aparece como telón de fondo contra el que Salazar Bondy proyecta su ficción. Como es fácil advertir, estamos hablando de las dificultades culturales y sociales, nacidas de la historia peruana posterior a la Conquista, y que tienen un último anclaje en la persistencia de modos coloniales de dominación. Los personajes de El rabdomante se enfrentan directamente con tales imágenes que nos remiten a las bases de la dominación de tipo colonial que emparenta con nuestra historia reciente con nuestra experiencias desde el inicio de la modernidad temprana. Como se sabe, las formas de dominación de la colonialidad (la matriz colonial del poder, en palabras de Aníbal Quijano) se expresa en cuatro aspectos: el control de la economía, la fuerza de trabajo y la tierra; el control del poder y la institucionalidad; la división de géneros; y el control de la subjetividad y el conocimiento, por ejemplo, a través de la educación. La matriz colonial del poder es una noción válida para explicar la sociedad de castas y privilegios que aparece retratada con claridad en todos los hechos y situaciones discutidos en Lima la horrible y recreados en El rabdomante. La complejidad de la experiencia cultural peruana, nacida del trauma de la desaparición de una civilización, la imposición de modelos foráneos de dominación, y la conciliación casi imposible de los contrarios hasta la fecha, explica la raíz de la arcadia colonial que Salazar Bondy creía haber atrapado en su magnífico ensayo. Incluso se puede decir que en la experiencia violenta peruana del fin del siglo XX hay una presentación de las constantes coloniales de su propia historia, como también se ha hecho explícito en el trabajo de pensadores como Flores Galindo en Buscando 212
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un inca. El proyecto de conquista y sojuzgamiento de las culturas aborígenes, entendido como un proyecto de modernización/civilización de los atrasados y bárbaros, alcanza sin duda al conflicto armado interno, a la inestabilidad social presente, para condensarse con las medidas represivas tomadas por el Estado en contra de las comunidades rurales a las que juzgaba como inferiores y bárbaros. No en vano, en mi perspectiva, Salazar Bondy hace finalizar el relato en un estallido social, violento, que desaparece incluso al rabdomante. Sin embargo, es necesario recordar que la misma matriz colonial del poder que representan las autoridades también es reconocible en el otro bando, cuando, por ejemplo, los arrasamientos poblacionales llevados adelante por el marxismo-maoísmo senderista se llevaron de encuentro a grupos de campesinos que no les eran favorables. La retórica de la salvación, con su lógica de opresión y explotación que alimenta todo proyecto de modernidad-colonialidad, era muy fácil de advertir en ambas perspectivas. En mi lectura de Lima la horrible y El rabdomante, el sustrato de colonialidad permitiría destacar la estructura social e histórica de la nación peruana que aparece a contraluz en ambos textos, y así intentaría elucidar las matrices culturales que sostienen sus estructuras políticas y económicas que aparecen representadas y discutidas. Se trata de un macrodiscurso que está escondido debajo de nuestras cotidianas batallas, pero que resiste su descubrimiento, crítica y necesaria desactivación. Un macrodiscurso de teatralidad, la colonialidad incorporada en las performances culturales, que nos habla antes de que nosotros hablemos, nos pauta los modos del cuerpo, de la voz, de los gestos (los modos sumisos o autoritarios en la obra, son, primero que nada, modos en que el cuerpo ocupa el espacio). El macrodiscurso estético que digita nuestras elecciones estéticas, nuestra noción de teatralidad, en este caso, también es parte de esa experiencia. Ese macrodiscurso de la colonialidad es el centro de la experiencia del desasosiego nacional, ese luto permanente que a veces creemos solo individual y pasajero. ¿Cómo discutir este macrodiscurso que es una colonialidad del ser? ¿Por dónde empezar a presentarlo, o a representarlo? ¿Cómo hace un lápiz para empezar a trazar un vastísimo dibujo a escala del sol? Cuando, en la escena final de El rabdomante, el personaje central acepta su destino de morir, en mi lectura, también acepta que la posibilidad de enterrar para siempre a la arcadia colonial, y dará como consecuencia una nueva etapa en el ciclo histórico de la discusión sobre la colonialidad peruana. Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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Es cierto que después de la escritura de Lima la horrible y El rabdomante se ha seguido abriendo paso algo que podemos llamar una colonialidad supérstite (usando el término acuñado por Mariátegui) en la sociedad peruana. Han mediado ya cinco décadas de cultura y violencia peruanas que no han sido, para nuestro pesar, suficientes para llevarnos a la consciencia de la necesidad de responder a las interpelaciones que nos hace nuestro experiencia social, aquellas preguntas sobre la raíz colonial de nuestros desencuentros. El hecho de que el personaje del rabdomante parezca anticipar esa violencia no tiene por qué llamar a extrañeza: el programa ideológico de la obra conectado a la experiencia política e histórica que están detrás de su escritura, la colonialidad supérstite ante la cual quiere reaccionar también en Lima la horrible, parece que no podían desembocar sino en una violencia generalizada.
Una utopía de socialismo mágico «Cuánto entendí el socialismo, no lo sé. Pero no mató en mí lo mágico». José María Arguedas, «Discurso de aceptación del Premio Garcilaso de la Vega»
He querido retomar literariamente el término utopía como una provocación de entendimiento que se dispara a raíz de revisitar El rabdomante tantos años después de su escritura. Aunque suene solo a una intuición, considero posible tender de un puente de pensamiento sobre lo peruano entre quienes fueron, sin duda, dos de los más grandes intelectuales peruanos. No todos los intelectuales y artistas peruanos, lo sabemos, lo son realmente del Perú, ni hacen de este país desgarrado y complejo su pasión, su vida, y en gran medida su muerte. Hubo entre Salazar Bondy y Arguedas muchas polémicas, largamente documentadas, pero hubo también entre ellos un programa cultural común: el de hacer literatura de, con y para el Perú. Es importante poner de manifiesto esta relación en mi conclusión a esta visita a El rabdomante, a la luz de la señera intuición del autor de Los ríos profundos. El rabdomante también podría funcionar como una metáfora de la búsqueda urgente de un bien social en el Perú, a través de un ser extraordinario expuesto ante una realidad igualmente extraordinaria. Esta búsqueda deberá quebrar el sistema que oprime, y develar la conciencia misma del bien, esa agua por la que todos esperan. El rabdomante —mago, sabio, intelectual o artista, o una síntesis de todos— puede (¿debe?) reconocerse como un puente entre dos mundos divorciados, con temporalidades que no se encuentran, y someterse a la vez a las leyes dialécticas de la historia: él solo será un momento en el proceso de cambio, la Historia no acabará con él, pero su obra tomará el cariz de una gesta cultural. 214
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Por otro lado, en esta utopía mágica, extraña aún para casi todos, complejamente metafórica, quedará todavía por revelar la praxis misma, que deberá ser un hecho mítico y real al mismo tiempo, o un reencuentro con la experiencia de lo posible. Esa utopía del cambio social es también un exigido y sugerente encuentro de dos visiones aparentemente opuestas de la realidad: una visión dialéctica occidental concordada esta vez, con una visión del mundo inasible y mágico proveniente de la autoctonía andina. No serán suficientes una u otra por separado y, a la vez, la utopía no se enunciará ya solo como lo que no ha de suceder, sino, sobre todo, como aquello que aún no ha sucedido. Solo entonces, una suerte de rabdomancia podrá encontrar su lugar en estas tierras.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Recepción: 19/2/2018 Aceptación: 23/3/2018
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Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 217–230 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-217-230
El sujeto migrante posmoderno en la literatura-mundo The postmodern migrant subject in world literature Carlos Manuel Arámbulo López1
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
[email protected]
RESUMEN
El presente estudio pretende expandir la categoría de sujeto migrante propuesta por Antonio Cornejo Polar realizando dos operaciones. La primera consiste en definir la migración como un proceso tanto físico como inmaterial por el cual el sujeto entra en contacto con una cultura diferente. Existiría un desplazamiento espiritual o interior que ha sido estudiado previamente por Homi Bhabha respecto a las migraciones físicas para describir la aparición de los sujetos transculturales en la sociedad norteamericana. Asimismo, Appadurai ha analizado la expansión de la modernidad o globalización de la cultura que hace posible entrar en contacto con otras semiosferas sin necesidad del desplazamiento físico. La segunda operación consiste en definir cómo esta migración abre la puerta para el ingreso del sujeto a una nueva cultura mundial en la cual predominan los postulados profetizados por los fundadores de los estudios culturales de la Escuela de Fráncfort. La categoría de sujeto migrante quedaría entonces lista para ser empleada en el contexto mayor de la literatura-mundo y su aplicabilidad constituiría un aporte al estudio de cualquier sistema literario. 1 Magíster en Literatura con mención en Estudios Culturales por la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos y egresado del doctorado en Literatura de la misma universidad. Ha publicado en diversas revistas académicas (Universidad de San Marcos, Universidad de Lima, Universidad del Centro) y de divulgación del medio literario peruano. Es catedrático de la Escuela de Literatura de la Universidad de San Marcos, profesor del taller de narrativa de la Maestría en Escritura Creativa de la misma universidad y docente en la Universidad Científica del Sur. Está en prensa un libro en coautoría: El grupo Narración: 50 años después. Prepara su tesis doctoral sobre las últimas novelas de Mario Vargas Llosa. Como escritor, ha sido finalista del Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez 2015 con su libro Un lugar como este, ha obtenido el segundo puesto en la Bienal de Cuento Copé 2014 y, anteriormente, el tercer puesto en el concurso El Cuento de las Mil Palabras de la revista Caretas, entre otros reconocimientos locales.
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PALABRAS CLAVE
Sujeto migrante, transculturación, literatura-mundo, posmodernismo, posmodernidad ABSTRACT
The aim of this study is to expand the «migrant subject» category proposed by Antonio Cornejo Polar, by employing two methods. Firstly, by defining migration as both a physical and immaterial process, through which the subject enters into contact with a different culture. This implies a spiritual or internal displacement, studied previously by Homi Bhabha, who has focused upon physical migration to account for the emergence of transcultural subjects in US society. For his part, Appadurai has analyzed the expansion of modernity, or the globalization of culture, which has enabled contact with other semiospheres without the need for physical displacement. The second method consists of defining how migration opens the door for the subject to the new global culture foreseen by the founders of the field of cultural studies who emerged from the Frankfurt School. In this way, the «migrant subject» category might be applied to the larger context of world literature, with its application serving as an aid to the study of any given literary system. KEYWORDS
Migrant subject, transculturation, world literature, postmodernism, postmodernity
El sujeto migrante, propuesta teórica de Antonio Cornejo Polar El aporte del maestro Antonio Cornejo Polar al estudio de la literatura latinoamericana y su especificidad está mayormente signado por la vinculación de la serie literaria con la serie histórica como mecanismo para explicar cómo la condición heterogénea encuentra su unidad en la referencia a la serie histórica2. Cornejo encuentra la especificidad que requiere la aproximación al fenómeno literario peruano y la producción de nuestra literatura en la crítica a la lectura de pensadores anteriores a él que 2 Esta vinculación se encuentra en el origen de la reflexión teórica de Cornejo. En el artículo
fundacional, «Literatura peruana: totalidad contradictoria» (Cornejo, 1983) se reproduce con variaciones leves el texto preparado por este autor para ser leído en el acto de su incorporación a la Academia Peruana de la Lengua.
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subrayaron la pluralidad de literaturas divergentes en el Perú y en una superación del inmanentismo estructuralista subrayando que luego del pasado el auge de este tipo de aproximaciones «se reabre en óptimas condiciones la posibilidad de entender que ese proceso productivo, incluyendo su etapa de recepción, es el verdadero objeto de la disciplina literaria» (Cornejo, 1983, p. 44). De esta manera, Cornejo logra dar cuerpo a su postulado de literaturas heterogéneas que conforman una totalidad contradictoria. El fondo histórico es una especie de océano atravesado por corrientes marinas que serían las literaturas al interior de un espacio común. Y define claramente que: Por lo demás, cuando se proyecta la explicación de la literatura hacia procesos más vastos, que la envuelven y condicionan y ella reproduce y hasta transforma, es claro que se trata del proceso histórico de una sociedad determinada [...] Es obvio que la existencia de varios sistemas literarios en el Perú no puede explicarse más que recurriendo a la historia general de la sociedad nacional (p. 45).
Estos sistemas pueden diferenciarse por la cultura del productor, la del receptor y el sistema de distribución3. Al remarcar Cornejo cómo estos tres elementos constitutivos de la literatura pueden entrar en contradicción, bautiza a esta condición como heterogeneidad, como condición contrapuesta a la de homogeneidad. Caracteriza a las literaturas heterogéneas, en cambio, la duplicidad de los signos socioculturales de su proceso productivo: se trata, en síntesis, de un proceso que tiene, por lo menos, un elemento que no coincide con la filiación de los otros y crea, necesariamente, una zona de ambigüedad y de conflicto (1983, p. 73).
El conjunto de estas literaturas heterogéneas que se dan en el espacio que llamamos Perú constituye una totalidad de elementos contradictorios entre sí, cuya condición compartida es la historia común; llega de esta manera a la noción de «totalidad contradictoria» Los estudios de Cornejo Polar están centrados casi totalmente en la literatura indigenista, la que constituiría el más claro ejemplo de heterogeneidad en la literatura peruana. Esta constante asegura la solidez de su constructo teórico. Los ejemplos propuestos en sus textos de
3 La referencia a «sistemas» es tardía. En un primer momento de lo que David Sobrevilla
(2001) llama la «tercera etapa» de la evolución crítica de Cornejo, menciona este autor que la categoría de heterogeneidad aparece en Cornejo hacia 1977 en el texto «El indigenismo y las literaturas heterogéneas: su doble estatuto sociocultural». La noción de sistema aparece por primera vez en su discurso preparado para la ceremonia de incorporación a la Academia Peruana de la Lengua y luego lo convertiría en central en su libro La formación de la tradición literaria en el Perú (Cornejo, 1989).
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investigación son siempre los más adecuados, pero no por ello pueden catalogarse como excluyentes, es decir, son una literatura peruana, habría otras no necesariamente indigenistas que no son el foco de la reflexión teórica de Cornejo, aunque en algún momento llega a dedicarle algunas reflexiones más que interesantes4. La porción más conflictiva de este grupo de elementos constitutivos del pensamiento de Cornejo Polar es, a nuestro juicio, la del productor del texto. A él dedica Cornejo Polar sus últimos textos, prefigurando una línea de reflexión llamada a ser más fructífera de lo que su muerte temprana impidió que fuese. Esta categoría es la del «sujeto migrante», la cual Cornejo descubre como un eje semántico en El zorro de arriba y el zorro de abajo al señalar que: En este orden de cosas pretendo examinar, primero, la configuración de un sujeto que no sustituye pero sí reposiciona a los hasta ahora privilegiados, el indio o el mestizo, e indagar en el tejido de una red articulatoria multicultural que, desde este punto de vista, no obedece más que parcialmente a los códigos de la transculturación. Se trata de la figura del migrante y del sentido de la migración (1995, p. 102).
Esta línea implica una reflexión menos histórica y algo más sociológica-antropológica, supone ingresar en el ser humano; por lo tanto, nos encontramos ante un culturalismo más humanista que fenomenológico, una reflexión más cercana a la línea de Edward Said5 que a la de Ángel Rama, para graficarlo de alguna forma. Bajo el parámetro de la aplicabilidad, o universalidad del aporte, las reflexiones de Cornejo Polar implican una mirada hacia dentro de nuestra literatura nacional (o hacia dentro de nuestras literaturas nacionales) para generar un andamio teórico propio y que rinda mejor cuenta de nuestras peculiaridades generadas históricamente. En este sentido, la conquista y posterior establecimiento del régimen colonial en el Perú son el punto central del nudo gordiano que es el origen de nuestro trauma fundacional6. Para Cornejo, las peculiaridades que se dan al interior de la totalidad que llamamos literatura peruana, son extrapolables a la literatura latinoamericana en cuanto se ajusten a las características de una literatura nacida del cruce entre la cultura del conquistador y la del conquistado. La
4 Nos referimos a los autores «de la otra margen» de los narradores urbanos como Salazar
Bondy, Ribeyro, Zavaleta, Vargas Llosa. 5 Principalmente en El mundo, el texto y el crítico (Said, 2008). 6 Cornejo menciona a la conquista como «la primera y más profunda escisión» en nuestra historia, porque condiciona la imposición y la resistencia cultural. «Es esta tensión social, hecha de conquista y resistencia, la que soporta históricamente la existencia de los sistemas literarios que dibujan con trazos étnicos su alteridad» (Cornejo 1983, p. 45).
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oposición central que nace de este trauma fundacional es «esta oposición de base, entre oralidad y escritura» (Cornejo, 1983, p. 45). Por ello, la heterogeneidad sería una condición en situaciones de conflicto y conquista, cabría preguntarse por qué no en situaciones en las cuales se manifiesta otro tipo de colonización que, igualmente, enfrenta a una cultura dominante con otra dominada y origina una forma de expresión nueva, síntesis creativa de ambas. Estas condiciones se encuentran dadas en el mundo posmoderno. La apertura de Cornejo a la cultura posmoderna y sus manifestaciones, evidente en el texto introductorio de Escribir en el aire, es un ejemplo de este viraje; el sujeto y su ajuste a las condiciones que impone la globalización pasan a ser objeto de su reflexión. Es, sin embargo, en un artículo de 1995, año de su fallecimiento, que Cornejo define al «sujeto migrante». Para él, esta categoría es un constructo del texto que grafica un proceso de transculturación que se hace evidente en los cruces lingüísticos, en las inadecuaciones del sujeto que aprende una lengua que no es la suya. Emplea el siguiente ejemplo extraído de Arguedas: —Cierto —dijo don Esteban [...] Quizá el evangélico de Chimbote es... ¿cómo ostí dice? ¿Desabridoso? —Desabrido. —Eso mismo, en quichua, más seguro dice qaima. Pero diga ostí. Ese desabridoso, qaima, hace conocer al profeta Esaías. Grandazo es [...] Cornejo lee en la persistencia del uso anómalo del español (desabridoso) y la reafirmación en el uso del quechua (qaima como «más seguro») y la aparición de la referencia bíblica con la fonética quechuizada como «la forma normalizada se instala en el presente y la otra, en algún sentido intermedia, como que grafica el desplazamiento del sujeto» (1995, p. 107). Fuera del universo graficado en El zorro de arriba y el zorro de abajo, es discutible achacar exclusivamente a la migración esta actualización del lenguaje ajeno por el nativo de otra lengua. Lo discutible es si solamente el desplazamiento físico trae el aprendizaje de la lengua; en resumen, si lo que migra no es solo el sujeto, sino también la lengua. Finalmente, si la lengua migra, la cultura que alberga y la alberga, asimismo, migraría. Y lo haría bajo el vehículo de la colonialidad cultural, ese otro tipo de colonización que solo se hace posible desde la globalización y gracias a ella.
Colonialidad del saber y migraciones intelectuales En este acápite seguiremos las reflexiones de Aníbal Quijano para poner en escena la nueva tramoya de la colonialidad del poder (y del saber, Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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para todo efecto). Para Quijano, la noción de raza es inexistente hasta poco después de la conquista de América. Surge de la necesidad de justificar teóricamente el dominio sobre la población local y el establecimiento de un sistema de explotación que dio origen a la gran acumulación de capital que devino en la globalización del sistema capitalista bajo la forma de su etapa tardía, estudiada por Jameson (2012) con el nombre de tardocapitalismo, y por Inmmanuel Wallerstein (1974-1989) como sistema-mundo. Un sistema de dimensión global, mundial, que se expresa bajo diversas formas; una de ellas es la literatura mundo. El establecimiento de razas inferiores definidas como negra, amarilla, cobriza, y su correspondencia con diferentes etapas de desarrollo del ser humano que encuentran su meta y objetivo en el hombre blanco europeo justifican la inserción de estas razas bajo un tratamiento diferente en la división del trabajo. El indígena de América Latina es empleado en la extracción bajo el sistema de servidumbre aprovechando las antiguas estructuras de las culturas locales7, mientras el negro es insertado como esclavo. Por consiguiente, la explotación de la riqueza de América Latina se optimiza disminuyendo el costo de mano de obra, ya que, a diferencia de las otras razas, al hombre blanco europeo le corresponde la condición de asalariado, persona a la cual se le reconoce el valor de su tiempo laboral. Esta acumulación de riqueza origina las bases del mercado moderno de capitales y tipifica la inserción de América Latina dentro del sistema mundo: una condición que finalmente genera la coexistencia de múltiples etapas de este en un mismo tiempo. Entramos en la modernidad siendo posmodernos y en la posmodernidad sin haber sido del todo modernos. Del dominio político, queda entonces una forma de dominio comercial. Bajo la óptica de una nueva etapa histórica en la cual todo es mercado, este dominio comercial está en la base de la circulación de bienes culturales. Para todo efecto, se constituye una nueva colonialidad8, que es una forma de persistencia del régimen colonial primigenio. Los constituyentes de esta nueva colonialidad son los mismos de la antigua: raza, fetichización del trabajo y división internacional del trabajo. La globalización en curso es, en primer término, la culminación de un proceso que comenzó con la constitución de América y la del 7 Quijano explica cómo «Sobre todo antes de la independencia, la reproducción de la fuer-
za de trabajo del siervo indio se hacía en las comunidades» y luego pasó a hacerse por cuenta propia (Quijano, 2003, p. 207). 8 Siendo estrictos con los postulados de Quijano, podríamos resumir en un solo término sus ideas sobre colonialidad: raza. A la manera del amauta Mariátegui, que logra concentrar la reflexión del problema del indio en el de la posesión de la tierra, Quijano postula que el nacimiento del concepto de raza está en la génesis de la explotación colonial y la construcción de una lógica eurocentrista de dominio global.
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capitalismo colonial/moderno y eurocentrado como un nuevo patrón de poder mundial. Uno de los ejes fundamentales de ese patrón de poder es la clasificación social de la población mundial sobre la idea de raza, una construcción mental que expresa la experiencia básica de la dominación colonial y que desde entonces permea las dimensiones más importantes del poder mundial, incluyendo su racionalidad específica, el eurocentrismo. Dicho eje tiene, pues, origen y carácter colonial, pero ha probado ser más duradero y estable que el colonialismo en cuya matriz fue establecido. Implica, pues, un elemento de colonialidad en el patrón de poder hoy mundialmente hegemónico (Quijano, 2003, p. 201).
La llegada de la escritura a América Latina manifiesta algunas diferencias respecto al surgimiento de la misma en Europa. La primera de ellas es que no se dio como un proceso, sino como un hecho terminado y en instrumentación. La segunda es que se dio cuando ya se había desarrollado la imprenta, lo que ayudó a que esta instrumentalización de la escritura como herramienta de dominio fuese más veloz y amplia. «La ciudad letrada» se convirtió en la estructura ideológica de la colonialidad y dominio de la metrópoli (Rama, 1984). En el centro de toda ciudad, según diversos grados que alcanzaban su plenitud en las capitales virreinales, hubo una ciudad letrada que componía el anillo protector del poder y el ejecutor de sus órdenes: una pléyade de religiosos, administradores, educadores, profesionales, escritores y múltiples servidores intelectuales, todos esos que manejaban la pluma, estaban estrechamente asociados al poder (p. 32)
El acceso a la escritura reprodujo los límites que se impusieron a las poblaciones de raza diferente a la blanca cuando se trataba de posibilidades de trabajo. La escritura, como puerta de acceso al escalafón laboral era el primer obstáculo a enfrentar. Para tomar el campo de la literatura, que es sin embargo solo una porción de la producción letrada, se ha atribuido su poquedad artística al reducido número de ejercitantes cuando se lo puede atribuir más correctamente al espíritu colonizado (p. 33).
Los primeros libros que circularían en América Latina son editados en Europa, casi totalmente en España. Surge, posteriormente, un grupo de casas editoras en América Latina, con lo cual se rompe el monopolio de las editoras de la metrópoli en nuestro continente. De esta forma se amplía el acceso a la producción local de literatura u otros tipos de saber. Sin
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embargo, el gran mercado sigue siendo Europa por la mayor cantidad de lectores. Este panorama se mantiene vigente hasta nuestros días9. Así como la producción del saber es mayoritariamente europea, y esto se debe a una estructura que facilita la difusión de ese conocimiento, la producción literaria es, igualmente, europea y expresa la persistencia de la colonialidad política bajo la forma de la colonialidad del saber, que es la base del sistema mundo literario o literatura-mundo. Pascale Casanova define este conflictivo sistema mundo de manera muy similar a la descripción que hace Cornejo Polar de la «totalidad contradictoria». Para Casanova, en la base de este mundo literario existe una internacional literaria que actúa bajo la lógica del aumento de las ganancias editoriales a corto plazo y que genera un producto editorial de rápida circulación y desnacionalizado (Casanova, 2006, pp. 66-67). El éxito de este tipo de libro (que ha permitido simplemente pasar de la literatura de estación de trenes a la de aeropuerto) entre las capas educadas de los países occidentales ha hecho creer en una pacificación literaria del mercado, es decir, una progresiva normalización y estandarización de temas, formas, lenguas y tipos de relato en el mundo entero. En realidad, la desigualdad estructural del mundo literario provoca la aparición de luchas, rivalidades, concurrencias específicas que ponen en juego a la literatura (y la lengua y la definición de la literatura y la modernidad literaria) y que son la única forma observable de la puesta en marcha de una unificación progresiva del espacio literario (p. 67).
Bajo esta lógica cultural global dentro del sistema-mundo, literaturamundo, las razones por las cuales el sujeto social migra (búsqueda de mejores condiciones de vida, salud, trabajo) son las mismas por las cuales un sujeto cultural, un productor de bienes culturales, migra intelectualmente para participar del sistema que le ofrece mayor difusión de su producción y asume la cultura dominante reproduciéndola en sus textos (para el caso del escritor, en su obra literaria). Así, proponemos para la categoría de sujeto migrante una visión desde fuera del texto, ya no anclada en este sujeto como personaje o producto del texto; nuestra mirada hace foco en ese sujeto que construye el texto, el productor o escritor y su migración que se grafica como efecto global del texto. El sujeto migrante en El
9 Reflexionemos sobre los últimos autores peruanos, por ejemplo, para ver hasta qué punto
el éxito comercial está ligado a la producción física del bien libro en la antigua metrópoli y por las editoras que participan de la mayor participación de mercado en la actualidad. Rama menciona un elevado número de productores de literatura, pero anota que «Tales cifras no guardan relación con los potenciales consumidores [...] para esos productos no existía un mercado económico» (1984, p. 26). ¿Hasta qué punto tal panorama se reedita hoy en día?
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zorro de arriba y el zorro de abajo es tanto don Sebastián como el mismo Arguedas. La ampliación de esta categoría puede implicar tanto un productor migrante físico (lo son tanto Arguedas como Mario Vargas Llosa) como migrante intelectual, cognitivo (el ejemplo es, nuevamente, aplicable) que busca ingresar en el campo de la literatura-mundo camino a su unificación.
La migración al interior de la literatura-mundo Para llegar hasta la génesis de la literatura-mundo debemos rastrear en el tiempo hasta arribar a los postulados de los fundadores de la Escuela de Fráncfort10. La literatura-mundo es un acontecimiento11 solamente posible por la aparición de la posibilidad de reproducción mecánica de la obra de arte combinada con el iluminismo predicho por Horkheimer y Adorno (1988). El crecimiento del mercado de bienes culturales hasta alcanzar una escala global solo es posible en la medida en que suceden dos hechos: la centralización del capital (o de los medios de producción) y el dominio del mercado local que impulsa al copamiento de mercados más allá de las fronteras nacionales. La racionalidad posmoderna nace de la necesidad de asegurar una estandarización de bienes similar a la que se da en los procesos productivos para alcanzar economías de escala. Recíprocamente, esta estandarización retroalimenta la racionalidad posmoderna creando la ilusión de que existe un solo individuo, un solo sujeto y que este es el sujeto posmoderno, un individuo concebido como ciudadano mundial que participa de patrones de cultura aplicables en múltiples entornos y que facilitan su inserción en cualquier sociedad12. En resumidas cuentas, la posmodernidad necesita de esta uniformidad para sobrevivir y, por ello, alienta y difunde el arte que participa o ayuda a participar en esta estandarización. Esta cultura de la posmodernidad está en todos lados y en ninguno. En América Latina, Beatriz Sarlo ha avanzado en la compresión de los procesos que anulan las distancias temporales y físicas (Sarlo, 1994) y además ha enfocado su trabajo teórico en autores que habían sido dejados de lado por Cornejo Polar y otros formadores de la Crítica Literaria Latinoamericana. De esta manera según Patricia D’Allemand:
10 Aunque resulta conocida la creación del término Weltliteratur por Goethe, es la Escuela de
Fráncfort la primera en anunciar la globalización de las artes por la reproducción mecánica y la magnificación de la cultura de masas. 11 En el sentido que le da Badiou: «un inexistente que adquiere un valor existencial máximo» (2010, p. 87). Es decir algo previamente no existente que se genera por una mutación en exceso. 12 A este respecto cabe notar cuánto se parecen entre sí un joven de clase media educado en Lima y uno norteamericano (también de clase media) y otro holandés o turco o israelita, (también de clase media), y cómo comparten el gusto por música muy similar, arte muy similar, literatura muy similar.
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Para Sarlo lo específico latinoamericano, y en particular argentino, no está en la supuesta preservación de tradiciones intocadas por lo foráneo y por ello portadoras de «lo nacional». Por el contrario, Sarlo parte de la premisa que el campo intelectual argentino moderno (todo él y no solo una «élite extranjerizante») está de hecho articulado al campo internacional y que ello implica su necesario contacto con prácticas y discursos importados (2001, p. 163).
De esta forma, el desplazamiento físico, ya desde el periodo moderno, no es más la única posible migración; se abre la posibilidad de convertirse en migrante cultural simplemente abriéndose a la nueva estética y a sus requerimientos de mercado. Si lo analizamos desde la perspectiva de los teóricos de la escuela de la recepción, entenderemos que lo que ha sucedido y viene sucediendo es el triunfo del horizonte de expectativas13. Esta descripción, en su brevedad y simpleza, describe la lógica cultural asumida por Vargas Llosa en lo que Oviedo (1982) y García-Bedoya (2012), por razones diferentes, definen como el segundo periodo de la novelística de Vargas Llosa; García-Bedoya lo llama posvanguardista, mientras nosotros preferimos nominarlo como posmoderno, ya que cumple no solamente con el requisito estético, también lo es en sentido ideológico y retórico. Esta operación es posible solo si se asume la lógica de la migración que reconoce la necesidad de asumir esa cultura Otra para sobrevivir en ella, esa estética Otra para crear dentro de ella, esa sensibilidad Otra para participar de ella. El sujeto posmoderno sería, por definición, un sujeto migrante cultural, es ese sujeto definido por Bhabha (2002) como el que sobrevive «in between», en el espacio intermedio que cada vez es más indefinido porque ya no es el de una cultura o estética del Otro vecino; es una cultura o estética global que genera ciudadanos del mundo.
Posmodernidad migrante y el problema de la apropiación cultural El fenómeno de la migración, por lo tanto, ya no es solo un camino de ida desde la periferia haca el centro. La movilidad y relatividad de los fenómenos culturales han desarrollado un mundo sin punto fijo en el cual los movimientos físicos y cognitivos se dan en doble sentido. Ya no es preciso desplazarse al centro, a la metrópoli, para participar de su cultura. Del mismo modo, la cultura de la metrópoli ya no necesita del desplazamiento
13 El horizonte de expectativas es un concepto difundido por Hans Robert Jauss, importante
autor de la Estética de la recepción. Lo tomó de Gadamer y se define como el sistema de ideas y experiencias que el público pone en funcionamiento al momento de la lectura. Es una preexistencia aplicada a la lectura que condiciona la recepción favorable o la extrañeza del público ante un texto dado, según este se ajuste, o no, a lo que «se espera».
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físico de representantes que actúen como embajadores culturales. La multiculturalidad está en el aire y se transmite masivamente a través de radio, prensa, televisión, cine e imprenta. Para participar de esta cultura global, la migración cognitiva consiste en la adopción de las normas de la nueva estética, en el acogimiento de su retórica. En textos migrantes, en textos compuestos por sujetos que han realizado el trayecto ideológico, estético, retórico que los define como sujetos migrantes posmodernos, las huellas del cruce de retórica son tan visibles como aquellas del personaje don Sebastián en El zorro de arriba y el zorro de abajo citado por Cornejo Polar. En el caso de un autor del posboom como Vargas Llosa, dentro de un corpus de textos notoriamente posmodernos (corpus que se inicia en Pantaleón y las visitadoras de 1977 y llega hasta hoy, 2018), encontramos momentos de recurrencia al antiguo código. Un ejemplo es el de lo que Oviedo llamó los vasos comunicantes, momentos en los cuales la narración une dos conversaciones que se dan en tiempos distintos en un solo flujo por un mecanismo metonímico que hace semejantes dos discursos diferentes que nacen de un hecho del pasado. Uno se ancla en el mismo pasado y otro se construye como referencia al mismo desde el presente de la narración. Este recurso, síntoma del proceso de cruce de retóricas, se hace visible, por ejemplo, en Lituma en los Andes cuando Tomasito narra su romance con Mercedes, «Mechita». —¿Y ahora qué va a pasar cuando lleguemos a Lima? —preguntó Mercedes. —Nos iremos a vivir juntos. —O sea que ya lo decidiste, tú solito. —Bueno, si quieres nos casamos. —Eso se llama ir rápido —lo interrumpió Lituma—. ¿Iba en serio eso de casarse? —¿Por la iglesia, con velo y vestido blanco? —preguntó Mercedes, intrigada (Vargas Llosa, 1993, p. 126). La inclusión en un texto de narratividad lineal, con estructura en la cual los sucesos de las tres líneas argumentales no son confluyentes, ya que las relativas a la violencia senderista funcionan como viñetas, acentos para iluminar la situación actual de un personaje, de un mecanismo de diálogo que hace recordar los procedimientos habituales en novelas como Conversación en La Catedral (Vargas Llosa, 1987), se perciben como una pervivencia, una reedición del repertorio propio de la época vanguardista en una obra ideológicamente posmoderna y con muchas deudas formales con la posmodernidad como retórica. Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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La apropiación cultural reproduce, de esta forma, los mecanismos de la transculturación, en la cual el sujeto influye y es influido, participa de la cultura dominante llevando en su migración las huellas de su saber periférico. Paradójicamente, este saber periférico, de un mundo que no se agota con una mirada y que se presenta como un cuestionamiento de nuestra identidad, nació del repertorio de la vanguardia europea de inicios de siglo (Dujardin, Joyce, Proust), pero retornó a Europa como una apropiación reformulada. El locus de enunciación le dio un estatuto diferente en un determinado momento histórico; en esta migración posmoderna, la experiencia de la migración se vive a través del locus de enunciación, un lugar que está dejando de ser periférico para constituirse en global.
Conclusiones 1. La posmodernidad implica la formación de una matriz estético-cultural global que fue anticipada en los escritos de los fundadores de la Escuela de Fráncfort. 2. La condición hegemónica de la estética-cultura posmoderna es sustentada por el colonialismo del saber y en el campo literario asume la forma de literatura-mundo. 3. La posmodernidad configura un nuevo sujeto migrante cultural para el cual no es requisito excluyente la migración física; basta con integrarse a la estética dominante para devenir un migrante cultural. 4. La novelística de ciertos autores que se integran a la literatura-mundo demuestra cómo el proceso de migración cultural supone una transculturación que hace posible reconocer huellas de la estética original en las obras que participan de la estética posmoderna. 5. En el caso de Mario Vargas Llosa, existe un periodo de su narrativa signado por la asimilación de la estética posmoderna.
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Recepción: 10/03/2018 Aceptación: 9/04/2018
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Reseñas
Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 233–236 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-233-236
Ricardo Falla
Poesía abierta Lima, Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2017 Eduardo Huarag Álvarez
Ricardo Falla ha publicado su poesía completa bajo el título Poesía abierta. En ella se incluyen Pequeña historia de conciencia (1971), Contra viento y marea (1973), Mi capital (1979), Poesía abierta (1982), Interludios (2006), a los que ha agregado Otros poemas. En esta breve reseña queremos hacer algunas reflexiones a las que nos invita su poemario. Partiremos por lo conceptual. En estricto rigor se suele entender por poesía ese riguroso arte de enhebrar palabras, de combinarlas con sentido estético, de organizar el mensaje dentro de la expresión metafórica. Y la poesía es también el arte de la condensación, de la palabra precisa, aquella que configura un verso que, finalmente, resulta insustituible, inmodificable. Acaso por eso, en El arco y la lira, Octavio Paz dirá que una cosa es versificar y otra, muy distinta, hacer poemas. La poesía de Falla transita por el difícil camino de la metaforización y la condensación. Por momentos se siente atraído por las inquietudes e interrogantes que desde sus orígenes preocupan a la humanidad; otras veces, la palabra discurre en escenarios sencillos, en objeto y elementos de la cotidianeidad. En realidad, lo que hace Falla es establecer un puente que va de lo cotidiano a lo trascendente. Pero ¿qué entendemos por trascendente? Aquí es necesario explicar que no se trata de un vínculo con la religiosidad o un modo de espiritualidad hacia lo Absoluto. Aquí, lo trascedente es la búsqueda del ser, el fondo mismo de la naturaleza humana, el ser existencial en toda su complejidad. Ese es el ser que preocupa a Falla; el ser individual y el ser inmerso en su dimensión social. En su persistente reflexión sobre la vida, la muerte y el tiempo, leeremos: El sueño es efímero Efímeras son las horas. Los días son efímeros. Efímeros son los hombres. (Falla, 2017, p. 107)
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Eduardo Huarag Álvarez
En medio de lo efímero está la vida misma. No somos eternos. La muerte nos acecha, nos espera en un recodo de la vida. ¿Qué somos entonces? La vida nos aterra porque algunas posibles verdades crean una gran angustia: Hoy la vida duda de mi existencia Yo también dudo como un sobreviviente de la matanza Aunque mi pensamiento se desnuda Son pocos los vocablos limpios que engarzan mis palabras ¿Cómo saber si existo en el poema? (Falla, 2017, p. 109). Entre lo momentáneo y lo eterno discurre la palabra de Falla. Plantea preguntas desde la misma poesía y la razón de su existencia. Explora y metaforiza acaso con la idea de que la poesía es ese mensaje que suena a eternidad (o que eterniza las palabras, los enunciados), pero es también difícil de asir, porque ella discurre por espacios infinitos: poesía territorio libre de los siglos tus límites no tienen espacio (Falla, 2017, p. 29) La poesía está tanto en la superficie como en las profundidades, es la luz y es la oscuridad, es la vida y es la muerte. Oposiciones binarias por las que transcurre, metafóricamente, Falla: cuando voy a tu inagotable profundidad subo instantáneamente a las aristas de tus manos millones trajinan a diario tus entrañas en busca de los hijos que les arrancó la noche. (Falla, 2017, p. 29) Pero es el tiempo lo que más le angustia. Ese transcurrir del que quedan el recuerdo, la desazón, las imágenes: ¿Dónde te encuentras? ¿Es posible recordar la primera lágrima de un niño? (Falla, 2017, p. 118) Preguntas que laceran, que atormentan. Buscar y encontrar. En medio del transcurrir inevitable, la búsqueda es constante, inevitable, como el mito de Sísifo. Búsqueda desesperada: 234
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Ricardo Falla Poesía abierta
Te busco interrumpiendo los sueños incluso cuando el papel me dispensa algunas horas ¿Por qué no vienes? ¿Dónde estás? (Falla, 2017, p. 119) La poesía de Falla no elude el tema político, ni las penurias que pasa un país que se llena de discusiones ideológicas y proclamas, de paradojas, de titulares que direccionan a los lectores mientras los financistas encuentran la manera de saquear las arcas del Estado y de empobrecer al infinito a los más pobres. En ese contexto: La revolución es un derecho y un deber hacerla. Matriz de mi tiempo Oh José Carlos la vida está en pie. Álzanos como una espada para cortar la miseria. (Falla, 2017, p. 139). Y podríamos agregar, para encarcelar a los que siempre encontraron la forma de controlar el poder y mantener el orden establecido porque les fue ventajoso. Pero Falla no hace prédica partidaria, ni convierte el poema en panfleto. Falla explora y quiere que la palabra sea parte de esa dolorosa búsqueda, de esa clara voluntad de cambio. El día fluye entre mis manos Hacia el lugar donde la hora se revela: Tentativa de existencia Tentativa de descubrimiento. Tentativa de poder exacto Tentativa de frustraciones. Tentativa de silencio. Tentativa de gloria. Tentativa de esperanza. (Falla, 2017, p. 137) Y en esa búsqueda por la cotidianeidad y las expectativas está presente la finitud, los límites de la vida y la muerte inevitable: así es el otro lado del infierno.
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Eduardo Huarag Álvarez
los muertos de frío tienen vida fría manos frías memoria fría y fría su propia frialdad (Falla, 2017, p. 264) Se trata, pues, de una edición que ha reunido toda la poesía de Falla. Juzgado a través del tiempo y las etapas que suele tener el poeta, es admirable que Falla haya tenido una calidad invariable, como invariables son sus meditaciones y metáforas sobre la vida y los límites de la existencia.
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Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 237–243 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-237-243
Donato Amado, José Forniés, Paulina Numhauser
Escrituras silenciadas. Poder y violencia en la península ibérica y América España: Universidad de Alcalá, 2015 Luis Daniel Soto Núñez
El complicado trabajo de escribir la historia nunca es ajeno a los intereses del historiador. La elección del tema no es un hecho casual, sino algo que responde a las propias afinidades del investigador. En nuestra América no es una casualidad que la historiografía clásica ignore muchos sucesos por considerarlos poco importantes. Pero no solo las ciencias sociales sufren de este síndrome; también lo padecen diversas disciplinas, ciencias y las políticas de muchos países. Por ello, es importante el trabajo de los profesores Donato Amado, José Forniés y Paulina Numhauser de dar voz a los discursos que se trataron de callar y mostrar que se puede hacer menos grande ese silencio. El libro que vamos a presentar está compuesto por 28 artículos expuestos en el IV Congreso Internacional de Escrituras Silenciadas, «Poder y violencia en la península ibérica y América», que se realizó en setiembre de 2014 en el Cusco. Los editores han dividido el libro en tres secciones. La primera engloba nueve trabajos de corte historiográfico, que tienen como tema el periodo colonial. La segunda sección se compone de nueve artículos que tratan diversas expresiones del abuso de poder; la mayoría son de corte historiográfico. La última sección del libro tiene como tema la censura impuesta en periodos y circunstancias particulares, y en distintas disciplinas. La presente reseña no abordará la totalidad de artículos; centra el trabajo en función de los temas planteados de las secciones antes expuestas. El primer artículo que desarrollaremos se titula «Corría la voz. Oralidad y cultura escrita en las reducciones guaraníes», de Eduardo S. Neumann (UFRGS/Brasil). El autor inicia con una breve introducción que plantea como tema la importancia de la alfabetización en la catequización de los indígenas, pero muestra que el dominio de la escritura no logra erradicar la oralidad en los nativos. Considera el autor que las sociedades letradas y orales han sido contrapuestas, pero no son excluyentes. La incursión de la gramática el guaraní ayuda a que se consolide una lengua cristiana en las Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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reducciones, pues los sermones y la lectura en voz alta apoyan que el proyecto cristiano de catequización tome cuerpo y sea asimilado. Considera que la tensión entre la memoria oralizada y la escritura puede rastrearse en los escritos de los jesuitas misioneros del Paraguay colonial. Luego de la breve introducción, continúa el segmento «Replanteando la oralidad», que inicia con una aseveración que puede llegar a resumir esta primera parte: «Sea como fuere, estamos delante de una revalorización de las expresiones orales frente a la hegemonía de la escritura». A continuación, el autor expone que las comunidades mantenían sus vínculos por medio de palabras y charlas, y considera que se podían manifestar distintos niveles de oralidad, como se dio en la España Moderna, donde un grupo podía participar del teatro y otro se limitaba a escuchar la lectura de textos en voz alta. El autor considera «evaluar el impacto de la alfabetización entre los guaraníes de las reducciones, [...] bajo la definición oral escrita». La pedagogía utilizada por los jesuitas se centró en el desarrollo de la lectura y la escritura. No existía la intención de ser impuestas a los indígenas para controlar los contenidos; fueron la bisagra entre lo oral y lo escrito, pero manteniendo bajo su control la tradición oral. La segunda parte, «El Tratado de Madrid: entre las reacciones y los rumores indígenas», muestra la reacción por parte de los guaraníes hacia la transmigración, que termina en un conflicto. El autor muestra que los temas de mayor impacto no se comunicaban por escrito sino oralmente. De la misma manera, la negociación se realizaba de manera oral, por reconocer la fuerte presencia que mantiene la vocalidad sobre la escritura. El autor menciona también que se comunicaba por medio de cartas a los indígenas, para evitar que luego el mensaje se llegara a distorsionar. En la tercera parte y en la conclusión, menciona el caso de la india Felícitas, que tiene como objetivo ejemplificar lo mencionado en la segunda parte: cómo el rumor puede extenderse y crear gran inquietud en los pobladores, pues la anciana Felícitas augura que muchos funestos acontecimientos sucederán en esas tierras. Nusdorffer, confesor de la anciana, escribió un informe acerca de lo manifestado por Felícitas para mantener el testimonio real y enfrentar las distorsiones que se hicieron sobre él. Lo curioso de todo esto es que las catastróficas profecías se cumplieron y tuvieron una gran difusión. El autor quiere resaltar que fue por el medio oral que la profecía llegó a ser tan conocida y tener influencia muchos años después, mostrando así el desencuentro existente entre la oralidad y la escritura. El artículo del autor muestra una tensión existente hasta nuestros días. Podemos tomar como ejemplo el caso de las lenguas que hasta nuestros días conviven con el español en el Perú, pues se llevó aquí un proyecto similar de traducir a lenguas indígenas los catecismos para cumplir con el 238
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proyecto evangelizador. Los primeros diccionarios con los que contamos de lengua quechua y aimara datan del periodo colonial, pero hasta nuestros días subsiste la tensión entre la oralidad y la escritura. La producción quechua y aimara hasta hoy se manifiesta en mayor medida por medio de la oralidad; es de esta manera como corre la voz en las muchas radios del interior de nuestro país, que tienen emisoras en estos idiomas; la producción literaria y musical también se da por medio oral. El problema que trata el autor aún existe, en gran medida en un país tan diverso como el nuestro. Continuamos la reseña con el texto pertenece a la editora de la publicación, que tiene como título «Diego de Trujillo y los señores de la coca de los Andes del Cusco, siglo XVI. Poder privilegios y el silencio historiográfico. Paulina Numhauser». Con él concluiremos la primera parte del libro. El texto inicia narrando la vida y sucesos que llevaron a Diego de Trujillo, un personaje curioso que de ser un simple soldado de a pie que se une a las filas de Francisco Pizarro para la empresa de la conquista, se convierte en un señor de la coca y goza de gran poder. Los primeros párrafos del texto se enfocan en narrar la vida de Diego de Trujillo y los distintos sucesos que lo llevaron a ir ganando riqueza y poder. El autor hace notar que este personaje es conocido como un cronista de los primeros años del Virreinato, pero considera que tiene una importancia noble y poco conocida como señor de la coca. El nombre de Diego de Trujillo figura en un proceso judicial que enfrenta al obispo y el Cabildo Eclesiástico del Cusco. La razón de la disputa era que el Obispado quería que los señores de la coca asumieran los gastos de hombres de la Iglesia que predicaban en esas tierras. Los señores de la coca argumentaban que correspondía a la Iglesia mantener a los clérigos. Trujillo toma como ejemplo el caso de la comunidad de Castilla, donde la Iglesia mantiene a sus curas con los diezmos que recibía, y no lo hacían los feligreses. Por ello, la Corona le da razón a Diego de Trujillo y la Iglesia retira a sus clérigos. Considera la autora que se debe resaltar que las chacras de hoja de coca eran propiedad privada, pues no fueron entregadas en encomienda u otro tipo de privilegio. Los señores de la coca por todos los medios trataron de defender la propiedad de estas tierras, hasta que el virrey Francisco de Toledo los presiona bajo amenaza de quitarles los títulos y finalmente acceden. El texto continúa narrando la vida del señor de la coca Alonso de Mesa, de notable importancia por ser considerado el hombre más rico y poderoso del Perú. La riqueza en el Virreinato no parece encontrarse en las encomiendas, sino en el negocio de la hoja de coca. Por ello, Alonso de Mesa dedica su vida a este negocio que le aseguró una inmensa fortuna y una influencia notable. El escapar de una sentencia de destierro por mandar Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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a asesinar a un hombre es muestra del gran poder que tenía. La habilidad de este señor de la coca lo llevó a invertir sus ganancias no solo en América, sino también en España, donde por intermedio de sus hijos mestizos logró adquirir muchas propiedades inmuebles. El cultivo de la coca era una actividad muy bien organizada. Los señores de la coca trataron de asegurar la producción de la mayor cantidad posible y para ello elaboraron distintas estrategias. Uno de los principales enemigos del cultivo de la hoja de coca fue la Iglesia, que la consideraba perjudicial para el proceso de evangelización, por ser un producto del demonio. Ahora vamos a desarrollar las consecuencias sociales que trajo la riqueza de los mineros indígenas de Potosí con la hoja de coca y la economía del Perú. La mina de Potosí, en los primeros años bajo el control español, adopta una curiosa forma de explotación. La necesidad de extraer el mineral lleva a los dueños de las minas a establecer acuerdos con mineros indígenas que contaban con gran experiencia y que se trasladaron de la mina El Porco, que estaba en decadencia. El acuerdo entre el señor de la mina y los mineros consistía en que el señor de la mina cancelaba una cantidad de plata que llamaron «casilla», entre dos pesos y un marco de oro. Luego de pagada esta cantidad, los mineros podían quedarse con lo demás que hubieran extraído en una semana de trabajo. Las reformas del virrey Toledo buscaban reactivar la mina, que había sufrido una caída en su producción a causa de la gran profundidad de los socavones y la incesante explotación. El virrey introdujo nuevos métodos de fundición, que modernizan los procesos. Entraron en desuso los hornillos tradicionales. Los indígenas afectados por las reformas impuestas padecieron mermas económicas. Lo mismo ocurrió con los señores de la coca en Potosí. Así, toda esta compleja red cayó en poco tiempo. El texto que busca dar a conocer el papel de los señores de la coca en los inicios de la Colonia, así como el gran poder económico y político que gozaron, también nos informó cómo se continuaron con las formas de explotación del mineral por parte de los mineros nativos. No enfatizaré mi crítica en los temas antes expuestos, pues considero que contribuyen a dar luz a un periodo de la historia que es poco visitado y muchas veces solo por los especialistas. Lo que me causa gran asombro es cuando la autora del texto trata de manifestar citando a dos autores, Mathew Restall y Gonzalo Lamana, que la teoría de la aniquilación radical de la población amerindia y la reducción de los supervivientes a un estado de anomia, o sea confusión, apatía, vacío y sobre todo desesperanza psicológica, tiene sustento o simplemente es un mito historiográfico más. Además, muestra que la relación entre los colonizados y los colonizadores fue más compleja, 240
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pues no solo se centró en un interés económico, ya que se imitaron los modelos del antiguo Imperio incaico (pp. 115-116). Respecto a la aniquilación radical y los tratos de los indígenas, nos gustaría mencionar el libro de Waldemar Espinoza, La destrucción del imperio de los incas, donde el autor menciona que el proceso de guerras que se libraron hasta lograr la estabilización del virreinato fue un proceso largo que no se reduce a solamente la captura del inca en Cajamarca. La guerra continúa muchos años y el gran número de bajas fueron en su mayoría indígenas. Espinoza manifiesta que una de las causas de la caída del imperio se debe al gran resentimiento existente hacia los incas por los pueblos conquistados, que vieron en los españoles una oportunidad para derrotar a su enemigo principal. Luego de la caída, lograron ganar ciertos beneficios que los comprometieron a defender el virreinato ya establecido. Los pactos entre españoles y naciones indígenas no solo se limitaron al simple lucro, sino que se negociaron beneficios políticos. Esta práctica nació a inicios de la Conquista y se mantuvo durante gran parte de la Colonia. Consideramos que son estos autores los que quieren crear un mito al considerar que el proceso de guerras entre ambos bandos no significó ni influyó en disminuir la población indígena, pues los que se enfrentaban en ambos bandos eran los pobladores locales. No es tampoco una novedad que el aparato de explotación que usaron los españoles se montara sobre formas ya existentes en el incanato. Por ello, considero que lo manifestado por la autora en el último párrafo trata de defender el poder y la violencia en el virreinato, traicionando el propósito de la publicación de la que es editora. El siguiente artículo, «El discurso silenciado de la locura», de Eliana Olave Valencia y Hanssel Choque Condori, inicia con una exposición sobre el papel del lenguaje y su relación con el mundo. Los autores concluyen que la realidad toma existencia a partir de lo que se nombra, y que solo la palabra otorga existencia y ser. Todo lo mencionado se sustenta en palabras de Foucault, Foster y algunos comentaristas de la obra de Lacan. Luego de la introducción, inician con una primera parte del trabajo que se dividen en dos para un mejor tratamiento. La primera se titula «Sobre la locura en la ciudad del Cusco» y trata sobre la historia del Centro Asistencial de Salud Mental Juan Pablo II; luego se describe la labor que desarrolla el centro en la actualidad. La historia del centro de salud se remonta a la Colonia. Era un hospital para indígenas de la orden bethlemita. El hospital albergó a pacientes con problemas mentales recién a finales del siglo XX. El centro donde se atienden estas personas se divide en tres grupos: El grupo A está conformado por 30 a 34 personas, entre mujeres y varones en situación de abandono. Fue aquí donde se desarrolló el trabajo. En los grupos B y C se encuentran Desde el Sur | Volumen 10, número 1
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personas con apoyo de sus familiares, que pagan los servicios del centro. El grupo B está integrado por personas con trastornos mentales y el grupo C lo integran personas con adicción a distintas sustancias y juegos. Como todo establecimiento disciplinario, cuenta con un horario definido para realizar las tareas. La segunda parte, titulada «La locura como una forma más de discurso», sostiene que la locura es un discurso desplazado por el discurso dominante en el poder, golpeado y considerado carente de racionalidad por tener una estructura distinta que el oficial. La siguiente parte contiene las entrevistas, las historias y los relatos de familiares o personas cercanas a los internos, así como testimonios de los pacientes. El propósito del trabajo, mencionan los autores, no es antipsiquiátrico, pues ellos creen que las experiencias de estas personas también deben ser tomadas en cuenta por ser únicas y que conforman la verdad. Sentencian también que no existe una verdad, sino verdades y saberes diferentes. El tomar el discurso y analizar en ellos las verdades que ellos contienen no es el problema principal de la obra de Foucault, como tampoco de la penosa realidad que afrontan muchas personas con estos problemas psiquiátricos y adicciones. Creemos que la exclusión y la falta de atención del Estado es el verdadero problema. Los autores mencionan que el centro de salud donde realizan su investigación es el único en la zona sur. El abandono en los departamentos de la zona sur del Perú es alarmante, pues se ve que el Estado y la sociedad realmente han excluido a estas personas, que se encuentran a suerte y muchas veces sobreviven gracias a la caridad. El tema del poder parece estar ausente. Creemos que analizar el poder y la caracterización que se hace a estas personas como consecuencia de una normalización que los considera inferiores, anormales, prácticamente deshumanizándolos, es de vital importancia para entender por qué hasta hoy no se hace nada ni parece que exista la mínima intención de hacer algo. El interés que se enfocó en entender sus discursos bien pudo tratar de ver sus verdaderos problemas. Mucho de lo que se manifestó en líneas anteriores pertenece a un autor conocido por los autores, que es Foucault, que en el Collège de France, de 1973 a 1975, dictó cursos sobre el poder psiquiátrico y los anormales, que sin lugar a dudas enriquecerían lo manifestado por los autores. El problema de la exclusión de estos grupos de personas es un problema que aqueja al Perú en su totalidad. Creemos que debe ser tomado en cuenta y no silenciado, ni minimizado. El presente libro tiene, como mencionamos variedad de artículos y temas que muchas veces no se quieren tratar por muy distintas razones, por
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considerarse poco importantes o por intereses políticos. El tema del silencio no es ajeno a nuestra realidad. Tenemos periodos de la historia que queremos borrar y que exigen muchas veces un verdadero análisis para también así lograr la justicia y la verdad que necesita el país. El silencio solo puede ser combatido por voces firmes. Trabajos como estos crean un estruendo, pero la paz del silencio parece continuar. Por ello, es necesario seguir perturbando ese silencio.
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Normas específicas para cada tipo de artículo 1. Estudios de investigación. Son aquellos que despliegan una argumentación sólida como resultado de un proceso sistemático de análisis tanto de textos como de trabajos de campo. Para ello, configuran un orden argumentativo que usa categorías diversas de interpretación. El contenido del texto tendrá una extensión no mayor de 20 páginas escritas en una sola cara y deberá estar estructurado en las siguientes partes: a. Un resumen en español y en inglés o portugués, con una extensión máxima de 150 palabras en español y 100 en inglés o portugués), y de tres a cinco palabras clave para cada uno. b. Introducción: exposición breve de la situación actual del problema, objetivo del trabajo e hipótesis general. c. Materiales y métodos: describir las características de la materia a ser analizada y la metodología utilizada en el estudio. d. Resultados: presentación de los hallazgos, en forma clara. e. Discusión: interpretación de los resultados, comparándolos con los hallazgos de otros autores, exponiendo las sugerencias, postulados o conclusiones a las que llegue el autor. f. Referencias bibliográficas: solo las citadas en el texto. 2. Ensayos. Es aquella argumentación que muestra un acercamiento tentativo para explicar un texto o un proceso cultural cualesquiera. El contenido tendrá una extensión no mayor a 15 páginas, en una sola cara y deberá estar estructurado de acuerdo con: a. Introducción b. Cuerpo c. Conclusiones
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3. Reseñas bibliográficas. Son previstas como comentarios reflexivos, dialógicos y con una sólida crítica académica al texto propuesto. No deben exceder las 10 páginas. Esta sección no siempre contiene referencias bibliográficas. 4. Cartas al editor. Notas y comentarios que deben tener un carácter puntual sobre un aspecto concreto de un tema, evento, congreso académico, obra y/o un cuestionamiento a los artículos y ensayos publicados en Desde el Sur u otra publicación. De preferencia se recomienda que tengan un carácter polémico. Su extensión no excederá las 10 páginas. 5. Reedición de textos. Esta sección se ocupa de reeditar textos valiosos, no muy difundidos o inéditos. La propuesta es evaluada directamente por el editor de la revista y deberá tener la autorización expresa de la fuente original. De publicarse, se colocará en el artículo la fuente original.
II. Criterios éticos y declaración de mala praxis
Ética en investigación
El Consejo Editorial es el responsable de impedir la publicación de investigaciones que incumplan los criterios éticos presentados a continuación. La revista Desde el Sur se acoge a las recomendaciones del Código de Conducta para Editores de Revistas (COPE, en inglés: Code of Conduct for Journal Editors, http://publicationethics.org/resources/guidelines). En el caso de que se presenten investigaciones realizadas en seres humanos, se deberá mencionar de manera expresa que los procedimientos fueron realizados respetando las normas éticas concordantes con la Declaración de Helsinki; en el caso que las investigaciones se realizaron en animales, se recomienda el uso de la Guía para el cuidado y uso de animales de laboratorio de la National Academies of Sciences, Engineering and Medicine (https://grants.nih.gov/grants/olaw/guide-for-the-careand-use-of-laboratory-animals.pdf ). Además, el estudio debe indicar si fue aprobado por un Comité de Ética.
• • • •
Ética en publicación Siguiendo las recomendaciones de COPE: La investigación debería haberse conducido de una manera ética y responsable. La investigación debe ser presentada de manera clara, honesta, sin fabricación, falsificación o manipulación de data. Los métodos deben ser presentados de manera clara, sin ambigüedades con la finalidad de que sus hallazgos puedan ser confirmados por otros (en el caso de estudios de investigación). Las investigaciones deben ser originales, sin plagio y no haber sido publicadas en algún otro lugar previamente.
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autores asumen responsabilidad colectiva del íntegro del conteni• Los do de su publicación. refleje la contribución de cada uno de los coautores al traba• Lajo, autoría evitando faltas éticas como autoría honoraría, de regalo o fantasma. fuentes de financiamiento como los conflictos de interés deben • Las estar claramente descritos. En caso de que se detecte alguna falta ética, durante el proceso de revisión o después de la publicación, la revista actuará según las recomendaciones dadas por COPE (https://publicationethics.org/files/Spanish%20 %281%29.pdf ). Pueden incluir dentro de las decisiones la retracción del artículo o la prohibición futura de la publicación de los artículos de parte de los autores sancionados. Medidas adicionales pueden incluir comunicación con las autoridades respectivas y notificación a otras revistas.
Autoría La autoría debería reflejarse con precisión en la contribución que cada uno aportó al momento de la realización de la investigación y la redacción del artículo. Cuando se considere que la autoría solo corresponde a aquellos que realizaron aportes mayores al trabajo y no a aquellos que realizaron otras actividades «menores» (puramente técnicas, revisiones de texto, etc.), este acuerdo debería haberse realizado al inicio del proyecto de investigación. La revista alienta la aplicación de criterios adecuados de autoría; sin embargo, en ningún momento asume el rol de juez ante disputas de autoría. Queda de parte de los autores la toma decisión final. Se considera como: autoría honoraria, aquella persona que no cumple con los criterios de autoría, pero que es incluida por su reputación, influencia o antigüedad; autoría regalada, aquella que no cumple con los criterios de autoría pero que es incluida a modo de favor o en retorno de un pago; autoría fantasma, aquella que cumple los criterios de autoría pero que no es incluida en la lista de autores.
De los revisores a. Los textos que se someten a revisión por pares gozarán de carácter de confidencialidad durante este proceso. Los revisores no podrán divulgar o comentar sobre los textos que se encuentren en escrutinio. b. Deberán reconocer la información que se encuentra en los textos y dar fe de su autenticidad y originalidad. c. Si se encontrasen vicios en los textos, estos deberán ser presentados en el informe de revisión. De no hacerlo, el revisor incurre en falta grave.
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d. Si los revisores tuviesen algún conflicto de interés, si conociesen al autor, por ejemplo, deben comunicar al editor y de considerarlo necesario, eximirse de la revisión del artículo.
III. Proceso editorial Todo artículo enviado a la revista Desde el Sur, con la finalidad de ser publicado, es evaluado por el editor, quien decide si el artículo puede aceptarse, rechazarse o enviar observaciones solicitando modificaciones en el texto. Esta decisión se basará en fundamentos objetivos y respetando la pluralidad de opiniones. En el caso de que los artículos requieran una revisión por pares (tabla 1), el editor, luego de considerar que el artículo es pertinente para la publicación, enviará a evaluar el manuscrito a un par con experticia en el tema (comprobada ya sea por su publicaciones o grados académicos alcanzados). Esta evaluación es anónima y ad honorem. La cantidad de revisores dependerá también del tipo de artículo (tabla 1). El revisor puede recomendar que el artículo se publique sin modificaciones, se publique si se absuelven observaciones menores (generalmente recomendaciones para mejorar el manuscrito), se publique si se absuelven observaciones mayores (observaciones de fondo que cuestionan la metodología usada, etc., que requieren una respuesta fundamentada del autor), o que no se publique (cuando el revisor considera que el artículo incurre en errores insalvables). Tomando en cuenta estas recomendaciones, es el editor quien toma la decisión final respecto al artículo. En el caso que se solicite resolver las observaciones de los revisores, el autor deberá enviar el artículo corregido, además de una carta respondiendo con sustento cada una de las observaciones. El editor decidirá si es que el artículo corregido es satisfactorio o si es que requiere ser evaluado nuevamente por un revisor. Finalmente, decidirá si es que el artículo es aceptado para publicación o es rechazado. Si el artículo fue aceptado, se procederá a su edición, diagramación y generación de prueba de imprenta. El autor recibirá la prueba de imprenta y, en un tiempo indicado por el editor, podrá hacer modificaciones y dar su aprobación. De no responder a dicha comunicación, el autor aceptará implícitamente la versión enviada por el editor.
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Tabla 1. Extensión de palabras y otras características de acuerdo con el tipo de artículos Resumen (palabras)
Contenido (páginas)
Revisión por pares (número)
N.° de referencias
Estudios de investigación
150
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Sí (2)
30
Ensayos
150
15
Sí (2)
40
Reseñas bibliográficas
No
10
No
20
Cartas al editor
No
10
No
20
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Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 253–259 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-253-259
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Desde el Sur, a journal edited by the General Courses Coordination of Universidad Científica del Sur (UCSUR), is a peer-reviewed semi-annual publication. It features previously unpublished research articles from all over the world in the fields of humanities and social sciences, preferably with a focus on Latin American issues. Desde el Sur is distributed free of charge in both its printed and online versions. Those wishing to submit articles to the Desde el Sur journal’s editorial team should bear in mind the following criteria:
I. Formal criteria 1. All articles submitted to the journal must be written in Spanish, English or Portuguese. They must address issues associated with research into areas of the humanities and social sciences. 2. Articles must be completely original and unpublished. By submitting their text to our journal, authors undertake not to submit it simultaneously for evaluation by another journal, in any language. 3. Articles must be submitted by electronic means, to the email address
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1. Article structure
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a. Abstract in two languages, Spanish and English, and keywords in the respective languages (see: http://vocabularies.unesco.org/ browser/thesaurus/es/). This applies to research studies, essays, bibliographical studies and literature reviews. b. Main text: The length will depend on the section, as detailed below. c. Bibliographical references for research studies, essays, bibliographical research and literature reviews (corresponding to explicit citations in the text). They should appear at the end of the text in alphabetical order. The only bibliographical references included should be those cited in the text. The model of the American Psychological Association (APA, see: http://www.apastyle.org) should be followed, in its latest version. Authors will be responsible for ensuring that all abbreviated citations have their respective bibliographical reference at the end of the text.
Specific guidelines for each type of article 1. Research studies: These are texts which present a solid argument based upon a process of systematic analysis of both texts and fieldwork. To this end, they are structured in an argumentative order employing different categories of interpretation. The content of the text should be no more than 20 single side pages in length and be structured in the following parts: a. An abstract in Spanish and English or Portuguese, with a maximum length of 150 words in Spanish and 100 words in English or Portuguese, and three to five keywords for each language. b. Introduction: Brief overview of the current status of the issue being addressed, aims of the work and general hypothesis. c. Materials and methods: Describe the characteristics of the material to be analyzed and the methodology employed in the study. d. Results: Presentation of findings, in a clear manner. e. Discussion: Interpretation of results, comparing them with the findings of other authors, setting out suggestions, postulations or conclusions reached by the author. f. Bibliographical references: Only those cited in the text. 2. Essays: An argument presenting a tentative approach in order to explain a text or cultural process. The content must be no more than 15 pages long, single side and structured as follows: a. Introduction b. Main text c. Conclusions
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3. Book reviews: Presented as reflective, dialogic commentaries, based upon a solid academic criticism of the text in question. They should not exceed 10 pages. This section does not always contain bibliographical references. 4. Letters to the editor: Notes and commentaries of a punctual nature concerning a specific aspect of an academic issue, event, conference, work and/or the questioning of articles and essays published in the journal Desde el Sur or in another publication. Preferably, such contributions should be of a polemical nature. They should not exceed 10 pages in length. 5. Reissuing of texts: This section is devoted to the reediting of significant texts which are little-known or previously unpublished. Submissions are assessed directly by the journal’s editor and must have the express authorization of the original source. If published, the original source will be included in the article.
II. Ethical criteria and declaration of malpractice
Research ethics
The Editorial Board is responsible for blocking the publication of research which does not meet the ethical criteria presented below. The journal Desde el Sur adheres to the recommendations contained in the Code of Conduct for Journal Editors (COPE http://publicationethics.org/resources/ guidelines). In the event that research submitted is conducted on human beings, it must be expressly mentioned that the procedures involved were carried out with respect for the ethical guidelines contained in the Helsinki Declaration; in the event that research submitted was conducted on animals, use is recommended of the guidelines for the care and use of laboratory animals issued by the National Academies of Sciences, Engineering and Medicine (https://grants.nih.gov/grants/olaw/guide-for-the-care-anduse-of-laboratory-animals.pdf ). Also, it must be indicated that the study was approved by an Ethics Committee.
Publishing ethics
• • •
In accordance with the recommendations of COPE: Research must have been conducted in an ethical and responsible manner. Research must be presented in a clear, transparent manner, without fabrication, falsification or manipulation of data. Methods must be presented in a clear manner, without ambiguities, in order to ensure that the findings can be confirmed by others (in the case of research studies).
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must be original, free of plagiarism, and must not have been • Research published previously in another publication. shall assume collective responsibility for the entire content of • Authors their publication. authorship should reflect the contribution of each of the • Credited work’s coauthors, avoiding ethical errors such as honorary, gift or
•
ghost authorship. Sources of financing and potential conflicts of interest must be described clearly.
In the event that any ethical breach is detected, during the revision process or after publication, the journal will take action in accordance with the recommendations of COPE (https://publicationethics.org/files/ Spanish%20%281%29.pdf ). The decisions adopted by the journal may include the retraction of the article or the future prohibition of the publication of articles by the sanctioned authors. Additional measures may include communication with the relevant authorities and the notifying of other journals.
Authorship Credited authorship should reflect accurately the contribution of each of the authors during the research and writing stages of the article. Credited authorship should only include those individuals who made major contributions and not those who engaged in other “lesser” activities (merely technical, text revisions, etc.). Any such authorship issues should have been addressed during the earliest stages of the research project. The journal welcomes the application of appropriate authorship criteria; however, under no circumstances will it assume the role of judge in the event of authorship disputes. The final decision is the responsibility of the authors. Honorary authorship is defined as any individual who does not meet the criteria for authorship but who is included by virtue of their reputation, influence or seniority; gifted authorship is that which does not meet the criteria of authorship but which is included as a favor or in return for payment; ghost authorship is that which does meet the criteria of authorship but which is not included in the list of authors.
Concerning peer reviewers a. Texts subjected to peer review methods will be treated confidentially during this process. Reviewers may not divulge or comment upon texts that are under scrutiny.
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b. Reviewers must identify the information contained in the texts and attest to its authenticity and originality. c. If any errors are identified in the texts, these must be submitted as part of the reviewer’s report. Any failure to do so will reflect unfavorably upon the reputation of the reviewer. d. If reviewers experience any potential conflict of interest –if they are acquainted with the author, for example- they must inform the editor of the situation and, if necessary, exempt themselves from reviewing the article.
III. Editorial process All articles submitted to the journal Desde el Sur for publication will be evaluated by the editor, who will decide if the article should be accepted or rejected, or will send observations requesting modifications to the text. This decision will be based upon fundamental objectives while respecting plurality of opinion. In the case of articles which require peer review (Table 1), the editor, after considering whether or not the article is suitable for publication, will order a peer review of the manuscript by an expert on the subject (as established by their publications or academic qualifications). This evaluation is anonymous and ad honorem. The number of reviewers will depend on the type of article (Table 1). Reviewers may recommend that the article should be published without modifications, following the addressing of minor observations (usually recommendations for improvements in the manuscript), following the addressing of major observations (fundamental observations that question the methodology employed, etc., requiring a substantiated response from the author), or that it should not be published (when the reviewer considers that the article contains insurmountable errors). Having taken into consideration these recommendations, the final decision concerning publication of the article will be made by the editor. In the event that the author is asked to address observations made by the reviewers, the author must submit the corrected article, together with a letter addressing specifically each of the observations. The editor will decide if the corrected article is suitable for publication, or if it should be reevaluated by a reviewer. Finally, the editor will decide if the article should be accepted for publication or rejected. If the article is accepted, it will be subjected to the layout process and proofs will be produced. The author will receive the proofs and, within a reasonable period indicated by the editor, will be permitted to make amendments and give approval. Any author who fails to respond to this communication will be deemed to have implicitly accepted the version sent by the editor. 258
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TABLE 1: Word count and other characteristics according to type of article
(number of reviewers)
Peer review
N.° of references
20
Yes (2)
30
15
Yes (2)
40
No
10
No
20
No
10
No
20
Abstract (words)
Content (pages)
Research studies
150
Essays
150
Book reviews Letters to the editor
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