Aproximación a la persona de Jesús.
Esbozo de una Cristología fundamental. PROGRAMA: 1.Justificación: en tiempos de Nueva Evangelizaron la llamada de Jesús a todos los bautizados adquiere características de urgencia. La descristianización del mundo es una realidad que preocupa a toda la Iglesia y a todos y cada uno de los que la formamos.
APROXIMACIÓN A LA PERSONA DE JESÚS Un esbozo de CRISTOLOGÍA FUNDAMENTAL Pbro. Rigoberto Rivera O.
Es urgente ser y hacer nuevos discípulos misioneros de Jesucristo que vivan ardorosamente las tres formas verbales de su llamamiento: ven, sígueme y vayan. Con el "ven" Jesús nos ofrece su amistad, con el "sígueme“ se nos ofrece como modelo de vida personal y social; con el "vayan" nos confía una misión.
PROGRAMA: Pero nadie puede anunciar al que no conoce. Una cristología tiene que ser realmente un esfuerzo de conocer la persona adorable del salvador del mundo. La posibilidad de una experiencia personal de él y oportunidad de acogerlo como salvador y Señor, para luego dar testimonio de lo que aquí hemos visto y oído. Mas no basta conocerlo; los habitantes de Nazaret lo conocían, pero no creyeron en Él. Es necesario adherir a Él por la fe. Sin embargo, tampoco basta creer… el diablo también cree (St 2,19), es necesario dejarse invadir por su persona, su vida, su mensaje de forma vital (comerlo para transformarse en Él),como lo afirma Juan en el discurso del pan de vida; ser uno con Él.
PROGRAMA 2. Objetivo general: Suscitar en el creyente en Jesucristo, una toma de posición. Una actitud vital frente a su persona y su obra, con el fin propiciar su compromiso evangelizador. 3. Objetivos específicos: -Precisar el desarrollo histórico del dogma de la Cristología.
-Relacionar el tiempo histórico de Jesús con las coordenadas de la historia universal y sus implicaciones. -Estudiar la actuación de Jesús en el llamamiento a la conversión, el anuncio del Reino y la formación de la comunidad de discípulos y sus repercusiones en la N.E.
PROGRAMA -Descubrir el sentido fundamental de la muerte y la resurrección de Jesús. -Procurar un acercamiento al misterio de Jesús Hijo de Dios e hijo de hombre y mediador entre Dios y los hombres. -Tomar conciencia a nivel experiencial de la fe en Jesucristo hoy y las implicaciones en la evangelización. -suscitar la respuesta de los agentes de pastoral frente a la persona y el llamado de Jesucristo.
Contenidos Temáticos -Primera Unidad: Módulo 1. El Dogma cristológico. 1.1 Introducción 1.2 Desarrollo del Dogma Cristológico 1.3 Dogma central de la cristología. 1.4 ¿Qué es la Cristología? 1.5. Clases de Cristología 1.6 Vivencias actuales del dogma cristológico. 1.6.1 Monofisismo práctico 1.6.2 Cristianismo ateo. 1.7 Cuestionario de asimilación.
Contenidos Temáticos Módulo 2. El mundo de Jesús. 2.1 Marco histórico geográfico de la vida de Jesús. 2.2 El problema del Jesús histórico 2.3 Posibilidad de una biografía de Jesús. 2.4 Relaciones entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe. 2.5 Respuestas personales frente a la persona de Jesús 2.5.1 De la fe tranquila a la fe ilustrada. 2.5.2 La fe comprometida. 2.6 Cuestionario de asimilación.
Contenidos Temáticos Módulo 3. La actuación de Jesús. Primera Parte. "Llamamiento a la conversión y el anuncio del Reino" 3.1 Comienzo de la vida pública. 3.2 "En aquel tiempo". Escenarios. 3.3 La experiencia original de Jesús. 3.4 Anuncio del Reino. 3.4.1 Características del Reino de Dios 3.4.2 Dimensiones del Reino de Dios. 3.4.3 Significado del Reino de Dios hoy. Exigencias.
3.5. Cuestionario de asimilación.
Contenidos Temáticos Módulo 4. La actuación de Jesús. Segunda Parte. Lo que realmente hizo Jesús. 4.1 Jesús forma una comunidad de discípulos. 4.2 Jesús enseña; las parábolas. 4.3 Jesús hace signos extraordinarios. Los milagros. 4.4 Cuestionario de asimilación
Contenidos Temáticos Segunda Unidad: : Módulo 1. La muerte de Jesús. 1.1 ¿Por qué mataron a Jesús? " 1 .2 Papel de Dios en la muerte de Jesús. 1 .3 Sentido de la muerte de Jesús. Teología de la Cruz. 1 .7 Cuestionario de asimilación. Módulo 2. La Resurrección de Jesús. 2.1 La Resurrección ¿Mito o leyenda? Datos de la tradición. 2.2 Significado de la Resurrección. 2.3 La resurrección, experiencia de fe. 2.4 La resurrección como revelación de Dios. 2.5 La resurrección como exaltación de Jesús. 2.6 La resurrección como acontecimiento salvador. 2.7 Cuestionario de asimilación.
Contenidos Temáticos -Tercera Unidad Módulo 1. Jesús Hijo de Dios. 1.1 Hijo de Dios en el abajamiento, "kenosis" 1.2 Hijo de Dios desde la eternidad. , 1.3 Hijo de Dios como plenitud del tiempo. 1 .4 Cuestionario de asimilación Módulo 2. Jesucristo hijo del hombre. 2.1 Jesucristo verdadero hombre. 2.2 Jesucristo hombre total. 2.3 Jesucristo hombre para los demás. 2.4. Cuestionario de asimilación
Contenidos Temáticos Módulo 3. Jesucristo mediador entre Dios y los hombres. 3.1 La persona del mediador. 3.2 La obra del mediador. 3.3 Cuestionario de asimilación.
Módulo 4. La fe en Jesucristo hoy. Conclusión 4.1 Nivel teórico de la fe.. 4.2 Nivel experiencial de la fe. 4.3 Nivel testimonial de la fe. Nueva Evangelización., 4.4 Cuestionario de asimilación.
METODOLOGÍA Y CRITERIOS EVALUACIÓN 5. Metodología: -Exposiciones -Consultas bibliográficas. -Estudio de documentos. -Proyecciones. -Trabajos individuales y por grupos con sustentación. -Conferencias de especialistas. -Retiros temáticos.
6. Criterios de evaluación: -Los señalados por la institución. -Interés, participación, asistencia y puntualidad. -Prácticas, y aportes personales.
BIBLIOGRAFIA -J.L. Martín Descalzo, Vida y misterio de Jesús de Nazaret, ed. Sigúeme. Salamanca 1996. -W. Kasper. Jesús, el Cristo. Ed.Sigúeme. Salamanca 1984. - Y. Congar. La fe y la Teología. Ed Herder. 1981 - O. Ruiz Arenas. Jesús, epifanía del amor del Padre. Celam 1994. - C. Central del gran jubileo. Jesucristo, salvador del mundo. Celam No. 142 . Bogotá, 2000. -J. I. González Faus. Humanidad nueva. Ed. Razón y fe. Madrid 1979 - J. Mateos y F. Camacho. El horizonte humano. La propuesta de Jesús. Ed. El Almendro, Córdoba 1992. -K. Rahner. Curso fundamental sobre la fe. Herder, Barcelona 1979 - C. Duquoc. Crístología. Ed. Sigúeme, Salamanca, 1978. - H. U. V. Balthazar. ¿Nos conoce Jesús? Herder, Barcelona 1982
BIBLIOGRAFIA -E. Schillebeeckx, La historia de un viviente. Cristiandad, Madrid 1983 - J. Ratzinger. El Dios de Jesucristo. Ed. Sigúeme, Salamanca 1980 - X. L. Dufour. La resurrección de Jesús. Sigúeme , Salamanca 1978 - J. Caravias. El Dios de Jesús. Ed. Paulinas. Bogotá 1996 - R. Latourelle. El hombre y sus problemas a la luz de Cristo. Ed. Sigúeme, Salamanca 1984. J. Jeremías, Teología del Nuevo Testamento. Ed, Sigúeme. Salamanca, 1980 -J. Galot.La conciencia de Jesús. Ed. Mensajero, Bilbao, 1977 -A. Nolan, ¿Quién es ese hombre? Ed. Cristiandad, Madrid, 1995 - J. R. Guerrero, El otro Jesús. Ed. Mensajero, Bibao, 1992 - J. Fritzer, Catecismo Cristológico. Sigúeme, Salamanca 1984. - C. H. Dodd, Las parábolas del reino. Cristiandad, Madrid 1974. - A. C. Hualde, Aquel Jesús. Ed. Paulinas, Bogotá, 1982 - Catecismo de la Iglesia Católica. 430- 478 . A.E. del Catecismo, Madrid, 1992 Biblia de Jerusalén, Desclee de Brouwer, Bilbao, 1975.
A MANERA DE INTRODUCCIÓN: Profesión de fe inicial, de quien se acerca reverente a la adorable persona de Jesucristo. Creo con todo mi ser que Jesús es Dios, y que esta es la fe de nuestro pueblo.
APROXIMACIÓN A LA PERSONA DE JESÚS Un esbozo de CRISTOLOGÍA FUNDAMENTAL Pbro. Rigoberto Rivera O.
Si Jesús no fuera Dios, perdería sentido todo lo que se va a estudiar de él. Su vida, su predicación y su testimonio nos serviría de muy poco. Pero creyendo firmemente en su divinidad, toma una fuerza muy especial toda su humanidad. La tarea del que estudia cristología es acercarse contemplativamente a la persona de Jesús, a la manera que un poeta se acerca a una flor, para a través de lo humano de Jesús, llegar hasta Dios.
INTRODUCCIÓN Hasta hace no muchos años pensaban los teólogos que Jesús durante su vida terrena lo sabía todo, lo pasado, lo presente y lo futuro; conocía todas las ciencias y todas las técnicas, todos los inventos que se iban a realizar a través de la historia. Conocía personalmente a todas las personas del mundo, sus problemas y sus pensamientos. Decían que Jesús no ignoraba nada y que cuando en su vida parecía no saber algo, era porque él disimulaba para poder así enseñarnos. Pero en estos últimos tiempos en que tanta gente se ha dedicado a estudiar en serio la Biblia, se ha aceptado en profundidad la realidad que muestran los Evangelios: que Jesús fue un hombre completo, que como todo hombre, él no lo conocía todo, y por lo consiguiente, estuvo siempre en actitud de búsqueda y de aprendizaje y tuvo dudas en su caminar, crisis y tentaciones.
INTRODUCCIÓN Esto no dice nada contra su divinidad. Ciertamente el que Dios quisiera hacerse hombre completo, con todas sus consecuencias, es una de las asombrosas maravillas de su amor por nosotros. La humanidad de Jesús no pudo ser una comedia o una farsa. Y ello sería así, si Jesús lo hubiera conocido absolutamente todo. Jesús como hombre tenia que poder crecer en sabiduría y tenía que tomar sus propias decisiones con libertad y dolor. El tomó sobre sí todas las consecuencias de la encarnación, para que su pasión y su muerte fueran verdaderas. Lo que ocurrió es que Jesús vivió una humanidad con mucha más profundidad que cualquier ser humano. Y en su humanidad encontró como lo más íntimo de sí mismo al propio Dios.
1. Desarrollo histórico del dogma central de la Cristología Llamamos teología en sentido estricto a la elucidación racional de las verdades reveladas de la fe, el conocimiento sistemático de su conjunto y sus relaciones.
Así las cosas, ensayos teológicos los encontramos desde el siglo II. Lo primero que dio lugar a intentos de reflexión racional, fue el conjunto de problemas que hoy conocemos como doctrina de la Trinidad y encarnación del Verbo. Sabemos por Tertuliano, que los creyentes sencillos miraban estos ensayos teológicos con cierta aprehensión. Procedentes como eran del politeísmo, estaban gozosos de haber comprendido la doctrina de un Dios único, y no querían saber nada de más.
Esta es la actitud conocida históricamente como MONARQUIANISMO.
Este no era un sistema doctrinal, sino que sólo significaba el afán de aferrarse a la verdad de la unidad y unicidad de Dios, aunque fuera a expensas de otras verdades reveladas, como la Trinidad y la divinidad de Jesucristo. Ya hacia finales del siglo III existían dos corrientes monarquianas contrapuestas entre sí: a. LA MODALISTA: (Sabelianismo), cuya afirmación se resume así: “ Existe un Dios en tres personas; pero empleando la palabra persona en el sentido usado en el teatro (máscara de actor). Así tenemos que el mismo Dios, cuando actúa como creador y rector del mundo es llamado Padre. Cuando aparece en el papel de redentor encarnado se llama Hijo. Y en su papel de dispensador de la gracia, recibe el nombre de Espíritu Santo.” Esta fórmula tenía la ventaja de que permitía considerar a Cristo como verdadero Dios. Pero al mismo tiempo eliminaba la distinción real entre las tres divinas personas. Según ella, Dios se manifestaba de tres distintos modos (de ahí el nombre de modalismo) y de allí los tres nombres distintos. Esto equivalía a no aceptar el testimonio de la Sagrada Escritura en donde está claramente expresada la distinción real por lo menos entre el Padre y el Hijo.
b. La corriente propiamente MONARQUIANA, que a su vez tenía dos ramificaciones: -El llamado SUBORDINACIONISMO: que mantiene la distinción real entre el Padre y el Hijo, pero para no poner en peligro la unicidad de Dios, subordina el Hijo al Padre. -Y EL DINAMISMO: el cual para poder explicar en que sentido se podía llamar Dios a Cristo, estableció la disyuntiva de si Dios habitó en el hombre Cristo, o si mejor le confirió al hombre Cristo fuerzas divinas (Dynamis).
Estas corrientes fueron naturalmente combatidas por los teólogos y los Papas de la época.
Aparece otra corriente muy fuerte llamada ARRIANISMO: La tesis sostenida por el Presbítero Arrio, consistía en lo siguiente: “ Si el Hijo fue engendrado por el Padre, necesariamente tuvo que haber un tiempo en que el Hijo no existía, por consiguiente no existe desde la eternidad y por lo tanto no es Dios.” Para resolver el problema causado por esta tesis que hizo carrera en la Iglesia primitiva, el emperador Constantino, que tal vez no alcanzaba a comprender el alcance de estas doctrinas, pero se interesaba por mantener la paz en la iglesia, decidió convocar una asamblea de todos los obispos en la ciudad de Nicea, conocida históricamente como “EL CONCILIO DE NICEA” en el año 325. En él se definió la fórmula: “el Hijo es consubstancial al Padre” (de la misma naturaleza que el Padre), conocida con la palabra griega
“Homoousios” = consubstancialidad. Y se condenó a Arrio y su doctrina.
EL NESTORIANISMO En el año 428, el monje Nestorio, después de ser nombrado obispo de Constantinopla, propuso al pueblo la siguientes ideas teológicas:
“ No puede dársele a María el título de Madre de Dios, ya que su maternidad se refería al hombre Cristo, pero no al “Logos divino” que en él se había alojado.” Esto significaba que en Cristo había dos personas, la divina y la humana. El conflicto teológico provocado por esta tesis no se pudo resolver por la intervención del Papa, y fue necesario convocar un concilio en la ciudad de Éfeso, en el 431 en el cual se condenó la doctrina de Nestorio y se definió el dogma de la maternidad divina de María. (Teotokos), pues en Cristo existe una sola persona, la del Verbo, en la cual coexisten dos naturalezas, la humana propia del hombre y la divina propia de Dios, unidas hipostáticamente (hipóstasis) y María no es madre de una naturaleza, sino de una persona, la persona del Hijo de Dios.
EL MONOFISISMO Fue otro monje de nombre Eutiques de Constantinopla, quien engendró otra herejía llamada MONOFISISMO. Como le pareció inadmisible hablar de la coexistencia en Cristo de dos naturalezas, pues esto significaba en el fondo una concesión al Nestorianismo, propuso la siguiente fórmula:
“ En Cristo existe una sola naturaleza, en griego mone physis, (de ahí el nombre de monofisismo), y esta es la divina, Cristo es Dios verdadero pero no al mismo tiempo hombre verdadero como nosotros, en él la naturaleza humana ha sido disuelta por así decirlo, en la divina. No menos que el Nestorianismo esta fórmula afectaba el fundamento mismo de las fe católica; pues si Cristo no era hombre verdadero, tampoco pudo morir realmente en la Cruz, y así quedaba en tela de juicio la obra entera de la redención. Como en los casos anteriores hubo necesidad de reunir un concilio y ocurrió en Calcedonia en el año 451.
Así se llegó al dogma central de la fe católica sobre Jesucristo “Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre.” Cristo es una persona única que posee a la vez la naturaleza divina y la naturaleza humana.
Estas afirmaciones tienen fundamento en numerosos datos del Nuevo Testamento, y en la definición del Concilio de Calcedonia de año 451. Tanto en tales datos como en la definición conciliar aparece que Jesús de Nazareth fue un hombre de verdad; pero por otra parte aparece también que Jesús el Cristo, es verdadero Hijo de Dios y por eso Dios como el Padre del cielo. Más concretamente según la definición de Calcedonia, Jesucristo, Logos, (Verbo, Palabra) de Dios hecho hombre , es una persona en dos naturalezas, la naturaleza humana (propia del hombre) y la naturaleza divina (propia de Dios)
:2. Reflexión Teológica
¿Qué es la Cristología? Para un especialista en las ciencias eclesiásticas, la Cristología es una parte de la Teología que trata de Nuestro Señor Jesucristo, lo que abarca su persona , sus obras y la totalidad de su doctrina. Pero para un agente de pastoral, y teniendo como telón de fondo la convocatoria de la Iglesia a la nueva evangelización, la cristología es un acercamiento reflexivo a la persona del Señor Jesús para asumir una actitud existencial frente a Él, que lo lleve a aceptar su triple invitación: “Ven, sígueme y vayan”. Es una oportunidad de situarse vitalmente frente a la vida y la obra de Jesús. Esto supone en primer lugar la fe. Y la fe cristiana es esencialmente una respuesta a la propuesta de Jesucristo, de ser su testigo hasta los confines del mundo. (cfr No. 26 Cic).
Clases de Cristologías Desde el punto de vista de la Teología clásica existen dos corrientes contrapuestas, que marcan las dos orientaciones clave de la cristología. Se trata de lo que los especialistas llaman como “Cristología descendente” y “Cristología ascendente”. La Cristología descendente parte de Dios; viene desde arriba. Dios desciende al mundo y se hace hombre, es decir, asume la naturaleza humana, mediante el misterio llamado “unión hipostática”. En consecuencia el momento clave de esta cristología es la encarnación, de tal manera que el resto de la vida de Jesús poco añade a su ser y a su obra. De donde se desprende fácilmente, que la Cristología (doctrina sobre Cristo) y la Soteriología (doctrina de la salvación) están desvinculadas y hasta podrían estar separadas.
Esta Cristología ha sido muy tradicional, pues da perfecta cuenta del misterio de la divinidad de Cristo y de los textos que en el Nuevo Testamento hablan de la preexistencia del Logos; pero tiene el peligro evidente de ser interpretada en categorías míticas o monofisistas. Y sobre todo, tiene el inconveniente de que no da suficiente explicación de las fórmulas del N.T. en las que se dice que Jesús fue hecho Señor y Mesías, precisamente por su vida de obediencia al Padre y concretamente por su muerte y resurrección (Hch 2,36; Rom 14,9; Fil 2,11), y de las abundantes confesiones de fe en este sentido.
Cristología Ascendente Por el contrario, la Cristología ascendente parte del hombre. Según esta visión, Jesús fue un hombre singular y único (en el sentido de irrepetible), que vivió la existencia amenazada e insegura de todo hombre; que se comprometió en la más radical obediencia a Dios, y que después de realzar exactamente el plan trazado por Dios, fue resucitado y constituido Señor. En este planteamiento están necesariamente vinculadas la Cristología y la soteriología. La una no podría comprenderse sin la otra. Además, esta manera de ver las cosas tiene la ventaja de que salva a la Cristología de todo peligro de monofisismo o de infiltraciones míticas. En esta Cristología aparece claramente que Jesús fue un hombre exactamente igual a los demás hombres, menos en el pecado (Heb 4,15, Fil 2, 7-8). Por otra parte explica sin dificultad toda una serie de cosas que los evangelios nos cuentan de Jesús: que aprendía (Lc 2 40.50); que se extrañaba y se sorprendía ( Mt 8,10; Lc 7,9; Mc 6,6); que no sabía ciertas cosas (Mc 13, 32); que tuvo tentaciones (Mt 4, 1-11); que sintió temor ante la muerte y el sufrimiento (Mt 26, 38); que pidió a gritos y con lágrimas ser liberado de aquel trance (Heb 5,7).
En definitiva Jesús es presentado como alguien a quien se puede seguir y a quien se puede imitar. Igualmente bajo esta visión, Jesús aparece como un ciudadano que se da cuenta de la verdadera situación de su pueblo y se compromete hasta el fondo para liberar a los hombres de sus múltiples cadenas y esclavitudes (morales, religiosa y políticas). Todo por obediencia al Padre del cielo que se había revelado en el Antiguo Testamento, como un Dios liberador. Pero esta Cristología tiene el peligro de que al menos en principio, no explica suficientemente todas la serie de afirmaciones del Nuevo Testamento en las que se habla de la preexistencia del Verbo y de la conciencia que de su propia divinidad tenía Jesús, tal como lo demuestra el cuarto evangelio.
En consecuencia, nos encontramos con el hecho siguiente: En el Nuevo Testamento aparecen claramente delineadas dos cristologías, cada una de las cuales tiene sus ventajas y sus inconvenientes. En cuanto a las ventajas, cada una de ellas cuenta con una serie de textos en el Nuevo Testamento que las sustentan solidamente. Y en cuanto a las desventajas, simplificando mucho la cuestión, se podría afirmar que mientras la cristología descendente tiene el peligro de incurrir en el monofisismo práctico, la cristología ascendente tiene el peligro de caer en el cristianismo ateo. Por lo demás, es importante en todo este asunto, tener en cuenta que cada una de estas cristologías desencadena una determinada forma de leer el Evangelio; una forma más sobrenaturalista y espiritualista en el caso de la Cristología descendente; y una forma más encarnada, y si se quiere, más comprometida con la realidad humana, en el caso de la Cristología ascendente. Y que en definitiva se trata de dos formas, de alguna manera contrapuestas, de entender el mensaje de Jesús, la fe en ese mensaje y la vida cristiana en general.
CRISTOLOGÍA LATINOAMERICANA Sin ánimo de polemizar ni incitar a una toma de posición, la cual puede ser más emotiva que reflexiva, no se puede dejar de referenciar la cristología generada desde el contexto histórico, geográfico y político de América Latina, que en su esfuerzo liberador, pudo confundir el reino de Dios anunciado por Jesús, con una realidad social y política. El problema planteado era: ¿Cómo interpretar a Jesús y situarse frente a él, desde la realidad latinoamericana? Si se dijo que Jesús aparece como un ciudadano que se da cuenta de la situación de su pueblo y se compromete a fondo en su liberación por obediencia a su Padre, que posición debe asumir “aquí y ahora” , el seguidor de Jesús, al constatar el hecho de que las grandes mayorías del continente están viviendo y muriendo en condiciones inhumanas, con la total carencia de aquellos bienes que son necesarios para una dignidad siquiera mínima de la persona, y que precisamente la fe cristiana que profesa la casi totalidad del pueblo latinoamericano, lo que predica y potencia, son los valores de la justicia, la hospitalidad, el calor humano, el sentido de solidaridad, la participación, en una palabra, la fraternidad.
La reflexión Teológica sobre estos hechos, y la toma de conciencia frente a ellos a generado específicamente dos corrientes cristológicas que tienen como eje articulador, a la imagen de Jesucristo liberador. La primera hace énfasis en lo sensible, o sea, cómo vivir un cristianismo auténtico en medio de esta realidad; lo que exige la denuncia profética de la injusticia, y la incitación al amor comprometido que afirme que la situación no se puede mantener, es decir, se trata de la reproducción de los gestos, las palabras y las actitudes de Jesús, que implican una llamada a la conversión (cambio de relaciones), su toma de posición frente a los marginados de la sociedad, su preferencia por los pobres, los conflictos que enfrentó con el “statu quo” religioso y social de su tiempo, el contenido del anuncio del reino de Dios (a veces interpretado en sentido político), los motivos que lo llevaron a la muerte, todo esto tiene una relevancia especial en esta interpretación, y acaba por componer la imagen de un Jesús liberador, diferente de aquella de la piedad dogmática oficial, Cristo Rey universal, o el de la piedad popular, Cristo vencido y doliente.
La segunda se desenvuelve en el orden del análisis. O sea, en lo pensado para detectar los mecanismos generadores de la miseria, y proponer programas de acción comprometida en la liberación y el cambio eficaz de estructuras. En otras palabras, se trata a la luz del evangelio, de mirar el proceso histórico global desde la perspectiva de los pobres, para proponer vías de acción que permitan superar las condiciones que generan luchas de clases y opresión de unos sobre otros, y para crear posibilidades al derecho de los pobres.
Ambas presentaciones tienen algo en común: son un segundo momento – palabras – frente a un primer momento llamado realidad – miseria – (hechos).
3. PRECISIONES VIVENCIALES En este apartado se pretende responder a unas dificultadles de tipo práctico: -¿Cómo es posible entender que un mismo ser personal sea, a un tiempo y esencialmente, verdadero Dios y verdadero hombre? - ¿Cómo puede ser modelo para el hombre, otro hombre que en definitiva es Dios? - ¿Cómo puede ser modelo para el hombre, este hombre que tiene la sabiduría de Dios, la impecabilidad de Dios, la seguridad de Dios y el poder de Dios? Un hombre así, sería objeto de admiración y no de imitación. Sin embargo, los cristianos afirmamos que en Jesús tenemos el modelo perfecto que debemos seguir (Mt 8, 22). Jesús de Nazaret es el hombre como Dios lo quiere, es la manera de ser hombre según Dios.
-¿Cómo lograr que el actuar de este hombre y su compromiso con su pueblo auto implique en la forma adecuada al hombre latinoamericano cristiano, en su lucha por lograr la justicia social y la reivindicación de los derechos de las mayorías del continente, que viven en la más palpitante miseria, sin reducir todo esto a un mero asunto político? Estas dificultades, teórico prácticas que se acaban de enunciar han desencadenado dos corrientes de pensamiento: Por una parte la corriente de los que han acentuado la divinidad en detrimento de la humanidad de Jesús: (monofisismo; Cristo es Dios con apariencia de hombre). Por otra parte la corriente de pensamiento que ha puesto el acento en la humanidad con el consiguiente detrimento de la divinidad de Cristo. (Cristo es un hombre con la fuerza de Dios). Estas dos corrientes se dan en nuestro tiempo entre católicos, no a la manera de doctrinas teóricas, sino bajo la forma de comportamientos determinantes de la vida cristiana en su totalidad. Así se tiene de una parte lo que se podría llamar el monofisismo práctico; y de otra parte lo que se podría llamar el cristianismo ateo.
El monofisismo como doctrina teológica fue condenado en el concilio de Calcedonia, pero como tentación práctica ha pervivido y pervive en muchos cristianos; por una sencilla razón: -son muchos los sacerdotes y los fieles que hablan de tal manera de Cristo, que tienen muy buen cuidado en no decir nada que atente contra su divinidad; pero resulta que, al mismo tiempo, dicen cosas que son difícilmente conciliables con lo que es su condición humana, la condición de un hombre como los demás. Lo cual es perfectamente comprensible, porque según la definición de Calcedonia en Cristo hay una sola persona que es la divina. Ahora bien, esto puede hacer pensar dos cosas: 1. Que Cristo fue Dios antes que hombre (varias fórmulas del Nuevo Testamento hablan de la preexistencia del sujeto que actúa en Cristo). 2. Que Cristo es más Dios que hombre, ya que en Cristo no hay persona humana (como la hay en todos los hombres), mientras que si hay persona divina (cosa que no se da en ningún hombre)
Por supuesto esta manera de hablar comporta una mala inteligencia del dogma de Calcedonia; pero el hecho es que en la mentalidad de muchos cristianos se infiltra de algún modo esta manera de pensar, pues frecuentemente se escuchan expresiones como esta: “en definitiva Cristo es Dios y Dios es Dios y el hombre es hombre, es decir Dios es infinitamente superior al hombre, y por eso hizo lo que hizo, porque Dios todo lo puede.
“ Ahora bien, desde el momento en que muchos cristianos conciban así a Cristo (de una manera más o menos confusa), se comprende fácilmente que toda la inteligencia del cristianismo se vea orientada en la línea de una profunda divinización, con detrimento de lo humano: interesan más los derechos de Dios que los derechos de los hombres; preocupa más la religión que la justicia, (el derecho canónico que las bienaventuranzas). Se insiste más en el poder la gloria, que en la solidaridad y el compromiso; se pone más el acento en salvaguardar los dogmas que en liberar a las personas, y así sucesivamente. El talante de la predicación y la pastoral se ven, con frecuencia, profundamente marcados por esta manera fundamental de ver a Cristo.
Y de ahí que toda una eclesiología se preocupe mucho por Dios y la salvación eterna de las personas pero que se desentiende, quizá escandalosamente, de los asunto de este mundo, bajo el pretexto de que su misión es pura continuación de la de su divino redentor. Los movimientos sociales del siglo XIX, nos han enseñado que debajo de este modo de pensar puede ocultarse la ideología de las clases dominantes y el “opio del pueblo”. Pero el hecho es que así ha sucedido en no pocos casos. Las preocupaciones de la ortodoxia y el cultualismo, que caracteriza a muchos miembros de la iglesia, tienen también su fundamento en esta manera de leer el evangelio”. --------------------------------J .M. Castillo, El proyecto de Jesús, Sígueme, Salamanca, 19985
La respuesta opuesta al monofisismo práctico es lo que podemos llamar, cristianismo ateo. Es una corriente de pensamiento que en Cristo ve un hombre ejemplar, pero nada más que eso. En unos casos en forma de doctrina sistemáticamente formulada (esto es lo menos frecuente); en otros casos en forma de comportamientos concretos, que tienden a presentar a Cristo más como un revolucionario socio político, y menos como el Hijo de Dios de que nos hablan los autores del Nuevo Testamento.
Por poner un ejemplo concreto en este sentido, en la novela de B. Pasternak, “ el Doctor Zivago” se lee:
“ He dicho que hay que ser fiel a Cristo. Voy a explicar esto en seguida. Usted no comprende que se puede ser ateo, que se puede ignorar si existe Dios, o para qué sirve, y sin embargo saber que el hombre vive, no en la naturaleza, sino en la historia, y que la historia tal como se la entiende hoy ha sido instituida por Cristo y que el evangelio es su fundamento”.
Seguramente muchos cristianos no llegan a hacer semejante afirmación, pero no cabe duda que son muchos los que se sienten atraídos por los presupuestos que subyacen en las planeamientos de Pasternak. “primero el amor al prójimo, esa forma evolucionada de energía vital, que llena el corazón del hombre, que exige una apertura y una donación; después los principales elementos constitutivos del hombre moderno, esos elementos sin los cuales no se le conoce ya, a saber, la idea de la persona libre y la idea de la vida como sacrificio”.
Tampoco cabe duda que actualmente hay mucha gente, sobre todo entre las generaciones jóvenes, que viven intensamente estos presupuestos, por lo tanto, para estas personas la idea de Dios que tienen, entra en conflicto con la idea del hombre. Además no se puede ignorar, que para muchos ciudadanos de nuestro tiempo tienen la impresión que la idea de Dios responde a la ideología de las clases dominantes, lo que agrava la dificultad. Por eso se comprende el atractivo que ejerce la figura de Jesús (éxitos como Superstar y Gospel), mientras todo lo que se refiere a Dios (la religión, el culto, la Iglesia), se van quedando como cosas marginadas, que interesan menos, y a veces, nada. Por lo demás, aquí también se puede decir que esta forma fundamental de comprender el evangelio, inspira a muchos eclesiásticos y muchos militantes cristianos en lo que dicen y en lo que hacen.
No se puede perder de vista que el Jesús que auto implica al hombre latinoamericano en la lucha por sus reivindicaciones, es a la vez, verdadero Dios y verdadero hombre, sin acentuar ninguno de estos dos elementos, porque enfatizar la divinidad, sería tanto como reafirmar posiciones de resignación y esperanza mítica, pensando que todo problema será resuelto por el poder de Dios (falsa esperanza; opio del pueblo), Y destacar sólo su humanidad, llevaría a presentar un Jesús comprometido en la lucha socio política, por el logro de conquistas meramente temporales de bienestar y de poder.
Todo lo desarrollado hasta aquí, desemboca en un gran objetivo, que sin riesgo de error, se puede afirmar, coincide con el objetivo central de toda Cristología: “Despertar vitalmente el Jesús en el cual creemos”.
Es todo un proceso de asimilación de la persona de Cristo que nos lleve a actuar “Jesúsmente”
4. CUESTIONARIO DE ASIMILACIÓN -¿Por qué se originó el monarquianismo? - ¿Qué diferencias hay entre modalistas, subordinacionistas y dinamistas? -¿ Por qué fue condenado Arrio? - ¿Qué enseñó Nestorio? - ¿ Qué herejía engendró Eutiques y en qué consistía? - Sintetice el dogma central de la fe católica, sobre Jesucristo. - ¿Qué es la Cristología? - ¿Qué son los evangelios? - Haga un paralelo entre la cristología descendente y la ascendente . ¿Qué corrientes ha generado la toma de posición frente a Jesús en América Latina? -¿Qué características presentan los cristianos que vive el monofisismo práctico? -¿Cómo se comportan los cristianos ateos? -¿Cuál es la posición correcta ante Jesús?
Módulo 2. El mundo de Jesús. EL MUNDO JUDIO EN LA EPOCA DE JESÚS Situación Política de Palestina Al nacer Jesús reinaba en Palestina Heredes I el Grande (Mt 2,1) rey vasallo del emperador romano. A la muerte de Heredes (Año 4 a.C.) se dividió el Reino entre sus tres hijos, con el consentimiento del emperador Augusto, quien, sin embargo, haciendo caso omiso del testamento de Heredes, no otorgó el título de rey a ninguno de los tres. Judea, la provincia del sur, cuya capital era Jerusalén, y Samaría, la del centro, le tocaron a Arquelao (Mt 2,22) como etnarca o reyezuelo.
Galilea, provincia del norte, con la capital en Tiberíades (Jn 6,1.23) y la TransJordania al este, recibieron por tetrarca o virrey a Heredes II Antipas (Lc 3, 1; 13,31). Otro hijo, Filipo o Felipe, heredó también con el título de tetrarca, el territorio del este del Jordán, y del lago de Galilea hacia el norte; su capital era Cesárea de Filipo (Mt 16,13 y paralelos). Arquelao, debido a su crueldad, fue depuesto por el emperador Augusto y desterrado; en su lugar, Roma nombró un procurador o un gobernador (Año 6 d.C.) Herodes Antipas se mantuvo en el poder hasta el año 39 en que fue depuesto y también desterrado por el emperador Tiberio. Su tetrarquía o virreinato pasó a depender de la provincia romana de Siria.
El año 41, el emperador Claudio concedió a Herodes Agripa I, nieto de Herodes el Grande, el título de Rey de Palestina, pero tras un breve reinado (41-44 d. C), la totalidad de Palestina pasó a convertirse en territorio romano, administrado por un procurador, bajo la supervisión del legado de Siria. El gobierno romano dejaba a los judíos cierta autonomía. Herodes Antipas gozaba en el norte de relativa independencia y en el sur, el gobernador romano no tenía derecho a inmiscuirse en los asuntos internos de los judíos.
Sin embargo las excepciones a esta manera de proceder fueron tan frecuentes y crearon tantos conflictos, que fueron la causa principal de la rebelión de los judíos contra Roma (año 66), la cual provocó la destrucción de Jerusalén (año 70) y la ruina completa de la nación.
El origen de los procuradores romanos Judea, como más tarde toda Palestina, no fue incorporada en el sentido estricto de término, a la provincia romana de Siria. Tenía su propio gobernador del orden ecuestre, es decir, militar, que solamente en algunas materias estaba subordinado al legado imperial de Siria. La mayoría de las provincias estaban administradas por gobernadores del orden senatorial (civiles): sólo aquellas que debido a su índole levantisca, a la peculiaridad de su cultura, o a la carencia de ella, hacían poco menos que imposible el estricto cumplimiento de las regulaciones del imperio, estaban bajo el mando de gobernadores del orden ecuestre. El régimen de los procuradores romanos duró en Judea desde el año 6 al 41 d. C. y en toda Palestina, del 44 al 66
El procurador residía en Cesárea, puerto del mar en la costa de Samaría. En ocasiones especiales, y sobre todo en las más importantes fiestas judías, en las que era necesario tomar medidas extraordinarias de seguridad, en atención a las multitudes que se congregaban en Jerusalén, el gobernador subía a la ciudad y se alojaba en la torre Antonia, antiguo palacio de Herodes. Cuando residía en Jerusalén lo acompañaba un contingente de soldados acuartelados en el mismo palacio.
Los procuradores romanos de Judea ejercieron la suprema autoridad judicial sólo en casos excepcionales, ya que la administración ordinaria de justicia, tanto civil como criminal, competía a los tribunales locales judíos. La competencia judicial del gobernador incluía el ius gladii, es decir, la imposición de la pena de muerte; y únicamente los ciudadanos romanos podían recurrir su sentencia apelando al emperador. La competencia jurídica de las autoridades judiciales judías estaba reconocida por el poder romano; sin embargo, cuando entraban en juego los intereses del imperio, el gobernador podía reservar cualquier caso a su propio tribunal. En general, los crímenes políticos estaban sujetos a su jurisdicción.
La función más importante de los procuradores (o gobernadores), además del mando de las tropas y el ejercicio de funciones judiciales, era la administración de los recursos económicos. Precisamente esta función dio origen al título de procurador. En Palestina, como en las demás provincias romanas había dos clases de tributos: 1) un impuesto sobre los productos del campo (tributum soli), y 2) otro sobre las personas (tributum capitis). El primero se pagaba parte en especie, y parte en dinero. El segundo incluía diversas clases de impuestos personales; una tasa sobre la propiedad, que variaba de acuerdo con el capital de la persona, y la otra estrictamente personal y era igual para todos, incluyendo a las mujeres y los esclavos. Sólo los niños y los ancianos estaban exentos.
Así pues en Judea, se hablaba propiamente de "pagar el tributo al César" (Mc 12,14). Además de los tributos propiamente, los tetrarcas o reyezuelos, vasallos de Roma, tenían derecho de cobrar el impuesto de aduana (de bienes en tránsito) en sus fronteras, para su propio provecho, aunque es seguro que los ciudadanos romanos, estaban excluidos. Los tributos no eran recaudados por los funcionarios del imperio, sino por los publicani, personajes que arrendaban los impuestos de un distrito por una determinada suma anual fija. Si la recaudación excedía dicha suma, la diferencia en su favor se convertía en ganancia, pero si no llegaba a la cantidad contratada, tenían que asumir las pérdidas. De todas maneras quedaba un enorme margen para la arbitrariedad y la rapacidad de los recaudadores; de allí, que por los abusos en su gestión y el frecuente recargo que imponían a los contribuyentes, les merecieron el odio del pueblo.
Bajo el régimen de los procuradores, el pueblo judío gozó, en teoría, de grandes márgenes de libertad en asuntos internos y de auto gobierno. El juramento mismo de vasallaje al emperador, obligatorio desde tiempos de Heredes el grande, y que el pueblo debía probablemente prestar en cada cambio de gobierno, estaba formulado en términos muy generales, para no herir la susceptibilidad judía. Tras la deposición de Arquelao (año 6 d. C), se pasó de un gobierno monárquico a otro de constitución aristocrática, confiando a un Sanedrín o consejo supremo, la responsabilidad de la nación. De suyo el gobernador romano no pasaba de ser un supervisor, mientras que el aristocrático Sanedrín, actuaba como auténtico gobierno. Al titular del Sumo sacerdocio, que era a la vez el presidente del Sanedrín, se le calificaba de "jefe de estado".
Y aunque los sumos sacerdotes eran nombrados o depuestos por el gobernador romano, incluso en esto se pusieron ciertas limitaciones. En este régimen, el Sanedrín gozaba de poderes legislativos y ejecutivos mucho más amplios que los de cualesquiera de las comunidades no autónomas dentro del imperio. Así las cosas, la jurisdicción civil estaba completamente en manos del Sanedrín y de sus tribunales dependientes, y se regía en todos los casos por la ley judía. Incluso en las causas criminales prevalecía la misma norma, con la única excepción ya apuntada de los delitos políticos. Ni siquiera los ciudadanos romanos estaban totalmente exentos de cumplir ciertas exigencias de la ley judía; estaba por ejemplo prohibido a los paganos entrar en los atrios interiores del templo; todo el que violara esta prohibición, aunque fuera un ciudadano romano era castigado con la pena capital Los romanos confirmaron sentencias de este tipo.
El culto y la liturgia judíos, no solamente eran tolerados, sino que gozaban de la protección del Estado romano. El sincretismo religioso propio de la cultura pagana, de este tiempo, hizo que incluso algunos nobles romanos presentaran ofrendas votivas en el templo judío y encargasen sacrificios. Por respeto a la sensibilidad religiosa judía, mientras en algunas provincias se instituyó el culto al emperador y en otras al menos se favoreció, nunca hubo exigencias de este género para la población judía, si exceptuamos la época de Calígula (37-41 d. C).
En cuestiones cultuales, el poder romano se conformaba con el sacrificio de dos corderos y un buey, que dos veces al día, se ofrecían en el templo de Jerusalén por el César y por la nación romana. Casi tanto como el culto al emperador, sus imágenes en las monedas y en los estandartes militares resultaban ofensivos para los judíos.
También en esto los romanos respetaron sus escrúpulos. Aunque la circulación del denarios romano de oro o de plata con la imagen del emperador no podía prohibirse en Judea, por estar acuñados fuera de la provincia, las monedas de cobre, que eran fabricadas localmente, no llevaban imágenes humanas, sino simplemente el nombre del emperador y emblemas inofensivos.
También las autoridades romanas eximían a los judíos de presentarse ante un tribunal en sábado o día de fiesta, no sólo en Judea, sino en todo el imperio. La existencia de esta doble autoridad, la romana y la judía, cada uno con su propio sistema legal fue causa continua de conflicto. Los procuradores, en la práctica violaban con frecuencia el ordenamiento establecido. Por eso Judea tuvo que soportar, sobre todo en la época precedente a la rebelión (año 66 d. C.), a más de un gobernador carente de todo escrúpulo y movido por afán de lucro. Más aún, en el tiempo en que los romanos fueron respetuosos con el sentimiento judío, la mera presencia de estos extranjeros en Palestina, era considerado un insulto al pueblo elegido por Dios.
Poncio Pilato Como botón de muestra de las dificultades ocasionadas por este régimen, pueden mencionarse los conflictos durante el gobierno de Poncio Pilato, que ocupó el cargo de gobernador de Judea del 26 al 36 d. C. y que fue quien condenó a muerte a Jesús. Según un testimonio de la época (una carta de Heredes Agripa I, reproducida por Filón) Poncio Pilato era un individuo intransigente,“ duro y obcecado, cruel y ambicioso. Su primera acción como gobernador de Judea, despreciando los privilegios judíos, fue desplegar los estandartes imperiales, en la guarnición de Jerusalén. El pueblo marchó multitudinariamente a Cesárea y mantuvo su protesta ante el gobernador durante cinco días y cinco noches, suplicándole que hiciera cesar tal ofensa.
Al sexto día, Poncio Pilato hizo entrar a los judíos en el estadio, donde previamente había colocado un destacamento de soldados, y los amenazó con degollarlos si seguían con sus quejas. Pero la actitud de los judíos, dispuestos a morir antes que transigir con un quebrantamiento de la ley, forzó a Pilato a ordenar que fueran retiradas de Jerusalén las imágenes ofensivas. Otra tormenta se levantó cuando Pilato decidió aplicar los ricos tesoros del templo a la provechosa finalidad de construir un acueducto para Jerusalén. Esta decisión fue considerada sacrílega por los judíos. De hecho, una vez Pilato visitó el las obras para inspeccionarlas, se vio súbitamente rodeado por el pueblo en masa, que le manifestaba su disgusto y su protesta. Pero, advertido del posible tumulto, había dado órdenes a sus soldados de que vestidos de paisanos y armados de porras, se mezclasen con los manifestantes.
Cuando la situación se puso difícil, a una señal suya, previamente convenida, los soldados cargaron contra la multitud. Muchos judíos perdieron la vida y, aunque la resistencia fue reducida, el odio hacia Pilato se acrecentó. En Lc 13,1-4, se cuenta el asesinato de ciertos galileos en el templo por orden de Pilato, afirmándose que mezcló su sangre con la de los sacrificios; esto podría sugerir el elevado número de víctimas que causó la represión. Ver también Mc 15,7.
Cuando Pilato hizo colocar escudos votivos con el nombre del emperador, la aristocracia de Jerusalén capitaneados por los hijos de Heredes el grande, trataron de convencer a Pilatos que los retirase, al no lograrte, los notables se dirigieron al emperador pidiéndole que ordenara retirar los escudos ofensivos. Tiberio dio la orden a Pilato de retirarlos y colocarlos en el templo de Augusto en Cesárea.
Un falso profeta convocó a los samaritanos en el monte Garizim, con base en una antigua profecía de liberación. La brutal represión de Pilato en aquella ocasión le costó el cargo. Los samaritanos lo acusaron ante Vitelio, entonces legado en Siria, quien mandó a Pilato a Roma para responder de su conducta y le entregó a Marcelo la administración de Judea.
Situación Social Desde el punto de vista socioeconómico se pueden distinguir en la población de Palestina tres estratos: la clase pudiente, la clase media y los pobres. A la clase pudiente pertenecían los príncipes y miembros de la familia real de Heredes, así como los altos dignatarios de la corte; además, las familias de la aristocracia sacerdotal y laica, los terratenientes, los grandes comerciantes y los recaudadores de impuestos.
La clase media, muy reducida, existía prácticamente en Jerusalén, ya que sus fuentes de ingresos procedían del templo y de los peregrinos. Estaba integrada por los pequeños comerciantes, los artesanos propietarios de sus talleres, los dueños de las hospederías y el bajo clero. A la clase pobre, que constituía la inmensa mayoría de la población, pertenecían los asalariados, tanto obreros como campesinos, los pescadores, los innumerables mendigos y finalmente los esclavos. Estos últimos no desempeñaban ningún papel relevante en la economía rural, ya que principalmente se encontraban en las ciudades, al servicio de la clase rica. Los jornaleros, muy numerosos, ganaban por término medio un denario al día, incluida la comida. Su situación se tornaba lastimosa, cuando no encontraban trabajo. De hecho en Galilea, el paro rural era muy elevado.
Los mendigos eran también muy numerosos. En su mayor parte se encontraban concentrados en Jerusalén, alrededor del templo y vivían de las limosnas de la gente piadosa. La enorme distancia existente entra la clase pudiente y la humilde, y lo reducido de la clase media, hacía que no existiera para los pobres esperanza de promoción humana ni tuvieran medios para cambiar su situación, dependiendo siempre de la voluntad de los poderosos. El pobre era por tanto, al mismo tiempo, el oprimido, el que ansiaba justicia, el que en casos extremos recurría a la violencia, único medio de aliviar su situación, aunque fuera de momento. En la última época del Antiguo Testamento aparece entre estos pobres una tendencia, la de "los pobres de Yahvé", que, desesperando de toda ayuda humana, ponían su confianza en Dios, único capaz de hacerles justicia y sacarlos de su miseria. De hecho, hasta la época de Jesús, aquella justicia no había llegado.
Las instituciones judías 1. El Gran Consejo o Sanedrín El gobierno judío propiamente dicho estaba en manos de un gran Consejo (Sanedrín) compuesto de 70 miembros, más el Sumo sacerdote primado, su presidente. Este consejo estaba formado por tres grupos: primero los sumos sacerdotes; segundo los senadores seglares (ancianos o presbíteros); y tercero los letrados (escribas), hombres de letras, entendidos en las cuestiones de la religión y la ley judía. La figura del sumo sacerdote era sagrada. Originalmente, el cargo era de por vida, pero en la época de Jesús no era ya vitalicio ni hereditario, pues los romanos, como lo había hecho anteriormente Herodes, deponían y nombraban al sumo sacerdote según sus "conveniencias políticas.
. El sumo sacerdote se elegía entre un número reducido de familias, de modo que esta dignidad no salía fuera de un círculo determinado. Y aunque sus poderes habían sido recortados por Herodes y por los romanos, todavía podía considerarse como el jefe político, además de religioso de la nación. Además, a través del Gran Consejo, que él presidía, gobernaba también en los asuntos civiles de su competencia.
El primer grupo del gran Consejo, los "sumos sacerdotes", eran miembros de la aristocracia sacerdotal, pertenecientes A determinadas familias poderosas y ocupaban los altos cargos de la administración del templo El rango supremo lo tenía el sumo sacerdote primado; el segundo en dignidad era el jefe del templo, encargado del culto y de la policía (los guardias eran clérigos); seguían los jefes de los turnos sacerdotales semanales y diarios, los guardianes y los tesoreros del templo.
El segundo grupo lo formaban los senadores (presbíteros), seglares escogidos entra las familias de la aristocracia. Eran por lo general grandes propietarios, y constituían la fuerza de la facción saducea, a la que pertenecían también los sumos sacerdotes. el tercer grupo lo constituían los letrados (escribas), es decir los entendidos en teología y cánones; en su gran mayoría pertenecían a la facción farisea, de gran influjo espiritual sobre el pueblo. Como se ve, el Gran Consejo representaba el poder, la clase dominante en todos los aspectos: político, ideológico, económico, espiritual y religioso. En tiempo de Jesús, la autoridad civil del Gran Consejo estaba restringida al territorio de Judea, pero su autoridad moral se extendía a todas las comunidades judías tanto en Galilea como en el extranjero.
Era el foro competente para tomar decisiones judiciales y medidas administrativas de todo orden, excepto las que pertenecían a la competencia de tribunales inferiores o estaban reservadas al gobernador romano. Cuando los tribunales inferiores no llegaban a un acuerdo en cuestiones tocantes a la ley judía, los litigantes podían recurrir en última instancia al Gran Consejo de Jerusalén. No sólo era competente en materias civiles y religiosas conforme la ley judía, sino que poseía también notables competencias en las causas criminales. Contaba con una fuerza independiente de policía y tenía derecho a practicar detenciones. Cuando condenaba a la pena capital, parece que sus sentencias tenían que ser ratificadas por el gobernador romano. A pesar de estas atribuciones reconocidas, su autoridad quedaba restringida por el hecho de que las autoridades romanas podían tomar la iniciativa en cualquier momento y actuar en forma independiente.
LA ACTUACIÓN DE JESÚS -I parte (anuncio del reino) 1. Precisiones históricas: 1.1 Cuándo comienza su vida publica. 1.2 "En aquel tiempo". 1.3 Escenarios de su actuación. 2. Reflexión Teológica; 2.1 La experiencia original da Jesús . 2.2 El anuncio del reino (significado). 2.2.1 Características del reino de Dios. 2.2.2 Dimensión escatológica del reino de Dios. 2.2.3Dimensión teológica del reino de Dios. 2.2.4 Dimensión soteriológica del reino de Dios. 3. Precisiones vívencíales: Significado del reino de Dios hoy. Exigencias fundamentales.
CUANDO COMIENZA SU VIDA PUBLICA. Se pisa terreno histórico relativamente firme cuando uno se fija en el comienzo y en el final da la actuación pública de Jesús. Comenzó por su bautismo por Juan en el Jordán y acabó con la muerte de cruz en Jerusalén. Entre estos dos puntos fijos se puede ordenar relativamente bien la actividad pública de Jesús.
Los cuatro evangelistas narran el bautismo de Jesús por Juan hecho que hace imposible considerar este relato como mera Teología de la comunidad, carente de núcleo histórico. Podemos partir por tanto del hecho seguro del bautismo de Jesús por Juan.
De ello se deduce que Jesús estaba de acuerdo con el movimiento bautista de Juan y con su predicación escatológica. Según Mateo Juan anunciaba lo mismo que después Jesús: "convertíos que está cerca el Reino de Dios". (Mt.3,2). La "cosa" comenzó cuando Jesús, detenido ya Juan Bautista, pregonó el reinado de Dios en Galilea. Si Jesús no hubiera entrado en la vida pública, con su voz y su palabra, con sus obras, no hubiera comenzado nada en Jesús para la historia. Ni siquiera para la historia de la fe. Guardando silencio sobre todo lo demás, la tradición que parte del testimonio apostólico ha destacado lo importante. A este respecto, conviene advertir que los apóstoles, los doce, entendieron que su misión específica era proclamar y transmitir lo que vieron y oyeron acompañando a Jesús durante su vida pública.
El Jesús predicador, predicado Hablando con exactitud se debe decir que lo que interesa es el Jesús que predicó , pero tal y como él mismo, a su vez, fue predicado por los apóstoles. Porque es a través del testimonio apostólico como Jesús de Nazareth ha entrado definitivamente en la historia, en una historia que es la nuestra y de la que nada ni nadie lo puede echar. O lo que es igual: interesa el Jesús de los evangelios, no una biografía de Jesús cronológicamente expuesta y sin lagunas; interesa el Jesús público tal y como fue visto, creído, interpretado, proclamado y atestiguado por los apóstoles después de la experiencia pascual.
Este es el Jesús que constituye, sin duda uno de los fenómenos más inquietantes de todos los tiempos. Incluso desde un punto de vista meramente cultural, la influencia de Jesús de Nazareth sólo puede compararse con la influencia de la filosofía griega, del derecho romano y de la ciencia moderna. Con todo, es para los creyentes mucho más: en la tradición que de él se origina dicen hallar el mayor incentivo para la vida y el único consuelo ante la muerte.
"EN AQUEL TIEMPO". Los cristianos están acostumbrados a pasar por alto esta fórmula cuando la escuchan en las iglesias:
"En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos... " sin embargo, nadie puede comprender lo que Jesús dijo o hizo sin tener la más lejana idea de "aquel tiempo". Púes se trata, claro está, de un tiempo bien concreto y no de cualquier tiempo; se trata de unas circunstancias históricas que constituyen el contexto interpretativo de las palabras de Jesús y de la situación en la vida, de sus obras. Aquel tiempo de los evangelios no es de María Castaña, sino el de los emperadores Augusto y Tiberio César, del gobernador romano Poncio Pilato, de los sumos sacerdotes Anas y Caifas, del profeta Juan Bautista...
Todos ellos, como Jesús de Nazareth, personajes históricos y algunos muy bien conocidos . No cabe, pues, aquí escuchar: "en aquel tiempo", no es como si escucháramos: "erase una vez..." Porque no se trata de un tiempo indefinido como en la fábula o el mito. Y hecha esta reflexión, interesa saber lo que sucedía en aquel tiempo por las tierras que andaría Jesús pregonando el evangelio por las calles y plazas, cuál era el ambiente político-religioso que conmovía por entonces a los judíos. Desde los tiempos de Heredes el Grande hasta la destrucción de Jerusalén por los ejércitos de Tito (año 70), los movimientos mesiánicos se sucedieron continuamente.
El mismo Herodes tuvo que ahogar en sangre una conjura que él había provocado al colocar unos trofeos en el teatro de Jerusalén, hiriendo con ello los sentimientos religiosos del pueblo. Motivo semejante y represión tal tuvo la revuelta de los jóvenes que, estando ya Herodes en el lecho de muerte, arrojaron, del templo el "águila de oro" que el rey había colocado. Un tal Judas, que se había negado a pagar el tributo al César y que, juntamente con el fariseo Sadok, había fundado el partido de los Zelotes, aprovechó también la muerte de Herodes el Grande para hacer en Galilea su pequeña guerra de liberación. Más tarde Poncio Pilato se encontraría también con dos enfrentamientos en Judea y otro en Samaría.
Pero la agitación popular, que nunca cesó durante este tiempo, llegaría a su culminación hacia el año 40. Aquí y allá1 se alzarían "profetas" y "bandoleros" (nombre que da Flavio Josefo a los Zelotes), como Theudas o Eleazar. No todos estos movimientos mesiánicos, revistieron formas violentas. A veces, se trataba de grupos fanáticos o iluminados que lo esperaban todo de una inmediata intervención de Dios en favor de Israel, que pondría fin al imperio romano y restauraría el trono de David.
Pero los romanos, que no podían distinguir veían en todos ellos un peligro y acabaron colgando de una cruz o matando de otra forma uno tras otro a todos los agitadores o sospechosos de serlo.
Se sabe que Cristo vivió en una sociedad profundamente conflictiva en la que luchaban grupos con intereses enfrentados . Así por ejemplo entre los saduceos (la aristocracia, la clase dominante que colaboraba con el podar romano) y los fariseos (judíos practicantes, en su mayoría da baja clase media); entre las autoridades políticas romanas y Heredes; entre los sacerdotes y los letrados o teólogos (la mayoría eran fariseos); entre la población judía y la samaritana, y entre los mismos habitantes de Galilea y los judíos de Jerusalén... La sociedad de aquel tiempo era una comunidad profundamente dividida por interesas políticos, económicos, ideológicos y, sobre todo, religiosos. En ella convergen intereses de muy distinto signo en un tiempo de crisis, que cristalizará en las dos grandes guerras del 70 y del 135 de nuestra era.
REFLEXIÓN TEOLÓGICA Como se vio, Jesús inicio su actividad profética al estilo de Juan; pero cuando oyó que lo habían encarcelado se fue a Galilea (Mt.4 ,12 ) y allí empezó una experiencia original que admiró, escandalizó e hizo dudar al mismo Juan (Mt.11,2 ss). Porque mientras que para Juan la llegada del Reino de Dios está bajo el signo del juicio, Jesús la presenta imprimiéndole el sello de la misericordia y del amor de Dios para con los pecadores y los marginados "Dichosos vosotros..." (Mt.5,3ss) Por primera vez se presenta un mensaje de alegría, último y definitivo ofrecimiento de gracia por parte de Dios.
Lo sorprendentemente nuevo en el mensaje de Jesús se muestra ante todo en su conducta.
Entre las cosas más seguras de la vida de Jesús están su trato con los pecadores y cultualmente impuros (Mc.2,16), el quebramiento del mandato judío sobre el sábado (Mc.2,23) y de las prescripciones sobre pureza (Mc.7,1).
Esta conducta de Jesús suscitó desde el principio sorpresa, fascinación y entusiasmo, así como sospechas, rechazo, escándalo y odio. Jamás se había visto ni oído una cosa así. Para un judío piadoso tal conducta y tal mensaje significaba un escándalo y hasta una blasfemia (Mc.2,7).
El anuncio de un Dios, cuyo amor vale también para el pecador, cuestionaba la concepción judía de la santidad y justicia de Dios. Esto atrajo sobre Jesús muy pronto la enemistad y el odio de los dirigentes del judaísmo de entonces. Jesús tenía que parecer les un falso profeta a causa de su anuncio revolucionariamente nuevo sobre Dios. EL ANUNCIO DEL REINO (significado) Ante todo, hoy está fuera de duda que el centro mismo de la predicación y el mensaje de Jesús está en su enseñanza sobre el “reino de Dios" Cuando Jesús comenzó su experiencia en Galilea decía: “se ha cumplido el plazo, ya llega el reinado de Dios…
… enmendaos y creed la buena noticia (Mc.1,14-15).
En estas palabras hay dos cosas muy claras: -por una parte, que el mensaje esencial de Jesús era su predicación sobre el reino; -por otra parte, que esa predicación sobre el reino es la "buena noticia", el evangelio que Jesús tenía que proclamar. Por consiguiente, queda claro que el Centro mismo del evangelio es la predicación sobre el reinado de Dios. Pero ¿qué quería decir Jesús cuando hablaba sobre el reino de Dios ? Empecemos por una observación sobre el término: como ha probado muy bien el profesor Joachim Jeremías, consta con seguridad que, para el oriental, la palabra "malkut" tenía un significado distinto al de la palabra “reino " para el occidental.
Porque, en el Antiguo Testamento, solo muy escasas veces designa "malkut" un reino en sentido local, un territorio.
Sino que designa casi siempre el poder de gobernar, la autoridad, el poderío de un rey. Pero no se entiende "malkut" en sentido abstracto. Sino como algo que se está realizando. Por consiguiente, el reino de Dios no es un concepto espacial, ni un concepto estático, sino un concepto dinámico. Designa la soberanía real de Dios ejerciéndose "in actu". De ahí, que la traducción más adecuada no es la palabra "reino", sino más concretamente "reinado" de Dios,
Ahora bien, qué sentido tiene , en la predicación de Jesús, este reinado de Dios? Una cosa es clara: decir que Dios va a reinar es lo mismo que decir que se va a imponer el designio de Dios, la voluntad de Dios, lo que Dios efectivamente quiere. Porque eso es lo característico del rey, según el concepto antiguo de la realeza: el soberano es el que manda, el que por eso impone su voluntad. Pero en ¿qué consiste eso más en concreto? Para responder a esta cuestión hay que tener en cuenta que Jesús predicó su mensaje a un pueblo que vivía de las ideas y de las tradiciones del Antiguo Testamento. Por consiguiente, hay que echar mano de aquellas ideas y de aquellas tradiciones, para comprender lo que Jesús quería decir.
De otra parte, según las ideas del antiguo Testamento, existía en Israel una profunda corriente de pensamiento según la cual se deseaba la venida de un rey que por fin iba a implantar en la tierra el ideal de la verdadera justicia (Sal.44,3-5) Porque para los israelitas, eso era lo característico del rey: el que establece e implanta la justicia en el mundo, tal como se describe en el retrato del rey ideal, en los salmos 45 y 47. En consecuencia, el significado del rey estaba determinado para los israelitas, entre otras cosas, por el sentido que la justicia tenía para ellos. Pero, de qué justicia se trataba? Aquí es decisivo destacar que no se trataba de la justicia en el sentido del derecho romano: Vivir honradamente, dar no hacerle mal a nadie y dar a cada uno lo suyo,
Justicia mesiánica La justicia del rey, según las concepciones de los pueblos de oriente, y también según las concepciones de Israel desde los tiempos más antiguos, consistía en defender eficazmente al que por sí mismo no puede defenderse. De ahí que la justicia consistiera, para Israel, en la protección que el rey prestaba -o debía prestar a los desvalidos, a los débiles y a los pobres, a las viudas y a los huérfanos. En este sentido el testimonio más claro «es el que nos suministra el salmo 72. En este texto impresionante se ve el sentido que tenía, para los israelitas, la idea de la justicia.
Y la idea también del rey, que era quien tenía por misión implantar en la tierra semejante justicia. Por eso, cuando Jesús dice, en su predicación, que ya llega el reinado de Dios, lo que en realidad quería decir es que, por fin, se va a implantar la situación anhelada por todos los descontentos de la tierra; la situación en la que va a realizarse efectivamente la justicia, es decir, la protección y la ayuda para todo el que por sí mismo no puede valerse , para todos los desheredados de la tierra, para los pobres, los oprimidos , los débiles, los marginados y los indefensos. Por eso se comprende que, en la predicación de Jesús, el Reino es para los pobres (Lc.6,20), para los niños (Mc.10,14) para los pequeños (Mt.5,19) en general para todos los que la sociedad margina y desestima.
En el fondo, qué es lo que nos viene a decir todo ésto? Está claro que aquí se describe lo que se podría llamar el ideal de una nueva sociedad. Una sociedad digna del hombre, en la que finalmente se implanta la fraternidad, la igualdad, y la solidaridad entre todos. Y una sociedad, además, en la que si alguien es privilegiado y favorecido, ese es precisamente el débil y el marginado, el que por sí mismo no puede defenderse. De ahí que el reinado de Dios, tal como Jesús lo presenta, representa la transmutación más radical de valores que jamás se haya podido anunciar.
Porque es la negación y el cambio, desde sus cimientos del sistema social establecido.
Este sistema que sabemos de sobra, se basa en la competitividad, La lucha del más fuerte contra el más débil y la dominación del poderoso sobre el que no tiene poder. Frente a eso, Jesús proclama que Dios es Padre de todos por igual. Y si es Padre, eso quiere decir obviamente que todos somos hermanos. Y si hermanos, por consiguiente iguales y solidarios los unos de los otros. Además, en toda familia bien nacida, si a alguien se privilegia, es precisamente al menos favorecido, al desgraciado y al indefenso. He ahí el ideal de lo que representa el reinado de Dios en la predicación de Jesús „
Características del reino de Dios en el anuncio de Jesús Es un reino de paz y justicia: Quiere decir que el anhelo de paz como ausencia de violencia y conflictos interpersonales, sólo se logra cuando se da la justicia, que en la predicación de Jesús no se identifica con el ideal romano de la época; "no hacer mal a nadie y darle a cada cual lo que le pertenece"; sino que va más allá; "hacer siempre el bien sin mirar a quien"; y compartir fraternalmente lo que se tiene con el que nada tiene por amor; amor y fraternidad que se extienden a los enemigos. Es un reino de amor y de gracia- Amor que es total donación al estilo de Dios, que no tiene distingos, que "hace salir el sol sobre los justos y sobre los que no lo son (Mt. 5,44).
Gracia que es acción de Dios, iniciativa de Dios, presencia misma de Dios. Donde Dios llega todo se santifica, todo cambia . "Reinado de Dios es lo mismo que presencia de Dios" (W.Kasper). Reino que ya ha comenzado, y no tendrá fin. Es la paradoja del reinado de Dios entre el “ya y el todavía no"; cosa comprensible si recordamos que se parece a un suceso en curso y no a un reino con fronteras definidas. En este suceso incontenible, mediante la acción de Dios se está gestando la más bella de las utopías, cuyo sentido último es la liberación o salvación del hombre en la totalidad de su existencia, y la trascendencia de todos sus límites.
De donde se sigue que está entre nosotros (Mc .4,11) en proceso de desarrollo, mediante la adhesión total a la persona de Jesús. Reino que sufre violencia (contra el que se usará la violencia) Mt.11,12. Predicar el Reinado de Dios es predicar un cambio radical de la situación en que vivimos. Y es por eso amenazar directamente el orden de las cosas establecidas. Porque todos los que disfrutan y se ven privilegiados en la sociedad vigente, es evidente que se opondrán al establecimiento de una nueva sociedad (Mt 10,16) Por eso Jesús anuncia persecuciones y cárceles y aún la misma muerte a sus seguidores. Y tenía que ser así. Porque el Reino de Dios es la mejor propuesta que se le puede hacer al mundo, pero es al mismo tiempo, la amenaza más radical, para el orden establecido.
En consecuencia podemos decir: la salvación del reino de Dios consiste en que llega a imperar en el hombre y por el hombre el amor a Dios que se autocomunica. El amor se manifiesta como el sentido del ser. Únicamente en el amor encuentran su plenitud mundo y hombre.
PRECISIONES VIVENCIALES
Se trata ahora de deducir algunas conclusiones de todo lo dicho hasta el momento. Y la primera de esas conclusiones es que el mensaje del reino de Dios, de acuerdo con todo lo que se ha dicho, no se puede reducir, ni a una moral individualista, ni a la sola religiosidad.
Se dice ésto, porque, sin temor a equivocación, en la práctica, a eso es a lo que se viene a reducir, al menos en buena medida, la acción y la presencia de las iglesias cristianas, concretamente la Iglesia Católica, en la actualidad. En efecto, se observa que las iglesias han dejado de ser un profundo revulsivo social, en el sentido indicado, y se ha reducido prácticamente a ser organizaciones de servicios religiosos puestos a disposición del público. Pero está claro que sólo a base de servicios religiosos no se transforma la sociedad. En este sentido, no sólo la experiencia, sino además la predicación de Jesús son un argumento definitivo. Jamás se dice en el evangelio que a base de servicios religiosos se va a conseguir que Dios reine efectivamente en el mundo,es más, los servicios religiosos, siendo por supuesto necesarios, pueden entrañar un gran peligro.
El peligro de que las iglesias, al ver que la gente acude a los templos, se sientan satisfechas y lleguen a imaginar que así cumplen con su misión en el mundo y en la sociedad. Si no nos equivocamos, esto ocurre con bastante frecuencia en los ambientes cercanos a las distintas iglesias, por lo menos que es muy claro en el caso de la iglesia católica. Nuestras liturgias, nuestros sacramentos, nuestras celebraciones nos fascinan y nos entretienen, nos dan la impresión de que la vida cristiana marcha y funciona pasablemente bien, cuando en realidad estamos como ciegos para ver lo lejos que andamos del correcto camino trazado por Jesús de Nazareth. He aquí la primera conclusión que cabe deducir del mensaje del Reino.
La segunda conclusión es también importante. Y se puede formular diciendo, que el reinado de Dios tampoco consiste en la sola práctica de la caridad, tal como eso se suele entender corrientemente. En efecto, la práctica de la caridad, tal como se presenta en buena parte de las predicaciones eclesiásticas, se reduce a mantener unas buenas relaciones interpersonales y a la ayuda al prójimo por medio de la beneficencia. Por supuesto, tanto las relaciones interpersonales como la beneficencia son cosas importantes y que debemos tomar muy en serio en nuestra vida. Pero mediante unas buenas relaciones interpersonales y mediante la práctica de la beneficencia es seguro que no se cambia la sociedad en que vivimos.
Es más, aquí se repite lo de antes: las buenas relaciones interpersonales y la práctica de la beneficencia nos pueden fácilmente engañar, porque nos pueden hacer la ilusión de que las cosas van como tienen que ir, cuando en realidad de lo que se trata es de cambiar la sociedad que tenemos. Decididamente, las exigencias del Reino no se satisfacen mediante la sola práctica de la caridad, en el sentido indicado. Hay que ir hasta la solidaridad, la igualdad verdadera, la fraternidad incondicional, en un sistema de convivencia que haga todo eso realmente posible y viable. Por otra parte- y ésta es la tercera conclusión-, todo esto, nos dice claramente que el reino de Dios es una utopía, en el sentido más estricto de la palabra.
Utopía, en efecto, es lo que no tiene lugar. Pero se puede entender de una manera muy distinta, ya que se puede entender como la anticipación de un futuro mejor, un futuro verdaderamente justo y digno del hombre. Y eso es justamente lo que pasa con el proyecto del reino que se ha descrito. Se puede afirmar, con todo derecho, que el proyecto del reino de Dios es utopía. Es decir, se trata de un proyecto que anticipa un futuro mejor. El proyecto de Jesús es posible. Es realizable. Lo que pasa es que ese proyecto no se nos va dar por arte de magia o como resultado de un prodigio que Dios realiza sin nuestra colaboración. El proyecto del reino se hará realidad en la medida en que los cristianos tengan fe en que ese proyecto es realizable.
Y, sobre todo, en la medida en que los creyente nos pongamos a realizarlo. Aunque cueste sudor y sangre, como ha ocurrido con las reivindicaciones sociales que han logrado los trabajadores a lo largo de la historia. El proyecto del reino de Dios será siempre utopía, es decir, será siempre algo no plenamente realizado en la historia ... Porque ese proyecto apunta a una meta tan perfecta que será siempre algo irrealizado en la condición histórica del hombre. Siempre nos acercamos a él y siempre será inalcanzado. Porque, en su realización total es un proyecto metahistórico. Habrá hombres que se acerquen a él, que lo vayan logrando más plenamente, pero de tal manera que siempre estarán lejos de su realización total. Por eso se dice que el reino de Dios será siempre utopía.
Por lo demás se comprende lo que se expone en la cuarta conclusión. Esta se refiere a del reino no se puede implantar a nivel de toda la sociedad. Por una razón muy sencilla: el proyecto del Reino no se puede implantar por la fuerza de la imposición colectiva. El proyecto del reino tiene que venir mediante la conversión de los corazones de las conciencias. Es decir, el reinado de Dios se hará realidad en la medida que hay hombres y mujeres que cambien radicalmente su propia mentalidad, su escala de valores, su apreciación concreta el dinero, el poder y el prestigio. Ahora bien, eso no se va a dar a nivel de toda la población, es decir, a nivel de toda sociedad. A no ser que queramos caer en el totalitarismo y en la represión. Pero es claro que eso sería el atentado más brutal y más directo contra el proyecto de Jesús
En este sentido tienen razón los que piensan que las utopías pueden desembocar fácilmente en el totalitarismo.
El ejemplo de los regímenes comunistas ha sido elocuente en nuestro siglo. Pero aquí debe quedar bien claro que el proyecto de Jesús va por otro camino y tiene un sentido muy distinto . Cuál es ese camino? A eso se refiere la última conclusión. El proyecto del reinado de Dios es realizable en la medida en que hay grupos de tipo comunitario que se ponen a vivirlo, no como una meta ya lograda, sino como un proyecto dinámico, como una tarea a realizar paulatina y progresivamente.
Sin duda alguna, en eso consistió el planteamiento del primitivo cristianismo, cuando la Iglesia no estaba instalada a nivel de toda la sociedad, porque consistía en pequeñas comunidades de creyentes, comunidades en las que se vivía efectivamente la solidaridad, la ayuda fraterna, la puesta en común, la igualdad real entre todos y la libertad de los hijos de Dios.
LO QUE DEBE QUEDAR CLARO: l. Cuáles son los dos hechos que enmarcan la vida pública de Jesús? 2. Cuándo y dónde comienza la vida pública de Jesús ? 3.Qué sentido tiene la expresión “en aquel tiempo"? 4.Describa brevemente el ambiente político y religiosa que conmovía por entonces a les judíos. 5. «En cuántas regiones estaba dividida Palestina en tiempo de Jesús?. Nombre cinco sitios visitados por Jesús «Ubique cinco lugares en el mapa. 6.Cuál es el centro de la predicación de Jesús ?
7.Qué sentido tenía para Jesús hablar sobre el reino de
Dios?
8.Qué significaba para los Israelitas el reinado de Dios ? 9.Qué quiere decir Jesús con la expresión "Ya llega el reino de Dios » ? 10.Qué características tiene el Reinado de Dios en el anuncio de Jesús ? 11«De qué maneras se puede interpretar el sentido del término “utopÍa" ? 12. Por qué se puede afirmar que el Reino de Dios es una utopía? 13.Explique las conclusiones a que se llegó en esta parte del curso.
LA ACTUACIÓN DE JESÚS. II PARTE
(Qué fue lo que realmente hizo Jesús) 1. 1.1 1.2 1.3 1.4 2. 2.1 2.2 2.3
3.
Precisiones Preliminares: Qué es parábola ? Qué es milagro ? A qué se denominó comunidad de Jesús ? Buscar las parábolas que hablan del reino de Dios. Reflexión Teológica: Jesús forma una comunidad de discípulos. Jesús enseña mediante parábolas. Jesús hace signos extraordinarios. Precisiones Vivenciales Nuestro obrar según el obrar de Jesús.
1. Precisiones preliminares 1.1 1.2 1.3 1.4
Qué es una parábola A qué llamamos milagro A qué se denominó la comunidad de Jesús Parábolas del Reino
2. Reflexión teológica 2.1 ¿Cuál era la misión de Jesús según Juan el bautista? 2.2 ¿Cuál era realmente la misión de Jesús, según la teología?
2.3 ¿Hay entre estos dos planteamientos alguna imprecisión?
Lo que realmente hizo:
1. formó una pequeña comunidad de discípulos • Condiciones: -Tenerlo como único maestro (Mt 28,8-10) -Renunciar a los obstáculos - afectos (lazos familiares) - bienes materiales - propio proyecto de vida - honores del mundo - honores religiosos -Tomar la cruz -Seguimiento inmediato y definitivo
TENERLO COMO UNICO MAESTRO La primera condición para quienes lo siguen, es renunciar a cualquier otro que pretenda enseñar a vivir de manera diferente. Él no comparte su cátedra con Buda o Freud. Su doctrina es antagónica, tanto con el marxismo como con el capitalismo. Si hay contradicción o diferencia entre lo que El dice con lo que otros afirman, se le debe seguir incondicionalmente a El. Se trata de un maestro exclusivo y excluyente. Sus discípulos no lo aceptan como un maestro más, si no como el único maestro, aun por encima del mismo moisés y profetas de Israel. El así lo exigió: uno solo es su maestro. Uno solo es su preceptor. Cristo (Mateo 23,8-3).
El discípulo de Cristo no acepta la enseñanza de la propaganda del mundo, ni sigue los criterios de la carne. El autor de moda no es su maestro "el Código deDa Vinci, ni los patrones de moda de Paris o Roma. No comparte su autoridad con los gurús orientales, o filosofías contemporáneas: es más, a muchos maestros de la sociedad y la religión.
SEGUIMIENTO INMEDIATO Y DEFINITIVO Seguir a Jesús a diferencia de cualquier otro maestro, es una decisión que no admite espera ni tardanza. Se hace en cuanto se escucha el llamado. El maestro exige el seguimiento instantáneo, dejando el dinero sobre la mesa de impuestos o las redes llenas de peces. De otra manera no se puede ser autentico discípulo suyo. La razón es muy sencilla: si no se es capaz de seguirlo así, es porque todavía no se le valorado debidamente.
El peor enemigo del hombre es la indecisión. Cuando las cosas se dejan para después, se dejan para siempre. Quien quiere dos cosas a la vez, no quiere ninguna en serio. No se puede servir a dos señores. Jesús no admite estar en segundo lugar. Es inflexible en este sentido. Si no se comienza bien, no se puede llegar a la meta. Si el primer paso es mediocre, no hay ninguna garantía de perseverar hasta el fin en las siguientes pruebas y dificultades.
RENUNCIA A LOS OBSTACULOS El seguimiento del maestro implica necesariamente renunciar a todo cuanto se oponga a esta decisión o la detenga. Por supuesto que no se dejan las cosas por ser malas, sino por cuanto obstaculicen la entrega total del maestro. En esta línea debemos entender las cuatro renuncias exigidas por Jesús: RENUNCIA A LOS LAZOS FAMILIARES: Si alguno viene a mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y aun su propia vida, no puede ser mi discípulo (Lc 14, 26). Aquí Jesús esta utilizando el recurso oriental de exagerar los contrarios, para subrayarla absoluta superioridad del reino sobre cualquier otra cosa.
No se trata de renunciar a la familia porque esta sea mala, sino en cuanto llegue a constituir un lazo que impide servir con libertad del reino. Cuando ciertas costumbres, tradiciones o presiones familiares nos encadenan, el discípulo opta definitivamente por el maestro. No se pretende la renuncia a la familia sino en vistas del reino: se opta por otra familia que no esta basada en los lazos de la carne. Cuando los vínculos carnales se conviertan en cadenas, el reino tiene prioridad. La relación con el Maestro debe estar por encima de cualquier afecto de este mundo.
-RENUNCIA AL PLAN DE VIDA: Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos: Simón Pedro y Andrés, echando la red al mar, pues eran pescadores. Les dijo: “Vengan conmigo. Yo los hare pescadores de hombres” (MC 1, 17). Desde ese momento, la barca de Pedro estaba a la disposición de la predicación y para el trasporte de la comunidad, y no para uso exclusivo del pescador de Cafarnaúm. Su casa, igualmente, se convirtió en un lugar de descanso y de trabajo del Maestro. Jesús exige el cambio total en la vida de sus seguidores.
El discípulos no dispone ya de sus planes, del tiempo, ni del fruto de su trabajo para su beneficio exclusivo; sino que, al asociarse a Cristo Jesús, se integra a su obra salvífica y ahora sirve a otro. No se trata, pues, de no comprometerse, sino de un cambio de mentalidad. Lo cierto es que un discípulo ya no labora para si mismo ni dispone a su capricho de su salario, sino que ha sido invitado a colaborar en la viña del Señor, a pescar en otros mares y a administrar bienes que no le pertenecen.
RENUNCIA A LOS BIENES MATERIALES: Entre los obstáculos que mas impiden el seguimiento completo de Jesús, esta el afán por las cosas de este mundo. Jesús, buen maestro, previene claramente a sus seguidores, afirmando que no se puede servir a dos amos, pues es imposible atender a Dios y al dinero. Siempre se queda mal ante el Señor. Pocas enseñanzas tan claras han sido tomadas tan a la ligera.
El afán de las riquezas de este mundo ahoga la semilla de la Palabra y no le permite fructificar, ya que el corazón humano se obstina en las cosas de este mundo considerándolas como necesarias. El joven rico del evangelio quería “tener” vida eterna. Para ellos bastaba cumplir una serie de preceptos. Mas, para “ser” perfecto, era necesario desprenderse de todo y hacerse pobre para seguir a Jesús.
Desgraciadamente, este joven estaba demasiado apegado y dependiente de sus abundantes bienes. No acepto pagar el precio de la inscripción en la escuela del discipulado. A pesar de ser buena persona y fiel cumplidor de todos los mandamientos de la ley, no era apto para el reino. A Jesús no le bastaba que alguien cumpliera la ley de Moisés. Se necesitaba algo mas.
L a pobreza evangélica es voluntaria, y de ninguna manera la podemos identificar con aquella que es fruto de la injusticia y del pecado. No se trata de aceptar el ser empobrecido por la ambición de otros, sino optar libremente por vivir sin depender de las cosas de este mundo.
RENUNCIA A LOS HONORES DEL MUNDO: Paralelamente a la renuncia del “tener”, el discípulo se despoja de los vanos honores que el mundo ofrece como signos de poder o sinónimos de valía. El discípulo sabe donde radica su dignidad, y por eso no mendiga glorias transitorias o superfluas. Sabiéndose hijo del rey, no finca su valía en funciones como líder superior o gerente. Solo quien no se reconoce hijo de Dios: presume títulos menos valiosos.
Cuando Heraclio, rey de Jerusalén, quiso entrar en la ciudad santa cargando la cruz de Jesús, no pudo. Sus pies se pegaron al piso y le fue totalmente imposible dar un solo paso. Hasta que se despojo de su corona y los ricos ornatos reales y se vistió sencillamente, pudo cargar la cruz de Jesús. Quien no renuncia a los vanos honores del mundo no puede seguir las huellas de Jesús de Nazaret.
RENUNCIA A LOS HONORES RELIGIOSOS. El oropel mundano es más peligroso cuando se disfraza de privilegios eclesiásticos, títulos honoríficos y autoridad ejercida no con actitud de servicio, sino de superioridad. Los honores eclesiásticos son los más peligrosos, pues debajo de la piel de oveja se esconde una trampa mortal. Las ventajas que ofrece la estructura eclesiástica son muy riesgosas, ya que muchas de ellas son antievangélicas. Santiago y Juan pretendieron merecer ciertas prerrogativas celestiales: sentarse a diestra y siniestra del rey universal. Cayeron en la tentación de aprovecharse de su función eclesial, para estar por encima de todos los demás.
Hay quienes por el plato de lentejas de los privilegios eclesiásticos, sacrifican la herencia del evangelio. Existen títulos que no corresponden a ningún servicio a la comunidad, sino que simplemente sustituyen a los privilegios nobiliarios de la edad media. ¿Podríamos descubrir algunos títulos eclesiásticos que no existen en el vocabulario evangélico? Si Jesús un día no acepto que un joven lo llamara bueno, ¿Qué pasaría si hoy alguien lo llamara superior general,, su excelencia reverendísima.
TOMAR LA CRUZ El que no tome su cruz y me siga, no puede ser mi discípulo (Lc 14, 27) En la antigüedad, llevar la cruz era sinónimo de estar condenado a muerte. Por lo tanto, en la mentalidad de Jesús implicaba estar dispuesto a entregar la vida; morir a si mismo para poder ser su discípulo de otra manera, seria vano ilusión considerarse uno de los suyos. Seguirlo para abrillantar el prestigio personal, mejorar la reputación, adquirir mayores ventajas económicas, ascender en la escala social o jerárquica, es lo más antievangélico. Sin embargo, el sentido más fuerte de tomar la cruz estriba en asumir las consecuencias de nuestra opción por Jesús y su evangelio.
Pagar el precio de la congruencia debida que contradice los criterio y ventajas del mundo; mundo cuyos valores corren hasta por las venas de la iglesia. Por lo tanto es absolutamente indispensable la disponibilidad a favor de los demás, especialmente de los más necesitados, dispuestos a correr el mismo destino del siervo de Yahve que ofrenda la vida a favor de otros.
Morir a nosotros significa ya no vivir para nosotros mismos, ni buscar ninguna ventaja de tipo personal, sino estar a disposición del reino y sus intereses.
2. Enseñó:
- a la gente - a la p.c Contenidos : - La condición - El programa - la actitud básica o fundamental 3. hizo signos extraordinarios ¿Qué querían expresar esos signos?
3. Precisiones vivenciales 3.1 Nuestra vida en Cristo Nuestro obrar según el obrar de Cristo Cuestionarios de Asimilación: - ¿Cual era la Misión de Cristo? - ¿Qué fue lo que realmente hizo? - ¿Cuales son las condiciones del discipulado? - ¿Cuál fue el contenido de su enseñanza? - ¿Qué finalidad tenían los signos extraordinarios? - ¿Como sería realmente una vida en Cristo?
TITULO:
LA MUERTE DE JESÚS
1. MARCO HISTÓRICO 1.1 Suceso histórico. El Conflicto 1.2 La actuación y la conciencia de Jesús 1.3 El proceso, el juicio y la condena a muerte
2. REFLEXIÓN TEOLÓGICA 2.1 Papel de Dios en la muerte de Jesús 2.2, El abandonado 2.3 Descendió a los infiernos 2.4 Sentido de las últimas palabras de Jesús 3. APLICACIONES VIVENCIALES 3.1 Teología de la cruz 3.2 Sentido del dolor humano
Ya los relatos evangélicos son reflexión y teología de sus autores y esto hay que actualizarlo en cada momento y lugar según la sensibilidad y los cuestionamientos con que nos acercamos a los textos.
La lectura, históricamente condicionada, de los relatos es la que genera las diversas teologías e interpretaciones. La reflexión durante esta unidad nos llevará a tratar de despejar estos interrogantes: Cuáles fueron los desencadenantes históricos de la muerte de Jesús?
-Qué es lo que hizo este hombre para acabar tan mal? Qué claves de interpretación nos ofrece su vida para explicar su fatal desenlace? El presupuesto es siempre que su muerte violenta sólo es comprensible y explicable si acudimos a su vida, para allí encontrar las causas. No se puede separar el homicidio de Jesús, de las causas que lo provocaron, causas que podemos encontrar analizando su vida pública.
JESUS RESUCITADO Y EXALTADO Precisiones preliminares El significado de la resurrección La resurrección como revelación de Dios La resurrección como experiencia de la fe 2. Reflexión teológica 2.1 Fundamento de la fe en la resurrección de Jesús; Datos de la tradición 2.2 La resurrección como exaltación 2.3 La resurrección como acontecimiento salvador 3. Precisiones Vivenciales Vivir hoy la resurrección de Jesús
LA RESURRECCIÓN DIOS REHABILITÓ AL AJUSTICIADO
"Muerto el perro se acabó la rabia", debieron pensar a la vez los fariseos, los sacerdotes y los romanos en aquel primer viernes santo de la historia. Sin embargo, algo ocurrió en seguida que revolucionó todo. Como dirá Festo, por culpa de "un tal Jesús, ya muerto, de quien Pablo afirma que vive" (Hech 25, 19).
Es sabido que para Aristóteles "fue la admiración lo que inicialmente empujó a los hombres a filosofar''1. También la teología cristiana, y la Iglesia misma, tuvieron su origen en el asombro de los discípulos al encontrar vivo al que creían muerto. El asombro de la filosofía palidece ante el asombro de la teología. ¿Qué ocurrió realmente? En el oratorio de Rodion Stschedrin "Lenin en el corazón del pueblo", el guardia rojo, junto al lecho de muerte de Lenin, canta: "¡No, no, no; no puede ser! ¡Lenin vive, vive, vive!" Es decir, Lenin vive porque su causa sigue adelante y su recuerdo no se ha apagado.
¿Qué diremos de Cristo? ¿Simplemente que está vivo porque después de dos mil años tiene el honor de "cubrir" dos veces en un solo año la portada de "Time"?; ¿porque tras la presuntuosa afirmación del beatle John Lennon en 1966 de que "Los Beatles son más populares que Jesucristo", se disolvió el famoso conjunto y, cinco años después, uno de sus antiguos componentes, George Harrison, cantaba "My sweet Lord, I really want to know you" (Mi dulce Señor, necesito realmente conocerte)? ¿Recordamos a Cristo como a Sócrates, Confucio, Buda, etcétera: Los "hombres normativos" de los que habla Karl Jaspers?
De ninguna manera: Se trata de mucho más. La causa de Lenin podía seguir adelante sin su protagonista, pero no pasa lo mismo con la causa de Jesucristo. La doctrina y la vida de Jesús de Nazaret no pueden separarse. Debemos afirmar rotundamente que Jesús no vive porque su causa sigue adelante, sino que sigue adelante su causa porque vive. Sin embargo, a la vez, debemos aclarar que no vive igual que nosotros. Recientemente fueron descubiertos en los alrededores de Jerusalén los huesos de un crucificado -uno de tantos como hubo- de casi dos mil años de antigüedad 3.
No faltó quien se preguntase: ¿Y si fueran los restos de Jesucristo? ¿Qué pasaría entonces con la fe en la resurrección? Semejante pregunta denota un error grosero en la concepción que muchos cristianos tienen de la resurrección de Cristo. Piensan que consistió en la revivificación de su cadáver.
Sin embargo, debemos afirmar con claridad que hay una diferencia fundamental entre la resurrección de Jesús y la de Lázaro (/Jn. 11,144), aunque designemos a ambas con el mismo término.
Lázaro volvió a la vida de antes; simplemente se le concedió una prórroga para morir. Jesús, en cambio, "ya no muere" (Rom 6, 9) porque no volvió a esta vida, sino que "entró en su gloria" (Lc 24, 26). Mientras a Lázaro hay que soltarle las vendas para que pueda moverse (Jn 11, 44), como a cualquier ser humano, el Resucitado se presenta en medio de sus discípulos sin abrir las puertas (Jn 20, 19 y 26). Y es que el cuerpo de Cristo resucitado no es como el cuerpo físico que tenía antes de morir.
San Pablo dedica casi una veintena de versículos (1 Cor 15, 35-53) a explicar la diferencia entre los cuerpos físicos y los cuerpos resucitados, tras lo cual uno tiene la impresión de no haberse enterado de nada. Y es que la resurrección carece de analogías. Desde luego, no ha sido el Nuevo Testamento quien ha proporcionado a tantos pintores los datos para representar a Jesús en el momento de salir glorioso de la tumba.
Afirman los evangelistas que nadie presenció la resurrección en si misma 4. Es lógico: Si no hubo testigos de tal acontecimiento es sencillamente porque no podía haberlos. Los cuerpos gloriosos no impresionan la retina. La palabra ófthe, que aparece en textos decisivos (1 Cor 15, 5 y ss.; Lc 24, 34; Hech 9, 17; 13, 31; 16, 9...) se emplea en los LXX 5 para expresar la manifestación de Dios o de seres celestes normalmente inaccesibles a los ojos. Santo Tomás de Aquino afirma que los apóstoles vieron a Cristo tras la resurrección "oculta fide" 6: No con los ojos del cuerpo, sino con los "ojos de la fe".
Por eso el Nuevo Testamento resalta expresamente que sólo hubo apariciones a creyentes: Se aparece "no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había escogido de antemano" (Hech 10, 41), es decir, a los que creían en él, como los apóstoles, o a los destinados a creer, como Pablo. Si Pilato o Tácito hubieran estado en el lugar en que Jesús se apareció a sus apóstoles, no habrían visto nada. Hacía falta fe.
En este sentido afirmamos que la resurrección de Cristo es un hecho real, realísimo, pero no es un acontecimiento histórico porque nadie lo presenció ni podía presenciarlo. La resurrección de Cristo, afortunada o desafortunadamente, no puede ser probada ni desmentida por la historia. En un artículo cuyo título ya es significativo: "Seguridad pascual sin garantías", escribe el exegeta E. Schweizer: "Existen garantías sobre la consistencia de un puente que se acaba de construir, sobre la exactitud de una operación matemática, (. .) Pero para aquello que constituye el meollo de lo humano nunca hay garantías: no existen garantías para la belleza de un cuadro, para la fuerza arrebatadora de una sonata, para el amor auténtico de una mujer" 7.
Lo más que podríamos decir es que la resurrección de Cristo es un acontecimiento metahistórico porque, sin ser histórico, toca a la historia en cuanto contribuye a modificar los acontecimientos de este mundo y ha sido percibido en sus efectos. Pero haríamos mejor en decir que es un acontecimiento escatológico. La escatología se refiere al final. La resurrección de Cristo es final no en sentido cronológico, por ser lo último, sino en sentido cualitativo, por ser algo en sí mismo insuperable y, por tanto, definitivo.)
Nos gustaría poder imaginar cómo fue todo. ¡Desgraciadamente no es posible en absoluto! No sería una vida completamente distinta si pudiéramos representarla con conceptos e imágenes tomados de la vida actual. Con esa dificultad toparon los apóstoles al querer expresar la vivencia que tuvieron y que era inexpresable. Les fallaba el lenguaje y tenían que corregirse a sí mismos constantemente: afirman que el cuerpo resucitado era como antes (Jn 20, 20) y a la vez que no era igual (Jn 20, 15; 20, 19; Lc 24, 16...). Ni siquiera saben qué palabra utilizar: Descubren que "resurrección" es insuficiente y por eso coexiste en el Nuevo Testamento otro lenguaje que habla más bien de exaltación. (Flp 2, 9; Hech 2, 36; 5, 30 y ss.; 1 Tim 3, 16; Heb 1, 3; etc.).
La tumba-vacía (Jn 20, 1-10) habría que inscribirla en este contexto de inadecuación del lenguaje.
¿Dijeron los apóstoles que Jesús había resucitado porque encontraron la tumba vacía, o afirmaron que la tumba estaba vacía para expresar que Jesús había resucitado? Repitamos una vez más que la resurrección no es volver a esta vida terrena, sino, a través de la puerta de la muerte, pasar a la vida eterna, entrar en una nueva dimensión. Las apariciones: En Mt, Lc, y Jn se describen apariciones de Jesús a los suyos después de la muerte. Estas son formas de expresar la experiencia de la comunidad cristiana de que Jesús seguía vivo y activo.
Las descripciones de Lc, y Jn, señalan de diversas maneras la identidad del resucitado con el crucificado; por eso Jesús se presenta con las señales de la pasión. Lucas insiste en que esa realidad de Jesús vivo después de la muerte no es producto de la imaginación de sus discípulos; por eso describe la realidad del resucitado con términos pertenecientes a la vida física( tener carne y huesos y comer). En Mateo sólo se relata una aparición a los discípulos en el monte de Galilea(28, 16-20). Esta tiene por objeto enviarlos a la misión, continuando la obra de Jesús pero con una dimensión universal. También Lucas y Juan relacionan el encuentro con el resucitado con la misión que se recibe de él, y esta idea aparece también en Marcos (16-15)
Los relatos de las apariciones utilizan diversos símbolos. Por ejemplo: -El día primero de la Semana, alude a la primera creación y es símbolo de la nueva; del mundo definitivo que empieza con la resurrección de Jesús. -El huero o jardín alude al paraíso original y muestra el principio de la nueva humanidad (simbolizada en María Magdalena) que se encuentra con el nuevo Adán, Jesús. -Las puertas trancadas simbolizan la situación en que se encuentra la comunidad cristiana. En dos sentidos: miedo a los dirigentes y ruptura con el mundo anterior. - Las señales de la crucifixión, muestran la identidad del resucitado con el crucificado. Pero el hecho cierto es que
Jesús es el mismo pero no lo mismo.
El Mateo el monte donde se aparece Jesús simboliza la esfera divina en contacto con la historia humana. Corresponde al lugar teológico donde se encuentra Jesús después de la resurrección, desde donde acompaña la
tarea de transformar el mundo por la evangelización.
Esta abundancia y variedad de símbolos indica que estos relatos no pueden tomarse literalmente sino que tienen que ser interpretados como formulaciones de una experiencia: la de Jesús vivo y activo para siempre en medio de la comunidad. Reflexión teológica
El significado
El primer significado de la resurrección salta a la vista: Dios rehabilitó al ajusticiado. La muerte de Jesús en la cruz le había convertido a los ojos de todos en alguien maldito (Gál 3. 13)
Ahora Dios corrige la sentencia de sus representantes, y éste es el contenido nuclear de la predicación apostólica: "Vosotros le matasteis clavándole en la cruz (...) Dios le resucitó" (Hech 2, 23-24). El mensaje de la resurrección revela algo completamente inesperado. A pesar de las apariencias, este Crucificado tenía razón: Era Hijo de Dios y ya no hay quien detenga el avance del Reino. Ahora, y sólo ahora, entendemos las bienaventuranzas (Mt 5, 1-12) y el Sermón de la Montaña entero (Mt 5-7): No fue un iluso; al resucitar se convirtió en el "bienaventurado"; es decir, en alguien que se había aventurado bien. A partir de ese momento su amor y su lucha por el Reino se hicieron contagiosos: "El amor de Cristo nos apremia" (2 Cor 5, 14).
La resurrección de Cristo permite dar respuesta a la pregunta para la que ningún humanismo tiene respuesta: ¿Qué sentido tiene perder la vida por los semejantes? O. simplemente: ¿Para qué vivir, si nos morimos?
Miguel de Unamuno, en un libro cuyo mismo título ya dice mucho, gritaba, más que escribía: "No quiero morirme, no, no, no quiero ni puedo quererlo; quiero vivir siempre, siempre, siempre, y vivir yo, este pobre yo que soy y me siento ser ahora y aquí” . Y, rebelde, citaba repetidamente a Sénancour:
"Si nos está reservada la nada, vivamos de modo que esto sea una injusticia.”
Precisiones Vivenciales Así queda perfectamente reflejado el drama de cualquier humanismo-ateo: Sin resurrección no hay ninguna antropología aceptable para la dignidad de la persona humana. San Pablo lo vio claramente: "Si Cristo no resucitó... isomos los más desgraciados de los hombres! (1 Cor 15, 19). En cambio, con la resurrección de Cristo todo cambia: Con ella llega la justicia a un mundo en que muertos y vivos piden justicia a gritos; porque El no resucitó por un privilegio irrepetible, sino "como primicias de los que durmieron" (I Cor 15, 20). Cuando nosotros resucitemos, la cosecha estará completa. Ahora podemos, como Jesús de Nazaret, vivir sin miedo a morir y morir sin perder la vida. Cuando el hombre se analiza en profundidad, descubre que "la raíz de toda obra buena es la esperanza de la resurrección” .
Amenazado de resurrección He aquí el testimonio de un periodista guatemalteco amenazado de muerte: "Dicen que estoy 'amenazado de muerte'. Tal vez. Sea ello lo que fuere, estoy tranquilo, porque si me matan, no me quitarán la vida. Me la llevaré conmigo, colgando sobre mi hombro como un morral de pastor. A quien se mata se le puede quitar todo previamente, tal como se usa hoy, dicen: los dedos de las manos, la lengua, la cabeza. Se le puede quemar el cuerpo con cigarrillos, se le puede aserrar, partir, destrozar, hacer picadillo. Todo se le puede hacer, y quienes me lean se conmoverán profundamente con razón. Yo no me conmuevo gran cosa, porque desde niño Alguien sopló a mis oídos una verdad inconmovible que es, al mismo tiempo, una invitación a la eternidad: 'No temáis a los que pueden matar el cuerpo, pero no pueden quitar la vida.'
Que estoy amenazado de muerte. Hay en la advertencia un error conceptual. Ni yo ni nadie estamos amenazados de muerte. Estamos amenazados de vida, amenazados de esperanza, amenazados de amor. . . Estamos equivocados. Los cristianos no estamos amenazados de muerte. Estamos 'amenazados' de resurrección. Porque además del Camino y de la Verdad, él es la Vida, aunque esté crucificada en la cumbre del basurero del Mundo...” ....................
La vida de Jesús después de la muerte no es privilegio exclusivo suyo, es el destino que aguarda a todos los que poseen su Espíritu, los que como él y con él, dedican su vida al bien de la humanidad (Jn 11, 25ss y 1Cor 15, 20-22)
Jesús no es un teórico de la utopía. Su misión es abrir a la humanidad la posibilidad de una sociedad alternativa (“el Reino de Dios”) Esta sociedad sin embargo, no puede constituirse forzando la libertad, sino por libre opción de los seres humanos. Tampoco hay que aguardar a que se den todas las condiciones objetivas para comenzarla.
LA COMUNIDAD DE JESUS Jesús espera que los suyos formen sin dilación grupos humanos que hagan presente en el mundo las relaciones propias de la nueva sociedad. De este modo, según la intención de Jesús, su comunidad debe ser el germen de una humanidad nueva.
Numerosos son los pasajes del Evangelio donde se trata directamente de las actitudes de los miembros de la comunidad de Jesús y de sus relaciones. Sorprendentemente no se encontrará en ellos que que Jesús determine la estructura de su comunidad, ni diseñe un plan para el futuro. De esos pasajes sólo se deduce las Principales características de su comunidad.
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Una Comunidad identificada con Jesús Una comunidad del Espíritu Una comunidad de hombres libres Una comunidad de iguales Una comunidad abierta a todos Una comunidad solidaria Una comunidad de Servicio.
Cuestionario de asimilación