Contexto de Los Cuatro Evangelios
Evangelio Según San Mateo Primero de los 4 Evangelios. En la mayoría de los manuscritos griegos que nos han llegado aparece bajo el sencillo título: "Según Mateo". Se basa mayormente en una colección de dichos de Jesús, posiblemente anotados por el mismo apóstol, más el material que se encuentra en Marcos. I. Autor Los escritores cristianos primitivos, en forma unánime, señalan a Leví Mateo como su autor, y la evidencia interna indica que fue escrito por un judío cristiano. Se cree generalmente que fue escrito en Palestina, probablemente unos pocos años antes de la caída de Jerusalén ante los ejércitos romanos (70 d.C.). Habiendo servido como cobrador de impuestos, y con ello, acostumbrado a llevar informes escritos (Mt. 9:9), Mateo estaba bien capacitado para preparar esta narración de la vida y las enseñanzas del Señor. Alrededor del 140 d.C., Papías de Hierápolis, en el Asia Menor, menciona que Mateo escribió un relato con ese contenido; medio siglo más tarde, Ireneo hace un comentario similar. De acuerdo con estos informes, el Evangelio apareció originalmente en "hebreo", es decir, arameo, la lengua corriente en Palestina. Algunos han entendido estas afirmaciones en el sentido de que el Evangelio fue escrito originalmente en esa lengua y luego traducido al griego. Pero sobre la base de la evidencia actual no se puede establecer si el que conocemos hoy fue escrito originalmente en griego, o traducido de un Evangelio anterior en arameo. Se han sugerido las siguientes razones para rechazar la teoría de un origen arameo: 1. El texto griego de Mateo no revela las características de una obra traducida. La uniformidad de lenguaje y de estilo trasmite la impresión clara de que el libro fue escrito originalmente en griego. Como la mayoría de los otros escritores del NT, Mateo sin duda pensaba en arameo mientras escribía en griego, y éste refleja, inconscientemente, ciertas expresiones idiomáticas arameas. 2. La gran semejanza lingüística con el griego de Marcos, en particular, y algo menos con el de Lucas, parecen eliminar la posibilidad de que Mateo pueda ser una traducción griega de un original arameo. 3. Las frecuentes citas de pasajes del AT de la traducción griega. Si Mateo hubiera estado escribiendo en arameo habría citado de las Escrituras hebreas del AT.
II. Tema Que el propósito del Evangelio haya sido convencer a sus connacionales de que las profecías mesiánicas del AT habían encontrado su cumplimiento en Jesús de Nazaret, resulta evidente por las frecuentes citas de pasajes adecuados (Mt. 1:23; 2:6, 15, 17, 18; 3:3; 12:17-21; 13:35; 26:56; 27:3-10; etc.); Mateo cita cerca de 40 de tales predicciones. Además, el libro refleja una fuerte conciencia nacional (Mt. 2:2; 8:11; 15:24; 19:28; 21:4, 5). La genealogía de Jesús pone de manifiesto su
preocupación desde del punto de vista judío, pues lleva la línea de antepasados de nuestro Señor hasta David, el rey ideal, y hasta Abrahán, el padre de la nación judía (1:1, 6, 17). Mateo enfatiza que Jesús era, en realidad, "el hijo de David" (v 1), porque el AT visualiza repetidamente al Mesías como quien restauraría a Israel a la gloria del reinado de David (2 S. 7:12, 13; Sal. 132:11; Jer. 23:5, 6; cf Hch. 2:29, 30). Como descendiente de éste, aparentemente en línea directa a través de los reyes, Jesús tiene antecedentes para que se lo considere seriamente como aquel a quien anunciaron los profetas. Con el hecho de que Mateo llega sólo hasta Abrahán, y no más allá, quiere demostrar que Jesús era quien cumplía las promesas dadas a Abrahán y a los padres (Gn. 12:3; 22:18; cf Gá. 3:16). Más que todos los demás Evangelios combinados, presenta a Cristo como aquel a quien señalaban los símbolos del AT y en quien encontraban su cumplimiento. Enfatiza que Jesús no vino para poner a un lado la "ley", sino a cumplirla (Mt. 5:17); de hecho, todo el Sermón del Monte es una ampliación y clarificación de los principios implícitos y explícitos en las Escrituras del AT: "la ley y los profetas". En forma similar, sólo Mateo indica que Jesús confirmó la autoridad de los escribas y fariseos cuando se sientan "en la cátedra de Moisés", y ordena a sus seguidores que guarden y hagan todo lo que estos dirigentes, desde "la cátedra de Moisés", les pedían que hicieran. Al mismo tiempo, registra fielmente las denuncias que hizo Jesús de los fariseos y sus enseñanzas (5:20; 8:12; 9:11, 13, 34; 12:1, 24, 27; 15:1-9; 16:1-4; 21:43; 23:23). III. Bosquejo Como Lucas, Mateo enfatiza la verdadera humanidad de Jesús, más que Marcos o Juan, que destaca su verdadera divinidad. La característica distintiva del primer Evangelio es la fidelidad con que el autor registra los sermones y otras enseñanzas del Salvador. Presenta a Cristo como el gran Maestro, y ofrece 6 discursos mayores, bastante largos, que los otros Evangelios mencionan brevemente u omiten: 1. Sermón del Monte (cps 5-7). 2. Discurso acerca del discipulado (cp 10). 3. Sermón junto al mar, que consiste mayormente de parábolas (cp 13). 4. Discurso sobre la humildad y la fraternidad (cp 18). 5. Discurso sobre la hipocresía (cp 23). 6. Discurso sobre el regreso de Cristo (cps 24 y 25). Los otros escritores sinópticos generalmente citan las mismas verdades y usan las mismas ilustraciones de Jesús bajo otras circunstancias. Muchas de las enseñanzas de Jesús seleccionadas por Mateo consisten de principios de conducta ética, en un esfuerzo aparente para enfatizar que la verdadera religión es primariamente un asunto de cómo el hombre trata a sus semejantes. Aunque Mateo sigue un esquema cronológico general, frecuentemente informa de incidentes fuera de lo que parecería su verdadero marco, y a menudo los agrupa en orden temático (cf 8:2-9:8). Por ejemplo, al leer los incidentes del ministerio de Jesús en Galilea, registrados en los cps 4-15 en orden cronológico, sería necesario buscarlos en esos capítulos en el siguiente orden: 4, 8, 4, 8, 9, 12, 5-7, 8, 9, 12, 13, 8, 9, 11, 9-10, 13-15. Mateo se desvía de la secuencia cronológica más que los otros evangelistas. Considera su registro narrativo principalmente como un marco dentro del cual puede ubicar las enseñanzas de Jesús.
No es un cronista que registra los acontecimientos a medida que ocurren, sino un historiador que reflexiona sobre el significado de los eventos en su ubicación en el trasfondo de la historia del pueblo escogido y la voluntad de Dios para ellos. IV. Contenido Después de indicar los antepasados humanos de Jesús y de relatar ciertos incidentes relacionados con su infancia y juventud (Mt. 1, 2), Mateo relata los acontecimientos preparatorios de su ministerio: bautismo y tentación en el desierto (cps 3 y 4). Como los otros Evangelios sinópticos, desarrolla el ministerio en Galilea con considerable detalle (cps 4:12-15:20). Casi la mitad de ese espacio lo dedica al Sermón del Monte (cps 5-7), el sermón junto al mar (cp 13) y la instrucción sobre métodos de evangelización (cp 10). Considera en forma más bien completa el período del retiro de Jesús del ministerio público (15:21-18:35), y narra ciertos incidentes de su labor en Samaria y Perea (19:1-20:34). Finalmente, cubre con gran detalle los acontecimientos de la semana que condujeron a la crucifixión (21:1-27:66), y cierra su registro con la resurrección de Jesús y sus apariciones posteriores Bib.: Eusebio de Cesaréa - Historia Ecliesiástica, 2 tomos, iii.39; v.8 (Barcelona, 1988).
Evangelio Según San Marcos Segundo Evangelio y posiblemente el que primero se escribió. Los manuscritos más antiguos que nos llegan tienen como título: "Según Marcos". I. Autor. El testimonio unánime de los primeros escritores cristianos señala a Juan Marcos como su autor. El derecho de ocupar un lugar en el canon de los Evangelios nunca fue puesto en duda. Que lleve el nombre de un hombre poco notable como Juan Marcos certifica indirectamente su autoría, ya que si el libro fuera una falsificación sin duda quien lo escribió habría elegido el nombre de uno de los apóstoles, como lo hicieron los autores de evangelios y epístolas espurios posteriores. Alrededor del 140 d.C., Papías (obispo de Hierápolis, Asia Menor, y supuesto discípulo de Juan el apóstol) identifica a Marcos como el autor y afirma que su Evangelio es un registro exacto de la vida y las enseñanzas de Jesús, tal como lo recibió de Pedro y como éste lo proclamaba. Aunque Marcos no fue uno de los Doce, de acuerdo con los escritores cristianos primitivos fue compañero e intérprete de Simón Pedro; según una tradición muy temprana, Marcos obtuvo mucha información para su Evangelio de las observaciones y los recuerdos de Simón Pedro. Esto está en armonía con la afirmación de Pedro de que Marcos era su "hijo" (1 P. 5:13). La narración especialmente vívida de los incidentes que involucran a Pedro tiende a confirmar lo dicho por Papías (Mr. 1:36, 40; 2:1-4; 3:5; 5:4-6; 6:39, 40; 7:34; 8:33; 10:21; 11:20; etc.). Aunque los Padres de la Iglesia concuerdan en que Marcos es el autor del 2º Evangelio, están divididos en cuanto a si lo escribió antes de la muerte de Pedro (65 d.C.) o después de ella. lreneo de Lyons (c 185 d.C.) toma la 2ª posición, y Clemente de Alejandría (c 190 d.C.) la 1ª, que parece la más probable. De esta manera, se la puede fechar en algún momento entre el 55 y el 70 d.C. II. Ambientación. Según una antigua tradición, el Evangelio se escribió en Roma y estaba en uso general entre los cristianos antes de la mitad del siglo II d.C. Taciano lo empleó en su Diatessaron o Armonía de los cuatro evangelios (170 d.C.). Lucas, que compuso su Evangelio 63 d.C., afirma que en sus días había en existencia muchos informes, orales y escritos, e implica que usó esas fuentes para escribir el suyo (Lc. 1:1-3). Una comparación cuidadosa de Marcos con Lucas revela extensos pasajes donde las palabras son prácticamente idénticas (cf Mr. 2:10, 11 con Lc. 5:24 y Mt. 9:6). La misma situación se observa en una cantidad de pasajes extensos del AT verbalmente idénticos (cf 2 S. 22 con Sal. 18; 2 R. 18:13-20:19 con Is. 36-39; 2 R. 24:18-25:21, 27-30 con Jer. 52:1-27, 31-34). Estos pasajes en los Evangelios sinópticos testifican de algún tipo de interrelación documental bajo la conducción del Espíritu Santo.
III. Fuente Sólo 24 versículos de todo Marcos, o sea el 1 % del total, no tienen paralelos en Mateo y Lucas. Si, como informa Papías, el registro de Marcos está basado en los recuerdos de Pedro, entonces no los tomó de aquéllos. Y que sea el más breve, aunque registra muchos eventos con mayores detalles que Mateo o Lucas, apunta a que fue base para éstos y no una condensación de los dos. En consecuencia, parece razonable suponer que Marcos fue una de las fuentes escritas de las que obtuvieron información Mateo y Lucas, lo que evidencia que fue escrito antes. Semejanzas adicionales en materiales comunes en Mateo y Lucas y que no se encuentran en Marcos indican que usaron, además, otra fuente, a la que comúnmente se llama "Q" (abreviatura de Quelle, palabra alemana que significa "fuente"). Es notable que donde Mateo y Lucas tienen materiales en común con Marcos, los escritores concuerdan en el orden en que se los presenta, lo que no sucede con los que no comparten. Cualquiera sea la relación documental de los Evangelios sinópticos entre sí, constituyen un registro divinamente inspirado de la vida y del mensaje de Jesucristo. El Espíritu Santo guió la selección de los materiales, protegió su manipulación y los suplementó con revelaciones directas donde fue necesario. IV. Aspectos literarios y Destinatarios. Marcos relata 79 de unos 179 incidentes de la vida de Cristo que se registran en los 4 Evangelios; o casi tantos como Mateo, pero en menos de unos 2/3 del espacio. Sigue un orden más cronológico que Mateo o Lucas, y dedica atención especial a lo que Jesús hizo antes que a lo que dijo. Dedica casi 2/3 de su Evangelio a la narración; o sea, la mitad de Mateo. Por ejemplo, registra sólo un discurso importante de Jesús (Mr. 13; comparado con los 5 en Mt.) y sólo 6 de unas 40 parábolas. El vocabulario marcano revela que escribió a lectores no judíos, como cuando translitera al griego palabras latinas como centurión. "centurión" (15:39), denarius, "denario" (6:37), y speculator, "verdugo", "uno de la guardia" (6:27), en lugar de usar las palabras griegas corrientes; esto también sugiere que el Evangelio estaba destinado a lectores romanos. Que Marcos escribió su Evangelio fuera de Palestina, para lectores no palestinos, es evidente por la explicación que da para cosas como las monedas palestinas (12:42), la Pascua (14:12), las costumbres de los fariseos (7:3.4) y varias palabras y expresiones arameas (5:41; 7:34; 15:34), todas innecesarias para lectores judíos, en particular si eran palestinos. Al mismo tiempo, es obvio que el autor era un judío que conocía el arameo y estaba familiarizado con el AT, aunque lo cita generalmente de la traducción griega. Está escrito en un lenguaje comparativamente sencillo, como si fuera para lectores no literarios. Aunque es el Evangelio más breve, en ciertos aspectos es el más vigoroso y colorido, incisivo, vívido y pintoresco, y a menudo proporciona detalles significativos no mencionados por ningún otro evangelista.
V. Contenido. Como los demás escritores sinópticos, Marcos repetidamente registra incidentes en que se presenta a Jesús como procurando ocultar su identidad mesiánica. En varias ocasiones prohibió a quienes habían recibido su poder sanador que contaran a otros lo que había hecho por ellos (Mr. 1:43-45; 5:43; 7:36, 37; etc.;cf Mt. 12:16; 17:9). Esta renuencia a revelar su calidad de Mesías o permitir la publicidad con respecto a ella -que se observa en los Evangelios sinópticos- se llama hoy el "secreto mesiánico". Como resultado, algunos eruditos críticos han señalado esta diferencia de énfasis como una evidencia de opiniones en conflicto acerca de la misión de Jesús sobre la tierra. Incuestionablemente, las hay entre Juan y los sinópticos, particularmente en las áreas que describen la 1ª parte del ministerio de Jesús. Sin embargo, se debería recordar que en su obra diaria demostró su calidad de Mesías al vivir una vida sin faltas como hombre entre los hombres, y también al ejercer su divino poder en favor de las necesidades humanas. Fue su propósito presentar a los hombres evidencias visibles de su naturaleza divina y permitirles formarse sus propias conclusiones con respecto a su identidad (Mt. 11:2-5; 13:53-58; Jn. 5:36; 10:25; 15:24). Una demostración de su mesianidad sería más convincente para la mayoría de las personas que una pretensión directa de su parte. Es evidente, sin embargo, que en ciertas ocasiones, como se registran en Juan, Jesús hizo afirmaciones específicas de su divinidad y de ser el Mesías (Jn. 3:11-16; 4:26; 5:17-30, 39-46; 6:35-58; 7:26-30; 8:21-56; 10:30; etc.). Pero se notará que no fue sino en los últimos meses de su ministerio cuando Jesús declaró abiertamente que era el Mesías, lo que ocurrió en ocasión en que "afirmó su rostro para ir a Jerusalén", fue rechazado y terminó su obra pública en Galilea (Lc. 9:51; Jn. 6:1, 2). Al presentar las evidencias, Jesús ahora desafiaba a los dirigentes judíos y al pueblo a tomar una decisión con respecto a ellas. Marcos muestra a Cristo como un hombre de acción, y se interesa especialmente en sus milagros como evidencia del poder divino en operación en favor de los hombres (mientras que Mateo dedica su atención principal a las enseñanzas de Jesús). A diferencia de Mateo y Lucas, no dice nada de la infancia y la juventud de Cristo. Después de una breve introducción donde menciona el bautismo de Jesús y el comienzo de su ministerio público (Mr. 1:1-13), pasa por alto el primer año y medio del mismo, y describe su obra en Galilea con bastantes detalles (1:14-7:23). Menciona diversos incidentes durante el retiro de Jesús de la acción pública por 6 meses después del fin del trabajo en Galilea (7:24-9:50), y luego da un breve informe de su actuación en Samaria y Perea (cp 10). Después dedica casi 1/3 de su Evangelio al ministerio final de Jesús en Jerusalén y a los acontecimientos relacionados con su crucifixión, muerte y resurrección (11:1-15:47). También menciona ciertas apariciones del Señor a sus discípulos con posterioridad a esto último cp 16; véase CBA 5:551-553). Para un bosquejo cronológico detallado de los acontecimientos de libro.
Bib.: Eusebio de Cesaréa iii.39.15; Ireneo, Against Heresies iii. 1.1; Eusebio de Cesaréa - Historia Ecliesiástica vi. 1 4.5-7.
Evangelio Según San Lucas El consenso antiguo y unánime de la tradición cristiana apunta a Lucas, el médico, como el autor del libro (cƒ Col. 4:14). El famoso Fragmento Muratoriano (200 d.C.) también lo atribuye al médico compañero de Pablo. En ninguna parte Lucas se identifica como el autor, pero la evidencia interna claramente lo señala como tal: 1. Las introducciones al Evangelio de Lucas (1:1-4) y a Hechos (1:1, 2) no dejan dudas acerca de un autor común. Además, ambos libros están dedicados a la misma persona -un cierto Teófilo- y el estilo literario y la dicción en ambos son manifiestamente iguales. 2. El uso del pronombre "nosotros" en ciertos pasajes de Hechos (16:10-17; 20:5-21:18; 27:1-28:16) indica que el autor estuvo con Pablo en diversos momentos de su ministerio: se unió a Pablo en Troas, durante el 2º viaje misionero, y siguió con él hasta Filipos; lo acompañó a Jerusalén en el 3er viaje; permaneció en Palestina durante los 2 años que Pablo estuvo preso en Cesárea. Su 1º encarcelamiento (allí se unió a Pablo en enviar saludos para los creyentes de Colosas [Col. 4:14] y a Filemón [Fil. 24]); y más tarde, durante su 2º encarcelamiento en Roma (2 Ti. 4:11), cuando el apóstol escribió patéticamente: "Sólo Lucas está conmigo". De acuerdo con Col. 4:14, Lucas era médico, además de hombre de letras. Se han compilado listas de supuestos términos médicos empleados por él. Algunos de ellos, es cierto, reflejan la preparación y el punto de vista de un profesional (cf Lc. 4:38; 5:12; 8:43 con las narraciones paralelas de Mateo y Marcos). Pero muchas de las palabras y expresiones citadas como términos médicos eran de uso general y su empleo en su Evangelio no puede ser tomado como prueba absoluta de que el autor era médico. II. Ambientación. Los eruditos conservadores generalmente fechan el Evangelio no más tarde que el 63 d.C., porque: 1. Su composición fue obviamente anterior a la de Hechos (Hch. 1:1). 2. La abrupta terminación de la narración de Hechos implica que éste fue escrito durante el 1er encarcelamiento de Pablo en Roma, c 61-63 d.C., y aparentemente poco después de su llegada a la ciudad. Que Hechos no diga nada del juicio, de la liberación, del nuevo arresto, de la sentencia y de la ejecución de Pablo, se acepta generalmente como evidencia de que el informe fue escrito antes que ocurrieran estos últimos acontecimientos. Parece que Lucas usó los 2 años que permaneció en Palestina, mientras Pablo estaba preso en Cesárea, para recoger materiales de testigos oculares para su Evangelio (Lc. 1:1-4). De acuerdo con Col. 4:10 y 14, Lucas y Juan Marcos estaban en Roma al mismo tiempo, y esto habría dado a Lucas la oportunidad de obtener información adicional, lo que explicaría la semejanza entre extensos pasajes y el orden de muchos acontecimientos en los 2 Evangelios. Estas
similitudes han llevado a muchos a creer que Marcos fue una de las fuentes de las que obtuvo información. III. Destinatarios. Lucas dirige su Evangelio a cierto "Excelentísimo Teófilo" (Lc. 1:3; Hch. 1:1), de quien nada más se conoce. Por cuanto el nombre Teófilo significa "amigo de Dios", algunos eruditos han sugerido que no se refiere a una persona en particular sino a toda persona que pudiera ser llamada "amiga de Dios"; es decir, a los cristianos en general. Sin embargo, el título "excelentísimo" implica definidamente que Lucas tenía en mente a una persona real. Como lo sugiere el nombre, Teófilo probablemente era un gentil convertido al cristianismo. También se ha conjeturado, aunque sin base en los hechos, que Teófilo proveyó los fondos necesarios para que Lucas escribiera su historia de la iglesia en 2 tomos. Como la introducción a Hechos lo implica (Hch. 1:1, 2), el libro retoma la narración de la historia de la iglesia cristiana donde la dejó el Evangelio de Lucas (Lc. 24:50-53). Esto sugiere que el propósito del autor fue escribirla en 2 tomos. En cuanto a la cantidad de material, Lucas aportó al NT más o menos lo mismo que Pablo, y casi el doble que el apóstol Juan. El prólogo de Lucas está escrito en un espléndido griego koiné literario, la lengua común del mundo romano que hablaba griego en esos días (Lc. 1:1-4). Es pulido pero lleno de gracia y modestia, y se conforma a los mejores modelos literarios griegos. Esto, junto al esfuerzo por fechar los acontecimientos en armonía con la forma griega corriente en sus días, y su referencia a las fuentes de información, sugiere que Lucas, evidentemente un hombre instruido e inteligente, se dirigía primariamente a los hombres cultos y educados de su época. En elegancia de estilo literario griego, el libro de Lucas está junto al de Hebreos, y en ciertos aspectos refleja el estilo de los grandes escritores griegos de su tiempo. En el v 5 pone a un lado el estilo literario koiné, con su forma elegante, y utiliza uno de gusto claramente hebreo que recuerda las narraciones del AT (como las del nacimiento de Samuel). En suma, Lucas, el médico amado y compañero de viajes de Pablo, escribió su Evangelio para los lectores griegos en particular. IV. Tema. El prólogo revela que redactó su Evangelio después que "muchos" otros habían escrito sobre el tema (1:1). Aunque no era un testigo ocular de la vida y del ministerio de Jesús, recibió mucha información de gente que presenció los hechos (v 2). Investigó concienzudamente todas las fuentes accesibles a él, escritas y orales, y fue su propósito conservar la historia "por orden" (v 3). Uno de sus objetivos explícitos era proveerle a su amigo Teófilo de un informe totalmente confiable de la vida y las enseñanzas de Jesús. No tenernos manera de saber si Lucas incluye a Mateo y Marcos entre los "muchos [que] han tratado de poner en orden" los hechos de la narración evangélica. Generalmente se cree que el Evangelio de Marcos, por lo menos, y tal vez el de Mateo, ya estaban en circulación. Pero "muchos" claramente implica más de 2, y por tanto parecería que
se habían escrito otras narraciones de la historia del evangelio que se han perdido. Que Lucas no pretenda ser un testigo ocular, sino que reconozca francamente su deuda hacia otros, habla bien de él como historiador cuidadoso y exacto, e implica que, en este caso, la inspiración no es tanto un asunto de impartir información original, sino más bien una garantía de la exactitud de lo que se registra. Como historiador, fue a las fuentes originales, pero también fue un autor inspirado. Solo Lucas, entre los escritores de los Evangelios, brinda un marco cronológico que correlaciona los acontecimientos de la vida de Cristo con los eventos de la historia de su tiempo (Lc. 2:1, 2; 3:1, 2).
V. Contenido. Lucas ofrece su narración evangélica como una presentación exacta, completa y sistemática de la historia de la vida y del ministerio de Jesús. Mientras Mateo enfática lo que Jesús enseñó, y Marcos lo que Jesús hizo, Lucas combina ambos elementos. Su pretensión de haber "investigado con diligencia todas las cosas desde su origen" (Lc. 1:3) no es una jactancia vana, ya que casi la 1/4 parte de los incidentes conocidos de la narración evangélica sólo aparecen en Lucas. Dos aspectos de la vida y del ministerio de Jesús que Lucas cubre con amplitud, pero que los otros mencionan sólo brevemente o pasan por alto, son el período de la infancia y niñez y su extenso ministerio en Samaria y Perea durante los 6 meses que precedieron a la última Pascua (cps 1; 2; 9:51-19:10). Sólo Lucas registra las circunstancias que rodearon el nacimiento de Juan el Bautista (1:5-25, 57-80), la anunciación a María y la visita de María a Elisabet (1:26-56), el nacimiento de Jesús (2:1-7), el anuncio a los pastores (vs 8-20), la circuncisión y la presentación en el templo (vs 21-38), la participación de Jesús en una Pascua (vs 41-50) y su juventud (vs 51, 52). En forma similar, sólo Lucas se ocupa de la Visita de Jesús a Nazaret, al comienzo de su ministerio en Galilea, y su rechazo allí (4:16- 30). Tal vez en un intento por explicar a los lectores no judíos cómo Jesús pudo ser rechazado por los dirigentes de su propia nación y, sin embargo, ser en verdad el Mesías prometido, Lucas rastrea la ascendencia de Jesús hasta Adán (Lc. 3:2338), el padre de la raza, implicando así que era el Salvador de toda la humanidad y no sólo de los judíos (Mateo, en cambio, se conforma con exponer la genealogía de Jesús hasta Abrahán). Lucas también tiene un interés permanente en el ministerio personal de Jesús hacia los no judíos (7:1 -10; 8:26-39), y sólo él registra la misión de los 70 a Samaria (9:51-10:20) y relata la parábola del buen samaritano. En Lucas apenas se rastrea el particularismo y el exclusivismo judío, que a veces se pueden detectar en Matero Marcos. Los primeros 2 capítulos se dedican a la infancia y juventud de Jesús. Como los otros Evangelios sinópticos, pasa por alto el ministerio temprano de Jesús desde su bautismo y la Pascua, y su labor en Judea hasta la 2ª Pascua. Presenta su trabajo en Galilea hasta la 3a Pascua con bastante detalle (4:14-9:17), como lo hacen Mateo y Marcos. Al tratar el período del retiro de Jesús del ministerio público hasta la fiesta de los Tabernáculos, 6 meses después, Lucas omite una cantidad de incidentes que narran Mateo y Marcos (Lc. 9:18- 43). Como ya se dijo,
trata las labores en Samaria-Perea con mucho detalle (9:51-19:10), como también los eventos que giran alrededor de la última semana del ministerio terrenal de Jesús, en la 4º Pascua (19:28-23:56). Finalmente, como los otros escritores evangélicos, se ocupa con ciertos detalles los sucesos del período posterior a la resurrección (cp 24; véase CBA 5:649-651).
Bib.: Eusebio de Cesaréa - Historia Ecliesiástica iii.4.6.
Evangelio Según San Juan Como los autores de los otros Evangelios, el escritor no se identifica directamente. Se cree que "aquel discípulo" de Jn. 21:23, que se identifica en el v 20 como "el discípulo a quien amaba Jesús" y en el v 24 como "el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas", se refiere a Juan el apóstol; desde tiempos muy remotos la tradición cristiana lo atribuye unánimemente a Juan. Sobre la base de ciertos términos característicos del gnosticismo como lógos ("verbo", 1:1) y plerÇma ("plenitud", v 16), que aparecen en el Evangelio de Juan, algunos críticos del siglo XIX d.C. afirmaron que el 4º Evangelio no podría haber sido escrito hasta la 2ª, mitad del siglo II d.C., en vista de la teoría de que el gnosticismo no floreció hasta ese tiempo. En consecuencia, los críticos llegaron a la conclusión de que el apóstol Juan, que murió hacia fines del siglo I d.C., no podría haber sido su autor. Además, algunos críticos sostuvieron anteriormente que Juan refleja un estado de desarrollo del pensamiento cristiano que no se alcanzó hasta mediados del siglo II o más tarde aún. Sin embargo, desde 1935 en adelante, una serie de notables descubrimientos obligaron a los críticos a abandonar su teoría de una fecha tardía para la composición del Evangelio de Juan. Ese año se publicó un trocito de papiro, más pequeño que la palma de una mano, que contenía porciones de Jn. 18 (vs 31-33, 37, 38), conocido como papiro John Rylands y designado comúnmente como P52. Las principales autoridades en papirología concordaron en que ese fragmento debió haber sido escrito c 125 d.C., con lo que resultó ser una porción del manuscrito del NT más antiguo que se conoce. El mismo año se descubrieron en Egipto fragmentos de una narración evangélica, desconocida hasta entonces, conocidos como papiro Egerton II. La narración conservada en estos fragmentos se parece tanto a los Evangelios canónicos que parece obvio que el escritor tomó de todos ellos para su trabajo. Hay varios paralelos muy estrechos con pasajes bien separados del 4º Evangelio como, por ejemplo, su versión de Jn 5:39: "Escudriñáis las Escrituras; en ellas pensáis que tenéis vida, y ellas son las que dan testimonio de mí". Los eruditos concuerdan en que estos fragmentos de un evangelio desconocido debieron haber sido escritos en Egipto antes de mediados del siglo II d.C., y que paralelos notables de los Evangelios canónicos indican que los 4 circulaban en Egipto durante la 1ª mitad del siglo II d.C. Además, en 1946 se encontró la gran biblioteca gnóstica de Nag Hamadí (Chenobosción) en el Alto Egipto, con más de 40 obras diferentes en 13 tomos. Estos manuscritos demostraron concluyentemente que ciertas opiniones anteriores acerca de los gnósticos no son válidas, y que los términos supuestamente gnósticos del Evangelio de Juan eran de uso corriente en tiempos apostólicos. Con estos descubrimientos todos los argumentos de una composición tardía del Evangelio han desaparecido, y los eruditos críticos admiten que debió haber sido escrito hacia fines del siglo I d.C., lo que cae dentro de la época en que vivió el apóstol. Algunos todavía vacilan en reconocer a Juan el apóstol como su autor, y prefieren atribuirlo al presbítero Juan o a alguna persona con ese nombre. Pero queda en pie que los argumentos, que antes se usaron para demostrar que Juan el apóstol
no pudo haberlo escrito, fueron desacreditados. La publicación a partir de 1956 del papiro Bodmer II (designado como P66), que contiene casi todo el 4º Evangelio y que los eruditos asignan a los años finales del siglo II d.C. (es decir, sólo unos 100 años después de haberse escrito el Evangelio), revela un texto casi idéntico al que nos ha llegado, lo que es una evidencia adicional del cuidado con que se copiaron las Escrituras. II. Tema. Cuando Juan escribió su Evangelio, 3 grandes peligros acechaban la vida y la pureza de la iglesia. 1. La piedad decreciente (Ap. 2:4). 2. La persecución. 3. Las enseñanzas heréticas acerca de la naturaleza de Cristo (1 Jn. 2: 19, 26; véase Juan, Epístolas de [A Primera epístola], para una descripción de estas falsas enseñanzas). III. Estilo literario. El 4º Evangelio difiere de los 3 primeros, comúnmente llamados sinópticos, por su manera de tratar la narración evangélica. Este Evangelio, que ha sido llamado: "El recuerdo amoroso del Amor encarnado", es casi totalmente diferente en espectro y contenido de los Evangelios sinópticos, pues es mucho más teológico que histórico en su enfoque. Juan menciona sólo un poco más de la cuarta parte de los incidentes del ministerio de Cristo que los registrados por los 4 Evangelios; y de ellos, casi un tercio no son referidos por los escritores sinópticos. De este modo, para la información del primer año y medio del ministerio de Jesús dependemos casi exclusivamente del 4º Evangelio. La mención sucesiva de las Pascuas y otras fiestas judías implica con fuerza que sólo Juan, entre los evangelistas, sigue una secuencia estrictamente cronológica desde el principio al fin, por la cual es posible determinar con razonable exactitud la duración del ministerio de Jesús y la secuencia general de los acontecimientos. Hablando en general, los incidentes de la vida de Cristo que Juan seleccionó marcan puntos culminantes y crisis en el desarrollo de la misión divina, pero, en cada caso, muestra un mayor interés en la significación del evento que en el evento mismo. Esto se hace evidente en que, al informar de un incidente, dedica la mayor parte de sus comentarios a su significado, como se observa en los discursos del Salvador; informa de varios de ellos con considerable detalle (por ejemplo, Jn. 6-8; 14-17). Estos discursos se ocupan casi exclusivamente de la identidad de Jesús como el encarnado Hijo de Dios y del propósito de su misión terrenal. Sobre este sólido marco histórico de la vida y del ministerio de Jesús, del cual elige incidentes apropiados para su objetivo, Juan construye una argumentación irrebatible destinada a demostrar que Jesús de Nazaret es en realidad el divino Hijo de Dios, el Mesías de los profetas del AT (1:1-3, 14; 3:13-17; 4:29; 5:17-39; 17:3-5; 19:7. etc.; y presumiblemente para refutar las enseñanzas heréticas con respecto a la naturaleza de Cristo que habían ganado aceptación durante las últimas décadas del siglo I d.C.). Juan declara francamente que el informe lo escribió para que sus lectores pudieran creer "que Jesús es el Cristo, el
Hijo de Dios, y para que creyendo" tengan "vida en su nombre" (Jn. 20:31). Podría haber contado mucho más (v 30) si lo hubiera considerado deseable y útil. IV. Contenido. En su prólogo, Juan presenta a Cristo como el Verbo de Dios encarnado (Jn. 1:118). Luego trata de los primeros días del ministerio público de Jesús, desde su bautismo hasta la 1ª Pascua (1:19-2: 12). Juan trata más extensamente los eventos de este período del ministerio de Jesús (de la 1ª a la 2ª Pascuas; 2:135:47) que los eventos de su ministerio en Galilea (entre la 2ª y la 3ª Pascuas; cp 6); analiza, con cierto detenimiento, los incidentes de la 1ª Pascua (2:13-3:21) y de la 2ª Pascua (cp 5). No dice nada del ministerio en Galilea (que ha sido cubierto muy ampliamente por los escritores sinópticos), y sólo cuenta el incidente que señaló su fin (el milagro de los panes y los peces) y el consiguiente análisis de su misión a la tierra (cp 6). Otra vez Juan pasa por alto el período en que Jesús se retiró del ministerio público (que abarca los 6 meses después de la 3ª Pascua, al fin de su ministerio en Galilea), pero anota con gran detalle ciertos hechos que ocurrieron durante su labor en Samaria y Perea (cps 7-11; aunque no dice nada del ministerio en sí en esas provincias). Los incidentes que eligió sucedieron todos en Jerusalén o sus alrededores, y muestran a Jesús en conflicto con los dirigentes judíos: en la fiesta de los Tabernáculos (7:2-10:21), la fiesta de la Dedicación (10:22-42) y la resurrección de Lázaro (cp 11). El propósito obvio es trazar con mucho detalle los pasos mediante los cuales los dirigentes judíos llegaron a condenar a Jesús y a rechazarlo como el Mesías. Dedica casi la mitad de su Evangelio a la semana de la crucifixión (12:1-19:42) y al período posterior a la resurrección. La resurrección misma es analizada en 20:1-18, y ciertas apariciones posteriores con bastantes detalles en 20:19-21:23. Un breve epílogo declara su objetivo al escribir el Evangelio (vs 24, 25).
Resumen o Los 4 Evangelios hablan acerca de los que había sido profetizado: o Mateo: Se dirige a los judíos (descendientes de Israel); o Marcos: Muestra la parte humana de Jesús; o Lucas (era griego, también escribió Hechos): Escribe a los gentiles, habla acerca del hijo pródigo, el buen samaritano, Zaqueo; o Juan: Jesús divino, desde el inicio del Libro describe a Jesús como el Hijo de Dios, corroborando que es el Mesías. o Oseas 4:6 “Mi pueblo se perdió por falta de conocimientos” o Luc. 24:27 “Y empezando desde Moisés y todos los profetas les explicó lo que toda la Escritura decía de él”. o Importancia de estudiar las escrituras: DTG, pág. 67: “Sería bueno que cada día dedicásemos una hora de reflexión en la contemplación de la vida de Cristo. Debiéramos tomarla punto por punto, y dejar que la imaginación se posesione de cada escena, especialmente de las finales. Mientras nos espaciemos así en su gran sacrificio por nosotros, nuestra confianza en él será más constante, se reavivará nuestro amor, y seremos más profundamente imbuidos de su Espíritu. Si queremos ser salvos al fin, debemos aprender la lección de penitencia y humillación al pie de la cruz”.