COMPARTIR El hombre puede salvarse únicamente si se encuentra con Dios. Encontrarse no es cruzar y seguir de largo. Encontrarse no es saludarse. Encontrarse es compartir algo. Antes que todo, el tiempo. Es conocerse. Charlar, comunicarse. Encontrarse es compartirse, amarse. Porque no se habla de cosas, sino de personas que se encuentran y comparten. El que salva es Dios. Y por eso solamente El podía fijar los términos de ese encuentro: se encarnó, se hizo en todo, menos en el pecado, como uno de nosotros, a nuestra medida y compartió con nosotros la vida. Desde ese momento ya no hay distancias entre Dios y el hombre. Como uno de nosotros, amó, sufrió, lloró, tuvo amigos y enemigos, una casa, un trabajo, soportó el cansancio, el dolor, y voluntariamente aceptó la vergüenza de morir en la cruz. Compartió todo con nosotros, todo nos lo dio. Hasta la vida misma, que es la forma más grande y sublime de compartir. Y cuando ya se acercaba su última Pascua, nos amó hasta el fin. Quiso compartir sensiblemente con sus amigos y los hombres de todos los tiempos. Instituyó la Eucaristía, la que ahora celebramos en su memoria, reactualizando todo lo que El quiso compartir con nosotros: vida, sacrificio, cuerpo y sangre, amor y perdón, su divinidad y la vida eterna. Para compartir hay que estar presentes. A los que están ausentes, a los personajes de la historia, a los que están lejos, a ellos se los recuerda porque ya no están con nosotros. A Jesucristo no podemos recordarlo porque El está con nosotros. Con El nos encontramos. Porque en la Eucaristía se hace sensiblemente presente. Cristo no comparte sólo conmigo. Ni contigo. Ni con el sacerdote. Comparte con nosotros, con todos los hombres. Porque por todos derramó su sangre. Por eso los que están dispuestos a compartir solamente unos rezos y sentimientos buenos, pero no la amistad, no los bienes, no la fe, en realidad no comparten nada con El ni con sus hermanos. Quieren vivir un cristianismo como espectadores, perfectos y criticones. Pero sin compartir nada. Ni con nadie. A Cristo puede ser que lo hayan visto, pero seguramente no lo han encontrado... Se nota quien encontró a Cristo. Y comparte con El. Su vida cambia. Se nota quienes son los cristianos que saben lo que significa compartir una Eucaristía.