Clase 2 - Sabado 18 De Agosto De 2007

  • October 2019
  • PDF

This document was uploaded by user and they confirmed that they have the permission to share it. If you are author or own the copyright of this book, please report to us by using this DMCA report form. Report DMCA


Overview

Download & View Clase 2 - Sabado 18 De Agosto De 2007 as PDF for free.

More details

  • Words: 6,405
  • Pages: 17
Desgrabaciones mi¿mhsij Clase del Castello

sábado

18

de

agosto

de

2007,

dictada

por

el

Prof.

Ángel

Punteo de los temas del teórico del 18.8.07 (segunda clase) 1. “Cierre” de un tema pendiente de la lección omega: el pronombre reflexivo: 

 

el fenómeno del pronombre reflexivo –dentro del mecanismo general de la anáforaen nuestra lengua: la distinción fundamental entre la primera y la segunda personas por un lado –en las cuales la oposición reflexivo /no reflexivo está neutralizada- y la tercera persona –que está marcada se, sí, frente a lo, le -; el fenómeno en griego: la composición de la tercera personal reflexiva a partir de he (latín se) y de autos; las formas contractas: la posibilidad de confusión. trabajo sobre oraciones (que permitieron repasar también el aoristo tercero): lección omega: 5 (parte teórica); 14 y 31 (parte práctica).

2. El participio:  



la doble categoría gramatical –y por ende sintáctica- del fenómeno: ¿un problema semasiológico? Es decir, un caso de homonimia no en el plano categorial y léxico (presa/presa, canto/canto) sino solamente en el categorial / sintáctico; trabajo con la Guía/2: Introducción; sinopsis (un panorama de lo ya conocido por la Guía/1); trabajo con todas las oraciones de 1.1. “Concordado atributivo y apositivo”, cuya última oración, un trímetro yámbico (ho tymòs algôn...), me dio ocasión para hacer un excursus o digresión sobre métrica: el versolibrismo castellano y la métrica rítmica grecolatina; la materia rítmica y su radical diferencia: la alternancia regular de sílabas largas y breves en la prosodia griega; el ictus o acento métrico y su no necesaria relación con el lugar del acento de la palabra; el trímetro yámbico en particular.

1

Clase:

 El pronombre reflexivo y el aoristo tercero: Prof. Castello: En la clase de hoy quiero abocarme a trabajar, en primer lugar, con los temas que quedan pendientes de la Guía 1: el pronombre reflexivo y el aoristo llamado ‘tercero’, sobre el cual han tenido ya una exposición en los prácticos. Estos temas están enunciados en el contenido de la lección w, por lo que luego pasaríamos al estudio detallado del participio, con la Guía 2. En la clase anterior hicimos un recorrido reafirmando, por así decir, lo conocido en materia de morfología verbal, trabajando con los verbos oclusivos, los líquidos, el aoristo segundo, e incluso, como novedad, avanzamos hacia una primera sistematización de los verbos en -mi. En cuanto a la sintaxis, observamos el fenómeno de las interrogativas indirectas, una noción sintáctica de importancia. La noción de pronombre reflexivo alude a un tipo de pronombre que, funcionando habitualmente en la sintaxis como objeto directo o indirecto, hace referencia al sujeto de la oración. Esto significa que está enrolado dentro de los signos de índole anafórica, tiene carácter de remisión. En nuestro castellano, el pronombre reflexivo de primera y segunda personas no ofrece ninguna diferencia fónica, es el mismo signo, en relación con el no reflexivo. Cuando decimos algo como ‘Tú me escuchas’ frente a ‘Yo me escucho’, tenemos en ambos casos el signo ‘me’, pero en la segunda oración se trata de un reflexivo, no así en la primera, porque el sujeto no coincide con la remisión que hace ‘me’. Entonces, el carácter reflexivo o no reflexivo está neutralizado en la primera y segunda personas, por así decir. Ahora bien, es obvio que en primera y segunda personas hay una serie de simetrías que hacen que, como decía Benveniste en varios de sus artículos de Estudios de lingüística general, sean éstas las verdaderas personas, frente a la tercera, que es otra cosa, no es una verdadera persona. Por eso, de hecho, no hay sujeto desinencial en la tercera persona y sí lo hay en la primera y segunda. La primera y segunda persona constituyen los miembros del circuito de la comunicación, partiendo siempre del postulado de que toda comunicación se da en una situación de habla concreta, donde además, en el diálogo, se da un constante intercambio de las categorías ‘yo’ y ‘tú’. La tercera, en cambio, es otra cosa, alude a lo que no es ni ‘yo’, ni ‘tú’, a lo que no es antropológico o, sí lo es, lo es como una mera posibilidad entre la referencia a las cosas. Todo esto hace que haya un reflexivo especial para la tercera persona, de manera que ‘Él se lava.’, con el reflexivo, se opone a ‘Él lo lava.’, donde no hay reflexividad. Entonces, la diferenciación es clara en la tercera persona, cosa que no ocurría en las primeras y segundas.

2

En griego, el fenómeno es muy similar. En Pabón, página 671, en oportunidad de las observaciones al cuadro de pronombres personales, se nos dice en el punto b) que la primera persona tiene un reflexivo, y menciona a e)mautou=. El reflexivo se enuncia en genitivo, y tiene acusativo e)mauto¿n y dativo e)maut%=. Este pronombre está formado a partir del tema no nominativo del pronombre personal e)gw¿, al que se le suma au)to¿j h¿ o¿. Con respecto a la segunda persona, también tenemos un reflexivo formado de manera similar: seautou=, donde se puede dar la contracción entre las vocales que quedan en contacto, produciendo como resultado sautou=. Correspondientemente, tendremos acusativo seauto¿n o sauto¿n, y dativo seaut%= o saut%=. Al no haber nominativo, el caso convencional, como les decía, para enunciar este tipo de pronombre, es el genitivo. No hay nominativo porque, desde un punto de vista sintáctico, el reflexivo por definición no puede ser nunca nominativo. En cuanto a los plurales, se arman sobre la base de los pronombres personales correspondientes: para la primera persona habrá acusativos h(ma=j au)tou¿j, u(ma=j au)tou¿j, genitivos h(mw=n au)tw=n, u(mw=n autw=n y dativos h(mi=n au)toi=j y u(mi=n au)toi=j . Frente a los de primera y segunda persona, hay también reflexivos de la problemática tercera persona. En ático tenemos que partir de un misterioso pronombre reflexivo indoeuropeo que se materializó en singular como e(¿. Si piensan en el espíritu áspero como lo que verdaderamente es, el signo de un fonema, reducido a una expresión mínima por un mero problema del alfabeto, entonces se darán cuenta de que se trata del se latino y, por ende, del ‘se’ castellano. Para el plural, tenemos un misterioso pronombre sfa=j, muy poco usual, por lo que sencillamente se los menciono. Estos pronombres, para construir el reflexivo, son reforzados en ático con el consabido au)to¿j h¿ o. Así, resulta que el acusativo del pronombre reflexivo de tercera persona del singular puede ser e(auto¿n o bien au(to¿n, una vez que se contraen las vocales. En plural, el correspondiente acusativo será sfa=j au)tou¿j. Los genitivos, en singular, serán e(autou= o au(tou=, y los dativos e(aut%= o au(t%=. El plural lo pueden construir ustedes mirando el cuadro del apéndice gramatical y sumando el caso correspondiente de au)to¿j h¿ o. He trabajado con el masculino para la exposición, pero obviamente en primeras y segundas personas pueden tener masculino o femenino y, para las terceras, masculino, femenino o neutro. A modo de ejemplo, vean las tres personas del singular:  e)mauth=j: femenino genitivo singular de primera persona  sauth=j: femenino genitivo singular contracto de segunda persona

3

 au(th=j, au(tou=: femenino u neutro genitivos contractos de tercera persona Algo que quiero que tengan presente es que las formas contractas de la tercera persona pueden ofrecer algunas confusiones. Si miran el diccionario, van a ver que existe la palabra au(toj au(th¿ tau)to(n), y que allí se les indica que esa palabra es producto de la contracción del artículo con el adjetivo au)to¿j h¿ o¿: o( au)to¿j, h( au)th¿, to\ au)to¿(n). El significado de esta palabra es “el mismo/la misma, lo mismo”. Sucede que el acusativo, genitivo y dativo de esta palabra son exactamente iguales que las formas contractas del reflexivo de tercera persona singular que acabamos de ver: au(to¿n, au(tou=, au(t%=. Sin embargo, no deben confundirse, ya que no se trata de lo mismo; en las ocurrencias puntuales, habrá que distinguir si se trata de una u otra palabra. Vamos a ver funcionando esto en tres oraciones de la lección w: la número 5. de la parte teórica, y las número 14. y 31. de la ejercitación: xalepo\n to\ e(auto\n gnw=nai. to\ gnw=qi sauto\n tou=to e)¿poj me¿ga. ou) du¿natai au)to\j au(t%= bohqei=n.

Vamos a retomar, con estas oraciones, un conocimiento impartido en los trabajos prácticos respecto a las especiales formas verbales que constituyen gnw=nai y gnw=qi. Ambas están enroladas, en calidad de infinitivo la primera e imperativo la segunda, con el aoristo tercero. Podemos pensar la cosa a través de un cuadro en el que opondremos el aoristo del verbo gi¿gnwskw con el aoristo pasivo de nuestro modelo de siempre, lu¿w: Indicativo (1° p. sg.)

Imperativo (2° p. sg.)

Subjuntivo (1° p. sg.)

Optativo (1° p. sg.)

Infinitivo

Participio

e)¿gnwn

gnw=qi

gnw=

gnwi¿hn

gnw=nai

gnwqei¿j ei=sa e¿n

e)lu¿qhn

lu¿qeti

luqw=

luqei¿hn

luqe¿nai

luqei¿j ei=sa e¿n

4

Como ven, hay una correspondencia, ya que el aoristo de gi¿gnwskw sigue el modelo de un aoristo en voz pasiva en todos los modos. Lógicamente, en oportunidad de las formas de gignw¿skw estamos ante un aoristo activo, no pasivo. Se trata de un verbo que tiene este tipo de aoristo que denominamos ‘tercero’. El hecho central es que es un tiempo con todos sus modos, eso es lo que la lengua privilegia. Luego, que por las peripecias fonéticas resulte que tiene la apariencia de un aoristo pasivo es lo de menos. Ahora bien, si voy a Pabón, en la página 170, primera columna, y allí veo que bajo la forma e)¿gnwn dice que se trata del aoristo segundo de gignw¿skw. Sin embargo, esto puede resultar desconcertante, porque lo que sabemos es que el aoristo segundo tiene la forma de un imperfecto en indicativo y la de un presente en los demás modos, y aquí no sucede eso. Justamente por eso, nosotros preferimos enrolarlo, como algunas gramáticas, dentro la categoría de aoristo tercero y no en la de aoristo segundo. La causa del parecido entre las formas de aoristo pasivo común y corriente y el aoristo tercero tiene que ver con que la voz pasiva, en el origen, no era tal: lo que luego pasó a ser pasividad era, en principio, intransitividad, y estos aoristos terceros eran también intransitivos. Por ahí viene la cosa, aunque no es el momento de profundizar en esta cuestión. Frente a este tipo de fenómenos aparecen los límites de la gramática analogista, ya que son fenómenos que no son reductibles a la sistematización. En la gramática de Berenguer Amenos, en el parágrafo 209, hay un cuadrito donde se mencionan algunos verbos que tienen aoristo tercero. Pueden ir a ver allí lo que se dice sobre esta cuestión. De todos modos, si no nos especializamos en un estudio de tipo lingüístico, estos datos tienen que ser sencillamente un instrumento para llegar al sentido de la oración. Vayamos a los textos que nos propusimos analizar: xalepo\n to\ e(auto\n gnw=nai. to\ gnw=qi sauto\n tou=to e)¿poj me¿ga. ou) du¿natai au)to\j au(t%= bohqei=n. Sabemos ahora que gnw=nai es un infinitivo aoristo. En esa oración no hay verbo conjugado, como tampoco lo hay en la segunda de ellas, por lo que, en principio, habría que reponer un e)sti¿ en ambas oraciones. Esto de reponer el verbo e)sti¿ es, en realidad, discutible. Las oraciones que estamos trabajando son sentencias de índole universal, por lo que no interesa anclarlas en un tiempo determinado, en una persona sintáctica, en un modo verbal. En su valor universal, en realidad, son oraciones de índole nominal, ab origine, prístinas, esto es, sin verbo conjugado. Quizá aquí no sea la elipsis del verbo algo optativo, es decir una situación en la que no se encuentra presente, pero podría estarlo, sino que el verbo es

5

innecesario, lo que se dice es eterno, está fuera del tiempo. En el origen hay que pensar en este tipo de oraciones sin verbo, en un sistema nominal, por así decir, frente a la oración verbal. La oración verbal va tomando vigencia y la nominal comienza a pensarse, a estructurarse, según el modelo de la oración verbal. Se trae entonces un verbo como ei)mi¿, se lo de-semantiza -originariamente el verbo ei)mi¿ tenía el valor existencial-, y se lo utiliza como cópula. No quiere decir esto que el verbo copulativo no tenga absolutamente ningún valor, pero hay que tener presente que la lengua no previó un verbo cópula originario; son un desarrollo posterior. En la tercera oración, du¿natai es el verbo conjugado, y hay un infinitivo bohqei=n, del verbo contracto bohqe¿w -w=. du¿namai es un verbo medio que, en tercera persona, tiene un uso que el diccionario llama ‘impersonal’, es decir terciopersonal, con proposición sujetiva. Es, además, un verbo en el cual el tema se une directamente a la desinencia, por lo cual, entre otras cosas, en la segunda persona del singular de presente puede verse la desinencia de voz media sin la caída de la sigma: du¿nasai. e(auto¿n es el reflexivo de tercera persona singular, en acusativo singular. Algo similar se observa en el sauto¿n de la segunda oración: se trata, como ya sabemos, del reflexivo de segunda persona singular, en acusativo. En la tercera oración, au)to¿j h¿ o¿ no es el reflexivo, sino el adjetivo que suele acompañarlo, pero en esta oportunidad solo. Además, hay un au(t%= que podría ser o bien la forma contracta del pronombre reflexivo de tercera persona singular en dativo, o bien el dativo singular de au(toj au(th¿ tau)to(n). Se trata del pronombre reflexivo, según veremos. En la primera oración, xalepo¿n es un predicativo sujetivo que coincide con predicado de la oración y to\ e(auto\n gnw=nai una proposición sujetiva, en la que e(auto¿n es el objeto directo del infinitivo gnw=nai. Aquí, al menos para mí, es tan fuerte el valor nominalizador del artículo que en vez de ‘proposición sujetiva’ usaría sencillamente ‘sujeto’. Ese artículo nominaliza toda la expresión, no va acompañando solamente al infinitivo. La traducción de esta primera oración es: “Arduo, conocerse a sí mismo.” En la segunda oración tenemos una complejidad sintáctica mayor. Sucede que tou=to es un deíctico que está retomando lo que se dice inmediatamente antes, to\ gnw=qi sauto¿n. En esta expresión, que es sujetiva frente al predicativo sujetivo igual al predicado e)¿poj me¿ga, gnw=qi es el núcleo y sauto¿n su objeto directo. Observen cuán fuerte es la capacidad nominalizadora del artículo, que aquí aparece nominalizando una expresión con verbo conjugado, en imperativo. En el predicativo, e)¿poj es el núcleo y me¿ga un atributo. A tou=to lo voy a dejar en la proposición sujetiva como ‘núcleo anafórico epanaléptico’, ya que hace referencia a to\ gnw=qi sauto¿n, expresión a la que le voy a colocar ‘núcleo’. 6

Con ‘epanaléptico’ justamente se hace mención de algo que retoma lo anterior, mientras que, si se hace referencia a lo que viene después, se trata de un anafórico proléptico. De hecho, podríamos ponerle ‘núcleo anafórico proléptico’ al artículo, ya que de alguna manera es como si se dijera: ‘El hecho de conócete a ti mismo, eso, gran sentencia.’, es decir que el artículo adelanta lo que se va a decir después. El anafórico está vacío de sentido, y puede llenarse con lo ya dicho o con lo que se va a decir luego. En seguida, como ven, nos enfrentamos a los límites de la sintaxis convencional, por lo que lo importante es que lleguemos a la comprensión de lo que dice el texto. Alumno: ¿Por qué no ponerle ‘aposición’ al tou=to? Prof. Castello: La diferencia es que una aposición tiene cierto peso categorial, a tal punto que puede reemplazar al núcleo al que se refiere, o intercambiarse con él. Con estos pronombres vacíos de significado, de naturaleza deíctica, señalativa, no es posible esa operación. to\

gnw=qi

sauto\n

tou=to

e)¿poj

núcleo

o.d.

núcleo anafórico epan.

n.

núcleo Proposición sujetiva

me¿ga. atr.

Predicado = pred. suj.

La traducción podemos dejarla en “El ‘conócete a ti mismo’, eso, una gran sentencia.” Ese artículo “el”, en castellano, no es un masculino, a pesar de lo que parece, sino un neutro, referido a la expresión ‘conócete a ti mismo’. En la tercera oración también el análisis tiene ciertas vacilaciones. Dijimos que du¿natai es el verbo, hay allí un adverbio de negación ou) y una proposición sujetiva con verbo en infinitivo, bohqei=n. au(t%= es un dativo de interés dependiente de ese infinitivo y la cuestión surge con el au)to¿j. En principio, ese au)to¿j no puede estar en la sujetiva, porque está en nominativo, pero tampoco puede ser sujeto, porque esa posición está ya ocupada por la sujetiva. Una posibilidad sería pensar esa construcción de infinitivo como un infinitivo determinativo, y entonces sí mantener el sujeto en au)to¿j: “Uno no puede ayudarse a sí mismo.” Claro que aquí se pierde el valor terciopersonal del verbo. Prof. Racket: Yo pensaría en una construcción personal, e incorporaría el au)to¿j en la sujetiva, como sujeto del infinitivo, en nominativo como habitualmente sucede en la construcción personal. Quizá, de todos modos, es un exceso de análisis. Prof. Castello: En efecto, eso es posible y permite conservar el valor terciopersonal del verbo. Lo que a mí me detuvo es que el verbo du¿namai no suele

7

funcionar en construcción personal. De hecho, tenemos que hacer así, tomar las ocurrencias del habla a un conjunto de modelos de una sintaxis básica, porque para la inteligibilidad tenemos que llevarlo a ese molde. Estamos trabajando con gramática, es decir reduciendo los casos particulares a los moldes generales. De otro modo, no podríamos hacer ciencia, si en cada instancia particular multiplicáramos las categorías. A veces se corren estos riesgos, pero de otra manera quedaríamos reducidos a la e)mpeiri¿a. 

El participio:

Pasemos, ahora sí, al estudio del participio. La doble función sintáctica del participio como adjetivo y como verbo puede resultar al principio un poco desconcertante. De hecho, el termino participium o, en griego, metoxh¿, alude a eso. Esto nos marca, a su vez, los límites de las categorías gramaticales. Podríamos acercarnos a una descripción funcional del participio desde el campo de la semasiología. Hay significantes que tienen un doble significado. Basta pensar, por ejemplo, en /presa/ para darse cuenta de que este significante alude a dos significados diferentes, por un lado un sustantivo (‘lo que se caza’) y, por otro, un adjetivo equivalente a ‘encarcelado’. Lo mismo sucede con /canto/, que remite a un sustantivo y a un verbo. Entonces, para un significante, puede haber dos significados. Este problema de la homonimia es muy interesante, lo mismo que el problema contrario, es decir el hecho de que pueda haber dos significantes para un significado: /pelo/ y /cabello/. Se dan fenómenos curiosos de lengua: no decimos ‘los cabellos de las piernas’, por ejemplo. Con el participio, sin embargo, no pasa exactamente ninguna de estas dos cosas. Cuando se usa, por tomar un ejemplo, el significante /elogiado/, frente al significado ‘recibir elogios’, no se trata de dos signos diferentes según funcione como adjetivo o como verbo, sino que ambas cosas se aplican a ese único signo. Mediante la cara nominal el participio se ‘engancha’ en la oración, ya que concuerda con algún sustantivo, pero mediante su cara verbal desarrolla complementos que dependen de él. Claro que, en castellano, hablamos de participios pasivos, porque los pocos participios activos que subsisten no tienen valor verbal, se han transformado en otra cosa, generalmente sustantivos como ‘caminante’, ‘amante’, etc. Están también aquellos fosilizados como ‘caballero andante’, ‘voz cantante’, ‘bella durmiente’, ‘agua corriente’, ‘dinero contante y sonante’. En estas expresiones el participio funciona como adjetivo, pero su aparición está limitada a esa única expresión, no es un signo funcional en la lengua. En griego, sin embargo, los participios de todos los tiempos tienen una tremenda funcionalidad.

8

Si vamos a la página 17 de la Guía 2, vemos que allí hay un cuadro donde se esquematizan las funciones del participio en la oración.

Sinopsis del participio 1. concordado 1. atributivo y apositivo 2. predicativo 1. sujetivo, dependiente de verbos que: 1. expresan sentimientos o afectos; 2. significan empezar, continuar, cesar; 3. expresan un modo de ser o estar: 1. ser por casualidad, hallarse en un estado o condición; 2. estar manifiesto u oculto; 3. preceder o seguir en tiempo o categoría 2. objetivo (incluye proposiciones objetivas con participio) 3. adverbial: 1. causal, 2. concesivo, 3. condicional, 4. consecutivo, 5. final, 6. medio-instrumental, 7. modal-comparativo, 8. temporal 4. gramaticalizado 1. = preposición 2. = adverbio

2. sustantivado 1. sujeto 2. predicativo 3. objeto 1. directo 2. indirecto 4. complemento: de especificación, de comparación, de fin, etc. 3. absoluto (en genitivo y acusativo): 1. causal, 2. concesivo, 3. condicional, 4. modal-comparativo, 5. temporal

En principio, las grandes categorías aluden al participio concordado, al participio sustantivado y al participio absoluto, cosa no conocida todavía, pero que veremos oportunamente. Con ‘participio concordado’ se alude al participio funcionando como adjetivo y, obviamente, ‘participio sustantivado’ alude al participio funcionando como sustantivo. Hemos visto en el nivel anterior ocurrencias de ambos tipos, aunque, lógicamente, no con este detalle. Si comenzamos por el participio concordado atributivo y apositivo, hemos resuelto nosotros la oración 12. de i, en la Guía 1. Allí gera¿skwn es un participio en neta posición atributiva y no genera ningún complemento dependiente de él. Los usos predicativos del participio fueron también observados. Por ejemplo, en i 18. tenemos el siguiente ejemplo:

9

a)/nqrwpoi to£n qa¿naton feu¿gontej diw¿kousin. Aquí feu¿gontej es un predicativo sujetivo y se refiere a a)¿nqrwpoi. A su vez, tiene un objeto directo en to\n qa¿naton. También vimos usos del participio en oportunidad de ciertos verbos que seleccionan un participio para hacer su complemento. Se trata de los verbos que expresan sentimientos o afectos. Hicimos, por ejemplo, p 1.: u(mei=j de£ ou)k $)sxu¿nesqe tau=ta pra¿ttontej; pra¿ttontej, en nominativo plural, es el complemento que pide el verbo ai)sxu¿nomai. Este uso del participio predicativo equivale a un infinitivo en castellano: “¿Pero vosotros no os avergonzabais de hacer esas cosas?” Lo mismo ocurría, luego lo revisan, en x 2. y s 1. Además de estos usos, hemos tenido oportunidad de ver el participio sustantivado, por ejemplo en i 8.: e)bou¿leto o( a)/rxwn a(/pan to£ stra¿teuma e)¿xein tau¿thn th£n gnw¿mhn. Aquí tenemos o( a)¿rxwn, el participio sustantivo del verbo a)¿rxw, funcionando como sujeto de la oración. Algo similar sucede en i 19. con el participio sustantivado to\ e)xon: “lo que tiene”. A su vez, en esa oración, ese participio lleva un objeto directo, porque el hecho de que esté sustantivado no anula su cara verbal. En i 17. tienen, finalmente, un participio sustantivado en dativo. Si seguimos adelante en el cuadro, con respecto a los usos adverbiales del participio hemos visto un ejemplo bastante claro, en la oración 1. de f, en nuestro curso anterior. De todos modos, nos detendremos particularmente en este tema, llegado el momento. La riqueza del participio es tal que, además de predicativo sujetivo, además de su cara verbal, puede guardar ese valor adverbial. Vamos a hacer el receso ahora y luego comenzamos a trabajar este tema en la Guía 2. [Intervalo]

10

Prof. Castello: Vamos a situarnos en la página 13 de la Guía 2, donde se inicia el estudio del participio, luego de un prólogo que encabeza esta edición de nuestra guía. Comencemos leyendo las primeras líneas de la introducción al estudio del participio: "Usus participiorum in lingua Graeca adeo frequens est et elegans, ut non immerito Graeci dicantur filome/toxoi, id est, participiorum amantes."1 Esto se leía en una Gramática más que secular. metoxh/ "participación" llamaron los griegos a este sintagma, que fue traducido al latín por participium. De la importancia de este sintagma hablan, más que las exposiciones teóricas, los textos: un buen adjetivoepíteto del participio es, para mí, el de omnipresente. No sucede con frecuencia leer una línea de prosa o un verso sin toparse, por lo menos, con un participio; no es infrecuente la presencia de tres o cuatro participios en textos de unas 25 palabras. Su sola frecuencia -sin tener en cuenta su importancia- nos obliga al estudio, necesariamente minucioso, de este sintagma tan variado y expresivo.

En la página 15 se nos expone en un cuadro el modelo de todos los participios, según el verbo lu¿w. En la página 16 se nos ofrecen distintas maneras de traducir el participio, dado que nuestra lengua carece de tal variedad de participios como se dan en lengua griega:

1. Por adjetivo: te/ttic limw/ttwn una cigarra hambrienta; dou=loi feu/gontej esclavos fugitivos (mh\ diw/kwmen a)/ndraj feu/gontaj. Heród. 8,109; o( paideu/wn did/a/skaloj el maestro educador). 2. Por proposición con relativo: )Olu/mpia dw/mat ' e)/xontej a)qa/natoi fra/zontai. Hom. Il. 2.67 s. que habitan; mou=sai )Olu/mpia dw/mat' e)/xousai, u(mei=j qeai/ e)ste. Hom. Il. 2.484 s. que habitáis. 3. Por sustantivo : o( le/gwn el orador; oi( o)/ntej los vivientes; oi( ou)k o)/ntej los muertos [tw=n ou)k o)/ntwn lh/qh. Tuc. 2.44.3]; oi( qew/menoi los espectadores; oi( a)nagignw/skontej los lectores. 4. Por gerundio : fi/louj e)/xwn teniendo amigos (cf. más adelante 1.3.1. w)\n ne/oj siendo joven; 1.3.2. ble/pwn viendo; 1.3.3. filw=n amando; 1.3.6. maxesa/menoi luchando, ktl.), di/kaia dra/saj habiendo hecho cosas justas. 1

“El uso de los participios en lengua griega es tan habitual y elegante que no inmerecidamente los griegos son llamados filome¿toxoi, esto es, amantes de los participios.”

11

5. Por infinitivo: ou) pau/sontai le/gontej no cesarán de hablar (cf. 1.2.1.1. o(rw=n, a)kou/saj y 1.2.1.2. le/gwn, timw=sa, tre/fwn, ktl.). 6. Por complementos: feu/gwn )Ore/sthj en exilio; gh= a)rgou=sa tierra sin labrar; dhmiourgoi\ a)rgou=ntej artesanos sin trabajo. [A continuación el Prof. Castello realizó una cuidadosa lectura del punto 1.1. del estudio del participio, reproduciendo el comentario sobre cada una de las oraciones allí presentes tal como lo expresa la Guía 2, agregando datos de morfología y sintaxis de los sintaxis de los elementos presentes en las oraciones que se reproducen en nota al pie:] 1. Concordado 1.1. concordado atributivo y apositivo (cf. Guía 1 i 12,20,21, etc., y 10) o( parw\n 2 kairo\j pollh=j fronti/doj kai\ boulh=j dei=tai. Demóstenes, Ol. 3,3 "La situación presente necesita mucha reflexión y deliberación." El participio está aquí en neta posición atributiva. a)nh\r $(rhme/noj 3 u(po\ th=j po/lewj le/gei e)/painon to\n pre/ponta4. Tuc. 2,34,6 "Un ciudadano elegido por la polis dice un elogio, el adecuado." La presencia de un complemento del agente muestra que el participio atributivo $(rhme/noj es de voz pasiva; el artículo to\n no sustantiva aquí a pre/ponta, sino que lo apone y enfatiza. Cf. Guía 1 h 16. xrw/meqa ga\r politei/# ou) zhlou/s$ 2,37,1

5

tou\j tw=n pe/laj no/mouj.Tuc.

"Pues nos valemos de una constitución que no envidia las leyes de los vecinos." 2

Participio masculino presente de pareimi¿, en nominativo singular. Participio masculino perfecto pasivo de ai(re¿w -w=. 4 Participio presente en acusativo singular del verbo pre¿pw, en función de atributo apositivo enfático. 5 Participio femenino, presente, en dativo singular, del verbo zhlo¿w -w=. 3

12

El participio zhlou/s$, como adjetivo que es, concuerda con politei/# en género, número y caso, y, como verbo que es, tiene un adverbio de negación y un objeto directo; todo el sintagma de participio es un atributo del núcleo del complemento de medio-instrumento del núcleo del predicado verbal, que es, todo, una oración simple enunciativa real. oi)ktroi\ me\n oi( paro/ntej 6 lo/goi. Eur. El. 944 "Quejumbrosas, las presentes palabras." kai\ h(\ gela/sasa 7 e)/fh. Pl. Banq. 202 b "Y ella, echándose a reír (riéndose), dijo." El núcleo del sujeto es el pronombre demostrativo h(,\ "ella"; el participio es atributivo, y tiene, además, un acusado valor temporal, por lo cual puede también interpretarse como predicativo. o( qumo\j a)lgw=n 8 a)sfa/leian ou)k e)/xei. "El espíritu, doliente, no tiene firmeza."

Eur. Fr.1039 N.

Este trímetro yámbico nos ofrece la oportunidad de discutir el delicado problema del valor del participio. La posición de a)lgw=n es aquí sin duda significativa de valor predicativo; es sujetivo, pero no atributivo; está dentro del predicado verbal; expresa la situación circunstancial de inseguridad del espíritu: "si / porque / cuando padece algún dolor"; por lo tanto, al expresar la condición, la causa o el tiempo de la inseguridad del espíritu, es predicativo y no atributivo. (Como a continuación, en 1.2., estudiaremos el valor netamente predicativo del participio y, en 1.3., los valores adverbiales conexos, es oportuno y necesario mostrar desde ahora la sutileza y expresividad del participio, que por su sola colocación señala valores muy distintos.) 

Introducción a la métrica:

Quisiera dejar aquí el tema del participio, pero tomar esta última oración para hacer una introducción a la métrica griega. Posiblemente nos dediquemos más a fondo en el cuarto nivel a estas cuestiones, pero me parece un buen momento para hacerles una presentación. Tal como dice la Guía, esta última oración que leímos es un trímetro yámbico, pero hay que pensar un poco qué significa eso. 6

Participio masculino presente de pareimi¿, en nominativo plural. Participio femenino aoristo singular del verbo gela¿w -w= 8 Participio masculino en nominativo singular del verbo a)lge¿w -w=. 7

13

La métrica antigua no tiene un principio formal como aquel que un famoso poema del siglo XIII, en realidad una traducción de un poema francés, mencionaba: “fablar curso rimado por la cuaderna vía, a sílabas contadas, ca es grant maestría”. Esto nos habla de los principios básicos que se siguen en ese momento en el mester de clerecía, la poesía culta: básicamente, el isosilabismo -igual cantidad de sílabas- y la rima. Claro está, nos encontramos en el siglo XXI, es decir en época del verso libre, y ésta es la otra gran vertiente. Pues bien, aunque hay un abismo de diferencia, si de analogía se trata, la poesía antigua está más cerca de este último tipo de poesía que del primero; la métrica grecolatina no cuenta la cantidad de sílabas ni tiene en cuenta la rima. Podemos partir de un ejemplo en castellano: Del salón en el ángulo oscuro de su dueño tal vez olvidada silenciosa y cubierta de polvo, veíase el arpa. Estos son versos de un poema de Gustavo A. Becker. Habría que ver si aquí hay o no isosilabismo, pero, más allá de eso, aquí la clave es el principio rítmico, una unidad rítmica que se repite en los primeros tres versos de la siguiente manera: Del salón en el ángulo oscúro de su duéño tal véz olvidáda silenciósa y cubiérta de pólvo, veíase el arpa.9 Lo que podemos extraer como conclusión es que hay una cláusula rítmica con grupos de tres sílabas con el acento en la tercera. Este tipo de verso libre formado por la repetición de cláusulas rítmicas puede ofrecernos una analogía con respecto a la métrica antigua, pero la tremenda diferencia estriba en que, en las lenguas modernas, necesitamos que coincida el ictus -el acento métrico-, con el acento de la palabra. Pareciera que no puede ser de otra manera, porque de hecho recién estructuramos los versos a partir del acento de las palabras, y de allí extrajimos la 9

El Prof. Castello hace lectura de estos versos reproduciendo con énfasis la sílaba tónica, de tal manera que queda de manifiesto el patrón rítmico, que se repite de verso en verso. Aquí sencillamente marcamos en negrita y con acento gráfico todas esas sílabas, para indicar cómo debe hacerse la lectura en voz alta, lo que de todos modos surge de suyo, ya que el ritmo se basa justamente en la acentuación común de las palabras que conforman los versos. 14

estructura rítmica. Sin embargo, en la poesía antigua hay sílabas breves y largas. La materia sobre la que parte la prosodia es distinta a la materia de la cual partimos en castellano. o) qumo\j a)lgw=n a)sfa¿leian ou)k e)¿xei. Si tomamos una palabra de nuestro verso en griego, qumo¿j, resulta que esa ‘u’ es larga. Delante de ella tienen una omicrón, es decir una vocal breve, y, detrás, otra omicrón, esto es, otra breve. No solamente les llamo la atención respecto del obvio hecho de que hay sílabas breves y largas, sino que les quiero mostrar que por eso mismo se plantea este problema. La primera sílaba de qumo¿j es larga, pero el acento cae en la segunda; en la pronunciación, aunque parezca difícil, la primera sílaba dura más que la segunda, a pesar de que el acento cae, y se pronuncia, sobre la segunda. Lo que sucede es que el acento griego es un acento musical, un acento distinto al que nosotros conocemos, que es un acento de intensidad. Entonces, la materia sobre la cual va a partir la métrica greco-latina es la cantidad de las sílabas, no la acentuación de las palabras. o) . qῡ . mo\j . ᾱ)l . gw=n . ᾱ)s . fa¿ . lei . an . ou)k . e)¿ . xei.10 La alfa inicial de a)lgw=n, así como la de a)sfa¿leian, se consideran largas porque sigue doble consonante; eso se denomina ‘sílaba trabada’. Entonces, puede verse que hay un patrón ligado a la cantidad de las sílabas que tiene que ver con la repetición de la unidad /breve-larga/ (más allá de una excepción en la cuarta y quinta sílabas, una excepción, ‘sustitución’, que ya trataremos). Como ven, la cantidad es la materia sobre la cual se estructura la métrica antigua. o) . qῡ / mo\j . ᾱ)l / gw=n . ᾱ)s / fa¿ . lei / an . ou)k / e)¿ . xei.

10

Debido a las serias limitaciones gráficas, se marca la cantidad solamente cuando es estrictamente necesario, esto es, cuando no resulta evidente, o bien porque una vocal manifiesta de suyo su cantidad gráficamente (e y o son breves; h y w son largas), o bien porque los diptongos son, naturalmente, de cantidad larga. Por lo tanto, en oportunidad de a, i e u se coloca el signo de larga cuando son largas, y ningún signo cuando son breves. [El desgrabador promete acometer la búsqueda de un tipo de letra griego que ofrezca todos los signos gráficos necesarios para una adecuada marcación de la métrica, cosa de existencia sumamente dudosa.] 15

Tenemos que hablar ahora del ictus o acento métrico, una precisión absolutamente necesaria en este momento, porque lo que acabamos de descubrir es que el acento métrico no coincide necesariamente con el acento de la palabra.

¯/, donde la última larga es la sílaba sobre la cual recae Una repetición/ ˘¯/˘¯ 11 el mayor énfasis , se denomina ‘dipodia yámbica’ . El nombre ‘dipodia’ se debe a que se trata de una repetición de una unidad más pequeña formada por ˘¯. Esa unidad simple formado por una breve y una larga se llama ‘yambo’. Hay muchas palabras que en sí mismas son yambos, por ejemplo, e)¿xw. Aristóteles decía que la lengua griega tiende naturalmente al yambo, se acerca a ese ritmo en el habla, o en la prosa. En castellano es el octosílabo, si escuchan cuidadosamente lo van a observar. Ahora bien, el trímetro yámbico es la repetición, la suma, de tres dipodias yambicas. En este metro están todas las partes habladas, recitadas, de la tragedia griega -no así los coros, donde se tiende a métricas más ligadas al canto-, cientos y cientos de versos. En otro metro como el hexámetro dáctilico, es decir la unión de seis unidades llamadas ‘dáctilos’( ¯˘˘ ), se encuentran los miles de versos del texto homérico. Claro que cada uno de estos metros tiene variantes, hay lo que mencioné antes, sustituciones, pero éstas son las formas básicas. Existen otros metros basados en otras unidades, el espondeo, el anapesto, cosas que ahora solamente les menciono sin desarrollar en detalle. La aplicación de todo lo que hemos dicho en el verso que hemos tomado como punto de partida da el siguiente resultado: o) . qῡ / mo\j . ᾱ)l // gw=n . ᾱ)s / fa¿ . lei ei // an . ou)k / e)¿ . xei ei. ei // Eurípides, el autor de este verso, aplicó el esquema del trímetro yámbico al escribirlo. Para nosotros es al revés: viene la gramática, define un ritmo, y después lo hallamos en el verso, pero, en realidad, el verso fue pensado desde el principio con ese ritmo; el esquema de los gramáticos surge como una sistematización posterior. El nombre ‘yambo’, i)¿amboj, tiene que ver con un verbo i)a¿ptw, “golpear”. Es muy probable que el primer cultor de este tipo de verso haya sido Arquíloco, un poeta de tono provocativo, soez, burlón. Quizá esto tenga que ver con lo que decíamos antes que refería Aristóteles respecto de la coloquialidad del yambo. Luego, sin embargo, adquiere, en la tragedia, un tono muy elevado. 11

Por ello se la coloca en negrita, frente a la primera sílaba larga, sobre la que recae un énfasis menor. 16

Quisiera volver al concepto central, que tiene que ver con que el punto de partida es la duración breve o larga de la sílaba. Ahora bien, ¿qué es ‘breve’ y qué es ‘larga’? Se suele hacer una analogía con la música, pensando que la larga equivale a dos breves. Esto ha desaparecido en las lenguas romances, pero, por ejemplo, existe un comentario de Cicerón respecto de cómo el público, ante un orador, sabía distinguir perfectamente y reaccionaba cuando se cometía el error de pronunciar una breve por una larga, o viceversa. Llegados aquí, a la prosodia, nos olvidamos del acento de la palabra, y reparamos solamente en la cantidad. Es difícil, desde nuestras traducciones impresas, pensar la incidencia que podía tener en lo dicho este molde rítmico, por ejemplo, ante una tragedia. Ni siquiera podemos pronunciar el acento de la palabra musicalmente, tal como era originariamente, de manera tal de pronunciar tanto el acento métrico y el acento de las palabras, así que estamos sumamente limitados por esa falta de coincidencia. El hecho de que el acento métrico sea de intensidad, pero que no lo sea el propio de las palabras, y que el único que podemos pronunciar nosotros sea el de intensidad nos depara una gran limitación y una serie de problemas que hay que pensar de manera muy cauta para atisbar cómo pudo haber funcionado la cosa. Para finalizar, les dejo una definición técnica de yambo: El yambo es de ritmo ascendente y de género doble. Se suele medir por dipodias. Cada dipodia es, por tanto, un metro. El verso trágico es, pues, un trímetro yámbico. / ˘¯/˘¯// ˘¯/˘¯//

˘¯/˘¯/ ‘Ritmo ascendente’ significa, intuitivamente (no importa ahora la cuestión estrictamente técnica), que el acento no cae en el primer tiempo de este tipo de unidad métrica. ‘Género doble’ se refiere sencillamente a que la larga dura el doble que la breve. Muy bien, vamos a dejar esta introducción aquí. La próxima clase seguimos con la Guía 2.

17

Related Documents