EDICIÓN IMPRESA © CIUDAD MUTABLE CANCIÓN SUBTE PARA HELENA © REYNALDO CRUZ ZAPATA © DISEÑO DE PORTADA Pablo Palacios Fiestas © CUIDADO DE EDICIÓN Javier Leonec Vílchez Juárez. © LUNA NEGRA EDITORES SAN MIGUEL DE PIURA, 2008 EDICIÓN DIGITAL © REYNALDO CRUZ ZAPATA
[email protected] SAN MIGUEL DE PIURA, 2012
Derechos Reservados de la primera edición impresa para Luna Negra Editores. Esta versión digital está sujeta a copy left, siempre y cuando se mencione la procedencia y autoría de los textos.
VIAJE EN TORNO A LA CIUDAD QUE NO CONOCIMOS Hubo un tiempo primordial en que los seres humanos disfrutaron de una absoluta inocencia. El mundo estaba colmado de belleza y las personas también. A ese remoto tiempo de claror y pureza nos remiten los versos iniciales del poemario de Reynaldo Cruz Zapata Ciudad mutable cuando afirma: Y el cielo tenía / El color del pecado original /Que entonces / No era conocido. Hay una entraña de todos modos contradictoria en este reconocimiento y a la vez negación del pecado. Y es que la cuestión religiosa siempre está como un telón de fondo en la visión de Cruz, quien desde su apellido nos los está haciendo explícito. Pero la cosa es que el poeta reivindica un estado de inocencia que sería anterior a toda concepción religiosa. Algo así como que el ser humano es puro por naturaleza, previo a cualquier preceptiva moral o doctrinaria. Desde esta perspectiva, el pecado sería un constructo social -producto de la colectividad humana y desarrollado con ella- frente a lo cual Cruz Zapata reclama una edad primigenia en la que el hombre vivió una especie de paraíso (pero ojo que no es el edén bíblico) sino un estado poético, ajeno por completo a la idea de la culpa. Sin embargo, una vez que el poeta está instalado en este mundo –tal cual es- empieza su preocupación social: El camión de la basura / Se mezcla con olor a pan, / La seguridad privada / Se desvela en las aceras. Cruz Zapata percibe la realidad en todas sus facetas y toma nota de su tormento personal ante una situación con la que no está de acuerdo. Recuperando una imagen ultraísta nos dice: La ciudad sonríe al despertar en momentos en que las tahonas de Piura despliegan el perfume del prístino alimento fusionándose con el hedor de los desperdicios y la contemplación crítica de los guachimanes en las veredas tomadas por asalto por las compañías privadas. Hay un anticapitalismo desde el punto de vista espiritual y humano que asume el poeta. Quizá ese rechazo a la sociedad es lo que lo lleva a afirmar: No veo los telediarios. Es decir, el sujeto poético niega el sensacionalismo de muchos noticieros y además desea ponerse a buen resguardo: separarse de la podredumbre del entorno social. Mantenerse aparte de lo detestable que ocurre a su alrededor. Por eso vuelve los ojos hacia la naturaleza y entonces nos demuestra su
talento de lírico artífice: El sol se mece a la ribera del río. Como todo joven poeta que se respete Cruz Zapata está empeñado en la utopía del amor. Aun Sabiendo que el mundo / No nos aceptaría confiesa. En cierto modo, el verdadero amor siempre es una rebelión y esa es la experiencia que nos procuran estos versos. Aparece el unicornio como símbolo de aquella pasión desplazada –difícil de existir- pero que persiste de todos modos con la delicada fuerza del deseo y la proyección utópica: Nos queríamos tanto / Que debimos / Tener una casita blanca / Junto-al-mar. En la aparente sencillez de su estilo, Cruz Zapata es capaz de transmitir toda la profundidad de su angustia, la que puede llevarlo a entregarnos una excelente definición astral no exenta de ironía: Después de todo / La luna no es más / Que una roca / Maquillada con la luz del sol. Por otro lado, su búsqueda poética se afinca muchas veces en un logrado coloquialismo, otorgándole frescura y sinceridad a la expresión: Un juguito en la cafeta / Tardes en la rotonda pero que súbitamente es poseído por la dimensión metafísica de la poesía, cuando dice de sí mismo: Solía no ser nadie. He aquí la verdad de su propuesta. Post-modernidad de un ser que se fragmenta hasta casi desaparecer y para el caso del amor cruza las fronteras de los convencionalismos, para ahondar en los vericuetos del corazón humano. Y así es capaz de escribir: Te amo / Porque te aborrezco. Es el Amor Loco que aprendimos desde los días de Nadja de Andre Breton. Muy cerca de aquella canción subte, anárquica, Sin patria / Sin bandera que reinará cuando el hombre y la tierra sean uno solo y una sola y para todos, como lo anunció John Lennon en Imagine. La poesía es subversión: Nos prohibieron / Con decreto supremo / Escribir poesía leemos en el poema 11. Claro, porque la conciencia poética es crítica y ella socava las bases del sistema convirtiéndose al toque en algo inquietante y subversivo. Ese es el aporte siempre nuevo que ofrece la mirada del poeta. En este caso, Cruz Zapata nos lleva por la ciudad de Piura – extraño paraje donde él mora- en su viaje alucinante, acompañado de su musa –la poesía y una muchachacontemplando la antigua ciudad de los abuelos y su reemplazo por la modernidad (un vidrio ligero / Y una armazón de metal) sin olvidar los pespunteos expresionistas (El río apestando a orina /…/ Los desagües jodiendo la nariz ) que puede resolverse en un conflicto entre modernidad y belleza, como en esta cuarteta:
La ciudad nueva es una cloaca, Con sus luces Opacando la diminuta piel De las niñas. Todo parece conducirnos a un apocalípsis post-moderno en esta poesía, intoxicados respiramos aerosol pero en esa hecatombe lo salva su musa y compañera: Eras demasiado bella / Para ser real. La belleza adquiere los contornos de una ideal irrealidad en un mundo que se despedaza por todos lados: Es Piura, es la ciudad que se va transformando, que va mutando, como los seres del futuro. En la ciudad solitaria con sus madrugadas azules, Reynaldo Cruz Zapata parece decirnos que la poesía todavía es posible en una realidad que se destruye, porque el amor ha de salvarnos y definitivamente en las formas femeninas. Como el poeta lo afirma es uno de sus mejores versos: En tus curvas recorro la ciudad Sumémonos entonces a este raid al que nos convoca su primer poemario. ciudad mutable. Esta Piura que nos vio nacer. Aunque misteriosamente sepamos que Sólo nos quedó / El miedo / A ser la ciudad / Que no conocimos. Arcano que desentrañaremos junto a Reynaldo Cruz Zapata y su nueva poesía. Roger Santiváñez, 26 de mayo de 2008, Memorial Day, U.S.A.
Como cuando vivías Cantarás Aunque no vuelvas. Luis Hernández He visto una ciudad Una avenida Una calle inundada de cantos. Carlos Oliva Todo se ha reducido a escombros La ciudad, el mar, los árboles y tu risa. Tomas Ruiz Cruzado
1 En el principio Las tinieblas cubrían La superficie del abismo Y el cielo tenía El color del pecado original Que entonces No era conocido. La luz se hizo de repente Y aparecieron las moles De la modernidad.
2 Línea 11 Ruta 2 Corro Huyo No veo los telediarios, Cuatro ruedas Accesorios Casa – Verano El sol se mece a la ribera del río.
3 La nena se lava la cara, El camión de la basura Se mezcla con olor a pan, La seguridad privada Se desvela en las aceras, Un adiós lejano Me toca la espalda Sin decir nada, La alegría se jode La ciudad sonríe al despertar.
4 Corrimos por callescondidas, Por jirones de poca luz Sabiendo que el mundo No nos aceptaría, Que los unicornios Ya no existían más. Nos queríamos tanto Que debimos Tener una casita blanca Junto-al-mar.
5 Temblabas de amor, Y me di cuenta Que no eras la misma, Que tu sonrisa Se evaporaba con rapidez Después de todo La luna no es más Que una roca Maquillada con la luz del sol.
6 Tenías el cabello color noche La mirada de emperatriz La nariz pequeña Las mejillas de verano La sonrisa con aroma-a-mar Tenías nombre de niña Y fragancia de mujer.
7 Solíamos jugar a no creer en Dios A esculpir nuestras sombras De jinetes sedientos. Solíamos no aprender del profesor Lo que aprendíamos en los libros Un juguito en la cafeta Tardes en la rotonda Solía no ser nadie Eurídice No debí mirar atrás.
8 Mi cuarto Sabe a cerveza A pasado no vivido A blusa en tus cabellos A misa de 10. Mi cuarto entiende Que otra vez He soñado Junto a ti.
9 Te amo No por tu níveo nombre, Ni por tu engreída faz de niña. Te amo Por que te aborrezco Cuando te tengo cerca, Y te busco En mis descalzos pies Cuando te marchas, Y a veces Me refugio A intentar poesía.
10 Nos iremos a la puerta de la ciudad Más allá de estas murallas A entonar una canción subte A coronar nuestras cabezas Con laureles Sin patria Sin bandera Gritaremos: “Que se vayan todos, De una vez”.
11 Nos prohibieron habitar la plazuela Fumar un pitillo En el malecón Nos prohibieron Hablarle a Octavio De física y política internacional Pero sobre todo Nos prohibieron Con Decreto Supremo Escribir poesía Por posible rebrote de subversión.
12 Deslízate bajo la sombra De un Dios sin nombre Te invito un cigarrillo, Corramos en el bus, La biblioteca, el cafetín, En los extramuros de la ciudad; Entre tanta gente Estúpida e irreal; Perdámonos en la urbe, En lo profano de su piel Y justo debajo de su pubis Hagamos el amor.
13 Ayer derrumbaron La casa de los abuelos, La del malecón Donde mirábamos La Catedral. La han reemplazado Por un vidrio ligero Y una armazón de metal. Nada es lo mismo Ciudad Volante – Ciudad Solar A dónde iré a ignorar La ausencia.
14 Los nuevos edificios, Los huecos en el asfalto, La arena en la urbe, Los desagües jodiendo la nariz El río apestando a orina A mierda de hospital - En tu ausencia Nada importa, Ni el viento, El sol bajo el desierto.
15 Para cuando vuelvas No habrá boutiques, Ni cinemas comerciales Para cuando vuelvas No estaré Esperando respuesta Ni carta de navegación. Para cuando vuelvas Solo habrá Lápiz – Papel.
16 La ciudad nueva es una cloaca, Con sus luces Opacando la diminuta piel De las niñas. Y pensar que te amé Entre estas calles Sonriendo con tu casaca roja Y tu ligero blue jean Bien sabes Que para amarnos en serio, Solo faltó Una canción cursi.
17 ¿Verdad que no estamos solos? Que aún respiramos aerosol Dormimos en las calles Y nuestras almas gozan Con cada ausencia. No llores, Tu lugar sigue invisible Y el asfalto no deja De crecer.
18 Las tripas duelen. La gente dice Que de amor no se puede vivir Tú sonríes Los niños de esta urbe parecen de papel. Roguemos al Señor Para que la carne nos alcance Para la Cena Para que este gobierno No sea más jodido Que el anterior.
19 Estoy mirando Tu fotografía. La gente avanza Como si nada importara, Las moscas deambulan Por mi cabeza. ¡Maldita sea! Quisiera olvidarte, Pero estos chiquillos Famélicos de poesía Siempre pregunta por ti.
20 (Nada era lo de ahora) Qué hermoso sería Si en vez de la despedida Hubiéramos quedado eternamente Bebiendo café cargado y sin azúcar Rayando las paredes Escribiendo versos Que nadie se atrevería a leer; Dibujando niños Los 20 de cada mes.
21 Ahora, Al final de los siglos Sé que no debí Embriagarme de ti Eras demasiado bella Para ser real… Y el humo fue Sueño en mi cigarro.
22 Las plazas no conocieron De nosotros Y continué esperándote Para ver aparecer Nuestros cuerpos Junto al sol.
23 A las murallas Nadie debió ponerlas allí No hay razón para evadirse Ni tranvía que abordar Los días subsiguientes Después de ayer Aún me acompañan La ciudad muta Al igual que el color De tus zapatillas.
24 A los ficus Les dieron la última señal El cemento no encajaba Con su sombra multiestación Eras una señorita ingenua Todo es recuerdo ahora Incluso El olor a virginidad Que se mecía en tu entrepierna.
25 Éramos inocentes, Casi ángeles, Con ganas de incendiar Esta ciudad de apariencias, Teníamos tiempo para amarnos Y tantas calles Para navegar. Teníamos que haber sido un solo cuerpo Sin embargo Sólo nos quedó El miedo A ser la ciudad Que no conocimos.
26 Hay que esconderse, Lanzarse al abismo, Huir de todo, De todos. Y esperar que mañana Estemos aquí todavía.
27 Cogí el último centavo Con la esperanza De comprar un poco de papel Silencio No hay nadie a quién retratar; Los amigos se han marchado, Silencio No hay nadie en las calles Ninguna muchacha hermosa, Ni un invisible retazo de poesía. Silencio Han muerto todos los poetas.
28 Nos robaron todo: Nuestra piel, El esqueleto de la ciudad. Quisimos gritar improperios Y todos nos dieron la espalda, Entonces Nos vimos fuera del Edén Sin ropa Sin nadie a quién temer (Solos) Solo con ganas de amarnos.
29 Nos quedamos solos, Huérfanos de nosotros mismos. No hubo Nada que robar, Ni cielo, ni plazuelas. Nos quedamos solos. Tan huérfanos de todo Que ni siquiera alcanzó El-mar-a-repartirnos.
30 Gritos, murmuraciones Al pie de una ciudad cualquiera, Ya no hay más humanos En este mundo, Las heridas se cubren de la nada, Los niños guerrean en las calles – No más – Pequeña musa Déjame descansar en tu regazo, Olvidar que he muerto, Que no volveré a sentir Tus caderas afiladas Cortando mi garganta.
31 Volveremos todos, Algún día A recordar lo no vivido, A mentir de verdad.
32 Celebraciones bajo la luna Amor – Recuerdo que no existe – Avenidas Jirones Calles Soy malo para dibujar la ciudad. Tus caderas me subyugan Acostumbrarme a olvidar Amar con tibieza, Ir los fines de semana al Cine, Celebraciones bajo la luna – Olvidar que olvidé algo – Caminar 300 000 años luz Lejos de aquí De todos, De mi mismo.
33 Las estrellas de neón, Los poemas ultimados En una taza de café. No se escribe en vano. Sucedió lo que debió suceder Atenea, no eres tú, No soy yo. Debo olvidar mis libros En las bancas, Comprar un boleto De viaje al sur Huir como siempre Antes que tu mirada Me vuelva a joder Con la miel de tu inocencia.
34 En tus curvas recorro la ciudad Idiotizado, insípido, irreal, Saltando suelos salitrosos. Tus manos rozan la lluvia, El césped, la arena en la biblioteca. Mis labios sangran en tu sexo Y viceversa Nunca debí amarte Eras solo la ausencia En el dorso de la luna.
35 Helena, Te has marchado Dejando tus colores En las sabanas de mi habitación Te largas. Regresas Tierna Casi divina Y un poco agreste. Descubro ser el mismo, Escribo, Me embriago, No duermo bien, Sin embargo – Amo todo de ti Tus cejas Los ayeres sin tu sonrisa.
36 Solía perderme En estas calles Al final de la noche, Sin nadie Con quién conversar (Riendo como loco) Ahora lo sé: Las avenidas, Los palacios sin princesas, Las madrugadas ebrias, Las musas Que esquivaron los cantos Jamás Nunca Existieron aquí.
37 Las calles que se resisten aún Tienen la mirada De la muchacha que amé, Tierna en su acento francés. Las calles de ayer Que perduran todavía, Tienen el aroma De la muchacha Que perdí Con su cuerpo limpio Para escribir un verso O Una canción A un suicida.
38 Ya no tengo El deshilachado jeans Ni la casaca del abuelo Y en la fotografía Ya no estás más tú – en la ventana garúa – La lluvia debe de estar mojando La planta de tus pies.
39 Llueve. Las gaviotas emigran, La ciudad no existe más, Mis libros Siguen bajo la cama, He perdido tu fotografía.
40 Ahora, ya es tarde El sol no volverá más Las risas de los niños Son parte del recuerdo, Se fueron En el viento, en la lluvia En la insensible memoria De todos los habitantes. Resulta difícil inmortalizar La historia de los abuelos, Las alegrías de los padres, Los días en la escuela, Las chicas bonitas de la universidad. La memoria resulta frágil. Mañana, Habrá otro sueño Sin realizar.
EPITAFIO Sólo queda un cigarrillo, Un viejo poema a tu cintura.
Reynaldo Cruz Zapata Textos suyos han sido incluidos en las antologias literarias: Estirpe Púrpura: 10 años de Poesía y Narrativa en Piura. Ediciones Altazor, Lima 2010 Metáfora: La expresión literaria en la Universidad Nacional de Piura. Editorial Pluma Libre, Lima 2011 La Producción Literaria Piurana Contemporánea IRCTI - Gobierno Regional de Piura.
Esta canción subte para Helena es una fresca y valiosa colaboración que impacta certeramente en el perfil de la poesía piurana. Sigifredo Burneo