Cinco formas de aliviar la tensión por Paula J. Lewis
¿Se siente abrumado por las dificultades de la vida? Pida ayuda a nuestro Padre Celestial, y considere las siguientes formas de reducir la tensión.
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Establezca prioridades. Si
considera que está intentando hacer demasiadas cosas, examine aquello que esté haciendo. Algunas actividades son menos importantes que otras y requieren menos tiempo y atención. Decida entonces lo que sea mejor que deba hacer y centre la atención en esas prioridades. Separe lo esencial de lo que no lo sea. Las cosas esenciales comprenden el descanso, una alimentación nutritiva, la oración, el ejercicio, los llamamientos de la Iglesia y la asistencia a ella, y el estudio de las Escrituras. Las demás prioridades dependen de sus propias circunstancias.
2
Tómese
un
descanso.
Otra manera de aliviar la tensión es tomarse un descanso en la rutina de cada día. Éste podría consistir en una siesta de media hora, un paseo o una actividad familiar.
3
Pida ayuda. Si necesita
ayuda de otras personas, pídala. Una madre que se sentía agobiada con demasiados quehaceres oró en busca de guía, expresó sus sentimientos a su esposo y luego presentó sus preocupaciones durante un consejo de familia. La familia decidió repartirse muchas de las tareas de la casa y, al trabajar juntos, la madre comenzó a sentirse mejor y la familia se unió aún más. En otra familia, el nacimiento de un bebé discapacitado pronto dejó agotados a los padres, pero con la ayuda diaria de las hermanas de la Sociedad de Socorro, los padres fueron capaces de administrar sus responsabilidades.
4
Elimine las cosas que no sean esenciales. Otra
manera de disminuir la tensión es eliminar algunas cosas de la lista de quehaceres. Un año, L I A H O N A
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nuestra escuela local no pudo encontrar voluntarios suficientes para celebrar una elaborada actividad de carnaval, pero cuando dicha actividad tuvo que ser cancelada, para tomar su lugar los padres planearon actividades pequeñas y más fáciles de realizar.
5
Hágalo. Habrá ocasiones
en las que, por medio de la oración, nos demos cuenta de que la mejor opción es simplemente hacer lo que haga falta hacer. En esas ocasiones tenemos que recordar que aquellos que “pongan su confianza en Dios serán sostenidos en sus tribulaciones, y sus dificultades y aflicciones” (Alma 36:3). Al intentar hacer lo que sea mejor para nosotros, orando siempre en busca de una confirmación, nuestro Padre Celestial nos ayudará a resolver nuestras preocupaciones; y, con Su ayuda, podremos emplear sabiamente nuestro tiempo y nuestros talentos, encontrar un equilibrio en nuestra vida y hallar alegría en las muchas tareas que tengamos por delante.