Chap 7 Luchas Aguadas

  • June 2020
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  • Words: 1,264
  • Pages: 4
LUCHAS AGUADAS EL VIEJO Y EL MAR

Ernest Miller Hemingway, cazador, pescador, corresponsal de guerra, amante de las corridas de toros, escritor y filósofo del machismo masculino, boxeador, jugador de rugby y water polo, ganador del Premio Pulitzer y el Premio Nóbel de Literatura en 1954, en gran parte por su libro “El Viejo y el Mar”; un relato épico de la lucha entre un viejo pescador y un magnífico marlín. El Viejo y el Mar fue su última obra publicado

en su vida. Fue publicado en 1952, cuando Hemingway ya había vivido en Cuba durante 20 años. Se dice que donó el dinero del Premio Nóbel a la Virgen del Cobre en Habana. Menos de 10 años más tarde se suicidó posiblemente debido a un diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer y a causa de su personalidad depresiva. Hemingway siempre decía que el cuento era real y no simbólico, pero hay tanto simbolismo que es difícil créelo. El viejo, Santiago, es un pescador experimentado que ha tenido una larga racha de mala suerte. Ya lleva 84 días sin pescar nada. Durante los primeros 40 días en el mar desértico en una travesura inútil, y hasta que lo prohibieron sus padres, fue acompañado de Manolín, un muchacho joven quien quiere y venera al viejo. Le trae comida, cobijas, periódicos y café al viejo que parece haber casi rendido ante su mala suerte y su larga y dura vida. Manolín, sin embargo, lo anima y el viejo decide que la siguiente mañana saldrá al mar, más lejos que jamás hha ido, a buscar su pez. La siguiente madrugada embarca y flota sobre las aguas del corriente del Golfo hasta que ya casi no se puede ver a las luces de Habana. Sólo, en la inmensidad del Océano, lejos de toda manifestación del hombre y con solo las criaturas del mar y del aire para acompañarlo, por fin pesca su pez, un enorme marlín más largo que sus lancha. Empieza una batalla

titánica entre él y el pez que durará tres días y tres noches hasta que el viejo, derrotado por los malévolos tiburones que han comido su pez, llega de nuevo a su humilde choza y se duerme por fin soñando a sus queridos leones jugando en una playa sobre la costa de África, algo que había visto una vez desde un buque en su juventud. Tres días y tres noches con el pez gigante. ¿dónde hemos visto esto? - Ah, claro; en Jonás. Solo que esta vez el héroe no esta adentro del vientre de la bestia, sino dentro de su alma. Y en vez de hablar con su dios, habla con el pez, que trata como un hermano o compañero de la vida. Reconoce que él y el pez son iguales - que la función de la vida natural es matar o ser matado. Sabe que la lucha suya y del pez son iguales - que sólo uno de ellos va a sobrevivir el encuentro. Y muestra el respeto que tiene Santiago por la bestia cuando él le dice al pez: “¡Uno de nosotros tiene que morir, y no me importa si eres tu o yo!” ¡Vaya! Compasión de un pescador hacia un pez que él pesco. ¿Será la misma compasión que Dios siente hacia sus creaciones cuando mueran?

Cuando llegan los tiburones (Nerón, o el diablo) para arrebatar a su trofeo (la Gloria) dice: “Ah - como lo haría un hombre que siente el clavo atravesar su carne para entrar a la madera”. Llegando a su pueblo, deja la lancha y el esqueleto del gran pez, pero sube a su casa con el mástil en el hombro como Cristo cargando la cruz hacia Calvario. Hasta duerme al fin la posición del crucificado; con los brazos extendidos y las palmas de las manos hacia fuera. El machismo de Hemingway es obvio en este cuento (y en la mayoría de sus historias). No hay personajes mujeres aquí - solo hay una mención de la Virgen de Cobre y de la esposa ya difunta de Santiago; cuya fotografía ya guardó porque le entristece al verla. Describe el mar como La Mar, porque nutre a sus hijos, los pescadores, pero es cambiable y desleal, igual que una mujer quien, como el mar, se influye por la luna. Describe como el viejo puede diferenciar entre el llamado de un marsopa macho y una hembra. Y recuerde el viejo de la vez que pescó a una marlín hembra y la subió a su lancha, mientras que su pareja, el macho, se quedaba cerca del barco aparentemente en luto por su compañera.

La identificación del viejo con Cristo es evidente. Santiago corta las manos en las líneas de pesca. Batalla tres días y noches con la bestia (la muerte).

Para que un mortal, viejo y resignado, como Santiago se convierte en un verdadero héroe, faltan

algunos ingredientes, y Hemingway los provee con maestría. Primero, el héroe potencial necesita un ejemplo que puede emular. En este caso es el gran Joe DiMaggio, considerado en aquel época como el mejor beisbolista de la historia. DiMaggio supera una herida para conquistar todo tipo de record en el deporte y es el héroe más grande de Santiago. El segundo es tener la confianza en si mismo de que podrá hacer algo heroico basado en su pasado. Esta obligación se cumple cuando el viejo recuerde de una lucha de mano que tuvo cuando era más joven con el ‘Negro de Cienfuegos’ que duró más de 24 horas con una victoria al fin del viejo. Esto lo establece como héroe potencial, y la memoria le sostiene en la lucha actual. La tercera es tener un adversario lo suficiente noble (en este caso) o temible (en otros) que valga la pena derrotar. Un adversario que sólo nuestro héroe puede vencer - pero que al mismo tiempo pone en riesgo su vida. De que el viejo respeta al pez no hay duda. Habla al pez como a un hermano, se disculpa con él porque probablemente no hay persona digna de comer de su carne valioso. Se arrepienta de haber ido tan lejos para buscar un pez que nunca podrá llevar intacto al mercado. Luego están los obstáculos en el camino: en este

caso el hambre, la vejez, el dolor, falta de sueño, falta de provisiones y de un compañero, y, el más mortal, el ataque de los tiburones que, a nivel material, convierte en una inutilidad su captura del pez. Finalmente esta el Hubris. El viejo se compara con DiMaggio, su héroe. Piensa que si el beisbolista puede superar sus problemas físicas, también puede él. Piensa que aunque todos los demás pescadores se burlan de él por ser viejo y por falta de suerte, todavía puede hacer algo sin precedente para probarlos equivocados. Dice al pez que no le importa quien de los dos muere - pero sabe que su función es matarlo - y se engorllece en saber que a pesar de su cuerpo viejo, todavía tiene la fortaleza mental y espiritual para lograrlo. Sabe al fin que el Hubris le derrotará - pero el Hubris también lo convierte en héroe. Al fin, una potente historia de una búsqueda, una victoria, una derrota, el Hubris, y una posible redención (o resurrección) para un viejo que ya, sabiendo que nunca más va poder lograr semejante hazaña, exhausto se tumba en su miserable cama y sueña otra vez de sus preciosos leones jugando en las cálidas arenas sobre la costa de África; quizás con la certitud de que su protegé, Manolín, seguirá su trabajo, así concediéndole la inmortalidad.

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