REVISTA DE ESTUDIANTES DE ETNOHISTORIA
Fotografía: Juan Cervantes, 1994.
No. 6 OCTUBRE-DICIEMBRE DE 1998
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CERRO HUALTEPEC: REMINISCENCIAS DE UN ANTIGUO CENTRO DE CULTO OTOMI EN EL SUROESTE DEL ESTADO DE HIDALGO. “Todos los montes eminentes, especialmente donde se arman nublados para llover, imaginaban que eran dioses, y a cada uno de ellos hacían su imagen según la imaginación que tenían de ellos”
Sahagún: Lib.I Cap. XXI “Si te sientes rodeado de serpientes, si sientes que te ahogas en veneno no es un sueño, tu vecina contribuye, su veneno distribuye, todo mundo tiene entrega de veneno”
Armando Rosas y la Camarata Rupestre Cuauhtemoc Domínguez Pérez José Humberto Medina Gonzales Enrique García García Alfonso Torres Rodriguez ENAH
INTRODUCCIÓN Hace aproximadamente un año tuvimos la oportunidad de realizar, como parte de nuestras prácticas escolares, trabajos arqueológicos en el municipio de Huichapan, Hgo. Gracias a ellos conocimos de manera directa las manifestaciones de un sitio arqueológico del cual solo teníamos referencia oral por parte de los integrantes del proyecto Valle del Mezquital, que dirige y coordina el arqueólogo Fernando López Aguilar1. Dicha referencia incluía la mención de que el proyecto tenía registrado un sitio arqueológico de características monumentales en lo alto de un cerro cercano a la localidad de Huichapan, Hgo. Este sitio, aparentemente de caracter prehispánico, se componía de lo que parece ser cuando menos dos plataformas o cuerpos piramidales de grandes dimensiones ubicados en cada una de las cimas del susodicho cerro y unidos por una calzada delimitada por un sistema de terrazas. El nombre local con que se le conoce a la cima donde se encuentran estas estructuras es el denominado Cerro del Astillero, también conocido como Cerro del Hualtepec, o simplemente Hualtepec. Aparte de los restos arquitectónicos, no se registraron ningun 2
Fig. 1.- Cerro del Hualtepec visto desde las cercanías a San Bartolo Ozocalpan. Foto: Alfonso Torres Rodríguez, 1992.
otro tipo de manifestación arqueológica o de referencia etnohistórica o de tradición local oral en relación al cerro que nos interesa, a no ser la extraña mención, por parte de los pobladores cercanos al Hualtepec, de que éste era un lugar peligroso de visitar pues, en el trayecto por las laderas del mismo y en su propia cima, se hacía mención de la gran cantidad de serpientes que habitan en el lugar y de la casi inhospitabilidad del cerro para el visitante común, incluso para los del lugar. Con estas referencias nos acercamos por vez primera a los restos arqueológicos del mencionado cerro a través de nuestros trabajos de ayuda al montaje de las piezas del museo local de la población de Huichapan, Hgo. Gracias a nuestros escasos conocimientos de los materiales arqueológicos de la región, pudimos ayudar en la catalogación y clasificación del material proveniente de sitios de la región y que se encontraba en bodegas para la fundación del museo local. Ahí conocimos parte del material proveniente de una ofrenda de un sitio teotihuacano y de materiales de recolección de superficie en sitios mazapa y tolteca de la región. Pero tal vez el material más sorprendente que se encontraba en las bodegas de dicho museo era un antiguo registro fotográfico en blanco y negro de dos monumentales y bellas esculturas trabajadas finamente en piedra basáltica con la forma de cabezas de serpiente. De dichas esculturas lo unico que quedaba para exposición eran esas viejas fotografías, tomadas por lo menos hacía unos 10 0 15 años, pues estas esculturas “desaparecieron” durante algún cambio entre las antiguas administraciones de las presidencias municipales que con anterioridad tenían bajo su custodio dicho colección de materiales arqueológicos. 3
La existencia de este singular registro despertó nuestra curiosidad e inquietud por conocer la proveniencia de las piezas y el lugar donde actualmente se encontraban. Como es de suponer solamente pudimos obtener la información que proporcionaban las mismas fotografías y la que los custodios del material conocían: las piezas provenían del Cerro del Hualtepec, y no se conocía quién las había transportado hasta la población de Huichapan y quién actualmente las tenía en su poder. Preguntamos si conocían de alguien que tuviera algún otro vestigio monumental o arqueológico proveniente del cerro y obtuvimos el nombre de un vecino de la localidad, el cual posteriormemnte nos sería sumamente valioso como amigo e informante: el señor D. Melitón Nava Cruz2. El Sr. Nava vive en la comunidad de Sabinita, que se encuentra cercana a la población de Huichapan, Hgo. Tiene una papelería en la plaza central de la cabecera municipal y posee su domicilio particular en Sabinita. Y, según nuestros informantes del museo, posee al interior de su casa y para exhibición de quien así lo quiera, una cabeza de serpiente proveniente del Hualtepec, misma que conserva desde que décadas atrás, se “la encontró”, la desenterró y transportó desde las faldas del cerro al patio de su casa. Visitamos al Sr. Nava con el pretexto de conocer la famosa escultura de serpiente, accediendo éste a que la visitaramos pues el señor no considera que sea ésta una pieza de su propiedad, sino una pieza de la comunidad que el conserva en custodia. Dice nuestro informante, que piensa mantener la pieza bajo custodia particular, hasta que un patronato o asociación civil se haga cargo y posea responsabilidad moral sobre el cuidado, mantenimiento y exhibición de las piezas arqueológicas de la región y no que estas dependan de cambiantes administraciones municipales que no se hacen reponsables ante la población sobre el cuidado de las piezas, al grado tal que “desaparecen” no habiendo medio legal de responder ante esta situación, o, en el mejor de los casos, son transportadas para su exhibición en un museo estatal o federal quedando fuera del alcance de la comunidad y además descontextualizada de su lugar cultural de proveniencia. Conocimos la pieza arqueológica en cuestión, una cabeza de serpiente labrada en basalto y aparentemente sin terminar, del mismo tipo que las cabezas de serpientes que vimos en las fotografías conservadas en el museo. Es una cabeza de serpiente de aproximadamente 60 cms de largo y 35 de alto, y unos 18 a 23 cms de espesor, y que presenta grandes colmillos salientes, orificios nasales dilatados y una cresta saliente sobre su fauce que se encuentra tronchada. Estas mismas características generales son las que poseen las dos cabezas de serpientes mencionadas anteriormente y son las mismas que comparte una cuarta cabeza de 4
serpiente localizada en la cima del cerro apenas en febrero de este año3. Estas características iconográficas de las serpientes nos llamaron la atención, no solamente porque se encontraban finamente trabajadas pudiendo competir en calidad con esculturas encontradas en el centro de México durante la época mexica, o en el valle de Tula durante la tolteca, sino sobre todo porques estas denotan la representación por parte de estas esculturas de la famosa serpiente de fuego o Xiuhcoatl y por lo tanto implican la posible importancia ritual en el pasado de este sitio arqueológico. Entusiasmados con las características del hallazgo decidimos realizar una visita personal a las ruinas arquológicas del cerro en cuestión. En esos días se había programado una excursión al cerro Hualtepec por parte de un grupo de estudiantes de la preparatoria de la población de Nopala, Edo de Hidalgo, ubicada a pocos kilómetros de la de Huichapan. Decidimos unirnos a la excursión y subir al cerro para conocer las famosas ruinas del sitio arqueológico. Cual sería nuestra sorpresa de encontrar los restos de un sitio monumental enterrado bajo el humus de un bosque de pino-encino a la altura aproximada de los 3100 msnm y del cual las operaciones frecuentes de saqueo y su propia posición geográfica y altitud, nos darían información bastante pertinente para suponer que nos encontrábamos ante las ruinas de un antiguo e importante centro de culto para la población prehispánica de la región.
CARACTERÍSTICAS DEL SITIO Las ruinas del Cerro Hualtepec en el Estado de Hidalgo se encuentran ubicadas sobre las dos cimas del cerro del mismo nombre. Este cerro, también conocido como el Cerro del Astillero por las Fig. 2.- Cerro del Hualtepec visto desde la población de Maravillas. Foto: Alfonso Torres Rodríguez, 1992. actividades madereras que otrora realizara bajo sus faldas la Hacienda del mismo nombre, se encuentra entre las cotas de 2650 y 3100 msnm en los límites de los municipios de Huichapan, Nopala y Chapantongo, en el suroeste del Estado de Hidalgo, al norte del Valle del Tula y al Oeste del Valle del Mezquital. El sitio presenta los restos enterrados bajo un bosque de pino-encino de un conjunto de estructuras de características monumentales que se ordenan sobre un eje principal o calzada que une a las dos estructuras 5
principales o mayores ubicadas sobre las dos salientes de las dos cimas del cerro. Aparte de estas dos estructuras monumentales existen otras más pequeñas que se ordenan en las laterales de la calzada principal, así como una serie de terraceados muy altos y angostos que van dando la vuelta al cerro en su porción meridional.
Fig. 3.- Registro Arqueológico de Pintura Rupestre en una de las cañadas adyacentes al Cerro Hualtepec. Foto: Alfonso Torres Rodríguez, 1992.
La capa de humus vegetal cubre a la mayoría de las estructuras haciéndolas practicamente invisibles para los visitantes ocasionales, que realizan actividades de excursionismo y aún para aquellos que de manera ocasional o profesional se dedican al saqueo de piezas arqueológicas en el lugar. Precisamente estas actividades son las que han afectado la conservación de las dos estructuras mayores, y permitido apreciar en su momento la monumentabilidad de los restos profanados. No solo esta actividad ha afectado la conservación del sitio en cuestión, sino que la construcción misma de una capillita sobre las ruinas de una de las estructuras utilizó para su efecto material proveniente del relleno de las mismas. La mención de la construcción de esta capilla es importante no solamente por la utilización de restos arqueológicos para levantarla sino por las consideraciones finales que este trabajo preliminar nos ha permitido llegar. Las actividades de saqueo y profanación que visitantes de las comunidades aledañas, y de otras que no lo son tanto, llegan a realizar de manera ocasional, o bien, en ocasiones de una manera consetudinaria francamentemente escandalosa, nos han permitido analizar los restos de estos saqueos y apreciar la magnitud de los mismos y las estructuras profanadas. 6
A los costados y centros de las estructuras principales del Cerro Hualtepec, se encuentran restos de saqueo, que consisten en rellenos culturales producto de las ampliaciones de los edificios, elementos arquitectónicos y decorativos como clavos encalados y fragmentos de almenas decoradas y pintadas de azul sobre un encalado anterior. También se localizan los restos de bloques de piedra de cantera rosa trabajada con sus juntas labradas y de dimensiones que se acercan al metro cúbico. Se han encontrado restos de varias series consecutivas de gruesos pisos con relleno de tezontle y gravilla y estucados en su superficie, así como fragmentos de los que parecen ser muros con firme de piedras y acabados de estuco pintado de rojo. Se señala la aparente importancia del sitio en cuestión no unicamente a través de la monumentabilidad de sus restos arquitectónicos, sino también por la proliferación de esculturas provenientes del mismo, la mayoría de las cuales aparentemente se encuentran dispersas entre las colecciones particulares de pobladores aledaños al sitio, aunque no sabemos con exactitud cuantas más se encuentran en otras manos. Se hace notar que cuando menos existe la posibilidad de existencia de otras dos esculturas de serpiente, aparte de las cuatro ya mencionadas, entre las manos de los vecinos al Cerro Hualtepec y lo que parece ser una escultura fragmentada de un ave o aguila proveniente del mismo sitio. Mientras se encuentra todavía esperando el registro de todas estas piezas provenientes del Cerro Hualtepec y de las que se tienen mención, se sabe también de la existencia de una colección de piezas provenientes del Hualtepec, producto de las operaciones de saqueo de un vecino de Huichapan, que incluye aparentemente restos de vasijas semicompletas y lo que parece ser una mascara antropomorfa hecha en piedra de basalto4. Por último hemos de mencionar un último pero más frecuente componente de las colecciones de restos arqueológicas relacionadas con el cerro Hualtepec, y con las ruinas existentes en otros cerros más pequeños de la región, y estos son restos de vasijas ofrendadas en forma de ollitas tlaloc y a las cuales se les conoce localmente con el nombre de huemaces. Tal vez una de las características fundamentales para suponer la importancia prehispánica del sitio del Hualtepec, es su ubicación sobre un cerro que por su altura puede dominar visualmente todos los valles y municipios aledaños. Al cerro del Hualtepec se le puede apreciar desde los poblados de San Mateo Huichapan y sus comunidades aledañas en el municipio de Huichapan, desde las poblaciones de Amealco, Maravillas y San Bartolo Ozocalpan en los municipios de Nopala y Chapantongo y desde las comunidades de Santa María del Pino, Zimapantongo, Tlaunilolpan y 7
Chapantongo del municipio del mismo nombre. Las poblaciones mencionadas, incluyendo al cerro Hualtepec como centro de las mismas, abarcan un área aproximada de 30 kms de lado a lado. Es por su visibilidad para las poblaciones de cuando menos tres municipios aledaños y, por consiguiente, para los sitios arqueológicos ubicados en los mismos, y por la ubicación al centro mismo de estos tres municipios que empezamos a creer que el sitio del Cerro Hualtepec representa un importante lugar de culto para las poblaciones prehispánicas de la región.
Y SIGUEN LAS CONSIDERACIONES... Todo quedaba muy claro, el sitio arqueológico del Cerro Hualtepec representa probablemente las ruinas de un antiguo centro de culto prehispánico, ligado a las poblaciones prehispánicas de cuando menos tres municipios actuales del estado de Hidalgo. Las consideraciones para suponer su caracter de espacio ritual y sacro tiene que ver con las evidencias de ofrendas que en él y en otros cerros de menor altura en la región se encuentran; su caracter especial o importante lo da su monuntabilidad en cuanto restos arquitectónicos se refiere, que no tiene parangón en otros sitios de cualquier época de esta región; y su probable relación con la población de un amplio territorio, el cual abarca cuando menos tres municipios adyacentes actuales, la proponemos en base a que, no siendo el sitio mismo un resto de antiguo centro de población, su no asociación particular a ningún sitio arqueológico conocido con caracter habitacional, debido a la altura del mismo, y su casi equidistancia de los centros de población prehispánicos registrados hasta el momento en la región, hacen del Hualtepec un espacio sagrado por excelencia. ¿Porqué es importante la causi equidistancia que se establece entre el Cerro Hualtepec y los antiguos centros poblacionales del periodo prehispánico? ¿y por que lo suponemos relacionado con la adscripción de culto por parte de los pobladores de una amplia área o territorio? Porque como puede apreciarse en los croquis que presentamos adjunto la ubicación de un centro ceremonial tan importante como lo fuera el Hualtepec correspondía probablemente a más una unidad política o de población en el pasado. Esto es así por que parece ser que la ubicación de los centros de culto de varias comunidades se establece en un área o espacio políticamente neutral o ajeno o alejado a las circunscripciones administrativas de cada poblado. Dice Marcello Carmagnani5, quien hace un estudio de reconstitución del territorio y del espacio sagrado en comunidades oaxaqueñas de la época colonial, que “..la cesión del espacio terrestre a los hombres es concesión condicionada, el punto más cercano a la divinidad de este espacio no es ocupado por los hombres, y es mantenido puro”. Menciona 8
diversos testimonios “ ..(que) nos ilustran la concepción de un espacio caracterizado por la existencia de puntos sagrados susceptibles de ser usados como centros ceremoniales..”..”cerros y cuevas no son solamente puntos sagrados; son (susceptibles de convertirse en) verdaderos centros ceremoniales”. “El centro ceremonial es ...la representación concreta, la evidencia tangible, del encuentro entre espacio exclusivamente divino y (el) espacio concedido a los seres humanos por las divinidades”. (Es por ello que) “...el centro ceremonial no coincide ni con el centro del territorio indio, ni la cabecera, ni ningún habitat humano.” Nos parecen sumamente interesantes estas consideraciones del autor porque la no correspondencia de los puntos sagrados de una población indígena con los centros de población o las cabeceras políticas del territorio es un aspecto que puede apreciarse en el registro arqueológico de nuestra región de estudio. Casi todos los centros prehispánicos de población no coinciden con sus centros de culto6, sin embargo tenemos que realizar una distinción. El autor menciona que la concepción y organización del territorio indígena esta precedida por la concepción ritual del espacio. Es esta la que contiene los parámetros que permiten reorganizar y reinterpretar el territorio indio, en sus facetas más mundanas de organización del pueblo y los barrios. Sin embargo cuando habla Carmagnani sobre la ubicación de los puntos sagrados “un cerro, una cueva” nada dice de la relación entre conformación de un espacio ritual y la representación del poder político. Obviamente la no correspondencia entre los puntos sagrados y humanos se refiere a los puntos humanos más plebeyos y mundanos, y aún estos se sobreponen. El hogar de la habitación puede ser un punto sagrado en relación a otros espacios de la misma. Dice el autor que existe una jerarquía de los espacios sagrados o rituales que se encuentra estrechamente relacionada con la jerarquía del espacio más mundano, de sus distintos grupos y adscripciones rituales así como de sus territorios. Que así como existe una jerarquía de dioses existe una jerarquía de adscripción y ritual social. Por eso es importante que aunque no coincidente con el espacio mundano los espacios rituales están relacionados con la corporación de grupo y sus jerarquías y adscripciones sociales. La ubicación del cerro Hualtepec permite suponer que su no asociación a ningún tipo particular de espacio humano de habitación, del espacio mundano de la adscripción al territorio y a la comunidad particular, y por la jerarquía intrínseca que los espacios rituales poseen, suponemos que representa la importancia del Hualtepec como antiguo centro ceremonial para las distintas unidades territoriales de la región en la época prehispánica. 9
VOCES QUE VIENEN DEL PASADO... Hubo otros aspectos además de la monumentabilidad de sus restos arqueológicos que nos llamaron la atención sobre el Cerro Hualtepec y que parecen confirmar la identificación del mismo con un antiguo centro ceremonial prehispánico y que, en particular, nos han permitido asomarnos a la imaginería y tradición mítica de las poblaciones actuales, herederas de las tradiciones de cosmovisión de la población otomí original: nos referimos a las tradiciones orales que hacen referencia al cerro del Hualtepec y a los antiguos, los gigantes que construyeron el mundo antes del diluvio. Hemos de comenzar diciendo que las poblaciones que se encuentran en derredor del cerro del Hualtepec, son en su mayoría, poblaciones mestizas que tienen casi siempre al castellano como lengua única. Sobre todo en las poblaciones de Huichapan, San Bartolo Ozocalpan, Maravillas, Amealco, Nopala y Chapantongo, la mayoría de los habitantes ya no habla otomí, ni conserva en sus rasgos físicos las características del indio otomí, que fuera la población preponderante para esta región hacia principios del S. XVI, a la conquista española. Sin embargo se sigue hablando otomí entre los pobladores más viejos y por algunos jóvenes en algunos poblados aledaños a las poblaciones principales mencionadas como Mamithí, Santa Marío del Pino, Tlaunilolpan, y sobre todo hacia algunos ubicados en las vertientes oriental y occidental de la caldera del Hualtepec, algunos de ellos pertenecientes al municipio de Alfajayucan. Casi todos los primeros informes que hemos oído sobre el cerro Hualtepec, se han obtenido en la comunidad de Sabinita, municipio de Huichapan; en la población de Maravillas, mpo. de Nopala y en la comunidad de Santa María de Pino Suarez, en el municipio de Chapantongo, siendo esta última la única población con informantes de habla otomí, visitada por nosotros. Sin embargo, y a pesar del meztizaje cultural y racial de las poblaciones mayores, en ella persisten los rasgos de tradición mítica propias de la cosmovisión otomí. Es decir, a través de las tradiciones orales contemporaneas, a pesar de ser contadas por poblaciones ampliamente meztizadas, en ellas persisten las voces y la Fig. 4.- Almena con grabados que formaba parte de los elementos arquitectónicos de las estructuras prehispánicas en el Cerro Hualtepec. Foto: Alfonso Torres Rodríguez, 1992.
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imaginación del pasado prehispánico. Una de las primeras cosas que llaman la atención al acercarse a las tradiciones orales sobre el cerro Hualtepec, es la insistencia de los pobladores de que ese lugar es un lugar peligroso. No solo es peligrosos porque se encuentra plagado de víboras en cierta época del año, sino por que en el suceden cosas “extrañas”. Es común suponer que en el cerro lo habitan o visitan pequeñas brujas, que como bolas de fuego brincan de una cima a otra por las noches de tormenta. No solo eso. En la cima del cerro, dicen los pobladores de La Sabinita, existe una cueva que normalmente esta cerrada, pero que en ocasiones, al oirse unas campanadas, esta se abre, saliendo de su interior una corriente de agua y una luz que resplandece. En esa cueva se aparece el diablo y dicen que quien se ha encontrado con ella, no ha regresado7. Parte de las tradiciones recogidas hablan de dos lugares relacionados al sitio arqueológico del Cerro Hualtepec y que practicamente se encuentran a un costado del mismo. Estos lugares son denominados Iglesias Viejas y que como Galinier bien apunta en su libro, son los lugares de origen, los viejos lugares donde se generan la lluvia y el viento, es la Mayonikha o el santuario mayor donde todo hombre tiende a peregrinar cuando menos una vez en su vida8. Las iglesias viejas según las tradiciones orales de las poblaciones mencionadas de Chapantongo, Huichapan, Maravillas, Amealco y San Bartolo Ozocalpan, son iglesias que se hundieron, que al colocarles la campana para que tocara, esta iglesia se hundió, es decir, fué una iglesia no terminada9. Los lugares denominados Las Iglesias Viejas son, en todos los casos conocidos para nuestra región de estudio, restos de antiguos y aisalados sitios arqueológicos generalmente de caracter ceremonial. Estos se encuentran sobre las cimas altas de los cerros y se encuentran asociados a las construcciónes del Hualtepec. Cuando no es así, se encuentra denotando algún asentamiento prehispánico antiguo que tiene la particularidad de contener en su interior el centro ceremonial de la región que domina. Tal es el caso de dos asentamientos del periodo clásico que parecen ser centrales en el sistema de asentamiento en que se inscriben. En uno de estos lugares, llamado precisamente Las Iglesias Viejas, se encontró un antiguo brasero de Huehueteotl labrado en basalto al estilo teotihuacano10, que como se sabe, en su ceremonia del fuego el otomí lo relaciona con el centro del mundo, que es el oratorio comunitario, el fogón de la comunidad11. El Cerro del Hualtepec, como lugar central de las Iglesias Viejas, de las construcciones que se hundieron antes del mundo, es el lugar de los antiguos, el lugar de los orígenes. Es por eso que es también lugar de 11
peregrinación y ofrenda a los antiguos. Todavía el día de la Santa Cruz, la gente subía hacía años, a una excursión al Cerro, y ofrendaba comida “a los señores que en él habitan”12. Porque en el cerro habitan los antiguos, los gigantes. Ahí se encuentran los huemaces que habitaban el mundo antes del diluvio13, antes de que la tierra se volteara14. Porque antes del Diluvio no existían los cerros15 y luego los gigantes se esconden en ellos, ellos los construyeron para salvarse del diluvio16. No solo el Hualtepec es el antiguo centro ceremonial sino sobre todo es el punto focal del cosmos por excelencia. Como todos los puntos focales míticos de caracter local, reproduce en sí mismo al centro ceremonial por excelencia, al ombligo del mundo17, a Mexico, por eso también en el Hualtepec “..existía antes una laguna y dicen que cuando pasaron los aztecas aquí iban a construir México”18. Tal como lo encuentra Galinier entre los pueblos otomíes de la Sierra, dentro de los discursos generados por el arquetipo del lugar central los puntos sagrados de la localidad reproducen una geografía mítica de fundación como sería el caso de las menciones a que "aqui iban a construir México", iban pero no fué y en su lugar solo queda ..el México Chiquito”, “..el México que iba a ser”19. Los huema son los ancestros, los antiguos, son también los gigantes, “..los que nos enseñaron a hacer la loza”20. Y los huemaces son también los que habitan los cerros, por eso cuando se visita un cerro se les halla en forma de barro21, porque se volvieron piedras22 cuando llovió el diluvio. La identificación de un tiempo mítico, el de los gigantes, el de los ancestros, con las ruinas arqueológicas de la región, rebasa el nivel de construcción prehispánica de tipo ceremonial. Prácticamente todo registro arqueológico, en ciertas comunidades con mayor tradición indígena, es producto de los gigantes23.
¿Y EL NOMBRE DEL HUALTEPEC...QUÉ? Casi desde el principio de nuestra investigación nos interesó conocer la etimología del cerro en cuestión, donde se elevaban las actuales ruinas de tan singular centro ceremonial. Obviamente no habíamos pasado por alto la dificultades de dicha empresa, sobre todo porque a primera vista el nombre del cerro no parece tener un significado lógico alguno dentro del idioma nahua. Según el linguista Leopoldo Valiñas Hualtepec significaría literalmente “hacia el cerro” o bien “el cerro que va”, pero hace notar que esta interpretación es muy forzada y que rompe con las reglas de la estructura gramatical nahua. Otra interpretación dada al nombre del cerro es que este sea una corrupción de una palabra nahua más completa o de pronunciación distinta al que se escucha actualmente. Se han propuesto como nombres alternativos que 12
corrompidos darían la palabra Hualtepec, las denominaciones de: Colhualtepec, Cohualtepec, Hueyaltepetl, y finalmente Coatepec. Colhualtepec o Culhualtepec fué propuesto como alternativa de un nombre original corrompido que tuviera en sus características la palabra Hualtepec y que denotara además las características de cerro sagrado, es decir, del centro ceremonial de la magnitud que representa. La asignación Colhui antecedente de la palabra altepetl le daría el significado de "nuestro venerado y viejo cerro de agua", o también el de Pueblo Viejo o Sagrado, o bien Lugar del Cerro Encorvado. Un lugar ritual por excelencia y antiguo por demás. Otra de las palabras propuestas bajo la hipótesis de la corrupción de un sonido similar, es la de Hueyaltepetl, que se basa no solamente en una lejana pero probable corrupción de la palabra propuesta, sino en que las características de ubicación espacial del centro ceremonial y su correlación con las provincias administrativas coloniales derivadas de la política de congregaciones hasta la época contemporánea, hacen suponer que el cerro donde se ubicó el centro ceremonial bien podría haber servido como la representación del lugar de origen de los ancestros de la población de los diferentes altepemes o barrios y pueblos derivados de la epoca prehispánica, es decir, es el lugar común de los ancestros de cada uno de los linajes de los pueblos, es el pueblo originario y viejo, es el Hueyaltepetl. Desgraciadamente esta última interpretación no considera que también se le ha asignado a la palabra Altepetl e incluso a la de Hueyaltepetl una singular connotación de designar la formación de un espacio político prehispánico prehispánico basado en la comunidad. No quedando por el momento tan claro para nosotros la relación entre la concepción del espacio político y el espacio ritual entre los pueblos prehispánicos de la región, tendremos que introducirnos todavía más en la interpretación del concepto altepetl, del pueblo como comunidad de lazos sagrados para poder así dar una interpretación mas elaborada respecto a esta posibilidad. La tercera hipótesis es la más aventurada y probablemente es la que tenga menos exito pero no por ello menos importancia en la interpretación de los espacios sagrados del pueblo otomí. Ésta menciona que el nombre del Cerro Hualtepec deriva, en su versión más burda, de la palabra nahua Coatepec, es decir Cerro de Serpientes. La misma hipótesis, en su versión refinada, dice que la palabra Hualtepec deriva de una corrupción de Cohualtepec, que significa El Cerro de los Cuates o la Serpiente, y según García Granados en su diccionario etimológico nahuatlato “..es el lugar donde se dice tenía su templo Quetzaltcoatl, la serpiente emplumada”. Coatepec es también el lugar mítico de nacimiento de Huitzilopochtli y 13
uno de los parajes cercano a Tula donde llegaron los aztecas en su peregrinar a la cuenca de México. Existen diversos elementos que parecen soportar dicha interpretación los cuales sin embargo no son concluyentes por sí solos. La sugerencia de que el cerro Hualtepec se tratará del Coatepec de las fuentes nahuas se refuerza en que éste se encuentra cercano y al norte de la región de Tula tal como lo consignan las fuentes para el cerro Coatepec, y de que la tradición oral de la región habla de que en el Hualtepec “..existía antes una laguna y dicen que cuando pasaron los aztecas aquí iban a construir México” lo cual coincide con lo que describe, por ejemplo, la Crónica Mexicayotl. No obstante mas que corresponder a la narración de un hecho histórico recordado por la memoria colectiva, como algún ingenuo podría pensar, la mención acerca de que "el aguila se paro en este cerro y aqui iba a ser México" o de la existencia de una laguna donde se iba a construir el centro del mundo prehispánico, parecen corresponder mas bien a los discursos generados por el arquetipo del lugar central, los cuales ya mencionamos en la sección anterior. La existencia de grandes cabezas de serpiente esculpidas en piedra de basalto y que se han hallado en la cima del Hualtepec, parecen ser del tipo de Xiuhcoatl y no de serpiente emplumada, por si acaso se quiere relacionar el nombre del cerro con la serpiente de Quetzalcoatl. No obstante debemos recordar que la serpiente de fuego se halla relacionada iconográficamente con Huitzilopochtli, cuyo nacimiento sucede precisamente en el mítico cerro Coatepec. Según las mitologías nahuas del Centro de México narradas por las fuentes, el nacimiento de Huitzilopochtli, el dios tribal de los mexica, se sucede en Coatepec, el cerro de la serpiente e interesantemente, según narran las fuentes y de acuerdo a como se le representa en los códices éste nace armado precisamente con una Xiuhcoatl con la cual se enfrentará a la Coyolxauhqui y a los Centzonhuiznahua. No obstante la sola presencia de la iconografía de la serpiente Xiuhcoatl proveniente del cerro Hualtepec no es sino un debil argumento incapaz de sostener por sí solo la identificación de nuestro cerro con el sagrado cerro mítico de las narraciones nahuas. Por otro lado, la mención del lugar llamado Rincón de las Víboras, una cañada cercana a los sitios Iglesia Vieja y al cerro Hualtepec, puede ser demasiado tardía y derivar precisamente del conocimiento de las cabezas de serpiente que se encuentran representadas en el sitio o aún de la existencia de la serpiente de cascabel en las cañadas y cimas del cerro tal como nos tocó constatarlo en mas de una ocasión en 14
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nuestras andanzas alrededor del cerro. No obstante existe un solo elemento en la geografía local que podría remitir el uso de nombre de serpientes cuando menos desde los tiempos prehispánicos: se trata de una presa al p La otra presa Cuate que se conoce se encuentra de igual manera cercana a un cerro en la comunidad de Maravillas, municipio de Nopala, que presenta también vestigios arqueológicos de haber albergado en su cima un templo del postclásico con ofrendas de huemaces. Cuate, como se sabe, deriva su nombre de Coatl, serpiente en nahuatl. Una aproximación alternativa a la busqueda de la etimología de la palabra en nahuatl fue registrar otras versiones sobre el significado del nombre del cerro en cuestión los cuales nos fueron proporcionados por habitantes de habla otomí en la región. La primera versión contesta a la pregunta del nombre del cerro en otomí y su significado en castellano, que según nuestro informante el nombre del Cerro Hualtepec significa Cerro Grande24. La segunda versión proporciona el nombre otomí, probablemente apócrifo, de Taxhixí. Este nombre fué proporcionado por un médico que trabajó en la zona y que conoció algo de la historia oral de la región. Según el informante mencionado existe un cerro cercano a la Hacienda del Astillero, donde crece la serpiente con plumas, el cerro es llamado Taxhixí, porque así se le llama al aguila que come de esa serpiente, el aguila Taxhixí. Según otro informante de la comunidad de Ixmiquilpan, al oir el nombre de Taxhixí mencionó que significa lugar de tulares25. Realmente esos dos últimos informes relacionados con el nombre otomí de Taxhixí para el cerro Hualtepec bien pueden ser apócrifos o tal vez la palabra no se encuentra bien pronunciada26. No obstante existe una tercera versión del nombre del cerro en otomí el cual fué obtenida recientemente en la comunidad de Santa María de Pino Suarez en la cual se le brinda el nombre de Te'kia al cerro Hualtepec 27. El vocablo otomí Te'kia estaría conformado por dos palabras y literalmente Fig. 5.- Escultura postclásica de Xiuhcoatl o Serpiente de Fuego realizada en basalto y proveniente de las significaría "Cerro de la Serpiente" ruinas del Cerro Hualtepec. Foto: Alfonso Torres, 1992. de Ne'tehé (cerro) y Kyalt (serpiente)28. El nombre otomí del cerro Hualtepec -Te'kia, cerro de la serpiente- refuerza la identificación del cerro sagrado otomí con el Coatepec o Cohualtepec de las fuentes nahuas. 15
A MANERA DE COMENTARIOS FINALES... En los últimos meses nos hemos acercado de manera preliminar a la investigación sobre las ruinas del Cerro Hualtepec en el Suroeste del Estado de Hidalgo. Hemos recopilado y relacionado información que brindan las tradiciones orales provenientes de los municipios adyacentes al sitio arqueológico. Esta investigación nos ha servido como pretexto para introducirnos al estudio de los espacios y tiempos rituales del otomí en esta región occidental del Valle del Mezquital y su persistencia en las narraciones, cuentos y prácticas rituales contemporaneas. También nos ha introducido al estudio de como las concepciones del espacio ritual organizan el territorio político indio. En éste sentido hemos empezado una investigación en archivos en los ramos de cartografía antigua, tierras y congregaciones para realizar un estudio sobre cartografía prehispánica e historia de conformación de los espacios municipales que giran alrededor del cerro y sus posibles implicaciones en la concepción ritual del territorio. También hemos comenzado la búsqueda en el AGN en el ramo de Inquisiciones sobre procesos idolátricos relacionados a los espacios de culto en las cañadas y cuevas de la caldera del Hualtepec que la población indígena otomí utilizaba en la Colonia. Por lo pronto solo nos queda comentar que falta continuar los trabajos de historia oral en la región en relación al Cerro del Hualtepec y los huemaces y esperamos contar con la asesoría de un lingüista para así poder acercarnos un poco más a la etimología del cerro en cuestión. En relación a los temas derivados a partir de esta primera aproximación al estudio del Cerro Hualtepec, queremos comentar que la posibilidad de que éste albergue en su cima las ruinas del centro ceremonial del postclásico que los mexicas identificaban con el mítico Coatepec cercano a Tula es por lo menos, muy sugerente. Por lo pronto la necesidad de realizar trabajo arqueológico en el cerro Hualtepec se vería incrementada si se hallan otros indicios que refuerzan la hipótesis de su identificación con éste centro mítico de las fuentes nahuas-mexicas. Si esta identificación resulta cierta a lo mejor es posible relacionar las orientaciones de sus estructuras prehispánicas con las fechas de celebración del nacimiento de Huitzilopochtli, las cuales se ubicarían alrededor del solsticio de Invierno29. Hace falta por lo tanto un trabajo complementario que profundize en el estudio de las fuentes coloniales de la región, de la toponimia y de las tradiciones locales. Por lo pronto un buen levantamiento topográfico del sitio, el estudio de sus orientaciones arqueoastronómicas así como un registro de las piezas que lamentablemente se han sustraido del cerro sería un buen inicio para comenzar a explorar lo que pueden ser las ruinas del mas importante centro ceremonial del postclásico en la región suroeste del estado de Hidalgo. © Cuauhtemoc Domínguez Pérez, José Humberto Medina Gonzales, Enrique García García y Alfonso Torres Rodriguez, 1993 Tlalpan, Magdalena Contreras y Pachuca de Soto, Hgo, Mayo de 1993 16
Nota acerca de los autores: Cuauhtemoc Domínguez Pérez, José Humberto Medina Gonzáles, Enrique García García y Alfonso Torres Rodríguez son pasantes de la licenciatura en Arqueología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Juntos realizaron trabajo de campo dentro del Proyecto Valle del Mezquital de la ENAH que dirige el arqueólogo Fernando López Aguilar. El presente texto se desarrolló como parte del trabajo final del curso “Cosmovisión Mesoamericana” que impartiera el Dr. Alfredo López Austin en la Escuela Nacional de Antropología e Historia durante el primer semestre de 1993. Que su publicación en Tloque-Nahuaque quede dedicada a Don Melitón Nava y su familia en Huichapan, Hgo. y a la memoria de Doña Tefa de la comunidad de Santa María del Pino en Chapantongo, Hgo. 1 Queremos agradecer al Proyecto Valle del Mezquital y a su coordinador Arqlgo. Fernando López Aguilar por permitirnos usar información arqueológica generada por sus integrantes. Tambien agradecemos a la Dra. Patricia Fournier por compartir con nosotros sus experiencias en el campo de la etnoarquelogía otomí y a través de ella conocer a los artesanos herederos de la tradición prehispánica. Sin embargo somos unicamente nosotros los responsables del enfoque dado a este trabajo, de las interpretaciones propuestas y de casi toda la información oral y visita a colecciones que realizamos como base a este pequeño trabajo que esperamos sea introductorio al estudio de los espacios rituales del otomí en esta región. 2 No podemos dejar de agradecer a D. Melitón Nava y su familia: a sus hijos Meli, Juan y a su esposa por su amistad y hospitalidad inmerecidas. También agradecemos a nuestros amigos de la población de Huichapan, a Nicandro Cruz, a Mario Montes, a la Srita. Angeles Jaenz Jímenez, a todos ellos por su amistad y ayuda, muchas gracias. 3 La cuarta cabeza de serpiente fué localizada en el relleno de una las estructuras que conforma el sitio arqueológico del Cerro Hualtepec. Fué registrada para el Proyecto Valle del Mezquital, por el compañero Yamil Gelo del Toro, estudiante de arqueología de la ENAH, durante un recorrido personal de reconocimiento de las estructuras que conforman el sitio. Gelo del Toro se encuentra realizando una investigación paralela y muy estrechamente vinculada a la nuestra sobre las ruinas del Cerro Hualtepec, solo que dentro del contexto de investigación del culto ritual a los cerros desde la perspectiva arqueológica. 4 A esta particular colección de piezas provenientes del Hualtepec no se nos permitió acceder por parte del profanador mencionado. El susodicho vecino, de alias El Piojo, y profesor de telesecundaria de la población de San Juan del Río, no nos permitió conocer su colección obtenida ilegalmente, seguramente porque conoce el caracter ilegal de sus operaciones y las consecuencias judiciales de su acción. De esta manera no pudimos conocer la famosa máscara de piedra del Hualtepec que guarda con celo indebido el mencionado Piojo, indigno ciudadano y miembro del cuerpo escolar de la S.E.P. 5 Carmagnani, Marcello (1993) “El regreso de los Dioses El proceso de reconstitución de la identidad étnica en Oaxaca. Siglos XVII y XVIII”. FCE. Mexico. 6 Esta observación es cierta sobre todo para las poblaciones del postclásico tardío en nuestra región de estudio. Las poblaciones anteriores si cuentan con alguna relación entre espacio de comunidad y espacio ritual. En los sitios del epiclásico el sector ceremonial y el sector habitacional se encuentran separados por una división de acceso y en algunos casos cuentan en su interior con pequeños basamentos, posiblemente de templos, probablemente denotando las divisiones de grupos al interior del asentamiento. En sitios del clásico podemos ver que existe una población central con un espacio de culto en ella, sobre la cual gravitan pequeñas y numerosas poblaciones o caseríos en su derredor. En todo caso la representación del cerro como espacio ritual, aunque al interior de sitios arqueológicos con caracter preponderantemente habitacional, se encuentra manejado de manera tal que se resalta la centralidad y la espacialidad ritual característica distinta del espacio mundano no ritual. 7 Para un comentario similar sobre la ritualidad de las cuevas y su comunicación con el inframundo en poblaciones otomíes vease Galinier, Jacques (1990) “La Mitad del Mundo
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Cuerpo y Cosmovisión en los rituales Otomíes” Trad. Angela Haydée Ochoa Silva. Coed. UNAM. CEMCA. INI. México. pp. 145. 8 Galinier, op. cit: 313-315. 9 cf. op.cit. 10 Por cierto que el brasero fué atribuido en su proveniencia al Cerro del Hualtepec en las cédulas de registro del museo local de Huichapan. 11 op. cit. pp 145. 12 Información de D. Carmela Ortiz de Huichapan, Hgo. 13 Información proporcionada por Doña Tefa (q.e.p.d.) de la comunidad de Santa María de Pino Suarez. 14 Ibid. 15 op.cit. pp. 509-510. 16 Información proporcionada por Doña Tefa (q.e.p.d.) de la comunidad de Santa María de Pino Suarez. 17 México como ombligo lunar, como centro cósmico y cosmológico según Gutierre Tibón (1988) Historia del nombre y la Fundación de México, FCE. 18 Información del Sr. Nava de la comunidad del Astillero, primo hermano del Sr. Melitón Nava de Sabinita. 19 Galinier op. cit. pp. 315. 20 Don Lupe, de la comunidad de Santa María de Pino Suarez. 21 “Si, yo conosco los cerros de la región y se de muchos donde se hallan estos que llaman huemaces” comentario de D. Sebastian Quintanar, de la comunidad de Santa Lucía, en el municipio de Nopala. 22 cf. Galinier op. cit. 23 Las expresiones de “Si, ahí en esa loma vivían los huemaces..” o “esas eran las casas de los gigantes..” se refieren de manera regular a sitios prehispánicos de caracter habitacional, lo que marca una diferencia en relación a la denominación de los centros ceremoniales cuyos vestigios las más de las veces son identificados como lugares de Iglesias Viejas o La Iglesia que se Hundió. 24 Don Lupe, de la comunidad de Santa María del Pino. Desgraciadamente no poseemos las notas de campo donde trasncribimos el nombre en otomí del Cerro Hualtepec. Esta se remediara en una próxima visita de trabajo a la comunidad. 25 Este último informante es alumno de la ENAH, en la especialidad de Antropología Social. 26 Otra de nuestras informantes de confiar y que habla otomí es Doña Tefa de Santa María de Pino Suarez. Ella no supo dar un nombre en otomí para el cerro del Hualtepec. (nota: Doña Tefa murió en 1997, varios años después de realizar éste trabajo. Lamentamos la muerte de nuestra amiga y guardiana de la memoria otomí. Descanse en paz Doña Tefa.) 27 Versión brindada a Alfonso Torres y Juan Cervantes por D. Anastacio Ortiz comisario ejidal en Santa María del Pino en el municipio de Tepetitlán, Hgo, durante el mes de septiembre de 1993, unos meses después de haber escrito una primera versión de éste trabajo. 28 Veanse los diccionarios de Alonso Urbano (1990) Arte Breve de la lengua otomí y vocabulario trilingue español-nahuatl-otomí, ed. de René Acuña, IIF,UNAM, México y el de Luis de Neve y Molina (1975) Reglas de Ortografía, Diccionario y Arte del Idioma Otomí edición facsimilar de la de 1767 preparada por Mario Colin, Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, México. 29 Broda, Johanna (1983) "Ciclos Agrícolas en el culto: Un problema de la correlación del Calendario Mexica" en Anthony F. Aveni & Gordon Brotherston -comps.- Calendars in Mesoamerica and Perú: Native American Computations of Time, BAR International Series 174, Oxford: 145-165.
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