CASO DE LA MUJER OBESA. En este caso lo fundamental, a nivel clínico, es la disyunción entre el “YO NO PIENSO” y el “YO NO SOY”. Ahora para poder llegar a esto es necesario situar algunos momentos que se incluyen en lo que Lacan plantea como “la dirección de la cura”; dirección que se reconstruye retroactivamente. Entonces se trata de una mujer joven, casada, con varios hijos, es una profesional que trabaja junto con su marido en un comercio. Lo característico en ella es que no hay en la consulta nada que permita delimitar bien que le ocurre. Lo único que hay es una queja inespecífica sobre un malestar, malestar que no se sabe bien si es consigo misma o con los demás. Otro punto es que la persona podría ser incluida dentro del marco de la obesidad, pero ella no hace ninguna referencia a esto en la consulta y no aparece como síntoma, en el sentido de propuesto subjetivamente como problema. Por lo que no hay pregunta, es más bien la analista la que empieza a preguntarse para qué consulta la persona, que quiere; esto es de suma importancia ya que la pregunta se ubica de entrada del lado de la función analítica; con lo cual se puede decir que el efecto de división subjetiva está del lado del analista. En este sentido se puede observar en la presentación de esta paciente lo que se designaría como un punto de partida caracteropático. Este concepto además de hacer referencia al carácter alude al PERSONAJE, que conlleva una forma de asumir el yo: i (a) y allí se sitúa la caracteropatia. En estas, caracteropatías, los sujetos llegan a consulta desde una posición, que no es la del síntoma que hace pregunta, sino la de una “forma de ser” que no hace pregunta. En estas caracteropatías muchas veces nos encontramos con que el personaje; está incómodo consigo mismo, lo cual lo podemos ver en el caso con este malestar difuso. Cuando está presente esta incomodidad es quizás el único momento en que se percibe más allá del yo, donde se percibe un efecto subjetivo y esto es lo que permite aceptar la consulta. Pero advierte que estos personajes le crean al analista una sensación de que no pueden ser conmovidos y es el analista el que se comienza a sentirse castrado, empieza a sentirse impotente. Aquí, en el caso, nos encontramos con alguien que hace consistente al Otro, a través de su personaje, su personaje está destinado a transformar al Otro en consistente y por lo mismo ocultar su propia inconsistencia.
Entonces esta paciente se caracteriza como alguien que está siempre muy ocupada, siempre está respondiendo de un modo u otro a demandas diversas. Pero al su alrededor si hay personas que hacen síntoma como sus hijos.
Ahora si pensamos porque esta persona se mantiene así, en el lugar de buena madre, de buena esposa, siempre respondiendo a lo que los demás piden, es evidente que en esta posición, para este sujeto en particular, hay una ganancia de placer. Entonces nos enfrentamos con alguien que de este lugar yoico obtiene cierta ganancia, cierto plus de gozar que hace al Otro consistente. Este caso es una neurosis y como tal el goce, en la neurosis, es la verdad que hace consistente al Otro y a su deseo; lo que quiere decir que esta paciente sostiene al Otro como garante de la verdad. En este momento es importante resaltar que el analista no debe posicionarse en ese lugar, no debe pedir a riesgo de que con esto se podría reproducir el circuito demandante. Dice entonces que lo qué hay que hacer en primer lugar es escuchar, escuchar las quejas, hasta decirle que tiene razón; hasta que comience a desprenderse algo más. Lacan dice que el analista se caracteriza por crear demanda a partir de la oferta, y la oferta analítica aquí sería es básicamente una oferta de escucha. Escuchar es empezar a cuestionar a ese Otro consistente: ya que aparecen por ahora solo quejas al Otro que no es lo mismo que decir que el Otro es inconsistente, uno escucha para que aparezca algo más. Entonces primeramente el análisis irá dirigido a conmover al Otro, en este caso habrá que seguir el siguiente recorrido para poder ubicarlo. Un punto importante son los ataques de bulimia, que aparecen como una impulsión. Lo que evidencian es que esta persona para sostenerse en este lugar, donde siempre responde a la demanda, cada tanto tiene una vivencia de que no puede más, una vivencia de malestar que a veces llega hasta la angustia. Esos momentos se producen cuando ella no puede responder al nivel enorme de demanda que le llega. Ahí es donde cae de la escena, como objeto que asegura la verdad del Otro, y se produce el PASAJE AL ACTO QUE ES LA BULIMIA. Estas presentaciones del sujeto de lado de la impulsión, de la pulsión hacen que el sujeto sea mudo, que la demanda sea muda, por lo que el análisis tiene que generar el pasaje del yo no pienso al yo no soy, para generar alguna pregunta. Entonces es el análisis el que puede producir un pasaje al “Yo no soy”, este marca el poner en cuestión esta posición y el ponerla en cuestión implica si o si una perdida. En esta paciente se empieza a dar un cuestionamiento por el cual la protesta comienza a tener consecuencias, se queja del trabajo y se retira un poco de este, sola plantea la decisión de un régimen.
Pero sobre todo se comienza a dar que desde estos pasajes al acto, que Lacan ubica en el lado del yo no pienso, se vuelve hacia el ACTING OUT QUE ESTA DEL LADO DE “YO NO SOY”. Entonces esta paciente comienza a producir acting out, que recordamos se encuentra dirigido a un Otro, es la transferencia salvaje, y se encuentra del lado del síntoma.
El acting consiste en que la persona tiene un olvido y no es un olvido cualquiera ya que se olvida la plata para pagar las sesiones. La pérdida se desplaza al dinero y esto se encuentra dentro del análisis, por lo que en vez de pasar al acto y comer, se olvida de darle de comer a alguien, es decir de darle el dinero a su analista: desde este punto de vista es un acting. En este caso el acting es sancionado y no interpretado, por eso se le dice a la paciente que pague sesión por sesión, lo que provoca un primer vuelco en análisis, ya que este sesión por sesión implica poner en escena la pérdida y a su vez poner en escena él personaje con que ella viene. Con esto se hace operar a la perdida, a la perdida de goce; dar el dinero ya no es una muestra de su generosidad, sino que se trata de inducir una dimensión nueva; ya que pedirle dinero no es ser el analista desinteresado, implica conmover la consistencia del Otro, porque un analista desinteresado no pediría dinero. Se produce entonces un doble efecto; por un lazo comienza a adelgazar y simultáneamente comienza el Otro a volverse inconsistente; bajo la figura de su marido. A partir de esto se revela como una MUJER INSATISFECHA; lo cual es un primer indicador de que estamos en OTRO MOMENTO SUBJETIVO. Incluso experimenta algo como una depresión, que se relaciona con la perdida de ganancia de goce de la situación anterior. Deja de trabajar y por lo tanto tiene que pedirle dinero a su marido; por lo que las cosas cambian de lugar, ELLA SE TRANSFORMA EN ALGUIEN QUE DEMANDA. Se puede situar que está mejor, comienza también a preguntarse si ella puede causar el deseo de alguien. En este momento ya no se trata de darle la razón sino de preguntarle; que tiene que ver ella con toda la situación. Por lo que se ha pasado del YO NO PIENSO al YO NO SOY; la impulsión cede, se comienzan a dar más acting out, más lapsus y menos pasajes al acto, empieza a aparecer algo del orden del SINTOMA. Recién cuando se produce este vuelvo es que el analista va hacia la posición de objeto, recién ahora se puede hablar de la instalación de una neurosis de transferencia.