CANARIAS , PARAÍSO DE LA ESPECULACIÓN. Una veraniega tarde de otoño, don Dinero y don Secuaz disfrutaban alegremente de un sabroso puro de sobremesa, cuando el primero quiso compartir con su amigo sus planes de futuro: - Ayer descubrí unos kilómetros de playa preciosos: vi el mar, la espuma de las olas, el brillo del sol sobre la arena, y me dije: qué pena, a este lugar sólo le falta un buen hotel de 20 plantas. He considerado la idea, y la verdad es que me siento dispuesto a hacer una gran inversión para corregir esa pequeña carencia de la Naturaleza. - Pero, ¿ese acto caritativo no encontrará ciertas incompatibilidades con la Ley de Costas? ¿Conseguirás las licencias?- repuso don Secuaz. -Ah, por eso no hay problema: conozco al alcalde; con un 5% de los beneficios y un apartamentito, seguro que comprende lo razonable del proyecto. - Aun así, hará falta un Estudio de Impacto Ambiental, ¿no? - Sí, sí, por supuesto. Pero fíjate qué coincidencia que tengo un amigo cuya empresa los hace buenísimos: baratitos y a la medida. Don Secuaz frunce el ceño. Parece que algo no le encaja... -¿y actuar así no sería contrario a la participación ciudadana?- pregunta. - ¡Qué va!, ¡Si el pueblo es el que más participa! Figúrate si participa que va a aportar el 80% del proyecto financiándolo con sus impuestos. - Ya, ¿y los ecologistas?- añadió don Secuaz, en su intento de bien asesorar. - Bueno, de ésos ni te preocupes; tiramos barro, que siempre algo pega. Pagando unos artículos en los medios hacemos campaña; ya se sabe: ecologista = terrorista,' ¿qué diferencia hay?, si todos están contra del progreso y la democracia. - ¿y los ciudadanos? - Pues lo mismo: tienen intereses ocultos, no defienden la playa; en realidad, lo que quieren es seguir acampando ilegalmente allí en verano. Don Secuaz no lo ve del todo claro, y por eso insiste: - Pero, ¿y si la contestación social es cada vez más grande? - Pues nada hombre, les decimos que en la isla de enfrente hay una playa igual con tres hoteles como ése y todo el mundo de acuerdo. Don Dinero se siente satisfecho de sí mismo. Sin embargo, percibe en el rostro de su fiel amigo un último atisbo de preocupación. Así que con una mirada le interroga. - Pero imagínate -explica don Secuaz, que algún insensato que no ama el desarrollo de esta isla hace una denuncia formal y acude el Seprona a investigar las obras. Don Dinero, condescendiente con esos prejuicios de moralidad que manifiesta su interlocutor, le aclara: - Mira hijo, esa buena gente de la Guardia Civil irá a allí a hacer su trabajo: sacarán unas fotos y elevarán otra denuncia. Pero, mientras se agilizan todos esos trámites legales, a nosotros nos da tiempo de levantar el esqueleto del edificio. Así que si, por la más remota casualidad, el fallo saliese en nuestra contra, amenazamos con que nos tienen que pagar una millonada en concepto de indemnización. Y si ni con ésas la opinión pública razona, apelaremos a su buen corazón: sacamos por televisión a algunos de esos desgraciadillos de turno diciendo que si se paran las obras ilegales ellos se quedan sin puesto de trabajo, y seguro que entonces todo el mundo comprende por qué esos mejoradores del paisaje son imprescindibles para la sociedad. Por fin, don Secuaz asiente convencido. Ambos colegas se regodean en este instante agraciado, en el que un maravilloso plan ha sido concebido por sus mentes para salvar a la Humanidad del uso público de la costa. Sin embargo, una última luz brilla aún en el cielo y en sus conciencias. Don Secuaz, aprendida la lección, consigue reformularla: - Viendo el beneficio constante que nuestro dinero va a multiplicar en los próximos años, entiendo qué es eso qué llaman Desarrollo Sostenible. -Ja,ja,ja. IQué felices somos!... ¡... AAAY, CANARIAS : PARAÍSO DE LA ESPECULACIÓN!
B.M.