Rafael Alberti: Cal y canto (1,926-1927)
Sección: Literatura
El Libto de Bolsillo Editotial losada Buenos Aires
Alianza Editori¿l Madrid
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Editorial Losada, S. A., Buenos Aires, 1952
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Aliaoze Editorial, S. 4., Madrid, 1981 200 00 45 Calle Milán, 18; ISBN: 84-2061842-X Deposito legat: M. 25.421-1 1 Compuesto en Femández Ciudad, S. L. Impreso en Artes G¡áIicas Iba¡¡a, S A. Matilde Hemández, l1 (Mad¡id)
A
Prhted in Sp¡in
E14i?3
Ataceli
No si de arcángel triste, ya nevados los copos, sobre ti, de sus dos velas. Si de serios jazmines, por estelas de oios dulces, celestes, resbalados.
No si de cisnes sobre ti cuajados, del cistal expdmidas carabelas. Si de luna sin habla cuando vuelas, si de mármoles mudos, deshelados.
Ara del cielo, dime de qué eres, si de pluma de atcríngel y iazmines, si de llquido mfumol de alba y pluma. De marfil naces y de marÍil mueres, confinada y florida de jardiaes lacustres de dotada y verde espuma. 9
Reflejo
Busca
He¡ida, sob¡e un toro desmandado, salta la ¡oche que la mar cimbrea. ¿Por dónde tú, si ardiendo en la ma¡ea va, vengador, mi can decapitado?
1
Más allá del añil de los iardines suspensos de las gélidas ventanas, clarean por el aite las mañanas de lazos blancos, verdes y carmines.
Rompe 1a aurora en el acantilado su frente y por el viento marinea.
Vaga un aletear de serafines, rondaflo¡es del sol de las galanas.
¿Por dónde tú, si el pabellón ondea, de luto, al alba, el toro desanclado?
Una lluvi¿ a los mares, de manzanas, cae rodando enrre alertas de jazmines.
Se hacen las islas a la mar, abriendo grietas de sangre al hombro de las olas, por resrarte a sus armas, muerta o viva,
Túnicas crujen, y alas en bolina rubias velas ins¿riben al sut claro. Y en el agua, cabellos, flores, Plumas,
¡Qué ajena tú, mi corazón cosiendo de las ribetas solas, con tu mastfu¡ al lado, Pensativa!
a la detiva de la ventolina, huyendo, verdes, de la voz del faro,
a1 delantal
cotonan el mantel de las espumas.
Amaranta
..-caLzó de oiexto.-.
6NGoRÁ.
Rubios, pulidos senos de Amaranta, por uaa lengua de lebrel limados. Pórticos de limones, desviados
pot el canal que asciende a tu garganta. Roio, un puente de rizos se adelanta e incendia tus marfiles ondulados. Muerde, heridor, tus dientes desangrados, y cotvo, en vilo, al viento te levanta. La soledad, do¡mida en la espesura, calza su pie de céfiro y desciende del olmo alto al mar de la llanura. Su cuerpo en sombra, oscufo, se le enciende, y g)adiadoru, como un ascua impura, entre Amaranta y su amador se tiende, 12
El arquero y la
1 (LA STRENA) Playeras
y
siroco. Capitana,
la ma¡: luna en el pecho. A la cintura, rota, la ba¡da azuT áe la mañana,
y resbalando de su frente oscura, las dobles ondas negras de su Pelo y el ámbat verde de su catne Pura.
Ar¡ebolada y destronando el cielo, que en fuga de cdstal l1ota mecido, bordando una sirena su pañuelo.
Fuete y delgado estambre, coloddo de luz de luna en alba y boünera, dedal de aurora en oto guarnecido, 15
sirena
Rafael Alberti
y aguia de aire en sol, una galera yan, en la nieve de la holanda fina, &bujando y delando prisionera.
De rubio lino, la mañana albina, al golpe, rubia mar, de los remeros, se quiebra y parte huyendo en reolina. Verde, el patrón de los aventureros, con su cuchillo, el nombre de su amada bo¡da en la cumbre de los masteleros.
La bdsa, en seda azul, g¡me, cuzada su marltima concha de temblo¡es, y en las espumas muere degollada. Nardo y carmln, los dedos bordadores, por la pendiente de la malva tela, van sembrando, luz, sombra, los colores.
2
(MUERTE)
Contra el mmbo del mat, toja, una vela, est¿ndarte del sol, nuncio del dla, tiende en el sur celicoral su estela.
¡Ay sirenita del pañuelo, incauta, y no a la punterla, póttico el arco, del arquero nauta! atenta al hilo
Pomo de gaseosa, el aire, herido su largo cuello de oistal, la frente
rinde, exprimido y desaparecido.
Cal y
caDto
17
¡Rómpete , luoa! En d.iez espeios rota,
¡audo el vaivén de azogue efervescente, precipitada y sin sonido, flota. (Irrconpleta)
Oso de mar
y tiera
Cal y caflto
¡Fuego en la espalda de 1a mar oscura, luces rojas y gritos sin andenes y ei telegrama de la desventural
Cuerpo desnudo. Arpón. Los coletazos de los delfines y los tiburones. Patadas de la mar, besos, abrazos.
Por el norte, la negta nadadora,
y a \a mañana, sobre dos tablones, el cadáver sin rumbo de la aurora. Crisantema polar de calcio y nieve, sobre una pica en Flandes de los renos, su amor de Islandia resbalado y breve.
Y Oso de plata comba y luz, ciudades pisa con sueño. y siente en su riñones el zarpazo del mar y las edades, los cuetnos de la luna marinera, el adiós de los altos grimpolones y el buey tumbado al sol, de la ribera.
Tigre en la larga cola azul del viento, pirámides de sal, jerez y espuma. saltó y, de un solo salto, el fítmamento. Alga en las mates soldas de tormenta, pez segador del plomo de la bruma y rosa en el relámpago de menta. Rieles de yodo y plata: los ¡avlos parten en dos las ondas. Y los renes, las atenas, los aires y los ríos.
7a claru de luna, el pecho herido, temoladora, al aire sus dos senos,
perdidos los colores y el sentido.
Bar en los puertos y en las interio¡es ciudades navegadas de tanvlas, tas la nereida azul que en los licores cuenra al oído y canta al marinero coplas del mar y de sus valles {úas. Baruaca a7 sur humilde: revetbero de luz de lago verde, sobre el pino que fue quilla y es paz hoy al reposo de Ia bnÍjula y cartas del marino.
19
r" El linete de jaspe
Cal y catrto
entan los tlos, toro Y Pinares,
Caracolea el sol Y empaPados de
embistiendo a las batcas Y navlos. Sus cuetnos contra e1 afue la mar lima, enarca el monte de su lomo Y, fiera,
la onda más llana la convierte en cima. Rompe, hirviendo, el Edén, hedra oceano, cae de espalda en sl misma toda enteta" ' y Dios desciende al mar én hidroplano.
Cuatto vientos de pólvora y platino, la libre fiera fiia encadenada al sol dd dócil mar del sur latino,
pot linete de jaspe cabalgados, incendian y, de pórfido escamada, üomba múltiple empinan sus costados. Castillos litotales, las melenas de yedra y sombra ardidas, una a ruu, sangriento el mar, sacuden sus almeDas. Náyades segadoras y ttitones, con la guadaña de Ia media luna siegan las colas de los tiburones.
Las ánimas en pena de los muenor, robados a las auras por los mares, zarpan y emergen de los bar'os puertos. 20
I'r,.tl,,,I l¡¡
llr'r
f¡ttr'tr¡t,
Cal y caoto
Sl por hoteles y confiterlas, alfiler de sol puro en la corbata, ángeles albos de las neverías.
No en el esdo de la mar, regata de balandtos, sino que por el cielo, un automóvil de marfil y Plata,
un hidroplano de redondo vuelo y, a un patinar de corzas boreales, la resbalada luna azul del yelo. Ver cómo en las verbe¡as siderales, vlrgenes albas, célicos donceles y flores de los canos santorales,
Nácares de la luna ya olvidados, las ve¡des colas de las tres sirenas, que huyendo de la mar y sus pescados, cortas las faldas, cortas las melenas,
teinas del viento, los celestes bares solicitan en ues hidros alados. ¡Qué amarga ya la menta de los mares! ¡GlorÍa al vapor aztT de los licores y al sonoro cristal de los vasares!
¡Lejos los submarinos comedo¡esl ¡Honor a los se¡áficos fruteros del Pa¡aíso añil de los Amores! Bajo las ondas, novios marineros, nunca más, ni por playas y bahlas, los pescadores y carabineros.
en calesas de vidrios y claveles, las rernas van a cotonar. equinas. de1 giro de los blandos carruseles.
No más álgidas ferias submarinas, ni a las damas jugar con los trilones o aJ ajedrez con los guardias marinas. ¡Muerte a la mar con nue§tro§ t¡es afpones
!
Narciso
Cal
y
cauto
La música del riel y los heridos montes dispersos, valles y Piaras, para los üenes del ve¡ano atdidos.
Lo inmutable, marmóreo y verdadero: desnudo siempre tú, sobre las aras de las ondas, besando al ma¡ine¡o,
2
(suEño)
Besando al
marilero que te quiere
mármol amante nadador Y Puro, que por ti rasga el mar y en ri se muere.
1
(srruAcroN)
d estanque, nardo mlo, de metal gualda y perejil crestado, ni en el florero coredor del do. No en atanor
A ti,
Una boca de sal, despinta y llena de fuz amarga y norte el inseguro beso que el labio sumergido estrena.
Llota üitón los destrenzados rlos de sus barbas flotantes, relumbrados de fuego y miel senil sus ojos frlos.
mis ojos, en el agua plana del mar, te miren, dulces, retratado
Dos hamadrladas, en el sol internas las conchas de sus pechos escamados, el ¡itmo admitan de las cuarro pietnas
Náutico el silbo de mi fla:uta, vita, golfo rubl e¡ tu nieve persiguiendo, nivelando la lámi¡a zafra.
Venus se siente generala y, ciegos, treinta rayos del mar, combos delfines, la escuadra en fila arastran de los griegos.
No el pantalón de luna y la chaquera de so[, ni el alfile¡ de plata hiruiendo, d el auto ni la azul motocideta-
¡Sal ni, Narciso, que la lunetla te espera, no en e1 agua, en los iardines lisos, al sol, de la camiseía!
y refleiado, ardba, en la maña¡a.
Rafael A]be¡ti
3
Co¡tida de toros
(METAMoRrosB)
Cuellos, puños. lacusrres pasadores,
botón de nácar y almidón helado, las rayadas camisas de colores. Narciso, tú, la insignia en el sombrero, del club alpino, sportsnryan, renatado en el fijo oistal del camisero.
Y en la pechera, rébo1 ya de plata, punzando el corazón, sustituidos, en alfiler, rus miemb¡os, de co¡bata.
De sombra, sol y muerte, volandera gtana zumbando, el ruego gira herido por un clarfo de sangre az¡l toteta. Abanicos de aplausos, en bandadas, descienden, giradores, del tendido, la ronda a corona¡ de los espadas. Se hace añicos el aite, y violento, un mar por media luna gris mandado prende fuego a un fa¡ol que apaga el viento.
¡Buen caballito de los toros, vuela, sin más jinete de oro y plata, al prado de tu gloria de azícat y carrelal
Cinco picas al monte, y cinco olas sus lomos empinados convirtiendo en verbena de sangre y banderolas.
Pa.lco
Rafael Alberti
28
Catrusel de claveles y mantillas de luna macarena y sol, bebiendo, de narania y limón, las banderillas. Blonda negra, partida por dos bandas de amor injerto en oro la cintura, presidentá del cielo y las barandas, ¡osa en el palco de [a muerte aún viva,
libre y por fuera sanguinaria y dura, pero de corza el corazón, cautiva.
Brindis, cristiana mora, a ti, volando, cuervo mudo y si.n ojos, la montera del áuteo espada, que e¡ el sol lidiando
y en la sombra, vendido, de puntillas, da su junco a la media luna fiera, y a la muerte su gracia, de rcdillas. Veloz, rayo de plata en campo de oro, nacido de la arcna y suspendido pot un estambre, de la gloria, al toro, mar sangriento de picas coronado, en Dolorosa grana convertido, centraf el ruedo manda, Úaspasado. Feria de cascabel y percalina, muerta la media luna gladíadora, de limón y naranja, reolina de la muerte, girando, y los toreros, baio una alegotía voladora de pal-mas, abanicos y sombreros.
Gacela sin fanal, cruz sin faroles, del toro a ti, una escala: 10§ torefos,
los flébiles heridos girasoles,
la sincopada sangre, ya intranquila, v confinando el mar de los sombreros, ia llovia en las barandas de Manila' Gacela sin farolas, sePultado DoI siete bavonetas, no de flores' .l .orrrón ,in prl.o Y resultado, talles ciñendo y {aralaes, baretas rompe el carmín que da a los maradores la espiral de las rojas reboleras
Siete roros, amor. Y siere esPadas' ravos rectos en curva, los tendidos remontando y fijándose, clavadas,
Guía estival del Pa¡aíso
Rafael Alberti
en
ti, centro del mundo, vitgen
sola,
que arrastrabas la noche en los vestidos y la muerte en un pico de tu cola. Desde el palco del cielo, la comida, asesinada
flor de los
balcones,
suspendiste de un hilo de
tu vida,
calle de amargos clavos sin claveles, amottajada en negros pañolones,
con rumbo a los morenos tedondeles. Sigues, muerta, impetante desde el cielo,
y pendiente el escándalo del to¡o de los picos si¡ sol de tu pañuelo, flor de percal, que, abiena en los cormles, entre siete relámpagos de oro moriste en l¿s barandas celestiales.
(PRocn-A.MA DE FESTEIos)
Hotel de Dios: pulsado por los trenes y buques. Parque al sur. Ventiladores. Automóvil al mar y los andenes, Sa¡ Rafael, plumado, a la Cantiaa, chófe¡ de los colgantes conedores, por un sorbete lleva, sin propina. ¡AI Bar de los Atcángeles! De lino, las cofias de las frentes, y las alas, de sidra y plumas de limón y vino. Po¡ una estrella de metal, las olas satinan el marfil de las escalas áureas de las veloces pianolas. 1l
Rafael Albe¡ti
Estación del Sur
M.Z.A.
¡Campo de Aviaciónl Los serafines, la Yía Láctea enarenada, vuelan la gran Copa del Viento y los Confines.
Y en d Estadio de la Luna, {ieros, gimnastas de las nieves, se revelan, jabalinas y discos, los luceros.
¡Reina de las barajas! Por los lagos de Venus, temadora, a los castillos del Pím-P¡ím-Púm de los tes Reyes Magos. Ca¡teras de 1os vírgenes cometas en cinta, alrededor de los anillos saturnales, de alcol las bicicletas.
¡Funicular al Tiro de Bujlas ! ¡Submarino al Vergel de los Enanos, y al Naranjal de Alberti, los tanvlasl
Hotel de Dios: pulsado por los trenes y buques. Hall al slur. Americanos reftescos. Auto al mar y los andenes.
(axrnnso
DE ANDALUCTA. SALTDA: 20,20)
Ojo de los semáfo¡os, colgada, la luna, presidenta de los ttcnes y guardavla az:.tl de faz thnada. Galope de las féreas amazonas, los lárgalos de silbos y vaivenes, de luz carbonizada las coronas. ¡Expreso al mar! iAdiósl
Mi
guardavla
(Un tiro. ¡Muerto un brazo!), tu corneta
corta la Mancha y parte Aadaluda.
Cónoo¡l. (Del bazar, timbre de plata, camo, veloz baúI, rauda maleta. Tieso, un pelele recortado en lata.) 13
Rafael Alberti
Invierno postal
Yo rc diría a ti que tu pañuelo,
e¡ Córdoba ni en Cáü2, sl en Sevilla, Guadalquivir de azur, volará al cielo. n<¡
Srvru,r. (No
cerveza, no faesones, Los úenes bautizar con manza¡ill^
y los barcos con zumo de limones.) usted, Lady!
¡Míster, -¡Baile Gira, Giralda-girasol, morena,
una copal
libre, en un pie, de escnipulos y ropa.
(Al novelón para los rieles, u¡ ti¡o en el andén. De versos llena,
CÁ»tz.
pasa Ia mar sus hoias de bajeles.)
desde La Isla, a la rcgata blanco, un ma¡inero te hará aribar, dormida, en su fragata.
-Gratis. de las sirenas,
MÁr,rcl. (EI farolillo colorado del retroj, reolina el minutero,
gira, ruleta infiel, descarrilado.) de la ma¡! Una palmera,
-¡Dátiles tu quitasol,
cuando por la bahla fubrique un arco tu gasolinera.
¡El CoclrE-REsroRÁNl (Menú: claveles al salite francés: plato del dla. Y vino de amarantas moscateles.) ¡Adiós, adiós, adiós! En ios viajes, beba usted sólo. con la visra, el viento de los precipitados paisajes.
Tarjeta panorámica: el
paseo,
antártico y de azul. *¿Tiene usted frío? Sube y baja el invierno en su tlineo. Autorizadas, las peleterlas abren las ]aulas del escaparate y el oso blanco abriga ios ranvlas ¡Dadme un beso, románticas señorasl ¡EI último, en mi frente sin sombrero, mis dignas Venus puras, pfotectoias!
¡Cuidadol ¡A la derecha! RePetida
y al volante, Amarilis,
combos rielcs negros dibuja en el asfalto, huiCa.
¡Caballeros!: el paso, a los gaiaoes que libres de solapa y camiseta muerte han dado al i¡vierno v sus gabanes
36
Romeo
Rafael Alberti
Rosas del frío frlo, descotadas, por las ágiles pistas de las nieves,
van,
"ndr7gioa,
dulces, aurialadasl
¿Dónde os vi yo, nostálgicas postales? ¿En qué cine playero al aire libre o en qué álbum de buques lineales?
I
(¡,tño)
Tu forma: ¡qué indolente, qué tanqui.lo témpano puro, azul, sueño Pamdo del agua inmóvil y ovalada
-tumba-l
Llaves áureas, los grifos templadores, que igualaron su sangre con tu cuerpo, sin habla ya, sobre tu frcnte y muslos. Siempre fija, que yo. de pie. mis ojos, por ese dócil viso que te vela, datlos quiero al viaie de tu forma.
¡Oh mat adolescente, mar desnudo,
con quince lunas c,ándidas, camino de los cielos y tiefias ignotados!
y
Julieta
Rafael A.lbe¡ti
II
(ruce. x.99.999\
Precipitada rosa, limpia, abriendo con tus hombros ef aite.., Las aceras, saltando atrás, en lila, compriruiendo,
tarualto
!
colotín, tnultiplicadas,
boles, trcs eúnt e s, oid.rieras, en una doble luga d.e facbadas.
Ca1
39
y carto ¿Cómo olvidar, ¡oh, di! que tu melena, cuervo sin savia y vida, rodó, ffiste,
de mi caticia igual, al desengaño? Sin cabeza, a tus pies, sangta mi sueño. ¿Cómo hacerle subir hasta mi frente.
retornaf, flor mecánica, mentira?
át
Raudo amor, más ligero que los cines, que el volar de la azul telegrafla, pero extático en si... De los ronlines de las ,ierras lugaccs, desbocad.os, ettrufl los ruontes ! la hidrogralta abreoad.a d.e ironcos
y
ganad,os,
Ahora que es inminente el aropello del sol y que Ia esr¡ella inevitable a lo garzón se corte ya el cabello, deja a la lengua de los faros, muda, que enüe las sombras se prolongue y hable, mienras que a ti mi sueño te desnuda.
III
(suBño. FRAcAso)
Esqueleto de nlquel. Dos gramófonos de plata, sin aguja, por pulmones. ¡Oh, cuerpo de madera, sin latido! ¿Cómo olvidarte a ti, rosa mecánica, impasible, de pie, baio el elécrico verdor frío, cemada como un mueble?
¡Abrid las claraboyas! ¡Rompe, luna,
daga adversa del viento, que me ahogo, romped, herid, matad ese ret¡ato!
Y dadle cuerda al sol, que
se ha fundido.
Í
7 Romance que perdió el barco
Sin candiles ni fatoles, que el guantelete más lé¡reo de1 sut, de una dentellada, 1os hizo añicos, el lienzo de los bandos ultamares,
estelai, un madneto, los ojos aceituníes en somb¡a y vino revueltos, busca amar¡ado a la cola
nocturna y larga del viento. Carbones fríos, las calles de hombros confusas y miedo, bamboleadas, partidas
por los ttoncos sin fin, negos. ¿Y dónde el mar? Esquinazos picudos, picos sin sueño, gradas pobres de escaleras
4)
il
t,u difuntas ya
t
I.os áagelcs albañilce
R¡facl Alberti
¡nr d
suelo
y galgas en torbellino, Ie sie"a¡ cl tumbo, ciego. Eses de silbos fiaale¡,
I I
sil¿ba¡ios dc los céfi¡os, clavadas, rasgando muros y desclavando los techoc.
¿Y dónde el buque? Cadcnas de lluvia y reptiles mucrtos, tacón de ercarcha en los labios, puños de saliee y yelo, le aten, girendo, a las sombras. los pies, los gritos, IoE ecos.
¡Ni mar, I
I b
t
h
¡i
buque, ni nada!
Noria perenne sin cielo.
de ba¡¡ios rcsbaladotes, vieotrc de lobo, dcsiertos.
Escayolados de áfo, ast¡ales blusas dc mevc,
de los séptimos ¡ndamios dcl P¡¡af¡o descicodeo, domdos los pala¡lst¡€8,
por invisibles cotdeles, tres ángeles albañiles Irára soc¿v¿t mi¡ siems.
Al filo dc r¡n¿ vc¡tan¿ dd segundo cielo, auaeotc, y al librc y lib¡e ¿lbedrfo dcl aire que vuelve y vuelvc, eo ruabo de luccs idas, sia saber si va¡ o vie¡e¡, y co colcha de tersas calcs, desnudo, mi cuer¡ro duetne.
4'
r
16
Rafad Atbeti
Fuego
estáis haciendo?
¿que -Angeles, Detibada en ffes mi ftente, rnina de yeso, su sangre sorben los cubos celestes,
y aniba, ari6a y ariba,
ya en los columpios del siete, los ángeles albañiles e¡rcalan astros
y
hoteles.
Truncos, llagados, caldos, nieblas de bulto, los barrios hambrientos de gas y voces, flama las sombms, quemados.
Gubias de metal hirviendo, rojos formones y clavos, contra los yunques partidos de las piedras, martillando.
Astillas ciavan las nubes, de acero, en los campanarios, tumbadas tottes y aguias, antofchas ya los espacios.
Ma¡ de azufre se sbalarr,a, sin corazón, todo salto,
turbio remolino ciego de ve¡des lenguas y tayos.
48
Rafael Albetti
¡Eh, los toros!
El oleaje del humo, bronco, se encatama al arco,
pórtico de hollln y yesca, torcido, del cielo raso.
Y u¡a nomba de
ceniza,
sepulta, negta, los barios, huecos Ios ojos y planas las sombms ya y apagados.
Toros rempujan, sin mando, vientos de piedra, que muerden muros y sombras de mums, siglos de perfil y frente, oios de niños y hombres, llantos, pechos de mujeres, teposo de los difuntos, sangte Parada, coffiente, ¡Eh, los toros! Brama el cielo, temblando de cuetnos vetdes, de latigazos, que espa¡tan a las est¡ellas que vienen,
que venlan, cumPlidoras,
ro por dinefo,
a tenderse picadas, en las almenas en los rlos, por los céspedes. 49
R¿fad Albeni
Balumba negra, ¿hacia dónde, sin rumbo, si nadie duerme, si saltando pinta gritos la sangre por las paredes? ¡Eh, los totos! No se sabe de quién esta voz: si llueve de lo alto, norte si de lo baio, sur -¡vida!-,
-¡muerte!-.
4.
Homenaie
a don Luis de Góngora y Argote (L627-1927 \
Soledad mceta
(p,rurn¡.srs
TNcoMPLETA )
Cotcbas y oerdes llqueles salados, los dormidos cabellos todaala, al de un¿ piedru steño, truie umbrcso oistiefl¿o estdbafi, atando desoelados, cltaras ya, esparcidos,
por la del aiento lengta larga y fula
templados y p*lsados lueron y repetidos, que el iooer cdr?tiflaflte su reqoso aia, núsica segwa, »olar y, estrella p*ra,
diluirse en la üra, De cometa,
Perezoso.
l.a cola
y trasatláfltica, cosida al bonbto Por un áriico lucoo; mitra en la dmena de su lrente sola: la b¿rba, áerreüd¿, celeste
,3
vr 54
Rafael Alberti
de d,oble tio belado y luna azul de enero; graue, aflle el asombrado atesto alborcal del peregrino, de su uerde ca"o¿do haciendo cortesia, y_
tado, se sonreía el uiento de la selaa y el camino. De trot cos que, a colamnas ,emeiantes, sostezer parecíaí la alta esleru de la xoche, sin fix, maralla licra,
cuyds sierflp/e sorlafltes
hoias de seralines sox el nid.o,
al joaen le flostrab¿ el aiento y, sit sonido, ¿ penetral en ella le inuit¿ba.
Sit
orden, escaadrón se retolcío nonárquico j gueffero, lrcbando, prisionero
er la ?roctarfla cárcel de la umbría, que, liio el pie efl la tierru, sas brazos
nil
con simalada
y
mouid silexciosa glerra.
¡Ob de los bosques nago, soplo y aliexto de las uerdes lrondas, de las ágiles aieues mudo halago, al sin estrella, etrante ¡dda¿lor de los trigos y las ondas, los altos, oola,lores corunos de los céliros uestidos, colduce, oigilante,
Cal y cadto
55
por entre los mentidos de las abgenes seloas gladiadores!
El uieflto, lo
enrpifld¿o,
tromba la barba y mar oeloz de rieue la cold, ¿l peregrino extrouia¿o, bacierdo de sa dsombro pürtería, le enseña, al pat qae Ia borasca txaeae d.e los átboles lría, la del aerde agaacero aúillerla.
Al pie, dócil ya y
mada,
del ileso extrdnjero, ld tierna y no mortilera mettalla de ld sih¡estre, ruda,
nal lingida batalla, el d.escexdido gaardabosque liero, sus diez añas calendo bayoletds, biere, abriendo en ld *mbtía mirudotes, las de uidrio cornet¿s de la gloria y clamores del cldrin de lo lana y raiseñores. I¿s célicas escdlas, fagitioas,
y aI son resbaladotas
de las loctarttas horas, del oerde tirnbre al despintado y lrio, despiettan de las álgidds, esquioas, driadas del roclo,
de la escarcba y relente, ¡u azul iznóail, sa narlil oaliente. Arpas Ce rayos búmedds, tend,id,as las flotantes y arbóteas cabellerus,
,6
Rafael Albe¡ti
Cal y caoto
5'1
de las aaes guaidas, de los saeños y lieras d.omador y pdcífico irlstrurnerrto, al jouen danzan las entreteiidas esclauas de los troncos, ptisionerus en las móui.les cárceles del aiento.
Ven, que las oreades, si¡enas de los bosques, te requieten
Celosas zinfas, dalces ya ---Jos brazos,
del ruedo a la enclaoada del peregrixo, fiia, colafina tetzerosa rnal centrada, que, a una señal del oiento, el áureo anillo,
libre mancebo de la selva, y mueren Por sus virgi¡idades en los cla¡os ceñirte
bailador¿s guirnaldas de
*s
lazos
linas guedejas esmerdldas
peí¿efi el son y ouelo de sus librcs litnones atreuidos, el campo esrnerilado o combo cielo d,e
las lisas espald.as,
la pierua que, uiaiera, dispara la cadera y bebe de los pies el ruudo yloal caninante dgreste§ t)oces -sus el circulo ¿r¡¡s¿baqls-
oquedades.
Tanto aiastar qaisierofl la sortii¿
pórtico y diaderua retorcidos-;
---qte a los inlantes
y
,
aprisionan, anlsonas, girand.o,
lieles al coro, lentos o oeloces. CORO Huéspedas del estlo,
del invierno y bailable primavera, custodia del otoño verdadera, del trópico y del frlo serás el jefe y nuestro, á tu albedrlo, si al aire, despoiada de su prisión del lino, transfigura, ya en ónix verde o mármol tu hermosura, morena o blanqueada,
pof la que es nuestfa sangre acelerada.
ueloz, qaebra¿o lue,
y an arnarillo
de la ira anicornio, desnudada, oryullo largo y brillo de s* Jrente, la siempte al norte espad.a, cbispas los caatro cdsco¡, y las uines, de uil lenguas eléctrico oleaie. ciego cordl los oios, el ramaie rcxrqiefldo e incexdiando, raudo, entró declarand,o la guerru a las earítnaicos iardines áe las ninlas, que, haidas, en árboles crecierot cont¡ertidas.
,T I
fl
I
I
I
I
I
Mad¡igal at billete
de1
Adonde el viento, impávido, subleva tomes de luz contra la sange mfu, tú, billete, flor nueva, co¡tada e¡ los balcones del ttanvla.
Huyes, directa, rectamente liso, en tu pétalo un nombrc Y un e¡cuentfo látentes, a e§e cent¡o cerrado
y por cortar del compromiso.
Y no atde en ti la tosa, ni en ti
Priva
el finado clavel, sl la violeta contemPotánea, viva, del libto que viaia en la draqueta.
6l
t¿nvfa
Tren
Atentacio
Robada por un pez de acero y lona,
tú, sin malló, dormida, diste conta una estrella que, escondida, rondaba a Barcelona. ¡Susto en la luz! Teléfonos fundidos.
A los timbres, disparos... giratorio El idioma de los faros, los vientos, detenidos.
Y una voz, buzo negto, üsftazada y en taxi, solicita volarte el co¡azón con dinamita. ...Más tú ilesa, sin nada.
62
Otra nación, sin sueño, no la mla
J.
*i.
,i*É.. y
goru
y ,lombr"
^rrui, penumbra el perfil de la rápida de tu fotografla. Débil perfil, anuncio iluminado, seguido de mi somb¡a que se afana pot reducir la luz de esa ventana tuya a un negto cuadrado. Inútf
clatoscuro,
inútil duelo,
roto por el espacio vengativo, segador del enlace {ugitivo de tu anhelo y mi anhelo.
En ninguna estación, sombra
escapada
de tu mazmora fiia, en ningún Punto bebetás esa 1uz. Te incita junto, ¡pero qué distanciada!
Amor
Vcnu¡ cn a¡ccnsor
(crELos: 1, 2,
),4, r,6,7)
Meaiqul, Venur niñ¡, dc nedcte
y dc alembrc,
As¿usorcs.
dhs, potem. (Lr porte. -Buenos con su cscoba dc florcc,)
h.nano: Abogado
y notado dc loe
malcs de amortc.
y birctc, d¡v¿ s eus ¡cño¡l¡s cn el a¡co voltaico dc un bilhtc dc ci¡co nil buifes. Eros, toga, mondculo
SBcu¡oo:
A$oci. dc tiatcroc. Deqocho 67
de poedrs.
!R¡fad Albe¡ti
68
C,sl
y cr¡¡to 69
Apolo, en pantalones, sin cotbata
Natciso, ligas verdes, descocado, todo tacón, se asoma a un¿ Iuna de azogue, enamorado de sus pechos de goma.
usted»-, aburido,
-«Diga, de pámpanos de lata su corona
-«Repita»-
lustra, ido.
Realización Je voces. Se perfila el sonido.
Ba¡ azul del escándalo; Dios padre y la paloma.
Con la esperanza a cuaüo pies, procura pescar, mientras exPita, Orfeo, del caión de la basura, la concha de su lira
Maniquí, Venus niña, de madera y de alambre. Ascenso¡es_ noches, portera. (La pottera, -Buenas sin su escoba de flores.)
Cu,rnro: Cinema. Noticiario. A¡tificio. Mentira.
En la pantalla anunciadora, Ceres instantánea, embusteta, imprime a Baco un saldo de muieres
de alcanfor y de cera.
QurNro: Inodoro celeste. Termosifón. Bañera.
y Pulcro, orina sobre lcaro, monchada luz del viento, una flor de gasolina y ozono, destilada.
Ganimedes impar
Srxro:
Modista padsién. A la inversa la entada.
I
t
II
Mi e¡tierm
Cd y c"¡to ¿.d.¿i¿, el úlriño griro!»\ vrare pam ua querubc, sol de los ultramarinos (<-¡Iúi amor a los gastronómicas vtrgcnct de los bonillos! ¡Peroles de lan¿ ardiendo! ¡Sartetes de albor cocido!»\ tirado por cuauo ocas. hcrvidas, al pa¡also!
(Nervner.rze uuenre) Vestido ya de tendero de tienda de ulramarinos (baila el garbanzo en mi caja, la lenteia, en mi bolsillo; cicn coches de punto, en fila; en un taxi, el Arzobispo; l¿ Academia de la Lengua, sin habla, en su veloclpedo), me lloran los u¿nvi¿rios
en el equiübtio
-timbres de la tarde-,
los fumistas
y los serenos del ftlo. En mi
¿tar1d, bostezando,
catpa muerta, ¡qué aburrido l< ¡Recitadme el atropello
7t
El caballero sonámbulo
La luna, en la Policllnica' Corre un temblor Por la§ calles, e1éct¡ico.
Dos piernas, en cruz, sin cuetPo' sobre el mármol, cortadas Por las rodillas'
Dos piernas, libres, de acero' ¿Dónde?
El caballero, dormido, las manos tintas en negro, de ujier, sin bastón, sus guantes buscando va por el cielo.
Los ojos de las bohardillas, guiñadores, entreabiemos, goros de dormir columpian, salto de cama, pañuelos.
pon la
mesa
-Brincadora, que cante el sereno para el aria del sicomoro y el aire del vidriero.
Sin nadie, la Policlímca'
Pitando va ¡ror las nieves, sin cortar, bandido, el yelo, sobre unas gafas cornudas,
carlanco '12
infiel, por rineo.
I Telegmma
R¡fÁd Alberti
74
Conos de cal con banderas levanta, de r¡n sustoi el Pueblo; gritos de niñas paridas y responsotios de médicos.
de Pincha Y rasga,
-¡Doctores albátat y farmacéutico,
de prisa! Los camPanarios
tocanalocoyamuerto. Los manicomios de iunio, volteantes, huyen, ciegos, Ias cien cabezas parti&s en cien chispaz os eléctricos. Sálvese, si puede, el tonto,
-¡ que yo ni salvarle puedo,
que voy de ptisa, que el aire mis manos clavó en el cielo!
Los ojos de las boha¡dillas apagan los sombreteros, y al unlsono las sombtas matan, de uiier, d seteno.
Nueva Yotk.
Un triángulo escaleno asesina a un cobrador. El cobrador, de hojalata.
Y el triángulo, de prisa, otta vez a su Pizarm.
Nick C¿rter no entiende nada. ¡Oh! Nueva York.
75
Cal y ca[to
Don Home¡o y doña Ermeünda
77
mi Ermelinda, ser el jefe de los azules carteros, y un álbum de honradas nibricas
y retfato§ por mi a§cen§o reci .-- ¡Pulúm! Un neunático, d.e an tiro, asesina al Eco, niña qae en su bicicleta gritaba, loca, en el oiento,
oolardo, cdsi desnada, librcs del nalló sus Pecbos mi Ermelinda! tan chicos ... -¡Ah, Don Homerol ingrávido
-¡Mi Urgentes,
ecban las sombras
cien cu'bos de Poluo xegro sobrc la tarde, y estallan
*Junto
a ml, no tengas miedo
de los taxis y tranvías...los »erdes globos elécfricos. Doña Ermelinda, pellcano de verde, por el paseo --
bicicletas-
del brazo de Don Homero. quién en una barquita -¡Oh, na,oftagaru por diez céntimos, comiera peces de dulce ...Pasa, ráPido, el cielo piloro efl un bidroPlano cuánto siento d.e latón. nacido angelito no habet -iAh, para ofrecerte un lucero, como alfile¡ de corbata,
y
1
t,
pot tu cumpleaños .., Tietos,
I
ano, dos, tres, cuntro, citco oliciales d.e correos, reuald,o cox sas bastones qué sueño, los a$altos.
I
-¡Oh,
l,
76
I
J
79
Cd y croo
Ascsinato y suicidio
Scñores, cstoy t¡i§te. (Un Paiarraco' ras una Paiarraca') Perdonadme que mucra' (Sin verr¿ca' se asesinó el veraco')
(cuENTo)
hollln de la cocina. ¿Dónde la cocine¡a? besugo azul, en la salsera,
Buenas noches,
-Arde,rehogada en bencina.
¿Y de quién, bucn perol, ese sonbtero de copa, ese zapato?
-De
iu ma¡ido infiel, un señor fumistp y betune¡o.
gato
¿Y adónde, col, lechuge, zanahotia, garganta del hotnillo? infierno, enterado en un lebrillo -AI de carbón y achicoria, 7a
Braf T^rT'cA
egNmÁt
El tanquilo
t¿¿e¡.".
{q;
Caras de neblina y humo, eo los ch¿rcos y ctistales.
A mi alcoba
sube un á¡bol,
de la calle.
Dos árboles. T¡es árboles.
Gento veinticuato
¡fuboles.
Un Don Paquito de palo,
tres sereúos y un alcalde. Ciento veinticuafto alcaldes. Sangre
y
tiros.
Sangr€.
Tú, en mi cama, sin tcaetlc micflq
a..
nadie.
.
8*+
A
Miss X,
enterada en el viento del Oeste
¡Ah, Miss
X, Miss X: 20 años!
Blusas en las ventanas, los peluqueros
llor¿n sin tu melen¿
-fuego
rubio cortado-.
¡Ah, Miss X, Miss alba sin colorete,
X sin sombrero,
sola,
tan libre,
tú, e¡ el viento! No llevabas pendientes. Las modistas, de blanco, en los balcones, perdidas po¡ el cielo, 81
Rafael Alberti
verl
Cal y
catrto Miaistetios,
-¡A ¡Al fin!
Bancos de oro, Consulados, Casinos,
¿Qué?
¡No! Sólo era un páiaro,
Tiendas,
no tú, Miss X niña.
Parques,
cerados.
Y mienÍas, tú, en el viento, *¿Te aprietan los zapatos?-, Miss X, de los mares, ¿te lastima ei aire?-
El barman, ¡oh qué triste! (Cerveza.
Limonada.
§7hisky. Cocktail de ginebra.) Ha pintado de negro las botellas.
-di,
¡Ah, Miss X, Miss X, qué fastidio! Bostezo.
Y las banderas, alegrías del bar,
Adiós...
de negro, a media asta.
-
¡Y el cielo sin girar tu radiogramai
Nada-
¿Adónde?
..
de acero, con las alas troacbad.as, incendiand.o los aires,
cuarenta hidroaviones y un velero cargado de naranjas, gritando por el mar y por las nubes.
Xl
Good bye.
fYa nadie pierrsa er t¡. La¡ traiposas
Treinta barcos,
¡Ah, Miss
85
lijas sobre las dalias mouibles d.e los uientos. Sol electrocatado. Luxa carbonizad.a. Tenor al oso blarco del inuierto. Veda.
Probibida la caza
M. el Rey de tu No duerme el Rey. S.
país no come.
Fuma. Se muere por la costa en automóvil.
matitirna, celeste, por orden del Gobierno. Ya nadie piexsa en ti, Miss
X
niña.)
Cal y ceoto
Nadadora
87
I-a, Cáma¡a de los l,ores
vuela e¡ mi honor u¡a escuad¡a.
El Minisro del aire
condecora
con mi nombrc una esrella de Irlanda. Y ua cinema flotante, de azul, me biografla en sus enradas. ¡Ah! Tengo podetes sobte una ola del Támesis. ¡Viento, par¿! ¿Qué pensará S. S. el Papa?
Limones del Vaticano baian a la mar los ángeles, rosafios Y estamP¿s, En mi malló tendido pintan cruces anobispos y catde¡ales. Y en un beso de agua salada
¡Huye, mar,
las infalibles sandalias nauftagan.
core, playa, viento, para!
¡Ah!
T¡es naciones ma¡ltimas me ofrecen, de hierro, uná manzana.
500 millas de indulgencias plenatias. ¡Huye, mar,
La Tome Eiffel tira un cielo de anuncios y telegramas. ¡Huye, mar! ¡Viva mi nombre en todos los somb¡eros del bulevar ! ¡Y mi fotografla en bicideta!
¡Ah! ¡Y mis dercchos a una isla en el
Por los peces del Tlber, concedidas
Sena!
¡Corre, playa! ¿Qué pensatá eI Rey de Inglaterra?
coúe, Playa, viento, para
!
Cal y
Platko (SANTANDER,
20
DE MAyo »r. 1928)
caoto
contrarias, contra ti, volando y alrasft¡índote, Platko, Platko lejano, rubio Platko tronchado, tigte aidiendo en la yerba de oto Pals. ¡Tú, llave,
Platko, tú, llave rota, llave áurea caída ante el pórtico áuteol
No, nadie, nadie, nadie, nadie se olvida, Platko.
Volvió su espalda el cielo. Camisetas azules y granas flamearon, apagadas, sin viento.
El mar, vueltos los ojos, se tumbó y nada dijo.
Nadie se olvida, Pla*o, no, nadie, nadie, nadie, oso rubio de
Hungía.
Sangrando en los oiales, sangrando por ti, Platko, por tu sangre de Hungría, sin tu sangre, tu impulso, tu parada, tu salto, temieron las insrgnias.
No, nadie, Platko, nadie, nadie, nadie se olvida.
Ni el mar, que frente a ti saltaba sin poder defenderte. Ni la lluvia. Ni el viento, que era el que más rcgJa.
Ni el mar, ni el viento, Platko,
Fue la vuelta del mar. Fue¡on
diez rápidas banderas incendiadas, sin freno
rubio Platko de sangre, guardameta en el polvo,
Fue Ia vuelta del viento.
pararrayos.
Fue tu vuelta.
No, nadie, nadie, nadie.
Azul heroico y grana, mandó el aite en las venas.
Camisetas azules camisetas teales,
y blancas, sobre el aire,
89
La vuelta al coruzón de la esperanza.
Alas, alas celestes y blancas, rotas alas, combatidas, sin plumas, encalaron la yerba.
R¡fad Alberti
Y el aire tuvo piemas, tronco, brams, cabeza.
¡Y todo por ti, Platko ¡ubio Platko de Hungrla!
Y en tu honor, por tu vuelta, porque volviste el pulso perdido a la pelea, en el a¡co contrario el üento abrió un¿ brecha. Nadie, nadie se olvida
El cielo, el mar, la lluvia lo recuerdan. Las insignias. Las doradas insignias, flores de los oiales, certadas, por ti abiertas.
No, nadie, nadie, naüe, nadie se olvida, Platko.
Ni el final: tu
salida,
oso rubio de sangre, desmayada bandera en hombros por el campo.
¡Oh, Platko, Platko, Platko,
tu, ta¡ leios de Hungrla! ¿Qué mat hubieta sido capaz de no llorarte?
Nadie, ¡adie se olüda, no, nadie, nadie, naüe.
Cart¿ abierh
(Folta el
piner
pliego)
...Hay peces que se bañan en la arena y ciclistas que coffen por las olas. Yo pienso en ml. Colegio sobre el m¿r. Infancia ya en balandro o bicideta.
Globo libre, el primer balón flotaba sobre el grito espiral de los vapores. Roma y Cattago frente a ftente iban, marineras fugaces sus sandalias,
Nadie bebe l¿tln a los diez años. El Algebra, ¡quién sabe lo que era! La Física y la Qulmica, ¡Dios mlo, si ya el sol se cazaba en hidmplano!
...Y el cine al aire libre- Ana Bolena, no sé pot qué, de azul, va por la playa. Si el mar no Ia descubre, un policfa la disuelve en la flor de su linterna.
Rrfad Alb.rti
95
Cd y ceno arln hay calv¿s matc-hitas ¿ la luna v llorosos cabellos en los libros' Ún oolisrín de nieve, blanqueando las somb¡as, se suicida en los lardines'
Bandole¡os de smoking, a mis oios sus pistolas apunta¡. Detenidos, por ciudades de cielos instantáneos, me los lleva¡ sin alma, vista sólo.
Y
Nueva York esrá en Cádiz o en el Puerto. Sevilla está en Parls, Islandia o Persia. Un chino no es un chino. Un transeúnte puede sü blanco al pat que v.r(,É y negro,
¿Qué setá de mi alma quc hace tiemPo
En todas pates, tú, desdc tu ¡os8, desde tu cent¡o inmóvil, sin billete, muda la lengua, riges, rey de todo... Y es que el mundo es un álbum de postales. Multiplicado, pasas en los vientos, en la fuga del tren y los tranvlas. No en ti muerc el relámpago que piensas, sino a un milló¡ de lunas de tus labios.
Yo nacl
con el ci¡e. Bajo una-¡respetadme!red de cables y de aviones. Cuando abolidas fue¡on las ca¡rozas de los teyes y aI auto subió el Papa.
Vi los telefonemas que llovlan, plumas de ángel azul, desde los cielos. Las orquestas se¡áficas del aire guardó el auricula¡ en mis oldos. De lona y nlquel, peces de las nubcs, bajan al mar periódicos y cartas. (Los cartetos no cteen en las si¡enas ni en el vals de las olas, sl en la muertc.)
Éate el récord continuo de la ausencia? (¿Oué de mi corazón que Ya ni brinca,
pi."do
-,"
el
azar Y el accidente?)
Exploradme los oios Y, Perdidos, os heri¡án las ansias de los náufragos, la balumba de nortes Ya üfuntos, el solo bamboleo de los marcs' Casco de chisPa Y Pólvora, iinetes sin alma y sir montura entre los trigos; basllicas áe escombros, levantadas
uombas de fuego, sange, cal, ceniza' Pero también, un sol en cada brazo, el alba aviadora, Pez de oro, sobre la ftente un número, una letta, y en el pico u¡a ca¡ta azul, si¡ sello' voz, eléctrica, Y la colaNuncio -la del aceleramiento de los astros, del confín del amor, del estamPido de la rosa mecánica del mundo' Sabed de
ml, quc diie Por teléfono
mi madligal dinámico a los hombres: ¡Ouién eies ni, de acero, raYo Y Plomo?
l-ijn
relámp"go más, la nueva vida' (Fdtd cl lltirno Pli.go).
Indice
1
A¡aceli... Busca
9
... ...
10
Reflejo...
11
Am¿¡anta
12
2
El arquero y la sitena ... ... Oso de mar y tietta . .. El iinete de jaspe ... ... Sueño de las tres sirenas
Natciso ... Corrida de tolos ... ... Palco ... ... Guía estival del Paralso
l5 18
20 22 24 27
29
)1 97
Í 98
»
Iodice 7
33
35 37
) Romance que perdió el barco Los ángeles albañiles ...
49
4
Homenaje a D. Luis de Góngora y Argote (Soledad
terce¡a) ...
51
.
..
...
6L
62 63
6
Venus en ascensor ...
Chispazo...
El caballero sonámbulo Telegrama
Don Homero y doña Ermelinda Asesinato
y
El tanquilo
suicidio
Nadadota Platl
86 88
8
43 47
Mi entie¡ro
8l
45
Fuego ... ;Eh, Ios toros!
Madrigal al billere del ffanvía Atentado
A Miss X, entenada en el viento del Oeste ...
67 70 72 71
75 76 78 80
Ca¡ta al¡ietta
9)
1
Voluo:en sei¡i:illo
la pasión de RAFAEL ALBERTi por los elementos visuales y audililos. por la plastitidad y ¡nusicalidad del verso y por la metáfora brillante e
I fl.
inusitada, presente ya en «Marinero en tiefrD», se suma en CAL Y CANTO la obsesión por la forma, que se manifiesta en la persecución del vocablo bel¡o, de la sintaxis descoyuntada, de l¿ sucesión de imágenes y de
la perfección de la estroffl. Sobre este libro, a la vez clásico y contemporáneo, en el que la belleza formal del baiioco se conjuga con la inspiración surrealista y los temas c,lr¿cterísticos de la vanguardia (el deporte, el auto¡-l, ilvil, el cine o la velocidad), influyé, de manera decisi',a, el homeoaje a Góngora con ocasión del terctr .entenario de su nruerte, batalla reivindicadora que sirvió de hrgar de encllentro y de reconocimienio para Ios pociar, de la generacióu del 27 y que polarizó temporalmenle la vida litemria española en torllo a la ohra del autor de las «Soledades¡>. En los poemas del prcsente volumen, publicado por vez primera en 1929 y rer¡lit¡do incesanternente, asoman, por otra parte, lo§ prirúeros atisbos de ese mundo torturado y visionario que halltrá plasmación definitiva en <<Sobre los ángele»>. Otras obras de Rafael Alberti en esta mi§ma colección: <.Marins¡o en tierra¡» (Lü 823), «Antología poéti¡.a»
(l,B 759) y «Prosas» (LB 790),
Editorial Losn,,i;: cn El Iibro de bolsillo Alianza Editorial
o P
o