LA BRECHA URBANA Countries, shoppings, villas y violencia. De paso por Buenos Aires, el experto catalán alertó sobre los riesgos de fractura de nuestras sociedades y arriesgó ideas para actuar frente a la desigualdad. HORACIO BILBAO
La mayoría de los líderes políticos no entiende qué es la ciudad. Lo dice el geógrafo y urbanista catalán Jordi Boria, que habla de Buenos Aires como de su Barcelona, dos lugares que le son bien conocidos. Y su sentencia es un reclamo y una observación sobre las asimetrías pornográficas que produce el mercado inmobiliario desregulado, sobre todo en el tercer mundo. Con desigualdades y conflictos a la vista por todos lados, critica los procesos de segregación urbana, tilda de barbaridad que se sigan construyendo tantos countries en el Gran Buenos Aires y dice que "la ideología del miedo es una forma de legitimar la desigualdad social". Mercados, política y miserias en la ciudad global - En nuestras ciudades la brecha entre ricos y pobres es cada vez más palpable, ¿se puede intervenir contra esa inercia? -En varios aspectos. Leyendo Clarín, encuentro que en el Gran Buenos Aires hay alrededor de 500 emprendimientos de barrios cerrados. Esto es una barbaridad. Es la disolución de la ciudad, la multiplicación de guetos. Y es crear una sociedad tribalizada que acabará con expresiones de violencia. Los poderes públicosno deberían permitirlo. Desde el planeamiento se lo puede limitar imponiendo altos costos de urbanización a los promotores y por tanto a los potenciales compradores. Este fenómeno es nefasto. -¿Qué otros aspectos le preocupan? -La precarización de la vida. Cada vez hay más incertidumbre e inseguridad respecto a la salud, la educación, el empleo, por lo que la gente, al vivir de manera más inquieta, tiende a comportamientos generados por la angustia. Y aquí aparece otro aspecto: el miedo. El miedo a la ciudad, el miedo a los otros, que muchas veces tiene una base poco objetiva pero que es la forma de sublimar las incerjjdumbres del presente y del futuro. A veces estimulada por los medios de comunicación y por grupos económicos y políticos, la ideología del miedo es una forma de legitimar la desigualdad social y la exclusión. -Con ese miedo, junto a los countries, crecen los shoppings ¿integran el mismo fenómeno? -Sí, pero hay diferencias. Están los que se erigen cual catedrales en el desierto, a los que se llega en auto, y esos son comparables a los barrios cerrados. En el sentido que fragmentan la vida urbana. Pero hay ejemplos de shoppings que se integran a la vida de la ciudad generando espacio público. Algunos son un plus de calidad para la vida urbana porque generan plazas y nuevas calles. A los shoppings como a las torres no hay que defenderlos a ultranza ni satanizarlos. -Del otro lado, parece casi imposible encontrar soluciones al problema de las villas, de la vivienda y de la pobreza... -Siempre existe la posibilidad de plantear una solución radical pero casi nunca están dadas las condiciones para hacerlo. La socialización de todo el suelo urbano e incluso la estatización de la industria de la construcción, por citar dos medidas que tomó el gobierno catalán en 1937, sería muy defendible desde el punto de vista socializante pero no es aplicable en este marco político. Hay que buscar soluciones intermedias. Usted hablaba de la Villa de Retiro. La solución capitalista fácil es: los enviamos más lejos. Y allí se pueden hacer unas torres. Aumenta la desigualdad pero, aparentemente, se elimina el
problema. Y se justifica diciendo que les darán vivienda más lejos. Esto es una mala solución. -¿Hay una buena? -Hacer una actuación de vivienda pública para esta población, au-:2§nentando incluso la capacidad habitacional, construyendo en altura. Y poniendo allí viviendas también tápara la población de ingresos medios. Porque hay que entender que la mayoría de la gente que habita i||as villas es clase trabajadora. Las cosas se pueden hacer si hay voluntad política y poder suficiente para enfrentar ciertos intereses. - ¿Qué más puede hacer el urbanismo ante las desigualdades? -La respuesta fácil dirá que el urbanismo no tiene capacidades para resolver los problemas globales de la sociedad. Esto incluye la incultura ciudadana de los líderes políticos. La mayoría de los líderes políticos no entiende qué es la ciudad. O no le interesa. La menosprecian pese a que es la forma de vida del 90 por ciento de la población, esto nos hace ser muy relativistas sobre la eficacia social del urbanismo -¿La respuesta difícil? -El urbanismo puede facilitar que en la ciudad haya dinamismo económico y también puede contribuir a reducir las desigualdades sociales. Con políticas para multiplicar las centralidades, fortaleciendo el transporte público en detrimento del privado, mejorando la calidad del espacio público... Si tuviera que definir al urbanismo a través de un objetivo principal diría que, además de lo obvio que es facilitar el funcionamiento de la ciudad, el urbanismo sirve para atacar las desigualdades. -Desigualdades acompañadas de una creciente discriminación al inmigrante o al villero... -Nos espantamos por algo que a lo largo de la historia de la humanidad es muy habitual, la migración. En Nueva York encontramos la zona italiana, la zona judía, un lugar que es Chinatown, y otro en el que durante mucho tiempo sólo vivieron irlandeses. Esto siempre sucedió. Que haya distinto tipo de colectivos en una ciudad no es malo. Pasa en Londres y añora en Barcelona. El centro histórico de Barcelona tiene a la tercera parte de su población llegada de África, Ecuador, Colombia, Pakistán, etc. ¿Y qué impacto tiene esto sobre la ciudad? -Contribuye a animarla. Si tienen un mal comportamiento, puede suceder al principio. Pero a medida que se arraiguen y mejoren sus condiciones de vida lo superan. El problema está en la reacción social que se suscita. Si a esto le sumamos las campañas del miedo, aparecen los comportamientos violentos. En Barcelona, una periodista me preguntó si creía que el miedo en los espacios públicos estaba vinculado a los inmigrantes. Y le dije que sí, que quienes tenían razón de tener miedo eran los inmigrantes, porque son los sospechosos. La policía los sigue apenas pasa algo, y siempre les va a faltar un papel o todos los papeles. -¿Paradoja y doble discurso? -En el capitalismo europeo de hoy vuelve una situación que ya vivió. Recurrir a una mano de obra barata inmigrante en situación de gran precariedad legal. No sólo les pagan poco sino que pueden despedirlos sin ningún problema. -Y encima deben afrontar más expresiones xenófobas... -Han aparecido dos fenómenos negativos para la vida democrática europea. Por un lado, los brotes de partidos de extrema derecha, xenófobos y racistas y, por otro, uno que es más grave aún, la extrema derechización de los partidos que se definen de centro e incluso de centro izquierda. El Partido Socialista Obrero Español es progresista en
aspectos en los que también lo ha sido históricamente el liberalismo. Lo que ocurre es que la cúpula de la Iglesia Católica, que es fascistoide, y una parte importante del Partido Popular, lo hacen ver como bueno, pero sólo porque los otros son mucho peores. Revista Ñ 315 – 10 de octubre de 2009