ARTICULOS DE RELIGION DE LA IGLESIA METODISTA XVI DE LOS SACRAMENTOS Los sacramentos instituidos por Cristo no solamente son signos o señales de la profesión de fe de los cristianos, también son señales seguras de la gracia y la buena voluntad de Dios para con nosotros. Por medio de ellos, Dios obra invisiblemente en nosotros, y no sólo despierta, sino que también fortalece y confirma nuestra fe en Dios. De acuerdo con el Evangelio, son dos los sacramentos instituidos por Cristo nuestro Señor, estos son: el Bautismo y la Cena del Señor. Aunque comúnmente otros cinco –la Confirmación, la Penitencia, el Orden Sacerdotal, el Matrimonio y la Extremaunción– son llamados sacramentos, no se les debe considerar como sacramentos del evangelio, porque parcialmente surgieron de un equivocado seguimiento apostólico y porque parcialmente son estados de vida aprobados en las Escrituras, pero no tienen la misma naturaleza que el Bautismo y la Cena del Señor porque carecen de toda señal visible o ceremonia ordenada por Dios. Los sacramentos no fueron instituidos por Cristo para que fueran contemplados, ni para ser llevados en procesión, sino para que los usemos debidamente. Y sólo en quienes los reciben dignamente, producen un efecto u obra saludable; pero quienes los reciben indignamente, adquieren condenación para sí mismos, tal como dice San Pablo (1ª Corintios 11:29). XVII DEL BAUTISMO El Bautismo no solamente es una señal de profesión y una marca de diferencia por medio de la cual los cristianos se distinguen de quienes no han sido bautizados; también es una señal de la regeneración o nuevo nacimiento. El bautismo de los niños debe ser retenido en la Iglesia XVIII DE LA CENA DEL SEÑOR La Cena del Señor no es solamente una señal del amor que los cristianos deben tenerse entre sí; más bien es el sacramento de nuestra redención por la muerte de Cristo. Tan es así, que para quienes debida, dignamente y con fe reciben este sacramento, el pan que partimos nos hace participar del cuerpo de Cristo; al igual que la copa de bendición nos hace participar de la sangre de Cristo. La transubstanciación (el cambio de la sustancia del pan y del vino en la Cena del Señor), además de que no puede ser probada por la Sagrada Escritura, también es contraria a las claras palabras de la Escritura, porque destruye la naturaleza del sacramento, y ha dado lugar a muchas supersticiones. El sacramento de la Cena del Señor no fue instituido por Cristo para que fuese reservado, llevado en procesión, alzado o adorado.
XIX DE LAS DOS ESPECIES La copa del Señor no se debe negar a los laicos, porque por expresa ordenanza y mandamiento de Cristo, ambas especies de la Cena del Señor deben ser administradas a todos los cristianos por igual.