Art_bazan 2008

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RELACIÓN COMUNIDAD – PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO EN EL SECTOR MOXEKE, VALLE DE CASMA, PERÚ. APROXIMACIÓN AL ENTENDIMIENTO ENTRE ARQUEÓLOGOS Y POBLACIONES. Augusto Enrique Bazán Pérez•

“La capacidad por comprender el pasado es solidaria a la capacidad de sentir el presente

y de inquietarse por el porvenir” José Carlos Mariátegui

Introducción Resulta paradójico que allá, tempranamente en 1924, uno de los más grandes pensadores peruanos, José Carlos Mariátegui, advirtiera del compromiso social que implica el estudio de la historia. Resulta paradójico que la mayoría de arqueólogos peruanos, la mayoría provenientes de las canteras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde siempre fueron populares los pensamientos del autor antes citado, en su carrera profesional hayan sido tan ajenos, sino insensibles, al devenir de los pueblos, incluso a los próximos al patrimonio arqueológico, el cual nosotros mismos estudiamos, en el marco de nuestras investigaciones y/o labores profesionales. Pensamos que la investigación arqueológica se encuentra en un punto tal que se la ve muy desvinculada de la sociedad presente. Esta desvinculación muchas veces se traduce en cierta expectativa negativa por parte de la sociedad para con el patrimonio arqueológico. Los procesos de destrucción de sitios arqueológicos en todo el territorio peruano, la falta de identificación de las sociedades para con su herencia cultural directa, la poca afectación a la sociedad ante las denuncias de destrucción de monumentos o el respaldo directo al “huaqueo” (o saqueo de contextos arqueológicos), la falta de respuesta de las organizaciones civiles y gubernamentales o estatales para con el tráfico de bienes culturales, entre otros problemas, 

Estudiante. Escuela Académico Profesional de Arqueología, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Lima, Perú.

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Augusto Enrique Bazán Pérez

son algunos de los síntomas y/o consecuencias directas del sistema de operaciones bajo el cual los arqueólogos, salvo pocas excepciones, siempre se han desenvuelto, imbuyéndose en cuestiones cientificistas y relegando planes de proyección social a último plano. Pensamos que no basta con que en ciertos medios de comunicación se publiquen noticias de hallazgos en afanes de fomento de la actividad turística (haciendo ver a la arqueología como espectáculo y no dándole en rol de ciencia que por mérito propio se ha ganado), sino que desde los mismos arqueólogos, en sus distintas áreas de trabajo (sean estos trabajos de campo, trabajos en gabinete, gestión en museos, cátedras universitarias, etc.) nazca la iniciativa de trabajar con las comunidades, descentralizando y democratizando la información recogida y el conocimiento generado por la arqueología, fomentando de esa forma la vinculación de las poblaciones para con su historia y su legado, haciendo que estas velen por el cuidado de su herencia cultural, que se sientan cada vez más interesados por su pasado, tomen conciencia del espacio que les toca en el tiempo, cierren filas en torno a la defensa del patrimonio y sean aliados nuestros en dicha tarea, y que dicha apertura en la información redunde en su mejora en términos intelectuales. No apostamos por mejoras económicas en la colectividad ya que de pronto es muy pretencioso hacerlo, sino mas bien mejoras en cuanto al bagaje cultural de las personas, conocimientos que no se recogen en los centros de instrucción básicos y que contribuirían a la mejora de las poblaciones como personas. Si bien es cierto que el correcto desenvolvimiento profesional y científico del arqueólogo es de por sí ya útil para la sociedad, la replana arqueológica y el nivel de especialización que requiere la disciplina no permite, y muchas veces dificulta, el acceso al conocimiento logrado por las investigaciones hacia el público en general. Es por ello que pensamos y creemos que una herramienta útil para la apertura de las ciencias sociales, en especial de la arqueología, a la sociedad y para fines de la protección de los bienes culturales, o el patrimonio nacional, es la necesidad de que los arqueólogos empecemos a desarrollar planes de trabajo con las comunidades directamente asociadas a los sitios que estamos trabajando. Empero, ello no implica “asistencialismos”, ni pretende convertir a los arqueólogos en gestores culturales a rajatabla, desviando los intereses de investigación en los que nos desenvolvemos. La labor de gestión cultural es muy compleja como para que sea abordada de manera apéndice por las investigaciones de campo; para realizar dichas tareas e específicas y mono direccionadas se requiere de proyectos unidireccionales, con el mismo nivel de planificación y delimitación que implica cualquier proyecto de investigación. Lo que propugnamos no implica entonces “asistencia arqueológica” ni planes específicos de gestión 166

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cultural, sino proponer a los arqueólogos mostrar actitudes hacia las comunidades donde estamos trabajando, y cimentar planes más generales y elaborados que necesariamente deben ser abordados, sino por Organismos No Estatales (ONGs), por el ente estatal encargado, el Instituto Nacional de Cultura, y por que no, en un futuro no muy lejano, por el Ministerio de Cultura. Pensamos que los sitios arqueológicos en general deben dejar de ser vistos como cuestiones exóticas, místicas y sagradas, así como estorbos o lastres sin utilidad e importancia que impiden el avance del “progreso”, traducido en la expansión de las actividades económicas. Si bien demandan respeto, pensamos que pueden servir como herramientas didácticas y educativas para las personas que viven en las inmediaciones cuando menos, de forma tal que se deje de lado la visión que toma a estas estructuras como lastres o estorbos, recuperando o asignándole un valor, el que debe ser útil y provechoso en el proceso de desarrollo de las poblaciones. Es así como también podríamos llegar a los objetivos a largo plazo antes mencionados. A continuación se realiza un diagnóstico acerca de la problemática general que encierra la relación comunidad-patrimonio en el sector Moxeke del valle de Casma, en la costa del Perú, para luego precisar ciertas propuestas, en base a dicho análisis, para lograr los objetivos arriba mencionados. Cabe mencionar que dichas propuestas se enmarcan en las investigaciones de campo arqueológicas en el área rural casmeña, de manera tal que las pautas recomendadas no pretenden ser regla para todos los casos en los que se desarrolle la investigación de campo. Será en base a la realidad endémica social que se diseñarán propuestas de proyección social. En todo caso, si se quiere, las propuestas realizadas al final del presente trabajo bien podrían ser extrapoladas a áreas rurales, no a raja tabla, donde las condiciones coyunturales sean similares. El hecho de que lo aquí tratado sea exclusivo para las investigaciones de campo no implica que las demás ocupaciones en las que se desenvuelven los arqueólogos estén exentas de poder vincular a las comunidades, sean estas urbanas o rurales, a su trabajo. Los sitios asociados a las comunidades En el sector existen, entre otros, dos sitios arqueológicos que sobresalen, solo a juzgar por la escala, cuyas ocupaciones provienen de distintas épocas y que están estrechamente ligados a las comunidades que habitan el sector. Demás está decir que son los asentamientos que están en constante peligro de destrucción, no solo por el paso del tiempo sino también por la asociación antes mencionada. Son los sitios de Pampa de Llamas-Moxeke y El Purgatorio. 167

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Fuera de este sector, pero muy próximo a él, se encuentra el sitio de Pampa Rosario, sitio que es afectado, directa e indirectamente, por los pobladores del caserío de San Francisco, y por el impacto de las nuevas formas de siembra y cosecha que tiene hoy en día la agricultura de exportación. Aunque se ubica fuera del área que tratamos en esta comunicación, pensamos que es oportuna su inclusión dentro de la discusión, ya que los procesos de interacción que ha tenido con las comunidades no son ajenos a la problemática macro que luego se desarrollará (ver Fig. 1). Pampa Rosario Se le denomina así dado que el asentamiento se ubica próximo al canal de Rosario, el cual abastece agua para los sembríos al sector de Chili, en el mismo ramal de Moxeke. Pampa Rosario, según Shelia y Thomas Pozorski (1987), corresponde al periodo Horizonte Temprano o Formativo Medio, a juzgar por su crecimiento vertical, característico de este periodo en contraste con el crecimiento vertical de los asentamientos del Formativo Temprano, por su evidencia cerámica y los fechados radiocarbónicos obtenidos. Se encuentra ubicado en la zona de pampa intervalle entre las partes medias de los ramales de Casma y Sechín. El sitio cubre unas 40 hectáreas y consiste en más de 20 estructuras principales, sin embargo, el camino que conduce hacia el sector Moxeke desde la ciudad de Casma corta el sitio en dos partes, una, hacia el oeste, donde se encuentran la mayoría de los componentes arquitectónicos (llámense plataformas, plazas y recintos), y la parte oeste, donde se encuentra el montículo principal, el cual se encuentra aislado de la mayor parte del asentamiento (Pozorski y Pozorski 1987). Hacia el sur de este sitio arqueológico (Fig. 2) se encuentra el caserío de San Francisco. Este se encuentra sobre un cementerio tardío, el cual no aparece en ninguna parte de la literatura arqueológica, pero que es claro en muchos de los cortes realizados en el sitio a partir de la instalación de agua potable en el verano de este año. David Wilson a inicios de los años 90´s ha realizado una prospección sistemática al valle de Casma, y ha logrado reconocer muchos sitios enmarcándolos en distintas fases de ocupación cultural, desde el pre-cerámico hasta la ocupación Inca, sin embargo, y por desgracia, solo un pobre informe ha sido presentado en 1995 (ver bibliografía) donde no consta la totalidad ni la especificidad de los sitios arqueológicos registrados. Creemos que el sitio sobre el que se asienta el caserío en cuestión ha sido reconocido por Wilson incluso antes de que este fuera utilizado como base del asentamiento moderno, el mismo que en la actualidad ya cuenta con luz eléctrica.

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Pampa de Llamas-Moxeke El Complejo Pampa de Llamas – Moxeke (Fig. 3) es representativo del periodo Formativo Temprano (1800/1500 a.c. – 0). Junto con el sitio de Montegrande, en el Valle medio de Jequetepeque, excavado por Michael Tellenbach en la década de los ochenta (ver Tellenbach 1986), representan los mejores testigos a nivel de arquitectura y otras líneas de evidencia hasta el momento para el estudio de este periodo. El sitio se encuentra en el Valle de Casma, a 380 Kms. aproximadamente de la ciudad capital de Lima siguiendo la Panamericana Norte, en zona actual del valle llamada Rinconada de Moxeke1. El complejo se ubica a 16 kilómetros de la actual ciudad de Casma. Se llega al mismo siguiendo la carretera Casma – Huaraz, la misma que conduce al Sitio de Cerro Sechín. A unos dos kilómetros después de este último existe un desvío por una vía carrozable cortada de un cerro, la cual se dirige hacia el valle medio cruzando el sitio de Pampa Rosario, la misma vía llega hasta el caserío actual de San Francisco, y unos kilómetros después, pasa por el antiguo colegio de Santa Matilde, a las faldas de Huaca Moxeke, llegando al complejo en cuestión. El sitio consta de dos montículos principales, Huaca Moxeke o Santa Matilde (así conocida por los lugareños) al sur y Huaca A al norte. Ambas estructuras principales se encuentran frente a frente y están vinculadas por un conjunto de plazas consecutivas cuadrangulares de grandes dimensiones, formando el eje principal del complejo. Asociados a este eje principal tenemos más de un centenar de recintos y montículos de tamaño intermedio, a lo que se denomina áreas de arquitectura intermedia, por ser de menor escala y por estar alineados al eje principal del complejo. Existe evidencia de al menos tres fogones con ventiladores y áreas de arquitectura residencial. Todo el asentamiento cubre un área de 220ha. (Pozorski y Pozorski 2000). La Huaca Moxeke, situada al sur del complejo, actualmente está rodeada por tierras de cultivo y por una vía carrozable hecha luego de la reforma agraria de 1968, emprendida por el entonces presidente Gral. (EP) Juan Velazco Alvarado, mientras que la Huaca A, sus plazas rectangulares frontal y trasera, la arquitectura intermedia y unas cuantas plazas que conectaban antes esta estructura con Huaca Moxeke se emplazan sobre una terraza aluvial o pampa, la cual no ha sido afectada por la agricultura, 1

Denominamos como Sector Moxeke a este espacio geográfico en base a la subdivisión realizada por el

Ministerio de Agricultura, el cual toma como criterio principal la cuestión de regadío para su delimitación. Coloquialmente dentro de esta parte del valle, las subdivisiones se dan en función a los linderos de las antiguas haciendas, así veremos Rinconada de Moxeke, Santa Matilde, Manga Cerrana, Carretería, Cantina, San Rafael, entre otros, nombres que nunca aparecerán en los registros efectuados por el ministerio antes mencionado.

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aunque si por eventos climáticos. El actual canal de Purgatorio, canalizado por los ochentas, hace las veces de límite o frontera entre esta terraza aluvial y el área agrícola y deja muchos perfiles expuestos a lo largo de su curso, notándose en ellos ocupaciones más tardías, por la presencia de cerámica de estilo Casma Inciso. En 1998, durante el último fenómeno del niño, un Huayco2 cayó desde los cerros traseros a Huaca A, llevándose casi la mitad de la plaza circular hundida trasera al patio cuadrangular trasero del montículo, dejando una gran avenida, la cual está hoy seca, pero que melló mucho en el paisaje del sitio. Uno de los primeros personajes que arriba al sitio es el viajero Ernst Middendorf (1973: 219-223), quien a fines del siglo XIX realizó las primeras descripciones del sitio. Luego de ya entrado el siglo XX y con la ciencia arqueológica un poco más desarrollada, interviene Julio C. Tello (1956:44-46) quien en 1937, en el marco de su expedición al Marañón financiada por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y ayudado por su discípulo Toribio Mejía Xespe, halló los ídolos de barro tan famosos que caracterizaron a la Huaca Moxeke, realizando sobre esta estudios más exhaustivos que sus predecesores. En 1956 Donald E. Thompson y Donald Collier, discípulo y maestro respectivamente, realizan excavaciones, reconocimiento y prospección del valle para el Museo de Historia Natural de Chicago. En el análisis de la información recogida, Dr. Collier estudia la secuencia cerámica y a partir de esta, la cronología de los sitios que se investigaron, incluidos Huaca A y Moxeke (Collier 1962), mientras que Thompson toma el estudio de la arquitectura y de los patrones de asentamiento para la cuenca (Thompson 1964). Desde 1980 hasta nuestros días, los arqueólogos norteamericanos, Shelia Pozorski y Thomas Pozorski, ambos de la Universidad de Texas - Pan American, vienen investigando en el valle a través del Proyecto Casma Temprano, habiendo empezado sus trabajos, los mas consistentes y completos hasta ahora, en el complejo de Pampa de Llamas – Moxeke, asignándolo para el periodo Formativo Temprano basándose en fechados radiocarbónicos de 1600 a 1200 años a.C. (Pozorski y Pozorski 2000).

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Deslizamiento de tierra y agua (lodo) producido por intensos eventos pluviales, mayoritariamente ocurridos

durante Fenómenos ENSO o del Niño.

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El Purgatorio Este asentamiento se encuentra en el valle medio del ramal de Moxeke 3 en el Valle de Casma, a una altitud de 180 m.s.n.m. Se ubica exactamente detrás del caserío denominado Moxeke, aunque se le denomina como Purgatorio dada su adyacencia al cerro que lleva el mismo nombre (Fig. 4). Es un complejo de varios componentes arquitectónicos, la gran mayoría elaborados a base de adobes y piedra. Todo este gran conjunto arquitectónico abarca aproximadamente un Km.². Julio C. Tello (1956) reconoce por primera vez el sitio, asociándolo como capital de la cultura Casma, e identificando un estilo cerámico en particular, el estilo Casma Inciso. A diferencia del sitio de Pampa de Llamas-Moxeke, cuya arquitectura suele expandirse horizontalmente, salvo el caso de las plazas, este asentamiento crece de manera vertical, llegando a aterrazar las laderas de los cerros adyacentes en tanto el crecimiento del mismo. Tello pensaba, como dijimos anteriormente, que el sitio había sido capital de la cultura Casma durante el Horizonte Medio y ya durante el Intermedio Tardío habría funcionado como “tambo” a juzgar por su asociación a un camino prehispánico. Carol Mackey y Ulana Klymishyn (1990) pensaron que el sitio habría funcionado como enclave regional Chimú posterior a la conquista del valle. Sin embargo, Melissa Vogel ( Vogel y Vilcherrez 2004), arqueóloga norteamericana quien actualmente viene investigando el sitio,

piensa que la ocupación del asentamiento “empezó en el Intermedio Temprano (ca. 200-600 d.C.) y se extendió hasta el Intermedio Tardío (1470 d.C.). Actualmente, se sospecha que la ocupación de este sitio podría datar del Horizonte Medio (600d.C.-1000d.C.), el cual correspondería aproximadamente a la transición entre la cultura Moche y la cultura Chimú” (Vogel y Vilcherrez 2004: 4).

Una muestra gráfica del sitio en mención ayudará a tener una mejor idea de él (ver Anexo Fig. 5).

Si logramos ver la cuestión espacial del Sector Moxeke con respecto a sus poblaciones, tanto dispersas (agricultores poseedores de parcelas o chacras) como nucleadas (quienes viven en los caseríos), veremos que en la misma planicie aluvial convergen ambos 3

El valle de Casma comprende en su valle medio, cuando menos, dos ramales, a decir de algunos, el río Grande

y Sechín, para otros (Ministerio de Agricultura, Carta Nacional), río Casma y Sechín, para el presente trabajo y en base a Tello (1956), río Moxeke y Sechín. (hay quienes llaman al Sechín como río Loco, dado su caudal en extremo irregular, que puede variar en cuestión de horas; todos los nombres coloquialmente son válidos). De una u otra forma, ambos ríos se unen 10 kilómetros antes de llegar a la línea de playa, formando el rio Casma, ya en el valle bajo.

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asentamientos (ver Fig. 6) antes mencionados, por lo que este espacio será crítico en la evaluación del problema. Problemática Macro Queremos hacer ver mediante este término la problemática de la comunidad en general para con los sitios arqueológicos del sector Moxeke antes mencionados (Fig. 1). Vayamos entonces primero a los antecedentes de la zona en cuestión. El sector que denominamos Moxeke, en el que se encuentran insertos los caseríos, las chacras, y los sitios arqueológicos, perteneció antes de 1968 a la Hacienda de San Rafael, la más grande del Valle, la que pertenecía a la familia Mujica Gallo, familia terrateniente la cual poseía sendas haciendas a lo largo de la costa peruana. Antes de la Reforma Agraria en 19684, llevada a cabo bajo el gobierno de facto del Gral. (EP) Juan Velazco Alvarado, el sistema de distribución y manejo de tierras era distinto al convencional. El hacendado nunca vivió en sus tierras, de modo que la hacienda era manejada por el administrador. Había dos clases de tierras dentro de la hacienda, las que se arrendaban y las que el administrador directamente usufructuaba. La modalidad primera era prestada a los yanaconas, quienes a modo de alquiler sembraban la tierra y pagaban en productos de cosecha contabilizados en fanegas o fanegadas a la hacienda de acuerdo al número de hectáreas explotadas, mientras que bajo la segunda modalidad, al mayordomo se le entregaba un número de tierras, pocas para el universo de hectáreas, y contaba con peones pésimamente asalariados, quienes vivían en las inmediaciones de la casa hacienda y trabajaban de sol a sol en las labores de siembra, mantenimiento de los campos, cosecha y cuidado del ganado. Las actividades pecuarias eran presentes pero no muy representativas para la economía local. Se dice que el administrador y la familia tenían tantas reses y demás animales (ganado caprino y porcino) regados por la ribera del río (llamado Casma, Moxeke o 4

En 1968, el Gral. Juan Velazco Alvarado, apoyado por la cúpula militar de ese entonces, derroca al presidente

Fernando Belaunde Terry e implanta el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, direccionando sus políticas reformistas en base a un documento denominado “Plan Inca”. La primera fase de este periodo, denominado como Gobierno Militar (1968-1980), se caracterizó por aplicar las reformas históricamente postergadas por los gobiernos pasados, aliados del capitalismo, del imperialismo norteamericano y con la burguesía nacional fiel a sus intereses. Las fuerzas armadas, cansadas de ser “el can cerbero de la oligarquía” (en palabras del mismo Velazco) emprendería el proceso de “revolución nacional”, lo cual implica varias reformas, llámense Agrícola, Educativa, Industrial, etc. La segunda fase, la del gobierno del Gral. Francisco Morales Bermúdez, quien derrocara a Velazco en 1975, se encargaría de desmantelar las reformas emprendidas por su predecesor.

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Grande) que cuando los abigeos robaban alguna cabeza nadie lo notaba. La carne sustraída era vendida a bajos precios y de ella se alimentaban el peonaje y gentes de bajos recursos que vivían en rededor. Acerca de la relación Hacienda – Patrimonio no sabemos mucho, aunque sería un buen tópico de investigación, sin embargo, sabemos que para fines de la época de haciendas en el valle, y en toda la costa norte, los señores hacendados animaban y alentaban al huaqueo, ya que las piezas extraídas podían lograr buenos precios dadas las conexiones que estos señores aristócratas y terratenientes poseían, alimentando colecciones privadas y generando a veces ganancias aún mayores que las cosechas mismas. No creemos que la situación en la antigua Hacienda de San Rafael haya sido distinta, puesto que la conocida colección privada, de nombre Museo de Oro en Lima, pertenece a la misma familia dueña de San Rafael, los Mujica Gallo. Luego de la reforma las cosas cambiaron drásticamente. Las tierras fueron entregadas a quienes las trabajaban en base también del número de integrantes por familia. Felizmente para la arqueología nacional no se repartieron las pampas próximas a las sementeras, tal como sucedió en otras cuencas costeras, las cuales contienen restos arqueológicos como por ejemplo el mismo Pampa de Llamas – Moxeke, El Purgatorio o Pampa Rosario. Se comenzaron a abrir vías carrozables dentro de la hacienda, las cuales no existían antes de la reforma, estando presentes fuera de los linderos de la misma. Esto último comenzó a alterar un tanto el paisaje y también, en especial, a Huaca Moxeke, la cual comenzó a ser “afeitada” o recortada por sus lados, no mucho, pero recortada al fin y al cabo, con el propósito antes expuesto. El pequeño montículo sur contiguo a dicha edificación, a la que los lugareños llaman Huaquilla, la que es de poca escala y de fechado posterior a su adyacente, también fue muy recortada, disminuyendo aún más su pequeño tamaño. El cambio en la distribución de la tierra y los consabidos cambios en las relaciones de poder entre los actores sociales enmarcados en el sistema de las haciendas, comenzaron a mellar en la vida social de los pobladores de la zona. Por testimonio de los mismos nuevos propietarios, la tenencia de la tierra por parte de las cooperativas fue productiva en el valle, teniendo a un ingeniero agrónomo como asesor en los asuntos de gestión y manejo de las sementeras, haciendo que la transición de hacienda – propiedad colectiva no sea traumática y mas bien productiva y provechosa. Es cuando las reformas son desmanteladas, luego del golpe del Gral. (EP) Francisco Morales Bermúdez en agosto de 1975, que el estado retira la cooperación técnica que aportaba a las cooperativas, y esto se traduce en el retiro de los ingenieros que prestaba la oficina de Reforma implementada en la Revolución Nacional. Esto motivó la caída de dichas entidades y un periodo de crisis para la agricultura en general, de la 173

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cual aún hay rezagos el día de hoy, como por ejemplo falencias de los mismos agricultores tanto en el manejo y aprovechamiento de las tierras, como del estado en búsqueda de mejores precios para los productos que estas, los agricultores y los campesinos producen. El terremoto de 1970 dejó consecuencias terribles para las poblaciones, no solo rurales, sino también urbanas. La ciudad de Casma, la cual era en su totalidad hecha de adobes, se derrumbó completamente. Las casas en las chacras eran del mismo material y corrieron con la misma suerte. Una excepción a esto fueron las viviendas de quincha, las cuales al movimiento simplemente se sacudieron, botando el barro de su estructura y dejando casi entero el armazón de cañas que poseían, es por ello que dicha técnica constructiva fue preferida por los pobladores en tiempos post - terremoto. Las consecuencias nefastas se extendieron hacia los restos arqueológicos. Los grandes muros de más de tres metros que conformaban los muros perimétricos y concéntricos del Castillo de Chankillo, en la margen derecha del río, se vinieron abajo, dejando como testigo tan solo los cimientos en muchas ocasiones. Por relatos de ancianos sabemos que las consecuencias en el montículo de Moxeke y las construcciones tardías en Pampa de Llamas fueron nefastas también. Muros de piedra y adobe cónico en Moxeke y grandes muros hechos de tapiales en otros sitios colapsaron ante el movimiento telúrico, destruyendo las estructuras y propiciando el saqueo dadas las rupturas y aberturas en las construcciones. El saldo de este fenómeno natural fue catastrófico tanto para las poblaciones vivas como para los sitios arqueológicos. En la sierra del departamento (ahora región5), el terremoto, el aluvión que sepultó a Yungay y los anteriores que habían afectado al pueblo vecino de Ranrailca mellaron en las vidas de esas personas, obligándolas a migrar hacia la costa. Es en esta época que se comienzan a formar los caseríos que antes habíamos señalado (Moxeke y San Francisco). Los nuevos dueños de la tierra precisaban peones, ya que los antiguos no lo eran mas, sino propietarios amparados por la ley. De modo tal que la coyuntura de la reforma y del terremoto ayudó a que la nueva mano de obra comenzara a bajar desde las sierras de Ancash, estacionalmente, aunque otro tipo de trabajadores comenzaron a establecerse en centros poblados o caseríos o incluso en la misma ciudad capital de provincia. De esta forma es que se forman Caseríos tales como San Francisco, el cual está muy próximo al sitio de Pampa Rosario, representante del Periodo Formativo Medio. Dicho caserío se asienta sobre un cementerio tardío y está próximo a un área que presumimos es de cementerio, presente en las faldas del Cerro San Francisco, y muy próximo 5

Durante el gobierno del presidente Alejandro Toledo Manrique (2001-2006) se ejecutaron varias políticas de

descentralización, y una de ellas fue el cambio de denominación a los Departamentos, los cuales pasaron a denominarse Regiones.

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al área de montículos y recintos de tamaño intermedio alineados paralelamente al eje principal del complejo de Pampa de Llamas – Moxeke. El otro caserío que se forma en el sector resulta ser el de Moxeke (toma el nombre del sector del valle), se emplaza en la base de la falda del cerro Purgatorio, el cual contiene al sitio arqueológico llamado Purgatorio. Melissa Vogel y Percy Vilcherrez (2004) dan cuenta de que el sitio ha venido siendo afectado por los continuos fenómenos ENSO en su parte superior, por terremotos y por la expansión del mismo caserío, afectando la parte más exterior del área arqueológica, luego de la implementación del proyecto Chinecas6. En nuestra última visita al sitio constatamos que la población había implementado un pequeño cementerio en un recinto del sitio, el cual a lo mucho debe contar con unas 30 tumbas, de las cuales la más antigua que vimos databa de 1987. Desde el año 2001, con la apertura a los mercados internacionales a través de los distintos tratados que el Perú ha firmado con EE.UU. (ATPDEA, ALCA), la situación de la agricultura ha cambiado en la zona, la que afecta directamente muchas veces en los sitios arqueológicos. El valle tradicionalmente había sembrado, y desde tiempos de la hacienda, en orden de preeminencia, maíz, algodón, maní, pallares, lentejas y frijoles. En la década de los noventa se empieza a introducir la siembra de cebolla rosada y ají, productos que después de ser cosechados son puestos a secar, por lo general, en las pampas, las cuales muchas veces poseen sitios, y el tránsito de los agricultores por estas zonas y de vehículos de carga pesada, siempre suelen perjudicar a las áreas arqueológicas. A fines de los noventas y en lo sucesivo, nuevas plantaciones fueron introducidas en la producción agrícola del valle de acuerdo a las apetencias del mercado internacional y del boom agro exportador en la costa peruana. El mango de tipo KEN es la planta engreída actualmente por los agricultores de la zona, por su buen precio y por el sistema de cosecha que requiere. El peso de esta fruta llega a alcanzar a veces los 500 gramos. Esto conviene dado que el comprador ofrece hasta 55 centavos de dólar (o su equivalente en soles, 1.5 soles aproximadamente) por kilo, al contado. Para la cosecha el agricultor no requiere del peonaje, ya que el mismo comprador, el cual es un intermediario entre el agro exportador y el agricultor, posee su propio equipo de pañadores, los cuales se encargan de retirar los mangos de sus plantas, sin que el agricultor invierta en ello, encargándose tan solo de observar y certificar el peso de lo extraído. Negocio redondo si no 6

El proyecto de irrigación Chinecas implica la construcción de un gran canal que cruce los desiertos intervalle

de los valles de Chicama, Nepeña y Casma, a fines de hacer productivas dichas áreas en base a la agricultura. Dado que el primero es un río que carga agua todo el año y los dos últimos son estacionales, se utiliza el agua permanente del Chicama para irrigar todas las zonas antes mencionadas.

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fuera porque la primera cosecha sale en cuatro años desde la siembra de la planta, la cual al año y medio debe injertarse con otra variedad de mango. Los agricultores recuperan el total de su inversión mas o menos después de la segunda o tercera cosecha. Después de este producto los otros introducidos en la economía agrícola del valle son el espárrago, la uva, la maracuyá y la palta. Últimamente, y por la coyuntura que está suponiendo la producción del combustible alternativo ecológico, Etanol, el cual se hace a base de almidón de caña de azúcar y maíz amarillo duro, es que la producción de maíz en la zona está volviendo a tomar importancia, ya que en pocos meses el costo del kilo ha aumentado de 45 céntimos a un nuevo sol. El problema es el siguiente. Mientras que las cosas mejoran para los agricultores, se tornan más grises para el patrimonio arqueológico. La creciente producción de los frutos antes señalados ha motivado la presencia de cada vez más vehículos de carga pesada, los cuales se encargan de transportar a los pañadores a las sementeras y de sacar en javas (o cajas de plástico) el producto, el cual es llevado luego a la ciudad de Casma a ser embarcado en los contenedores hacia el puerto de Paita, en Piura, para su posterior exportación. En tanto que dichos volquetes han dejado de usar las vías internas del sector del valle han comenzado a utilizar caminos propios, los cuales son hechos incluso cortando las estructuras de tamaño intermedio y plazas del eje principal del complejo de Pampa de Llamas – Moxeke. La Pampa Rosario, no específicamente el sitio, se halla enmarcada en un conflicto entre dos familias tradicionales de Casma, quienes se disputan la tenencia de la misma. Ambos bandos hace dos años tuvieron una encarnizada querella legal (llegando incluso a las armas de fuego) por disputarse la propiedad de la pampa entera, la cual por el método de irrigación, harían productiva para la siembra de espárragos. Recordemos, y tal como la figura muestra, que el sitio arqueológico ocupa la mayor parte de la pampa. Hasta donde sabemos, ni la Dirección Regional del Instituto Nacional de Cultura –Ancash, ni la matriz en Lima, se han pronunciado sobre el tema. Todo parece indicar que se ha llegado a un acuerdo, dado que una parte de la pampa fue arrendada a una empresa agrícola del valle de Olmos, la cual hizo secar ají páprika (otro producto de exportación) en la pampa antes mencionada. Para dicho fin la empresa contrató casi un centenar de trabajadores, e hizo uso de varios pequeños tractores para esparcir el fruto en las arenas. La cantidad de ají regado por la pampa fue tal que casi alcanza el área arqueológica, en especial el montículo principal, aislado en la parte oeste del asentamiento. El tránsito de los vehículos y de las personas, de haber llegado a los montículos, pudo haber sido en extremo perjudicial para el sitio.

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Los problemas antes citados, cabe mencionar, van aparte del problema histórico: El Huaqueo. Y esto va relacionado a la falta de preocupación por parte de los pobladores ante los problemas que aquejan a su Patrimonio Arqueológico directo, lo cual, más de las veces, es algo que desconocen por completo. Lo último implica un problema más, vale decir, la falta de conocimiento de la población al respecto del término Patrimonio Cultural, a lo que ellos directamente asocian con los términos Huaca o Huacos. Por nuestra experiencia personal hemos logrado identificar que los pobladores circundantes a las zonas arqueológicas no tienen una expectativa negativa hacia las zonas arqueológicas, mas bien, una parte de ellos conciben de ellas su potencial en cuanto a cuantos ceramios o “huacos” se puedan de las “huacas” extraer. De no ser esa la intención, son ajenos a dichos monumentos, simplemente les es indiferente la existencia de los mismos. Hay otro tipo de pobladores quienes tienen particular interés en las historias que de los sitios se desprenden, historias fantásticas de aparecidos, almas, entierros, antimonios y tesoros. Son ellos los ancianos o gente ya mayor quienes suelen contar este tipo de narraciones extraordinarias a quienes quieran escucharlo. Ello denota la importancia que juega el patrimonio histórico para con la reproducción del grupo social. Una muy reducida porción espera y plantea la implementación de proyectos de puesta en valor, para crear la infraestructura necesaria a fines de fomentar flujos turísticos a la zona, y así poder ganar réditos de dicha actividad. Propuestas Esbozar un diagnóstico acerca de la problemática socio económica de la población rural en la cual se investiga, y asociar dicha coyuntura para con la situación presente de las áreas arqueológicas, es crítico para la mejor orientación de planes de proyección social en la investigación arqueológica. Realizar este tipo de análisis no resulta del todo complicado, ni demanda la necesidad imperativa de realizar investigaciones bibliográficas fuera del ámbito de la investigación meramente arqueológica, sino que deviene del simple hecho de interactuar con los ancianos, o con las gentes que tienen representatividad dentro de las comunidades, personas que por su experiencia poseen en sus haberes suficiente historia acerca de la realidad social de sus espacios geográficos. Pensamos que el arqueólogo, si bien no es educador, no es incapaz de comunicar los conocimientos que tiene, de una forma menos técnica (obviando un tanto la jerga propia de nuestra disciplina) y lo más digerida o simple, a las personas que quieran escucharlo. Por lo general el impacto que genera un proyecto arqueológico es relevante en las poblaciones. Las 177

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comunidades rurales circunscritas a las zonas donde trabajamos tienen una expectativa acerca de nuestro quehacer dentro de sus dominios y por lo tanto, por lo general, están dispuestos a escucharnos ya sea oficial como extraoficialmente. La capacidad de comunicar del arqueólogo es básica para que la relación comunidad-arqueología sea productiva y eficaz, de manera tal que dicha interacción resulte beneficiosa para los pobladores, al nutrirse de conocimientos que no reciben en los centros de instrucción básicos y que no refieren a hechos, personajes o sitios distantes, sino propios de sus localidades, y para los mismos arqueólogos, quienes aprenden de los modos de vida endémicos, de sus costumbres, de sus conocimientos de flora, fauna y clima, del reconocimiento de buena parte del material arqueológico proveniente de las excavaciones, entre muchas otras cosas más. No debemos esperar a que las poblaciones nos llamen a sus reuniones comunales para poder exponerles nuestros objetivos de investigación o lo que esperamos pueda generar el proyecto, sino nosotros mismos debemos pedir audiencia para poder participar a la gente acerca de nuestro trabajo. Es una buena forma de ofrecer respeto a los lugareños, a fines de que la convivencia temporal sea buena y los objetivos de proyección social sean logrados. Los arqueólogos no deberán ir como los “educadores” de las poblaciones “sub-desarrolladas”, dado que son egresados

“universitarios”,

ni

ir

con

ínfulas

paternalistas-humanistas-indigenistas

decimonónicas. No podemos “enseñarle” acerca de “identidad” propia de un lugar, en base a la historia, a un lugareño, es ridículo hacerlo. Lo que podemos lograr, en base a lo que estudiamos, es poder complementar los conocimientos que construyen las identidades ya establecidas en el imaginario, a través de charlas y talleres (no conferencias, ya que de pronto es un mecanismo usado en planos académicos y sirven para otros fines), en sí actividades en común que conllevan a la complementación mutua antes mencionada. La presencia de colegios o escuelas es muy provechosa, como complicada. Dichas instituciones, pensamos, son estratégicas, ya que, para el caso que tratamos, se encuentran muy próximas a los sitios arqueológicos. Dado esto creemos en la existencia de cierta expectativa de los educandos para con los sitios. La existencia de una Huaca debe tener cierta connotación en la vida y formación del estudiante. Dicha relación, la cual se da con el día a día, y mas aún siendo que sus lugares de residencia están directamente vinculados a otros sitios arqueológicos alrededor de la zona, tiene que afectar directa o indirectamente a los educandos en sus vidas, creando definitivamente expectativa ya sea positiva o negativa para con el sitio, ya sea queriendo la conservación o remozamiento de su Huaca, pretendiendo su destrucción por ser un estorbo quizá para la construcción de vías de comunicación o ampliación de tierras agrícolas, o teniendo un criterio nulo para con el monumento en sí (una 178

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encuesta daría más luces al respecto). Dado que los arqueólogos no estamos preparados para tratar con niños o adolescentes en el ámbito escolar, es indispensable la coordinación con los profesores, quienes muchas veces forman parte de las mismas comunidades, sino viven en pueblos cercanos o en la ciudad misma, vale decir, no son del todo ajenos a la problemática social endémica en general. Con los profesores se pueden lograr estrategias para la creación de contenidos a ser impartidos a los alumnos, contenidos básicos acerca del concepto de patrimonio, arqueología, sitios arqueológicos y el por qué estos deben ser preservados, tratando de condenar las actividades de saqueo o excavaciones ilícitas. Lograr la aprehensión de estos contenidos en etapas tempranas de la población escolar será útil para que nuevas generaciones no cometan algunos errores que cometen las presentes. La redacción o elaboración de folletos simples acerca de la arqueología de la zona a estudiar es muy útil para lograr los objetivos antes mencionados. Ello no es difícil para un buen profesional, y al ser simple, no es del todo representativo en el presupuesto del proyecto. Incluso ello bien puede servir como preludio a lo que debieran ser visitas guiadas por los mismos arqueólogos (siempre que no interfiera representativamente en el buen desarrollo de las operaciones de investigación) para las poblaciones adultas y escolares, ello como medio para reforzar la relación planteada. Si bien no es del todo representativo, los proyectos arqueológicos generan puestos de trabajo, los cuales muchas veces ofrecen mejores salarios que el jornal convencional de la zona. Por ello, es necesario que la mano de obra que se contrate como asistencia en las excavaciones sea propia del lugar. Ello es beneficioso tanto para el proyecto como para los pobladores mismos, por motivos antes ya expuestos. Consideraciones Finales Sabemos que será muy difícil hacer que el colectivo de los arqueólogos nacionales ejecute este tipo de prácticas, justificando su no realización por motivos de presupuesto, tiempo, condiciones, etc. Este problema, más que de voluntad, es un problema de formación, que debe ser abordado, cuando menos, en las aulas universitarias, y solucionado mediante la formulación de currículas flexibles que aborden este tipo de problemáticas. El profesional de la arqueología, en tanto científico social, debe tener la capacidad de interiorizar que la vigencia de la ciencia social en general depende mucho del nivel de aceptación y uso que esta tenga en la sociedad en general, ya que para esta ella trabaja e investiga. De nada servirá que estemos imbuidos en cuestiones académicas si no somos capaces de voltear nuestra mirada hacia atrás y no ser partícipes de lo que adolece a las comunidades en el presente, ni 179

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inmutarse ante la problemática social en general. La arqueología, y ya se ha dicho en extenso, no es un medio para los arqueólogos, sino para la sociedad (en términos de desarrollo, y por qué no, para la subversión de la realidad), y si a esta no llega, entonces estamos condenando a esta disciplina al fracaso total, y prueba de ello son las últimas leyes “anti-patrimonio” decretadas recientemente por el Poder Ejecutivo en el marco de las facultades cedidas por el Congreso de la República para legislar en materia de la implementación del Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos de Norte América. El Instituto Nacional de Cultura no está en desacuerdo, el Colegio de Arqueólogos del Perú no ha emitido pronunciamiento alguno, las escuelas de arqueología del país no se han pronunciado oficialmente, entonces cabe preguntarnos, ¿Quién podrá defendernos? Como se ha propuesto antes (Valdez 2004, Bazán et al. 2008), no se necesita seguir las líneas teóricas de la Arqueología Social Latinoamericana para hacer efectivos y operativos este tipo de trabajos. Como se dijo en un comienzo, este tipo de actividades reforzarán el vínculo de la sociedad a su pasado, fomentará la conciencia histórica de las poblaciones, a fines de que la sociedad futura descanse sobre mejores bases y se proyecte a objetivos más ambiciosos, vale decir futuras generaciones con mejores herramientas intelectuales para lograr objetivos de desarrollo nacionales exitosos. Los arqueólogos, como es obvio, no tenemos la clave, ni la varita mágica que logrará que esta sociedad mejore en términos socio-económicos, pero definitivamente podemos aportar, sustancialmente, en mejorar las condiciones de vida mediante el conocimiento del pasado y creando infraestructura útil a partir de los monumentos prehispánicos (y por qué no, históricos). Paralelo a esto, el rigor en la investigación científica arqueológica ayudará a denunciar los mecanismos históricos de explotación en la sociedad, para luego proyectarse a subvertir la realidad, ello implica objetivos más ambiciosos de la disciplina, pero pensamos que difícilmente se concretarán si es que en el proceso no se muestran actitudes que impliquen mejoras en la calidad de vida de las personas. Lograr el fin máximo del estudio del pasado prehispánico depende mucho de institucionalización de la arqueología en tanto ciencia social y creemos firmemente que lo aquí planteado ayudará en ese sentido. Para concluir, no planteamos que la arqueología lleve la batuta de la orquesta denominada “desarrollo”, en base a cánones y parámetros por nosotros mismos desarrollados (la sociedad en general, entre ella los arqueólogos como agentes sociales), pero en ese sentido tenemos que ir trabajando.

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Agradecimientos Quiero agradecer a mi principal informante, Felipe Bazán Soto, mi abuelo, por las grandes contribuciones en cuanto a la historia del valle de Casma, en especial del Sector Moxeke. También a mi padre, por haber corregido ciertas informaciones presentes en el texto. A Mario Advíncula por haber corregido una versión anterior del presente trabajo y a Alex Gonzales por criticar de forma tan incisiva la versión cuasi finalizada.

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Anexo

Fig. 1. Resumen de los sitios mencionados en el texto, Pampa de Llamas-Moxeke, Purgatorio y Pampa Rosario, georeferenciados a mano alzada según Julio Cesar Tello (1956). Aunque el autor no haya esbozado el plano del último sitio mencionado (Pampa Rosario), si referencia en emplazamiento donde se encuentra. 182

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Fig.2. Plano general del asentamiento de Pampa Rosario, tomado de Pozorski y Pozorski 1987.

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Fig. 3. Plano General del Complejo de Pampa de Llamas-Moxeke, tomado de Pozorski y Pozorski 1986: 384

Fig. 4. Vista aérea que muestra la totalidad del asentamiento, el cual no solo comprende la 184

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parte trasera del Caserío de Moxeke (Sector A, resaltada en el cuadro), sino las partes adyacentes a esta, ubicadas al sur del Cerro San Francisco, los Sectores B y C (Subdivisión de Melissa Vogel)

Fig. 5. Subdivisión por Sectores del Asentamiento, el Sector A es el que se detalla en la figura anterior como colindante con el caserío de Moxeke. Subdivisión de Melissa Vogel.

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Fig. 6. Vista panorámica en la cual el trazo negro delimita la porción del valle conocido como Moxeke, la cual era antes parte de la Hacienda de San Rafael, mientras que los trazos rojos indican esquemáticamente la ubicación de los sitios antes mencionados, los dos compartiendo la misma llanura aluvial.

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