Apologetics Press :: Temas Doctrinales ¿Odia Dios a los Pecadores? por Kyle Butt, M.A. [English] Versión Imprimible | Enviar este artículo La mayoría de religiosos está de acuerdo que Dios odia el pecado. Una y otra vez, la Biblia enfatiza el hecho que Dios aborrece la iniquidad. Dios dijo al profeta Jeremías que hablara a los israelitas acerca de su pecado, diciendo: “No hagáis esta cosa abominable que yo aborrezco” (44:4). El escritor de Proverbios listó siete pecados que el Señor aborrece (6:1619). El profeta Zacarías declaró que Dios odia el juramento falso y los malos pensamientos en contra del prójimo (8:17). Jesús mismo dijo que odiaba las obras de los nicolaítas (Apocalipsis 2:6). La Biblia enfatiza que el Señor odia el pecado. Algunos han sugerido que el odio de Dios va mucho más lejos. Ellos creen que Dios odia al pecador así como al pecado que comete. Se ha sugerido que Dios ama a los que le obedecen y odia a todos los que le desobedecen. Los que enseñan esta idea utilizan varios versículos bíblicos para “probar” su caso. Por ejemplo, el Salmo 5:5 dice que Dios odia a “a todos los que hacen iniquidad”. Proverbios 6:18,19 dice que Dios odia al “testigo falso que habla mentiras, y [al] que siembra discordia entre hermanos”. ¿Es cierto que Dios odia a los pecadores así como a su pecado? Cualquier persona que ha leído la Biblia entiende que uno de sus temas más grandes es el amor. La Biblia dice que Dios es amor (1 Juan 4:8). También explica que Dios mostró Su amor hacia nosotros mientras estábamos todavía en nuestros pecados: Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros (Romanos 5:6-8). Un aspecto interesante de este pasaje es que enfatiza que los pecadores perdidos no eran “justos” o “buenos” cuando Cristo demostró Su amor por ellos. En la narración del joven rico, Jesús explicó que a este joven le faltaba algo para agradar a Dios. Pero aunque al joven rico le faltaba algo y estaba perdido, la Biblia dice que Jesús “le amó” (Marcos 10:21). Cuando Jesús hizo lamentación por la Jerusalén perdida, declaró: ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! (Mateo 23:37). Jesús dijo que Su amor por los habitantes perdidos de Jerusalén era como el de una gallina para sus polluelos. Ese enunciado obviamente denota amor por los pecadores en Jerusalén. En uno de los versículos bíblicos más conocidos acerca del “amor”, Jesús dijo: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Dios demostró Su amor para el mundo perdido antes que los perdidos creyeran en Jesús. Juan además explicó esto cuando
escribió: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 4:10). Es claro por estos versículos que Dios ama a los pecadores perdidos, y que Él mostró ese amor al enviar a Jesús. Entonces, ¿cómo podemos reconciliar los versículos que parecen sugerir que Dios odia a los pecadores, pero que los ama a la misma vez? Una de las soluciones más plausibles es que los escritores de la Biblia usaron una figura de expresión llamada metonimia cuando escribieron que Dios odia a los pecadores. “Metonimia” se define de la siguiente manera: “Una figura en la cual se usa un nombre o sustantivo relacionado en vez de otro” (Bullinger, 1898, p. 538). Bullinger además explica que la metonimia puede ser una figura “de causa”, cuando se reemplaza la cosa que se realiza con la persona que realiza tal cosa (p. 539). Por ejemplo, en Lucas 16:29, el texto dice: “A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos”. En realidad, ellos no tenían a “Moisés y a los profetas”, sino tenían sus escritos. El nombre Moisés es una metonimia que representa a sus escritos, ya que él era la causa de los escritos. En tiempos modernos sería como decir, “Odio a Shakespeare”. ¿Quisiera decir esa persona que odia la personalidad de Shakespeare? No. Nosotros entendemos que estaría diciendo que no le gusta los escritos de Shakespeare, sin tener en cuenta la personalidad del dramaturgo. Si aplicamos la misma figura de expresión en los pasajes que declaran que Dios “odia a los pecadores”, podemos ver que se reemplaza el pecado con el pecador. Por ende, cuando Dios dice que Él odia al “testigo falso que habla mentiras” (Proverbios 6:19), quiere decir que Él odia las mentiras. Al usar la metonimia, se reemplaza la mentira (el efecto) con el que miente (la causa). Es interesante notar cuán clara puede ser esta característica en otros contextos. Por ejemplo, Proverbios 6:17 dice que Dios odia “la lengua mentirosa”. ¿Significa eso que Dios odia a una lengua mentirosa hecha de músculos y tejidos? No. Significa que Dios odia el pecado que la lengua puede realizar. En el mismo contexto, aprendemos que Dios odia a “los pies presurosos para correr al mal” (6:18). Otra vez, ¿significa eso que Dios odia a los pies físicos? No. Simplemente significa que odia el pecado que esos pies pueden realizar. Es interesante que pocos (o nadie) sugirieran que Dios odia a lenguas o pies físicos, pero ellos insistirían que Dios odia realmente a los pecadores así como al pecado que realizan. Cuando estudiamos la Biblia, es muy importante tener en cuenta que los escritores de la Biblia a menudo usaron figuras de expresión. Cuando consideramos la idea que Dios odia el pecado, pero ama a los pecadores, la figura de expresión conocida como metonimia clarifica la confusión. Así como Dios no odia a los pies o a las lenguas físicas, Él no odia a los pecadores. Estos sustantivos se usan para representar lo que realizan—el pecado.