ANSELMO DE CANTERBURY
BIOGRAFIA
(Aosta, 1033-Canterbury, 1109) Monje benedictino. Fue abad de Santa María de Bec, en Normandía, y arzobispo de Canterbury (1093). Desterrado por querer sustraer de la influencia regia las elecciones episcopales, pudo regresar a Inglaterra. Fue uno de los prelados más cultos de su tiempo. La especulación filosófica, según él, era una consecuencia exigida por la fe. Sostenía la necesidad de creer para comprender a fin de intentar luego comprender lo que se creía. No anteponer la fe, según Anselmo, era presunción; sin embargo, no apelar a continuación a la razón era negligencia.
En la cuestión de los universales, se inclinó hacia la solución platónica. De este realismo proviene el valor de la llamada prueba ontológica de la existencia de Dios propuesta en el Proslogium: tenemos la idea de un ser perfecto; sin embargo, la perfección absoluta implica necesariamente la perfección de la existencia; luego el Ser Perfecto existe. Entre sus obras, cabe destacar Cur Deus homo, donde expone una hermosa doctrina de la redención. Se le considera fundador de la teología escolástica y su influjo se extiende hasta la reciente teología de Karl Barth. Es doctor de la Iglesia.
OBRAS
Monologio. Proslogio y la respuesta que el mismo Anselmo hiciera a las objeciones de Guanilo Lo que a esto responda el autor del mismo libro. De Grammatico. De veritate. De De libertate arbitrii. De casu diaboli. Epístola sobre la encarnación del verbo. Cur Deus Homo. Sobre la concepción virginal y el pecado original. De procesione spiritis sancti Las epístolas sobre el sacrficio de los ázimos y fermentados. Sobre la concordia de la presciencia divina y la predestinación y de la gracia de Dios con el libre albedrío.
PENSAMIENTO
Anselmo inaugura en filosofía lo que se llamará la escolástica, periodo que fructificará en las summas y sistemas de hombres como Buenaventura, Tomás de Aquino y Juan Duns Scoto. Su formación agustiniana, común en el medioevo, la acercará a su intuición filosófica más característica: la búsqueda del entendimiento racional de aquello que, por la fe, ha sido revelado. En el sentir de Anselmo, no se trata de remover el misterio de los dogmas, ni de desacralizarlos; tampoco significa un vano intento de comprenderlos en su profundidad, sino tratar de entenderlos, en la medida en que esto es posible al ser humano.
La postura de Anselmo ante el problema de los universales intenta resolver un viejo dilema presente en el pensamiento medieval, sobre todo, en los comentarios que Porfirio y Boecio hacían de la Lógica Aristotélica. Dicho problema llevaría a discusiones, no siempre pacíficas entre los teólogos y filósofos de aquella época.