Anexo Nro 1

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ANEXO No. 1 (Guía No. 6) LA COMPAÑÍA DE JESÚS SE EXAMINA Y SE CONFIESA EN SUS CONGREGACIONES GENERALES 32, 33 y 34

En la Carta Apostólica «Novo Millennio Ineunte», el Papa Juan Pablo II exhortaba a una «purificación de la memoria» histórica, particularmente del segundo milenio, mediante el examen de conciencia y la petición de perdón, sobre todo por las causas de las divisiones, de las intolerancias y de las violencias. «Para que nosotros pudiéramos contemplar con mirada más pura el misterio, este Año jubilar ha estado fuertemente caracterizado por la petición de perdón. Y esto ha sido así no sólo para cada uno individualmente, que se ha examinado sobre la propia vida para implorar misericordia y obtener el don especial de la indulgencia, sino también para toda la Iglesia, que ha querido recordar las infidelidades con las cuales tantos hijos suyos, a lo largo de la historia, han ensombrecido su rostro de Esposa de Cristo. Para este examen de conciencia nos habíamos preparado mucho antes, conscientes de que la Iglesia, acogiendo en su seno a los pecadores «es santa y a la vez tiene necesidad de purificación». Unos Congresos científicos nos han ayudado a centrar aquellos aspectos en los que el espíritu evangélico, durante los dos primeros milenios, no siempre ha brillado. ¿Cómo olvidar la conmovedora Liturgia del 12 de marzo de 2000, en la cual yo mismo, en la Basílica de san Pedro, fijando la mirada en Cristo Crucificado, me he hecho portavoz de la Iglesia pidiendo perdón por el pecado de tantos hijos suyos? Esta «purificación de la memoria» ha reforzado nuestros pasos en el camino hacia el futuro, haciéndonos a la vez más humildes y atentos en nuestra adhesión al Evangelio1.

En el espíritu de «sentir con la Iglesia», también la Compañía de Jesús se ha examinado, ha confesado en sus recientes Congregaciones Generales sus pecados, sus errores y limitaciones, y ha pedido perdón. Entre incontables textos seleccionamos solo algunos que pueden servir en primera Semana para un examen sobre «nuestro modo de proceder». Ser jesuita significa «reconocer que uno es pecador» y, sin embargo, «llamado a ser compañero de Jesús, como lo fue San Ignacio» (C. G. 32, d. 1, 2).

•Congregación General XXXII Decreto Introductorio: resistencia a la renovación, críticas, extralimitaciones, vida independiente y nada conforme con la pobreza; acomodada al mundo y al estilo de los

1

Carta Apostólica Novo Millennio Ineunte, 6 de enero 2001, n.6.

hombres del mundo…«reconozcamos sinceramente nuestros defectos, y con la ayuda de la gracia de Dios, insistamos en una renovación más profunda» (nn. 3-6) Decreto 3, Fidelidad al Magisterio: lamenta los defectos cometidos que empañan la fidelidad al Magisterio y al servicio a la fe y a la Iglesia Decreto 4, Nuestra Misión hoy: •Nosotros mismos tenemos parte en la ceguera y en la injusticia, y «tenemos necesidad de ser evangelizados, de encontrarnos con Cristo, que actúa hoy con la potencia de su Espíritu» (n. 23) •Toleramos falsas imágenes de Dios que consagran y legitiman la permanencia de estructuras injustas (n. 26) • «Muy frecuentemente nos encontramos aislados, sin contacto real con la increencia y con las consecuencias concretas de la injusticia y la opresión. Corremos el riesgo de no poder entender la interpelación evangélica de los hombres y mujeres de nuestro tiempo» (n. 35) •Tenemos que ayudarnos a vencer resistencias, temores y apatías que impiden comprender los problemas sociales, económicos y políticos que se plantean en la ciudad, en el país, como también a nivel internacional (n. 43) •Nuestros orígenes, nuestros estudios y nuestras afinidades nos protegen de la pobreza e incluso de la vida simple y de sus preocupaciones cotidianas (n. 49) •Necesitamos reevaluar nuestras solidaridades y compromisos apostólicos: ¿Dónde vivimos? ¿Dónde trabajamos? ¿Cómo? ¿Con quiénes? ¿Cuáles son nuestras connivencias, dependencias o compromisos respecto a ideologías y poderes? (n. 74) Decreto 11, Unión de los ánimos: •Nos sentimos sumergidos y zarandeados en dificultades e incertidumbres que nos impiden la familiaridad con Dios en la oración y en la acción (n. 7) •Dificultades para hacer hoy comunidad (nn. 16-21) •Dificultad para el discernimiento en común (nn. 22-25) Decreto 12, Una pobreza auténtica: •«Nuestra Compañía no puede responder a las graves urgencias del apostolado de nuestro tiempo si no modifica su práctica de la pobreza. Los compañeros de Jesús no podrán oír “el clamor de los pobres”, si no adquieren una experiencia personal más directa de las miserias y estrecheces de los pobres» (n. 5) •«Es absolutamente impensable que la Compañía pueda promover eficazmente en todas partes la justicia y la dignidad humana, si la mejor parte de su apostolado se identifica con los ricos y poderosos o se funda en la seguridad de la propiedad, de la ciencia o del pode» (n.5). Cf Evangelica Testificatio nn. 17-19 • Sentimos inquietud a causa de las diferencias en la pobreza efectiva de personas, comunidades y obras (n. 6)

•En este mundo en que tantos mueren de hambre, no podemos apropiarnos con ligereza el título de pobres. Debemos hacer un serio esfuerzo por reducir el consumismo; sentir efectos reales de la pobreza, tener un tenor de vida como el de las familias de condición modesta…examinar capítulos de comidas, bebidas, vestuario, habitación, viajes, vacaciones… (n. 7).

•Congregación General XXXIII Decreto 1, Compañeros de Jesús enviados al mundo de hoy: •«Somos conscientes de que recientemente nuestra fidelidad [a la Iglesia y al Romano Pontífice], en determinadas circunstancias, no ha sido perfecta y ha podido causar preocupación a los Pastores». Debemos crecer en una obediencia arraigada en la verdad y en la caridad (n. 8) • Reconocemos las deficiencias en la manera de vivir nuestra vocación, por exceso de trabajo, rutina, falta de tensión espiritual en nuestras comunidades, todo lo cual debilita el encuentro con Dios (n. 10) • Necesitamos una conversión de mentalidades para que las relaciones mutuas en la Compañía no se rijan por criterios de prestancia humana, propios del mundo (n. 19) •«Para poder ser hoy testigos creíbles del Evangelio y servidores de la Iglesia, fieles al espíritu ignaciano, necesitamos de una gran solidez espiritual, de estudios serios y de una integración autentica en el Cuerpo apostólico de la Compañía» (n. 21) •Reconocemos que todavía no hemos integrado en nuestras vidas las implicaciones de los decretos de la pobreza de las últimas CC GG (n. 25) •Con humildad reconocemos nuestros defectos a la hora de responder plenamente a las experiencias de una evangelización integral del mundo actual (n. 29) • Reconocemos fallas en interpretación del Decreto 4º (nn, 32-33).

•Congregación General XXXIV Decreto 1, Unidos con Cristo en la misión: •Hemos constatado nuestras limitaciones y debilidades, nuestras luces y sombras, nuestros pecados, pero nos sentimos alentados por nuestros hermanos jóvenes que en los años por venir asumirán la dirección de nuestros ministerios (3 y 13) •El jesuita halla su propio camino a Dios en el examen particular de su propia vida y en la historia compartida de estos años de renovación y reorientación (5) Decreto 2, Servidores de la misión de Cristo: •«Jesús nos invita a ver en su vida terrena el modelo de la misión de la Compañía: predicar en pobreza, estar libres de ataduras familiares, ser obedientes a la voluntad divina, tomar parte en su combate contra el pecado con una generosidad total» (4)

•«Ser “amigos del Señor” significa, pues, ser “amigos de los pobres”; no podemos volvernos de lado cuando nuestros amigos están en necesidad. Somos una comunidad en solidaridad con los pobres precisamente por el amor preferencial que Cristo les tiene… el pecado del mundo, que Cristo vino a sanar, alcanza en nuestro tiempo el culmen de su intensidad en las estructuras sociales que excluyen a los pobres…de la participación en los beneficios de la creación… son los signos de los tiempos que nos interpelan para que nos demos cuenta de que “Dios ha sido siempre el Dios de los pobres porque los pobres son la prueba visible de un fracaso en la obra de la creación”» (9) •«Cristo nos invita… a desplazarnos, con la conversión del corazón, “de la solidaridad con el pecado a la solidaridad con Cristo a favor de la humanidad”, y a promover el Reino en todos sus aspectos» (11) •El pecado tiene consecuencias sociales devastadoras; sus arrolladoras estructuras se caracterizan por el afán de ganancia y de poder; tenemos que hacernos conscientes de la urgente necesidad de un cambio en las actitudes (10-11) Decreto 4, Nuestra misión y la cultura: •«Es preciso reconocer que el Evangelio provoca siempre resistencia; desafía a la persona y exige una conversión de la mente, el corazón y la conducta…Como Ignacio nos previene en la meditación de las Dos Banderas, la llamada de Cristo va siempre en contra de los valores que rechazan la trascendencia espiritual y fomentan un tipo de vida centrada en sí mismo.…Una de las mayores aportaciones que podemos hacer a la cultura crítica contemporánea es mostrar que la injusticia estructural del mundo tiene sus raíces en el sistema de valores de una poderosa cultura moderna que está teniendo impacto mundial» (24) Decreto 26, Características de nuestro modo de proceder: •«Con remordimiento, gratitud y asombro, pero sobre todo con amor apasionado, Ignacio primero, y luego cada jesuita siguiendo su ejemplo, ha orado a “Cristo nuestro Señor delante y puesto en cruz” y se ha preguntado “lo que he hecho por Cristo, lo que hago por Cristo, lo que debo hacer por Cristo”. Esas preguntas brotan de lo íntimo de un corazón conmovido por un profundo agradecimiento y amor. Esta es la gracia fundacional que nos une a Jesús y entre nosotros mismos. “¿Qué significa ser jesuita? Reconocer que uno es pecador y, sin embargo, llamado a ser compañero de Jesús, como lo fue San Ignacio”. La misión del pecador reconciliado es la misión de la reconciliación: el trabajo de la fe que obra la justicia. El jesuita da gratis lo que gratis ha recibido: el don del amor redentor de Cristo»(4) •«Hoy llevamos este don contracultural de Cristo a un mundo seducido por una autorrealización egoísta, el lujo y la vida cómoda, a un mundo que aprecia el prestigio, el poder y la autosuficiencia. En un mundo así, predicar a Cristo pobre y humilde con fidelidad y valor conlleva esperar humillaciones, persecución y hasta la muerte» (5).

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