Alegato Contra La Persevarancia

  • July 2020
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ALEGATO CONTRA LA PERSEVERANCIA De los vivos es este mundo, no es de los muertos. Ayer, hoy y mañana y quizá, más bien seguramente, pasado mañana también esperaré. Esperaré muerto en este mundo que ya no es mío. Y podré esperar porque tengo voluntad propia, porque nadie me forja, bueno si bien solo tu recuerdo, y eso es de derrotados. Lo ves, tan cruel es mi estar, así decadente, ni aquí ni allá, así me has dejado y mira que ni estuve ni estaré a tu lado. La razón ya es cara y siniestra en mi contra, y continuaré realizando que esto es lo que quiero así olvidando que este planeta rota y gira y que solo ello no me hace estático. ¡De los ayeres también se vive! Permanezco expectante y con la vida muerta o con la muerte viva, para lo que importa. Permiso le pido a cada minuto que me deje llegar al que viene y así he llegado hasta hoy, así hasta esta palabra que ya no es la última y pasará sin pena ni gloria, que esa no es mi suerte, pues la segunda no se asoma y la primera se acomoda y dice que quiere quedarse. Aun, acá sigo. Y la paciencia es la virtud del que espera y el veneno del que quiere, que mata lento, sin premura y con todo el odio que se acumula. No te encuentras pusilánime, desde hace mucho te rompiste y supongo que fue tu cabeza, idiota dueño de esta mi mano derecha. Tu pecho sigue intacto, ¡ah, por eso escribes, querido idiota! Paciencia.

POLILLAS EN LA CABEZA (Formato de José Saramago) Tiemblan las manos y surge la duda. ¿Quién sabe?, Tú es que debes saber. Se escapan las palabras; acto seguido uno se asusta. Pero ¿quién sabe?, Bueno, tú, si eres pensante, Pero ese es el error, ¡Ah! ¿Y cómo sabes?, Porque con eso no basta, ¿Entonces qué basta?, Meter la pata, eso sobra, Vaya que sobra, ya lo hemos visto, Sí, pero es que es muy poco, ¿Y eso quién lo decide?, Yo creo que el tercero, Pero es que ese no sabe, Claro que debe saber, ¿Por qué estás seguro?, Porque ambos lo sabemos, Yo lo sé, pero no sé qué es lo que tú sabes, Pues lo mismo que tú, solo que yo soy más cauto, yo soy más racional y tú impulsivo, Lento es lo que eres, Esa es tu excusa, No lo es, solo digo la verdad, ¿Por qué es la verdad?, Porque ambos lo sabemos, Yo no, Preguntémosle al tercero, Ese no sabe, Claro que sabe, Cuenta contigo y no confío, También contigo y mira cómo estamos. Mientras tanto él pensó: “Si tan solo fuera fácil” y ella se iba perdiendo de su vista y él continuaba su crucigrama.

TESTAMENTO Algunas letras se combinan y hacen feliz a quien las escucha o lee, otras se agrupan y matan a otro o a ambos. En ese momento son dos o tres que se van, y para los dos o tres que no resucitan debe haber testamento. A ti, amor, te dejo quinientas mil palabras que ya no te diré, las noches que solo me encontrarán y las rabietas que iré a descargar. A ti, unión de nosotros, no te puedo dejar nada, morirás junto conmigo o ya te adelantaste, quién sabe. A ustedes les dejo el desprecio, la desdicha, la farsa, el odio, el rencor, la culpa. No les dejo más, pues con eso basta. Nunca quise dejar ese legado, pero ustedes me obligaron cuando renacieron y me olvidaron o solo no recordaron por siempre, sí, no recordaron que no son solo tú y ella, que también existía yo, ustedes dos juntos.

MUTILACIÓN Destrozado, llorando y mirando al cielo. No volverá a ser el mismo, pensé. Ese día Alfredo se volvió incompleto, por ello lloraba, lo hacía como quien perdió lo que no vuelve, lo hacía como el más desdichado, y quizá sí lo era. Pero vino el tiempo y le dijo “no olvidarás por completo, sin embargo cambiarás” y ahora estamos en este bar, con una cerveza en la sangre y otra en la mano, después que antes estuviéramos con una pena en el alma y la Muerte al lado. Él ya no era el mismo, todos lo sabíamos, no era necesario mencionarlo tampoco. Para él no existían prótesis ni cosa parecida, esa mutilación era sería, la de Fernanda de Machado, que como él dice debe estar en algún lado, además del Cementerio del Barrio.

SOLO ES UN CAFÉ Solo miraba, respiraba y a veces intentaba dejar la abstracción. Imposible. Continuaba mirando, de pronto suspira, después respira. Se sienta. Empieza a pensar. Esto ya me era familiar, casi somos iguales. Casi. Ya salía de ese estado y entraba a otro. Ahora menos autómata, ahora menos lerdo, ahora más él. Camina, piensa. Regresa y se sienta, ya hacía falta el café. Otra vez, la abstracción ya vuelve. A medio trecho, todavía no se resigna, total ya se habituó, ya aprendió a vivir menos, ya puede subsistir más. La experiencia ayuda mucho a soportar el hastío diario. Pero se pregunta si es lo que quiere, esto ya es un avance.

De nuevo, respira, ahora va la Coca. Mira el reloj y piensa que el tiempo va volando, pero ese imbécil sigue yéndose a la misma velocidad. De nuevo piensa. Ahora se siente abatido, ahora quiere que acabe esto, pero vuelve al automatismo. Ahora reflexiona -estas ya son palabras mayores-, regresaré a esto. Ni modo, hay que seguir comprando café.

VIDA Ramiro llegaba muy tarde y cansado del trabajo, se sentaba frente al televisor unos minutos y miraba el noticiero deportivo, como todos los días. Después preparaba comida para dos, y lo hacía lo mejor que podía, con todo su empeño. Pasaba a su estudio y continuaba con su lectura diaria. Conocer era su afición y por eso podía llegar hasta la madrugada con sus libros y textos raros, como los llamaba su madre.

Llegada la mañana se decía, solo son diez horas, ya lo has hecho antes, trata de hacerlo bien. Odiaba llegar a la oficina, allí nadie entendía que las personas necesitamos espacio y que no es obligación reírse diariamente de estupideces ajenas, suficiente con las propias. Es que era el tedio de las vidas simples sinsentido como la suya las que lo fastidiaban, vidas que parecían ser más completas que las suyas, pero que solo eran mentira, una cantidad enorme de ellas. Al menos él era autentico. Él sabía que la hipocresía es ubicua como el aire en un bosque, por eso no podía estar con nadie. Siempre decía cuando respondía como todos no esperaban: “Yo solo dije lo que todos pensaron”. Pero no todo puede ser malo, debe haber balance, es como el maniqueísmo, es la polaridad de la vida. Para eso estaba Nuno, para aliviar la pena, para dar amistad, compañía y sin hipocresía. Ramiro entendía que era una relación de mutuo acuerdo, no estaría solo y nada más tendría que dar comida, ese era el trato inicial. Así es con los perros, no son payasos con muchas caras, como somos nosotros. Cada día se decía para sí, mientras más conozco a los hombres más quiero a mi perro. Cada vez con más seguridad. Él creía en la bondad humana, pero también en su bajeza, y realizó que eso es lo que predomina, aunque duela aceptarlo. Un día llegó a querer a Nuno más que a nada.

LOS MILAGROS

Cada tarde José marcaba el mismo número, ya por inercia, ya todo un autómata. Siempre con la certeza de algo, que no era seguro que su llamada fuera contestada. A veces sí, a veces no, ese era el juego, incluso intentaba adivinar si sería en la primera, en la segunda,…, en la sexta. Nunca hubo una séptima. No se aburrió jamás de hablar con el aparatito, pero cada vez se sentía más estúpido, era el único que hablaba con un objeto inanimado con el más grande amor del mundo. Para cada millar de palabras solo recibía un monosílabo y él se sentía mucho más inútil. La distancia es cruel, pero más la impuesta que la física. Él no se rendiría, aunque tenía todo en la mesa para hacerlo. Su celular era su peor enemigo y a la vez le daba vida. No necesitaba escuchar de su amada palabras dignas de Coelho, solo necesitaba los típicos sí, no, aja, tal vez. Lo de siempre, eso servía para saber que ella estaba bien y eso bastaba, era suficiente porque sabía que no la tendría, solo por celular, solo sus monosílabos. Un día se acabaron las llamadas. Pasó una semana, dos, tres, cuatro. Y apareció la llamada inesperada, ni sospechada: –Buenas tardes. – ¿José? –No, soy su hermano. – ¿Y él, dónde está? –Eso ya no importa. Nunca le importó verdad. Sabe, un mes es mucho tiempo, él dijo que llamaría antes, veo que hasta en eso se equivocó. Sí, mi hermano no acertaba una, sino mire cómo le fue con usted. –Eso no respondió a mi pregunta. –Es que no está en ningún lado, o depende de su creencia. Él me pidió que le dijera que quizá debía haber intentado una séptima.

Buenas tardes –dijo Luis–, hermano de José, después tiró el celular contra la pared.

QUIÉN SABE, QUIZÁ LO HAGA Un buen día de estos me iré decía para sí. Ya no te soporto decía para el otro. Con pena y sin esperanzas nacía cada día, para morir todas las noches con su todo. Cada día era lo mismo y se preguntaba por qué no hacía algo, por qué no cambiaba. Así siguió preguntando, cuestionándose, amargándose; todo mientras el otro reclamaba su lugar, sus atenciones, siempre necesitaba a su esclava. No es de sorprendernos, la vida nos da de todo, a veces bueno, otros malo, pero de todo. En la otra cuadra cada día él lloraba sin consuelo, no quería ser consolado. Para vivir escogió el olvido y se mudó a vivir con la soledad, a veces iba de vacaciones a la tristeza y se hospedaba con la desolación. Así vivía. La extrañaba, la idealizaba aun vestida elegante, se veía con ella y sus tres hijos que no fueron; lo hacía todo en su mente, como loco dibujaba castillos en el aire y con ella en la alcoba. Incluso en su delirio estudiaba alquimia y galvanismo, nada más le faltaban los textos de Pedro Arriga. Su conclusión y su final él los desconocía, quería terminar y reunirse con lo que amaba. Quizás por tanto ir y venir y por tanta ceguera con ojos buenos, nunca se vieron, la del apartamento de la resurrección y el de los experimentos. Pensaban que el otro era un ser distinto y se idealizaban como seres plenos, y pensaban, “un día le preguntaré por qué parece tan alegre, no lo sé quizás me atreva”. Además se decían, ese puente es suficientemente alto, no lo sé un día quizá lo haga”.

TAMPOCO TAN POCO De lunes a viernes se levantaba muy temprano y se alistaba para salir. Solo volvía hasta el almuerzo y esperaba una hora y se marchaba adonde solo él sabe. Esperaba cada día la pregunta, pero nunca llegaba; a veces se desesperaba y maquinaba tantas opciones que solo le desconcertaban. Los fines de semana se quedaba toda la mañana en casa y en la tarde se iba al estadio con José, Carlos, su hermano Gerardo y su suegro don Gaspar. Regresaba solo pasada la medianoche y ni aun así, su momento nunca aparecía, nunca se daba y eso ya lo estaba volviendo loco. Así pasó un año. Y decidió quedarse en las tardes e ir en las noches, pero eso en nada cambiaba y no aparecía la situación que él deseaba. Desesperado intentó ponerse borracho, pero su impulso fue un desastre. Nunca probó trago alguno y ya era muy tarde para comenzar con la “artillería pesada”, un champán habría sido idóneo. Pero como pudo llegó a casa. Se le acabaron las ideas, así accedió al Plan B, a su última opción, quedarse todo el día en casa y no aportar nada. Así pasó un mes y no ocurrió nada. Se decía a sí mismo: “Treinta años es mucho tiempo y ya no soporto pasar así más tiempo”. Se armó de valor prestado –se hizo vicioso– y atacó con violencia. Él preguntó por qué, por qué nunca reclamaba y ella le contestó:

“Porque nunca lo necesité, hace mucho que se fue cualquier sentimiento”. Sintió la impotencia de un cobarde y la rabia de una bestia, pero se dijo de nuevo para sí “vete a la cama idiota, ya será mañana”, ella se sorprendió de todo y pensó “no es justa la vida y no es bueno irse a los extremos, pero tampoco tan poco”.

CHOCOLATE Me dirigía a mi aula asignada, allí noté que no tenía un miserable bolígrafo azul y ese era el color que debía usarse para el examen. Salí del aula y empecé a buscar caras conocidas en el pasillo, miraba a un lado, a otro y nada. De pronto encontré a una joven de primer año, que supuse conocía de algún lado o quizá la presión por el examen me hicieron preguntarle si tenía lo que yo buscaba, un bendito bolígrafo azul. Regresé lo más rápido que pude al salón y ya estaban repartiendo los exámenes. Me dieron el mío y no empecé de inmediato. Primero me dediqué a calmar los nervios, a calmarme yo, entonces tomé el lapicero y lo estudié como quien tiene en sus manos un aparato de esos de nueva tecnología que salen a la venta cada cinco minutos. No era nada que yo hubiese visto en los míos antes, ese tenía mejor aspecto que uno nuevo y ya estaba a medias, tenía el nombre de su

dueña dentro del cilindro en el que se inserta la mina de la tinta. Silvia, así es que se llama tu dueña pensé. No volví a verla en lo que faltaba de la semana, lo hice hasta un sábado en el que no sé por qué estaba en la universidad y no en mi casa. No sabía cómo devolvérselo, jamás la había visto y eso desbarató mi teoría inicial. Bueno, pensé, qué de complicado tiene devolver una nimiedad como esto, no debe ser nada para ella. Hice el primer intento y fallé, no pude acercarme y no era que hubiese algo en ella que lo impidiera, era algo en mí. Hice de nuevo lo que ya había mencionado, calmarme, así pude recordar lo que nos pasaba repitiendo mi maestro de microeconomía, “los chocolates son tan útiles como las rosas y dar un crimen de esos es más significativo que un poema de Neruda”. No lo pensé, compré el chocolate más decente que encontré y junto con el bolígrafo se los entregué sin decirle nada más que solo “Gracias”. Ella no se inmutó. Solo me miró y se quedó así unos cinco segundos y me preguntó: “¿Por qué?”, yo respondí, “son los intereses y por favor disculpa la tardanza”. Efectivamente el profe no se equivocó, sí eran sustitutos perfectos, pero lo que no predijo es que para ella era sustituto de todo, de las flores, de todo. Vaya producto.

CLASE DE RELLENO ―Decime, ¿qué digo? ―No sé, es que ya lo dijeron todo.

―Entonces dime otra forma de decir lo mismo. Me quedé pensando en lo que me dijo Beatriz, luego tomé el teléfono y le llamé a mi madre y le dije: ―Mamá, toda la vida te he dicho que te amo, solo que nunca dije te amo. ―Lo sé hijo, lo sé. ― ¿Cómo? ―La vida hijo, la vida.

VALOR

Todas las noches ella lo visitaba, se quedaba con él desde las once y se iba al final de la madrugada. Era un hastío vivir de día, estar despierto. Cada día se negaba a acostumbrarse, nunca lo hizo. Un día planeó no despertar, un día se quiso mantener soñando y buscó esposa.

DESPLAZADO Ni modo, la clase era una porquería, pero había que llevarla. La profesora llegó a la hora y con un buen tema, vaya, eso no me lo esperaba. Inició la discusión habitual y con esto se olvidó el compañerismo,

la

desesperación

se

desbordaba,

llovían

por

montones las opiniones estúpidas. Eso continúo y yo empecé con este párrafo. Se me estaba colmando la paciencia: una a una seguían cayendo más soluciones rosadas. Ni intenté levantar la mano.

APRENDÍ DEL CASO En la universidad se aprende con experiencias de otros, con historia, en fin, con el trabajo de otro. Y sí, eso pasa. Cuando estaba en tercer año de Economía cursé muchas materias, entre ellas Realidad Empresarial Nacional: todos se sentían unos expertos al leer un caso del que solo conocían por letra de otro lo que se vive, nunca lo habían visto. Habían algunos que decían saber cómo era vivir en la pobreza, decían lo duro que era con solo haberla observado tres días. Y

era

una

cuestión

colectiva.

Tuve

que

hacer

esfuerzos

sobrehumanos para no partirme de la risa y decirles a un par por separado: cacho cabrón, si no sabes cierra el pico. Eso hubiera sido reconfortante. En el “mundo de la pizarra y la filmina” los pobres pasan a ser animales de la creación, en los casos solo eran un objeto de estudio, quizá considerados como pseudopersonas, quizá imaginados peores, quizá

visualizados

como

estúpidos.

Y

mientras

ellos

seguían

“aprendiendo del caso” yo intentaba no olvidar lo aprendido en la vida y parafrasear a un disque rey español y pluralizar: ¿por qué no se callan?

LOS EXCESOS Ya me tenía harto, esto era cuento de todos los días. Amo el silencio y compraría el disco si existiera –sin importar la calidad de su banda sonora–. Esto debería ser lo más normal, pero es el caso atípico, ya hay muchos que se desviaron, ya hay muchos criminales, asesinos del silencio. Todas las noches o tardes lo escucho agonizar: cada vez de forma diferente, unas veces con gritos de trogloditas en plena cacería, otras de retrogradas confundidos y en otras de estudiantes estresados. Los últimos son los que no tienen perdón. Ellos deberían tener sentido común, pero murió con todos los casos que aprendieron, falleció por culpa de las derivadas arbitrarias, murió por culpa de una mente de matemáticas y por ausencia total de la vida real. Así murió el silencio. Pero acá seguimos sus admiradores, acá lo veneramos.

BRUJA A él no le gustaba el café, tampoco las galletas caseras de doña Blanca; pero desde que vio esos ojos se volvió un adicto. Existen varias teorías, como la de los griegos, que creían que la mujer tenía un demonio en los ojos, o la de algunos que decían que “a las mujeres hablarles poco y oírlas menos”, todo por una razón, evitar ser arrasado y arrastrado al abismo sin retorno. José siguió yendo religiosamente allí seis años, y se alejó cuando ya no vio a esos ojos, ese día terminó la adicción. La encontró otra vez en el lago, allí se perdió con ella en un bote hasta el centro del enorme pacífico y regresaron al día siguiente con la mente en blanco, se la borraron de tantos recuerdos y de tanto todo. Ya no lo olvidaron, ya no lo recordaron.

ECONOMÍA Se levantaba a las tres de la madrugada, preparaba un aproximado de comida, relativamente parecido, y después caminaba cinco kilómetros hasta la carretera, tomaba el microbús o el bus, tiempo versus centavos. Ya en el centro buscaba a la señora de la esquina e iba por café o chocolate, nada más, eso para herir al frío. En la fábrica pasaba horas y horas frente a la misma máquina, haciendo monótono movimiento y pensando en línea recta. Así se procuraba el sustento de mañana, pues el de hoy fue cubierto por el de ayer, y el de ayer por el de anteayer; esto siendo optimistas. Los economistas le llaman especialización, yo le digo alienación y eficiencia multiplicadora. Un mal día se desbarató el sistema y perdió su empleo. Con el imperativo de vivir se fue para la ciudad y empezó a quitar lo no suyo, y a vender lo ajeno. Después volvió a su típica Ahuazarca y le contó a su amigo:

―Si no lo hacía me moría de hambre, prefiero la cárcel a eso, sino estaría loco.

ESPANTOS ―No vayas Gilberto, no ves que acá es seguro y allí no sabemos. ―No están vivos madre, es solo tu impresión. ―Eso es lo que tú dices, hijo de mi muerte, pero a mí me lo parecen; ¿qué no ves cómo andan y hablan; como se maltratan entre ellos, como apresuran nuestro encuentro? ―Ilusiones tuyas madre, si no los ves con palidez mortal, no pueden estar vivos. ―No irás y punto.

―Está bien, pero no entiendo por qué tanto miedo, si en todo caso estuvieran vivos, no tengo miedo, yo soy muy valiente. ―Y muy tonto también hijo. ―Valiente, que no es lo mismo. ―Eso mismo dijo tu padre y mira, aun sigue con vida. Ellos se acercaron más: ―Sí están vivos, tenías razón ―dijo Gilberto―, y se fue a esconder en el ectoplasma de su madre. ―Lo ves, pero no temas hijo, solo no hagas ruido y que no te vean, quizá seamos invisibles.

VERDADES ABSOLUTAS Pensaron que descubriría la quintaesencia de la vida, creyeron y querían que conquistara el mundo. Pero el niño solo quería jugar. A él nadie le explicó que la grandeza se alcanza con la admiración de los demás, primera verdad. Caminó siendo feliz consigo, pero todos se empeñaron en decirle que tenía que hacer felices a los demás.

Llegó a la flor de su vida y entristeció porque no hizo nada de lo que todos esperaban de él, no fue grande, nadie lo reconocía así. Y siguió así con su vida en la vida y supo que no hay verdades absolutas y se sintió muy estúpido, porque pensó que lo había comprendido.

DESPEDIDA Llovía como en el Diluvio y hacía frío. Era mejor así.

La cena transcurrió sin mayor trascendencia y luego cada quien se ocupó de lo suyo. Llegada la hora de dormir se manifestó todo: vinieron los besos, abrazos y hechos que no tengo derecho a contar. Él le enviaría cartas, ella las respondería, así el adiós se prolongaría. Era el que tenía más experiencia en artillería de su brigada, poseedor de un cálculo milimétrico y la metralla más despiadada del ejército francés. Un soldado digno de los elogios de Joffre. Después de los dragones él era la última línea de defensa. A la señal de bandera roja descargaba un obús, y luego un huracán endiablado de obuses que pulverizaban todo a su paso e impacto. Así, al compás de los estruendos decía adiós Marne, al menos lo que de ella se conocía. Los alemanes alineados como soldaditos de madera, blanco fácil. Pobres infelices, nunca supieron el nombre de su asesino. Para ellos no hubo despedida, en tierras galas nadie los reconocía y pedía por ellos. Con más penas que glorias y a salvo volvió a casa. ― Papá, ¿has matado alemanes? ― Sí hijo, pero me pregunto si fui yo o el que se quedó acá en casa.

BREVEDAD No tenía importancia y resolvió con nada decir. Unos minutos más tarde regresó y murmuró: ―Aunque diga que no se acuerda. ―No es que no me acuerde, es que no se dice.

MEMORIAS Don Chendo no estaba loco, solo era un anciano muy niño con memoria de elefante. Todos los días una historia y una para cada hora, para cada lugar. Sin él los lunes eran muertos en el bar de Willy; los martes poco apetitosos en la fonda de Cindy y los miércoles solo seguían del martes y antecedían al jueves. ¡Ah, los miércoles! Cada uno de ellos asistí religiosamente a escuchar las anécdotas de los dinosaurios, de los míticos, de los campeones… Un día cansado de tantos campeonísimos, pregunté por sus adversarios, por los segundos, y pasó lo que nunca pensé: él no recordaba y al sentirse muy asediado resolvió: ―Esos no importan, de esos nadie se acuerda luego. ―Pero sin ellos los primeros no tendrían gloria alguna. ―Entonces su gloria es hacer que los grandes sean recordados, a costa del olvido de ellos. ―Del olvido de ellos no, sino de nuestro olvido. ―Tú, hijo, eres muy joven, aun no comprendes que cada cosa tiene su lugar. Así ya no fui los miércoles a la plaza. Yo quería recordar a los vencidos.

EL RELOJ Para las joyas antiquísimas conozco dos tipos de valor: su precio y el otro valor más importante, su historia. Así crecí viendo el viejo reloj de la sala de mi casa. Un adorno horrible para el gusto de algunos. Sin embargo, mi familia y yo nos acostumbramos al obsoleto objeto y le tomamos cariño, por así decirlo, y él lo compensaba dándonos la hora puntualmente. No fallaba nunca. Fue mi amo por un tiempo, me ordenaba siempre cuándo irme y cuándo regresar. En alguna forma, me esclavizó y yo ni lo notaba. Ahora, siempre fue un amo benevolente. Es más drástico su amo, ese no espera a nadie y no conoce de excepciones. Y se cayó el viejo reloj de pared. Pensé que mi mamá se pondría nostálgica como cuando arruiné su radio, pero no. Contrariado le pregunté: ― ¿Mamá, no está molesta? ―No

―me

dijo―,

las

cosas

no

son

eternas,

además

lo

cambiaríamos pronto. ―Pero es el reloj que nos regaló mi abuela, que viene de la familia desde no sé cuándo. ―Sí, pero ¿¡qué!? Que él se detenga no es grave, de todas formas el tiempo no para nunca, y no le importa si el instrumento es de ayer, del siglo pasado y tampoco si será de mañana. Él no se detiene y no necesita que lo midan para existir.

SOLO DETENERSE Salió de la sala de cine, solo. Afuera llovía muy fuerte. Mejor así, más seguro era así no encontrar a nadie. Empezó a caminar muy lento y buscó la oscuridad. Seguro de que nadie le seguía tarareó una canción triste como ella sola. Parecía un alma en pena. Las lámparas iluminaron las calles y la lluvia cesaba. Igual, siguió su marcha. Solo quería seguir. Pensaba y pensaba y le gustaba cómo se sentía. Llegó hasta su casa y no encontró a nadie. Sus compañeros seguían en el cine o en algún lugar celebrando que terminaba un año más en la universidad. Y continúo caminando hacía algún lado…

LA MEJOR HISTORIA DEL MUNDO Decidido tomaba papel y lápiz, empezaba. Escribía. Así en continuos deja vù’s intentó grabar en papel ideas fantásticas y no lo consiguió nunca. El papel lo sitiaba. Las mejores ideas se escaparon y las tomó otro o vinieron de otros y él no se daba cuenta o le dolía enterarse. Siempre aspiró a escribir la mejor historia del mundo. Miles de páginas a la basura. ¡Millones! No se rendía, tenía que escribir la mejor historia del mundo. Para Rafael ya era imperativo; por eso se la vivía en su estudio con mucha tinta, papel, imágenes, música, libros y,…, distracciones. Caminó en la vida y la vida en él por ochenta años. Vivió como quiso, hizo lo que quiso, menos escribir la mejor historia del mundo. La vida fue buena con él, con ella vinieron hijos y unos cuantos nietos e hijos de los nietos, vinieron libros, críticas y mucho de todo y más de nada. Nosotros quedémonos con los nietos:

―Abuelo, ¿qué es la muerte? –preguntó la dulce Maribel, su nieta menor–. ―Es lo contrario a la vida. ― ¿Qué significa lo contrario? ―Es su opuesto, por ejemplo si te dijera blanco tú contestarías negro, malo-bueno. Es lo que debe existir para que el otro sea. ―No te entiendo abuelo. ―Te lo explicaré sencillamente: contrario es lo que no sería si fuese cierto lo que es originalmente el no contrario. ―Abuelo, pero ¿qué es o cuál es el no contrario?

LOS 4 JINETES DEL APOCALIPSIS La muerte, la peste, la guerra, el hambre ¿importa el orden? Todos son nuestros grilletes y condenas. Vivimos para alimentarlos, para hacerlos más fuertes. ¿No es el humano una maravilla? Muchos autores dicen que estos se acercarán al final de los tiempos, también los creyentes lo esperan enfermizamente con su Apocalipsis. Sin embargo, yo no los espero, esos jinetes están presentes desde que el humano tiene uso de conciencia –si es que alguna vez la tuvo– y no veo por qué prolongar y vaticinar su llegada. Cada uno en su corpulento caballo de fuego y en vertiginosa y maquinal carrera contra la humanidad. No podemos huir de lo que

creamos diariamente. Y, risiblemente, siguen esperando sus ríos de sangre. La Muerte aqueja a todo el mundo, en mi país son asesinadas muchas personas diariamente. La peste, esta se encuentra presente en todo el mundo con distintos apellidos, pero sigue siendo la Peste. El Hambre, de esa trato de escapar, y conmigo muchos; aunque para algunos no es posible pensar que de eso se muere la gente, son los que nunca la han tenido y –seguirán esperando a este jinete–. La Guerra,

funesta,

arrolladora

y

maldita,

supongo

que

podría

preguntarle al lector si sabe cuántas guerras hay en el mundo hoy en día y no sabría responder. Para muchos esos jinetes algún día, en el final de los tiempos, vendrán; pero yo los he visto cabalgando a nuestro lado, a veces más ensañados, a veces adormecidos, pero siempre han estado acá. Es irónico pensar que quienes temen la llegada de ellos son el alimento de las bestias galopantes, la religión que, es culpable de tantas muertes, alimenta a la Muerte en regiones de África, Europa, India y Asia. El corcel del Hambre pasta en África y se ha vuelto muy fuerte. La Peste es un trotamundos. ¿Y qué diré de la Guerra? ¿Importa el orden? ¿Debo arrepentirme y rogar por no ser arrasado? Yo ya no temo a los jinetes. Los veo todos los días en las noticias, en el periódico, en la vida. Ya no los espero.

PODEMOS VERLO ASÍ ― Mi papá es el hombre más bueno del mundo. Él no es bombero como el papá de Pedrito, ni médico como el de Juanito, pero para mí

es tan importante como ellos. Me dice que todos los días trabaja muy duro para mí y mi hermanita Laura. ― Es un maldito malnacido, nos debe ya mucho dinero y nos ha hecho perder muy buenos negocios. No me interesa que siga con vida. ― Es alto, fuerte, moreno y con una cara muy amable. Un día seré como él. ― Es alto, delgado, negro y con cara de fracasado. Nunca quisieran ser como él. ― Muchas gracias compañeros, maestro. Así es mi papá. ― Señores, el precio de siempre por su cabeza. DIARIO EL AMBULANTE: “Encuentran cadáver en un basurero en las afueras del bar “El de siempre”, posible ajuste de cuentas”.

Índice ALEGATO CONTRA LA PERSEVERANCIA..........................................................1 POLILLAS EN LA CABEZA (Formato de José Saramago)..................................2 TESTAMENTO.................................................................................................3 MUTILACIÓN...................................................................................................4 SOLO ES UN CAFÉ..........................................................................................5 VIDA...............................................................................................................6 LOS MILAGROS...............................................................................................7 QUIÉN SABE, QUIZÁ LO HAGA........................................................................9 TAMPOCO TAN POCO....................................................................................10 CHOCOLATE.................................................................................................11 CLASE DE RELLENO......................................................................................12 VALOR..........................................................................................................13 DESPLAZADO...............................................................................................15 APRENDÍ DEL CASO......................................................................................16 LOS EXCESOS...............................................................................................17 BRUJA...........................................................................................................18 ECONOMÍA....................................................................................................19 ESPANTOS....................................................................................................20 VERDADES ABSOLUTAS................................................................................21 DESPEDIDA...................................................................................................22 BREVEDAD...................................................................................................24 MEMORIAS....................................................................................................25 EL RELOJ.......................................................................................................26

SOLO DETENERSE........................................................................................27 LA MEJOR HISTORIA DEL MUNDO.................................................................28 LOS 4 JINETES DEL APOCALIPSIS..................................................................29 PODEMOS VERLO ASÍ...................................................................................30 Índice........................................................................................................... 32

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