FICHA Nº 3 PONEMOS EN COMÚN NUESTRA REFLEXIÓN Podemos compartir lo que el Señor nos ha dicho a cada uno durante este encuentro de reflexión.
TERMINAMOS EN ORACIÓN Rezamos juntos esta oración agradecida porque todo un Dios ha decidido entrar de una manera nueva en nuestra vida. Podemos prolongar la oración con acciones de gracias, peticiones o lo que brote de nuestro corazón. Gracias, Señor, porque me invitas a allanar los senderos, a preparar el camino para que vengas, a esperar vigilante tu llegada. Gracias, Señor, porque quieres contar conmigo para que muchos otros te conozcan y te amen. Gracias, Señor, porque quieres entrar en mi casa y hacer de ella una morada nueva. Gracias, Señor, porque te acuerdas de nosotros, y de mí, y te pones en el camino por el que yo voy caminando, para que te encuentre porque tú me has encontrado. Gracias, Señor, porque vienes, porque estás, porque estarás. Gracias, Señor.
Textos para rezar durante la semana: Is 61, 1-11 Mt 7, 24-27 Mt 25, 1-13 Is 54, 1-10
H. Ángela Pérez Jijena a.c.i. Centro de Espiritualidad Ignaciana Almirante Barroso 75 – 699 4194
[email protected] o bien www. Ignaciano.cl
“Y ahora hermanos tomemos en serio el que la vida de nuestros hermanos depende de nosotros” (Judit 8, 24) “Lo que yo hago o dejo de hacer afecta, repercute, en mi hermano” P. Hurtado En la vida de la Iglesia el Espíritu Santo tiene su manera propia de llevar a los hombres y mujeres a la fe o de mantenerlos en ella. A unos les da ciencia que les ayuda a apoyarse y creer, a otros les da experiencias a veces gozosas y otras dolorosas, que les permiten dar el salto de la fe y permanecer en ella... y a todos nos regala el testimonio de hombres y mujeres que, por su fidelidad al Evangelio y porque eligen vivir la vida para los demás, son una palabra que ayuda a despertar y fortalecer nuestra fe. Los que estamos aquí hemos recibido el don de la fe y nos sentimos inquietos y con deseos de crecer más en ella, de vivirla cada vez con más generosidad, abandono, disponibilidad... Por eso estamos aquí. Y el Señor cuenta con nosotros para que muchos otros lo conozcan y lo amen. Con todo, conocemos nuestra debilidad, sabemos que, aunque quisiéramos vivir según Dios nos pasa como a san Pablo, no hacemos el bien que queremos, sino el mal que no queremos. Hay momentos en que nos cuesta ver a Dios, en que nos resulta difícil permanecer a su lado, a veces nos alejamos y abandonamos la oración, la comunidad, incluso la Eucaristía. Dios lo sabe bien, y aún así cuenta con nosotros, y se apuesta entero por nosotros… por eso se hace nuestro compañero de camino, toma toda nuestra vida frágil y la inunda con su presencia divina. Dios se hace hombre para que la vida del hombre sea colmada con su divinidad. Si dejamos entrar a Dios en nuestra vida de un modo nuevo en esta navidad, entonces Dios podrá contar con nuestro testimonio de vida para que muchos otros lo conozcan y lo amen. Y ¿cómo disponernos para realizar la misión que el Señor nos encarga? ...Aquí el llamado que Él nos hace y que nosotros pedimos como gracia: “¡Estén atentos, vigilantes!, porque no saben el día ni la hora”. Cada minuto de nuestra vida se vuelve una oportunidad para buscar al Señor que viene, para reconocer los signos de su presencia. Es como la mujer que espera al marido que ha partido a la guerra... hasta el más pequeño signo le habla de su ausencia y parece anunciarle su regreso. Como el padre de la parábola del hijo pródigo, que salía todos los días a esperar a su hijo, hasta que lo ve venir... Esa actitud de espera atenta y vigilante del Señor que viene, desde el anhelo hondo de un corazón que lo ama y necesita, es la actitud que alimenta nuestra fe y nos hace testigos de su venida... porque si verdaderamente lo esperamos vigilantes, lo reconoceremos al llegar y podremos dar cuenta a otros de esta buena noticia...
MIRAMOS NUESTRA VIDA Miro mi vida personal, mi familia, comunidad, país... ¿Estoy y estamos con las lámparas encendidas, el corazón bien dispuesto, listos para cuando el Señor venga? ¿Qué nos falta? ¿Dónde estamos y estoy dormido? ESCRIBO MI REFLEXIÓN
TRAIGO A LA MEMORIA LAS GRACIAS RECIBIDAS Hago memoria agradecida de las gracias recibidas en los Ejercicios Espirituales y/o de las gracias recibidas a lo largo de mi vida. Recuerdo los momentos, personas, situaciones he reconocido al Señor presente en mi vida. Hago memoria del camino de fe recorrido en los Ejercicios y a lo largo de mi vida, que me han dejado como más puesto con Jesús, más despierto, más atento para reconocer su presencia, su llamado y me ha impulsado a seguirlo con generosidad. AGRADEZCO AL SEÑOR TANTO BIEN RECIBIDO Vuelvo a recordar la parábola del hijo pródigo. El hijo, al recordar el amor de su padre, se pone de pie, deja su miseria y retorna al hogar… Hago memoria yo también del amor que Dios me tiene y que me ha manifestado tantas y tantas veces, ¿a qué me mueve? ESCRIBO MI REFLEXIÓN.
A la luz de lo reflexionado vuelvo a mirar mi vida
Escuchemos la palabra de Dios “Dice el Señor a sus discípulos: Estén despiertos porque no saben qué día vendrá el Señor. Comprendan que si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría vigilando y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso estén también ustedes preparados, porque a la hora que menos piensan, viene el Hijo del Hombre” (Mateo 24, 42-44)
ME DEJO INTERPELAR UNA VEZ MÁS POR EL SEÑOR ¿Qué significa hoy día para mí estar atento, vigilante? Miro mi vida personal, familiar, en mi vida comunitaria, en mi país... ¿dónde me siento llamado a encender una vez más mi lámpara para esperar al Señor que viene? ¿Puedo ayudar a que otros enciendan sus lámparas? ¿cómo? Voy imaginando esas situaciones y me veo en ellas asumiendo esta actitud de espera atenta y vigilante, con la lámpara encendida, listo para recibir al Señor que viene. ESCRIBO MI REFLEXIÓN