Acontecimientos adversos en Medicina Intensiva : Mª Cruz Martín Delgado, Javier Ruiz Moreno Artículo nº A39. Vol 6 nº 2, febrero 2006 Autores
introducción Toda atención sanitaria lleva inherente el riesgo de aparición de acontecimientos adversos (AA), que pueden ocasionar en los enfermos lesiones, discapacidades e, incluso, la muerte. El informe de la Organización Mundial de la Salud en relación a la calidad de la atención y seguridad del paciente establece que: “Las intervenciones de atención de salud se realizan con el propósito de beneficiar al paciente pero también pueden causarles daño. La combinación compleja de procesos, tecnologías e interacciones humanas que constituyen el sistema moderno de prestación de atención de salud puede aportar beneficios importantes. Sin embargo, también conlleva un riesgo inevitable de que ocurran acontecimientos adversos, y, efectivamente, ocurren con demasiada frecuencia” [1]. La preocupación por la seguridad del paciente se convirtió en un problema prioritario tras la publicación en 1999 por el Instituto de Medicina (IOM) de Estados Unidos del estudio: “To Err is Human: Building a Safer Health System” [2], en el que se estimaba que los “errores médicos” causan entre 44.000 y 98.000 muertes anuales, y situaba al error médico como una de las causas principales de muerte en este país. Además, sugiere que ello genera un importante coste económico para los sistemas sanitarios. Por otro lado, los errores asistenciales erosionan la confianza de los enfermos en el sistema, dañan a las instituciones y a los profesionales sanitarios y constituyen una importante fuente de demandas por responsabilidad sanitaria. Finalmente, los AA pueden influir negativamente en la práctica médica, especialmente cuando se asocian a acciones más que a omisiones [3]. En los Servicios de Medicina Intensiva (SMI), la complejidad y gravedad de los enfermos, las múltiples interacciones entre el paciente y los profesionales, la frecuencia de procedimientos diagnósticos y terapéuticos nuevos e invasivos, la utilización de múltiples fármacos, el estrés y la fatiga, la necesidad de una comunicación estrecha entre los diferentes profesionales hacen, entre otros, que los enfermos críticos se encuentren en un ambiente de alto riesgo para que ocurran AA [4, 5]. Las teorías del error desarrolladas en la industria aeronáutica y otras industrias de alto riesgo sugieren que los errores tienen mayor probabilidad de ocurrir en los sistemas más complejos [6]. Los errores y AA son frecuentes en los SMI, con incidencias entre el 1% al 32% según las series y la metodología empleada [7]. Prácticamente todos los enfermos críticos estarían expuestos a sufrir un error, estos ocurrirían 2 veces por enfermo y día, y uno de cada 5 enfermos de UCI podría sufrir un AA grave [8]. Extrapolando los datos de un promedio de 178 actividades por enfermo/día y una incidencia de AA del 1% se considera que en EEUU ocurrirían aproximadamente 25.000 errores diarios potencialmente graves en enfermos críticos, la mayoría de ellos evitables. Además, constituyen el motivo de ingreso en el SMI en un porcentaje no despreciable (1,2%) [9]. Y, en ocasiones pueden detectarse al alta del enfermo del SMI e incluso al alta hospitalaria.
Entre todos los AA, los relacionados con la administración de fármacos tienen una incidencia elevada y pueden aparecer en los diferentes pasos de todo el proceso: prescripción, distribución, administración, seguimiento, y control de los sistemas y manejos [10]. Otros de los AA que ocurren con mayor frecuencia son los asociados a la cirugía (técnica quirúrgica, hemorragia, lesión visceral, infección de la herida) o a procedimientos invasivos, las infecciones nosocomiales y los relacionados con el retraso o error en el diagnóstico o tratamiento [11]. Clasificación La correcta definición y clasificación de los AA no está exenta de dificultad por el solapamiento de los conceptos y la falta de una nomenclatura estandarizada. La "Joint Commission on Accreditation of Healthcare Organizations" (JCAHO) ha realizado un esfuerzo para unificar la taxonomía de los AA y términos relacionados [12]. Este sistema de clasificación establece 5 categorías primarias, que incluyen: el impacto, el tipo, el ámbito, la causa y la prevención o mitigación. Otros autores han establecido guías clínicas sobre la terminología, documentación y notificación de AA relacionados con fármacos [13]. Así, entre las principales definiciones podríamos destacar: Incidente: Todo acontecimiento o situación inesperada y no deseada que podría haber tenido consecuencias negativas para el enfermo, pero que no las ha producido por casualidad o por la intervención. Sirven de alarma de posibles AA. Error: Acto de equivocación u omisión en la práctica de los profesionales sanitarios que puede contribuir a que ocurra un AA. En la práctica médica, el error puede ocurrir en tres condiciones: por la realización de acciones innecesarias, por la ejecución inadecuada de maniobras útiles y necesarias, o por la omisión de intervenciones benéficas [14], lo que se ha denominado sobreutilización, mala utilización y subutilización. Los dos primeros incluirían los errores de comisión y el último los de omisión [15]. Acontecimiento adverso: Acontecimiento inesperado y no deseado, relacionado con el proceso asistencial, que tiene consecuencias negativas para el enfermo (lesión, incapacidad, prolongación de la estancia hospitalaria o muerte). Pueden ser prevenibles (atribuibles a un error; no se habrían producido en caso de hacer alguna actuación) o inevitables (imposibles de predecir o evitar). Así, no todos los errores causan AA ni todos los AA son consecuencia de un error. Por otra parte, la detección de incidentes o de errores que no tiene consecuencias para los pacientes es de vital importancia, ya que estos ocurren entre 3 a 300 veces más que los AA, definiendo el modelo de iceberg o pirámide propuesto por Heinrich. Los incidentes constituirían la base de la pirámide, en cuya punta se situarían los AA más graves con riesgo de muerte. Debido a que el proceso causal es común, el análisis y aprendizaje de los incidentes sería extrapolable a los AA. Además, los primeros serían más fáciles de notificar al estar exentos de las barreras psicológicas y del riesgo médico-legal que en muchas ocasiones limitan la notificación de los AA más graves [16]. Origen de los acontecimientos adversos
El error humano puede ser enfocado de dos maneras: como un problema de las personas o de los sistemas [17]. El enfoque personal atribuye los errores a ciertos procesos de los individuos tales como olvido, distracción, deficiente motivación, falta de cuidado, sobrecarga de trabajo, cansancio, estrés, negligencia o imprudencia. La visión moderna de la causa del error médico considera la atención a la salud como un sistema altamente complejo, donde interactúan muchos elementos y factores, y donde la responsabilidad no está en uno solo de ellos. Así la mayoría de AA suelen generarse en una cadena causal que involucra recursos, procesos, pacientes y prestadores de servicios, siendo el resultado de fallos en el sistema en el que los profesionales trabajan, más que de una mala práctica individual. La teoría del “queso suizo” como génesis de los AA postulada por J. Reason, establece que en los sistemas complejos como la atención sanitaria, existirían diferentes barreras de defensa y seguridad cuyo objetivo sería proteger a las victimas potenciales de posibles daños. Estas barreras mecánicas, personales u organizativas que idealmente estarían intactas y serían efectivas pueden debilitarse en determinado momento, produciéndose agujeros a modo de “queso suizo”, siendo las causas más frecuentes de su deterioro los fallos activos y las condiciones latentes. Estos agujeros de forma individual y aislada no causarían habitualmente daño, y sólo en el caso de que se alinearan dibujarían una trayectoria que permitiría que se produjera el AA. Métodos para la detección de acontecimientos adversos Históricamente los errores médicos han sido revelados de forma retrospectiva a través de los comités de mortalidad y el análisis de las reclamaciones. La frecuencia y distribución del riesgo asistencial puede estimarse por estudios retrospectivos (revisión de historias clínicas), transversales y prospectivos. La elección del método dependerá fundamentalmente del objetivo y de los recursos disponibles. Los estudios retrospectivos son más fáciles de realizar y más efectivos en la estimación de la incidencia de AA. Sólo detectan los AA documentados, subestimando los prevenibles y pudiendo pasar inadvertidos errores graves si no han producido daño. Además, en general no permite analizar los factores responsables o causas. Los estudios prospectivos son más costosos en tiempo y recursos, cuantifican mejor la incidencia de los AA evitables, describen mejor las causas y consecuencias y son útiles en los programas de reducción de riesgos [18]. Existen básicamente dos sistemas diferentes de notificación de los AA. Los sistemas obligatorios o mandatarios, cuyo objetivo es la búsqueda de la responsabilidad de los proveedores y que registran básicamente los AA asociados a lesiones graves o muerte, y los sistemas de notificación voluntaria cuyo objetivo básico es la mejora de la calidad y que analizan tanto los AA como los sucesos que potencialmente podrían derivar en ellos, basándose en que los modelos causales de ambos son similares. Estos últimos han demostrado su eficacia en entornos como la industria aeronáutica y otras similares. Leape [19] analiza las cualidades que contribuyen al éxito de un sistema de notificación y registro de AA y que incluirían, entre otras: el carácter no punitivo, la confidencialidad, el anonimato, la independencia de la autoridad con capacidad de castigar la denuncia, el análisis por expertos, la agilidad en el análisis y emisión de recomendaciones, la orientación hacia el sistema más que al comportamiento de los individuos y la capacidad de difundir recomendaciones y consensuar actuaciones. De forma general, la notificación voluntaria de los AA es muy baja [20]. Hasta el momento ningún sistema de notificación es capaz de detectar la inmensa mayoría de incidentes. Estudios
en servicios médicos sugieren que sólo el 1,5% de todos los AA y el 6% de los AA relacionados con fármacos son notificados. Del mismo modo se estima que sólo entre el 5-30% de los AA relacionados con procesos quirúrgicos son notificados. A pesar de ello, los sistemas de registro y notificación voluntarios y anónimos pueden permitir identificar un importante porcentaje de incidentes y errores en pacientes críticos, reduciendo potencialmente su aparición y consecuencias, al permitir su análisis y establecer acciones preventivas. Uno de los primeros antecedentes de sistemas de notificación y registro de AA en el enfermo crítico ha sido el "Australian Incident Monitoring Study in Intensive Care Units" (AIMS-ICU). Se basa en la notificación de aquellos incidentes que ponen en riesgo la seguridad del enfermo, desde una visión enfocada al equipo y al sistema. Analiza los AA, cuándo y cómo se han producido, cómo se han detectado y qué factores han influido en su aparición o han limitado sus consecuencias. Este sistema ha permitido valorar la magnitud e importancia de los AA en los SMI [21], y analizado aspectos concretos tales como los AA relacionados con la vía aérea [22] o los ocurridos durante los traslados intrahospitalarios [23]. Con la misma filosofía y un diseño similar, la Sociedad Americana de Cuidados Intensivos en colaboración con otras entidades como la Agencia para la Investigación y Calidad en la Atención de la Salud ha desarrollado el sistema "ICU Safety Reporting Sistem" (ICUSRS). Este proyecto incluye a más de 30 SMI (adultos y pediátricos), y utiliza una página web para la notificación voluntaria y anónima de AA en enfermos críticos, permitiendo la comparación de resultados entre los diferentes centros [24]. El ICUSRS se basa más en una aproximación a los factores relacionados con el sistema (condiciones bajo las cuales se trabaja) que en factores personales (consideraría el individuo el responsable del evento). Analiza dos tipos de factores: aquellos que contribuyen o favorecen la aparición del evento y aquellos factores que minimizan o reducen el impacto negativo del evento (factores limitantes). A su vez subdivide a los dos tipos de factores en 7 subcategorías, que incluirían: factores relacionados con el enfermo, con el proveedor, con el equipo, con el entrenamiento, con las tareas, con la gestión y organizacionales. La Sociedad Europea de Intensivos, dentro de sus actividades encaminadas a la mejora de la calidad, ha llevado a cabo el Proyecto SEE ("Sentinel Events Evaluation"). Este estudio multicéntrico realizó un corte incidental de un día en 224 SMI de 30 países, incluido España, con el objetivo de conocer la prevalencia de AA indeseables, analizando una población de 2.090 pacientes. Se detectaron 576 incidentes la mayoría relacionados con tubos, drenajes y catéteres seguidos de los relacionados con medicación [25]. En los últimos años, la calidad de la asistencia sanitaria y la seguridad del enfermo se han convertido en una preocupación creciente, constituyendo un reto y una prioridad de todos los sistemas sanitarios. Por este motivo diferentes organismos han puesto de manifiesto la importancia y magnitud del problema, implantándose políticas internacionales con el objetivo preciso de reducir el número de errores en el sistema sanitario. Así el IOM recomienda utilizar herramientas que permitan descubrir, analizar y rediseñar sistemas para eliminar los errores, mejorando la calidad y minimizando los riesgos [26]. A pesar de estas recomendaciones, en la actualidad todavía queda un largo camino por recorrer, siendo necesario un mayor esfuerzo de todos los implicados si queremos hacer que el principio hipocrático “primun non nocere” guíe la práctica de la medicina [27].
La SEMICYUC, consciente de la necesidad de disponer de herramientas que permitan mejorar la calidad y seguridad del enfermo crítico, ha llevado a cabo en los últimos años proyectos tales como el desarrollo del mapa de competencias de sus profesionales, los estándares de acreditación y la elaboración de indicadores de calidad del enfermo crítico. En relación a este último, destacar que muchos de estos indicadores, relacionados con la seguridad del enfermo, facilitan el reconocimiento y permiten identificar muchas de las condiciones latentes y AA, tanto por comisión como por omisión que puede ocurrir en los SMI. Además pueden identificar las causas y factores responsables, mediante el registro de los mismos, la comparación de resultados y el desarrollo de estrategias encaminadas a disminuir el riesgo y mejorar la calidad en la atención de nuestros enfermos [28]. El proyecto SYREC (Seguridad y Riesgo en el Enfermo Crítico) en fase de desarrollo tiene como objetivo principal la mejora de la seguridad del paciente crítico, a través de el establecimiento de definiciones consensuadas de los incidentes y AA en el ámbito de intensivos, el estudio epidemiológico de los mismos, y la creación de una base de datos que permita analizar las causas y factores relacionados para establecer medidas encaminadas a disminuir su incidencia. Enlaces 1. World Health Organization. The World Health Report 2002. Reducing Risks, Promoting Healthy Life. Geneve: WHO, 2002. Disponible en: http://www.who.int/whr/2002/en/ (Acceso 6 de febrero de 2006). 2. Kohn LT, Corrigan JM, Donaldson MS (eds): To err is human. Building a Safer Heath System. Washington, DC, National Academy Press; 1999. Disponible en: http://newton.nap.edu/books/0309068371/html/ (Acceso el 8 de febrero de 2006) 3. Choudhry NK, Anderson GM, Laupacis A, Ross-Degnan D, Normand SL. Impact of adverse events on prescribing warfarin in patients with atrial fibrillation: matched pair analysis. BMJ 2006; 332: 141-145. [Resumen] [Artículos relacionados] 4. Osmon S, Harris CB, Dunagan WC, Prentice D, Fraser VJ, Kollef MH. Reporting of medical errors: an intensive care unit experience. Crit Care Med 2004; 32: 727-733. [Resumen] [Artículos relacionados] 5. Donchin Y, Seagull FJ. The hostile environment of the intensive care unit. Curr Opin Crit Care 2002; 8: 316-320. [Resumen] [Artículos relacionados] 6. Helmreich RL. On error management: lessons from aviation. BMJ 2000; 320: 781-785. [Resumen] [Artículos relacionados] 7. Bracco D, Favre JB, Bissonnette B, Wasserfallen JB, Revelly JP, Ravussin P, Chiolero R. Human errors in a multidisciplinary intensive care unit: a 1-year prospective study. Intensive Care Med 2001; 27: 137-145. [Resumen] [Artículos relacionados] 8. Wu AW, Pronovost P, Morlock L. ICU incident reporting systems. J Crit Care 2002; 17: 86-94. [Resumen] [Artículos relacionados] 9. Lehman LS, Puopolo AL, Shaykevich S, Brennan TA. Iatrogenic events resulting in intensive care admission: frequency, cause, and disclosure to patients and institutions. Am J Med 2005; 118: 409-413. [Resumen] [Artículos relacionados] 10. Kopp B J, Erstad BL, Allen ME, Theodorou AA, Priestley G. Medication errors and adverse drug events in an intensive care unit: direct observation approach for detection. Crit Care Med 2006; 34: 415-425. [Resumen] [Artículos relacionados] 11. Aranaz JM, Aibar C, Leon MT. Efectos adversos en la asistencia hospitalaria. Una revisión crítica. Med Clin (Barc) 2004; 123: 21-25. [Resumen] [Artículos relacionados] 12. Chang A, Schyve PM, Croteau RJ, O'Leary DS, Loeb JM. The JCAHO patient safety event taxonomy: a standardized terminology and classification schema for near misses
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** Hospital Sagrat Cor, Barcelona ©REMI, http://remi.uninet.edu. Febrero 2006.