6. El Psicologo En Las Instituciones Educativas

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Universidad de la República – Facultad de Psicología “La Educación Inicial: perspectivas y desafíos” Jornadas a diez años de la creación del Servicio de Educación Inicial 11 y 12 de mayo de 2007

Trabajo Libre correspondiente al eje: “Trabajo del Psicólogo en las Instituciones de Educación Inicial”

RESUMEN “El Psicólogo en las Instituciones Educativas” Un nuevo desafío para la Psicología en el Litoral Norte. Andrea Ferreira y Ma. Eugenia Sagnol El presente trabajo pretende dar lugar a la reflexión acerca del rol del Psicólogo en las Instituciones Educativas en general y en particular en la ciudad de Salto, como nuevo campo de acción. Para ello partimos de un análisis de las Instituciones Educativas y del Rol del Psicólogo en las mismas, arribando al análisis de la implicación del profesional en un Centro Educativo determinado a partir de nuestra experiencia de trabajo en la ciudad de Salto como estudiantes de 5º ciclo desde el Servicio de Educación Inicial.

“El Psicólogo en las Instituciones Educativas” Un nuevo desafío para la Psicología en el Litoral Norte. Andrea Ferreira de los Santos y Ma. Eugenia Sagnol Miguens. La siguiente reflexión no pretende arribar a un análisis acabado del quehacer del Psicólogo en las Instituciones Educativas, sino simplemente poder dar cuenta de algunas líneas de pensamiento acerca del mismo. La presencia del Psicólogo en un Centro Educativo habilita el encuentro de experiencias y saberes, así como también brinda oportunidad para coordinar acciones en pos de las mismas metas. Con encuentro de experiencias y saberes nos referimos a que, si bien en lo cotidiano, en las salas y pasillos se podría alcanzar el intercambio, es bueno detener la vorágine y sentarse a pensar en un espacio dedicado a ello. Nos introducimos al tema pensando en las peculiaridades de la Institución Educativa. La Institución como objeto cultural tiene poder social. Esto es, la concretización de normas en establecimientos grupales o normas que hacen a la organización de colectivos que tienen poder sobre los comportamientos individuales (Fernández, L. 1994). En lo que tiene que ver concretamente con las Instituciones Educativas, se hace referencia a la escuela como un establecimiento donde se realiza la trasmisión de la cultura requerida por una sociedad compleja. En ella se concretiza la norma o modelo universal vigente en la cultura actual. En todo establecimiento educativo se pueden observar, realizando un análisis institucional, cómo hay ciertos fenómenos que hacen a la dinámica de la institución que son vistos por el ojo del observador y que tienen que ver con el contexto en el que está inserta y con las subjetividades de los actores que la componen. En relación a esto, la dinámica institucional (normas explícitas e implícitas) se reproduce automáticamente, sin embargo, se podrían lograr procesos de transformación al contactarse con agentes externos. La escuela, en tanto institución, generalmente tiende a cerrarse sobre sí misma, ya que entiende por educación todo aquello que ocurre en su interior. De esta manera, se “rigidifican” los mecanismos de contacto con lo externo, aislándose de las transformaciones sociales que se dan en el exterior (Renau, M. 1998).

A partir de aquí cabe la reflexión del rol del Psicólogo en una Institución Educativa. ¿El psicólogo es agente externo o interno en el Centro Educativo? Es de tener en cuenta que en el imaginario social, la Psicología aparece muy marcada por el modelo conceptual clínico y asistencial, delineándose así, el lugar desde el que se le pide que realice su intervención. De ahí que, cuando el Psicólogo llega al ámbito educativo siente el énfasis, puesto por los docentes, en que realice su trabajo con aquellos niños que presentan dificultades. De esta manera se limita la posibilidad de otras líneas de análisis. No se cuestionan otros aspectos que hacen a la institución y se espera la solución mágica otorgada por el Psicólogo a aquello que se ha identificado, por parte de los demás actores, como el o los problemas. Como consecuencia de ello, el Psicólogo queda expuesto a las críticas al no cumplir con las expectativas depositadas en él. De todas maneras, “aparecen matices en cuanto a qué se entiende como su rol principal” (Conde, D. 2003), cada actor del Centro Educativo espera del Psicólogo algo diferente y la valoración que hace del mismo también puede ser variable. Por lo tanto, es imprescindible que el Psicólogo pueda dejar en claro los objetivos de su presencia, su tarea y hasta donde llegan sus funciones. En relación a la dinámica institucional, e intentando dar respuesta a nuestra interrogante, creemos que, tal como lo planteábamos anteriormente, el Psicólogo puede operar como agente externo, favoreciendo el cambio desde una mirada que permite visualizar situaciones que son vividas como obstáculos, desde la institución, y son naturalizadas. Desde la llegada del Psicólogo al Centro Educativo las condiciones de trabajo son variables. Uno de los planos más destacados es el de las resistencias. Sabido es que toda institución tiende a conservar sus modos de funcionamiento y el contacto con el exterior es un factor que amenaza con derribar las barreras que no les permiten cuestionamientos que ayuden a dinamizar procesos de transformación. La presencia del Psicólogo, por ser una mirada distinta, posibilita visualizar puntos invisibles, lo que pone a la institución en “peligro” frente a los cambios. Esto da lugar a la apertura de espacios que, tal vez, no habían sido pensados y que posibilitan miradas diferentes en relación a aspectos que hacen a la dinámica institucional, a lo instituido. Por ejemplo pensar en la comunicación, desvanecer miradas que acusan a los niños como

generadores de problemas, desculpabilizar a las familias de las dificultades de los niños, posibilitar miradas más abarcativas, miradas macro, que enfocan a los grupos, a la institución y no solamente a los “niños-problema”. Desde nuestra experiencia hemos podido percibir que se podrían estar generando sentimientos de invasión, entre otros, en todos los actores de la Institución. Valen aquí algunas preguntas ¿La Psicología invade a las Instituciones?. Y ¿sólo a las Instituciones?. La Psicología como disciplina, ha llegado a la cuidad de Salto en forma “masiva” dada la implementación de la Facultad de Psicología en la Regional Norte, diseminándose por diversos ámbitos. En relación a esto, uno de los aspectos en los que podemos pensar es la demanda. Nuestra experiencia de trabajo en la ciudad de Salto nos ha venido mostrando que se hace manifiesta por parte de las Instituciones, la necesidad de habilitar espacios para poder trabajar y pensar en conjunto acerca de las mismas. No obstante, cuando se cuenta con la posibilidad de dar respuestas a esa demanda, surgen algunas resistencias. Vale aclarar que esto es a un nivel latente. Pensando en algunos por qué de esto, creemos que ante la percepción de la propia institución de su problemática, y ante la ansiedad que esto le genera como tal, se desplaza la demanda hacía los niños como depositarios de dichas problemáticas. ¿Demanda para quien? Al decir de Renau: “La demanda suele ser, inicialmente, una demanda clínica. La escuela busca al Psicólogo para que le ayude a solventar el problema de los niños difíciles porque obstaculizan su labor cotidiana y crean conflictos que vienen a sumarse a los que ya genera la propia dinámica educativa, los propios de la institución y a menudo los de las condiciones deficitarias de trabajo en las que se desarrolla su tarea.”(1) En el interjuego que se produce entre la demanda formulada de modo explícito, que deja entrever otra demanda del orden de lo implícito, y la respuesta dada por el Psicólogo a través de sus líneas de intervención, es posible observar manifestaciones de desencuentro entre las disciplinas. En el caso de la Institución puede no sentirse comprendida en lo que hace a la demanda formulada y el Psicólogo puede leerlo como una dificultad de cuestionamiento por parte de la misma. Lo importante aquí es poder utilizar los aspectos en juego de ese desencuentro como analizadores del accionar.

Por un lado, y a partir del acercamiento a las problemáticas de las Instituciones Educativas en zonas de contexto crítico, se percibe el desborde de los equipos docentes, ya que cotidianamente se enfrentan a situaciones que, en algunas ocasiones exceden a su formación. En estos momentos se hace necesaria la presencia de técnicos con una formación diferente y complementaria a la de los maestros, implementando espacios de reflexión sobre la realidad en la cual están inmersos y delineando así estrategias de intervención. Por otro lado, desde las instituciones se les demanda a las familias que cumplan con las funciones que permiten mantener los procesos de escolarización del niño, pero se debe tener en cuenta que la constitución y dinámica de estas familias no siempre lo permite, delegando, en esos casos, sus funciones en el centro. Es así que además de los encuentros entre las familias y el Centro Educativo, también se producen desencuentros que dan lugar

a

una

diversidad

de

efectos:

escasa

participación,

asistencia

discontinuada, institución proveedora de servicios y un lugar a través del cual se pueden canalizar reclamos y denuncias. En el marco de estos encuentros y desencuentros, el niño concurre a la Escuela. El trabajo interdisciplinario, en el que convergen diversas miradas a los fenómenos vividos, se hace imprescindible, ya que una única disciplina por sí misma no podría dar respuesta a esta problemática. No podemos dejar de reflexionar, en lo que tiene que ver con el rol del Psicólogo, acerca de la implicación. Cuando el Psicólogo llega a una Institución Educativa lleva consigo un arsenal de ideas preconcebidas de lo que será su trabajo, su lugar y su intervención en la misma, así como también de la forma en que será recibido y lo que se espera de él. Rodríguez Nebot, citando a Lourau, define la implicación institucional como “...el conjunto de las relaciones concientes o no que existen entre el actor y el sistema institucional” (2). Se destaca la importancia del análisis de la implicación, conocerla, pensarla, saber cuál es y cómo opera. Solo el hecho de analizar las implicaciones puede producir alguna modificación de las mismas. En una intervención es fundamental este análisis de la implicación, tanto del analista como la de la institución. Cuando pensamos el concepto de implicación como verbo o acción, con valor positivo o negativo, estaríamos refiriéndonos a lo que se denomina

“sobreimplicación”. Ésta por una parte, requiere del analista un mayor compromiso, mayor identificación y exige mayor actividad; por otro lado inhabilita el análisis de la implicación. (Lourau, R. 1999). Consideramos que una buena forma de dar cuenta de un análisis de implicación es a partir del nuestro propio dentro de una Institución Educativa de la ciudad de Salto, a la que llegamos por medio del Servicio de Educación Inicial como estudiantes de 5º ciclo de la Facultad de Psicología (UdelaR) de Montevideo. Al comenzar el año de trabajo, llegamos a un Jardín con la seguridad de que seríamos recibidas “con los brazos abiertos” por un Centro Educativo que estaba inserto en Salto, nuestro Salto, cuidad a la cual pertenecemos y que nos acoge. No llegábamos al Jardín como extranjeras, simplemente regresábamos a nuestro lugar. Teniendo en cuenta que éste ya había pasado por la experiencia de trabajar conjuntamente con el Servicio de Educación Inicial, y además con una de nosotras, creímos tener el camino allanado. Sin embargo, las condiciones eran otras, los tiempos eran otros y las dificultades también, así que las cosas no fueron como nos las habíamos imaginado. Pero ¿qué nos generó esto?. Malestar. ¿Por qué? Porque en ese momento no pudimos ver que se trataba de una Institución y que sería esperable que situaciones de este tipo sucedieran, además de no tener en cuenta la llegada de la Psicología a Salto como factor que podría estar influyendo en este encuentro con la Educación. No pudimos pensar el hecho de que no se está acostumbrado a la interdisciplinariedad y por lo tanto cabrían dificultades en el intento. Entonces sentimos ese “no lugar en nuestro lugar” y nos molestamos. Acompañando ese malestar coexistieron otros aspectos que nos permitieron continuar la tarea como por ejemplo: la apertura desde la Institución hacia nuestra propuesta, el trabajo con niños y niñas que nos hicieron sentir gratificadas y las nuevas condiciones que fueron surgiendo a partir de nuevas estrategias de intervención. Estas consistieron en habilitar espacios en los que poder pensar en forma conjunta con la Institución el modo de alcanzar las metas compartidas. A medida que fue pasando el tiempo, a pesar de continuar encontrándonos con algunas resistencias, nuestro pasaje por el Jardín se hizo más fluido. Probablemente esto se debió a que pudimos pensar y cuestionar nuestro lugar,

así como también nuestro accionar desde allí. Aquella falta de cuestionamiento que nos molestaba de la Institución, quizás también la estuvimos cometiendo, pero (aunque no es posible llegar al fondo de la cuestión) las líneas de relacionamiento, de análisis y de intervención, fueron develándose ante nuestra mirada, pudiendo así utilizarlas como analizadores. Sentimos que esto fue fortaleciendo nuestro trabajo y nos acercó al logro de los objetivos propuestos. Hoy, a dos años de haber transitado esta experiencia, sentimos que contamos con herramientas que nos permiten pensar de otra manera la dinámica del encuentro Psicología – Institución Educativa, en cada nueva experiencia de trabajo.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS •

RENAU, M. (1998) ¿Otra Psicología en la Escuela? Un enfoque institucional y comunitario. Barcelona. Ed. Paidós.



RODRÍGUEZ NEBOT, J. (2004). Clínica Móvil: el socioanálisis y la red. Mdeo. Uruguay. Ed. Narciso. BIBLIOGRAFÍA



ELLIOT, J. (1996). El cambio Educativo desde la Investigación-

Acción. Madrid. Morata. •

ESQUIBEL, D. (1995). Malestar en la escuela. Mdeo. Uruguay.

Ed. Roca Viva. •

FERNÁNDEZ, L. (1994). Instituciones Educativas. Bs. As. Paidós.



LOURAU, R. (1999). Implicación y Sobreimplicación. Bs. As.

Ediciones de la Escuela. •

RENAU, M. (1998) ¿Otra Psicología en la Escuela? Un enfoque

institucional y comunitario. Barcelona. Ed. Paidós. •

RODRÍGUEZ NEBOT, J. (2004). Clínica Móvil: el socioanálisis y

la red. Mdeo. Uruguay. Ed. Narciso. •

Universidad de la República, Facultad de Psicología, Área de

Psicología Educacional (2003). Psicología en la Educación: un campo epistémico en construcción. Mdeo.-Uruguay. Ediciones Trapiche.

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