3 Principios Para Cancelar Las Deudas.docx

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3 Principios para cancelar las deudas

2 Reyes 4:4: "Luego entra en la casa con tus hijos y cierra la puerta. Echa aceite en todas las vasijas y, a medida que las llenes, ponlas aparte". Juan 19:30: "Al probar Jesús el vinagre, dijo --Todo se ha cumplido. Luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu". Declaramos que no solo no va a haber más deuda financiera, sino que va a haber prosperidad en aumento en todas las áreas, afectiva, financiera, espiritual, personal, etc. Hoy estoy listo para que Dios cancele todas mis deudas. ¡La bendición me va a seguir y la libertad financiera me va a acompañar! Antes de mencionar los tres principios para cancelar las deudas, voy a soltar tres compromisos que tenés que hacer para ser libre financieramente. 1. No endeudarte con deudas malas. Hay deudas buenas y deudas malas. Una deuda buena es cuando te endeudás por algo que te va a traer ganancia económica o utilidad, algo que te va a redituar financieramente. Por ejemplo, imaginemos que comprás una máquina para tu negocio y te endeudás porque no tenés efectivo. Esa máquina es una deuda buena, porque invertiste en algo que te va a traer ganancia financiera. Toda deuda sobre algo que te va a dar utilidad, dividendo, ganancia financiera, es una inversión, una deuda buena. ¿Qué es una mala deuda? Cualquier cosa por la que nos endeudamos y que no nos trae ganancia financiera. Por ejemplo, endeudarte por un televisor, por un cumpleaños de quince, por irte de vacaciones, por arreglar la casa, por hacer un viaje a Europa o por comprarte zapatos. Todos estos son ejemplos de deudas malas, porque ni los zapatos, ni el televisor, ni una fiesta de cumpleaños, ni unas vacaciones te traerán ganancia. La Biblia dice que cuando nos endeudamos somos esclavos del acreedor. Cuando una persona se endeuda con deudas malas, esa persona entra en pobreza. Hace un tiempo leí que en la Edad Media, cuando la gente no tenía cómo pagar sus deudas, quedaba como esclavo. La persona se vendía como esclavo para pagar la deuda que había contraído. Cuando el esclavo estaba por recuperar su libertad porque había terminado de pagar su deuda, muchos amos le daban cosas para volverlo a endeudar y así, la persona seguía siendo su esclavo. Eso es lo que hace el sistema. El sistema nos quiere endeudados. Pero no nos quiere endeudados con deudas buenas, con inversiones que nos traigan ganancia financiera, sino endeudados por adquirir objetos y bienes. He conocido gente que se ha endeudado por un cumpleaños de quince, por viajes, por ropa y una variedad de objetos. Cuenta una historia que había un hombre que estaba muy endeudado. Un día, este hombre había salido en bote con un amigo, y mientras estaban en medio del mar, el hombre le dice al amigo:

-Tengo tantas deudas que no quiero vivir más. ¡Me voy a matar! Sacó una pierna y se tiró al agua. Cuando lo vio tirarse, el amigo le gritó: --¡No! ¡No te mates! A los dos minutos, el hombre volvió a subir y le pidió a su amigo: --¡Sácame del agua! --Ah, ¡te arrepentiste! --exclamó el amigo. --¡No! ¡Es que abajo está un buzo al que le debo cien mil dólares! Hay otra historia que habla de un hombre que tenía tantas deudas que un día dijo: --¡Me voy a matar porque la vida no tiene sentido! -y se tiró al agua para ahogarse. Pero cuando se estaba ahogando, un hombre, lo rescató y le señaló: --¡Me debés la vida! --¡No! ¡Otra deuda más, no! Un hombre fue al médico y el doctor le dijo con voz enérgica: --En los próximos meses, ¡nada de fumar, nada de beber, nada de ir a comer a restaurantes, nada de viajes ni de vacaciones! --¿Hasta que me cure, doctor? --¡No! ¡Hasta que me pagues todo lo que me debés! Las deudas te estresan y te vuelven esclavo. Hay personas que viven su vida saltando de deuda en deuda. Un empleado le dijo al jefe: --¡Usted me tiene que aumentar el sueldo! --¿Por qué le tengo que aumentar el sueldo? -indagó el jefe. --¡Porque sepa usted que hay tres compañías que estás detrás mío y me quieren por completo! --¿Y cuáles son esas tres compañías? --¡La de la electricidad, la del agua y la del teléfono! Hoy tenemos que decidir que no nos vamos a endeudar más con deudas malas, porque Dios no nos hizo para que seamos esclavos. ¡Dios nos hizo para ser libres! 2. Tenés que estar decidido a pagar todas tus deudas. Dios quiere que canceles todas las deudas.

El pasaje habla de una mujer casada con dos hijos. Un día el marido murió. El hombre amaba a Dios pero era un pésimo administrador financiero, como muchos creyentes que aman al Señor pero no tienen dinero. Cuando el hombre murió, le dejó a la esposa una deuda tan grande que vinieron los acreedores y le embargaron todo lo que tenían en la casa. Pero como todo lo que tenían no alcanzaba para pagar la deuda, volverían a llevarse como esclavos a los hijos. La mujer, desesperada, buscó al profeta. Esta viuda no insultó a su marido muerto ni anduvo llorando con todos los vecinos. Ella buscó la voz del Señor y le dijo al profeta: --Vos conocías a mi marido. Él amaba al Señor, pero me dejó una deuda tan grande que ahora van a llevarse a mis hijos como esclavos. El profeta le preguntó: --¿Qué tenés en tu casa? --¡Nada! ¡Me han llevado todo! --No, no, no, no --aseguró el profeta--. Hay algo que no te llevaron. --Sí, es verdad --dijo la mujer-- me quedó una vasija de aceite. --Bien; ahora vas a ir a ver a tus vecinos y les vas a pedir todas las vasijas vacías que puedas. Después, te vas a encerrar en tu casa con tus dos hijos y vas a agarrar la vasija de aceite que tenés, y con esa vasija vas a empezar a llenar todas las vasijas vacías, porque Dios te va a cancelar la deuda milagrosamente --indicó el profeta. Dice la historia bíblica que la mujer se encerró e hizo como le ordenó el profeta. La vasija de aceite representa a Jesús, porque Satanás te puede sacar todo, pero a Cristo no te lo puede quitar. Es ese Cristo el que va a volver a llenar todo lo que estaba vacío y te va a bendecir. ¿Por qué Dios le dio ese milagro de multiplicación a esta mujer? Porque ella estaba dispuesta a pagar la deuda. Tenés que tomar la decisión y estar dispuesto a cancelar todas las deudas para ser libre. Tengo anotadas varias ideas interesantes que plantea un famoso pastor estadounidense respecto a las deudas. Él dice que tenemos que ir cancelando las deudas de las más chicas a las más grandes. Por ejemplo, supongamos que tenés cinco deudas: Debés $2, $10, $100, $10.000 y $10.000.000. Primero tenés que pagar los $2. Porque a esa deuda la pagás rápido y cobrás fuerza financiera, levantás tu estima y decís: "Ya me saqué una deuda de encima. Me faltan otras, pero la de $2 ya la cancelé en el nombre poderoso del Señor". Este pastor también dice que tenés que buscar en tu casa cosas que no usás y venderlas para obtener dinero para pagar tus deudas. Todos tenemos muchas cosas que no usamos, como máquinas para bajar de peso o zapatillas. Dios tiene que ver un interés genuino de que querés pagar la deuda para que Él pueda traerte el milagro financiero.

También dice que tenés que buscar todas las cosas en tu casa que no son tuyas y devolverlas. Ese libro que nos dieron, ese par de zapatillas que nos prestaron, tenemos que buscar esas cosas y devolverlas. Porque todo lo que debés te hace esclavo del acreedor. Toda esclavitud asociada a una deuda la tenemos que cancelar en el nombre del Señor. Una vez, una mujer se encontró con otra mujer y le confesó: --Desde que yo me casé con él, mi marido es millonario. --¡Qué bien! --le dice la otra mujer--. ¿Y antes de casarse con vos, qué era? --¡Trillonario! Se sube un hombre al taxi y le dice al chofer: --Lléveme hasta acá. Cuando llegan, paga y le da $5 de propina. --¡Amarrete! -- le dice el chofer--. ¡Su hijo siempre me da $100 de propina! El hombre le respondió: --Eso es porque mi hijo tiene un padre millonario, pero yo no tengo un padre millonario. 3. ¡Voy a crecer! "Si prospera mi alma, prospera mi bolsillo". La Biblia dice que vas a prosperar como prospera tu alma. Tu tercera decisión y la mía, tiene que ser crecer, sacar las ideas, los factores que nos están limitando. Por ejemplo, ese concepto de "ganarse la vida". Hay gente que dice: "Yo me gano la vida trabajando". ¡No! La vida no hay que ganársela, ya la ganamos desde que nacimos. Si estás ganándote la vida, siempre estás en deuda. Otra idea equivocada es: "Hay poco dinero en el mundo". ¡No! No hay poco dinero; hay mucho dinero, pero pasa de mano en mano rápidamente. Si pensás que hay poco dinero, vas a mentir, vas a robar, vas a buscar la changa, vas a engañar, vas a tomar el atajo. Pero si sos una persona de fe, sabés que todo lo que está en la Tierra nos pertenece a los hijos del Rey. Tenés que decir: "Esta tierra está bendecida. Yo soy el hijo del Dueño de esta tierra y por eso ella me va a dar ganancia al treinta, al sesenta y al ciento por uno. Habrá poco para otro, pero no para mí que soy el hijo del Rey. Todo lo que es del Rey me corresponde como herencia". Otro ejemplo es el concepto de que el trabajo es algo doloroso, molesto y sacrificado. Decimos: "Tengo un trabajito", "la luchamos..." ¡No! El trabajo no es una maldición, el trabajo es una bendición. ¡No hay nada más lindo que trabajar de lo que te apasiona, de lo que es tu vocación, de eso que te entusiasma, y que encima te paguen! Otras veces decimos: "Cuando tenga mucho dinero aprenderé a administrarlo". Si no sabés administrar un sueldo mensual de $200, Dios no te va a dar $200.000. Dice La Biblia que "el que es fiel en lo poco, va a ser fiel en lo mucho";

es decir, el que sabe administrar las monedas, también va a saber administrar los millones. Nuestra tercera decisión tiene que ser que siempre vamos a crecer. Tres principios para cancelar las deudas Principio 1: Para cancelar mis deudas tengo que endeudar a los demás. Este principio es también para los que no tienen deuda. "Si yo endeudo a los demás, mis deudas se cancelan". ¿Qué quiere decir esto? En Deuteronomio 28 Dios dice que nos va a abrir los cielos y nos va a derramar bendición. Vamos a ser bendecidos y no vamos a pedir prestado. Yo te profetizo que Dios te va a dar tanto, que no vas a tener que pedir nada prestado. No vas a pedir ropa prestada, no vas a pedir nada, porque Dios va a abrir los cielos y no vas a tener que pedirle a nadie nada. Deuteronomio 28 también dice que no solo no le vas a pedir a nadie, sino que además darás prestado. Es decir, "no vas a pedir, pero vas a dar", porque cuando vos das se endeuda el otro y eso se llama "reciprocidad". Es una "deuda afectiva". Y no estoy hablando de dar solo en lo económico, dar en lo afectivo también genera una deuda. Por ejemplo, van dos amigas al cine y una de ellas paga las entradas. La semana siguiente vuelven a ir al cine las dos amigas, ¿quién paga ahora las entradas? La otra chica. Si vos vas a comer y le pagas un helado a alguien, a la otra vuelta el otro te tiene que pagar a vos. Eso es "reciprocidad". Cada vez que damos algo a alguien, generamos una deuda emocional. Por eso, Eclesiastés 11:2 dice "Comparte lo que tienes entre siete, y aun entre ocho, porque no sabes qué calamidad puede venir sobre la tierra". Siete es el número perfecto en La Biblia; es decir, este versículo nos dice que le demos a todo el mundo algo, y aún un poco más, porque no sabemos los días malos que pudieran venir". ¿Qué quiere decir eso? Que cuando escuchás a alguien, cuando abrazás a alguien, cuando le das una cartita a alguien, estás endeudando. No son cosas materiales, no es dinero, sino algo afectivo, pero de todos modos estás endeudando, y lo que sembrás, tarde o temprano te va a volver bendecido y multiplicado. Por eso Jesús dijo: "Lo que quieran que los hombres hagan con ustedes, primero ustedes háganlo con los hombres", porque hasta el vaso con agua que damos nos va a volver bendecido. Tenemos que endeudar a nuestros hijos, a nuestra esposa, a nuestros padres con actos de amor que generan deudas. El apóstol Pablo, en Romanos 13 enseña: "No le deban a nadie nada. El que debe impuesto, pague impuesto. El que debe estima, pague estima. El que debe honra, pague honra". "El que deba impuesto, pague impuesto" es fácil de entender, pero "¿El que debe estima?", ¿cómo es eso? Cuando alguien te valora, vos ahora estás en deuda y tenés que devolver la valoración. Cuando alguien te felicita ahora corresponde que vos felicites. En otras palabras, Pablo dice que vos siembres y no le debas a nadie nada, solo amarse los unos a los otros.

Cuando sembramos en los demás, no lo hacemos para pasar a cosechar. No es "yo te ayudé así que ahora prestame vos a mí". No; tenemos que hacerlo por amor. Nosotros tenemos el amor del Señor y ese amor es tan grande que bendecimos y no

pasamos a cobrar factura: lo hacemos por amor porque sabemos que si sembramos siempre vamos a cosechar victoria y bendición. Hay gente que no cancela la deuda porque nunca endeuda a nadie. Son esas personas que piden "regálenme", "ayúdenme", "tráiganme". Pero dice La Biblia: "Den, y se les dará: se les echará en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante". No dice: "Dios dará", dice "darán" porque vos das primero y generás la deuda para que te venga la cosecha. Salí a bendecir; hacelo desinteresadamente. Cuenta La Biblia acerca de un hombre que tenía semillas. Echó semillas por aquí, y los cuervos se las comieron. Volvió a echar semillas por otro lado, y como la tierra no tenía profundidad, las semillas no brotaron. Siguió echando semillas, pero los espinillos las ahogaron. Pero de pronto, echó semillas en cierto lugar, y la tierra era buena y produjo cien veces más. Porque lo que vos tenés que hacer es sembrar, sembrar, sembrar, y aunque las tierras hayan sido malas, alguien va a ser buena tierra, y esa buena tierra te va a hacer recuperar todo lo que perdiste más cien veces más. ¡Bendecí a la gente! Endeudá a tu novia, a tu novio, a tus hijos, a tu marido con actos de bendición, porque todo eso te va a volver. Hay gente que va al trabajo y le dice al jefe "me tiene que aumentar el sueldo porque tengo deudas". A tu jefe no le importa que tengas deudas, porque la gente que quiere retirar sin haber depositado primero se llama "ladrón". Pero cuando vos sembrás, abrís una cuenta afectiva. Vos tenés que bendecir y bendecir, y hacerlo por amor. A la larga o a la corta te vuelve multiplicado cien veces más.

Principio 2: Cancelar la deuda a alguien. ¿Querés que te cancelen las dudas? Cancelale vos la deuda a alguien. Por ejemplo, al que le diste un libro o cualquier otra cosa, y no te lo devolvió, llamalo y decile: --Te perdono el libro, te lo doy. --¿Me lo regalás? --No. Te lo siembro.

Porque dice Mateo 6: "Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre... Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores". Es decir: "Yo perdoné, ahora, Señor, haceme un milagro a mí y perdoname la deuda". O sea, si yo perdono a alguien, siembro una semilla espiritual de perdón. Dios va a tocar a alguien, Él va a hacer algo para que se me cancele una deuda a mí. Un pastor me contó que en una época él tenía una empresa de electricidad. Había una mujer que le debía muchísimo dinero. Y el Señor le dijo al pastor que le perdonara la deuda y él lo hizo. Dos días después, lo contrataron para hacer toda la parte eléctrica de un edificio. Recuperó lo que la mujer le debía y ganó muchísimo dinero. Cuando vos sembrás perdón, cosechas algo grande de Dios. ¡No hay nada más lindo que perdonar! ¿Perdonaste a tu ex? Pensá en alguien que te deba algo, llamalo y perdónalo. Dejá que Dios te guíe. Decile: "te voy a perdonar", "te libero de esta deuda", "te desato", "te siembro ese par de zapatos". ¿Por qué? Porque debo mucha plata y necesito que Dios haga un milagro en mi deuda. ¡Endeudá a todo el mundo y perdonale la deuda a alguien!

Principio 3: Voy a declarar cada día cancelado. Cuando Jesús estaba en la cruz dijo: "¡Consumado es!", "He terminado". Estas expresiones en griego se reducen a una sola palabra: "Tetelestai". Quiero que aprendas esta palabra porque se la vas a decir al diablo. Desde la cruz, Jesús gritó "¡tetelestai!" para que la escuche el infierno, la escuche Dios y la escuche la gente. Jesús dice: "Está terminado", "está pagado". ¿Sabés quienes usaban la palabra "tetelestai"? Los comerciantes. Entre ellos era una palabra común. Cuando alguien pagaba una deuda, el acreedor contaba los billetes y anotaba en la boleta: "Tetelestai"; es decir, "Pagado", "Cancelado". Cuando Jesús murió en la cruz, Él canceló todas tus deudas financieras: las buenas, las malas, las que hicimos por tontos, por salir de garantes, por prestar plata y también las que hicimos porque nos engañaron. Todas tus deudas financieras han sido canceladas en la cruz del Señor. Vos tenés que recordarle al diablo que Jesús gritó "¡Cancelado!", que Él nos ha libertado. La Biblia dice que se hizo pobre para que nosotros seamos enriquecidos en todo. Pero no solamente los comerciantes usaban la palabra "tetelestai". También la usaban los criados. Cuando el jefe le decía a un criado "haceme este mandado", el criado salía, hacía el mandado, y cuando volvía, el jefe decía: "lo hiciste", "tetelestai", "se terminó". ¿Qué quiere decir eso? Que hay pequeñas metas, pequeñas cosas que querés lograr y las vas a terminar en el poder del Cristo que te habita. El Señor te va a dar la fuerza para que no postergues más, para que no dejes más cosas por la mitad y puedas decir "¡Lo he terminado!" a eso que empezaste.

No solo usaban "tetelestai" los comerciantes y los criados. También los pintores usaban esta palabra. Cuando un pintor pintaba y daba la última pincelada de su trabajo, decía: "¡Tetelestai!", "¡Terminado!". Me puse a investigar cuánto tarda un pintor en pintar una obra, y descubrí que Da Vinci tardó cuatro años en hacer la Gioconda. El Señor me dijo que te diga que esas pinturas que estás haciendo, esas cosas en las que estás trabajando hace años, ese sueño, ese proyecto que perseguís, lo vas a terminar en el nombre del Señor. La carrera que empezaste, el secundario, la casa que soñaste, lo vas a terminar porque el Cristo que te habita es el que te da el poder para decir: "¡Cancelado, terminado, cerrado para siempre! No van a quedar más cosas por la mitad. No solo el criado, el comerciante y el pintor lo decía. También el sacerdote decía "¡Tetelestai!". Los sacerdotes tenían unos rituales muy complejos. Para el perdón de los pecados tenían que matar a un animal y ofrecerlo. El animalito no tenía que tener defectos; todo tenía que estar muy bien hecho. Cuando el sacerdote terminaba decía: "tetelestai". Cristo murió en la cruz por nosotros y dijo: "Yo derramo Mi sangre. Cancelo tus pecados, tus miedos, tu inseguridad, tu infierno para siempre. Ahora podés ir directo al Padre, porque Yo soy el sacrificio perfecto por tu vida". Y el Padre miró a Cristo y dijo: "Acepto esa cancelación". Ahora no necesitamos agradar a Dios ni ganarnos Su corazón. Ahora hemos sido aceptados porque Cristo pagó en la cruz por nosotros. ¡Ya estamos perdonados! Por ejemplo, supongamos que te llega una boleta de electricidad y la pagás. Al tiempo, te vuelve a llegar la misma boleta y te dicen que tenés que pagarla. ¿La volvés a pagar? No, no la volvés a pagar porque ya está pagada. Si guardás todas las boletas pagadas, buscás esa boleta y decís: "Acá la tengo. ¡Está pagada!" y entonces les podés contestar: "¡Esto está pagado!". La buena noticia es que en la cruz, Jesús pagó tu casa, pagó tu coche, pagó tu salud, pagó tu alegría, pagó tu gozo. Todo está pagado con Su sangre. Por eso, le tenés que decir diablo: "¡Acá está la boleta: la cruz de Jesús que dijo "cancelado!".

No seas como ese hombre al que le regalaron un ticket para un crucero y el hombre se quedó sentado a un costado. La gente comía, bailaba y se divertía, pero el hombre se quedaba ahí sentado. Lo invitaban a participar, a ir al jacuzzi, al cine, pero el hombre decía: "No. Déjenme acá". Estuvo los siete días que duraba el crucero así. Cuando terminó el viaje y todos estaban bajando, se le acercó el capitán y le dijo: -Discúlpeme, yo soy el capitán. Entiendo que usted es un poco tímido porque lo vi los siete días sentado ahí. No fue al jacuzzi, no fue a la pileta, no comió nada de la comida... -No. No lo hice porque a mí me regalaron solo el ticket para estar sentado respondió el hombre mientras le entregaba su ticket al capitán. El capitán dio vuelta el ticket y se lo mostró al hombre para que lo lea:

-¡Aquí dice "Todo pagado"!

Del mismo modo, Cristo pagó tu casa, pagó tu alegría, pagó tu baile, pagó tu jacuzzi, pagó tu prosperidad, pagó la bendición de tu familia. ¡Todo está incluido! ¡Tetelestai! ¡Todo nos pertenece porque fue pagado con la Sangre de Jesucristo!

Volvamos a la mujer del pasaje bíblico. A esta mujer se le murió el esposo. El hombre le había dejado una gran deuda. Tan grande era la deuda que le embargaron todo. La mujer recurrió al profeta. El profeta le preguntó qué tenía en su casa y ella respondió que solo tenía una vasija de aceite. El profeta le indicó que fuera a pedir más vasijas a sus vecinos. La mujer tenía que pedir muchas vasijas. Los vecinos le prestaron sus vasijas. No pensaron que la mujer podía robar o romper las vasijas: se las dieron. Esto ocurrió así porque la mujer se llevaba bien con sus vecinos. Esta mujer había endeudado a sus vecinos con actos de amor. Cuando la mujer tuvo las vasijas, siguió las instrucciones del profeta: "Encerrate en tu casa con todas las vasijas vacías, agarrá la vasija con aceite y empezá a llenar todas las demás vasijas. Hacelo en tu casa cerrada". ¿Saben qué es la iglesia? La iglesia, el lugar donde nos congregamos, es la casa. Acá está Cristo, que es la vasija del Señor. Hoy nos hemos reunido muchas vasijas vacías para que Él nos llene de Su presencia. Por eso, cuando vos vayas a la iglesia, no vayas para decir "¡qué linda la charla!", "¡estuvo bien!". No; vení como una vasija vacía y decile al Señor: "Yo necesito que llenes mis sueños, mis afectos, mis proyectos. Necesito que llenes mis finanzas, mis bendiciones, Padre. ¡Yo quiero ser una vasija vacía!". Y la historia cuenta que se llenaron todas las vasijas. Cuando no hubo más vasijas, no hubo más multiplicación de aceite, porque Dios solo llena vasijas vacías. Cuando se llenaron todas las vasijas, la mujer corrió a contarle al profeta. -¡Se llenaron todas las vasijas! -Ahora andá, vendé el aceite y pagá la deuda -le indicó el profeta. Dios te va a dar un milagro de multiplicación para que pagues tus deudas. Y, como le dijo el profeta a la mujer, con el dinero que sobre, vas a vivir vos y tus hijos. Dios le dio tanto que los hijos y la mujer nunca más tuvieron que trabajar. Yo declaro sobre tu vida que Dios no solo va a saldar tus deudas, sino a que te va a dar abundancia de prosperidad para que no trabajes nunca más en tu vida y tengas las 24 horas para servirle, para hacer lo que quieras y digas "El Señor no solo me canceló la deuda sino que también me dio una libertad financiera generacional".

Hay otra enseñanza linda acerca de la deuda. ¿Quién dejó la deuda a los dos hijos? El padre. Pero Dios se la canceló. Hay herencias que tenemos de nuestro papá o de nuestra mamá. Por ejemplo, hay personas que nunca vieron a su

familia feliz, no tuvieron un papá que las abrace, o una mamá que las quiera. Hay gente que cuenta que el padre siempre engañó a la madre o que siempre llevaron una vida de dolor y enfermedad. El Señor va a cancelar eso, toda herencia de deudas de afecto, problemas y depresiones. Hay personas que son depresivas porque están repitiendo la depresión de su papá o de su mamá. Sin darse cuenta repiten la amargura de sus padres, de sus abuelos. Hay personas que repiten cosas en determinadas fechas y circunstancias. Son herencias que están en tu casa, pero hoy hay alguien más grande que la herencia: el aceite, que es Jesús. Jesús se metió en el aceite. Dice el Pastor Otoniel Font que cuando Pedro tiró la red, Cristo se metió en la red y atrajo a los peces. Cuando Moisés golpeó con la vara y abrió el mar, Cristo se metió en la vara y abrió el mar. Cuando el profeta perdió el hacha y se hundió, Cristo se metió en el hacha y el hacha flotó. ¡Él se va a meter en todas las cosas para traer las bendiciones! Todas las herencias malas van a ser canceladas en el nombre del Señor.

La historia también cuenta que la mujer y los hijos quedaron felices. Toda tu casa va a ser bendecida. Dios no solo bendijo a la mamá: bendijo a la mamá y a los hijos. Todos los integrantes de tu casa van a ser caídos por el poder milagroso del Señor. La mujer se encerró en la casa, por eso vos tenés que congregarte. La mujer se encerró en la casa porque el aceite estaba en la casa. ¿Dónde había que poner las vasijas? En la casa. Y cuando estuvieran en la casa, ¿cuál fue la orden? "Cerrá la puerta". Nada te tiene que interrumpir mientras estés en la reunión. ¡Nada! ¡Vos tenés que estar encerrado! Encerrate al lado del aceite de la unción. Encerrate como una vasija vacía y decile al Señor: "¡Yo quiero que me llenes para que hagas el milagro dentro de la casa!". Dios te da el milagro en lo privado, pero el éxito te lo da en lo público. Dios te unge en lo secreto, pero afuera se van a enterar todos que Dios ha estado con vos dentro de la casa, porque te encerraste.

Yo declaro que hoy cancelamos las deudas maldecidas, cancelamos desde las deudas de 1 peso hasta las deudas de 10.000.000 de dólares. Cancelamos todas las deudas y declaramos que Dios va a hacer un milagro sobrenatural en tu vida y en tus finanzas, no solo para cancelar las deudas sino para darte libertad financiera, para bendecir tu casa y a los tuyos, para bendecir a tus compañeros, para bendecir el Reino. Declaro que toda herencia mala que quedó en tu casa va a ser echada solo con la presencia del aceite que es Cristo. Yo declaro que "tetelestai": todo está pagado, todo está cancelado y ¡todo lo que hagamos nos saldrá bien!

Vas a endeudar a la gente, pero hacelo por amor. No esperes nada de nadie, solo el hacer el bien. Sembrá, perdonale la deuda a alguien. Perdoná, no traigas

lo pasado a tu presente. Ya te lastimaron en el ayer, ¿para qué vas a sufrir hoy? Recordá declarar cada día "tetelestai", "cancelado". Declará "tetelestai" al auto, a la casa que querés. Todo está pagado. Decí: "Ya lo pagó mi Señor, yo voy por lo mío".

El Señor me mostró que cuando la mujer llamó al profeta, él le dijo lo que tenía que hacer. "Buscá vasijas vacías, agarrá la vasija de aceite, echá el aceite en las otras vasijas, cuando se llenen, vendé y viví". ¡Todas órdenes! No hubo diálogo, no conversaron. El profeta no le preguntó a la mujer cómo se sentía por la muerte del marido, o cómo estaban los hijos. ¿Saben por qué la gente va a iglesias autoritarias? Porque el autoritario es seguro. La gente busca figuras maltratadoras porque los ven seguros. Pero si te maltratan, vos decile: "¡No te voy a seguir porque yo soy libre y sirvo al Señor!".

Si tenés que ir a trabajar y llueve, ¿vas aunque llueva? Si hace frío, ¿vas a trabajar? ¿Y si hace mucho calor? ¿Vas igual? ¿Sí? Entonces, ¿por qué a Dios le decimos, "¡Uy!, ¡Hoy hace frío! Mejor lo veo por internet", "hoy no siento adorar"? Le decimos, "Dios, estoy cansado. Mejor me quedo tirado en la cama mirando la predicación". ¿Sabés lo que me dijo el Señor? Me dijo: "Bernardo, los milagros más grandes vienen cuando obedecés". El profeta dio órdenes y la mujer obedeció. Dios honra a los obedientes. Yo deseo que el Señor también sea jefe y te pueda tratar así a vos, a mí. "¡Señor, lo que me digas!". ¡Obedecé al Señor! Decí: "No he pescado nada, pero en Tu nombre echaré la red". Y las redes se te van a romper de bendición. ¡Lo que me digas que haga, Señor, lo haré! Jesús dijo: "¡Tetelestai! Padre, lo que me has dicho lo estoy terminando para que mi pueblo se suba al barco y disfrute de todas las bendiciones". Amén.

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