PREFACIO Mi propósito principal en este libro es hacer una evaluación bíblica y teológica del fenómeno del hablar en lenguas. Se incluye una breve síntesis histórica de la glosolalia, así como un capítulo que pregunta acerca de lo que la iglesia puede aprender del movimiento que habla en lenguas. Desde el principio debo dejar claramente establecido que me siento muy agradecido por lo que Dios está realizando por medio de los cristianos de convicciones pentecostales, especialmente en los campos misioneros del mundo. A pentecostales y neopentecostales los considero como hermanos en Cristo, y por lo tanto, lo que diré acerca de sus puntos de vista sobre la cuestión de las lenguas, lo diré en el espíritu del amor cristiano. Me gustaría que mis amigos pentecostales vieran este libro como una conversación teológica con ellos, que tiene el propósito de llegar a una mejor comprensión de lo que la Palabra de Dios enseña sobre el tema en cuestión. He basado mi exposición de las enseñanzas de pentecostales y neopentecostales primeramente en sus propios escritos, muy especialmente en dos libros doctrinales de autores de las Asambleas de Dios, publicados en castellano por Editorial Vida: ¿Qué quiere ser esto?, por Carl Brumback y El Espíritu Mismo por Ralph M. Riggs. He tratado de ser justo y exacto, pero es posible que alguna incorrección se haya deslizado. Me sentiré muy agradecido si se me llama la atención a tales inexactitudes. Este libro nació de una serie de conferencias dadas en el Seminario Bautista Conservador de Denver. Colorado, en octubre de 1964. He quedado profundamente agradecido por la invitación a dictar estas conferencias y por la cordial hospitalidad que se me brindó. Deseo expresar mi aprecio a todas las personas que me enviaron material, proporcionaron información y respondieron a mis cartas. Estoy endeudado con varios autores que han escrito sobre la glosolalia, y a diversos amigos con los cuales se discutió el tema. Me gustaría también agradecer a mis alumnos del Seminario Calvino, cuyas preguntas suscitaron mi interés en este tema. Por sobre todo, doy gracias al Señor que me capacitó para hacer este estudio. Que este libro magnifique al Padre que nos escogió, al Hijo que murió por nosotros y al Espíritu Santo que mora en nosotros. ANTONIO HOEKEMA