De una Sacerdotisa del Diablo a una Hija de Dios Mi nombre es Vilma Laudelino de Souza, nací en Brasil, Río de Janeiro, una de las ciudades más lindas del mundo, conocida como la capital de la samba y del fútbol. En mi país una gran cantidad de personas buscan o practican alguna forma del espiritismo, costumbre que se realiza desde el tiempo de la colonización, cuando esclavos fueron traídos desde África, con sus cultos y dioses tribales. Dentro de éstos, descendió mi abuela, hija de Angola. En estos tiempos, donde se ha incrementado la búsqueda del ocultismo, a través de la literatura, telenovelas y películas donde se propagan estas prácticas, les puedo decir que yo viví por largo tiempo en este mundo de tinieblas y que muchas veces se desconoce con quién realmente se está tratando. Después de 22 años, de pasar por todas las doctrinas de la Magia Negra y vivir consagrada para los espíritus, comenzando por Umbanda, Candomblé, llegando a la Kimbanda, que sería una ramificación de magia negra, en un momento de mis prácticas, habiendo tenido unas experiencias relevantes, me di cuenta que algo iba mal. Mi familia era practicante de la magia negra y en el mismo momento de mi nacimiento, mi abuela que era una bruja, me consagró a los mismos espíritus que ella poseía, puesto que se acercaba el momento de su partida y desde mi llegada al mundo yo fui entregada a los espíritus. Pasado el tiempo, desde que despertaba siempre había un sentimiento muy fuerte en mí: Miedo, talvez porque sentía que alguien me perseguía o me miraba desde algún punto, así se caracterizaba esta posesión. Cosas muy extrañas pasaban, por ejemplo, muchas veces sentí miedo y buscaba a mamá o mi hermana, pero en vez de encontrar a ellas encontraba un perro policial negro y para mi sorpresa se ponía a conversar conmigo con voz audible; fueron las primeras apariciones en que el príncipe de las tinieblas se estaba dando a conocer a mi vida. En adelante fui testigo visual de muchas experiencias, como protagonista real de una película de terror; desde apariciones diurnas hasta terror nocturno, oír pasos, ruidos y presencia de espíritus que muchas veces se materializaban en personas tal cual como que yo estuviera conversando con un periodista, sin cerrar los ojos, siempre con los ojos abiertos. Cuando estos espíritus me poseían no tenía control de mi cuerpo, en una oportunidad estaba en el colegio, en clases estábamos haciendo unos trabajos y yo no podía dejar de dibujar, mi profesora me llamó la atención y delante de todos mis compañeros levantó mi cuaderno, mostró lo que supuestamente yo había dibujado, pero la verdad es que los espíritus habían ilustrado la figura de un hombre y debajo decía: Yo soy Satanás el demonio de la medianoche. Esto fue complicado al principio, porque los espíritus me agredían, entonces mi familia me llevó a los espiritistas para que los espíritus fueran educados. A los 7 años me llevaron de vuelta donde mi abuela, para que calmara los espíritus que me maltrataban en un comienzo;
fue en ese momento, cuando por primera vez sentí en un culto de consagración la presencia de los espíritus y un ambiente totalmente cargado de potestades, a partir de ahí y ya con conocimiento me inicié en las prácticas espiritistas. Pasé por las más simples al principio pero cada vez iba adquiriendo más conocimiento y poder para realizar un sin fin de maleficios; ahí se invocan espíritus de muerte, de aire, de mar, de selva y muchos más. A los 13 años llegué al Candomblé, donde se trabaja muy fuerte con los poderes síquicos, gobierno de mente, control de carácter, de personalidad, control político, control financiero. Cuando llegué por primera vez a una sesión de este tipo, el sacerdote se inclinó ante mí y caí desmayada y no volví en sí hasta la mañana siguiente. Mi madre me preguntaba que había sentido y le respondía que nada y ella me contaba que en esa noche se había introducido un príncipe en mi cuerpo. Una noche se me apareció un hombre vestido de negro, justo en frente de mí y le pregunté, ¿quién eres tú?, con voz ronca me dice: Yo soy el Diablo. En la medida que iba creciendo y sabiendo que yo era una mezcla de una europea y un africano, siempre me desplazaron por ser distinta a mis hermanos, esto provocó mucho odio en mí al punto de que, mientras más poder tenía , mas daño hacía a la sociedad. En una oportunidad llegué a un culto de magia negra, me vistieron de un traje negro y donde invocaban al señor Lucio, el príncipe de todas las entidades del ocultismo. Fue una noche muy extraña, porque cuando estábamos todos inclinados me vuelvo y veo ingresar a un hombre muy bello y cuando lo miré a los ojos mi cuerpo quedó como anestesiado, solo alcancé a notar que venía vestido de negro, con una corona de oro, un puñal y un tridente, cuando de pronto me dice: tú, a ti te elegí desde tu nacimiento y quiero que hagas un pacto eterno conmigo. Fue entonces cuando me di cuenta que él gobernaba mi mente y mis deseos; Lucio o mejor dicho Lucifer era mi dueño. Muchas veces deshice negocios importantes, dividí matrimonios, convertí hombres en homosexuales. Siempre para mí, a diferencia del resto del mundo, el diablo resultaba ser un aliado, alguien que me concedía favores, un justiciero, nunca lo tomé como un enemigo, o como alguien que hiciera daño, porque siempre hacía lo que yo quería, cegada en ese tiempo por mis deseos de poder, él concedía todo lo que yo pedía. Me golpeaba, porque era su esclava y no me importaba pues yo sabía que el favor que yo pidiera, él me lo concedería, por eso aguantaba todo lo que me hiciera. Siempre gané mucho dinero, pero como recibía, también sin saberlo, muchas veces no me daba cuenta como se me escurría de entre mis manos. En una oportunidad algo llamó mi atención, llegó una mujer para que hiciéramos daño a una evangélica y esa era la primera vez que yo escuchaba tal nombre, nunca fui a una iglesia, conocí a los evangélicos en una sesión de magia negra y mientras la mujer describía lo que la evangélica hacía , fue la primera oportunidad en mi vida que yo tenía para destruir a los enemigos número uno que tenía y por culpa de quienes el mundo no era gobernado por el príncipe justiciero Lucio; tenía que destruirla, hacerle daño. Cuando esta señora vino para matar a su vecina, comenzó a describir a Lucio lo que la evangélica hacía, decía que le molestaba que ella estuviera siempre orando y alabando a Dios, siempre glorificando al Señor y cantando alabanzas, nunca la vi adorando a una virgen o una imagen y siempre declaró con mucha certeza que ella se iba al cielo con el Señor. Grande fue mi sorpresa,
cuando en vez de destruir a la evangélica, que era lo que yo esperaba, el diablo le dice a esta mujer que se calle, que no diga nada más y con sus manos se cubre el rostro diciendo: no puedo pedir nada en contra de esa mujer, porque ella tiene un espíritu superior a mí, contra el cual, yo no puedo contender. Inmediatamente me pregunté, quién es este espíritu superior que tienen los evangélicos. En mi ignorancia de no conocer quienes eran los evangélicos pensé: qué clase de brujos eran ellos, porque ni si quiera el príncipe mayor de nosotros tenía poder sobre ellos. Pasado un tiempo y después de matar a un empresario tomé la determinación de no seguir con la magia negra; retiré todos mis utensilios de magia y los eché a un río, pensando en que desechándome de lo externo, estaba sacando lo que realmente gobernaba mi cuerpo. Cuando regresé a casa, me estaba esperando; cara a cara estábamos cuando apuntó hacia mi nariz y nunca olvidaré su odio, diciéndome: tú eres mía, nadie que me pertenece me abandona como tú lo estás pensando, porque yo soy el diablo, Lucifer, tu dueño y si piensas dejarme, te llevo al infierno. Hasta entonces yo pensaba que cuando uno moría todo se acababa y después solo descansaba o se reencarnaba, que era la creencia de los espiritistas. Me di cuenta, recién en ese momento en que intenté enfrentarlo, que los poderes que yo tenía me los había entregado él y que estaba en ese instante inmóvil frente a su presencia y que cualquier ser humano es totalmente impotente frente al poder del diablo. Con mucho coraje le dije, nunca más quiero destruir a nadie, no terminaba de decir eso, me toma del cuello y dijo: entonces te vas ahora conmigo al infierno, para que sepas que conmigo nadie puede. Cuando me tomó del cuello, veo frente a mis ojos que se abre un abismo debajo de mis pies y comenzamos a bajar, todas las tinieblas que yo vi en mi vida no se comparaban con las tinieblas que hay en ese lugar, eso es lo que le espera a un hombre que nunca ha conocido la verdad, cuando me dice que mire mi cuerpo y miro hacia el lado y veo mi cuerpo sobre mi cama. Cuando veo que mi vida iba a la perdición vino a mi mente ese Dios al que Lucifer le tiene temor y en mi pensamiento le prometí que si me salvaba le serviría el resto de mi vida. En aquél momento, por primera vez, vi como el cielo se abrió y cayó un rayo de luz sobre mí, Lucifer me suelta y cae al suelo, cuando lo vi en el suelo recién entendí que dos fuerzas estaban luchando por mí y por el mundo. Dos fuerzas pelean diariamente por dominar el mundo y cuando vino esa luz de lo alto, esa luz me libertó. A partir de ese momento, cuando desplacé al diablo como dueño de mi vida, me declaró la guerra, una demanda espiritual y por este motivo, 7 días después yo perdí un bebe que tenía destinada a un príncipe que se llamaba Yemanyá y después que la niña al cabo de un año era muy sana, los médicos no entendían que de la nada la niña estaba gravemente enferma y me preguntaban a mí qué le pasaba a la niña que se moría. Yo no le podía explicar que ese era el pago de haber terminado 22 años consagrados a los caminos de la magia negra, a toda suerte de prácticas de ocultismo y espiritismo. Después de eso, cada semana era algo nuevo contra mi familia, hasta que una noche llegando a casa me encuentro con la noticia de que mi mamá estaba tuberculosa en último grado y fue llevada a una posta. La situación me hizo titubear y reflexioné que si una persona había nacido para el ocultismo, no podía apartarse de ella, porque ahí está la ley del espiritismo y finalmente lo invoqué. Cuando se me presentó nuevamente frente a mí me dijo: yo te llamé a un pacto y tú no lo hiciste, ahora yo no quiero pacto contigo, quiero tu sangre, quiero tu vida, quiero tu alma, yo le reclamé
diciendo que mi mamá no tenía nada que ver en eso y él me dice que iba a destruir toda mi familia y después te llevo conmigo, porque tú eres mía. Desde ese instante pensé en el suicidio, pasé toda la noche en vela pensando que había hecho con mi vida desde el principio; llegó la madrugada y repentinamente desde lo alto viene una voz y me pregunta si es que yo creo que Dios existe, mostrándome todas esas veces en que yo había renegado en contra de las enseñanzas de mi infancia, cuando esa voz nuevamente me dice: si yo te digo que existe un Dios Todopoderoso. Eso fue impactante para mí, totalmente inédito, yo conocía muchos dioses, príncipes y entidades, pero un Dios Todopoderoso me provocó mucho miedo, porque todos mis pecados comenzaron a desfilar en frente de mí y el miedo que sentía era porque, si realmente existía un Dios Todopoderoso, a ÉL no le gustaría el tipo de persona que soy yo. Por tercera vez esa voz dulce y suave me dice: y si ese Dios Todopoderoso te ama tal como eres?. Yo reaccioné y cubrí mi rostro, comenzando a llorar, gemir y decía que bueno este Dios que me ama tal como soy, con todos mis errores, con mi pasado, con toda esta basura, cuando siento algo especial y lo veo frente a mí, una luz resplandeciente que no podía mirar fijamente, comprendí en esa instancia, cuando caí al suelo, viendo como los espíritus se enloquecieron dentro de mi cuerpo blasfemando, insultando y renegando en contra de aquella luz, quién era realmente. No podía dejar de llorar y reaccionando le dije: eres injusto Dios, cómo permitiste que yo naciera y fuera consagrada a las tinieblas para hacer tanta maldad y ahora recibir en mi propio cuerpo el pago de mi pecado demostrándole que había sufrido más que su propio Hijo. En ese instante sentí que me levantaron y fui llevada hacia el cielo y parada en un lugar he visto la escena que cambió todo el futuro eterno de mi alma. Miles de personas habían en medio de una plaza, veo un predio al fondo, las columnas, la gente gritando, me parecía muy raro eso y me preguntaba, ¿qué estoy haciendo yo acá?, comencé a avanzar en medio de la gente, había una escala rodeada de soldados y había un hombre atado a una columna y preguntaban que hacer con Jesús de Nazareth, la gente gritaba rabiosa, crucifícale, crucifícale y yo me veía en medio de esa gente gritando, retrocediendo quedé asombrada cuando veo que la gente que estaba en ese lugar eran todos compañeros míos de hechicería, ocultismo, magia, todos mis compañeros de pandilla, de fiestas, gente de todo tipo, de toda categoría intelectual y social, todos gritando con odio y yo sin creer lo que estaba viendo me preguntaba: ¿qué tengo que ver yo con esta escena? Nunca pensé, ni me imaginé, que por mis pecados había hecho pagar con la muerte a Jesús, el Hijo de Dios, vi también cuando lo ataron a un pilar y el soldado comienza a dar latigazos sobre su espalda por mi culpa y no podía comprender por qué ese hombre no se defendía o gritaba, no sabía que ahí estaba un cordero que fue llevado en silencio ante sus trasquiladores, lo único que percibí era que sus labios se movían y no me cabe duda que oraba por mí y por todo el mundo mientras recibía ese castigo, corría sangre por todo su rostro, sin dejar su oración silenciosa por todo el mundo y fue ahí cuando no sé como, comencé a gritar: paren, paren, este es el hijo de Dios, ÉL no merece tal sufrimiento y si yo que soy una bruja y cuando dije bruja, todos me quedaron mirando sorprendidos. Terminada esa escena vi por primera vez que ese hombre fijaba su mirada en mí, imagínate, Jesús de Nazareth, el Hijo de Dios estaba mirándome, no con odio por estar sufriendo el pago de mis pecados sino con una mirada llena de amor, llena de ternura. Quedé impactada por su mirada, quería decir algo pero no podía hacerlo por el llanto que no podía contener. De pronto me dice: este sufrimiento es por mi hija Vilma, cuando dijo mi nombre, deslumbrada dije, Jesús me conoce y no soy un vegetal, no soy un desconocido para ÉL, no podía soportar ver ese sufrimiento, pero ÉL me decía, este sufrimiento es por amor a ti y nadie más podía soportar ese dolor más que
Cristo, quien además extendió sus manos hacia mí. En aquél instante abrí mis ojos, había pasado la visión y caí de rodillas. Nunca había orado, nunca había sentido una paz tan grande, algo tan especial en mi corazón y no era capaz de hablar a aquél que sufrió por mí y le dije con estas palabras: Dios, mi vida no era nada, pero todo el tiempo que me resta, yo lo entrego a Jesús tu hijo, porque hoy comprendí que ÉL sufrió y murió por mi causa. Cuando me levanté de esa oración, ya era una nueva criatura, busqué si es que estaban los demonios y ya se habían apartado de mí. Sentí un gozo y una paz indescriptible en mi corazón, fui a la cocina y abracé a mi mamá y fue la primera persona a quien le entregué un mensaje, le dije mami, Dios existe, Jesús murió por mí, este Dios cambió mi vida. Jesucristo el Hijo de Dios me hizo una nueva criatura, puso un cántico nuevo en mi ser. Cuando el evangelio llegó a mi vida, entendí que miles aún no conocían esta verdad o a lo mejor le conocen superficialmente, como yo en mi infancia, saben de un Dios que está arriba y que no tiene tiempo para la gente y a lo mejor hasta lo odian tal como yo lo odiaba por no conocerlo, e ignorar que es tan amoroso y que de tal manera nos amó que envió su unigénito hijo para llegar hasta las últimas consecuencias por amor a nosotros y cuando veía la gente en la calle, me daba cuenta que ellos necesitaban que alguien les predicara y no me cabe duda que el mismo Espíritu de Dios ha puesto esa inquietud en mi vida por recorrer todo mi país y el mundo, estar con miles de personas o con una sola también para darle a conocer esta verdad, porque me ofrecí al Señor como una esclava, pero él no escuchó mi oración, pues él me recibió como una hija, nunca más los demonios, el vicio y la maldad tuvieron posesión en mi vida. Quiero decir a todas las personas que lean este testimonio, que no importa tu pecado o quien hayas sido en tu pasado, brujo, hechicero, etc., lo más importante es que hay un Dios Todopoderoso que quiere cambiar tu vida y si estás sumido en las tinieblas, ÉL puede mostrarte su luz admirable y cambiar tu corazón. Recuerda, si confesamos nuestros pecados, ÉL es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Dios te bendiga ahora y siempre.