Vicente De Los Pobres

  • June 2020
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VICENTE de LOS POBRES Le llamaban Señor Vicente. El 24 de abril de 1581, en la región francesa de las Landas, cerca de los Pirineos, la familia de Paul, está de fiesta porque acababa de nacer su tercer hijo: Vicentito… Ya desde muy pequeño, Vicente participaba en las tareas de la casa: en el campo, cuidando los animales y poco a poco va descubriendo la presencia de Dios a su alrededor. Como cada día, al anochecer, la familia se reunía alrededor de una fogata para contar sus historias, recordar la vida de Jesús y rezar, dando gracias a Dios. Sus padres enseguida se dieron cuenta de su inteligencia y decidieron enviarle a la ciudad a estudiar para que se hiciera sacerdote. Así que a los 15 años, Vicente abandonó su hogar e ingresó en el colegio de los franciscanos de Dax. Estudiaba mucho y pronto consiguió un trabajo para poder pagarse sus estudios. Vicente todavía entonces tenía un carácter ardiente y era incluso un poco orgulloso; tanto que un día llegó a avergonzarse de su padre al verlo cojo y mal vestido en una visita que le hizo. Cuando aún no tenía 20 años, allá por 1600, fue ordenado sacerdote y marchó de un lugar a otro buscando una oportunidad que le hiciese famoso y así conocer a gente importante (seguía siendo vanidoso). Fueron unos años llenos de aventuras: después de recibir la herencia de una anciana mujer, le robaron y él persiguió al ladrón hasta lograr meterlo en la cárcel; luego, partió a Roma en peregrinación, incluso cuentan que fue capturado por unos piratas que le llevaron a Túnez y allí estuvo al servicio de un curandero, hasta que se escapó y regresó a Francia. De regreso a París, Vicente ayudaba a la gente en nombre de la reina, pero un buen día fue acusado de ladrón, de haber robado dinero a un amigo que vivía con él. Esto le entristeció mucho, pero tras muchos meses se demostró su inocencia. Fue entonces cuando Vicente comenzó a reflexionar, porque se sentía cansado de ir tras las riquezas y la gente importante. “¿Para qué me sirve todo esto si mi vida es obscura y vacía?”_ pensaba para sus adentros. Así fue como Vicente se convirtió en el párroco de una pequeña y pobre iglesia en Clichy y por vez primera se sentía verdaderamente feliz; pero al cabo de un año se trasladó a vivir con la familia de Gondi, compartiendo en su castillo una vida brillante y fastuosa. Enseñaba el catecismo a los hijos mayores y se convirtió en el confidente y consejero de la familia. Y un buen día, durante la visita con la señora a un enfermo, de repente se le ocurrió …!!!

“Sí, ésta es la idea: visitar las tierras, predicar en las iglesias, llamar a los campesinos para que se arrepientan y se confiese….” Y en verdad fue todo un éxito; su palabra tocaba el corazón de todas las gentes; tantos campesinos vinieron a pedir perdón que tuvo que buscar la ayuda de otros sacerdotes. Y Vicente se puso en marcha: de pueblo en pueblo, predicaba, escuchaba, aconsejaba, confesaba… de aquí nació la idea de juntar a los sacerdotes que darían su vida por estas pobres gentes del campo. Así nació la Misión, los Padres Paúles, que también son llamados misioneros. Algo había cambiado de verdad en el corazón de Vicente. Se siente más feliz hablando de Dios a los campesinos, rezando, reflexionando y confesando que en la tranquila vida del castillo. Quería llegar a todas las personas que mueren de hambre y sufren porque no conocen a Dios. Y así se fue de párroco a una pequeña aldea. Un domingo en misa les contó a sus feligreses que en el pueblo había una familia toda enferma que no tenía a nadie que les cuidase y toda la gente del pueblo acudió en su ayuda. Vicente estaba muy feliz, pero pensó “Y mañana, ¿quién vendrá? Hay que organizarse” Así que las mujeres empezaron a organizarse para visitar a los enfermos y Vicente les decía: “Cuando les deis de comer, hacerles sonreír contando historias alegres y sobre todo, no olvidéis de hablarles del amor de Dios, llevadlos como de la mano hacia Dios.” Y así nacieron las Damas de la Caridad. Vicente convierte “su amor en Jesús” en “su amor por los pobres”, por lo necesitados, por los enfermos, por los niños, por los encarcelados; por todas las personas desgraciadas que sólo conocen el desprecio, las injurias, la violencia, la soledad, el hambre y la enfermedad. Pasa el tiempo y en 1625, Vicente de Paul conoce en París a Luisa de Marillac, una dama noble y generosa y juntos continúan la labor que Vicente había emprendido. Más tarde, una campesina llamada Margarita de Naseau acude al encuentro de Vicente y le manifiesta su deseo de ayudar a atender a los más necesitados con otras jóvenes que se unieron más tarde y a las que Vicente animaba diciendo: “Hijas mías: Los pobres son vuestros amos y señores. Estad siempre atentas a que no les falte nada y además decidles lo importantes que son para el corazón de Dios.”

Así fue como se juntaron y formaron las primeras Hijas de la Caridad, también llamadas Hermanas de San Vicente de Paúl que acogían a niños pobres, sin familia, ni hogar; cuidaban a los enfermos, visitaban a los encarcelados… Su obra no tiene fin y continúa hasta nuestros días. Más tarde comenzó una terrible guerra y Vicente junto con los padres misioneros se enfrentaron a muchos peligros para socorrer a todas las gentes: hambre, peste, epidemias… Con todos aquellos que lo siguen, el señor Vicente encuentra muchas maneras de luchar contra la miseria. Los enfermos, los campesinos, los ancianos, los heridos de guerra, los prisioneros, los niños abandonados, los mendigos… todos ocupan un lugar muy importante en su corazón. A todos quiere darles esperanzas y ganas de vivir. A todos les habla de lo grande que es el amor de Dios. ¿Cuál era el secreto de su fuerza? Pues… la oración. Con ella comenzaba su jornada muy temprano por las mañanas y lo acompañaba hasta la noche. Vicente quiere dar a conocer este amor de Dios a todas las tierras y por eso envía Padres de la Misión al extranjero. Pero su salud empezaba a flaquear y el 27 de septiembre de 1660, casi a los 80 años, durante la noche besa la cruz y pronuncia por última vez el nombre del Señor…. Vicente fue proclamado santo en 1737. Pero su labor no acabó entonces; Vicente está siempre presente por medio de la acción de sus hijos e hijas. Hoy en día, en los cinco continentes, hay cerca de dos millones de personas que sirven a los pobres tal y como lo hizo san Vicente de Paúl: “sirviendo a los pobres se sirve a Cristo”. El lema de su vida fue “hacerlo todo por amor”. Tomado del libro “San Vicente de Paúl” Ed. CEME__Colecc. “Por los caminos del Evangelio”

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