Venezuela La Lucha Por El Socialismo Hoy

  • May 2020
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VENEZUELA La lucha por el socialismo hoy Presentación Los desafíos que enfrenta la revolución venezolana (Jorge Martín) La marcha del 4 de noviembre y el pronunciamiento de Baduel. Revolución y contrarrevolución en Venezuela (Yonie Moreno y William Sanabria) La contrarrevolución levanta cabeza. Heinz Dieterich y el general Baduel (Alan Woods) El tira y afloja económico entre revolución y contrarrevolución (Erik Demeester) El sectarismo de izquierda y el referéndum venezolano (Aníbal Montoya) ¿Por qué perdimos el referéndum constitucional? Un análisis marxista (Corriente Marxista Revolucionaria) La “reconciliación” que nos amenaza y cómo combatirla (William Sanabria) La revolución venezolana en la encrucijada (Alan Woods) La revolución cubana en la encrucijada. Cuba y el debate del ‘Socialismo del Siglo XXI’ (Frank Josué Solar) El Che, ¿un icono? (Alan Woods)

VENEZUELA LA LUCHA POR EL SOCIALISMO HOY Índice Presentación Los desafíos que enfrenta la revolución venezolana (Jorge Martín) La marcha del 4 de noviembre y el pronunciamiento de Baduel. Revolución y contrarrevolución en Venezuela (Yonie Moreno y William Sanabria) La contrarrevolución levanta cabeza. Heinz Dieterich y el general Baduel (Alan Woods) El tira y afloja económico entre revolución y contrarrevolución (Erik Demeester) El sectarismo de izquierda y el referéndum venezolano (Aníbal Montoya) ¿Por qué perdimos el referéndum constitucional? Un análisis marxista (Corriente Marxista Revolucionaria) La “reconciliación” que nos amenaza y cómo combatirla (William Sanabria) La revolución venezolana en la encrucijada (Alan Woods) La revolución cubana en la encrucijada. Cuba y el debate del ‘Socialismo del Siglo XXI’ (Frank Josué Solar) El Che, ¿un icono? (Alan Woods)

Presentación

La presente edición de la revista Marxismo Hoy está dedicada casi íntegramente a la revolución venezolana. Desde hace más de una década la revolución bolivariana ha sido un referente para millones de trabajadores, campesinos y oprimidos de América Latina. La acción de las masas de este país se ha convertido en una fuente de inspiración para todos aquellos que

luchamos por cambiar la sociedad, en todo el mundo, y terminar con el caduco sistema capitalista. Para cualquier activista de la izquierda, por lo tanto, es una responsabilidad estudiar la revolución venezolana en profundidad y en todos sus detalles. Tras años de avances y victorias frente a los ataques del imperialismo y la oligarquía venezolana, sobre todo tras la derrota del golpe de Estado de abril de 2002, parecía que la revolución había conjurado todos los peligros que la acechaban. La contundente victoria de Chávez en las elecciones presidenciales de diciembre de 2006 apuntalaba esta idea. Sin embargo, un año después, con la derrota en el referéndum constitucional del 2 de diciembre de 2007, se produce el primer tropiezo del campo revolucionario, poniendo de manifiesto lo que los marxistas hemos explicado a lo largo de todo este tiempo: si la revolución no se completa, si no avanza, si no se acaba con el dominio de la burguesía sobre la economía y el aparato del Estado, es posible que el proceso se revierta, es posible una vuelta atrás. El resultado del 2 de diciembre no significa que las masas hayan dejado de apoyar a Chávez, ni mucho menos que no estén preparadas para el socialismo. Al contrario las masas venezolanas lo que quieren son medidas decisivas y concretas para poder dar un giro decisivo en sus vidas y terminar con el capitalismo. Han demostrado en varias ocasiones su disposición a la lucha y a entregar su vida para ello. La derrota en el referéndum revela no que el proceso esté yendo muy rápido sino todo lo contrario: hay que pasar de las palabras a los hechos. El referéndum constitucional ha sido una seria advertencia, aunque no una derrota decisiva. La revolución aún no ha perdido su oportunidad histórica, pero para poder aprovecharla hay que sacar todas las conclusiones de lo que ha sucedido. Se ha abierto una nueva etapa en la revolución venezolana. Basándose en la derrota en el referéndum, el ala de derechas del movimiento bolivariano, en connivencia con la burocracia estatal, la burguesía y el imperialismo, quiere paralizar el avance de la revolución e introducir la idea de que no es posible un cambio social más radical. Esta es una receta acabada para la desmoralización de un sector decisivo de las masas y la preparación del terreno para la liquidación definitiva de la revolución. Sin embargo, la base del movimiento bolivariano y los sectores genuinamente revolucionarios están comprendiendo, por su propia experiencia, que la única manera de hacer frente al sabotaje económico y político contra la revolución es nacionalizando las palancas fundamentales de la economía, destruyendo el viejo aparato del Estado y sustituyéndolo por otro basado en la democracia obrera. Los artículos que publicamos, escritos inmediatamente antes e inmediatamente después del referéndum constitucional, explican de un modo vivo y concreto todos estos aspectos de la nueva situación y las tareas que tiene por delante el movimiento revolucionario. Constituyen un valioso material para aquellos que quieran comprender las verdaderas claves del proceso revolucionario en Venezuela. Completa esta edición el artículo del marxista británico Alan Woods El Che, ¿un icono?, un homenaje a la figura del Che Guevara, donde se hace un repaso de la trayectoria vital y política de este gran revolucionario del siglo XX. Durante décadas la figura del Che ha sido tratada de forma romántica e inocua por parte de la burguesía y recientemente, al calor del ascenso revolucionario en América Latina, se ha tratado de ensuciar su imagen acusándolo de ser un frío y calculador sanguinario. El artículo de Alan Woods rebate todas

estas calumnias y tergiversaciones. Trata la figura del Che sin idealismos de ningún tipo y sobre todo rescata dos aspectos centrales de su legado político: el internacionalismo y la lucha contra el burocratismo, completamente vigentes en la actualidad. Y es precisamente con la revolución cubana, a la que el Che entregó su vida, con la que se completa la selección de artículos de esta edición de Marxismo Hoy. El artículo del comunista cubano Frank J. Solar, nos da una panorámica de la actualidad cubana hoy y de los retos a los que se enfrenta la revolución.

L o s d e s a f í o s q u e e n f r e n t a l a r e v o l u

c i ó n v e n e z o l a n a

Jorge Martín La abrumadora victoria de Chávez en las elecciones presidenciales de diciembre de 2006 marcó un nuevo giro a la izquierda en la revolución venezolana, seguido por la formación del PSUV, nacionalizaciones, control obrero, leyes habilitantes... En un discurso pronunciado en la Escuela de Verano de la Corriente Marxista Internacional, Jorge Martín analiza la etapa en la que se encuentra la revolución, los peligros a los que se enfrenta y esboza el camino a seguir. La revolución venezolana es el punto más avanzado de la revolución mundial. La Corriente Marxista Internacional reconoció pronto este proceso y hemos analizado su desarrollo, intentado intervenir en ella y organizado campañas de solidaridad. Ahora, nueve años más tarde, todo el mundo escribe sobre Venezuela. El problema es que si intentas imponerle esquemas prefabricados a un proceso vivo, tomando tal o cual detalle, esta o aquella declaración de Chávez o de alguien más, no será posible entenderlo en absoluto. Lo que se necesita es un análisis del proceso como un todo, un análisis de las fuerzas de clase que están involucradas en esta lucha, la dirección en la que se encaminan y el contexto internacional, a fin de entender el camino más probable que seguirán los acontecimientos. Lo que hemos hecho es aplicar el método dialéctico marxista de análisis a la situación en Venezuela. La revolución venezolana tiene muchas particularidades y elementos que son específicos al modo en que se ha desarrollado, y no podría ser de otra manera. Todo proceso social real tiene características enraizadas en la historia del país, el desarrollo particular de su economía, la experiencia histórica de las diferentes clases involucradas en la lucha. Esto es lo que se debe analizar para entender la revolución venezolana. Para poder hacerlo, los paralelos históricos con la experiencia de revoluciones en otros países y en momentos previos en Venezuela ciertamente son útiles, siempre y cuando seamos conscientes de las limitaciones de cualquier analogía histórica. En el caso de Venezuela, ¡un poco de conocimiento de realismo mágico puede también resultar muy útil! El marxismo arranca de la situación real tal cual es, después

traza conclusiones generales de ello y de nuevo regresa a la situación real sobre el terreno. Las elecciones del pasado 3 de diciembre marcaron un nuevo punto de inflexión en la revolución y significó un nuevo profundo giro a la izquierda en la situación. Hace un año, la conferencia de la CMI aprobó una declaración sobre las elecciones venezolanas [1]. Un punto importante que dijimos en aquel momento fue que se estaba desarrollando un ambiente de impaciencia entre las masas revolucionarias, un sentimiento de “ya hemos hablado durante bastante tiempo de revolución pero nada decisivo parece haber cambiado”. Y dijimos que este ambiente iba a ser un factor importante después de las elecciones, y que las masas votarían decididamente para defender la revolución pero que después esperarían y exigirían una ruptura fundamental con el pasado. La campaña electoral comenzó bastante floja y la línea principal de los discursos y consignas electorales de Chávez se basaron en los temas de la “paz” y el “amor”. En las elecciones, los reformistas siempre insisten en que se debe moderar el lenguaje para ganarse al centro. Sin embargo, como hemos explicado, éstas no eran unas elecciones normales sino una batalla decisiva entre revolución y contrarrevolución. La oposición también presentó su amable cara “democrática” con Manuel Rosales, quien prometió darle a los pobres montones de dinero. Las credenciales “democráticas” de Manuel Rosales incluyen haber apoyado el golpe de abril de 2002, lo que demuestra el verdadero carácter de la oposición. Su plan era, claramente, bien retirarse antes del 3 de diciembre o crear caos el día de las elecciones con la intención de deslegitimar el proceso electoral. En este contexto, dos semanas antes de las elecciones, la oposición consiguió organizar una importante marcha en Caracas. Esta fue la mayor movilización que la oposición conseguía organizar en mucho tiempo, se calcula que asistieron entre de 200 o 300 mil personas. Fue en este punto, cuando las masas entendieron que la contrarrevolución era una seria amenaza y que era necesario responder de manera decisiva. Si se mira la historia de la revolución venezolana esta es una característica que se ha repetido una y otra vez. Los reformistas intentan conciliar y negociar con la oposición, esta situación anima a la contrarrevolución a avanzar, y entonces son las masas revolucionarias las que se movilizan y derrotan la contrarrevolución, empujando todo el proceso de nuevo hacia delante. Tras el mitin de Rosales todo el carácter de la campaña cambió. Las bases de las organizaciones bolivarianas organizaron lo que se denominó “Plan Oligarcas Temblad” [2]. El domingo antes de las elecciones hubo otra demostración masiva de la fortaleza de las fuerzas revolucionarias en las calles de Caracas. Es difícil saber cuántas personas participaron, pero se estima que pudo llegar hasta 2 millones de personas, en la que ha sido una de las más grandes manifestaciones en la historia de la revolución desde 1998. El mismo día de las elecciones, las masas revolucionarias salieron y ocuparon las calles a fin de prevenir cualquier aventura contrarrevolucionaria. Desde las 2 o 3 de la madrugada, cientos de miles, millones de personas salieron a las calles e hicieron cola en las afueras de los centros electorales y no volvieron a casa hasta que se anunció la victoria. Y esto fue lo único que impidió que la contrarrevolución llevara a cabo su plan de sabotaje a las elecciones. Temían

que cualquier acción contrarrevolucionaria pudiera enardecer aún más a las masas revolucionarias y, por tanto, fuesen barridos de escena. Los resultados electorales son un fiel reflejo de la enorme reserva de apoyo con la que cuenta la Revolución Bolivariana. Mientras en 1998 Chávez recibió 3,6 millones de votos, el 3 de diciembre de 2006 ganó con 7,3 millones (63%). Venció en cada uno de los estados, incluyendo Zulia, donde es gobernador Manuel Rosales. Los estados con el mayor porcentaje a favor de Chávez fueron Delta Amacuro (77,9%), Amazonas (77,8%), Portuguesa (77%), Sucre (73,7%) y Cojedes (73,3%). De hecho, en 8 estados la votación a favor de Chávez superó el 70% y en otros 11 estados ésta estuvo entre 60 y 70%. Chávez ganó en 92% de los municipios y en 90% de las parroquias. En casi la mitad de los centros electorales Chávez consiguió más del 70% de los votos, mientras que para la oposición esto sucedió en sólo 3% de los centros electorales. No hay un precedente real, en ninguna parte, donde un movimiento revolucionario haya conseguido un apoyo electoral tan masivo [3] y es un testimonio del proceso de creciente conciencia política de las masas que se ha dado en Venezuela en los últimos nueve años. De hecho, mientras más radical ha sido el mensaje de Chávez y la revolución, mayor ha sido el apoyo popular que ha recibido. Inmediatamente después de las elecciones, como era de esperar, los reformistas empezaron su ofensiva para intentar diluir el significado de los resultados electorales. Su principal línea de argumentación era que “por fin tenemos una verdadera oposición democrática que ha aceptado los resultados de las elecciones” y “por lo tanto deberíamos negociar con ellos”, “deberíamos incluirlos en la Asamblea Nacional” (la cual boicotearon en diciembre de 2005), “deberíamos tener una comisión mixta para la reforma constitucional”. Pero el sentimiento entre las masas era completamente contrario a esta posición y el mismo Chávez, desde el primer día, respondió con claridad a los reformistas al moverse en dirección opuesta a la línea conciliatoria que le proponían. La misma noche de la victoria proclamó que “esta es una victoria por el socialismo, esta es una victoria por la revolución socialista”. Después, en un espacio de dos o tres semanas, hizo una serie de anuncios que indicaban un claro giro a la izquierda. Manifestó que “no es discutible incluir a la oposición en la Asamblea Nacional; si ellos quieren pueden esperar hasta las próximas elecciones de 2008”. Anunció la creación del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y lo hizo como una forma de combatir a la burocracia y la corrupción en el seno de la dirección de la revolución. Y en ese discurso también dejó bien claro a los dirigentes de los partidos de gobierno que debían recordar que el pueblo había votado por el socialismo y a Chávez, no a cualquiera de esos partidos”, lo cual por supuesto es verdad. También realizó algunos cambios en la composición del gobierno que indicaban un giro a la izquierda. Reemplazó al vicepresidente José Vicente Rangel, que era visto como un reformista, por Jorge Rodríguez, que es visto como alguien de línea dura y un izquierdista. Por primera vez en la historia venezolana un miembro del Partido Comunista y un autoproclamado trotskista fueron incluidos en el gobierno. Más allá de sus verdaderas líneas políticas, David Velázquez [4] y José Ramón Rivero [5], la forma en que Chávez anunció su afiliación política de forma tan pública dejó un mensaje claro, “nos estamos moviendo hacia la

izquierda” y “no hay problema con el comunismo, no hay problema con el trotskismo”. También anunció que quería poderes habilitantes durante un período de tiempo para toda una serie de asuntos importantes. Como era de esperar, no sólo la oposición, sino también los sectarios y los reformistas dentro y fuera de Venezuela criticaron este movimiento, su argumento era que se trataba de un movimiento peligroso en dirección al autoritarismo. Sin embargo, las masas revolucionarias de Venezuela entendieron muy bien que se trataba de una medida para legislar firmemente en toda una serie de puntos decisivos, y también como una indicación de la desconfianza en la habilidad de la Asamblea Nacional para llevar a cabo tales tareas [6]. Esta medida también está relacionada con la forma en que muchas de las reformas más importantes de la revolución fueron introducidas en diciembre de 2001, mediante 49 leyes habilitantes, un hecho que provocó la rebelión de la oligarquía y llevó directamente al golpe de abril de 2002. En el campo económico anunció que “todo lo que haya sido privatizado, nacionalícese” e inmediatamente se tomaron medidas para pasar a propiedad estatal a la CANTV y EDC, las empresas de telecomunicaciones y electricidad. Estos anuncios (el PSUV, el nuevo gobierno y su programa, basado en los “cinco motores por el socialismo”) fijaron el tono para la nueva etapa en la revolución venezolana que se abrió después de las elecciones presidenciales. A fin de entender la actual situación en Venezuela, es importante mirar tres aspectos diferentes, las tres principales contradicciones que hemos señalado en la declaración de la CMI hace ya un año: a) la cuestión del Estado; b) la cuestión de la economía; y c) la cuestión de la organización y la dirección revolucionarias.

El carácter de clase del Estado

En relación a la cuestión del carácter del Estado, podemos decir que el Estado venezolano es todavía, en lo principal, un aparato de estado capitalista. Sin embargo, el aparato del estado opera en condiciones de revolución y por lo tanto está lleno de todo tipo de contradicciones y está debilitado como herramienta de la clase dominante. Y en este momento en particular, no está bajo el control directo de la clase capitalista, en el sentido que la clase dominante no puede, por ahora, usar este Estado capitalista para imponer su dominio de clase. Sin embargo, esto no implica que incluso ahora el aparato estatal haya dejado de ser una fuente de sabotaje y de bloqueo de las iniciativas revolucionarias de las masas; y si continúa sin cambiarse, finalmente se convertirá en una herramienta para derrotar a la revolución. Está claro que hay cierto grado de comprensión de este problema entre las bases de la Revolución Bolivariana e incluso en algunas capas de dirigentes, pero desafortunadamente no hay ciertamente una idea clara de cómo resolver este problema. En sus discursos de enero, Chávez anunció los “cinco motores hacia la construcción del socialismo”, una clara indicación de la dirección que las masas quieren tomar, y una de ellas es la cuestión del Estado. Chávez dijo que debía haber una “explosión del poder comunal”, es decir, que el poder debería ser

transferido a los consejos comunales ahora es cuando se están organizando. En el folleto en el que se explicaban los cinco motores, del que se imprimieron cientos de miles de copias por el Ministerio del Poder Popular para las Comunicaciones y la Información, dice que “nosotros, el actual poder existente, debemos transferir progresivamente todo el poder, el poder político, social, económico y administrativo, al Poder Comunal... de forma tal que apartemos las viejas estructuras del Estado burgués capitalista, que sólo sirve para detener el impulso revolucionario de las masas”. Esta ha sido la primera vez que Chávez ha hablado abiertamente sobre el “Estado capitalista” y esto es algo que a los reformistas de la dirección del movimiento bolivariano no les agrada y una idea que no comparten. Este hecho demuestra que hay un ala del movimiento que ve el problema que representa el Estado capitalista e intenta encontrar una solución [7]. Ya existen Consejos Comunales en muchas zonas del país, pero en algunas áreas están infiltrados por burócratas, políticos arribistas, alcaldes y concejales, que los han usado para construirse una base de poder. Como con muchas otras iniciativas revolucionarias, a menos que sean parte de un plan consciente y organizado para derribar el Estado capitalista y sustituirlo por un Estado revolucionario, basado en consejos obreros y los consejos comunales, éstos probablemente se queden a mitad de camino. Sólo podrán sobrevivir y ser efectivos como parte de una red nacional de representantes elegibles y revocables, vinculados estrechamente con los consejos de trabajadores en las fábricas, los cuales constituirían la base de un nuevo Estado revolucionario.

Cuerpos armados de hombres

La parte más importante del Estado capitalista es el ejército y la policía: los “cuerpos armados de hombres en defensa de la propiedad privada”. Y la cuestión del ejército las últimas semanas está en primera plana. También en este campo ha habido intentos de resolver este problema. Se han hecho propuestas para incrementar el tamaño de la reserva, a dos millones de personas, y después crear una Guardia Territorial. Hay una idea general de avanzar hacia el armamento del pueblo y Chávez ha dicho repetidamente que ésta es la única garantía contra una intervención imperialista. Pero una vez más estas propuestas de la reserva y la Guardia Territorial no han sido implementadas completamente. Aunque inicialmente todo el mundo insistía en el carácter pacífico de la revolución, actualmente hay un reconocimiento y una aceptación generalizados del hecho de que la revolución debe armarse contra los peligros de una contrarrevolución externa e interna, pero los instrumentos para armar el pueblo no han sido aún puestos en marcha. En las últimas semanas, ha habido un debate abierto y público sobre la cuestión del ejército. Empezó con la cuestión de si a los militares se les debería permitir unirse al PSUV o no. Un oficial de alto rango, el general (r) Alberto Müller Rojas, fue nombrado como parte de Comité Organizador del partido y dijo que a los militares se les debía permitir la entrada al partido y que ya existían listas secretas de oficiales que querían unirse. Esto creó un gran conflicto por

que la Constitución dice que los militares no pueden estar en ningún partido. Después, la discusión giró hacia el carácter del ejército, debido a que Müller Rojas defendía “el pueblo en armas” en oposición al ejército profesional, mientras que otros defendían un pequeño núcleo de ejército profesional respaldado por una milicia. Una vez abierto el debate, surgieron en la discusión otros muchos asuntos. Müller Rojas admitió que el ejército está dividido y que los oficiales están divididos en líneas políticas. Existe un ala de derecha y un ala de izquierda, y entre el ala de izquierda hay quienes se llaman a sí mismos socialistas pero que no lo son y “luego estamos los que somos verdaderos socialistas y que siempre hemos estado en minoría”. Y añadió que no podía ser de otra forma debido a que los oficiales militares no venían de Marte, sino que viven en una sociedad y reflejan las divisiones políticas de esa sociedad. También dijo que era una contradicción para Chávez decir que los oficiales no podían unirse al PSUV y al mismo tiempo cambiar el juramento oficial del ejército a: “Patria, socialismo o muerte” [8]. Independientemente de la forma en que Müller Rojas llevó a cabo esta polémica pública, probablemente no lo hizo con el mejor de los tactos y sus puntos de vista son confusos en muchos aspectos, lo que sí hizo fue revelar algo que, hasta ese momento, se había negado. La línea oficial era que el ejército es leal a Chávez, está unido y al servicio del pueblo. Es evidente que los oficiales más reaccionarios se purgaron a sí mismos del ejército en 2002, al participar en el golpe de abril y en el intento de golpe de diciembre (cuando se declararon “en rebelión” en la Plaza Francia de Altamira). De aquellos que permanecieron, la mayoría probablemente son leales a Chávez de una u otra forma, pero las razones por las cuales son leales son variadas. Algunos simplemente porque Chávez representa al actual gobierno oficial, otros reflejan la naturaleza corrupta del Estado burgués y le juran lealtad simplemente porque están consiguiendo mucho dinero a través de negocios legales e ilegales a los que tienen acceso al estar en el ejército, y muchos de ellos probablemente se sienten incómodos con todo este discurso sobre socialismo. Está claro que si la situación llega al punto de inflexión decisivo que representa tomar los medios de producción y destruir el Estado capitalista, la mayoría de ellos estaría del lado de la reacción. Müller Rojas en su polémica también ha atacado al general (r) Raúl Isaías Baduel, quien jugó un papel importante en la derrota del golpe de abril de 2002. Müller Rojas dijo que desde que Baduel se convirtió en Ministro de Defensa, había excluido a los miembros del Estado Mayor Presidencial (básicamente los asesores políticos del presidente en asuntos militares) de asistir a las reuniones de la Junta Superior de las Fuerzas Armadas, en una jugada destinada a mantener la política fuera del ejército. Baduel, que acababa de pasar ser pasado a la reserva y sustituido como Ministro de Defensa, también entró en el debate en su discurso de despedida como ministro. Aunque disfrazó su discurso con una fraseología socialista, lo que dijo fue muy claro [9]. Por ejemplo, declaró que “un sistema socialista debe poder realizar un reparto más equitativo y justo de la riqueza que uno capitalista (...). Pero no debemos olvidar algo (...). Antes de repartir la riqueza hay que generarla. No se puede repartir algo que no existe”, el cual es un argumento típico en todas partes de los reformistas contra el socialismo y las nacionalizaciones. También manifestó que “un régimen de producción socialista no es incompatible con un sistema político profundamente democrático, con contrapesos y división de poderes”, añadió que “deberíamos

apartarnos de la ortodoxia marxista que considera que la democracia con división de poderes es solamente un instrumento de dominación burguesa”. Igualmente dijo que “debemos ‘inventar' el socialismo del siglo XXI sí, pero no de manera desordenada y caótica”. Y usando una extraña analogía con la Nueva Política Económica (NEP) de Lenin, dijo que “No podemos permitir que nuestro sistema se transforme en un capitalismo de estado, donde sea el Estado el único dueño de los grandes medios de producción”, a lo cual agregó que “El comunismo de guerra dejó la enseñanza de que no se pueden implantar cambios bruscos en el sistema económico, es decir abolición a rajatabla de la propiedad privada y la socialización brutal de los medios de producción sin que esto repercuta negativamente en la producción de bienes y servicios y sin que concomitantemente se genere un descontento generalizado en la población.” Queda bastante claro lo que quiere decir con estas palabras. Usando ejemplos del comunismo de guerra y de la NEP en Rusia, lo que realmente quiere decir es que “no debemos ir hacia la nacionalización de la economía” [10]. No ha sido un accidente que Baduel escribiera el prólogo y presentara públicamente la nueva edición del libro de Heinz Dieterich: Socialismo del Siglo XXI. Las ideas de Dieterich, que en resumen dicen que la cuestión de la propiedad de los medios de producción no tiene importancia bajo el socialismo, se han vuelto muy populares entre los reformistas en Venezuela, debido a que les permite seguir hablando de “socialismo”, mientras se distancian de lo que el socialismo significa realmente: la nacionalización y planificación de la economía bajo el control democrático de los trabajadores. Como dije anteriormente, la revolución venezolana tiene un elemento de “realismo mágico”, de forma que Baduel terminó su discurso citando “los siete principios que rigen el Código de Bushido, la guía moral de la mayoría de samurais” y haciendo un llamamiento a “Que Yahvé, Elohim de los Ejércitos, Supremo hacedor de todas las cosas, bendiga y guarde por siempre a la República Bolivariana de Venezuela”. Pero dejando a un lado los peculiares puntos de vista filosóficos de Baduel, lo que está claro es que deliberadamente no usó la consigna “Patria, socialismo o muerte”, la cual se ha convertido en norma en el ejército venezolano. La posición de Chávez en este conflicto también fue contradictoria debido a que a pesar de decir que los militares no debían ser parte del PSUV y que el ejército no debía “partidizarse”, el nuevo Ministro de Defensa que designó es visto como un izquierdista. En cualquier caso, Chávez refleja incluso en sí mismo todas las contradicciones de la revolución venezolana. La presión de fuerzas de clase opuestas tiene un reflejo en sus discursos y acciones. Se puede quizás tener una pequeña idea de cuál es la política de Chávez respecto al ejército con algo que dijo Müller Rojas: “Una condición le puse al presidente cuando me pidió que regresara. Le dije que no me podía retirar de la actividad política. Me dijo ‘hazlo, pero con discreción'“. Chávez, obviamente, se da cuenta que el ejército es crucial y no quiere crear un conflicto innecesario dentro de él, abiertamente o antes de tiempo, pero al tratar de prevenir que se exprese abiertamente un conflicto que de hecho ya existe, puede terminar con una crisis aún más virulenta en el futuro. La CMR defiende en Venezuela una discusión política abierta dentro del ejército, con la organización de células del PSUV abiertamente dentro del

ejército, que involucren principalmente a la tropa, pero también a los oficiales y suboficiales revolucionarios; debería existir un control sobre los oficiales por parte de los soldados revolucionarios; la propuesta de la Guardia Territorial debería ser asumida por las organizaciones revolucionarias y de la clase trabajadora, para crear así milicias obreras, lo que sería perfectamente posible y además sería también “legal” [11], de forma tal que la estructura del ejército capitalista pudiera ser derribada. Pero la cuestión del Estado va más allá del ejército. Hay un constante sabotaje burocrático de las iniciativas revolucionarias de las masas y de muchas de las propuestas del mismo Chávez. En una entrevista en el diario zuliano Panorama, Chávez lo describía de esta manera: “La mayor amenaza está por dentro, hay una contrarrevolución permanente, burocrática. Soy un enemigo a diario, con un látigo me la paso porque por todos lados me azota el enemigo de una burocracia vieja y una nueva que se resiste a los cambios, tanto, que uno tienen que estar pendiente de cuando se dé una instrucción y hacerle un seguimiento para que no sea detenida o desviada o minimizada por esa contrarrevolución burocrática que está en el Estado” [12]. Más recientemente, el traslado de William Mantilla como Viceministro del Poder Popular para la Participación y Protección Social (el ministerio dirigido por el militante del PCV, David Velásquez) ha destacado la cuestión de la burocracia incluso en un ministerio creado hace poco. Mantilla es un reconocido activista revolucionario del Bloque Popular de La Vega y de la Coordinadora Popular de Caracas. Fue nombrado viceministro precisamente para promover los Consejos Comunales. En su carta de renuncia describe cómo su trabajo sufrió un constante “bloqueo para evitar el desarrollo de nuestras actividades de acuerdo a las propuestas presentadas durante mi gestión (un ejemplo visible, el hecho de que nunca haya obtenido los datos de los consejos comunales, además del código de acceso al Siscon)”. (Ver texto completo en: http://www.aporrea.org/actualidad/a40453.html NdT.) Así que aquí teníamos, de acuerdo con todos los testimonios, a un revolucionario dedicado y trabajador que trató de utilizar una posición dentro de un ministerio para promover el desarrollo de los Consejos Comunales (una directiva que viene directamente del Presidente) y que es removido precisamente por hacer eso, y reemplazado por un funcionario mediocre, un burócrata. El problema es claro, como explicó Marx después de la experiencia de la Comuna de París, “la clase obrera no puede limitarse simplemente a tomar posesión de la máquina del Estado tal como está, y a servirse de ella para sus propios fines” [13]. La experiencia de la revolución venezolana en los últimos años nos provee de muchos ejemplos que confirman esta idea. Uno no puede simplemente colocar a revolucionarios honestos dentro de las estructuras que replican el Estado capitalista y esperar que éstas trabajen mejor. La vieja maquinaria del Estado debe ser sustituida en su totalidad y reemplazada con una nueva, basada en la elección democrática con derecho a la revocabilidad y a la rendición de cuentas de todos los funcionarios, ninguno de los cuales recibirá un salario superior al de un obrero calificado y, por último, que no exista un ejército permanente separado del pueblo, sino el pueblo en armas.

La economía

La segunda cuestión en la que debemos centrarnos es la economía. Las cifras oficiales muestran que la economía venezolana ha estado creciendo muy rápidamente, durante quince trimestres consecutivos, a una tasa anual de 12,4%. Esto haría de Venezuela la economía con mayor crecimiento en toda América y probablemente la segunda economía de mayor crecimiento después de China. El desempleo ha bajado del 15% en 1999 a un 8,3% en junio de 2007, la tasa de pobreza se ha reducido del 55,1% en el punto más bajo de la recesión causada por el sabotaje a la economía y el paro patronal de diciembre 2003enero 2003, a un 30,4% a finales de 2006. Sin embargo, estas cifras no nos cuentan la historia completa. En resumidas cuentas, lo que tenemos en Venezuela es una economía impulsada por una inversión pública masiva, mientras que el sector privado se encuentra estancado. Al mismo tiempo, el gobierno ha introducido una serie de chequeos y controles sobre la economía, y como hemos visto en muchos ejemplos a lo largo de la historia con gobiernos reformistas, la introducción de controles y restricciones sobre el funcionamiento normal de una economía capitalista crea una situación de caos debido a que a la economía de mercado no se le permite funcionar normalmente pero, al mismo tiempo, tampoco ha sido reemplazado por una economía democráticamente planificada. Desde el sabotaje económico de 2002, el gobierno ha introducido toda una serie de controles económicos. Se han fijado los precios de los alimentos básicos, se ha decretado una ley que prohíbe a los empresarios despedir a sus trabajadores (aunque no necesariamente se cumple completamente); hay un control de cambio y de comercio exterior; hay un control sobre el acceso a divisas fuertes que las empresas pueden utilizar para vender con el mundo exterior; hay incluso controles sobre lo que las compañías importan y éstas deben demostrar que lo que quieren importar no puede ser producido en el país; los alquileres también se han congelado; hay controles sobre las tasas de interés; hay controles sobre los montos que la banca debe prestar a diferentes sectores de la economía... [14]. ¿Y cuál es el efecto de todos estos controles? ¡Sabotaje y desorganización de la economía por parte de los capitalistas! En parte, es de forma deliberada por razones políticas, el sabotaje de la economía con la intención de socavar la base de apoyo del gobierno y la revolución. Parcialmente, esta situación fluye de los aspectos económicos de la economía capitalista, donde los productores están diciendo que no pueden vender a estos precios, que no es rentable. La característica económica principal en Venezuela ahora es que el crecimiento económico está sostenido únicamente a través del gasto público masivo, el cual está sustentado por los altísimos precios del petróleo en el mercado mundial. Y éste es uno de los factores, aunque no el único, que ha permitido que esta revolución se haya prolongado tanto en el tiempo (7 u 8 años ahora) El gasto del sector público representaba el 25% del PIB en 1998, 32% en 2004 y 39,4% en 2006. El aumento de la inversión procedente del Estado en la economía fue de 50,2% en 2005 y 50,8% en 2006 [15]. El año pasado, el gobierno gastó miles de millones de dólares en proyectos de infraestructura y obras públicas masivos: un nuevo puente sobre el río Orinoco

que costó 1.200 millones de dólares, un sistema de metro en tres ciudades distintas (Valencia, Maracaibo, Los Teques), líneas férreas... Esto también sirve para hacer hincapié en la naturaleza parasitaria del capitalismo en Venezuela, el cual en cien años fue incapaz de construir ninguna de estas obras de infraestructura básicas. Venezuela nunca ha tenido un sistema ferroviario importante. Aunque el desarrollo de una red ferroviaria hubiese ayudado a integrar el país, conseguir una distribución de la población menos concentrada e incluso promovido el mercado interno, no se hizo debido a que para exportar petróleo no había necesidad de vías férreas. El descubrimiento del petróleo hace unos cien años distorsionó completamente el desarrollo de la economía venezolana, destruyó la agricultura e impidió el desarrollo de una industria manufacturera interna. De hecho, cualquier desarrollo industrial que se ha dado en Venezuela ha estado impulsado por el Estado usando los ingresos petroleros (por ejemplo, durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez). Incluso la implementación de estos proyectos de obras públicas revela las deslumbrantes contradicciones de la economía venezolana. Dado que ninguna empresa venezolana es capaz de llevar adelante estas obras públicas, la mayoría de los contratos se los lleva la multinacional brasileña Odebrecht. La producción de cemento en Venezuela está monopolizada por tres empresas, la mayor de ellas es la mexicana CEMEX, que pertenece a Carlos Slim, quien acaba de convertirse en el hombre más rico del mundo, superando a Bill Gates. El gobierno venezolano acaba de llevar a cabo la nacionalización de Cemento Andino (una compañía cementera controlada por capital colombiano) y ha amenazado con nacionalizar otras productoras de cemento, a las cuales Chávez ha acusado de vender la mayor parte de su producción local en el mercado extranjero, donde pueden obtener mayores ganancias. Sí, la economía venezolana crece, pero este crecimiento está exacerbando todas sus contradicciones en lugar de resolverlas. Chávez lo reflejó claramente cuando amenazó con la nacionalización de la banca y de la siderúrgica SIDOR, en manos de una trasnacional argentina. Dijo lo siguiente a la banca: “No podemos tener una situación en la que el Estado sea el único que le está prestando dinero a los productores nacionales para desarrollar la producción”. Y a esto añadió: “No podemos aceptar la posición de SIDOR. Recibe materia prima, electricidad y combustible baratos del Estado; produce acero para vender en el mercado mundial, a precios del mercado mundial, los cuales son transformados en bienes manufacturados y maquinaria por otro países (incluyendo China), los cuales son entonces vendidos de vuelta a Venezuela a precios de mercado internacional”. Ciertamente no tiene sentido, pero esa es la forma en la que funciona el capitalismo. El proceso en Venezuela es un claro ejemplo de la revolución permanente. Una de sus premisas es que la burguesía nacional e los países atrasados y semicoloniales en la época de imperialismo es incapaz de desarrollar las fuerzas productivas de un modo progresivo. Ha sido precisamente esta contradicción entre la necesidad de desarrollar la economía e infraestructura del país (postura que Chávez ha liderado) y la incapacidad del capitalismo e imperialismo para conseguir esto mismo, lo que ha llevado a Chávez a entrar en un camino en directa colisión con el capitalismo. Incluso en el actual boom económico en Venezuela, los capitalistas son reacios

a invertir para expandir la capacidad productiva (aunque obviamente están deseosos de conseguir la mayor cantidad de ganancias que puedan a corto plazo). Si tomamos 1997 como 100, las ventas en Venezuela llegaron a 155 en 2006 (un aumento del 55%). Sin embargo, la producción industrial alcanzó sólo 99 en 2006. En el mismo período, de acuerdo a las cifras de la patronal CONINDUSTRIA, el número de empresas manufactureras bajó de 11.000 a 6.000. Un aumento en las ventas con ningún aumento en la producción o inversión lleva directamente a una situación de inflación y escasez de los productos básicos. En la actualidad, hay escasez en el 26% de los productos alimenticios básicos y la inflación ha alcanzado el 20 por cien. Esto a su vez fuerza al gobierno a recurrir a la importación masiva de productos alimenticios del mercado mundial los cuales deben pagar a precios de mercado mundial y en moneda fuerte. Si tomamos el ejemplo de las caraotas [frijoles negros], uno de los principales alimentos en Venezuela, vemos que la producción fue de 31.000 toneladas en 1988, bajó a 18.000 toneladas en 1999 y hoy en día Venezuela importa 56.000 toneladas cada año. El sabotaje económico y la consecuente escasez han afectado principalmente a la cadena de distribución de alimentos. Los productores, procesadores y distribuidores capitalistas de alimentos acaparan y especulan, venden sus productos en el mercado negro, deliberadamente sabotean cosechas, previenen el procesamiento de la caña en las centrales azucareras, así como de los productos agropecuarios en mataderos y plantas procesadoras de lácteos, creando pánico utilizando campañas mediáticas alarmistas, etc. Economist Intelligence Unit describe la situación en los siguientes términos eufemísticos: “Los precios de muchos alimentos regulados se han desajustado y deberán ajustarse en algún momento; existe falta de capacidad en una variedad de sectores como resultado de una inversión inadecuada. Esto es impulsado parcialmente por las crecientes importaciones, escasez de productos, cuellos de botella en los proveedores y la venta de bienes regulados por encima de los precios oficiales” [16]. La industria de los alimentos es un sector altamente monopolizado de la economía venezolana, controlada por un puñado de empresas (como Empresas Polar), propiedad de destacadas figuras de la contrarrevolución que han usado y están utilizando su control sobre sectores vitales para socavar al gobierno democráticamente elegido. Su expropiación no podría estar más clara. El gobierno, como en muchas otras áreas, en vez de atacar el problema de frente (por ejemplo la propiedad de la tierra y la cadena de distribución de alimentos) ha tratado de montar estructuras paralelas a través de la creación de MERCAL, una red nacional de mercados populares en los que se venden alimentos básicos a precios subvencionados [17]. Pero eso en sí mismo no resuelve el problema. Con frecuencia, Mercal debe importar productos a precios muy altos. Dado que la red de Mercal no está bajo ningún tipo de control o auditoría democrática, hay corrupción y robo de los productos a todos los niveles, lo que ha sido denunciado por el sindicato bolivariano de Mercal (SUNTRABMERCAL), el cual ha exigido el control obrero de Mercal y la puesta en marcha de organizaciones de consumidores y proveedores para trabajar con ellos en el control y gestión de la red [18]. La única solución a este problema

sería la completa nacionalización de todos los grandes latifundios y de toda la industria de procesamiento y distribución de alimentos, bajo el control democrático de los trabajadores, consumidores y campesinos organizados en cooperativas [19]. Hace unos meses, hubo una manifestación en Caracas sobre esta cuestión de la escasez y el sabotaje organizada por el Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora (FNCEZ) y otras organizaciones, durante la cual ocuparon el edificio de FEDECAMARAS, la principal confederación empresarial, bajo la consigna: “Si nos quitan la comida, les quitaremos sus fábricas”. Es significativo que el FNCEZ enviara a dos representantes al congreso de la CMR, sección venezolana de la CMI. El FNCEZ es la organización campesina más grande y revolucionaria de Venezuela. Dijeron que querían participar en las discusiones políticas, pero también que querían consejo político y práctico del Frente Revolucionario de Trabajadores de Empresas en Cogestión y Ocupadas (FRETECO) a fin de conocer cómo ocupar y tomar el control de fábricas en la cadena de distribución de alimentos (empaquetadoras de carne, plantas de producción de lácteos, centrales azucareros...). Finalmente, a principios de este año, el gobierno se vio forzado a aprobar una “Ley contra el acaparamiento, la especulación, el boicot y cualquier otra conducta que afecte el consumo de alimentos o productos sometidos a control de precios”, que permite la expropiación de empresas que incurran en tales prácticas. Ya el 21 de junio, el gobierno utilizó esta ley para expropiar dos mataderos que habían sido dejados inactivos por sus dueños, Fricapeca y Fribarsa en los estados Zulia y Barinas, cada uno con capacidad para procesar 800 cabezas de ganado por día.

Cooperativas

Se ha hablado mucho del papel de las cooperativas en la revolución venezolana. En algunos casos, los reformistas las han promovido frente a los que alegan la “naturaleza burocrática de la propiedad estatal”. No es sólo el caso de Venezuela, también en muchos otros países. Venezuela, sin embargo, es un país en el que ha habido promoción, financiación y ayuda del Estado para el desarrollo del sector cooperativo de la economía, que ha sido el terreno en las cuales estas ideas se han puesto a prueba. De acuerdo a las cifras oficiales, el número de cooperativas se ha disparado de apenas 900 en 2001 a más de 215.000 que están actualmente registradas. Sin embargo, sólo unas 70.000 están activas (lo que significa que casi el 70% de todas las cooperativas registradas han fracasado), una indicación de los problemas del desarrollo de cooperativas. En muchos casos, las cooperativas se han convertido en una excusa para la tercerización de la mano de obra. Es el caso por ejemplo de los contratos de limpieza del sistema Metro de Caracas y de muchas instalaciones en PDVSA. En el pasado, todos estos trabajos eran realizados por trabajadores de las propias empresas. Posteriormente fueron subcontratadas a empresas privadas. Ahora, en algunos casos, las cooperativas han tenido preferencia en las pujas por los

contratos. Todo esto significa que son los trabajadores los que tienen que organizarse, poner el capital por adelantado y poner una señal económica, compitiendo con otros grupos de trabajadores, arriesgándose a perder todo su capital si pierden el contrato. Dirigentes sindicales en PDVSA han exigido que estos trabajos (limpieza, catering, mantenimiento, seguridad, etc.) sean devueltos a trabajadores con las mismas condiciones y beneficios que el resto de los trabajadores de PDVSA. Incluso el mismo Chávez ha hablado de “cooperativas socialistas y cooperativas capitalistas”. En otros casos, se han establecido cooperativas pero han fracasado en la competencia del mercado capitalista, por la falta de acceso a materia prima, financiación y mercados para sus productos. Las cooperativas pueden jugar un papel dentro de una economía planificada, particularmente en el sector agrícola, pero no pueden sobrevivir como islas de socialismo en un mar de capitalismo.

Nacionalizaciones

Ha habido también muchas discusiones sobre las nacionalizaciones de la CANTV, la empresa de telecomunicaciones, las empresas eléctricas como la Electricidad de Caracas (EDC) y las multinacionales petroleras que operaban en la faja del Orinoco. Algunos han argumentado que éstas no han sido verdaderas nacionalizaciones debido a que se han llevado a cabo bajo compensación. En primer lugar, este argumento ignora el hecho de que cuando Chávez anunció las nacionalizaciones de CANTV y EDC el valor de sus acciones colapsó en las bolsas, por lo que el precio pagado fue mucho menor. Además de esto, la cuestión de la compensación no es en sí mismo la cuestión principal. Marx explicó en numerosas ocasiones que si fuese posible comprar a la clase dominante a cambio de una transferencia pacífica del poder, entonces se debería hacer. Lo que nosotros, los marxistas, defenderíamos en una situación como esta sería abrir los libros contables y preguntar en primer lugar cuánto pagaron estas multinacionales por esas empresas, cuánto han invertido desde entonces y cuánta ganancia han hecho con ella. Estas cifras demostrarían claramente que no hay necesidad de compensación alguna. Sin embargo, si queremos entender el significado real de estas nacionalizaciones, debemos mirar cómo los trabajadores y capitalistas han reaccionado ante ellas. Tan pronto como las nacionalizaciones fueron anunciadas, los trabajadores activos y ex trabajadores de la CANTV decidieron convocar una masiva asamblea y crear un Batallón Socialista. Su principal reivindicación fue el control obrero de la CANTV para prevenir cualquier intento de sabotaje por los gerentes y directores antes de que la empresa fuese pasada a control del Estado. Los trabajadores de SIDOR, la gigantesca acería de Bolívar que no fue mencionada directamente por Chávez en su discurso, pero sí implícitamente cuando dijo: “todo lo que ha sido privatizado, ¡nacionalícese!”, organizaron una serie de nutridas asambleas, organizaron bloqueos de vías y manifestaciones, izaron la bandera venezolana en las instalaciones de la empresa y exigieron su nacionalización bajo control obrero [20].

¿Cuál fue la reacción de los capitalistas? De acuerdo a las cifras oficiales del Banco Central de Venezuela, en el primer trimestre de 2007, la inversión extranjera directa en Venezuela comparada con el mismo período en 2006 cayó en 1.050 millones de dólares, una caída del 92%. La fuga de capital desde Venezuela en 2006 fue de 2.100 millones de dólares. Está bastante claro. Los capitalistas venezolanos no están invirtiendo como tampoco lo hacen las multinacionales. La razón es muy clara: En Venezuela se está realizando una revolución. Estas personas no están seguras de lo ocurrirá al día siguiente de que inviertan. No saben si los trabajadores ocuparán sus fábricas y exigirán su nacionalización bajo control obrero o si el gobierno decretará la nacionalización de sus empresas. El Informe de riesgo-país de julio de 2007 publicado por The Economist Intelligence Unit deja este punto muy claro. Al comentar la situación, describe las “señales mixtas” respecto a la protección de los derechos a la propiedad privada en la propuesta de reforma constitucional, y dice lo siguiente: “Aparentemente, el objetivo es quedarse muy cerca de la eliminación de toda propiedad privada. Sin embargo, en el pasado, el señor Chávez ha hecho declaraciones de esta naturaleza para luego proceder hacia un mayor intervencionismo del Estado. Por lo tanto no hay garantías de que el proceso va a detenerse luego de las últimas medidas” Y luego agregaron: “Vayan o no a darse nuevas nacionalizaciones, o si en cambio se usa como una herramienta para negociar para extraer concesiones a las empresas en cuestión, la amenaza de nacionalización significa que los derechos contractuales seguirán siendo débiles” Y en otro lado del mismo informe se dice: “La inversión privada en el sector no petrolero es poco probable que crezca de forma importante a la luz de las amenazas a la propiedad y los derechos contractuales, y en particular la amenaza de nacionalización y expropiación de bienes a medida que avanzan hacia un desarrollo dirigido por el Estado”. Respecto a la nacionalización de las empresas petroleras de la Franja del Orinoco, algunas de las multinacionales, de manera reticente, aceptaron los términos, debido a que todavía hay un montón de dinero que pueden conseguir, pero algunas otras de origen norteamericano se negaron. Actualmente hay un conflicto sobre el nivel y cuantía de la compensación que deberían recibir. Esta cuestión se está discutiendo frenéticamente en Houston (Texas), por analistas petroleros, abogados y otros. Una de las empresas de abogados dijo lo siguiente al respecto: “El gobierno de Venezuela posee importantes bienes en EEUU, desde CITGO (que es una subsidiaria de PDVSA en EEUU), además de significativos bienes que se mueven a través del sistema financiero norteamericano que podrían ir a un arbitraje de concesión [21]”. Esta es una clara amenaza, si las empresas no reciben una compensación “justa”, el gobierno estadounidense expropiará bienes venezolanos en EEUU. Una situación de este tipo tiene fuertes similitudes a la forma que siguió la revolución cubana procedió en los primeros dos o tres años. Lo mismo pudiera suceder en Venezuela. Uno puede imaginarse cuál sería la reacción del gobierno venezolano y del mismo presidente Chávez si las autoridades norteamericanas expropian CITGO. De hecho, en vista de las amenazas de estas dos petroleras estadounidenses, el Ministro del Poder Popular para Energía y Petróleo, Rafael Ramírez, declaró que si no aceptaban los términos de los contratos revisados, se

les negaría compensación alguna. Otro sector en el que hemos visto la misma dinámica de provocaciones y contra-provocaciones ha sido en relación a la aceptación de Venezuela en el MERCOSUR. MERCOSUR es un intento fallido de unir las economías latinoamericanas más fuertes, Venezuela pidió la entrada y fue aceptada. Pero ante la no renovación de la concesión a RCTV, estalló un conflicto entre Chávez y el Senado brasileño. Algunos senadores brasileños dijeron que eso había sido una demostración del carácter autoritario de Chávez y que RCTV debía permanecer en el aire con señal abierta. Chávez contestó usando un lenguaje algo fuerte contra estos senadores brasileños, quienes ahora han exigido una disculpa de Chávez o de lo contrario votarán en contra de la ratificación de la entrada de Venezuela en MERCOSUR. Y Chávez, que nunca ha sido muy dado a disculpas, contestó que si eso es lo que era MERCOSUR, entonces MERCOSUR era una institución reaccionaria y Venezuela no debía ser parte de la misma. Obviamente, la cuestión de la disculpa es tan sólo un accidente, este conflicto lo que revela son las fuerzas de clase opuestas que están en juego en Venezuela y a lo largo de América Latina, y cómo se expresan sobre estos asuntos. La principal contradicción que está en el fondo de la cuestión económica es la siguiente: la incapacidad de la clase dominante venezolana, la oligarquía venezolana, los capitalistas venezolanos e incluso el imperialismo, para desarrollar la economía. El intento de Chávez de desarrollar una economía nacional lo coloca de lleno en el camino de colisionar con el capitalismo. Este el principal motor de empuje de la revolución venezolana y esta es la razón por la cual Chávez ha empezado a hablar de socialismo y a denunciar al capitalismo. También la razón por la cual no se puede tomar un incidente o cita aislada de Chávez y armar alrededor de ella una teoría política. No se niega la posibilidad, aunque no es el único camino que se puede seguir, de que este proceso en un momento dado lleve a la nacionalización completa de los medios de producción y del capitalismo en Venezuela. Durante una de las manifestaciones de apoyo a la no renovación de la concesión a RCTV, Chávez dijo que la clase dominante era bienvenida a participar en este intento de desarrollar una economía nacional, pero que si no cambiaban sus modos “les quitaremos todas las palancas de poder que tienen, una por una”. Sería erróneo pensar que la abolición del capitalismo por esta vía en Venezuela vaya a llevar a la creación de un régimen estalinista como los que existieron en la URSS o en Alemania Oriental (RDA). Algunos autodenominados “marxistas” juegan con la idea de que algunos de los pasos seguidos por Chávez (tales como la ley habilitante, la formación del PSUV, la propuesta de reforma constitucional y otras medidas) llevarían directamente a una especie de régimen estalinista (desgraciadamente, haciéndose eco desde la izquierda de los gritos hipócritas de los imperialistas en relación al giro “autocrático” y “autoritario” de Chávez). Esta forma de analizarlo es completamente equivocada. Ciertamente, el socialismo no es un sistema que pueda ser decretado desde arriba. Requiere de la participación consciente de los trabajadores en la planificación democrática de la economía. Una de las principales características de la revolución venezolana a lo largo de estos 8 años ha sido un fuerte sentimiento anti-burocrático entre las bases bolivarianas. Durante todo un período de tiempo la situación quedaría bastante abierta. Las masas

trabajadoras en Venezuela han incrementado también, en los últimos años, su nivel de comprensión de la democracia obrera y el control directo. La expropiación del capitalismo, incluso si es implementada desde arriba, abriría una situación de enorme fermento revolucionario, participación de las masas, creación de comités obreros, los cuales durarían por un período de tiempo. La burocracia trataría de imponer una estructura burocrática pero esta no sería una tarea fácil. La condición para el dominio burocrático sería que la revolución fuese finalmente secuestrada y derrotada por la burocracia debido al aislamiento, la presión imperialista y la desmoralización de las masas durante un período de tiempo prolongado.

La organización y la dirección revolucionarias

En Venezuela estamos luchando por un régimen de auténtica democracia obrera y por la planificación democrática de la economía, como primer paso hacia la internacionalización de la lucha por el socialismo. El principal obstáculo para conseguirlo es la debilidad de la dirección revolucionaria, en dos sentidos diferentes. Uno es la ausencia de una dirección marxista del movimiento obrero, pero también la ausencia de una estructura nacional democrática a través de la cual el movimiento revolucionario pueda expresarse y dentro de la cual una corriente marxista pueda luchar por la dirección. En este sentido, la discusión sobre la construcción del PSUV puede resultar crucial. Cuando Chávez anunció la creación del PSUV, dejó claro que ésta iba a ser una herramienta de lucha contra la burocracia y una organización genuinamente democrática revolucionaria. Pero una vez más, este hecho en sí mismo no garantiza que vaya a ser efectivamente implementado de esta forma. Depende sobre todo de la habilidad de los trabajadores de llevar esto a la práctica. Lo importante es ver el enorme entusiasmo que esta propuesta ha generado entre las masas revolucionarias. En 2001-2002, cuando se organizaron por primera vez los Círculos Bolivarianos, lograron reunir a 1,5 millones de personas. En agosto de 2004, al momento del referéndum revocatorio presidencial, cuando las Unidades de Batalla Electoral y los Pelotones fueron creados, se les unieron 2 millones de personas. En ese momento vimos una lucha masiva entre las bases revolucionarias y la burocracia, que trataba de imponerse sobre estas organizaciones. Por ejemplo, en la parroquia del 23 de Enero en Caracas hubo una asamblea masiva para discutir la dirección a nivel parroquial de esta organización. Los principales líderes del movimiento bolivariano en Caracas, quienes en ese momento eran bien vistos por las bases, fueron a la asamblea para intentar imponer su plancha para el liderazgo parroquial. Esto llevó a un conflicto con los 1.500 presentes, quienes tenían una lista alternativa. La discusión duró hasta las 2:00 am y finalmente las bases impusieron su propuesta. Hubo choques similares en otros lugares, como en la zona de El Valle, donde una asamblea de la UBE local aceptó que el comité parroquial fuese propuesto desde arriba, pero eligieron al doble de delegados desde la base para que se sentaran en el mismo comité [22].

Finalmente, la burocracia ganó y en los niveles más altos de la organización de las UBES impusieron a su gente y después del referéndum desmantelaron estas organizaciones. Cuando Chávez propuso crear el PSUV, dijo que el objetivo era organizar a 3 millones de personas, lo cual en sí mismo iba a ser más que en cualquiera de las anteriores organizaciones. Durante un período de 8 semanas, la gente hizo cola para registrarse en el nuevo partido y el resultado final fue que ¡más de 5,6 millones se apuntaron para unirse! Esto representa más de las 2/3 partes del número de votos que Chávez obtuvo en las elecciones presidenciales del pasado 3 de diciembre. Este hecho demuestra la enorme reserva de apoyo y entusiasmo que hay entre las masas por la revolución. En algunas áreas, como el Alto Apure, una región campesina organizada por el FNCEZ, ¡hubo más personas que se unieron al partido de las que habían votado por Chávez en diciembre! La razón de esto fue una campaña consciente por parte del FNCEZ apelando a que cada hombre, mujer y niño de la zona se uniera al PSUV. Los líderes del FNCEZ comentaron: “En 1998 nosotros también quisimos unirnos al MVR pero no estábamos organizados y la burocracia tomó el control; ahora nos estamos uniendo al PSUV y estamos organizados para prevenir que pase lo mismo.” El Comité Promotor Nacional dio un esbozo detallado de la composición del partido. Hay 1,4 millones de trabajadores no calificados, 500.000 trabajadores calificados, 750.000 trabajadores del sector servicio, 180.000 trabajadores administrativos y oficinistas, sumando un total de 3 millones de trabajadores que se habían registrado para el PSUV. También se habían registrado 1,2 millones de amas de casa, lo que hace del PSUV la más grande organización de mujeres en Venezuela y probablemente la más grande en el mundo. Esto no tiene precedentes. Ahora el partido va a tener un congreso de tres meses de duración a empezar en septiembre (finalmente la fecha de inicio del Congreso Fundacional del PSUV se ha fijado para el 20 de octubre de 2007, NdT). Los primeros encuentros de los Batallones (Hay unos 18.000 batallones) ya se han realizado, con la participación de más de 1,5 millones de personas. Esto es normal. Uno no puede esperar que 5,6 millones de personas se vuelvan miembros activos del partido; esa cifra refleja el apoyo organizado del PSUV mientras que la cifra de 1,5 millones representa la capa de activistas. Ha habido preguntas acerca de cuál es la naturaleza de clase del PSUV. El carácter de clase de cualquier partido o movimiento está determinado por un número diferente de factores: su composición de clase, su relación con las organizaciones de las diferentes clases, la composición y políticas de su liderazgo, su programa, etc. En el caso del PSUV, la mayoría de estas cuestiones no están decididas todavía. Sin embargo, está claro que en los próximos meses el PSUV será el campo de batalla en el cual la burocracia intentará imponer su control sobre el partido, mientras que las bases revolucionarias intentarán mantenerla como una organización democrática bajo su control. El resultado de esta lucha no está decidido aún. Lo que se podía observar en los mítines masivos de los promotores (los primeros organizadores del partido) era el carácter profundamente obrero y plebeyo de las masas que se están uniendo al partido. La expresión en sus

rostros cuando tomaban juramento para luchar por el socialismo era un indicativo de su inquebrantable espíritu de lucha por transformar la sociedad. Después de una experiencia de 8 años de revolución, van a luchar a capa y espada para prevenir que la derecha del movimiento les quite su nuevo partido. La tarea de los marxistas revolucionarios es la de entregarse completamente a esta lucha y participar junto a las masas en la creación del PSUV. Cualquier otra política sería sectarismo demencial y sólo contribuiría a aislarlos del movimiento revolucionario que existe en la realidad. A este respecto, la política adoptada por una parte de C-CURA (la corriente de izquierda dentro de la UNT) de negarse a entrar en el PSUV e intentar crear un supuesto “partido obrero independiente” es un error criminal que sólo puede llevar al aislamiento de algunos activistas obreros avanzados del movimiento revolucionario de las masas. La creación del PSUV ha llevado ha provocado una severa escisión con un sector del ala de derechas del movimiento bolivariano, PODEMOS, que es el partido socialdemócrata más a la derecha en la coalición de gobierno y que decidió no unirse al PSUV. Dijeron: “estamos a favor del socialismo, pero queremos un socialismo democrático”, a lo que Chávez replicó: “el problema es que ustedes son socialdemócratas y socialtraidores y nosotros somos socialistas revolucionarios”. Actualmente, PODEMOS ha reemplazado al viejo partido Acción Democrática como el afiliado por Venezuela a la Internacional Socialista [23]. Está claro que otra sección de la burocracia y los reformistas, más inteligente, se ha unido rápidamente al nuevo partido con la intención, desde el principio, de colocarse en posiciones de poder e influencia. Hemos visto incluso la creación de una organización de “Empresarios Socialistas” que se han unido al PSUV. Interesante ha sido la división dentro del PCV sobre esta cuestión, un ala uniéndose, la otra permaneciendo fuera, y ambas manteniendo la visión equivocada de las dos etapas para la revolución venezolana [24].

La Unión Nacional de Trabajadores

Pero si hablamos de dirección revolucionaria, el punto más débil es la dirección del movimiento obrero, la dirección de la UNT. Desde el congreso del año pasado, la UNT ha estado dividida en al menos 5 fracciones diferentes. Esta división se basó en cuestiones que nada tienen que ver con los desafíos principales a los que se enfrenta el movimiento obrero venezolano hoy en día. Están involucrados en una lucha de poder para ver quién controla el aparato de la UNT, y esto parece ser lo único que les preocupa. Ninguna de estas diferentes facciones ha tomado en serio cuestiones tales como el control obrero o la ocupación de fábricas. Es evidente que la dirección de la Fuerza Socialista Bolivariana de Trabajadores (FSBT), una de las corrientes en la UNT, está en contra de la idea del control obrero. De hecho, un representante de esta corriente, Jacobo Torres, llegó al punto de afirmar en un encuentro en Gran Bretaña organizado por la central sindical británica TUC que en Venezuela no había ningún control obrero. Un ejemplo de ello es la postura del Ministro del Trabajo, José Ramón Rivero, él y la mayoría de su equipo proceden de la FSBT, respecto de la lucha de los

trabajadores de Sanitarios Maracay por la expropiación bajo control obrero. El ministro se negó a la nacionalización de la empresa incluso después de que la Asamblea Nacional lo hubiese recomendado, y presionó a los trabajadores para alcanzar un acuerdo con relación al pago de salarios adeudados por el antiguo dueño, el contrarrevolucionario Álvaro Pocaterra. La dirección del ala de izquierdas, la C-CURA, aglutinada alrededor de Orlando Chirino, hace un montón de ruido respecto a la cuestión de la autonomía sindical, pero con ello no quieren decir la independencia de los sindicatos del Estado y de los capitalistas, sino su propuesta sectaria de que los trabajadores no deberían unirse al PSUV. Si el movimiento obrero en Venezuela tuviera por lo menos la mitad de la dirección que tienen los campesinos organizados alrededor del FNCEZ, la situación hoy estaría mucho más avanzada. Está claro que las organizaciones obreras, tanto sindicales como políticas, deben permanecer completamente independientes (por no hablar de “autónomos”). Pero independencia no significa abstención de la verdadera batalla que se está dando dentro del movimiento bolivariano, el único movimiento revolucionario que existe en Venezuela. Todo lo contrario, los burócratas y reformistas no podrían desear algo mejor que el hecho de que los revolucionarios permaneciésemos fuera del PSUV. Es particularmente criminal cuando Orlando Chirino habla de la cuestión de la “autonomía sindical” sobre la misma plataforma que la contrarrevolucionaria CTV [25] y sobre una plataforma organizada por la Fundación Friedrich Ebert (la agencia de la socialdemocracia alemana montada específicamente para desviar revoluciones) [26]. ¿Qué clase de autonomía es esta? ¿”Autonomía” para quién y para qué propósito? Una corriente genuinamente revolucionaria dentro de la UNT seguiría una política de pleno apoyo a la Revolución Bolivariana, de plena participación en el PSUV sobre la base de la lucha contra el capitalismo, los reformistas y burócratas, mientras que al mismo tiempo promovería, animaría y organizaría activamente las ocupaciones de fábricas, organizando Consejos Obreros y la coordinación de éstos con los Consejos Comunales. Tal política ganaría inmediatamente la mayoría entre las bases de todas las diferentes corrientes de la UNT, y sería la única que podría unificar a la UNT sobre la base de una política revolucionaria. Las condiciones no podrían ser más favorables. Hay un sentimiento de confianza entre los trabajadores. Éstos se sienten parte de la Revolución Bolivariana y aunque miran a muchos miembros del gobierno con recelo y desconfianza, reconocen a Chávez como su principal líder y están animados por sus discursos sobre socialismo, el papel de la clase trabajadora en la revolución y sus discursos antiimperialistas. Incluso el conflicto reivindicativo del día a día sobre salud y seguridad, salarios, condiciones, etc. tiende a escalar y a adquirir un carácter político. El ejemplo de Sanitarios Maracay es un claro ejemplo. Una de las experiencias más avanzadas de control obrero que se han dado en Venezuela empezó como un conflicto sobre salud y seguridad laboral y el reconocimiento del sindicato. El carácter político de la lucha estuvo determinado por el hecho de que el empresario, Ávaro Pocaterra, es un conocido contrarrevolucionario que participó activamente en el intento de golpe y sabotaje a la economía de 2002. Una campaña seria sobre ocupaciones de fábricas vinculada a la defensa de la revolución contra el sabotaje se extendería como el fuego en un pajar.

Al mismo tiempo que su política contra el control obrero, el Ministro del Trabajo ha propuesto la organización de Consejos de Trabajadores en las fábricas. Aquí vemos nuevamente el error de los sectarios. ¿Cuál fue su reacción a este anuncio? “Acá hay otro ejemplo de intento por parte del gobierno de controlar el movimiento obrero y destruir la autonomía sindical y a la UNT” (En una asamblea de la UNT Carabobo, dirigida por C-CURA, en el documento de conclusiones se dice que “plantean utilizar al mismo PSUV como vehículo para destruir a la UNT y proyectan los Consejos de Trabajadores como instrumento para acabar con las organizaciones sindicales.” Ver http://www.aporrea.org/imprime/n102006.html, NdT). No hay duda de que al menos una sección del liderazgo de la FSBT y de funcionarios en el MITRASS quisiera ver el fin de una UNT que no pueden controlar. De hecho, Oswaldo Vera, dirigente de la FSBT, lo ha dicho así públicamente [27]. Sin embargo, si hay una propuesta en serio de organizar Consejos de Trabajadores, lo que cualquier tendencia revolucionaria seria dentro del movimiento obrero debe hacer es asumir este llamamiento y organizar una campaña nacional para crearlos en las fábricas y sitios de trabajo. Es en estas condiciones donde los camaradas de la Corriente Marxista Revolucionaria (CMR), que empezaron con unas fuerzas modestas, han jugado un papel importantísimo en la organización del FRETECO, el Frente Revolucionario de Trabajadores de Empresas en Cogestión y Ocupadas. La iniciativa de organizar el FRETECO fue de los trabajadores de INVEVAL, la antigua CNV, fábrica de válvulas en Los Teques, Miranda. INVEVAL en sí misma demuestra todos los problemas y contradicciones de la revolución venezolana. Los trabajadores tomaron el control de INVEVAL y la están dirigiendo bajo control obrero. Fue nacionalizada por Chávez, en contra de la opinión de los sectarios quienes en ese momento decían: “El gobierno de Chávez es un gobierno nacionalista burgués y nunca va a nacionalizar algo”. Pero ahora los trabajadores de INVEVAL están enfrentando dos poderosos enemigos: uno es el hecho de que aún operan dentro de los límites de una economía de mercado capitalista, y el otro es que tienen que enfrentarse al sabotaje deliberado de la burocracia de Estado y reformistas, quienes no quieren ver una experiencia exitosa de control obrero por miedo a que ésta siga de ejemplo a otros trabajadores [28]. La revolución venezolana se ha desarrollado durante un largo período de tiempo, ya casi nueve años. Éste es el resultado de una combinación de diferentes factores. Uno es el balance de fuerzas enormemente favorable a la revolución, que ha aplastado cualquier intento de la contrarrevolución de levantar cabeza. Las masas revolucionarias están fortalecidas, pero no tienen una dirección marxista que pueda decidir las cosas de una vez por todas. La contrarrevolución ha intentado ponerle fin a la revolución en varias ocasiones y el movimiento de las masas los ha derrotado. Venezuela es un país productor de petróleo y esto también ha jugado su papel; el gobierno ha podido introducir un programa masivo de planes e inversiones sociales que, de un modo limitado pero real, han mejorado las condiciones de vida y le han dado al gobierno un cierto margen de maniobra. Esta situación de callejón sin salida, de equilibrio entre las clases, no puede durar indefinidamente. O bien se resuelve a través de una revolución socialista victoriosa o de una contrarrevolución sangrienta. Se han levantado las barreras, la clase dominante está atemorizada, se han

dado un gran número de desafíos, pero no hay una idea clara de cómo resolverlos. Esto es peligroso. Puede llevar a una situación en la que las masas se cansen de los discursos y la contrarrevolución pase a la ofensiva debido a que ellos si tienen ideas claras de cómo aplastar la revolución. En estas condiciones, han florecido todo tipo de ideas reformistas en los niveles superiores del Estado, con todo tipo de “asesores” y de astutos “intelectuales”. Un representante clave de esta capa es Heinz Dieterich, pero también hay otros. En una entrevista reciente en el diario El Nacional, Juan Carlos Monedero, uno de los asesores de Chávez a cargo de la Formación Ideológica en el Centro Internacional Miranda, desarrolló sus puntos de vista sobre el “Socialismo del Siglo XXI”: “Uno de ellos [de los errores del Socialismo del Siglo XX] es que la nacionalización de todos los medios de producción no permite directamente satisfacer las necesidades. Por eso hoy día decimos que no nos importa la propiedad privada porque hemos entendido que no es el enemigo”. Luego añade que el problema con la propiedad privada viene sólo cuando ésta “impide esa igualdad de capacidades de otras personas”, pero que “Eso se solventa con imaginación, a través de varios medios. Por ejemplo, la Europa social demócrata lo hizo mediante una tributación socialista, donde quienes más tienen más pagan”. Monedero dice que en la etapa actual, Venezuela está en una en la que “conviven el capitalismo de Estado y el socialismo de mercado” y en la que ‘aparecen elementos socialistas' que van en la dirección de “quitarle trozos al sistema capitalista” [29]. A pesar de la terminología deliberadamente confusa que emplea, lo que dice es muy claro: no a la nacionalización de los medios de producción, un sector estatal a gran escala y ciertos controles (impuestos) sobre el capital privado y luego, poco a poco, acabaremos en el socialismo. En otras palabras, retrocediendo nuevamente a las ideas reformistas clásicas, de los tiempos en que los reformistas realmente implementaban reformas. Una línea casi idéntica es la defendida por Haiman El Troudi, uno de los directores del Centro Internacional Miranda, en un texto llamado Preguntas y respuestas acerca del Socialismo del Siglo XXI. El Troudi explica que “El reto en transición está en mediar consensos. Recordemos que la revolución bolivariana es pacífica, y transformar a Venezuela en paz supone diálogo de saberes y respeto a la pluralidad de pensamientos. ¿Qué sucedería en el país si se decidiese abruptamente estatizar o nacionalizar todas las empresas privadas? Eso no está planteado. Rumbo al socialismo puede, sin dificultad alguna, desarrollarse la iniciativa privada siempre que acepte las nuevas reglas del juego.” El Troudi enumera lo que él llama sectores estratégicos que en su opinión deberían permanecer en manos del Estado, pero su lista, curiosamente, ¡sólo incluye sectores que ya están en manos del Estado! Así, nuevamente, Haiman El Troudi está en contra de la nacionalización de los medios de producción. De hecho, agrega que “La banca si bien es un medio de producción estratégico, a mi juicio no debe ser objeto de estatización, a menos que los privados contravengan las disposiciones de ley y atenten contra los intereses nacionales.” Una vez más, parece que el “Socialismo del Siglo XXI” de El Troudi se parece mucho a la “Social democracia del siglo XX”. En el debate sobre el control obrero y la gestión obrera, luego de haber argumentado “por medio de las

nacionalizaciones las empresas no necesariamente serán de todo el pueblo”, como un argumento en contra de las nacionalizaciones, Haiman se coloca firmemente al lado de todos aquellos que se oponen a cualquier forma de control obrero en las industrias estratégicas. Haiman se pregunta: “¿Es posible que la industria petrolera se maneje bajo el modelo de cogestión?”, a lo que se responde “No por ahora. Tendremos que ejercitar nuestra cultura cogestionaria antes de adoptar este formato en la principal industria y fuente de ingresos nacionales”. Luego, como para evitar confusiones, agrega que él está a favor de que los trabajadores tengan acciones en las empresas; a lo que se opone es a “la gestión compartida de los trabajadores de cierta empresa que asumen roles gerenciales, la práctica de ejercicios democráticos para la selección de autoridades donde se asume la rendición de cuentas, se abren las cajas negras de los asuntos administrativos, se revocan mandatos y funcionarios” [30]. En una situación en que la clase dominante es temporalmente incapaz de lanzar un asalto abierto contra la revolución con alguna garantía de éxito, una gran parte de su estrategia se basa en una “tercera vía”, es decir, basarse en los burócratas y reformistas a fin de mantener la revolución bajo control y prevenir que ésta rompa efectivamente con el capitalismo, mientras que al mismo rearman sus fuerzas y puntos de apoyo para cuando sean capaces de dar un golpe decisivo. La Economist Intelligence Unit lo explica de esta manera: “Una combinación de descontento popular y un liderazgo de oposición cohesivo no están actualmente a la vista... La clase política de oposición ha tenido difícil deshacerse de su pobre reputación... Más aún... no tiene una influencia directa en la política. Dadas estas limitaciones, parece lo más probable que una tercera fuerza emerja eventualmente para liderar la oposición. Esta puede incluir lo que los venezolanos llaman chavistas light: ‘seguidores de Chávez que están incómodos con algunos de los elementos más radicales del programa del presidente’. También puede incluir a algunos grupos pro Chávez que están descontentos con los recientes giros hacia una centralización del poder” [31]. Haiman El Troudi describe la estrategia de la contrarrevolución, a la cual denomina “chavismo sin socialismo”, de esta manera: “Ello significa frenar las transformaciones estructurales de la sociedad, maquillar las iniquidades, conservar intactos los privilegios de la clase capitalista (...). Los principales exponentes de esta tendencia contrarrevolucionaria son mercenarios infiltrados dentro del proceso que tejen su “conspicua” conspiración con los hilos de la corrupción, el control político, la negación de la participación popular en los asuntos públicos. Su aspiración fundamental: instaurar una nueva clase oligarca y hacerse del poder a expensas de traicioneros planes en contra de la revolución bolivariana” [32]. Por lo tanto, debemos mantener la guardia contra una posición de entusiasmo ciego de que la revolución va a avanzar suavemente hasta una conclusión socialista exitosa. De hecho, a medida que las contradicciones se agudizan, crecen los peligros. La única solución real para todas estas contradicciones es que la clase obrera tome la dirección de la revolución, y que la tendencia marxista gane la dirección de la clase obrera. Es por esa razón que el trabajo del FRETECO es tan importante, y también el por qué el papel de los reformistas y

sectarios es tan criminal. Una ofensiva de la clase trabajadora sobre la cuestión de la ocupación de fábricas y el control obrero podría ofrecer un camino claro hacia delante para resolver los problemas de la economía y el Estado. Esto mostraría en la práctica lo que significa el Socialismo y declararía el desafío abiertamente. La revolución en Venezuela ya ha tenido un importante impacto entre las masas de América Latina y más allá. Una revolución socialista triunfante en Venezuela sería el inicio de una ola de revoluciones en todo el continente. La condición para ello es la construcción de la CMR y de la Corriente Marxista Internacional, de forma que podamos darle a este extraordinario movimiento de las masas revolucionarias venezolanas una clara dirección marxista, que es el único camino a la victoria.

___________________________________________________________________________ NOTAS: 1.

Declaración de la Corriente Marxista Internacional sobre (http://www.elmilitante.org/content/view/3457/74/), agosto 2006.

las

elecciones

en

Venezuela

2. Entre los miembros del “Plan Oligarcas Temblad” estaban el Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora, Coordinadora Simón Bolívar, la UPV de Lina Ron, el Frente Revolucionario de Trabajadores de Empresas en Cogestión y Ocupadas (FRETECO), la Asociación Nacional de Medios Comunitarios, Libres y Alternativos (ANMCLA), el Movimiento de Bases Popular, la Corriente Marxista Revolucionaria (CMR) y los colectivos “Alexis Vive” y “Dolorita Rebelde”. 3. En las primeras elecciones luego de la victoria de la revolución en Nicaragua, los sandinistas recibieron 67% de los votos, pero el principal candidato de la oposición se había retirado de la competencia electoral. 4. David Velásquez, antiguo secretario general de las Juventudes Comunistas, tan sólo unos meses antes que Chávez anunciara que la revolución venezolana no podía permanecer dentro de los confines del capitalismo, insistía en que la cuestión del socialismo no tenía lugar en Venezuela, sino solamente la del antiimperialismo. 5. Como dijimos en su momento, Rivero será juzgado por su actuación al frente del Ministerio. Aunque ha tomado varias medidas progresivas, su papel durante la lucha de Sanitarios Maracay ha sido criminal. Ver el artículo en inglés Sanitarios Maracay, a first balance-sheet of an heroic struggle de Jorge Martin, 22 de agosto de 2007 (http://www.marxist.com/sanitarios-maracay-balance-sheet.htm). 6. Este sentimiento fue capturado muy bien por Michael Lebowitz en un artículo de perspectivas llamado Why Aren’t You in a Hurry, Comrade?, disponible en castellano en: http://www.aporrealos.org/ideologia/a30402.html 7. La misma puesta en marcha de las Misiones a fin de llevar a cabo los programas sociales del gobierno desde 2003 fue un intento por escapar al problema del Estado capitalista, al crear estructuras paralelas al mismo. 8. El texto completo de la entrevista en la que Müller Rojas hizo públicas sus opiniones puede leerse en castellano en http://venezuelareal.zoomblog.com/archivo/2007/06/30/alberto-Mller-Rojas-La-FuerzaArmada-e.html y en inglés en http://venezuelanalysis.com/articles.php?artno=2091 9. Se puede leer el discurso de despedida como ministro de Defensa del general (r) Baduel en castellano: http://www.analitica.com/va/politica/9423969.asp y en inglés: http://venezuelanalysis.com/articles.php?artno=2103. 10. Es la enorme presión a la izquierda que proviene de las bases lo que ha motivado los discursos de Chávez, quien fuerza incluso a los elementos conservadores a disfrazar sus ideas en una fraseología izquierdista, que suene a socialista e incluso marxista. 11. Un ejemplo de lo que es posible es la iniciativa tomada por sindicalistas de las empresas básicas en Guayana, donde llamaron a voluntarios entre los obreros para unirse a la Reserva. Igualmente, en una

reunión de activistas revolucionarios en Carabobo para discutir sobre la Guardia Territorial, un dirigente de la UNT le preguntó al vicealmirante que estaba ahí representando a la Guardia Territorial, qué pasaría si los trabajadores de la cercana fábrica de Firestone quisieran unirse a la Guardia Territorial pero como toda una unidad de trabajadores. El vicealmirante dijo que nunca lo había pensado pero que sonaba como una buena idea y le preguntó que si podía conseguir una lista de todos los trabajadores interesados y a alguien para coordinarlo de manea tal que esto pudiera ser implementado. 12.

Panorama Digital, 10 de septiembre http://www.aporrea.org/actualidad/n83403.html

de

2006,

reproducido

en

Aporrea:

13. Carlos Marx, La guerra civil en Francia. 14. La mayoría de estas medidas fueron introducidas para poder defender los niveles de vida de las masas, particularmente en los momentos del paro patronal y del sabotaje a la economía de diciembre 2002 enero 2003. 15.

Cifras emitidas por el Banco (http://www.bcv.org.ve/Upload/Publicaciones/infoeco2006.pdf)

Central

de

Venezuela

16. Economist Intelligence Unit, Country Risk Service, julio de 2007. 17. En 2006 habían más de 15.000 tiendas Mercal por todo el país, abasteciendo a cerca del 43% de la población. 18.

Numerosas declaraciones en este http://usuarios.lycos.es/suntrabmercal/

sentido

pueden

encontrarse

en

este

sitio

web:

19. Un análisis detallado de la actual crisis de desabastecimiento y acaparamiento puede encontrarse en el artículo Venezuela: Regulación de precios, escasez de alimentos, especulación y socialismo, de Eric Demeester (http://venezuela.elmilitante.org/index.asp?id=muestra&id_art=3016). 20. Cuando se estaba terminando este artículo, se alcanzó un acuerdo entre el gobierno venezolano y la multinacional argentina Techint, que incluye una garantía de no nacionalización. Sin embargo, un acuerdo de este tipo es susceptible de romperse de cara a conflictos laborales, más demandas de parte del Gobierno, etc. 21. Declaraciones de José Valera, socio de King & Spalding en Houston, citado por el Houston Chronicle su artículo ‘Citgo assets may be at risk in arbitration’ (Los bienes de Citgo pueden estar en riego caso de arbitraje, 27 de junio, 2007. El original en inglés puede leerse http://eldib.wordpress.com/2007/07/02/experts-say-conocophillips-exxon-mobil-could-seekvenezuelas-refineries-in-us/, mientras que en castellano está disponible http://www.aporrea.org/energia/n97440.html

en en en en

22. Ver por ejemplo: http://venezuela.elmilitante.org/index.asp?id=muestra&id_art=623 23. Es interesante notar que fue Didalco Bolívar, el gobernador de Aragua y de PODEMOS, quien envió a la policía regional contra los trabajadores de Sanitarios Maracay quienes estaban yendo a una manifestación del FRETECO en Caracas. 24. El Comité Central del partido se dividió 9 a 13, con los 9 uniéndose al PSUV y siendo expulsados del PCV. 25. “Proponen cruzada nacional para defender la autonomía sindical”, El Universal, 26 de mayo de 2007 (http://www.eluniversal.com/2007/04/26/pol_art_proponen-cruzada-nac_264996.shtml). 26.

Ver Seminario Hacia una Asamblea Constituyente Sindical en http://www.ildis.org.ve/website/p_index.php?ids=7&tipo=A&vermas=55. Vale destacar que Friedrich Ebert, dirigente del SPD, fue canciller de la denominada República de Weimar en plena revolución alemana de 1918, con el fin de desviarla y derrotar al movimiento obrero revolucionario a cualquier costo. Junto a otros dirigentes socialdemócratas en cargos de gobierno, como Philipp Scheidemann y Gustav Noske, se encargaron de ahogar en sangre la insurrección espartaquista de enero de 1919, asesinar a los dirigentes revolucionarios Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, y montar una campaña de represión y asesinatos contra los consejos obreros en la zona del Ruhr, principal bastión del proletariado alemán, así como con la República Soviética de Baviera, hasta ahogar en sangre la revolución (NdT).

27. “La UNT actual no representa a los trabajadores”, El Mundo, 31 de julio 2007. 28. Una descripción detallada de la actual situación en INVEVAL puede encontrarse en inglés en el artículo Venezuela's Co-Managed Inveval: Surviving in a Sea of Capitalism (http://www.venezuelanalysis.com/analysis/2520), por Kiraz Janicke. 29. “Sin Capitalismo de Estado los venezolanos no comerían”, entrevista en El Nacional, 27 de agosto de

2007, republicado por Rebelión (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=55300). 30.

Preguntas y respuestas acerca del Socialismo http://centrointernacionalmiranda.gob.ve/personal/docs/debate3.pdf

del

Siglo

XXI,

31. Economist Intelligence Unit, Country Risk Service July 2007. 32. Ser capitalista es un mal negocio, Haiman El Troudi (http://www.haiman.com.ve/).

5 de septiembre de 2007

La marcha del 4 de noviembre y el pronunciamiento de Baduel Revolución y contrarrevolución en Venezuela Yonie Moreno y William Sanabria El ejército no es más que un elemento de la sociedad y padece todas las enfermedades de ésta; sobre todo cuando sube la temperatura. León Trotsky

El pasado 2 de noviembre fue aprobada la nueva propuesta de reforma constitucional en la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela. El próximo 2 de diciembre se realizará el referéndum en donde la población de Venezuela podrá decidir si aprueba o no la citada reforma. Esta es la primera reforma propuesta de la constitución de 1999 que supone un nuevo giro a la izquierda tras casi 10 años desde que Chávez fue reelegido. Esta es la constitución que va a aprobar por ley por ejemplo la jornada de 6 horas, la creación de consejos de trabajadores en las empresas, y la denominación de socialista para la república bolivariana de Venezuela. La constitución incorpora bastantes elementos mas aunque sólo por estos bastarían para ser apoyada por cualquier persona progresista en Venezuela y en todo el mundo. El parlamentarismo ha jugado un papel central en la movilización de las masas en la revolución Venezolana. Al igual que en la Revolución Francesa de 1789, la lucha parlamentaria ha sido el detonante para la entrada de las masas en la arena política. Cada cita electoral o reforma política aprobada desde la Asamblea Nacional polarizó el país a izquierda y derecha. Y una y otra vez desde que Chávez fue elegido desde el 1998 las masas han salido a la calle para defender la revolución de los ataques de la burguesía y del imperialismo. Toda analogía histórica tiene sus limitaciones: el carácter de la Revolución Francesa fue diferente del de la Revolución Venezolana. Mientras que la tarea central de la francesa fue la abolición de la propiedad feudal, y sentar las bases para el dominio de la burguesía, la revolución venezolana empezó en un primer momento no sobrepasando los límites de la lucha por una democracia revolucionaria antiimperialista. Sin embargo no se ha detenido ahí y va tomado cada vez más un carácter socialista cuyo fin último no puede ser otro que el fin de la propiedad privada de los medios de producción, del modo de producción capitalista y del estado nacional que lo sostiene. Las tareas democráticas se entrelazan con las socialistas. En la época actual de decadencia imperialista, como ya señaló León Trotsky en su teoría sobre la revolución permanente hace mas de 90 años, las tareas de la lucha antiimperialista y por una autentica democracia en los países atrasados se solapa con las tareas de la revolución socialista. El proceso de toma de conciencia de las masas no se produce de forma lineal, si no que tiene sus alzas y sus bajas. Grandes acontecimientos como guerras,

escándalos políticos, pueden ser el detonante para que las masas entren en acción a la vida política. En ese sentido la lucha parlamentaria y la lucha electoral han sido un factor de radicalización política de las masas. Durante la revolución francesa el intento del rey Luis XIV en julio de 1789 de dar un golpe de estado para disolver la Asamblea Nacional llevó al pueblo de París a la insurrección, cuyo episodio más conocido fue la toma de la Bastilla, principal bastión militar de la reacción monárquica y centro de la ejecución del golpe de estado. Al igual que las masas parisinas en el siglo XVIII, ante un intento de golpe de Estado por parte de la cúpula del ejército venezolano, la burguesía y el imperialismo, las masas trabajadoras venezolanas salieron a la calle el 12 y 13 de abril para echar atrás el golpe de Estado que había depuesto al presidente Chávez. Como siempre, los reaccionarios tanto en la Francia feudal como en la Venezuela capitalista no contaban con la iniciativa y el sacrificio de los trabajadores y pobres que, no sin lucha y muertos, consiguieron derrotar a los reaccionarios. Sin duda la constitución de 1999 fue un poderoso estimulo para la conciencia de las masas en Venezuela. Les dotó de dignidad, de una constitución que reconocía sus derechos. Para las masas la constitución era el primer capitulo de un cambio profundo, en él por primera vez los pobres, los oprimidos, eran escuchados, se sentían dueños de su país y de sus destinos. Esta era un cambio fundamental respecto a los gobiernos de la IV republica, que se habían destacado por el expolio de la riqueza petrolera por una minoría que no dudó en masacrar al pueblo cuando —durante las protestas contra el plan de ajuste del FMI que aplicó el gobierno de Acción Democrática de Carlos Andrés Pérez— se echó a la calle en lo que luego se llamaría el Caracazo. La represión y el robo descarado fue el rasgo distintivo del régimen de la IV República. A la burguesía y al imperialismo no le quedo otra opción que permitir la llegada al poder de Chávez ante el derrumbe de la IV República, pensando que le podían controlar y convertirlo en un títere de sus intereses. Sin embargo la política de Chávez se desarrolló de un modo diferente que no fue del gusto de la oligarquía y del imperialismo norteamericano. La aprobación de las leyes habilitantes en diciembre de 2001 por la Asamblea Nacional polarizó el país a izquierda y derecha. El 11 de abril un sector de la cúpula del ejército, junto con la burguesía organizado por el imperialismo, dio un golpe de estado que depuso al Presidente elegido y ponía la frente del país a Pedro Carmona, presidente de Fedecámaras. Las masas, en una movilización heroica, rodearon los cuarteles y el palacio de Miraflores. En esa situación, bajo la presión de las masas, un grupo de oficiales se pronunciaron contra el golpe. Uno de ellos, Raúl Isaías Baduel, que por aquel entonces estaba al frente de la 42 Brigada Paracaidista en Maracay fue de los primeros en pronunciarse a favor de Chávez. El día 13 de abril de 2002 los generales sin tropa y los golpistas huían y Chávez era repuesto al frente del estado. La acción de las masas en la calle Una y otra vez, las masas han derrotado todos los nuevos intentos del imperialismo y la burguesía por recuperar la iniciativa tanto en la calle como en el terreno electoral. El paro patronal organizado por los empresarios y la burocracia sindical mafiosa de la CTV pocos meses después de derrotado el golpe de abril fue derrotado nuevamente por las masas: la toma de los centros de PDVSA en respuesta al sabotaje patronal y de la tecnoburocracia, y su recuperación y puesta en funcionamiento por parte de los sectores más

conscientes y combativos de los trabajadores petroleros junto con las comunidades, galvanizó al conjunto del movimiento revolucionario y movilizó también a sectores de la Fuerza Armada. El nuevo golpe contrarrevolucionario fue derrotado nuevamente por la movilización de las masas. Desde entonces, ante cada nueva convocatoria electoral y en cada coyuntura decisiva, han vuelto a salir de un modo masivo a la calle: en el referéndum revocatorio de 2004, en las elecciones de diciembre de 2005 —donde se consiguió mayoría revolucionaria en la Asamblea Nacional tras la retirada de la oposición— y en diciembre de 2006 cuando con casi 7 millones y medio de votos fue reelegido Chávez, con cerca de 4 millones de votos más que en 1998. Las sucesivas derrotas de la oposición y su debilidad llevaron a que la lucha entre revolución y contrarrevolución se trasladara al interior de movimiento bolivariano como la lucha entre reforma o revolución. La polarización a izquierda y derecha se ha trasladó al interior de mismo. La victoria del 3 de diciembre de 2006, precedida de la movilización histórica del 26 de noviembre, en la que más de 2 millones de personas se concentraron en Caracas a favor de la reelección de Chávez, marcó un giro a la izquierda en la revolución y las contradicciones de clase se agudizaron en el movimiento bolivariano. La propuesta del socialismo y la conformación del PSUV por parte del presidente Chávez llevaron a que el partido PODEMOS (que formaba parte del Bloque del Cambio, coalición electoral con la que concurría Chávez), se pasara a la oposición a principios de este año 2006. PODEMOS de palabra se posiciona con la revolución, aunque en la práctica sostiene las posiciones de la burguesía y del reformismo. Este fue el primer desgaje a la derecha. PODEMOS tiene cierta fuerza en estados como en Sucre y Aragua cimentado sobre la base del apoyo a Chávez en los últimos años. En la asamblea nacional apenas tiene 9 diputados de los 167 que componen la asamblea nacional. Pero la polarización a izquierda y derecha siguió manifestándose. A finales de agosto el dirigente del MVR Francisco Ameliach, recogió firmas en el seno del grupo parlamentario socialista solicitando a Chávez que debido al atraso en la conformación del PSUV, en las próximas elecciones municipales se presentaran candidaturas por el MVR y no del PSUV. Una parte importante del grupo parlamentario firmó el citado documento. El PSUV es un proyecto estratégico de Chávez y éste salió en defensa del mismo criticando públicamente a Ameliach, quien finalmente tuvo que dar marcha atrás en su propósito y pedir disculpas públicamente. Esta maniobra de Ameliach era un intento de retrasar y echar atrás el PSUV y mantener el control burocrático de los sectores reformistas. Durante la revolución francesa de 1789, conforme las contradicciones entre las clases sociales se fueron agudizando y la presión de la intervención extranjera se acentuaba, las masas junto a un sector de los dirigentes fueron girando cada vez más a la izquierda. Al mismo tiempo, tanto agrupaciones como individuos que en un momento estuvieron del lado e incluso al frente de las masas revolucionarias pasaron al lado de la contrarrevolución. En un momento dado los representantes políticos de la burguesía francesa (los Girondinos, llamados así por que la mayor parte de ellos provenían de la región de la Gironda, al sur de Francia) , que en un primer momento se habían alienado con la revolución, en un momento dado se pasaron a la reacción monárquica y feudal cuando el movimiento de las masas en lucha contra la reacción amenazaba el mantenimiento de la propiedad privada. Del mismo modo militares como el Marques de Lafayette, nombrado comandante de la guardia nacional tras la toma de la Bastilla o el General Dumouriez, general en jefe al frente de los ejércitos revolucionarios del centro que luchaban contra los austriacos, se pasaron a la contrarrevolución con armas y bagajes. Frente a las deserciones, fue la lucha de las masas la que salvó de nuevo la revolución.

Una nueva ofensiva contrarrevolucionaria La aprobación el 2 de octubre por la Asamblea Nacional de la reforma constitucional ha puesto de nuevo en pie a la reacción en Venezuela. En rueda de prensa el día 1 de noviembre, en una estética que recordaba los días de abril de 2002, Consecomercio y Fedecámaras se manifestaban contra la reforma constitucional: “Esta propuesta arremete contra los principios fundamentales de la libertad económica, al eliminar el derecho que tienen los ciudadanos de dedicarse libremente a la actividad de su preferencia; los derechos de propiedad quedarán disminuidos al estar sometidos a la discrecionalidad de los funcionarios, pudiendo ser expropiada y ocupada previamente a un proceso judicial; la moneda, nuestros bienes, nuestros ahorros perderán su valor, cuando el Presidente pueda disponer a su antojo de las reservas internacionales, debido a la pérdida de autonomía del Banco Central de Venezuela, BCV”. No tan sólo la burguesía, también los obispos se manifestaron en contra. Durante la revolución francesa las masas tuvieron que luchar contra la Iglesia Católica, baluarte ideológico de la monarquía y el feudalismo. La iglesia Católica era también uno de los mayores propietarios en Francia. 200 años después la curia romana sigue jugando el mismo papel reaccionario, pero esta vez bajo la orden de la burguesía y el imperialismo. El cristianismo, que nació como un movimiento emancipador de los pobres y esclavos durante el imperio romano, se trasformó bajo el catolicismo en una organización al servicio del orden social establecido. En Venezuela la Iglesia católica desde bien temprano abanderó la lucha contra la revolución. Recientemente dejó esta Venezuela chavista uno de sus más disociados detractores: El cardenal Castillo Lara. Desafortunadamente para él no podrá ver la reforma constitucional aprobada. Sin embargo el resto de la conferencia episcopal Venezolana, que aún permanece en este mundo pecador, manifestó su rechazo también a la reforma. La 88ª Asamblea de obispos, advirtió que: “el gobierno intenta imponer con la reforma un régimen socialista basado en la praxis y la ideología marxista-leninista. Del mismo modo condenó la consigna “Patria, socialismo o muerte” como palabras que “ni son humanas ni cristianas”. La escalada reaccionaria dio otro paso adelante con la movilización de los estudiantes de las universidades privadas, mayoritariamente de la juventud burguesa y pequeño burguesa que no son si no una minoría en el conjunto de los estudiantes del país. El pasado jueves 1 de noviembre en una marcha al CNE (Consejo Nacional Electoral) estos estudiantes pretendieron entregar un documento contra la reforma al Consejo electoral que organiza el referéndum del próximo día 2. La marcha llego junto al CNE, que estaba protegido por una barrera de vehículos de la Policía Metropolitana de Caracas. La delegación de manifestantes que entró al CNE a entregar el documento se intentó encadenar en el interior como señal de protesta contra la reforma, cosa que impidió la seguridad del recinto. A continuación la marcha de estudiantes intentó romper el cerco de la policía metropolitana y empezaron los enfrentamientos. Esta marcha no fue más que una burda maniobra de los estudiantes universitarios de la derecha. Los estudiantes contrarrevolucionarios estaban provocando a la policía con el objetivo de tratar de aparecer como victimas de la represión policial. Todo ello para crear la idea entre la opinión pública nacional e internacional de que el gobierno de Chávez reprime y es antidemocrático. Las masas de nuevo responden el 4 de noviembre. Se llena la Avenida Bolívar en Caracas a favor del Sí a la reforma.

Como en otras tantas ocasiones las masas, el pueblo venezolano, volvió a salir a la calle para manifestar su apoyo a la revolución, centenares de miles de personas llenaron la Avenida Bolívar en el centro de Caracas el pasado domingo 4 de noviembre. Marcharon desde Parque del Este miles de hombres, mujeres y niños con el símbolo del Sí. Caracas estaba roja rojita y miles de trabajadores, campesinos y jóvenes ocupaban la avenida más grande de la capital con sus franelas y gorras a favor de la reforma. “Sí a la reforma, si al socialismo”. Sobre las 4 de la tarde, Chávez en lo alto de un camión atravesó la Avenida Bolívar entre el júbilo de los allí presentes hasta que alcanzó la tribuna. Entonces tras dejar unas palabras a José Vicente Rangel, Chávez se dirigió a los presentes. Chávez señaló que ante la conspiración de la derecha ““Hay que prepararse para enfrentar la arremetida fascista (...) Y el Estado tiene la facultad para neutralizar esas arremetidas”. Chávez ratificó que si, en algún caso, el estado no podría alcanzar la paz, y los fascistas logran encender la violencia, “les pasaremos por encima, los barreríamos”. “No podemos permitir que una minoría fascista incendie a Venezuela”. “Es bueno que no se equivoquen con nosotros, señores de la oligarquía. Nosotros vamos con pie de plomo, pero no con pie de elefante, sino con pie de tigre, de león”. En ese sentido, Chávez dijo que el 2002 se quedó atrás en la historia y escenarios similares “no los vamos a permitir”. Al mismo tiempo Chávez señaló que el PSUV jugará un papel central en la batalla por el Sí. Los bataso (en analogía con los “batazos” del béisbol), batallones socialistas de vanguardia, serán la unidad fundamental de la campaña por el Sí a la reforma constitucional. Cada batallón tendrá un área de batalla y será responsable de tres mesas de votación. También se conformarán batallones de apoyo. Cada batallón socialista va a tener 900 votantes, aproximadamente. “Si cada bataso tiene un promedio de 100 militantes, cada militante de vanguardia tendrá nueve electores para el trabajo de campaña. Daremos, entonces, 14.171 batasos (mismo número de batallones del PSUV)”, dijo Chávez. El éxito de esta movilización era un nuevo golpe a los reaccionarios y mostraba la fuerza de las masas y el apoyo a la revolución y la reforma. El ex ministro de Defensa Isaías Baduel se pasa a la reacción De nuevo sobre la base de la movilización de masas se organiza otra contienda electoral y el proceso de radicalización aumenta. Justo al día siguiente de la marcha el lunes 5 de noviembre el general retirado Isaias Baduel en rueda de prensa informa que se opone a la reforma constitucional y pide el voto para el No. Baduel señala que en caso de aprobarse la reforma sería “un proceder fraudulento” y supondría “un golpe de Estado” de llevarse a cabo. Pidió que se aclarara que tipo de socialismo se quiere conducir en Venezuela, el de Pol Pot, el de la Rusia de Stalin o el socialismo socialdemócrata europeo. Baduel, aplicando los mismos argumentos que la oposición, señaló que “Se estaría consumando en la práctica un golpe de Estado, violando de manera descarada el texto constitucional y sus mecanismos”. Evidentemente esto es una traición en alguien que acompañó a Chávez desde los comienzos del movimiento. También pidió que los miembros de las fuerzas armadas tomaran especial atención a la lectura del texto constitucional y a que reflexionasen sobre el contenido del mismo. En su discurso, al retirarse el pasado mes de julio de su puesto al frente del Ministerio de Defensa, Baduel critico el camino socialista que estaba llevando la revolución. Como señalaba Jorge Martín en su artículo Los desafíos de la revolución bolivariana: “.... declaró que ‘un sistema socialista debe poder realizar un reparto más

equitativo y justo de la riqueza que uno capitalista (...). Pero no debemos olvidar algo (...). Antes de repartir la riqueza hay que generarla. No se puede repartir algo que no existe”, el cual es un argumento típico en todas partes de los reformistas contra el socialismo y las nacionalizaciones. También manifestó que ‘un régimen de producción socialista no es incompatible con un sistema político profundamente democrático, con contrapesos y división de poderes’, añadió que ‘deberíamos apartarnos de la ortodoxia marxista que considera que la democracia con división de poderes es solamente un instrumento de dominación burguesa’. Igualmente dijo que ‘debemos inventar el socialismo del siglo XXI sí, pero no de manera desordenada y caótica’. Y usando una extraña analogía con la Nueva Política Económica (NEP) de Lenin, dijo que ‘No podemos permitir que nuestro sistema se transforme en un capitalismo de estado, donde sea el Estado el único dueño de los grandes medios de producción’, a lo cual agregó que ‘El comunismo de guerra dejó la enseñanza de que no se pueden implantar cambios bruscos en el sistema económico, es decir abolición a rajatabla de la propiedad privada y la socialización brutal de los medios de producción sin que esto repercuta negativamente en la producción de bienes y servicios y sin que concomitantemente se genere un descontento generalizado en la población’. Queda bastante claro lo que quiere decir con estas palabras. Usando ejemplos del comunismo de guerra y de la NEP en Rusia, lo que realmente quiere decir es que ‘no debemos ir hacia la nacionalización de la economía [10]”. Como señala Jorge en su artículo no es casualidad que Baduel escribiera el prologo al libro de Heinz Dietrich sobre el socialismo. Dietrich aboga por un socialismo reformista en el que no hay que tocar la propiedad de los capitalistas. Baduel aboga por la defensa de los capitalistas y se reclama defensor de la constitución del 99, que es el argumento que ahora esgrimen los reaccionarios contra el proyecto de reforma constitucional. Baduel, con sus declaraciones, se pasó a la reacción, saltó la talanquera. Chávez a las pocas horas de su rueda de prensa le tildó de traidor. ¿Y ahora? Tras las declaraciones de Baduel, salieron anteriores ministros de Defensa, el general García Carneiro y el almirante Maniglia, desmarcándose de las declaraciones de Baduel. Muller Rojas, otro general retirado que se había enfrentado a Baduel y Chávez por la cuestión de la entrada del PSUV en los cuarteles también habló contra Baduel. Sin embargo esto no resuelve la cuestión. Las contradicciones de clase se manifiestan en el aparato del estado, y en el seno del movimiento bolivariano El ejercito refleja de un modo agudo estas contradicciones. Si no han salido a la superficie antes es debido a la enorme autoridad de Chávez. Pero eso significa que cuando se manifiesten lo van a hacer de un modo brusco, cómo ha sucedido ahora con Baduel. La lucha entre reforma y revolución se da de un modo agudo particularmente en el seno del ejército. Es inevitable que Baduel refleje la manera de pensar de un sector de la oficialidad. ¿Cuántos altos mandos pensarán al igual que Baduel sobre la confusión acerca del tipo de socialismo se quiere construir? ¿Sobre la importancia de mantener la propiedad privada? Si no se da una batalla por democratizar y politizar la FAN, nuevos Baduel saltarán la talanquera, amenazando la revolución, y no todos serán militares en estado de retiro o sin tropas en este momento bajo su mando. De hecho, el propio Baduel apeló en su discurso del lunes 5 de noviembre a la oficialidad y la burguesía y el imperialismo intentan utilizar el ascendiente que se le supone sobre sectores de la oficialidad tras varios años en posiciones de máxima responsabilidad en la Fuerza Armada y de ser mitificado como “militar revolucionario”, “patriota”, “hombre de la máxima confianza” de Chávez, etc. Uno de los mayores peligros que amenaza a la FAN, no son ejércitos

extranjeros si no la penetración de las ideas de la clase dominante, de la oligarquía, en su seno. Esas ideas con las que se ha adiestrado a sus mandos históricamente. La única manera de impedir esto es que la revolución entre en los cuarteles. Se han dado pasos efectivos en ese sentido pero hay que ir más allá hay que introducir el debate político en los cuarteles. Si la revolución, si el debate de la conformación del PSUV y su construcción no entra dentro de la FAN, inevitablemente lo hará la derecha. Una muestra de ello es Baduel que ahora es un vocero más de los intereses de los privilegiados. La FAN no ha estado históricamente por encima de los partidos, del mismo modo que el estado venezolano no fue una figura por encima de las clases. El estado es un instrumento para el dominio de una clase social sobre otra. Fue durante la IV república un instrumento de AD y COPEI para reprimir al pueblo. O los revolucionarios se organizan políticamente en los cuarteles, o los reaccionarios lo harán, y prepararan un nuevo golpe de Estado. Al mismo tiempo que, tal como ha señalado Chávez, hay que formar milicias en las fábricas, en los campos en las comunidades, redoblar la conformación de la reserva. En definitiva armar al pueblo como única garantía para la defensa de la revolución de sus amenazas tanto internas como externas. La correlación de fuerzas es enormemente favorable para la revolución y para la victoria del Sí el 2 de diciembre. Como ha señalado Chávez, hay que organizarse para la victoria al igual que durante el referéndum revocatorio. El que los batallones del PSUV sean la base de la organización del pueblo para conseguir la victoria electoral a través de los batasos, muestra que el PSUV se va a convertir en el instrumento que necesitan las masas y la revolución para marchar al socialismo. El salto de talanquera de Baduel, que no era más que un lastre para el movimiento revolucionario, tendrá como efecto que el movimiento hacia la izquierda se profundizará, cómo viene haciéndolo desde principios de año. Sin embargo, nuevos Baduel estarán a la orden del día, conforme la revolución continué su giro a la izquierda, triunfe el Sí, y en la medida en que las masas agarren la reforma constitucional con sus manos y la lleven a la práctica. El mayor peligro para la revolución es la amenaza interna, la quinta columna, los sectores burocráticos y oportunistas que están en alianza con el imperialismo y la oligarquía. Baduel jugó un papel en la revolución, especialmente en los acontecimientos de abril de 2002, aunque también es bueno recordar que Baduel no se pronunció claramente contra el golpe nada más producirse éste sino más de 24 horas después, cuando los trabajadores y el pueblo inundaban ya las calles de Maracay la ciudad en la que se encuentra la base de la 42 Brigada Paracaidista de la que era jefe y de todo el país. Es más, incluso cuando se manifestó, llama la atención el carácter “institucional” de su discurso: “recuperar el hilo constitucional” y no “defender a la revolución y a Chávez como dirigente elegido por las masas revolucionarias”. Como ha señalado correctamente Mueller Rojas, Baduel formaba parte de esos sectores de la oficialidad y de la burocracia estatal que han acompañado durante un tiempo la revolución, arrastrados por el movimiento de las masas y en la medida que ésta no cuestionaba todavía de manera abierta y explícita la cuestión del estado y de la propiedad. Baduel fue incapaz de cambiar y adaptarse a la nueva etapa de la revolución y a lo que demandaba de él la lucha. Así terminó capitulando a las presiones del imperialismo y la oligarquía. Refiriéndose a Luis XIV el escritor Oscar Wilde señaló que “la única cosa que uno conoce verdaderamente de la naturaleza humana es que esta cambia. El cambio es una de las cualidades que nosotros nos podemos atribuir. Los sistemas que fallan son aquellos que se basan en la permanencia de la naturaleza humana, y no en su crecimiento y desarrollo. El error de Luis XIV fue

que el pensaba que la naturaleza humana sería siempre la misma. El resultado de ese error fue la revolución francesa. Y esta fue un admirable resultado”. 8 de noviembre de 2007

Venezuela: la contrarrevolución levanta la cabeza Heinz Dieterich y el general Baduel

Alan Woods

En Venezuela las fuerzas de la contrarrevolución están ocupadas en una ofensiva general contra Chávez y la revolución. Los estudiantes de derechas organizaron provocaciones armadas en los campus y en las calles; los medios de comunicación burgueses, nacional e internacionalmente, han montado una campaña histérica contra la “tiranía” y la “dictadura”. El imperialismo norteamericano, con la ayuda de Juan Carlos y la burguesía española, intenta aislar a Venezuela y crear un bloque antirrevolucionario en América Latina, con base en Brasil, Colombia, Chile y Argentina. Como en ocasiones anteriores, el golpe de 2002, el cierre patronal, el referéndum revocatorio y las elecciones de 2005 y 2006, los reaccionarios utilizan la consigna de la supuesta “defensa de la democracia”, como una manera de movilizar a las fuerzas contrarrevolucionarias, creando un clima de temor e inestabilidad para preparar el terreno para un golpe de la derecha. En esta batalla ¿quién se opone a la reforma de la Constitución? Fedecámaras, es decir, los terratenientes, los banqueros y los capitalistas; la Conferencia Episcopal, que representa a la jerarquía reaccionaria de la Iglesia; los medios de comunicación de derechas y el imperialismo. Al otro lado de las barricadas están los trabajadores y los campesinos, los pobres y los desposeídos, la juventud revolucionaria y la intelectualidad progresista, en otras palabras, todas las fuerzas vivas de la sociedad venezolana. ¿Por qué la clase dominante odia la reforma constitucional? Dicen que es porque Chávez desea introducir una dictadura, ser elegido presidente de por vida y otras cosas por el estilo. Pero la propuesta de reforma de constitución no otorga estos poderes ni nada parecido. Simplemente elimina la restricción que tiene el presidente que no puede ser elegido en más de dos ocasiones. En Europa no existe esta limitación. Sarkozy y Merkel pueden presentarse las veces que deseen, igual que Gordon Brown. En cualquier caso, la constitución reformada sólo permite a Chávez presentarse a las elecciones. Será la población la que decida elegirle o no. Este debería ser el procedimiento normal para elegir al jefe de estado en una democracia. En Gran Bretaña, que se supone es una democracia, tenemos un jefe de estado hereditario que nunca fue elegido ni lo será. Lo mismo ocurre en

España donde Juan Carlos, que se permite el lujo de mandar “callar” al presidente elegido de Venezuela, nunca fue elegido por nadie sino que fue nombrado por el dictador fascista Francisco Franco. ¿Quién eligió al Episcopado venezolano? ¿Quién elige a los editores de los periódicos de derechas? ¿Quién eligió a los representantes empresariales? No fue el pueblo de Venezuela que votó masivamente a Hugo Chávez hace menos de un año, y que sin duda lo hará de nuevo en el referéndum dentro de unas pocas semanas. La reforma de la constitución, por lo tanto, no es una receta para una dictadura, pero sí contiene mucho puntos favorables a los intereses de las masas. Contiene la jornada laboral de 36 horas semanales, una de las razones para que a Fedecámaras no le guste esta reforma. Tampoco les gusta a los empresarios cláusulas que facilitarían la nacionalización de sus bancos, latifundios y fábricas. No les gusta la idea de la formación de milicias bolivarianas o consejos obreros en las fábricas. No les gusta el compromiso con la construcción de una economía socialista en Venezuela. Por eso luchan contra la reforma, por eso piden el “no” en diciembre. Por esa razón la clase obrera debe luchar con una determinación aún mayor por el “sí” en el referéndum. Una Constitución, incluso la más democrática, es sólo un pedazo de papel. No significa nada a menos que la lleves a la práctica. Y esto depende de la correlación de fuerzas de clase, de la disposición de las masas a luchar. El resultado final de la revolución no se decidirá en los bufetes de abogados o en reuniones parlamentarias, sino en las calles, en las fábricas, en los pueblos y en los barracones del ejército. Sobra decir que la lucha por el socialismo no terminará con el referéndum. Pero el referéndum es más que una serie de batallas parciales, el resultado puede influir en las luchas de las masas en un sentido positivo o negativo. Cuando las masas avanzan hacia la transformación socialista, los contrarrevolucionarios cada vez se desesperan más y se vuelven más agresivos. La revolución debe hacer frente de una manera decidida a esta amenaza. La única manera de desarmar a los contrarrevolucionarios es dando pasos firmes en dirección a completar la revolución. El primer paso es conseguir un masivo “sí” en el referéndum, este resultado asestaría un duro golpe a la contrarrevolución y abriría el camino para más medidas contra la oligarquía. Hay algunos en la izquierda que se niegan a ver esto como una lucha entre las clases y que defienden la abstención o incluso el “no” en el referéndum. Es una postura funesta. Es necesario comprender que la victoria del “no” sería un triunfo de la oposición contrarrevolucionaria. Desanimaría a las masas y animaría a la oposición a intensificar su agitación y conspiraciones contrarrevolucionarias. Si hay personas que se consideran revolucionarios o incluso “marxistas” que no comprenden este hecho elemental, sólo podemos sentir pena por ellos.

Las declaraciones de Baduel

Las declaraciones del general Raúl Isaías Baduel el 5 de noviembre fueron una parte clave de esta ofensiva contrarrevolucionaria. Hasta su retiro el pasado mes de julio, Baduel era ministro de Defensa y aparentemente aliado de Hugo Chávez. Ahora Baduel se ha posicionado en contra del presidente. En una conferencia de

prensa, describió los cambios propuestos por el presidente como un “golpe de Estado de hecho” y una “imposición no democrática que nos haría retroceder de una manera trágica”. Este ataque tenía claramente la intención de provocar una escisión en las filas del Movimiento Bolivariano y promover el “no” en el referéndum sobre los cambios constitucionales previsto para el 2 de diciembre. ¿Cómo podemos evitar que la revolución venezolana siga el mismo camino que Chile? Los marxistas decimos: sólo haciendo avanzar la revolución, golpeando de manera contundente a la burguesía contrarrevolucionaria, expropiando a los banqueros, terratenientes y capitalistas, haciendo que la revolución sea irreversible. Para conseguirlo será necesario armar a los trabajadores y a los campesinos para luchar contra las fuerzas contrarrevolucionarias, tanto dentro como fuera del país. Eso es lo que nosotros decimos. Pero hay otras voces que dicen cosas bastante diferentes. Una de estas voces más persistentes es la de Heinz Dieterich, un profesor alemán que vive en México que en los últimos años ha estado realizando una campaña estridente a favor de lo que él denomina “socialismo del siglo XXI”, una especie de socialismo que difiere muy poco del capitalismo. Heinz Dieterich se ha opuesto sistemáticamente a las expropiaciones y al control obrero. Está en contra de tocar la propiedad de los banqueros, los terratenientes y los capitalistas. Y, como es natural, se opone a tocar el Estado burgués y el ejército. No es una coincidencia que el general Baduel escribiera el prefacio del libro de Heinz Dieterich El socialismo del siglo XXI (Hugo Chávez y el socialismo del siglo XXI), y que ayudara en su presentación en Venezuela. Se puede decir que Heinz Dieterich no es responsable de las ideas y acciones de Baduel. ¿Pero cuál fue su reacción ante las declaraciones del general? ¿Se distanció de Baduel? ¿Rechazó lo que dijo Baduel? En absoluto. El 8 de noviembre apareció en Rebelión un artículo de Heinz Dieterich titulado La ruptura Chávez-Baduel: impedir el colapso del proyecto popular. Reproducimos a continuación todo el texto para que nuestros lectores puedan juzgar por sí mismos, para que no se pueda hacer ningún tipo de sugerencia sobre si nosotros malinterpretamos las palabras del compañero Dieterich, además se puede encontrar en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=58708 El compañero Dieterich habla por sí mismo, aquí está el texto completo del artículo:

“1. Lo que está en juego

La convocatoria pública del ex general en jefe y ministro de Defensa venezolano, Raúl Isaías Baduel, de votar en contra de la reforma constitucional propuesta por el Presidente Hugo Chávez y avalada por la Asamblea Nacional, ha sacudido un orden nacional que parecía estable. Al mismo tiempo, ha abierto una fase de incertidumbre que podría tener graves consecuencias para el proyecto popular venezolano y la integración bolivariana de América Latina. Entender las causas objetivas, posibles consecuencias y soluciones de este conflicto es, por lo tanto, fundamental para evitar un triunfo de la oligarquía y del imperialismo. Pese a tener una relación personal de aprecio de muchos años con ambos

personajes, no haré una apología de ninguno de los dos protagonistas, sino un análisis racional que pretende contribuir a una solución progresista de la grave situación. Una variable clave para entender el conflicto es la personalidad de ambos militares, pero no es el momento de introducir esa variable en el análisis.

2. Las causas del conflicto

Las acusaciones de que Baduel se ha vendido a la extrema derecha, que su anticomunismo le ha ganado o que es un traidor, no llevan al meollo del problema. Desde que fue comandante de la 42ª Brigada de Infantería de Paracaidistas, ha habido muchos intentos de sobornarlo y varias conspiraciones para asesinarlo y no ha claudicado ante ninguna. Es un hombre que actúa por convicciones, no por conveniencias y ésa es la razón por la que se enfrentó al golpe del 11 de abril, pese a que los golpistas lo trataron de sobornar para que colaborara. Y el hecho de que no participó el 4 de febrero y 27 de noviembre tiene su explicación, que los líderes involucrados conocen y que algún día será pública. La afirmación de que se autoexcluyó del proyecto bolivariano del presidente, con su posicionamiento del 5 de noviembre, contra la reforma, es la clave para entender la actual situación. Baduel no pudo autoexcluirse del proyecto gubernamental, porque ya estaba excluido. Estaba marginado, y la responsabilidad principal de esta marginación es del gobierno.

3. El modelo de Lucius Quinctius Cincinnatus

Al salir del Ministerio de Defensa en julio del 2007, el general declaró que se iba a retirar un tiempo de la vida pública para trabajar en su finca y reflexionar sobre su futuro como hombre público, tal como había hecho el cónsul Lucius Quinctius Cincinnatus hace 2.500 años en Roma. El lunes, 5 de noviembre, esa fase de meditación terminó con la dramática irrupción pública en el debate de la reforma constitucional. Hay, sin embargo, dos diferencias fundamentales con el modelo histórico: a) el general no fue convocado por las fuerzas del Estado para “salvar a Roma”, sino motu proprio, por su propia iniciativa y, b) escogió el momento y el terreno que garantizara el máximo efecto del golpe de sorpresa que iniciara su carrera política del futuro. Parte del efecto consistió en que unos 18 días antes todavía había apoyado públicamente la reforma constitucional. Están en lo cierto, sin embargo, los observadores que constatan que había señales inconfundibles públicas de preocupación en Baduel frente a la evolución del proyecto bolivariano que él veía: tales como el escaso vigor en el combate a la corrupción, el desarrollo inflacionario de la economía, la discrecionalidad en el uso de los ingresos de PdVSA y la falta de definición de la institucionalidad del Socialismo del Siglo XXI.

4. La ofensiva del general procura ocupar el centro político del país

El terreno del golpe político escogido por el general fue la reforma constitucional y el momento, el inicio de la campaña oficial por el Sí, y de las protestas violentas de la derecha. Raúl Baduel es un extraordinario militar, con visión estratégica, lo que explica el contenido y el momento de la declaración pública. Contrariamente a lo que dice la propaganda oficial y el sectarismo, no es un hombre de la extrema derecha que, por definición, es extraconstitucional, sino un hombre de leyes. Su pronunciamiento a favor de la Constitución de 1999, contra la aglomeración excesiva del poder ejecutivo, es el discurso para ocupar el centro político del país. Careciendo de una organización nacional y de fondos adecuados para iniciar una campaña política nacional, el general convirtió la creciente controversia sobre los contenidos y procedimientos de la reforma constitucional en lo, que en términos militares, es la reserva estratégica de un beligerante: una fuerza preorganizada en stand by, para fines ofensivos o defensivos eventuales. En la dramática situación del lunes, después de las manifestaciones en pro y contra de la reforma, una declaración del tipo que hizo, le daría de inmediato un foro mundial mediático y, dentro de Venezuela, un liderazgo en el centro político, que el país ahora no tiene.

5. La ruptura con el presidente y la batalla decisiva

La declaración del general significa, como es obvio, la ruptura abierta con el Presidente y el proyecto bolivariano, que el mandatario está configurando desde 2003 a la fecha. El momento escogido puede parecer brutal, porque inicia una “guerra” sin cuartel al estilo de Bolívar. El retiro inmediato de las escoltas del General y de su familia, por parte del Ministerio de Defensa, al terminar la conferencia de prensa, es uno de los ejemplos de esta situación. Pero es obvio que Baduel consideraba todas las naves quemadas y que, al pasar a la ofensiva, juzgó que el golpe tenía que ser contundente. La intervención del general equivale a una batalla decisiva, porque si el presidente no gana el referendo o si no lo gana al menos con el 60% de los votos, estaría obligado a convocar nuevas elecciones. Es decir, la convocatoria al “no” es mucho más que una simple cuestión electoral o un debate sobre prerrogativas constitucionales del Estado y del pueblo: es, por ahora, la batalla decisiva sobre el proyecto de país configurado por el Presidente en los últimos cuatro años, desde el “socialismo a la venezolana” hasta los cambios fundamentales que se pretenden introducir en la Constitución de 1999.

6. Venezuela entra en una fase de incertidumbre

Es indudable que la intervención del general ha causado dos efectos importantes: a) ha reforzado a todas las fuerzas del “No”, desde los radicales hasta los moderados; esta es una responsabilidad histórica de enormes dimensiones que sin duda pesará sobre la conciencia del general hasta el fin de

su vida; b) ha anulado la abstención como opción. Sin embargo, es difícil prever con precisión las consecuencias. Raúl Baduel ha perdido, sin duda, el gran apoyo que tenía dentro del “chavismo” duro. Habrá que ver, si el apoyo que gana en el Centro y con los bolivarianos decepcionados, puede compensar esa pérdida de capital político. De parte del presidente habrá que ver si logra movilizar contingentes de electores en su favor, que antes estaban indecisos o inertes. Dentro de este cálculo es necesario recordar que una característica política de Venezuela es que, desde el año de 1999, el gobierno no ha logrado reducir el bloque opositor, que tiene una base dura de alrededor de 35 a 40% de la población; lo que es una plataforma bastante alta para un salto hacia el gobierno, en cualquier crisis.

7. La salida: alianza estratégica entre Chávez y Baduel

Con el peligro de una derrota, absoluta o relativa del “sí”, se abre nuevamente una fase tendencialmente caótica en Venezuela que en pocos años podría terminar con el gobierno de Hugo Chávez. Y sí Chávez sale del Palacio de Miraflores, la integración de América del Sur podría pararse. Esto es lo que está en juego. Para evitar ese futuro incierto e impedir que la derecha y el imperialismo puedan hacerse con el poder en Venezuela, será necesario que Chávez y Baduel lleguen a un acuerdo negociado que se base en una alianza estratégica entre el centro político del país y el bolivarianismo. Sería conveniente dejar de sacralizar la nueva Constitución y verla por lo que es: un modus vivendi normativo construido sobre la correlación de las fuerzas reales en un momento histórico. Si no, se corre el peligro de pagar el precio político que está pagando Evo Morales en Bolivia por la Asamblea Constituyente. Es evidente, que la nueva Constitución no es necesaria para avanzar el carácter antiimperialista y popular del proceso bolivariano que encabeza el Presidente en los ámbitos nacional e internacional, ni tampoco es necesaria para avanzar hacia el Socialismo del Siglo XXI. Y es igualmente obvio que el modelo actual tiene una serie de debilidades estructurales, que pueden hacer crisis el próximo año, particularmente en la economía y en la falta de dialéctica en los órganos de conducción del país. A la luz de lo que está en juego para el pueblo venezolano y los pueblos latinoamericanos, un pacto estratégico entre ambas fuerzas no sólo es necesario para proteger el proceso, sino también, para volver al espíritu democrático colectivo original del Samán del Guere. Quien piense que esto es imposible después de la declaración de Raúl Isaías Baduel está olvidando el conflicto entre el teniente coronel Arias Cárdenas, del MBR-200 y el presidente Hugo Chávez. En el año 2002 Arias Cárdenas dijo textualmente durante un programa en vivo en el canal RCTV que Chávez era un “asesino”, una “persona enferma, paranoica” y “jefe de esa banda de delincuentes” que está en el gobierno. Años después fue nombrado por el presidente como embajador de la República Bolivariana de Venezuela ante las Naciones Unidas y hoy es el jefe del Partido Socialista Unido

de Venezuela (PSUV) en el Estado más poderoso del país, Zulia. La política es el arte de las alianzas posibles y, a la luz de lo que está en juego, la responsabilidad histórica ineludible de ambos ex compañeros de armas, Hugo Chávez y Raúl Isaías Baduel, es resolver la crisis política actual —y económica futura—, de tal manera que la oligarquía y el imperialismo no puedan adjudicarse otro triunfo estratégico en la Patria Grande”.

¿Qué significa?

¿Qué significan estas palabras? En primer lugar, debemos observar que Dieterich no critica la esencia del discurso de Baduel, menos aún lo rechaza. Todo lo contrario, asume el papel de testigo de la defensa. En la primera parte del artículo dice que Baduel “ha sacudido un orden nacional que parecía estable”. No sabemos de qué país habla el compañero Dieterich, pero no puede ser Venezuela. El “orden nacional” allí no es estable en absoluto ni lo ha sido durante un tiempo. En Venezuela existe una feroz lucha de clases. Las masas luchan por conseguir un cambio fundamental en la sociedad, es decir, lucha por la revolución socialista, mientras que un puñado de parásitos adinerados, la oligarquía, se aferra a su riqueza, poder y privilegios. Para conseguirlo, la oligarquía está dispuesta a cualquier cosa, movilizar a la muchedumbre en las calles para provocar violencia y caos, realizar un sabotaje económico, organizar conspiraciones para derrocar a un gobierno elegido democráticamente, intrigar con potencias extranjeras. Si esta situación es la que el compañero Dieterich llama “estabilidad” nos gustaría entonces saber qué es la inestabilidad. El enloquecido odio hacia Chávez y el deseo de librarse de él a toda costa es, en el fondo, un odio de clase. La burguesía y los imperialistas saben que detrás del líder bolivariano están las masas venezolanas: los trabajadores, los campesinos, los pobres y los oprimidos, a los que ha despertado la Revolución Bolivariana y que ahora desafían la propiedad privada y los “sagrados derechos” de dirección. Las masas están aprendiendo de su experiencia y empujar hacia adelante la revolución en dirección a la expropiación de los terratenientes y capitalistas. Ese es el verdadero temor de la clase dominante. Esa es la razón de que chillen por la “tiranía” y la “dictadura”. La Constitución de 1999 limita a los presidentes a dos mandatos de seis años cada uno, por lo tanto, la presidencia de Chávez terminaría en 2012. Esa es el principal objetivo de la oposición y el ala proburguesa del Movimiento Bolivariano: librarse de Chávez tan pronto como sea posible. Calculan que sin él, el movimiento se disiparía y fracturaría. A lo que realmente ponen objeciones es a las 69 enmiendas que incluyen medidas a favor de las masas y contra la oligarquía. Incluyen la jornada laboral de 36 horas semanales y más expropiaciones. Esto implica un movimiento mayor en dirección anticapitalista, algo intolerable no sólo para la oligarquía venezolana y sus amigos en Washington, sino también para aquellos sectores del Movimiento Bolivariano que se oponen a la revolución socialista. El principal peligro de la revolución, como hemos dicho en muchas ocasiones, no es tanto el enemigo externo como el enemigo interno: los agentes de la

contrarrevolución dentro del Movimiento Bolivariano, la quinta columna burguesa, esos “bolivarianos” que llevan una camiseta roja pero que, en secreto, se oponen al socialismo, que temen a las masas y flirtean con la oposición. Esas personas quieren frenar la revolución y llegar a un acuerdo con la oposición contrarrevolucionaria. La nueva carta permitiría a Chávez ser reelegido y reducir la influencia de los gobernadores y alcaldes. La razón es que no se puede confiar en muchos de ellos. Baduel no es un caso aislado. Otros supuestos seguidores de Chávez también han roto con él, incluido Ismael García del partido Podemos, que se ha pasado a la oposición. Este hecho no debería sorprendernos. La polarización entre las clases, entre trabajadores y capitalistas, campesinos y terratenientes, pobres y ricos, se refleja en una diferenciación interna dentro del Movimiento Bolivariano. Un sector de los dirigentes, alarmados por el ascendente movimiento revolucionario y totalmente opuestos al socialismo, giran rápidamente a la derecha, hacia la contrarrevolución, mientras que las masas y la base bolivariana giran incluso más rápidamente a la izquierda, en dirección a la revolución socialista. Las masas se han puesto alrededor de Chávez, a quien ven como el representante de sus intereses. Una vez más, Chávez demostró que era capaz de movilizar a sus seguidores en una manifestación de masas a favor del socialismo y de la nueva constitución. Una vez más las calles de Caracas se llenaron de trabajadores y jóvenes con camisetas rojas. En el mitin, el presidente describió correctamente a los líderes estudiantiles como “mocosos burgueses ricos” y también atacó a la jerarquía de la Iglesia Católica Romana por su papel. Estos sentimientos fueron aplaudidos de forma entusiasta por los manifestantes. Las masas no están dispuestas a aceptar de manera pasiva la agresión de la contrarrevolución. Esta es la respuesta a todos aquellos que afirman que la revolución está acabada, que las masas no lucharán, que la correlación de fuerzas es desfavorable y que debemos llegar a un compromiso con la oposición contrarrevolucionaria.

¿Qué intereses defiende Baduel?

Lenin explicó que el Estado, en última instancia, se reduce a cuerpos de hombres armados. El ejército es la cuestión clave en la revolución venezolana. Aunque está claro que la aplastante mayoría de la base de los soldados apoya la revolución, la situación en las filas superiores no es tan clara. Muchos oficiales son leales al presidente, pero no se aplica a todos, como ha demostrado Baduel. Se suponía que era un chavista leal, pero Pinochet también era supuestamente un demócrata y seguidor leal de Allende, hasta el 11 de septiembre de 1973. ¿Qué efecto podría tener Baduel dentro de las fuerzas armadas? Es imposible de decir. Pero se sabe que existe una intensa discusión interna en el ejército. El ejército, cualquier ejército, es sólo el reflejo de la sociedad en general. ¿Cuántos Baduel hay en los escalafones superiores a la espera de que llegue su momento para actuar? La única manera de tratar este problema y desarmar a los elementos contrarrevolucionarios antes de que sean capaces de volver sus armas

contra la revolución es que la revolución penetre en las fuerzas armadas. En su discurso, Baduel eligió cuidadosamente las palabras. Utilizó la palabra “golpe”, como una provocación deliberada. Es la oposición, no el presidente, los que intentan preparar el terreno para un golpe. Pero, como solía decir Churchill, la mejor defensa es el ataque. Cilia Flores, presidente de la Asamblea Nacional, dijo lo siguiente de Baduel: “Es un traidor y aquí el pueblo reniega de los traidores”. Está muy bien dicho. Es una cuestión muy seria. La intención es provocar el máximo de caos y preparar el camino para un golpe militar. José Vicente Rangel, el anterior vicepresidente, avisó el fin de semana de que él tenía información de inteligencia sobre que algunos en la oposición política estaban preparando el terreno para un golpe. No lo dudamos. El interés de la contrarrevolución es causar el máximo caos e inestabilidad. ¿Qué intereses defiende Baduel cuando ataca a Chávez? Dieterich continúa: “Al mismo tiempo, ha abierto una fase de incertidumbre que podría tener graves consecuencias para el proyecto popular venezolano y la integración bolivariana de América Latina”. ¡Claro que podría! Precisamente esa es la intención de Baduel. Abiertamente juega la carta de la contrarrevolución. Espera jugar el papel de Bonaparte y el de sepulturero de la revolución. Habría que estar ciego para no comprenderlo. Pero como dice el refrán, no hay más ciego que el que no quiere ver.

Cómo plantea Dieterich la cuestión

Heinz Dieterich nos dice que “entender las causas objetivas, posibles consecuencias y soluciones de este conflicto es, por lo tanto, fundamental para evitar un triunfo de la oligarquía y del imperialismo”. ¿Cuáles son las “causas objetivas”? Dieterich, de manera modesta, nos informa de que él tiene “una relación personal de aprecio de muchos años con ambos personajes”. A Heinz siempre le gusta decir que está cerca de tal o que se ha reunido con cual. Su intención es dotarse de una autoridad especial y perspicacia en los asuntos de estado. Cree tener el derecho no sólo a decirnos lo “que realmente significa Chávez”, sino también decirle al propio Chávez lo que realmente él quiere decir. Desgraciadamente, ahora se encuentra en dificultades porque Baduel y Chávez ahora están enfrentados totalmente. ¿Cómo sale Heinz de esta pequeña dificultad? A pesar de su amistad con ambos hombres, “haré una apología de ninguno de los dos protagonistas, sino un análisis racional que pretende contribuir a una solución progresista de la grave situación”. La Sybila [oráculo, N.d.T] en la antigua Grecia hacía declaraciones misteriosas que nadie podía comprender. Los sacerdotes después interpretaban estas declaraciones para el público ignorante. Necesitaríamos los servicios de tal sacerdote para responder a una pregunta muy simple: en el conflicto entre Chávez y Baduel ¿dónde se posiciona Heinz Dieterich? Está en el medio. Intenta actuar como un árbitro entre los dos, en este proceso se sitúa por encima de ambos, ya que el árbitro siempre decide en caso de conflicto y la decisión arbitral es la final.

Una explicación trivial

Intentando cumplir su papel de Sybila-árbitro, Heinz nos informa: “Una variable clave para entender el conflicto es la personalidad de ambos militares, pero no es el momento de introducir esa variable en el análisis”. Esto es clásico de Heinz Dieterich. Significa: “Conozco a estos dos hombres mejor que vosotros. Los conozco mejor que nadie. En realidad, los conozco mejor que ellos mismos. También conozco que esto, en el fondo, sólo es un conflicto de personalidades. Pero no os diré cómo o por qué lo sé, porque entonces ¡sabríais tanto como yo!”. Sólo una mente superficial intenta interpretar los acontecimientos políticos importantes en términos de personalidades. Se trata de una aproximación trivial a la historia y la política. Está al nivel de las novelas sentimentales y el periodismo de chismorreo. No explica nada en absoluto. Si las personalidades de Chávez y Baduel ahora son diferentes, también lo eran hace cinco o diez años. ¿Por qué el enfrentamiento ocurre ahora y no entonces? En realidad, el conflicto entre Chávez y Baduel es, en el fondo, una cuestión de clase. Los elementos psicológicos y personales juegan, en el mejor de los casos, un papel secundario. Estos hombres no actúan en el vacío social. Baduel refleja las ideas, los intereses y la psicología de la burguesía, mientras que Chávez expresa las aspiraciones, los intereses y la psicología de las masas de pobres y oprimidos. Por eso Baduel, inmediatamente, fue recibido como un héroe y salvador por la burguesía y los medios de comunicación, a nivel nacional e internacional, mientras que Chávez recibió el apoyo de los trabajadores y los campesinos. Una vez más, sólo un ciego no podría comprender esto. Ahora llegamos a las causas del conflicto, Heinz nos dice: “Las acusaciones de que Baduel se ha vendido a la extrema derecha, que su anticomunismo le ha ganado o que es un traidor, no llevan al meollo del problema”. ¡En realidad es una formulación muy extraña! O Baduel se ha vendido a la derecha y es un traidor, o no lo ha hecho y no lo es. ¿Qué piensa el compañero Dieterich? No sabemos. No lo dice. Todo lo que dice es que estas acusaciones “no llevan al meollo del problema”. ¿Qué tipo de afirmación es esta? Es de la clase de circunloquio de un abogado y una sofistería que se supone explica algo pero que sólo intenta desviar la atención de alguien.

Dieterich defiende a Baduel

Dieterich está muy ansioso por presentar a su amigo de la manera más favorable. Nos dice: “Es un hombre que actúa por convicciones, no por conveniencias”. Estas palabras suponen la defensa del general que está atacando la revolución y apoya a la oposición contrarrevolucionaria. Incluso si aceptamos lo que dice Dieterich, que Baduel sólo actúa por convicción, esa no sería una justificación. Un contrarrevolucionario que actúa por convicción, no por

conveniencia, es más peligroso que un consideraciones personales de corto plazo.

enemigo

que

está

guiado

por

Nos recuerda que él “se enfrentó al golpe del 11 de abril” [2002] y nos dice que el hecho de que no participara en el intento de golpe de Chávez de 1992 “tiene su explicación, que los líderes involucrados conocen y que algún día será pública”. Una vez más se pone la capa de Sybila e insinúa que él (Heinz Dieterich) conoce muchos secretos que ignoramos y sobre los que no puede hablar. Es un argumento muy interesante. Es como un hombre al que se le pide que pague el alquiler al final de mes con el siguiente argumento: conozco una fórmula secreta que te permitirá ganar a la lotería, pero no puedo hablar ahora de ello. Esto podría impresionar a muchas personas, pero no convencerá al terrateniente ni le impedirá que eche al inquilino, junto con sus fórmulas secretas, a la calle. ¿Por qué Baduel se opuso a la reforma el 5 de noviembre? Baduel era incapaz de aceptar el proyecto del gobierno porque él ya estaba excluido, Dieterich nos dice: “Estaba marginado, y la responsabilidad principal de esta marginación es del gobierno”. ¡Aquí lo tenemos! El fallo de la situación no es de Baduel, porque el pobre ya estaba “excluido”. ¿Entonces qué falló? Por el gobierno y el presidente. ¡Por supuesto! ¿Qué significa esto? En este conflicto que, como ya hemos explicado, es un enfrentamiento de clase, un choque entre las fuerzas de la revolución y la contrarrevolución, Dieterich está al lado de la segunda contra la primera. Ningún tipo de sofistería ni ambigüedad podrá ocultarlo. La línea de argumentación utilizada por Dieterich es absolutamente típica: se la sofistería del abogado. Haremos una analogía que lo aclarará. Un hombre es acusado de quemar la casa de su vecino con él dentro. Es llevado a juicio y su abogado defensor es un amigo al que conoce desde hace muchos años. ¿Su amigo puede decir que no es culpable? No, no puede hacer eso, porque la casa fue quemada a la luz del día y todo el mundo vio lo que hizo. El caso parece perdido, entonces el abogado recurre a un truco para salvar a su amigo. ¿Qué argumento utiliza? No niega la acusación (porque no puede) pero dice que la acusación “no va al meollo del problema”. De esta manera comienza a confundir al jurado y desviar la atención de la acusación central, después continúa creando una cortina de humo con cuestiones irrelevantes: 1) Conozco al acusado desde hace muchos años y es un hombre bueno. 2) El acusado sólo actúa por convicción. Sólo quemó la casa por convicción, en realidad, siempre quema casas por convicción. 3) La casa era muy fea y merecía ser quemada. 4) Los vecinos le habían dejado de invitar a cenar y esta situación le hizo sentirse marginado. Por lo tanto, los vecinos son los responsables de sus acciones y merecen ser quemados. Con esta retórica de abogado se despoja de todo embellecimiento, su deshonestidad es clara para cualquier persona inteligente. El abogado no niega que su cliente es culpable de los cargos, pero le defiende como una persona e intenta presentar sus acciones criminales de la mejor manera posible. Después procede a justificar el propio crimen y hace que las víctimas del crimen parezcan los agresores y el criminal como la víctima real. Si el abogado es lo

suficientemente habilidoso, algunas veces puede tener éxito en convencer al jurado para que libere al criminal, que inmediatamente procede a quemar más casas.

Un contrarrevolucionario ‘sincero’

Heinz Dieterich, como hemos visto, no niega que Baduel se haya pasado a la oposición contrarrevolucionaria. No puede negarlo porque todos en Venezuela saben que es verdad. Por esa razón intenta justificar sus acciones, presentando su discurso contrarrevolucionario como la acción de un verdadero demócrata y un patriota. Dice que actúa sólo por convicción, no desde el soborno u otros motivos. Como no hemos estado presentes en las reuniones entre el general y la oposición, no tenemos acceso a su cuenta bancaria, no tenemos forma de saber si es verdadero o falso. Sin embargo, debemos observar que Dieterich se contradice cuando escribe: “Parte del efecto [de la declaración de Baduel] consistió en que unos 18 días antes todavía había apoyado públicamente la reforma constitucional”. ¿Cómo un “hombre de convicción” cambia sus convicciones sobre la Constitución en un espacio de 18 días? Evidentemente, las convicciones del general se parecen a las del político que decía: “Bien, ¡si no te gustan si principios los cambiaré!”. Incluso si aceptamos que él ha actuado sólo por convicción, este argumento no dice nada. Muchos de los mayores villanos de la historia han actuado por convicción. El loco emperador Nerón no dudó en actuar por convicción cuando quemó Roma y culpó a los cristianos. Adolfo Hitler siempre actuó sobre la base de convicciones muy profundas, convicciones de superioridad racial y fascismo. Tanto Tony Blair como George Bush dijeron que estaban motivados por profundas convicciones, convicciones imperialistas, tienen un dios que les da derecho a gobernar el mundo. Para justificar su apoyo a la invasión criminal de Iraq, Blair le dijo al pueblo británico: “Lo hice porque yo creía sinceramente que tenía razón”. ¿Este hecho hace que los crímenes de estos hombres sean menos atroces ya que eran sinceros y “actuaban por convicción”? Muchos en la oposición venezolana están profundamente convencidos de que Chávez es un revolucionario peligroso, una amenaza para el orden social existente que debe ser derrocado e incluso asesinado para salvar a la Patria. Sí, lo creen sinceramente. Y desde su punto de vista de clase están en lo correcto. Están actuando por convicción. La oposición contrarrevolucionaria defiende con sinceridad el punto de vista de los terratenientes, los banqueros y los capitalistas. Baduel francamente defiende a la oposición contrarrevolucionaria. Y Dieterich con franqueza (asumimos) defiende a Baduel. Sin embargo, no estamos interesados en si ellos son sinceros o no, sino qué intereses defienden. La única manera de que podamos juzgar las acciones de Baduel no es desde el punto de vista de la sinceridad personal sino desde un punto de vista de clase. Por nuestra parte, defendemos sinceramente el punto de vista del socialismo y la clase obrera. Defendemos al presidente Chávez contra los ataques de la contrarrevolución. No hacerlo en esta situación sería una traición. Y también la única forma de que podamos interpretar las acciones de aquellos que actúan la sofistería del abogado para defenderle. Si a un pirómano se le permite escapar de

la justicia debido a los argumentos de abogados inteligentes, entonces estará libre para quemar casas. Si se tolera a un contrarrevolucionario, él participará en conspiraciones contrarrevolucionarias que amenazan la vida de muchas más personas que un solo pirómano. En nuestra opinión, la revolución bolivariana ya ha sido demasiado indulgente con los contrarrevolucionarios. ¿Cuántos golpistas de abril de 2002 están en prisión? Hasta hace poco, ninguno, por lo que sabemos. Este es un error serio y la revolución pagará un precio muy caro por esta indulgencia.

La ‘preocupación’ de Baduel

“Sin embargo, los observadores que constatan que había señales inconfundibles públicas de preocupación en Baduel frente a la evolución del proyecto bolivariano que él veía: tales como el escaso vigor en el combate a la corrupción, el desarrollo inflacionario de la economía, la discrecionalidad en el uso de los ingresos de PdVSA y la falta de definición de la institucionalidad del Socialismo del Siglo XXI” (El subrayado es mío). No tenemos la más mínima duda de que Baduel y toda la derecha del Movimiento Bolivariano estaban preocupados por la evolución del proyecto bolivariano. ¿Por qué estaban preocupados? Estaban preocupados porque la revolución comenzaba a ir más allá de los límites del capitalismo y amenaza la riqueza y la propiedad de la oligarquía. Estaban preocupados por las nacionalizaciones y la no renovación de la licencia a RCTV, ese nido de agitación contrarrevolucionaria y centro neurálgico de los golpistas. También estaban preocupados por la corrupción, pero no por las razones que da Heinz Dieterich. Todo el mundo sabe que Chávez personalmente es incorruptible pero que está rodeado por una capa de burócratas corruptos y arribistas que están saboteando la revolución desde dentro. Estos elementos son la quinta columna de la contrarrevolución y son más peligrosos que los contrarrevolucionarios abiertos. Se quejan del “uso discrecional de los ingresos de PdVSA”. ¡Vaya chiste! ¡Como si los ingresos de PdVSA no se utilizaron siempre para fines políticos! La única diferencia es que en el pasado los enormes recursos de PdVSA eran utilizados para beneficio de la oligarquía, sus amigos y sirvientes políticos. Ahora estos recursos ya no están controlados por la burguesía y eso no les gusta. Sus protestas por la corrupción apestan a hipocresía. Es bastante cierto que hay burócratas en PdVSA, pero no sólo en PdVSA, que necesitan ser purgados. ¿Pero como se hace esta tarea? Es necesario coger una gran escoba y barrer a todos estos funcionarios “bolivarianos” corruptos y crear un nuevo Estado que sea adecuado para la transformación socialista de la sociedad. Esto sólo se puede hacer con la implicación activa de las masas, los trabajadores y los campesinos, en la gestión de la industria, la sociedad y el Estado. Lo que hace falta es la expropiación de la oligarquía y el desmantelamiento de la vieja maquinaria estatal burocrática y corrupta. Esa es la única manera de conseguir una clara “definición de la institucionalidad del Socialismo del Siglo

XXI”. ¿Eso es lo que Baduel y Dieterich proponen? No. Se oponen con vehemencia a ello. Están en contra de la nacionalización y del control obrero. Cuando hablan de “Socialismo del Siglo XXI” en absoluto significa socialismo, sino sólo capitalismo pero con otro nombre. Lo que les “preocupa” es la dirección que ha tomado el proyecto bolivariano. Están decididos a detener en seco la revolución. En realidad, el propio Baduel explicaba cuál era su verdadera preocupación en el momento de su discurso de despedida como ministro de Defensa. Aunque vistió su discurso con fraseología socialista, lo que dijo está muy claro. Por ejemplo, dijo que “el socialismo es la distribución de la riqueza, pero antes de que se pueda distribuir la riqueza hay que crearla”, este es un argumento típico de los reformistas en todas partes contra el socialismo y la nacionalización. Añadió que “un régimen de producción socialista no es compatible con un sistema político que es profundamente democrático con contraofertas y divisiones de poder”, añadiendo que “debemos alejarnos de la ortodoxia marxista que dice que la democracia con la división de poderes es sólo un instrumento de dominación burguesa”. Y añadió: “sí, debemos ir hacia el socialismo, pero se debe hacer sin caos ni desorganización”. Y utilizando una analogía extraña con la Nueva Política Económica de Lenin declaró: “no podemos permitir que nuestro sistema se convierta en un tipo de capitalismo de estado, donde el estado es el único propietario de los medios de producción”. Y añadió: “el comunismo de guerra en la Unión Soviética nos enseñó que no se pueden implantar cambios profundos en el sistema económico... la abolición total de la propiedad privada y la socialización brutal de los medios de producción siempre tienen un efecto negativo en la producción de bienes y servicios, y provoca descontento general entre la población”. Está bastante claro lo que estaba diciendo. Estas analogías incorrectas con el comunismo de guerra y la NEP en Rusia sólo son una cobertura de lo que realmente estaba diciendo: “no deberíamos avanzar hacia la nacionalización de la economía”. Algunas personas en ese momento dijeron que el discurso de Baduel no era una crítica de Chávez, sino más bien, que sólo estaba planteando su idea del “socialismo democrático” (es decir, reformas dentro de los límites del capitalismo). A propósito, estas son las mismas ideas que Heinz Dieterich ha estado planteando con el nombre de “Socialismo del siglo XXI”, socialismo sin nacionalización de los medios de producción, es decir... ¡capitalismo! Por esta razón Baduel era tan entusiasta con las ideas de Dieterich y escribió el prólogo de la edición venezolana de su libro Hugo Chávez y el Socialismo del Siglo XXI. En este prólogo Baduel dice cosas muy elogiosas sobre el libro de Dieterich: “Primero, el gran honor que siento al hacerlo, ya que reconozco en esta obra una grandísima contribución a la construcción de la teoría de la nueva sociedad no capitalista”, añade que a pesar del llamamiento hecho por el presidente a participar en el debate sobre el socialismo: “sin embargo pasado un tiempo, el aporte de Heinz Dieterich, permanece como una referencia casi única y obligada debido a la claridad y sencillez de sus ideas”. Baduel estaba en realidad tan impresionado con las ideas de Dieterich que sugirió que el capítulo 7 de su libro: “considero que este nuevo capitulo pudiese muy bien ser publicado como una obra aparte y ser reproducido para su distribución masiva en escuelas, universidades, sindicatos, fabricas, hospitales, comunidades campesinas, consejos comunales y en fin en todos los espacios donde hace falta generar un

debate y sana discusión sobre el socialismo que queremos construir”. ¡Estas palabras deben ser realmente embarazosas para Dieterich! La persona que hace sólo unos pocos meses alababa sus ideas tanto, ahora ha roto con el proyecto bolivariano y se ha unido a la contrarrevolución. Quizá esta sea la razón por la que Dieterich es tan entusiasta a la hora de argumentar que Baduel no es realmente un contrarrevolucionario y que, en último instancia, Chávez y Baduel deberían formar una alianza. Pero se podría decir que las ideas de Baduel han cambiado y que, por lo tanto, Dieterich no es realmente responsable de su última evolución ideológica. Nada podía estar más alejado de la verdad. Lo que atrabajo a Baduel de Dieterich fue la idea de este último de que se puede tener “socialismo” sin la nacionalización de los medios de producción. Ese era el tipo de “socialismo” con el que Baduel podría vivir. Y eso es lo que explicó en su discurso de despedida el 23 de julio. ¿Qué dijo en su discurso el 5 de noviembre? Exactamente lo mismo. Citemos con detalle: “Según esto, la motivación de la reforma constitucional, tal como se ha presentado es llevar al pueblo venezolano hacia un proceso de transición, hacia algo que se denomina de manera genérica “socialismo” sin indicar claramente a que se refiere este término. Como ya indiqué en otra ocasión, cuando entregué el Ministerio de la Defensa, la palabra socialismo no tiene un significado uniforme y puede incluir regímenes como el de Pol Pot en Camboya y la Unión Soviética estalinista, hasta el llamado Socialismo Nórdico o el Socialismo Democrático Europeo. ¿A que socialismo se nos quiere llevar? ¿Por qué no se le dice al pueblo claramente hacia donde se piensa conducir a la nación? Tenemos como pueblo que exigir que se nos diga claramente el destino de nuestro futuro y no se nos mienta con un supuesto socialismo a la venezolana”. ¡El propio Baduel admite que sus ideas no han cambiado! Y el mismo Dieterich describía el discurso de despedida de Baduel como “un gran paso hacia el socialismo del siglo XXI” (ver: Hugo Chávez, Raúl Baduel, Raúl Castro y el Bloque Regional de Poder Popular avanzan el Socialismo del futuro, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=54425). La razón por la que Baduel se ha pasado a la oposición es clara: ve que todo lo que se habla de socialismo podría realmente significar socialismo y no está de acuerdo con eso. Estaba contento con aceptar el socialismo de variedad Dieterich (es decir, socialdemocracia), pero se opone totalmente al genuino socialismo. Chávez explicó esto muy bien cuando dijo: “cuando un submarino se sumerge, la presión se incrementa y puede soltar un tornillo flojo, los puntos débiles van a ir saliendo. Es bueno que salga”.

Una analogía engañosa

Después de comenzar a confundir la cuestión, Dieterich continúa por el mismo camino, sólo que en esta ocasión nos remonta a hace 2.500 años, a la antigua Roma. Baduel, veis, está siguiendo el modelo de Lucius Quinctius Cincinnatus: “Al salir del Ministerio de Defensa en julio del 2007, el general declaró que se iba a retirar un tiempo de la vida pública para trabajar en su finca y reflexionar sobre su futuro como hombre público, tal como había hecho el cónsul Lucius

Quinctius Cincinnatus hace 2.500 años en Roma. El lunes, 5 de noviembre, esa fase de meditación terminó con la dramática irrupción pública en el debate de la reforma constitucional”. Cualquiera que haya leído los libros y artículos de Heinz Dieterich sabrá que le gusta citar todo tipo de analogías históricas. Con ello pretende dar una impresión de gran erudición y de esta manera situarse en una posición de autoridad intelectual incuestionable. También juega un papel similar al de un calamar, que, cuando desea distraer al enemigo suelta una gran cantidad de tinta. La cantidad de tinta esparcida por Heinz Dieterich distraería a todos menos al oponente más persistente. Pero ya sabemos que con esta táctica no nos distraerá. También somos conscientes de que las analogías históricas de Heinz con frecuencia son engañosas.

Cincinnatus era un noble en los días de la República Romana. A diferencia de nuestros terratenientes venezolanos modernos, él trabajaba el campo con sus propias manos. Un día, un mensajero llegó para informarle de que Roma estaba siendo atacada. Como buen ciudadano patriota romano abandonó su arado y se fue a la ciudad a dirigir el ejército y la ciudad hacia la victoria. En aquellos remotos tiempos, en época de emergencia nacional se elegía a un dictador romano por un período seis meses, durante ese tiempo él tenía todo el control. Al final de su período de mandato, entregaba el poder y regresaba a su granja. Los romanos estaban muy orgullosos de que su líder sólo quisiera servirles. En esta época, a los ciudadanos estadounidenses les gusta comparar a George Washington con Cincinnatus. Washington también regresó a su arado, regresó a su granja de Mount Vernon, donde, a diferencia del general romano, no trabaja con sus manos sino que dependía de los servicios de sus esclavos negros. ¿Qué tiene esto que ver con el caso de Baduel? No tiene nada que ver y lo ha sacado a relucir, como es habitual en Dieterich, para confundir la cuestión. Baduel fue ministro de defensa, que es un cargo importante, pero difícilmente un dictador con poder absoluto. No llegó al poder por aclamación universal del pueblo de Venezuela, sino que fue nombrado por el presidente Chávez, que ahora ha decidido prescindir de sus servicios. Baduel no renunció voluntariamente al poder para trabajar la tierra con sus manos. Fue destituido y abandonó el cargo a regañadientes, se negó a pronunciar el juramento de lealtad: Patria, Socialismo o Muerte. Este fue un acto criminal de insubordinación que indicaba claramente el modo de pensamiento del general. No le requirió nada de tiempo considerar si plantaba patatas o no. Su mente ya estaba preparada. En realidad, llevaba preparada hace mucho tiempo. Baduel estaba dispuesto a seguir a Chávez mientras la Revolución Bolivariana permaneciera dentro de los límites de la propiedad privada y el capitalismo. Pero la revolución está superando estos límites y Baduel era incapaz de detenerla desde dentro. Era inevitable un enfrentamiento con Chávez y Baduel supo exactamente que debía hacer. La razón de la demora no tenía nada que ver con Cincinnatus, las patatas o la meditación, sino sólo logística de la planificación. “Hay, sin embargo, dos diferencias fundamentales con el modelo histórico: a) el General no fue convocado por las fuerzas del Estado para ‘salvar a Roma', sino motu proprio, por su propia iniciativa y, b) escogió el momento y el terreno que

garantizara el máximo efecto del golpe de sorpresa que iniciara su carrera política del futuro. Parte del efecto consistió en que unos 18 días antes todavía había apoyado públicamente la reforma constitucional”. Sí, toda analogía histórica es buena dentro de ciertos límites. Pero esta idea es falsa de principio a final. El pasaje anterior es tan peculiar que deja a uno rascándose la cabeza para encontrar algún sentido en él (es una sensación que se experimenta con frecuencia al leer algo escrito por este autor). Nuestro Cincinnatus moderno “no fue convocado por las fuerzas del Estado para ‘salvar Roma”, ¡Realmente no! Las “fuerzas del Estado” despidieron al general precisamente porque Roma estaba en peligro (es decir, Venezuela).

Nuestro Cincinnatus venezolano ahora está atacando públicamente a esas mismas “fuerzas del Estado” y apoya abiertamente a la oposición contrarrevolucionaria. Y por supuesto lo hace de motu proprio, es decir, por su propia iniciativa, y por supuesto elige el lugar y el momento adecuado “para garantizar el máximo impacto y sorpresa”. En otras palabras, elige el momento y el lugar adecuados para infligir el máximo daño a la Revolución Bolivariana, la campaña para el referéndum de diciembre. Eso es lo que está haciendo, como Dieterich se ve obligado a admitir, no para el beneficio de la República, sino para iniciar “su carrera política del futuro”. Es lo mismo que decir, hace precisamente lo contrario de lo que hizo Cincinnatus. Heinz le ve como una figura heroica en la tradición del héroe romano. Este hecho nos dice mucho sobre cómo Heinz entiende la historia antigua, y también la política moderna.

Un candidato para el bonapartismo

Heinz Dieterich es un reformista utópico, un académico que vive en un mundo de sueños y (por alguna razón) se considera un supremo realista político. No sería justo describirle como un contrarrevolucionario. No, el profesor detesta la contrarrevolución y desea evitarla. No sería correcto describirle como un revolucionario, porque también teme la revolución, que es impulsada hacia delante por las “masas poco instruidas”, que irá mucho más lejos (ya ha ido muy lejos) y provocará (ha provocado ya) a la contrarrevolución. Para Heinz todos los extremos son malos y debe haber moderación en todas las cosas. Por lo tanto, la respuesta está en el centro. Heinz Dieterich insiste en que el general no ha girado a la derecha. ¿Entonces hacia donde ha girado? Ahora es el candidato del centro, nos dice Heinz. ¿Qué es el centro? En Venezuela no hay centro, excepto en la febril imaginación de Heinz Dieterich. En Venezuela hay una profunda polarización entre izquierda y derecha, es decir, una intensa polarización entre las clases que ahora se ha convertido en un abismo insalvable. Todo el mundo lo sabe. La oposición lo sabe, las masas también, Hugo Chávez lo sabe, Baduel también, el Departamento de Estado de EEUU es consciente de esta situación, un niño de seis años lo comprende, incluso George W. Bush lo sabe. Pero Heinz Dieterich no. Él pretende resolver todos los problemas de la revolución uniendo a todos en el centro y formando una alianza entre Chávez y Baduel.

Esto significa unir la revolución con la contrarrevolución, que sólo es un poco más difícil que unir el fuego con el agua, que convertir el plomo en oro o cuadrar el círculo. Sin embargo, nuestro amigo Heinz no es un hombre que se desanime con estos pequeños detalles. Baduel, nos dice, es muy inteligente al posicionarse como candidato a líder del centro. Pero el general tiene un pequeño problema. El centro no existe. Después de haber roto con el Movimiento Bolivariano (donde siempre ha estado a la derecha) no tiene otra alternativa excepto girar aún más a la derecha. Baduel no tiene otra alternativa sino encontrar una causa común con la oposición, con quien no tiene diferencias reales. Algunos de los oposicionistas más estúpidos no le quieren. Ven todo remotamente conectado con el chavismo como un enemigo. Pero los más inteligentes que dirigen la oposición le darán la bienvenida con los brazos abiertos. Más importante aún, el Departamento de Estado norteamericano, que mueve los hilos de la oposición, le dará seguro la bienvenida con los brazos abiertos. Esta circunstancia tiene su propia lógica. Baduel elige el momento para garantizar el máximo impacto sobre la opinión pública, nacional e internacionalmente. Es natural, los medios de comunicación controlados por las grandes empresas le han dado mucha publicidad, le han alabado como un héroe. Es el héroe del momento, para los contrarrevolucionarios. Se está proponiendo como el futuro salvador de la nación, una nación que ha abandonado el camino de la “democracia” y se desliza hacia el caos y la anarquía. Es necesaria una mano firme para salvar la nación. Eso significa la mano de un general y éste es Baduel. Para cualquier que tenga el más mínimo conocimiento de la historia, este es el lenguaje del bonapartismo. La verdadera analogía histórica para Baduel no es Cincinnatus sino Napoleón Bonaparte que llegó al poder sobre el cadáver de la Revolución Francesa. Fue Bonaparte el que se aupó al poder con la consigna de la unidad nacional y el orden. Eso significó aplastar a las masas revolucionarias que bajo los jacobinos habían “ido demasiado lejos”. Fue la destitución y el asesinado de Robespierre y los demás líderes revolucionarios y el Terror Blanco contra sus seguidores. Supuso la restauración del rango y el privilegio, la dominación de Francia por los banqueros y capitalistas, aliados con los que habían conseguido sus fortunas de la revolución mediante la corrupción y el arribismo, y que estaban convencidos de que la revolución había ido demasiado lejos. Si lo consigue, Baduel no será el candidato del centro inexistente sino el candidato de la reacción. No será el candidato de la clase media sino de la oligarquía que explota los temores y prejuicios de la clase media. No será el candidato de la moderación y la democracia, sino de la violenta contrarrevolución. Cuando él habla de unidad lo que quiere decir es la noción bonapartista de situarse por “encima de todas las clases” y hablar por la Nación. Pero no existe la Nación aparte de las clases que conforman la Nación. El líder bonapartista que pretende hablar por la Nación en realidad habla por los ricos y poderosos que poseen la riqueza de la nación y que celosamente la guardan. Al citar el ejemplo del héroe romano Cincinnatus, Dieterich lo que hace es dar crédito a la propaganda de la clase dominante y los imperialistas. ¿No fue Cincinnatus un héroe? ¿No salvó a la Patria en el momento que lo necesitaba? La oligarquía está desesperada y busca un hombre fuerte que pueda presentarse frente a Chávez y detener la revolución. Cuando ellos hablan de “salvar

Venezuela” lo que quieren decir es salvar el poder y el privilegio de la oligarquía que están amenazados por el movimiento de las masas. Gritan por el orden, y eso significa un golpe y una dictadura que ponga fin a la revolución y en enseña a las masas una lección que nunca olvidarán.

¿Centro o derecha?

Todo el mundo sabe que Baduel ha girado a la derecha, directamente al campo de la contrarrevolución, todo el mundo, excepto Heinz Dieterich. Él está convencido de que “la ofensiva del General procura ocupar el centro político del país”. Y Dieterich expresa su admiración ilimitada por las tácticas del general: “Raúl Baduel es un extraordinario militar con visión estratégica lo que explica el contenido y el momento de la declaración pública”. Y continúa: “El terreno del golpe político escogido por el General fue la reforma constitucional y el momento, el inicio de la campaña oficial por el Sí, y de las protestas violentas de la derecha”. Y una vez más: “Careciendo de una organización nacional y de fondos adecuados para iniciar una campaña política nacional, el general convirtió la creciente controversia sobre los contenidos y procedimientos de la reforma constitucional en lo, que en términos militares, es la reserva estratégica de un beligerante: una fuerza preorganizada en stand-by, para fines ofensivos o defensivos eventuales. En la dramática situación del lunes, después de las manifestaciones en pro y contra de la reforma, una declaración del tipo que hizo, le daría de inmediato un foro mundial mediático y, dentro de Venezuela, un liderazgo en el centro político, que el país ahora no tiene”. Dieterich escribe como el comentarista de un partido de béisbol, destacando de manera favorable la técnica de uno de los jugadores, pero de modo intencionado se niega a decir qué equipo apoya. Sí, podemos estar de acuerdo en que Baduel era un contrarrevolucionario habilidoso y que su técnica y ritmo son excelentes desde el punto de vista de la contrarrevolución. Su intervención estuvo organizada cuidadosamente para coincidir con las provocaciones violentas de los estudiantes de derechas en las calles y campus universitarios. El general consiguió añadir caos e inestabilidad, ayudó materialmente al campo del voto al “no”. ¡Bravo por Baduel! Si buscamos analogías históricas podemos encontrar muchas otras más recientes que la de Cincinnatus. Mussolini era un táctico incluso más inteligente que Baduel. Sus tácticas en 1919-1923 fueron impecables y le llevaron a la toma del poder absoluto y el establecimiento de un Estado fascista en Italia. ¿Eso nos da derecho a escribir con admiración sobre Mussolini? ¿A presentarle como un militar extraordinario con una visión estratégica? Los miles de trabajadores, socialistas, comunistas, sindicalistas italianos que fueron asesinados, torturados y encarcelados por Mussolini encontrarían algo difícil compartir tal admiración. Y en Venezuela, las consecuencias de la victoria de la contrarrevolución no serían menos serias. No debemos olvidar que antes de su conversión al fascismo, Mussolini había sido uno de los dirigentes del Partido

Socialista Italiano. A pesar del hecho evidente que Baduel actúa en coordinación con la derecha, Dieterich lo sigue negando: “Contrariamente a lo que dice la propaganda oficial y el sectarismo, no es un hombre de la extrema derecha que, por definición, es extraconstitucional, sino un hombre de leyes. Su pronunciamiento a favor de la Constitución de 1999, contra la aglomeración excesiva del poder ejecutivo, es el discurso para ocupar el centro político del país”. Estas palabras se basan en varias malinterpretaciones. La extrema derecha no necesariamente es “por definición extraconstitucional”. Recordemos que Hitler hizo un uso habilidoso de la Constitución de Weimar para maniobrar en el poder. Con la ayuda de las grandes empresas se presentó a las elecciones e incluso llegó al poder por medios parlamentarios en 1933, gracias a la política criminal de los estalinistas y socialdemócratas alemanes. Lo mismo ocurrió con otros fascistas como Dolfuss en Austria y Gil Robles en España. Incluso hoy la extrema derecha se presenta a las elecciones y tiene representantes parlamentarios en varios países e incluso (hasta hace poco) un grupo parlamentario en el Parlamento Europeo, que incluía a la nieta de Mussolini. En Venezuela, la oposición contrarrevolucionaria hace uso o no de todos los mecanismos democráticos y constitucionales que tiene a su disposición, según sus consideraciones tácticas. Utilizaron el mecanismo de la revocación que les proporcionaba la Constitución de 1999 para intentar librarse de Chávez. De haberlo conseguido, inmediatamente habrían abolido el derecho de revocación y liquidado la Constitución. No lo consiguieron debido al elevado nivel de conciencia revolucionaria de las masas. En 2005 boicotearon las elecciones legislativas porque sabían que serían derrotados y querían sembrar duda sobre la legitimidad de los resultados. No lo consiguieron, así que el pasado mes de diciembre participaron en las elecciones presidenciales y movilizaron a sus seguidores en manifestaciones masivas. Una vez más las masas mostraron un alto nivel de madurez, salieron a las calles y votaron masivamente a Chávez. Ahora la oposición combina métodos extra-parlamentarios (provocaciones armadas, tumultos y sabotaje económico) con tácticas parlamentarias (defendiendo el “no” en el referéndum). En otras palabras, para ellos es puramente una cuestión táctica. Para llegar a la conclusión de que el general Baduel se ha pasado a la derecha y se ha unido a las filas de la oposición contrarrevolucionaria no necesitamos hacer referencia a la “propaganda oficial” o el “sectarismo” (sea lo que sea). Sólo nos referimos a los hechos, y los hechos son algo testarudos. ¿La campaña del “no” en Venezuela está organizada por la oposición contrarrevolucionaria con el apoyo del imperialismo norteamericano? Sí, así es. La intención de esta campaña es desacreditar y derrocar a Chávez y dar marcha atrás a la revolución. Sí, así es. ¿Está coordinada con las provocaciones violentas de los estudiantes de derechas? Sí, así es. ¿Estos últimos pretenden sembrar el caos y la inestabilidad, crear una atmósfera favorable para un golpe como el de abril de 2002? Sí, lo intentan. ¿Cuál es el papel de Baduel en esta situación? ¿Ocupar el centro político del país? No, no lo es. Públicamente se ha alineado con la extrema derecha que busca destruir la revolución y hacer retroceder a Venezuela. Su intención (que Dieterich encuentra técnicamente excelente) es sembrar el caos y la inestabilidad, que es lo mismo que persiguen los provocadores de derecha. Frente a estos

hechos ¿cómo alguien puede negar que el general se ha pasado al lado de la contrarrevolución? ¿Por qué el se considera un demócrata y hace referencia a la Constitución de 1999? Lo mismo ocurre con otros demagogos de derechas en Venezuela (¡aunque se opusieran a la Constitución de 1999 en su momento!). Pero miremos lo que Baduel dijo realmente en su discurso en el que rompió con Chávez. Es verdad que no hizo un llamamiento abierto a un golpe militar, pero sí dijo lo siguiente: “Este proyecto de una nueva Constitución promueve la polarización y contribuye al enfrentamiento entre los venezolanos, siendo absurdo tratar de fabricarla entorno a una ideología, debiendo ser esta un pacto social de máximo consenso amplio entre todos los venezolanos, si no es así, una amplia mayoría no aceptara y tratara siempre de cambiarla aunque deba acudir a vías violentas para hacerlo”. (El subrayado es mío). Lo que dice claramente es que a menos que Chávez retire la reforma constitucional y acepte una que complazca a la oposición contrarrevolucionaria, entonces ellos utilizarán medios violentos de oposición. ¡Estas ideas son una amenaza clara! Y no es democrática ni parlamentaria. Además, Baduel terminó su declaración con aviso a no “subestimar la capacidad de los militares venezolanos de analizar y penar”, que sólo se puede interpretar como un llamamiento en clave a las fuerzas armadas para que salgan contra la reforma y el referéndum. Si algo parece una salchicha, huele como una salchicha y sabe como tal, entonces hay muchas posibilidades de que sea una salchicha. Si un hombre actúa como un contrarrevolucionario, piensa como un contrarrevolucionario y habla como tal, entonces es igualmente muy posible que pueda ser un contrarrevolucionario.

Ruptura con Chávez

En la parte titulada La ruptura con el presidente y la batalla decisiva, podemos leer: “La declaración del general significa, como es obvio, la ruptura abierta con el presidente y el proyecto bolivariano, que el mandatario está configurando desde 2003 a la fecha. El momento escogido puede parecer brutal, porque inicia una ‘guerra' sin cuartel al estilo de Bolívar. El retiro inmediato de las escoltas del general y de su familia, por parte del Ministerio de Defensa, al terminar la conferencia de prensa, es uno de los ejemplos de esta situación. Pero es obvio que Baduel consideraba todas las naves quemadas y que, al pasar a la ofensiva, juzgó que el golpe tenía que ser contundente”. Dieterich señala de pasada que Baduel ha roto con el presidente y el proyecto bolivariano. Hace esta observación como si fuera un detalle insignificante, algo perfectamente natural que no debería provocarnos ninguna sorpresa excesiva o conmoción: “Oh, a propósito, Baduel ha roto con Chávez y la revolución bolivariana, por favor, pásame la mostaza”. ¿Por qué lo hace de esta manera? Porque desea presentar la traición de Baduel como algo sin importancia. Además, como veremos, desea un acuerdo entre Baduel y Chávez. Continúa dulcificando a Baduel. No satisfecho con compararle

con el héroe romano Cincinnatus, ahora le compara con Simón Bolívar, el Libertador: “El momento escogido puede parecer brutal, porque inicia una ‘guerra' sin cuartel al estilo de Bolívar”. ¿También es del estilo de Bolívar ponerse al lado de los ricos y poderosos contra los pobres y explotados, con los opresores frente a los oprimidos? Penamos que no. El momento fue brutal porque tenía el objetivo de coincidir con las provocaciones violentas de la derecha y la agitación contrarrevolucionaria contra los cambios constitucionales. Pero Dieterich entrecomilla la palabra “guerra”, una vez más, para hacer que el acto de agresión de Baduel parezca menos severo, una simple insignificancia, en absoluto una guerra real, sino sólo un pequeño juego alegre, una “guerra” de palabras, un pequeño malentendido entre amigos que quieren reconciliarse lo más pronto posible y así poner fin a la “guerra”. Pero no, esto no es un juego sino precisamente una guerra, una guerra de clase, y la guerra que se ha iniciado es seria. Es una guerra entre dos campos mutuamente antagónicos e irreconciliables. Y como dice correctamente Dieterich, es una guerra sin cuartel. Tanto los revolucionarios como los contrarrevolucionarios lo saben. Saben que juegan con las apuestas lo más altas posibles. En cuanto a Heinz Dieterich, él adopta la política de “una de cal y otra de arena”. En una frase pone “guerra” entre comillas y en la siguiente dice: “La intervención del general equivale a una batalla decisiva, porque si el Presidente no gana el referendo o si no lo gana al menos con el 60% de los votos, estaría obligado a convocar nuevas elecciones. Es decir, la convocatoria al ‘no’ es mucho más que una simple cuestión electoral o un debate sobre prerrogativas constitucionales del Estado y del pueblo: es, por ahora, la batalla decisiva sobre el proyecto de país configurado por el Presidente en los últimos cuatro años, desde el ‘socialismo a la venezolana' hasta los cambios fundamentales que se pretenden introducir en la Constitución de 1999”. (El subrayado es mío). Así que en un par de frases pasamos de falsa “guerra” a una batalla decisiva, una batalla para decidir el tipo de país en que se convertirá Venezuela. Y eso, en parte, es correcto. La revolución venezolana ha pasado por una serie de batallas donde las clases antagónicas han luchado sin cesar para conquistar el terreno, palmo a palmo. El terreno ha sido defendido intensamente por la clase dominante y por aquellos que tienen fortunas e intereses poderosos que defender. La última batalla es la reforma constitucional y el referéndum de diciembre, que en realidad es una etapa importante en la lucha por determina qué tipo de sociedad tendrá Venezuela. En esta importante batalla, Baduel ha tomado parte por la contrarrevolución. Y Heinz Dieterich ha tomado parte por Baduel. En un sentido, no obstante, podemos estar de acuerdo con Heinz Dieterich. Quienquiera que gane esta batalla, la guerra aún no se habrá ganado. Una constitución, después de todo, es sólo un pedazo de papel, refleja la correlación de fuerzas existente. Es necesario ganar esta batalla, pero una vez ganada, debemos continuar con la movilización y luchar para que el programa socialista sea puesto en práctica. Hechos, no palabras y pedazos de papel, eso es lo que necesita la revolución para triunfar. Sin embargo, antes de llegar a X, Y y Z, primero debemos pasar por A, B y C. La batalla por el referéndum de diciembre hay que ganarla antes de que la revolución pueda ser vencida por sus principales enemigos. Y para derrotar a sus

principales enemigos, primero hay que aclarar el terreno, echar a un lado a todos estos supuestos “amigos” que constantemente aconsejan el compromiso, la retirada y la rendición, y no dar la batalla porque se podría perder. Si Simón Bolívar hubiera escuchado el consejo de estos “amigos” cuando inicio la revuelta con sólo un puñado de seguidores, los pueblos de América Latina aún languidecerían bajo la bota del colonialismo español. ¡Y todavía el profesor Dieterich presume de hablar en nombre de Bolívar! La cuestión del Estado y las fuerzas armadas ocupa ahora una posición clave en la ecuación revolucionaria. El Estado burgués ha estado desintegrado durante algún tiempo, pero en su lugar no se ha creado un nuevo poder estatal. Esta situación es peligrosa. La formación de un nuevo poder estatal necesariamente implica un nuevo tipo de ejército, un ejército del pueblo, una milicia de trabajadores y campesinos. La nueva Constitución incluye previsiones para la creación de la Milicia Popular Bolivariana (Art. 239), “como una parte integral de las fuerzas armadas bolivarianas” y afirma que deberían estar formadas por “unidades de la reserva militar”. En ellas hay más de millón y medio de venezolanos. Esta fuerza sería un poderoso instrumento revolucionario para luchar contra los enemigos de la revolución tanto dentro de cómo fuera de las fronteras nacionales. No es casualidad que una de las cuestiones que provocaron la destitución de Baduel como ministro de defensa fuera su oposición a la cuestión de un ejército de milicias en su debate contra Muller Rojas. Si los sindicatos fueran organizaciones dignas de la clase, inmediatamente habrían tomado esta propuesta y creado milicias obreras en cada fábrica y centro de trabajo. Los trabajadores deben aprender el uso de las armas para defender sus conquistas, defender la revolución contra sus enemigos y proceder a nuevas conquistas. En cuanto al ejército, como cualquier otro ejército, refleja la sociedad en la que vive y respira. La aplastante mayoría de los soldados, suboficiales y jóvenes oficiales están con la revolución, como la aplastante mayoría de la población. En las filas superiores hay oficiales honestos que sirven lealmente al pueblo y la revolución. Pero cuanto más se sube en las filas superiores la situación ya no es tan clara. La única manera de garantizar que todos los Badueles son eliminados del ejército es con la introducción de la democracia en el ejército, permitiendo a los soldados total libertad para unirse a los partidos políticos y sindicatos. Los oficiales deberían estar sometidos periódicamente a la elección, como todo funcionario público. Aquellos que son leales a la revolución no tendrían nada que temer.

La correlación de fuerzas

El profesor Dieterich ahora demuestra una tierna preocupación por el destino del presidente Chávez: “La intervención del General equivale a una batalla decisiva, porque si el Presidente no gana el referendo o si no lo gana al menos con el 60% de los votos,

estaría obligado a convocar nuevas elecciones”. (El subrayado es mío). Heinz Dieterich no quiere que el presidente celebre el referéndum, ¡por que podría perderlo! Sobre esta lógica, Chávez nunca debería haberse presentado a unas elecciones o celebrado ningún referéndum en el pasado, porque podría haberlos perdido en su momento. Este es un argumento, no contra las reformas de Chávez, sino contra la democracia en general. Sabemos que las masas, los trabajadores y los campesinos, no existen para Heinz Dieterich. No tiene tiempo para ellas, no tiene fe en ellas, no confía en ellas. Toda su confianza está depositada en burócratas y generales como Baduel. Pero la principal fuerza motriz de la revolución ha sido el movimiento de las masas. Para empeorar las cosas, Dieterich inventa una nueva barrera: Chávez debe conseguir al menos el 60% de los votos o si no convocar elecciones. ¿Por qué? ¿Quién lo dice? Un referéndum, como cualquier elección, se gana o se pierde por mayoría simple. Chávez no tiene ninguna obligación de convocar unas elecciones porque hace poco ha ganado unas elecciones por una mayoría aplastante, en realidad, la mayor victoria de la historia de Venezuela. Una vez más, Heinz Dieterich intenta asustar la revolución con el redoble de la retirada. La correlación de fuerzas de clase sigue siendo enormemente favorable para la revolución socialista en Venezuela. Esto se demostró una vez más con el resultado de las elecciones presidenciales del pasado mes de diciembre. Aunque han pasado nueve años (¡y qué años!), a pesar de todas las dificultades, las escaseces, las privaciones, el sabotaje y la corrupción, la persistente ofensiva de los medios de comunicación, las masas han permanecido absolutamente firmes e inquebrantables en su apoyo a la revolución y el socialismo. Pero los escépticos como Dieterich no lo ven. Sólo ven problemas, dificultades y peligros. Cuando valora las oportunidades de Baduel y Chávez escribe: “Sin embargo, es difícil prever con precisión las consecuencias. Raúl Baduel ha perdido, sin duda, el gran apoyo que tenía dentro del ‘Chavismo' duro. Habrá que ver, si el apoyo que gana en el Centro y con los bolivarianos decepcionados, puede compensar esa pérdida de capital político. De parte del Presidente habrá que ver si logra movilizar contingentes de electores en su favor, que antes estaban indecisos o inertes”. Es cierto que Baduel ha perdido todo el apoyo entre las masas bolivarianas que representan a la mayoría decisiva de la sociedad venezolana. Los rumores sobre los “partidarios” simplemente se hacen eco de la propaganda venenosa de los medios de comunicación de derechas. En cuanto a los “bolivarianos decepcionados” difícilmente apoyarán a Baduel. Si los bolivarianos están decepcionados no es porque la revolución vaya demasiado deprisa sino todo lo contrario, porque no va lo suficientemente rápido, no porque haya ido demasiado lejos, sino porque no ha ido lo suficiente lejos. Por eso es esencial y necesario que, después de ganar el referéndum, se pongan en práctica inmediatamente todas las medidas prometidas, dejando a un lado toda la resistencia. La única manera de que el presidente pueda movilizar a su favor las fuerzas electorales que anteriormente estaban indecisas o inertes, no es llegando a acuerdos con la oposición o retirando su programa, sino mostrando la absoluta determinación de llevar a cabo la transformación socialista de la sociedad. Todo indica que las masas una vez más se arremolinarán en defensa de

la revolución y el voto por el “sí”. Uno por uno, hemos desenmarañado los argumentos falsos y demagógicos de Heinz Dieterich, que ahora prácticamente están tan desnudos como el día que nació. Pero le dejaremos una chaqueta para que cubra su desnudez y de su manga saque su última carta: “Dentro de este cálculo es necesario recordar que una característica política de Venezuela es que, desde el año de 1999, el gobierno no ha logrado reducir el bloque opositor, que tiene una base dura de alrededor de 35-40% de la población; lo que es una plataforma bastante alta para un salto hacia el gobierno, en cualquier crisis”. (El subrayado es mío). La oposición ha sido regularmente derrotada en cada una de las elecciones y el referéndum durante estos últimos nueve años. En 2005, ni siquiera se presentaron a las elecciones legislativas porque sabían que conseguirían un resultado ridículo. En las elecciones presidenciales de diciembre de 2006 fueron aplastados. Como una pista repetida en un viejo gramófono, Dieterich mantiene la misma idea de que la oposición es tremendamente fuerte y que las fuerza revolucionarias son enormemente débiles. Esta idea no tiene sentido. Las fuerzas revolucionarias son más fuertes que nunca, y este hecho se ha podido ver en el impresionante crecimiento del PSUV, que, con 5,5 millones de militantes, debe ser el partido político más grande de cualquier país. Además, la lucha de clases no sólo es una cuestión de estadísticas electorales. Los millones que votan a la oposición son principalmente elementos pequeño burgueses. Las tropas de choque de la contrarrevolución son hijos de papá, mocosos consentidos de clase media, como correctamente llama Chávez a los provocadores estudiantiles. Ellos serían aplastados rápidamente en cualquier enfrentamiento serio con los trabajadores y campesinos.

“Una fase de incertidumbre”

La mayor preocupación de nuestro amigo Heinz Dieterich es entrar en una fase de incertidumbre. ¿Pero quién es responsable de esta incertidumbre? Por parte de las masas no hay incertidumbre ya que reiteradamente han demostrado su ardiente deseo de cambiar la sociedad, derrocar a la oligarquía y moverse hacia el socialismo. Esta voluntad de cambiar la sociedad se demostró una vez más en las elecciones presidenciales de diciembre pasado. La oposición es la que hace todo lo que está en su poder para crear una atmósfera de temor e incertidumbre, para desestabilizar al gobierno elegido democráticamente y crear las condiciones para un golpe de estado. En este trabajo sucio, la oposición cuenta con uno de los activos más valiosos en la persona de Baduel. Dieterich admite este hecho en muchas palabras: “Es indudable que la intervención del General ha causado dos efectos importantes: a) ha reforzado a todas las fuerzas del ‘No', desde los radicales hasta los moderados; esta es una responsabilidad histórica de enormes dimensiones que sin duda pesará sobre la conciencia del General hasta el fin de su vida; b) ha anulado la abstención como opción”. Ahí lo tenemos: la intervención del general ha reforzado todas las fuerzas del

“no”, es decir, ha reforzado a la oposición contrarrevolucionaria. Y se nos dice que “es una responsabilidad histórica de enormes dimensiones que sin duda pesará sobre la conciencia del general hasta el fin de su vida”. Dieterich teme que la revolución “vaya demasiado lejos”. Pero también teme que la contrarrevolución “vaya demasiado lejos”. Por lo tanto, pide al general que piense cuidadosamente antes de actuar, apelar a la conciencia de Baduel. ¡Un detalle muy conmovedor! Sin duda el general perderá mucho sueño por este llamamiento a sus más finos instintos. En las cuestiones serias como la lucha de clases, la conciencia de los generales raramente tiene problemas. Pero mientras que Dieterich apela a Baduel sólo a que examine su conciencia, en el caso de Hugo Chávez le exige mucho más. Le pide rendición total a la contrarrevolución. ¿Qué propone? Sólo lo siguiente: una alianza estratégica entre Chávez y Baduel. Sí, ¡lo habéis leído correctamente! Para salvar la revolución, Chávez debe aliarse con la contrarrevolución. ¿Cómo llega Dieterich a esta maravillosa conclusión? Como es habitual, intenta asustarnos con el espectro de la derrota: “Con el peligro de una derrota, absoluta o relativa del ‘sí', se abre nuevamente una fase tendencialmente caótica en Venezuela que en pocos años podría terminar con el gobierno de Hugo Chávez. Y sí Chávez sale del Palacio de Miraflores, la integración de América del Sur podría pararse. Esto es lo que está en juego”. Este es el escenario que él presenta: si hay un referéndum sobre la reforma constitucional, Chávez no ganaría (una absoluta derrota), o si lo hace, lo haría con menos del 60% (una derrota relativa). La posibilidad de que pueda ganar no entra en los cálculos de Heinz. Prevé la peor de las variantes: la derrota (absoluta o relativa) en el referéndum de diciembre abrirá una fase caótica crónica que terminará con Chávez expulsado del Palacio y un frenazo a la integración de América del Sur. Dejamos a un lado la observación de que la única manera de conseguir una unificación genuina y duradera de América Latina sólo se puede lograr por medios revolucionarios, como comprendía muy bien Simón Bolívar. Mientras los oligarcas continúen dominando, todas las palabras sobre la integración de América del Sur son sólo humo. Los últimos doscientos años son una prueba suficiente de ello. Una vez que la revolución venezolana se lleve hasta el final, lo que significa la expropiación de los terratenientes y los capitalistas, los trabajadores y campesinos de América Latina seguirían su estela, crearían las condiciones para una federación socialista de América Latina. La primera tarea es acabar lo que se ha empezado: llevar a cabo la revolución socialista en Venezuela. Pero eso es lo que no quieren Baduel ni Dieterich: “Para evitar ese futuro incierto e impedir que la derecha y el imperialismo puedan hacerse con el poder en Venezuela, será necesario que Chávez y Baduel lleguen a un acuerdo negociado que se base en una alianza estratégica entre el Centro político del país y el Bolivarianismo”. Lo que propone Dieterich es unir revolución con contrarrevolución, es decir, unir el fuego con el agua. ¿Cómo se puede conseguir este milagro? Ambas partes deben hacer concesiones. ¿Qué concesiones pide a Baduel? Sugiere que el general examine su conciencia. ¡Realmente no es una concesión tan grande! ¿Qué concesiones exige al presidente Chávez? Dejemos que sea él mismo quien lo

explique: “Sería conveniente dejar de sacralizar la nueva Constitución y verla por lo que es: un modus vivendi normativo construido sobre la correlación de las fuerzas reales en un momento histórico. Si no, se corre el peligro de pagar el precio político que está pagando Evo Morales en Bolivia, por la Asamblea Constituyente”. ¿Qué significan estas palabras? Significan que, para complacer al general Baduel (que sólo se representa a sí mismo), Hugo Chávez (que representa a la aplastante mayoría de la población), debe cambiar la política por la que salió elegido, suspender el referéndum y abandonar la reforma constitucional. Este hecho significaría abandonar el movimiento hacia el socialismo, dejar la tierra en manos de los terratenientes, los bancos en manos de los banqueros y las fábricas en manos de los capitalistas. También supondría que la mayoría se rendiría ante la minoría. Eso es precisamente lo contrario a la democracia. Pero para Heinz Dieterich la democracia sólo significa: el mundo al revés. Si el presidente Chávez está lo suficiente loco como para prestar atención a Heinz Dieterich, la realidad es que perdería el poder y muy rápidamente. Esta rendición lamentable a las fuerzas de la reacción desmoralizaría a millones de personas que votaron por un cambio decisivo el pasado mes de diciembre y que miran al presidente para que lleve a cabo esa tarea. Una vez que los reaccionarios vieran que las masas ya no están dispuestas a luchar, organizarían una ofensiva en todos los frentes. Iniciarían las provocaciones y causarían caos a tal estala que se crearían las condiciones par aun golpe de estado, pero en esa ocasión triunfaría. Ese es el escenario real que ocurriría si escucháramos a Dieterich. Afortunadamente, no le escucharán. El ejemplo de Evo Morales es relevante, pero no en el sentido que pretende Dieterich. El problema con Evo Morales no es que se enfrentara a la oligarquía, sino que no lo hizo con la fuerza y determinación suficientes. El tipo de política defendida por Dieterich la ha intentado Evo Morales con resultados fatales. Es imposible llegar a un acuerdo con la burguesía contrarrevolucionaria con la moderación y la negociación. Eso sólo la anima a intensificar su campaña de sabotaje y provocación. Aquellos que como Heinz Dieterich defienden que la revolución bolivariana ha ido demasiado lejos y que debe dar marcha atrás, juegan un papel pernicioso. Es imposible detener la revolución a medio camino. O la revolución avanza y golpe a la contrarrevolución o comenzará a desenmarañarse y decaer, permitiendo así que la iniciativa pase a la reacción. El llamado “realismo” de Dieterich de esta manera se convierte en su contrario. Como dice un refrán inglés: la debilidad invita a la agresión.

21 de noviembre de 2007

Venezuela: El tira y afloja económico entre revolución y contrarrevolución Erik Demeester

Un reciente informe de Datanalisis (1) [servicio estadístico venezolano] revelaba lo que ya muchas personas sabían y sufrían. La escasez de productos alimenticios básicos se está volviendo intolerable. Este estudio señala que la leche, la carne de vaca y el azúcar son muy difíciles de encontrar. Otros productos como el pollo, el aceite de cocina, el queso, las sardinas y las alubias también son muy escasos. El análisis se basa en entrevistas a 800 personas en unas 60 tiendas diferentes, supermercados y mercados, tanto del sector privado como de la red pública de distribución: Mercal. El 73,3% de los lugares visitados no tenían leche en polvo a la venta. El 51% ya no tenían azúcar refinada, el 40% no tenía aceite de cocina y el 26,7% no tenía alubias, un producto básico en Venezuela. Dos tercios de los clientes declararon que en un grado u otro padecían escasez de comida donde habitualmente compraban. Colas de horas, algunas veces de cuatro horas, para comprar algo de leche no eran algo excepcional. Esta situación recuerda a la de Chile cuando el sabotaje económico se utilizó contra el gobierno de izquierdas de Unidad Popular en los años setenta. Sin hacernos eco de las historias de pánico e informes exagerados de los medios de comunicación de la derecha, debemos entender que es una situación seria. Los empresarios incluso han amenazado con extender esta situación al primer trimestre de 2008, especialmente debido a las incertidumbres relacionadas con la propiedad privada que incluye la nueva reforma constitucional. Intentan asfixiar la revolución. Las campañas histéricas de los medios de comunicación de la burguesía pretenden crear pánico y, más importante aún, quieren crear insatisfacción entre la propia base social de la revolución. Los empresarios culpan al gobierno Los empresarios se quejan de lo que ellos llaman “cerco gubernamental”, es decir, un asedio del gobierno a la industria y comercio privados mediante todo tipo de nuevas leyes, normas, controles e impuestos. El portavoz de Conindustria (la federación de empresarios industriales), Gómez Sigala, niega las acusaciones del gobierno, que culpa al sector privado de la escasez de comida. La situación actual, según este señor, está provocada por la “política equivocada del gobierno”. “La tarea fundamental de la industria es producir bienes y servicios de calidad... Desgraciadamente, en los últimos años se nos han puesto toda una serie de obstáculos y barreras que han hecho imposible que el sistema productivo nacional funcione con normalidad. “Estos obstáculos son los controles de precios, el control de tipos de cambio, las licencias de importación, los nuevos impuestos y la inseguridad general”. Gómez Sigala también insiste en que “desde 1998 la industria ha caído un 40%. Para recuperar el terreno perdido será necesaria mucha inversión. La política del

gobierno ha tenido efectos contrarios. No sólo fracasa a la hora de atraer nuevos inversores, también ahuyenta la inversión existente”. Nelsón Maldonado, el presidente de la red de comerciantes de Venezuela, Consecomercio, tiene la misma línea de argumentación. Pretende que el gobierno es el responsable de la escasez de productos alimenticios básicos. “Los controles de precios y el control de tipos de cambio generan escasez. Cuantos más controles haya en la economía mayor será la escasez. Los comerciantes no son los causantes de la situación. Esto es lo que se ven en todos los países socialistas”. Después continúa al punto central del argumento de los empresarios: “La escasez actual es la peor en años. Esta es una cuestión fundamental. El gobierno pretende que hay una crisis en el mercado mundial de leche, pero si se van a Calcuta, Puerto Rico o Miami, encontrarán todo lo que necesiten. Allá donde vayan pueden encontrar leche. Por supuesto no a mil bolívares el litro. Eso no existe. Hay leche disponible al precio que realmente cuesta la leche”. Beneficio frente a comida El punto central en realidad es que los empresarios no pueden hacer los beneficios que tenían en el pasado, ahora el gobierno ha impuesto los precios bajos. Así que la industria básicamente dice: “Si tengo que renunciar a mis beneficios, mataré de hambre a la población”. La industria agrícola dice que trabaja a plena capacidad. Las organizaciones campesinas como el Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora no acepta esta afirmación. Por su propia experiencia sabe que en muchos lugares los empresarios se niegan a comprar partes de sus semillas de caña de azúcar, por ejemplo. Los trabajadores de las recién creadas plantas públicas procesadoras de leche se quejan de que no pueden trabajar a plena capacidad porque los grandes propietarios de vacas se niegan a venderles la leche necesaria. La negativa deliberada a invertir y extender la capacidad es una realidad. La capacidad industrial ha caído de manera dramática. Fuentes del gobierno dicen que el número de unidades de producción industrial ha caído un 35% desde 1998. Desde el comienzo de la revolución han cerrado 6.000 empresas. La economía se mueve básicamente con dinero público, esta ausencia de inversión privada significa un sabotaje económico. De repente, los medios de comunicación privados son los defensores de la causa de los pobres y de su salud. Recientemente, El Universal, el periódico burgués por excelencia, dedicó todo un artículo a las consecuencias de una dieta desequilibrada para salud de la población. La escasez de comida como resultado de la política del gobierno provocará anemia, desórdenes de crecimiento entre los niños y jóvenes, ¡y debilitamiento en la vejez! Es verdad que el control de precios y todos los demás controles han desorganizado el funcionamiento normal de lo que aún es una economía capitalista en Venezuela. Estas medidas se han tomado con la mejor de las intenciones: garantizar y extender el acceso a los productos alimenticios básicos para capas más amplias de la población. Gracias al control y a los bajos precios, las capas más desfavorecidas de la población ahora tienen acceso a estos productos. En general, el poder adquisitivo de los pobres también ha aumentado. Un reciente informe de la Cámara de Comercio e Industria Americano-Venezolana, revelaba aumentos significativos en los ingresos entre 2004 y 2006. El 58%, el sector más pobre de la población, ha vito como sus ingresos reales aumentaron un 130%, después de descontar la inflación. Estas conquistas no incluían los beneficios asociados con los diferentes programas sociales o “misiones”, que proporcionan educación gratuita,

sanidad, etc., Una explicación común a la escasez por parte del gobierno es el aumento de la demanda, gracias al incremento del poder adquisitivo, que supera a lo que el mercado es capaz de ofrecer. Por esa razón, el ministro de Alimentación, el general de División Rafael Oropeza, “invita a la industria y a la agroempresa a aumentar su producción con el objetivo de cubrir la demanda local de productos alimenticios”. Teme que la situación actual de escasez cree una situación de desesperación entre la población. Rafael Oropeza también dijo recientemente que no sabía si esta situación estaba provocada por razones políticas o por problemas administrativos. También pretende no saber si es “¡a propósito o no!”. En realidad, la red pública de distribución de alimentaos, Mercal, intenta cubrir la demanda que no satisface el sector privado, es decir, porque se niega a aumentar la producción. Hacen falta medidas audaces y acción de masas El llamamiento de Rafael Oropeza a las empresas para que éstas “satisfagan la demanda”, por decir poco, parece algo ingenua. También revela una falta de conocimiento de cómo funciona una economía capitalista. Los capitalistas no invierten ni producen para “satisfacer la demanda”, aunque lo pretendan. Sólo lo hacen por una razón: conseguir beneficios. Si no pueden ya conseguir más beneficios retirarán la inversión o la reducirán a su mínima expresión. Eso es lo que hoy ocurre en Venezuela. Todas las reformas progresistas como los controles de precios, etc., tienden a desorganizar el funcionamiento normal de la economía capitalista. Los reformistas en el movimiento bolivariano creen que estas reformas son compatibles con el funcionamiento de la economía capitalista. Eso es lo que dicen continuamente. Las principales exigencias de las diferentes organizaciones empresariales son la eliminación de todas las medidas de control del gobierno. Ellos estarían encantados con responder a estas exigencias a cambio de más mercancías. Esta situación puede tener el efecto contrario. La revolución no se puede detener por esta o ninguna otra cuestión. Son necesarias medidas audaces. La nacionalización de la producción y distribución de alimentados bajo el control democrático de los trabajadores, campesinos y consejos comunales es la mejor respuesta a aquellos que intentan matar de hambre a la población. La organización campesina, el FNCEZ, tiene razón cuando dice a los empresarios: Si os negáis a alimentarnos os arrebataremos vuestras fábricas”. Es el momento de llevar a la práctica estas palabras. La situación de escasez de productos alimenticios no es un fenómeno reciente, en los últimos meses ha dado un giro abrupto. El momento no es una casualidad. En la campaña para el referéndum de la nueva reforma constitucional esperan reducir el voto al “sí” o incluso ganar el referéndum con la campaña del “no”. Es parte de una campaña generalizada para socavar la revolución en el frente económico. Esta campaña escandalosa afecta especialmente a los más pobres. El objetivo es evidente. Con la organización de una escasez artificial esperan desmoralizar a aquellos sectores de la población que constituyen la base social de la revolución. La escasez, y su aspecto inevitable de crear un mercado negro paralelo con precios más elevados, pueden neutralizar el efecto del aumento del poder adquisitivo y el control de precios. “¿Para qué vale la revolución si ya no puedes comprar leche?” Ese es el sentimiento que la contrarrevolución quiere introducir entre la población. Las capas políticamente más atrasadas de la revolución pueden estar tentadas a esta reacción, sobre todo, cuando les bombardean diariamente con informes terroríficos en los medios de comunicación.

La reacción del gobierno es una combinación de llamamientos a las empresas a que aumenten la producción, importaciones masivas de los productos desaparecidos y distribución a través de la red Mercal, además de intentar desarrollar una industria pública alimenticia paralela. A esto se debe añadir las expropiaciones limitadas y muy parciales de empresas abandonadas en la cadena de producción alimenticia y tímidas medidas contra los ejemplos flagrantes de retención, corrupción y especulación. Como el Mercal no funciona bajo el control democrático eso hace que esté lleno de corrupción. También es una de las razones por la el Mercal sufre la escasez de comida. Enormes cantidades de productos del Mercal “encuentran su camino” hacia el mercado negro. Algunos burócratas hacen contrabando con estos productos que después venden a los buhoneros o vendedores callejeros a precios incontrolados, y por lo tanto, muy elevados. La revolución en Venezuela está de nuevo en una encrucijada. Es atacada en todos los frentes. En el frente económico necesita urgentemente pasar a la ofensiva. Las medidas a medio camino no combatirán la amenaza del sabotaje económico. La economía es el talón de Aquiles de la revolución. Hasta ahora los reformistas en el gobierno han podido responder a esta debilidad con inversión pública masiva e importaciones financiadas por los ingresos del petróleo. Todo esto se hace dentro de los límites de la economía capitalista. Esperan posponer y evitar un enfrentamiento con la oligarquía. Pero todo es inútil, como demuestra esta situación. Los batallones socialistas, como las agrupaciones locales del recién formado Partido Socialista Unido de Venezuela, deberían encabezar un programa de acción e masas por el control obrero de los precios, de la cadena de productos alimenticios y por la nacionalización. Notas 1.

Análisis Monitoreo exploratorio del mercado de productos con precios regulados por el Estado. Datanalisis, 16 octubre 2007

El sectarismo de izquierda y el referéndum venezolano Aníbal Montoya

Con enemigos como éstos, ¿para qué necesita amigos el imperialismo? La revolución es la prueba suprema para cualquier tendencia revolucionaria que se proponga ayudar a las masas oprimidas a transformar la sociedad. Es en la arena revolucionaria donde una corriente política tiene que demostrar cuán acertadamente absorbió las ideas del socialismo y las lecciones de la historia durante el período preparatorio previo. La revolución venezolana está poniendo a prueba a todas las tendencias que se llaman a sí mismas socialistas, revolucionarias y hasta “trotskistas”. Está dejando en claro qué tendencias sirven a la revolución y al desarrollo de la conciencia política de los trabajadores, en Venezuela e internacionalmente, y cuáles son un obstáculo o sirven inconscientemente a la reacción en sus propósitos contrarrevolucionarios, con su accionar equivocado y sus posiciones políticas. El papel de los revolucionarios

Un partido revolucionario no maldecirá el estado de cosas existente, exigiendo a la realidad condiciones objetivas ideales que le permitan desarrollarse con el mínimo esfuerzo. Nunca existieron esas condiciones ideales, ni en Venezuela, ni en la Revolución Rusa ni en ninguna otra revolución en la Historia. Un partido revolucionario tomará la realidad tal cual es, analizará sus contradicciones internas (las fuerzas opuestas en conflicto y su interrelación mutua) y preverá el desenvolvimiento más probable de los acontecimientos, interviniendo en esa realidad viviente para asegurar las mejores condiciones para el triunfo de la revolución. Un partido revolucionario es, por encima de cualquier cosa, un grupo de acción. El partido revolucionario siempre tratará de utilizar las herramientas que le proveen el sistema y el estado de cosas existente para agitar y movilizar a las masas haciendo avanzar el movimiento hacia su objetivo final. En esto consistía el famoso “realismo revolucionario” de Lenin que muchos evocan pero que no todos comprenden cabalmente. Justamente, la tarea de ubicarse en la realidad tal cual es y aprovechar cada oportunidad que se presente para enraizarse en el movimiento de masas, ganar su confianza, crecer y desarrollarse junto a las masas mismas, y convertirse en su vocero más resuelto y consecuente, constituye la propia tarea de construcción del partido revolucionario. Los sectarios se quejan amargamente de la realidad tal cual es y le exigen a la Historia que les dé todo hecho sin necesidad de arremangarse la camisa, sin meter las manos en el barro. Por eso es habitual que los sectarios siempre aparezcan como espectadores en una revolución, asignándose el papel de “gran fiscal” autoelegido de ese gran drama humano que representa una revolución. El primer deber: ubicarse en el campo de la revolución En Venezuela, la tarea primera del revolucionario es ubicarse en el campo de la revolución. Estar del lado de las masas, en su misma barricada, más allá de quiénes sean sus jefes accidentales. En el caso que nos ocupa el movimiento real de las masas (no el ideal, no el que “dictan” ciertos manuales) es el llamado Movimiento Bolivariano. De la misma manera que el movimiento real de las masas revolucionarias en la Rusia del 17 giró alrededor de los Consejos (sóviets), de los sóviets de obreros, soldados y campesinos de toda Rusia. En él convivían revolucionarios y reformistas, marxistas, socialdemócratas y anarquistas; e incluso elementos burgueses aislados. Los bolcheviques nunca dudaron de cuál era el campo revolucionario, pese a que inicialmente estaban en minoría dentro de él. Aceptaron el dominio del ala reformista del movimiento mientras que, pacientemente, explicaban a las capas más avanzadas de los obreros, soldados y campesinos las verdaderas tareas de la Revolución. Cuando sentían que la revolución estaba en peligro, a veces como resultado de las propias acciones de los dirigentes reformistas soviéticos, siempre permanecieron al lado de las masas, emplazando a estos dirigentes a políticas de frente único para derrotar al enemigo común, mostrándose como los elementos más luchadores y abnegados. Fue de esta manera que los bolcheviques, en un período corto de sólo unos meses, pudieron conquistar una mayoría sólida en el movimiento revolucionario y en los sóviets. Esto fue lo que decidió el destino y el triunfo de la revolución rusa en Octubre del 17. Los sectarios, fuera del campo revolucionario Los sectarios, en Venezuela y Argentina, están descontentos con el presidente Chávez y con el movimiento bolivariano por el lento avance de la revolución en sus tareas socialistas, por la política confusa y vacilante de su dirección, y por la

presencia en la misma de elementos reformistas. Pero los sectarios no se conforman con mostrar, ruidosa y estridentemente, su descontento con esto. Van más allá y se niegan a ver en el movimiento bolivariano, en el movimiento real de las masas trabajadoras venezolanas, el campo de la revolución. Como no aceptan su dirección actual, desertan del escenario de batalla real y se declaran “neutrales” entre los dos campos contendientes, el del movimiento de las masas venezolanas (el movimiento bolivariano) y el de la contrarrevolución burguesa e imperialista. Para estas damas y caballeros, ambos campos son por igual enemigos del movimiento de las masas trabajadoras venezolanas; es decir, de un movimiento de masas “ideal”, que no tiene cuerpo ni vida real salvo en sus cabezas. León Trotsky, que algo entendía de revoluciones, dijo al respecto: “El pensamiento idealista, ultimatista, ‘puramente' normativo, desea construir el mundo a su propia imagen y simplemente se aleja de los fenómenos que no le agradan. Los sectarios, es decir, la gente que es revolucionaria solamente en su imaginación, se guían por normas idealistas vacías. Dicen: ‘estos sindicatos no nos gustan, no perteneceremos a ellos; este Estado de los trabajadores no nos gusta, no lo defenderemos'. Constantemente prometen empezar de nuevo la historia. Construirán un Estado de los trabajadores ideal, cuando Dios ponga en sus manos un partido y un sindicato ideales. Pero hasta que no llegue este momento feliz, harán pucheros ante la realidad. Un gran puchero, que es la expresión suprema del “revolucionarismo” sectario. ... el pensamiento dialéctico —marxista, bolchevique— toma los fenómenos en su desarrollo objetivo y al mismo tiempo encuentra en las contradicciones internas de este desarrollo la base de realización de sus ‘normas”. Por supuesto es necesario recordar que las normas programáticas sólo se realizan si son la expresión generalizada de las tendencias progresivas del ‘proceso histórico objetivo”. (León Trotsky, ¿Ni un Estado obrero ni un Estado burgués?, 25 de noviembre 1937). La posición de nuestra corriente La Corriente Marxista Internacional, de la que forma parte la Corriente Socialista El Militante de Argentina, dio desde el principio un apoyo incondicional a la revolución venezolana y reconoció en el llamado Movimiento Bolivariano la expresión genuina del movimiento real de las masas oprimidas venezolanas. Desde el mismo comienzo de la revolución venezolana, hace ahora 9 años, nuestra tendencia fue capaz de prever, como una de las variantes posibles, la evolución del movimiento bolivariano hacia posiciones socialistas, que es lo que ha ocurrido. Por lo tanto, nada de lo ocurrido en los últimos años en Venezuela nos tomó desprevenidos. Hemos defendido la revolución venezolana en todos los foros e instancias de la lucha de clases y del movimiento obrero internacional. Impulsamos la Campaña Manos Fuera de Venezuela, que está activa en 30 países de los cinco continentes y se ha convertido, por méritos propios, en la principal campaña de solidaridad internacional con la revolución venezolana que existe en el mundo. Hemos difundido en el movimiento obrero internacional los impresionantes logros de la revolución venezolana, acaso pequeños y de poco interés para los pedantes pequeñoburgueses de clase media que se disfrazan de temibles revolucionarios, pero gigantescos para los trabajadores, los campesinos y los habitantes pobres de los barrios y pueblos de Venezuela. Logros que, en cientos de miles de casos suponen rebasar la frontera entre la vida y la muerte, física y espiritual. En Venezuela actualmente toda la población tiene acceso gratuito a la salud, desde el tratamiento preventivo hasta las intervenciones quirúrgicas de mayor complejidad. Decenas de miles de venezolanos pobres han sido operados con éxito y gratuitamente en clínicas oftalmológicas de cataratas, miopía, astigmatismo y

otras enfermedades y problemas oculares. En sólo unos años, Venezuela terminó con el analfabetismo, como ha reconocido oficialmente la propia ONU. Se multiplicaron las escuelas primarias y secundarias en todo el país. Las universidades públicas han abierto sus puertas a los hijos de los trabajadores y de los campesinos pobres. Venezuela ha reafirmado su control sobre sus recursos petroleros, garantizando que el 80% de la renta petrolera permanezca en el país y se destine principalmente a desarrollar las infraestructuras básicas y al gasto social. La degenerada burguesía venezolana nunca desarrolló el sistema ferroviario, ni siquiera al nivel metropolitano, y eso lo está empezando a hacer desde hace unos años el gobierno del Presidente Chávez. Trayectos que hasta hace unos años suponían 2 horas de viaje ahora se hacen en 15 minutos. En Venezuela, los productos de consumo básico están subvencionados por el Estado garantizando a toda la población el acceso a alimentos de primera necesidad nutritivos, de calidad y a bajo precio. Se multiplicaron los montos y la escala de las jubilaciones y las pensiones, y demás gastos sociales. La revolución venezolana puede afirmar con más propiedad que la misma Biblia: “Y los ciegos volvieron a ver, los rengos volvieron a caminar y los hambrientos fueron saciados”. No es necesario añadir que estos avances en la salud, en la educación y en la alimentación de las masas trabajadoras que muestra Venezuela no pueden ser gozados hoy por millones de trabajadores y sectores pobres en Argentina y demás países latinoamericanos; con la excepción, quizás, de Cuba; o sólo pueden hacerlo al costo de enormes sacrificios y privaciones. Pero nos atreveríamos a decir que estos pasos adelante en las condiciones de vida de las masas palidecen ante una conquista más preciosa que no puede calibrarse con aparatos de medición ni estadísticas. Y es el despertar de la conciencia y la dignidad de millones de hombres y mujeres normales de las clases oprimidas. Millones de hombres y mujeres comunes que descubrieron que tienen voz propia, que no agotan su existencia en las cuatro paredes de sus casas o de sus lugares de trabajo, que participan en asambleas incontables, en manifestaciones multitudinarias, que militan en sus barrios y empresas, que descubrieron el odio contra la injusticia, los explotadores y el imperialismo. Millones de hombres y mujeres comunes que organizan radios y periódicos comunitarios en sus barrios y pueblos, centros de cultura, actividades deportivas, y que exigen una participación creciente en el control y en la decisión sobre el destino de sus vidas. Esta es la fuente inagotable de donde emana la fuerza revolucionaria de las masas venezolanas, de las masas “bolivarianas”. ¿Por qué los sectarios se oponen a la reforma constitucional? Es un escándalo y una vergüenza que los grupos sectarios se desgañiten todo el tiempo contra el gobierno venezolano y no dediquen ni una sola línea de sus escritos y discursos a mencionar y rendir tributo a estos pasos adelante que ha traído la revolución venezolana. En esto, y en otras cosas como luego veremos, hacen causa común, sin pretenderlo, con la contrarrevolución burguesa e imperialista. Donde los sectarios se han cubierto completamente de gloria es con su posición sobre la reforma constitucional en Venezuela, impulsada por el presidente Chávez y sancionada por la Asamblea Nacional (parlamento). Este proyecto será sometido a referéndum popular el próximo 2 de diciembre. ¿Qué cambios introduce esta reforma constitucional que tan furibundos ataques está recibiendo de la burguesía mundial y del imperialismo, y de nuestros “amigos”

los sectarios ultraizquierdistas? Destacamos los siguientes: · Se promulga la jornada laboral de 6 horas, y la semanal de 36. · Se otorgan plenos derechos sociales (enfermedad, pensión, invalidez, seguro de desempleo, salud, etc.) a los empleados “informales” que, como sigue ocurriendo en Argentina, no gozaban de ninguno de estos derechos. · Se prohíbe expresamente la privatización de la seguridad social, del régimen de pensiones, de las carreteras y autopistas y se afirma el control estatal de la explotación, industrialización y comercio de los hidrocarburos y minerales. · Se prohíben los latifundios y se ordena su transferencia al Estado y a las comunidades campesinas. · Se afirma expresamente la prioridad de la propiedad social y estatal sobre la privada. · Se introducen mecanismos de poder popular (Consejos comunales, asambleas populares, consejos de trabajadores, consejos estudiantiles, etc.) que incorporan a las masas populares a tareas de participación y control social, cercenando atribuciones al Estado burgués en intendencias y gobernadurías. · Se concede el derecho de voto a los estudiantes y trabajadores no docentes para la elección de las autoridades en las Universidades, al que estaban negados hasta ahora. · Se legalizan las milicias populares como parte integrante de las fuerzas armadas. · Se formula el carácter antiimperialista de las fuerzas armadas venezolanas. · La Constitución venezolana formula el carácter socialista de la revolución y del Estado. Como todo el mundo sabe, los empresarios venezolanos y el imperialismo se oponen frontalmente a estas reformas y están moviendo todos los medios a su alcance, que no son pocos, para desacreditar ante los trabajadores de todo el mundo al gobierno de Chávez y lanzar todo tipo de calumnias y mentiras, como vienen haciendo desde hace años. ¿Un paso hacia la dictadura? Su argumento favorito es que esta reforma de la Constitución venezolana es el paso previo a la instauración de un Estado “totalitario” y supone un recorte a las “libertades democráticas”. Cualquier trabajador o joven consciente conoce perfectamente la hipocresía que esconden estas palabras. Para los poderosos, todo lo que ponga límites a sus negocios y ganancias e incremente el bienestar del pueblo trabajador, es un abuso intolerable y un atentado a la “democracia”. No nos van a engañar. Esta misma gente es la que apoyó y organizó las dictaduras sanguinarias en América Latina en los 70's y 80's, o la que promueve actualmente la esclavización colonial de los pueblos oprimidos como Irak, Afganistán o Haití. Esta queja amarga por “democracia” tiene un sabor irónico especial viniendo de la misma gente que organizó un golpe de estado contra el gobierno electo democráticamente de Hugo Chávez en abril del 2002. Venezuela disfruta ya de la Constitución más democrática y avanzada del mundo, y esta reforma lo hará todavía más. Hugo Chávez ganó 8 consultas electorales de todo tipo (elecciones presidenciales, elecciones a la Asamblea Constituyente, elecciones legislativas, referéndums, etc.), la última hace un año con el 63% de los votos. Lo escandaloso no es que los enemigos de los trabajadores y de todo lo que hay de progresista en la sociedad aúllen desesperados sobre la “falta de democracia”

en Venezuela, lo indignante es que algunas corrientes de izquierda “revolucionarias” se sumen al coro de estos reaccionarios y repitan palabra por palabra las mismas calumnias contra la revolución venezolana y Hugo Chávez. El carácter progresivo de la reforma ¿Cuál debería ser la posición de un grupo revolucionario serio ante las tareas que debe llevar adelante la revolución venezolana y ante esta reforma constitucional? Una organización revolucionaria seria debería, en primer lugar, saludar los pasos adelante dados por la revolución, ponerse a disposición del movimiento de masas e intervenir en él para hacerlo avanzar, denunciando al imperialismo y a la burguesía que tratan de socavar el proceso revolucionario; en segundo lugar, debería explicar pacientemente el programa socialista que consiste en la nacionalización de las palancas fundamentales de la economía (los bancos, los latifundios y los monopolios), bajo el control democrático de los trabajadores, al mismo tiempo que advierte de las limitaciones de las medidas tomadas si no se rompe decisivamente con el capitalismo y no se dan pasos adelante en la creación de organismos de poder obrero y popular en las fábricas, barrios y pueblos; y, por último, combatir las posiciones de los reformistas y burócratas en el seno del movimiento bolivariano, que obstaculizan las medidas progresistas anunciadas por Chávez y la iniciativa revolucionaria de las masas. Es verdad que la reforma constitucional impulsada por Chávez no supone una ruptura con el capitalismo, pero sí amenaza parcialmente sus posiciones en la estructura económica y en el aparato del Estado. Pero más allá de impulsadas, lo que independientemente organización de las socialismo.

las limitaciones que se le puedan señalar a las reformas es indudable es que introducen medidas progresistas que, de su aplicación efectiva, facilitan la movilización y la masas trabajadoras para profundizar la revolución hacia el

Todas y cada una de estas medidas constituyen un arma formidable en manos de las masas trabajadoras y de los revolucionarios para movilizar, organizar y profundizar la revolución exigiendo al día siguiente del referéndum que la letra muerta de la Constitución se transforme en realidad viva para avanzar en la mejora de las condiciones de vida de las masas y en su autoorganización revolucionaria. El carácter contrarrevolucionario de la defensa del voto NO y de la abstención La burguesía venezolana, el imperialismo y los burócratas reformistas del movimiento bolivariano tiemblan de pavor ante esta perspectiva. Por eso se oponen al referéndum y defienden con todos los medios a su alcance el No o la abstención en el mismo. Un revolucionario que merezca ese nombre no permanecerá a un costado del camino llorando amargamente por el carácter limitado e incompleto de estas reformas, sino que estará junto a las masas trabajadoras para exigir su aplicación inmediata. Estas aprenderán en su experiencia quiénes, dentro del movimiento bolivariano, son los verdaderos amigos de la revolución y quiénes no, lo que ayudará a desenmascarar a los que, con la boina roja y la palabra revolución, no actúan más que como “quintacolumnistas” del enemigo en el campo revolucionario. La victoria del No o un porcentaje alto de abstención sería usufructuado por la contrarrevolución. Daría nuevos bríos a sus escuálidas bases sociales de apoyo, tendría un efecto depresor en las masas revolucionarias, incrementaría la osadía de

los contrarrevolucionarios infiltrados en el aparato del Estado y el ejército, y recrudecería la campaña internacional del imperialismo contra la revolución venezolana. También tendría consecuencias en la lucha de clases internacional, porque igualmente reforzaría la confianza de las burguesías locales en América Latina e internacionalmente y su arrogancia contra la clase obrera y demás sectores populares. Y en sentido contrario, una victoria aplastante del Sí reforzaría la confianza de las masas venezolanas en sí mismas para exigir nuevos avances en la revolución. El mismo efecto tendría en las masas trabajadoras latinoamericanas para quienes Venezuela se ha convertido en un faro de esperanza. No ver las consecuencias progresivas o reaccionarias del resultado del referéndum constitucional demuestra una miopía colosal. La burguesía y el imperialismo sí lo tienen muy claro por eso arrecian su campaña reaccionaria contra Venezuela conforme nos acercamos al 2 de diciembre. El cretinismo democrático Por supuesto, que estas disquisiciones no preocupan en absoluto a nuestros “amigos” sectarios. Ya mencionamos antes la posición de esos grupos sobre la revolución venezolana en general ¿Cuál es su posición sobre la reforma constitucional que será sometida a referéndum popular el próximo 2 de diciembre? Estos “amigos” de la Revolución afirman que los cambios introducidos en la Constitución traerán el peligro del “bonapartismo” (dictadura) y “atentan contra los derechos democráticos”. Con “amigos” como éstos, ¿quién necesita enemigos? En Argentina, grupos como el Partido Obrero, el PTS, y otras agrupaciones menores como Izquierda Socialista, o el MAS (por no mencionar a las demás) defienden orgullosamente esta posición y por eso piden a las masas venezolanas el voto NO o la abstención en el referéndum del 2 de diciembre, exactamente como la burguesía y el imperialismo. Observemos que su crítica al “cesarismo” y al “bonapartismo” de Chávez va en la línea de la crítica burguesa. En el colmo de su cretinismo “democrático” los sectarios exigen la convocatoria de una Asamblea Constituyente en lugar de un referéndum, como si ocho consultas electorales sucesivas en 9 años (elecciones presidenciales, asamblea constituyente, referéndums, elecciones legislativas) ganadas democráticamente por Chávez (la última con un apoyo del 63% de los votos hace un año) no fueran suficientes credenciales democráticas del régimen. Han llevado el doctrinarismo ultraizquierdista hasta las últimas consecuencias, colocándolos en la incómoda posición de aparecer al lado de la contrarrevolución burguesa e imperialista en todas las cuestiones fundamentales. Así ocurrió cuando el gobierno venezolano decidió no renovar la concesión al canal de TV golpista y de derecha, RCTV, medida que criticaron porque “era un ataque a la libertad de expresión”. El mismo argumento que utilizó la reacción. Como si un gobierno legitimado 8 veces por la voluntad popular no debiera tomar medidas de autodefensa contra los burgueses que monopolizan los servicios públicos (como el espacio radioeléctrico) para enriquecerse con el engaño y el embrutecimiento de la población, y sobre todo para participar en conspiraciones para derribar a un gobierno apelando abiertamente a un golpe militar y al asesinato del presidente del país, como era el caso de RCTV. La causa de estos errores (y horrores) es que ellos consideran enemigos por igual al gobierno venezolano que la burguesía y el imperialismo norteamericano que lo quiere derribar. Al asumir una posición neutral entre los dos campos de batalla, en una guerra donde se debate la vida y la muerte de la revolución y el futuro de millones de trabajadores, ayudan a la reacción al desertar del campo de batalla. No hay terceras vías. O con las masas y el campo revolucionario, con todas sus debilidades, vacilaciones y equivocaciones explicando pacientemente un programa

y una política genuinamente socialista; o con la burguesía y el imperialismo.

¿Socialismo en Venezuela, pero no en Argentina? En cualquier caso, hay algo muy gracioso en todo esto. Todos estos revolucionarios “temibles” dicen oponerse a la reforma constitucional venezolana porque no supone una ruptura fundamental con el capitalismo. Dicen que esta reforma no plantea la expropiación efectiva de la banca, ni de los monopolios privados, ni tampoco de los latifundios. Pero resulta curioso que todos estos grupos “rrrrrevolucionarios” y “super socialistas” tampoco defendieron en Argentina un programa socialista en las pasadas elecciones presidenciales del 28 de octubre, como tampoco lo hicieron en las elecciones de años anteriores. Ni el PO, ni el FITS (frente del PTS-MAS e Izquierda Socialista) ni los agrupamientos más chicos tuvieron el valor de defender un genuino programa socialista en las elecciones. Ninguna de estas listas defendió la nacionalización de la banca, de los monopolios privados ni de los latifundios, sin indemnización y bajo control obrero. Y esta misma gente tiene el “tupé” de exigirle a Chávez que haga lo que ellos mismos no son capaces de defender “de palabra” en nuestro país. Es difícil imaginar un despropósito mayor. Afortunadamente este tipo de tendencias no tienen apenas relevancia en el movimiento revolucionario venezolano y allá donde aparecen son recibidas con un merecido desprecio por los trabajadores. Pero, lamentablemente, como también es el caso de Argentina, maleducan, pervierten y destruyen a cientos de jóvenes y trabajadores genuinamente revolucionarios que invariablemente terminarán “quemados” y desmoralizados con su experiencia con estas políticas sectarias. Lo más grave es que estas posiciones políticas resultan muy útiles a la contrarrevolución porque la ayudan a enmascarar sus objetivos reaccionarios detrás de un “frente amplio” que va de derecha a izquierda bajo la divisa de “defensa de la democracia”. Al mismo tiempo, ensucian el nombre del “marxismo” y del “trotskismo” ante capas amplias de la clase trabajadora y la juventud. Por un voto masivo a favor del SI No nos cabe ninguna duda de que los trabajadores venezolanos y demás sectores populares de la sociedad se guiarán por su instinto de clase y se agruparán masivamente alrededor del voto por el “SI” en el referéndum. De esta manera, colocarán en el lugar que se merecen a la burguesía contrarrevolucionaria y al imperialismo, pero también a los grupos sectarios de izquierda que les sirven a éstos de coro animador para sus objetivos reaccionarios. Las masas trabajadoras venezolanas inaugurarán con su victoria en el referéndum del 2 de diciembre un nuevo capítulo de la revolución venezolana y exigirán al día siguiente la aplicación práctica de esta reforma, lo que sólo será el preámbulo de luchas y ofensivas revolucionarias más audaces que acercarán la posibilidad cierta de la transformación socialista de la sociedad, en Venezuela y más allá. 29 de noviembre de 2007

¿Por qué perdimos el referéndum de la reforma constitucional?

Un análisis marxista Corriente Marxista Revolucionaria (Venezuela)

“Pensar que la revolución ya ha triunfado porque ganamos las elecciones del 3 de diciembre (de 2006), porque somos más y tenemos razón, es un grave error. Aún mas, pensar que la revolución es irreversible es un error. Mientras el poder económico del país siga en manos de los capitalistas la revolución estará amenazada. La idea de que la cuarta república “no volverá” sólo será una realidad cuando el conjunto de las tierras, la banca y la industria este en manos del pueblo y las comunidades. (...) Por todo ello hay que ir hasta al final cuando antes y dar el golpe definitivo al capitalismo en Venezuela. Cuanto más tardemos más tiempo les damos para organizarse de nuevo.” ¿Cómo derrotar la nueva ofensiva de la contrarrevolución? Volante de la CMR repartido durante las movilizaciones en apoyo a la no renovación de la concesión a RCTV

Victoria pírrica y polarización social A la 1:30 de la madrugada del día 3 de febrero de 2007 la presidenta del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena, anunciaba la victoria del No en el referéndum para la aprobación de la reforma constitucional. Con el 88% de los votos escrutados, el “no” sumaba el 50,7% de los votos, frente al 49,2% logrado por el “sí”. A los pocos minutos, en cadena nacional, el presidente Chávez reconocía los resultados: Esta campaña electoral se ha llevado bajo un proceso de enorme polarización social a izquierda y a derecha que se ha reflejado finalmente en estos resultados. Lo que más llama la atención es la victoria del NO por sólo 130.000 votos, lo que refleja la enorme polarización social, uno de los rasgos fundamentales a destacar de la actual situación. Otro punto es que, respecto a las elecciones presidenciales de hace ahora un año (3 de diciembre de 2006), ha habido apenas una subida del voto de la derecha de 250.000 votos, menos de un 10%. Es decir, la derecha no ha ampliado su base social que se mantiene prácticamente igual. El rasgo más significativo de este referéndum es que Chávez sacó hace un año 7.309.080 votos. Es decir: tres millones de votantes chavistas se han abstenido en este referéndum. No se han ido a la derecha sino a la abstención: ésta hace un año fue de 25, 3 % y ahora ronda el 45% Esa ha sido la causa fundamental de la derrota del día 2. ¿Cuáles han sido las causas de esa abstención en el campo

revolucionario? Derrotados por la abstención En el documento de perspectivas aprobado en abril de 2007 en el Congreso de la CMR señalábamos lo siguiente: “Chávez, para marchar hacia la expropiación de la oligarquía, deberá basarse en la iniciativa de las masas o fracasará. Si no toma acciones decisivas contra los capitalistas es inevitable más tarde o más temprano que la contrarrevolución vuelva a levantar cabeza y pueda agrupar tras de sí a un sector de la población y animar de nuevo a su base social. La creencia de que con la renta petrolera es suficiente para desarrollar el país y convencer a los capitalistas se estrellará con la dura realidad. Las últimas medidas anunciadas por Chávez han prendido todas las luces de alarma en los cuarteles generales del imperialismo. Como en el caso de Fidel y el Che en Cuba en 1961 cada paso a la izquierda que da la dirección revolucionaria anima a las masas. Pero si Chávez no llega hasta el final expropiando y estatizando los sectores básicos de la economía para instaurar una economía planificada democráticamente y creando un autentico estado revolucionario —único medio de acabar con el burocratismo y la corrupción— las masas empezaran a impacientarse. Muchas revoluciones han sido derrotadas por excesos verbales. Si las palabras no se transforman pronto en hechos la contrarrevolución levantará cabeza e intentará de nuevo tumbar el gobierno”. La derrota en el referéndum sólo se puede entender partiendo de este análisis. La causa fundamental de la abstención ha sido que para un sector de las masas, tras 9 años de revolución —y luego de que Chávez alcanzase hace un año 7.300.000 votos (63%), el mayor apoyo jamás obtenido por presidente alguno de Venezuela— no ha habido un cambio decisivo en sus condiciones de vida. Los problemas de vivienda, empleo, economía informal, inseguridad ciudadana, etc., pese a los indudables avances de la revolución, no han sido resueltos. La mayor parte de la población sigue viviendo en ranchos, millones (casi el 50% de la población activa) siguen empleados en la economía informal —lo que significa estar excluidos de las subidas salariales o inamovilidad laboral aplicadas por el gobierno o de la reducción de jornada a 6 horas que proponía la reforma— y sobre todo vivir en una constante indefensión y precariedad. Pese a los enormes avances en el sector salud con la Misión Barrio Adentro, la revolución todavía no ha llegado a los centros hospitalarios, donde existen problemas endémicos (insuficiencia de instalaciones, mal estado de las mismas, falta de un servicio adecuado...). Las Misiones Educativas han erradicado el analfabetismo y ampliado enormemente el acceso a la educación pero al permitir que la burguesía mantenga el control absoluto de las principales universidades públicas y privadas del país ha favorecido el desarrollo de dos sistemas paralelos y la utilización por parte de la contrarrevolución de las universidades como cotos privados y plataformas políticas para la desestabilización. Expectativas revolucionarias vs realidades capitalistas Un buen ejemplo de las contradicciones que tienden a provocar cansancio y favorecen la abstención de sectores que en otras ocasiones apoyaron a Chávez y la revolución es el de la vivienda. Según la Cámara Venezolana de la Construcción el déficit de viviendas ha pasado de 880.083 en 1990 a 1.680.000 actualmente. El ritmo anual de construcción de viviendas no cubre ese déficit, que en lugar de reducirse tiende a crecer. No es que Chávez o el Gobierno no tengan interés en resolver el problema. Todo lo contrario. Según ese mismo informe, el dinero destinado a construir viviendas ha aumentado significativamente en los últimos años pero curiosamente no aumenta el número de viviendas construidas. No se trata sólo de que haya despilfarro, corrupción, etc. Una de las razones que

aducen los expertos es que los costes de los materiales de construcción han aumentado un 53%. El factor decisivo —como en todos los demás terrenos— es el mantenimiento del sector (empresas constructoras, concreteras, etc) en manos de capitalistas que sólo las ponen en marcha en busca del máximo beneficio y no para satisfacer las necesidades sociales. Esto mismo que decimos para la construcción de nuevas viviendas es válido para los créditos a la compra de vivienda ya construida o para los alquileres. Los bancos privados sabotean los planes y controles del gobierno (igual que lo hacen con los microcréditos, créditos agrícolas y demás). Todo el peso recae sobre los bancos públicos, pero a causa de la contradicción entre una oferta insuficiente y la demanda en aumento los precios se disparan. El resultado es que los planes que presenta Chávez generan unas expectativas que el mantenimiento del capitalismo y la economía de mercado impiden satisfacer. Y así en otras muchas cosas. La economía, a pesar de los datos de crecimiento macroeconómico, acumula enormes contradicciones. El discurso triunfalista de muchos funcionarios ministeriales choca con los problemas que siguen sufriendo las masas y aún más con las expectativas crecientes que generan nueve años de revolución. El salario mínimo es el más alto de América Latina pero la inflación se come cada vez una mayor parte y en muchas empresas no se cumple (como tampoco se cumple la inamovilidad laboral y otras medidas progresivas aplicadas por el gobierno). La informalidad —como ya hemos dicho— no ha sido reducida de un modo drástico y aunque según las estadísticas oficiales el desempleo ha bajado lo ha hecho tímidamente (los empresarios privados no invierten en la construcción de nuevas fábricas que generen empleo), y el poco empleo que se crea sigue siendo en su mayoría en condiciones precarias. Tras un primer momento en el que esto supone un cierto balón de oxígeno, la expectativa de cualquier trabajador es tener estabilidad y derechos en el puesto de trabajo, algo que en Venezuela sigue siendo una excepción. A todo esto hay que sumar el sabotaje económico, que durante el último año se ha recrudecido y llevado a que muchos productos básicos tales como azúcar, aceite y en los últimos meses la leche desaparezcan de los mercados. Este último, además de prolongarse varios meses su escasez, y justamente durante toda la campaña electoral (algo que la oposición ha utilizado insistentemente) toca un punto muy sensible para las familias: la leche para los niños. Frente a este sabotaje el gobierno no ha tomado ninguna medida efectiva que le ponga fin. Es más, algunos responsables ministeriales en lugar de explicar la responsabilidad de los capitalistas en el saboteo y tomar medidas contra el mismo lo que han hecho es negar problemas de abastecimiento, algo que aleja e indigna al ciudadano que oye esas declaraciones, va al mercado y no encuentra el productos que busca. El socialismo debe suponer mejores condiciones de vida Las masas hace un año votaron por el socialismo. Pero el socialismo para las masas es algo muy concreto, ante todo es una mejora sustancial de sus condiciones de vida. Si ese cambio claramente positivo no se da entonces para un sector de las masas revolucionarias todas las palabras sobre el socialismo se quedan en eso: en palabras, algo hueco y sin sentido. Lo mismo ocurre con la corrupción y el burocratismo. El propio Presidente Chávez ha denunciado en varias ocasiones la lacra del burocratismo y la corrupción y llamado a luchar contra ella. Pero cuando las masas han intentado poner en práctica ese llamado han chocado con una burocracia reformista, en realidad pro-capitalista, que tiende a desarrollarse en las diferentes instituciones y a fusionarse cada vez más con la burguesía. Durante un tiempo la idea de que Chávez está sólo, rodeado de gente que no le apoya y hay que poyarle para acabar con esa burocracia hace que las masas den

un margen de confianza pero, si al cabo de un tiempo esas practicas continúan y no hay medidas decisivas contra ellas, no hay detenidos, destituidos, en definitiva: no hay una depuración en líneas democráticas y revolucionarias de los cuadros del movimiento bolivariano, entre algunos sectores cundirá la impaciencia y entre otros el escepticismo, que es un veneno para cualquier revolución. En esas circunstancias la campaña de la oposición y del imperialismo tuvo un efecto en sectores de las masas. No para moverlos a su lado, pero sí para dejarlos paralizados. Algunos de ellos dieron así un voto de protesta. En un contexto donde la contrarrevolución fanatizó a su base social y amenazaba con un enfrentamiento civil el único modo de poder agrupar al conjunto de las masas y especialmente a los sectores menos convencidos y más decepcionados hubiese sido con medidas muy concretas que significasen, como hemos dicho, una transformación rápida y determinante de sus condiciones de vida y demuestre sin ninguna duda que el socialismo significa un avance en sus vidas. Por supuesto, la reforma constitucional tenía entre sus objetivos —como explicamos los marxistas cuando le dimos nuestro apoyo— el de afrontar algunos de estos problemas pero para un sector de las masas la verdad en este referéndum era muy concreta: la reforma significaba más promesas e intenciones (como las que vienen escuchando desde hace ya demasiado tiempo) que realidades ya conseguidas y palpables. Una seria advertencia para la revolución Por último, aunque estos que hemos comentado son los factores fundamentales, es evidente que también ha existido un sector de la burocracia tanto del estado como del movimiento bolivariano que no ha sabido ni querido explicar la reforma y luchar por ella. La falta de propaganda que luego aparecía misteriosamente dos o tres días antes del fin de campaña, la ausencia de orientación política e ideológica por parte de muchos de los cuadros dirigentes obligó a los militantes del naciente PSUV y al propio Chávez a tener que multiplicarse y superar todos los obstáculos a menudo con grandes dosis de improvisación. El nacimiento del PSUV ha sido un paso adelante pero en esta primera batalla volvió a evidenciarse que está Chávez por arriba, las masas y los militantes de base del PSUV por abajo y en medio un gran vacío. Frente a esto teníamos la “santa jauría” en la que aparecían unidos el imperialismo en pleno, los empresarios, los estudiantes contrarrevolucionarios, la Iglesia e incluso traidores recientes como Baduel, PODEMOS, etc. que intentaban usar su pasado reciente en el chavismo para confundir. El Comando Zamora era Chávez acompañado por Jorge Rodríguez y por miles de militantes de base que, con voluntad y entusiasmo, intentaban superar la ineficiencia y falta de confianza en los objetivos de la lucha de no pocos dirigentes, cuando no su saboteo consciente (recordemos que la reforma también le quita poder a muchos burócratas locales y regionales). La abstención en este referéndum es una seria advertencia para el movimiento revolucionario. De no resolverse todos estos problemas, y de no hacerlo rápido, un sector de las masas se volverán apáticas. Por ahora no están dispuestas a votar a la derecha, y siguen mirando hacia Chávez esperando una solución a sus problemas, pero en qué sentido evolucione eso dependerá de la política que aplique el propio Chávez y del desarrollo de la lucha de clases. Pero esto no quiere decir que en un futuro un sector de esas masas que hoy se han abstenido no pueda ser jalado por la derecha o se vuelva apático. Esto también lo ha comprendido la oposición y por eso su campaña de que votar No a la reforma no significaba necesariamente romper con Chávez o sus cantos de sirena ahora llamando a la negociación, la reconciliación y el diálogo. Este es un peligro mortal para la revolución. Si permitimos que esa situación llegue, no tardaremos en descubrir que debajo del traje de seda que ahora intentan ponerse los

contrarrevolucionarios aprieta los dientes el contrarrevolución y el fascismo que ya conocemos.

mismo

monstruo

de

la

No se puede hacer una revolución a medias Alan Woods siempre repite una frase: “basarse exclusivamente en la voluntad de hacer sacrificios de las masas es un error. Las masas pueden sacrificar su “hoy” por el “mañana”, pero sólo hasta cierto punto. Esto siempre hay que tenerlo en cuenta. Finalmente la cuestión económica es decisiva” (Tesis sobre la revolución y la contrarrevolución en Venezuela). “Puedes pelar una cebolla capa por capa, pero no puedes quitarle la piel a un tigre garra por garra”. Lenin decía que un partido revolucionario marxista no podía ganar la mayoría de la base de electoral, y si, a causa de una correlación de fuerzas muy favorable (como la que tenemos en Venezuela, especialmente desde las derrotas del imperialismo en 2002) lo logra temporalmente, debe aprovechar esta oportunidad para avanzar rápidamente pues será muy difícil que pueda conservar ese dominio por un periodo muy prolongado. El que en Venezuela esta correlación de fuerzas favorable se haya mantenido tanto tiempo es una cierta excepción resultado del carácter de la época que vivimos (crisis y decadencia del capitalismo, ascenso de la lucha de clases en toda Latinoamérica) combinado con las victorias sobre la contrarrevolución durante los últimos años (desde 2002) y el ingreso petrolero, que ha dado algo de margen al gobierno. Pero la revolución ha dejado intacto el poder de la burguesía demasiado tiempo y en demasiados terrenos. Los capitalistas venezolanos y los imperialistas tienen bajo su control los medios de comunicación (el propio Chávez y otros dirigentes bolivarianos han denunciado el papel clave desempeñado por Globovisión tanto durante la campaña de RCTV como en los últimos meses a la hora de sembrar confusión y mentiras acerca de la reforma). Por cierto, en distintas coyunturas del proceso revolucionario las bases con un certero instinto de clase exigieron expropiar este canal y ponerlo bajo control obrero y popular. Y teníamos la fuerza y legitimidad moral y social más que suficientes para hacerlo. Además, la burguesía posee el control de las principales empresas de distribución (Polar), bancos, etc. y utiliza dicho poder para sabotear toda iniciativa del Presidente o el Gobierno que busque mejorar el nivel de vida de las masas. Esto ha sido denunciado por el propio Chávez y otros dirigentes que incluso han amenazado en varias ocasiones a la banca, el Grupo Polar, SIDOR, los mataderos o los ganaderos con expropiarles pero esas amenazas no se han concretado y el saboteo económico continúa. Pero como decíamos también en el documento que antes citamos si tu amenazas pero no actúas al final puedes sembrar dudas entre algunos sectores de los que te apoyan de que realmente estés decidido a llegar hasta el final Otro aspecto que debemos comprender es que en unas elecciones participan no sólo el sector de las masas más adelantadas, los sectores más activos del país, sino también los sectores más pasivos y atrasados. La lucha de clases, la revolución socialista no se resuelve por la aritmética parlamentaria o electoral, si no si la clase llamada a sustituir a otra es capaz de llevar la lucha hasta el final edificando un nuevo aparato estatal a su servicio y es capaz de arrebatarle los medios de producción a la otra y sobre la base de los hechos es capaz de arrastrar a los dubitativos. Todo ello resulta determinante para poder sacar a la sociedad de la crisis en la que se haya y mostrar una salida, esto es lo decisivo. Si la revolución no es capaz de sacarla de la crisis y desaprovecha las condiciones favorables para completar su tarea el apoyo a la misma puede convertirse en su contrario. La lucha parlamentaria o electoral puede ser un factor que puede favorecer ese movimiento, pero no al revés. Sería ingenuo creer que la burguesía o el aparato

estatal burgués va aceptar sin lucha su disolución, que va a permitir que se apruebe una legislación que en la práctica abre las puertas para su disolución. El inicio de la expropiación de la burguesía, y la sustitución del aparato del estado burgués por un estado revolucionario, puede llevar a que por la fuerza de los hechos el parlamento o las elecciones sancionen afirmativamente esa acción de un gobierno o un partido revolucionario. Sin embargo, al mismo tiempo que se aprueba esa legislación revolucionaria, es imprescindible dar golpes decisivos a la clase dominante, en este caso a la burguesía. Y esto es lo que no ha hecho durante este tiempo el gobierno de Chávez, ha amenazado con expropiar, pero ha tomado muy pocas medidas prácticas (e incluso en esos casos con muchas contradicciones). Mientras, la burguesía —muy especialmente en la cuestión de la vivienda y el abastecimiento— ha seguido saboteando. Al final, para muchos de los que se ha abstenido la pregunta que rondaba por sus cabezas es: ¿Qué te ha dado Chávez y la revolución después de nueve años? El estado burgués y la propiedad privada de los medios de producción Los dos grandes problemas que actúan como piedra de tranca para el desarrollo de la revolución y que en última instancia son la causa de la derrota en el referéndum son -como hemos explicado insistentemente-el burocratismo, que está saboteando todos los planes del gobierno (es decir, el hecho de que el aparato del estado burgués se mantiene y entra en contradicción con el intento de las masas de construir un estado revolucionario y dirigir el país ) y, por otro lado, el que el capitalismo y la propiedad privada de los medios de producción actúan como un obstáculo que impide planificar democráticamente la economía y resolver los problemas sociales. En ese sentido si el gobierno del presidente hubiera nacionalizado para empezar los monopolios alimentarios y eso hubiera llevado a terminar con la escasez y bajar el precio de los insumos básicos éste hubiera sido un argumento a favor de la reforma constitucional mejor que todos los discursos a favor del socialismo. Del mismo modo, si se hubiera nacionalizado todo la industria relacionada con la construcción se hubiera podido acometer una planificación en la construcción de viviendas y terminar con el déficit habitacional a un ritmo mayor. Medio millón de viviendas construidas en un año por la industria nacionalizada es el mejor argumento sobre la superioridad del socialismo respecto al capitalismo. Lo mismo es válido para la banca. Si en lugar de amenazar se hubiesen nacionalizado la banca bajho control obrero y social sería posible ofrecer créditos en buenas condiciones para la compra de viviendas, cooperativas, microcréditos a los pequeños negocios, etc. en mucho mayor número de lo que se ha hecho. Estas y otras medidas, subida de salarios, incremento aún mayor de la inversión en salud, educación y obras públicas, demostrarían de modo inequívoco en la práctica para que sirve el socialismo y supondrían la mejor respuesta a la cínica campaña de la contrarrevolución sobre la propiedad. La revolución de octubre de 1917 en Rusia esta llena de enseñanzas al respecto. Para las masas rusas la construcción del socialismo significaba la mejora de sus condiciones de vida por que así lo plantearon los bolcheviques en sus consignas y programa. Pan, paz y tierra, esa fue la consigna que llevo a los bolcheviques al poder. La toma del poder se hizo para terminar la guerra y repartir la tierra entre los campesinos y las fábricas y los obreros. El socialismo era algo muy concreto, no una abstracción. Una consigna repetida por Lenin era que el socialismo eran los sóviets (Consejos de Trabajadores, Soldados y Campesinos) más la electrificación de todo el país. Esto era perfectamente entendible por las masas que sabían perfectamente que era el socialismo que pregonaban los marxistas rusos.

Se ha perdido una batalla, pero no la guerra El primer paso es corregir todos estos errores. Los burócratas reformistas van a plantear que la causa de la derrota ha sido querer ir muy deprisa, que las masas y la situación no están maduras para el socialismo, etc. Este argumento lo hemos visto en todas las revoluciones. Precisamente el problema es el contrario, que la situación ha empezado a madurar ya demasiado. Poco antes de la victoria de la insurrección de octubre de 1917 los que se oponían a la misma decían a Lenin que las masas estaban cansadas y apáticas y que era una locura plantear la lucha por tomar el poder y expropiar a los capitalistas. Lenin les explicó que de lo que estaban cansadas las masas era de oír hablar de revolución, socialismo, etc. pero tener la sensación de que esa perspectiva siempre era para mañana y nunca para hoy. “Demos un paso concreto al frente, actuemos y verán como las masas nos siguen”, insistía Lenin. Y así fue. Esa fue también la lección de Cuba: Fidel y el Che actuaron rápido, en un año nacionalizaron las palancas económicas fundamentales y eso les permitió planificar la economía y resolver los problemas más acuciantes que padecían las masas. Por el contrario, en Chile Allende dudó y se mantuvo dentro del marco del capitalismo y los capitalistas le aplicaron un saboteo muy similar al que hoy sufrimos. Otro ejemplo negativo a tomar muy en cuenta es el de Nicaragua, allí el saboteo empujó a abrir a un sector de los dirigentes sandinistas una negociación con el imperialismo y la contrarrevolución, como hoy propone aquí la oposición y algunos reformistas. La renuncia a tomar medidas decisivas contra el capitalismo, lo acuerdos con la burguesía, el mantenimiento de la llamada economía mixta, obligó a los sandinistas a aceptar la lógica del mercado y permitió el retroceso de la mayoría de las conquistas revolucionarias. Las masas cayeron en la apatía y algunas incluso votaron a la derecha. A principios de 1990, tras 11 años de revolución victoriosa, la gloriosa revolución sandinista fue derrotada de la forma más triste y dolorosa: electoralmente, con sectores que habían apoyado la revolución durante años cansados de discursos apoyando a la contrarrevolución. A pesar de la derrota en el referéndum, como dijo Chávez, esos tres millones de compatriotas que el 2-D no votaron no es que se han ido con la contrarrevolución, siguen mirando hacia la revolución pero esperan que los cambios prometidos se concreten. Además, hay un núcleo duro de millones de personas que se mantiene firme y dispuesto a llegar hasta el final, como demostró la marcha de fin de campaña. A la hora de medir fuerzas en la calle, y de ver en qué clases sociales se basa cada uno y qué características tienen, no cabe duda que la correlación de fuerzas sigue siendo favorable a la revolución. Toda esta fuerza tiene que ser movilizada. La conclusión de muchos activistas en estas primeras horas después de este revés va en esta misma línea que estamos planteando. “Revolución con hambre no dura”, “Hay que demostrar a la gente en los hechos que es el socialismo”, eran algunas de esas conclusiones, que contrastan con la mezcla de pesimismo y alivio (sí, alivio) que parecía advertirse en no pocos dirigentes durante la noche electoral. ¿Cuáles son las tareas ahora? El primer paso es depurar el movimiento bolivariano y el aparato del estado de los corruptos y burócratas, muchos de los cuales han saboteado la campaña por el SÍ. En el editorial de nuestro periódico El Militante avisábamos de esta quinta columna y lo decimos otra vez: PODEMOS y Baduel son sólo la punta del iceberg. El segundo paso es basarnos en la movilización popular para aprovechar todas las oportunidades que la actual constitución nos permite desarrollar al mismo tiempo que , como planteaba el presidente Chávez, luchamos por demostrar en la práctica, en el día a día, las ventajas de las propuestas políticas y sociales que contenía la reforma constitucional e incluso de otras propuestas que no estaban allí contenidas y que el propio movimiento obrero y popular en el debate en

asambleas de trabajadores, campesinos, vecinos, pueden y deben aportar. Los Consejos Comunales se han desarrollado con esta constitución y en varias fábricas los trabajadores ya hemos creado Consejos de Trabajadores para poder gestionar las empresas y desarrollar el control obrero. Hay que mantener y extender esta experiencia a conjunto de la economía. Los Consejos Obreros son vitales para instaurar el control obrero en las empresas públicas y privadas y luchar así contra algunos de los principales males que padecemos: el burocratismo, la corrupción, el desabastecimiento y el saboteo. La Ley contra el acaparamiento y el desabastecimiento actualmente existente también permite requisar productos acaparados y crear Juntas de Abastecimiento y Precios. Debemos desarrollar las mismas en todos los barrios populares y extenderlas a los Mercal para chequear que estos mercados conquistas de la revolución cumplan su objetivo y no haya corrupción ni saboteo en su interior. Debemos vincular la lucha por mejorar los derechos y condiciones de vida de los trabajadores con la construcción de los Consejos Obreros y la instauración del control obrero. La jornada de 6 horas es otra medida que la revolución debe aplicar. Los trabajadores debemos organizarnos en cada centro de trabajo y aprobar en asamblea resoluciones apoyando esa medida, proponiendo al gobierno su aplicación y luchando por la misma. Todas estas medidas en beneficio de los trabajadores y demás explotados chocan -como no puede ser de otro modo con los intereses de los capitalistas-que seguirán saboteándolas y saboteando el avance del proceso revolucionario, cerrando empresas, manteniendo huelga de inversiones, etc. Aunque los lobos contrarrevolucionarios intenten vestirse ahora de ovejas con el objetivo de frenar y descarrilar la revolución, seguirán haciendo las mismas marramucias que llevan haciendo toda la vida. La toma, expropiación y recuperación de las empresas abandonadas por los capitalistas fue llevada a cabo con la actual Constitución y sirvió para combatir, al menos parcialmente, estos planes contrarrevolucionarios. Debemos volver a organizar la toma de todas las empresas cerradas, en crisis o que ataquen gravemente los derechos de los trabajadores y sean utilizadas para sabotear, ponerlas a producir bajo control obrero, dirigidas por un Consejo de Trabajadores sometido al control de la Asamblea, y demandar al gobierno revolucionario su estatización bajo control obrero. La clase obrera debe ponerse la frente de la revolución y presentar al Presidente Chávez y a las bases del PSUV y del movimiento bolivariano todas estas propuestas, ofreciendo así el punto de apoyo que necesita la revolución para poder hacerse irreversible. Una de las razones de que durante el último año no se haya avanzado más rápida y claramente hacia el socialismo —tomando todas esas medidas concretas que antes mencionábamos y que habrían sido determinantes para ganar claramente el referéndum—, es que, pese a los llamados del presidente Chávez a que la clase obrera desempeñe el papel que le corresponde en esta revolución, ninguno de los dirigentes de las distintas corrientes que integran la UNT agarró esta propuesta con las dos manos y fue capaz de presentar un programa clasista de transición al socialismo que lo hiciera posible. Es imprescindible cambiar esta situación unificando al movimiento obrero revolucionario entorno a un programa de lucha en estas líneas que hemos planteado. Al mismo tiempo debemos construir batallones del PSUV en cada centro de trabajo y, desde ellos, impulsar los Consejos de trabajadores, el desarrollo de una UNT genuinamente socialista y revolucionaria y la organización de la toma de empresas. La historia de las revoluciones conoce muchos ejemplos de retrocesos temporales que sólo fueron el preludio de un salto cualitativo en la lucha. Los revolucionarios no tenemos que perder la cabeza. Cómo dijo el filosofo Spinoza: “ni reír ni llorar, si no comprender”. Robespierre el gran revolucionario de la Revolución Francesa de 1789 señalo algo de suma importancia aplicable a

Venezuela: “no se puede hacer una tortilla sin romper los huevos”; no se puede hacer una revolución sin tocar los intereses de los capitalistas y de los burócratas, de los privilegiados. No basta con decirlo, hay que hacerlo. Esa es la gran lección que tenemos que aprender todos. Para llevar a cabo esa tarea los revolucionarios tenemos que estar organizados para luchar por ellas en el seno del PSUV, los sindicatos, las universidades y centros de estudio, en el campo, en las comunidades para construir la Corriente Marxista Revolucionaria en su seno. Es necesario tener un programa claro en como avanzar al socialismo y formar los cuadros que sean capaces de llevarlo a cabo. Sólo el programa del autentico socialismo, del marxismo revolucionario podrá llevar la revolución bolivariana a su victoria definitiva. Patria, socialismo o muerte. ¡¡¡Venceremos!!! 04 de diciembre de 2007

La ‘reconciliación’ que nos amenaza y cómo combatirla. La trampa de la reconciliación William Sanabria Julio Borges, dirigente del partido contrarrevolucionario Primero Justicia, en una entrevista en el programa de Ernesto Villegas en VTV, En Confianza, explicaba que el resultado tan apretado del referéndum era un “mensaje del pueblo” a la oposición y al gobierno “para que nos entendamos, nos dediquemos a solucionar los problemas y abandonemos el clima de enfrentamiento”. ¿Cómo se solucionan los problemas y al mismo tiempo se supera el clima de enfrentamiento según el Sr. Borges? Muy fácil: En primer lugar “no politizando más el país”. Es decir: nada de socialismo, control obrero, poder popular. Estas propuestas revolucionarias y los problemas de Venezuela no tienen absolutamente nada que ver. “El gobierno lo que debe hacer es dejar de gastar el dinero en otros países como Cuba o Bolivia, o de politizar las instituciones con propuestas socialistas, y solucionar los problemas de la población”, ése es el discurso que Borges y su partido, aliado del PP español y del PAN mexicano, lanzan machaconamente desde hace meses. Eso sí, inmediatamente, tanto Borges como otros dirigentes contra-revolucionarios nos avisan: “la reforma constitucional ya ha sido rechazada” por lo que “los cinco motores (para construir el socialismo) están fundidos” y el estado socialista, la posibilidad de expropiar empresas, los Consejos de trabajadores, no pueden ser planteados. Es como si alguien te dijese: “tienes que construir una casa pero ¡ojo! no podrás utilizar ladrillos, tampoco concreto, ni por supuesto agua; eso sí, aquí tienes toda la arena que quieras. Ah, y se me olvidaba: te voy a atar una mano a la espalda”. El sentido de la llamada reconciliación está pues claro: no es más que una estratagema, un regalo envenenado de la oposición contrarrevolucionaria para que el Gobierno bolivariano o bien lo acepte (lo que supondría un suicidio político), o en caso de rechazarlo lanzar una nueva ofensiva en la calle y los medios de comunicación con la idea de que Chávez es el culpable del clima de enfrentamiento, que es autoritario, prepotente, etc. Hasta el momento, el presidente Chávez ha planteado que no hay negociación ni conciliación posible con la IV República, que bajo el capitalismo no hay salida para el pueblo venezolano y los demás pueblos de Latinoamérica y del mundo, y que el

objetivo de construir el socialismo se mantiene. En la Reunión con Organizaciones Sociales de Uruguay sostenida el martes 18 de diciembre Chávez volvía a ratificar estas ideas. Sin embargo, la presión de los sectores reformistas del movimiento bolivariano en el sentido de negociar con la oposición está siendo más insistente y organizada que en ningún otro momento a lo largo de los últimos años. Estos sectores son conscientes de que incluso si por el momento no pudiesen lograr al 100% sus objetivos: esto es, abrir una mesa de negociación con la oposición y llegar a algún tipo de acuerdo explícito o implícito para frenar la revolución; la intensa presión que están ejerciendo sí les puede permitir ralentizar la marcha de la revolución e introducir algunas propuestas que venían planteando en petit comité desde hace tiempo: eliminar totalmente, o al menos flexibilizar, los controles sobre los capitalistas, particularmente el control de precios (y más pronto que tarde, inevitablemente, el control de cambios); frenar cualquier tentación de expropiación o nacionalización; impedir el desarrollo y extensión de los Consejos de Trabajadores… No obstante, las conclusiones que extraen de la derrota electoral las bases revolucionarias van en un sentido diametralmente opuesto al de la burocracia. La idea más extendida es que la revolución tiene que intensificar su marcha en lugar de moderarse, resolver problemas largamente aplazados como la alta tasa de economía informal (casi 50% de la economía) y el desempleo, el déficit habitacional, el desabastecimiento, la inseguridad ciudadana, la corrupción... Una de las demandas más sentidas es precisamente la necesidad de una depuración interna de la dirigencia bolivariana que erradique a esa burocracia procapitalista que se ha ido consolidando en la gran mayoría de ministerios e instituciones y que cada vez tiende a fusionar de forma más clara sus objetivos e intereses con los de la burguesía. De la lucha entre esta voluntad de las bases revolucionarias por avanzar hacia el socialismo y el intento de la quinta columna burocrática —apoyada por la burguesía— de frenar ese avance va a depender el destino de la revolución bolivariana. Es una lucha abierta, cuyo resultado no está definido todavía y en el que la propia actuación de los revolucionarios y particularmente de los activistas y dirigentes obreros, estudiantiles y populares (qué programa y planes de acción defendemos y qué táctica y métodos empleamos para luchar por ellos) será un factor determinante.

¿A dónde llevó la negociación de 2002? El llamado a negociar con la contrarrevolución y frenar la revolución no es nuevo en nuestro proceso revolucionario. Sectores de la dirección, en distintas ocasiones, lo han planteado y siempre que esta línea se ha impuesto su efecto práctico no ha sido precisamente el de reconciliar a los venezolanos sino el contrario: envalentonar a la reacción, desorientar y desarmar ideológicamente a las bases revolucionarias y permitir que los contrarrevolucionarios pasasen a la ofensiva. El caso más evidente fue la negociación abierta después de que derrotásemos el golpe de abril de 2002. El “diálogo” permitió desaprovechar la correlación de fuerzas extraordinariamente favorable para acabar con el poder económico y político de los capitalistas que había creado la insurrección de masas del 12 y 13 de abril. La oposición utilizó las mesas de negociación como caja de resonancia con la que agitar y reagrupar a su base social y preparar el siguiente asalto: el paro patronal de diciembre de 2002 y enero de 2003, del que ahora mismo se cumplen cinco años. Hay que recordarlo: sólo la intervención audaz y decidida desde abajo de una

vanguardia de trabajadores, tomando los centros petroleros y poniéndolos a producir, acompañados por las comunidades populares cercanas, infundió nuevos ánimos al conjunto del movimiento, arrastró a sectores decisivos de la FAN y dejó claro a las bases contrarrevolucionarias que no bastaba con tocar cacerolas y cerrar los negocios unas semanas para tumbar a Chávez. Esto sembró división y dudas en las filas contrarrevolucionarias y devolvió la iniciativa y el control de la situación al campo revolucionario. ¡Aquel que no aprende de la historia está condenado a repetirla¡. Este momento en el que, tras los resultados del 2 de diciembre, hay un ambiente general de reflexión y búsqueda de ideas en el seno del movimiento revolucionario puede ser una buena oportunidad para repasar los puntos de inflexión que ha tenido hasta ahora nuestro proceso revolucionario y hacer balance del mismo. ¿Cuál ha sido el motor de la revolución? ¿Qué nos ha hecho avanzar en cada momento y qué nos ha hecho retroceder? ¿Qué medidas han ayudado a organizar, movilizar y elevar el nivel de conciencia de las masas y cuáles han desmovilizado y desorientado a éstas y le han dado un “chance” a la contrarrevolución?

¿Por qué es imposible un acuerdo con los capitalistas? Aquellos que defienden negociar con la oposición deberían empezar por responder a una pregunta muy sencilla: ¿por qué razón cuando Chávez les llamó a negociar en 2002 el resultado no fue ninguna reconciliación sino que los empresarios contestaron a la mano tendida por el gobierno con un cierre patronal que puso al país al borde del abismo? Y ello a pesar de que en aquel momento ningún dirigente bolivariano llamaba a construir el socialismo ni romper con el capitalismo, y que el Gobierno incluso se mostró dispuesto a conceder ayudas a los empresarios y les llamó a sumarse a la construcción de una Venezuela con justicia social y progreso. ¿Acaso fue responsabilidad de Chávez o de los revolucionarios —como sostienen cínicamente los contrarrevolucionarios— por politizar el país? Evidentemente no. La causa fue que -como ahora- los capitalistas venezolanos no podían aceptar ninguna transformación decisiva de la economía o la sociedad, ni siquiera medidas reformistas en beneficio de las masas que cuestionasen mínimamente sus privilegios. Sobre todo, lo que la burguesía no puede aceptar (ni perdonará nunca a Chávez) es su discurso hablando de revolución, que ofreció el cauce que las masas obreras y populares estaban buscando desde hacía décadas para intentar cambiar de arriba a abajo el país y las ha seguido animando a avanzar hasta hoy. Como ha explicado el propio Chávez correctamente en muchas ocasiones, la revolución bolivariana no obedece a un deseo individual suyo ni a la voluntad de un puñado de revolucionarios, sino que nace del hartazgo de millones de personas con las condiciones de vida que ofrece el capitalismo en Venezuela e internacionalmente. La oligarquía venezolana vendió los recursos del país durante décadas y se dedicó a vivir de rentas, el resultado lo conocemos todos: desempleo, extensión de la economía informal, ante la ausencia de empleo digno y estable y el cierre masivo de empresas (especialmente acusado tras el desastre del “viernes negro”), lumpenización de sectores populares e incluso de capas significativas de la clase media. A la decadencia económica se unía la política y moral: extensión de la corrupción en los círculos dirigentes (gobierno, empresarios, burocracia sindical, etc.). El caracazo, el 27 de Febrero de 1989, fue una explosión de rabia del pueblo contra todo eso. El soberano dio un puñetazo en la mesa y exigió solución a esos problemas. Durante los años siguientes las masas buscaron insistentemente un cauce a través del cual cambiar sus condiciones de vida. Tras fracasar las

direcciones de los principales partidos de izquierda en ofrecer ese cauce revolucionario se expresaron a través del único líder al que habían visto enfrentarse a la oligarquía y no doblegarse ni pactar con ella. A pesar de los llamados constantes de Chávez desde 1998 a los empresarios para que inviertan, del crecimiento económico impulsado por el ingreso petrolero durante los últimos años y de las cuantiosas ayudas ofrecidas por el Gobierno Bolivariano a la empresa privada, los capitalistas siguen saboteando la economía, como hicieron desde la misma elección de Chávez en 1998, y se niegan sistemáticamente a desarrollar las fuerzas productivas. Ciertamente, la huelga de inversiones de los capitalistas venezolanos, su carácter parásito, antinacional y especulador -que se han visto intensificados durante estos años de revolución- vienen de antiguo. Vinculados por miles de lazos al imperialismo, los empresarios venezolanos dejaron de desarrollar las fuerzas productivas seriamente hace décadas. Si en los años 60 la inversión privada representaba aproximadamente un 50% del PIB desde 1983 este guarismo no pasa del 10%. La Formación Bruta de Capital Fijo (la inversión de los capitalistas en nuevas plantas y maquinaria) ha venido cayendo en picado desde 1983. La construcción y mantenimiento de obras públicas e infraestructuras fue abandonada también a partir de ese año. Fue precisamente esta renuncia de los capitalistas venezolanos a desarrollar el país la principal causa de la revolución. Esa es también hoy la causa fundamental que impide cualquier posibilidad de acuerdo con ellos. Los empresarios venezolanos basan sus beneficios no en la inversión en tecnología sino en la explotación brutal de la mano de obra junto (¡como no¡) al saqueo del estado, particularmente de la renta petrolera. El incremento de los gastos sociales, el freno a las privatizaciones, la reducción de la jornada laboral o la introducción de trabas al despido y a la explotación de los trabajadores chocan frontalmente con sus intereses. Una de las primeras medidas que enfrentó a Chávez con la oligarquía fue frenar la privatización de PDVSA nada más llegar al gobierno. Un acto de justicia tan simple como intentar ejercer un mayor control gubernamental sobre el ingreso petrolero con el fin de redistribuirlo en beneficio de los sectores más desfavorecidos, mediante la Ley de Hidrocarburos (2001), puso en pie de guerra al imperialismo, la burguesía y la burocracia petrolera. El discurso de Chávez hablando de revolución, en la medida que anima la lucha revolucionaria de las masas y en particular la movilización y organización del movimiento obrero, es así mismo algo absolutamente intolerable para los capitalistas venezolanos y el imperialismo. Además, la revolución en Venezuela se convierte cada vez más claramente en un punto de referencia para los trabajadores, campesinos y jóvenes de otros muchos países, en especial (aunque no sólo) en América Latina. De ahí las constantes campañas intentando desprestigiar a Chávez y la revolución, los ataques, la injerencia del imperialismo, etc. Los imperialistas, como muchas veces hemos explicado -contestando a aquellos reformistas que dicen que expropiar a los capitalistas sería una provocación a la burguesía- no necesitan ninguna provocación ni excusa para atacarnos. El simple hecho de que haya una revolución en marcha y un Gobierno que no responde a sus dictados es una provocación inaceptable para ellos. La conclusión de todo esto es clara: los objetivos más básicos de la revolución bolivariana (soberanía nacional, y productiva, desarrollo endógeno,...) así como las reivindicaciones más elementales de las masas (vivienda, empleo, seguridad, educación y salud dignas...) son imposibles de alcanzar bajo el capitalismo. Si alguien tiene alguna duda ahí están los problemas de desabastecimiento, la espiral inflacionaria, el incumplimiento de los planes de construcción de viviendas y desarrollo de nuevas infraestructuras por parte de los capitalistas privados a pesar de las enormes cantidades de dinero otorgadas por el gobierno.

La revolución bolivariana sólo se puede comprender partiendo de la teoría de la revolución permanente de León Trotsky. Las aspiraciones antiimperialistas y democráticas del pueblo venezolano sólo pueden ser realizadas si la revolución rompe con el capitalismo y se transforma en socialista. Uno de los grandes méritos de Chávez es haber reconocido este hecho, haber roto públicamente con la llamada tercera vía (la idea de un capitalismo humano, de un camino intermedio entre el capitalismo y el socialismo) y haber planteado el socialismo. Pero el socialismo no se puede construir si se deja la propiedad y el control de los principales bancos, industrias y de la tierra en manos de los capitalistas y si no se destruye el viejo aparato estatal creado por la burguesía y se le sustituye por un genuino estado revolucionario basado en los siguientes puntos: elegibilidad y revocabilidad de todos los cargos públicos, salario no superior al de un trabajador cualificado, rotación de todas las tareas burocráticas en que esto sea posible, armamento general del pueblo organizando milicias obreras y populares. Esta es la tarea pendiente de la revolución en estos momentos. De su resolución o no depende el futuro del proceso revolucionario. El motor de la revolución La característica esencial que define a cualquier revolución es la entrada de las masas en escena. Esta entrada suele darse siempre de un modo confuso y contradictorio, las masas (y a veces incluso los dirigentes naturales que las encabezan cuando estalla la revolución) saben lo que no quieren: la pobreza, la corrupción, la barbarie y degradación propias del capitalismo, pero no saben todavía lo que quieren. O mejor dicho, saben lo que quieren (empleo, vivienda, etc.) pero no le han puesto todavía nombre, carecen de un plan de lucha y un programa concreto capaces de convertir esos anhelos en realidad. Esto deben descubrirlo sobre la marcha, en base a su propia experiencia. La tarea de los cuadros revolucionarios no es otra que la de acompañar esa experiencia y acelerarla, saber luchar codo a codo con las masas y ayudar a que este proceso inconsciente se haga consciente: que el deseo de un cambio radical en las condiciones de vida se convierta en un programa y un plan de acción concreto para llevar a la práctica ese deseo. Los que intentan oponer la revolución bolivariana a todas las demás diciendo que no es una revolución “clásica”, que es una revolución inédita o peculiar, olvidan (y quieren hacernos olvidar a los demás) que todas las revoluciones -como todos los seres humanos y todos los procesos- somos peculiares, esto es: estamos dotados de especificidades que nos hacen únicos pero al mismo tiempo tenemos rasgos comunes que permiten comparar y aprender de otras experiencias. Si no fuese así cualquier tipo de estudio, análisis científico o diagnóstico serían imposibles. De hecho, la revolución rusa fue bastante peculiar e inédita. La clase obrera, vanguardia de la revolución socialista, representaba un porcentaje mínimo de la población (mucho menor al que representa el proletariado hoy en Venezuela, por cierto). Las masas no entraron en revolución siguiendo a un partido revolucionario sino a un cura, el pope Gapón, y no se proclamaban en absoluto socialistas sino que pedían al zar (al que llamaban Padrecito) que solucionase sus problemas. Sólo a través de una dura experiencia (y de un programa y una actuación correctos por parte de la vanguardia revolucionaria) llegaron al socialismo. Del mismo modo, en Portugal en 1974, las masas entraron en escena no respondiendo al llamado de un partido revolucionario, sino animados por un golpe de los militares de izquierda. En Venezuela, Chávez y su propuesta de acabar con la IV República y transformar el país fueron el cauce a través del cual se expresaron las masas. El éxito o fracaso de cualquier revolución depende de si es capaz de transformar radicalmente las condiciones de vida de las masas que la apoyan y darles una vida

mejor. Esto en la Venezuela de hoy significa cosas muy concretas: acabar con los problemas de desabastecimiento, sustituir los ranchos por viviendas de calidad y a un coste accesible, sustituir el empleo en la economía informal por puestos de trabajo estables con salarios dignos, derechos sociales y beneficios, etc. Este es un primer punto que no debemos olvidar nunca. Las revoluciones tienen fecha de caducidad, si no se aprovecha el momento en el que cuentan con el apoyo masivo y entusiasta de las masas para resolver los problemas de estas, antes o después el escepticismo (que para la revolución actúa como una especie de virus que va minando todas sus defensas) se apoderará de sectores de las masas que apoyan la revolución, empezando por las capas más desesperadas y menos ideologizadas de éstas. Como explica a menudo Alan Woods, es imposible hacer una revolución a medias. “Se puede pelar una cebolla capa por capa, pero no puedes cazar un tigre pata por pata”. Y, desde luego, el capitalismo se parece mucho más a un tigre que a una cebolla. De dónde viene la revolución bolivariana El enorme apoyo que llevó a Chávez al gobierno en diciembre de 1998 a pesar de la campaña nacional e internacional satanizándolo (“populista, golpista, dictador…”) orquestada por el imperialismo, respondía al deseo del pueblo venezolano de un cambio radical. El apoyo en las elecciones a la Constituyente del año siguiente, la aprobación de la Constitución en diciembre de 1999 y la nueva victoria en la elección presidencial de diciembre de 2000 fueron resultado de ese mismo deseo de cambio. Como todos los procesos revolucionarios anteriores, el nuestro se caracteriza por una creciente polarización social: una unidad y lucha de contrarios, revolución y contrarrevolución, en pugna constante entre sí. En las elecciones presidenciales del 6 de diciembre de 1998 Chávez obtuvo 3.590.557 votos por 2.633.667 de Salas Romer, principal candidato entorno al que se agrupaban las fuerzas burguesas. En el referéndum aprobatorio de la Constitución Bolivariana esta es apoyada por 3.630.666 personas (40.000 más de las que votaran a Chávez un año antes). Participan en el referéndum 4.137.509 y la abstención representa alrededor de 6 millones de personas, algo más del 60%. En las presidenciales de diciembre de 2000 Chávez incrementa su apoyo en 700.000 votos (4.258.228) y la oposición en alrededor de 600.000 (2.554.283). La primera táctica del imperialismo y la burguesía venezolana ante el avance imparable del huracán bolivariano fue —como el mismo Chávez ha explicado— llevarle de gira por todo el mundo e intentar comprarle. Cuando comprendieron que Chávez no estaba en venta, que era un hombre honesto y dispuesto a mantenerse fiel al pueblo que le había apoyado, organizaron la campaña que todos conocemos con el objetivo de tumbarle. Una campaña muy similar a la que han reeditado durante estos últimos meses se puso en marcha y lograron que sectores importantes de la clase media, incluso muchos que habían votado por Chávez en 1998, engrosasen las filas de la contrarrevolución. Un aspecto clave que les permitió que esa campaña pudiese tener el efecto buscado fue que la revolución, que se había centrado en la tarea de intentar demoler al menos una parte del edificio político cuarto-republicano, no había avanzado al mismo ritmo ni mucho menos en el terreno económico. Algunos datos son elocuentes de hasta qué punto la revolución bolivariana había dejado el flanco socioeconómico descubierto y el saboteo de los capitalistas pudo golpear las condiciones de vida de las masas: el desempleo pasó de 11% en 1998 a 15% en 2002, el desempleo disfrazado bajo la calificación de economía informal de 45% a 52%, el alza de precios de 1998 a 2002 fue de un 80% mientras el salario mínimo pasó de 90.000 Bs. mensuales a 174.000 Bs. mensuales (menos de un

50%). La depreciación del bolívar fue constante (el tipo de cambio nominal con el dólar pasó de 607 Bs. como promedio en el año 1999 a 1.400 Bs. de promedio en 2002 —hoy el cambio oficial está en 2.175 y en el mercado negro se llega a pagar a 4.000—). Algunos efectos prácticos de estas medidas fueron la caída del poder adquisitivo de los salarios y de los pequeños ahorradores, la subida meteórica de los alquileres y del precio de los productos básicos. Además de a los sectores populares y a la clase obrera, esta situación golpeó muy especialmente a los estratos medio y bajo de la clase media, que fueron el blanco preferido de la propaganda y agitación contrarrevolucionarias.

Las victorias revolucionarias de 2002 y la nueva correlación de fuerzas Como ya dijimos antes, la apertura de la negociación con la oposición tras la derrota del golpe contrarrevolucionario de abril de 2002 y los llamados a los empresarios a incorporarse a la construcción de una nueva Venezuela fueron interpretados por la burguesía como un síntoma de debilidad. Apoyándose en ese deterioro económico que ellos mismos habían generado, utilizaron la nueva oportunidad concedida por la revolución para preparar su nuevo ataque. Las derrotas del golpe y lockout patronal de 2002 fueron resultado de la movilización y la conciencia e instinto revolucionario de las masas. Los que hablan de baja conciencia de la clase obrera y los sectores populares deberían recordar que, cuando muchos dirigentes daban todo por perdido, se escondían y en algunos casos incluso se habían rendido y avalado el golpe, fueron las masas obreras y populares las que con un certero instinto de clase se echaron a la calle, rodearon cuarteles e instituciones, cercaron el Palacio de Miraflores e impusieron la vuelta del Gobierno bolivariano al poder. Baduel y otros que fueron convertidos en héroes por su actuación durante esos momentos no hicieron otra cosa que responder a la presión de un pueblo que estaba dispuesto a todo para impedir el derrocamiento del gobierno y el presidente que habían elegido. El heroísmo y voluntad de las masas de llegar hasta el final fue el factor sorpresa que los contrarrevolucionarios no podían prever ni comprender, y lo que a la final les derrotó. Engels explicaba que si la revolución desaprovecha una oportunidad favorable para tomar el poder ésta puede años en volver a presentarse. Esta ley histórica, que ha mostrado su validez con tantas revoluciones a lo largo de la historia, es aplicable también a la contrarrevolución. Lo que muchos consideran una especie de misterio cuasisobrenatural de la revolución bolivariana (las repetidas victorias electorales) tiene su explicación en la correlación de fuerzas entre las clases extremadamente favorable a la revolución que creó en la sociedad venezolana, primero, la larga descomposición y decadencia del capitalismo durante décadas y, posteriormente, las victorias alcanzadas por el movimiento revolucionario contra el imperialismo y la contrarrevolución burguesa. Las victorias de abril y diciembre de 2002 dieron un “segundo aire” —como dirían los maratonianos— a la revolución, y generaron una correlación de fuerzas entre las clases absolutamente favorable al proletariado y los demás explotados. Si en abril o diciembre de 2002 el Gobierno revolucionario hubiese decretado la estatización de la banca, las grandes empresas y la tierra bajo control obrero como primer paso para planificar democráticamente la economía y de ese modo resolver los problemas de las masas, la burguesía no habría podido ofrecer resistencia alguna. El que la revolución se haya prolongado tantos años es un reflejo de lo enormemente favorable que sigue siendo esta relación de fuerzas pero también de que no se ha aprovechado hasta el momento esa situación favorable para dar el

golpe decisivo al capitalismo y hacer irreversible la revolución. No basta una correlación de fuerzas favorable, es imprescindible aprovechar esa situación tan favorable para llevar la revolución hasta el final.

¿Cómo ganamos el referéndum de 2004? Una lección que no debemos olvidar La victoria en el referéndum de agosto de 2004 encierra varias lecciones que pueden resultar muy útiles para el actual momento. Entonces, también vimos como la ineficiencia e incluso la traición de la burocracia reformista ayudaron a que la contrarrevolución lograse forzar la convocatoria del referéndum. Tras los golpes decisivos que habían infligido a la economía durante 2002 y 2003, y la virulenta campaña anticomunista desarrollada entre la clase media desde 1999, los contrarrevolucionarios esperaban poder imponerse en el terreno electoral. Ciertamente, en el referéndum la contrarrevolución logró movilizar al grueso de su base social. Aquellos sectores de la pequeña burguesía que tomaron las calles durante el 2002 y las abandonaron desencantados tras la derrota del paro patronal (como evidenció el fracaso de la guarimba organizada por la contrarrevolución en febrero-marzo de 2004) sí se expresaron masivamente en el terreno electoral en el referéndum. La contrarrevolución engrosó su apoyo electoral con respecto al año 2000 en 1.500.000 personas, de 2.554.283 en diciembre de 2000 a prácticamente cuatro millones (3.989.008) el 15 de agosto de 2004. Entorno a esos cuatro millones se ha mantenido su techo electoral desde entonces, con una ligerísima tendencia a incrementarse (En el reciente referéndum llegaron a 4.500.000, su pico más alto). Pero una de las grandes lecciones del referéndum fue que esa movilización masiva no les sirvió de nada. Este es un buen ejemplo de porqué decimos que la correlación de fuerzas desde 2002 es enormemente favorable a la revolución. Cuando la dirección revolucionaria es capaz de ilusionar y movilizar a las masas obreras y populares los contrarrevolucionarios no tienen “chance” alguno. El factor clave que decide el referéndum de 2004 es que el chavismo pasa de los 4.258.228 que habían reelegido Presidente a Chávez en diciembre de 2000 a 5.800.629 (1.600.000 votos más). Aunque buena parte de la clase media que había apoyado a Chávez en 1998 se pasa a la reacción mucha gente de los barrios que nunca había votado, o ni siquiera estaba inscrita en el REP, se moviliza para ratificar a Chávez y dar su apoyo a la revolución. Los inscritos en el Registro Electoral pasan de 11.720.660 en diciembre de 2000 a 14.037.900 en agosto de 2004. Un elemento decisivo para movilizar a una parte importante de esas capas que en el terreno electoral siempre se habían caracterizado por no participar fueron las medidas concretas mejorando sus condiciones de vida que tomó el gobierno durante la segunda mitad de 2003 y la primera de 2004. Las Misiones Barrio Adentro y Robinson significaron que millones de personas que nunca habían tenido acceso a la educación y a atención médica en sus barrios por fin la tuviesen. Estas Misiones y otras que las siguieron (Ribas, Sucre, Vuelvan Caras, Mercal...) despertaron ilusión y esperanza, y movilizaron a millones de personas. La Misión Identidad también hizo que —por primera vez en su vida— centenares de miles de inmigrantes, sino millones, tuvieran derechos civiles y sociales y dejasen de ser ciudadanos de segunda. Además de lo que implicaban las Misiones desde el punto de vista socioeconómico (muchas familias humildes recibían becas, ayudas, servicios a los que antes no tenían acceso; lo que les permitía mejorar algo su situación económica) estas iniciativas revolucionarias estimularon la movilización y participación política de las

masas. También los estratos bajo y medio de la clase media y los estratos superiores de la clase obrera vieron medidas como los controles de precios, la congelación de los precios de los alquileres o las medidas impidiendo que las hipotecas subiesen al mismo nivel que lo hacía la inflación. El entusiasmo creado por todas estas medidas se amplió con el llamado del presidente Chávez a organizar la campaña para ganar el referéndum desde la base. La organización y movilización de las bases desde abajo (la Batalla de Santa Inés, el desarrollo de las UBES, etc.) fue determinante para la victoria. En muchos casos las bases revolucionarias pasaron por encima de los dirigentes locales y regionales, eligiendo sus propios Comandos Maisanta, revocando a miembros del Comando oficial de cada zona, etc. Una vez lograda la victoria, el llamado de Chávez a no detenerse, su promesa de no frenar ni negociar con la contrarrevolución y su llamado a hacer “la revolución dentro de la revolución” electrizó al movimiento. Ese entusiasmo preparó una nueva victoria arrolladora en las elecciones a Gobernaciones y Alcaldías de ese mismo año cuando el mapa del poder político regional y local venezolano se tiñe casi totalmente de rojo. A pesar de que el descontento con muchos dirigentes locales y regionales era ya un hecho, las masas apoyaron decididamente a Chávez esperando que una vez que la revolución — además del poder ejecutivo y legislativo— tuviese el control de las gobernaciones y alcaldías todo cambiaría.

2005-2006: La dirección de la UNT desaprovecha la oportunidad de poner ala clase obrera al frente de la revolución 2005 y 2006 serán años claves para la revolución bolivariana y en particular para la clase obrera. De enero a abril asistimos a las primeras expropiaciones de empresas del proceso revolucionario (Inveval e Invepal) y a la declaración por parte del Presidente Chávez del carácter socialista de la revolución. Poco después denuncia por primera vez al enemigo interno del burocratismo y la corrupción y llama a erradicar ambas lacras. Este giro a la izquierda en el discurso y propuestas de Chávez genera enormes expectativas en las masas y especialmente entre los trabajadores. La entonces ministra de Trabajo, María Cristina Iglesias, en una reunión con dirigentes de la UNT llama a los trabajadores a ocupar las fábricas cerradas y ponerlas a producir. Chávez presenta una lista con más de mil empresa abandonadas o infrautilizadas y llama al movimiento obrero a recuperarlas. El Primero de Mayo de 2005 se celebra la que probablemente ha sido la mayor marcha obrera de este proceso revolucionario bajo la bandera del control obrero y de la llamada cogestión revolucionaria (que en aquel momento para los trabajadores significa básicamente un primer paso hacia el control obrero). El propio Chávez cierra por primera vez la marcha del Primero de Mayo, define como obrerista su gobierno y reitera el llamado a que la clase obrera juegue un papel central en una revolución, que vuelve a definir como socialista. Es el turno al bate para la clase obrera. En ese momento los reformistas empiezan una intensa campaña para impedir que las expropiaciones se extendiesen e intentan sembrar la mayor confusión posible acerca del tipo de socialismo que debíamos construir. Sin embargo, el bloqueo de la burocracia sólo pudo tener éxito a causa de que los dirigentes de las distintas corrientes de la UNT desaprovecharon una y otra vez las magníficas oportunidades de movilizar y organizar al movimiento obrero que tuvieron. El momento más dramático de este proceso fue el II Congreso de la UNT, a fines de mayo de 2006. Más de 2.000 dirigentes sindicales de base acudían a este

Congreso buscando un camino para poner a la clase obrera al frente de la revolución y llevar la misma hasta el final. Desde la CMR defendimos que sólo había un modo de conseguir esto: los sectores más a la izquierda de la central —que además tenían la mayoría— debían centrar el Congreso en un punto: la propuesta de un plan de lucha que plantease organizar Asambleas, Consejos de Trabajadores y Comités en cada fábrica para acometer varias tareas que centraban en ese momento la atención de las masas. Un objetivo clave para el movimiento era la lucha por reelegir a Chávez. La UNT debía ponerse al frente de “la batalla por los 10 millones” con un programa de clase. Al mismo tiempo, la UNT debía organizar la toma y puesta en funcionamiento bajo control de los trabajadores de todas las empresas cerradas, en crisis o que estaban siendo infrautilizadas y desarrollar Consejos de trabajadores en cada centro de trabajo con el objetivo de impulsar el control obrero, luchar contra el desabastecimiento y el saboteo económico de los capitalistas y la burocracia. La UNT debía proponer al propio Chávez y al conjunto del movimiento bolivariano este mismo plan y una propuesta programática de clase para llevar la revolución hasta el final. Estas fueron nuestras propuestas. También explicamos que si los sectores más a la izquierda no planteaban como eje central del debate este plan de lucha sino que centraban todo el debate en la elección la dirección de la central sindical estarían dando la batalla en el terreno más favorable para los reformistas y menos comprensible para las masas. Así ocurrió: los reformistas pudieron desviar la atención de cuáles eran las tareas del movimiento obrero y tanto los sectores ultraizquierdistas como reformistas que querían escindir la UNT tuvieron más fácil su objetivo. La escisión del Congreso ha supuesto la paralización en la práctica de la UNT y ha impedido al movimiento obrero durante los dos últimos años desempeñar el papel que le corresponde en la revolución.

El papel de la clase obrera Una de las mayores paradojas de la revolución bolivariana es que a pesar de que el presidente Chávez ha llamado en numerosas ocasiones a los dirigentes sindicales revolucionarios a ocupar las fábricas cerradas, formar milicias obreras o construir Consejos de Trabajadores, estos llamados han sido desoídos. Cuando se ha organizado la toma de empresas ha sido por grupos o asambleas de trabajadores o sindicatos de base sin orientaciones claras ni un plan de apoyo y extensión de la lucha por parte de los dirigentes de la UNT. Este fue el caso en Inveval, Fénix, Cristine Carol en 2002-2003, Invepal en 2004 o Sanitarios Maracay en 2006. Esta ausencia de una política correcta al frente de la clase obrera está siendo una de las claves de que la revolución —a pesar de la situación tan favorable— no haya podido avanzar hacia la expropiación política y económica de la burguesía. La expropiación de los capitalistas y la construcción de un estado revolucionario que construya el socialismo es una tarea que, tal y como demuestra la experiencia de todas las revoluciones (la bolivariana incluida), sólo puede realizar el proletariado a la cabeza de todos los oprimidos. De hecho, la experiencia tanto de los círculos bolivarianos en 2002 como de las UBEs en 2004 que —tras explotar como organismos embrionarios de poder popular no pudieron consolidarse y extenderse, y acabaron dispersos y desorganizados— es una confirmación más de este hecho. La burocracia reformista pudo desactivar paulatinamente las UBEs en la medida que éstas estaban dispersas y desorganizadas y que faltaba una organización revolucionaria de cuadros actuando en su seno que les diese un programa alternativo al de la burocracia para hacer realidad la ansiada “revolución

en la revolución” que había proclamado el propio Chávez. En última instancia la causa de estas fallas tiene una raíz objetiva: las UBEs no se habían organizado en las fábricas ni se basaban en la clase obrera. Este es un peligro que si no se corrige también amenaza el desarrollo de los Consejos Comunales como organismos revolucionarios e incluso el de los Batallones del PSUV como esqueleto de un genuino partido revolucionario. Los sectores populares, el semiproletariado, etc., tienen un enorme potencial revolucionario y capacidad de lucha (como demostraron las jornadas del 12 y 13 de abril de 2002) pero a causa de sus condiciones de vida (marcadas precisamente por la economía informal y todo lo que la acompaña: dispersión, dificultad para luchar y organizarse colectivamente y desarrollar una conciencia colectiva) suelen trasladar esta dispersión a sus métodos. La forma de lucha esencial de estos sectores es la explosión social y sus métodos se caracterizan por la espontaneidad. Es muy difícil que estas capas por sí solas y al margen de la clase obrera puedan generar y sobre todo mantener estructuras revolucionarias estables. La clase obrera es la única que por sus condiciones de vida (agrupada colectivamente en un centro de trabajo, enfrentada de forma objetiva y evidente a su explotador: el patrón, etc.) puede generar estructuras colectivas estables capaces de sustituir a las del Estado burgués (asambleas, consejos de trabajadores...) sobre todo si tiene una dirección al frente con un plan de lucha y un programa en ese sentido. El problema de la clase obrera venezolana hasta el momento es que los dirigentes de las principales corrientes de la UNT en lugar de presentar un plan de lucha o programa que ayude a realizar estas tareas ha obstaculizado las mismas al paralizar y dividir a la central con políticas ultraizquierdistas y oportunistas que en lugar de poner a la vanguardia obrera al frente del conjunto de las masas revolucionarias que integran el movimiento bolivariano han tendido a dividirla, separarla de las masas y paralizarla.

De la victoria arrolladora de diciembre de 2006 a la derrota de diciembre de 2007 A pesar de la ausencia de una dirección revolucionaria al frente de la clase obrera que presentase al movimiento bolivariano y al propio Chávez un plan de lucha para construir el socialismo, y del descontento creciente entre las masas con la burocracia, la revolución obtuvo en las elecciones presidenciales de diciembre de 2006 el mayor apoyo de todo el proceso revolucionario. Esto, al mismo tiempo que una nueva confirmación de lo favorable de la correlación de fuerzas para acabar con el dominio de los capitalistas y llevar la revolución hasta el final, era un mensaje. Chávez insistió durante la campaña en que el objetivo era acelerar la marcha de la revolución. Para sectores importantes de las masas —tras dos años oyendo hablar de “revolución en la revolución”, fin del capitalismo y construcción del socialismo, lucha contra el burocratismo y la corrupción— esta victoria debía significar un salto decisivo en el avance de la revolución, la solución definitiva a la gran mayoría de los problemas que crea el capitalismo. El año 2007 empezaba con el lanzamiento del PSUV (que fue visto por las bases como un golpe la burocracia, lo que desató un enorme entusiasmo reflejado en los 5.500.00 inscritos en dos meses) y las nacionalizaciones de CANTV, Electricidad de Caracas y la Faja del Orinoco. Sin embargo, poco a poco, la expectativa de que el 2007 iba a suponer el final de muchas de esas lacras que sufren las masas se fue viendo defraudada. Las nacionalizaciones no representaron un cambio decisivo en la gestión o los

servicios de estas empresas desde el punto de vista de las masas. Otras nacionalizaciones demandadas por el movimiento obrero como SIDOR o Sanitarios Maracay y que habrían ayudado a poner a la clase obrera en primera línea en apoyo al proceso revolucionario fueron frenadas por la burocracia. Los planes de construcción de viviendas, créditos y subsidios a las compras de estas, etc. lejos de erradicar el problema del déficit habitacional se encuentran con un cuello de botella que impide satisfacer ya no el déficit habitacional acumulado sino incluso la demanda existente a corto plazo. La voluntad del gobierno y en particular de Chávez por hacer frente a este problema es incuestionable, nunca se ha dedicado tanto dinero a ayudas a la construcción de viviendas, pero año tras año se incumplen los objetivos de casas construidas. ¿Por qué? Fundamentalmente porque los empresarios privados de la construcción y la banca privada sólo buscan el máximo beneficio y sabotean directa e indirectamente estos planes sociales. Al ritmo actual de construcción de viviendas tardaremos varias décadas en solucionar el problema de la vivienda, y eso con suerte. En el terreno del empleo, las cifras oficiales dicen que hemos vuelto al 11% de 1998 y a estar otra vez por debajo del 50% de economía informal. Pero, aparte de decisiones tan dudosas como sacar de las estadísticas de desempleo a los beneficiados por becas de las Misiones, lo cierto es que si tenemos en cuenta que el PIB y el consumo han tenido los mayores índices de crecimiento en décadas — impulsados por el incremento del ingreso petrolero y las políticas gubernamentales de redistribución de la riqueza y aumento del gasto social— la creación de empleo, especialmente en el sector privado de la economía, es más bien decepcionante. El poco empleo creado lo ha sido en obras fomentadas o financiadas por el estado pero generalmente a través de cooperativas o contratistas que en su mayoría pagan a los trabajadores salarios muy bajos, en condiciones precarias, etc. En el propio sector público en lugar de incorporar masivamente a jóvenes de las contratistas o cooperativas a las plantillas de las empresas matriz (PDVSA, etc.) se mantiene la subcontratación y con ella la precariedad e inestabilidad en el empleo. El resultado es que la informalidad sigue afectando a casi la mitad de la economía y que la expectativa de cualquier trabajador: tener un empleo fijo y de calidad que permita ver con seguridad el presente y el futuro de su familia, sigue sin verse satisfecha. El problema de fondo es que a pesar de las cifras de crecimiento económico más altas de la historia reciente de Venezuela los empresarios venezolanos siguen prefiriendo sacar el dinero del país y especular con él a invertirlo en la creación de empresas y puestos de trabajo. Esta enfermedad, que afecta al capitalismo en todo el mundo, en Venezuela alcanza unos niveles aún mayores a causa del carácter extremadamente parásito de la burguesía nacional y su odio a la revolución. El sector manufacturero privado que es el que más empleo genera sigue sin recuperar los niveles de antes de 2002. Mientras los bancos del estado dedican a inversiones alrededor de un 55% de su cartera, los privados dedican alrededor del 20%. El resultado es que en el último año los bancos privados incrementaron un 35% sus beneficios, aprovechando el aumento del consumo para centrarse en créditos a corto plazo y la venta de productos que les garantizan beneficios rápidos y sin complicaciones como las tarjetas de crédito y débito, etc. Mientras, los bancos públicos cargan con todo el peso de los créditos a cooperativas, compras de vivienda, ayudas a la producción, etc. Como ya dijimos, las Misiones y otras medidas sociales fueron muy importantes en 2003 y 2004 porque supusieron un balón de oxigeno para muchas familias, especialmente si tenemos en cuenta que en 2002 y 2003 la economía se había desplomado más de un 18%. Pero tras cuatro años de crecimiento económico (que el propio Gobierno ha destacado) las naturales expectativas de mejorar que tiene cada persona —amplificadas además por el hecho de que estamos en medio de una revolución cuyo objetivo es acabar con las lacras del capitalismo, y animadas por el

propio discurso revolucionario del presidente— chocan cada vez más claramente con lo que es posible lograr en una economía que sigue bajo el dominio de los capitalistas. Cosas que en el 2004 eran pasos adelante para sectores significativos de las masas hoy ya no son suficiente. Muchos jóvenes que salen de las Misiones buscan un trabajo estable y con un salario que les permita vivir dignamente y no lo encuentran. El 66% de las cooperativas creadas durante el proceso revolucionario permanecen inactivas. Cuanto más complejo es el problema que la revolución debe afrontar más imposible resulta resolverlo sin tocar la propiedad privada de los medios de producción y con ello los intereses de los capitalistas y de la propia burocracia. La política de crear Misiones que actúen de forma paralela a las empresas privadas o al estado burgués encuentra cada vez más obstáculos. Las Misiones Rivas y Sucre han tendido a encontrar más problemas que la Robinson y Barrio Adentro. Muchos de los módulos sanitarios que se debían construir no se han hecho por que las empresas privadas no los construyen. En Mercal, que al principio ayudó a ofrecer algunos productos básicos a buen precio, crecen las denuncias de corrupción. Ni siquiera algo tan estratégico como el comercio exterior (la importación y exportación de productos con la que se intenta paliar la escasez de algunos rubros básicos) está en manos del estado sino de empresas privadas que hacen negocio con ellas. El resultado es que el desabastecimiento se agrava.

¿Por qué tres millones de chavistas no acudieron a votar? Todos estos factores son determinantes para que cierta sensación de cansancio y frustración empiece a desarrollarse entre sectores de las masas. En ese contexto, la campaña de la burguesía contra la reforma pudo tener un efecto entre los sectores menos ideologizados de las masas que apoyan a Chávez y la revolución. Las masas sólo pueden sacrificar su hoy a cambio de su mañana hasta cierto punto, decía Lenin. Las masas tampoco son homogéneas, se componen de sectores diferentes que sacan conclusiones distintas en momentos distintos. Junto a la vanguardia, a los más “resteados” y concienciados políticamente, hay sectores que si no ven resultados concretos empiezan a dudar y pueden caer antes en la apatía. Sectores crecientes de las masas están cansados de oír hablar de socialismo y seguir sufriendo las contradicciones y lacras del capitalismo. De ver como mientras ellos siguen haciendo sacrificios hay dirigentes que, disfrazados con la boina roja, se enriquecen, se compran carros de 200 millones de bolívares y se toman whiskys con los capitalistas. El propio presidente hace poco llamó la atención sobre este problema y dijo que esta no puede ser la revolución de las hummers (lujosa camioneta made in USA muy apreciada por algunos burócratas) y los whiskys pero en esto, como en otros puntos, tampoco ha habido medidas decisivas. Ese es el punto central. El resultado del 2-D no significa que las masas hayan dejado de apoyar a Chávez, sino que quieren medidas decisivas y una parte de ellas está empezando a cansarse de esperar. Los tres millones de abstencionistas del 2-D e incluso muchos más son perfectamente recuperables y movilizables con una condición: que la revolución pase a la ofensiva y tome de forma urgente medidas que demuestren en la práctica y no en palabras que el socialismo significa una mejora drástica en sus vidas comparado con el capitalismo.

¡Ninguna concesión a la derecha!

Las primeras medidas anunciadas por varios ministros en el sentido de flexibilizar el control de precios para algunos productos, con el objetivo de que los capitalistas importen y produzcan más y así “se empiecen a corregir los problemas de abastecimiento” van precisamente en el sentido opuesto al que necesitamos. El resultado de estas acciones, si finalmente se llevan a cabo, será que el desabastecimiento continuará pero los productos serán aun más caros que ahora. “No hay productos porque como el gobierno nos pone controles no podemos obtener suficientes beneficios y entonces preferimos no producir o importar comida. El gobierno debe abandonar estas políticas intervencionistas y darnos facilidades para que invirtamos”. Esto es lo que los parásitos contrarrevolucionarios de Fedecámaras han venido planteando desde hace meses a la revolución. Ahora, aprovechando la conmoción de la derrota, los llamados empresarios bolivarianos se han sumado al coro pidiendo liberalizar los precios y varios dirigentes bolivarianos han accedido a ello. Si el gobierno acepta esta lógica, en lugar de denunciarla como lo que es: un chantaje y un boicot por parte de la burguesía, y basarse en la movilización de las masas para arrebatar su poder a los capitalistas, estará poniéndose una soga al cuello. Ceder a la presión de los empresarios (bolivarianos incluidos) sólo pude llevar a un empeoramiento de las condiciones de vida de las masas (nuevos aumentos de precios, más escasez, ataques a los derechos laborales y sociales...) lo que significa una grave amenaza para la revolución. Debemos explicar que de mantenerse mucho tiempo y ampliarse esas concesiones podrían minar gravemente el apoyo social a la revolución. Así ocurrió en Nicaragua donde la aceptación por parte de los dirigentes sandinistas de la lógica del mercado, de que para que los capitalistas invirtieran era necesario hacerles concesiones, “crear un marco adecuado”, etc., llevó a que se disparasen los precios, aumentasen los despidos y cierres de empresas y se desmantelasen poco a poco muchas medidas de las que se quejaban los capitalistas pero que habían sido favorables para las masas. El resultado fue que sus planes para desgastar la revolución se vieron facilitados, las bases revolucionarias cayeron en la desmoralización y una parte de ellas incluso acabó votando a la contrarrevolución. No estamos hoy en esa situación ni mucho menos, y el contexto nacional e internacional en el que se desarrolla la revolución bolivariana es mucho más favorable para seguir avanzando. La contrarrevolución tendrá incomparablemente más difícil su tarea en la patria de Zamora y Bolívar que en la de Sandino, pero la condición indispensable para derrotar los planes es que los activistas y militantes revolucionarios luchemos dentro del PSUV y del movimiento revolucionario por un programa que resuelva los problemas de las masas del único modo posible: quitando el control de los puntos estratégicos de cualquier economía moderna: la banca, las principales industrias y la tierra a la burguesía.

¿Qué hacer? La debilidad invita a la agresión. Si el gobierno cede y flexibiliza unos pocos productos, los empresarios no dirán “¡que tolerantes!, no son tan malos como creíamos, vamos a invertir”. Intensificarán al saboteo y volverán a la carga exigiendo más concesiones. El mismo argumento acerca de que flexibilizar el control de precios pude ayudar a revitalizar la inversión privada se podría aplicar a todas las demás medidas que ha tomado el gobierno durante los últimos años para intentar impedir el saboteo económico de la burguesía. El hecho de que no se atrevan (por el momento) a plantear de golpe todos sus

objetivos —y que tengan que ir poco a poco y midiendo cada paso que dan— demuestra que la contrarrevolución es consciente de que la correlación de fuerzas les es todavía desfavorable y que la derecha bolivariana no tiene raíces sólidas entre las bases del movimiento. Pero, para que esta correlación de fuerzas favorable se mantenga y no sea desaprovechada, es fundamental que los revolucionarios pasemos a la ofensiva. Actuar lo más rápido posible y con la mayor audacia. Entre las bases del PSUV y del movimiento bolivariano predomina una idea absolutamente correcta y muy positiva: la de que la reforma constitucional fue saboteada por la propia burocracia y que debemos luchar para llevarla a la práctica desde abajo. Algunos sectores proponen presentar una nueva reforma recogiendo las firmas necesarias: el 15% del REP. Otros proponen combinar eso con la utilización de un instrumento como las leyes Habilitantes para llevar a la práctica, antes de proponer una nueva reforma, toda una serie de medidas que ayuden a resolver los problemas más acuciantes de las masas. Propuestas como el estado socialista, los Consejos de Trabajadores, la expropiación de los capitalistas y por supuesto todas las medidas sociales (reducción de jornada, etc.) son imprescindibles para que la revolución pueda seguir avanzando. Es imprescindible construir un frente único de los militantes y colectivos revolucionarios que coincidimos en estos planteamientos (Batallones del PSUV, Consejos Comunales, CTUs, sindicatos clasistas, Frente Campesino Ezequiel Zamora, Frente Revolucionario de Trabajadores de Empresas en Cogestión y Ocupadas —FRETECO—, etc.) para organizar asambleas en cada centro de trabajo y barrio y aprobar un programa de lucha que incluya estos puntos y otros más que respondan a las necesidades y demandas de las masas obreras y populares. Un primer punto debe ser luchar contra el desabastecimiento. Es preciso crear Comités contra el Desabastecimiento, el Acaparamiento y la subida de precios en cada centro de de trabajo y cada barrio en los que participen sindicatos, Consejos Comunales, organizaciones campesinas, CTUs, etc. Al mismo tiempo en cada fábrica debemos conformar Consejos de Trabajadores, como ya existen en las empresas que fueron recuperadas por los trabajadores, para desarrollar el control obrero y luchar contra las “marramucias” y el saboteo que ejercen los patronos, tanto contra los derechos de los trabajadores como contra los del conjunto del pueblo, acaparando productos, encareciendo precios, etc. Allí donde se reduzca la producción, se cierren fábricas o los empresarios se nieguen a procesar las cosechas, sacar la producción, etc. debemos organizar la toma de esas empresas y ponerlas a funcionar a pleno rendimiento bajo control obrero y social. Junto a ello es imprescindible impulsar y organizar milicias obreras y populares para defender la revolución de los fascistas y responder a cualquier nueva ofensiva contrarrevolucionaria. Debemos poner en marcha este plan y al mismo tiempo presentar al Presidente Chávez y al Gobierno un plan de lucha de las bases revolucionarias para completar y hacer irreversible la revolución. La primera medida de ese plan debe ser la estatización bajo control obrero de la industria agroalimentaria (empezando por el Grupo Polar y demás empresas del sector). Esta es la única alternativa viable que permite afrontar el problema del desabastecimiento desde un punto de vista revolucionario, frente a las propuestas que están presentando los reformistas y que sólo suponen concesiones a la derecha.

¡Estatización ya de la banca, los monopolios privados y la tierra bajo control obrero¡ ¡Por una economía socialista planificada democráticamente!

A estas medidas deberían unirse otras como: expropiación de las principales industrias de construcción y de los grandes propietarios que poseen bloques enteros de edificios (los llamados terratenientes del concreto) para ofrecer viviendas a bajo precio a los jóvenes, trabajadores y los sectores populares. De este modo sería posible emprender un plan para construir 400.000 viviendas anuales y resolver en cinco o seis años el problema del déficit habitacional. Los capitalistas han demostrado en las últimas cuatro décadas que ellos ni pueden ni quieren resolver este grave problema. También es imprescindible elevar los salarios de los trabajadores (golpeados por una inflación que prevista inicialmente en 17% podría alcanzar este año hasta un 24%). El gobierno debe decretar una escala móvil que permita subir los salarios automáticamente lo que suba la inflación. Junto a ello es imprescindible reducir la jornada laboral para repartir el tiempo de trabajo sin reducción salarial y que haya trabajo para todos. Es preciso acabar con la tercerización en el sector público incorporando como trabajadores con los mismos derechos, condiciones laborales y salario a todos los trabajadores que hoy laboran para empresas e instituciones del estado por fuera de la plantilla de las mismas (cooperativas, contratistas...). Junto a ello debemos instaurar el control obrero en el sector privado, así como ocupar y exigir la expropiación de todas las empresas cerradas, infrautilizadas o que vulneren gravemente los derechos de los trabajadores y sean empleadas para sabotear la revolución. Un punto central es la necesidad de estatizar la banca, los principales monopolios industriales y la tierra bajo control obrero. Este es el único modo de garantizar que la riqueza que genera el pueblo trabajador venezolano con su esfuerzo cada día no es dilapidada, utilizada para especular o sacada fuera del país en su exclusivo beneficio por las multinacionales imperialistas y la burguesía criolla vendepatria (como viene ocurriendo desde hace siglos) sino que sirve para planificar democráticamente la economía en función de las necesidades sociales y no de la búsqueda del máximo beneficio privado por parte de una elite de parásitos. Esto permitiría disponer de los recursos necesarios para financiar planes masivos de obras públicas, construcción de viviendas, etc. conceder créditos a los pequeños propietarios, productores y artesanos a bajos intereses y en condiciones imposibles de ofrecer por la banca privada, que sólo busca llenar sus bolsillos explotando y sangrando a los pequeños comerciantes.

¡Por una Venezuela Socialista que abra el camino hacia la Federación Socialista de los Pueblos de América Latina y el Caribe! La mejor defensa es un buen ataque. Aplicar estas medidas, basándose al mismo tiempo en la movilización y organización desde abajo de las bases revolucionarias obreras, populares y estudiantiles, es el mejor modo de adelantarse a cualquier campaña mediática y desestabilizadora contrarrevolucionaria y demostrar tanto a los sectores más atrasados de las masas como a la clase media que el único modo de garantizar la propiedad de su casa, su carro, su empleo y mejorar su nivel de vida es expropiando a esa pequeña minoría de oligarcas que se niega a crear nuevas industrias y empleos tan para el país, que prefiere especular en los mercados financieros a construir casas o dar créditos para la producción o la vivienda, que hipotecan a la clase obrera y la clase media y luego nos quitan lo que es nuestro si no podemos pagar los altos intereses que nos exigen, etc. Los capitalistas y la burocracia enquistada dentro de la revolución pondrán el grito en el cielo ante estas propuestas. Dirán que esto es comunismo, autoritarismo, que

es imposible. No es casualidad, estas medidas golpean directamente sus intereses. Pero si ponemos en práctica estas medidas las masas (incluidos los sectores menos concienciados políticamente) verán no en palabras sino en hechos que con el socialismo no tienen nada que perder y sí mucho que ganar. La riqueza que el conjunto del pueblo trabajador hemos producido durante décadas debe pertenecer al pueblo a través de su nacionalización por parte de un estado revolucionario que basado en la unificación local, estadal y nacional de los Consejos de Trabajadores, Comunales y Estudiantiles esté controlado no por la burocracia y los capitalistas sino por los trabajadores, campesinos y demás explotados. Sólo de este modo podremos construir una auténtica democracia participativa y protagónica y forjar la Venezuela democrática y socialista por la que luchamos. Una revolución socialista triunfante en Venezuela se extendería inevitablemente al resto de América Latina. Cuba, Bolivia, Ecuador, sería imantados con su ejemplo, pero no sólo ellos: las masas en la hermana Colombia, en potencias como Argentina, Brasil o México, que están soportando las condiciones económicas brutales que genera la crisis y decadencia mundial del capitalismo verían que el socialismo no son palabras sino una realidad concreta y al alcance de la mano. La clase obrera y la juventud de los países capitalistas avanzados, que también está siendo sometida al mayor ataque contra sus condiciones de vida en décadas, también se vería inspirada por nuestro ejemplo revolucionario y encontraría en una Venezuela socialista un punto de referencia para la lucha contra el capitalismo. La revolución bolivariana ha entrado en su cuenta atrás. Ante nosotros sólo hay dos caminos: o expropiar a los capitalistas, convertirnos en la primera revolución socialista victoriosa del siglo XXI y abrir la puerta a la revolución socialista mundial, o ceder a la presión de los capitalistas, lo que inevitablemente significa (y más pronto que tarde) —como dijo el Che— hacer una caricatura de revolución, defraudar a las masas y ser derrotados.

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La revolución venezolana en la encrucijada Alan Woods La revolución venezolana ha inspirado a los trabajadores, campesinos y jóvenes de toda América Latina y a escala mundial. Durante la pasada década las masas revolucionarias han conseguido milagros, pero la revolución venezolana no está completada. No se puede completar hasta que expropie a la oligarquía y nacionalice la tierra, los bancos y las industrias clave que siguen en manos privadas. Después de casi una década esta tarea no se ha cumplido y representa una amenaza para el futuro de la revolución. La oligarquía venezolana se opone implacablemente a la revolución. Detrás de ella está el poderoso imperialismo norteamericano, tarde o temprano la revolución se enfrentará a la alternativa: o... o. E igual que la revolución cubana fue capaz de llevar a cabo la expropiación del latifundismo y el capitalismo, la revolución venezolana se encontrará ante la decisión necesaria de seguir el mismo camino. Esa es realmente la única salida. La revolución bolivariana ahora está en la encrucijada. Ha alcanzado el punto crítico donde se tendrán que tomar decisiones que tendrán una influencia determinante en el destino de la revolución. El papel de la dirección es decisivo en

este momento. Pero aquí encontramos la mayor de sus debilidades. Se puede decir sin temor a caer en la contradicción que si existiera un genuino partido marxista en Venezuela con raíces en la clase obrera, entonces la revolución socialista se habría completado ya hace mucho tiempo. Pero este partido no existe, mejor dicho, sólo existe su embrión. Ese es el quid de la cuestión. La cuestión de la dirección Después de todos los discursos sobre socialismo, todavía no se han realizado las tareas fundamentales de la revolución socialista. Hugo Chávez ha demostrado ser un luchador antiimperialista valiente y un consistente demócrata. Pero el coraje no es suficiente para ganar una guerra. También es necesario tener una estrategia y táctica correctas. Y lo que es verdad para la guerra entre las naciones también lo es para la guerra entre las clases. Los reformistas y estalinistas intentan argumentar que las “condiciones no están maduras” para la revolución socialista en Venezuela. Todo lo contrario, las condiciones para el triunfo de la revolución socialista en Venezuela hoy son infinitamente más favorables que lo eran en Rusia en 1917. No debemos olvidar que la Rusia zarista era un país extremadamente atrasado y semifeudal, con una clase obrera muy pequeña, menos de diez millones de una población total de 150 millones de personas. Tampoco debemos olvidar que en febrero de 1917 el Partido Bolchevique tenía sólo 8.000 militantes en toda Rusia. Si se comparan con los cinco millones de militantes del PSUV la diferencia inmediatamente salta a la vista. La correlación de fuerzas de clase en Venezuela es mil veces mejor a la que tenían los bolcheviques en 1917. Pero aquí no se agota la cuestión. En la historia de la guerra ¿cuántas veces ha sido derrotado un gran ejército por una fuerza mucho más pequeña de profesionales entrenados dirigidos por buenos oficiales? ¡Muchas veces! En las revoluciones como en las guerras la calidad de la dirección es en última instancia decisiva. Bajo la dirección de Lenin y Trotsky, el Partido Bolchevique consiguió en un especio de tiempo muy corto ganar a la mayoría decisiva de los trabajadores y soldados, dirigiéndoles hacia la toma del poder. Lo consiguieron basándose en ideas marxistas claras y métodos que combinaban la firmeza ideológica en todas las cuestiones fundamentales con la flexibilidad táctica necesaria para ganar a las masas al lado de la revolución. La existencia de ese partido y dirección en Venezuela sin duda habría facilitado mucho la tarea de la revolución socialista. Pero este partido no existe y las masas no pueden esperar hasta que lo hayamos creado. Los sectarios y los formalistas son incapaces de comprender a las masas, cómo desarrollan la conciencia y se mueven para cambiar la sociedad. Para estas personas la cuestión es muy simple: proclamar el partido revolucionario. No hay diferencia si es un partido de dos o de dos millones. Pero las masas no entienden a los pequeños grupos revolucionarios y pasan sobre ellos sin ni siquiera percibirlos. La revolución no puede ser dirigida por pequeños grupos de revolucionarios como un director que dirige una orquesta. Tiene una vida y lógica propias que no se corresponden con los esquemas formalistas de los sectarios. La naturaleza aborrece el vacío. En ausencia de una dirección proletaria revolucionaria firme armada con las ideas científicas del marxismo, la dirección ha sido ocupada por el Movimiento Bolivariano. Este incluye en sus filas a millones de trabajadores, campesinos y jóvenes revolucionarios que luchan con todas sus energía por un cambio fundamental en la sociedad, por el socialismo. Identifican sus aspiraciones con la persona de Hugo Chávez, el fundador y líder indiscutible del Movimiento Bolivariano. ¡Naturalmente! Las masas siempre son leales a las organizaciones y dirigentes que las despiertan a

la vida política, que dan una expresión organizada a sus aspiraciones y las expresan en palabras. Fortalezas y debilidades del bolivarianismo Estas son conquistas indudables del movimiento bolivariano. Su lado fuerte es que está enraizada en las masas, en los millones de trabajadores, campesinos y pobres venezolanos que antes no tenían voz y ahora la tienen. Al poner en pie a estos millones y darles voz y esperanza, el Movimiento Bolivariano jugó un papel muy progresista. Pero junto a sus puntos fuertes también hay muchos débiles. La debilidad más importante del bolivarianismo es que carece de un programa, política y estrategia clara para realizar las aspiraciones de las masas. Este hecho es comprensible dada la forma en que surgió el movimiento. No fue el producto de un programa elaborado sino de las aspiraciones poderosas, aunque imprecisas, de justicia nacional y social. Al principio esta circunstancia no fue un problema, correspondía totalmente con la psicología de las masas, que sólo estaban comenzando a despertar a la vida política. Una vez las masas fueron conscientes de que era una posibilidad de luchar por el cambio, lo abrazaron con entusiasmo. Eso creó un impulso irresistible que ha continuado durante una década, sacudiendo los cimientos de la sociedad y la política en Venezuela y más lejos. Sin embargo, dialécticamente, lo que al principio fue una fuente de fortaleza en determinado momento se transforma en su contrario. En ausencia de un programa científico y claro, de una ideología inequívoca, el movimiento cae bajo la presión de fuerzas de clase contradictorias, que se reflejan en sus filas y especialmente en su dirección. Estas contradicciones, que en el fondo reflejan contradicciones de clase, se reflejaron en la evolución política del propio Chávez. El papel de Chávez Ningún observador imparcial puede negar que durante la pasada década Hugo Chávez ha evolucionado de una manera sorprendente. Partiendo del programa de la democracia revolucionaria, ha entrado en conflicto repetidamente con los terratenientes, banqueros y capitalistas venezolanos, con la jerarquía de la Iglesia y con el imperialismo norteamericano. En todos estos enfrentamientos se ha basado en las masas de trabajadores, campesinos y pobres, que representan la verdadera fuerza motriz de la revolución bolivariana, su única base real de apoyo. Finalmente, se ha posicionado a favor del socialismo, que es un acontecimiento muy importante. Aunque la naturaleza de este socialismo es tan imprecisa como el resto de la ideología bolivariana, los trabajadores la están llenando con su propio contenido de clase. Han procedido a ocupar las fábricas e instaurado el poder obrero. Los campesinos luchan por ocupar las grandes haciendas y realizar la revolución agraria desde abajo. La fuerza fundamental de Hugo Chávez no es la claridad de sus ideas sino el hecho de que ha expresado las aspiraciones profundas de las masas. Cualquiera que haya estado presente en un mitin de masas en Caracas ha presenciado la química electrizante que existe entre el presidente y las masas. Se nutren mutuamente. Las masas ven reflejadas sus aspiraciones en los discursos del presidente, el presidente va más a la izquierda debido a la reacción de las basas y, a su vez, da un impulso fuerte a estas aspiraciones. La burguesía ha comprendido esta “química revolucionaria” y lucha por romper el vínculo que existe entre Chávez y las masas. Planearon asesinar al presidente, calculaban que su desaparición fragmentaría y desintegraría el Movimiento Bolivariano. Han organizado una conspiración en las capas superiores del Movimiento Bolivariano para sustituirle por un candidato que sea más “moderado”, es decir, más maleable a las presiones de la burguesía. El objetivo principal de la derrota del referéndum constitucional no era en absoluto “impedir una dictadura”

(ninguna de las medidas incluidas en la reforma se podía interpretar en ese sentido), sino evitar que Chávez se pudiera presentar de nuevo a la presidencia. Si triunfaran abriría el camino para el éxito de la conspiración que es conocida “chavismo sin Chávez”. Es bien conocido que la burocracia contrarrevolucionaria ha tomado medidas para aislar a Chávez de las masas mediante la creación de un férreo círculo alrededor del Palacio de Miraflores. La amenaza de asesinato es real y justifica una estrecha seguridad. Pero este hecho también puede ser utilizado por los funcionarios como un pretexto para filtrar y censurar, garantizar que sólo ciertas personas tienen acceso al despacho del presidente mientras que otros son excluidos por motivos políticos. Con estos métodos reducen la presión de las masas y del ala de izquierdas, mientras que aumenta la presión de la burguesía y de los reformistas.

Por qué se perdió el referéndum Una y otra vez las masas, mostrando un instinto revolucionario infalible, han derrotado a las fuerzas de la contrarrevolución. Este hecho engendró la ilusión peligrosa en la dirección y en las propias masas de que la revolución era una especie de marcha triunfal que automáticamente barrería a un lado todos los obstáculos. En lugar de una ideología científica y una política revolucionaria consistente, en la mente los dirigentes se instauró un especie de fatalismo revolucionario, que todo era lo mejor en el mejor de los mundos bolivarianos. No importa los errores que cometiera la dirección, las masas siempre responderían, los contrarrevolucionarios serían derrotados y la revolución triunfaría. El corolario de este fatalismo revolucionario fue la idea de que la revolución bolivariana tiene todo el tiempo del mundo, que socialismo finalmente llegará, incluso si tenemos que esperar cincuenta o cien años. Es irónico que Heinz Dieterich y otros presenten esta idea (por ser más exactos, este prejuicio) como “nueva y original”. En realidad, procede directamente del cubo de basura del desacreditado liberalismo del siglo XIX. La burguesía, en un momento en que aún era capaz de jugar un papel progresista desarrollando las fuerzas productivas, creía en la inevitabilidad del progreso, que hoy es mejor que ayer y mañana será mejor que hoy. Esta idea (hoy totalmente abandonada por la burguesía y sus filósofos “posmodernos”) más tarde fue adoptada por los dirigentes reformistas del movimiento obrero internacional, en el período de auge capitalista previo a 1914. Los socialdemócratas decían que la revolución ya no era necesaria, que lenta, gradual y pacíficamente, la socialdemocracia cambiaría la sociedad, hasta que un día llegaría el socialismo para todos y que incluso se realizaría. Estas ilusiones reformistas quedaron destrozadas por el estallido de la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa que la siguió. Ahora son pescadas del cubo de la historia, desempolvadas y presentadas como la última palabra del “realismo” socialista del siglo XXI. Otro corolario más es que la revolución bolivariana debe limitarse a los estrechos límites de las leyes y constituciones burguesas. Es irónico cuando la burguesía venezolana ha demostrado un desprecio absoluto por todas las leyes y constituciones. Ha realizado un sabotaje económico y constantes conspiraciones, ha boicoteado las elecciones y tomado las calles con violentas protestas; ha realizado un golpe de Estado contra un gobierno elegido democráticamente y, de no haber sido por la iniciativa revolucionaria de las masas en las calles, no habría vacilado en asesinar al presidente e instaurar una violenta dictadura en las líneas del Chile de Pinochet.

Todos estos acontecimientos son bien conocidos y no necesitan explicación. En la defensa de sus intereses de clase la burguesía ha demostrado que no tiene ningún respeto por cualquiera de las leyes y constituciones. Se espera que las masas sigan cada punto y coma de la legislación existente y obedezcan las “reglas del juego”, como si fuera un juego de ajedrez o béisbol. Desgraciadamente, la lucha de clases no es un juego y no tiene reglas ni árbitro. La única regla es que al final una clase debe ganar y la otra perder. Y como solían decirlos romanos: ¡Vae victis! (¡Ay de los vencidos!). Al principio estos métodos parecían funcionar. Durante casi diez años las masas han participado lealmente en cada referéndum y elección, han votado masivamente a Chávez, a la revolución bolivariana y al socialismo. Realmente es asombroso que las masas puedan permanecer en esta actividad efervescente durante tanto tiempo. No hay precedentes de una situación revolucionaria que dure al menos diez años sin encontrar una solución, bien sea el triunfo de la revolución o de la contrarrevolución. Las masas votaron por un cambio fundamental en sus condiciones de vida. Se demostró con absoluta claridad en las elecciones presidenciales de diciembre de 2006, cuando le dieron el mayor número de votos de la historia de Venezuela. Pero aunque se adoptaron algunas medidas progresistas, incluidas nacionalizaciones, el ritmo del cambio es demasiado lento para satisfacer a las aspiraciones y reivindicaciones de las masas. Habría sido bastante posible que el presidente introdujera una ley habilitante en la Asamblea Nacional para nacionalizar la tierra, los bancos y las industrias clave bajo el control y gestión de los trabajadores. Esto habría roto el poder de la oligarquía venezolana. Además, se podría haber hecho de modo legal a través del parlamento elegido democráticamente, porque en una democracia los representantes elegidos por el pueblo se suponen que son soberanos. Dejemos a los abogados que pleiteen sobre este o ese punto. La gente espera que el gobierno que ellos han elegido actúe en sus intereses, y que actúe de una manera decisiva. En lugar de acción decisiva contra la oligarquía, que habría entusiasmado y movilizado a las masas, lo que presentaron fue otro referéndum constitucional. Pero ¿cuántos referendos y elecciones son necesarios para llevar a la práctica lo que quieren las masas? La gente está cansada de tantas elecciones, tantas votaciones, tantos discursos vacíos sobre el socialismo que les presentan con un cuadro maravilloso que no se corresponden con lo que ven cada día. ¿Qué ven las masas? Después de casi una década de lucha ven que los mismos ricos y poderosos aún poseen la tierra, los bancos, las fábricas, los periódicos y la televisión. Ven a los corruptos en posiciones de poder: gobernadores, alcaldes, funcionarios del estado y del Movimiento Bolivariano, y sí, también en Miraflores, que llevan camisetas rojas y hablan del socialismo del siglo XXI, pero que son arribistas y burócratas que no tienen nada en común con el socialismo o la revolución. No ven ninguna acción contra los funcionarios corruptos que se llenan los bolsillos y socavan la revolución desde dentro. Ven que no se actúa contra los capitalistas que sabotean la economía y que se niegan a invertir en la producción y aumentan los precios. Ven que no se hace contra los conspiradores que derrocaron al presidente en abril de 2002. Ven a los terratenientes que asesinan impunemente a activistas campesinos. Ven los precios subir en los mercados y ven a los portavoces del gobierno negando que haya problemas. Ven todas estas cosas y se preguntan: ¿hemos votado por esto?

El papel pernicioso del reformismo

En toda esta situación juegan un papel pernicioso los reformistas, estalinistas y burócratas que han ocupado puestos clave en el Movimiento Bolivariano y que intentan poner freno a la revolución, paralizarla desde dentro y eliminar todos los elementos de genuino socialismo. Estos elementos le dicen constantemente a Chávez que no vaya tan rápido, que sea “más moderado” y que no toque la propiedad privada de la oligarquía. Desde que Chávez por vez primera planteó la cuestión del socialismo en Venezuela, los reformistas y los estalinistas han concentrado todas sus energías en revertir la dirección socialista de la revolución, alegando que la nacionalización de la tierra, los bancos y las industrias sería un desastre, que las masas no están “maduras” para el socialismo, que la expropiación de la oligarquía alejaría a la clase media y así continuamente. El defensor y “teórico” más constante de esta línea de capitulación es Heinz Dieterich. Dieterich se opuso al referéndum constitucional. Se puede discutir el contenido y el momento del referéndum. En realidad, en nuestra opinión, no era necesario en absoluto convocar un referéndum. Lo que hacía falta era utilizar la victoria electoral para adoptar medidas decisivas contra la oligarquía y la contrarrevolución. Pero en absoluto esta era la posición de Dieterich y los reformistas. Más bien lo contrario, se opusieron al referéndum porque se oponían al movimiento hacia la transformación socialista de la sociedad. Quieren frenar la revolución y que de marcha atrás para complacer a la oposición contrarrevolucionaria y al imperialismo. En víspera del referéndum, Dieterich públicamente se alineó con el renegado Baduel. Pidió que Chávez se uniera con Baduel, es decir, que la revolución debería unirse con la contrarrevolución. Ese era, y aún es, el programa de Dieterich y los reformistas. Para ellos la derrota del referéndum era como un maná caído del cielo. Ahora pueden intensificar su presión sobre el presidente: “¿ves donde nos ha llevado tu terquedad? ¡Deberías escucharnos! Somos realistas. ¡Comprendemos las cosas mejor que tú! No debes tener tanta prisa. Debes abandonar todos los pensamientos sobre el socialismo y llegar a un acuerdo con la oposición y la burguesía, o estaremos perdidos”. Ahora la estrecha derrota en el referéndum constitucional se está presentando como un giro hacia el “centro”, es decir, a la derecha, como una prueba de que es necesario conciliarse con la clase media (es decir, capitular ante la burguesía). Esta es la línea que asiduamente están difundiendo Dieterich y los reformistas. Si Chávez les escucha, y hay algunas pruebas que indican que es así, la revolución se encontrará en un peligro extremo. Estos “amigos” de la Revolución Bolivariana nos recuerdan a los amigos de Job, que le “reconfortaban” en su momento de necesidad con una patada en los dientes. Estos “amigos” nos traen a la mente el viejo refrán: “De los amigos nos guarde Dios que de los enemigos me guardo yo”. Un movimiento peligroso Siguiendo el consejo de aquellos que quieren llegar a un acuerdo con los contrarrevolucionarios, Chávez concedió la amnistía a varios dirigentes de la oposición relacionados con el golpe militar de abril de 2002 y el cierre patronal petrolero que provocó unas pérdidas de 10.000 millones de dólares para la economía, y que casi consigue aplastar la revolución. Debemos recodar que el “decreto Carmona” del gobierno golpista disolvió las instituciones públicas elegidas democráticamente, como el Tribunal Supremo y la Asamblea Nacional. Aquellos que escribieron y firmaron este infame documento serán amnistiados. Serán liberados para que continúen con sus actividades contrarrevolucionarias. Chávez dijo que esperaba que el decreto de amnistía “enviara un mensaje al país de que podemos vivir juntos a pesar de nuestras diferencias”. Evidentemente se

trata de un intento de establecer una política de “reconciliación nacional”, siguiendo las recetas bien conocidas de Dieterich. Es un movimiento muy peligroso. Si el golpe hubiera triunfado, qué habría hecho de no haber sido por el movimiento revolucionario de las masas, alguien ¿puede creer que los contrarrevolucionarios se habrían comportado de esta manera? Habrían asesinado a Chávez y muchos de sus seguidores, y después se hubiesen ido a la cama con la conciencia tranquila. Según la lógica de los reformistas, una actitud conciliadora abrirá el diálogo y obligará a la oposición a adoptar una posición más razonable. Este argumento no tiene ninguna base. En repetidas ocasiones en el pasado, Chávez ha intentado este tipo de cosas. Los resultados han sido exactamente lo contrario a los que pronosticaban los reformistas. Eso se demostró después del golpe de abril de 2002, cuando el presidente ofreció negociar con la oposición. ¿Cuál fue el resultado? No la reconciliación nacional sino el sabotaje de la economía. Después también Chávez ofreció negociar. El único resultado fue un nuevo intento de derrocar al gobierno con el referéndum revocatorio. Pero quizá la oposición ha aprendido la lección. Quizá ahora esté más dispuesta al compromiso. ¿Cómo reaccionó la oposición contrarrevolucionaria ante el decreto? ¿Corrieron a abrazar al presidente? ¡No! La jerarquía reaccionaria de la Iglesia Católica lo calificó de “discriminatorio” y exige que se amplíe a los oficiales de la policía culpables de asesinado además de otros célebres contrarrevolucionarios, como el líder estudiantil de la oposición de 40 años de edad Nixon Moreno, que es buscado en relación con el intento de violación de una oficial de policía en Mérida, Mónica Fernández, que ordenó el arresto ilegal de ex ministro de Interior Ramón Rodríguez Chacín durante el golpe de Estado, quieren que este elemento se beneficie del decreto. Ahora defienden que la amnistía se amplíe para incluir a “exiliados políticos” como Carmona Estanga y Ortega. Estos criminales, que nos mostraron ningún remordimiento o disposición a rectificar sus acciones, serán liberados para seguir con sus actividades contrarrevolucionarias. Esto ha provocado una indignación justificada en la base chavista. Manuel Rodríguez dice que el presidente no debería haber firmado el decreto y se pregunta: “¿Dónde estaban nuestros derechos humanos cuando ellos [la oposición] paralizaron el país?”.

¿Debería desacelerarse la revolución? “Ayudado” por sus asesores reformistas, el presidente ha sacado conclusiones incorrectas del referéndum. Durante el programa Aló Presidente del 6 de enero dijo: “Yo estoy obligado a reducir la velocidad de marcha. He venido imprimiéndole una velocidad a la marcha más allá de las capacidades o posibilidades del colectivo; lo acepto, y he allí uno de mis errores (...) Las vanguardias no pueden desprenderse de la masa. ¡Tienen que estar con la masa! Yo estaré con ustedes, y por eso tengo que reducir mi velocidad (...) “Para nada es un espíritu de rendición, ni de moderación ni de conservadurismo. Es realismo. ¡Realismo! (...) Calma, paciencia, solidez revolucionaria. Nadie debe sentirse derrotado ni desmoralizado (...) “Yo prefiero reducir la velocidad, fortalecer las piernas, los brazos, la mente, el cuerpo, la organización popular y el poder popular. Y cuando estemos listos más adelante, entonces acelerar la marcha”. Estas palabras sonarán a música celestial en los oídos de todos esos burócratas y reformistas que llevan camisetas rojas pero que se oponen fundamentalmente al socialismo, que luchan por descarrillar la revolución. Estas personas siempre gritan

sobre el “realismo” y la necesidad de moverse más lentamente. Hablan sobre el socialismo del siglo XXI pero en realidad lo que les gustaría es posponer el socialismo al siglo XXII o XXIII, o mejor aún, de manera indefinida. El presidente continuaba: “Son necesarias las mejoras en nuestras estrategia de alianzas. No podemos dejarnos descarrillar por tendencias extremistas. No somos extremistas ni podemos serlo. ¡No! Tenemos que buscar alianzas con las clases medias, incluida la burguesía nacional. No podemos apoyar tesis que han fracasado en todo el mundo, como la eliminación de la propiedad privada. Esa no es nuestra tesis”. Hemos leído estas declaraciones antes, en los artículos y discursos de Heinz Dieterich, el ex marxista que se ha pasado al campo del reformismo y la burguesía. Al leer estas palabras nos podemos hacer una idea clara de que tendencia lleva ahora la ventaja en Miraflores. Es una tendencia que ha estado trabajando paciente y sistemáticamente durante los últimos años, intrigando contra el socialismo y la revolución, luchando para aislar a Chávez de las masas y del ala revolucionaria. ¿Somos extremistas? No, somos socialistas revolucionarios, marxistas. Sólo los latifundios, banqueros y capitalistas pueden ver el socialismo como algo “extremo”. Pero son una pequeña minoría de la sociedad. La aplastante mayoría de la población ve el socialismo como algo bastante normal, y en absoluto extremo. El presidente ha dicho en más de una ocasión que el capitalismo es esclavitud. ¿Es “extremo” desear la abolición de la esclavitud? Sólo los esclavistas podrían decir eso. ¿Estamos a favor de abolir toda propiedad privada? No, no estamos a favor de tocar la propiedad privada de la aplastante mayoría de la población: los trabajadores, campesinos, pequeños comerciantes y clase media. No nos proponemos la colectivización del televisor, automóvil o casa del barrio, menos aún de su esposa e hijos. Estas son mentiras ridículas que fueron utilizadas por la oposición contrarrevolucionaria en su campaña de calumnias por el voto al “no”. Lo que defendemos es la expropiación de la propiedad de la oligarquía: la nacionalización de la tierra, los bancos e industrias clave. Eso significa menos de un 2% de la población, no la clase media sino los super ricos especuladores y parásitos que no hacen nada para desarrollar la economía venezolana pero que sabotean constantemente la producción, creando escasez artificial y aumento de precios. A Dieterich y otros reformistas les hacemos una pregunta muy sencilla: ¿Cómo es posible conseguir el socialismo sin expropiar la propiedad de la oligarquía? El PIB de Venezuela ha crecido un 8,4%. Pero hay serios problemas. La inflación oficial es del 22,5%. El aumento de los precios afecta a los sectores más pobres que a los acomodados. Hay continuas escaseces de comida, que afecta a productos tan básicos como la leche, las alubias y el pollo. Este hecho demuestra la total insuficiencia de la agricultura privada en Venezuela. Una tierra potencialmente rica y fértil tiene que importar más del 70% de su comida: una situación escandalosa. La escasez de productos alimenticios básicos como resultado del sabotaje deliberado de los agricultores capitalistas y los monopolios de la distribución, jugaron un papel importante en la derrota del referéndum sobre la reforma constitucional. ¿Qué medidas relevantes han adoptado los ministros? Inmediatamente después del referéndum se anunció que se eliminaba el control del precio de la leche y se habló de que se levantaría también el control de precios sobre toda una serie de productos. Una vez más se trata de concesiones a la oligarquía. Existe una solución muy simple a los problemas de escasez de comida: la expropiación de todas las empresas e individuos que participan en el sabotaje de la cadena de distribución alimenticia. Esta medida, que es perfectamente democrática, se podría haber introducido hace mucho tiempo, pero en particular después de la aprobación hace un año del decreto sobre acumulación y sabotaje. Toda la tierra expropiada, las instalaciones y equipamiento deberían ser puertos bajo el control

democrático de comités formados por representantes de los trabajadores y campesinos, para garantizar la distribución de comida a las masas. Además, se deberían crear comités de aprovisionamiento en todos los barrios pobres y obreros para ejercer una vigilancia revolucionaria sobre la distribución de comida y emprender la lucha contra la acumulación, el sabotaje, la corrupción, crimen organizado, etc., Estos hechos demuestran que la economía de mercado está fracasando en Venezuela. Los terratenientes y los capitalistas no pueden ni tampoco resolverán los problemas básicos de la economía. La única forma de poner fin al sabotaje y garantizar que el enorme potencial económico de Venezuela se utiliza en beneficio de su pueblo es nacionalizar la propiedad de la oligarquía y crear una economía socialista planificada gestionada democráticamente por la clase obrera.

El consejo de Lukashenko ¡Qué suerte para Venezuela tener tantos asesores! Tiene baldes de consejos, llegan toneladas de consejos por carretera y por tren. Si cada uno de los consejos valiera un bolívar, cada ciudadano de Venezuela sería millonario. Parece que Lukashenko, el presidente de Bielorrusia, también ha dado un consejo a Chávez. Pero antes de dar un consejo a alguien debería examinar primero sus propias credenciales. Después de todo, no aceptaríamos consejos de los efectos nocivos de la bebida de un alcohólico crónico, o de los puntos de sutura de la intervención cerebral por un carnicero. Lukashenko nos habla como “testigo del colapso de la Unión Soviética”. Sí, no sólo fue testigo, sino también en parte responsable de ello. La URSS fue destruida desde dentro por una casta parasitaria de burócratas que absorbía una gran parte de la plusvalía producida por los trabajadores soviéticos. Esta casta burocrática en la URSS socavó las conquistas de la economía nacionalizada planificada a través del robo, la mala gestión y la corrupción. Es decir, actuaron de un modo similar a la burocracia contrarrevolucionario en Venezuela que estrangula la revolución incluso antes de su nacimiento. Lukashenko era un miembro de esta casta burocrática privilegiada en la vieja Unión Soviética. En aquellos días solían autodenominarse “comunistas” y se presentaban en la tribuna del Primero de Mayo haciendo discursos sobre el socialismo. Ahora se han convertido en los juguetes del capitalismo y la economía mercado. Se han convertido en empresarios y conseguido fortunas. En Venezuela el mismo tiempo de burócratas llevan camisetas rojas y también se suben a las tribunas a hablar sobre socialismo. Tienen tanto en común con el socialismo como Lukashenko. ¡Qué suerte de consejo! Y qué suerte que todos los consejos vayan dirigidos en el mismo sentido: “¡No seas loco Chávez! ¡No vayas tan rápido! ¡Olvida el socialismo! No escuches a los trabajadores y campesinos. ¡Están locos! ¡Escucha a los chicos con dinero! Convénceles para que sean buenos patriotas e inviertan en Venezuela. ¡Si lo haces todo irá bien!”. Lukashenko, según parece, le dijo a Chávez: “Los empresarios, esta burguesía nacional, debes hacer que tengan una buena impresión nacional, que amen su Nación y Patria, incluso si son empresarios y tienen dinero. ¡Ellos deben invertir en el país!”. Si las implicaciones no fueran tan serias estas palabras serían bastante divertidas. No sabemos qué burguesía nacional existe en Bielorrusia. Pero sabemos que la burguesía venezolana no invierte en Venezuela. Sabemos que hay huida de capital. Conocemos que hay sabotaje económico. Que existe una especulación que está vaciando las estanterías de productos básicos y disparando los precios. Sabemos

que las fábricas se cierran y que los trabajadores son echados a la calle. Eso es lo que sabemos. Y también quién es el responsable y por qué. ¿Qué propone el presidente de Bielorrusia? Propone que pidamos a los capitalistas venezolanos que se comporten, que cesen su sabotaje y sean patriotas. Es exigir peras al olmo. Los capitalistas no se impresionarán con discursos sobre el patriotismo. Siempre actúan de acuerdo con sus intereses de clase. ¿Tienen interés en apoyar la revolución bolivariana? Hemos visto cual ha sido su actitud durante los últimos diez años. Sólo un ciego no comprendería que la burguesía es implacablemente hostil a la revolución y a todo lo que significa. No es posible reconciliar los intereses del proletariado y los de la burguesía. O se apoyan los intereses de la clase obrera, que es la gran mayoría de la sociedad, o se apoyan los intereses de la minoría de parásitos adinerados, los banqueros, terratenientes y capitalistas. Pero no se puede apoyar a ambos. Si se intentan reconciliar intereses de clase, los reformistas terminarán apoyando inevitablemente a la clase dominante contra la clase obrera.

La cuestión del Estado Chávez ha anunciado una “reestructuración profunda” de su gobierno, incluido el nombramiento de un nuevo vicepresidente y cambiado a 13 de los 27 ministros. Ha habido muchos cambios en los últimos diez años. Se cambian ministros a una velocidad vertiginosa, pero no resuelve nada. Lo que hace falta no es la remodelación constante por arriba sino la implantación de una política socialista. El presidente desea afrontar la corrupción, que correctamente dice es uno de los enemigos más peligrosos de la revolución. Realmente lo es. Pero es imposible resolver el problema de la burocracia con métodos burocráticos. La única manera de erradicar la corrupción y la burocracia a mediante la implantación general del control y administración obrera, la limitación de los salarios de los funcionarios al nivel de un trabajo cualificado y la revocación inmediata de cualquier funcionario, ministro, gobernador o alcalde que no ponga en práctica la voluntad del pueblo. Diez años después del inicio de la revolución, el viejo aparato del estado heredado de la Cuarta República sigue existiendo. ¡Ese es el problema! Toda la historia demuestra que es imposible llevar a cabo una revolución sin liquidar el viejo aparato del estado, que permanecerá como una fuente constante de corrupción, burocracia y opresión. Pero los reformistas no escucharán esto. Dicen que las masas son incapaces de gobernar. Pero quiénes son las personas mejor preparadas para administrar la sociedad bajo el socialismo: ¿los burócratas y arribistas o los propios trabajadores? En Inveval, que desde hace unos años está ocupada y es administrada por los trabajadores, hay control obrero y todos, desde las limpiadoras al director, reciben el mismo salario. No hace mucho Chávez dijo que éste era el modelo a seguir, y así es. No queremos repetir la experiencia de la caricatura totalitaria burocrática de “socialismo” que colapsó en la URSS. Lo que hace falta es regresar al programa democrático planteado por Lenin y Trotsky, el programa de la democracia obrera.

Cómo perder las elecciones… La revolución sufrió un revés en el referéndum constitucional. Pero de ninguna manera significa una derrota decisiva. Muchos factores pueden intervenir para transformar la situación incluso en los próximos meses. En 2008 habrá elecciones

en todo el país a gobernadores y alcaldes. Está claro que la oposición contrarrevolucionaria, animada por el resultado del referéndum, movilizará todas sus fuerzas para recuperar posiciones en estas elecciones. La pregunta es: ¿pueden los bolivarianos movilizar a las masas para derrotar a la oposición? Chávez insiste en que deben garantizar no perder nada de terreno frente a la contrarrevolución: “Debemos estar preparados, porque a finales de año habrá elecciones” dijo Chávez. “La contrarrevolución no descansará un segundo intentando recuperar espacio. Imaginad por un segundo si eso ocurriera” avisó. El presidente urgió a la consolidación del nuevo Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Anunció que el congreso fundacional del nuevo partido se celebraría el 12 de enero y que el anterior vicepresidente, Jorge Rodríguez, estará ahora a la cabeza del Comité Promotor Nacional del PSUV. Jorge Rodríguez es visto como el ala de izquierdas. “Pido a todos que pongan la energía y la voluntad porque el nuevo partido que necesitamos se consolide pronto”. El congreso se espera que dure que dure un mes y decidirá el programa político, estructura y estatutos del nuevo partido. La fundación del PSUV fue un paso muy importante, pero sólo puede triunfar si defiende con firmeza el socialismo. Chávez mencionó los cinco “motores” de la revolución, su plan para mover el país hacia el llamado socialismo del siglo XXI, e insistió en que su gobierno continuaría avanzando con el plan, pero lamentó que no se puedan hacer muchos cambios debido al fracaso de la reforma constitucional. “No podemos avanzar en ellas porque dependían de la reforma constitucional”. ¿Pero por qué la revolución permitiría a la oposición dictar lo que puede y no puede hacer cuando ha ganado el referéndum por un margen estrecho? ¿Por qué debería ser la cola la que mueva al perro? Esa una manera segura de desencantar a las masas que ya están desilusionadas con el ritmo lento del cambio. Eso creará un ambiente de apatía y más abstenciones en las elecciones. Eso es lo que quiere la oposición. Chávez ha defendido una alianza de “fuerzas patrióticas” en la próxima cita electoral a gobernadores y alcaldes que se celebrará en octubre de este año, en la que participará el PSUV, el Polo Patriótico (PPT) y el Partido Comunista de Venezuela. El PSUV es un partido de masas con millones de militantes y seguidores que quieren luchar por el socialismo. ¿Por qué necesita aliarse con el PPT que es un partido muy pequeño con una política oportunista? Se podría decir que uno más uno es igual a dos, pero dos hombres en un barco remando en direcciones contrarias es igual a parálisis. Los marxistas venezolanos apoyarán al PSUV y lucharán en el congreso por un programa y política socialistas. Nos oponemos a las alianzas con partidos y organizaciones que no luchan enérgicamente por el socialismo. Nos oponemos a alianzas y bloques con la burguesía. Avisamos que esa política defendida por los reformistas de conciliación con las fuerzas de la reacción no llevará a la reconciliación nacional y la paz. Todo lo contrario, la política de colaboración de clase desmotivará y desencantará a los activistas del Movimiento Bolivariano, que son las tropas de choque de la revolución. Animará a las fuerzas contrarrevolucionarias, que con cada paso atrás exigirá diez más. Esa es la manera segura de perder las elecciones.

… Y cómo ganarlas El presidente también dijo: “debemos encontrar alianzas para fortalecer el nuevo bloque histórico, como solía denominarlo Gramsci. Sólo hace un año que ganamos

las elecciones con un 63% de los votos, más de siete millones de votantes. Tenemos una base muy fuerte”. Sí, hace un año más de siete millones votaron a Chávez y realmente es una base muy fuerte. Pero la pregunta es la siguiente: ¿por qué casi tres millones de personas no votaron en el referéndum constitucional? Dieterich dice: porque Chávez ha ido demasiado lejos, demasiado rápido y por tanto debe desacelerar el ritmo. Pero este argumento es falso de cabo a rabo. La oposición no ganó el referéndum constitucional: lo perdieron los bolivarianos. Después de esfuerzos sobrehumanos, la oposición sólo consiguió aumentar los votos en aproximadamente 200.000, mientras que el voto chavista cayó en unos tres millones. Eso no demuestra que se haya producido un giro hacia el “centro” sino lo contrario, que existe una gran y creciente polarización entre las clases. También demuestra que hay elementos de cansancio y desilusión en las masas que son la base del movimiento bolivariano. La derrota del referéndum constitucional fue una advertencia de que las masas se comienzan a cansar de una situación en la que se habla interminablemente sobre socialismo y revolución pero que no ha producido un cambio fundamental el sus condiciones de vida. Las masas ha sido muy pacientes, pero su paciencia se agota. La idea de que siempre seguirán a los dirigentes, esa idea falsa y peligrosa del fatalismo revolucionario, ha demostrado ser totalmente falsa. ¡Todo lo contrario! Es el ritmo lento de la revolución lo que está provocando desilusión entre una capa creciente de las masas. Para ellas, el problemas no es que haya ido demasiado lejos y rápido, sino que ha ido demasiado lenta y no lo suficiente lejos. Si esta desilusión continúa, llevará a la apatía y la desesperación. Preparará la contraofensiva de las fuerzas de la reacción que puede minar la revolución y preparar una derrota seria. Ha llegado el momento de cambiar las palabras por la acción, de tomar medidas decisivas para desarmar a la contrarrevolución y expropiar a la oligarquía.

¡El único camino, el socialismo! ¿Es inevitable la derrota? No, por supuesto que no. La revolución puede triunfar, pero sólo con la condición de que el ala estalinista-reformista Dieterich sea desenmascarada y derrotada políticamente. Hay que purgar el movimiento de burócratas, arribistas y elementos burgueses, defender con firmeza un programa socialista. Sólo triunfará con esa condición, de cualquier otra manera no. Cuando Simón Bolívar levantó por primera vez la bandera de la rebelión contra el poderoso Imperio español, para muchos parecía algo totalmente imposible. Sin duda si Heinz Dieterich hubiera vivido en aquella época habría despreciado al Libertador, como hace con los marxistas. Bolívar, comenzó con un pequeño puñado de seguidores, pero finalmente triunfó, igual que Chávez, cuya causa al principio parecía inútil, pero triunfó porque movilizó a las masas por la lucha contra la oligarquía. La batalla no se ha terminado y la victoria no está garantizada. Nunca es así. Pero una cosa está clara, la única manera de triunfar es despertar a las masas a la lucha revolucionaria. O la mayor de las victorias o la más terrible de las derrotas: estas son las únicas dos alternativas que hay ante la revolución bolivariana. Aquellos que prometen un camino fácil, el camino del compromiso de clase, en realidad juegan un papel reaccionario, creando falsas esperanzas e ilusiones, desarmando a las masas frente a las fuerzas contrarrevolucionarias que no tienen tales ilusiones y se preparan para derrocar a Chávez tan pronto como lo permitan las condiciones. La única manera de evitar este proceso es liquidando el poder económico de la oligarquía, expropiando

a los terratenientes, banqueros y capitalistas, introduciendo un plan socialista de producción. Dieterich y los reformistas dicen que actuar de esta manera sería provocar a los imperialistas y reaccionarios. Eso es absurdo. Los imperialistas y reaccionarios han demostrado con sus acciones que no necesitan ninguna provocación para actuar. Están continuamente actuando para destruir la revolución. La idea de que cesarán sus actos contrarrevolucionarios si “demostramos moderación” y conciliar con los reaccionarios es una locura y muy peligrosa. Todo lo contrario, este comportamiento sólo servirá para envalentonarles y animarles. Por supuesto, aislada, la revolución venezolana en última instancia no puede triunfar. Pero no estaría aislada mucho tiempo. Una Venezuela revolucionaria debería hacer un llamamiento a los trabajadores y campesinos del resto de América Latina para que sigan su dirección. Dadas las condiciones que existen en todo el continente, este llamamiento no caería en oídos sordos. El ejemplo de un estado obrero democrático en Venezuela tendría un impacto mayor que la Rusia de 1917. Dada la enorme fuerza de la clase obrera y el callejón sin salida del capitalismo en todas partes, los regímenes burgueses de América Latina caerían rápidamente, creando las bases para la Federación Socialista de América Latina y, finalmente, el socialismo mundial. Sobre la base de un plan común de producción y la nacionalización de los bancos y monopolios bajo el control y gestión democrática de los trabajadores, sería posible realmente unir las fuerzas productivas de todo el continente, movilizando de este modo una fuerza productiva colosal. El desempleo y la pobreza serían cosas del pasado. La jornada laboral se podría reducir inmediatamente a 30 horas semanales sin reducción salarial. Como una reforma para demostrar la superioridad de los métodos socialistas, tendría consecuencias inmensas en todo el mundo. Pero lo que es incluso más importante, como explicaba Lenin, es que daría el tiempo necesario a toda la clase obrera para dirigir la industria y el Estado. Después un plan socialista de producción, controlado de arriba abajo por la clase obrera, llevaría aun aumento inmenso de la producción, a pesar de la reducción de horas. La ciencia y la técnica, liberadas de las cadenas del beneficio privado las desarrollaría a un nivel jamás visto. La democracia ya no tendría su actual carácter restrictivo sino que se expresaría en la administración democrática de la sociedad por parte de toda la población. Sentaría las bases para un enorme florecimiento del arte, la ciencia y la cultura, acercaría toda la rica herencia cultural de los pueblos de todo el continente. Eso es lo que Engels denominó el salto de la humanidad del reino de la necesidad al reino de la libertad. Ese es el genuino socialismo del siglo XXI: la única alternativa para la revolución venezolana.

El Che, ¿un icono? Lenin en El Estado y la revolución escribió: “Ocurre hoy con la doctrina de Marx lo que ha solido ocurrir en la historia repetidas veces con las doctrinas de los pensadores revolucionarios y de los jefes de las clases oprimidas en su lucha por la liberación. En vida de los grandes revolucionarios, las clases opresoras les someten a constantes persecuciones, acogen sus doctrinas con la rabia más salvaje, con el odio más furioso, con la campaña más desenfrenada de mentiras y calumnias. Después de su muerte, se intenta convertirlos en iconos inofensivos, canonizarlos, por decirlo así, rodear sus nombres de una cierta aureola de gloria para ‘consolar' y engañar a las clases oprimidas, castrando el contenido de su doctrina revolucionaria, mellando su filo revolucionario, envileciéndola”.

Después de su muerte, Guevara se convirtió en un icono de los movimientos revolucionarios socialistas y una figura clave de la cultura pop moderna en todo el mundo. La fotografía del Che de Alberto Korda se ha hecho famosa, aparece en camisetas y pancartas de protesta en todo el mundo. De este modo, el Che se ha convertido en un icono de nuestra época. Después de la muerte de Lenin, la camarilla dirigente de Stalin y Zinoviev crearon un culto alrededor de su figura. Contra los deseos de Krupskaya, su cuerpo fue embalsamado y expuesto al público en el mausoleo de la Plaza Roja. Más tarde Krupskaya diría: “Durante toda su vida Vladimir Ilych estuvo en contra de los iconos y ahora le han convertido a él en un icono”. En noviembre de 2005, la revista alemana Der Spiegel escribía sobre los “revolucionarios pacíficos” de Europa a quienes describía como los herederos de Gandhi y Guevara [!]. Es una absoluta farsa. Deberíamos crear la “Sociedad para la protección del Che Guevara” frente a esas personas que no tienen nada que ver con el marxismo, la lucha de clases o la revolución socialista y que desean pintar una imagen completamente falsa del Che, como si fuera una especie de santo revolucionario, un pequeño burgués romántico, un anarquista, un pacifista gandhiano o alguna otra estupidez por el estilo. Nuestra actitud hacia este extraordinario revolucionario es similar a la actitud que tuvo Lenin hacia Rosa Luxemburgo. No ocultaba sus críticas a los errores de Rosa Luxemburgo, pero Lenin tenía un gran concepto de Rosa Luxemburgo como revolucionaria e internacionalista. Aquí está lo que escribió sobre Rosa para defender su memoria contra los reformistas y mencheviques: “A esto responderemos con una frase de una vieja fábula rusa: ‘Suele suceder que las águilas vuelen más bajo que las gallinas, pero una gallina jamás puede remontar vuelo como un águila'. Rosa Luxemburgo [...] a pesar de sus errores fue y para nosotros sigue siendo- un águila. Y no sólo los comunistas de todo el mundo venerarán su memoria, sino que su biografía y sus obras completas (cuya publicación los comunistas alemanes están demorando excesivamente, con la única excusa parcial de las tremendas pérdidas que están sufriendo) serán manuales útiles para la educación de muchas generaciones de comunistas de todo el mundo. ‘Desde el 4 de agosto de 1914 la socialdemocracia alemana es un cadáver putrefacto': esa frase hará famoso el nombre de Rosa Luxemburgo en la historia del movimiento obrero. Y desde luego, en el patio de atrás del movimiento obrero, entre los montones de estiércol, las gallinas tipo Paul Levi, Scheidemann y Kautsky cacarean en torno a los errores de la gran comunista”. (Lenin. Notas de un periodista. Obras Completas. Vol. 33. p. 210. En la edición inglesa). Sus primeros años Ernesto Guevara de la Serna (14 de junio de 1928 - 9 de octubre de 1967), conocido como Che Guevara, fue un marxista revolucionario, argentino de nacimiento pero internacionalista hasta la médula. Sus antepasados, como de la mayoría de la población de América Latina, eran muy variados. Guevara es la forma castellanizada del vasco Gebara, que significa “de la provincia vasca de Araba (Álava)”. Uno de los nombres de su familia, Lynch, era irlandés (la familia Lynch fue una de las 14 tribus de Galway). ¡La mezcla de sangre irlandesa y vasca es explosiva! Nacido en el seno de una familia de clase media, no sufrió la pobreza ni el hambre como otros muchos niños de América Latina. Pero sí padeció una mala salud. Su naturaleza aventurera y espíritu rebelde estaban relacionados con el hecho de que en su infancia había padecido una enfermedad asmática. Pasó toda su vida intentando superar este problema poniéndose deliberadamente al límite. Su inflexible determinación para remontar todas las dificultades también se podrían achacar a esta circunstancia.

Sus instintos humanitarios le llevaron primero al terreno de la medicina y consiguió hacerse médico. Su especialidad era la dermatología y estaba interesado particularmente en la lepra. En aquel momento, sus horizontes no eran más amplios que los de otros jóvenes de clase media: trabajar duro, graduarse en medicina, conseguir un buen empleo, quizá realizar una investigación original en la ciencia médica y un avance del conocimiento humano con algún descubrimiento asombroso. En este período de su vida escribió: “Cuando comencé a estudiar medicina, la mayoría de los conceptos que ahora tengo como revolucionario estaban ausentes en mi arsenal de ideales. Quería triunfar, como todos. Solía soñar con ser un investigador famoso, trabajar incansablemente para conseguir algo que pudiera, indudablemente, ser puesto al servicio de la humanidad, pero en aquella época todo era sobre el triunfo personal. Yo era, como todos, un producto de mi entorno”. Como la mayoría de los jóvenes, Ernesto amaba viajar. Estaba embargado por lo que califican los alemanes como “Wanderlust” [NdT. Ganas de conocer mundo]. Escribió lo siguiente: “Ahora sé por una coincidencia increíble del destino, que estoy destinado a viajar”. Lo lejos que viajaría y la dirección que emprendería aún era un libro sellado para él. No hay duda de que habría sido un médico concienzudo, pero el Wanderlust iba más con él. Tomó la carretera y no regresó a Argentina durante muchos años. Su naturaleza aventurera le llevó a emprender un largo viaje en motocicleta por toda Sudamérica. El vínculo entre la medicina y sus ideales políticos surgió en un discurso que pronunció en la leprosería de San Pablo en Perú, con ocasión de su veinticuatro cumpleaños: “Aunque somos demasiado insignificantes para ser portavoces de una causa tan noble, creemos, y esta jornada sólo ha servido para confirmar esta creencia, que la división de América en naciones inestables e ilusorias es una absoluta ficción. Sólo somos una raza mestiza con similitudes etnográficas extraordinarias, desde México hasta el Estrecho de Magallanes. Y así, en un intento de liberar todo el provincialismo intolerante, propuse un brindis por Perú y una América unida”. (Diario de una motocicleta. p. 135). Primer despertar Este viaje fue el principio de una prolongada odisea que lentamente le abrió los ojos a la realidad del mundo en el que vivía. Por primera vez en su vida entró en contacto directo con las masas empobrecidas y oprimidas del continente. Presenció de primera mano las espantosas condiciones en las que vivía la mayoría de la población. La pobreza tan terrible que existía en medio de toda la riqueza natural y belleza de este maravilloso continente causó en su mente una impresión profunda. Estas contradicciones conmovieron su naturaleza apasionada y sensible, le hicieron meditar en sus causas. El Che siempre tuvo una mente viva e inquieta. Ese mismo fervor intelectual que demostró en su estudio de la medicina, lo trasladó al estudio de la sociedad. Las experiencias y observaciones que hizo durante sus viajes dejaron en su conciencia una marca duradera. De repente, todas sus tempranas ambiciones de avance personal parecían algo pequeño y falto de interés. Al fin y al cabo, un médico puede curar a pacientes individuales, pero ¿quién puede curar la enfermedad terrible de la pobreza, el analfabetismo, la falta de techo y la opresión? No se puede curar el cáncer con una aspirina, no se pueden curar las enfermedades subyacentes de la sociedad con paliativos y paños calientes. Poco a poco, en la mente de este joven maduró y se desarrolló una idea revolucionaria. No se convirtió inmediatamente en un marxista. ¿Qué hizo? Pensó y leyó mucho, una costumbre que no abandonaría hasta el final de su vida. Comenzó

a estudiar el marxismo. De manera lenta e imperceptible, pero con una inevitabilidad inflexible, se convenció de que los problemas de las masas sólo se podrían solucionar a través de métodos revolucionarios. Guatemala Su conversión al marxismo consciente recibió un impulso decisivo cuando llegó a Guatemala para conocer las reformas implantadas por el presidente Jacobo Arbenz Guzmán. En diciembre de 1953 el Che llegó a Guatemala, en este país Guzmán encabezaba un gobierno reformista que intentaba llevar a cabo la reforma agraria y acabar con el sistema latifundista. Ya antes de llegar a Guatemala, Guevara ya era un revolucionario comprometido, aunque sus ideas todavía estaban en una etapa de formación. Esta circunstancia se puede ver en una carta escrita en Costa Rica el 10 de diciembre de 1953 en la que dice: “En Guatemala me perfeccionará y lograré lo que me falta para ser un auténtico revolucionario”. (Guevara Lynch, Ernesto. Aquí va un soldado de América. Barcelona. Plaza y Janés Editores. 2000. p. 26). Pero la United Fruit Company y la CIA tenían otras ideas. Organizaron un intento de golpe de estado encabezado por Carlos Castillo Armas, con apoyo aéreo norteamericano. Guevara, inmediatamente, se unió a la milicia armada organizada por las Juventudes Comunistas, pero se sintió frustrado por la inacción del grupo. Después del golpe, comenzaron las detenciones y el Che tuvo que buscar refugio en el consulado argentino, donde permaneció hasta que recibió un salvoconducto. Después decidió seguir su camino hacia México. Su experiencia con el golpe apoyado por la CIA contra Arbenz, confirmaron sus ideas y le llevaron a sacar algunas conclusiones. La mente del Che Guevara se concentró en el papel de EEUU en América Latina. Era una potencia imperialista y era el baluarte de todas las fuerzas reaccionarias en el continente. Cualquier gobierno que intentara cambiar la sociedad, de modo inevitable, se enfrentaría a la oposición implacable de un enemigo poderoso y despiadado. Después del triunfo del golpe inspirado por la CIA, el Che tuvo que huir a México donde, en 1956, se unió al revolucionario Movimiento 26 de Julio de Fidel Castro, que llevaba a cabo una lucha feroz contra la dictadura del general Fulgencio Batista en Cuba. Los dos hombres parece que inmediatamente entablaron una buena relación. Castro necesitaba hombres de confianza y el Che una organización y una causa por la que luchar. El Che había visto por sus propios ojos la funesta debilidad del reformismo y le confirmó en su creencia de que el socialismo sólo se podía conseguir mediante la lucha armada. Llegó a Ciudad de México a principios de septiembre de 1954 y entró en contacto con exiliados cubanos que había conocido en Guatemala. En junio de 1955, se encontró por primera vez con Raúl Castro, y después con su hermano Fidel, que había recibido la amnistía y salido de prisión en Cuba, donde le habían encerrado después del fracaso del asalto al Cuartel de Moncada. El Che, inmediatamente, se unió al Movimiento 26 de Julio que estaba planificando derrocar la dictadura de Fulgencio Batista. Al principio, el Che se suponía que cumpliría un papel médico, su mala salud (sufrió durante toda su vida de asma) no sugerían que tuviera una constitución de combatiente. Sin embargo, participó en el entrenamiento militar junto con los otros miembros del movimiento y demostró su valía. Granma

El 25 de noviembre de 1956, el yate crucero Granma zarpó de Tuxpan, Veracruz, rumbo a Cuba, cargado de revolucionarios. Era un viejo barco y llevaba a más personas de las que estaba permitido. Casi se hunde con el mal tiempo y muchos de los pasajeros sufrieron mareos severos. Sólo fue el principio de sus problemas. La expedición casi queda destruida al principio. Desembarcaron en el lugar equivocado y se quedaron atascados en los pantanos. Fueron atacados por tropas gubernamentales poco después de desembarcar y aproximadamente la mitad de los rebeldes fueron asesinados o ejecutados después de ser capturados, sólo sobrevivieron 15-20. Esta fuerza agotada y magullada de algún modo consiguió reagruparse y escapar a las montañas de Sierra Maestra, desde donde iniciaron una guerra de guerrillas contra la dictadura de Batista. A pesar del revés inicial, los rebeldes consiguieron dar un golpe valiente que resonó en los corazones y las mentes de las masas y, especialmente, de la juventud. Sus filas mermadas se llenaron con nuevos reclutas, la guerra de guerrillas se extendió por todo el este de Cuba. El Che participaba como médico, pero en el fragor de la batalla tuvo que decidir si serviría mejor a la causa como médico o como guerrillero. Y decidió: “Quizás esa fue la primera vez que tuve planteado prácticamente ante mí el dilema de mi dedicación a la medicina o a mi deber de soldado revolucionario. Tenía delante de mi una mochila llena de medicamentos y una caja de balas, las dos eran mucho peso para transportarlas juntas; tomé la caja de balas, dejando la mochila...”. La fuerza principal de la rebelión residía en la debilidad crónica del viejo régimen, internamente podrido de corrupción y decadencia. A pesar del apoyo, dinero y armas del imperialismo norteamericano, Batista fue incapaz de detener el avance de la revolución. Sus soldados estaban poco dispuestos a arriesgar sus vidas para defender un régimen enfermo. Debilitados y desmoralizados por una serie de emboscadas en las cimas de Sierra Maestra, en Guisa y en los claros de Cauto, el ejército estaba totalmente desmoralizado cuando se lanzó la ofensiva final. En esta campaña el Che se convirtió en comandante, consiguió reputación por su coraje, bravura y habilidad militar. En ese momento ya era el segundo del propio Fidel Castro. En los últimos días de diciembre de 1958, el comandante Guevara y su columna de guerrilleros se dirigieron al oeste para el avance final hacia La Habana. Esta columna llevó a cabo las tareas más peligrosas en el ataque decisivo a Santa Clara. En un discurso pronunciado en Palma Soriano el 27 de diciembre de 1958, Castro señaló la importancia de esta ofensiva: “Establecimos nuestra línea defensiva en el río Cautillo. Teníamos rodeado Mapo pero aún quedaba Palma. Aproximadamente había 300 soldados enemigos. También estábamos ansiosos por tomar las armas que había en Palma, porque cuando dejamos La Plata, en Sierra Maestra, debido a la última ofensiva, nos quedamos con 25 soldados armados y 1.000 reclutas desarmados. Armamos a estas tropas a lo largo del camino, les armamos durante el combate, pero en realidad no terminamos totalmente de armarles hasta Palma”. Las órdenes finales para el ejército rebelde fueron emitidas desde Palma el 1 de enero de 1959. Pero el golpe final que acabó con la dictadura fue la huelga general de los trabajadores de La Habana. Todo el edificio colapsó como un castillo de naipes. Los generales de Batista intentaron negociar una paz separada con los rebeldes. Cuando se enteró de esto, el dictador se dio cuenta de que el juego había terminado y huyó a la República Dominicana el día de Año Nuevo de 1959. En el poder El viejo Estado burgués fue aplastado y se formó un nuevo poder, o más bien se improvisó, sobre la base del ejército guerrillero. El poder pasó ahora a manos del

ejército guerrillero. Los marxistas de todo el mundo se alegraron del triunfo de la Revolución Cubana. Fue un golpe duro para el imperialismo, el capitalismo y el latifundismo en la puerta de atrás del estado imperialista más poderoso de la historia. Dio esperanza a las masas oprimidas en todas partes. Pero tuvo lugar de una manera diferente a la Revolución Rusa de octubre de 1917. No había soviets y la clase obrera, aunque garantizó la victoria final de la revolución mediante una huelga general, no jugó un papel de dirección. Algunos defienden que este hecho es irrelevante, que cada revolución es diferente, que no existe un modelo aplicable a todos los casos, y otras cosas por el estilo. Hasta cierto punto es verdad. Toda revolución tiene sus propias características concretas que corresponden con condiciones determinadas diferentes, la correlación de fuerzas de clase, la historia y las tradiciones de los distintos países. Pero esta observación no agota toda la cuestión. “La dictadura del proletariado” Marx explicaba que los trabajadores no sólo deben controlar el viejo aparato del estado y utilizarlo para cambiar la sociedad, desarrolló también su teoría del poder obrero en La guerra civil en Francia. Manifiesto del Consejo General de la Asociación Internacional de Trabajadores 1871. ¿Cuál es la esencia de la teoría? Marx explicaba que el viejo Estado no podía servir como un instrumento para cambiar la sociedad. Debía ser destruido y sustituido por un nuevo poder estatal, un estado obrero, que sería totalmente diferente de la vieja maquinaria estatal, “el poder estatal centralizado, con sus órganos omnipresentes de ejército permanente, policía, clero y judicatura”. Sería un semi-estado, por utilizar una expresión de Marx, dedicado a su propia desaparición: “La Comuna estaba formada por los consejeros municipales elegidos por sufragio universal en los diversos distritos de la ciudad. Eran responsables y revocables en todo momento. La mayoría de sus miembros eran, naturalmente, obreros o representantes reconocidos de la clase obrera. La Comuna no había de ser un organismo parlamentario, sino una corporación de trabajo, ejecutiva y legislativa al mismo tiempo. En vez de continuar siendo un instrumento del Gobierno central, la policía fue despojada inmediatamente de sus atributos políticos y convertida en instrumento de la Comuna, responsable ante ella y revocable en todo momento. Lo mismo se hizo con los funcionarios de las demás ramas de la administración. Desde los miembros de la Comuna para abajo, todos los servidores públicos debían devengar salarios de obreros. Los intereses creados y los gastos de representación de los altos dignatarios del Estado desaparecieron con los altos dignatarios mismos. Los cargos públicos dejaron de ser propiedad privada de los testaferros del Gobierno central. En manos de la Comuna se pusieron no solamente la administración municipal, sino toda la iniciativa ejercida hasta entonces por el Estado. “Una vez suprimidos el ejército permanente y la policía, que eran los elementos de la fuerza física del antiguo Gobierno, la Comuna tomó medidas inmediatamente para destruir la fuerza espiritual de represión, el ‘poder de los curas', decretando la separación de la Iglesia y el Estado y la expropiación de todas las iglesias como corporaciones poseedoras. Los curas fueron devueltos al retiro de la vida privada, a vivir de las limosnas de los fieles, como sus antecesores, los apóstoles. Todas las instituciones de enseñanza fueron abiertas gratuitamente al pueblo y al mismo tiempo emancipadas de toda intromisión de la Iglesia y del Estado. Así, no sólo se ponía la enseñanza al alcance de todos, sino que la propia ciencia se redimía de las trabas a que la tenían sujeta los prejuicios de clase y el poder del Gobierno”. (Carlos Marx. La Guerra Civil en Francia. Manifiesto del Consejo General de la Asociación Internacional de los Trabajadores).

Estas ideas no guardan ninguna relación con el régimen totalitario burocrático de la Rusia estalinista donde el Estado era un monstruoso poder opresor situado por encima de la sociedad. Incluso la palabra “dictadura” en la época de Marx tenía una connotación totalmente diferente a la que hoy tiene. Después de la experiencia de Stalin, Hitler, Mussolini, Franco y Pinochet, la palabra dictadura significa campos de concentración, Gestapo y la KGB. Pero, en realidad, Marx tenía en mente la dictadura de la República Romana, mediante la cual en un estado de excepción (normalmente la guerra) los mecanismos habituales de la democracia temporalmente se suspendían y un dictador gobernaban durante un tiempo temporal con poderes excepcionales. Lejos de un monstruo totalitario, la Comunica de París era una forma muy democrática de gobierno popular. Era un estado construido que pretendía desaparecer, un semi-estado, por utilizar la expresión de Engels. Lenin y los bolcheviques modelaron el estado soviético en las mismas líneas tras la Revolución de Octubre. Los trabajadores tomaron el poder a través de los soviets, que eran los órganos más democráticos de representación popular que se han inventado jamás. A pesar de las terribles condiciones de atraso que existían en Rusia, la clase obrera disfrutaba de derechos democráticos. El programa del partido de 1919 especificaba lo siguiente: “todas las masas trabajadoras sin excepción deben ser inducidas a tomar parte en el trabajo de la administración del Estado”. La dirección de la economía planificada principalmente estaba en manos de los sindicatos. Este documento fue traducido inmediatamente a todas las lenguas principales del mundo y distribuido ampliamente. Sin embargo, cuando llegaron las purgas de 1936 fue considerado un documento peligroso y todas las copias se eliminaron silenciosamente de todas las bibliotecas y librerías de la URSS. En cualquier revolución donde el papel dirigente no lo juega la clase obrera sino otras fuerzas, inevitablemente fluyen determinadas situaciones. Siempre existe una tendencia a que el Estado se eleve por encima del resto de la sociedad e incluso que las personas más dedicadas puedan ser corrompidas o perder el contacto con las masas en determinadas circunstancias. Por esa razón Lenin planteó sus famosas cuatro condiciones para el poder obrero: •1) Elecciones libres y democráticas con derecho a revocación de todos los funcionarios. •2) Ningún funcionario puede recibir un salario superior al de un trabajador cualificado. •3) No al ejército permanente sino el pueblo en armas. •4) Gradualmente, todas las tareas de administración de la sociedad deben ser hechas por todos a turnos (cuando todos son burócratas nadie es un burócrata). Estas condiciones no eran un capricho o una idea arbitraria de Lenin. En una economía nacionalizada planificada es absolutamente necesario garantizar el máximo de participación de las masas en la dirección de la industria, la sociedad y el Estado. Sin eso, inevitablemente aparecerán tendencias hacia el burocratismo, la corrupción y la mala gestión, que, al final, pueden socavar y destruir la economía planificada desde dentro. Eso es lo que ocurrió en la URSS. Los puntos planteados por Lenin tienen importancia con relación a los acontecimientos en Cuba y en la propia evolución del Che. Ministro revolucionario El Che ocupó varios puestos en la administración revolucionaria. Trabajó en el Instituto Nacional de Reforma Agraria, fue presidente del Banco Nacional de Cuba, cuando firmó los billetes con su apodo: “Che”. En todo este período, Guevara, se

negó a cobrar el salario oficial y recibió únicamente el bajo salario de comandante del ejército. Este es un pequeño detalle que nos dice mucho sobre el hombre. Decía que lo hacía para dar “ejemplo revolucionario”. En realidad, seguía la letra del principio establecido por Lenin en El Estado y la revolución, que ningún funcionario recibiera un salario superior al de un trabajador cualificado. Era una medida antiburocrática. Lenin, como Marx, era bien consciente del peligro del Estado elevándose sobre la sociedad y que este peligro también existía en un estado obrero. Tomando como punto de partida el análisis de Marx y Engels de la Comuna de París, Lenin planteó cuatro puntos clave para luchar contra la burocracia en un estado obrero en 1917 al que nos hemos referido anteriormente: “Reduciremos a los funcionarios del Estado a ser simples ejecutores de nuestras directivas, ‘inspectores y contables' responsables, amovibles y modestamente retribuidos (en unión, naturalmente, de técnicos de todas clases, de todos los tipos y grados): he ahí nuestra tarea proletaria, he ahí por dónde se puede y se debe empezar al llevar a cabo la revolución proletaria”. (Lenin. El Estado y la revolución). Durante los primeros meses de gobierno soviético, el salario de un Comisario del Pueblo (incluido el mismo Lenin) sólo era dos veces el salario mínimo de subsistencia para un ciudadano corriente. En los siguientes años, los precios y el valor del rublo con frecuencia cambiaban muy rápidamente y los salarios se alteraban de acuerdo con estas subidas. Algunas veces, las cifras eran asombrosas, cientos de miles y millones de rublos. Pero incluso en esta condiciones, Lenin garantizó que la relación entre los salarios más bajos y los más altos en las organizaciones estatales no superaran el límite fijado, mientras vivió el diferencial parece que nunca fue superior a 1:5. Por supuesto, en unas condiciones de atraso, se tuvieron que hacer muchas excepciones que representaban una amenaza de los principios de la Comuna de París. Para convencer a los “especialistas burgueses” (spetsy) y que trabajaran para el Estado soviético, era necesario pagarles salarios más elevados. Estas medidas eran necesarias hasta que la clase obrera creara a su propia intelectualidad. Además, se pagaban tipos especiales al “trabajador de choque” en ciertas categorías fabriles y oficinas. Sin embargo, estos acuerdos no se aplicaban a los comunistas. Estaba prohibido estrictamente recibir más que un trabajador cualificado. Cualquier ingreso que recibieran y que superara esa cifra debía ser pagado al partido. El presidente del Consejo de Diputados del Pueblo recibía 500 rublos, comparables a los ingresos de un trabajador cualificado. Cuando el gerente del Consejo de Diputados del Pueblo, V. D. Bonch-Bruevich, pagó más a Lenin en mayo de 1918, recibió una “severa reprimenda” por parte de Lenin, que lo describió como un aumento “ilegal”. Debido al aislamiento de la revolución y la necesidad de emplear a especialistas y técnicos burgueses, el diferencial aumentó para estos trabajadores, que podían ganar un 50% más de lo que recibían los miembros del gobierno. Lenin denunció esta situación como una “concesión burguesa” que debería reducirse lo antes posible. No sólo en la teoría, sino también en la práctica, el Che siguió principios revolucionarios similares. El Che contra el estalinismo El Che Guevara era un revolucionario instintivo. Personalmente era incorruptible y detestaba la burocracia, el arribismo y los privilegios. Tenía la moralidad austera y puritana del luchador revolucionario. Por esa razón, le repelían las manifestaciones de burocracia y servilismo que observaba después del triunfo de la revolución.

El Che con frecuencia expresó opiniones contrarias a las posiciones oficiales del Partido Comunista de la Unión Soviética dirigido por Nikita Kruschev. Se opuso a la “teoría” de coexistencia pacífica, no le gustaba la actitud servil de algunos cubanos hacia Moscú y su ideología. Sobre todo, le repelían la burocracia, el arribismo y el privilegio. Sus visitas a Rusia y Europa del Este le conmocionaron y profundizaron su sentimiento de desilusión con el estalinismo. La burocracia, los privilegios y el conformismo asfixiante le disgustaban hasta lo más profundo de su ser. Cada vez era más crítico con la Unión Soviética y sus dirigentes. Por eso, al principio, se inclinó hacia China en la disputa chino-soviética. Pero presentar al Che como un maoísta es hacerle una injusticia. No hay razón para creer que se hubiera sentido más cómodo en la China de Mao que en la Rusia de Kruschev. La razón por la que parece que se inclinó sobre Chino fue que los chinos criticaron la decisión de Moscú de retirar los misiles soviéticos de Cuba, un acto que el Che consideró una traición. Es imposible llegar a una clasificación cuidadosa del Che Guevara, tenía un carácter complejo con un cerebro fértil que siempre a la búsqueda de la verdad. Los dogmas del estalinismo eran la antítesis absoluta de su forma de pensamiento. Rechazaba el servilismo burocrático y el conformismo, detestaba el privilegio de cualquier tipo. Estas ideas le convirtieron en objeto de sospecha para los dignatarios “comunistas” de Europa y el Bloque del Este. Los dirigentes estalinistas del Partido Comunista Francés eran particularmente hostiles con él e incluso lanzaron una campaña de calumnias contra el Che, describiéndole como un “aventurero pequeño burgués”. Ministro de Industria Guevara más tarde sirvió como Ministro de Industria, en ese puesto tuvo que hacer frente a los problemas de la edificación de una economía socialista planificada en las condiciones difíciles que afrontaba la Revolución Cubana. Mi buen amigo y compañero León Ferrer, el veterano trotskista cubano, trabajó con el Che en el ministerio y mantuvo muchas discusiones con él sobre Trotsky y el trotskismo. Le dio libros de Trotsky para que los leyera y mostró interés en ellos. Pero había un punto que no entendía: “Trotsky escribe mucho sobre la burocracia, pero qué significa”, León se lo explicó lo mejor que pudo después el Che dijo: “Sí, creo que ya comprendo lo que quieres decir”. Al día siguiente, el Che y León se reunieron para cortar caña de azúcar en los campos. En medio de este trabajo matador, León vio un gran coche negro que avanzaba lentamente por el campo. Se volvió al Ché y le dijo: “Comandante, parece que tienes una visita”. El Che miró sorprendido y vio la limusina. Después su cara mostró una sonrisa y le dijo a León: “¡Mira lo que va a suceder!” El coche se detuvo y un funcionario sudoroso con traje y corbata se bajó y comenzó a caminar hacia el Che. Antes de pudiera abrir la boca el Che le gritó: “¿Qué hace aquí? ¡Fuera! ¡Aquí no queremos burócratas!” El funcionario avergonzado regresó al coche y el Che se volvió hacia León y le dijo con una sonrisa triunfal: “¡Ves! Cuando el trotskista cubano fue detenido, el Che en persona intervino para garantizar su liberación. (Más tarde dijo que había sido un error). También propuso estudiar los escritos de León Trotsky, a quien consideraba como uno de los marxistas no ortodoxos. Esta actitud es muy diferente a la postura de los seguidores de Mao Tse Tung que describían a Trotsky como un contrarrevolucionario y enemigo del socialismo. Estas ideas las expresó el Che Guevara en una carta a Armando Hart Dávalos, publicada en Cuba en diciembre de 1997 en Contracorriente Nº 9. La carta fue escrita en Dar-es-Salaam, Tanzania, el 4 de diciembre de 1965, durante la

expedición africana del Che. En ella se expresa en términos muy críticos sobre la filosofía soviética y el seguidismo servil de algunos cubanos: “En este largo período de vacaciones le metí la nariz a la filosofía, cosa que hace tiempo pensaba hacer. Me encontré con la primera dificultad: en Cuba no hay nada publicado, si excluimos los ladrillos soviéticos que tienen el inconveniente de no dejarte pensar; ya que el partido lo hizo por ti y tú debes digerir. Como método, es lo más antimarxista, pero además suelen ser muy malos. “Si le das un vistazo a sus publicaciones [en Cuba] podrás ver la profusión de autores soviéticos y franceses que tiene. Esto se debe a comodidad en la obtención de traducciones y a seguidismo ideológico. Así no se da cultura marxista al pueblo, a lo más, divulgación marxista, lo que es necesario, si la divulgación es buena (no es este el caso), pero insuficiente”. Propone un plan extenso de formación política que incluye el estudio de las obras completas de Marx, Engels, Lenin, Stalin y “y otros grandes marxistas. Nadie ha leído nada de Rosa Luxemburgo, por ejemplo, quien tiene errores en su crítica de Marx (tomo III) pero murió asesinada, y el instinto del imperialismo es superior al nuestro en estos aspectos. Faltan también pensadores marxistas que luego se salieron del carril, como Kautsky y Hilfering (no se escribe así) [el Che hace referencia al marxista austríaco Rudolf Hilferding] que hicieron aportes y muchos marxistas contemporáneos, no totalmente escolásticos”. Y añade en broma: “y debía estar tu amigo Trotsky, que existió y escribió, según parece”. Su interés en las ideas de Trotsky aumentaba en el mismo grado que se desilusionaba con los regímenes burocráticos de Rusia y Europa del Este. El Che Guevara era un lector ávido y en su última campaña en Bolivia llevaba muchos libros con él. Entre ellos, significativamente, había libros de Trotsky: La revolución permanente y Historia de la Revolución Rusa. Dadas las condiciones extremadamente difíciles de la guerra de guerrillas en las montañas y la jungla, un guerrillero sólo llevaba consigo lo que consideraba absolutamente necesario. Esta circunstancia nos dice mucho sobre el pensamiento del Che en esa época. No dudamos de que si hubiera vivido, habría girado hacia el trotskismo y, en realidad, ya lo estaba haciendo poco antes de que su vida se truncara. La campaña contra el Che El cuarenta aniversario del asesinato del Che Guevara ha sido la señal para una campaña ruidosa en su contra. Los ataques al Che no sólo proceden de la derecha. Hay ataques constantes de anarquistas, libertarios y todo tipo de “demócratas”. Las críticas al Che de Regis de Bray son particularmente desagradables, ese miserable renegado y cobarde, que jugó un papel pernicioso en la última campaña del Che en Bolivia y que más tarde se convirtió en reformista y asesor de Mitterand, ahora es un fiel servidor de la burguesía y el imperialismo. Otros “intelectuales” como Jon Lee Anderson, que escribió un libro conocido sobre el Che, Jorge Castañeda y Octavio paz se han unido al coro de renegados y sinvergüenzas que compiten entre sí por “desmitificar” al Che, es decir, echar basura sobre su memoria. Esta desagradable campaña de calumnias cuenta con el apoyo de muchos en la “izquierda” de América Latina, que es sólo una indicación de la degeneración de la intelectualidad “democrática” en el período de decadencia senil del capitalismo. El escritor Paul Breman, nos dice que el “culto moderno al Che” oscurece la obra de los disidentes y lo que él cree es una “lucha social tremenda” que actualmente se está realizando en Cuba. Sí hay una tremenda lucha social en Cuba, una lucha entre la revolución y la contrarrevolución, una lucha entre los que desean defender las conquistas de la revolución cubana y los que, bajo la falsa bandera de la

“democracia” quieren arrastrar a Cuba hacia la esclavitud capitalista, como ya ha ocurrido en Rusia. En esta lucha no es posible ser neutral, y estos “intelectuales demócratas” se han puesto abiertamente al lado de la contrarrevolución capitalista. Otro de estos sinvergüenzas, el autor Christopher Hitchens, que antes se consideraba como un socialista y seguidor de la Revolución Cubana, ahora, como otros muchos en un tiempo amigos de Cuba, han cambiado de idea. Escribe lo siguiente sobre el legado del Che Guevara: “La situación de icono del Che quedó garantizada porque fracasó. Su historia fue la de la derrota y el aislamiento, y por eso resulta tan seductor. Si hubiera vivido, el mito del Che hace mucho que ya hubiese muerto. No, mi amigo Che Guevara no ha muerto sino que está muy vivo, y será recordado mucho después de que toda esta tribu miserable de fariseos burgueses haya sido olvidada. Sí, el Che fue derrotado, pero al menos tuvo el coraje de intentar luchar, y es mil veces mejor intentar luchar y caer honorablemente en la batalla por una causa justa, que parlotear, quejarse y gimotear desde los márgenes de la historia y hacer precisamente nada. La cuestión de la violencia revolucionaria La principal acusación contra el Che es que fue responsable de una represión brutal innecesaria. ¿Cuáles son los hechos? Después del derrocamiento, al Che Guevera se la asignó el papel de “fiscal supremo”, supervisando los juicios y ejecuciones de cientos de criminales de guerra sospechosos del régimen anterior. Como comandante de la prisión de La Cabaña, supervisó el juicio y la ejecución de antiguos funcionarios del régimen de Batista y miembros del “Buró para la Represión de las Actividades Comunistas” (una unidad policial secreta conocida por su acrónimo español BRAC). Esta fue la excusa para una serie de ataques violentos contra él por parte de los enemigos de la revolución. Hemos visto toda una serie de artículos con títulos que hacen referencia al Che como un “carnicero” y otras cosas por el estilo. En su libro sobre el Che, Jon Lee Anderson escribe: “Durante todo enero, sospechosos criminales de guerra fueron capturados y llevados diariamente a La Cabaña. En su mayor parte, éstos no eran los altos secuaces del antiguo régimen, la mayoría había escapado antes de que los rebeldes asumieran el control de la ciudad y detenido el tráfico aéreo y marítimo, o permanecían escondidos en las embajadas. La mayoría eran diputados, chivatos de la base y torturadores policiales. Los juicios comenzaban a los ocho o nueve de la noche, y con frecuencia, se llegaba a un veredicto a las dos o tres de la mañana. Duque de Estrada, cuya tarea era conseguir pruebas, tomar testimonios y reparar los juicios, también se sentaba con el Che, el ‘fiscal supremo', en el banco de apelación, donde el Che tomaba la decisión final sobre el destino de los hombres”. (Anderson, Jon Lee. Che Guevara: A Revolutionary Live. Nueva York. 1997. Grove Press. pp. 386-387). José Vilasuso, un fiscal que trabajó con Guevara, dijo que estos eran “procedimientos ilegales” donde “se juzgaban los hechos sin ninguna consideración con los principios judiciales generales”. Vilasuso describía un proceso donde “las declaraciones del investigador constituían una prueba irrefutable de maldad” y donde “había parientes de las víctimas del régimen anterior que fueron nombrados como jurado del acusado”. Solón de Atenas, que escribió la Constitución ateniense y sabía una o dos cosas sobre las leyes, dijo lo siguiente: “Las leyes son semejantes a las telas de araña: contienen lo débil y lo ligero, y son deshechas y traspasadas por lo fuerte y lo poderoso”. La ley nunca ha sido superior a los intereses de clase que hay detrás de ella. La burguesía se oculta detrás de la llamada imparcialidad de la ley para

enmascarar la dictadura de los grandes bancos y monopolios. Cuando ya no conviene a sus intereses de clase, apartan a un lado estas leyes y ejercen abiertamente la dictadura. Las personas que fueron ejecutadas en La Cabaña eran, como reconoce la cita anterior, conocidos seguidores de la dictadura de Batista que torturaron y asesinaron a muchas personas sin juicio, informadores que espiaban a la población y que fueron responsables de su encarcelamiento, tortura y muerte, y los propios torturadores. Estas personas son las que fueron llevadas ante los pelotones revolucionarios. ¿Se supone que debemos levantar con horror las manos por esto? ¿Se supone que debemos conmocionarnos cuando la revolución ajusta las cuentas con sus enemigos? Los mismos fariseos de clase media que gimotean por estas ejecuciones son los que apoyan la “reconciliación y paz” en lugares como Chile, Argentina o Sudáfrica. Son los autores de la obscena farsa de “comisiones de la verdad” donde los asesinos y los torturadores se reúnen cara a cara con sus víctimas, con las viudas y huérfanos, con personas que sufrieron torturas indescriptibles o años de prisión por sus ideas. Al final, se supone que deben reconciliarse y estar “en paz”. Sí, ¿cómo los muchos otros que están “en paz” en fosas anónimas o en el fondo del Río de la Plata con las manos destrozadas? Esta paz y reconciliación no es otra cosa que un engaño cruel y las llamadas comisiones de la verdad una evasión cobarde de la verdad: nunca puede haber paz y reconciliación entre los asesinos y los torturadores, con sus víctimas que piden justicia incluso desde la tumba. Es absolutamente intolerable que hoy conocidos asesinos y torturadores caminen por las calles de Santiago, Buenos Aires y Johannesburgo, y sus víctimas obligadas a vivir con este hecho. En España, los reformistas y los estalinistas suscribieron un vergonzoso fraude llamado “transición”. Los carniceros fascistas responsables de la muerte de más de un millón de personas quedaron sin castigo por ello. Los reformistas en Chine y en otras partes siguieron este ejemplo. ¿Es algo bueno permitir a Pinochet morir tranquilamente de viejo en su cama? ¿No habría sido más justo que este carnicero de masas hubiese sido juzgado por las familias de sus víctimas? Los fariseos dicen ¡una violación de los principios de la legalidad! Nosotros respondemos: ¡un acto de justicia revolucionaria! Predicar el amor y la reconciliación en medio de la lucha de clases es una forma de crimen, siempre se espera que el débil y el indefenso muestren amor y olvido, mientras que el rico y el poderoso siempre escapan a las consecuencias de sus crímenes. El Che Guevara fue un humanitario que tenía un profundo amor por los pobres y los oprimidos y, por consiguiente, sentía un profundo odio hacia los opresores y explotadores. Escribió lo siguiente: “El odio es un elemento de lucha, el odio implacable del enemigo que nos impulsa a ir más allá de los límites naturales de los hombres y transformarnos en máquinas efectivas, violentas, selectivas y asesinos fríos. Nuestros soldados deben ser así, una persona sin odio no puede derrotar a un enemigo brutal”. ¿Palabras crueles? Sí, pero la lucha de clases es cruel y las consecuencias de la derrota son mortíferas. Cuba está sólo a 90 millas de la nación imperialista más poderosa de la tierra. Poco después de estos acontecimientos el imperialismo norteamericano organizó una invasión con la ayuda de los agentes de Batista que el Che no consiguió llevar ante los pelotones de fusilamiento. La hipocresía de los imperialistas Los ataques de los enemigos de la revolución están motivados por el rencor y la hipocresía. Una revolución tiene que defenderse de sus enemigos, tanto internos como externos. Una revolución, que por su propia naturaleza derriba todas las

viejas leyes, reglas y regulaciones, no se puede esperar que opere bajo la base de la legalidad burguesa. Tiene que inventar nuevas leyes y una nueva legalidad, y la única ley que conoce es la inventada hace mucho por Cicerón: salus populi suprema lex est (la salvación del pueblo es la ley suprema). Para los revolucionarios, la salvación de la revolución es la ley suprema. La idea de que una revolución debe bailar el minueto de la legalidad burguesa es sólo una estupidez. A lo largo de la historia, ha habido muchos levantamientos de los oprimidos desamparados contra sus amos. Los anales de la historia humana están llenos de rebeliones esclavas derrotadas y tragedias similares. En cada caso, encontramos que los esclavos fueron derrotados porque no mostraron suficiente determinación y fueron demasiado suaves y confiados, mientras que la clase dominante siempre está dispuesta a emplear los métodos más brutales y sangrientos para mantener su dominio de clase. La historia está repleta de ejemplos de la brutalidad de la clase dominante. Después de la derrota de Espartaco, los romanos crucificaron a miles de esclavos a lo largo de la Vía Apia. En junio de 1848, el general Cavaignac había prometido perdón y masacró a los trabajadores. El burgués Thiers había jurado la ley y dio al ejército carta blanca para la masacre. Después de la derrota de la Comuna, los carniceros de Versalles se vengaron de manera terrible de los proletarios de parís. Lissagaray (Historia de la Comuna de París de 1871 escribe lo siguiente: “Las masacres masivas duraron hasta los primeros días de junio y las ejecuciones sumarísimas hasta mediados de ese mes. Durante un largo período, en el Bois de Boulogne se representaban dramas misteriosos. Nunca se conocerán el número exacto de víctimas de la Semana Sangrienta. El jefe de la justicia militar admitió 17.000 ejecutados, el consejo municipal de París pagó los gastos de enterramiento de 17.000 cadáveres, pero un gran número fueron asesinados fuera de París o quemados. No es una exageración decir que por lo menos fueron 20.000. “Muchos campos de batalla han registrado más muertes, pero al menos éstos han caído en el fragor del combate. El siglo no ha presenciado una carnicería de esta magnitud después de la batalla, no hay nada igual en a historia de nuestras guerras civiles. El día de San Bartolomé, junio de 1848, el 2 de diciembre, formarían sino un episodio de las masacres de mayo. Incluso los grandes ejecutadores de Roma y de los tiempos modernos palidecen ante el Duque de Magenta. Las hecatombes de las victorias asiáticas, sólo las fiestas de Dahomey podrían dar alguna idea de esta matanza de proletarios”. Hay otros muchos más ejemplos recientes. Después del derrocamiento del gobierno elegido democráticamente de Arbenz, los gobernantes de Guatemala desataron una guerra genocida sangrienta contra su propio pueblo con la ayuda de la CIA. Pinochet asesinó y torturó a decenas de miles. En Argentina, con la Junta hubo una gran carnicería. En el caso de Cuba, el títere norteamericano Batista, asesinó y torturó a innumerables opositores. Todo forma parte del registro histórico. Los llamados demócratas en EEUU y en la Unión Europea pretenden estar conmocionados ante la violencia revolucionaria de la Revolución Cubana contra sus enemigos, pero estas mismas personas están dispuestas a cerrar los ojos ante los crímenes de los déspotas contrarrevolucionarios que eran amigos del imperialismo norteamericano. Como dijo el presidente Franklin D. Roosevelt sobre el dictador nicaragüense Somoza: “Es un hipo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. Bahía de Cochinos La burguesía aborda la cuestión de la violencia desde un punto de vista de clase y práctico. La clase obrera también debería hacerlo. La idea de que es posible derrotar al enemigo de clase dándoles lecciones de moralidad es algo ingenuo e

insensato. La verdadera razón de los lamentos hipócritas de escándalo moral contra las revoluciones cubana (y rusa) es que aquí al menos los esclavos lucharon contra los esclavistas, pero ganaron. Al principio, Castro no planteó una perspectiva socialista y no nacionalizó nada. El Che, por otro lado, insistía en que la revolución cubana debía ser una revolución socialista. La revolución pronto entró en conflicto con el imperialismo estadounidense, que intentó sabotear sus intentos de poner en práctica la reforma agraria y otras medidas destinadas a mejorar las condiciones de vida de las masas. Las grandes empresas norteamericanas intentaron sabotear la economía cubana. Castro respondió con la nacionalización de toda la propiedad estadounidense en Cuba. La revolución cruzó el Rubicón. Había expropiado a los terratenientes y capitalistas, colisionado con Washington. Era la confirmación absoluta de la teoría de la revolución permanente de Trotsky, una teoría en la que estaba interesado el Che y se llevó con él una copia del libro en su última expedición a Bolivia. Trotsky explica que en las condiciones modernas, las tareas de la revolución democrático burguesa en los países coloniales y ex coloniales no las puede realizar la burguesía, que sólo se pueden conseguir a través de la expropiación de los terratenientes y capitalistas, y con el comienzo de la transformación socialista de la sociedad. Los “demócratas” imperialistas respondieron organizando una invasión de Cuba. La CIA armó y entrenó a mercenarios cubanos, dispuestos a efectuar el derrocamiento violento del gobierno revolucionario. La revolución se defendió, movilizando y armando a los trabajadores y campesinos. Las fuerzas imperialistas fueron derrotadas en la Bahía de Cochinos, era la primera vez que el imperialismo sufría una derrota militar en América Latina. La revolución había triunfado. Si los reaccionarios hubieran conseguido recuperar el poder, ¿qué habrían hecho? ¿Habrían invitado a los trabajadores y campesinos cubanos a unirse con ellos en una celebración universal de hermandad y reconciliación? ¿Habrían creado una comisión de la verdad e invitado al Che y Fidel Castro a participar? Habrían llenado no una Cabaña, sino cien, con sus víctimas. Sólo un ciego no comprendería este hecho, pero no hay más ciego que el que no quiere ver. El Che y la revolución mundial La Revolución Cubana estaba en peligro. ¿Cómo se podía salvar? El Che Guevara tenía la idea correcta, y se encaminaba en la dirección correcta antes de que su joven vida acabara de manera brutal. Se opuso radicalmente a la burocracia, la corrupción y los privilegios, que hoy son la mayor amenaza para la Revolución Cubana y, si no se corrigen, prepararán el camino para la restauración capitalista. Sobre todo, comprendía que la única manera de preservar la Revolución Cubana era extendiendo la revolución socialista al resto del mundo, comenzando con América Latina. Sus discursos contra la burocracia y sus críticas de la Unión Soviética eran más abiertos en la medida que crecía la influencia de la Unión Soviética en Cuba. En general, cada vez era más escéptico con la Unión Soviética. Públicamente, acusó a Moscú de traicionar la revolución colonial. En febrero de 1965, el Che hizo lo que se convertiría en su última aparición en la escena internacional cuando pronunció un discurso en el Segundo Seminario Económico sobre Solidaridad Afro-asiática en Argel. En el curso de su discurso declaró: “No hay fronteras en esta lucha a muerte. No podemos permanecer indiferentes frente a lo que ocurre en cualquier parte del mundo. Una victoria en cualquier país contra el imperialismo es nuestra victoria, como una derrota en un país es nuestra derrota”. Y continúa: “Los países socialistas tienen el deber moral de liquidar su complicidad tácita con los países explotadores de Occidente”.

Era una condena muy explícita de la política de coexistencia pacífica aplicada por Moscú. Consideraba que la retirada de los misiles soviéticos del territorio cubano sin consultar a Castro era una traición. Apoyó de forma entusiasta al pueblo vietnamita en su guerra de liberación contra el imperialismo norteamericano. Llamó a los pueblos oprimidos de otros países a que tomaran las armas y crearan “cien Vietnam”. Estas palabras horrorizaban a Kruschev y a la burocracia moscovita. En su mente maduraba lentamente la idea de que la única forma de salvar la revolución cubana era extiendo la revolución a escala mundial. Esta idea era fundamentalmente correcta. El aislamiento de la Revolución Cubana era la mayor amenaza para su supervivencia. El Che no era un hombre que siguiera una idea para dejarla sobre el papel, decidió ponerla en acción. El Che Guevara abandonó Cuba en 1965 para participar en las luchas revolucionarias en África. Primero fue a Congo-Kinshasa, aunque su paradero permaneció en secreto durante los dos años siguientes. El Che escribió una carta en la que reafirmaba su solidaridad con la Revolución Cubana pero declaró su intención de abandonar Cuba e ir al extranjero a luchar por la causa de la revolución. Decía lo siguiente “Otras naciones del mundo requieren mis modestos servicios” y, por tanto, decidió ir y luchar como un guerrillero “en nuevos campos de batalla”. Para no perjudicar al gobierno cubano y dar excusas a los imperialistas para que atacaran Cuba, anunció su dimisión de todos sus cargos en el gobierno, en el partido y en las fuerzas armadas, renunció a su ciudadanía cubana que le había sido concedida en 1959 como reconocimiento a sus esfuerzos en nombre de la revolución. “Esta es la historia de un fracaso” En aquel momento África estaba en una situación de fermento. Los colonialistas franceses habían sido expulsados de Argelia y los imperialistas belgas habían tenido que abandonar el Congo. Pero los imperialistas estaban organizando una acción obstinada en la retaguardia en alianza con el régimen del apartheid sudafricano y elementos reaccionarios de diferentes países. En juego estaba la inmensa riqueza mineral de África, también era el principal campo de batalla entre la Unión Soviética y EEUU. El Che llegó a la conclusión de que ese era el mejor lugar para luchar. Ben Bella, presidente de Argelia, había mantenido discusiones con Guevara y dijo: “La situación que domina África, que parecía tener un enorme potencial revolucionario, hizo que el Che llegara a la conclusión de que África era el eslabón débil del imperialismo. Decidió que debía dedicar sus esfuerzos a África”. El Congo acababa de conseguir la independencia, los imperialistas belgas y franceses sabotearon el gobierno de izquierdas de Patrice Lumumba creando un caos que sirviera de pretexto para una intervención militar. Con la colaboración activa de la CIA, los reaccionarios encabezados por Mobutu asesinaron a Lumumba y tomaron el poder en Leopoldville (Kinshasa). Los seguidores de Lumumba iniciaron una guerra de guerrillas. La operación cubana se llevó a cabo con el apoyo de los rebeldes al mando de Laurent Kabila. De modo asombroso, Guevara a sus 37 años de edad no tenía una formación miltar formal (su asma le impidió cumplir el servicio militar en Argentina), pero tenía la experiencia de la Revolución Cubana y eso era suficiente. De la misma forma, Trotsky tampoco tenía formación militar cuando formó el Ejército Rojo, pero los soldados rojos, armados con el fervor revolucionario, derrotaron a los ejércitos extranjeros lanzados contra ellos. Napoleón dijo hace mucho que en la guerra la moral siempre es el factor decisivo. Sin embargo, el Che rápidamente se desilusionó de sus aliados congoleños. Tenía poca consideración por la capacidad de Kabila. “Nada me hace creer que es el hombre de la hora” escribía. Los revolucionarios rusos y cubanos luchaban por una

causa en la que creían. Pero en el Congo, la lucha antiimperialista se mezclaba con las divisiones tribales, ambiciones personales y corrupción. Este hecho se pudo ver en los acontecimientos posteriores. En mayo de 1997, Laurent Kabila derrocó a Mobutu y se convirtió en presidente de la República Democrática de El Congo. En ese puesto, en el que estuvo hasta su asesinato en 2001, se comportó como un tirano corrupto. Fue sucedido en la presidencia por su hijo, igualmente corrupto, Joseph Kabila. La CIA y los mercenarios sudafricanos trabajaban con las fuerzas de Mobutu para derrotar a los rebeldes. Pronto se dieron cuenta de que luchaban contra un enemigo muy serio, aunque al principio no conocían la presencia del Che. Sin embargo, la CIA alerto de su presencia a los sudafricanos. En Diario de El Congo, el Che habla de la incompetencia, estupidez y luchas internas en las fuerzas congoleñas locales. Esa fue la principal razón del fracaso de la revuelta, sin la ayuda cubana habría sido derrotada mucho antes. Después de siete meses de frustraciones, sufriendo de asma, disentería y desilusionado con sus aliados, el Che abandonó el Congo con los supervivientes de su fuerza de afro-cubanos. Más tarde, cuando escribía sobre su misión en el Congo, declaró con amargura: “Es la historia de un fracaso”. Bolivia Después del fracaso en África, el Che decidió intentar abrir un nuevo frente revolucionario en América Latina. Parece que eligió Bolivia por su situación estratégica, un país fronterizo con varios países importantes, incluido Argentina. Adoptó el disfraz de un empresario uruguayo con gafas gruesas y cabeza rapada. Era tan perfecto que cuando dio el adiós final a su pequeña hija ella no le reconoció. Sin embargo, no eran tan fácil engañar a los imperialistas. El Che cometió un error al intentar organizar una guerra de guerrillas en Bolivia, un país con una poderosa clase obrera con grandes tradiciones revolucionarias. Calculó mal en varias de los terrenos. Esperaba enfrentarse a un ejército boliviano escasamente formado y equipado. Pero, como ya hemos señalado, los imperialistas aprendieron la lección en Cuba y estaban preparados. El Che murió sólo once meses después del inicio de la operación guerrillera. Sólo cinco hombres consiguieron escapar de la trampa preparada para ellos por el ejército boliviano y sus “asesores” norteamericanos. Leer hoy el Diario de Bolivia del Che es una experiencia conmovedora y trágica. Los sufrimientos físicos y mentales de este pequeño grupo de hombres son indescriptibles. Su destino final es desgarrador. Estableció su base en la jungla de la remota región de Ñancahuazú. Pero construir un ejército guerrillero en estas condiciones demostró ser extremadamente difícil, como muestra su diario boliviano. Comenzar la revolución en las junglas de Bolivia era desde el principio una aventura imposible. La fuerza guerrillera era aproximadamente era sólo de unos cincuenta. Sufrieron unas enormes dificultades a la hora de reclutar entre la población local, que ni siquiera hablaba español. Las guerrillas habían aprendido quechua, pero el idioma local era el tupí-guaraní. A pesar de todo, las guerrillas demostraron un tremendo valor y determinación, consiguieron varios éxitos tempranos contra los soldados regulares bolivianos en las montañas Camiri. Sin embargo, en septiembre, el ejército consiguió eliminar a dos grupos guerrilleros, asesinando a uno de los dirigentes. Desde este momento, luchaban una batalla que estaba perdida de antemano. Además, según seguía la campaña, la salud del Che se deterioraba. Sufría unos ataques de asma severos y debilitantes. Las autoridades bolivianas finalmente alertadas sobre la presencia de Guevara cuando las fotografías tomadas por los rebeldes cayeron en sus manos tras un

enfrentamiento con el ejército boliviano en marzo de 1967. Dicen que después de verlas, el presidente René Barrientos exclamó que quería la cabeza de Guevara en una pica en el centro de La Paz. Aquí tenemos una auténtica expresión del pacifismo humanitario de la burguesía: las mismas personas que critican a los revolucionarios por la violencia. A pesar de los intentos de presentarle como un monstruo sanguinario (¿qué dirigente revolucionario no ha sido presentado así?), el Che en realidad era una persona muy humanitaria. En un pasaje conmovedor de su Diario de Bolivia, recuerda el momento en que pudo disparar a un joven soldado pero le fue imposible apretar el gatillo. ¡Esta no es la conducta de un hombre cruel y sanguinario! El Che personalmente dio tratamiento médico a los soldados bolivianos heridos hechos prisioneros por las guerrillas y después les dejaba libres. Este comportamiento humano contrasta con el tratamiento brutal que él mismo recibió cuando cayó en manos del ejército boliviano. Incluso se dice que, cuando fue capturado, se ofreció a tratar a algunos soldados bolivianos heridos en combate. El oficial boliviano al cargo rechazó este ofrecimiento. Traición estalinista Los hombres del Che se enfrentaron a innumerables obstáculos, no sólo el idioma, el clima (casi siempre llovía) y el terreno. Bajo la dirección pro-estalinista de Moscú, Mario Monje, del Partido Comunista Boliviano, era tremendamente hostil a Guevara y le molestaba su presencia en Bolivia. Los estalinistas bolivianos se negaron a cumplir sus compromisos con las guerrillas, decían que no existían condiciones para iniciar una ofensiva revolucionaria en Bolivia. Fidel Castro, en su introducción al Diario de Bolivia del Che, respondía muy bien a esta idea: “Es notable, como se verá en el Diario, que uno de esos especímenes revolucionarios que ya van siendo típicos en América Latina, Mario Monje, esgrimiendo el título de Secretario del Partido Comunista de Bolivia, pretendió discutirle al Che la jefatura política y militar del movimiento. Y puesto que alegó, además, el propósito de renunciar previamente para ello a su cargo partidista, a su juicio, por lo visto, le bastaba el título de haberlo sido para reclamar tal prerrogativa. “Mario Monje, por supuesto, no tenía ninguna experiencia guerrillera ni había librado jamás un combate, sin que por otro lado su autoconceptuación de comunista lo obligase siquiera a prescindir del grosero y mundano chovinismo que ya habían logrado superar los próceres que lucharon por la primera independencia. “Con semejante concepto de lo que debe ser la lucha antiimperialista en este continente, tales ‘jefes comunistas' no han rebasado siquiera el nivel internacionalista de las tribus aborígenes que sojuzgaron los colonizadores europeos en la época de la conquista. “Así, el jefe del Partido Comunista de un país que se llama Bolivia, y su capital histórica, Sucre, en honor de sus primeros libertadores que eran venezolanos uno y otro, que tuvo la posibilidad de contar para la definitiva liberación de su pueblo con la cooperación del talento político, organizador y militar de un verdadero titán revolucionario, cuya causa por demás no se limitaba a las fronteras estrechas, artificiales e incluso injustas de ese país, no hizo otra cosa que entrar en vergonzosos, ridículos e inmerecidos reclamos de mando”. (Ernesto Che Guevara. Diario de Bolivia. Una introducción necesaria por Fidel Castro). Y Castro continúa con su devastadora acusación de Monje y los dirigentes del PC boliviano:

“Pero Monje, no satisfecho del resultado, se dedicó a sabotear el movimiento, interceptando en La Paz a militantes comunistas bien entrenados que iban a unirse a las guerrillas. Estos hechos demuestran cómo existen en las filas revolucionarias hombres bien dotados de todas las condiciones necesarias para la lucha, cuyo desarrollo es criminalmente frustrado por dirigentes incapaces, charlatanes y maniobreros”. (Ibíd.,) “A finales de enero el Che escribía en su diario: “Como lo esperaba, la actitud de Monje fue evasiva en el primer momento y traidora después. “Ya el partido está haciendo armas contra nosotros y no sé donde llegará, pero eso no nos frenará y quizás, a la larga, se beneficioso (casi estoy seguro de ello). La gente más honesta y combativa estará con nosotros, aunque pasen por crisis de conciencia más o menos graves. “Guevara, hasta ahora, ha respondido bien. Veremos cómo se portan él y su gente en el futuro. “Tania partió pero los argentinos no han dado señales de vida, ni ella tampoco. Ahora comienza la etapa propiamente guerrillera y probaremos la tropa; el tiempo dirá qué da y cuales son las perspectivas de la revolución boliviana. “De todo lo previsto, lo que más lentamente anduvo fue la incorporación de combatientes bolivianos”. (Ibíd.,) Aquellos militantes del partido que se unieron o apoyaron al Che Guevara lo hicieron en contra de los deseos de la dirección del partido. El Diario de Bolivia del Che, muestra cómo los problemas con el Partido Comunista Boliviano llevaron a que las guerrillas tuvieran una fuerza significativamente más pequeña de lo que al principio se pensaba. Este hecho supuso un golpe mortal para las oportunidades de éxito de la guerrilla. Regis Drebray Un papel lamentable en toda esta situación lo jugó Regis Debray, un hombre que posteriormente hizo carrera explotando su supuesta relación con el Che Guevara. Con frecuencia se afirma que él “luchó con el Che en Bolivia” y que fue “camarada del Che”. Es completamente falso. Debray nunca luchó y, en realidad, provocó serios problemas a las guerrillas. El Che le consideraba un intelectual pequeño burgués con merecido desprecio. Su diario contiene frecuentes referencias a esta “compañía de viaje” no bienvenida y ninguna de ellas es halagadora. Debray el pintor argentino Ciro Bustos, aparecieron en el campamento del Che como turistas revolucionarios y no provocaron nada más que problemas. Se supone que ayudarían a desarrollar los contactos con el mundo exterior. Al final, consiguieron hacer mucha publicidad de sí mismos a costa de las guerrillas. El diario demuestra que el Che sospechó de Debray desde el principio: “El francés planteó con demasiada vehemencia lo útil que podría ser fuera”. (Ibíd.,) Las sospechas del Che pronto estuvieron justificadas. Incapaz de tolerar las duras condiciones insistieron al Che que les permitiera salir. Pronto fueron capturados por el ejército y le dieron información que era incalculable para la caza de los rebeldes. Bustos traicionó a las guerrillas y se convirtió en un vulgar informador. Incluso entregó fotografía para que el ejército pudiera reconocerlos. El juicio a Regis Debray atrajo la atención de los medios de comunicación mundiales, pero desvió la atención de las guerras que eran las que realmente estaban luchando. Este juicio sin duda avergonzó al gobierno boliviano, pero también endureció su actitud hacia las guerrillas. Es posible que una de las razones por las que Barrientos decidió

asesinar a Guevara fuera el evitar una repetición del circo mediático que provocó este juicio. El capítulo final Barrientos ordenó al ejército boliviano capturar a Guevara. Pero sólo seguía las órdenes de sus jefes en Washington, que hacía mucho habían puesto precio a la cabeza de su enemigo más odiado. Tan pronto como Washington descubrió su localización, enviaron a la CIA y a las fuerzas especiales a Bolivia que se encargaron de la operación. Los asesores norteamericanos llegaron el 29 de abril y formaron un programa de entrenamiento contra la insurgencia que duraba 19 semanas para el 2º Regimiento de Exploradores bolivianos. El curso intensivo incluía formación en armamento, combate individual, tácticas de pelotón y escuadrón, patrulla y contrainsurgencia. El ejército boliviano fue entrenado y armado por asesores norteamericanos y las fuerzas especiales. Incluía también el recién creado batallón de exploradores con formación especial en operaciones en la selva. Desde finales de septiembre, el enemigo seguía sus pasos. Las fuerzas especiales bolivianas fueron avisadas por un informador de la localización del campamento guerrillero de Guevara. Lo rodearon el 8 de octubre y el Che fue capturado después de una breve escaramuza. Cuando las fuerzas bolivianas se acercaron a él, se supone que gritó: “¡No disparéis! Soy el Che Guevara y se supone que valgo más vivo que muerto”. Con estas palabras sólo pretenden presentarle como un cobarde. Es otra de las calumnias utilizadas por los reaccionarios para intentar ennegrecer la memoria de este hombre, que siempre demostró un gran valor y absoluta indiferencia hacia su seguridad personal. Barrientos no perdió el tiempo y ordenó la ejecución del Che Guevara. Emitió la orden tan pronto como fue informado de su captura. No quería malgastar el tiempo en sutilizas legales. Lo hico con pleno conocimiento y consentimiento de los “demócratas” de Washington. Ninguno de ellos quería correr el riesgo de un juicio donde el Che Guevara pudiera defenderse y, como sería inevitable, pasara a la contraofensiva, denunciando las injusticias sociales que justificaban su lucha. ¡No! Esta voz debía ser silenciada de una vez por todas. En enero de 1919, en Berlín, los Junkers capturaron a Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, tampoco tenían intención de permitirles llegar a un tribular. No consultaron su libro de leyes antes de machacar sus cabezas. El Che Guevara fue llevado a una escuela en ruinas en la aldea cercada de La Higuera, donde permaneció prisionero toda la noche. ¡Qué pensamientos pasarían por su cabeza en esa última noche terrible cuando estaba solo como un cordero entre lobos hambrientos! ¡Solo y aislado del mundo, de su familia, amigos y compañeros, esperando el amanecer y la muerte inevitable! A primera hora de la mañana sacaron al Che Guevara de la escuela. A la 1,10 de la tarde del 9 de octubre de 1967 fue ejecutado por Mario Teran, un sargento del ejército boliviano. Para intentar ocultar que había sido ejecutado a sangre fría, recibió múltiples disparos en las piernas para simular heridas de combate. Antes de su ejecución dijo lo siguiente al verdugo: “Se que estás aquí para matarme. Dispara cobarde, sólo están asesinando a un hombre”. Esta es la voz del verdadero Che Guevara, no la de un cobarde suplicando por su vida. El cadáver fue atado a los patines de aterrizaje de un helicóptero y llevado a la vecina Vallegrande, donde fue puesto en cubo de ropa sucia en el hospital local y expuesto para los caballeros de la prensa para le fotografiaran. En un acto macabro de profanación, un médico militar le amputó las manos, oficiales del ejército boliviano trasladaron el cadáver de Guevara a un lugar desconocido.

El hombre que dirigió la búsqueda de Guevara fue Félix Rodríguez, un agente de la CIA infiltrado en Cuba para preparar una insurrección contra Castro que coincidiera con la invasión de Bahía de Cochinos. Fue Rodríguez el que informó a sus maestros en Washington y Virginia de la muerte del Che. Como un vulgar ladrón, le quitó al Che su Rolex y otros objetos personales que después mostraba a los reporteros mientras fanfarroneaba con sus proezas. El nombre de Félix Rodríguez entrará en los anales de la historia marcado por la infamia. Pero la memoria del hombre a quién asesinó cruelmente, vivirá para siempre como un adalid de los pobres y oprimidos, un luchador, un héroe revolucionario y un mártir por la causa del socialismo mundial. La cuestión de la guerra de guerrillas Como cualquier persona, el Che tenía su lado fuerte y su lado débil. Sin duda cometió un error al intentar presentar el modelo cubano de guerra de guerrillas como una táctica de aplicación general. Los marxistas siempre hemos concebido la guerra campesina como un auxiliar de los trabajadores en la lucha por el poder. Esa postura fue desarrollada primero por Marx durante la revolución alemana de 1848, cuando defendía que la revolución alemana sólo podría triunfar como una segunda edición de la guerra campesina. Es decir, el movimiento de los trabajadores en las ciudades tendría que arrastrar tras de sí a las masas campesinas. No es correcto decir que esta postura sólo se aplica a los países capitalistas desarrollados. Antes de la revolución rusa, la clase obrera industrial no representaba a más del 10% de la población, pero Lenin y los bolcheviques siempre defendieron que la clase obrera debía situarse al frente de la nación y dirigir a las masas campesinas y otros sectores oprimidos. El proletariado jugó el papel dirigente en la revolución rusa, arrastrando a los millones de campesinos pobres, el aliado natural del proletariado. La única clase capaz de dirigir una revolución socialista victoriosa es la clase obrera. No por razones sentimentales, sino debido al lugar que ocupan en la sociedad y el carácter colectivo de su papel en la producción. En los escritos de Marx, Engels, Lenin y Trotsky, no se puede encontrar ninguna referencia o insinuación a la posibilidad de que el campesinado lleve consigo una revolución socialista. La razón es la extrema heterogeneidad del campesinado como clase. Está dividida entre muchas capas, desde los trabajadores agrícolas sin tierra (en realidad proletarios rurales) a los campesinos ricos que emplean a otros campesinos como asalariados. No tienen un interés común y, por tanto, no pueden jugar un papel independiente en la sociedad. Históricamente, han apoyado a diferentes grupos o clases en las ciudades. Por su propia naturaleza, la guerra de guerrillas es el arma clásica del campesinado, no de la clase obrera. Es adecuada para las condiciones de lucha armada en zonas rurales inaccesibles, montañas, jungla, etc., donde la dificultad del terreno hace complicado el despliegue de tropas regular y donde el apoyo de las masas rurales suministra el apoyo logístico necesario y encubre a las guerrillas. En el transcurso de la revolución en un país atrasado con una población campesina considerable, la guerra de guerrillas puede actuar como un arma auxiliar útil para la lucha de los trabajadores en las ciudades. Pero a Lenin nunca se le ocurrió defender la idea del guerrillerismo como un sustituto del movimiento consciente de la clase obrera. Las tácticas guerrilleras, desde un punto de vista marxista, sólo son permisibles como una parte subordinada y auxiliar de la revolución socialista. Esa fue precisamente la postura de Lenin en 1905. No tenía nada en común con el tipo de tácticas terroristas individuales puestas en práctica por Narodnaya Volya y sus herederos, el Partido Socialista Revolucionario, con tácticas aún más locas del

terrorismo moderno y las organizaciones de “guerrilla urbana” que son la antítesis de una verdadera política leninista. Lenin insistía en que la lucha armada debe ser parte del movimiento revolucionario de masas y especificaba las condiciones en que era permisible: “1) tener en cuenta el estado de ánimo de las grandes masas; 2) tomar en consideración las condiciones del movimiento obrero local; 3) preocuparse de no gastar inútilmente las fuerzas del proletariado”. Y también dejaba claro que, lejos de ser una panacea, la guerra de guerrillas “es una forma inevitable de lucha en un momento en que el movimiento de masas ha llegado ya realmente a la insurrección”. (Lenin. La guerra de guerrillas. 30 de septiembre de 1906). El peligro de degeneración inherente a tal actividad queda absolutamente en evidencia cuando los grupos guerrilleros se quedan aislados del movimiento de masas. En el período que siguió a 1906, cuando el movimiento de trabajadores entró en declive y los revolucionarios sufrieron toda una serie de golpes, las organizaciones guerrilleras mostraron cada vez más signos de que habían dejado de ser un órgano auxiliar útil del partido revolucionario, para transformarse en grupos de aventureros, o aún peor. Incluso aunque defendían la posibilidad de tácticas guerrillas como una especie de acto de retaguardia contra la reacción en un momento en que él esperaba aún que el movimiento revolucionario se reactivara, Lenin avisó contra el “anarquismo, blanquismo, el antiguo terrorismo, actos de individuos aislados de las masas que desmoralizan a los obreros, que apartan de ellos a los amplios círculos de la población, desorganizan el movimiento y perjudican a la revolución”, añadía además que “en los hechos comunicados todos los días por los periódicos se encuentran, sin dificultad, ejemplos para confirmar este juicio”. (Ibíd.,) En el período de 1905 a 1906, el movimiento revolucionario incluía un elemento de “guerra de guerrillas”, con destacamentos guerrilleros, expropiaciones armadas y otras formas de lucha armada. Pero los escuadrones de lucha siempre estaban estrechamente unidos a las organizaciones obreras. Por ejemplo, el comité militar de Moscú incluía no sólo a militantes del RSDLP, sino también a socialrevolucionarios, sindicalistas (impresores) y estudiantes. Como hemos visto, los grupos guerrilleros eran utilizados con el objetivo de defenderse contra los pogromos y las Centurias Negras. También ayudaban a proteger las reuniones frente a las redadas policiales, donde la presencia de destacamentos de trabajadores armados con frecuencia eran un factor importante para evitar la violencia. Entre otras tareas estaban conseguir armas, el asesinato de espías y agentes policiales y también atracaos a bancos para obtener fondos. La iniciativa de crear estos grupos guerrilleros con frecuencia partía de los propios trabajadores. Los bolcheviques lucharon para conseguir la dirección de estos grupos, para darles una forma disciplinada y organizada, para dotarlos de un plan de acción claro. Por supuesto que implicaba serios riesgos. En estos grupos se podían mezclar todo tipo de aventureros, elementos desclasados y dudosos, que, una vez aislados del movimiento de las masas, tendían a degenerar en líneas criminales hasta el punto de no distinguirse de simples grupos de bandidos. Además, también había una gran infiltración de provocadores. Como norma, es más fácil para los agentes del estado infiltrarse en organizaciones militaristas y terroristas que en auténticos partidos revolucionarios, especialmente donde están formados por cuadros educados unidos por fuertes lazos ideológicos, aunque incluso estos últimos no son inmunes a la infiltración. Lenin era consciente de los peligros de degeneración que implicaba la existencia de grupos armados. Contra estas tendencias era necesario un control firme y disciplinado, y la existencia de cuadros revolucionarios con experiencia. Pero el único control real era el movimiento revolucionario de masas.

Mientras las unidades guerrilleras actuaban como auxiliares del movimiento de masas (es decir, en el curso de un auge revolucionario), ellas jugaban un papel útil y progresista. Pero, allí donde los grupos guerrilleros se separaban del movimiento revolucionario de masas, inevitablemente tendían a degenerar. Por esa razón, Lenin consideraba absolutamente inadmisible prolongar su existencia, una vez se había establecido claramente que el movimiento revolucionario había entrado en un declive irreversible. Una vez llegada a esta etapa, inmediatamente defendió la disolución de todos los grupos guerrilleros. La guerra de guerrillas El Che escribió varios artículos y libros sobre la teoría y práctica de la guerrilla. La experiencia del derrocamiento del gobierno Arbenz le causó una profunda impresión. Llegó a la conclusión de que la clase dominante debe ser derrocada mediante la insurrección armada, una idea que era bastante correcta. La historia demuestra que ninguna clase dominante ha entregado jamás su poder y privilegios sin luchar. Ningún demonio se deja cortar las garras. Los marxistas no somos pacifistas. Las masas deben estar preparadas para luchar y utilizar cualquier fuerza necesaria para desarmar a la clase dominante. En palabras de Marx, la fuerza es la partera de la historia. Su conocido libro La guerra de guerrillas, toma el modelo de revolución cubano como un modelo aplicable a los demás países. En este modelo, un pequeño grupo (foco) de guerrillas lleva adelante la insurrección armada sin la necesidad de organizaciones amplias para organizar a las masas. Esta idea era un error serio, como trágicamente demostraron los acontecimientos posteriores. La Revolución Cubana pilló a los imperialistas por sorpresa. No esperaban que las guerrillas triunfaran con tanta facilidad. Incluso cuando lo hicieron, la clase dominante estadounidense estaba dividida sobre cómo reaccionar. Un sector pedía una política agresiva, pero otro era favorable a una actitud cautelosa. Los imperialistas cometieron un error, pero también estudian y aprenden de la experiencia. Después de la experiencia de la Revolución Cubana, a los imperialistas ya no se les pilló más por sorpresa. Estudiaron la teoría de la guerra de guerrillas, incluido los escritos de Che Guevara. Ellos estaban preparados y a la espera. Tanto pronto como se formaba un foco guerrillero, intervenían para aplastarlo. No dieron tiempo a las guerrillas para que pudieran establecer una base en la población rural. Eso es lo que ocurrió en Bolivia, eso selló el destino del Che y de sus compañeros, como de muchos otros más tarde. Una de las grandes tragedias de la historia revolucionaria es que durante toda una generación de jóvenes valientes en América Latina y en otras partes, perdieron su vida como resultado de un inútil intento de copiar una táctica que triunfó en Cuba debido a una concatenación peculiar de circunstancias, pero que no se podían trasplantar de manera artificial a otros países con condiciones distintas. La guerra de guerrillas tiene algún sentido en una sociedad atrasada, predominantemente agrícola, como China antes de 1949. Pero no tiene sentido alguno en países como Chile o Argentina, donde el campesinado es una minoría y la mayoría decisiva vive en las ciudades. Incluso en la Rusia zarista, como hemos visto, Lenin insistía en que el papel dirigente de la revolución lo debía jugar el proletariado y que la guerra de guerrillas debían ser vista como un auxiliar del movimiento revolucionario de masas y, sobre todo, de la clase obrera. En Argentina, Uruguay, México, Venezuela y otros países, el intento de imitar de modo mecánico los métodos de las guerrillas en Cuba, llevó a derrotas sangrientas. Particularmente negativa fue la idea del denominado “guerrillerismo urbano, que sólo es la vieja idea del terrorismo individual con una nueva máscara. Aquellos que defendieron esta táctica desastrosa pensaban que habían inventado algo totalmente

nuevo. En realidad, sólo repetían los errores de los viejos terroristas rusos de Narodnaya Volya, contra los que Lenin llevó a cabo una lucha implacable. En cada caso, estas tácticas terminaron en una derrota sangrienta y en la reacción salvaje. El movimiento perdió miles de cuadros jóvenes que podían haber jugado un papel importante en el desarrollo de un movimiento revolucionario de masas en las fábricas, barrios obreros y pueblos. Fue un error muy serio que se debe rectificar si se desea el triunfo de la revolución socialista. Es el aspecto negativo del legado del Che, que es tomado por los ultraizquierdistas incapaces de comprender el verdadero legado positivo de este gran revolucionario y sólo repiten sus errores. Esta es la peor injusticia que se puede imaginar a la memoria del Che. El mensaje real del Che Guevara que debemos guardar y aprender es su internacionalismo: la idea correcta de que la revolución socialista no es un acto nacional aislado, sino parte de una cadena que sólo se puede completar con la victoria del socialismo a escala mundial. El movimiento revolucionario actual en América Latina demostró que él tenía razón. El internacionalismo del Che Guevara La revolución cubana desde el principio se inspiró en el internacionalismo revolucionario que estaba personalizado en el Che Guevara, que fue un dirigente excepcional de la revolución cubana. Pero en realidad, era un verdadero internacionalista y un ciudadano del mundo. Como Bolívar, tenía la perspectiva de una revolución latinoamericana. Después de su trágica muerte, hubo muchos intentos de convertir al Che Guevara en un icono inocuo, una cara sobre una camiseta. La burguesía le presenta como un romántico bienintencionado, un idealista utópico. ¡Esto es algo indigno para la memoria de un gran revolucionario! El Che Guevara no era un soñador desesperado sino un revolucionario realista. No fue casualidad que el Che intentara extender la revolución a otros países, no sólo en América Latina sino también en África. Comprendía muy bien que, en última instancia, el futuro de la revolución cubana estaría determinada por este hecho. Desde el principio, el destino de la revolución cubana estaba vinculado a los acontecimientos a escala mundial. ¿Cómo podía ser de otra manera cuando la revolución estaba amenazada desde su nacimiento por el estado imperialista más poderoso sobre el planeta? La revolución cubana, como la revolución rusa, tuvo un impacto internacional tremendo, sobre todo en América Latina y el Caribe. Hoy se aplica la misma situación. El Che intentó encender la chispa que pusiera en llamas todo el continente. Quizá cometió un error sobre cómo iniciarla, pero nadie cuestiona sus intenciones y su idea fundamental era correcta: que la única manera de salvar a la revolución cubana era con su extensión a América Latina. El Che ayudó a organizar expediciones revolucionarias en el extranjero, pero todas fracasaron. El primer intento lo hizo en Panamá, otra en República Dominicana ya en 1959. Desgraciadamente, de la experiencia cubana sacó algunas conclusiones equivocadas. El intento de exportar el modelo de guerra de guerrillas y los focos, llevó a una derrota terrible tras otra. Para ello hay varias razones. En primer lugar, como hemos visto, la insurgencia cubana pilló por sorpresa al imperialismo norteamericano, pero pronto parendió las lecciones y cada vez que aparecía un “foco” conseguían aplastarlo rápidamente antes de que pudiera extenderse. Un dato más importante fue que la mayoría de la población de América Latina ahora vive en las ciudades. La guerra de guerrillas es un método típico de lucha del campesinado. Por lo tanto, aunque la guerra de guerrillas puede jugar un papel importante como auxiliar, no pude representar el papel principal. Este papel está

reservado para la clase obrera en las ciudades y, por tanto, las tácticas deben estar de acuerdo con esta circunstancia. Se puede ver en la experiencia de Venezuela, donde el intento de organizar un movimiento guerrillero fue un absoluto fracaso. La revolución venezolana se desarrolla como una revolución en esencia urbana, basada en las masas en las ciudades y apoyada por el campesinado. El movimiento bolivariano de Hugo Chávez ha utilizado la lucha parlamentaria de manera muy efectiva para movilizar a las masas, se ha podido ver cómo el movimiento de las masas ha derrotado la contrarrevolución en tres ocasiones. El destino de la revolución cubana está orgánicamente unido al de la revolución venezolana. Se determinarán entre sí. Si la revolución venezolana es derrotada, la revolución cubana estará en un grave peligro. Se deben hacer todos los esfuerzos para evitar esa situación. Pero debemos aprender de la historia, la revolución venezolana ha conseguido milagros, pero todavía no ha acabado. Como la revolución cubana, la revolución venezolana ha comenzado como una revolución democrático nacional. En las primeras etapas, el programa defendido por Hugo Chávez era el programa de la democracia burguesa avanzada. Pero la experiencia ha dmeostrado que la oligarquía y el imperialismo son enemigos mortales de la democracia. Nada les detendrá para destruir la revolución. Por lo tanto, cualquier intento de limitar la revolución bolivariana a las tareas democrático burguesas, es decir, detener la revolución, preparará el camino para la derrota inevitable de la revolución. ¿Por qué el imperialismo estadounidense está tan decidido a destruir las revoluciones cubana y venezolana? Debido al efecto que tienen a escala continental, los imperialistas están aterrorizados ante la posibilidad de que Cuba y Venezuela actúen como focos. Por esa razón están decididos a liquidarlas. La idea del Che era abrir veinte Vientam en América Latina. No era una mala idea, pero en aquel momento no era posible, en parte, porque las condiciones no habían madurado lo suficiente pero, principalmente, debido al modelo equivocado de guerra de guerrillas que siguió. Pero ahora las cosas son diferentes. La crisis del capitalismo ha tenido efectos devastadores en América Latina y ha tenido consecuencias revolucionarias. Las condiciones para la revolución maduran en todas partes. En realidad, en el momento actual, no hay un solo régimen capitalista estable desde Tierra de Fuego a Río Grande. Con una dirección correcta, no hay razón para que en uno o varios países de América Latina no haya revoluciones proletarias triunfantes en el próximo período. Lo que hace falta no es el nacionalismo ni los bloques con la burguesía reaccionaria, sino un programa socialista revolucionario y el internacionalismo proletario revolucionario Londres, 9, de octubre de 2007

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